HELGA
Después de los incidentes de aquel casamiento que no se llevó a cabo, se podía sentir una tensión extraña en el ambiente. Al menos, Hermione podía. No por parte de la gran mayoría de los sirvientes o los caballeros pero sí en su círculo más cercano.
Arturo estaba aliviado de que el compromiso hubiera sido disuelto y más de una vez se lo había dicho, aunque no dejando de lado los comentarios despectivos respecto a las criaturas mágicas y a la magia misma. Hermione al principio sólo le había dado una sonrisa no comprometedora pero luego su incapacidad de quedarse callada ante lo que parecía injusto salió a la luz y terminó diciéndole que no podía juzgar a todas las criaturas mágicas por igual, como si fueran malvadas o tuvieran malas intenciones por el simple hecho de ser mágicas.
—No seas ingenua—le había pedido su hermano con ese tono condescendiente que tanto la molestaba.
No había ido muy bien la discusión después de aquellas palabras y ahora ninguno de los dos se hablaba a menos que sea realmente necesario.
Morgana también se estaba comportando de un modo extraño, estaba más silenciosa de lo normal y pensativa. Muchas veces Hermione tuvo que llamarle la atención disimuladamente porque su padre o su hermano le estaban dirigiendo la palabra y ella no se había dado cuenta alguna. Otras, Hermione tuvo la extraña sensación de estar siendo observada por la joven y aunque no le tenía miedo precisamente era un poco escalofriante la sensación que la recorría, especialmente porque no sabían cuáles eran sus próximos planes. Había pasado tiempo desde la última vez que intentó asesinar a su padre o intentó hacer caer al reino pero no era tonta y mucho menos ingenua como para pensar que las cosas se quedarían así, que Morgana había olvidado todos los rencores que tenía contra Uther y que su corazón había vuelto a ser tan bondadoso como lo fue antes.
Ella y Merlín tampoco eran los mismos de antes. Su "casi-boda" los había unido aún más pero eso no quería decir que andaban de románticos, besándose en los rincones y lanzándose miradas cómplices… y no porque no quisieran sino porque ahora no sólo Gaius los tenía vigilados celosamente, cuidando que su comportamiento no delatara nada e impidiendo que se vieran más allá de lo absolutamente imprescindible, sino también Arturo. Tras haberse enterado de que ambos estaban viéndose secretamente no dejó demasiado tiempo libre a su sirviente. Hermione había querido hablar sobre ese aspecto con su hermano pero el mago le había dicho que no lo hiciera de momento, que las cosas se resolverían a su debido tiempo. Lo dudaba pero ante su insistencia no abrió la boca.
Pero más allá de esto, lo que le preocupaba era la actitud de su padre. No le había hablado directamente desde el momento en que se había lanzado a llorar delante de él y le había dicho que se marcharía si es que él no la dejaba sola. Después de haber anunciado que no se uniría en matrimonio con Paris delate de toda la corte del reino que esperaba presenciar la unión de los dos reinos, su padre no se había acercado ni una sola vez ni siquiera para reprenderla por sus acciones como había esperado que lo hiciera. Había estado segura de que Uther estaría furioso por haber roto con sus planes y que lo primero que haría en cuanto tuviera la oportunidad era gritarle.
Pero no había sido así.
No es que él no reconociera su presencia. El rey la saludaba cuando se encontraban, seguía enseñándole lo correspondientes sobre cómo llevar un reino pero no la miraba a los ojos por demasiado tiempo y podía sentirse la incomodidad cuando ambos quedaban a solas y en silencio. Había veces en que parecía que el rey quería decirle algo pero cuando abría la boca para hablar la terminaba cerrando inmediatamente. Ella no estaba tan enfadada con él como lo había estado días atrás pero aún se sentía herida y eso le impedía dar el primer paso para hablarle libremente.
Por eso, las únicas personas con las que solía frecuentar mayormente en esa semana eran Gaius, Ingrid, Harry o Athena.
—Tengo que hablar con Sir Godric—le informó una noche a su doncella antes de que ésta terminara sus labores diarios.
A través del reflejo del espejo notó que las mejillas de la mujer se teñían ligeramente de rojo.
— ¿Quiere que cubra su ausencia nuevamente?
—Sí, esta misma noche si es posible.
Había estado pensando durante todo ese tiempo en contactarlo para hablar sobre cierto asunto que había dejado pasar. La llegada de Harry le había recordado de cierta carta que el mago le había escrito mucho tiempo atrás, cuando buscaba la ayuda de alguien para contactar a sus amigos en el futuro. Godric había mencionado en ella que conocía a alguien que podía ayudarla aunque nunca había especificado de quién se trataba. Esa misma mañana había buscado aquella carta y la había vuelto a leer.
"Cuando la conozcas y sepas su historia, estoy seguro que la encontrarás intrigante. En su pasado existió una persona que tú conoces muy bien…"
No había dejado de pensar qué podría haber querido decir con aquellas palabras y, más específicamente, ¿Quién era esa persona que ella conocía tan bien? Había demasiadas opciones como para poder deducirlo.
— ¿Esta noche?—los ojos de Ingrid estaban muy abiertos— Si tenía intención de ir esta misma noche hubiera sido conveniente que me avisase antes de ayudarla a cambiarse, mi lady.
Hermione desvió la vista hacia el camisón largo que usaba. No era uno de los traslúcidos porque el clima no era precisamente cálido en esa época del año, por lo que no había peligro alguno de que alguien viese su cuerpo.
—Me podré una de mis capas encima—le dijo con liviandad.
La mujer puso mala cara pero como no le gustaba contradecirla demasiado por ser la princesa, no dijo absolutamente nada más. Además, después de todos esos años trabajando para ella había aprendido que Hermione Pendragon podría ser increíblemente terca cuando se lo proponía.
—No tarde demasiado.
Hermione le sonrió, agradecida por su apoyo. Ingrid se volteó hacia el armario y buscó una de las capas más grandes que tenía la princesa para que la cubriese por completo. La ayudó a colocársela y una vez que estuvo preparada Hermione fue hacia la chimenea para tomar un puñado de polvos flu y salir de Camelot sin que nadie más que su doncella supiera.
El fuego verdoso la envolvió de inmediato y empezó a girar incontrolablemente pero antes de siquiera poder sentirse mal sus pies tocaron el interior de otra chimenea.
Godric alzó la vista rápidamente de los pergaminos que leían al oír el sonido de las llamas y sus ojos se agrandaron, sorprendidos, al comprobar que se trataba de Hermione Pendragon.
— ¡Lady Hermione!—exclamó mientras se ponía de pie para salir de detrás de su escritorio e ir hacia ella— ¡Ha pasado mucho tiempo!—Le tendió la mano cordialmente para ayudarla a salir de allí—Por favor, siéntate… Es un poco tarde pero, ¿quiere un poco de té?
Ella negó con la cabeza repetidas veces mientras tomaba asiento. Godric se recostó en su escritorio cerca de ella.
—No puedo quedarme demasiado. Tengo que hablar contigo de algo importante.
La curiosidad de Godric aumentó.
—Por supuesto.
Hermione lanzó una mirada en dirección a la puerta.
— ¿Estamos solos?
—Todos están dormidos.
— ¿Todos? ¿Hay alguien más aparte de Salazar?
El hombre no parecía muy entusiasmado en hablar de ello.
—Es… sólo una mujer. Llegó hace un par de noche.
Hermione sonrió ligeramente, imaginando quién podría llegar a ser.
— ¿Una colaboradora para su noble plan?
—No, nada más lejos de la realidad—agitó la cabeza de un lado al otro—. Es una amiga de Salazar.
—Cuando dices amiga ¿te refieres a…?
—Sí—la interrumpió sabiendo perfectamente a dónde se dirigían sus pensamientos.
— ¡Oh!—por un instante Hermione había imaginado que estaría finalmente presente la cuarta fundadora del colegio—No pareces muy a gusto con la idea.
—Es cierto—confesó con pesadumbres—. No es una noble pero su familia es igual de poderosa al pertenecer a un largo linaje de caballeros. Si alguien se llegase a enterar que se encuentra aquí, viviendo sola con dos hombres, nos meteríamos en serios problemas y todo nuestro plan puede peligrar.
— ¿Y por qué no hablas con él? Intenta hacerle comprender.
— ¿Crees que no lo he intentado?—preguntó— He sido sincero con él y también con ella. Pero ambos están empecinados en seguir haciendo lo que hacen…
Hermione intentó recordar algo sobre la vida de Salazar. Ella sabía que tendría hijos puesto que el mismo Voldemort pertenecía a su línea de sangre, pero nunca había oído el nombre de su esposa o amante…
—Discúlpame—pidió de repente Godric—. Te he agobiado con un problema que no es tuyo y te he hecho perder tiempo. Por favor, dime qué es lo que deseas.
—Bueno… Imagino que recuerdas demasiado bien lo que hace unos años te conté, sobre…
— ¿Tu pequeño secreto?—Godric sonrió ligeramente mientras asentía con un movimiento de su cabeza—Es imposible olvidar algo como eso.
—Hace poco tiempo vinieron algunas sorpresas.
— ¿A qué te refieres con sorpresas?
—A dos personas—ella notó el cambio que se produjo en la expresión del hombre—, un viejo amigo y una de mis descendientes.
— ¿Una descendiente tuya? Hermione, eso es increíblemente peligroso. Tú sí perteneces aquí, este es tu tiempo, pero no el de ellos.
— ¿Crees que no lo sé?—le preguntó con cierto desespero—. Les he dicho lo que les sucederá si permanecen más tiempo del debido aquí, les advertí de los cambios que se pueden producir en el futuro si cambian algo del pasado durante su estancia… ¡Pero Harry está tan empecinado quedarse para comprobar que me encuentro bien! Y Athena asegura que hay cosas que debe hacer antes…
Ante la mirada confusa que le lanzó Godric, ella comenzó a explicarle todo: desde su muerte hasta la búsqueda de Harry hasta encontrar a Athena y luego el viaje de ambos al pasado.
—Athena me aseguró que no pueden marcharse aún porque hay cosas que deben hacer antes, que su presencia es necesaria pero aún así no tiene idea de cómo harán para regresar.
—Asumo que el motivo por el que me has venido a buscar es porque quieres que te ayude a encontrar el modo de hacerlos regresar—dijo pensativo.
—Efectivamente.
—Con sinceridad… realmente no sé cómo ayudarte—la miró fijamente—. Podría hacer más averiguaciones pero de momento la única opción que se me ocurre es visitar a la misma persona que sugerí cuando querías contactar a tus amigos del futuro.
—Estoy dispuesta a probar lo que sea—aseguró.
Godric asintió con un movimiento de su cabeza pero luego se quedó viéndola fijamente por unos instantes.
— ¿Puedo darte un consejo?
—Por supuesto.
—Permite que tus visitantes hagan lo que se supone que deban hacer—le dijo con seriedad—. Por lo que me cuentas, esta chica, tu descendiente, conoce ciertos datos sobre el pasado gracias a la información que tú misma le suministraste. Desconfiar de ella sería desconfiar de ti misma… me refiero en cuanto a la información que da, no a su persona.
— ¡Oh, estoy completamente segura de que ella es una persona confiable! Además, Harry confía en ella también, de otro modo no la había buscado.
Godric frunció el ceño.
—Aún no logro entender cómo es que él decidió buscarte, en primer lugar. Se supone que tu no estabas allí, que habías…—se detuvo de repente, no queriendo ser insensible al respecto.
Sin embargo, Hermione le dedicó una sonrisa tranquilizadora.
—Muerto—completó por él—. Sí, eso es lo que sucedió. Él, al igual que todos, creía que yo había muerto. Sin embargo encontró algo que puso la semilla de la duda en su mente.
— ¿Qué es lo que encontró?
—Tu carta. Esa donde me dices que puedo encontrarme con esta misteriosa mujer.
Los ojos de Godric se abrieron con sorpresa.
— ¿Tú… guardaste esa carta todo este tiempo?—preguntó atónito.
Hermione asintió.
—No podía tirar esa ni ninguna otra cosa que me haya escrito el reconocido Godric Gryffindor—aseguró sonriendo.
Pero su sonrisa murió cuando se dio cuenta del modo en que la contemplaba el fundador, como si hubiese dicho las palabras más maravillosas del mundo. No debería de haberle dicho aquello. No, sabiendo perfectamente que eso podría generar falsas expectativas. Se puso de pie lentamente y se acercó a él, colocó con delicadeza una mano sobre su brazo.
—Mira, yo aprecio mucho que…
— ¡Godric! ¡Acabo de tener una…! ¡Oh!—la chica que acaba de abrir la puerta de repente y que había entrado sin tocar se detuvo de inmediato al ver a la pareja—Lo siento. No sabía que estabas tan bien acompañado—le sonrió con picardía—. Lamento mucho haber interrumpido.
Ambos se ruborizaron ante esas palabras. Hermione se separó rápidamente del lado del hombre, no queriendo que aquella mujer pensara cosas que no era.
—No has interrumpido nada, querida Helga—le aseguró Godric, parándose derecho—. Pensé que estabas durmiendo.
— ¿Helga?—preguntó Hermione atónita, sin dejar de quitar los ojos en la mujer.
Era bajita y aunque no tenía sobrepeso su fisonomía no era igual a la de muchas mujeres de la corte: escuálidas y casi sin curvas. Tenía un rostro redondo, un cabello rojo y unos ojos amables. Estaba sonriendo con dulzura. Sin pensarlo, se acercó a Hermione y tomó su mano con la de ella.
— ¡Tú debes ser Lady Hermione!—exclamó sin borrar la sonrisa de sus labios—Salazar me ha hablado mucho de ti… Tanto que aunque jamás te he visto en mi vida ya puedo reconocerte. Yo soy Helga Hufflepuff.
Hermione se quedó unos segundos sin ser capaz de hablar, superada por la situación en la que se encontraba. Cuando Godric le había dicho que allí se encontraba una "amiga" de Salazar, jamás pensó que esa fuera la mismísima Helga Hufflepuff.
— ¿Hermione?—Godric la tomó suavemente del codo— ¿Estás bien?
—Eg…sí, lo siento—se disculpó rápidamente y compuso una sonrisa—. Es un placer conocerte…
—Puedes llamarme Helga—intervino—. No me gustan mucho las formalidades. Aunque, claro, deberás estar acostumbrada a ella, siendo quien eres.
—Algo—admitió—, aunque tampoco son de mi preferencia. También puedes llamarme Hermione, si lo deseas.
La mujer asintió con alegría.
—Bueno—dijo mirando entre Hermione y Godric—, será mejor que regrese a mi cama, entonces. Los dejaré solos para que continúen con su… charla. Mañana te informaré lo que he estado pensando.
Giró sobre sus pies y salió de allí cerrando la puerta detrás de sí.
—Inclúyela en tus planes.
— ¿Disculpa?—preguntó Godric con sorpresa.
—Inclúyela en la creación del colegio.
—Oh, mi lady, no creo que sea una buena idea. Ella será pasajera como todas las mujeres que tuvo Salazar en su vida…
— ¡Ella es la cuarta fundadora!—exclamó con ansiedad— El Colegio de Hogwarts de Magia y Hechicería tendrá cuatro fundadores: Godric Gryffindor, Salazar Slyterin, Rowena Revenclaw y Helga Hufflepuff.
Los ojos de Godric se ampliaron al oír esto. Por unos instantes permaneció sumado en silencio, pensativo, hasta que finalmente suspiró.
—Creo que tus amigos no son los únicos que van a influir en el curso de la historia—comentó con seriedad.
— ¿A qué te refieres?
—Salazar y yo no teníamos acordado un nombre específico para nuestro colegio pero el que has dicho estaba dentro de la gran variedad de opciones que tenemos escrito en un pergamino. Supongo que ahora está decidido, ¿no?
Hermione jadeó, al darse cuenta de lo que acababa de hacer.
— ¡Oh, no!—gimió, dejándose caer nuevamente en la silla— ¡No se suponía que debía de ser así! Ustedes por su cuenta deberían de haber elegido esto. No por mí.
—Bueno, si lo pensamos en detalle—intentó consolarla—, el nombre habría salido a la luz de algún modo u otro.
— ¡Eso no lo sabes! ¡No lo sabremos nunca!
—No te aflijas…
— ¿Cómo quieres que no me aflija?
—Hay cosas más importantes en las que pensar, ¿no crees?—le preguntó—Como en tus amigos del futuro.
— ¡Eso me aflige aún más!—exclamó—Lo peor de todo es que ninguno de los dos es capaz de realizar magia por su cuenta. Ni siquiera tienen sus varitas…—se silenció de repente— ¡Pero Salazar puede hacer un par! Pídeselo de mi parte, por favor. Cuando las tenga, avísame y vendré a buscarlas.
—Salazar ya no hace varitas mágicas—le comunicó—, pero tengo un conocido que puede llegar a ayudarte. Es algo joven el chico pero tengo entendido que su padre le ha enseñado bien su profesión. Hablaré con él y le encargaré dos.
— Sí, te lo agradezco—le dijo con profunda sinceridad.
—Ahora, vuelve al castillo, deja que las cosas sigan su curso. Cuando creas que es el momento oportuno, contáctate conmigo. Juntos iremos a ver a la mujer que te mencioné y sabremos si puede ayudarte o no.
Dado que no le quedaba otra opción, asintió. Se acercó nuevamente a la chimenea y tomó un puñado de polvos flu; pero antes de pronunciar su destino, le dedicó una sonrisa de agradecimiento a Godric.
—Gracias, eres un gran amigo.
Cuando Hermione ya hubo desaparecido, el fundador se dejó caer con pesadumbres en la silla que ella había estado ocupando segundos antes: amigos; eran y siempre serían amigos… qué bendito y triste destino era ese.
…
Arturo se movió en su cama y estiró uno de sus brazos por fuera de la colcha para tirar de esta y así cubrir todo su rostro. Sin embargo, sintió un peso inusual que se lo impidió. Aún con los ojos cerrados y medio dormido, se preguntó qué demonios podía ser. Siguió estirando su brazo y tanteando con sus dedos hasta que éstos tocaron algo demasiado peludo. Abrió los ojos de inmediato y de un salto salió de la cama, llegó a la ventana y corrió las cortinas para que la luz del nuevo día ingresase.
Al comienzo no logró ver nada porque el movimiento que hizo para levantarse corrió las sábanas cubriendo a la criatura que había usurpado su cama. Sus ojos se desviaron rápidamente hacia su espada que descansaba demasiado lejos de él y volvieron nuevamente hacia aquel bulto que parecía respirar y moverse.
La puerta se abrió en ese mismo instante, tan poco silenciosamente como siempre, dejando ingresar al atolondrado de Merlín, quien llevaba una bandeja con su desayuno. Le hizo un gesto presuroso para que guardara silencio y se detuviera en el mismo sitio en el que se encontraba y articuló silenciosamente: "cierra la puerta".
Merlín lo contempló con extrañeza pero hizo lo que se le ordenaba, maniobrando en una mano la bandeja mientras usaba la otra para empujar la puerta lo más silenciosamente posible. Luego, caminó hacia la mesa y dejó encima el desayuno del príncipe.
— ¿Qué sucede?—le preguntó sin alzar la voz. El príncipe hizo un gesto extraño en dirección a la cama— ¿Qué?—preguntó sin comprender qué quería decirle.
— ¡Que me alcances mi espada!—exclamó entre dientes, mirándolo de manera furiosa—Hay una criatura extraña en mi cama…
Merlín miró la cama y cuando comprendió finalmente lo que sucedía, sonrió.
—No es una criatura extraña, es Crookshanks—explicó antes de ir y tomar la sábana para apartarlas y así dejar que Arturo viera al animal—. Lleva ya tres días llegando por la madrugada para dormir contigo—sonrió burlonamente—. Sí que tienes el sueño pesado. He estado preguntándome cuánto tiempo pasaría hasta que te dieras cuenta que no duermes solo.
— ¡Yo no tengo el sueño pesado!—se ofendió—. Un caballero siempre está atento, siempre. Es capaz de descubrir hasta lo más leves cambios.
—Entonces, ¿cómo es que no te diste cuenta que tenías un compañero peludo con el que compartes la cama? ¿Si quiera te diste cuenta que hay un gato en el castillo?
—Es que… ¡esa cosa no puede ser considerada un gato!—exclamó—Mira su rostro—caminó alrededor de su cama pero aún sin poder hallar el valor suficiente como para acercarse demasiado—, parece que chocó contra una pared y quedó así… ¡Es horrible!
Los ojos del gato, que habían permanecido cerrados hasta ese momento, se abrieron de repente y contemplaron amenazantemente al príncipe. Merlín hizo una mueca y se alejó un poco, sabiendo por experiencia propia que no convenía en absoluto provocar a Crookshanks. Arturo lo imitó. Había algo en aquel animal que no le gustaba.
—Que Hermione no te escuche decir eso porque defenderá a muerte a su gato.
— ¿Es el gato de Hermione?—preguntó extrañado.
Merlín rodó los ojos.
—Está aquí desde que Harry y Athena lo trajeron. Es su gato desde que tiene trece años.
Arturo quiso seguir preguntando pero se contuvo porque sólo dejaría a la luz que no había visto al condenado gato en todo ese tiempo y tiraría al suelo la imagen pulcra de "siempre aleta" que deberían de tener los caballeros de Camelot.
—Creo que mi hermana tiene un grave problema con respecto a gustos—dijo—. Míralo… y mírate a ti. No lo entiendo, sinceramente.
Merlín apretó los labios con disgusto pero no dijo absolutamente nada. Sí, sabía perfectamente bien que no era el hombre más atractivo pero de todos modos a Hermione le gustaba y eso era suficiente para él.
—Por cierto—dijo Arturo cuando se metió detrás del biombo para cambiarse las ropas de dormir por las que utilizaría ese día—, ¿dónde está Potter?
—Dijo que tenía que hablar con Hermione sobre algo—respondió distraídamente mientras comenzaba a juntar la ropa que el príncipe tiraba.
— ¿Y a ti no te preocupa?
—No.
—Pero él está enamorado de Hermione—dijo el príncipe desde el otro lado.
—Lo sé.
—No entiendo…
—No me sorprende.
— ¡¿Qué?!
—Dije—se apresuró a decir—, ¿qué no entiende?
Arturo salió detrás del biombo ya vestido.
—No quieras burlarte de mí, Merlín—le advirtió.
—No me atrevería jamás—aseguró el mago, llevándose una mano al corazón—. Y… ¿qué es lo que no entiendes?
Arturo lo miró fijamente mientras se explicaba.
— ¿Cómo es posible que te sientas tan cómodo dejando a Harry ir con Hermione? Es obvio que él está enamorado de ella y estoy seguro que si no estuviera casado haría todo lo posible para conquistarla. Es algo impertinente, si me lo preguntas… y muy insistente…
Merlín no respondió de inmediato, lo cual exasperó un poco a Arturo.
—No me siento demasiado cómodo—confesó su sirviente bajando el rostro hacia sus manos, como si se sintiera avergonzado de tener que confesarle aquello a él.
—Entonces, ¿cómo lo permites?
El mago alzó la mirada hacia el príncipe.
— ¿Permitirlo? Hermione tiene la libertad de hacer lo que desee y de ver a quien desee. Ella no es mía y jamás lo será, no en esos términos.
—Así que si ella quiere dejarte…
— ¿Es ahí a dónde querías llegar?—era el turno de Merlín de exasperarse— ¡Siempre a lo mismo! Amo a tu hermana y ella me ama a mí y no hay de momento ninguna razón para dejarnos de ver… pero si tanto quieres saber, es también libre de dejarme cuando se le antoje…—empujó de mala manera la copa que se encontraba sobre la mesa hacia el príncipe—Ahora desayuna que se hace tarde.
Merlín se volteó, dejando a un boquiabierto e indignado Arturo. El príncipe jamás terminaría de acostumbrarse a esa clase de tratamiento que le prodigaba su inútil y descarado sirviente…y quizás no quería acostumbrarse.
—Vamos, Crookshanks—llamó al gato, quien alzó las orejas al oír su nombre y, tras desperezarse, saltó de la cama para seguir al mago ondeando su cola peluda de un lado al otro.
Arturo se quedó solo en la habitación silenciosa, pensando en lo que acababa de pasar. Era cierto que últimamente estaba comportándose un tanto mal—si es que podría utilizarse esa palabra— con Merlín, insultándolo más de la cuenta, recordándole cada una de sus fallas para hacerle ver lo inadecuado que era para Hermione... y él nunca le había dicho absolutamente nada. Nunca se había quejado ni le había respondido. Al menos, no tan abiertamente como en ese momento.
Se dejó caer en la silla que tenía más cercana y miró sin ver realmente la copa que Merlín había llevado. En realidad no era tan mal sirviente, quizás la cuestión era que le gustaba meterse con él y sacarlo de quicio. No obstante, en esta situación no podía asegurar que había obrado bien porque se trataba también de la felicidad de su hermana… Hermana que no le hablaba desde hacía unos cuantos días y con la que debía disculparse muy pronto.
…
— ¿Godric Gryffindor?—preguntó Harry con una profunda sorpresa— ¿El mismo Godric Gryffindor que fue fundador de la casa de Hogwarts?
—Creí que ya sabías que hablo con él. Después de todo, es suya la carta que encontraste en mi libro.
—Sí, claro… Es sólo que… Llegas de repente y me dices "anoche hablé con Godric" y suena tan surrealista—se removió su cabello con su mano, despeinándolo aún más.
Hermione notó que Athena le lanzaba una mirada de soslayo al muchacho y contuvo una sonrisa.
— ¿Quieren conocerlo?—les preguntó.
Los ojos de Harry se abrieron enormemente ante esa pregunta e inmediatamente comenzó a asentir con la cabeza pero Athena se adelantó a responder.
—No podemos. No aún—dijo—. Sería demasiado peligroso que tratemos más de lo necesario con personalidades tan influyentes históricamente—Harry la miró con decepción por lo que ella volvió a añadir, sólo para él—. Lo conocerás, Potter, pero no esperes que volverte su mejor amigo porque no habrá tiempo.
— ¿Serán él el que los ayudará a regresar?
La chica se encogió de hombros.
—Te dije que no sé cómo regresamos. Eso no escribiste en tus diarios. Lo que sí dijiste—comentó con cierta diversión— es que Harry odió la forma en que Salazar coquetea contigo a pesar de que sólo lo vio una sola vez.
Harry volteó rápidamente a mirar a Hermione.
— ¿Salazar Slytherin coquetea contigo? ¡Debe ser una broma!
—Por desgracia, no lo es—dijo Hermione.
Pensó unos segundos en comentarle también lo que se había enterado la noche anterior pero prefirió guardarse el secreto. Quizás había una buena razón por la cual en el futuro nadie sabía que Helga había sido la amante de Salazar y ella no iba a arriesgar las delicadas líneas del tiempo por un simple chisme.
—Pero… él sabe que no eres un Sangre Pura, ¿verdad?
—Claro que lo sabe—aseguró Hermione—pero eso no le impide comportarse como un idiota… Ese hombre tiene un don para sacar de las casillas a la gente.
— ¿Y Merlín sabe esto?—quiso saber el chico de lentes— ¿Sabe que coquetea contigo?
—Claro que sí. Ellos no son precisamente amigos pero creo que Merlín le ha dejado muy en claro lo que piensa sobre la forma en que me habla.
— ¿Y dejó de hacerlo?
—No, ahora sólo lo hace por el simple placer de molestarlo.
—Lo dices cómo si hiciera algo más que un coqueteo inocente—dijo Athena, contemplando como las mejillas de Hermione se volvían rojas— ¿Qué demonios te dice?
—Nada que yo quiera repetir—le aseguró la princesa.
Harry, molesto, estuvo a punto de exigirle que le dijera qué decía aquel infeliz pero la puerta de la habitación de Hermione se abrió de repente. Arturo se quedó quieto en el umbral, observando a los dos amigos de su hermana.
— ¿Puedo hablar contigo a solas?—le preguntó finalmente.
Athena se puso de pie y obligó a Harry a hacer lo mismo. Ella hizo una reverencia al cruzar al lado del príncipe pero Harry no, aunque a Arturo ya no le importaba demasiado la actitud rebelde de su sirviente.
Una vez que estuvieron fuera, la chica arrastró a Harry lejos de la habitación.
—Espero que ahora dejen de estar sin hablarse—comentó.
—A Arturo puede venirle bien un poco más de sufrimiento—indicó Harry con resentimiento.
—Debes aprender a aceptar su carácter. Él puede parecer un poco rudo pero siempre se ha preocupado por Hermione—le recordó.
—No lo conocemos tanto para decir algo así.
—Pero Hermione lo ha dejado muy claro en sus diarios y, además, hemos visto cómo es de protector con ella este tiempo que hemos estado aquí. Si no fuera bueno, si no la quisiera o la descuidara, ella no se preocuparía tanto por él como lo hace.
Harry admitió a regañadientes que quizás tuviera razón. Después de todo, parecía que este tiempo había cambiado mucho a Hermione y uno de esos cambios había sido volverla una persona más fuerte.
Athena miró de soslayo la expresión de Harry, intentando evaluar su estado de ánimo. Había algo que había querido decirle desde hace tiempo pero la debilidad que sentía el chico hacía Hermione se lo había impedido. Aún no estaba segura de si era una buena idea ser sincera con él pero suponía que todo se reducía a la cuestión de la confianza. La princesa le había asegurado que Harry era un hombre fiel a los ideales y que, aunque muchas veces rompió las reglas, casi siempre lo hizo porque creía que era lo correcto.
—Harry…—dijo lentamente su nombre, con un tono suave tan impropio de ella que sorprendió al muchacho—, hay algo que tengo que decirte.
— ¿Qué es?—preguntó con curiosidad.
Ella tardó unos segundos en responder.
—No podemos hablar aquí—indicó con urgencia—. Voy a confiar en ti, te voy a contar algo sumamente importante, algo que sucederá dentro de poco que no puedes decir a absolutamente nadie, mucho menos a Hermione.
— ¿Por qué no…?
—Porque no. Necesito que me lo prometas, Harry—le dijo mirándolo con fijeza— ¡Prométemelo!
— ¡Bien! ¡Te lo prometo!—exclamó con urgencia.
—Ahora, vamos, encontremos un sitio donde hablar sin que nadie nos escuche.
Harry sintió que ella tomaba su mano y comenzaba a arrastrarlo por el pasillo del castillo. Bajó su mirada hacia sus manos unidas, sintiendo que algo se removía en su estómago. Tuvo el impulso de apartárselo de un tirón pero por alguna razón que no supo bien identificar, no lo hizo, pero se consoló a sí mismo diciéndose que sólo estaba interesado en lo que tenía que decirle.
