- CAPÍTULO 4 -
La Primavera, la sangre altera
En ese momento, mientras Jarri seguía contemplándose a sí mismo en el trozo de espejo roto1, en el cuarto de baño de la escombrera anteriormente conocida como Hogwart´s Bollos, sucedió algo que hizo pensar a nuestro héroe que acababa de introducirse en el organismo una dosis demasiado elevada de sustancias psicotrópicas. Observó cómo su rostro, antes bastante normalito2, empalidecía progresivamente hasta volverse de un color blanco tiza bastante malsano. Sus rasgos se alargaron hasta hacerlo parecer un cuadro del Greco3, su nariz, por el contrario, encogió hasta desaparecer por completo, quedando sólo los agujeros y algún que otro moquillo despistao, y sus ojos, de color verde brillante, enrojecieron hasta quedar completamente... rojos, claro. Vamos, que se le convirtió la jeta en el careto del Voldemort, que, dicho sea de paso, ya debía estar aproximadamente en Katmandú.
- Ooops - exclamó Jarri, mirándose con interés -. Creo que me he pasado con la Marijuana.
- Me da - dijo Dumbledore desde detrás de Jarri, pegándole un susto morrocotudo -, que Voldemort tampoco se ha muerto demasiado, si es capaz de hacerte eso...
- ¿Hacerme qué? - preguntó Jarri sin demasiado interés, todavía mirándose la nueva cara desde ángulos diferentes.
- Pues... eso... - dijo Dumbledore, inseguro, señalado el espejo -. O sea, quiero decir, pues meterse en tu mente y eso...
- No veo por qué dices que se me ha metido en la mente - dijo Jarri -. Lo único que sé es que me ha cambiado la cara. Igual es para ver si logra pasar por la frontera sin que le detengan...
- El caso - dijo Dumbledore, con el ceño fruncido -, es que no está muerto él tampoco.
- Pues menudo fiasco de Maldición Imperdonable, ni me mata a mí ni lo mata a él... - dijo Jarri con una sonrisa divertida.
Dumbledore pareció crecer treinta centímetros en un nanosegundo, al erguirse frente a Jarri con cara de pocos amigos.
- ¡Alégrate de tu buena suerte! - dijo con voz profunda y expresión de sacerdote de secta apocalíptica4.
- Será que la maldición ya no está en garantía, claro, tantos años... - continuó Jarri, sin hacerle ni caso.
- ¡Se te ha dado una nueva oportunidad! - siguió Dumbledore con voz cada vez más profunda.
- Lo bueno - dijo Jarri para sí, mientras se observaba en el espejo cual madrastra de cuento - es que con esta cara ya no tengo ni rayo ni código de barras...
- ¡Debes liberarte de la posesión demoníaca de Voldemooooort! - exclamó Dumbledore, señalando la jeta de Jarri con mano temblorosa y la baba colgando de la comisura de su boca.
Jarri, con expresión de fastidio, dejó caer el espejo, que se hizo añicos5, y se volvió hacia Dumbledore con cara de pocos amigos.
- ¡¿Pero te quieres callar ya, puo coazo de viejo! ¡Cada vez que te hago caso la cago, así que déjame en paz de una pua vez!
Dumbledore menguó y lo miró con expresión dolorida.
- Eres injusto, César Augusto.
- ¡Me toca los hueos! - exclamó, cabreadisisisisisisisisísimo, y salió de lo que quedaba del cuarto de baño hecho una furia.
En la sala principal del local, Fred y George Weasley, que al parecer todo lo hacían al mismo tiempo y en el mismo lugar6, estaban sacando de entre los escombros a una maltrecha y aturdida Cho "Tupperware" Chang, que en apariencia seguía viva7, aunque hecha un asco. Cho "Tupperware" Chang observó con cuidado y detenimiento y mucha evaluación en su mirada a los dos gemelos, comparándolos al uno con el otro y haciendo complicados y diversos cálculos mentales trigonométricos en un intento de descubrir cuál de los dos le convenía más. Sin embargo, al poco rato fue evidente que no era capaz de decidirse por uno sólo de ellos, al ser ambos muchachos tan idénticos; Cho "Tupperware" Chang se encogió de hombros y miró "cariñosamente" a los dos8.
- Ooohh, mis héroes... - susurró con muchas promesas encerradas en su voz. Fred puso cara de paciencia.
- Sal de ahí de una vez y passa de nosotros, tía - dijo, fastidiado.
- Sí - se mostró de acuerdo George9 -. ¿No sabes que somos dos entes asexuales?
Cho lo miró, confundida.
- ¿Yesoquées?
- Que ni aunque nos invites a un cubata - explicó George amablemente, mientras tiraba del único brazo sano que le quedaba a Cho "Tupperware" Chang para sacarla de entre las piedras10.
- Por muy buena que estés - añadió Fred.
- Que no es el caso - dijo George.
- Además - siguió Fred -, ya te ligaste antes al tío feo ese.
- Y se te ha escapado, por cierto, prenda - comentó George con una sonrisa.
Cho "Tupperware" Chang miró hacia todos los lados11, buscando a Voldemort. Fred suspiró, y le dio una palmadita en el hombro, comprensivo.
- Lígate al Jarri - dijo al ver salir a éste del cuarto de baño -. Está en la edad...
Cho "Tupperware" Chang miró a Jarri, dubitativa.
- Es que...
- ¿Qué? - preguntó Fred, cuya voz dejaba entrever sus ansias por librarse de ella a toda costa.
- Ta bueno, ¿no? - preguntó George, señalando a Jarri, que buscaba ansiosamente algo que no estuviera roto, con la clara intención de romperlo.
- A mí me molaría - dijo Fred con voz animosa, y después se apresuró a corregirse -. Si fuera tía, digo.
- De hecho, te mola - dijo George con voz burlona.
- ¿Qué insinúas? - preguntó Fred con una cierta amenaza en su tono.
- Nada, nada... - dijo George con una risita -. Que eres un ente A-sexual.
- Ah.
Ambos se apresuraron a sujetar a Cho "Tupperware" Chang, que, al intentar ponerse de pie, había estado a punto de caerse cuan larga era12 de piños contra el suelo. Tambaleándose, Cho "Tupperware" Chang se dirigió hacia Jarri, que en esos momentos sacudía violentamente su propia cabeza en un intento de que se le pasase el colocón y volver a tener su propia cara, que, aunque no fuese nada del otro mundo, era la suya y le había cogido cariño en sus dieciséis años de existencia. Su propia cara y, ya que estaba, su rayo y su código de barras. Cho "Tupperware" Chang le tiró de la manga tímidamente.
- ¿Coo quieres? - le espetó Jarri con brusquedad, mientras se sujetaba la cabeza e intentaba que su cerebro se quedase quieto y dejara de darse golpes contra su calavera, que no era nada agradable.
- Esto... - dijo Cho "Tupperware" Chang, dubitativa -. Me preguntaba si...
- ¿Lo qué? - preguntó Jarri, sin prestarle ningún tipo de atención, ya que estaba más preocupado por la coreografía que su cerebro, su cerebelo y sus globos oculares se estaban montando dentro de su cráneo.
Cho "Tupperware" Chang se echó a llorar13.
- Jo... Es-es que ya-ya no que qu-quieres na-nadaaaa...
- ¿Eink? - preguntó Jarri, inmerso en la más absoluta de las confusiones, pendiente del zapateado con doble pirueta lateral que ejecutaba en esos instantes su bulbo raquídeo.
- ¡Eres un idiota! - exclamó Cho "Tupperware" Chang, furiosa, y le asestó una bofetada salta-ojos que podría haber dejado a nuestro protagonista niquelao pal resto de su existencia si no fuera porque se la dio con el brazo que ya no tenía. Después, Cho "Tupperware" Chang salió por la puerta del Hogwart´s Bollos hecha una furia, cojeando, con un brazo menos, un ojo colgando y los pelos de punta como Pumuki, pero eso sí, muy digna ella.
Jarri se la quedó mirando, flipando en colores, mientras se palpaba con la mano el lugar del rostro donde habría recibido la bofetada si Cho "Tupperware" Chang hubiese conservado todas las extremidades14. Después, se encogió de hombros y se dirigió hacia lo que quedaba de la barra, con la sana intención de servirse un pelotazo doble o triple agitado pero no revuelto.
- Esta tía me pone del hígado - dijo a Fred, que se había acercado a él, seguido de cerca por su hermano .- Lleva cuatro años llorándome y todavía no sé por qué...
- Ese magnetismo animal que tienes, tío... - dijo Fred con voz de comprensión psicológica.
- ¿Por qué te ha pegao? - preguntó George -. ¿Qué le has dicho?
- Nada, como siempre - respondió Jarri.
- Ah.
- Conviértete en un ser asexual como nosotros - propuso George.
- Sí - corroboró Fred -. Es más seguro para la integridad física.
- Po zí - dijo Jarri, sacudiendo la cabeza para refrenar las ansias bailaoras de su cerebro -. Prefiero a Voldemort antes que encontrarme otra vez con Cho "Tupperware" Chang...
Los tres muchachillos se acodaron en la barra, sin percatarse de que Voldemort acababa de aparecer detrás de ellos15 y en esos instantes alargaba la mano para estrangular a Jarri.
- No me extraña - dijo Fred, comprensivo.
- A Voldemort por lo menos lo puedo zurrar... - explicó Jarri, mientras Voldemort avanzaba hacia él con cara de malignidad total16.
- Sí - dijo George -. Y Voldemort no te engaña.
- Conoces perfectamente sus intenciones - añadió Fred.
- Sí, quiere matarte y punto - dijo George.
- No se anda con tonterías - dijo Fred.
- Así es - afirmó Jarri -. Y Voldemort no se me pone a llorar cuando le digo: "¡Hola, Voldemort!"
En ese instante, Voldemort se quedó petrificado, con la mano alargada hacia la garganta de Jarri, y todo su cuerpo sufrió un escalofrío bastante visible. Se puso a temblar, y unos lagrimones grandes como pelotas de ping-pong rodaron por sus mejillas. Sollozó.
- ¡Buááááááááááá!...
Jarri abrió mucho los ojos, sorprendido, y se dio media vuelta para observar a Voldemort, que lloraba a moco tendido.
- ¿Qué pasa? - preguntó, con bastante mala leche en el cuerpo, mientras Voldemort se limpiaba los agujeros de la nariz con el borde de la capa.
- Me-me has di-dicho hola... - sollozó Voldemort -. ¡¡¡SNIFS SNIFS SNIFS SOB!
- Ver para creer... - susurró George, mirando a Voldemort con expresión de sorpresa.
Jarri se puso de todos los colores, respiró hondo, contó hasta 10 mentalmente y después se dirigió hacia la puerta destrozada del Hogwart´s Bollos.
- Paso de todos vosotros - dijo, enojado -. Me largo.
Y se largó, efectivamente, dejando a Voldemort hecho un mar de lágrimas y a Fred y George con la poco grata tarea de consolarlo.
- Me da que te ha dado calabazas... - dijo Fred, y dio a Voldemort una palmadita en el esquelético hombro.
1 Estaba haciendo oposiciones a una mala suerte ilimitada que llegarían a heredar sus hijos y nietos, como la hipoteca del piso.
2 Bueno, el chaval no era tampoco nada del otro jueves, hay que reconocerlo... Aunque por lo menos no daba susto verlo.
3 Eso lo digo yo que pa eso lo describo, Jarri ni siquiera sabía quién era el Greco, ni prácticamente ningún pintor conocido o desconocido; excepción hecha de Goya y su "Maja desnuda", que había estudiado a fondo un par de veranos antes, aunque esa es otra historia que ya fue contada en otra ocasión...
4 Los Llantos del Último Día, o Los Seguidores de la Trompeta del Juicio Final, o Los Profetas de la Destrucción Masiva, o similar.
5 Ya he perdido la cuenta de los años de mala suerte que le esperan a esta criatura y a las 39857396 generaciones posteriores de Potters.
6 Lo cual, por curioso que parezca, nunca ha dado pie a situaciones curiosas, avergonzantes o simplemente interesantes; no sé en qué estarán pensando los escritores modernos...
7 No hay quien la mate. Una historia interesante que deberá ser contada en otra ocasión.
8 Esa mirada habría tenido un efecto negativo incluso en dos adolescentes hormonados ansiosos de sexo, habida cuenta del estado de salud física general de Cho "Tupperware" Chang tras las dos explosiones y el intercambio de opiniones con la varita de Voldemort; pero eso no viene al caso, porque Cho "Tupperware" Chang está "mirando" a Fred y George, en quienes ninguna mirada, del tipo que sea, tiene efecto alguno.
9 Como siempre.
10 "¡Otiaaaaa cómo pesa la tía estaaaaaa!" "¡Gorda, más que gorda!" "¡Sacadla de aquííí!"
11 Lo cual ahora le resultaba más fácil, porque desde el encontronazo con cierta varita mágica juguetona tenía visión periférica.
12 O sea, no mucho; era más bien tapona y del tipo albóndiga.
13 Los viejos amigos de Cho "Tupperware" Chang ya saben hace tiempo que esta muñequita necesita urgentemente ayuda psiquiátrica. Una historia interesante que deberá ser contada en otra ocasión.
14 Según los especialistas, ese gesto es un reflejo condicionado, o algún otro término pseudo-científico; en realidad, lo que ocurre es que en este universo Cho "Tupperware" Chang no tiene brazo para abofetear a Jarri, pero en otros muchos universos sí tiene brazo, o incluso en un par de ellos se las arregla para darle con el otro brazo, de modo que el gesto de Jarri es en realidad un reflejo de lo que hace su propio yo en otros universos paralelos.
15 Muy conveniente, eso de que alguien aparezca detrás en el mismo momento en el que se está hablado de él. Da pie a situaciones de todo tipo, generalmente comprometidas y desagradables para los que hablan mal de la gente a sus espaldas. Bueno, toda historia tiene que tener su moraleja...
16 O sea, su cara normal, la de diario, vamos. Que es el malo, leches... Qué esperabais.
