Familiar
Apenas habían pasado dos semanas desde que Sakura se lesionó con la caída en las escaleras y solo quería que le quitaran el yeso que le protegía el brazo. Aunque para ella, más que protección era un estorbo. No le permitía hacer su vida normalmente, tenía que pedir ayuda para hacer hasta las tareas más sencillas.
- Mebuki –gritó Sakura desde su alcoba.
La mujer dejó lo que estaba haciendo en la cocina y subió a ver que necesitaba la pelirrosa– ¿En qué te puedo ayudar, Sakura-sa…? –Mebuki se tapó la nariz y la boca cuando entró a la habitación.
- Saca esto de la casa y quémalo, por favor –Sakura sostenía con las puntas de los dedos una bolsita de tela.
Con el rostro mirando al otro lado, Mebuki tomó la bolsa de igual manera que Sakura la sostenía– ¿Qué es esta pestilencia?
- Es lo que trajo Ino ayer, pero creo que algo se echó a perder –Sakura se acercó a la ventana y la abrió de par en par.
- Querrás decir que Ino te trajo un animal muerto para apestar la casa completa.
Sakura enarcó una ceja y pensó lo dicho por Mebuki– Ino no haría algo así. Al menos no de manera consciente.
- Deberíamos revisar que contiene…
- ¡NO! ¡DETENTE! –gritó la pelirrosa y Mebuki se paralizó antes de abrir el bolso– Haz lo que te pedí y ni se te ocurra abrirlo dentro de la casa –la mujer miró asustada a la adolescente– Vete ya.
…
Mebuki dejó la casa y caminó hasta el viejo pozo a orillas del bosque detrás de su casa. En una mano cargaba un pequeño bote con algún líquido y con el otro brazo, extendido al máximo de su largo, llevaba el bolso. Se asomó al pozo para estar segura que estuviera vacío. Primero arrojó el bolso porque ya no soportaba más el fétido olor y vertió todo el contenido del pequeño bote lentamente mientras murmuraba algo. Al final, arrojó también el bote y encendió un fosforo que arrojó al mismo tiempo que daba un paso atrás. La llamarada que salió de la boca del pozo no fue algo normal, el fuego era de color marrón. Inmediatamente buscó la ventana del cuarto de la pelirrosa.
Sakura, que veía todo desde su ventana frunció el entrecejo. ¿Era posible que fuera obra de Ino lo que acababa de presenciar? No, ella no sería capaz. Pero…no estaba tan segura de sus otras "amigas".
…
Una bolsa de papel golpeó la mesa de Ino.
- ¡¿Qué te pasa, Sakura?!
- Ups, lo lamento. ¿Te asusté? –dijo con un deje de burla y un leve tinte de sinceridad– No era mi intención, Ino. Lo lamento.
Ino fulminó a su amiga con la mirada– ¿Qué es eso?
Sakura bajó la cabeza y sonrió a escondidas– Yo sé que te va a encantar –la pelirrosa sacó de una en una, cuatro bolsitas de tela con estampados de flores, arcoíris y otras cosas lindas y tiernas– Les hice unas galletas para agradecer su invaluable apoyo durante estos días –tomando los bordes de su falda hizo una reverencia al estilo aristocracia occidental– Muchas gracias por sus amables atenciones durante mi convalecencia.
Ino y sus amigas no resistieron y estallaron en carcajadas. Incluso Hinata no pudo evitar reír. El alboroto fue tanto que todos sus compañeros voltearon a ver al grupo de amigas.
Temari se tomaba el estómago con una mano y con la otra se limpiaba las lágrimas– Ahora si te pasaste, Sakura. Pero yo te estoy agradecida, no me he sentido muy bien estos días y tu acto teatral me hizo olvidar todo lo malo. Gracias por las galletas.
Hinata y Ten-ten también agradecieron el obsequio y tomaron, cada una, una bolsita.
- No creo que tú las hayas cocinado, seguramente son de Mebuki-san –dijo la rubia dando una profunda olfateada al obsequio– ¡Mmm! Este aroma es inconfundible. Son polvorones de naranja, con mantequilla y un toque de extracto de vainilla, hechos por las expertas manos de Haruno Mebuki-san.
- Las quieres ¿sí o no? –dijo Sakura estirando el brazo con la palma hacia arriba.
Ino cubrió su sonrisa victoriosa con la bolsita de galletas– Otro día le daré las gracias personalmente a Mebuki-san por el obsequio.
…
- ¿Alguien quiere un poco de té? –ofreció Sakura sacando su termo– Lo preparé con la mezcla que me llevó Ino y le agregué una cucharadita de miel.
- Espero que las hierbas sigan frescas –Hinata le pasó a Sakura su vaso para que le sirviera un poco.
- ¿Tú las recolectaste, Hinata? Te lo agradezco mucho.
Hinata asintió tímidamente– Yo misma las cultivo en mi jardín. Son cien por ciento orgánicas, libres de pesticidas y de productos para rápido crecimiento.
Sakura escuchaba atenta a Hinata mientras servía té a sus amigas– Es bueno saberlo. Tal vez te visite un día para ver tu jardín.
- Hagamos una fiesta del té en casa de Hinata-chan –propuso Ino repentinamente.
Hinata, Ten-ten y Sakura se sorprendieron– ¡Ino! –la regañó por reflejo la pelirrosa al ver lo nerviosa que se tornaba Hinata– ¡No dispongas de casas ajenas como si fueran la tuya!
- Oh, vamos, Hinata, no seas aguafiestas –incitó Ino provocando que Hinata se pusiera más nerviosa.
- ¡Basta, Ino! Estas incomodando a Hinata –la defendió Ten-ten parándose desafiante ante la rubia.
A pesar de que Ten-ten era más alta, Ino enderezó totalmente la espalda y ladeó el cuello retando a la castaña– Mira nada más. Ha falta del hermano mayor sale la aspirante a cuñada en defensa de Hinata.
Sakura se quedó boquiabierta. Buscó apoyo en la más racional del grupo, pero Temari ya hacía equipo a un lado de Ino. En minutos sus amigas ya estaban haciendo una guerra de palabras, que Sakura temía escalaran fuera de su alcance. Y nuevamente lo olió, el aroma del día anterior en su cuarto. Comida putrefacta, aguas negras. Se tapó la nariz y agachó la cara tratando de esconderse del olor. En la periferia de su vista alcanzó a ver algo que se movía entre los pies de sus amigas y que se dirigía en su dirección. Una cucaracha corría evitando ser pisoteada. Sakura se quedó quieta analizando la trayectoria del animal rastrero.
Un destello detuvo la agitación del grupo de amigas. Las adolescentes vieron en dirección a Sakura.
- Por mí no se detengan. Continúen. Continúen –incitó la pelirrosa con el celular en la mano– Solo estoy tomando unas cuantas fotos y grabando videos para no olvidar lo ridículas que se veían peleando por tonterías –bajó un momento el celular y fijó su vista en Ino– Y ha todo esto. ¿Podrían explicarme por qué peleaban? Solo es por morbosa curiosidad.
Las compañeras de Sakura se miraron unas a otras totalmente confundidas.
- No recuerdo por qué empezamos a discutir –se sinceró Ten-ten esforzándose por evocar los recientes hechos.
- Creo que es mejor olvidar lo que pasó –dijo Hinata confundida por el breve período de ira incontrolable contras sus amigas.
Ino jugaba nerviosa con la orilla de su falda– Si dije algo inapropiado les pido disculpas, amigas. Ustedes son lo más importante que tengo y no me gustaría perderlas.
- Debemos agradecerle a Sakura por detenernos con esa foto que nos tomó –Temari tenía la corazonada que estuvo a segundos de romper algo irreparable si no fuera por la interrupción de la pelirrosa– Vas a borrar todo, ¿verdad?
Sakura le extendió su celular a Temari– No te preocupes, ya lo hice. Míralo por ti misma.
Temari negó con la cabeza– Confío en ti.
- Tengo que ir a la enfermería a tomar mis analgésicos. ¿Puedo confiar en que no volverán a pelear?
Ino se cruzó de brazos simulando estar ofendida, pero todo era para ocultar lo avergonzada que estaba– No necesitamos niñera para llevarnos bien. Lo hemos hecho desde que estamos en primaria.
- Me da mucho gusto oír eso –le dijo la pelirrosa abrazándola lo más fuerte que pudo con un brazo y frotando su mejilla contra la de Ino.
- ¿No tenías que irte ya, frentona? –Ino empujaba a Sakura para quitársela de encima.
Antes de dejar ir a la rubia, Sakura recargó su frente en la de su amiga. Las adolescentes estaban frente contra frente y sus narices se tocaban– Si vuelven a discutir, me voy a enfadar muchísimo. Y no me quieres ver enfadada, ¿o sí?
Algo en la voz de Sakura y la forma en que sus ojos brillaban, provocaron que un escalofrío recorriera a Ino desde la punta de los dedos de los pies hasta las puntas de su larga cabellera– No.
- ¡Perfecto! –canturreó Sakura con una linda sonrisa– Porque si lo hacen, ese pajarito de allí… –dijo señalando a un pájaro sentando en la orilla del techo sobre las escaleras– Me lo va a contar todo. ¿Oyeron? –preguntó paseando la mirada por el resto de sus amigas.
La pelirrosa partió dejando a sus amigas un tanto desconcertadas y pensando lo mismo. Sakura Haruno era una chica rara.
…
Karin, quien veía todo desde el interior del edificio corrió escaleras abajo para ocultarse de Sakura. Vio a la pelirrosa bajar las escaleras tranquilamente. Por su forma de bajar, se dio cuenta que aún seguía adolorida de la caída. Por los rumores esparcidos, sabía que sufrió de la perforación de un pulmón al rompérsele una costilla y que tenía prohibido agitarse o podría empeorar su condición. Tal vez ella no era culpable de lo que le estaba sucediendo, pero era seguro que tenía muy mala suerte al ser la receptora de todos sus trabajos contra Ino y sus demás amigas.
Y era por eso que estaba ahí. Quería verificar con sus propios ojos que su salación siguiera haciendo efecto en Ino. Y así era. Su relación con sus amigas empezaba a fracturarse y eso era muy beneficioso para Karin. Si el grupo de amigas se disolvía, la efectividad en sus trabajos sería casi nula y, en el mejor de los casos, inexistente.
Tal vez su hechizo necesitaba un refuerzo. Faltaban diez minutos para el final de la hora del almuerzo y los casilleros del gimnasio aún tenía la ropa de la clase de educación física. Si aprovechaba la oportunidad, era altamente probable que encontrara algo perteneciente a la rubia que le ayudara a reforzar la maldición bajo la que la tenía.
No le tomó mucho llegar a los casilleros e identificar el que ocupaba la rubia de ojos azules. Solo necesitaba algo que le perteneciera para reforzar la maldición que ya estaba en curso. Al abrir la puerta del casillero, se llevó tremendo susto que hasta fue a dar al suelo de sentón por la sorpresa.
Una rata se abalanzó sobre Karin saltando desde lo profundo del casillero. La pelirroja retrocedió arrastrándose por el suelo entre las largas bancas. Estaba aterrorizada, el animal crecía y crecía a cada paso que daba. En un parpadeo, la anciana que conoció en la montaña el día del solsticio, salió del casillero detrás del animal.
La mujer movía la cabeza en gesto negativo– Creí haber sido clara ese día, Karin. ¿Por qué sigues tratando de perjudicar a esas jóvenes? ¿Qué fue lo que te hicieron para que quieras hacerles daño?
- No es asunto tuyo, anciana entrometida –gruñó Karin levantándose del suelo apoyada en los lavamanos. Los grifos empezaron a vibrar amenazando con salirse de su lugar.
- Detente, Karin –pidió la mujer temiendo un desastre inminente– Podrías dañarte si no puedes controlarlo.
- ¿Quién dijo que no puedo controlarlo? –Karin movió la mano frente a un grifo y el agua brotó con fuerza hasta golpear el techo. Otro movimiento de mano y otro grifo se rompió igualmente.
- Si sigues destruyendo cosas tendré que obligarte a parar –amenazó la anciana golpeando el suelo con el tacón de su vieja sandalia. El flujo del agua disminuyó lentamente hasta detenerse y en cuanto dejó de salir agua, los grifos se repararon borrando la evidencia del daño.
- ¿Quieres jugar rudo, anciana? –la sonrisa maliciosa de Karin erizó los vellos en la nuca de la anciana. Karin tocó los grifos recién reparados con la punta de los dedos y el agua salió disparada, al igual que de las regaderas– No tenían por qué interferir en mis asuntos –susurró con la cabeza agachada.
El flujo del agua estaba totalmente fuera de control. Incluso de las tuberías del drenaje salían aguas negras creando un caos de olores y basura.
…
- ¿Has tenido dolor o alguna molestia con el yeso? –preguntó la doctora sacando un frasco con analgésicos del botiquín cerrado con llave.
Sakura se mordió el labio– La comezón a veces es insoportable.
La doctora rio un poco– Eso es muy común cuando la piel no respira libremente. Recuerda, después de que quiten el yeso usa cremas extra humectantes y toma mucha agua. Tu piel es muy joven y va a recuperarse pronto –le dijo animando a la estudiante y dándose la vuelta para quitarse los guantes y lavarse las manos.
- Su piel es por mucho más bonita que la mía, doctora –señaló Sakura admirando la tersa piel de la joven doctora provocando que se ruborizara– Si yo la viera en la calle pensaría que es una estudiante de esta escuela y no una doctora.
- Me alagas, Haruno-san. La clave para una piel saludable es usar protector solar, evitar los rayos UV lo más que puedas y, sobre todo, mantenerte hidratada tomando dos litros de agua al día. O más si el clima y tus actividades lo requieren –la doctora terminó de explicar y, en ese preciso momento, el grifo del lavabo salió proyectado contra el techo seguido de un chorro de agua con demasiada fuerza.
Sakura y la doctora se asustaron tanto, que ambas se tiraron al suelo desconcertadas por lo que sucedía.
…
La escuela se inundó de gritos al igual que de agua. De todos los lugares en los que hubiera una tubería o una toma de agua salió el líquido disparado rompiendo todo a su paso. Los alumnos salieron corriendo de los baños donde parecía que se desataba un tifón.
- "Todo el personal docente y de apoyo, favor de iniciar proceso de evacuación. Repito. Todo el personal docente y de apoyo, favor de iniciar proceso de evacuación" –se escuchó en los altavoces de la escuela, tanto en pasillos como en aulas y lugares al aire libre.
Los alumnos no perdieron tiempo y salieron a los patios de la escuela donde era poca la afectación.
- ¿Alguien vio a Sakura? –preguntó Ino exprimiendo el agua de su falda.
- Debe seguir en la enfermería –recordó Temari menos mojada que su rubia amiga– Mira, viene con la doctora.
Sakura bajaba las escaleras de emergencia con ayuda de la doctora y de un alumno de un curso superior.
Las amigas de Sakura se acercaron para relevar al estudiante y revisar a su amiga.
- ¿Se encuentran bien, doctora? –preguntó una preocupada Hinata al ver a la doctora mojada de pies a cabeza.
- Si, solo mojada como muchos de ustedes.
- Creo que con esto hemos cubierto nuestra dosis diaria de hidratación, ¿no cree, doctora? –dijo Sakura con tono burlón aguantando la risa.
La mujer vio a Sakura y no pudo evitar dejar salir una hermosa risa– ¡Ay, Haruno-san, tú si sabes ver el lado positivo a todo!
Las compañeras de Sakura intercambiaron miradas confundidas.
- Es un chiste privado –dijo Sakura guiñándole un ojo a sus amigas.
- Fuera de bromas. Tengo que revisarte –la doctora se acercó a la pelirrosa y examinó el cuerpo de la adolescente– Dime si te duele en algún lado.
- No se preocupe, doctora. Estoy bien –Sakura sonrió ampliamente recargando las manos en su cadera en una pose arrogante.
La doctora sonrió alegre y tomando por sorpresa a la joven, le picó levente la costilla por la cual fue hospitalizada. Inmediatamente, Sakura se dobló de dolor tomándose el costado– No me engañas. Te caíste sobre tu lado lesionado.
- ¡No quiero ir al hospital otra vez! ¡Por favor, doctora!
La joven mujer negó con la cabeza– Espera aquí, le informaré al director y haré una rápida inspección por si hubo otros alumnos lesionados. Yamanaka-san, tú eres responsable de Haruno-san hasta que yo regrese o la ambulancia llegue por ella.
- Si –contestó rápidamente Ino– Será mejor que te sientes –la rubia ayudó a su amiga a sentarse en el suelo. Para su sorpresa, el uniforme de Sakura estaba seco– ¿Cómo la doctora parece que se metió a bañar con ropa y tú estás totalmente seca?
Sakura revisó su uniforme que solo tenía dos o tres pequeños lugares húmedos– Ella estaba frente al lavabo cuando la tubería estalló y su cuerpo me protegió. ¿Supongo?
- No sé si la buena suerte está de tú lado o eres un imán para la mala suerte.
Las jóvenes coincidieron que era imposible decir cuál era la respuesta correcta.
…
Karin estaba furiosa y frustrada. Las cosas no salían como ella quería. Ino era una bruja muy poderosa y todo lo que le lanzaba le rebotaba a ella o a su amiga. No era la primera vez que se encontraba con una bruja que tuviera tan alto nivel de protección y era raro que no la confrontara para detener sus ataques. Y es que Karin sabía que sus hechizos funcionaban en su mayoría, pero todos y cada uno terminaban afectando a la única amiga de Ino que no mostraba interés en la magia. ¿Es que acaso Ino no tomaba las precauciones de protegerla? Bueno, era obvio que no lo hacía porque sus hechizos de mala suerte siempre afectaban a la pelirrosa. No tenía nada serio contra ella, solo era daño colateral de una guerra que solo Karin sabía que existía.
En ese momento lo decidió; si Ino era intocable, Sakura no. Tal vez si canalizaba sus maldiciones a través de la pelirrosa podría afectar poco a poco a Ino y así detenerla de robar su clientela.
Si quería hacer un hechizo 100% efectivo necesitaría algunos objetos de su víctima para asegurarse que todo saliera como ella quería.
…
Tardó un poco en llegar a la casa de los Haruno. Estando más allá de la zona totalmente urbanizada, era difícil conseguir algún transporte que se alejara tanto de los límites de la ciudad. Además, la zona no presumía de buena reputación por los animales que visitaban los patios de los residentes.
Mientras observaba los alrededores, notó que el patio trasero de la casa de Sakura era literalmente el bosque.
Si no hubiera sido testigo del total desinterés de Sakura por la magia, Karin podría decir que la joven reunía, por mucho, las características de una bruja.
Aclaró su mente y siguió caminando hasta la única construcción que se veía antes de adentrarse en el bosque. Con la mirada buscó que no hubiera nadie alrededor, sacó del bolso que traía una rata blanca con orejas muy prominentes. La puso sobre el pasto y el roedor corrió en dirección a la casa de los Haruno.
No le tomaría mucho, el plan debería ser infalible. Entrar a la casa, cuidar que nadie la viera, buscar la habitación de Sakura basándose en el decorado y tomar uno o dos objetos que sirvieran para albergar un hechizo. En este caso, cualquier objeto que ella usara.
Diez minutos. Quince. Media hora y no había señales del animal.
Tal vez fuera descubierta por algún miembro de la familia. O caído en una trampa para ratas. Esperaba que no fuera así. No podía dejarla ahí, eran asociados y su vida era responsabilidad de Karin. Se armó de valor y se acercó a la casa asegurándose que nadie la viera.
Subió las escaleras de la entrada de la casa y se asomó por la ventana situada a un costado de la puerta. No parecía haber alguien. Tal vez salieron el fin de semana a divertirse o llevaron a la adolescente al médico. Pensaba en mil y un posibilidades al creer la casa sola.
Revisó y no parecía probable que su aliado entrara en la casa porque no se veía un acceso a simple vista. Aunque también pensaba en la posibilidad de que su peludo cómplice encontrara la manera de entrar desde la parte trasera de la casa.
Decidida a averiguarlo, se aventuró al patio trasero para buscar una entrada a la casa o encontrar a su amigo atrapado en alguna trampilla para plagas.
La parte trasera no era nada especial, solo un pozo a unos metros de la casa en la orilla donde terminaba la propiedad y comenzaba el bosque. Una hortaliza lo suficientemente grande para producir verduras, legumbres, semillas y una sección de hierbas aromáticas y comestibles.
Karin revisaba con atención la hortaliza. Muchas de las hierbas sembradas ella las usaba para hechizos y pociones. Entre más analizaba las cosas, más le parecía que Sakura era…
- Te tardaste mucho en venir por tu amigo –la voz de una mujer la hizo girar tan rápido que provocó que Karin cayera de sentón– Oh, por favor, no arruines mis hermosas plantas.
Karin intentó ponerse de pie, pero algo se enredó en sus muñecas y tobillos sujetándola contra la tierra húmeda– ¡¿Qué?!
La sorpresa no solo fue por ser descubierta, sino por encontrar a la anciana de la montaña y del baño de la escuela en la casa de los Haruno– La sorprendida debería ser yo. Pensé que con el último encuentro te tomarías las cosas con más calma, pero veo que eres imprudente y tonta. ¿Qué es lo que buscas, Karin?
- ¿Qué hace aquí? ¿Me está siguiendo? –la pelirroja luchaba con la enredadera en sus manos sin mucho éxito.
- No, no, esta vez fuiste tú la que vino a nuestro hogar.
- ¿Nuestro?
La anciana caminó un par de pasos y con cada uno su fisonomía cambiaba por una más joven, de piernas largas y torneadas, piel tersa y nívea, una cintura pequeña, un par de redondos y firmes senos, boca en forma de corazón con una sonrisa altiva, ojos del color del jade y una cabellera a media espalda color rosa.
Con un movimiento de mano, la adolescente acomodó su cabellera rosa detrás de sus hombros– ¿Qué haces tú en mi hogar, Karin?
- Tú… la anciana… ¿Cómo?
Sakura se acuclilló frente a Karin y con un dedo le levantó la barbilla– No quiero repetirlo dos veces, Karin. ¿Qué – haces – en – mi – hogar? –cada una de las palabras sonaron como claras advertencias y amenazas al mismo tiempo.
- Yo solo quería asustar a Yama… –Karin no pudo terminar la oración, porque fue arrastrada por los tobillos hasta chocar con la pared de piedra que rodeaba el pozo. El impacto y la sorpresa fueron tan fuertes que le sacaron en el aire de los pulmones, dejándola un poco aturdida.
- ¿Qué acaso no fueron suficientes las dos primeras advertencias? Decomisé tu cuarzo con la energía que robaste el día del equinoccio. Quemé las ganancias de tus trabajos adjuntando una nota de advertencia –dijo la pelirrosa haciendo énfasis gráfico contando con los dedos– Me vi obligada a matar a una cucaracha para detener tu maldición. ¿Sabes lo mucho que detesto las cucarachas? –un escalofrío recorrió la espalda de Sakura al recordarlo– Ahora vienes a mi casa para tenderle una emboscada a mi mejor amiga y quien sabe que planeabas hacerle.
Karin luchaba con las enredaderas que la mantenían sujeta contra el pozo, mientras emitía gruñidos inentendibles por las demás plantas que cubrían su boca.
Sakura notó entre los gruñidos fragmentos de palabras– Detente –pidió negando con la cabeza– No vas a lograr nada intentando lanzar una maldición contra mí.
La advertencia no fue escuchada.
Sakura sintió movimiento proveniente de abajo de sus pies– Tengo que admitirlo, estoy un poco impresionada. Puedes lanzar hechizos aún amordazada. Nada mal –la pelirrosa sonrió de lado– Pero tendrás que hacer más si quieres destruir el mío.
Con un fuerte pisotón, la tierra bajo los pies de Sakura dejó de moverse.
- ¿Quién dijo que quería destruir tu hechizo? –ante las palabras perfectamente articuladas de la pelirroja, Sakura levantó la vista más que solo "un poco" impresionada. Karin, de alguna manera, rompió sus ataduras y ahora estaba parada libre sobre un geiser que salía del pozo.
- Había pensado dejarte ir solo con una atadura temporal a tus poderes, pero ahora no estoy tan segura.
- No eres la primera que intenta despojarme de lo que es mío –Karin estaba rodeada por una esfera de agua que la protegía como si fuera un escudo.
El temblor bajo los pies de Sakura volvió y con mayor intensidad. No quería ni pensar a que se debía; pero sabía que solo había dos opciones, Karin también manejaba la tierra o…
- ¡Detente, Karin! Vas a desatar el caos en mi patio trasero –ordenó furiosa Sakura viendo como la tierra se rompía bajo sus pies dejando salir bichos, alimañas y toda clase de insectos. Con las palmas hacia el suelo, Sakura cerró los ojos– No son bienvenidos en mi hogar –decretó Sakura y el agua que rodeaba a Karin barrió con todos los animales que logaron salir a la superficie.
- ¿Cómo lo hiciste? –la pelirroja no podía creerlo. El patio de los Haruno era un total desastre. La tierra estaba removida, insectos muertos alfombraban el suelo, las hortalizas inundadas y Sakura… Sakura estaba furiosa.
- Yo tenía planeado vivir una vida en total paz y tranquilidad en esta ciudad. No voy a dejar que lo arruines –la adolescente levantó la mano como si fuera a tomar algo suspendido en el aire– Llamo al viento, regente del Este. Llamo a la tierra, regente del sur. Llamo al fuego, regente del Norte. Llamo al agua… – Sakura no logró continuar con su hechizo al recibir un golpe de agua justo en el lugar de su costilla rota, obligándola a doblarse por el dolor– Todavía tienes sorpresas, Karin.
Cada uno de los llamados de Sakura habían creado una atadura en cada extremidad de la pelirroja; pero hacía falta el del agua y eso le dio una pista a Sakura.
- No entiendo cómo es que no has iniciado una cofradía con Ino y las demás. ¿Crees que no son dignas de compartir tus conocimientos? –preguntó mordaz Karin.
- Te equivocas. Ellas son casi perfectas, pero les falta madurar un poco más.
Karin movió su mano libre y una cadena de agua intentó golpear a Sakura. La pelirrosa por poco y no lo esquiva– Yo digo que no eres tan fuerte. Mírate, ni siquiera has podido sanar tu herida. Solo eres puras habladurías.
- ¿Crees que me vas a provocar con eso? He enfrentado a brujos con lenguas más afiladas que la tuya –señaló Sakura encogiéndose de hombros.
- Yo no soy solo palabras, imitación de bruja barata –otro latigazo de agua rozó la pierna de Sakura. Karin incrementaba la cantidad de magia que impregnaba en sus ataques.
Pero también de lo que se dio cuenta Sakura, fue que Karin recibió un residual de la magia extra usada en su ataque.
- Ya me cansé de jugar contigo, será mejor ponerte una atadura antes de que te hagas daño.
- ¿Tú, ponerme una atadura? Para eso tendrías que ser más fuerte que yo –dijo Karin y repentinamente todas las restricciones que Sakura puso en sus extremidades fueron rotas por balas de agua.
Nuevamente proyectiles de agua atacaron a Sakura, ahora más rápidos y en mayor cantidad. E igual que antes, Karin recibía daño derivado de su propio ataque– Karin si sigues así vas a hacerte mucho daño.
- Esto no es nada. Puedo aguantarlo –dijo entre dientes tratando de ocultar el dolor que sentía con cada impacto.
La única opción que tenía Sakura para detenerla era usando una barrera de viento y esperar hasta que la adolescente se agotara. Sakura se cruzó de brazos y un escudo de viento en forma de esfera se formó a su alrededor protegiéndola de los ataques– Veamos que tanto puedes aguantar.
Karin inyectó más magia a sus ataques y el daño que ella recibía incrementó en igual proporción. Pero por más que atacaba, Sakura seguía inamovible. Incluso bostezaba y se miraba las uñas como si muriera de aburrimiento. Eso hizo enojar más y más a Karin lo que derivaba en un incremento en el poder de sus ataques– ¿Por qué? ¿por qué?
Después de unos cuantos minutos de constantes ataques, Sakura notó que el daño que recibía Karin era mayor que el que su barrera de viento repelía– ¡Karin, detente! ¡Te estás haciendo daño a ti misma! ¿No te das cuenta?
- No me digas qué hacer –gruñó y los proyectiles volvieron a ser cadenas de agua; pero no atacaron a Sakura, sino que daban golpes sin distinción a quien o que atacaban y se enredaban alrededor de Karin.
- ¡Demonios! –Sakura retrocedió alejándose del alcance de los ataques– Ahora sé porque mi atadura no funcionó contra ti. Hora de pensar en un plan, pero primero –Sakura dibujó en el suelo con su dedo índice un triángulo con una línea atravesada– Yo que domino sobre todos los elementos, le pido ayuda al viento y refuerzo mi poder –unas decenas de esferas de viento flotaron alrededor de Sakura. Satisfecha con el resultado sonrió– Vamos a jugar un poco, familiar de Karin y señor del agua –con un movimiento de mano, una pequeña cantidad de esferas chocaron contra el agua encharcada en el patio de la casa de los Haruno. Una tras otra, los golpes de las esferas hicieron que el líquido saltara por la fuerza– Nunca he visto lo que le pasa a un familiar de agua al ser electrocutado.
Los charcos de agua empezaron a reunirse en un solo lugar del patio. Era como si todos tuvieran vida propia o fueran controlados por alguien que Sakura no veía.
- Voy a contar hasta cinco y si no te muestras soltaré este lindo regalito –dijo con una chispa gigante en su mano derecha– un pececito… dos pececitos… tres pececitos… –Sakura sostenía la chispa con solo dos dedos como si fuera un globo de agua– ¡Ay, se me resbala! –dijo casualmente soltándola.
En ese momento el agua se contrajo sobre un tronco cortado formando un cuerpo humanoide– ¡Lo siento! ¡Lo siento! –el ente que apareció era un adolescente de tez morena clara, cabello blanco con tintes azulados, ojos morados y lo que más llamó la atención de Sakura, dientes afilados semejantes a los de algún depredador acuático– No tenías que ser tan agresiva.
Sakura chasqueó la lengua y se cruzó de brazos– Dime que no estabas esperando que me distrajera para atacarme.
- No lo niego, pero en mi defensa lo hacía para proteger a Karin.
- No juegues conmigo. Sé reconocer a un mentiroso cuando lo veo –la chispa qué aun flotaba a unos centímetros del suelo se movió en dirección al joven sobre el tronco– ¿Qué pensaban hacer?
- Deshaz tu hechizo o todos moriremos electrocutados.
- No te preocupes por mí, soy a prueba de electricidad.
El joven sonrió de lado– Pero ella no.
- No tengo ninguna razón para protegerla, ella invadió mi hogar con las intenciones de hacerme daño y a mi amiga. Yo solo me defendía.
El peliblanco no pudo ir contra la lógica que exponía Sakura– Solo has estado jugando con ella. ¿Porque no la acabaste desde el principio?
Sakura empezó a jugar con la esfera de electricidad– Estaba aburrida y ella llegó en el momento adecuado.
- Todas las brujas son como niñas caprichosas que creen que el mundo está a sus pies –acusó el peliblanco cruzándose de brazos– Si ya te divertiste lo suficiente, termina con nuestras vidas.
- ¿Quién dijo que iba a matarlos? –la sonrisa burlona de Sakura hacía hervir la sangre del peliblanco– ¿Cómo te llamas?
- Soy Suigetsu, un espíritu del agua condenado a ser el familiar de las brujas Hourai hasta el final de mis días.
Sakura pensó que Suigetsu era demasiado dramático para sus gustos– Perfecto, Suigetsu, tú vas a ayudarme a detener a Karin –el peliblanco abrió la boca, pero la cerró cuando Sakura le puso un dedo sobre los labios– Escúchame bien, rompe tu alianza con Karin. Eso anulará el poder que tiene sobre el agua, dejándola solamente con su poder natural.
- Te equivocas, aun tienes que luchar con su herencia familiar. La atadura.
- ¿De verdad crees que no me había dado cuenta de eso? Karin tiene un poder muy singular y eso la hace ultra especial.
Suigetsu enarcó una ceja– Ninguna bruja o brujo que haya sido atado por ese poder ha conservado su magia.
La sonrisa soberbia de Sakura creció– Yo no soy una bruja cualquiera –un diamante color lila apareció en el centro de su frente.
El joven espíritu del agua se sorprendió al ver la marca de Sakura– Eres una bruja...
- ¡No te atrevas a decirlo! Odio ese nombre, me hace sentir como antigua reliquia.
- Solo las brujas que han encontrado la iluminación divina han alcanzado ese nivel. ¿Cómo lo has hecho tú si solo eres una niña?
Sakura le guiñó un ojo a Suigetsu– Es un secreto. Ahora, rompe el pacto que tienes con ella y haz uno temporal conmigo.
