Capítulo 9. Alas negras.

Si éste fuera tu último día sobre la Tierra... ¿Cómo te gustaría pasarlo?

Era la pregunta que Genzo se formulaba. Era el segundo funeral al que asistía en menos de diez días. La Selección Japonesa en pleno se encontraba ahí: todos habían ido a presentarle sus últimos respetos a Sawada.

Kojiro, Ken y Kazuki (las tres "K") eran los más afectados, por supuesto, ya que ellos eran los mejores amigos de Takeshi. A su vez, Suien, Haydee y Katya eran las más afectadas... Y no era para menos, los sentimientos de los Ángeles se conectan estrechamente a los de los Protegidos y su dolor era uno mismo... Pero Katya era la que peor estaba, sin dudarlo. Sus ojos tenían profundas ojeras, sus labios estaban blancos y ella estaba más pálida que un fantasma.

Por supuesto, Katya ni loca diría lo ocurrido con Takeshi. Solo Anya había estado presente y no había más testigos. Katya sabía que no debía mentirle a sus compañeras, pero temía la reacción de ellas... Y la suya propia.

Lily había asistido a muchísimos funerales, pero aun así nunca se acostumbraría. Nadie podría acostumbrarse al dolor, al olor de la muerte, a la caja fúnebre bajando a tierra, al llanto de los dolientes... Genzo, instintivamente, le tomó la mano, y Lily se la apretó. Ella pudo sentir lo que él pensaba, lo que él sentía, pero en vez de aumentar su tristeza, pasó todo lo contrario... Ambos se sintieron mejor con ese simple contacto físico.

Hyuga no lo entendía: ¿Por qué Sawada? ¿Por qué él? Era un buen muchacho. ¡Nunca había hecho ningún daño! Kojiro estaba dolido, enojado, furioso. Su mejor amigo había muerto, y quizás había sido por toda esa tontería de las Alas Guerreras. Él no tuvo palabras para describir lo que experimentó cuando la tierra comenzó a cubrir el ataúd. Solo sabía que su amigo se había ido, dejando en su lugar un enorme vacío que sería ocupado por el dolor y la furia.

- ¿Por qué?.- preguntó Kojiro en voz baja.

Todos se habían marchado, solo los Ángeles y los Protegidos se encontraban ahí. Suien y Kojiro eran los únicos que estaban parados frente a la tumba.

- No lo sé.- respondió Suien, con sinceridad.

- ¿Él también era un Protegido?.- quiso saber Hyuga.

- No.- negó Suien.- Solo son seis los Protegidos, y Sawada no era uno de ellos.

Kojiro no dijo nada. Temía preguntar.

- ¿Qué posibilidades hay de que... de que él haya sido matado por... los otros?.- preguntó él, al fin.

- Yo creo que al menos un 99 por ciento de posibilidades.- musitó Suien.- Una de las estrategias de los Demonios es acabar con los amigos y parientes de los Protegidos para así minar su Fe en el Futuro...

- ¿Y no pudieron evitarlo?.- gritó Hyuga, furioso.- ¿No pudieron haber hecho algo para impedir que esto pasara?

- No sabemos la manera en como van a actuar ellas.- defendió Suien.- Además, nuestro deber es protegerlos a ustedes, únicamente...

- ¿Y de qué nos sirve que nosotros estemos con vida si la gente a la que amamos va a morir?.- replicó Hyuga, aun gritando.

Suien ya no pudo decir nada. Ella estaba sintiendo toda la rabia y todo el dolor de Kojiro y esos sentimientos no le permitieron decir nada... Lily soltó la mano de Genzo y caminó hacia la pareja que estaba delante de ellos.

- Nosotras, los Ángeles Guardianes, no podemos proteger a nadie más que a ustedes.- explicó Lily, con suavidad.- Pero otros agentes de las Alas Guerreras pueden proteger a sus familiares y amigos más cercanos.

- ¿Hay más agentes de las Alas Guerreras?.- preguntó Taro, sorprendido.- Creí que eran solo ustedes seis.

- Las Alas Guerreras es una organización muy grande, respaldada por la ONU.- aclaró Lily.- Contamos con muchos agentes y con mucho apoyo, aunque los Ángeles Guardianes somos solo seis.

- Nos sentiríamos mejor y un poco más tranquilos si supiéramos que la gente que amamos está protegida.- comentó Tsubasa.- Creo que todos pensamos lo mismo.

Ken, Taro, Genzo, Kazuki y Kojiro asintieron con la cabeza. Lily sonrió.

- Eso se puede arreglar con un par de llamadas.- dijo Lily.- Y les ofrezco una disculpa a todos, debimos haber pensado en esto desde un principio. Acepto la responsabilidad.

Katya estuvo a punto de decir que la culpa había sido de ella. Pero algo en su interior la detuvo. Una parte de ella que quizás no conocía pero que estaba al acecho, esperando el momento justo para atacar...

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Nella observaba, aburrida, la salida de los dolientes del funeral de Sawada. Ella solo estaba interesada en un hombre, un hombre que sería suyo en un dos por tres...

Ella llevaba su largo cabello negro y rizado suelto sobre la espalda, e iba vestida completamente de negro, como todos los Demonios, con excepción de Anya, que siempre iba vestida de rojo, la muy payasa.

De repente, Nella los vio. Kojiro iba caminando con la cabeza alta, pero con los ojos cubiertos por gafas oscuras. Suien iba a su lado, manteniendo su mismo paso.

Suien sintió el peligro en sus huesos, como un ramalazo de dolor. Levantó la mirada justo en el momento en que Nella aparecía y la golpeaba en la cabeza. Suien cayó. Kojiro no tuvo tiempo de reaccionar cuando sintió que la mujer lo había acorralado contra una barda.

- Hola, muñeco- dijo Nella, con voz provocativa.- Te estaba esperando. Moría por conocerte, ¿tú no?

- ¿Quién eres?.- preguntó Hyuga, aunque ya se lo sospechaba.

- Soy tu Demonio, mi amor.- sonrió Nella.- Tu Demonio español. Me llamo Nella. ¿No crees que soy hermosa?

- Vaya pregunta que haces.- replicó Kojiro.- ¿Realmente crees que me va a interesar eso?

- Mala respuesta.- gruñó Nella, muy seria.- En castigo, tendrás que darme un beso.

Antes de que Kojiro pudiese reaccionar, Nella lo besó con intensidad. La repugnancia que Hyuga sintió al contacto de esos labios fríos hicieron a Suien reaccionar. Lo siguiente que Nella sintió fue que una fuerza poderosa la separaba de Kojiro y la lanzaba hacia atrás. Nella cayó, golpeándose con un árbol.

- No pienses que te va a salir tan fácil.- gruñó Suien, poniendo en guardia.

- ¡Qué aburrido!.- bufó Nella, incorporándose.- Pero supongo que tengo que hacerte pagar por lo que me acabas de hacer.

Nella intentó atacar a Suien, pero ella esquivó el golpe y se lo regresó. Algo golpeó a Nella en el estómago con una fuerza sorprendente. Kojiro quiso meterse, pero Suien le lanzó algo que le impedía acercarse a las chicas que peleaban por él. En algún momento, Nella aprovechó un descuido de Suien y atacó a Kojiro, pero Suien alcanzó a desviar el ataque. Ella tocó por unos segundos a Hyuga, y él se sorprendió mucho al sentir la enorme y extraña energía que ella despedía...

Pero para sorpresas, eso se quedaría corto. El resto de los Ángeles llegaron y se dieron cuenta de lo que ocurría. Lily, Rika, Sanae y Haydee se apresuraron a atacar a Nella. Katya se quedó atrás, protegiendo al resto.

- Ah, así no se vale.- protestó Nella.- No es divertido si me atacan cinco al mismo tiempo, me puedo arruinar el peinado.

Nella dio un salto, y los presentes se quedaron con la boca abierta cuando vieron que de la espalda de la chica salían unas enormes y lúgubres alas negras, con las cuales Nella emprendía el vuelo.

- Si será estúpida.- comentó Lily.- Miren que delatarse de esa manera.

Genzo, Ken, Kojiro, Tsubasa, Taro y Kazuki ya no sabían qué pensar. Lo que acababan de ver los había llevado al extremo.

Nella voló hasta que se encontró muy lejos y se posó sobre la azotea de una casa abandonada. Ella agitó las alas, al tiempo que Isabel y Natalie se acercaban a ella.

- Anya te va a poner una buena.- le advirtió Isabel.- Sabes que está prohibido que utilicemos nuestras alas a menos que sea absolutamente necesario.

- Las Cinco Bobas iban a atacarme todas juntas.- replicó Nella, escondiendo sus alas.- ¿Qué esperaban, que me quedara ahí a que me hicieran picadillo? ¡Ni loca!

- ¿No que tú puedes solita contra todas ellas?.- se burló Natalie.

- Yo dije que podía contra Suien, no contra todas las demás.- gruñó Nella.- Ustedes bien pudieron ir a ayudarme con Rika y Sanae.

- Te dijimos que era una idea estúpida el intentar atacar estando las Ángeles juntas.- replicó Isabel.- Si queremos actuar, debe ser por separado.

- Isa, mejor cállate.- gruñó Nella.- Que al menos yo ya intenté hacer algo, no como tú, que me la paso suspirando por Tsubasa por los rincones, viendo sus fotografías.

- Ahí sí te agarró, Isa.- musitó Natalie.

Los ojos oscuros de Isa relampaguearon, pero en vez de decir algo, comenzó a andar y bajó de la azotea. Natalie le reprochó a Nella con la mirada.

- Sabes que no debes provocarla.- recriminó Natalie.

- Yo no le tengo miedo a ninguna de ustedes.- replicó Nella.- Ni siquiera a Anya, y eso que es la más fuerte de todas.

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Frío, hacía mucho frío...

Las estrellas titilaban, muy arriba, muy lejos de ellos, muy indiferentes a todas las horribles cosas que acababan de suceder... Ella sabía que a esas alturas era la única sobreviviente... Y tenía que seguir manteniendo la calma si quería ser una superviviente... ¿Pero cómo podría mantener la calma una muchacha de 15 años a la que le fue arrebatada la paz y la inocencia de una manera tan cruel?

Elliot ya no se movía. Había dejado de respirar un tiempo atrás y su corazón había dejado de latir también, como era obvio. Y sin embargo, ella lo seguía abrazando, al tiempo que rezaba por poder salir de aquella pesadilla...

El frío arreció y el cuerpo de Elliot comenzaba a ponerse más y más helado conforme pasaban las horas... Ella sintió que el cansancio, el sueño y el hambre hacían presa de ella. no podía seguir con los ojos abiertos, a pesar de sus constantes esfuerzos... Antes de que ella cayera en la inconsciencia escuchó en sus oídos las últimas palabras que Elliot le había dicho antes de morir...

"Sigue peleando hasta el final... Nunca te dejes vencer... Hazlo por mí...".

- Vaya que tus sueños son repetitivos.- comentó Genzo, cuando Lily abrió los ojos.

Se encontraban en la sala de la mansión Wakabayashi inglesa, ella se había quedado dormida en el sofá, después de llamar a las Alas Guerreras y pedirles que enviaran guardianes para proteger a los familiares de Ken, Genzo, Kazuki, Kojiro, Taro y Tsubasa. Lily sentía esa punzada de dolor en las sienes que siempre tenía cada vez que despertaba de un sueño como el que había tenido.

- Llorabas en tu sueño.- comentó Genzo.- No creo que hayas soñado algo bonito.

- No recuerdo qué soñé.- mintió Lily, secándose sorprendida las lágrimas que mojaban sus mejillas.

- ¿Por qué no me cuentas qué es lo que te pasa?.- preguntó Genzo.- He hablado con Misaki. Él y su Ángel son muy amigos, se cuentan todo.

- No se puede esperar menos del Ángel de la Amistad.- sonrió Lily.- No me sorprende viniendo de Rila.

- ¿El Ángel de la Amistad?.- se sorprendió Genzo.

- Sí, todos los Ángeles tenemos una capacidad especial.- asintió Lily.- La de Rika es la de la Amistad, por eso ella y Taro se llevan tan bien.

- Ya veo.- Genzo quiso preguntar algo, pero sabía que Lily no le respondería. Ya comenzaba a conocerla un poco mejor.- Entonces no tengo esperanza de que me digas qué es lo que te pasa.

- La Esperanza es lo último que se pierde.- sonrió Lily, enigmáticamente.- Algun día te lo diré. Cree en mí. Pero no ahora, no estoy preparada.

- Ya veo.- suspiró Genzo.- Es algo que se relaciona con tu pasado, ¿no es así?

Lily solo asintió con la cabeza. El pasado, el que seguía interponiéndose en su rpesente y el que estaba por arruinarle el futuro...

- Quisiera preguntarte algo.- pidió Genzo.- ¿Qué fue eso que... eso que le salió a la chica que atacó a Hyuga?

- ¿Nella?.- Lily ya se esperaba esa pregunta, todos los protegidos la harían.- Lo que viste, fueron sus alas.

- ¿Alas?.- Genzo estaba incrédulo.- ¿Hablas de alas reales, con plumas y todo?

- Con plumas y todo.- asintió Lily.- Todos los Demonios las tienen, y son negras.

- Oye, pero... .- Genzo recordó algo.- Mira, tan tonto no soy. He hecho algunas conexiones, en base a lo que tú me has dicho y a lo que Anya me dijo en su momento. Ella es mi Demonio e intenta matarme, así como tú estás intentando protegerme.

- Exactamente.- asintió Lily.

- Pues bien, si Anya es mi Demonio, y dices que todos ellos tienen alas negras, pues entonces ella también debería de tener algunas, ¿no?

- Exactamente.

- Pero... Bueno, es que yo he visto a Anya des... Bueno, yo la vi y me consta que no tiene ningún par de alas.- Genzo se puso algo nervioso.

- Es que las alas no están de manera permanente.- rió Lily, ante el nerviosismo de Genzo.- Solo aparecen cuando nosotras queremos.

- ¿Ustedes?.- Genzo ya se lo esperaba, pero aun así se sorprendió.- ¿O sea que los Ángeles también tienen alas?

- Por supuesto, ¿qué esperabas?.- rió Lily.- Nada más que las nuestras son blancas. Difícil de adivinar, ¿no?

Genzo rió con la broma, y súbitamente se imaginó a Lily desnuda, cubierta tan solo por un hermoso par de alas blancas... Más rojo que su gorra, Genzo carraspeó y desvió la mirada, preguntándose si Lily también podía leerle el pensamiento.

- Bueno, creo que todas las Ángeles tenemos las alas blancas, pero no estoy segura.- dijo Lily, quien no se dio cuenta de la reacción de Genzo.

- ¿Crees?

- Es que no he visto las alas de Katya.- explicó Lily.- Se ha negado a mostrarlas, pero como ella es un Ángel, supongo que también tiene las alas blancas.

Lily se levantó, pero se sintió súbitamente mareada y tropezó. Genzo la alcanzó a sostener, y sus caras quedaron muy cerca. Genzo volvió a mirar aquellos ojos negros, tan llenos de calidez y de esperanza, y él se preguntó cómo rayos había podido pensar que amaba los fríos ojos de Anya, si ahora que miraba los de Lily se daba cuenta de lo que era en realidad el Amor...

Lily lo sintió. No por nada sus sentimientos estaban conectados a los de Genzo, pero aparte de eso experimentó un sentimiento que ella ya había experimentado antes, pero nunca con tanta fuerza...

Genzo y Lily se besaron. Él nunca había sentido algo así, era como si la Esperanza entrara en todo su ser y lo llenara de una Fe renovada... Y Lily sintió que sus alas se hacían más fuertes...

Ellos se separaron, y Lily bajó la vista con timidez.

- Tenía años de no besar a nadie.- murmuró ella.

- Y yo nunca había besado a un Ángel.- susurró Genzo, acariciando la mejilla de Lily.

- ¡Qué escena tan linda!.- gritó una airada voz femenina, detrás de ellos.- Lástima que tenga que interrumpirla.

Lily y Genzo voltearon y vieron a Anya mirándolos con una enorme rabia en sus ojos negros.

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Cualquier parecido con otras historias es solo coincidencia. Dios, he perdido la cabeza...