Los sábados solían ser los días más esperado para aquellos jóvenes que entraban en la etapa más "problemática" para uno, donde se empezaban a sentir los primeros pasos hacia sentimientos más complejos para algunos, donde se dejaba atrás a la niñez y se empezaba a entrar en la temible pubertad, donde las hormonas se encargaba de hacer que los pelos crecieran en lugares menos pensado, donde las voces se agravaban o se suavizaban, donde algunas jovencitas descubrían que sus cuerpos se acentuaban en lugares perfectos y donde los jovencitos veían como algunos empezaban a crecer más que otros. También era el día mas esperado para aquellos que ya se encontraban en aquella etapa o en muy pocos casos, donde no sabían como enfrentar dicha etapa, para empezar a invitar a otra persona, sea del sexo opuesto o no, a tomar algo, salir, divertirse y ver si se podía empezar a dar una etapa mas en la vida.
Y como todos los demás jóvenes, Draco había decidió invitar a Hermione a tomar unas cervezas de mantequillas y pasar una agradable tarde con él en la característica taberna de madame Rosmerta, Las Tres Escobas. Aquel lugar acogedor y cálido, donde uno podía pedir unas cervezas de mantequilla u otra bebidas, como alhelí, hidromiel caliente con especias, jarabe de cereza, entre otras cosas.
El camino a Hogsmeade fue lo más ameno posible para ambos. Por algún motivo que ni la castaña ni el rubio lograban entender, habían terminado coincidiendo en el mismo carruaje, junto a Luna, Theo, Blaise y Ginny. El grupo de seis personas viajo sin mayores inconvenientes, hablando entre ellos, como si se conocieran de toda la vida. Una vez llegada a la calle principal de Hogsmeade, se dividieron en parejas, Blaise y Ginny por un lado, Theo y Luna por el otro (al parecer estaban en una pequeña cita) y Draco con Hermione.
Estos dos últimos se dirigieron en primer lugar a la casa de las plumas, para buscar algunas cosas para las clases y en donde Draco había echo un encargo especial: unas plumas de tintas invisibles para él y Hermione. El dueño les explico que las plumas servían para mandar un mensaje oculto a la otra persona, solo necesitaban un lugar donde escribir y pensar el destinatario, el cual recibiría una especie de mensaje mental avisándole que el otro dueño quería hablar con el.
Agradeciendo al dueño, y dándole muchas veces las gracias a Draco, se dirigieron hasta Las Tres Escobas. Hermione entró seguida de Draco, quien no llegó a dar más que un par de pasos, cuando se detuvo casi en la entrada, haciendo que el rubio se chocara con ella. Él no tuvo que preguntar por el motivo de su repentino detenimiento, ya que al observar por encima de la castaña, pudo ver a los lejos a Ronald Weasley, en una situación más que romántica con Lavender Brown. Sabía que la relación entre el pelirrojo y la castaña no había concluido en buenos términos, por lo que la tomó de los hombros y la arrastró afuera del local.
Caminaron lado a lado, yendo hacia Madame Pudipié, una casa de té que se encontraba en una pequeña calle a la calle principal, un lugar favorito para muchos jóvenes que tenían sus primeras citas. Se sentaron en el lugar mas alejado que pudieron, dejando que al rato se acercara una joven a tomar sus pedidos, donde Hermione pidió un poco de te con una porción de lemon pie y Draco pidió una taza de café con una rebanada de pastel, además de que no fueran molestaron a menos que fuera necesario. La joven asintió e hizo hacer aparecer el pedido de los jóvenes, alejándose de ellos y acercándose a una joven pareja.
Luego de un rato, donde se había instalado un silencio un poco incomodo, Draco decidió hablar.
—Lamento lo de hace rato. Si hubiera imaginado que la comadreja estaba allí, no te hubiera invitado a las tres escobas en primer lugar.
—No pasa nada. Estoy bien.
—¿Te puedo hacer una pregunta? —dijo el rubio, apoyando su taza de café en su plato respectivamente.
—De hecho, ya lo estás haciendo —respondió la castaña, con una sonrisa.
—Buen Punto. Solo me intriga saber, cómo alguien tan inteligente, salió con alguien tan...
—¿Estúpido? —terminó ella la frase por él. Era verdad, no entendía cómo era que había salido con alguien como Ronald. Es decir, era tan distintos, no tenían muchas cosas en común—. Bueno. Creo que fue algo de momento. Es decir, cuando entramos a la cámara secreta para buscar el colmillo de basilisco para poder destruir el Horrocruxes de Voldemort. Ronald me dio la fuerza para que lo pudiera hacer, y no sé cómo, algo en ese momento, digamos que me deslumbró. Hasta nos besamos. Empezamos a salir, pero luego de un tiempo, las peleas que de por sí ya teníamos como amigos, se intensificaron.
—Y... ¿por qué terminaron?
— Bueno. No es grato encontrar a tu pareja en un momento más que comprometedor con una de sus ex, ¿no?
—Sí. Te entiendo.
Decir que no lo hacía, estaría mintiendo. Hermione le comentó a Draco que muchas de las peleas eran porque Ronald quería avanzar en la relación, pero que ella aún no estaba lista para dar el siguiente paso. Siguieron charlando un rato más, hasta que tuvieron que volver al castillo. Draco la acompañó hasta la entrada de la torre de Gryffindor.
—Bueno, entonces... creo que te veo después —dijo la castaña.
—Espera, ¿aún quieres ir al baile de bienvenida conmigo?
—¿Qué? Oh, claro. Me encantaría.
Se despidió de Draco y le dió la clave al retrato de la dama gorda para entrar a su torre. Draco esperó por un breve momento, mirando la puerta cerrándose frente suyo. Respiró profundamente y metió las manos en los bolsillos mientras se dirigía hacia su sala común. Al entrar, no se sorprendió de encontrar a Theodore Nott leyendo un libro, siendo el único ocupante.
—Oye Malfoy. Dice Pansy que si mañana vamos a tener nuestra reunión de cada mes —dijo sin despegar la vista de su libro.
—¿No tengo forma de escapar de ello, no? —dijo Draco, subiendo a su habitación personal.
—¿Tú qué crees?
Esa misma noche.
Los pasillos de Hogwarts estaban a rebosar de estudiantes de los últimos años, que se preparaban para una de las miles de fiestas que brindaban los estudiantes del último año de la casa de Hufflepuff, la cual como siempre sería llevada a cabo en la sala de Menesteres.
Hermione no solía frecuentar aquellas fiestas, pero ante la insistencia de Ginny, había aceptado ir. Además, sabía que la pelirroja estaría perdida con Blaise y ella se terminaría quedando con su amiga Luna, o Neville. Probablemente con este ultimo, porque podría asegurar que Luna encontraría mas placido una Reunión a solas con Theodore Nott. Se encontraba caminando por los pasillos, yendo algo bastante tarde a dicha fiesta, puesto que tanto Ginny como Luna, y algunas de sus otras compañeras de casa, ya estaban allá. Dobló en una esquina para chocar justo con alguien.
—¡Lo siento! —dijo hacia la persona con la que había chocado.
—Vaya Granger, ten cuidado —dijo Draco mientras se sacudía de la ropa algún rastro de polvo invisible. Observó a la castaña y decir que estaba hermosa, era quedarse corto.
Hermione llevaba una pollera negra bastante corta pero sin llegar a mostrar mucho, junto con una camisa de tirantes de color rosa. Iba con unas botas negras de caña alta y una chamarra de piel. Su cabello había dejado de ser la maraña de bucles que tenía para pasar a ser liso y suave al tacto.
—¡Vaya! Te ves... —dijo tragando saliva—... te ves bien.
Hermione no pudo evitar sonrojarse.
—Bueno... Gracias.
Draco le hizo un gesto con la mano, para así emprender el camino hacia la fiesta, uno al lado del otro.
La puerta de la sala de Menesteres hizo su aparición al poco tiempo. Vieron que la sala se parecía bastante a un boliche muggle. Al fondo de la estancia se podía observar a quien era el encargado de la música en un podio que le permitía ver todo el recinto, en algunas zonas se encontraban distintas mesas con una vela encima y unos sillones para que la gente se sentara, y en las partes más oscuras, había sillones para que las parejas pudieran besarse y acariciarse discretamente. Cuando llegaron, ambos se dividieron y se dirigieron para saludar a sus conocidos respectivamente. Draco se reunió con Blaise, quien lo recibió con una sonrisa socarrona.
—No digas nada —le dijo a Blaise, antes de que el italiano lo pudiera molestar con algún comentario.
Este simplemente encogió los hombros y tomó de su vaso. Draco se sirvió un poco de Whisky de Fuego. Pudo observar a los lejos a la castaña reír con sus amigas, de alguna cosa que hubiera dicho Longbottom.
La fiesta transcurrió a un paso rápido para los que ya estaban más que pasados de copas y lento para los que fueron más cautos a la hora de beber. En algún momento de la noche, tanto Draco como Hermione se encontraron sentados en un mismo lugar en el sofá, en una charla bastante interesante. Sus cuerpos estaban inclinados hacia la otra persona.
Sin que se diera cuenta, Draco terminó por apoyar una de sus manos en la rodilla descubierta de Hermione, acercando más su cuerpo hacia la castaña. Un ligero rubor cruzó por las mejillas y la nariz de Hermione, quien solo suspiró. Draco la miró y vio que una pequeña sonrisa se asomaba en ella. Finalmente se inclinó mucho más a ella para susurrarle.
—¿Me dejarías ser la persona que te haga siempre feliz?
Hermione sintió derretirse. Por alguna fuerza mayor a ella, fue acortado la distancia que quedaba entre ellos, cerrando los ojos en el proceso, pero Draco puso un dedo sobre sus labios. Abrió los ojos rápidamente pensando que se había equivocado, pero observó al rubio la mirarla de una forma que jamás imaginó de un chico hacia ella: con deseo. La tomó de las manos, y se fueron a otra parte.
Y ahí, en medio de los pasillos, alejados de las miradas curiosas y de los prejuicios, Draco Malfoy y Hermione Granger, se fundieron en un apasionado beso.
Nota de autora: Gracias a todas por seguir la historia. Como verán, hice unas pequeñas modificaciones, para aclarar algunas cosas que pasan más adelante. Espero que el capítulo haya sido de su agrado!
Leo sus comentario! Los quiero. Lumione
