- CAPÍTULO 10 -

All you need is love

- Noooo - dijo Jarri, asustado -, si lo del "¡AAAAAAAARRRGGGGGGG!" no era por ti, sino por esoooooooo!

Señaló a la puerta con un dedo tembloroso y los ojos desorbitados. Dumbledore, Voldemort, Snape, Ron y el camarero se volvieron. En ese momento entraba Cho "Tupperware" Chang, con un ojo colgando, la mitad del cerebro a la vista por entre las astillas de hueso craneal, los pelos como la Bruja Avería, la túnica hecha jirones muy poco insinuantes... pero eso sí, muy digna ella.

- Virgen de Guadalupe - susurró Snape con los ojos muy abiertos -, qué cosa más jorrible.

- ¡Escóndeme, por favor, te lo ruego! - imploró Jarri, mientras Cho "Tupperware" Chang avanzaba hacia ellos, tan inexorable como el Dedo Del Destino1. Jarri se ocultó justo a tiempo detrás de Snape.

- ¿Dónde está? - preguntó Cho "Tupperware" Chang bruscamente.

- Este... ¿Quién? - respondió Ron, disimulando (muy mal).

- Ya lo sabes - dijo Cho "Tupperware" Chang fríamente -. ¿Dónde está?

- No sé a qué te refieres, tía - dijo Ron, al que le faltaba silbar para que se le notase a la legua que estaba mintiendo.

- ¡A Jarri! - gritó Cho "Tupperware" Chang -. ¡A ese insensible pedazo de tocapeotas sinvergüenza hijo de...!

- Señorita Chang - dijo Snape con su mueca burlona más conseguida -, esos modales, o tendré que quitarle cinco puntos a Ravenclaw.

- ¡Me da igual! - gritó Cho "Tupperware" Chang, fuera de sí.

- No sé dónde está - dijo Ron, con un poco más de convicción -. Pero ¿qué te ha hecho?

- ¡Seguro que se ha ido a ligar con Hermione Granger! - gritó Cho "Tupperware" Chang.

Jarri, escondido tras la espalda de Snape, puso los ojos en blanco, irritado.

- Madreeee - murmuró para sí -, pero qué cansina que es esta tía.

- Pues aquí no está - dijo Ron con firmeza.

- Bueno -. Cho "Tupperware" Chang pareció tranquilizarse un poco -. Si lo véis, le decís que le estoy buscando.

Y Cho "Tupperware" Chang, con un ojo haciendo puenting, la mitad del cerebro tomando el aire, los pelos como antenas en busca de señal de vídeo/audio y la túnica pidiendo a gritos una jubilación anticipada con derecho a formar trapos para limpiar los cristales, salió del Caldero Chorreante, eso sí, muy digna ella.

- Cagóntó... - Jarri se incorporó y se alejó de Snape -. Esta tía me trae por la calle de la amargura.

- Pero ¿qué le has hecho esta vez? - preguntó Ron con curiosidad.

- ¡Nada! - exclamó Jarri -. ¡Como siempre! ¡Es que la tiene tomada conmigo!

- Pues sal con ella de una vez y quítate de problemas... - sugirió Ron, cogiendo un vaso al azar y bebiendo un trago de su contenido.

- Sí, hombre - respondió Jarri con el ceño fruncido -. Voy a salir con una pua china con los ojos colgando, con el repelús que me da.

- Estás hecho un castigador, Potter - comentó Snape con una sonrisa irónica.

Voldemort, que había permanecido en un silencio pensativo durante unos minutos, levantó la cabeza. En sus rasgados ojos rojos había una extraña expresión de tristeza.

- ¿Así que... - dijo con la voz entrecortada -, así que cuando la chica esa ligaba conmigo hace un rato...?

- Seguro que estaba intentando darle celos a Jarri - dijo Ron, observando a Voldemort con cautela.

- Lo siento, Tom - dijo Dumbledore, dándole unas palmaditas cariñosas en el hombro -. Parece ser que has perdido tu atractivo...

- Y tener cara de serpiente no ayuda, claro... - añadió Jarri.

- Ni esa tontería de llamarte "El Señor Tenebroso" - dijo Snape -. Sinceramente, está más pasado de moda que un disco de Juan y Yúnior.

- Síp - añadió Ron -. Lo de El Que No Debe Ser Nombrado echa patrás a cualquiera, claro...

- ¡¡¡Buáááááááááááááá! - sollozó Voldemort, enterrando el rostro entre las manos blancas y alargadas.

- ¡No llores tú, mi vida! - exclamó Dumbledore, y siguió un rato más con lo de las palmaditas en el hombro.

Jarri miró a Voldemort, y de repente sintió una especie de pena intensa por él (aunque sin exagerar). Sabía muy bien lo que era que se te dieran fatal los asuntos de faldas.

- Si quieres - dijo en tono consolador -, puedo hablar con Cho "Tupperware" Chang y pedirle que te dé una oportunidad... Le diré que, una vez que se te llega a conocer, no sé, no eres tan mal tío... Aunque con tu reputación lo tienes chungo, siento decírtelo.

- ¡N-no! - balbuceó Voldemort, llorando a lágrima viva -. ¡Po-porque seg-seguro que a-a-aunque me la dé te pre-prefiere a ti, y yo se-sería el segundo pla-plaaaaaatooooooo...!

- Hombre, no tengo la culpa de ser tan cañón...

- Vamos, vamos - dijo Dumbledore -. ¡Arriba ese ánimo!

- ¡No pu-pueeeeedooooo! - lloró Voldemort -. ¡Buááááá! SNIFS SNIFS SNIFS SOB.

Dumbledore le pasó un brazo por encima de los hombros y le ayudó a dirigirse hacia la entrada del Caldero Chorreante. Tambaleándose, los dos magos salieron por la puerta, Dumbledore haciendo muecas, Voldemort emitiendo un sonido de tuberías atascadas y cornetines del Ejército.

Los demás los observaron alejarse, con muecas de incredulidad más o menos conseguidas en los rostros.

- Vaya... - musitó Ron.

- ¿Vaya, qué? - preguntó Jarri, un poco con más brusquedad de lo que era necesario.

- Quién iba a pensar que Quien-Tú-Sabes tenía también su corazoncito... - continuó Ron.

- ¿Estás de coña? - exclamó Jarri con los ojos desorbitados -. ¡Sigue siendo un psicópata!

- Pero es tu padre adoptivo - intervino Snape en un tono razonable que ni Jarri ni Ron le habían oído emplear jamás.

- Prefiero acabar en la inclusa - dijo Jarri, desdeñoso -. La verdad.

- Ya te he dado la solución, Potter - respondió Snape con los ojos entrecerrados -. Vente a vivir conmigo.

Jarri pareció inflarse tanto de rabia contenida que Ron se apartó un poco por si explotaba y le dejaba perdida la nueva túnica de gala, que estrenaba precisamente ese día.

- ¡Pero hombreeeee! - gritó Jarri -. ¡Es que no me podía haber adoptado un borracho que pegase a su mujer drogadicta y me obligase a prostituirme por las calles, como a cualquier niño normal!

- No pienses que eres alguien especial, Potter... - dijo Snape con la mirada brillante y peligrosa.

- ¡Hala, ya estamos otra vez con esa milonga! - siguió gritando Jarri -. ¿¡Pero es que no se ha dado cuenta de que mi padre adoptivo mató a mis padres, intentó matarme a mí, abandonó a mi director, se cargó a mi padrino, me ha hecho doscientas cicatrices a cual más patética, y encima tiene una jeta más fea que un cruce entre José Manuel Parada y la Duquesa de Alba!

Ron se encogió de hombros.

- Yo lo veo normal...

- Tienes que dejar de ver la telenovela de después de comer, Weasley - dijo Snape -. Es una orden.

Jarri emitió un sonido gutural, mezcla de gruñido y aullido desgarrador.

- Bueno - continuó Snape, volviéndose hacia Jarri -. Ya sabes cuál es mi proposición. Piénsala, Potter - bajó la voz hasta asumir un tono confidencial -, y prometo llamarte "Jarri" y animar a Gryffindor en los partidos de Quidditch.

- Que no, que no y que no - insistió Jarri tozudamente.

- Piénsalo - repitió Snape.

Y, con toda la parsimonia del mundo, se dirigió hacia la puerta y salió del Caldero Chorreante.

- No lo acabo de entender...

Las piedras sobre las que apoyaba la cabeza Cho "Tupperware" Chang emitieron una vibración de comprensión.

- ¿Acaso no soy simpática? - continuó Cho "Tupperware" Chang con tono de actriz dramática -. ¿Acaso no soy inteligente? ¿Acaso no soy la chica más guapa de todo el Condado?

"Yo creo que no", susurró una de las piedras, mirando fijamente a Cho "Tupperware" Chang.

"A mí me da que quiere que le digamos que sí", dijo otra con voz dura como la piedra (lógico).

"Ah, yo passso", musitó un guijarro del suelo al que el resto de las piedras siempre habían considerado el díscolo de la familia.

"Si quiere la verdad, habrá que decirle la verdad", dijo la piedra angular del muro con voz autoritaria.

- ¿¡Es que hay alguien más bella que yo? - exclamó Cho "Tupperware" Chang con un gesto de melodrama barato.

"¡¡¡Blancanieves!", gritaron a la vez todas las piedras de la pared y del suelo. Y, también todas a la vez, soltaron una carcajada.

- ¡Qué, Severus! - dijo Fudge en tono amistoso, apoyándose en la pared y provocando el gruñido de frustración de otras cuantas piedras -. ¿Ha conseguido que el joven Potter acepte quedar bajo su protección?

- Lo cierto es que no, señor ministro - gruñó Snape en el mismo tono que la piedra -. He fracasado.

- Oh, vaya... - Fudge frunció el ceño -. Habría sido de gran valía para nuestro pequeño... negocio.

- Así es - asintió Snape -. ¿Y usted, señor ministro? ¿Ha conseguido... er... contratar, al hijo de Lucius Malfoy?

- No - admitió Fudge bajando la vista hacia el suelo -. He estado a punto, pero se ha echado atrás cuando ha sabido en qué consistía.

Snape chasqueó la lengua.

- Siempre tan poco sutil... ¿Y no ha podido darle un... incentivo para que aceptase?

- Había demasiados testigos - dijo Fudge en voz baja.

- Vaya - dijo Snape. Después, se encogió de hombros -. Bueno, tendremos que seguir dedicándonos a la venta ilícita de armas, entonces...

- Había pensado en crear una red de venta ambulante de rosas... - sugirió Fudge. Snape negó con la cabeza.

- Si le hace la competencia a Nada2, puede acabar en el Támesis. Con la cabeza en el Pisuerga.

- Oh... - la desilusión teñía la voz de Fudge. Snape, comprensivo, le pasó un brazo por los hombros y los dos hombres, juntos, bajaron por el Callejón Diagon.

- Siempre nos quedará París... - dijo Snape.

- Creo que la frase era: "Esto es el inicio de una gran amistad" - le corrigió Fudge.

- Bah, vámonos de cañas - sentenció Snape.

En la penumbra del Hogwart´s Bollos, Fred y Hermione dormían con una sonrisa en los labios, acurrucados sobre lo que hasta unas horas antes había sido un muro de contención. George Weasley también yacía tumbado, en el suelo, con un brazo protector rodeando la única botella de Beefeater que había encontrado en el almacén del bar.

- Y lo pe...lo pee... lo más malo esh - murmuró instantes antes de caer desmayado - que po muchisisisisimo que beba nomafecccta nasoluto...

- Bueno - dijo Dumbledore, sentado en el suelo con la espalda apoyada sobre otro sufrido muro de piedras -, creo que ya nos hemos divertido bastante por hoy...

- Habrá que dejar las cosas como estaban - asintió Voldemort -. Ya sabes que eso de destrozar el contínuo espacio-tiempo y de modificar los hechos y toda esa milonga es fatal para el tejido del Universo... Podría descoserlo, o como se diga. Nunca he entendido del todo esa teoría3.

- Ya, ya - suspiró Dumbledore -. Y, además, le quitaría emoción al asunto.

- Sí - dijo Voldemort -. Hay que recuperar la historia tal y como estaba antes de esta noche, Dumbledore... ¿Qué te parece usar un giratiempo?

- No - negó Dumbledore -. Eso sólo liaría más las cosas.

Voldemort puso los ojos en blanco y se puso feísimo. Más de lo habitual, que ya es decir.

- ¿Entonces...?

- Déjamelo a mí - dijo Dumbledore con voz de estar muy interesado en el asunto, levantándose del suelo, no sin esfuerzo -. Los hechizos desmemorizadores siempre se me han dado mejor que a ti...

- Vale - Voldemort se encogió de hombros, sin sospechar nada raro.

- ¿Seguimos como hasta ahora, entonces? - preguntó Dumbledore mirándolo con severidad.

- De acuerdo - asintió Voldemort.

- Entonces... Adiós, Tom - Dumbledore levantó la varita -. ¡Obliviate!

- Vaya...

Jarri miró a su alrededor, como si acabase de comprender una cosa.

- Serán... - frunció el ceño -. Se han ido todos sin contarme cómo es que Umbridge es mi abuelita y está viva la muy perra...

- Podría ser peor - dijo Ron, bebiéndose los restos de todos los cubatas que había desperdigados por encima de la barra, y sin fijarse en la cara de repentino terror que ponía su amigo del alma.

- De hecho - dijo Jarri con la voz temblorosa -, ES peor...

- ¿Ah, sí? - preguntó Ron, asustado, mirando a su alrededor como si temiese que en cualquier momento surgiera de algún otro plano de existencia un monstruo con muchas garras, pinzas y tentáculos para comérselo crudo.

- Sí - asintió Jarri, señalado los cincuenta vasos con sombrillitas, hielos, rajitas de limón y demás elementos que había en la barra -. Se han ido sin pagar la cuenta...

1 Creencia absurda de algún que otro universo paralelo. Como no viene al caso, no nos vamos a molestar en decirles en qué consiste, que nuestro tiempo es muy valioso.

2 Una historia interesante que deberá ser contada en otra ocasión.

3 Voldemort suspendió astrofísica ocho veces consecutivas.