Disclaimer: Harry Potter, y sus personajes, no me pertenecen
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Draco no cometió ningún error.
No le dijo a nadie, ni a sus mejores amigos, quien era el padre; a pesar que estaba seguro de quién era. Al principio intentó negarlo, decirse a sí mismo que la razón por la que Potter proporcionó tal alivio fue por su cantidad irrazonable de magia.
Potter emanaba magia en grandes cantidades. Incluso desde Hogwarts, Draco era consciente de ello.
Eso era todo.
Debía serlo.
¿Después de todo, cómo sería posible que Draco no hubiera visto que ese era Potter? Un glamour en ojos, piel o cabello no podían ocultar la cicatriz en su frente. En todo caso, debió dejar un rastro, una pista... ya sea su cabello, su piel, o sus ojos.
Ese no era Potter.
No podía serlo.
Pero su mente le gritaba que sus instintos estaban en lo correcto.
El mismo medimago confirmó que el padre era el único que podía hacer una transferencia completa en un solo contacto.
-¿Crees que lo has encontrado? Porque de ser así te vendría muy bien que te ayude con su magia-preguntó el sanador, y Draco negó de inmediato.
-No tiene que dártela directamente, hoy en día tenemos...
-No lo he encontrado-interrumpió Draco, con firmeza.-Solo que estuve leyendo algunos libros y me preguntaba cómo sería si el padre del niño estuviera cerca.
-Entiendo-respondió casi con compasión el hombre y dejó pasar el tema. Draco estaba agradecido de ello, porque estaba seguro que en su rostro había una mueca triste e incluso llorosa. Los chicos eran fabulosos, amarían al niño, pero no amarían a Draco de la manera que deseaba ser amado. No podían borrar ese vacío dentro de él.
La misma tarde de su visita al sanador, con manos temblorosas sobre su vientre, visitó su mansión y caminó hacia su árbol familiar solo para asegurarse que el bebé aún no estuviera en él. Aún no lo estaba. Draco podía ver que la rama donde él estaba ahora se estaba extendiendo poco a poco, preparándose para el momento en que el niño naciera, y Draco lo nombrara. Entonces, el nombre de Orión o Lira se uniría al nombre de sus progenitores.
Mirando su rama, la cual lo unía a la que unía a sus padres, Draco pensó, tristemente que, a diferencia de las demás ramas, la rama de su bebé no partiría de la unión entre el nombre de Draco y alguién más a su bebé, sino que habrían dos ramas partiendo del nombre hacia sus dos progenitores. Después de todo, sus padres no estarían casados.
Su hijo sería un bastardo.
Cuando se enteró que esperaba un bebé, sabía que, eventualmente el nombre del padre aparecería en su árbol, y también en el del otro hombre aparecería Draco. Era por ello que la fiesta tenía pociones anticonceptivas por todos lados, para evitar este problema. Pensó, estúpidamente, que como muchos otros sangrepuras, el hombre eliminaría al niño de su árbol familiar y fingiría que no cometió ningún desliz antes de casarse. Si el hombre era mestizo o sangre muggle, jamás se enteraría de su existencia. Si era lo suficientemente decente, el padre del niño tomaría la responsabilidad de ambos o brindaría su apoyo al sustento del niño.
Pero Potter era otra historia. Potter tenía el árbol de los Black y al ser el dueño de Grimmauld Place su nombre estaría ahí. Draco no podría ocultar el hecho que tenía al niño del héroe, y Potter no aceptaría no conocerlo. Querría ser parte de su vida, buscaría a Draco si huyera. Los Weasley y la población mágica juzgarían a Draco y hablarían de la manera en que intervino en el compromiso más esperado por todos. Incluso si Ginevra accediera a casarse con el héroe y tuvieran sus propios hijos, el hijo de Draco sería una espina en su costado, porque, a menos que Potter lo desconociera, cosa que no era probable, este sería el primogénito de Potter. Todo mundo vería a este pequeño como alguien que no debió nacer. Y Potter probablemente lo querría en Gran Bretaña. Si peleaban por el niño, entre Draco y Potter, el ministerio le daría la custodia al auror. Si Draco quería irse, tendría que hacerlo solo. Solo, y dejar aquí al niño con el estigma de ser el hijo de Draco, un ex mortífago. La única manera de seguir en contacto con él sería quedarse, pero eso probablemente no haría feliz a ninguno de los tres.
Draco estaba aterrado.
Tan aterrado que por un momento consideró terminar el embarazo. Pero tan rápido como la idea llegó, se fue. No podía verse matando al niño y llorando su pérdida.
Este era su niño. Era su bebé.
Quizá si hablaba con Potter...
Potter no necesitaba a este niño.
Quizá si Draco suplicaba...
Sentándose en un viejo sillón azul, Draco miró el árbol una y otra vez.
Y tomó una decisión.
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Draco no cometió ningún error per se.
No realmente.
Incluso, podría decirse que hizo lo correcto, que era, decirle al otro padre.
Simplemente, escogió el día equivocado.
Visitar a Potter, en el Ministerio, fue la opción más segura que Draco encontró. No estaban sus amigos, y Potter probablemente se comportaría. Sobre todo, Ginevra no estaría ahí, porque ella era comentarista de quidditch. Pensó que Potter desconfiaría, si, pero lo dejaría pasar si Draco pedía hablar con él. No tuvo siquiera que hacer una cita, porque se lo topó en el elevador del Ministerio.
-Potter, ¿podría hablar contigo por un momento?
Potter pareció sorprendido y miró su reloj en su muñeca. Antes de asentir.
-¿Que necesitas, Malfoy?-preguntó el hombre, mirándolo con el ceño fruncido, en una expresión que Draco nunca había visto en Potter, pero supuso que desarrolló en estos años.
-Me gustaría hablar en un lugar más privado, si no te molesta.
Potter rodó los ojos y le dijo que lo siguiera. Contrario a lo que Draco pensó, que sería que lo lleve a su oficina, lo llevó a la azotea.
-Bien, no hay nadie aquí. Comienza.
-¿Potter, recuerdas haber ido a una fiesta de alma gemelas?
-Vagamente-Potter respondió alzándose de hombros.
-Bien, yo, no sé como decirte esto, pero...
-Apúrate, Malfoy. No tengo todo el día-lo apuró el otro cuando Draco se tomó unos minutos.
-Estoy embarazado.
Una risa surgió de Potter.
-¿Qué dijiste?
-Estoy esperando un bebé. Es tuyo.-Repitió casi ofendido, pero Potter no volvió a reír, o dijo que bromeaba. En cambio, el hombre sonrió como si la idea fuera tenebrosamente fascinante. Un escalofrío recorrió a Draco, y dio un paso hacia atrás, solo para ser detenido de la mano por el auror.
Esta vez, no hubo una descarga mágica.
Con el ceño fruncido, Draco miró al héroe.
¿Se equivocó al pensar que el otro padre era Potter?
-Parecías tan cobarde, Malfoy. Creí que eras un sobreviviente, nada más. Te veías tan golpeado por la guerra que parecías odiar tanto como yo al Ministerio. Pero, mírate. Quién hubiera pensado que eras la puta del héroe.
Un jadeo salió de Draco al comprender que éste no era Potter, sino alguien disfrazado de él.
-Llegaste tú solo a mis manos. Como caído del cielo.
Le dio un puñetazo en el estómago y aprovechó la distracción para llevarlo con él. Los apareció en una cabaña, en algún lado, y tiró a Draco como un trapo viejo. Inmediatamente, Draco colocó su mano donde estaba su varita, pero una punzada de dolor lo hizo doblarse en sí mismo.
Entonces, comprendió que el golpe dañó al bebé.
La última recarga de magia la había tenido en la mañana. Estaba débil, y Draco, quien cuidó mucho no caerse porque en los primeros meses era fácil perderlo, había sido golpeado y por lo tanto también el bebé.
La copia de Potter aprovechó para pisar la mano de Draco, y hacer que soltara su varita.
Draco gritó.
El dolor en su abdomen aumentó.
Posteriormente, vino la oscuridad.
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Y luego, llegó la luz.
Con una absurda cantidad de agua.
Draco la sintió mientras llenaba sus pulmones y quemaba su garganta. La sintió acabar con él, mientras se revolvía, estirando la mano e intentando nadar solo para descubrir que estaba amarrado del pie. Intento inútilmente detenerla con sus manos en su cuello.
Entonces, recordó que no solo se trataba de él esta vez.
Tenía qué sobrevivir, él bebé no estaba listo para nacer.
Pero por mucho que intentó, la cuerda estaba amarrada mágicamente y Draco no tenía su varita. Intentó safarla, pero empezaba a sentirse mareado y cansado.
Las lágrimas fluyeron por sus ojos, uniéndose al agua del lago.
Lo siento, no pudo evitar pensar.
No pude protegerte...
Mi bebé, yo te amo tanto.
Perdóname, fui un completo inútil.
Tocando por última vez a su niño, poniendo su mano en el estómago, su último pensamiento fue que, si pudiera volver a empezar, desearía haber huído lejos con su bebé.
Desearía haberlo visto nacer y abrazarlo al menos una vez.
Hubiera sido feliz, incluso solo con eso.
Incluso si debia después entregarlo a Potter.
Cerrando los ojos, se imaginó una vida feliz con su bebé y sus amigos.
Finalmente, lo último de su aire, y su vida, se escapó.
