Capítulo 3. Iniciando el camino.

Genzo invitó a Taro y a Rika a pasar la noche con ellos en la mansión Wakabayashi inglesa. Por la noche, a la hora de la cena, Rika y Taro vieron a los otros tres hombres de la familia: el señor Akira, el padre, el hombre del cual habían heredado los demás esos ojos profundos y esa mirada cautivadora. Aun cuando Akira ya tenía canas en el cabello y en el bigote, antes de la muerte de su hija menor aun se veía joven; en esos momentos parecía haber envejecido varias décadas. El hombre saludó a los amigos de su hijo y les agradeció el apoyo.

- Voy a quedarme con tu madre.- dijo Akira a Genzo.- Ella no se siente bien y no quiero dejarla sola.

- Lo sé.- asintió Genzo.

Akira, antes de marcharse, le dirigió a Lily una mirada que para Genzo fue algo así como una especie de señal. La chica solo asintió levemente con la cabeza. El siguiente en bajar fue Kenji, el que le seguía a Genzo en edad. Él era el más alegre de la familia, aunque en esos momentos su humor era tan negro como el del suéter que traía puesto. Kenji contestó apenas con un movimiento de cabeza a las presentaciones que Genzo hizo de Rika y Taro. Touya bajó después, hablando por su teléfono celular y apenas y miró a los demás.

- ¿No puedes dejar eso por un momento?.- preguntó Genzo, ácidamente.- Hana no tiene ni medio día de muerta y tú ya estás haciendo negocios como si de eso dependiera la vida.

- La vida sigue su curso.- replicó Touya, igual de agrio.- Lamento mucho lo de Hana, pero no me servirá de nada el quedarme sin hacer nada, llorando por los rincones.

Genzo y Touya se miraron retadoramente, mientras Kenji los miraba moviendo la cabeza de un lado a otro.

- Ya, no sé por qué pelean.- intervino Kenji.- Si de cualquier manera todos terminaremos bien muertos.

Se hizo un silencio absoluto. Hasta Lily, que rara vez se impresionaba, se quedó muda.

- ¿Por qué dices eso?.- preguntó Genzo, manteniendo la calma.

- Porque si a Hana la mataron fue por algo.- dijo Kenji.- No fue un atentado al azar, por alguna razón tenemos a las agentes de las alas de no se quién cuidándonos las espaldas, lo que significa que nuestro padre tiene la creencia de que nosotros no tardaremos en hacerle compañía a Hana en el más allá.

Lo dicho, Kenji Wakabayashi tenía un humor de lo más negro. Para fortuna de todos, James, el mayordomo, llegó anunciando en ese momento que la cena estaba servida. Taro suspiró aliviado, era cierto que deseaba apoyar a Genzo pero el soportar el humor negro de la familia de Wakabayashi era algo extremo...

Rika expresó sus deseos de lavarse las manos y Lily dijo que deseaba hacer lo mismo. En el tocador, Rika miró a Lily con cierta tristeza.

- La tienes difícil.- comentó Rika.- Mira que tener que aguantarlos a todos...

- He tenido casos peores.- replicó Lily.- Esto no es nada.

- Bueno, Genzo no es desagradable.- dijo Rika.- Pero Touya y Kenji... Bueno, ya los conociste.

- Están pasando por un periodo de duelo.- los defendió Lily.- Todos se ponen así en un momento.

- ¿También tú?.- preguntó Rika, a quemarropa.

Lily, sin responder, se secó las manos.

- Lo sé, es tema prohibido.- suspiró Rika.- Aunque no sé por qué. Eres la única de nosotras que se ha negado a hablar sobre eso.

- Haydee ya hizo contacto.- dijo Lily, sin hacer caso.- Espero que Katya no tarde.

Rika no insistió. Sabía que era poco menos que imposible el hacer que Lily hablara de su pasado...

- Y recuerda la principal regla.- dijo Lily, antes de salir del baño.- Tú y yo no nos conocemos.

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Era el momento, Sanae ya no podía seguir ocultándolo. Tsubasa ya había obtenido el permiso del Barcelona para viajar a Inglaterra a visitar a Genzo. Él estaba preocupado y no era para menos, uno de sus mejores amigos podía estar en peligro de muerte, según lo que el propio Genzo había dicho. Tsubasa no sabía que él también estaba en peligro inminente...

- ¿Sabes, Sanae? Todo esto me parece una locura.- le comentó Tsubasa a su esposa.- No puedo creer que en verdad Genzo esté amenazado de muerte.

- ¿Cómo sabes eso?.- Sanae dio un respingo.

- El propio Genzo me lo comentó.- respondió Tsubasa.- Al parecer, su padre le dijo que la muerte de su hermana no fue accidental... No puedo creerlo, en verdad que no. Uno de mis mejores amigos podría morir en cualquier momento, asesinado por gente que no sabemos de dónde puede salir y atacar.

Sanae supo que era el momento de decir la verdad.

- Tsubasa, hay algo que te quiero decir.- dijo Sanae, mirando por la ventana.- Es una confesión muy importante.

- ¿Qué sucede?.- Tsubasa se puso más serio aun.

- Mira, la verdad es que... .- Sanae respiró profundamente varias veces.- Yo no soy quien tú crees que soy...

- ¿Qué tratas de decir?

- Mira, sí soy Sanae Nakazawa, la niña que ha estado enamorada de ti desde que te conoció pero... También soy una guerrera. Pertenezco a las Alas Guerreras, y mi misión en este mundo es protegerte.

Tsubasa miró a Sanae por algunos momentos, y después se echó a reír.

- ¿Qué clase de broma es esta?.- preguntó Tsubasa.- ¿Por qué me dices eso en estos momentos?

- No es ninguna broma.- negó Sanae.- Mira, sé que es difícil de creer pero... Cuando te fuiste a Brasil, una persona me contactó. Me dijo que yo había sido elegida, desde mi nacimiento, para ser uno de los Ángeles Guardianes y que debía estar esperando por tu regreso...

- ¿Qué cosa?.- Tsubasa, por supuesto, no entendió.- ¿Ángeles Guardianes? ¿De qué se trata todo esto?

- Es algo que ni yo misma he terminado de comprender.- suspiró Sanae.- Solo sé que el futuro de este mundo depende de que yo evite que alguien te arranque la vida.

- ¿A mí?.- se sorprendió Tsubasa.- ¿Por qué alguien querría matarme? ¿Y quién querría hacerlo?

- Las mismas personas que mataron a Hana.- respondió Sanae.- Los mismos que están detrás de Genzo. Y de Taro. Y de varios más...

Muy bien. Eso era demasiado. O Sanae se había tomado demasiado jugo V8 o él estaba en un sueño...

Pero muy en el fondo de su ser, Tsubasa sabía que todo lo que Sanae le decía era cierto. Era como si siempre lo hubiese sentido, como si siempre lo hubiese llevado marcado en la piel. Era algo que no se podía explicar, que no se podía entender...

- Sé que hay muchas cosas que aun no entiendes.- dijo Sanae.- Y ya te las explicaré yo en su debido momento, cuando reciba la orden de hacerlo. Por ahora, lo que debemos hacer cuanto antes es irnos a Inglaterra.

- ¿Estás segura?.- cuestionó Tsubasa.- ¿No será más peligroso ir al sitio en donde mataron a la hermana de Genzo?

- No.- negó Sanae.- Debemos ir allá porque es en donde se encuentra nuestro destino.

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Ken contemplaba la luz de las llamas que tenía frente de sí. Aun no terminaba de entrarle completamente la muerte de Hana en su cerebro, mucho menos toda la información que esa señorita había acabado de decirle... ¿Cómo se llamaba? Haydee Solo-Mizuno, sí, ése era su nombre...

Hasta eso, Haydee había sido muy compresiva. Había escuchado por más de cuarenta minutos el llanto de rabia y dolor que Ken soltó por la muerte de su prometida, sin hacer ni decir absolutamente ni una sola palabra, ni un gesto, ni una seña.

- Lo siento.- dijo Ken, después de un rato.- Es solo que esto no es nada fácil para mí.

- No es fácil para nadie, créame.- replicó Haydee.- A todos nos cuesta trabajo el acostumbrarse a no ver a esa persona que tanto se quiso alguna vez.

Con estas palabras, Ken se sintió misteriosamente mejor. Haydee era una persona que tenía la habilidad de calmar el dolor...

- Sé que éste no es el momento.- dijo Haydee.- Sé que ahora está pasando por un momento difícil. Pero debo decirle lo que tengo que decirle.

- ¿Sobre eso de que está aquí para protegerme?.- preguntó Ken.- No entiendo eso. ¿Por qué habría la necesidad de protegerme?

- Es algo complicado de entender. Y de explicar.- respondió Haydee.- Aun no está preparado para saberlo.

- Entonces, solo debo saber que estoy en peligro y que usted me va a proteger.- Ken la miró con escepticismo.

- Sí. ¿Qué problema hay con eso?

- Que, sin ofender, pero dudo mucho que una chica pueda protegerme a mí.- dijo Ken.- Practico kárate, no necesito que nadie me cuide.

- Necesitará mucho más que el kárate para defenderse de lo que lo amenaza, señor Wakashimazu.- replicó Haydee.- Créame.

Ken se había quedado callado por varios minutos, ya que algo en la mirada de los ojos de la chica lo hicieron sentir que ella le decía la verdad.

- Solo dígame una cosa, por favor.- pidió Ken.- ¿Lo que me amenaza a mí, es lo mismo que mató a Hana?

Haydee no estaba autorizada para decir una información así, pero no se pudo negar.

- Sí.- asintió ella, en un susurro.

Ken volvió a quedarse callado. Había otra pregunta que deseaba formular, pero no sabía si obtendría respuesta.

- Dígame otra cosa.- pidió él.- ¿Usted y Hana se conocían?

Otra respuesta que Haydee no estaba autorizada para contestar, pero que tampoco se pudo negar a responder.

- Sí.- asintió Haydee.- Pero no me pregunte de dónde, porque no se lo puedo decir.

Y eso había sido todo. Ken se había quedado contemplando el fuego que crepitaba en la chimenea. Haydee y él se encontraban en una cabaña localizada a las afueras de Londres, la cabaña que Ken había rentado para pasar unos días sufriendo su duelo en Inglaterra. Hana había sido más que su novia, había sido su mejor amiga... Y ahora que Ken lo pensaba, parecía ser que ella ya presentía su muerte...

La última vez que ellos estuvieron juntos, Hana estuvo particularmente seria y distante. Ken le preguntó miles de veces, pero ella respondía con evasivas.

- Estoy bien.- había dicho Hana.- Es solo que... Son muchas cosas...

- Pues empieza a decírmelas.- replicó Ken.- Soy todo oídos.

- No tiene caso.- negó Hana.- Son solo cosas sin importancia.

- No son tan "sin importancia" si estás tan preocupada.- replicó Ken.

Hana había sonreído con tristeza.

- Podré con esto.- dijo ella.- No te preocupes. Aun no sabemos cuál de todas será la elegida.

- ¿De qué hablas?.- Ken se asustó un poco.- ¿La elegida?

- No te preocupes.- ella no dejó de sonreír.- Ya te enterarás de todo a su debido tiempo.

- ¿Enterarme de qué?

Hana no dijo nada, solo mantuvo en su rostro esa permanente sonrisa.

- Solo espero que, pase lo que pase, suceda lo que suceda, quiero que recuerdes que yo te amé como a nadie.- dijo Hana, en un susurro.- Y quiero, por favor, que me prometas que si yo me voy, tú vas a volver a buscar el amor...

- Ahora sí que me asustaste.- confesó Ken.- ¿Estás despidiéndote?

- Solo por si acaso.- fue la respuesta de ella.

Ken recordaba esa última charla y fue cuando comprendió que Hana ya esperaba su muerte. Y ahora que Haydee había llegado para decirle que lo protegería y que había algo o alguien que había matado a Hana y que probablemente podría matarlo a él, las cosas comenzaban a tener un poco más de sentido... Pero no era suficiente...

Haydee llegó con un vaso de chocolate caliente para él. Ken lo tomó y se lo agradeció con una sonrisa. La chica se sentó a un lado de él, con otro vaso de bebida en la mano.

- No tienes que hacerme compañía.- dijo Ken.- No estoy del mejor humor.

- Lo sé.- dijo Haydee, sonriendo.- Pero no creo que te haga bien el estar solo.

Ken se lo agradeció con una sonrisa del corazón.

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Kazuki Sorimachi, como lo llamaban sus amigos más cercanos, no se esperaba la visita de ese ángel de alas negras. Katya estaba ahí, y estaba por él, como se lo había dicho alguna vez. En aquel momento, cuando Katya se lo dijo, Kazuki se había echado a reír.

- Por favor.- había dicho él.- ¿Protegerme a mí? ¿De qué? ¿De las locas fans del capitán Hyuga?

- No.- había respondido Katya, imperturbable.- Kojiro Hyuga tendrá su propio Ángel Guardián.

- Sí, claro.- se burló Kazuki.- Ya veo. Somos tan importantes para el Futuro de la Humanidad que tendremos a ángeles protegiéndonos.

- Aunque te burles, es cierto.- replicó Katya.

- Claro, claro. ¿Y cómo salvaremos al mundo? ¿Con un partido de fútbol en donde nuestros goles milagrosos de media cancha salvarán a la humanidad?

Katya suspiró. Estaba prohibido que se les avisara a los protegidos sobre lo que iba a ocurrir, pero Katya nunca había seguido las reglas. Para empezar, ni siquiera debió haber contactado a Sorimachi antes de tiempo. Y cuando Katya tuvo que marcharse a Europa, Kazuki confirmó su teoría de que su amiga estaba gastándole una broma.

Y sin embargo, ahora Katya había regresado, repitiendo la misma historia que ella le había dicho años atrás: que era un Ángel Guardián y que estaba ahí para protegerlo.

- Otra vez con lo mismo.- suspiró Kazuki, mirando a Katya fijamente después de tantos años de no verla.- ¿No te has cansado de la misma broma?

- No es una broma.- replicó Katya.- Nunca lo fue.

La diferencia entre esta ocasión y la anterior fue que en esta vez, Sorimachi supo que ella estaba diciendo la verdad.

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La cena había transcurrido en silencio. Lily buscó a Genzo y lo encontró en la sala, mirando hacía el vacío. La chica caminó con cuidado, temiendo romper el efecto, y con cuidado se sentó en un sillón enfrente del de él.

- Hana me dijo que quería que yo fuera su padrino de boda.- comentó Genzo, sin mirar a Lily.- Me dijo que tanto ella como Wakashimazu tenían muchos amigos, pero ella quería que yo estuviese ahí, en primera fila...

- Era una chica excepcional.- murmuró Lily.- Llena de energía y optimismo.

- ¿La conociste?.- quiso saber Genzo.

- Tan bien como tú.- asintió Lily.- Yo también la voy a extrañar.

- ¿Por qué pasó esto?.- preguntó él, dolido.- ¿Quién pudo atreverse a hacerle daño a ella? ¡Era tan solo una mujer que deseaba triunfar en la vida!

Lily supo que Genzo no estaba listo para conocer la verdad sobre su hermana. Una verdad que explicaría su muerte, más no su destino... La chica se levantó del sillón y se sentó junto al muchacho.

- De verdad, lo lamento mucho.- Lily hizo que Genzo la mirara a los ojos.- Sé que ahora es imposible, pero debes mantener la esperanza. Puedes estar seguro de que la muerte de Hana no será en vano.

Genzo no supo por qué, pero esos ojos del color del chocolate derretido lo hipnotizaron. Sin saber por qué, él la abrazó con fuerza. Lily hizo que Genzo recargara la cabeza en su hombro, al tiempo que él derramaba las lágrimas que había estado conteniendo.

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A Lilith y a Arwen mis infinitas gracias, porque su confianza en mí me hicieron recuperar mi Fe…