Quería que fuera más triste, pero no me sentí capaz de hacer llorar más a Sai...


InoSai


Un vínculo especial


Él lo entendía. Aunque le doliera. Nunca había formado parte del pasado de Ino y por ello, su situación era complicada. Para Ino, él no era más que un desconocido. Un hombre con el que había terminado casándose, como si no le quedara otra. Al fin y al cabo, su niña interior estaba enamorada de Sasuke.

Entendía que le costaba comprender que se había tenido que conformar con él, que no era igual a su primer amor.

Sentía envidia.

Le habría gustado tener otra infancia. Haber corrido junto a los demás y reído antes de ver la mierda de mundo que les esperaba de adolescentes. Quizás sería de otra forma ahora, pero podría haber formado un vínculo con Ino.

O quizás, eso nunca hubiera pasado.

Se sentó, desanimado, en uno de los bancos frente a la floristería. Podía ver todo su esplendor pese a que estuviera cerrada. Le había costado habituarse a lo que ese negocio implicaba. Levantarse temprano hasta los días en los que no tenía que trabajar, que eran escasos, tratar con flores que desconocía, aprender todo desde cero. Pero había valido cada maldito momento con ver la felicidad en el rostro de Ino.

La amaba. No podía explicar seriamente cuando fue, pero sabía que lo hacía. No había un encuentro a primera vista que volcó su corazón. Aunque, qué cosas sabía él en ese momento del amor. Ino le enseñó todo. Lo aceptable y hasta lo no aceptable, dándole su oportunidad de tomar sus propias decisiones y de embarcarse en ello. Cuando fueron padres, fue una aventura incluso más vertiginosa.

Él, que había perdido y quitado tanto, recibía algo fruto de su unión.

Inojin era justo la muestra de que ambos congeniaban, de que podían hacerlo bien. Aunque no negaba que disfrutaba sacándola de quicio y volviéndola loca. Le había demostrado que ella podía otorgarle ese amor que nunca descubrió hasta estar en sus brazos. Lo que había olvidado y bloqueado.

Ella conoció de él esos secretos que había mantenido en las sombras durante muchos años. Lleno esa soledad.

Y ahora, perderla, era… aterrador.

—Dime que no me he casado con un hombre llorón.

Parpadeó, sorprendiéndose por las lágrimas que no había notado. Ino estaba a su lado, ligeramente inclinada, con su largo cabello cayendo por su hombro mientras le miraba con los ojos muy abiertos.

—Nunca pensé ver a un hombre adulto llorar.

Sai esbozó una sonrisa. No era la primera vez que Ino en realidad le veía llorar. Muchas eran las veces en las que había despertado a su lado gritando por una pesadilla, echo un mar de lágrimas. Y todas esas veces, ella lo había acunado cariñosamente para recordarle que estaba a su lado y no dentro de esas pesadillas.

—Los hombres también lloran, preciosa —le dijo—. La única diferencia es que sabemos frente a qué mujer llorar o no. Y hay situaciones en las que, cuando se te rompe el corazón, no puedes más.

Ella guardó silencio. Volvía a mirarle con el mismo gesto de duda que en casa de los Nara. Sopesó la idea de que echara a correr, pero en su lugar, se sentó a su lado. Movió sus piernas hacia delante y atrás.

—Sé que es que te duela el corazón que no puedas más —comenzó—, pero las chicas también tenemos que ser fuertes y seguir adelante. Si no lo soy, nadie podrá apoyarse sobre mí. Es lo que pienso.

Él movió la cabeza. Era la misma persona, más joven, menos madura quizás, pero ya organizando su vida en dirección.

—En realidad… sé que Sakura iba a quedarse con Sasuke.

La confesión le sorprendió. Ino no solía realmente contarle mucho de esas cosas. Las dejaba resguardadas bajo frases de indiferencia.

—Desde que Sasuke se marchó, comprendí que yo no tendría la misma fuerza que Sakura para esperarle, para luchar por ello. Así que esto se convirtió más en ir retrocediendo en la cola. Por eso, cuando he visto que se han casado, he comprendido lo inevitable que era eso.

Se miró las manos, aturdida.

—Sé que eso debería de dolerme, pero algún motivo, me duele más… pensar en ti. Una parte de mi dice que eres alguien mayor, extraño, que no debería de confiar, pero cuando he visto a Shikamaru confiar en ti para cuidarme, he comprendido que realmente eres alguien que yo atesoro.

Le miró a los ojos, parpadeando. Tan hermosa, tan joven y dulce. Tan perdida.

—Realmente, has de ser una persona maravillosa para mí. Realmente, has de quererme de esa forma que Sakura quiere a Sasuke. De esa forma que espero ser querida. ¿Tú me quieres?

—Te amo —corrigió—. Más de lo que crees, Ino.

Las lágrimas llegaron a sus ojos. Extendió su brazo y posó su pulgar en su mejilla. Ella parecía confusa, hasta que fue rodeada por una nube de humo y la Ino adolescente dejó paso a la mujer que recordaba.

Sonreía y las lágrimas, esa vez, parecían tener otro significado.

—Sai —nombró—. Dilo una vez más.

Él sonrió, inclinándose hacia ella, pegando su frente a la de ella.

—Te amo. Lo sabes.

—Sí…

Suspiró.

—Pues… ¿Puedes explicarme por qué pensaste que iba a irme de…?

Ino enrojeció.

—No lo sé, simplemente… Kiba llegó y… Ay. Vale, lo admito —reconoció—. Fue una estupidez.

Sai se inclinó. La besó, le mordisqueó los labios.

—Dile a Naruto que has regresado, anda —invitó. Esperó a que ella lo hiciera y, después, le extendió la mano—. Vamos a casa, belleza.

Ino aceptó la mano, levantándose.

—Contigo, a tu lado, siempre.


Próximo y último: Naruhina.