Muchas gracias por las reviews gente linda, me alegra que les esté gustando la historia: Gfriend, Tatis, Kami07 y aquellos invitados. Próximo capítulo... se viene un cortito.

Los personajes del universo de Detective Conan no me pertenecen. Es obra de Gosho Aoyama.

Comentarios: No sé qué paso con la madre de Aoko, dado que en el manga/anime no se la insinúa para nada, a diferencia de la madre de Kazuha que por lo menos sí se la menciona en un capítulo en el anime. Por ende, todo lo relacionado a ella en esta historia o a la situación de Ginzo, es inventado.


Casa de los maizales – 5 am.

Ai y Chikage salieron una hora y media después, dejando a Ran dormida en la habitación. Ai le había aplicado anestesia localizada en la zona, por lo que a excepción de los pequeños pinchazos, no sintió dolor al limpiarle la herida. Por suerte, no resultó ser muy profunda por lo que no hizo falta realizarle puntos.

Al pasar por el comedor/cocina, se encontraron con las otras dos chicas sentadas en las sillas que rodeaban la mesa. Aoko se había quedado dormida con los brazos cruzados y su cabeza apoyada sobre ellos, mientras que Kazuha estaba cabeceando pero intentando mantenerse despierta. Ésta última al verlas acercarse, se levantó de golpe.

- Onee-san está bien. Está dormida. – Le dijo Ai para tranquilizarla. – Quizás convendría que duerman con ella o cuando se levante se va a sobresaltar al no encontrar a nadie y no reconocer el lugar.

- Aoko-chan, despierta – Decía Chikage dulcemente a la chica mientras la sacudía levemente del hombro. – Ve y usa la cama con Toyama-san. Así descansan bien.

Aoko se desorientó y empezó a ver todo de forma extraña. - ¿Qué hace Chikage-san acá? ¿Dónde estamos?

- Están en una casa fuera de la prefectura de Ashai. – Le explicó Chikage sabiendo lo que le pasaba – Shinichi-kun y Kaito-chan las trajeron acá.

Aoko recordó las últimas horas y sólo se limitó a asentir con la cabeza mientras se iba con Kazuha a la habitación. No quería hablar con ella. No sólo se encontraba agotada para hacerlo, sino que tampoco sabía cómo responderle o cómo actuar. ¿Qué iba a decirle a la madre de la persona que más odia? ¿Que todo iba a estar bien? ¿Qué una de las tantas cosas que más le dolió fue perderla, considerando que la trataba como una madre también? ¿Qué no pasó nada con su hijo? ¿Qué ya todo estaba olvidado e iban a ser buenos amigos como antes?

Chikage la conocía desde que era una pequeña y sabía lo que corría por su mente. Pero no iba a meterse en el medio. Primero porque no le correspondía, y segundo, porque no era el mejor momento, considerando la situación en la que se encontraban.

Vio a través de la ventana de la cocina a los tres hombres charlando en el medio de la oscuridad. Miró la silueta de su hijo. Aquella silueta que cambió tanto en tan poco tiempo. Aquella figura que pasó de adolescente a adulto en un abrir y cerrar de ojos.

Siempre pensó que estaba haciendo bien las cosas con él, sobre todo con la ausencia de Toichi. Pero cuánto se equivocó. Tantos errores que jamás se podría perdonar. Le preocupaba tanto cómo iba a terminar su hijo después de esto, que el tan solo recordar lo que sucedió en el pasado, le traía no solo un dolor desgarrador dentro suyo, sino un miedo que le helaba la piel y el corazón.

- ¿Tan malo fue? – Preguntó Ai al analizar su mirada llena de angustia sobre el joven mago.

- Si no fuera por Shinichi-kun… no quiero imaginar lo que hubiera podido llegar a ocurrir – Dijo sinceramente. Apenas la conocía pero se sentía bien hablar con ella por más que aparentaba ser una niña pequeña.

- Lo siento. No estaba enterada.

- No sabes… lo horrible y lo frustrante que uno puede llegar a sentirse cuando no puedes ver a tu hijo durante tanto tiempo, sabiendo la situación en la que se encuentra. Con Toichi no la pasamos para nada bien. Nos hemos realizado tantas preguntas. Replanteado tantas cosas que hicimos, pensando si las habíamos hecho bien o no. ¿En cuantas cosas nos hemos equivocado? ¿Podría haber sido diferente? La verdad que me aterra dejarlo acá. No sé qué pasará con Aoko-chan, sabiendo que fue uno de los detonantes. Ya viste como reaccionó cuando Shuichi-kun lo designó junto con Shinichi-kun a buscarlas, y por lo que veo, Aoko-chan no está muy feliz de verlo tampoco.

- No puedo decirte con seguridad qué pasará. Pero tienes que dejarlo tomar sus propias decisiones. Si no le das esa opción, es como ponerlo dentro de una caja de zapatos. Si haces esto, el día que alguna pared se caiga o le saques la tapa, no va a saber para donde correr.

- Curioso. Es lo que le pasó hace casi dos años.

- Entonces debes ver el lado positivo. Las experiencias son continuos aprendizajes que nos ayudan a tener distintas perspectivas, y así en el futuro tomar mejores decisiones. No sé qué pasó en el pasado, pero si está acá, es porque pudo superarlo. No quiero parecer fría con este comentario dada la situación, pero si no está muerto, es porque logró fortalecerse de alguna manera.

- ¿Pero si recae de vuelta?

- Volverá a levantarse una y otra vez hasta que aprenda la lección. Quizás ni siquiera se caiga de nuevo porque ya la aprendió. Sabes, una vez Kudo-kun y Ayumi-chan, la cual tenía siete años reales en ese momento, me dijeron que deje de huir porque si no, nunca ganaría. Y es verdad. Si siempre corres de lo que estás destinado a enfrentar, no sólo no podrás solucionar el problema, sino que nunca encontrarás la paz en tu interior. Vivirás siempre con miedo a equivocarte, perseguido y con una carga de conciencia que a futuro te terminará aplastando. Me imagino que tanto tú como Kuroba-kun, quien tuvo que mantenerse oculto por ocho años, saben bien de lo que hablo.

- Sí, lo entiendo. Tiene que lidiar con sus fantasmas porque sólo él sabrá enfrentarlos. Te rodeaste de muy buenos amigos Ai-chan – Dijo con una sonrisa.

- Uno de ellos está con tu hijo. Así que, no me sorprende que haya aplicado la misma filosofía sobre tu hijo.

- Me alegra que lo haya hecho si es el caso.

- Al menos sabes que no está solo. Nadie mejor que Kudo-kun va a saber entenderlo.

- Gracias por escucharme.

- Cuando quieras. No sabes cuánto extraño las charlas entre adultos. Estoy ansiosa por cumplir 18 de vuelta. – A lo que Chikage se rió.

Sintieron la puerta de entrada abrirse, y a los tres hombres caminar hacia ellas.

- Estará bien. Necesita reposar por un par de días nada más. Mañana cuando estén todos despiertos les diré el tratamiento que deben seguir. – Dijo Ai al ver la mirada interrogante de Shinichi sobre ella.

- ¿Necesitó puntos? – Indagó el del FBI.

- No por suerte.

- Bueno, genial entonces. ¿Están las tres juntas? – Preguntó de nuevo al no ver a ninguna de las chicas.

- Las mandamos a dormir junto a Mouri-san para que no se sobresalte cuando despierte. – Respondió la de pelo violáceo.

- Todos deberían hacer lo mismo. Aprovechen a descansar. – Sugirió el de ojos verdes.

- ¿Tú te quedarás despierto? – Consultó Kaito.

- Puedo dormir en el camino de regreso. Me quedaré haciendo guardia por hoy, así ustedes descansan.


Casa de seguridad – Martes 08:00 de la mañana.

Yusaku dejó a Yukiko durmiendo tranquila. Como siempre, él se levantaba antes en puntitas de pie, y empezaba a preparar el café para cuando ella despertara. Si bien ahora iban a convivir con mayor gente, los hábitos no cambiaban.

Cuando salió de la habitación y pasó a la sala, la cual quedaba de paso a la cocina, fue sorpresa al encontrarse con Kogoro, Eri, Ginzo y Rei en el living trabajando.

- Buenos días. ¿Ya están trabajando desde tan temprano?

- Buenos días Yusa..Kudo-kun – Cambió Kogoro a último momento.

- Kogoro, nos conocemos hace casi 30 años como para volver a los apellidos de nuevo.

- Fácil decirlo. Esto es… extraño. ¿O no Ginzo?

- Ni me lo menciones. Ya me sentí bastante mal al ver a los padres de Kaito-kun ayer a la madrugada.

- Buenos días Ginzo. No sabía que estabas tan incómodo por nuestra presencia – Exclamó un recién levantado Toichi que se acercó al lado de Yusaku para empezar a reprenderlos por sus actitudes.

- Ah, genial. – Dijo irónicamente mientras se tocaba reiteradamente la frente con los dedos en señal de nerviosismo.

- Iré a traer la jarra de café – Mencionó Rei mientras salía de la habitación. Consideraba que los de Tokio debían tener su charla privada para arreglar las cosas de una vez por todas.

- Eri-san, ¿También sientes lo mismo? – Consultó Yusaku seriamente.

- Un poco. En realidad sí. Ayer estaba aterrada pensando en cómo iba a reaccionar Yukiko-chan.

- No sé sus puntos de vista. Pero les daré el mío y creo que puedo hablar por el de Yukiko también. Que nuestros hijos se hayan peleado, no significa que nosotros tengamos que cambiar la relación que tenemos. Y menos en estos momentos cuando necesitan de nuestra ayuda.

- Pero… ¿Acaso no nos odian por lo que Ran le hizo a Shinichi-kun? – Finalmente preguntó lo que más le carcomía.

- Eri-san, el haber peleado con Ran-chan, fue el menor de los problemas que tuvo Shinichi.

- ¿A qué te refieres? – Preguntó Kogoro esperando que por una vez le respondan lo que pasó con el chico.

- Es una muy larga historia y no considero que sea el momento adecuado para explicarlo. Pero volviendo a tu consulta Eri-san, la respuesta es no. Si te pones a pensar, nosotros estamos en la misma disyuntiva que ustedes, pero a la inversa. ¿Acaso ustedes nos odian por lo que Shinichi le hizo a Ran-chan?

- No – Respondieron los dos con seguridad.

- Pero nosotros entendimos por qué lo hizo. Y creo que Ran también finalmente– Agregó la abogada.

- Y nosotros, incluido Shinichi, sabíamos que su hija podía llegar a enojarse y con justa razón. Ninguno de los tres está enojado con ustedes. ¿Por qué creen que no dudamos ni un segundo en venir a Japón? Así que dejen de sentirse incómodos y trabajemos tranquilos para ver cómo sacarlos de esto. ¿Tienes algo que agregar Toichi?

- Creo que lo dejaste bastante claro. Sólo espero que Ginzo lo haya entendido también.

- Tengo ganas de matar a mi hija por esto.

- Quizás no lo entendió del todo – Dijo Toichi mientras miraba a Yusaku con ingenuidad.

- En mi caso, yo sí comprendí y acepté todo lo que pasó. A la que no logro comprender es a mi hija. Les juro que pensé que la etapa más complicada era la adolescencia, pero con Aoko últimamente… es imposible hablar. Por eso no me siento tan cómodo que estén juntos. Más por Kaito-kun que otra cosa. Lamento que haya tenido que ir, Toichi. Noté que él no estaba muy a gusto con la decisión de Shuichi-kun.

- No te preocupes por Kaito que estará bien. Después de todo, no está solo y ya está grande.

Ginzo no estaba convencido. Sabía que su hija estaba en buenas manos. Pero estaba preocupado por el daño que Aoko podría llegar a ocasionarle a Kaito. No sabía por qué, pero Aoko cambió radicalmente en estos dos años para peor. No escuchaba a nadie, solo le importaba lo que pensaba ella y no dejaba que nadie derrumbe las paredes que construyó a su alrededor. ¿Qué fue la que la hizo de esta manera? No lo sabía. Ella tampoco dejaba que él se acerque demasiado. Parecían dos extraños viviendo en una misma casa, lo cual empezó a empeorar una vez que él se abocó más al trabajo y conoció a su nueva pareja. Es como si Aoko lo excluyera de su vida, y eso no sólo le dolía sino que le molestaba muchísimo.

Rei apareció con una bandeja en su mano derecha que contenía tazas, cucharitas, azúcar y leche. Un termo de café se encontraba apretado entre su torso y el brazo derecho. También traía una bandeja en su mano izquierda con algunos sándwiches rápidos que hizo y algunas galletitas.

- Rei-kun, ¿Por qué no pides ayuda? – Exclamó Eri ayudándolo.

- Estaba bien. Acuérdate que Poirot siempre se llenaba en las horas pico.

- Azusa-chan sabe que te secuestramos, ¿No?

- Sí, sí. Aproveché para llamarla recién. Se estaba encargando de Haro.

- ¿Tuviste un hijo Rei-kun y no me enteré? – Preguntó Yusaku con curiosidad.

- ¡Dejen de querer encajarme hijos ustedes dos! Es mi perro.

- Bueno… puede ser una opción. Pasaste de ser un lobo solitario a conocer a alguien que aparentemente tiene la llave de tu apartamento, a tener un perro… el próximo paso… - Sugirió Kudo.

- Ni se te ocurra terminar la frase – Dijo con los ojos entrecerrados haciendo que el resto sonría.

- Kisaki-san, ¿Tuviste suerte sobre los expedientes? – Preguntó Toichi.

- Me los iban a enviar por mail. Cómo los pedí ayer a última hora hay que esperar a que abra el juzgado para ir a buscarlos. Tendrán que escaneármelos y luego enviármelos, por ende, tardarán un poco.

- Espero que encontremos algo.

- Ah, no te preocupes por eso. Se metió con mi hija así que este reverendo hijo de p..

- Eri… – La frenó con advertencia su esposo sabiendo lo que venía.

- No se me va a escapar. Buscaré todos los grises para aplastarlo como una maldita cucaracha – Terminó diciendo mientras hacía sonar sus nudillos con las palmas de sus manos.

Los hombres en la sala, salvo Kogoro que ya la conocía, se la quedaron viendo como si fuese un demonio poseído. Regla número uno… jamás, pero jamás….te metas con la hija de los Mouri. Es un milagro que Shinichi haya salido intacto dos años atrás.

- Como no tenemos información, estábamos viendo por dónde comenzar – Explicó Kogoro a la vez que se comía uno de los sándwiches. – Están buenísimos como siempre Rei.

- Gracias. Ayer imprimí todas las noticias de los últimos dos años que encontré de Hamatia y que se relacionan con casos de drogas. – Dijo mientras señalaba varias pilas de papel sobre la mesa - Quizás podamos encontrar algún parámetro que nos ayude a crear la red. Me faltaría imprimir unos casos que me envió Kazami sobre algunas investigaciones que Seguridad Nacional realizó sobre el departamento policial, y también le pedí las últimas 4 auditorías, las cuales deberían estar por llegarme por mail.

- Yusaku, me parece que tú junto con Toichi, Heiji-kun y Saguru-kun serían los más aptos para analizar los casos. Tienen mayor ojo crítico que nosotros – Agregó Ginzo. – Heizo, Ginshiro, Kogoro, Rei-kun y yo, podemos abocarnos a los expedientes de Seguridad Nacional, dado que todos trabajamos dentro de la Prefectura Policial y tenemos mayor conocimiento sobre los posibles desvíos de información y maniobras que pudieron realizar entre las áreas.

- Considerando que soy la única relacionada a legales, me encargaré de los expedientes que me envíen. – Afirmó Eri.

- Shizuka-san, la madre de Kazuha y Koizumi-san pueden encargarse como dijo Shuichi de buscar escándalos sobre el gobernador y el hijo. – Sugirió Rei.- Esa información en algún punto debería relacionarse con la de los casos de Hamatia. Siempre lo hacen.

- Nos queda Jodie-san, Yukiko y el Profesor Agasa. Los tres son buenos oyentes y saben extraer información, además de que pueden salir sin problemas. Rei, ¿Puedes conseguir las direcciones de las mujeres de los grupos de protestas que desaparecieron? – Consultó Yusaku.

- Tengo los nombres de los hombres fallecidos. Supongo que podré conseguirlas en la base de datos.

- Sería bueno que podamos conseguir sus testimonios. Los detalles acá son importantes, más cuando tenemos huecos en toda la información. Le diré a Yukiko que alquile un auto así podrán manejarse con mayor libertad.

A medida que los ausentes de la sala fueron despertando y apareciendo, fueron conformando los grupos como ya se habían delimitado.

Las mujeres decidieron irse a otra habitación, dado que la información que buscaban requería que hablen entre ellas continuamente, y no querían interrumpir la concentración de los hombres.

El equipo conformado por Yusaku, Toichi, Heiji y Saguru se mudó cerca de una de las paredes de la habitación. Heiji y Saguru, con hojas en blanco y cinta de por medio, empapelaron la pared para que quede un gran pizarrón. Yusaku y Toichi ordenaron las noticias, aglomerándolas por casos individuales. La cantidad de casos… eran demasiados.

Cada uno agarró una pila y empezó a revisarlos detalladamente. Con resaltador iban marcando palabras o párrafos claves mientras que iban haciendo anotaciones en los costados. Luego, cada uno se delimitó a un sector de la pared para ir armando la red.


Casa de los maizales – 9 am.

La casa dónde se hospedaban nuestros personajes no era muy grande, pero tampoco era chica. Construida en una sola planta y elevada del suelo, probablemente por las fuertes lluvias y la desnivelación del terreno, era lo justo y necesario para una familia con dos hijos que querían su propia habitación.

Al entrar, del lado izquierdo te topabas con el living y del lado derecho con la cocina. Ambos ambientes estaban integrados y tenían piso de madera de color roble claro y las paredes blancas. El living contenía un sofá de tres cuerpos de color gris que se encontraba de espaldas a dos grandes ventanas, una mesa rectangular de madera tipo ratona y un pequeño mueble donde posaba un smart tv de 40 pulgadas. También había una pequeña chimenea con algunas fotos sobre la repisa, que debían prender durante los crudos inviernos.

En cuanto a la cocina, era muy simple. Una mesa de madera, cuyas patas eran blancas, con 6 sillas alrededor. Los grandes electrodomésticos como la cocina y la heladera, eran gris platinado, en tanto que las mesadas y las alacenas, eran blancas.

Entre ambos ambientes, había un pasillo que daba a tres habitaciones y a un baño bastante grande.

Shuichi se encontraba afuera, sentado en las escaleras del porche del frente de la casa, con una taza de café caliente en la mano. Miraba el horizonte con atención, mientras veía cómo el viento movía las hojas de los árboles y algunas nubes negras se asomaban rápidamente. Era muy probable que a la noche empiece a llover.

Si bien el verano estaba a un paso, las mañanas acá eran frescas. Estaban en el medio de la nada misma, por lo que el calor del cemento recalentado de la ciudad, el humo de los caños de escape de los autos, y el bullicio de la gente, no existía.

Escuchó cómo se abría la puerta principal y la del mosquitero, seguidas de unas suaves pero firmes pisadas sobre el deck de madera. No necesitaba darse vuelta para saber quién era la única persona que podía levantarse a esta hora, después del día de ayer.

- Son apenas pasadas las nueve de la mañana ¿Qué haces levantado?

- No podía dormir más. – Respondió Shinichi mientras se apoyaba sobre las barandillas de madera del porche - El silencio y la paz de este lugar en cierto modo me incomodan un poco. No estoy acostumbrado a esto.

- Deberías. Sería un buen descanso para tu mente. Tienes que aprender a relajarte. Siempre te la pasas entrenando, estudiando o dando los cursos.

- Como si pudiera tranquilizarme mucho en la situación que estamos metidos.

- Vamos. No se compara con lo que sufrimos con la Organización al menos. Aprovecha a relajarte un poco. Actívate cuando sea necesario nada más.

Shuichi echó un vistazo a Shinichi, quien exhalaba lentamente y tenía la mirada posada en la nada. A lo largo de este tiempo, aprendió a leerlo fácilmente. No sólo por estos dos años que llevaban prácticamente juntos. Sino que también tenía que agregar a la cuenta, el tiempo que lo conoció siendo Conan. No era una persona difícil de leer. Sino todo lo contrario, era muy básico y simple.

- ¿Qué te preocupa?

- Ran. Está…demasiado tranquila para mi gusto.

- ¿Qué te esperabas? ¿A Annabelle?

- ¿A quién? – Preguntó con confusión.

- Ay por favor. Kaito tiene razón. ¿No solo eres antisocial sino que tampoco ves películas? ¡No puedes no haber visto la película de la maldita muñeca! ¿Qué demonios haces en tú casa cuando llueve a cántaros y no quieres hacer nada? – A lo que recibió una mirada con los ojos entrecerrados. – Mejor no me contestes. ¿Cuál es el problema que esté tranquila?

- No lo sé. Me esperaba otra reacción más negativa. Como la que está teniendo Nakamori-san con Kaito. No sé por qué, pero creo que a futuro voy a tener problemas con esos dos.

- ¿Por qué? ¿Qué pasó?

- Kaito me comentó que estaba un poco agresiva verbalmente. Hay algo que no me cuadra en lo absoluto. Siendo amigas y teniendo básicamente las mismas… malas experiencias, deberían reaccionar de la misma manera. ¿O yo estoy equivocado?

- Visualízalo al revés. Tú y Kaito sufrieron la misma mala experiencia. ¿Reaccionaron igual?

- No.

- Es porque tienen distintas personalidades y actitudes. Lo mismo pasa con ellas. Deja que Kaito intente arreglarse solo. No es un niño pequeño al que tengas que cuidar.

- Pero…

- Por algo le dije que venga él y no Saguru. Solo le falta una cosa para que termine de salir de dónde está. Y es hacerle frente a su pasado.

- ¿Y te parece que este es el mejor momento para hacerlo?

- Nunca es el mejor momento si te lo pones a pensar. Ya con él hicimos todo lo posible para hacerlo fuerte mentalmente. Más no podemos hacer. El que tiene que agarrar las riendas de su vida, es él. El que tiene que tomar las decisiones, es él. Y tú no debes meterte.

- No me meteré al agua hasta cierto punto. Si veo que se hunde demasiado y no puede respirar, me meteré a sacarlo… Y te aviso que no estaré muy contento con la piedra – Dijo enseriándose al mismo tiempo que oscurecía el iris de sus ojos.

- Eres demasiado sobreprotector, ¿Lo sabías? – Dijo con una sonrisa.

- Sólo con la gente que me importa. Y sabes que Kaito es como un hermano.

- Sí, lo sé. Gemelos confabuladores. No saben lo que me cuesta enfriar a Jodie a veces. – A lo que Shinichi sonrío.

- Ahora estoy curioso… ¿Qué haces cuando Jodie se enoja? – Preguntó divertido.

- Cuento hasta 100 hasta que termine de enojarse. Si sigue igual, empiezo otra ronda – A lo que Shinichi no pudo evitar reírse. – ¿Para qué discutir? Ya la conoces. Dale la razón, di ajá… y después haz lo que siempre haces.

- Mejor que nunca te escuche decir eso.

- ¿Te crees que no lo sabe después de tantos años? Pero después de todo lo que hemos vivido, una tonta pelea no significa nada. A veces son necesarias. – Dijo con una sonrisa ladeada - Oh, se levantó el zombie.

Shinichi se dio vuelta para ver a un dormido Kaito que salía por las puertas, mientras bostezaba y se estiraba a la misma vez.

- Buenos días Kaito. Sácate la almohada que tienes todavía pegada al rostro – Comentó el mayor de los tres.

- Buenos días. ¿Hay demasiado silencio acá o soy yo? Esto no es normal.

- Ustedes no son normales. ¿Tú también vas a hacer el mismo comentario? Ni que hubiesen ido a una zona de guerra durante años. – A lo que Kaito giró los ojos mientras miraba su celular, viendo que la señal no era tan fuerte.

- ¿Tienes novedades del equipo? – Preguntó Shinichi.

- Hablé con Rei un rato antes que despiertes. Ya estaban organizados y analizando la información que habían conseguido.

- ¿Qué harás tú? – Preguntó Kaito.

- Supongo que nos iremos a la tarde. No creo que sea necesario que nos quedemos. Estaba pensando que a futuro es probable que mande a Heiji.

- No hay problema. – Contestó Shinichi.

- ¿Seguro que no hay problema? La última vez que cruzaron miradas no fue de lo más amigable que digamos.

- Ya hablé con Toyama-san sobre eso. No será un problema. Lo resolveremos rápido. Y va a venir bien por si alguno de nosotros se ahoga.

- Ok. – Dijo entendiendo la indirecta - Ya que estamos los tres, quiero mencionarles algunas cosas. Primero, Shinichi, el auto es mejor que lo escondas. No lo dejes tan visible en la entrada. Si tienen que usarlo para escapar, mejor que esté a salvo.

- Por lo que estimo que quieres usar la plantación de maíz para escapar en caso de necesitarlo ¿No? – Dijo Kaito.

- Ese el segundo punto. Sería bueno que cuando las chicas estén despiertas y Mouri-san pueda moverse un poco más, se aventuren con ellas para saber por dónde correr. Así ellas también conocen el camino y empiezan a tantear el terreno. Intenten no perderse nada más o estarán fritos. Tercero, ¿Qué dos puntos le recuerda Q a James?

- ¿En serio? - Preguntó Kaito aún dormido.

- Nunca dejes que te vean sangrar y…

- Ten siempre un plan b – Terminó Shinichi.

- No puedo creerlo. Eres más o menos normal después de todo – Dijo Shuichi con sorpresa.

- Gracias. – Contestó con tono de voz reprobatorio.

- Volviendo al punto. Estudien el terreno y qué posibilidades de escapar existen teniendo en cuenta los múltiples escenarios que pueden llegar a ocurrir. Mejor estar preparados que desprevenidos. Otra cosa, les dejaré mi chaleco por si llegan a necesitarlo.

- Dáselo a Shinichi. Yo tengo otros métodos – Terminó el mago con una sonrisa macabra.


Equipo testimonial – 12:00 hs

Yukiko estacionó el Toyota que alquiló, sobre la calle Ishidan al 500. A dos cuadras, se encontraba el domicilio del policía que falleció.

Fueron caminando por la vereda bajo el nublado cielo del mediodía. El tiempo se encontraba con un alto porcentaje de humedad, provocando que el aire sea agobiante para respirar y que los bigotes del profesor Agasa se enerven como los de un gato.

Una vez que llegaron, se encontraron con una torre de departamentos, la cual era contradictoria con respecto a la imagen de la ciudad. La ciudad aparentaba ser del tipo residencial, tranquila y limpia. Mientras que no podían decir lo mismo de la torre, la cual tenía grafitis por todas las paredes de la planta baja. Podías leer mensajes como "Perra te mataremos a ti y a tus hijos" o ciertos dibujos que no necesitabas mucha imaginación para saber lo que decían.

- Y después nos preguntamos por qué desaparecieron de los grupos – Exclamó un indignado Agasa.

- Según lo que nos pasó Rei, es la unidad 11 E. – Dijo Jodie mientras veía la altura del edificio, notando que era de 15 pisos en total.

- Parecería que en la entrada hay portero eléctrico. Probemos – Dijo Yukiko quien iba con sus anteojos negros y un rodete para evitar que el pelo se pegue a su cuello con la transpiración.

Presionaron el timbre y esperaron largo tiempo sin tener respuesta. Volvieron a intentarlo, pero nadie respondía.

- Parece que no hay nadie en casa. – Dijo Yukiko.

- Quizás no quiera contestar. Después de todo, los mensajes no son muy tranquilizadores. – Explicó Jodie.

- ¿Y si probamos con el encargado? – Sugirió Agasa.

- No hay nada que diga portería. Quizás este edifico no tenga. Que mala suerte. – Dijo Yukiko mientras veía el tablero.

- ¿Y si probamos con los vecinos?

- Intentaré con los del mismo piso. – Dijo Yukiko mientras intentaba con el 11 D.

- ¿Sí?- Contestó una mujer.

- Hola buenos días. Estábamos intentando contactarnos con la esposa del señor Hideo Yoshida.

- No la conozco. Adiós. – Dijo apresurada mientras cortaba el intercomunicador.

- Ok, not cute at all. – Exclamó la actriz enojada. – ¡Ahora van a ver, intentaré con todos los departamentos del piso!

Yukiko intentó literalmente con todos los departamentos. Pero ninguno le atendió. Y si le atendían le cortaban de muy mala manera o le respondían de forma bastante grosera.

Suspiró rendida mientras se corría para dejar pasar a una pobre abuela que se acercaba con su bastón y unas bolsas de compras.

- Tienen miedo. Hay que entenderlos también. – Exclamó el profesor. – No debe ser fácil vivir acá con las cosas que pasan.

- Sí, lo entiendo. Pero Yusaku siempre recita una frase que es: "Pensar no va a superar el miedo, sino la acción". Si esperas sentado a que alguien te solucione los problemas, empieza a sacar el plumero porque morirás esperando. – Decía mientras se sacaba los anteojos. El puente del marco con la transpiración, le estaba molestando.

- Estás muy en lo cierto querida – Dijo la pobre anciana. – ¿De casualidad eres la actriz?

- Buenos días señora. Sí, mi nombre es Yukiko Kudo.

- No quiero entrometerme, ¿Pero buscan a la esposa del pobre oficial Yoshida?

- Sí. Mi… nuera está en una situación complicada y necesitábamos comunicarnos con ella.

- Lamento comunicarles que ya no vive acá. Ustedes sabrán el por qué. Pero pasen que les cuento un poco. Se me descongelarán las cosas con este calor.

- Déjeme que la ayudo con las bolsas – Se ofreció el Profesor.

- Muchas gracias señor. La gente aquí es un poco chismosa, así que intentemos no hablar hasta llegar a mi departamento. - Los tres asintieron con la cabeza.

Tuvieron suerte de que los ascensores bajaron rápido. Esperaron a que la gente descienda, y la abuela presionó el piso 10. La anciana vivía uno más abajo que la familia Yoshida. Con lo cual, les llamó la atención.

- A veces Naomi me dejaba a los niños cuando la chica que los ayudaba faltaba. Era una familia tan hermosa. Es una lástima que semejante tragedia les haya pasado. – Les explico al verles las caras de interrogación.

Una vez que entraron al departamento y la anciana guardó las cosas en la heladera, les sirvió un poco de té frío.

- Si no lo consideras una impertinencia, ¿Podrás explicarme la situación de tu nuera? – Preguntó la anciana mientras veía a Yukiko.

- Estaba de viaje con unas amigas suyas y se toparon con una trata de drogas, donde identificaron a personas… con bastante poder.

- ¿Te refieres al gobernador y a su hijo? Seré vieja pero no idiota – Explicó al ver los ojos sorprendidos de la actriz. – Todo el mundo en Hamatia sabe eso. Pero nadie hace nada. Lamento que se haya metido en esto, porque le va a costar salir.

- ¡Tiene la compañía adecuada para eso! No se preocupe.

- Me imagino. Considerando lo que hizo tu hijo Shinichi Kudo con esa Organización, no podemos decir que no está apto para esto.

- Señora, me está asustando con su conocimiento – Insinuó Jodie mirándola con un poco de sospecha.

- Que no te sorprenda. Es dos más dos. Soy una anciana que vive sola, así que te imaginarás que me la paso viendo las noticias y los programas de chismes en la televisión. Me sé bastante la vida de la gente famosa que sale por ella. Aunque, no sabía que tu hijo se había casado. Dale mis felicitaciones cuando lo veas.

El profesor se atragantó con el té y empezó a toser. Si Shinichi estuviese acá, se estaría arrojando por la ventana del piso 10.

- ¡Es usted tan linda señora! – Dijo Yukiko con su típica forma de ser – No están casados. Su relación es… un poco complicada de entender. Pero volviendo a la familia Yoshida, ¿Qué pasó con ellos?

- Hideo Yoshida era un gran oficial de la Policia de Hamatia. Era un hombre muy correcto, guiado por su ética y sus fuertes principios de la justicia. Se casó con Naomi hace unos diez años más o menos, y tuvieron dos hermosos niños que ahora rondan en lo años. Una noche, Naomi me trajo a los niños con una expresión de terror y lágrimas en sus ojos. Recuerdo que se encontraba bastante histérica y me costó calmarla. Cuando lo logré, me comentó que su marido había encontrado pruebas sobre el armado de una red de narcotráfico, y que se encontraba investigando las posibles rutas de distribución. Entendí su miedo en ese momento porque el saber eso acá, era como cavar tu propia tumba. Tres días después, pasó lo que pasó. Encontraron su cuerpo dentro de su auto, en una calle poco transitada del centro de Hamatia.

- ¿Y qué pasó con el caso? – Interrogó Jodie.

- La muerte de su esposo fue una burla total. Lo catalogaron como un homicidio por robo, y culparon de asesino a un menor de edad. El pobre chico tenía 13 años y no sabía ni leer.

- ¿Tenía? ¿Tiene el nombre de casualidad?

- No puedo recordarlo. Al haber sido un menor de edad, no lo expusieron mucho al público. Pero luego terminan todos de la misma manera.

- ¿Igual que Okero Giro? – Preguntó el profesor.

- Exactamente. Se aprovechan de los pobres y los convierten en vendedores minoristas, o en personas usadas como carteros. Como en esta prefectura lamentablemente la pobreza abunda, los chicos son fácilmente reemplazables en el circuito de la comercialización de sustancias tóxicas.

- ¿Y qué pasó con Yoshida-san? – Interrogó Jodie.

- Naomi-san estaba desesperada ante la ausencia de Hideo-kun. Le afectó muchísimo y es entendible. Sin embargo, terminó de explotar cuando ni la policía ni la justicia hizo algo para investigar más profundamente lo que sucedió. Cerraron el caso, como si tiraran un papel al tacho de basura. Fue en ese momento que comenzó a investigar casos parecidos al de ella y empezó a armar grupos de protestas para ver si alguien fuera de Hamatia los llegaba a escuchar.

- Y vinieron por ella cuando empezó a llamar la atención – Dijo Yukiko.

- Sí. Empezaron los escraches. Recibía continuamente llamados de advertencias, mensajes con insultos inauditos en su teléfono y en su grupo de lucha, y bueno, vieron los grafitis en la planta baja. Hemos intentado limpiarlos y hasta pintarlos… pero siempre volvían a aparecer.

- Por eso se fue – Terminó diciendo el profesor.

- Ayudó a tomar la decisión. Pero en realidad, terminó de decidirlo cuando le golpearon a uno de sus hijos en la escuela. Lo acusaron de ser hijo de una madre prostituta y de un padre drogadicto. Pobre familia. No se merecen eso.

- ¿Hay chance de que podamos comunicarnos con ella? Nos serviría tener acceso a la información de las investigaciones de su marido si es que todavía las tiene en su poder. – Consultó Yukiko.

- Si no quieren terminar como su marido, yo les diría que se alejen de esto.

- ¿Acaso no fue usted la que dijo que nadie hacía nada en esta prefectura? – Le recriminó Jodie. – Lamentablemente terminaremos como ellos entonces, porque no somos gente que escapa de los problemas. Sino, todo lo contrario.

- Estamos tan acostumbrados a meternos en cada cosa – Suspiró la actriz. – Se lo puedo asegurar. Además… se metieron con mi futura nuera y nadie hace eso salvo mi hijo. – Dijo con cierta fiereza y violencia, que impresionó a la pobre anciana.

- No podré ayudarlos en eso. No me dijo donde se mudó. Pero sé que se fue de la Prefectura.

- ¿Tiene una lapicera y un papel? – Preguntó Jodie.

- Sobre la mesa al lado del teléfono hay un block de notas.

- De acuerdo. – Dijo mientras se paraba y anotaba algo sobre el block – Si de casualidad vuelve por algo, o logra comunicarse con usted, le dejo mi nombre y mi teléfono.

- Está bien. Lamento no haberlos ayudado mucho.

- Nos entregó información valiosa señora. ¡Muchas gracias! – Dijo Yukiko con una gran sonrisa.

- Suerte con tu… futura nuera. – A lo que la actriz le guiñó un ojo con total seguridad antes de salir por la puerta.


Casa de los maizales – 14:00hs

Ran tenía mucha sed. Sentía la boca y la garganta seca, al punto que tragar era como si alguien pasara una lija dentro de su garganta.

Empezó a abrir los ojos lentamente, sintiéndose torpe, entumecida y confundida.

Lo primero que vio fue un techo blanco, seguido de paredes pintadas en un color crema muy suave. El cuarto tenía un aire femenino, pero olía a… farmacia vieja.

Vio que a su lado había una mesa de luz de color blanca, con una gran caja plástica transparente que contenía cosas médicas.

Viajó con la mirada un poco más lejos sin moverse, y vio a Aoko y a Kazuha durmiendo sobre una cama.

- ¿Dónde estamos? ¿Qué es este lugar? ¿Nos secuestraron? – Empezó a desesperarse y a activar sus sentidos. – Las ventanas no tienen rejas y están semi abiertas. Tampoco hay nadie acá dentro, por lo que si nadie nos está vigilando, entonces… ¿Qué está pasando?

Miró la puerta y se preguntó si estaba abierta. Bajó los pies al suelo y notó que su vendaje no estaba. Pero no era lo único que faltaba. Su short tampoco estaba. Solo traía su ropa interior y su remera.

- ¿Por qué mi herida no está vendada? ¡Maldición, me duele! ¿Por qué no tengo mi short? ¿Dónde está? ¿Qué demonios pasó ayer? ¿Por qué me siento tan idiota que no puedo recordar? ¿Acaso nos drogaron y nos violaron? ¿Qué hicieron con nosotras? ¿Dónde estamos?

Ran empezó a desesperarse por la cantidad de preguntas sin respuesta. Entró a hiperventilarse por el ataque de pánico que estaba sufriendo y las lágrimas empezaron a salir de sus ojos sin control. No podía moverse presa del pánico, ni gritarles a sus amigas que despierten.

Kazuha escuchaba como alguien se estaba ahogando, por lo que despertó alarmada viendo para todos lados hasta que se encontró con la imagen de Ran. Se levantó de golpe, haciendo que el movimiento precipitoso despertara a Aoko.

- Ran-chan, tranquilízate. Todo está bien. Estamos bien. Respira. – Le dijo con urgencia y rápido, mientras se arrodillaba en el suelo y le colocaba las manos sobre las rodillas.

Kazuha en ese momento, se acordó de lo que pasó con Ran, hace casi dos años atrás. No importaba lo que le decía. Las palabras no podían atravesar el estado de angustia en el que se encontraba su amiga.

Aoko al ver que Ran no estaba reaccionando ante lo que estaban haciendo, salió corriendo de la habitación para buscar ayuda.

Kazuha no llegó a contar cinco segundos que Shinichi se encontraba atravesando la puerta de la habitación con Kaito atrás.

- ¿Qué pasó? – Pero al ver la expresión de pánico y respiración de Ran, entendió todo.

- No puedo calmarla.

Kazuha al verlo venir, se corrió para darle espacio. Shinichi se sentó en la cama al lado de ella mientras respiraba hondo para estar tranquilo.

- Ran, escúchame. Estás teniendo un ataque de pánico y te estás hiperventilando. Necesito que te calmes y respires conmigo ¿De acuerdo? Lo haremos juntos – Le explicó con un tono de voz suave y relajado, mientras colocaba una mano sobre su lumbar y otra a la altura de las clavículas para enderezarla y liberar el diafragma. – Vamos que tú puedes hacerlo. Inhala en dos tiempos y exhala en dos tiempos. Repítelo.

Shinichi hizo que repita la operación hasta que vio que Ran empezaba a escucharlo y a intentar seguirle el ritmo, por lo que le cambió el conteo.

- Lo estás haciendo bien. Ahora inhala en dos y exhala como si apagaras las velas de tu cumpleaños en cuatro tiempos… Perfecto. ¿Viste que no es difícil? Hazlo otra vez.

Kaito al notar que la respiración de Ran se estaba normalizando, hizo señas a las chicas para que salieran con él de la habitación. Una vez afuera, Kaito cerró la puerta. Sabía lo que venía después y consideraba que necesitaban estar a solas un momento.

- ¿Estará bien? – Preguntó asustada Kazuha.

- Sí. Ya hizo el paso 1 de 2. Así que yo la dejaría tranquila o se va a sentir incómoda.

- ¿Cuál es el segundo? – Consultó Aoko mientras recibía una mirada profunda de su ex amigo.

- Explotar – Y Kaito se alejó por el pasillo.

Aoko se miró con Kazuha por unos momentos. Se quedaron en el pasillo sin saber qué hacer o dónde ir, hasta que minutos después, escucharon como Ran rompía en llanto.

Aoko quería entrar a la habitación pero Kazuha la agarró del brazo mientras negaba con la cabeza.

- Coincido con él. Dejémoslos solos por un momento. – Dijo en voz baja.

- ¿Tú estás loca? ¿No la escuchas?

- Sí. Pero con nosotras no se tranquilizará.

- ¿Y piensas que con él sí?

- No sé cuál es tu problema Aoko-chan con ellos. Pero en estos momentos, necesita a Kudo-kun. Tú no puedes darle la seguridad que necesita. Sin ofender, pero si yo tuviera que elegir entre que Heiji me conforte o ustedes, lo elegiría a él sin pensarlo. La conexión y la seguridad es distinta.

- La situación es distinta. Él es tu novio. No tu ex-novio.

- No lo entiendes, ¿No? ¿Por qué crees que pudo tranquilizarla recién cuando nosotras no pudimos? ¿Por qué crees que estalló delante de él y no con nosotras? ¿Quieres que te sea sincera? Te falta abrir un poco más los ojos y no dejar que el odio te consuma permanentemente. Te estás perdiendo muchas cosas por ello.

Kazuha se dio la vuelta y se fue por el mismo camino que Kaito. La actitud de Aoko la estaba fastidiando bastante últimamente.

Pasó por el living y vio a través de las ventanas que el mago estaba fuera de la casa. Salió al exterior admirando por primera vez el lugar donde estaban. Era realmente precioso y muy tranquilo.

A medida que se acercaba a él, observaba como el cielo estaba cubierto por densas nubes y empezaba a levantarse el viento.

- ¿Puedo preguntarte algo? ¿Por qué no funcionó cuando estaba intentando calmarla?

- Porque generalmente en este tipo de situaciones hay dos puntos que son claves: el tono de voz que se usa, y lo cómodo que se siente la persona estando contigo. En tú caso, seguro estabas preocupada y asustada, por lo que tu tono de voz no ayudó. ¿Escuchaste cómo le hablaba Shinichi?

- Ah. ¿Así que lo empeoré? – Dijo con mirada triste.

- No, y no debes ponerte mal por eso. Ella entiende que estabas intentando ayudarla. Créeme. – Le dijo con una sonrisa para tranquilizarla.

- ¿Es normal que le pase esto?

- ¿Nee-chan en algún momento se puso a llorar o le habló de sus preocupaciones desde que empezó todo esto?

- No. Siempre éramos Aoko-chan o yo las que hacíamos las preguntas y expresábamos nuestros miedos. Ran-chan sólo nos escuchaba.

- Entonces es normal. Acumuló hasta que no pudo más. Aunque si mi teoría es correcta, no creo que vuelva a pasarle nuevamente.

- ¿Cómo saben tanto del tema? Kudo-kun supo contenerla y tú sabías que iba a explotar aunque no tenías conocimiento de lo que te acabo de contar. – Y Kazuha vio cómo la mirada de Kaito reflejaba cierta tristeza.

- Por experiencia.

- ¿Tiene algo que ver con que no estuvieron en Japón durante todo este tiempo? – Se animó a preguntar.

- ¿Heiji no te contó nada de lo que pasó? – Preguntó extrañado considerando su relación.

- Me contó lo de la Organización. Pero no me comentó nada respecto de lo que pasó con ustedes. Solemos separar las cosas y cada uno respeta eso.

- Que yo sepa sólo sabe la mínima parte de lo que pasó a Shinichi. No sabe la historia entera de él.

- ¿Y la tuya?

- Menos. El único que la sabe es el desquiciado que vino conmigo.

- ¿Los chicos no podían ayudarlos en algo?

- No. Era algo que teníamos que… solucionar nosotros. – Dijo mientas miraba al cielo.

- "Ahhhh maldición. ¡Quiero saber, quiero saber! Pero no puedo preguntarle si ni siquiera lo conozco. No quiero parecer entrometida".

Kaito vio cómo se acercaban Shuichi y las dos mujeres con el auto. Habían llevado sus cosas al vehículo que no se encontraba en la entrada, para marcharse en un par de horas.

- Despertaste Toyama-san. Y…

- Tarde Haibara-san – Interrumpió Kaito. – El que ellas estuviesen o no, no iba a cambiar el resultado de lo que iba a pasar.

- Uh. ¿Explotó?

- Yep. Tuvo un pequeño episodio de ataque de pánico.

- Me faltan dos personas… estimo que Shinichi está con ella por lo que Mouri-san está bien – Afirmó con seguridad Shuichi – ¿Dónde está Nakamori-san?

- No lo sé – Dijo con un fastidio que no pasó desapercibido por nadie – Debe estar dentro de la casa.

- Iré a ver cómo está Onee-san. – Dijo Ai mientras suspiraba.

Ai entró a la casa y vio que Aoko estaba sentada en la mesa de la cocina. Siguió de largo hasta la habitación, quedándose unos segundos en la puerta por si escuchaba algo y necesitaban más tiempo, pero no fue el caso. Golpeó la puerta antes de abrirla y adentrarse a la misma.

No se sorprendió al ver a Shinichi sentado en la cama con Ran sobre su regazo. Ella tenía su cabeza apoyada en el hueco de su hombro derecho, mientras que con un brazo rodeaba su cintura y con el otro apretaba su remera a la altura del pecho. Si bien tenía las marcas de lágrimas en su rostro y los ojos rojos, podía ver que estaba tranquila. Él en cambio, tenía su brazo derecho conteniéndole la espalda, y su brazo izquierdo sobre las piernas para evitar que se cayera.

Ai cerró la puerta mientras se acercaba.

- ¿Cómo estás Onee-san? Veo que mejor. No pasó un día y ya es la segunda vez que no le puedes sacar las manos de encima – Dijo mientras levantaba una ceja con la idea de pincharla un poco y sacarla del estado de angustia.

- ¿Segunda? – Dijo confundida.

- Haibara-san… – Dijo con tono de advertencia el chico mientras ponía los ojos en blanco.

- Por cierto… Sabes que estás en ropa interior, ¿No?

El comentario hizo que Ran abriese los ojos como plato, saliéndose del pecho de él. Se miró las piernas y se puso colorada a más no poder. Luego miró a Shinichi, quien no estaba viendo hacia abajo sino hacia ella, con el fin de no incomodarla. Aun así, no importó. Se estaba muriendo de vergüenza. Así que con sus manos, le tapó los ojos.

- ¡Ran!… ¿Qué haces? – Exclamó mientras intentaba con su mano izquierda sacar las de ella.

- Espera Onee-san, no te salgas. Déjame ver esa herida antes.

- ¿Me estás cargando? Estoy sobre él.

- ¿Recién ahora te diste cuenta? – Le respondió irónicamente. – Quédate quieta.

Ai estaba viendo el corte. Había quedado bien limpio. Ahora faltaba que termine de cicatrizar.

- Bueno la herida quedó limpia y como habrás visto, no necesitaste puntos. Sólo te pido que no hagas movimientos forzosos con la pierna. Si puedes quedarte dos días en cama sería lo mejor. Le darás tiempo a que cicatrice como corresponde. Luego camina, pero no te excedas. Mantenla siempre al aire libre para que se vaya secando. Nada de vendas o ropa que la toque. También tienes prohibido tomar Sol.

- ¿Tiene que seguir tomando el antibiótico? – Preguntó Shinichi con las manos de Ran sobre sus ojos.

- Hoy tomará una sola dosis considerando la hora y que no ha comido. Mañana y pasado tomará dos al día, y luego tomará por 4 días más, una vez al día. Haremos un tratamiento preventivo.

- ¿Puedo bañarme?

- Sí, aunque no en tina. Es mejor lluvia. Y tapa la herida para que no te entre shampoo o algo que te irrite. Para lavarla, sólo le aplicas jabón neutro de glicerina. La secas con gasas o una toalla que designarás sólo para la herida. Nunca uses algodón. Luego le aplicas el antiséptico que también es cicatrizante, el cual te dejaré en tu mesita de luz. Realízale suaves masajes mientras te lo aplicas. De esta manera ayudarás a agilizar el proceso de cicatrización.

- ¿Por qué me siento embotada?

- El antibiótico, el estrés y acabas de explotar como un volcán. ¿Alguna otra pregunta?

- ¿Me alcanzas algo para….taparme?

- ¿Ahora te da vergüenza? – Dijo mientras la tapaba con un toallón.

- ¡Ai-chan!

- Mientras los dejo decidirse sobre lo que van a hacer, te traeré algo de comer así tomas la dosis de hoy. – Dijo Ai mientras se acercaba a la puerta y salía por ella.

Ran vio a Shinichi mientras seguía tapándole los ojos. Su corazón empezó a golpear con fuerza contra su pecho al descubrir que no quería salirse. Lamentablemente tenía que hacerlo. Así que fue deslizando sus manos hacia sus mejillas, hasta que la punta de sus dedos llegó hasta el final de su rostro, teniendo que quitarlas.

Shinichi aprovechó para abrir los ojos y colocar su brazo bajo sus rodillas.

- Ah no. No me cargarás de… ¡Vuelta! – Exclamó mientras él se levantaba con ella en brazos.

La depositó en la cama otra vez, mientras miraba para adelante para no avergonzarla más de lo que estaba.

- ¿Me soltarás esta vez? Presiento que te gusta hacer esto.

- ¡No seas idiota! ¿Y a qué te refieres con esta vez? ¿De qué…? - Y Ran se puso más colorada que antes, al recordar el día de ayer… o mejor dicho, lo que pasó hace menos de 12hs atrás.

Lo soltó enseguida mientras Shinichi aprovechó para tomar la sábana y taparla. Se sentó en la cama a su lado, enfrentándola para verla.

- ¿Quieres que llame a las chicas?

- No.

- ¿Quieres que te deje tranquila?

- No.

- Okeeey. – Dijo extrañado por sus respuestas cortas.

- Perdóname por lo de recién y por… meterte en todo esto. – Dijo apenada mientras jugaba con sus dedos sobre el borde de la sábana.

- Tú no me metiste. Yo decidí entrar en el juego.

- ¿Por qué?

- ¿Acaso se necesita una razón lógica? – Dijo tocándole la nariz con un dedo, provocando que Ran cerrara los ojos mientras recordaba lo importante que era esa frase para ella.

- Luego te devolveré lo que extraje de la tarjeta. Por cierto nos sobró un poco de dinero, y junto con tu tarjeta están en mi billetera.

- Llegas a devolverme esa plata y me enojaré. – Dijo enseriándose.

- Pero sacamos un montón, y es plata de tus padres encima.

- Si te preocupa tanto, yo se la devuelvo. Al pedo porque me comeré un sermón más grande que una mansión por hacerlo.

- Bueno deja que se la devuelva yo entonces.

- Ran, olvídalo. Fin del tema.

- ¿Por qué? Me siento mal por haberla usado y encima que te hayas enterado… y hayas tenido que venir.

- ¿Crees que me enteré de esto porque me la paso viendo los movimientos de mi tarjeta? Y espero que no estés pensando que la razón por la que vine fue para buscar esa tarjeta. Mejor que no digas que sí, porque me vas a ver realmente enojado y no te lo aconsejo – Le advirtió mientras se le oscurecían los ojos.

Ran se quedó en silencio con la mirada sobre sus manos que apretaban la sábana con fuerza. No quería verlo con esa expresión. No estaba acostumbrada a ella. Era parecida a la que tenía ayer cuando mencionó lo de Conan.

Nunca, en todos los años que estuvieron juntos, ni siquiera cuando pelearon hace dos años, sintió miedo de él… hasta estos últimos días. ¿Acaso una persona podía cambiar tanto en tan poco tiempo?

Por suerte, Ai regresó a la habitación con Kazuha y la comida, por lo que Shinichi aprovechó para levantarse.

- Kudo-kun, no hace falta que te vayas – Exclamó Ai al verlo caminar.

- Yo creo que sí. – Y salió por la puerta, cerrándola atrás de él.

- ¿Qué pasó? – Preguntó la niña luego de unos segundos.

- Nada. No te preocupes.

- Pues…tienes la piel de gallina Ran-chan – Kazuha le sopló el brazo haciendo que un escalofrío le recorra el cuerpo.

- ¡No hagas eso Kazuha-chan! – Exclamó la del este mientras se frotaba los brazos – Ai-chan… mientras comemos, ¿Nos explicas qué pasó estos dos días? Tengo la cabeza llena de preguntas.

- No sé si te va a servir mucho mi relato. Creo que fui una de las últimas en enterarme de todo esto. Puedo decirte lo que me contaron ellos hasta que llegué al lugar donde están reunidos ahora. Lo que pasó a partir de ahí, sí lo viví.

- Dudo que te hayas enterado después de Kudo-kun y Kuroba-kun – Comentó la de Osaka.

- En realidad… fue Kudo-kun el que me llamó. Sino, ni me enteraba de lo que pasaba.

- ¿!Qué!? – Preguntaron las dos al mismo tiempo.

- No, no. Espera. No entiendo nada. ¿Dónde está Aoko-chan? – Preguntó Ran.

- En la cocina. Iré por ella – Dijo Kazuha suspirando. – Quizás le vendría bien enterarse de lo que está pasando para que deje de ser tan tonta.


Equipo testimonial – 15:00hs

Yukiko conducía entre las calles del barrio donde vivía Okero Giro. Era una ciudad bastante grande y precaria. Las calles si bien estaban asfaltadas, eran angostas. Con lo cual, debías manejar con cuidado por la cantidad de gente que circulaba a pie o en bicicleta.

Los edificios eran de tres o cuatro pisos, y realmente muy pequeños. Estaban construidos con chapas o cemento y con ventanas de plástico.

Los negocios tenían cortinas manuales de chapa, donde muchas se encontraban rotas o abolladas, oxidadas y en muy mal estado.

También podías ver los puestos caseros que armaba la gente frente a los edificios para vender su mercadería. Estos eran creados a base de cartones y lonas.

- Ehhh nos metimos de una en la zona sin conocerla, y nunca nos preguntamos si es seguro hacer esto – Exclamó el profesor mientras veía a la gente pasar.

- No se preocupe profesor. Cualquier cosa tenemos a Jodie – Dijo Yukiko sin sacar la seriedad de su rostro. Llegamos, el problema es que no puedo dejar el auto acá y no hay estacionamientos. Con razón hay tantos bicicleteros. Los dejaré a ustedes y me quedaré dando vueltas por la zona. No se metan en problemas y avísenme cuando salen.

Jodie bajó con el profesor. Miraba la dirección que había anotado y al edificio que correspondía la misma. Éste tenía agujeros en las paredes, como si le hubiesen disparado.

Cuando tocaron el portero eléctrico, Jodie notó que la gente de alrededor, la estaba viendo con malos ojos, y eso no era una buena señal.

- ¿Qué quieren? Ustedes no son de la zona – Preguntó un hombre con bigote rectangular que se había acercado a ellos.

- Buenos días. Quisiéramos hablar con la madre de Okero Giro por un problema personal.

- ¿Qué clase de problema?

Jodie analizó velozmente que estaba en desventaja. Había mucha gente y algunas personas estaban armadas. Se notaba por los bultos en las remeras a la altura de la cadera. Por ende, tenía que resolver esto de la manera más pacífica que podía. El problema, era que no sabía a qué bando pertenecía esta gente. –"¿Por qué no está Shuu en estas ocasiones?"

- No queremos causar problemas. No somos periodistas ni nada por el estilo. – Declaró el profesor. – Mi nieta está en una situación complicada y quería escuchar el relato de otras personas que hayan pasado por lo mismo para ver si puedo ayudarla. No quiero que tenga el mismo destino que el pobre Giro-kun.

Jodie se quedó viendo al hombre evaluando su comportamiento corporal. Se había quedado en silencio mientras los analizaba de pies a cabeza.

- Muévanse de la puerta. – Decía mientras se acercaba al portero.

Jodie vio que tocaba uno de los tantos timbres, y lo presionaba varias veces a distintos ritmos.

- ¿Quién es? – Preguntó una mujer.

- ¿Kaori? Hay una mujer y un viejo aquí que quieren hablar contigo. Se ve que la nieta del viejo está en algo similar a lo del pobre Okero-kun. ¿Qué quieres hacer?

- Que se vayan.

- Ya la escucharon.

- Señora, la nieta del viejo es la novia de Shinichi Kudo. – Dijo Jodie al ver que el hombre mantuvo presionado el intercomunicador. – Si quiere que hagamos algo de una vez por todas, aproveche la ocasión.

Reinó el silencio por un momento largo. Jodie no estaba muy contenta de usar el nombre de Shinichi públicamente, pero la situación lo ameritaba. Como estuvo desaparecido por dos años, nadie sabía quién era su novia, porque supuestamente no existía.

- Bueno profesor. La señora no quiere ayudarnos. Vayámonos entonces. Hasta luego. – La del FBI sabía cómo aprovecharse de los puntos críticos de la gente para presionarla a tomar decisiones.

El profesor Agasa la vio con sorpresa cuando empezó a caminar. La siguió dado que no le gustaba quedarse solo con tantos ojos sobre ellos.

- ¿Qué es eso de decirme viejo? Tengo mi edad y me falta pelo pero tampoco para tanto – Exclamó el pobre hombre con cierta indignación.

- ¡Esperen! – Gritó el hombre del bigote. – Pueden pasar. Es el 3° A.

Jodie vio al profesor y caminaron de regreso, entrando por el edificio. A Jodie le extrañó que no fuera el mismo departamento que tenía anotado. Ella tenía el 5° D.

Fueron subiendo por las escaleras que resonaban por todo el edificio hasta llegar al departamento.

No fue necesario tocar la puerta, ya que la mujer les abrió antes de que sus nudillos lleguen a la superficie.

La mujer debía tener unos 40 años. Tenía el pelo largo, ondulado y negro, el cual se encontraba atado con una hebilla para evitar el calor del día. Llevaba una simple remera amarilla clara con unos shorts marrones.

- Disculpe que la molestemos con este tema señora. Lamento mucho lo de su hijo – Dijo Jodie, mientras que la mujer los analizaba a los dos.

- Pasen. – Los rasgos de su cara mostraban el cansancio y la carga que llevaba por la muerte de su hijo.

La mujer se corrió para darles paso. Al entrar, se toparon con un departamento pequeño. Tenía lo mínimo e indispensable. Y había una nena que debía tener unos 10 años.

- Saori-chan, ve a tu habitación a jugar por favor. Disculpen el desorden.

- No se preocupe por eso. – Dijo el profesor.

- ¿Kudo-kun está vivo? Pensé que lo habían matado. – Dijo con extrañeza.

- Casi. Pero no pudieron. Tuvo algunos inconvenientes personales, por eso no aparecía públicamente. Ahora tiene uno nuevo.

- Parece que le gusta meterse en grandes problemas ¿No? – Dijo con una sonrisa que no llegó a sus ojos. – ¿Qué quieren saber?

- Su historia – Le contestó la del FBI.

- ¿En qué va a ayudarlos eso?

- En pensar quiénes son los implicados y las posibles rutas de distribución.

- No sé por dónde empezar.

- ¿Qué tal si me dice que es lo que hacía su hijo?

- Mi hijo tenía 17 años. Iba a la escuela como un chico normal y había conseguido trabajo como electricista. Me estaba ayudando con los costos de la casa, dado que su padre se marchó cuando era chico y tuve que salir a trabajar para mantenerlos.

- ¿Cómo fue que se relacionó en el mundo de las drogas? ¿Usted lo sabía?

- No lo sabía. Me enteré poco antes de que… lo mataran. Mi hija Saori tuvo un problema de salud. Teníamos que realizarle una operación y un tratamiento muy costoso. Yo con mi sueldo apenas podía pagar el alquiler, los servicios y la comida. Por esta razón Okero había empezado a trabajar también. Empezamos a ahorrar lo más que podíamos, pero era imposible. Nunca llegábamos al número y la vida de Saori disminuía día a día. Yo estaba tan desesperada por la situación que no me di cuenta de lo que pasaba hasta que fue demasiado tarde. Okero salía sin decir a dónde, llegaba siempre a altas horas de la noche, siempre cansando, con pocos deseos de hablar y de comer. Noté que a las semanas me empezaba a entregar más dinero, llamándome la atención. Me dijo que la empresa para la que trabajaba le había dado una especie de préstamo. Me sorprendió la cantidad, dado que él no tenía tanta antigüedad y las empresas no suelen hacer eso a no ser de que hayas permanecido unos años en la misma. Como no me sentía tranquila, lo empecé a seguir. Se reunía con gente que no conocía, y lo que más me dolió, fue ver que les entregaba mercancía en pequeños paquetes recibiendo dinero a cambio. Ahí me cerró todo.

- ¿Le habían ofrecido vender mercadería? – Preguntó el profesor.

- En realidad lo buscó él. Sabía que uno de los compañeros de aula del colegio lo hacía, y le pidió si no podía participar.

- ¿Podrá decirme el nombre? – Consultó Jodie.

- Se llama Yuki Tanaka.

- ¿Tiene idea qué zonas de Hamatia frecuentaba?

- No. Cuando lo seguí estaba por el centro.

- ¿Y después que pasó? – Preguntó el profesor.

- Cuando me enteré de lo que hacía le rogué que se detuviera. No es la forma que le enseñé a hacer las cosas. Estaba matando a jóvenes y familias enteras con lo que estaba haciendo. Luego de una larga discusión, lo entendió. Todavía recuerdo cómo caían lágrimas de sus ojos al contarme que tenía miedo de perder a su hermana y que por eso había aceptado vender droga. Me dijo que iba a dejar de hacerlo e iba a ir a la Policía… pero no lo dejaron salir con vida. Era apenas un niño. ¿Cómo pudieron?

- ¿Luego de esto la amenazaron como a la esposa de Yoshida? Vi los agujeros de proyectiles de 9 mm en las paredes del edificio. – Dijo la del FBI.

- ¿Es policía? – Preguntó con reticencia.

- Digamos que sí. Pero no de este país. No se preocupe que no tengo nada que ver con la policía de esta Prefectura. – Explicó la rubia al ver la expresión de miedo de la mujer.

- Generalmente ocurría a la madrugada. Los chicos de abajo me han estado cuidando. Discúlpenlos si fueron un poco agresivos, pero hemos tenido varios episodios conflictivos.

- No se preocupe. Lo entendemos.

- Seremos un barrio bastante pobre pero me han cuidado desde que pasó todo esto. También me dejaron cambiar de departamento. La gente supone que por vivir acá, somos todos drogadictos o delincuentes. No niego que no la haya, pero la verdad, es que hay mucha gente que se gana el alimento diario trabajando como se debe y vive acá porque no pueden hacerlo en otro lado.

- ¿Tuvo contacto con la señora Yoshida?

- Al principio. Había creado un grupo por su marido y yo uno por mi hijo. Pero luego perdí el contacto. Supongo que la estuvieron amenazando también y decidió desaparecer al igual que yo. Tengo otra hija a la cual cuidar, y ella tenía dos niños.

- ¿Algo más que pueda recordar? Perdone que esté haciéndole revivir todo esto de nuevo.

- No se preocupe por eso. – Dijo con una sonrisa triste – Recuerdo esto todos los días. No pondré mis esperanzas en que puedan hacer algo respecto a esto porque lo veo imposible. Pero espero que tengan suerte. Lamentablemente es todo lo que sé.

- Haremos todo lo posible. Muchas gracias por la información señora.


Casa de los maizales – 16:00hs

- ¿Seguro que estarán bien? – Preguntó por centésima vez Chikage mientras abrazaba a su hijo con fuerza.

- Sí mamá. Vayan tranquilos. Aprovechen antes de que empiece a llover.

- ¿Seguro?

- ¡Ya deja de preguntar eso! Y despégate un poco. – Dijo exaltado mientras intentaba separarla.

- ¡Oye! No te veo hace más de un año y medio. No puedes recriminarme nada. – Dijo con tono de voz dolido mientras intensificaba su agarre a su torso.

Kaito suspiró. La entendía. Sabía que estaba preocupaba por él y que lo extrañó todo este tiempo. Era su madre después de todo. Así que la abrazó con fuerza, sabiendo que era lo que necesitaba, mientras sonreía.

- Ya. Déjate de preocupar. Todo estará bien. No cometeré la misma estupidez que antes.

- ¿Lo prometes? – Dijo mientras se separaba para verlo a los ojos.

Kaito asintió mientras recibía una amplia sonrisa de Chikage. Sin embargo, dos lágrimas se atrevieron a salir de sus ojos y rodar por sus mejillas.

El mago las corrió con sus dedos, sintiendo cierta culpa por haberle ocasionado tanta aflicción.

- Lamento haberte preocupado todo este tiempo.

- Eres mi hijo ¿Qué pretendías? Y que sepas que no soy la única. Tu padre también estuvo bastante mal todo este tiempo. Sentimos mucho no haber sido los padres que tendríamos que haber sido.

- Ah no, no. Escúchame una cosa. Dejen de pensar estupideces. Ustedes no tuvieron la culpa de lo que yo haya querido decidir.

- Sí que la tuvimos.

- No. Déjame hablar. – Dijo mientras levantaba una mano para silenciarla – En ese momento tenía muchas cosas en la cabeza, ¿De acuerdo? Todos tenemos un límite y yo había llegado al mío. Me explotó todo en la cara al mismo tiempo: la Organización, el enterarme que papá estuvo vivo todo este tiempo, que Aoko me haya mandado a la mierda… Fue demasiado. ¿Qué casi tomo una mala decisión? Sí. Pero ve el lado positivo. Me sirvió para aprender y a futuro no cometer la misma tontería. Me ayudó a ver de que no estoy solo. Sé que los tengo a ustedes, que si bien no los veo hace tiempo, sé que están siempre presentes. Me gané un hermano, al cual puedo contarle todo sin tener que preocuparme en ocultarle quien soy. Los padres de Shinichi, Shuichi y Jodie, me acogieron como si fuesen mis tíos y sé que puedo contar con ellos también para lo que sea. Así que, hazme un favor y transmítele esto a papá también. Dejen de culparse. No hicieron nada malo. Me quedó muy claro que estos últimos 10 años, hicieron todo lo posible para intentar protegerme, y se los agradezco… y ya deja de llorar… otra vez. – Dijo mientras entrecerraba los ojos con molestia.

Chikage se había convertido en una pequeña cascada de lágrimas al escucharlo. Se puso ambas manos en el rostro para esconder las grandes gotas de agua salada que salían de sus ojos, sin poder detenerlas.

Kaito suspiró mirando al cielo, y con una mano tomó la parte de atrás de su cabeza, apoyándola sobre su hombro. Su madre le rodeaba el torso nuevamente con sus brazos mientras se aferraba con fuerza a la parte de atrás de su remera.

Desde las ventanas de la cocina, Shuichi veía al par con interés.

- Bueno, ¿Nos vamos? – Preguntó Ai mientras entraba a la cocina, seguida de las dos chicas.

- Creo que en un rato. – Respondió Shuichi mientras cabeceaba en dirección a los que estaban afuera.

- Si seguimos a este ritmo, nos vamos a ahogar en lágrimas – Comentó Haibara mientras veía la situación.

- Es comprensible. No lo ve hace año y medio. – Le respondió Shinichi que se encontraba sentado en la mesa tomando tranquilamente un vaso de agua. Aoko se le quedó mirando ante el comentario.

- ¿Está bien? – Preguntó la de Osaka.

- Sí. No te preocupes. – Dijo el mayor de la sala. - Tú no luces muy feliz – Comentó el del FBI arqueando una ceja mientras miraba a Shinichi.

- Tendría que ser al revés, pero estoy contando hasta 100.

- ¿Por qué ronda vas?

- Creo que por la 50 – Y Shuichi rodó los ojos.

- Si salimos en 15 minutos… llegaremos como a las 11 de la noche – Calculaba en voz alta el de ojos verdes.

- Debes estar re podrido de viajar ya. Al menos te dormirás en el auto.

- Lo dudo. No sé quién maneja peor… si tu madre o Chikage-san. La suerte que tuvieron ustedes dos en venir con Shinichi. – Dijo dirigiéndose a las dos chicas.

- ¿Me estás cargando? Manejaba a 150 – Dijo Aoko.

- Se ve que lo traen en la sangre. – Comentó el del FBI con burla.

- Bue. Comenzó la hora de la boludez. Al menos no manejo como Rei. Ese sí es un desquiciado.

- Ahí no hay más discusión. El premio mayor se lo llevan él y Camel.

- ¡¿Nos vamos o qué holgazanes?! – Gritó Chikage desde afuera a puro pulmón. – Tenemos un largo viaje… otra vez.

- ¿Nos está tomando el pelo esta mujer? – Preguntó Ai mientras se dirigía a la puerta.

- Ten cuidado con la lluvia, no vayas a 300km por hora y avísame al llegar – Exigió Kaito.

- ¿Quién es el padre acá? ¿Tú o yo?

- Mamá….

- Sí, sí. Te aviso. No te preocupes – Dijo mientras le daba otro abrazo.

- ¡Ya, despégate mosca!

- ¡Ah! ¿Cómo te atreves? – Le recriminó mientras le golpeaba el brazo repetidas veces. Ambos se sonrieron y ella subió al auto.

- Bueno, ustedes dos, cualquier cosa nos llaman. Los mantengo al tanto de las noticias. Eso sí, olvídense que los llame hoy – Comentó Shuichi mientras miraba a ambos hombres.

- Vayan tranquilos. Estaremos bien. – Respondió el más alto de los dos.

Los tres se fueron, mientras que los que se quedaron veían como la tierra se iba levantando a medida que avanzaban. Cuando dieron la vuelta a los pinos, los perdieron de vista.

Y ahora… se encontraban solos.