- CAPÍTULO 8 -
Bares, qué lugares...
tan gratos para... conversar
Jarri se sintió tan furioso que se le hizo un nudo en la garganta. Un nudo de lana, obviamente, así que estuvo a punto de ponerse a toser como si se hubiera tragado un peluche, o, peor, un bischo con mucho pelo y bastante vivo. En ese momento se sentía tan tenso como un violín con sobredosis de anfetaminas. Tan, tan, tan tenso que pensó que se le iban a romper todos los tendones del cuerpo. Miró a Dumbledore con cara de incredulidad, y después, sin decir una sola palabra, giró sobre sus talones y se largó de allí, callejón arriba, sin dar tiempo ni a Dumbledore ni a Voldemort para impedírselo.
Voldemort hizo ademán de seguirlo, pero Dumbledore lo retuvo, negando con la cabeza.
- Deja que lo asimile - aconsejó -. Dentro de un rato lo buscaremos, y entonces podremos contarle toda la verdad.
Los dos enemigos irreconciliables, las dos caras de la moneda, los comandantes de los ejércitos enemigos que libraban una guerra sin cuartel, se cogieron del brazo y caminaron callejón abajo, en dirección opuesta a Jarri.
Snape los observó unos instantes, y después, encogiéndose de hombros, salió corriendo para alcanzar a Jarri.
Mientras, George había conseguido, tras un par de minutos de tortas, sacudidas y sales de baño especialmente pestilentes, despertar a Fred, que yacía en el suelo con los ojos abiertos y expresión de incredulidad. Después de otros dos o tres minutos, George logró que su hermano se incorporase, y lo levantó con cuidado.
- Creo que este tipo de situaciones no están hechas para nosotros - dijo George, sacudiendo la túnica de su gemelo, que estaba llena de polvo.
- Nop - dijo Fred, frotándose la cabeza, donde debía tener un chichón bastante importante.
- ¿Qué tal te encuentras?
- Pues... - Fred dudó unos instantes -, creo que como si hubiera visto a Voldemort convertirse en un Jarri sin gafas y sin cicatrices, más o menos...
- Ah - dijo George -. Entonces no estás tan grave. En un par de semanas, como nuevo.
Fred asintió, y miró a su alrededor, aturdido, como si no supiera dónde se encontraba y cómo había llegado hasta allí1.
- Ven - dijo George con voz firme -. Vamos a la tienda, te sentirás mejor si te echas un rato la siesta.
- Tendremos que buscar otro sitio... Ya no tenemos tienda, ¿recuerdas? - dijo Fred con voz cansada -. Hace un par de horas que la hemos hecho explotar.
- Es verdad - dijo George, apesadumbrado -. No debería haber puesto tanta proporción de nitroglicerina en las piruletas salta-ojos...
- Te lo dije. Te lo dije, Potter. Que no te convenía saber demasiado. Que había cosas que no comprenderías y que había cosas que no eran de tu incumbencia - dijo Snape con voz desagradable. Jarri, sin embargo, siguió andando como si no se hubiera percatado de su presencia tras él -. Pero no, claro, tú tenías que preguntar, tenías que saberlo todo, claro, el señor Potter es demasiado importante para que lo dejen al márgen, el señor Potter...
- ¡Cállese! - gritó Jarri, exasperado, sin volverse hacia Snape.
- ...el señor Potter no puede estar sin su club de fans, al que acaba de ingresar el mismísimo Señor Tenebroso...
Esta vez sí, Jarri se volvió hacia Snape, y lo miró con cara de odio.
- ¿Y a usted quién le cae mejor? ¿Mi antiguo padre o el de ahora?
- La verdad esh que nunca me han caído bien ninguno de los dosh - dijo Hermione, mirando con los ojos extraviados a la persona que la escuchaba detrás de la barra del Hogwart´s Bollos, y que no era otra que su propio reflejo en el espejo que cubría la pared, que, inexplicablemente, había quedado entero tras las dos explosiones. Hermione levantó la copa e hizo un gesto de brindis a su imagen. Dio un gran trago al vaso -. Jarri esh inshoportable, sssshí, pero al menos tiene un motivo para ssherlo... Sher el chentro de atensssión tiene que tras... trans... trasco... trasnto... afectar mucho a las personas. ¿Me ponesh otra?... ¿No? Bueno, ya me sherviré yo sholita -. Cogió la botella de Beefeater y echó un gran chorro en el vaso de tubo, hasta que el líquido transparente desbordó y manchó la barra -. Pero Ron... Ron esh maleducado, chiempre tiene que tennner rashón, no she puede dishcutir con él, me trrr.. trata mal, me mira como shi quishiera eshtrangularme... Bueno, a Ron esh que no lo sssshoporto.
- Pues es algo muy común - dijo una voz desde la puerta destrozada del pub. Hermione apoyó la cara en la palma de su mano e intentó girarse para ver quién hablaba. Con el movimiento, estuvo a punto de caerse de la banqueta. Cerró los ojos, tratando de controlar el mareo, y los abrió para averiguar quién se acercaba.
- Sí, nos pasa a todos - asintió George, sujetando por un brazo a Fred y por otro a Hermione para que ninguno de los dos acabase con los piños clavados en el suelo. Hermione lo miró, con esa mirada desenfocada de los que han bebido mucho y no se han dado cuenta.
- ¿No... no shoportas a tu hermano? - preguntó.
- La verdad es que no, ahora que lo mencionas - dijo George, y soltó a Fred, que trastabilló y tuvo que apoyarse en la barra para no caerse -. Está fingiendo, ¿sabes? Puede andar solito perfectamente. Ni que fuese la primera vez que se desmaya...
- Pero las otras veces fue por una buena causa - dijo Fred, y sonrió ampliamente.
- No me rrrrifi... refar... repo... refo... no era eshte hermano... - dijo Hermione -. Esh Ron.
- ¿Ron? No... - dijo Fred, y olisqueó la copa de Hermione -. Es ginebra de la buena, si no me equivoco. ¿Puedo? - preguntó, señalando la botella que Hermione abrazaba tiernamente. Ella se encogió de hombros y Fred cogió la botella y se sirvió una copa.
- Es el ron lo que no soporto - dijo George, y tendió un vaso a su hermano para que se lo llenase de ginebra -. Bueno, Hermione. ¿Qué haces aquí?
Hermione se encogió de hombros con expresión de aburrimiento.
- ¿No lo has oído? - dijo Fred, llenando un vaso de Beefeater -. Está poniendo verde a Ron. Y todos sabemos lo que eso significa... - soltó una carcajada.
- ¿Y qué shiñifica? - preguntó Hermione, todo lo agresivamente que se lo permitía su inestabilidad.
- Pues que Ron te pone - dijo George, y cogió el vaso de las manos de su hermano para echar un trago.
- No - dijo Hermione.
- Sí - contestaron Fred y George al unísono.
- Mmmm... no sé qué contestar a eso - dijo Snape, y se detuvo en la puerta del Caldero Chorreante para mirar a Jarri -. Lo cierto es que tu padre... el primero, digo, no me caía nada pero que nada bien, pero claro, por lo menos tu padre, el primero, lo único que hacía era hacer que todo el colegio me viese los gayumbos, mientras que tu padre, el segundo, digo, se dedica a cargarse a la gente a base de bien... -. Se dirigió hacia la barra, seguido de Jarri -. Claro que tu padre, el segundo, una vez fue amigo mío, mientras que tu padre, el primero, nunca fue amigo de nadie más que de tu padrino, el segundo, digo no, el primero...
Jarri lo miró estupefacto unos segundos, y después se volvió hacia el tabernero, que ya se inclinaba hacia ellos, solícito -. Por favor, cinco cubatas largos.
El tabernero lo estudió con los ojos entrecerrados un rato bastante largo.
- ¿No es demasiado para un niñito como tú? - preguntó.
Jarri se encrespó.
- En primer lugar - dijo, dejando que toda la rabia acumulada destilase de su tono de voz -, si me vuelve a llamar niñito le echo una maldición que se va a cagar la perra. Y, en segundo, para mí sólo es uno, los otros cuatro son para aquí el listo del profe de matemáticas, que se le ha ido la olla.
- She osh ha ido la olla - dijo Hermione, y sacudió la cabeza, tratando de recobrar la claridad de pensamiento -. No eshtoy aquí por Ron... Ron no me gussshta.
- Ya - dijo George con ironía.
- Seguro - le apoyó Fred.
- Un momento - dijo Hermione, bajando tambaleante de la banqueta a la que había estado encaramada. Se dirigió con paso inseguro hacia donde antes de la segunda explosión había un cuarto de baño.
- Vaya tela - dijo Fred, y dio un trago al vaso -. Nunca pensé que Hermione pudiera emborracharse tanto como para potar.
- Ya ves... Va tan borraza que en vez de eses, va haciendo erres - dijo George, y se rió a carcajadas de su propio chiste. Todavía reía cuando Hermione volvió del baño, empapada en agua de la cabeza a los pies.
- No tiene gracia - dijo, con el ceño fruncido y la mirada un poco más enfocada -. No sé a qué viene eso de que me gusta Ron, pero la verdad es que cada día me cae peor... No lo soporto...
- Hermione - dijo Fred, con una sonrisa amable -, ¿por qué te engañas a ti misma? Sabes que Ron te mola más que toas las cosas, así que...
- ¡Es que no es verdad! - se enfureció Hermione -. ¡En realidad, yo a quien quería tirarme es a...! - y se tapó la boca con la mano, con los ojos muy abiertos.
- ¿A...? - preguntó George, sonriente.
- A nadie - respondió, enfurruñada, y volvió a sentarse en la banqueta.
- Bueno - suspiró Fred, y volvió a llenarle el vaso -. Por lo menos ya sabemos que no eres un ente asexual, Hermione.
- Sí - corroboró George -. Es malo para el cutis, ¿sabes?
- Y para las hormonas.
- Venga ya, dejaos de gilipoeces - dijo Hermione, y dio un trago a su vaso -. Vosotros lleváis milenios siendo asexuales, y tenéis un cutis perfecto.
- Muchas gracias - dijo Fred -. Ten cuidado, no te vuelvas a emborrachar. También es malo para la líbido.
- Pffffs - bufó Hermione -. La líbido. Pa lo que me sirve...
- Es una pena - intervino George -. Jarri no sabe lo que se pierde al no querer tener un apaño contigo...
Lo había dicho en una súbita inspiración, disparando sin saber si acertaría o no. Pero el leve rubor que tiñó las mejillas de Hermione le dijo que había dado justito en el punto gordo colorao del centro de la diana.
- Así que era eso... - dijo Fred, y pasó un brazo alrededor de los hombros de Hermione -. Mujer, no te lo tomes a mal. Ya sabes que ser el protagonista es muy difícil...
- Y una mierda - contestó Hermione, y hundió los hombros, deprimida -. Lo que pasa es que no le gusto... Y claro, con estas pintas es imposible gustarle a nadie...
- A mí no me pareces fea - dijo George, acercándose a ella y a Fred -. De hecho, si no fuera asexual...
- George, ese tipo de declaraciones va en contra de nuestros principios - le regañó Fred.
- Sí, vale, y en contra de nuestra religión también - dijo George, y miró al espejo, pensativo.
Fred arrulló un rato a Hermione, que, conforme bebía, iba deprimiéndose cada vez más, y, en consecuencia, buscando consuelo en sus brazos.
- Estoy hasta las narices - dijo Hermione en un murmullo -. Hasta las narices de que Jarri no quiera... esto... conmigo - balbuceó.
- Sí, es curioso - dijo Fred, acunándola.
- Curioso... - dijo Hermione -. A mí no me hace ni puñetera gracia... Tengo dieciséis años, jolín... A mi edad, ya debería haberme tirado a la mitad del instituto... bueno, de Hogwarts...
- Si quieres - dijo Fred, y se inclinó hacia ella para retirarle el pelo de la cara con un gesto de ternura -, puedes... bueno, eso, con la mitad del Hogwart´s Bollos... -. Vaciló -. Ya sé que no es lo mismo, pero puede servir, ¿no crees?
- ¿Es una terapia, o algo así? - preguntó Hermione, y levantó la mirada para clavarla en los ojos de Fred.
- Algo así - dijo Fred -. Aunque no tengo muy claro si es una terapia para tí o para mí...
- Para los dos - dijo George -. Llevamos mucho tiempo creyendo en una religión bastante absurda, Fred.
- Sí - dijo Fred en tono ausente, con los ojos fijos en los de Hermione -. Ya estoy cansado de jugar a ser asexual.
- ¿No eres asexual? - susurró Hermione, mirándolo fijamente.
- No - contestó Fred.
- Por supuesto que no. No soy tu profesor de matemáticas, soy tu profesor de Pociones, Potter - dijo Snape -. El primero. Y el único. Bueno, por ahora, porque quizá algún día haya un segundo profesor de Pociones, y entonces yo seré tu sexto profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras, bueno, o el séptimo...
- Hay que joerse - murmuró Jarri, y se bebió un cubata de un trago.
- ...pero eso sería si hubiese un segundo director de Hogwarts, que es el primer colegio de magia, bueno, el primero de Inglaterra, claro, o bien...
- Qué cansino que eres, macho - dijo Jarri con voz cansada.
- ...y después de la primera vez...
- ¿Ha estado mal? No ha sido horrible, ¿no? Para ser la primera vez...
- No ha sido horrible - dijo Fred, y sonrió a Hermione, que lo observaba tímidamente, sentada sobre un montón de escombros, completamente desnuda -. A mí me ha gustado. Mucho.
- Pero es que era mi primera vez... - insistió Hermione, angustiada -. No sé cómo se hace, y a lo mejor...
- Calla - dijo Fred, y le acarició la mejilla -. Hasta hace unos minutos era asexual, ¿recuerdas?... Yo tampoco sé cómo se hace.
- Pero...
- Shhh - dijo Fred -. Tendremos que aprender juntos.
- ¡Disculpe! - dijo Jarri al tabernero -. Y me pone también un doble de cicuta con arsénico. Agitado pero no revuelto.
El tabernero lo miró con cara de reproche.
- El suicidio no es una opción...
- Pero el asesinato sí - contestó Jarri, señalando a Snape con un dedo.
- ...será como la quinta vez que pido el puesto...
- ¿Lo ve? - dijo Jarri.
El tabernero se giró hacia una puerta con dos ventanitas redondas que había detrás de la barra.
- ¡Marchando una de cicuta con arsénicoooo!
- ¡Oído cocina! - respondió una voz lejana.
- El hielo corre de mi cuenta - dijo el tabernero a Jarri.
- ...y la décimo quinta vez que no me lo dan...
- Y le regalo una sombrillita de cocktail - añadió el tabernero.
- De acuerdo - asintió Jarri -. ¡Pero, por lo que más quiera, apresúrese!
- No tan aprisa - susurró Hermione, jadeante -. Las prisas no son buenas consejeras...
- Hermione - dijo Fred, y de repente se puso muy serio -. Nunca creí que eso que acabas de hacer se pudiera aprender en los libros.
Hermione esbozó una sonrisa pícara.
- Ya te dije que tenías que estudiar más - contestó, apartándose el pelo de la cara e inclinándose sobre Fred.
- Tienes razón - dijo éste -. Mañana mismo me hago socio de... la... biblioteca -. Soltó un gemido cuando Hermione le demostró el motivo por el cual se había retirado el pelo de la cara.
- Cuando dije que la terapia era para los dos - dijo George, aburrido, acodado en la barra -, me refería a nosotros dos, Fred... -. Y abrió otra botella de Beefeater.
En ese momento, Dumbledore y Voldemort entraron en el bar, y se dirigieron hacia la barra.
- No deberías haberte ido tan deprisa... - dijo Dumbledore.
Jarri le echó una mirada sin interés, y después le ignoró, concentrándose en el cubata que tenía en la mano y removiendo los hielos con el dedo.
- Escucha, hijo mío... - dijo Voldemort.
- Sé que quizá deberíamos habértelo dicho antes - siguió Dumbledore.
- O haberte preparado de alguna manera para la noticia...
- Pero claro, tienes que entender que el hecho de que seamos tus padres...
- Los segundos - interrumpió Snape.
- ¡Como si son los decimoquintos! - estalló Jarri, y se encaró con Dumbledore y Voldemort, que lo miraban atónitos -. ¿Y cuándo se supone que me lo íbais a decir? ¿Cuando fuera a hacer testamento? ¿Y entonces quiénes son James y Lily Potter? ¿Los del butano?
- No, Jarri - dijo Voldemort -. Verás...
- ¡Que me da igual! - gritó Jarri -. ¡Que he pasao toda mi vida sin parientes y no necesito más! ¡Hala, a cascala!
- ¿Alguna vez has oído hablar del Decreto Para la Moderada Limitación de las Relaciones Interpersonales en Menores de Edad?
- Lees demasiado, Hermione - respondió Fred, y se abrazó a la cintura de la joven, apoyando la mejilla sobre su abdomen desnudo.
- ¿Tú crees?
- Anda, cállate y ven, que ya tenía yo ganas de saber de qué iba todo esto.
Hermione soltó una risita cuando Fred empezó a hacerle cosquillas en el ombligo .- La verdad es que la cosa cambia mucho de la teoría a la práctica, ¿verdad?
- Mucho - susurró Fred, levantando la mirada.
- Tantos años siendo asexual... A ver si ahora te vas a aficionar... - rió Hermione, acariciándole la mejilla con un dedo.
- ¡Eso espero, leche! - exclamó Fred, y un instante después ambos rodaban entre los cascotes que cubrían el suelo del Hogwart´s Bollos.
- Este chico ya ha pasado bastante, Señor Director - dijo Snape, dirigiéndose a Dumbledore. Jarri lo miró, asombrado, sin poder dar crédito a sus oídos -. Es el quinto o sexto trauma del día... debería ir a la enfermería...
- No - dijo Dumbledore, tajante -. Tiene que comprenderlo. Puede ser duro, pero la comprensión es el primer paso para la aceptación...
- Eso me suena - dijo Jarri, ausente.
- Jarri... - dijo Voldemort, tratando de coger su mano. Jarri lo esquivó con cara de asco.
- ¡Que me dejes en paz!
- Es hora - dijo Dumbledore - de que te cuente todo lo que debí decirte hace cinco años. Siéntate, Jarri. Voy a contártelo todo.
- Mira - dijo Jarri, y bebió otro sorbo de cubata -. Que casi que me voy a ir, porque me está hablando con frases que todo el mundo conoce y como que va a ser que no me apetece, que la última vez que oí una frase similar casi me cao por las patas abajo.
- Bueno - suspiró Fred, tumbado sobre los escombros, con la cabeza en el regazo de Hermione -. Supongo que... que con esto ya habrás conseguido la práctica que necesitabas para liarte con Jarri...
- ¿Jarri? - susurró Hermione, y bajó la cabeza lentamente para besar a Fred con suavidad en los labios -. ¿Quién es Jarri?
- Jarri, eres nuestro hijo - dijo Dumbledore -. Tom y yo somos, en realidad, tus padres adoptivos.
- Sí, claro - asintió Jarri, bebiendo de nuevo -. Y Snape es...
- ...tu tiíto querido - interrumpió Snape -, y padrino suplente, debo decir. Claro que ahora soy el titular. O sea, el segundo padrino. Y el segundo tío.
- Esto parece Falcon Crest - dijo Jarri.
- Sí - asintió Snape -, la segunda parte.
- ¡¡¡AAAAGGGGGRRLRRLLRLL!
- Bueno, que no es pa ponerse así... - dijo Snape.
Jarri contó mentalmente hasta ocho2, y después se volvió hacia Dumbledore y Voldemort.
- ¿Y entonces cómo es que viví toda la vida con los Dursley? - preguntó agresivamente.
- Verás, Jarri - dijo Dumbledore, haciendo caso omiso de Voldemort, que, aprovechando el descuido, cogió uno de los cubatas de Snape3 y se lo trasegó de un trago -. Nosotros te adpotamos cuando a éste - señaló a Voldemort - se le ocurrió intentar matarte y no pudo. Pero no funcionó, porque éste - señaló a Voldemort - me puso los peines con una tal Bellatrix Black...
- ...prima de tu padrino, el primero - dijo Snape a Jarri -. Pero no te preocupes, ahijado, que yo no tengo familia...
- Y entonces - continuó Dumbledore - decidió desaparecer, el tío, se fue a por tabaco y todavía le estoy esperando...
- Bueno, vale - admitió Voldemort a regañadientes -, fue un error, me asusté, ya sabes, mi fobia al compromiso...
- Calla, que contigo hablaré luego - le espetó Dumbledore.
- ¿Podrás perdonarme?
- Chitón. Bueno, Jarri - dijo Dumbledore -, entonces decidí llevarte a casa de tus tíos, que, aunque son un poco ijoeputas, son menos ijoeputas que éste - señaló a Voldemort.
- Te prometo que dejaré de fumar... - dijo Voldemort, implorante.
. Y así tuviste un nuevo hogar - concluyó Dumbledore.
- Que fue el tercero - añadió Snape -. Y ahora, si quieres, como yo soy tu padrino, te puedes venir a vivir conmigo.
- Sí, hombre - dijo Jarri -. Y compartir la cama en vacaciones con Draco Malfoy. Hasta ahí podíamos llegar...
- Buenas noches, señor ministro.
Fudge se volvió, y sonrió al ver a Draco Malfoy dirigiéndose hacia él.
- Oh, buenas noches, señor Malfoy - dijo amablemente -. ¿Cómo está su padre?
- En la cárcel - dijo Malfoy con una mueca.
- Oh, ya, claro... - Fudge hizo un gesto de incomodidad. Malfoy lo observó unos instantes, y después puso una cara de patetismo que daban ganas de rematarlo para acabar con sus sufrimientos.
- Yo no tenía ni idea de lo que se traía entre manos, señor ministro - dijo con voz implorante -. Si hubiera sabido que mi padre era un hombre tan, tan, tan malo...
- Oh, no se preocupe, señor Malfoy - dijo Fudge con voz amistosa, y le dio una palmadita en la cabeza -. No le culpo porque su padre haya resultado ser un mortífago... Seguramente, usted ni siquiera tenía idea de que los mortífagos hubieran existido...
- No, claro que no, señor ministro - dijo Malfoy, y sonrió para sus adentros. Ya que su padre había caído en desgracia, quizá este era el momento idóneo para intentar reemplazarlo... Tenía que empezar a pensar en su futuro profesional... Sonrió con inocencia -. Señor ministro, si pudiera hacer algo para compensar el daño que mi padre haya podido causar por su maldad...
- Bueno... - Fudge carraspeó, y miró a Malfoy de la cabeza a los pies -. Quizá... Quizá sí que hay algo que usted pueda hacer, señor Malfoy...
Malfoy sonrió más ampliamente.
- Lo que sea, señor ministro, lo que sea...
- Pues yo creo que sería un gran padrino - continuó Snape.
- Sí, como el de la peli, no te digo...
- No peor que el primero.
- ¡No hable así de Sirius! - gritó Jarri, descompuesto4.
- Y te enseñaría Oclumancia en mis ratos libres...
Voldemort se acercó a Snape con un brillo extraño en sus ojos rojos5.
- ¿Así que le estás enseñando Oclumancia, Severus? - preguntó, con voz peligrosa -. ¿Y para qué? ¿Para luchar contra mí?
- Nos ha joío mayo - contestó Snape.
- ¡Soy su padre! - exclamó Voldemort, con un tono dolorido en su voz.
- Sí - admitió Snape -, y te dedicas a hacerle tatuajes y marcas por todo el cuerpo, maltratador, sinvergüenza...
- ¡Pederasta de mieeeeeeeedaaaaaa!
Draco Malfoy corría por el callejón, sujetándose como podía la túnica, desgarrada a la altura de la ingle. Detrás de él, corriendo también despendolado y con la bragueta de los pantalones de raya diplomática abierta, iba Cornelius Fudge, con una expresión lujuriosa bajo el sombrero hongo de color lima, justo en los ojos desorbitados.
- ¿Sabes? - dijo Hermione, con la cabeza apoyada en el pecho de Fred, que yacía tumbado junto a la puerta que daba acceso a los destrozados lavabos -. Creo que lo que sentía por Jarri era más bien un exceso de racionalidad... Quiero decir, mi mente me decía que lo más lógico en mi situación, ya sabes, era querer tirarme a Jarri, y entonces yo pensaba que eran mis verdaderos sentimientos, y no lo que me decía la mente que tenía que sentir...
- Ya iba siendo hora de que dejases descansar un poquito el cerebro - contestó Fred, acariciándole la cabeza -. A partir de ahora puedes dejarte llevar un poco más por tus impulsos, ¿vale? Ya verás como es mucho más agradable.
- También iba siendo hora de que tú hicieras lo mismo, entonces.
- Supongo que sí.
Hermione permaneció callada unos minutos, haciendo dibujitos con el dedo en la piel desnuda de Fred.
- ¿Qué escribes? - preguntó éste, con una sonrisa.
- Nada - dijo ella -. Además da igual, porque en seguida se borra...
Fred se incorporó y la miró a los ojos.
- No creo que lo que has escrito hoy en mi cuerpo se me borre fácilmente de la memoria, Hermione.
Hermione sonrió.
- Nunca te oí quejarte de la marca que te había dejado a tí - dijo Voldemort a Snape, que lo miraba con enfado.
- ¡Pero la suya está en el antebrazo, qué leches! - exclamó Jarri -. ¿Por qué tenías que hacerme tres tatuajes en la pua frente?
Voldemort se sonrojó levemente6.
- Era para que te fijaras en mí...
- ¿Y cómo es que nunca te habías fijado en mí, y ahora dices que no podrás olvidarme?
Fred suspiró.
- Todos cometemos alguna estupidez a lo largo de nuestra vida, Hermione - dijo.
- En tu caso, muchas estupideces - dijo la voz de George desde la barra. Hermione y Fred lo ignoraron7.
- Pa no hacerlo, con las pintas que me llevas, prenda - dijo Jarri, fastidiado.
- ¿Así que no te he pasado desapercibido todos estos años? - preguntó Voldemort, anhelante.
Jarri se volvió a Dumbledore y Snape, con expresión de aburrimiento.
- Este tío es tontolculo - dijo, señalando a Voldemort -. Como pa pasarme desapercibido... ¡Me ha estado haciendo la puñeta desde que nací!
- Hombre - dijo Voldemort en tono de disculpa -, tampoco es para tanto...
- ¡Pero si he perdido la cuenta de todas las veces que has intentado darme por el cuo! - exclamó Jarri.
- Yo no - intervino Snape, y se puso a contar con los dedos -. A ver: tenemos la primera, la del rayito... la segunda, cuando éste - señaló a Voldemort - apareció como un dolor de cabeza... la tercera, con el basiloide serpentoso ese... la cuarta, cuando jugásteis a las pompas de jabón doradas en pleno campo... la quinta, cuando descubriste que al Señor Tenebroso no le gusta el arte contemporáneo... la sexta, que destrozasteis un bar y te llevaste el código de barras... la séptima...
- ¡Bastaaaaa! - gritó Jarri.
- Y tú grosera. Oig.
Jarri se pasó la mano por la frente tatuada, y se echó el pelo para atrás.
- Me estáis poniendo fatal de la cabeza. ¡Camarero! ¡Un Whisky!
- ¡Oído cocina!
- ¿Me llamábais? - dijo una voz desde detrás de ellos.
Evidentemente, se dieron la vuelta. Allí, en mitad del Caldero Chorreante, acercándose a ellos con mirada cándida, estaba Ron Weasley, Whisky para sus amigos8. Un muchacho de unos dieciséis años, alto, pecoso y pelirrojo.
- Ron, ¿qué haces aquí? - preguntó Jarri a su amigo del alma. Ron se encogió de hombros.
- Es que todavía no había salido en esta jistoria - explicó -, y la verdad, ya me estaba dando rabia que siempre tengas tú todo el protagonismo y conmigo ya no cuenten ni para apariciones cortas o simples cameos. Si ni siquiera iba a cobrar... - añadió amargamente.
- Siento decírtelo - dijo Snape, cuya mala leche se había convertido ya en una leyenda urbana -, pero antes nos hemos tomado ya seis whiskys... y eres también el tercer whisky que sale en la historia. Bueno, el cuarto si contamos que tus hermanos han nombrado a Percy... que es tu tercer hermano... el cuarto, si empezamos desde abajo. No, el quinto, que los gemelos son dos, claro...
Ron se quedó mirando a Snape, alucinado, con la misma expresión que habría puesto si se hubiera encontrado en su ensalada una cucaracha amistosa moviendo las antenitas en su dirección.
- ¿Y a éste qué le pasa? ¿Es contagioso?
- Na - dijo Jarri -. Tú ni caso, están todos más pallá que pacá.
- Oye, hijo mío - le reprendió Dumbledore -, creo que es injusto que digas eso...
- A callar - le espetó Jarri -, que me tienes jarto, "mami".
- ¿¡Mami? - preguntó Ron, con cara de descubrir que la cucaracha se había traído a sus primas a darse un banquete de lechuga.
- Pues sí - contestó Dumbledore, sacando pecho -. ¿Algún problema, señor Weasley?
Ron agarró a Jarri de la manga, sin dejar de mirar a Dumbledore fijamente.
- ¿Qué pasa aquí, Jarri? - preguntó, atento a la cabeza de Dumbledore, por si le salían antenas.
- Bueno - dijo Jarri -, en pocas palabras, que ahora resulta que Dumbledore y Voldemort son mis amantísimos padres...
- ¿¡¿¡Lo quéééé?
- Sí, pero los segundos - dijo Snape, con intención de ayudar, claro.
- ...y Snape es mi querido y nunca bien ponderado tío y padrino.
- El segundo, también - dijo éste.
- Y me cae mal - añadió Jarri.
- Es recíproco - dijo Snape.
- ¿Pero no querías que me fuese a vivir contigo? - preguntó Jarri a Snape, con el ceño fruncido.
- Creo que yo también necesito un whisky... - dijo Ron con voz débil.
- En mi casa no se bebe - dijo Snape con voz desagradable.
- Pues se va a ir a vivir contigo tu prima la coja - espetó Jarri.
- No - dijo Snape -, el que tenía prima, no sé si coja o no, era tu primer padrino, yo soy el segundo...
- Sí - dijo Jarri con cara de cabreo -, y pariente en quinto grado, no te digo...
- Bueno... - Snape se rascó el cuero cabelludo, y esbozó una sonrisa que a Jarri no le gustó nada -. En realidad, ya que lo mencionas, me llamo Severus Snape Potter...
Ron se encaramó en la barra .- ¡Ocho vozzzkas dobles!
- ¡Marchando! - dijo el tabernero.
- ¡Y a ver qué pasa con ese doble de cicuta! - gritó Jarri con pánico en la voz.
- ¡Oído cocina!
Ron se bajó de la barra y se acodó en ella, mirando a Jarri con los ojos desorbitados y un leve temblorcillo en las extremidades superiores.
- Macho - dijo, y le dio una palmada en el hombro -, pensé que tu familia no podía ser peor...
- Bue - dijo Jarri, aburrido -. Espera y verás, la próxima será que Umbridge es mi abuelita querida...
Dumbledore carraspeó.
- ¿Cómo lo has sabido?
1 Suele ocurrir; tras un trauma o impacto fuerte que conlleve pérdida de consciencia, los afectados se levantan o bien preguntando "¿Dónde estoy?" cual damisela medieval, o bien con los síntomas de una resaca de caballo. En Fred, por el momento, daremos validez a los dos supuestos, debido a la ambigüedad del personaje.
2 Por la simple razón de que no sabía contar hasta más arriba.
3 Concretamente el de la sombrillita.
4 Probablemente por el cubata de la sombrillita.
5 Extrañísimo, de hecho, empezando porque era un brillo de color rojo...
6 Quedó de un color rosa chicle de lo más molón.
7 El egoísmo de los amantes es legendario, en cualquier universo que se encuentren.
8 Como ya se ha podido deducir, Ron es el hermano de los gemelos George "el que está aburrío" y Fred "el que se ha llevado el gato al agua".
