Hola, se da inicio a este fanfic oficialmente con este capítulo. No se si se habrán dado cuenta o no, pero elimine el capitul del otro fanfic de digimon porque planeo modificarlos, hubo detalles en la historia que no me convencieron. Las ajustaré y volveré a subir tan pronto como los tenga junto con el capítulo 8. Una disculpa por eso, lo único que les pido es que sean un poco pacientes conmigo, no me es fácil desarrollar algunos escenarios y busco que de algún modo encajen con las perspectivas de cada personaje.
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Hubo varios momentos en los que sus ojos se abrían y lo que veía a través de ellos lo llenaba de una terrible angustia, dolor y desesperación. Quería gritar, pero la voz no le salía, estirar el puño y golpear lo que apenas y lograba distinguir, sin embargo, en ninguna de esas ocasiones su cuerpo hacia caso a sus órdenes.
Fue entonces que la agonía vino a él, y con esta su corazón latió desenfrenado.
Oscuridad y luz, no veía ninguna diferencia, en ambas era consciente de cómo iba perdiendo las fuerzas, en cómo sus oídos se cerraban en un intenso zumbido y los dientes le castañeaban por el frío que iba inundando cada centímetro de su piel.
—¿Acaso esto era lo que se sentía morir? —se cuestionó, en las cortas bocanadas de aire que reunía mientras su escenario variaba y en una de esas siente a alguien forzarlo abrir la boca en un agarre hosco donde sin su consentimiento vertían una sustancia grumosa —No quiero morir, todavía tengo cosas que hacer—lagrimas emergieron de los bordes de sus ojos a medida que le era más difícil pasar el líquido que en una de esas acabo mezclándose con su sangre.
El que casi se atragantara con este no era parte de los planes. El que un agudo dolor le atravesara el pecho tampoco lo era. Su interior ahora quemaba, y si era sincero, no entendía el cómo es que todavía era consciente después de eso. Al sentirlo tan real menos creía que trataba con un sueño del que al final despertaría y se encontrará bañado en sudor en el centro de la cama, agitado y con horripilantes ganas de vomitar tras haber pasado por aquella desagradable experiencia.
No obstante, a medida que los parpados le pesaban la gravedad con la que fluía por sus pensamientos iba en descenso. El escalofriante adormecimiento si bien transcurría con lentitud no indicaba que todo estuviera yendo bien para él. En un último intento por ver donde se encontraba movió los ojos de un lado al otro, solo para después cerrarlos sin poder distinguir ninguno de los objetos o manchas borrosas que lo rodeaban.
Después de eso, cayó en un desalentador estado de inanición en el que su corazón ya no fue capaz de reaccionar.
¿Qué tipo de infarto había sido capaz de detenerlo, de arrebatarle la vida en un suspiro?, nadie lo sabría con exactitud, pero el lugar en el que estaba no existía algo como la paz o el tormento, menos los pensamientos o recuerdos que atesorar, sino que solo se hallaba un espacio vacío en el que el punto del retorno y no retorno aparecería de acuerdo a las circunstancias y cuan grande era su voluntad de vivir.
El tiempo que estuvo así fue desconocido, no estaba muerto ni vivo, podría decirse que estaba más un puesto intermedio. En el instante en que una luz llameante se aproximó a él, se determinó que la hora de elegir ya había sido puesta.
Vida y muerte, ¿qué escogería?, ¿a qué dirección partiría?, para empezar, ¿tenía algún signo de lucidez que contradeciría a la misma ley del vacío?
Volviendo a retomar que no había ningún tipo de pensamiento, no tenía sentido tomar una elección coherente, aunque darle la espalda a la luz significaba renunciar a todo. No obstante, aun si era un ser transparente sin aparente movilidad, lograba registrar una rara atracción por esa misma luz que vibraba en una repetitiva invitación a ser tocado.
Guiado por sus instintos primarios, que también contradecían a la ley, "nado" hacia la fuente, sintiendo como mareas inexistentes de alivio lo abordaban y lo infundían de esperanzas vertiginosas. Una vez que estuvo lo suficientemente cerca, estiro los brazos y con las yemas de los dedos hace por succionar la esfera de modo que pudiese sujetarla, mas apenas consigue tocarla esta se rompe iluminando el espacio en el que estaba de colores naranjas y dorados que concentran desordenadamente una figura humanoide con dos grandes alas como si se tratara de una sombra suya mal proyectada.
A simple vista le pareció que le pedía al igual que hace unos instantes que se acercara, más en esta ocasión le indicaba una petición más oculta que en sus condiciones no se molestaría en descifrar, así que solamente obedeció a aquella petición, donde sin darse cuenta esta fue creciendo cada vez más hasta que de un soplo unas manos grotescas acapararon cada lado suyo hasta que lo engullo encerrándolo como si se tratara una especie de polilla molesta.
Aunque solo fue cuestión de instantes ya que de repente la figura comenzó a ser absorbida en lo que arrastraba a su presa a una nueva realidad donde una nueva luz los recibió junto con el milagro de una nueva vida en la que finalmente aceptaron compaginarse el uno con el otro en un solo cuerpo.
Al combinarse, su despertar acciono cada mecanismo físico de su estructura humana, capturaba aire, se atragantaba por poner demasiada carga a sus pulmones, tosía, volvía a repetir el mismo procedimiento, y luego conectaba los ojos a las imágenes del exterior, siendo recibido por una intensa iluminación que le quemaban las retinas, por lo que tardo en acoplarse.
La sensación de que oxidación de cada musculo, articulaciones y huesos avisaba en cortantes punzadas que sus condiciones no eran siquiera las más optimas. En lo que estuvo moldeándose a sus limitaciones observo el entorno en el que muy seguramente se pasó un largo periodo habitando en lo que iba su recuperación comprendiendo que lo habían arrojado a una vieja cabaña que solo estaba abastecido con lo más básico de lo básico.
Dudaba que se encontrara con elementos más avanzados. Mas eso era lo que menos le importaba de momento. Cuando iba a comprobar si le era posible ponerse de pie, un gruñido familiar resuena en sus oídos orillándolo a buscar su origen por todos los rincones de la vieja cabaña, topándose con un par de ojos verdes adormilados que en cuestión de parpadeos lo enfoca con alegría desmedida. No había reparado que estaba durmiendo a su lado, por lo que el ruido que hizo al toser posiblemente interrumpió con su descanso.
—¡Tachi!, ¡de verdad despertaste!
—¿A-Agumón? —articulo Taichi con dificultad sintiendo la garganta reseca y entorpecida, aunque eso no quito que involuntariamente condujera a cubrirse los oídos por los tonos altos que Agumón manejaba para con él.
—Lo siento—murmura Agumón arrepentido de su repentino desliz confundiendo a un más a Taichi que aguardo en silencio a que continuara—Me advirtieron que tus sentidos podrían haber transcurrido cambios, y otras cosas que no logre entender del todo— pequeños brotes de lágrimas comenzaban asomarse en los costados—Pero…es que estaba tan feliz porque regresaste a la vida en comparación cuando te trajeron aquí que luchabas por sobrevivir.
Taichi lo contempló con gran desazón, perdiendo la totalidad de su habla tras haber entrado en un estado de shock por el aterrador anuncio que le costaba concebir. El color de su rostro se desvaneció a escasos segundos de que su cerebro conectara la fatalidad de la situación con la que llego, el cómo en efecto si transitó por los senderos de la muerte.
Y si estuvo ahí, cuando cedió al cansancio, el perdió la batalla, al perderla significaba que había renunciado a todo en apariencia, sin embargo, una energía, un ente o lo que sea, lo detuvo y sin más lo trajo devuelta al sitio en el que pertenecía como si no le representase ningún obstáculo. No tenía la respuesta exacta, solo se basaba en meras suposiciones sin fundamentos y quien podía resolvérselos no sería otro que Agumón.
—¿Tai…chi?
—¿Uh?, ¿q-que…que sucede Agumón? —pregunto Taichi reaccionando del estupor momentáneo sonando un tanto atropellado a la hora de formular la pregunta. La garganta todavía le calaba.
—¿Te encuentras bien? —pregunto el digimon con cierta timidez y una preocupación bien marcada—Quizás lo que dije no era el momento ni el lugar—agrego su pequeña reflexión agobiado con la idea de haberlo dañado más de lo que ya había recibido.
—¿Puedes?... —carraspeó Taichi—¿Puedes darme un poco de agua primero?, tengo la garganta reseca.
Agumón asintió yendo solicito a buscarle agua, desordenando de aquí y allá, acomodando una banquita de madera que encontró por ahí para jalar un vaso y abrir la llave del fregadero donde corrió agua cristalina. Minutos después entrego el vaso al joven humano quien agradecido la tomo todo sin derramar ni una gota en lo absoluto.
—¿Mas?
—No, así está bien por lo pronto—negó Taichi, entonces Agumón lo recoge y acomoda a un costado de la cama—Retomando lo de hace un rato, no creo que haya un momento adecuado en si en que tuvieras que decírmelo—quiso ir directo al grano al recuperar la claridad de su voz, aunque eso sí, ponerlos a trabajar de buenas a primeras y sufrir un tipo de agotamiento por usarlas no era nada grato—No niego que si me impacto, pero tarde o temprano me habría enterado, lo que ocurrió conmigo no fue cualquier cosa. El que me lo hayas dicho tú me tranquiliza un poco—sinceró, a la vez que se inclinó y limpio con sus pulgares las lágrimas sobresalientes que escurrían por la piel amarilla de Agumón más aquello lo motivo a desmoronarse en un llanto incesante.
—¡Taichi!
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Los días que estuvo en cama Taichi recibió la visita de varios digimon que evaluaban su estado y avances de recuperación, lo cual le extrañaba y creaba en el un interés en los garabatos que escribían en un tipo de libreta de caratula de piel verdoso y zurcido a mano. Además de eso recibía medicamentos, bebidas de dudosa procedencia y lo hacían realizar pequeños calentamientos.
Mas no fue hasta que transcurriera alrededor de una semana que le dirigieran directamente la palabra.
—Me alegra que estés reaccionando bien—hablo un digimon de aspecto angelical femenino de armadura revolviéndole con cuidado la cabellera castaña, siendo la quien más se preocupaba por él—Creo que no lo he mencionado, pero mi nombre es Ophanimon, uno de los tres grandes ángeles que están al tanto de lo que ocurre en el digimundo—se presentó, usando a cada momento un tono cálido como compasivo—Tu compañero digimon me conto un poco sobre ustedes así que no estas obligado a presentarte—se apresuró a decir, soltando una agradable sonrisa conciliadora—Así que…¿todo en orden?
—Gracias—Taichi se rasca nervioso el lóbulo de la oreja por la vibrante aura del digimon, sintiendo un calor acumularse en las mejillas—Siento que me he recuperado más rápido, normalmente tardaría semanas, pero supongo que se debe por lo que me han dado a beber, aunque mis sentidos han mejorado a escalas impresionantes—de alguna forma se las arregló para retenerle la mirada y no comentar sobre la posición seiza (posición tradicional japones a la hora de sentarse) en la que se encontraba Ophanimon debido al tamaño reducido de la vieja cabaña, la cual se le hacía incomodo al reparar en la armadura.
A él le dolería el trasero después de estar un rato en esa posición y posteriormente las piernas las tendría entumecidas por el peso a las que las sometieron.
—Tus mejorías sensitivas no son por las bebidas. Esto se debe a otros factores que jamás se planificaron, y que por el sacrificio de uno de los nuestros actualmente eres un humano sumamente afortunado por soportar toda esa agotadora transición—contradijo Ophanimon sin borrar aquella sonrisa reservando su mano a su estado inicial.
Taichi parpadeo confundido desviando su atención como dos digimon de aspecto senil se apiñaron con Ophanimon, dando sus nombres a la par, nombrándose respectivamente como Jijimon y Babamon además de incluir que de ahora en adelante estaría aprendiendo de ellos con actitud descarada y nulo temor de ser rebotados en desaprobación por Ophanimon quien era la que tenía el mayor cargo en esos momentos.
Su cerebro desafortunadamente debido aquel espectáculo, se bloqueó, después canalizó un reinicio de emergencia, y aun así continuaba sin reaccionar de manera adecuada.
—No pongas esa cara de confusión niño—le palmeo hosco el hombro Jijimon excitado por la oportunidad del siglo, pero ajeno a lo que Taichi sentía o tuviera que opinar sobre los proyectos que tenían para él o si le dolía los golpes amistosos que le daba— Lo que te espera será grande y prometedor.
—¡Duele maldita sea! —lloriqueo por dentro Taichi intentando por apartarse del viejo digimon sin demasiado éxito, le mando un código morse a Agumón por medio de parpadeos aun si estos no enviaban el mensaje correcto ya que ni por la mente le paso estudiar ese método de comunicación.
—Tan prometedor como nuestras enseñanzas—apilo más valor Babamon en claro orgullo ignorando las señales de ayuda o que Agumón prácticamente corrió a apartar Jijimon o que Ophanimon vacilara en si era requerida su intervención—¿No es así Ophanimon-sama?
—Oh…ahora si la tomas en cuenta, y a mí me toman por extra como si mi opinión no importara—gruñe Taichi reprimiendo las ganas de quejarse por cómo se estaba desarrollando la visita de ese día en particular—Aun así están olvidando algo más importante…—suspiro desinflándose desganado y relativamente fastidiado en la cama, sintiéndose culpable por que Agumón estaba lidiando con Jijimon y su bastón con el que alegaba que podía enviarlo a un sitio tormentoso el cual no terminaba de dejar en claro ya que hacían por arrebatárselo—Lo siento por meterte en esto amigo.
—Por supuesto. Antes de llegar a eso…—contesta afirmativa Ophanimon—Jijimon, ¿podrías dejar a nuestro pequeño amiguito en paz? —más que una petición sonaba a una orden que en seco el viejo digimon obedece disculpándose en una leve reverencia—Y Babamon.
—¿Sí? —emitió Babamon de inmediato, pose recta y atenta. Agumón se volvió a un espacio de la cama con varios golpes en cabeza, espalda y brazos por su corta pelea contra Jijimon.
—Me gustaría que le explicaras con lo que hemos estado trabajado al joven elegido.
—¡Como usted ordene Ophanimon-sama!, veamos…
Aun si Taichi no veía a Babamon conforme iba maximizando dato tras dato, la escuchaba con sumo detenimiento, mientras Ophanimon se ofrecía a curar las heridas de Agumón, quien veloz acepto que lo tratara.
Volvió a suspirar y hundirse más en la cama si es que era posible.
Honestamente lo que recibía de información no le ayudaban en lo más mínimo a su autoestima, aun si esta se podría decir que eran de las más brillantes y prosperas, o esa era le percepción que tenía sobre sí mismo. Pretendió quitarle importancia y no permitir que lo afectara, más de cada cuando le recalcaban de algún modo que su nivel de tolerancia sería fundamental ante los desafíos que se le avecinaban.
Una patada en el trasero era más razonable que tener de única alternativa adaptarse, sobrevivir, no enloquecer, y rogar porque su cuerpo no rechazara los datos de Piddomon por lo anticlimático que representaba la unión de un humano con un digimon.
Ahora entendía porque se fijaban desmedidamente en que su salud mejorara.
Ahora no había colapsado mentalmente pero emocionalmente estaba hecho mierda.
Yagami Taichi oficialmente había dejado de ser un humano ordinario. Yagami Taichi también formara parte del digimundo como uno de ellos.
Sus años de vida posiblemente se extenderían más que el humano promedio. Fue una de las tantas advertencias de Babamon. No debía preocuparse, en cambio debía fortalecerse.
No debía… ¿Cuántas cosas más debía y no debía de pensar o hacer?, maldición, sino se lo tomaba en serio no regresaría a casa. Tenía bastante por reflexionar, y todavía faltaba que su fase más problemática de evolución se exteriorizara la cual anunciaba con destrozarle los omoplatos.
—¿Mis amigos y mi hermana saben algo sobre esto? —Taichi se atrevió a preguntar una vez que Babamon hizo una pausa no arrepintiéndose de haberlo soltado—¿Están bien?, ¿no hubo otros incidentes de ataques?, ¿Gennai les notifico?
Agumón abrió la boca más Ophanimon se le adelantó.
—Ninguno de los que mencionas sabe nada de esto, menos sus digimon destinados. Y si esto logra calmar un poco tus penurias por ellos, no se ha informado de otros ataques o daños comparados al tuyo.
Taichi deambulaba por un estado emocional muy volátil, que esa noticia le alegraba y entristecía en más de un sentido y Ophanimon aparentemente fue capaz de notarlo por lo que indico a los digimon que la acompañaban que la hora de visita había caducado y que lo más conveniente era que desalojaran la vieja cabaña para que su joven y nuevo amigo humano pudiera descansar. Sin esos tres pululando por ahí y Agumón como soporte, lloro, descargándose sobre la almohada sintiendo unos brazos rodearlo incluso después de que se quedara dormido.
En un pestañeo las semanas avanzaron hasta convertirse en meses. En esos meses Taichi avanzo por el duro nacimiento de sus alas con escalofríos y temperatura además de un dolor intenso con pérdida de sangre incluidos y por consiguiente de más reposo y ejercicios de bajo impacto.
Durante ese periodo pudo comprender la facilidad con la que los digimon se sacrificaban, muy a pesar del escalofrió que le corría ante aquella acción instantánea. Y otros elementos más que lo llevaron a ver lo frágil que es la vida y de que muy aparte de que los digimon renacían en un digihuevo, ese no sería su caso. La reencarnación quedaba descartada, por razones obvias no creía utilizable.
No así, de cualquier modo, preferiría el beneficio de la duda que volver a pasar por el mismo camino espinoso en el que se había debatido entre la vida y la muerte. Por lo que se enfocó en salir de ese bache en el que había caído y no reparar con frecuencia en que era la combinación imperfecta entre un humano y un digimon en lo que se iba recuperando.
Entrenar, estudiar sobre el digimundo, hiervas medicinales y hablar horas con Agumón fue su opción más viable pese a la lentitud con la que prosperaba, pese a que solo era la punta de los desafíos que el digimundo tenía para entregarle a manos llenas. Cuando por fin supero el quinto mes estaba determinado a aumentar la intensidad al menos en el área de los entrenamientos.
La determinación era tal que le toco combates con varios digimon con perfil de combate de cuerpo a cuerpo. Aunque esta determinación no había llegado por que sí, y Agumón era más que consciente de eso.
Sucedió una tarde en la que estaba finalizando los calentamientos, Gennai portaba una expresión triste, y temerosa, por más que la minimizo permanecían visibles, como si se lamentara por algo. No sabía el por qué, pero aquello simplemente a Taichi le había generado un mal presentimiento que sin ninguna especie de imaginación o pensamientos paranoicos cobro aspecto de cuatro bestias que lo superaban en tamaño.
La presión que ejercían, el cómo evaluaban milimétricamente cada parte de su ser como si el solo respirar fuese una falta de respeto hacia su eminencia que debería ser tratado con diligencia, le hizo sentir en aquella ocasión como un ser diminuto cuya existencia era devaluada al de una hormiga.
O esa fue la impresión que le dieron cuanto puso un pie en el risco infestado de nubes en el que se le complicaba mantenerse firme por el aire que corría y hacía por empujarlos a él y Agumón devuelta al mar al que ya le toco adentrarse en más de una ocasión. Dos por confiarse, y otras cinco mas por que esos malditos digimon se les ocurrió poner "minúsculas" pruebas en el trayecto en las que incluso Gennai se las vio bastante complicadas.
—¿Por este insignificante humano estamos los cuatro reunidos aquí Azulongmon? —cuestionó despectivo Zhuqiaomon revoloteando sus alas emanando un calor que amenazaba con convertir a cualquiera en cenizas—Si salvo el digimundo con otros elegidos, pero no es un acto por el cual privilegiarlo, otros digimon también se les ha atribuido dicha acción.
—Si lo llamas privilegiarlo desde el comienzo no se habría puesto a prueba su coraje y determinación—objetó Xuanwumon estando en desacuerdo con el digimon de fuego haciendo sonar las hojas del árbol del cual consistía su caparazón—Él humano lo ha entendido bien y ha soportado nuestros desafíos con valentía. El motivo por el que estamos aquí tiene que ver porque algo en este humano esta mal y es nuestra obligación definir cuales son esos dichosos defectos.
—¿Esos dichosos defectos son tan peligrosos como para habernos llamado? —indagó Baihumon lamiendo desinteresadamente una de sus patas—Cada uno de nuestros sectores están desprotegidos y el tiempo apremia, han estado ocurriendo cosas inusuales en el digimundo.
—Silencio—demando imponente Azulongmon emanando un aura que helo aun mas a Taichi que desde que Zhuqiaomon prácticamente deseaba finiquitarlo a modo de cenizas—Si van a discutir entre ustedes háganlo sin miramientos apartados de mis dominios—observo a cada una de las bestias listo por si alguna de ellas se revelase, saltando a Gennai que no levanto la mirada del suelo y luego al humano y digimon a quienes citó en el risco—Es reconfortante que hayas venido por voluntad propia, de lo contrario se te subestimaría y se te acusaría por "quebrantar" una de las leyes del digimundo.
—…—Taichi torpemente cubrió la boca de Agumón antes de que explotara por tal acusación escondido por un sincero alivio disfrazado de una peligrosa advertencia. Seria imprudente de su parte si reaccionaba igual por más irritado y atemorizado que estaba por ser culpado por algo que ni siquiera cometió y no fue puesto bajo su consentimiento.
—Sea como sea que se haya dado las circunstancias que te arrastraron a nuestro mundo, hoy se te determinara un puesto el cual acataras sin reclamos por la nueva vida que se te concedió.
—¿Una nueva vida dices? —pensó en voz alta Xuanwumon curioso interrumpiéndole—¿Acaso ese humano?... —
—Es tal como imaginas Xuanwumon, y con tal de que viviera uno de los nuestros se sacrificó hallando con eso su propósito de servir al digimundo—prosiguió Azulongmon—Su legado fue transferido a Yagami Taichi, y será su deber será continuar con aquel legado.
—¿Legado?, es una burla a los digimon y a su propia especie, dudo que prevalezca, el poder de un digimon no lo controlara a plenitud—desacreditó un furioso Zhuqiaomon no midiendo sus palabras.
—Burla o no, lo tenemos aquí, eliminarlo no solucionara nada, así que por mi parte le daré el beneficio de la duda al humano de nombre Yagami Taichi—expuso una opinión neutra Baihumon desaprobando el comportamiento de Zhuqiaomon—Su valdría lo definirá lo que haga a partir de este punto. Si se niega no tendremos más alternativa que eliminarlo.
¿Eliminarlo?, ¿acaso era visto como un juego para ellos?, Taichi no se movió ni un apiste para bien o para mal, mas se cuestionaba la falta de tacto de las cuatro bestias sagradas, por mas que esas preguntas en su cabeza le hirvieran la sangre y le pedían atentar contra toda lógica.
¿Si Agumón evolucionara a Wargreymon podría reusarse a cooperar con ellos?, absolutamente no, los superaban en poder y cantidad, además, también habían sido privados de esa digievolución.
Y con o sin ella, sabia cuan jodido estaba por lo que no tenia mas alternativa que seguirles el juego, más si dos de esos cuatro no lo veían con buenos ojos.
Oh si, sentía el olor a carne frita si cometía el insignificante error de contradecirlos.
¡Fantástico!
—Estoy a favor de que viva—favoreció Xuanwumon asintiendo con sus dos cabezas y un brillo peculiar en los ojos—Estoy interesado en ver en lo que se convertirá, aunque su apariencia sea la de un enclenque.
—¡¿Han perdido la cordura?! —exclamó colérico Zhuqiaomon—¿Están apostando por una abominación? —con la mayoría en contra elevo el vuelo y Taichi, Agumón y Gennai no tuvieron mas que aferrarse al suelo para no ser alcanzados por el fuego que desprendido que para los otros digimon podría ser inofensivo—Si las cosas se salen de control por culpa de esta cosa, no, este despojo de ser humano e intento de digimon, no será por mi causa porque desde inicio estuve en contra de esta decisión.
Ninguna de las tres bestias restantes hizo por detenerlo, por otro lado, continuaron dialogando concluyendo en que las cosas se harían de acuerdo a la egoísta convicción de que el humano mejor conocido como Yagami Taichi dedicara su vida no solo a proteger el digimundo sino a los humanos al todavía ser de la misma especie. De ese modo se crearía un balance neutro, y conveniente hacia ambos lados mas no por el lado de Taichi a quien en ningún momento se le tomó en consideración mas en ese instante en que Azulongmon le otorgo una de sus esferas como una precaución de que la fusión no se desboronara.
Si a eso se le llamaba consideración, ya que solo estaban protegiendo sus intereses y no los del lado contrario.
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Después de eso, su vida dio un vuelco más del cual tardaría en sanar las heridas más fundamentales de su alma. Tras un año y medio fue cuando finalmente pudo hacer una grieta al mundo real y descubrir que no había pasado más de cuatro días desde su desaparición en el campamento del club de futbol que la secundaria les había patrocinado luego de derrotar al equipo contrario.
En el transcurso del viaje al campamento hubo un "accidente" del que humo heridos a por mayor, según informaron las noticias por televisión abierta, uno en estado crítico, y él que había desaparecido en el impacto, lo cual era propicio a especulaciones diversas de lo que pudo haber pasado, y que, en caso de encontrarlo, las esperanzas de obtenerlo en una sola pieza serian mínimas.
El realismo crudo de los noticieros no daba cabida a las fantasías más si a la incertidumbre de su familia y amigos. Prácticamente desechaban que viviera y ningún animal se aprovechara de la situación. Cuando lo localizaron causo un gran revuelo, aunque para Taichi era lo que menos le preocupaba, los había sentido por medio de sus sentidos, alas y todo lo relacionado al digimundo lo oculto al medir cuanto les tomaría llegar hacia él.
La ida al hospital estaba mas que garantizada en el momento en que los rescatistas lo metieron en una camilla y poco después a la chirriante ambulancia con paramédicos y un doctor a quien le ayudaban en las revisiones reglamentarias. Y por revisiones, también se asomaban las incomodas preguntas a las que respondía omitiendo detalles relevantes, modificando otros tantos.
No traer a Agumón consigo le ahorro mas problemas que cargar a la bolsa.
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Taichi detestaba los hospitales, detestaba fingir debilidad para complacer a los instintos protectores de las enfermeras que notaba que no le quitaban el ojo de encima. Ellas se sonrojaban, murmuraban entre si como si hubiera algo extraordinario entorno a él. Una de ellas gesticulaba con las manos imitando una regla a la distancia a otro grupo las cuales chillaban escandalizadas.
El oír a la perfección de esa enfermera en especial le hizo sentir vergüenza de si mismo, y de su masculinidad, al grado de que su rostro y orejas competían con los tomates mas frescos del supermercado. El vapor que emergía de la cabeza magnificaba aún más aquel sentir.
No quería siquiera imaginar el resto de las conversaciones que tendrían.
Por suerte, su estancia en el hospital estaba contado, por desgracia, estaba con la tensión de que los estudios que le hicieron no les reflejara nada anormal que lo delatase y por consiguiente le robara la libertad por la que tanto se reprimía en huir de cuidados intensivos. Ignorando las heridas que suturaron claro.
Cuando el horario de visitas fue puesto en estado de abierto entro en pánico, y miles de inquietudes saltaron en su asecho, sin embargo, tal como vinieron se marcharon al convencerse de que estaría bien y que no había peligros por los que alterarse, aunque eso no quitaba que necesitaba atención. Atención que no recibiría a menos de que se abriera, pero una parte de si se cerraba rotundamente al tratamiento.
Un orgullo que antes no sentía estaba impidiéndole reconocer que necesitaba de ayuda profesional. Tal vez el orgullo era propio de los datos de Piddomon o la maldita esfera que le entrego Azulongmon. La vibración de unos pasos acercándose le indicaron la presencia de varias personas apiñándose detrás de la puerta, luego unos golpes en la madera confirmaron que tendría que atenderlas le agradase o no le agradase que lo hallaran postrado en la cama con irritantes aparatos conectados en el brazo y una aburrida bata de hospital que cubrió por lo mucho sus extremidades inferiores con las sabanas.
Los primeros en aparecer fueron sus padres, luego Hikari con la hilera de sus amigos por detrás. Abrazos y alegría contagiosa estaban por doquier, Taichi no desprecio ningún gesto, los acepto y midió la fuerza que desprendía con cada uno de ellos consciente de que los lastimaría si los regresaba con una efusividad similar. Enjuago las lagrimas de su madre, que lo acaparaba con besos en la frente y acaricias maternales, su padre lo felicito por luchar valientemente contra los pronósticos negativos que tiraron las personas de poca fe en lo que le revolvía el cabello y le daba suaves palmadas en la espalda.
—¿No te duele nada? —interrogo su padre preocupado de que no se quejara de dolor y que pretendiera estar bien por tranquilizarlos—El doctor nos dijo que tenias heridas que tuvieron coser y otras que limpiar, no mostraste ninguna fractura en—
—Estoy bien, los medicamentos cumplen con su función—corto Taichi restándole importancia—¿Ustedes cómo han estado?
—Bien, mejor ahora que estas aquí Onii-chan—esta vez fue Hikari en responder no conteniendo su felicidad.
—Si te preguntas si te has pedido de mucho durante tu ausencia, no—interviene Yamato sonriendo de lado entregando un gordo cesto con cartas y demás cosas—Por parte de la escuela y nuestros amigos te hicieron llegar esto.
—Gracias—apoyo Taichi el cesto en las piernas una vez que recargo la espalda en la base de la cama, enmarcando una sonrisa de oreja a oreja por dicha ofrenda—Siento las molestias por haberlos hecho cargar.
—No es nada—negó Takeru—Lo importante es que estés con bien, más ahora que estas convaleciente, estarás una temporada considerable en casa—agrego encogiéndose de hombros por la mirada acusadora de Yamato que murmuraba cosas como que el fue el que cargo con la cesta y ninguno de ellos se ofreció a ayudarlo.
—Dejando de lado al gruñón de Yamato—inicio Mimi con la más insana intención de molestar al rubio mayor que se quejó desde el fondo—Te iremos a ver así que planees escaparte a jugar o cualquier actividad física que interrumpa tu recuperación. No por nada cruce los cielos y me reinstale temporalmente en Odaiba —advirtió juguetona más el sentido con el que lo aplicaba le erizaba los vellos de la piel a Taichi, aunque con el cabello rosa, extensiones rojas y estrellitas no la podía tomar muy en serio que digamos.
—Mimi-san tiene razón, incluso sino la tuviera ella atravesó todo Estados Unidos y quien sabe cuántos lugares más para verte—comentó Sora abriéndose paso—Sueles ser imprudente y no cuidas bien de ti, por lo que estaremos pisándote los talones para asegurarnos de que te recuperes como debe de ser—le apunto con el dedo y una mano en la cintura a modo de jarra.
—No hace falta las amenazas—intento Joe abogar por el convaleciente Yagami—Además el accidente le pudo suceder a cualquiera, fue un infortunio que le tocara a uno de nosotros.
Un silencio sepulcral inundó la habitación independientemente de los aparatos con los que estaba Taichi conectado o la tenue respiración que percibida. Este tipo de temas era los que no quería que se sacaran a relucir, sin embargo, el destino los evocaba. Inconscientemente al suspirar como en sus estadías en el digimundo los reanima, siendo su madre la primera en reaccionar.
—¿Sucede algo hijo? —preguntó su madre solicita, él negó y ella lo interpreto de otra manera—¿Estas cansado?, ¿quieres que te dejemos descansar?
—¿Pueden pedir mi retiro del hospital cuanto antes?, otro en peores condiciones podría necesitar la cama en la que estoy—responde con falsa tranquilidad Taichi indirectamente suplicando por ir a casa, no obstante, sus verdaderas intenciones era hablar a solas con sus amigos y hermana, sus padres no estaban en la ecuación—Pienso que curarme en casa seria lo mas viable que este lugar.
Su padre no le dio demasiadas vueltas al asunto y comprendió lo que su hijo quería, lo cumpliría si, pero su esposa se mostraba algo renuente por lo que se forzó a agilizar la petición de su hijo de quien estaba feliz de ver entrando en labor de convencimiento, lo cual funciono de maravilla al despejar la habitación con la madre de sus hijos.
—Veremos que podemos hacer—fue lo único que le dijo a Taichi antes de partir. Taichi los despide con un gesto y una sonrisa fielmente agradecida hasta que los perdió de vista y los pasos de ellos se hicieron lejanos.
—Onii-chan—Hikari pronuncio percatándose de que había detrás de la actuación de Taichi se escondía algo más, algo que no oculto por conveniencia—¿Por qué los retiraste?, ¿es por algo que ellos no deberían saber?, quizás… ¿algo relacionado con el digimundo? —inquirió aguda, fortaleciendo sus sospechas por el sexto sentido que la abordaba tensando a todos los elegidos, sintiéndose una presión en el ambiente.
—Tienes una mente aguda Hikari—felicitó Taichi bajando la cesta, cambiando a una expresión seria muy poco usual en él a los segundos—Demasiado diría yo—pensó—Ese fue el motivo por el que los excluí de lo que les estoy por contar—relaja significativamente sus facciones.
—E-Eso no…—titubeo Kōshirō—¿Cómo? —cuestiona incrédulo, las manos le temblaban y le costaba formar una oración adecuada—¿Hay pruebas de? —
—Las hay—lo corta Taichi—Mis heridas y los días que les costo encontrarme, son alguna de ellas. Habría muerto de no haber sido por el digimon que me rescató—bajo la mirada a las sabanas elevándola a los segundos—Me imagino que algunos de ustedes no creyeron que mi accidente fuera una simple casualidad— tiro la granada a sabiendas de que podría salir chamuscado.
Varios le dieron la razón. Lo que les diría a continuación determinaría su camino en el mundo humano, mas si se trataba de una verdad a medias.
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Gracias por haber llegado hasta aquí, nos vemos en el siguiente capítulo :3
