Capítulo 19. No mercy.
Elliot sabía que iba a morir. Él le había dado dos disparos en el pecho, los que a la larga iban a terminar por matarlo debido a la gran pérdida de sangre... Elliot tendría que decirle a ella sus últimas indicaciones, tenía que prepararla para lo que iba a ocurrir después...
- Amankaya, ya no me queda mucho tiempo.- murmuró Elliot.- Debo decirte lo que tienes que hacer después...
- No te esfuerces.- pidió ella.- Debes ahorrar fuerzas.
- Sabes que ya no me queda mucho tiempo.- Elliot tosió y arrojó sangre.- Por eso debo decírtelo: alguien de las Alas Guerreras vendrá a buscarte. Debes irte con ellos.
- ¿Irme con ellos? ¿Estás bromeando?.- gritó ella.- ¡Ellos han destruido mi vida! ¿En dónde estuvieron ahora que más lo necesitaba?
- Algo les impidió llegar, estoy seguro.- respondió Elliot.- Estaba en nuestro Destino. Pero eso no importa, debes ir con ellos...
- No lo haré.- negó ella.
- Lo harás.- contradijo Elliot.- Debes hacerlo. No tienes otra alternativa. Lo que acabo de inyectarte contrarrestará el efecto del veneno que te inyectó el tipo que trabaja para Aura Negra.
Ella lo recordó. El sujeto con el tatuaje en la frente le disparó un líquido que le quemó el cuerpo y el alma como si se tratara del ácido más potente. Elliot le había inyectado otro líquido que la habían hecho sentirse peor en vez de hacerla sentir mejor...
- Ese veneno que el tipo te inyectó iba a matar tus alas.- continuó Elliot.- Y con eso te convertirías en una chica cualquiera y no podrías cumplir con tu misión.
- ¿Y cómo es que tenías el antídoto en la bolsa?.- ella se sorprendió de la rapidez con la que Elliot actuó.
- Siempre existe esa posibilidad.- replicó Elliot.- Y es mi deber el estar preparado...
"Es mi deber estar preparado"... Fue ésa la frase con la que ella conoció a Elliot. Era una tarde como cualquier otra, ella se encontraba en el gimnasio de la escuela y estaba practicando sus tiros porque deseaba entrar a la selección femenil de volleyball de su instituto. Ella lo había estado intentando, pero al final terminó por ponchar el balón. Ella, frustrada, se dejó caer al suelo.
- Lo que pasa es que no estás golpeando la pelota de la manera adecuada.- dijo él.
Ella volteó y vio a un apuesto muchacho de cabello negro y ojos grises, que le sonreía muy dulcemente. Ella se puso muy roja.
- Sí, bueno.- ella se levantó y se sacudió el polvo de las piernas.- Resulta que lo intento, pero no puedo.
- Podría enseñarte a hacerlo de la manera correcta.- replicó Elliot.- Soy Elliot, por cierto.
- Amankaya.- ella sonrió.- Te lo agradezco, pero acabo de ponchar mi último balón...
- Yo tengo uno de reserva.- replicó Elliot, sacando una pelota de volleyball de quien sabe donde.
- ¿Siempre sales a la calle con un balón de volleyball?.- ella rió.
- Es mi deber estar preparado.- respondió él, muy serio.
Elliot la enseñó a ella a jugar volleyball, y ella mejoró tanto que no solo entró al equipo, sino que también se convirtió en la capitana. Elliot, a su vez, se convirtió en el capitán de su equipo. Los dos consiguieron llegar a las finales del Torneo Nacional y ambos soñaban con ganarlo, un sueño que jamás se cumpliría...
Por cierto que una cosa había llevado a la otra y al final los dos habían terminado por enamorarse... Para Elliot fue muy difícil el decirle a ella la verdad...
- Tú eres un Ángel.- le había dicho Elliot a ella en una noche lluviosa.- Y yo soy tu Guardián...
Ella, por supuesto, no había creído todo en un principio, pero después las pruebas que él le dio le bastaron para convencerla... Bastó que él la atacara para que ella inmediatamente se pusiera a la defensiva y surgieran de su espalda un par de hermosas pero pequeñas alas blancas... Elliot le explicó todo y ella tuvo que hacer un gran esfuerzo para no volverse loca... Y sin embargo, las sorpresas no acababan ahí...
- Y falta algo más.- continuó Elliot.- Me he enamorado de ti..
- Y yo de ti.- respondió ella al instante.
Y así había sido como los dos habían decidido el renunciar a hacer algo que no querían hacer. Ambos aprovecharían el viaje que los dos harían a la Ciudad de México para la final del Torneo Nacional de Volleyball para hacer contacto con las Alas Guerreras. Y sin embargo, al final todo había salido mal...Ella no necesitaba pruebas para darse cuenta de eso, con veintiocho cadáveres que descansaban en el Castillo y con Elliot moribundo.
- Las Alas Guerreras te van a buscar.- dijo Elliot, con sus últimas fuerzas.- Debes irte con ellos, no te queda de otra. El antídoto contrarrestará el veneno, y tus alas van a crecer muy hermosas. Debes entrenar y prepararte para tu Destino, prométeme que no vas a dejarte caer jamás.
- No quiero hacerlo.- ella sollozaba.
- Tienes que ser fuerte.- continuó Elliot.- No puedes dejarte vencer. Y también quisiera pedirte un último favor...
- ¿Cuál es?.- preguntó ella, con un hilo de voz.
- Tienes que contactar a los demás Ángeles.- dijo Elliot.- Debes reunirlas a todas y prepararlas para su destino. Ése era mi deber, pero ya no podré cumplirlo.
Aunque ella no lo quisiera reconocer, la vida de él se le estaba escapando de las manos...
- Voy a luchar con todas mis fuerzas.- murmuró ella.- Te lo prometo. No voy a darme por vencida...
Ella comenzó a entonar la canción que había compuesto para él, como regalo de su primer aniversario, el cual era precisamente ese día... Elliot sonrió al escucharla cantar, y no tardó en dar su último suspiro...
Ella se prometió a sí misma que la muerte de Elliot no sería en vano. Se marchó con las Alas Guerreras, le dijo adiós a sus padres y a su familia, dejó atrás todo lo que amaba y todo lo que conocía para cumplir un Destino que ya odiaba desde que se enteró que existía... Se cambió el nombre, dejó de llamarse Amankaya Huerta para convertirse en... ¿Qué nombre podía usar para su nueva vida? Deseaba conservar su nombre o al menos uno que se lo recordara, así que escogió Lily, la versión inglesa de Amankaya. ¿Y el apellido? Del Valle, porque fue en el Valle de México en donde comenzó su Destino...
Lily solo esperaba que todo el dolor y toda la sangre derramada no hubiese sido en vano. Aura Negra había intentado acabar con ella en muchas ocasiones, pero ella los había derrotado en cada ocasión, y cuando Aura Negra supo que no podían acabar con ella, la secuestraron y la clonaron, creando a Anya, pero ni así ella se dio por vencida. Lily contactó a los Ángeles, los preparó para su Destino, así como había debido ser el deber de Elliot. Fue ella quien les llamó la noche en que Hana murió, la que les dijo a todas que las ruedas habían comenzado a andar.
Y ahora Lily solo esperaba que la última faceta de su misión comenzara. Le dolería el tener que dejar a Genzo, pero si en verdad lo amaba tendría que hacerlo.
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En algún momento, en algún punto, todo cambia...
Quizás ella había cometido errores, muchos errores, pero después de todo estaba en su Destino. ¿Cómo se supone que debe comportarse una mestiza, una mitad Ángel, mitad Demonio?
Katya pensó en un principio que Anya no podría detenerla. ¿Cómo podría ella acabar con el Demonio de la Muerte? Era imposible, porque Katya no podría morir a menos que ella así lo quisiera. Pero después ella supo que Anya tendría otras maneras de quitarla del camino...
Katya extendió sus alas y mostró su traje negro de batalla. Anya no dejaba de sonreír con cinismo.
- ¿Crees que me puedes detener?.- rió Anya.- No seas ingenua, por favor, Katya.
- Soy el Demonio de la Muerte.- replicó Katya.- Claro que puedo detenerte.
- El Ángel de la Muerte, querida.- corrigió Anya.- Eres el Ángel de la Muerte.
Anya y Katya salieron y se elevaron hasta cierta altura. Anya sacó su lanza en forma de media luna, mientras que Katya sacó una especie de guadaña.
- Nunca había visto tu arma.- comentó Anya.- Es linda, pero no se ve tan letal.
- ¿Bromeas, verdad?.- gruñó Katya.
- Ya lo sabrás.- replicó Anya.
Katya se lanzó contra Anya. Ésta supo reconocer el miedo en ese acto apresurado, ya que un buen Guerrero de la Oscuridad siempre espera para atacar. Anya esquivó fácilmente el ataque de Katya y le regresó el golpe con su lanza. Katya recibió una herida fuerte en el hombro.
- Uno a cero el marcador.- dijo Anya.
Katya, furiosa, volvió a atacar. Anya esquivaba todos los golpes, hasta que en algún momento ella consiguió herir a Anya en el hombro, y sin embargo, ella sonrió.
- ¿Qué te resulta tan divertido?.- preguntó Katya, molesta.
- El hecho de que si me dañas a mí, dañas también a Lily.- respondió Anya.
Katya supo entonces la manera de acabar con Anya, aunque no tendría la oportunidad de ponerla en práctica...
La batalla continuó. Katya lanzaba sus golpes de muerte, pero Anya los esquivaba con facilidad.
- Vaya que eres buena peleando.- reconoció Anya.- Muy buena. Realmente serías una estupenda aliada, pero una peligrosa enemiga.
- No tengo por ser tu enemiga, a menos que quieras ponerte necia.- replicó Katya.
Ambas chicas siguieron peleando la una contra la otra, lanzándose ataques y luchando con sus armas. Katya comenzó a sudar frío, Anya,por el contrario, lo estaba disfrutando en serio.
- Ya me cansé de esto.- Katya intentó lanzarle a la pelirroja su máximo ataque, su Poder de la Muerte.
Anya miró ir a hacia ella el tremendo poder de Katya, sin dejar de sonreír. Katya pensó que la que ríe al último, ríe mejor... Una oscuridad absoluta inundó el lugar, como cada vez que Katya robaba un alma, pero esta vez fue diferente... Era como si el alma de Anya no se pudiera robar, o mejor dicho... Como si Anya no tuviera un alma que robar...
- Te lo dije.- Anya se dejó ver entre la oscuridad.- No puedes acabar conmigo. Soy el Caos. Soy eterna.
- No tienes alma.- dijo Katya, sorprendida.
- No, por el momento.- Anya hizo una mueca.- Porque mi alma es el alma de Lily. Dentro de poco, será toda mía y no tendré que volver a compartir con ella una misma alma y un mismo corazón.
- Sé que Lily y tú son una misma.- replicó Katya.- Si la mato a ella, tú mueres.
- Así es, querida.- sonrió Anya.- Pero no tendrás oportunidad de hacerlo.
Anya elevó sus manos y se preparó para lanzar su ataque, el cual le dio de lleno a Katya. Inmediatamente, ella sintió un sufrimiento y una confusión enormes, sintió caer en un remolino de total descontrol... No, Anya no podría matar a Katya, pero sí podría sumirla en la oscuridad del Caos de manera permanente... Lo único que Katya escuchaba eran las carcajadas de Anya, una risa macabra y malévola que habría de seguirla hasta el resto de sus días...
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Toda esta descabellada historia ha estado dando vueltas en mi mente por más de diez años. Y sinceramente, aun no se en qué va a acabar. He cambiado datos, sucesos, personajes, he hecho tantos cambios que creo que ya no es la historia original, es el fic que más me ha costado trabajo escribir y que por lo mismo considero como mi reto. Es una historia que revela mucho más de mí, aunque no lo parezca. Si consigo terminarlo, me voy a sorprender de mí misma.
