Red Velvet
Capítulo 72: Corrupción
…
Finalmente se vio frente a su puerta.
Eso la puso nerviosa, más de lo normal.
Porque ahora, no estaba sola.
Invitó a Ruby a pasar, y era tan extraño verla ahí dentro.
Ese lugar solía ser su prisión, pero desde que empezó a estar ahí, sola, de nuevo, después de que su compromiso desapareciera, cuando empezó su relación con Ruby, ese lugar se volvió su cueva, su lugar íntimo, donde se sentía segura, donde podía pensar lo que quisiera, y nadie iba a decirle nada.
Ahí podía ser ella misma.
Por supuesto que nunca fue tan íntimo como lo fue el Red Velvet en su tiempo, pero había intentado sentirse segura ahí, cómoda, ser Weiss en la celda de un Schnee.
Notó como Ruby se movió, esta mirando de un lado a otro, curiosidad en su expresión, y se quedó un momento apoyada en la puerta cerrada, simplemente observando a la mujer en su aventura personal.
Respiró profundamente, sintiendo el aroma a rosas en su habitación, rodeándola.
Y era tan agradable.
A veces sentía ese aroma ahí, pero era solamente las trazas de aroma que habían quedado en su propio cuerpo luego de estar con Ruby, luego de pasar horas a su lado, pegadas una al lado de la otra, siendo una. Se sentía tranquila cuando lograba sentir el olor de Ruby en ella, siempre fue así, y ahora era aún más, porque simbolizaba más que antes, más unión, más amor. Ahora eran algo más, ahora eran una pareja, eran algo sólido, eran algo real, y sus sentimientos honestos eran expresados siempre, sin dudar, sin vacilar.
Tal y como quería que su vida fuese.
Honesta.
"Con todo lo que ha pasado, ¿Cómo te sientes?"
Ruby preguntó, su rostro fijo en una de las estanterías, y le causó sorpresa como su voz salió monótona, robótica incluso.
Dio unos pasos hacia la mujer, y se detuvo.
Podía notar algo en esta, tensión en sus hombros, en su cuerpo. Recordó que esta tuvo que haber pasado por unos momentos tensos en su trabajo, en el camino, con las personas, y que debía de estar completamente exhausta, nerviosa y molesta también, todo por su culpa, por sus problemas, por su relación anterior.
Quizás le debía una disculpa después de todo.
Acercó una mano hasta uno de los brazos de Ruby, tocándola ligeramente, esperando que esta se voltease, que la mirase, que le dijese que ocurría.
Y esta hizo eso, se volteó.
Pero vio una mirada que no esperó.
Reconocía esa mirada, la había visto tantas veces, esos ojos cambiando de tonalidad, levemente grisáceos, dejando de ser brillosos, infantiles, inocentes, para ser los ojos de un cazador, intensos, listos para atacar.
Si, esperó muchas cosas, pero no esperó esa mirada.
Y Ruby tampoco.
Notó como esta llevó una mano a su rostro, prácticamente golpeándose, obligándose a cambiar su expresión, o avergonzada de esta.
Realmente no lo entendió, y hace mucho que no sentía que no entendía a Ruby.
"Lo siento."
La voz de Ruby sonó arrepentida, y seguía sin entenderlo. Ni siquiera cuando estaban en público esta se retractaba de sus muecas, de sus impulsos, de su naturaleza. Ni siquiera hace unos momentos en el pasillo, con su mueca picara y divertida.
Intentó hacer que esta la mirase, pero no lo logró, Ruby prefirió esconderse de ella, apoyando la frente en su hombro, y sintió un profundo alivio al saber que esta no se había alejado, no había huido, así que sea lo que sea que le ocurría, no era así de grave. Aun así, esta tenía las manos fijas a los lados de su cuerpo, en vez de abrazarla como siempre que estaban así de cerca, lo que era la prueba de su contención.
Si, se estaba controlando.
Obviamente no se resistió, y llevó una mano hacia los cabellos rojizos, sin poder controlar sus ganas de sentirla, de tocarla. Sentía que había sido hace semanas que no la veía, que no la sentía cerca, cuando solo había pasado un día, nada más. Realmente no podía vivir sin Ruby, y cada día que pasaba, se daba cuenta de la falta que le hacía su ausencia. Sobre todo, con una situación tan tensa rodeándolas.
Se habría sentido mucho mejor de haber pasado la noche con Ruby, el estar abrazadas, y así su ansiedad y su molestia habría desaparecido rápidamente.
"¿Qué pasa, Ruby? Sabes que puedes decirme lo que sea."
Ruby negó, sintió el gesto sobre su hombro, pero esta no dijo nada, no le respondió. Solo pudo mirarla, frunciendo el ceño, y lamentó que esta no pudiese verla. No le gustaba que Ruby le ocultase cosas, que cualquier persona le ocultase cosas, así que no iba a dejar que esta se saliese con la suya, ya parecía un berrinche, y no lo iba a permitir.
"Ruby."
Esta reconoció de inmediato su voz, su voz fría, su voz dura, su voz autoritaria, y se puso tensa. La escuchó soltar un quejido, un lloriqueo.
No tenía escapatoria, Ruby no iba a querer hacerla enojar, ¿Cierto?
Al final, esta soltó un suspiro, rendida.
"Lo siento, estoy preocupada por lo que ocurrió, estoy preocupada por tu estado, por cómo te sientes, por cómo estás llevando la situación, pero como te pusiste ahí afuera, y el estar ahora en tu habitación, solo me hizo pensar en otras cosas, y no es el momento. Soy una pésima novia."
"¿En otras cosas?"
Preguntó, y al segundo después entendió.
Ese rostro, esa expresión, esos ojos, sabía exactamente lo que Ruby estaba pensando.
Y si, se había puesto celosa ahí afuera, y sabía lo que eso provocaba.
Ni tampoco podría sentirse mal porque Ruby quisiese hacer más con ella, quisiese tocarla, sentirla, sin importar la ocasión, además, Ruby la acompañó desde que ocurrió el incidente, la acompaño en la madrugada. No necesitaba estar en modo victima siempre, y de hecho, se sentía bien, de todas formas, su problema principal era la verdad, y la verdad no era mala, así que podía relajarse.
Y si miraba en retrospectiva, cuando ella visito la casa de Ruby por primera vez, miró alrededor y en cosa de minutos ya quiso hacer algo obsceno, y solo lo habían hecho una vez antes, ahora no, ahora se conocían, ahora habían tenido intimidad muchas veces, y la tensión nunca se acababa.
Se vio tragando pesado.
¿Cuántas veces estuvo en esa misma cama, pensando en Ruby? ¿Tocándose? ¿Deseando ser tocada?
No era quien, para negar un sentir tan natural, mucho menos sería hipócrita.
Tener a Ruby en su cuarto, era algo que deseó muchas veces, incluso en ese mismo momento.
"Si eres una pésima novia por tener esos pensamientos, entonces ambas somos pésimas novias."
Habló, seria, queriendo sonar confiada en sus palabras, porque las decía en serio.
Ruby levantó el rostro para mirarla, y notó esa mueca de cachorro triste en su rostro, y no se contuvo, simplemente la sujetó de las mejillas. Ruby mantuvo el puchero en el rostro, pero sus manos finalmente se movieron, y se quedaron en el borde de su pantalón.
Se dieron un beso, uno casto, suave, calmo, y cuando se separaron, notó como los ojos de Ruby vagaban sobre su cuerpo.
"Además, estás usando pantalones, nunca te he visto usar pantalones. Acabas de desbloquear algo oculto en mí."
Oh.
Cierto.
Se miró a sí misma.
Lo había hecho por inercia. Normalmente los usaba cuando estaba en casa, ya que no solía estar tan arreglada como cuando salía y debía mantener su compostura y tener su ropa siempre acorde con la imagen perfecta de una CEO de la compañía Schnee.
También los solía usar más cuando estaba comprometida, ya que al tener reuniones quería verse lo más recatada posible, o cierto sujeto hacía un drama al respecto.
En el caso de Ruby, siempre que la iba a ver usaba todo lo que dejase ver sus piernas, porque desde un comienzo supo que a esta le gustaban, y si iba a recibir la atención individual de la mujer, prefería ganársela por sus propios medios, y lo había conseguido.
De hecho, no creyó que a esta le interesaría verla así.
Se quedó algunos momentos atrapada en sus pensamientos, y cuando se dio cuenta, Ruby volvía a tener los ojos más oscuros, y sentía las manos de esta pasar por su cintura, por su cadera y por su trasero, así una y otra vez, hipnotizada.
Tal vez eran demasiado ajustados…
"¿No te enoja entonces?"
La voz de Ruby la asustó por un segundo, sonó tan ronca, tan…
No podía definirlo.
Se sentía algo acalorada, los movimientos de las manos de Ruby comenzaban a llenarla de tensión. Tenía la sensación de que en cualquier momento alguien iba a entrar por la puerta y vería las manos de la mujer justo sobre su cuerpo, sobre su trasero.
Se vio tragando pesado.
"N-no."
Tartamudeó. Lo hizo.
Ahora no había duda, Ruby sabía que se estaba encendiendo, y con eso, le daba luz verde para lo que sea que tenía en mente.
Las manos de Ruby se quedaron quietas, inertes, firmes en su cadera y luego, esta la movió, sujetándola, haciéndola girar en su lugar con un movimiento rápido.
Se vio de frente a la puerta de su habitación, mientras que Ruby estaba tras ella. Podía sentir el calor de esta en la espalda, y de un segundo a otro, las manos volvieron a moverse, pasando por sobre su trasero, una y otra vez, apretándolo, acariciándolo, y se vio concentrada en cada uno de los movimientos, sintiéndose una pecadora ahí, permitiendo que Ruby la tocase de esa forma.
Las cosas habían cambiado en su casa, para mejor, pero aun sentía que estaba haciendo algo mal, que estaba haciendo algo prohibido, al fin y al cabo, ese fue su pensamiento durante toda su vida.
Y si, tal vez era así.
Pero a veces olvidaba lo mucho que le excitaba esa situación.
El rostro de Ruby se posicionó sobre uno de sus hombros, y sintió el aliento cálido en su cuello, causándole escalofríos.
"Tu familia va a escucharte, Weiss."
Dio un salto.
No se había dado cuenta, estaba demasiado distraída, lo suficiente para no notar como había empezado a jadear.
Negó, recuperando la cordura.
Tomó las manos de Ruby en las suyas, sacándolas de donde estaban.
"No podemos, Ruby, no aquí."
No tartamudeó esta vez, pero su voz si sonó temblorosa, de hecho, sus manos temblaban y sentía que su fuerza no era suficiente para retener a Ruby, si esta hacía el más mínimo movimiento, su agarre perecería.
Ruby no peleó por el control de sus manos, pero no necesitaba eso para convencerla, para hacerla pecar, ya era suficiente al sentir el cuerpo de esta en la espalda, así como el aliento cálido, abrasador, en su oído. Le temblaron las piernas al sentir la lengua ajena en su oreja, pasando lentamente.
"Pero sé que quieres."
No podemos y no quiero eran palabras muy distintas, y era evidente que quería, lo sabía y Ruby lo sabía, no había necesidad alguna de corroborar el sentimiento. Ya se sentía hervir, y Ruby solo la había acariciado sobre la ropa, nada más.
Se había vuelto realmente débil, y cada día tenía menos fuerza de voluntad.
"Sé que late rápido tu corazón con la simple idea de pensar que alguien podría abrir esa puerta."
La voz de Ruby sonó gruesa y cálida en su oído, tan pero tan cerca, suave, pero intensa, muy intensa.
Y Dios, tenía razón.
Se sentía como esa vez, mirando la ciudad, y, de hecho, era más intensa aun la sensación. Que la viesen desconocidos no la alertaba tanto como si la fuese a ver su propia familia. Había adquirido una personalidad para estar ahí, una máscara, la máscara de una Schnee, así como todos bajo ese apellido. Si un extraño la veía, solo sería un rumor más, pero si su familia la veía, era completamente diferente.
¿Cuántas veces había reprochado situaciones indecentes a viva voz para mantener su máscara?
Por supuesto que lo hizo, que mantuvo su estatus, su dignidad, y para eso debía ser la mujer perfecta, la hija perfecta, la heredera perfecta, con sus valores y su moral bien en alto, sin vacilar, y ahora estaba haciendo algo que muchas veces dijo que era indebido.
Incluso se quejaba con su prometido cuando quería hacerlo ahí, en ese cuarto.
Y era su prometido, no una supuesta amiga, o socia, para su familia.
"¿Qué van a decir si te ven conmigo? ¿Si te ven forzando mis manos en tu cuerpo?"
Oh.
Sus manos.
Se vio bajando un poco la miraba, buscando las manos ajenas inertes en las suyas, y luego volvió a mirar hacia la puerta. No estaba haciendo eso, pero podría pensarse, y de hecho, el pensarlo fue suficiente para hacerla hervir.
"Van a decir que soy una sucia."
No tenía duda en eso.
No era difícil imaginárselo, estarían decepcionados de ella. Siempre estuvieron decepcionados de ella, por ser la rebelde, la oveja negra. Dios, y si en vez de su familia, entraba Klein, al pobre le daría un infarto al ver a su pequeño copo de nieve así de descompuesta, vulgarmente expuesta.
Si, estarían decepcionados.
No podrían creer que así era Weiss, la verdadera Weiss.
Soltó otro jadeo, antes de enlazar los dedos en las manos ajenas y moverlas a su antojo, dejándolas sobre sus pechos. Escuchó a Ruby jadear en respuesta, mientras movía sus dedos, sus palmas, rodeando sus pechos cubiertos, siguiendo su comando silencioso. Estaba siendo estimulada, pero logró mantener los sonidos a raya, soltando leves jadeos, nada más.
Ruby comenzó a dejar besos en su cuello, en su quijada, donde sea que viese un poco de piel, y giró un poco la cabeza, para darle más espacio, más libertad.
"Estarían sorprendidos de ver esta cara tuya, Weiss, ver lo caliente que estás."
Se vio mordiéndose el labio, sintiéndose avergonzada de sus propios pensamientos, avergonzada de saber a ciencia cierta de que Ruby tenía razón, que sus palabras roncas hablaban nada más que la verdad.
No aguantó y soltó un jadeo más intenso al sentir la pelvis de Ruby empujándola, lentamente, justo en su trasero.
Tal vez la poca cordura que tenía la mantenía en línea, ya que quería desnudarse, quería bajarse los pantalones y dejar que Ruby la embistiese más, con más fuerza, y poder disfrutar de la piel ajena sobre la suya.
Pero no, eso era demasiado, incluso para sí misma, incluso para esa Weiss.
Las manos ajenas se escaparon de las suyas, pero no se demoró en entender lo que la mujer tras ella intentaba lograr. Sus propias manos quedaron aferradas en sus pechos, mientras las manos ajenas se movían por el resto de su cuerpo, tocando sus muslos, su cadera, incluso podía oír las uñas de Ruby raspando la tela.
"Sigue, cariño."
¿Sigue?
Sus manos, cierto.
Tragó pesado, sintiendo el rostro ardiendo.
Pero hizo caso, comenzando a masajear sus propios pechos. Se había puesto un cárdigan encima de la camisa, ya que su casa seguía estando fría, pero ahora la prenda la hacía hervir, y tenía las ganas de sacársela, pero sabía que eso sería un error, que, si se sacaba una prenda, podría perder los sentidos y terminar sacándose todo.
Se conocía.
Podían tomarla como una pervertida, pero tenía dignidad.
Le quedaba un poco aún.
Si se desnudaba, ya no podría parar, ni aunque golpeasen su puerta, ni aunque entrasen.
"¿Quieres más?"
La voz de Ruby ronroneó en su oído, mientras las manos ajenas se movían sobre su abdomen, rozando el borde de su pantalón.
Soltó un jadeo, y asintió.
Siempre quería más.
Tomó la iniciativa, y buscó sus pezones por encima de la ropa, solamente para sujetarlos con sus dedos y tirar de estos. Pudo sentir el calor subir en su propio rostro y en el rostro de Ruby. Se sorprendió a sí misma y a su novia. Estaba orgullosa.
No dejó de mirar la puerta, y cada vez que tiró de sus pezones, sintió una corriente eléctrica pasar por su columna. Su mente, de nuevo, creyendo que la puerta se abriría, que el pomo iba a girarse e iba a ser descubierta haciendo semejante barbaridad.
Pero no le importaba.
Ya sabía que era retorcida.
Estaba pecando ahí, y se sentía llena de adrenalina, y quería, por una parte, que alguien entrase y poder sentir lo que eso le provocaría. Se sentía curiosa. ¿Qué tan lejos llegaría su suciedad? ¿Qué tanto le excitaría? ¿Qué tanto le gustaría que la viesen así? Obviamente su lado más lógico no quería aquello, por mil y una razones, pero era curiosa, y quería descubrir hasta lo más turbio de sí misma.
¿Qué se sentiría que todos la viesen como una sucia? ¿Cómo una mujer obscena? ¿Cómo una mujer que estaba teniendo sexo fuera del matrimonio?
Eso si era imperdonable para alguien como ella.
Le encantaba romperse. Romper ese lado de ella, ya minúsculo en su existencia.
Sin darse cuenta, llevada por la emoción del momento, comenzó a gemir, y la mano grande de Ruby se acomodó sobre su boca, impidiendo que cualquier sonido pudiese ser escuchado.
Esta podía hacerla perder el control, así como también podía mantenerla con los pies en el suelo.
La mano de Ruby, la otra, se metió dentro de su pantalón, y sintió el calor de los dígitos pasando sobre su ropa interior, sobre su intimidad, sobre su clítoris.
Dio un salto, y agradeció que esta la estuviese acallando, o el gemido que se le escapó habría resonado en el eco de su habitación.
"Te van a descubrir, Weiss, en cualquier momento van a venir a buscarnos."
Era capaz de escuchar la sonrisa en la voz de Ruby, sabía que esta estaba divertida, que estaba disfrutándolo, tal vez más de lo que debería, pero Dios, que sensación más agradable aquella, el sentirse tan corrupta, tan perdida en sí misma, con tantas ganas de destruir su propia vida.
Destruir su imagen perfecta.
Se vio temblando, sin dejar de mirar el pomo, esperando que este se moviese.
Los dedos de Ruby empezaron a rozar su clítoris por encima de la ropa interior, y deseó sentir la piel de esta en la suya, pero de nuevo, si eso ocurría, luego ya no habría vuelta atrás. Y ya conocía como eran ambas en la cama, donde no paraban hasta que una de las dos ya no podía más, y solía ser ella.
Los dedos giraron alrededor, lentamente, rozándola, luego los sentía presionando en su carne, estimulándola. Esperaba no estar tan mojada, o se le notaría, incluso ante lo grueso de sus pantalones.
"Te van a ver así, tocándote, mientras tu amiga te masturba. ¿Qué van a pensar de la perfecta heredera Schnee?"
Sintió sus interiores estremecerse, y probablemente los dedos de Ruby lo sintieron, incluso sobre la ropa. No podía decir nada, no se le escucharía, pero si estaba jadeando, cada vez más. Podía jurar que estaba mojando la mano de Ruby con su saliva, y tal vez estaba mojando también la otra mano de Ruby, esta metida en su entrepierna.
Solía mojarse demasiado, pero ahora se sentía más excitada.
Ruby le estaba mostrando un lado de ella que le gustaba, que la dejaba temblorosa y extasiada.
Jamás se lo habría imaginado. No dijo nada aquella vez, cuando esta la expuso de semejante forma, pero obviamente Ruby pudo entenderla, pudo leer sus más grotescos y retorcidos pensamientos, y ahora la ponía a prueba, ahora se lo decía sin tapujos, exhibiéndola de nuevo.
Estaba corrompiendo a la heredera, a la mujer perfecta.
A una Schnee.
Dios, era fascinante.
Sus piernas estaban temblando, cada movimiento que Ruby hacía con sus dedos, sujetando su clítoris, rozándolo, masturbándolo, hacía que sus piernas se removieran, y junto con lo que se estaba haciendo a sí misma, ya se sentía cerca del clímax.
Y se sentía de dos formas diferentes, aliviada de que este llegase pronto y la situación no pasara a mayores, y decepcionada de que nadie entrase.
Ruby lo notó, la conocía, conocía su cuerpo y sus reacciones.
Sintió los labios húmedos en su oreja.
"Te vas a venir en frente de tu familia, Weiss. Te van a ver corriéndote en mi mano."
Si, se quería venir.
Quería venirse ahí.
En ese lugar, en su prisión, con las reglas de su familia sobre su cabeza, diciéndole una y otra vez que cosas estaban bien y cuales mal, y ahí, en ese instante, estaba haciendo muchas cosas que estaban mal.
Quería mostrarles, Dios, quería hacerlo. Quería que vieran de una vez por todas que no era esa mujer, que no era Weiss Schnee, que no era quien la hicieron ser, y mucho menos ahora, ahora ya no tenía ninguna razón para seguir fingiendo ser algo que no era. Ya no tenía miedo de nada ni de nadie. Iba a corromperse hasta la medula y todos iban a tener que vivir con eso, porque esa era Weiss, y nada la iba a ser volver a la que solía ser antes.
Nunca.
Iba a mostrarles a todos cuan sucia era.
Los dedos de Ruby se movieron rápidamente sobre su clítoris, la tela separando las pieles, pero se sentía bien, demasiado. Sentía tanto placer, tantos temblores, que ya no pudo seguir tocándose. Llevó las manos hacía el pantalón de Ruby, buscando sujetarse, buscando mantenerse de pie. La agarró con firmeza, mientras la mano dentro de su pantalón se movía más y más rápido. Sus gemidos extasiados no lograban escucharse, pero por un momento quiso que lo hicieran, que se escuchasen sus gritos obscenos y chocasen por las paredes, rebotando, y que toda la mansión pudiese oírla gemir el nombre de Ruby.
Su amiga.
Su socia.
Su novia.
No dejó de mirar el pomo de la puerta, aunque su visión se volviese borrosa al sentir el éxtasis llegando. Aún tenía las esperanzas de que la puerta se abriese.
Enterró los dedos en los muslos de Ruby, soltando un último grito, mientras llegaba al orgasmo.
Se quedó inerte, su cuerpo temblando de arriba abajo, sus rodillas a punto de ceder. Ruby dejó las administraciones y salió de su pantalón solo para sujetarla, para mantenerla firme y evitar que cayese. Ahí recién su boca fue liberada, y pudo notar su saliva en la mano de esta, la cual estaba completamente mojada.
Eso le sorprendió un poco, pero le gustaba ensuciar a Ruby, así como a Ruby le gustaba ensuciarla.
Sintió que estuvo una eternidad ahí, su cuerpo débil y tembloroso mientras los brazos fuertes de su mujer la rodeaban. Podía sentir el calor de esta a su alrededor, y le encantó cada segundo.
Nunca se había sentido tan protegida en su casa.
Nunca más se sentiría indefensa ahí.
Ruby dejó besos en su cuello, en su mejilla, sin detenerse, dándole una tonelada de amor, y le habría gustado estar más compuesta para poder girar y que los besos fuesen a sus labios.
"¿Estás bien?"
Ruby le preguntó, y giró un poco para asentirle. Esta la miró por un momento, y notó cierta sorpresa en sus ojos, para luego ver una sonrisa divertida en sus labios. Ruby miró alrededor, y cuando encontró lo que buscaba, se fue hasta su velador, ahí sacó unas toallitas húmedas. Si, siempre tenía toallitas húmedas a la mano, y Ruby lo sabía.
Cuando Ruby volvió esta ya se había limpiado sus manos y volvía para ayudarla, y el primer lugar al que fue, fue a su boca, limpiando su mentón. No se había dado cuenta, pero la saliva ya estaba avanzando hasta su cuello.
Estaba roja, sí, pero ahora se sentía avergonzada en un ámbito diferente.
Ruby le guiño un ojo mientras se aseguraba de limpiarla bien.
"No te avergüences, no es nada que no haya visto, pero me alegra que lo hayas disfrutado tanto como yo."
Frunció el ceño de inmediato, regañándola.
"Voy a terminar contigo si sigues bromeando con esas cosas."
A pesar de que intentó sonar segura, sonar seria, a Ruby le importo bien poco, ya que le dio una de esas amplias sonrisas. Se veía divertida, y el mismo rostro despreocupado de la mujer la hizo olvidar su pequeño enojo.
Ruby la sujetó de las mejillas, y se acercó para besarla. Fue un beso largo, constante, y se sintió realmente satisfecha cuando esta se alejó.
"Se que te gusta que lo haga."
Y esa fue su respuesta. No iba a admitirlo, por supuesto que no.
"Eres una idiota."
Y a esta altura, creía que ambas lo eran.
Idiotas, pero felices.
Capitulo siguiente: Reconciliación.
N/A: Si, han sido ocho capítulos sin sexo, lo sé, pero solo había pasado un día de abstinencia y fue una eternidad, literalmente, pero descuiden, a mi también me da ansiedad cuando no escribo algo coqueto en mucho tiempo, de todas formas, para eso era esta historia.
Y buen momento para bendecir la habitación de la mansión con algo de locura y amor.
Pero el drama no se acaba, aún hay cosas pendientes.
Nos leemos pronto.
