Ninguno de los personajes me pertenece.
Lotus-one: ¡Muchas gracias por comentar! Pues, no puedo decirte lo que planea hacer Uther, de momento sólo se concentrará en entrenar a Hermione lo suficiente para gobernar Camelot si la situación se complica demasiado. Sin duda alguna los entrenamientos con espada y ballesta servirán pero dale tiempo al tiempo... Ya verás más adelante lo que sucederá con la magia sin varita. Ese será un asunto para otro tiempo, ahora, tienen que concentrarse en detener a cierta enemiga.
La bella y la bestia-parte dos
—Esto es, sin duda alguna, una sorpresa. Hace mucho tiempo que no sabía de ti, mi Lady—dijo Kilgharrah.
El desespero que sintió al conocer la decisión de su padre la llevó a la cueva debajo del castillo que ocultaba al gran dragón. Pese a sus palabras, la bestia había estado esperándola en la entrada.
—¡Mi padre quiere que aprenda todo lo referente a reinar!
—¿Ahora has confirmado que es realmente tu padre?—inquirió el dragón con cierto tono burlón que no hizo más que molestarla.
—¡No actúes como si estuvieras tan sorprendido! Estoy segura que sabes el mismo instante en que me enteré de la verdad… después de todo, ya me habías dicho que él era mi padre la primera vez que vine aquí… ¡Pero eso ya no importa!
—¿Y encuentras algún inconveniente en que quiera que estés preparada para reinar?
—¡Sí!—exclamó—Sabes perfectamente que vengo del futuro. Allí las historias de Arturo y Merlín son mundialmente conocidas; algunos piensan que sólo es una leyenda, otros que realmente sucedió, pero en ninguna de las historias que se cuenta se menciona a alguna hermana del príncipe o que ella fue reina.
El dragón la contempló fijamente.
—Hermione, la historia la escriben los hombres.
¿Se suponía que eso debía ayudarla?
—No lo entiendes. Mi presencia en este momento, en este lugar, puede cambiar el futuro establecido…
—Si el futuro está establecido, ¿Cómo puedes cambiarlo?
—Bien, yo me equivoqué en el uso de palabras—admitió con frustración— El futuro no está establecido. Las cosas pueden cambiar. Cualquier acción que yo realice aquí puede afectar lo que suceda.
Kilgharrah agitó la cabeza, negándolo.
—¿Qué sabes del futuro?
Hermione se tensó ante esa pregunta.
—No es sabio que tú te enteres de eso…
—El tiempo es una ilusión, varía constantemente—le dijo el dragón—Las Sumas Sacerdotisas de la Antigua Religión lo estudiaron desde el inicio mismo, sin poder establecer nada concreto. Lo que tú puedas decirme del futuro no importará realmente. ¿A caso te enteraste que Arturo murió? No interesa cómo porque al ser un mortal, sucederá de algún modo u otro.
—Pero no es lo mismo… ¿Qué sucede si impido que Morgana se vuelva malvada?
—Estarías haciéndonos un favor a todos.
—¡No!—exclamó molesta—¡Estaría cambiando un suceso importante en la historia! Si impido que ella se vuelva en contra de Arturo puedo causar un terrible desequilibrio en los acontecimientos futuros…
—Hermione, tu estadía aquí no cambiaría el futuro, al menos no los acontecimientos más importantes que conoces.
—¿Cómo puedes estar tan seguro de eso?
—Piénsalo—le pidió—Sin importar en qué época estuviste antes, siempre fue en el futuro, tú regresaste a donde perteneces: a esta época, que para ti es el pasado.
—Eso lo entiendo—aseguró.
—Creo que no lo haces como deberías—la contradijo—Mientras tú crecías en el futuro, ya habías estado en el pasado, por lo que el tiempo, en aquel momento, ya había sido influenciado por tu presencia.
Los ojos de Hermione se abrieron ante la comprensión. ¡Kilgharrah tenía mucha razón! Dentro de miles de años una niña aparecería mágicamente y los Granger la encontrarían y criarían como suya pero, para ese entonces, ella ya habría vivido y madurado.
—Así que tranquilízate, Hermione. Actúa con inteligencia pero sin preocupaciones por cambiar el futuro que conociste.
Por primera vez desde que se alejó de su padre, respiró con alivio.
—Gracias—dijo contemplándolo al dragón con fijeza—Y, si esto te tranquiliza, en mis tiempos había muchos dragones… aunque no hablaban.
Kilgharrah definitivamente se mostró complacido al oír esa noticia.
—Quizás no del modo en que las personas pueden entender.
—Quizás—estuvo de acuerdo—Hay otras cosas que me gustaría preguntarte.
—¿Tendrá que ver con tu varita?
—En parte—admitió mientras sacaba su varita mágica del interior de la manga de su vestido, donde la había guardado esa mañana—Nunca me dijiste porqué diste parte tu corazón para crear su centro…
—Lo sé.
—¿Me lo dirás?
—Cuando el tiempo lo amerite.
Hermione volvió a sentirse molesta. Había ocasiones en que Kilgharrah hablaba como los centauros, mostrándose esquivo con las respuestas.
—Me gustaría intentar hacer magia como Merlín—comentó, dejando pasar el tema anterior porque algo le decía que el dragón no le contestaría—Aunque no sé si podré conseguirlo. Mi magia parece tan diferente a la suya.
—Su magia es idéntica a la tuya en esencia.
Ella esperó que siguiera hablando pero el dragón no continuó, casi esperando que ella hiciera todas las preguntas. Algo le decía que aquel enorme animal se debía sentir terriblemente solo en aquella cueva y que por eso prefería alargar la conversación.
—¿En esencia? ¿Qué quieres decir?
—La magia evoluciona y se adapta a las circunstancias. Tú naciste aquí, éste es el lugar donde tu magia, una muy poderosa porque es parte de la magia que poseía Nimueh, nació. Al marcharte y aparecer en otro tiempo, tuvo que adaptarse.
—Pero al final, terminé perdiendo mis poderes…
—Porque no pertenecías allí y toda tu naturaleza lo sabía... La varita que posees ahora te será muy útil y te servirá para poner en práctica todo lo que has aprendido en el futuro pero tu magia primitiva, con la que naciste, siempre estará dentro de ti. Puede que cueste un poco salir a la luz pero lo hará.
Cuando regresó al interior del castillo se dijo que debía de visitar con más regularidad al dragón. La conversación que habían tenido había sido de mucha utilidad.
…
Esa noche, Catrina tenía la mirada soñadora puesta en Uther. Suspiró pero al ver que eso no lo sacaba de su ensimismamiento, decidió hablar.
—¿No es perfecto? Tú y yo, juntos… ¡Hagamos un brindis! ¡Por nosotros!—tomó su copa y la alzó, esperando que el rey se le uniera pero no fue así.
Ambos estaban cenando completamente solos, sin ninguno de los príncipes ni la protegida del rey.
—Me temo que no todos lo ven de la misma manera—dijo Uther, alzando la mirada unos segundos hacia el rostro de la mujer que tenía delante antes de volver a posarla sobre la mesa.
—Bueno, siempre habrá algunos que se resistan al cambio—indicó Catrina con una prisa que ocultaba su molestia.
—Eso es verdad—dijo—Debemos ser conscientes de la opinión pública.
—¿Qué quiere decir, mi señor?
Uther no se dio cuenta de la tensión con la que dijo esas palabras.
—Quizás si fueras a visitar a tus tíos por algún tiempo para demostrar a la gente que no estamos forzando nada—la miró a los ojos.
Catrina tuvo que hacer su mejor esfuerzo para ocultar la ira que la invadió.
—¿Te dejarás intimidar por algunos tontos mezquinos?—inquirió pero al darse cuenta que las palabras no habían sido las adecuadas, tomó aire y se dispuso a parecer sumisa—Pero, por supuesto, si es lo que desea, señor, lo haré…
—Es como dijiste ayer, tenemos todo el tiempo del mundo—dijo Uther, sonriéndole levemente.
Ella lo contempló fijamente por un breve instante.
—Antes de que me marche, señor—le dijo—me gustaría darte algo—se quitó el colgante que llevaba y se lo tendió—Perteneció a mi padre y a su padre antes de él…
—Catrina, no…—comenzó a protestar.
—No, no, no, mi señor. Yo quiero que lo tenga—aseguró ella—Quizás cuando lo mire, me recuerde y recuerde el tiempo que pasamos juntos.
Se puso de pie y se lo colocó. Uther observó la joya, claramente costosa, en cuyo centro una intrigante piedra roja comenzó a brillar. Cuando alzó la vista nuevamente a ella sus ojos la contemplaron con total fascinación.
—Lo haré—murmuró embelesado—Siempre lo llevaré conmigo.
—Esto es así, mi señor—siguió diciendo Catrina cerca de él—Porque mientras otros pueden duda de mí, tú no deberías. No puedes dudar de mí. ¿A caso no soy bella, mi señor?
—Eres hermosa.
Ella se puso de pie lentamente y Uther siguió su movimiento.
—¿A caso no soy el deseo de tu corazón?
—Eres lo que mi corazón desea.
—Entonces, séllalo, mi señor. Séllalo con un beso.
—Sí, lo haré.
Catrina dejó que aquel hombre la besara aunque tuvo que reprimir el instinto de apartarlo con brusquedad. Pero no importaba en ese momento, realmente. Sus planes iban demasiado bien.
…
Hermione cortó prolijamente uno de los ingredientes antes de colocarlo en el caldero hirviendo. Necesitaba conseguir que la pócima para Morgana fuera un poco más potente para evitarle así tener pesadillas. No estaba segura de si lo conseguiría pero tenía sus esperanzas puestas en ello. Por eso, esa mañana se levantó, desayunó y fue directamente a las cámaras de Gaius.
El galeno la había recibido ciertamente preocupado por Catrina y ella no podía darle más que la razón. A pesar de las palabras de su padre y de comprobar que aún tenía cierta cordura sobre el tema, lo había notado demasiado entusiasmado con la presencia de aquella mujer-troll en el castillo. Y su preocupación sólo aumentó cuando un guardia vino a buscar a Gaius a pedido del rey. El anciano intercambio una rápida mirada con ella antes de irse, dejándola continuar con el trabajo.
—Buen día, Merlín—saludó al muchacho cuando entró a las cámaras poco después de que el galeno se marchara.
—Buen día, Hermione… ¿Sabes dónde está Gaius?
Ella removió el contenido del caldero antes de responderle.
—Lo llamó mi padre.
El chico hizo una mueca.
—¿Crees que es por…?—no terminó la frase y no hizo falta porque ella entendió perfectamente.
—No lo sé—admitió—Podría ser por cualquier otra cosa.
Pero lo dudaba. Presentía que, cualquiera fuera el motivo por el cual el médico de la corte había sido llamado estaba relacionado con Catrina.
—Yo también he intentado hablar con él—dijo Hermione luego de unos momentos de silencio—Pero podrás imaginarte como me fue… Está completamente segado. La ve como una mujer indefensa que requiere de su protección.
—Y ni siquiera es precisamente una mujer—añadió Merlín con una mueca de asco.
Hermione se preguntó si debía contarle a Merlín sobre los planes que tenía su padre. Si no lo hacía, terminaría enterándose de todos modos en algún momento.
—Uther quiere que comience a aprender ciertas cosas…—comenzó.
Merlín la miró con interés.
—¿Qué cosas?
—Quiere que aprenda todo lo necesario para reinar, si la situación se presenta, sobre Camelot… —lo miró atentamente, notando como se tensaba—Le aseguré que no es mi intención ser reina. Asumir al trono de Camelot nunca estuvo en mis planes. Es Arturo quien debe ocupar ese lugar… pero él no quiso escucharme. Dijo que es mi deber, que los tiempos son inciertos…
Merlín permaneció en silencio, sin saber qué pensar. Por un lado, estaba el hecho de que su destino estaba junto con el de Arturo como rey, no con Hermione. Y por otro, Hermione adquiría más importancia en la realeza y él seguía siendo un simple sirviente. Parecía que el destino estaba decidido a abrir una brecha cada vez más grande entre ellos para separarlos.
—Prométeme algo—la oyó decir.
—¿Qué?
—Sé que me dijiste que es tu destino proteger y guiar a Arturo por el camino correcto para que juntos puedan crear un nuevo mundo, uno donde, seguramente, la magia no sería vista con desprecio…
—Prometo que protegeré a tu hermano—le dijo.
Hermione negó.
—No era eso lo que quería que me dijeras. Quiero que me prometas que, cualquiera sea tu destino, también tendrás sentido de autoprotección. Sabes que yo moriría si algo malo te llegara a suceder…
Merlín sintió un nudo en el estómago. ¿Cómo combatir su destino? Si éste era salvarle la vida a Arturo, entregando la suya propia, lo haría. Ya había estado dispuesto en el pasado y sería igual en el futuro. Sin embargo, no podía decirle eso porque sólo la lastimaría más. Así que asintió con la cabeza, rogando interiormente que lo perdonase por la mentira.
Justo en ese momento, la puerta se abrió, dejando entrar a un muy molesto Gaius.
—¡Esto no es nada bueno!—les dijo nada más verlos—Le dije que ella es un troll hasta la saciedad pero no quiere escuchar. Él sólo ve a una bella y encantadora mujer.
—Con el cuerpo de un tronco de un árbol—dijo Merlín nuevamente haciendo una mueca al recordar lo que había visto.
—Eso sólo lo sabemos porque la viste—indicó el galeno.
—¿Qué hacemos, entonces?—inquirió el mago.
—Abrirle los ojos—respondió Hermione—Debemos lograr que él también la vea como tú lo hiciste, como en realidad es. Sin pruebas, él nunca creerá a nadie…
—Pero tú me creíste—dijo el muchacho.
—Por supuesto—aseguró ella como si fuera obvio—¿Por qué no habría de hacerlo?
Merlín le sonrió, totalmente orgulloso de saber que Hermione confiaba tanto en él.
—Concéntrense—les pidió el galeno—Debemos demostrarle a Uther quién es ella en verdad…
Miró fijamente al mago. Merlín abrió los ojos con sorpresa cuando se dio cuenta de lo que quería insinuar.
—¿Usando magia?—preguntó con sorpresa.
—Es el único modo de revelar su verdadera forma—explicó el anciano.
—Pero ella siempre está al lado de mi padre—dijo Hermione.
—Lamentablemente, sí—asintió el médico.
—¡¿Quieres que use magia cerca del rey?!—preguntó alarmado Merlín.
—Sí, Merlín, eso quiero.
—¡Si me descubre me matará!
—Lo siento, Merlín, pero no podemos permitir que con su poder controle al Rey. No sabemos las terribles consecuencias que esto puede causar.
—No—Hermione negó con su cabeza, contemplando a ambos hombres con seriedad—No permitiré que Merlín se ponga en peligro de ese modo.
—Hermione, estoy dispuesto a hacerlo—dijo el muchacho con seriedad.
—¡Es suicida!—exclamó—Deja que lo haga yo…
—¿Sabes algo de magia troll?
—No… ¿Tú sí?
—Tampoco—admitió a regañadientes—Pero eso no quiere decir que dejaré que te descubran. Uther puede ser tu padre pero con la magia es implacable.
Hermione estuvo a punto de protestar nuevamente pero Gaius se adelantó y habló antes que ella.
—Tenemos trabajo que hacer… Mucho.
Señaló sus libros y ambos supieron que pasarían el resto de la tarde leyendo. Para Hermione no era precisamente un problema pero Merlín realmente no era fanático de la lectura. Gaius tenía muchísimos libros. Hermione había leído gran cantidad de ellos pero el galeno siempre sumaba alguno a su colección, ampliándola. Su memoria la ayudó a descartar ciertos tomos pero con el resto no le quedó más opción que buscar página por página ya que carecían de índice. Fue un día largo, sumido en un silencio interrumpido sólo por el pasar de las páginas.
Ingrid fue a buscarla al mediodía y sólo miró con los ojos abiertos la enorme pila de libros que había sobre la mesa. No preguntó nada y simplemente se dispuso a traerles un almuerzo ligero a los tres. Hermione sabía que su doncella era curiosa pero tenía la cualidad de saber respetar su espacio y no inmiscuirse en sus cosas por lo que nunca preguntaba nada. Y la adoraba por eso. Incluso cierta vez logró ver la cicatriz de su brazo, en la que aún se leía con toda claridad las palabras "sangre sucia". Había alzado la vista hacia Hermione totalmente horrorizada, pero un "Fue hace tanto tiempo" de su parte, había bastado para que mantuviera la boca cerrada. Aún así, Hermione siempre se cuidaba de que no volviera a ver su cicatriz.
La tarde no fue muy diferente a la mañana. La pócima que había estado preparando terminó de cocerse por lo que la apartó del fuego y la dejó enfriar para después volver rápidamente a la lectura. Gaius se quedó dormido sobre un libro abierto y, dada la expresión de Merlín, el muchacho parecía seguir por el mismo camino.
¿Cómo conseguir debelar la verdadera identidad de Catrina?, se preguntó. No sabía si ella estaba utilizando una pócima, como poción multijugos, para transformarse en una mujer o si era un hechizo el que la hacía verse así. Si fuera éste el caso podía utilizar algún otro como el "finite incantatem"
—¡Aquí!—dijo de repente Merlín, abriendo sus ojos enormemente cuando sus ojos captaron algo en el libro que leía—¡Un hechizo de revelación con el cual la verdadera naturaleza de las cosas es revelada!
Hermione se puso de pie y caminó a su lado. Gaius, que se había despertado sobresaltado al escucharlo, la imitó.
—Pero esto sólo se aplica para objetos, no para criaturas vivas—dijo el galeno, leyendo por encima de su hombro.
—Lo sé—indicó Merlín—Pero el principio es el mismo, ¿no?... Esto es lo único que tenemos. Tengo que intentarlo.
—Muy bien, Merlín, pero elige cuidadosamente el momento en el que vas a utilizarlo—le dijo el galeno.
Hermione lo miró con molestia. Si tan sólo ella pudiese hacer esa clase de magia…
De repente, alguien golpeó la puerta de las cámaras.
—Adelante—dijo el galeno.
Un guardia abrió e ingresó al interior. Hizo una reverencia al ver a Hermione allí.
—Mi lady—dijo—El rey requiere su presencia y la del galeno en la sala del concilio con urgencia.
La palabra urgencia la puso nerviosa, pero aún así respondió con calma.
—Allí estaremos.
Los tres se encaminaron con prisa y, nada más llegar, descubrieron que muchos otros habían sido requeridos también. Su hermano y Morgana estaban allí, mirando igual de confundidos que los demás. Hermione se adelantó y fue con ellos.
—¿Saben por qué estamos aquí?—les preguntó.
—Tu padre tiene que dar un anuncio—dijo Morgana—Es todo lo que sé.
Miró a Arturo esperando alguna otra respuesta pero él estaba totalmente perdido.
Cuando las puertas se abrieron, Uther ingresó junto con Catrina, tomándola de la mano, guiándola al interior, como si estuviera presentándola ante todos. Ingresaron por el medio y, como correspondía ante la presencia del rey, hicieron una reverencia respetuosa.
—Gracias a todos por venir—dijo Uther, sonriendo de un modo que Hermione nunca antes había visto—Sin duda se estarán preguntando porqué los he hecho reunir aquí. A pesar de que vivimos en tiempos oscuros, hoy les traigo la luz… y amor—miró a Catrina con infinita dulzura, ante lo cual Arturo rodo los ojos—Me llena de una gran satisfacción informarles que las casas de Tregor y Pendragon serán unidas en el lazo más sagrado de todos.
Hermione abrió la boca, incapaz de creer lo que oía. Su hermano también contempló sorprendido a su padre, casi queriendo creer que había malinterpretado las palabras.
—Me casaré con Lady Catrina de Tregor—terminó el rey con mucho orgullo.
Anonadados pero claramente felices, muchos aplaudieron. Arturo miró a su alrededor sin poder creer que todos parecieran tan complacidos con la idea, hasta que se topó con el rostro de Hermione, quien contemplaba a la pareja con total desagrado. Al menos no era el único, se dijo, que pensaba que aquello era una completa locura.
Catrina se inclinó hacia el rey y le susurró algo al oído.
—Me casaré con Lady Catrina—añadió Uther inmediatamente—mañana.
Gaius y Merlín intercambiaron una mirada preocupada. Había que actuar con prontitud. No podían permitir que ese matrimonio se concretase. El mago dio un paso hacia atrás con disimulo y se escondió detrás de una columna, donde tenía a la vista a Catrina.
—Esta unión conlleva un nuevo amanecer para el reino, un nuevo inicio…—siguió diciendo el rey sonriente.
Merlín dejó de escucharlo y se concentró totalmente en la mujer. Sus ojos no la dejaron en ningún momento cuando comenzó a recitar el hechizo que momentos atrás había encontrado.
—Hierste thaet cicen sona…
—Y una nueva reina para todos aquí en Camelot…
Merlín notó que Catrina se ponía seria de repente.
—Hierste theaet cicen sona…—repitió.
Hermione también notó el repentino cambio de la mujer. Sus ojos se había agrandado y tenía la mandíbula tensa. Incluso vio como algo parecía moverse bajo la piel de su frente y su mejilla, como queriendo salir a la luz pero luego de que el discurso de su padre terminó, nada más sucedió. Catrina se recompuso y apresuró a que ambos se retiraran.
Cuando todos comenzaron a marcharse, ella se apresuró a seguir al galeno y a Merlín a sus cámaras.
—¡Lo siento!—exclamó el mago cuando llegaron.
—¿Hiciste el hechizo?—le preguntó ella.
—¡Pero fue inútil!
—No es tu culpa, Merlín—aseguró el galeno—Hiciste lo mejor que pudiste.
—El hechizo de revelación es magia muy poderosa. Ella lo pudo sentir—indicó el chico—Vi como lo sentía.
—Su magia debe ser muy poderosa para resistirse a ti—comentó Gaius.
Merlín se pasó la mano por el cabello con desesperación.
—¡Debemos hacer algo para detenerla!—miró a Hermione y, como si en ella obtuviera la respuesta, se giró totalmente decidido.
—¡¿A dónde vas?!—inquirió con un grito Gaius.
—A ver a Arturo—contestó sin detenerse—¡Es nuestra única esperanza!
Hermione fue tras él, sabiendo que su hermano tampoco creería tales cosas.
Merlín entró a las cámaras del príncipe y lo encontró colocándose la espada en el cinturón. Alzó la vista al ver su sirviente.
—¿Si?
Hermione llegó tras él y su hermano la miró con sospecha.
—Tengo que decirte algo…
Vio que su hermana se movía con nerviosismo detrás de Merlín y se preguntó qué estaba sucediendo.
—No va a ser fácil—siguió diciendo el mago.
—Correcto.
—Es sobre Lady Catrina.
—No estarás usando mi habitación para espiarla de nuevo, ¿Verdad?
—Oh, no—Merlín negó con la cabeza totalmente horrorizado por la idea—Créeme, vi todo lo que necesitaba ver.
—Estoy seguro de eso... —volvió a entrecerrar los ojos y miró a su hermana—¿Éste pervertido te ha estado espiando?
—¡No!—gritaron ambos al mismo tiempo, sobresaltando a Arturo.
—Bien, esto ya me está cansando. ¿De qué se trata?
Vio que Merlín y su hermana intercambiaban una mirada cómplice.
—Arturo—dijo Hermione—ella es un troll.
Eso no fue lo que esperaba oír y la simple idea lo hizo reír.
—Hermione, yo tampoco siento predilección hacia su persona pero tampoco es tan mala.
—No. Está hablando en serio—intervino su sirviente—Ella es un troll.
—Merlín, sé lo que estás intentando hacer y lo aprecio. Eres un buen amigo—dijo el príncipe—Aquí no importa si a mi hermana y a mí no nos gusta. Se trata de la felicidad de nuestro padre. Cuando anunciaron la boda hoy me di cuenta de lo mismo, que ella lo hace feliz.
—¡Él no ganó la felicidad!—exclamó Merlín—¡Sino un monstruo como esposa!
—¡Merlín está diciendo la verdad, Arturo! Ella es un troll. Un feo, grande y asqueroso—le aseguró Hermione—Ella no me agrada, es verdad, pero lo dejaría pasar por la felicidad de Uther. Sin embargo, esto va más allá. Se trata de Camelot, del reino que una troll quiere poseer…
—¿Lo has visto?—quiso saber Arturo.
—¿Qué?
—¿Has visto a la troll?—repitió.
—Yo no pero Merlín…
—¿Merlín?—había burla en su voz—Hermione, a ti te creería incluso si me dijeras que viste a nuestro padre convertido en una bestia feroz que sale por las noches a atacar a inocentes… pero, ¿A Merlín?—negó con la cabeza—Lo siento, pero no puedo.
Hermione lo miró con ferocidad.
—Eres un idiota—dio un paso hacia delante, para dejarle bien en claro que estaba hablando de él— ¡Cuando te des cuenta de la verdad que está delante de tus ojos será demasiado tarde!
—Hermione, yo no…
Ella gruño un nuevo insulto que iba dirigido para el príncipe y salió de la habitación hecha una furia. Arturo miró con molestia a su sirviente.
—¿Ves lo que logras?
—¿Yo?—inquirió totalmente desconcertado.
—¿Por qué no vas a limpiar los establos? Y será mejor que dejes llenar la cabeza de mi hermana con tonterías. Lady Catrina será la nueva reina de Camelot, te guste o no. Será mejor que vayas acostumbrándote.
Indignado, se volteó y salió de allí gruñendo entre dientes. ¿Por qué siempre que quería contar con la ayuda del príncipe él jamás le creía? Claro, entendía cuán increíble era lo que acababa de decirle pero aún así… ¿Tan poca credibilidad tenía en su palabra?
Miró a través del pasillo, buscando a Hermione, pero no la encontró. Quizás había ido nuevamente con Gaius, se dijo. Él mismo hizo ese mismo camino pero en un momento oyó un sollozo lastimero. Se detuvo de repente y oyó con atención. Allí estaba nuevamente. Alguien lloraba pero intentaba amortiguar el sonido de alguna manera. Volvió a andar y vio, a unos metros, escondido en un rincón al sirviente de Catrina. El hombre alzó la vista y al verlo sus ojos se agrandaron con horror.
—Señor Merlín—dijo y se limpió el rostro rápidamente—Lo siento.
—¿Qué sucede contigo?—preguntó con sospecha.
Jonas se le acercó con prisa y, tras mirar a su alrededor para comprobar que no había nadie más oyendo, le susurró algo que Merlín no esperó oír.
—Soy un esclavo, un prisionero…
—¿De qué estás hablando?
—Mi señora no es lo que parece—aseguró y lo señaló con sus dedos—Pero tú lo sabes…
—Te escucho.
—Ella es una cruel criatura hechizada. Me mantiene encadenado. Me hace daño—se apartó la manga de sus prendas y le mostró la piel enrojecida y lastimada de sus muñecas que parecía haber sido causado por grilletes—Es su magia. No puedo escapar de ella. Se enrosca en mi mente, al igual que se enrosca en la mente del rey.
Aquello era muy sospechoso.
—¿Por qué me estás diciendo esto?
—Puedo ayudarte.
—¿Cómo?
Quizás no todo estuviera perdido, se dijo Merlín. Quizás hubiera una oportunidad de salvar el reino y al rey mismo.
—Bajo el castillo, donde ella duerme, guarda todas sus pociones—respondió mirando nuevamente a su alrededor con nerviosismo y temor—Cada noche debe tomar una de sus pociones para transformarse de bestia a bella. Si usted puede quitárselas, ella permanecerá como bestia y tu rey no padecería bajo su encanto, creo…
—Dime, Jonas—pidió Merlín con lentitud—¿Por qué debería de creerte algo de esto?
El hombre apartó la mirada de la del mago.
—Usted debe hacer lo que cree conveniente, señor Merlín. Pero si no detiene a mi señora, por la mañana será reina.
…
Hermione había salido de las cámaras de su hermano furiosa y había caminado directamente hacia las de Lady Catrina. Podía ser que nadie le creyera pero ella no se iba a quedar de brazos cruzados viendo como esa bestia se apoderaba del reino y manipulaba a su padre a su antojo. Llegó a la puerta y golpeó sin detenerse a pensar que posiblemente lo hacía con demasiada fuerza.
Fue la misma Catrina quien abrió. Sus ojos se abrieron con sorpresa al descubrirla allí.
—Mi Lady—dijo tensa—¿Qué puedo hacer por usted?
Ella empujó la puerta e ingresó, obligando a Catrina a retroceder. Cerró la puerta detrás de sí y miró a la mujer con total seriedad.
—¿Amas a mi padre?—preguntó.
Los labios de la mujer se apretaron firmemente antes de responder.
—Discúlpeme, mi lady, pero me temo que ese no es asunto suyo.
—Oh, por el contrario, cuando una bestia repugnante como tú se acerca a mi padre y quiere controlar el reino puedo decir que es totalmente mi asunto.
La tensión en Catrina era obvia.
—¿Bestia? No creo que…
—Sé lo que eres—le aseguró dando un paso hacia adelante, obligándola a retroceder—sé lo que tramas… y no lo permitiré.
Catrina pensó que ese era el mejor momento de dejar atrás su papel. Miró a la chiquilla fastidiosa como si no fuera más que una molestia de la cual debía deshacerse.
—¿Crees que tu padre idiota te creerá?—le preguntó—Lo tengo en mi poder y no podrás hacer nada para detenerme.
—Pero yo no pienso decirle nada a Uther—le aseguró.
Catrina la contempló con desconfianza.
—¿Qué harás, entonces?
Hermione comenzó a deslizar la varita que tenía guardada dentro de la manga de su vestido, más que dispuesta a hechizarla pero la puerta se abrió de repente y el rey entró. Catrina sollozó nada más verlo y se pegó a la pared, alejándose de la princesa.
—¿Qué sucede aquí?—preguntó el rey.
—Oh, mi lord—Catrina se limpió las lágrimas falsas con rapidez—Me temo que tendremos que cancelar la boda de mañana…—sollozó nuevamente—Lady Hermione no está de acuerdo con nuestro amor. Cree que te controlo, que soy… ¡un monstruo!
El rey no tardó en mirar con molestia a su hija y Hermione se vio en un aprieto. ¡Maldita bestia manipuladora!
—Discúlpate ahora mismo—ordenó.
Si no se disculpaba ahora mismo su padre era incluso capaz de encerrarla en los calabozos pero no iba a dejarle las cosas tan fáciles. Encontraría el modo de acabar con ella.
—Lo siento—dijo y luego, sin mirar atrás, se marchó.
…
Los preparativos para la boda fueron puestos en marcha inmediatamente después del repentino anuncio. Un día para tener lista una ceremonia de tal magnitud era poco tiempo pero todo los sirvientes del castillo trabajaron duro bajo las órdenes del rey que quería que todo fuera perfecto.
—¡Buenos días!
Hermione gimió ruidosamente cuando Ingrid abrió las cortinas de la ventana para dejar que la luz del sol ingresase.
—¿Tienes que estar tan alegre?—le preguntó sin moverse de la cama.
—Por supuesto que sí. Hoy es un día especial. Se celebrará el matrimonio del rey…
—¡No me lo recuerdes!
—¿A caso no quiere que se case?—preguntó y al oírla bufar con molestia añadió—Lo siento, no es de mi incumbencia…
—La odio, Ingrid. Lady Catrina es una impostora que sólo está interesada en mi padre y su fortuna—se sentó en la cama y miró a su doncella con preocupación—Si te dijera algo casi increíble de ella, ¿Creerías que estoy loca?
—No.
—¿No?
—Desde que me han contratado para servirla, ha demostrado ser una persona sensata. Si me dice que hay algo malo con Lady Catrina, le creeré porque nunca antes ha hablado mal de ninguna persona sin tener fundamentos.
Hermione la miró agradecida por esas palabras. Le hubiese gustado que su hermano confiara en ella de igual forma.
—Terminemos con esto—murmuró molesta—Dame un vestido, cualquiera.
—Tiene que ser uno acorde a la situación.
Hermione rodó los ojos pero la dejó elegirle el vestido que creía adecuado. Luego, se sentó y dejó que la peinara antes de colocarse su corona. Como era una ceremonia sumamente importante debía llevar ese distintivo oficial.
Estaba saliendo de sus cámaras cuando se topó con Gaius. El anciano tenía la mirada preocupada.
—¿Qué sucede?—preguntó.
—Es Merlín—bajó la voz cuando se dio cuenta que Ingrid estaba aún en la habitación ordenándola—No ha aparecido en toda la noche. No sé dónde está.
Hermione sintió que el alma se le caía a los pies. La última vez que lo había visto había sido la tarde anterior, cuando habían ido a hablar con Arturo.
—¿Estás seguro que no fue con mi hermano?
—No durmió en su cama.
Intentando controlar el pánico que sentía tomó aire profundamente y lo soltó con lentitud.
—Lo encontraré—le aseguró.
Cruzó al lado del anciano y caminó, con largos pasos, por el pasillo. No tenía idea alguna de dónde se encontraba el chico ni qué le había sucedido pero debía hallarlo inmediatamente. ¿Dónde podría haber ido después de salir de las cámaras de Arturo? Ella se había encaminado hacia las cámaras de Catrina, por lo que no había ido a enfrentarla, de otro modo se habían cruzado. Aunque, ahora que lo pensaba, no había visto a Jonas allí. ¿Y si aquel ser le había tendido una trampa? ¿Y si habían averiguado que él se había dado cuenta de la verdad? Contempló con desesperación a su alrededor, buscando alguna señal, cualquier cosa.
—¡Hermione! ¿En dónde te habías metido? Te están esperando…
Giró sobre sus pies y vio a Morgana caminando con pasos presurosos.
—¿Esperando para qué?
La protegida de su padre la contempló con sorpresa.
—¿No lo recuerdas? Debes ingresar con él y Arturo para luego recibir a la futura reina.
—Ahora no puedo, Morgana, tengo que encontrar a….
—¡No puedes decir eso!—exclamó y la tomó de la mano, comenzándola a arrastrar consigo—Uther te asesinará si no estás ahí ahora mismo.
—Pero…
Morgana no le dio tiempo de protestar ni de zafarse de su agarre. La llevó hasta la cámara de tronos donde toda la corte había sido invitada. Arturo la miró con el ceño fruncido al verla.
—¿En dónde estabas?—le gruñó—Tuve que tranquilizar a nuestro padre para que no haga que toda la guardia fuera a buscarte.
Hermione no supo qué excusa darle mientras veía que Morgana los dejaba, ingresando a la cámara. Cuando las trompetas comenzaron a sonar, Uther se puso en posición y esperó que ellos dos hicieran lo mismo. Caminaron por el centro de la multitud, quienes hicieron una respetosa reverencia a medida que avanzaban. Arturo estaba serio, al contrario de su padre, quien sonreía totalmente feliz por la situación. Ella, por su parte, sólo quería salir a correr para encontrar a Merlín. Rogaba que nada malo le hubiese pasado.
Cuando se topó con la mirada de Gaius y negó suavemente con la cabeza, decepcionada consigo misma por no haber podido encontrar a Merlín. La mirada preocupada del galeno la hizo sentir peor.
Una vez que llegaron, ella y su hermano se hicieron a un lado e, inmediatamente, las trompetas volvieron a sonar, anunciando la llegada de la futura reina. Si no supiera que se trataba de una bestia admitiría que se veía hermosa. El vestido que usaba era elegante y el peinado que se había armado la hacía ver alta y delicada.
Cuando llegó al lado de Uther, éste la tomó de la mano y la llevó al lado de Geoffrey, quien era el que auspiciaría esa ceremonia.
—Señores, señoras y caballeros de Camelot—comenzó a decir el anciano—nos hemos reunido hoy aquí para celebrar el antiguo rito del matrimonio, la unión de Uther Pendragon y Lady Catrina de Tregor. ¿Es tu deseo, Uther, unirte en matrimonio a esta mujer?
—Es así—respondió el rey, contemplándola fijamente, casi sin parpadear.
Hermione se puso de puntillas y miró a su alrededor, buscando a Merlín sin encontrarlo. Su hermano la tomó del brazo y, tras lanzarle una mirada molesta, la obligó a ponerse de pie correctamente.
—¿Es tu deseo, Catrina, unirte en matrimonio a este hombre?
—Es así.
—¿Alguien tiene algo en contra?
Estuvo a punto de dar un paso hacia adelante y gritar pero la mano de Arturo seguía sosteniéndola. Le lanzó una mirada implorante pero él sólo negó con la cabeza. ¿Qué se suponía que debía hacer ahora? ¡Se sentía tan impotente! Ni siquiera podía utilizar magia para atacarla porque podría estúpidamente en peligro su propia vida. Su padre y su hermano no le creían y Merlín había desaparecido.
Como nadie dijo absolutamente nada, Geoffrey continuó con la ceremonia. Tomó una guirnalda con flores y envolvió con ellas las manos unidas de la pareja.
—Con esta guirnalda hago un nudo y, al hacerlo, unen sus manos y su corazón para toda la eternidad.
—Yo, Uther Pendragon, rey de Camelot, no voy a buscarte cambiar de ningún modo. Yo te respeto como me respeto a mí mismo…
Hermione no lo soportó más. Se desprendió del agarre de su hermano con brusquedad y, a pesar de sus protestas, salió por la parte de atrás. Muchos la miraron con desconcierto, otros con clara molestia porque creían que era una falta de respeto de su parte, pero no hizo caso a ninguno de ellos. Los guardias de la puerta la miraron sin saber que hacer pero, ante su determinación, terminaron abriéndoselas para luego volver a cerrarlas nada más salir.
Y fue ahí cuando encontró a Merlín.
El mago estaba siendo elevado unos centímetros del suelo, sostenido de su cuello por Jonas. Hermione sacó su varita y apuntó pero justo en ese instante Merlín pegó una patada al pecho del hombre y éste lo soltó de inmediato.
—¡Desmaius!
Hermione no perdió el tiempo en atacarlo. El cuero de Jonas fue expulsado hacia atrás con fuerza, haciéndolo chocar contra la pared de atrás, quedando inconsciente.
Sin perder el tiempo, corrió hacia el mago, ayudándolo a ponerse de pié. Merlín, mientras intentaba recuperar el aliento, caminó hacia las grandes puertas de la sala de tronos, sin soltar la mano de Hermione. Abrieron la puerta pero nada más hacerlo todos rompieron en aplausos, viendo como los novios se besaban, dando por finalizada la ceremonia.
Habían llegado demasiado tarde.
Catrina se apartó de Uther y miró sonriente a su alrededor pero cuando sus ojos se toparon con Merlín y Hermione, se puso repentinamente seria. Su intento de deshacerse de ese mago de cuarta había fracasado y ahora, además, debía idear algo para alejar a la princesa de sus asuntos.
Sin embargo, se había casado con Uther y era la nueva reina.
Volvió a sonreír, orgullosa de su logro.
Muy pronto todo lo que la rodeaba sería completamente suyo.
Adelanto del capítulo siguiente:
—Mi señor, no quiero acusar a nadie de este desafortunado incidente pero, ¿Lady Hermione no estará involucrada?
—¿Disculpa?—inquirió Arturo, viéndola con los ojos abiertos como platos.
—¿Por qué dices eso?—preguntó Uther con el ceño fruncido—¿Por qué crees que mi hija está implicada en el escape de Merlín?
—Bueno…—ella miró repentinamente con cierta timidez—Sé cómo es el amor joven…
—¿Amor?—Uther se tensó.
