- CAPÍTULO 7 -

Familia no hay más que una

y a ti te encontré en la calle

Fudge se puso de todos los colores del espectro visible en el lapso de unos nanosegundos, sin olvidar los infrarrojos y los ultravioletas, y, tras unos instantes de vacilación, salió corriendo en la dirección que Jarri le había indicado, murmurando algo que sonaba como "¡Os voy a dar por cuo, ijoepuas!". Jarri lo observó largarse con expresión apática, y, cuando el ministro desapareció tras un recodo del callejón, se encogió de hombros.

- Hay que ser inocente... desde luego... - sonrió -. Bueno, ya me decían a mí que el que vale, vale, y el que no, pa jefe.

- ¡Jarri! ¡Jarri!

Jarri cerró los ojos.

- A saber quién será ahora el pesado... - murmuró -. No le dejan a uno explotar su vida interior... Siempre requiriendo mi atención... No puede uno tener vida privada...

- Te hemos visto hablando con Fudge, Jarri - dijo George cuando los dos gemelos Weasley llegaron hasta él.

- ¿Te ha hecho algo? - preguntó Fred.

- ¿Hay que matarlo?

- ¿Lo votamos para la reelección o hacemos una campaña de desacreditación?

- ¿Te ha explicado por qué su índice de popularidad ha caído en picado?

- ¿Hay...?

- ¡Callaos! - gritó Jarri.

Los gemelos se callaron. Bueno, unos instantes por lo menos. No había demasiadas personas1 capaces de hacerlos callar más de veinte segundos seguidos.

- Chico - dijo George al cabo de esos instantes -, desde luego, qué humor te gastas...

- A callar u os hago lo mismo que al Fudge - dijo Jarri con voz desagradable.

- ¿Yesoquées? - preguntó Fred, interesado.

- Qui como no ti calles ti vas a interar - sentenció Jarri.

George hizo una mueca -. Estás insoporteibol, hijo mío.

- No hay quien te aguante - asintió Fred.

- A ver si te buscas un rollo y te desfogas.

- Que ya está bien.

- Tendrá la regla.

- Este lo que necesita es un buen revolcn.

- Y nosotros también.

- O tres o cuatro.

- O a lo mejor...

- ¡QUE OS CALLÉIS! - gritó Jarri.

Los gemelos se callaron, claro. Un instante. O dos.

- Vaya, vaya - dijo una voz desde el otro lado de la calle -. Así que mi querido amigo Potter está enfurruñado.

Jarri se dio la vuelta. Unos pocos metros más allá, un adolescente rubio lo observaba con una sonrisa irónica. Junto a él, un hombre de unos cuarentaytantos años, de nariz ganchuda y pelo largo con un gran superávit de gomina2, lo miraba con cara de pocos amigos3.

Jarri se encaró con ellos, sin saber muy bien si se sentía furioso, enojado, asustado o simplemente hastiado de tanta gente desagradable.

- Cállate, Malfoy - espetó al joven rubio.

- Hala, otra vez - susurró Fred a sus espaldas -. Cómo se repite...

- Pues sí - dijo George.

- Eres un aburrimiento, Jarri.

- Más que Percy.

- George - dijo Fred, mirando a su hermano -, NADIE es más aburrido que Percy.

- Tienes razón - admitió George.

Entre tanto, Jarri iba desentrañando sus sentimientos, como una madeja de lana enredada, de esas que tiras y cuanto más tiras más se enredan. El primer nudo que se encontró en el ovillo, sin embargo, le descubrió que el sentimiento que primaba en ese instante en su interior era el cabreo. Y, una vez descubierto, decidió explorarlo un poco más, a ver cuánto de cabreo sentía. Era bastante.

- Anda que vaya día llevo - se dijo mientras deshacía pacientemente el nudo en la lana -. Primero, Voldemort casi me mata. Luego me descubro un código de barras en el melón, y, por si no fuera suficiente, también me encuentro con un tatuaje macarra-motero-piratón-piratón. Después, Cho "Tupperware" Chang intenta ligar conmigo. Luego Hermione intenta ligar conmigo. Luego Voldemort intenta ligar conmigo. Luego Fudge parece que quiere ligar conmigo pero resulta que no. Y luego aparecen Malfoy y Snape, siempre dando por el cuo en el peor momento. ¡Y encima me decís que tengo mal carácter! ¡Hay que joerse!

- Pobre - dijo Malfoy, sin sentir en realidad ningún tipo de compasión, claro -. Si quieres, yo también puedo intentar ligar contigo, Potter... Si me da tiempo antes de vomitar, claro - y soltó una carcajada.

Snape, por el contrario, lo observaba con el ceño fruncido.

- Me perdonarás si yo no me uno a tu club de fans, ¿verdad, Potter? - dijo con voz fría.

Jarri le contestó con más frialdad aún .- No sé si mi corazoncito podrá soportarlo.

- Más te vale que sí, señor Potter - dijo Snape -, si no quieres...

- ¿Qué?

- Si no quieres... contrariarme.

Jarri se rascó la oreja, mirando al infinito .- O me estoy volviendo loco o esa frase también me suena...

- Si es que te las sabes todas, Jarri - dijo George en tono de reproche.

- Todas, no - dijo Snape con rotundidad -. Quiero que sepas, Potter, que has sacado una T en el TIMO de Pociones -. Y, esta vez sí, Snape rió a carcajada limpia.

Jarri puso cara de lelo total, como si la información que Snape acababa de suministrarle no consiguiera atravesar su corteza cerebral para penetrar en el cerebro en sí. Por el contrario, George y Fred hicieron gestos festivos, de asombro y felicitación, le palmearon la espalda y estuvieron a punto de pedirle un autógrafo.

- ¡Hala! ¡Una T! - exclamó George.

- ¡Qué suerte, tío! - dijo Fred.

- ¡Nosotros nunca conseguimos una T! ¡Y mira que lo intentamos durante siete largos años!

- ¡Enchufado de mielda!

Jarri estaba esputefacto.

- ¿U-u-u? - fue lo único que pudo articular.

- Cada día me pareces más inteligente, Potter - dijo Malfoy con sorna.

- Cállate la bocaza, envidioso - exclamó Fred.

- ¿Una T? - preguntó Jarri, horrorizado.

Snape se permitió el lujo de sonreir4.

- Sí, una T - dijo -. Así que, o mucho me equivoco, o no vas a poder estudiar conmigo el próximo curso... Lo cual, evidentemente, me causa un dolor inenarrable.

- Pe-pe-pero...

- Ya me has oído.

- ¡Pero podré recurrir la calificación! - exclamó Jarri, desesperado -. ¡No sé, que me lo corrijan otra vez!

- Potter - dijo Snape con voz suave -, si te lo corrigen otra vez eres capaz de bajar de una T a una I.

- ¡¿Una I! - gritaron a la vez Fred y George, ávidos de conocimiento.

Snape soltó una risita desagradable.

- Sí, una I. Ya sabéis, de "Increíblemente deleznable y capaz de hacer regurgitar hasta a un gusarajo".

- ¿Eso existe? - preguntó Jarri, que empezaba a sentir cómo el pánico subía desde sus rodillas hasta el esternón.

- Seguro que implantan una nueva escala de calificaciones para ti, Troll Potter - rió Malfoy, y, dando media vuelta, se fue calle abajo, partiéndose el coxis de la risa.

Jarri notó cómo toda la sangre huía de su cabeza, que de pronto le dio más vueltas que la línea circular del metro. Temió ir a desmayarse, y la simple idea le hizo gracia. Todo por lo que había tenido que pasar, y desmayarse por un suspenso en Pociones... Al recordar que había suspendido, la desesperación volvió a inundar su pecho.

- Pero... - musitó -, pero entonces no podré estudiar para ser auror...

- Cámbiate de sexo y conviértete en Aurora - dijo Fred, con la intención de consolarlo y sin mucho éxito.

- No, señor Potter - dijo Snape, ignorando el comentario de Fred -. Yo no quiero trolls en mi clase. Mucho me temo que no vas a poder ser auror. Así que...

- ¡No se irá!

Jarri se dio la vuelta, para ver llegar a Dumbledore, que observaba a Snape. La expresión del director era de una severidad inusitada. Avanzó hacia ellos con una aureola de poder rodeándolo y jugueteando con su túnica y su pelo.

- Esto también me suena - dijo Jarri, pensativo.

- Me da no sé por qué que esto empieza a ser como Matrix - comentó George en tono casual.

- Sí - se mostró de acuerdo Fred -. Una especie de ecuación no balanceada...

- Una reiteración inmerso-espacial...

- O de ciclo combinado subyacente...

- Se nos está yendo la olla - dijo George.

- Me da que sí - asintió Fred.

- Señor director - dijo Snape -, este chico - señaló a Jarri - no es capaz de mezclar bien el cola-cao turbo no-me-gustan-los-grumitos con leche semidesnatada. Como pa hacer una poción...

- Pues vas a tener que enseñarle a hacerlo, Severus - contestó Dumbledore en tono tajante.

- ¿ Po qué? - preguntó Snape con voz dolorida.

- Po que Potter es mi enchufado y lo digo yo, que soy el único al que siempre ha temido...

- ¿Potter?

- No, Voldemort.

- ¿Alguien me llamaba? - dijo una voz fría5.

- No, jo, otra vez no... - musitó Jarri, desconsolado.

Todos se dieron la vuelta, con expresiones variables entre la sorpresa y el pánico. Efectivamente, allí, envuelto en su inseparable capa negra y con la misma cara blanca con ojos rojos de siempre, estaba Voldemort.

- Has cometido una estupidez al venir aquí esta noche, Tom... - dijo Dumbledore, volviéndose hacia Voldemort.

- ¿Ves? - dijo Fred, propinando un codazo a George -. Lo que te decía: una reiteración en el contínuo espacio-tiempo...

- Una paradoja espaciotemporal...

- ¡A callar! - exclamó Snape.

- Que ya no estamos en el cole, viejo - dijo Fred, desdeñoso.

- Eso - asintió George -. Ya no nos puede suspender.

- No - admitió Snape con un gesto desagradable -. Pero puedo contárselo a vuestra mamá.

Fred y George se callaron, con muecas de pánico nuclear, terror insuperable, miedo cerval y mucho susto en general.

- Jo... - se quejó George.

- Dejad que los mayores hablen - dijo Snape, mientras se giraba hacia Voldemort y Dumbledore -. Y calladitos.

- ¿Qué coo vienes a hacer aquí, Tommy? - decía en esos momentos Dumbledore a Voldemort.

- Quiero hablar con Potter.

- ¡Que no! - exclamó Jarri -. ¡Que ya te he dicho antes que no! ¡Yatábien! ¡Hombre ya!

- Quiero contarte la verdad de todo, todo, todo, todo - insistió Voldemort, y le aferró la mano derecha, clavándole las uñas. Jarri soltó un gemido y se miró la mano, que sangraba profusamente por cuatro cortes limpios en el dorso.

- Pareces la niña de Catalana Occidente - dijo Fred. George empezó a soltar carcajadas de forma incontrolada, hasta que Snape le soltó una colleja que casi hace que escupa el páncreas por la oreja.

- Ya lo sé todo, todo, todo, todo - contestó Jarri agresivamente, escondiendo la mano tras la espalda.

- Discrepo - dijo Snape suevamente.

- Calla, Severus - advirtió Dumbledore.

- Señor director, este niño no sabe ni echarle azúcar al café...

- Chitón.

- Dumbledore no te ha contado toda la verdad - dijo Voldemort, mirando fijamente a Jarri.

- Que sí, pesao - dijo Jarri -. Que me dijo lo de la pua profecía y lo de por qué me has dejado un puo rayo en la frente. Por cierto, que no me pega nada con el código de barras ni con el tatuaje marinero que me has hecho esta tarde... Hombre, no es que yo sea una fashion victim, pero bien podrías haberme hecho un dibujo algo más cuco...

- Dumbledore no te contó lo que le pasó a tu padre.

Jarri lo miró con odio, y dio un paso atras, con tan mala suerte que tropezó con una piedra6 y tuvo que agarrarse con el brazo bueno a una barra de hierro que sobresalía del suelo en una esquina y que seguramente en algún momento sirvió para sujetar una señal de prohibido aparcar.

- ¡Me dijo lo suficiente! - gritó, furioso, aferrándose al poste metálico y protegiendo la mano herida bajo el otro brazo -. ¡Me dijo que tú lo mataste!

- No, Jarri - dijo Voldemort con voz profunda, y extendió una mano blanca y alargada hacia él -. YO SOY TU PADRE.

En ese instante el sonido pareció desaparecer del callejón Diagon. Lo único que se oía era el canturreo de las cachondas de las piedras, que, arrullantes, tarareaban la banda sonora de alguna película antigua7. Jarri miró a Voldemort con los ojos desorbitados.

- Sabes que es verdad - continuó Voldemort, jadeante, como si le faltase el aliento -. Mira en tu interior, hijo mío: SABES que es verdad.

- Y un huevo - dijo Jarri finalmente.

- Hombre - intervino Fred, que hacía mucho que no metía la pata -. Ahora que lo menciona...

- Un airecillo sí que se dan - dijo George.

- ¡Que no! - gritó Jarri -. ¡Que mi padre era el James!

- Y yo - dijo Voldemort - también soy James.

Voldemort hizo un movimiento raro con la mano en su propia nuca, se quitó una máscara de carnaval carnaval carnaval de quierooooooo y, tras ella, apareció el rostro de James Potter.

- Tengo que dejar la droga - dijo Fred, y se desmayó.

Dumbledore se adelantó, y cogió a Voldemort de la muñeca. Su expresión era francamente acoonante.

- Deja de hacer el idiota, Tom - dijo con severidad. Voldemort se encogió de hombros, y se quitó la careta de James Potter, recuperando su rostro habitual.

Jarri se volvió hacia Dumbledore, tan furioso que se le saltaban las lágrimas.

- ¿Por qué no me lo contaste?

- Lo que te conté era verdad, desde cierto punto de vista...

- ¿Cierto punto de vista? - gritó Jarri -. ¡Y una mieda!

Snape se acercó a Jarri, y le puso una mano sobre el hombro.

- Esto es surrealista - sentenció -. Potter, te pongo un sobresaliente en Pociones si nos largamos de aquí ahora mismo y me invitas a doscientos cubatas, que me están haciendo mucha falta.

- No - dijo Jarri, sacudiéndose la mano de Snape -. Quiero saber de qué va todo esto.

- De acuerdo - dijo Snape, y suspiró -. Creo que el Señor Tenebroso chochea, y que Dumbledore se ha caído de la cama. Y creo que el Señor Tenebroso podría haberse hecho la estética en lugar de invertir en mascaritas para parecer más feo de lo que es. Y también creo que esto se está saliendo de madre.

- ¡Eso! - exclamó Jarri, mirando a Dumbledore -. ¿Y mi madre, quién es? ¿Colagusano?

- No, Jarri - dijo Dumbledore con aspecto cansado. Suspiró -. YO SOY TU MADRE.

1 Ni en este ni en ningún universo paralelo conocido.

2 Visto más de cerca se descubrirá que en realidad no era gomina, era que el hombre no se había lavado el pelo desde que hizo la Primera Comunión, y aquello fue un accidente: le sorprendió una tormenta cuando se dirigía hacia la iglesia.

3 Esto no es ninguna novedad, es una historia blablablabla.

4 Lo cual, dicho sea de paso, no es que le favoreciese demasiado...

5 Nótese que Voldemort siempre aparece de la misma forma. Y es que ser malo malísimo no es sinónimo de ser imaginativo y original...

6 "Je je je... ¡Dos de mosqueo y una de aviso!"

7 Algo así cono "Chan, chan, chan, chan, chachán, chan, chachááán..." Una musiquilla que, tanto en ese universo como en otros muchos paralelos, hacía que el que la escuchaba se diera la vuelta, buscando altas figuras con máscara metálica negra y respiración asistida.