Capítulo 18
Los personajes de Harry Potter pertenecen a J. K. Rowling.
Gracias a...
Chibi-Kaisie - Harry pide la poción porque sólo así puede desaparecer de la vida de los Malfoy... es sólo que tampoco sabía lo que estaba pasando ya en su interior.
Luzy Snape - Digamos que tengo malas experiencias en cuestión de embarazos múltiples y embarazos sencillos y aunque no me hayan pasado directamente a mí pues le han pasado a personas demasiado cercanas a mi corazón como para que no me duela... pero en fin, ya todo está mejor. Gracias por seguir la historia aquí y allá.
Sonomi Yuy Maxwell - Ejem, no me molesta para nada así que no te disculpes, al contrario, gracias por el apoyo.
Shinigami Liliz Black - Sorry por la espera, no tengo excusas, pero al menos aquí está el capítulo. ¿Será que no quiero terminar la historia y por eso no le sigo escribiendo? En fin, no pienso dejarla colgada, de eso puedes estar segura. Muchas gracias por estar al pendiente.
Asil Blaxk - Jajaja, de nada. (carita feliz)
Escila - Uhhh ¿realmente quieres saber cómo fue que se embarazó? Jajajaj¡ pensé que habías leído los lemons! Ummhhh... siempre volteo las cosas al final, jeje.
Bueno, ahora les dejo con mis enredos y mis locuras.
"Hey... ¿cómo estás?" Susurró Draco con voz suave. La respuesta fue apenas un gorjeo pero Draco tomó al niño de la cuna colocándolo con mucho cuidado sobre su hombro. El pequeño de apenas dos meses se movió por unos instantes hasta que encontró una posición cómoda y desde allí, con su cabecita de lado sobre el hombro de Draco, comenzó a observar los alrededores con enormes ojos grises. El cuarto estaba pintado de azul claro de tal forma que imitaba un cielo lleno de nubes semi transparentes, varios querubines se movían sobre la pintura atrayendo la atención de la pequeña criatura. "Lucien, es hora de la mamila." Lo cargó hasta una mecedora que había en la habitación junto a la cual había una botella caliente de leche. Con cuidado lo acomodó en su regazo y luego de varios intentos finalmente el pequeño comenzó a chupar la leche. Draco suspiró. El pequeño Lucien apenas comía, apenas lloraba, de hecho, era tan tranquilo que podía pasar desapercibido a cualquiera. Su padre estaba preocupado, temía que el pequeño tuviera alguna extraña condición, por eso habían comenzado a buscar la opinión de varios medimagos expertos en pediatría. Todos le habían asegurado que el niño estaba bien, que no había nada de qué preocuparse pero él seguía teniendo sus dudas especialmente porque a ninguno de los pediatras se le había comentado el hecho de que el estado del padre se debiera a una poción.
Draco le había tomado un extraño cariño que incluso a su padre dejaba algo confundido. Bueno, quién habría imaginado que a Draco Malfoy le gustaban los niños o al menos que le gustaba pasar tiempo con su hermanito en específico. Había llegado a desafiar a su padre varias veces sacando al pequeño de su cuna y cuarto por no querer dejarlo con los elfos domésticos que se suponía lo cuidaban. Lucius insistía en que los elfos podrían cuidar del pequeño mucho mejor que Draco quien podía cometer errores graves sólo porque nunca antes había cuidado de uno.
Lo que Lucius no sabía era que mientras él pasaba los días en su ir y venir buscando la forma de apresurar a Severus o de conseguir algún evento que requiriera con urgencia la presencia del auror Draco se la había pasado en la habitación de Potter.
El caso fue que uno de esos días que ya no podía recordar, cansado del distanciamiento de Blaise y de ver cómo lo iba perdiendo cada vez más se había internado en el cuarto del auror comatoso y embarazado y como un tonto había comenzado a contarle sus problemas. Era fácil, Potter no podía escuchar, no podía responder, no podía opinar ni contarlo a nadie pero él se había sentido mucho mejor. Desde entonces había comenzado a pasar más tiempo en aquella habitación y por ende había terminado siendo testigo de cómo el vientre de Harry se iba hinchando día a día.
Uno de esos días se había arriesgado y movido por la curiosidad había levantado el pijama de hospital. Tenía que ver cómo era que se veía en realidad. La clara piel del vientre se había llenado de venas y tenía una extraña apariencia brillosa. Ver lo llevó a tocar y con el corazón en la boca había puesto sus dedos temblorosos en aquella piel tan cálida. Ese día había sido suficiente con probar tocarlo pero la curiosidad nunca se satisface, simplemente cambia la pregunta.
Había acariciado el vientre hasta que un día había puesto su oído para intentar escuchar y al llegar a los ocho meses casi se había desmayado al ver cómo la piel cambiaba de forma repentinamente haciendo que se aupara y que el bulto se moviera a un lado. Uno de esos días había sentido el leve golpe contra su mano y desde entonces había perdido el corazón en pos de aquella criatura no nacida que llevaba su sangre.
Luego el suceso se había vuelto costumbre hasta el punto que a veces coincidía con su padre quien pensaba que su hijo estaba en el hospital para verlo a él pues el joven apenas pasaba tiempo en la mansión.
El resultado de todo ese extraño acercamiento había sido un pequeño que sólo podía calmarse cuando escuchaba la voz de su medio hermano. El pequeño Lucien era tan tranquilo que un pequeño sollozo era considerado una rabieta por Draco. Su padre, al verlo tan apegado a la criatura había decidido permitirle la cercanía pero aún así habían momentos en que su hijo mayor simplemente se pasaba de la raya.
En esos momentos alimentaba al pequeño, esta vez porque su padre se lo había pedido. Justo ese día traerían a Potter a la casa y su padre se hallaba dándole instrucciones a las enfermeras y medimagos para acomodarlo. Había luchado con uñas y dientes para que finalmente le permitieran traerlo a la casa. Quién hubiera pensado que aunque el embarazo del joven había sido suficiente razón para permitir que Snape comenzara a preparar el remedio para despertarlo, no fuera lo suficientemente urgente como para terminarla antes de un año. De hecho, tomaría ocho meses más para completar el brebaje. Pero a Draco no le molestaba en lo absoluto. Le había tomado tal cariño al pequeño que practicamente era su nana a tiempo por completo y mientras más tiempo pudiera pasar con él mejor.
La única razón por la que Lucius no había puesto el grito en el cielo además de estar ocupado con Potter era porque la actitud de Draco había cambiado ciento ochenta grados. Para completar el pequeño Lucien en nada se parecía a su padre comatoso, tenía los cabellos rubios casi blancos, los ojos grises y una carita angelical de rosadas mejillas. Podía decirse que era una copia de Lucius, por eso el nombre y Draco sólo podía imaginar... añorar que el niño le perteneciera a él y no a su padre y al auror. Pero esos pensamientos se los guardaba muy en el fondo de su corazón.
Con tortuosa lentitud el pequeño terminó su leche y Draco se dedicó a cambiarlo y arreglarlo para llevarlo con su padre. Lo vistió completamente de blanco y lo envolvió en una cobija azul bebé. Luego de que los medimagos se retiraran llevaría al niño a ver a su "madre" dormida.
Al salir se encontró con Blaise quien lo saludó cortésmente con una levísima sonrisa. Aún añoraba que el galeno le permitiera acercarse pero el tiempo que pasaba con Lucien le impedía preocuparse demasiado.
Zabini por su parte había notado el cambio en su persona pero aún se sentía inseguro. Cierto que había sido para mejor, el rubio sonreía más y se le veía mejor semblante y al verlo con el niño en brazos no podía evitar sentirse extraño.
"¿Qué?" Musitó mientras seguía en la dirección de la habitación de su padre. Lucius había hecho que colocaran a Harry en la habitación contigua a la suya y no la de huéspedes como en un principio.
"Te ves diferente." Comentó Blaise de buen ánimo y sonriendo un poco más.
"¿A qué te refieres?" Murmuró Draco frunciendo el ceño sin tener idea de a qué se refería el moreno.
"Quizás sea la ropa... quizás sea el peinado... pero quizás también sea el bebé que llevas en brazos con el paño que te cuelga del hombro." Draco gruñó, había olvidado el paño que había utilizado para sacarle los gases al pequeño y que ahora colgaba de su hombro arruinando su imagen perfecta. Pero la verdad no era como si le importara demasiado después que tuviera al pequeño Lucien en brazos.
"¿Podrías hacer el favor de quitármelo?" Musitó con media sonrisa. "¿Ya mudaste tus cosas? Me gustaría que me acompañaras a cenar hoy." Comentó con una sonrisa que intentaba seducir al moreno. Lo vio suspirar pero no había demasiado rechazo en su expresión como otras veces en las que simplemente era demasiado evidente. Lucius había convertido al medimago en la nana exclusiva del auror Potter por lo que tendría que mudarse a la mansión. Al menos su padre había cumplido su parte del trato.
Sin embargo no le pesaba en esos momentos. Draco sencillamente había cambiado, todos sus odios y rencores se habían ido por el drenaje en el momento en que había sentido la vida que se gestaba en el hombre que decía detestar. El cambio se había acentuado cuando Lucius le había permitido cargar a la criatura por primera vez y Draco había visto aquellos enormes ojos grises mirarlo seriamente. Cualquiera hubiera dicho que el pequeño lo regañaba por no haberlo cargado antes. Tan unidos eran que más que hermanos parecían padre e hijo. Y eso había permitido que Blaise volviera a interesarse por el rubio que ahora pasaba menos tiempo acosándolo y más tiempo cuidando al pequeño Lucien.
"Lo vas a malcriar." Comentó mientras lo seguía.
"No... Lucien no se va a malcriar. Necesita cariño. Potter no puede dárselo y padre está demasiado ocupado como para estar al pendiente. No me importa cuántos elfos hayan criado a los Malfoy no voy a dejar que corra la misma suerte. Él es diferente." Musitó con una fiereza que hizo que Blaise arqueara una ceja.
"¿Y tú cómo lo sabes¿Te has vuelto experto en niños de repente?" Preguntó más de cerca.
"No... pero Lucien es diferente. Necesita atención para sobrevivir, estoy seguro." El pequeño en sus brazos dio un enorme bostezo y entrecerró los ojos tranquilamente. Era diferente, cualquier niño malcriado lloraría al perder contacto con su padre o su madre pero no importaba cuánto tiempo estuviera solo, Lucien no lloraba a menos que tuviera demasiada hambre cosa que sólo había pasado una vez pues en un principio a Draco se le pasaba el tiempo de atenderlo. Por eso había amenazado a los elfos que si el pequeño hacía apenas un leve sonido tenían que avisarle, así estuviera fuera de la casa. Pero ya Draco no salía de la casa.
"Sabes que Potter despertará en unos meses y tendrás que dejarlo a su cargo." Le advirtió con seriedad. Draco no respondió. Simplemente continuó acariciando los suaves cabellos del pequeño.
"No quiero pensar en eso ahora. Mejor vamos a ver si padre ya terminó con los arreglos necesarios para acomodar a Potter." Blaise sacudió la cabeza, separar a Draco del niño no sería una tarea fácil cuando llegara el momento.
Al llegar a la habitación donde se encontraba Lucius las enfermeras y medimagos ya salían tranquilamente. La figura sobre la cama había dejado de tener aquella apariencia inflada y había vuelto a su figura anterior cosa que continuaba sorprendiendo a Draco. "¿Padre?" Llamó y Lucius apareció con unas mantas adicionales y le hizo señas para que se acercara.
"Aquí vas." Susurró mientras le pasaba el pequeño a su padre quien lo miró detenidamente mientras se acercaba a donde estaba Harry. Con un cuidado que evidenciaba lo poco acostumbrado que estaba a tomar al niño en brazos y bajo la mirada preocupada de Draco lo colocó justo en el pecho de Harry para luego arroparlo y sentarse al lado de la cama. Lucien dio algunos gorjeos complacidos y finalmente se quedó acurrucado cerrando los ojitos con placer.
"¿No son hermosos?" Preguntó Lucius interrumpiendo el silencio y Draco le dio una mirada de soslayo a Blaise quien miraba al hombre con una sonrisa pícara pero en cuanto vio la mirada del rubio un leve rubor le hizo perder la compostura.
"Sí, lo son." Susurró Draco volviendo a ver a la criatura. "¿Y Severus?" Preguntó queriendo saber si la poción había progresado.
"No pude convencerlo, pero me lo esperaba. Sólo quisiera que lo considerara un poco más. Aquí puede tener un laboratorio tan bueno o mejor que el que tiene en Hogwarts."
Draco y Blaise notaron de inmediato la nota desesperanzada en la voz de Lucius y se dieron una breve mirada. "Estoy seguro que encontraremos una forma de acelerar el proceso." Murmuró el rubio intentando animarlo un poco. "De todas formas no creo que sea mucho tiempo."
Pero por más tramas que intentaron la poción no estuvo lista hasta el tiempo exacto que Severus les había indicado. Ocho meses más.
Ese día Draco se había quedado con Lucien en la habitación del auror. Su padre se hallaba demasiado cansado y entre él y Blaise habían logrado enviarlo a dormir. Lucien que ahora tenía casi un año dormitaba en su pecho con la seguridad que le daba el saberse cerca de su hermano.
Hacía una semana que Severus le había administrado el antídoto pero Potter no despertaba y su padre había perdido mucho tiempo en vela esperando el ansiado suceso. Sabía que no pasaría mucho tiempo antes que volviera pero mientras tanto no le importaba esperar allí sentado con el pequeño cuyos finos cabellos cubrían su cabecita de tal forma que parecía un suave halo blanco sobre ella. Tenía su puñito completamente metido en la boca pues le picaban las encías y babeaba a mares.
Sonrió al recordar cuál había sido su primera palabra, sospechosamente parecida a su nombre. Además ya se estaba en pie mucho más tiempo aunque seguía siendo tan tranquilo que le preocupaba.
Siguió meciéndolo pero luego de un rato, al ver que su padre tardaba, se acercó a la cama misma y se sentó, dejando al pequeño Lucien sentado al lado del pecho de su padre. El niño se recostó de inmediato, con la manita aún en la boca y la otra sujetando fuertemente las ropas del auror. Deslizó una mano bajo las sábanas y levantó un poco el pijama del moreno para observar la cicatriz de la cesárea mágica. Acarició la piel con sus dedos sintiendo exactamente el lugar donde piel y músculo se separaban casi imperceptiblemente.
Harry no quería despertar pero era imposible permanecer en la oscuridad por más tiempo y no sentir aquellos suaves dedos que acariciaban su vientre. "Lucius..." Susurró con voz grave y enronquecida por el tiempo que había dejado de usarla. ¿Estaría Lucius esperándolo cuando despertara? Entreabrió los ojos levemente y con vista nublada vio unos cabellos largos y rubios¿podría ser él? Luego se enfocó en aquel calor que descansaba sobre su pecho.
Ahh, eso sí podía verlo. Era un pequeño de ojos grises y pálida piel que babeaba su pijama. Un pequeño Malfoy, fue lo primero que le vino a la mente. Hermoso y perfecto mientras chupaba sus deditos. "¿Y tú quién eres, pequeño?" Preguntó con sonrisa adormilada. Tal vez aún soñaba. Severus no podía haberlo despertado, él se había asegurado de ello. Nunca podría existir una amenaza más grande que Voldemort y él lo había derrotado. Tenía que estar soñando por lo que sonrió ampliamente y su brazo rodeó a la criatura. Sintió que perdía algo... que alguien se alejaba de su lado. El toque en su vientre había desaparecido y con un puchero emitió un gruñido descontento.
"Sólo iré a buscar a padre, Potter. ¿Crees que puedas sujetar al bebé?" Arqueó una ceja, esa era la voz de Draco. Extraño sueño en verdad, pero no le molestaba, ese Draco parecía no odiarlo. Asintió tontamente, amorriñado y con ojos cargados de sueño mientras acercaba al pequeño aún más a su pecho.
Se sentía bien el sueño. ¿De quién sería el pequeño? Tenía que ser un Malfoy. Quizás en sus sueños había más de dos Malfoy. Sonrió como un idiota pero no le importaba, los sueños eran sólo eso. Quizás y hasta podía ser suyo, con tan grande obsesión hacia los rubios de ojos grises seguramente si llegaba a ser padre le saldría uno igual. Aunque no imaginaba con qué esposa podría engendrar un niño tan precioso como aquel que ahora tan quietecito descansaba sobre su pecho. "¿Sabes decir papá¿No? A lo mejor no hablas todavía. No importa, ya aprenderás." Murmuró y en su corazón anheló ser él quien le enseñara a hablar.
No pudo seguir metido en su "sueño" porque unos brazos lo tomaron de la cama levantándolo y apretándolo con fuerza. Por suerte tenía bien sujeto al niño pero al rato sintió que alguien se lo quitaba de los brazos y nuevamente se hundía en aquella confusión de calor escuchando confundido su nombre repetido una y otra vez por una voz que conocía perfectamente. "Lucius." Murmuró con una sonrisa. Ahora sí que no quería despertar. Lucius estaba a su lado y eso era más que suficiente para no querer moverse.
"Estás despierto." Murmuraba Lucius contra su cuello en cálidas respiraciones.
"¿Lo estoy?" Preguntó aturdido, comenzaba a despertar un poco más.
"Lo estás." Le aseguró el rubio y Harry no sabía si podía creerle.
"Imposible." Murmuró esta vez abriendo más los ojos. "Mis lentes." Preguntó y Lucius le tendió los cristales que se hallaban en una de las mesas de noche. Sus ojos verdes se abrieron tan sorprendidos que Lucius temió que regresara a la inconsciencia, especialmente porque estaban fijos en Draco.
"Antes que comiences a hacer preguntas déjame contarte lo que ha sucedido." Comenzó a decir Lucius intentando desviar su atención. Harry asintió lentamente sin despegar sus ojos ahora de la criatura. "Tardamos un poco pero descubrimos que Severus te había ayudado con una poción para que cayeras en coma." Harry puso entonces toda su atención en Lucius. ¿Cómo lo habían descubierto? Como si leyera sus pensamientos Lucius continuó. "Es una larga historia esa pero lo descubrimos e intentamos que Severus te diera el antídoto. Entonces descubrimos que no podía prepararlo a menos que sucedieran algunos... eventos. Pensé en engañar a Severus pero las cosas no salieron como imaginé."
"¿No?" Preguntó incrédulo y Lucius negó.
"Resultó de una forma que no me esperaba... que nadie se esperaba. Es por esa razón que ese pequeño está aquí con nosotros. Lucien es hermano de Draco. Mi hijo... y tuyo también." Lucius esperó pacientemente la reacción de Harry quien sonrió levemente.
"Debo seguir soñando." Murmuró pasándose una mano por el rostro e intentando despegarse la morriña que se empeñaba en hacerle escuchar cosas extrañas. Hizo ademán de querer bajarse pero Lucius lo detuvo.
"No, llevas demasiado tiempo en esa cama. Mañana puedes intentarlo, hoy quédate aquí." Lo besó en la sien. "Conoce a Lucien, nunca te ha visto despierto." Le hizo señas a Draco para que regresara al niño y con renuencia el rubio lo dejó nuevamente en la cama, con sus verdaderos padres. Respiró profundamente y poco a poco se fue retirando de la habitación.
Al salir se encontró con Blaise. "¿Despertó?" Draco asintió silencioso y para su sorpresa Blaise lo abrazó. "Ven conmigo, deja que se pongan al día, ya te llamarán." Y se lo llevó lejos de la habitación.
Gracias por leer.
