16. Fuego y miedo

Recuerdo ver el humo alzándose más allá de lo que mi vista me permitía; y mi alma se sentía tan destruida como la casa de la que apenas hace unas horas era una de mis mejores amigas. La casa de Spitfire estaba en llamas, no podía escuchar más que el sonido de las brasas consumiéndolo todo hasta las cenizas.

Sentía los jalones de Derpy a mi derecha, la voz de Soarin se perdía antes de que llegara a mis oídos, y mis dientes crujían con rabia mientras mis ojos se llenaban de lágrimas al mirar las palabras en ese pedazo de papel quemado y humeante frente a mí.

FOTOGRAFIAS DE SPITFIRE. HOMENAJE A MI AMIGA ASESINADA POR ESTOS MONSTRUOS. LA VERDAD SIEMPRE SALE A LA LUZ.

—¡Laysip! —Derpy seguía gritando, hasta que Soarin se le puso en frente y le dio una bofetada que casi le tiró los lentes. Los dos conectaron su mirada por algunos segundos antes de arrancar a llorar en los brazos del otro.

—¡Se culpó! —gritó la periodista— ¡Ella se puso como responsable de esta historia!

—¡Lo sé, pero ahora debemos irnos, los guardias de la Reina están aquí, buscarán a todos los responsables!

Y aquello era cierto. En medio del humo, las explosiones, los gritos del disturbio, se podían percibir aquellas siluetas de pegasos como ángeles de la muerte persiguiendo a todos los inocentes que ahora clamaban por justicia. Una justicia que ellos estaban a punto de tomar por la fuerza; la alcaldesa de Ponyville fue la primera, ahora estaban al tanto de que la sangre se pagaba con sangre.

Los tres pegasos estaban a punto de arrancar a volar, pero una figura envuelta en una capucha los detuvo. Los ojos lila de aquella pegaso con apagada crin multicolor y rostro derretido por el fuego los miraba con espanto.

—¿Fueron ustedes? —preguntó Rainbow Dash.

—No —contestó Laysip con firmeza— fui yo, yo lo hice.

Rainbow Dash alzó su propia copia del periódico que recibió unos días atrás, contando toda la historia de sus mandatarias siendo unas criaturas perversas. Todo estaba a punto de estallar, y se quitaron del camino para dejar pasar a un grupo de ponys -entre ellos varios policías- que arrastraban al alcalde de Cloudsdale.

Antorchas, trinches, hachas, palos y cuchillos iban en los cascos de aquellos enfurecidos ponys para darle un nuevo golpe a los poderosos con la muerte de su propio mandatario, quien sabiendo el destino que lo aguardaba no hacía sino llorar y retorcerse para tratar de liberarse. Al final de la calle aparecieron dos batallones de la guardia para hacerles frente. Sin embargo, antes de presenciar el primero de muchos enfrentamientos que el pueblo tendría con la autoridad, unos brazos los sujetaron a todos, jalándolos lejos.

Fue en menos de un segundo cuando un resplandor rojizo y un montón de humo los hizo aparecer en medio del bosque Everfree, más en específico, a sólo unos metros de la casa de Fluttershy. El olor del humo, los sonidos de la multitud enardecida, fue reemplazado por el sonido de los grillos y el viento. Un completo alivio para los cuatro pegasos que arribaron desde Cloudsdale en compañía de Trixie y su diamante mágico. No tardaron mucho en salir los demás ponys desde adentro.

—¡No salgan! —les ordenó Trixie— ¡No hagan ruido, no se muevan!

Los tres pegasos se apresuraron a entrar mientras veían que Trixie clavaba algunas plumas de metal en el piso, formando un perímetro alrededor de la modesta casucha de la pony amarilla; cuando toda la formación estuvo completa, lanzó un rayo con su cuerno que reventó en un montón de chispas rojas a poco más de un metro del techo, y luego una cúpula mágica rodeó la casa antes de desaparecer en la nada.

Por fin, luego de todo su esfuerzo, Trixie tuvo un momento para respirar, y casi arrastrándose fue a meterse en la casa, donde Fluttershy rápidamente le dio un vaso con agua.

—Rayos, por un momento pensé que los había… —Trixie notó la figura azul entre todos, confundiéndose— ¿Quién diablos es ella?

—Uhm —tartamudeaba Rainbow Dash.

—¡Tendré que volver por su amiga, las confundí!

—No te apures —contestó Laysip—. Spitfire ya no está. Es… nuestra primera baja.

El gesto de Trixie rápidamente se congeló y fue cubierta poco a poco por un aura de tristeza. Si bien estaba preparada para escuchar algo así, seguía siendo desmoralizador. Pasados unos segundos, le pidió una hoja de papel y pluma a Fluttershy, y luego de escribir una breve carta, la hizo desaparecer con magia.

—Twilight me dijo que los trajera a un lugar seguro —comenzó a explicar.

—¿Cómo supiste que era la casa de Fluttershy?

—¿Qué? Eso fue casualidad, sólo quería venir a un lugar alejado de todo el caos que está allá afuera —echó una mirada rápida a su diamante y se relamió los labios—. Creo que acabo de desperdiciar el hechizo de protección que Twi me dio.

—¿Cómo está ella?

—Preocupada, ahora que Celestia está enojada… bueno, se ha vuelto más inestable de lo normal.

—Maldición… ¿Qué hay de Pinkie Pie?

—No mucho más que la última vez. Tiene suerte de estar tan lejos, aunque no me confiaría sabiendo cómo está conectado su pueblo con Canterlot.

—Oigan, no quiero interrumpir su charla, pero, ¿quieren decirme cómo diantres vamos a ocultarnos de esto? —dijo Applejack.

—El hechizo volvió esta casa invisible —dijo Trixie—. Confío en la magia de Twi, nadie sabrá que nos ocultamos aquí.

—¿Entonces este era tu plan, Laysip? —Rarity alzaba su ceja con un poco de intriga y una mueca de decepción— ¿De verdad piensas que Celestia no será capaz de resolver esto y matarnos como si fuéramos nada?

—Subestiman lo que está pasando —dijo Laysip—. Cloudsdale está cazando a todos los que se burlaron de ellos. El alcalde, los policías corruptos. Diablos, ¿ya olvidaron a Ponyville? Ustedes mismas iban a hacer pedazos a la alcaldesa, y todos estos días no hemos escuchado nada que no fueran carnicerías a lo largo de Equestria. Todos están tan hartos como ustedes, y superamos a Celestia en número. Ni ellas tres con toda su magia podrán contra todos nosotros juntos.

—Sí, sí, bonito discurso —comentó Rainbow Dash— ¿ya pensaste qué harás si nada de esto funciona?

Hubo un largo silencio entre ellos, pues si bien sabían que esto podría funcionar, también existía la posibilidad del fracaso. Nadie respondió, pero tomaron refugio cuando la tierra poco a poco comenzó a agitarse. Un terremoto hizo que las pocas pertenencias de Fluttershy empezaran a caer al suelo, incluso los dibujos que ella hizo en las paredes comenzaron a fracturarse con el movimiento que duró por cinco agotadores minutos.

Rarity abrazaba a su hermana menor, mientras que Applejack junto con su hermano alcanzaron a darle soporte a algunas de las paredes que se tambalearon con toda probabilidad de caerles encima, y entonces se detuvo. Ahora, no podían ver más que oscuridad devorando los árboles del bosque.

Twilight vio aparecer el mensaje de Trixie acompañado del aliento de fuego de su pequeño compañero. No tardó en leerlo y sentirse aliviada de saber que su novia y su compañera estaban a salvo en compañía de algunos otros ponys en el bosque.

—Vamos, Spike —dijo Twilight—. Es nuestra hora de actuar.

—Te sigo.

Afuera del palacio estaban aumentando los gritos, y poco a poco avanzaban a ser un cántico más de la muerte en medio de la guerra, dispuesta a reclamar más almas. Echando un vistazo por encima del balcón, se dio cuenta de que muchas flechas se habían clavado muy cerca de llegar a entrar, por lo que decidió ir de regreso, encontrándose con su cuñada.

—¿Asustada, Twilight? —preguntó con algo de presunción.

—Me sorprende que tú no lo estés —contestó ella de igual modo—. Esta locura debe terminar ya.

—Ah, por fin estamos de acuerdo en algo —le sonrió con fingida simpatía mientras se encaminaba lejos del salón—. Escucha, Twilight, me simpatizas, pero empiezas a preocuparme. Nunca pareces conforme con nada, a pesar de estar rodeada de lujos.

—Yo no los pedí.

—Pero se te han dado —contestó— ¿no te parece que eres algo malagradecida?

Twilight se sentía asqueada al escuchar eso, pero debía reprimir su ira sólo un poco más. Comenzaron a caminar juntas por el pasillo, dejando atrás los gritos y algunas pocas explosiones que empezaban a escucharse por lo lejos.

—No es ser malagradecida —contestó tanteando el terreno—. Simplemente tengo envidia de lo que ustedes tienen.

—Wow, eso es nuevo, ¿y qué tenemos nosotras? —dijo Cadence, a punto de subir las escaleras, pero Twilight la desvió junto con ella por el siguiente pasillo.

—La seguridad de que están haciendo lo correcto, sin importar el precio.

—¿De qué hablas?

—No temen a las consecuencias, incluso cuando están amenazando con derribar las murallas del castillo.

Spike le negó con una discreta mirada y un gesto, pero Twilight no le hizo caso. Siguieron caminando hasta una de las puertas que conducían hacia las mazmorras. La puerta se abrió con un crujido, y aunque Cadence se mostró reacia a esto, Twilight encendió un candil para bajar.

—Luna dijo que me la pasaba metida entre libros, pero no creo que eso sea algo malo —siguió diciendo conforme bajaban—. Perdona si esto no va con sus… protocolos, pero logré capturar a uno de los cabecillas que creo que nos servirá de mediador para terminar esto con un resultado benéfico para ambas partes.

—¡Twilight, me sorprendes! —exclamó con alegría—. Y mirando en qué sitio lo tienes, creo que lo persuadiste muy bien, pero ¿por qué me lo dices a mí y no a Celestia o Luna?

—Ellas creen que soy una niña, pero tú eres más cercana a ellas, quizás puedas convencerlas de que valgo más de lo que piensan —volteó y le sonrió con un gesto amistoso, aunque fingido—. Ya sabes, un pequeño favor para tu cuñada, no me lo negarás, ¿o sí?

Las dos llegaron al final de las escaleras, siendo recibidas por las oscuras celdas que guardaban algún que otro cuerpo en putrefacción u osamenta olvidada. Cadence le sonrió.

—Yo nunca te negaría nada, Twilight.

—Me alegro de escuchar eso.

Con un gesto de la cabeza, un golpe le atizó a Cadence desde la espalda, directo en su lomo, partiéndole la columna e hincándole en el suelo. Un grito estaba a punto de escapar de su boca cuando un enorme cuerno le destrozó la quijada, volándole los dientes cuando le atravesó la boca y la mandó a volar contra los barrotes de las celdas vacías.

—El trato es este —dijo Twilight—. Dejo a los yaks matarte a ti, la Reina y su hermanita, y todos vivimos felices con sus cabezas colgadas en la plaza de Canterlot para recordarnos un error que jamás cometeremos de nuevo.

Cadence se retorcía del dolor en medio de un charco de sangre sin poder siquiera balbucear. Su lengua destrozada bailaba de un lado a otro conforme ella se movía con desesperación.

—Comienza con esta —dijo Twilight—. Iré a abrir la puerta para que tu ejército pase.

—Yona confiar en ti, pony.

—Yo en ti, Yona.

Y mientras Twilight subía las escaleras, Yona aplastó a Cadence con sus propias patas hasta dejar atrás un sacó de piel llena de huesos rotos y órganos saliendo por su boca y su ano, dejándola tan delgada como las pieles de las cebras que lucía con tanto cinismo.

La yegua quien en algún momento fuera su cuñada estaba hecha pedazos en el piso, y aunque la escena le asqueaba -por lo que Spike no dudó un segundo en vomitar- a ella no le provocaba más que una profunda satisfacción, aunque seguía sin encontrarle el encanto que le veían Celestia y Luna a cosas como estas.

La carne y sangre por el suelo, las paredes y las pezuñas de su verdugo era sumamente vomitivo. Pero en medio de todo este mar de pensamientos negros y abstractos, podía visualizarse a ella con Trixie, en algún lugar lejano, lleno de praderas donde podían correr y ser la pareja feliz que soñaba que fueran. Ahora todo sonaba tan posible y real...

Cuando el terremoto se detuvo y las cosas estuvieron en total calma, se asomaron afuera, siendo atraídas por un extraño resplandor de color azul y blanco. Cuando miraron hacia arriba se dieron cuenta de que todo había cambiado, y mientras en una parte del bosque Everfree estaba cubierta de granizo, en otra parecía haberse marchitado y muerto hace bastante tiempo.

—¿Qué está sucediendo? —preguntó Rainbow Dash quitándose la capucha.

—No lo sé, pero no puede ser bueno —contestó Applejack.

—Es como si el cielo... se hubiera... —decía Fluttershy.

—Se hubiera roto —completó Rarity.

Todas miraban con asombro aquella aberración de la naturaleza; como si estuvieran metidas en una cúpula, y el cristal se hubiera fragmentado en muchísimas partes diferentes. Aunque la luz que salía de ellos era hipnótica y las llamaba hacia allá arriba, al mismo tiempo todos ellos sentían un escalofrío y espanto que los alejaba e inspiraba incertidumbre.

—Tal vez esto es lo que planeban Celestia y Luna —dijo Applejack— estamos condenadas.