Ranma ½, sus personajes son obra de Rumiko Takahashi. Este corto está hecho sin ánimo de lucro. Para la dinámica de navidad de #navifics_Con_mundoFanfics y #mundofanficsinuyashayranma

Kurisumasu keki

Akane caminaba cabizbaja. Su ropa revelaba que algo catastrófico, alocado o extraño le había sucedido, casi cómo todos los acontecimientos raros que ocurrían desde que Ranma había llegado a su vida. Miro a través del reloj roto adivinando en la penumbra lo que marcaban las manecillas, de todas formas ya era muy tarde. Reprimió un sollozo y se limpió la cara con el dorso sucio de la mano.

En la casa se podían ver luces encendidas, la familia seguramente se encontraba reunida en el comedor, escuchaba algunas voces alegres y algo distorsionadas por el licor. Lo más probable era que el señor Happosai había continuado bebiendo como el día anterior desde la entrega de regalos, arrastrando a su padre y al tío Genma con él, pensó Akane mientras se retiraba los zapatos en la entrada.

Lo mejor sería pasar desapercibida, se miró el abullonado abrigo rojo y torció la boca, estaba lleno de manchas blancas, negras y otras que no distinguía bien. Mejor no dejarlo en el recibidor. Camino en la punta de los pies por las escaleras de madera. Tratando en el camino de agudizar el oído para escuchar esa voz, pero no lo logró.

—Bah— resopló bajito.

No es como si esperara que Ranma hiciera algo especial por esas fechas. Siempre tan concentrado en entrenar, siempre tan "no me importan esas cosas de niñas" .

Abrió despacio la puerta de su habitación temiendo que el chirrido de la bisagra alertara a sus hermanas, lo cual era imposible, porque lo que Akane no sabía, es que Kasumi había salido a pasear con el buen Dr. Tofu y Nabiki estaba en medio de una alocada fiesta en una discoteca de moda.

Akane dejó el paquete sobre el escritorio y en la oscuridad comenzó a desabotonarse el abrigo.

—Akane… — se escuchó una voz familiar para la chica.

—¡Ran!... ma— susurro Akane la última sílaba de su nombre preocupada por haber hablado muy fuerte.

—¡Shhh!— ordenó el muchacho desde algún punto de la habitación.

—¿Qué haces aquí?— Akane apretó el abrigo sobre su pecho sintiéndose expuesta, aunque no lo estaba.

Acostumbrandose un poco a la oscuridad y con la poca iluminación que llegaba por la ventana Akane pudo ver a Ranma cruzado de brazos con la espalda pegada a la pared junto a la cama.

—¿Ranma?

—¿Quién es?— se escuchó la voz ronca del chico.

—¿Cómo?— Akane no muy segura, se acercó a su prometido.

—¿Quién es el idiota con el que estabas?— bufó Ranma.

Akane parpadeó incrédula —Ranma… no estoy de humor para tus bromas.

Ranma se despegó de la pared y dio una zancada para intimidarla con su estatura —¿donde más va a estar una chica en una fecha cómo hoy?.

Akane sintió como comenzó a subir el calor a su cara, como golpeteaba la sangre en su corazón. ¿Era posible que después de tanto tiempo siguiera siendo tan idiota, tan celoso, tan estupido?

Quiso contenerse, lo intento por un momento, pero más pudo su indignación.

En un instante el muchacho se frotaba la enrojecida mejilla. Aunque eso no le diera alivio a su orgullo herido.

Demonios, porqué tenía que ser tan brusca, tan bruta.

Akane encendió la luz del escritorio, solo para que Ranma pudiera observar la furia de su mirada. Bruto, insensible.

—¡Largo!— dijo ella apuntando la puerta.

Pero Ranma no la escuchaba, tenía los ojos fijos en ella, en sus manos llenas de venditas, en su cabello desordenado con parches blancos, en su abrigo manchones pastosos de diversos colores.

—¡¿Akane?¡ ¡¿Pero qué rayos te pasó?!— gritó Ranma, olvidando que trataba de ser silencioso.

Akane giró la cabeza de forma brusca evitandolo.

—¡No te importa! Tonto.

Ranma se preparaba para responder con una retahíla de sus mejores insultos cuando la vio contraer el mentón con un puchero.

Ranma pidió a Kami-sama, que sus suposiciones no fueran ciertas o cometería un asesinato.

—Akane—dijo con voz quebrada — ¿acaso ese idiota te hizo algo?

La joven recuperó su semblante serio, se apartó lo suficiente para poder propinar otra cachetada.

—¡Largo!— chilló mientras lo empujaba hacia la puerta —eres un idiota, celoso, atrevido.

Ranma se dejó arrastrar hacia la puerta pero al llegar apoyó ambas manos para frenar a su tonta prometida.

¿Es que ella no se daba cuenta que día era?, ¿Se había metido en algún lío y no lo había llamado? No, todo era culpa de él, por no ir a buscarla en cuanto se tardo en aparecer por la casa. Maldición.

—¡¿Me vas a decir que rayos te pasó?!— Ranma se giró atrapando a Akane de nuevo por los brazos.

Ay no, no,no,no, por qué Akane se puso así, ¿Va a llorar?, Soy un idiota, no debí gritarla.

—Akane...—llamó esta vez con voz más conciliadora —¿Alguien te lastimó?

Akane meneó la cabeza negando

—¿Te metiste en algún problema?

De nuevo negó

—¿Te duele algo?

Aún con la mirada fija en el piso, Akane levantó las manos llenas de banditas. De pronto ella se sintió en un universo paralelo, tal vez el humo la había afectado y estaba alucinando. Por un instante Ranma sostuvo las manos de su prometida con dulzura y las besó. Akane pensó que como siempre, Ranma retrocedería o inventaría alguna excusa pero para terminar de obnubilarla sostuvo sus manos con delicadeza entre las suyas.

Akane dejó caer unas lágrimas e intentó explicarse.

— es que yo. En esta fecha...ya se qué no te gustan esas cosas… pero yo quería… quiero decir… fui con tiempo, ¿Porqué sabes con cuánto tiempo debes encargarlo?— Akane hablaba atropelladamente.

Un confundido Ranma se limitaba a tratar de controlar su desbocado corazón, producto de un calorcito que emanaba en las manos de su prometida. Se sentía tan bien, porque ella era su prometida. Tenía derecho a tomarla de la mano, tenía derecho a bes... reprimió un breve escalofrío e intentó nuevamente entender que era lo que Akane trataba de decirle.

— Entonces Yuka, si ¿Yuka la recuerdas? Mi amiga, Bueno su familia tiene una pastelería y bueno yo le dije que sí podía… ya sabes… no se me da bien cocinar…

Ranma estaba igual de perdido pero no quiso interrumpirla, por primera vez, era ella la que parecía nerviosa, ¿Era por él? ¿Era porque la había tomado de la manos? O ¿por qué estaba peligrosamente cerca a ella?

Se dedicó a sonreir y de vez en cuando asentir a lo que sea que estuviera diciendo ella. Aunque estaba hecha un desastre se notaba que antes de lo que sea que le hubiera pasado, se había esmerado en lucir bien o puede que tan solo se pusiera lo primero que encontró, pero a los ojos de Ranma ella siempre se veía bonita.

Ese abrigo rojo le sentaba perfecto, ¿Ella sabía que era su color favorito? ¿Por eso lo usaba?

Eso quería pensar Ranma y no estaba lejos de la verdad. Akane había pensado en él, aunque no lo admitiría, esa mañana cuando se lo puso.

Además se había puesto algo de labial, sus labios que no paraban de hablar o balbucear en ese momento brillaban y se hacían más apetecibles.

—¿Akane?— intentó Ranma frenar la retahíla incoherente. Pero fue en vano ella continuaba

— era perfecto, ¡Perfecto! Le eché un vistazo, pero no lo podía llevar en ese momento… por qué sabes que tenía otras cosas que hacer primero— siguió Akane al borde de las lágrimas.

Ranma parpadeó varias veces y siguió perdido en el rostro sonrojado de la chica. ¿Él también estaría así? De seguro, porque le ardían las mejillas, pero no podía dejar de mirarla.

En la mente de Akane los acontecimientos de esa tarde estaban muy claros pero no sabía cómo expresarlos sin sentir vergüenza.

— no sé por qué me puse estos malditos zapatos de tacón, no es que sean muy altos ¿Cierto?— dijo bajando los ojos a sus pies, Ranma la siguió con la mirada pero lo único que ambos ojos vieron fueron sus manos tomadas. Ranma llevaba unos instantes dibujando caricias con el pulgar en la mano de ella, de forma inconsciente.

Él frenó la caricia asustado por lo que ella pudiera pensar, pero entonces fue Akane quién empezó a acariciarlo.

—ehh, como te decía, estos, ejm, zapatos. Hoy había mucha gente, porqué dejan todo para última hora ¿Sabes?— Akane lo miró esperando una respuesta.

—Eh, si, supongo— respondió él, levantando los hombros.

—Pase por donde Yuka, pero traía otras cosas en las manos. ¡Te lo juró que tuve cuidado! Esquive a la señora que traía muchísimas bolsas de regalo, pasé por un lado del repartidor en bicicleta que no veía siquiera por dónde iba. Pero entonces la ví— Akane pronunció ésto último con seriedad

—¿La viste?

—¿Tú la viste?— preguntó Akane frunciendo el ceño

Ranma suspiró — ¿A quién viste?

—A ¡Shampoo! … ¿Tú también te viste con ella?— preguntó Akane casi gritando.

—¡Si no he salido de la casa en toda la tarde— gruñó Ranma.

Akane lo pensó por un momento pero siguió con su relato.

—yo no soy cobarde… Sabes que no, ¿Cierto?.Pero hoy...no quería… me escurrí por un callejón, pero entonces fue peor.

—¿Peor que Shampoo?

— si, peor, más que horrible, asqueroso— dijo Akane con voz temblorosa. — El animal más horrible del planeta… iugh, de solo pensarlo…

—¿P-chan?

—¿Uh? ¿Qué? No, Ranma por favor, estoy tratando de contarte algo.

—si tu lo dices…

Akane afilo la mirada y prosiguió no sin antes darle un pellizco en la mano. —¡Cucarachas!, Horribles y asquerosas. ¡ Trepando por mis pies!

Ranma arrugó la cara, tampoco es que fueran su animal favorito pero seguro le caían mejor que P-chan.

Akane se quedó en silencio, no quería contarle a Ranma la estúpida y aparatosa caída que había tenido cuando sacudió violentamente la pierna para quitarse las asquerosas criaturas. Trastabilló y pisó algo pegajoso que la hizo caer sentada. Al no soltar su preciado tesoro el golpe fue peor.

—Las cucarachas me hicieron caer— dijo bajito Akane.

Ranma apretó los labios para no reír, pero era imposible no reírse. Sin embargo, un codo enterrado en las costillas puede silenciar a cualquiera.

—¡qué violenta eres!— refunfuñó sobandose.

—En fin, lo bueno es que todo estaba en su lugar, así que continué el camino a casa…—completó Akane ignorándolo.

Akane había caminado sucia y con dolor de espalda, pero el ambiente navideño que se vivía como una costumbre cada vez más arraigada a pesar de ser ajena a Japón, la reconfortaba. Algunas parejas iban de la mano. Las luces tintiniantes adornaban hasta el más pequeño de los negocios. No le importó el frío, no le importó las manchas de dudoso origen en su ropa.

Akane dió una vuelta completa haciendo que su ropa bailara al igual que su corta melena. Acuno la caja en su pecho como si fuera un bebé indefenso y suspiró, pero de pronto se sintió liviana. Sus manos temblaron y sus ojos se abrieron de par en par, la caja abierta por abajo había derramado su contenido sobre el frío pavimento.

No,no,no,no, por favor no. Rogaba internamente mientras bajaba la mirada al manchón blanco y rosa al que se había reducido su ilusión.

—¿Akane?— Ranma había escuchado solo suspiros por parte de Akane desde hacía unos instantes.

—¿Eh?... Ah sí bueno, me distraje, solo un momento y...y...— las lágrimas de Akane comenzaron a rodar por su rostro. Ahogada y con la voz entrecortada trató de poner en palabras su angustia. —¡no quedó nada! ¡Ni siquiera santa!— se quejó con voz lastimera.

Ranma arqueó las cejas tratando de entender que le causaba tanto pesar.

—¡Pero yo soy una Tendo! Soy una artista marcial que no se rinde— declaró con renovadas energías.

Akane había regresado corriendo a la pastelería de su amiga Yuka. El aliento de la chica producía vapor a medida que avanzaba por las calles cada vez más frías. Le ardía el rostro por el viento helado que contrastaba con una que otra lágrima que caía tibia por su mejilla. Quería que desaparecieran todas esas personas que le estorbaban el paso. Aguantó algunos insultos de los transeúntes que iban atareados con sus compras navideñas. Cuando al fin llegó, la fila alcanzaba la esquina contraria a donde se encontraba la pequeña, pero ya famosa pastelería.

Llamó a su amiga con voz temblorosa. Yuka estaba tan atareada al principio que ni siquiera notó la presencia de Akane.

—¡Yuka-chan! Dime que quedan más ¡Por favor! — rogó Akane al llegar junto a ella.

—Akane-chan ¿pero cómo? ¿Qué pasó?— respondió la chica viendo de reojo la caja vacía.

—fue un accidente, soy una torpe— se quejó Akane.

—lo siento amiga … Todos están encargados… Lo siento— Yuka se sentía mal por su querida amiga pero no podía pasar por encima de sus otros clientes, podría ser linchada por la decenas de jovencitas que esperaban compartir un momento romántico y especial con sus parejas.

Akane no perdió tiempo y corrió por todo Nerima, de pastelería en pastelería siempre con los mismos resultados.

¿Lo reservaste con antelación?

Ya no hay nada.

Todo está agotado.

Lo sentimos pero todos están reservados.

Akane estaba a punto de dar la vuelta y regresar a casa derrotada, pero se le ocurrió pasar nuevamente por donde su amiga, con la esperanza que alguien hubiera cancelado. La respuesta fue negativa, Akane agachó la cabeza derrotada, cuando de pronto escuchó la voz de la madre de Yuka desde la cocina.

Alguien allá arriba debía quererla mucho, seguramente tenían su salvación guardada en el último rincón de la pastelería. Pero no todas las historias tienen final feliz. La cara de Yuka denotaba preocupación, pero Akane no lo notó, solo se dirigió velozmente donde aquella señora de gesto amable con delantal blanco que la llamaba desde atrás.

La ilusión de Akane se desvaneció y se transformó en un profundo miedo. La mamá de Yuka pretendía que ella hiciera ¿qué?

—Hay algunos ingredientes todavía, suficiente para tres más— apuntó la señora hacia el mesón metálico — quisiera ayudarte pero de verdad estamos muy atareadas hoy.

Está bien, está bien, yo puedo hacerlo pensó Akane infundiendose confianza, después que la señora le indicara que usara esos ingredientes mezclandolos poco a poco. No podía equivocarse ¿O si? Solo era poner todo en la batidora, prenderla, poner la mezcla en el molde y al horno a 200 C° por 1 hora.

La madre de Yuka se retiró para ayudar a su hija a empacar y despachar pedidos.

Akane hizo todo meticulosamente, dividió los ingredientes en tres partes. Tenía tres oportunidades. Metió el primero al horno y esperó, solo pasaron unos minutos antes que la entrenada nariz de la madre de su amiga detectara que se había quemado. Akane había oprimido mal un botón, 400 C° aparentemente era demasiado.

Akane quería llorar, pero en vez de eso se dobló las mangas para poder trabajar mejor. Batió con cuidado, revisó la temperatura y se sentó a esperar. Miró el reloj, habían pasado unos minutos, se mordió una uña, luego otra, se paseó impaciente frente al horno y decidió echar un vistazo.

—Akane olvide decirte que no abrieras el horno antes de…— Yuka dejó la frase a la mitad al ver cómo se apachurraba por completo la mezcla en el horno — Akane… — completó con voz lastimera— al menos te queda una oportunidad— dijo mirando los últimos ingredientes.

Yuka le dió las últimas instrucciones a su amiga para poder atender nuevamente a los clientes que ya se encontraban desesperados en la fila.

Akane tomó aire y lo soltó, en su mente veía a su hermana Kasumi quien siempre estaba tan calmada en la cocina, sin apuros, tal vez esa era la clave. Miró su muñeca y con la otra mano le dió un golpe certero al reloj. Muy bien. Así no estaría pendiente de la hora. Sabía que se hacía tarde pero no le importaba. Mantequilla, azúcar, huevos, esencia de vainilla, levadura, leche. Perfecto, lo puso en el molde, verificó nuevamente la temperatura, esta vez no abrió la puerta del horno, si no que decidió ponerse en marcha con el relleno. Verde y rojo eran los colores de la navidad así que no estaría mal ponerle algo de esos colores, buscó los colorantes, solo había en polvo pero funcionaron perfectamente con una cucharadita. Cortó las fresas lo cual le costó algunas heridas que cubrió rápidamente con banditas. En menos tiempo de lo pensado sonó el timbre del horno. Yuka y su mamá entraron rápidamente, apartaron de un empujón a Akane e inspeccionaron el resultado.

—Se ve bien— dijo Yuka entusiasmada.

La señora dio un pellizco imperceptible al bizcocho.

Los ojos de Akane brillaban, se llevó las manos a la boca y tragó saliva.

—sabe bien— sentenció mirando a la asustada Akane.

—¿De verdad?

La señora asintió mientras Akane limpiaba lágrimas de alegría.

—¿Puedes con la decoración y el relleno Akane-chan? — interrogó incrédula Yuka

—por supuesto— dijo Akane con determinación.

Akane partió el bizcocho a la mitad. Lo miró con gesto de disgusto, había quedado algo chueco. Puso la crema en medio, con las fresas. Luego lo cubrió con una capa de crema roja una mitad y la otra con crema verde. Bastante navideño, pensó con una sonrisa en los labios.

No era perfecto pero era su única salida, ya era de noche, no tenía otra opción.

Salió hasta el mostrador, orgullosa de lo que había logrado.

—Está muy bien—Sonrió Yuka— dejá que lo empaque por tí — ofreció.

Akane se dejó caer en una de las sillas y suspiró profundamente, está había sido su más grande victoria.

Yuka depositó el pastel en el centro de la caja, no sin antes poner un buen pedazo de cinta doble faz al fondo para impedir que se moviera. Cerró y ató con lazos blancos con corazones rojos pintados.

— Qué buena coloración lograste en la crema Akane-chan, ¿Cuántas gotas utilizaste?

—¿Gotas?— preguntó confundida Akane —pero si solo encontré en polvo, así que puse una cucharadita?

Yuka giró la cabeza en cámara lenta—¿cu-cha-ra-dita?... No me digas que… ¿De qué cajón sacaste el colorante?...

En un rincón de la pastelería, en el último cajón, al fondo, reposaban los dos envases que Akane había utilizado.

Ají molido y Wasabi en polvo.

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— Fui con Yuka-chan, tuve que hacerlo todo yo sola, con mis propias manos y estaba rico, se veía bien… solo fue un error ¡Un estupido error! Un error en el colorante de la crema ¡Debieron poner una etiqueta más grande!— lloriqueaba Akane en los brazos de su prometido que no sabía de qué hablaba y menos cómo consolarla.

—Akane— dijo apartandola un poco para limpiarle las lágrimas — No importa, lo que sea que haya pasado, lo que importa es que estás bien.

—Pero, pero… si era el ¡Christmas cake! … ya se que no somos pareja..bueno, somos prometidos..pero no somo novios...pero, pero, yo… quería compartirlo contigo y ahora solo tengo uno de ají y wasabi— Akane volvió a enterrar la cara en el pecho de Ranma.

Al fin algo en el cerebro del muchacho hizo click. Akane había comprado un pastel para él, ¡para él! aunque luego lo dejó caer, pero estaba bien porque había hecho otro. Ella, la peor cocinera de Japón.

Ranma se paró de un brinco, dejando a la desconsolada Akane limpiándose la cara.

Ella lo siguió con la mirada, ¿Por qué era tan insensible de dejarla así?. El chico se acercó al escritorio y tomó la caja

—¿Es este?

Akane asintió — pero no puedes… tiene …— dijo nerviosa

—Wasabi y ají— Aseguro Ranma desenvolviendo con cuidado.

Se veía bien, más que bien, para ser hecho por ella. Tomó la cuchara plástica que venía con el empaque, apartó la crema lo más que pudo y lo probó

—El pastel está rico dijo saboreando.

—¿De verdad?— dijo Akane en un hilo de voz

Ranma asintió con la cabeza.

—pero…— Ranma dudó.

—¿Pero?— Akane insistió para que continuara.

—¿Me prometes que no me golpearas?

—Ya dime.

Ranma la miró serio.

—Está bien, de todas formas ya se que debe saber horrible. Dilo

—¡No está horrible!, El pastel está bien, pero no creo que puedas tolerar el picante— Ranma sacó la lengua y trató de abanicarse.

Akane agachó la cabeza y suspiró —no me gusta el picante— dijo por lo bajo.

—Pero, está bien… — Ranma se sentó de nuevo junto a ella, fue incapaz de tomarle las manos otra vez. —la idea es que los dos lo disfrutemos … podríamos salir, digo, aún están las luces y adornos de navidad y yo...yo… yo… tengo… este por si no te importa.

Ranma sacó otra caja blanca que escondía bajo la cama de Akane y se la pasó con las dos manos.

—Ranma… ésto…¿esto es?— Akane miraba la caja, más grande que la que ella había traído.

—El Kurisumasu keki— completó Ranma sonriendo de medio lado.

Ranma a pesar de su evidente simpleza, necedad y desinterés de todo lo que no fuera artes marciales, Ranma había ido desde octubre a la pastelería que por casualidad había elogiado Kasumi y había pagado por adelantado el total del christmas cake. Blanco con fresas y con decoraciones de santa y el árbol de navidad.

Una hora más tarde. Ya que Akane había insistido en bañarse y cambiarse. Los jóvenes sentados en una banca, admiraban las luces del parque mientras compartían el tradicional Christmas cake.

Fin

Feliz Navidad para todos, pensé que no podía terminarlo para hoy 25 de diciembre pero sí. .

El Kurisumasu keki, Christmas cake o pastel de navidad, es una tradición reciente en Japón en el cuál las parejas el 25 de diciembre pasean, ven las luces y comen este postre. Lo tienen que encargar con mucho tiempo porque se agotan rápido.

Espero hayan disfrutado esta cortita historia.

Les deseo que pasen una navidad en familia y que el niño Dios les traiga mucha salud, amor y prosperidad.

Estoy trabajando en el otro capítulo de Love Panic, lo juro.

Con amor Diluanma.

cuentenme en los comentarios que les trajo Santa o el niño Dios o como acostumbren en sus paises decir. a mi me trajo un kindle (te quiero Vanezl) y un uniforme (me mandaron a trabajar)

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extra

Ranma no dejaba de ver el puntito de crema que habìa quedado en los labios de su prometida, se veìa apetecible.

—tienes un poco — Ranma se señalò la comisura.

Akane se limpiò pero en el lugar equivocado

Al diablo, pensò Ranma inclinandose sobre la chica.

¡Oh, si! , ese pastel sabìa demasiado bien