He de agradecer sinceramente a Bruxi por su donativo para ayudarme en estos días de penurias. Gracias por ayudar a que esta historia continúe y a liberar un poco mi peso.
La trampa del pasado
2
Sasusaku
Sasuke no podía pensar en otro lugar que no fuera aquel. Tampoco esperaba menos que su gesto expresase qué significa en esa etapa de su vida ese lugar. Al fin y al cabo, era un lugar que marcaba algo para ambos; una despedida.
Sakura caminó casi de puntillas hasta el banco para posar su mano sobre el respaldo. Sasuke todavía recordaba cómo fue dejarla ahí en el pasado. Ese peso en su corazón jamás desaparecería. No tendría suficientes vidas para realmente ganarse el perdón.
—Realmente eres...
—Sí —aseguró acercándose algo más a ella—. Lo soy.
Sakura desvió la mirada del banco a él. Sus ojos grandes y verdes. Su boca pequeña, temblando ligeramente. Su barbilla aumentó el temblor y, después, las lágrimas comenzaron a bañar sus mejillas. Se llevó las manos a los ojos, frotándose con las palmas.
—Lo siento… lo siento tanto —balbuceó entre sollozos—. No quiero llorar, pero no dejan de salir. No se detienen. Cuando pienso que… que volverás, el corazón se me alivia de tal forma que no puedo parar.
Sasuke suspiró y se sentó en el banco, junto a ella. Extendió su brazo y posó su mano sobre su cabeza. Su llanto aumentó. En un abrir y cerrar de ojos, Sakura estaba delante de él para encontrarse abrazada a su pecho, empapándole la ropa de lágrimas saladas.
En otros tiempos él la habría apartado, se habría mostrado frío mientras por dentro, seguramente, estaría confuso por el hecho de sentir que había obrado mal al hacerlo. Ahora, encontraba indicado permitirle hacer eso. La Sakura adulta había llorado por él, le había perdonado y aunque no le tiraba en cara nada del daño que le hizo, Sasuke era consciente de que estaba ahí, arraigado de alguna forma, soportando un pilar que ambos cargaban con esperanzas y amor y, que ahora, estaba también acompañado por la existencia de Sarada.
—¿Sabes? —murmuró—. Tenemos una hija.
Sakura hipó, el llanto levemente fue menguando para que le mirase con los ojos muy abiertos y las mejillas enrojecidas.
—¿Qué?
—Sí —confirmó—. Sarada. Sarada Uchiha.
Sakura se talló las últimas lágrimas con los dedos.
—¿Sólo una? —preguntó. Luego, se percató de sus palabras, enrojeciendo y saltando de su regazo para darle la espalda—. ¡Ay, Dios! ¡Pero qué estoy preguntando!
Sasuke no pudo captar a qué se refería. Tomó uno de sus mechones entre sus dedos. Sakura siempre tuvo el cabello sedoso. Comprendía lo importante que fue para ella cortárselo. Aún así, el cabello corto era agradable. Entendía que ella necesitaba menos tiempo gastado en él debido a su trabajo, pero Sasuke aprendió que no importaba si era largo o corto, era su propio sello.
—¿Por qué lo dices?
Ella le miró. Las mejillas enrojecidas.
—Bueno… —carraspeó—. Cuando nos presentamos a Kakashi, aquel día, dijiste que… pues yo entendí que…
De nuevo, gritos inconexos. Aquellos días estaban algo lejos de su memoria, pero algo recordaba.
—Sarada cumple esa función… por ahora.
Sakura ladeó inocentemente la cabeza y él sonrió. Una escueta sonrisa que la hizo parpadear, enrojecer y suspirar.
Entonces, se le ocurrió algo. Una locura. Quizás algo que le debía.
Se puso en pie mientras ella le miraba curiosa. Entonces, hizo el sello.
Sakura exclamó un grito de sorpresa y después, si fuera posible, sus ojos chispearon con brillos y corazones. Desvió la mirada, metiendo la mano dentro del bolsillo de sus pantalones.
—Sólo por hoy —murmuró.
Claro que, para la Sakura joven ese aspecto realmente no era tan lejano. El recuerdo de cómo la dejó atrás de esa forma, debía de ser doloroso.
Aún así, la miró fijamente, deteniéndola antes de que se lanzara contra él.
—Ah, perdón —se disculpó—. Es sólo que… algo, como un recuerdo, quería hacerlo —sopesó pensativa—. Yo… —Se lamió los labios—. Nosotros realmente estamos casados. Realmente cumplí esa parte de mi sueño, pero…
Sasuke frunció el ceño, comprendiendo. Era algo que ya había llegado a sus oídos de antemano. Naruto le había regañado por ello, claro que el Uzumaki no sabía qué pasaba entre su esposa y él cuando estaban a solas. Nadie, en realidad. Ni siquiera Sarada*.
—Te amo.
Sakura levantó la cabeza. Fue lo único que vio antes de que desapareciera en una nube para aparecer el "yo" que conocía. Se había llevado las manos a las mejillas, rojas como cerezas. Cayó de rodillas, con las lágrimas agolpándose una vez más en sus ojos.
—Tsk, mira que eres problemática.
—¡Lo siento! Es que…
—No hay excusa. Te inmiscuiste en algo que no te atañía —regañó acercándose a ella—. Y casi te pierdes en el tiempo.
—Lo sé, es sólo que…
Sasuke suspiró.
—¿Realmente crees que soy de ese tipo de hombre?
—Claro que no —aseguró ella—. Pero…
Sasuke no la dejó inventar más excusas. Extendió su mano hacia ella y la abrazó. Lo más que podía ese cuerpo. Sakura sonrió y ella sí se permitió rodearle. Incluso le dio un tímido beso en el cuello.
—Bienvenida.
—Gracias, cariño —susurró. Retrocedió para mirar a su alrededor. —¿Cómo están las otras chicas?
—No lo sé —reconoció—. Simplemente…
Pensé en ti. En que te lo debía.
Aunque te debo tantas cosas…
—Lo entiendo.
Él la miró. Directamente a los ojos, echando la cabeza ligeramente hacia atrás para poder hacerlo.
—No necesitas decirlo con palabras. No sé bien cómo se ha roto lo que nos ha pasado, pero… creo que he escuchado tu corazón. Sé lo que te cuesta hacer estas cosas o… —Posó una mano sobre su mejilla—; expresar las palabras. Pero yo las entiendo. Naruto también, aunque le encanta meterse contigo. Eso es algo que no va a cambiar nunca entre ustedes, así como que yo sea capaz de entender lo que sientes y el mundo no.
Sasuke no encontró esa vez las palabras. Sakura siempre era capaz de exponer de esa forma sus sentimientos, de comprenderlo.
Quizás era una de las cosas que más amaba de ella.
Sakura enrojeció.
—Oye… en esta forma no, pero… si pudieras volver a ser un adolescente…
Sasuke gruñó.
—Ni hablar.
Se alejó para regresar a su yo natural. Sakura se echó a reír, colgándose de su brazo.
—Anda, un ratito.
—Te dije que sólo una vez —recordó.
—Eso fue a mi yo joven —reprochó poniendo morros.
Sasuke aprovechó la oportunidad. Se inclinó, besándola. Un casto y corto beso pero que bastó para mandar a volar su mente y que dejara de pensar en eso.
—Volvamos a casa.
Ella inclinó la cabeza, avergonzada.
—¿Vas a castigarme?
Esa vez, fue su mente la que voló hasta cierto lugar de su cuerpo. Maldijo entre dientes. Ella sonrió.
Porque ambos sabían que sí, iba a castigarla. Entre sábanas y una magnífica noche en vela. Envió una carta a Naruto para informarle de la situación.
Si el Hokage quería que regresara, iba a ser una larga espera.
Continuará: Próximo Saino.
*: No habla de algo sexual, coshinos.
