Gracias Kami07, Zulaypao22, Tatis y aquellos invitados que dejan su huellita con sus comentarios.
Gracias también a Arual17 por encontrar esos errores. Ya han sido corregidos. Por cierto…te hiciste la maratón!
¡Aprovecho la ocasión para desearles muy felices fiestas! :)
Los personajes del universo de Detective Conan no me pertenecen. Es obra de Gosho Aoyama.
Casa de Seguridad – Sábado 20 pm.
Habían pasado casi cuatro días desde que Shuichi había llegado a la casa. Tardaron 56 horas en unir la información de todos los grupos, durmiendo solo 6 horas y media por día.
La esposa de Yoshida finalmente se había comunicado con Jodie durante el proceso, brindándoles información muy valiosa que los ayudó a unir cabos sueltos, por lo que las paredes del living estaban completas.
Heiji se encontraba solo, sentado en el piso. Tenía las piernas flexionadas y los brazos sobre las rodillas, mientras veía por última vez la sala. Había sacado varias fotos con su celular y una panorámica, puesto que iba a necesitarlas para explicarle bien la situación a la gente que estaba fuera de la Prefectura de Ashai. Mañana temprano, iría para allá.
- La verdad… que esto fue una locura – Dijo Saguru al verlo mientras le alcanzaba un vaso de gaseosa con hielo – Generalmente este tipo de operaciones suelen desmantelarse en un periodo de entre 6 meses y 2 años, y nosotros lo hicimos en un par de días. Nuestros cerebros van a necesitar terapia intensiva después de esto.
- Eso es lo que se tardó con la Organización. Si bien esto no le llega ni a la rodilla, no deja de ser menos peligroso.
- Y recién empieza. Todavía falta lo peor – Decía mientras se sentaba a su lado para admirar la obra de arte que hicieron mientras tomaba de su vaso. – Al menos vas a poder ver a Toyama-san. Estarás más tranquilo.
- Sí. – Dijo sin poder evitar sonreír. La extrañó después de no verla por una semana. – Saguru, necesito tu opinión de algo. ¿Por qué crees que ninguno de los dos se comunicó con nosotros en todo este tiempo?
- Es lo que me vengo preguntando desde que hablamos por teléfono todos juntos. La verdad no lo sé. Aunque cuando estaba en el avión, tuve una interesante conversación con Shuichi. Me dijo que estaba muy preocupado en las reacciones que podían llegar a tener Kaito y Shinichi al encontrarse con las chicas.
- ¿Por qué? Entiendo que se pelearon, pero vamos, somos grandes ya.
- No creo que ese sea el problema. Me dijo que las emociones pueden recordarte que estás vivo o pueden llegar a matarte si no las sabes procesar. Me puse a pensar sobre eso y…
- ¿Alguno cayó con depresión?
- Parecería que sí.
- ¿Kaito?
- Bien otra vez. No me esperaba otro razonamiento por parte tuyo, detective del oeste.
- ¿Pero tan mal?
- No me quiso comentar mucho al respecto. Solo me dijo que fue muchísimo más grave de lo que yo podría llegar a creer. Todavía no entiendo por qué lo dejó ir con Shinichi entonces. Quizás porque al haber estado juntos todo este tiempo, ya saben cómo va a reaccionar el otro.
- No me convence todavía la explicación. Podrían habernos llamado y quizás podríamos haberlos ayudado en algo. Pensé que todos éramos buenos amigos y había cierta confianza, pero parece que me equivoqué.
- Heiji, el cambio que sufrieron es muy importante, tanto físico como mental. No creo que hayan querido ocultarnos lo que pasaba sin tener alguna razón lógica o científica por detrás. Además, nosotros no fuimos los únicos. Fíjate que Kaito y sus padres, no se vieron desde hace mucho tiempo. ¿Recuerdas como se le colgó la madre del brazo cuando lo vio?
- En eso tienes razón.
- Ve el lado positivo. Al menos estarás allá y podrás preguntarles. Yo en cambio, tendré que esperar hasta que vuelvan y me quedaré con las ganas.
- Al menos te quedas con buena compañía – Dijo mientras le arqueaba una ceja y le ponía cara de pillo.
- ¿A qué te refieres?
- No me vas a negar que no sientes algo por Akako-san.
- …
- Vamos Saguru. Es muy obvio. Hasta yo me di cuenta y eso es mucho decir. Y ni hablemos que estás más enganchado desde que volviste con ella de ese lugar.
- Uh la pasamos bomba. Un lugar lleno de viejos que juegan a los autitos chocadores con sus sillas de ruedas. Divina salida. – Le respondió irónicamente – No voy a negar que me atrae pero… nah, es imposible. – Dijo mientras movía su muñeca de derecha a izquierda, desestimando la opción.
- ¿Por qué?
- Varias razones.
- Menciona una.
- ¿La distancia? Piensa que ella tiene su vida aquí, y yo estoy en Inglaterra. Además… no sé. La veo… inalcanzable.
- No voy a negar que no es un punto que te juega en contra. Es muy difícil mantener una relación de esa forma, aunque no es imposible. Sino mira a Susuki-san y Kyogoku-kun.
- ¿Siguen juntos esos dos?
- Por lo que me cuenta Kazuha sí. Ahora, con respeto a lo de inalcanzable…es la huevada más grande que escuché. ¿En serio me estás planteando esa estupidez?
- Bueno che. Yo también tengo mis inseguridades. Soy humano.
- ¿Qué inseguridades y que ocho cuartos? Lánzate a la pileta de vez en cuando. Si no lo intentas, jamás lo sabrás. No la conozco mucho pero parece agradable. Y después de esto… ¿Qué harás?
- No lo sé. Supongo que cada uno por su camino, aunque me gustaría poder verla más.
- ¿Cómo es esa palabra?… que puede lograr que la puedas ver más seguido… cuando te gusta alguien y la invitas a salir para ver qué tal resultan las cosas. Ah sí. ¡Se llama cita, estúpido! No tienes por qué volver a Inglaterra inmediatamente. Si quieres quédate en casa un tiempo, eres siempre bienvenido.
- Oye, ¿Qué estuvo haciendo Toyama-san todo este tiempo contigo? Tú no eras así.
- Se ve que todos cambiamos un poco entonces – Dijo con una sonrisa ladeada. – Espero que los encuentre vivos cuando llegue mañana.
- ¿Qué puede ir mal Heiji? – Dijo con seguridad el rubio.
Casa de los maizales – Sábado 21.05 pm.
Todo venía bien estos últimos días. Habían podido esconder el auto sin problemas, adentrarse con las chicas dentro de los maizales para trazar un camino de escape alternativo, se habían puesto de acuerdo para cocinar y hacer las cosas de la casa, habían podido relacionarse bien sin tener tantos cortocircuitos y mantenían conversaciones amigables. Pero como dice la frase: "Todo lo bueno, dura poco".
Shinichi se estaba bañando para sacarse el sudor del día antes de comer. Cuando cerró el grifo, fue que comenzó a escuchar como una voz empezaba a elevarse de a poco.
El joven detective necesitó escuchar dos frases con voz femenina para saber por dónde venía la cosa. Se secó lo más rápido que pudo dejándose el cabello mojado, y se vistió a la velocidad de la luz para salir rápidamente.
- ¡Eres insufrible! ¿Por qué demonios tuviste que venir? Te hubieras quedado… donde sea que hayas estado todo este tiempo. ¡Nadie te necesita! ¡Eres una basura Kuroba-kun! – Dijo Aoko con la cara roja por la ira.
- ¿¡Qué mierda pasa acá!? – Gritó Shinichi al llegar al living después de escuchar los gritos.
Al acercarse, pudo leer el lenguaje corporal de Nakamori-san: agresivo, totalmente a la defensiva, postura rígida, los dientes apretados, la cara roja y las cejas juntas. Se encontraba extremadamente enojada.
También pudo ver a Kaito, quien parecía relajado y con cara neutra…pero no lo estaba ni un poco. Shinichi lo conocía y podía ver atrás de su perfecta máscara. Estaba respirando de tres en tres como hacía siempre que se encontraba estresado. Su cuerpo estaba tenso por más que aparentaba estar calmo. Y si mirabas atentamente sus ojos, podías ver lo afectado y dolido que estaba por los comentarios.
- ¿Alguno me quiere explicar qué está pasando? – Indagó Shinichi con un tono que helaba cualquier habitación calefaccionada.
- Nada. ¿Qué iba a pasar? Vinieron ustedes y nos cagaron la vida nuevamente.
- ¿Disculpa? – Dijo levantando ambas cejas.
- Ya me escuchaste.
Oh, sí que la escuchó, sólo le estaba dando tiempo para que se enfriara y pensara bien lo que acababa de decir. Shinichi sonrió mientras hacía un sonido risueño con la garganta y cerraba los ojos.
Ran rogaba internamente que sus párpados queden cerrados y se calme. Si no paraban esto de alguna manera, iban a terminar muy mal.
- Aoko-chan, ¡Basta! – Dijo Ran interponiéndose entre Shinichi y ella, al salir de la cocina.
- ¿Ahora vas a ponerte de su lado?
- No es un tema de elegir bandos acá. Cálmate un poco. Estás dejando que la ira no te deje pensar correctamente.
- ¡No uses la psicología conmigo! – Le dijo gritando. – Y no entiendo cómo puedes ponerte de su lado después de lo que él te hizo – Dijo resaltando el pronombre personal.
- No lo involucres en ese tema. Él no tuvo nada que ver con eso. – Seguía diciendo con voz tranquila, pero con la cara seria.
- ¿Me estás jodiendo? ¿Tienes amnesia o qué? ¿Acaso ya te olvidaste de tu ataque depresivo? ¿Crees que sabe algo de lo que te pasó? ¿Entonces porque no vino a ayudarte? ¡Ni siquiera vino un maldito día a verte!
- ¿Te crees que no lo sabe? – Le gritó la karateca con enojo, lo que llamó la atención de Aoko. – ¡Lo supo desde el momento en que Ai-chan mencionó que solía tomar Paroxetina en el viaje en auto! ¿Acaso crees que es estúpido? ¡De todas las personas existentes en el mundo, justo a él tomas por idiota! Y no tenía por qué venir cuando fui yo quien lo mandó a la mierda. ¡Así que deja de ser egoísta y de pensar siempre en ti misma!
- ¿Cómo te atreves? ¡Eres una traidora! Resultaste ser la misma basura que ellos al final. – Terminó diciendo con un tono de voz soberbio, típico de una persona que no quería ceder ante lo que pensaba.
Shinichi se cansó. Caminó y empujó con su antebrazo los hombros de Ran, poniéndola atrás suyo con delicadeza.
Aoko al ser más baja que él, tuvo que elevar la cabeza para ver la cara del detective: sus labios habían formado una línea recta al igual que sus cejas, y sus ojos… el azul de su iris era tan oscuro, intenso y expresivo, que pasar una noche en la Antártida cuando era pleno invierno era un paraíso caribeño en comparación a enfrentarte a ellos. Dicha mirada hizo que se le congelara la lengua a la chica por unos segundos y retroceda dos pasos.
- Me importa un reverendo carajo lo que pienses de mí. Pero no por eso vas a faltarle el respeto a ella o a Kaito. Punto número uno.
- ¿Quién te crees q…?
- Ya cállate – Y Ran incluso retrocedió por el tono de voz tan frío y lento que empleó – Punto número dos: no tienes ni la más mínima idea de dónde estás metida. Créeme que vas a rogar que te maten si estos tipos te encuentran. Y ya deberías saber esto con lo que pasó con la Organización.
Ante el silencio de la chica y los ojos de no entender de qué hablaba por más que el resto de su rostro no se haya modificado, fueron los únicos dos indicadores que necesitó el detective para entender todo.
- No tienes idea de lo que estoy hablando o de lo que realmente pasó ¿No?. Ahora entiendo todo. Kaito, ¿Qué fue lo que le contaste? – Dijo mirándolo.
- ¿Qué querías que le cuente si no me dejó si quiera explicarle?
- No necesitaba que me expliques nada. Con lo que me dijiste fue más que suficiente.
- Mira, si vas a ser una niña inmadura, ególatra y malagradecida, haz lo que quieras. Pero que te quede claro una cosa. La situación en la que estamos metidos, se va a poner muchísimo peor. Y si no tienes pensado colaborar o a trabajar en equipo, te aseguro que no dudaré ni un segundo en dejarte en el camino, si es lo que debo hacer para que ellos tres sobrevivan. ¿Te quedó bien claro o quieres que te lo repita?
Aoko pasó por su lado hecha una furia, y se fue a la habitación cerrando la puerta de un portazo. Kaito se pasó la mano por el pelo y aprovechó para salir de la casa. Necesitaba aire fresco.
- Por favor. ¿Qué edad tiene? ¿Siete? – Dijo malhumorado el detective mientras bufaba.
- Déjala que se enfríe. ¿Quieres que vaya a ver a Kuroba-kun o prefieres ir tú? – Preguntó nerviosa Ran mientras suspiraba y veía como se había mojado la espalda del detective producto de no haberse secado el pelo.
- Mmm mejor ve tú. – Le respondió mientras se daba la vuelta para verla.
- "¿Y yo me tengo que quedar con mister enojado? Heijiiiiii, ¿Dónde estás?" – Pensaba la pobre chica de Osaka con rendición.
Ran salió al porche de la casa lo más rápido que pudo. Quería salir de la casa después de la escena que se montó. Terminó pasando lo que quería impedir.
Vio que Kaito estaba acostado sobre el pasto, mirando al cielo, por lo que bajó las escaleras y se acercó lentamente a él.
- Nee-chan, ¿Qué pasa? – Dijo con tono de voz neutro al escuchar las pisadas.
- Sé que es una pregunta estúpida pero… ¿Estás bien? – Preguntó con incertidumbre.
- Sí que es tonta la pregunta.
- Mmm. Lo siento.
- ¿Qué cosa?
- La pregunta. Y… la discusión.
- ¿Siempre te disculpas por todo, por más que no tengas nada que ver? Olvídalo, no tienes por qué. Sabía que esto iba a pasar.
- Y aun así viniste igual. Que destino el tuyo. Primero Kazuha-chan te revolea, luego yo te piso reiteradas veces. y Aoko-chan se la agarra injustificablemente con vos. Realmente algo tuviste que hacerle a las mujeres en tu otra vida Kuroba-kun. – Kaito no pudo evitar reírse ante el comentario.
- Nee-chan… túmbate un momento. No te pierdas esto. Además, estás un poco nerviosa todavía – Decía mientras palmeaba el césped al lado suyo.
Ran le hizo caso y se encontró con un espectáculo.
- ¡Wuau! – Exclamó con una sonrisa al ver las estrellas sobre el manto negro.
- Acá se notan más que en la ciudad.
- ¿Sueles hacer esto seguido?
- Sólo cuando quiero pensar o calmarme. Con Shinichi muchas veces vamos a la playa de noche y hacemos lo mismo. Sobre todo cuando alguno se desvela por algo, o necesitamos relajarnos.
- Se volvieron muy unidos ¿No?
- Como hermanos – Dijo con cierto orgullo. – No sabía lo que era tener uno.
- Sé lo que se siente. Me alegro por ustedes – Dijo con cierto aire nostálgico.
- ¿Estás un poco más tranquila?
- Algo. Ya se me pasará en un momento. Shinichi… cambió un poco y algunas veces me desorienta con sus nuevas facetas.
- No dejes que te intimide con la primera impresión. Sí es verdad que tiene un carácter más serio y fuerte que antes. Pero sigue siendo la misma persona de siempre, y tú mejor que nadie sabe cómo reacciona cuando se meten con alguien que le importa.
- Sí, lo sé. – Respondió mientras se acordaba de cierto episodio cuando iban a la división Sakura del jardín de infantes.
- ¿Puedo preguntarte algo?
- Claro.
- ¿Por qué lo protegiste hace un rato?
- ¿Por qué no lo haría? – Preguntó simplemente.
- No me la hagas complicada cuando sabes a qué me refiero – Dijo mientras giraba la cabeza sobre el pasto para verla. Al mirarla supo que estaba pensando cómo responderle.
- Aoko-chan no tenía ningún derecho a decir las barbaridades que les dijo. No hace otra cosa que quejarse y cegarse por lo que ella creé que es la verdad. No puede permitirse ver que aunque los mandamos al demonio y un poco más lejos, ustedes viajaron desde Estados Unidos para ayudarnos, se involucraron en esto poniendo en riesgo sus vidas y están intentando ayudarnos. Eso sí es ser egoísta. Y lo siento mucho porque es amiga mía, pero no comparto su inmadurez respecto a esto.
- Tiene todo el derecho de odiarme si quiere.
- No tiene fundamentos para hacerlo, y tú lo sabes muy bien. Ahora, ¿Puedo preguntarte algo que nunca entendí?
- Adelante.
- ¿Por qué nunca robabas nada y siempre terminabas devolviendo las cosas?
- ¿Qué tanto te contó Shinichi? – Preguntó con sorpresa.
- Creo que bastante señor Kaito Kid – Y Kaito sonrió por la sorna en su voz.
- Sólo quería tener mayor exposición para ver si lograba llamarles la atención a los de la Organización. Si te soy sincero, no me interesan para nada las joyas y las piedras preciosas. Si bien tienen un valor monetario que no me interesa, no dejan de ser meros objetos. Solo me interesé en uno solo a lo largo de mi vida, y es cuando conocí por primera vez a Shinichi. Maldición, cómo me hizo sufrir ese día – Dijo recordando el episodio con fastidio.
- Suele causar esa impresión. ¿O sea que se conocían de antes?
- Hubo una vez que quise aparentar robarme las manecillas de un reloj. Todo el mundo pensó que había fallado porque tu querido dejémoslo en título de amigo, lo evitó. Pero en realidad el plan funcionó a la perfección.
- ¿Cuál era el plan?
- Querían demolerlo y yo quería evitarlo. El reloj sigue ahí… creo. No sé qué pasó estos dos años que no estuve.
- ¿Por qué querías evitar eso? – Dijo con confusión.
- Era especial para mí en su momento. Ahora…no sé si tiene el mismo significado que antes. – Y una sonrisa triste apareció en sus labios.
- ¿Tiene que ver con Aoko-chan?
- Al pie de ese reloj fue dónde la conocí cuando éramos niños.
- ¿Me dejas ir a cachetearla? – Dijo con los ojos entrecerrados.
- No creo que sirva de mucho hacer eso – Comentó riéndose para ponerse serio nuevamente – Antes no era así, era todo lo contrario. Era dulce y siempre se preocupaba por todos antes que por ella. No sé qué le pasó para que se convierta en lo que es ahora. A veces me pregunto si fue mi culpa.
- ¿Acaso tú no me regañaste por pedir perdón permanentemente? En tu caso, te culpas por todo lo que pasa. ¿Por qué te responsabilizas por todo lo que sucede? Me extraña que no hayas explotado Kuroba-kun.
- ¿Quién dijo que no lo hice? Cuando lo hice, no lo hice muy bien que digamos.
- ¿Por eso te fuiste de Japón?
- Sí. Mi turno de las preguntas. ¿Por qué eres tan madura con respecto a todo esto? No te veo enojada con Shinichi en lo más mínimo e incluso lo llamas por su nombre, y tampoco veo que estés reaccionando como Aoko.
- No sé si tiene que ver con un tema de madurez, pero sí somos diferentes. La gran diferencia, es que yo sí escuché toda la historia. Recién me acabo de enterar que ella no.
- ¿No hablaron de eso mientras nosotros no estuvimos?
- Cuando Aoko-chan está presente intentamos no sacar el tema a colación, porque bueno… ya viste lo mal que reacciona. Kazuha-chan recién cuando llegamos a Hamatia se atrevió a preguntarme algo sobre el pasado.
- ¿Por qué tan precavido?
- Ya escuchaste que estallé de muy mala forma, al punto que terminé medicada. Kazuha-chan fue la que más estuvo conmigo en ese momento junto con Sonoko. Creo que tenía miedo de que recuerde algo del pasado y me hiciese mal, por eso no lo hacía.
- Pero lograste superarlo por lo que veo.
- Sí. Decidí ir a terapia y la verdad que me ayudó a ver las cosas desde otra perspectiva. Fue gracias a ello que me di cuenta de que cuando pelee con Shinichi, estaba considerando sólo lo que sentía yo, sin preguntarme que sintió él durante todo ese tiempo. Debió ser asfixiante para él y yo exploté contra él de la peor forma. Creo que eso es algo de lo que me arrepentiré por siempre.
- ¿Lo sigues queriendo? – A lo que Ran solo se limitó a sonreír. – Ahora entiendo cuando Shinichi me dice que la no respuesta, es una respuesta.
- Igual eso quedó en el pasado.
- ¿Por qué lo dices con tanta seguridad?
- Porque se fue y no volvió nunca más. Creo que eso lo dejó todo bastante claro.
- ¿Piensas que se fue por eso?
- ¿Por qué otro motivo no aparecería en dos años? Me debe odiar por eso.
- No seas tonta. Si te odiaría no estaría acá en primer lugar. Y segundo… no se fue por eso. Pero pregúntaselo a él. Me parece que ambos tendrían que hablar del tema. Hay toda una historia muy complicada atrás que no conoces Nee-chan. Y no es por protegerlo, pero Shinichi no la pasó para nada bien.
- Kazuha-chan me hizo acordar que cuando Shinichi y yo discutimos, no se encontraba bien. Estaba como dolorido físicamente. ¿Tiene algo que ver eso?
- Sí. Bastante.
- ¿Por qué tiene que ser todo tan complicado? – Se quejó suspirando fuertemente mientras cerraba los ojos.
- Es una pregunta que me hago todos los días cuando me levanto.
- Tampoco la pasaste bien ¿No?
- No. Es… duro tocar fondo. En mi caso me tuvieron que hacer como una especie de reseteo mental. Me saltó la térmica de muy mala forma.
- Y no sabías cómo manejar tus emociones ¿No?
- Mis emociones, mi vida, perdí la noción de quién era yo…
- Escuchas que tu cerebro grita que corras pero tu cuerpo no te responde...
- Las palpitaciones aceleradas y el sentirse sofocado como si las paredes se te vinieran encima…
- Sé lo que se siente. No sé si me golpeó tan fuerte como a ti. Pero te puedo comprender al menos un poco... Oye Kuroba-kun…
- ¿Sí?
- ¿Puedo llamarte por tu nombre?
- Claro que sí. Me caes bien Nee-chan. Me alegra que seas tan sincera al hablar, hace que sea fácil hablar contigo – "Ahora entiendo por qué Shinichi te quiere tanto y no podía odiarte por más que lo hayas mandado a otro planeta".
- Si necesitas hablar de cualquier cosa, puedes contar siempre conmigo.
- Lo tendré en cuenta cuando necesite una… perspectiva femenina. Lo mismo puedes hacer conmigo. Increíblemente me está dando hambre. – Dijo mientras se sentaba en la hierba y su reloj hacía un leve peep, anunciando las diez de la noche.
- Ah, y olvidé mencionarte algo importante. Tú no tienes la culpa de que Aoko-chan sea como es. Solo uno mismo tiene el libre albedrío de elegir lo que quiere ser, y lo que quiere hacer. A veces uno piensa que está en lo correcto y se necesita que un camión con acoplado se caiga encima de nosotros para ver que estábamos equivocados.
- Sí, lo sé. Aunque puede ser que ya sea demasiado tarde para cuando te diste cuenta. – Dijo mientras estiraba una mano para ayudarla a levantarse. – Vamos adentro.
Cuando los dos cruzaron la puerta de entrada, se encontraron a Shinichi y a Kazuha en la cocina hablando animadamente mientras el teléfono de Shinichi sonaba con alguna música que Kazuha había puesto para aligerar el ambiente. Estaban cocinando los dos... y el olor a comida era exquisito.
- No quiero parecer maleducada pero… ¿Desde cuándo sabes cocinar? – Preguntó Ran con sorpresa al ver a Shinichi revolver una olla.
- Larga historia. Aunque solo se cosas básicas. No me pidas nada muy complicado porque soy capaz de incendiar la cocina.
- Dame la versión corta entonces. – Exigió mientras rodaba los ojos.
- Como que no puedo resumirla – Le contestó entrecerrando los ojos.
- ¡Tengo hambre! ¿Qué hay de comer?– Exclamó Kaito mientras Shinichi lo veía con sorpresa.
- …Caldito de pollo – Le contestó su amigo después de pensarlo un poco. Kaito se puso serio y su sonrisa se esfumó.
- Toyama-san… ¿Qué hay de comer?
- Caldito de pollo.
- ¡Malditos! ¿Ahora se ponen en concordancia? Ya tenía bastante con uno solo – Dijo con los ojos llorosos ganando las risas de los presentes – No se aprovechen de los estómagos vacíos. Esto es bullyntómago.
- No pensamos que ibas a tener hambre. Veo que hablar con alguien te puso de muy buen humor. – Comentó mientras le echaba una ojeada a Ran.
- ¿Celoso? – Exclamó el mago con picardía mientras recibía una mirada fulminante.
- Bueno, pongamos la mesa – Dijo Ran para huir de la situación.
- Tú no deberías moverte tanto todavía – Le exclamó Shinichi.
- Ya estoy bien.
- No hay forma de que ya estés bien.
- Cof… cof … Sobreprotector … cof.
- ¿Dijiste algo? – Preguntó su amigo mientras sonreía y golpeaba el cucharón contra su mano.
- Nop – A lo que Kazuha se empezó a reír de las payasadas de los dos.
El celular de Shinichi bajó la música para volverse elevar, mientras que el de Kaito emitía un sonido de notificación. Les había llegado un mensaje al grupo. Shinichi al leerlo, no pudo evitar mirar con desgano por un segundo el teléfono, mientras que Kaito no se inmutó. Que Heiji venga mañana, no le cambiaba en nada.
- ¿Pasó algo malo? – Preguntó Ran al ver la expresión del detective.
- No. No es nada. Mañana viene Heiji.
- ¿En serio? – Exclamó con alegría la de Osaka.
La cena pasó tranquila sin la presencia de Aoko, dado que no quiso unirse. Una vez que terminaron de comer, se fueron a sus habitaciones a descansar.
Ran no podía conciliar el sueño, por lo que se encontraba mirando el techo mientras permanecía acostada. Dio vueltas y vueltas en el colchón sin poder encontrar una posición cómoda para no tocarse la herida, o lograr que su cerebro se apague. La conversación con Kaito hizo que se le presenten un montón de interrogantes sin respuesta.
Cansada de la situación, decidió levantarse de la cama sin hacer ruido.
Se puso un short suelto junto con una musculosa, y se llevó sus zapatillas en la mano, las cuales se calzó cuando salió de la habitación. Se dirigió al living, no encontrando la presencia de nadie. La cocina se encontraba vacía también.
- "¿Qué raro? Shinichi hacía guardia hoy y no hay nadie en el baño ¿Dónde está?" – Se preguntaba internamente mientras veía por la ventana.
No había luna llena y no encendían las luces de afuera. Cuando sus ojos se acostumbraron a la oscuridad, pudo encontrarlo sentado en las escaleras del porche.
Se dirigió a la cocina y calentó un poco de agua. Hizo dos tazas de té, de las cuales una contenía dos cucharitas de azúcar como a ella le gustaba y la otra la dejó pura sin agregados. Puso las tazas momentáneamente en la mesa mientras se colocaba una de las camperas de Yukiko para salir.
Al abrir ambas puertas, Shinichi giró la cabeza hacia atrás para verla. Se acercó a él extendiéndole una de las tazas.
- Es té sin azúcar. Noté que no tomas café y que no endulzas más las cosas.
- Gracias. – Dijo mientras agarraba la taza – ¿Desde cuándo te volviste tan observadora?
- Larga historia – A lo que Shinichi entrecerró los ojos. Se estaba vengando por el comentario que le hizo mientras cocinaba.
- Ven, siéntate. – Decía mientras se corría un poco más hacia la izquierda y dejaba espacio al lado suyo, en el último escalón.
La escalera no era muy grande. Ran al sentarse a su lado, quedó a una distancia no más ancha que un pie.
- ¿No podías dormir?
- No. Me cansé de dar vueltas. – Le comentó mientras colocaba la taza sobre sus piernas para calentarlas. – ¿No estás cansado? No estas durmiendo mucho.
- No, estoy bien. Me acostumbré a dormir poco.
- Eso no es bueno para ti.
- ¿Estás estudiando psicología de casualidad?
- Ya me esperaba que lo descubras - Dijo haciendo una mueca.
- ¿Qué es lo que determinó que estudies esa carrera? Siempre creí que si ibas a seguir algo orientado a la salud, iba a ser a algo como pediatría.
- A decir verdad, estaba entre pediatría y psicología. Sabes que me encantan los niños. Pero, si bien es cierto que siendo pediatra puedes tener muchos buenos momentos tratando a los chicos, también existen los momentos amargos. No sé si podría llegar a tener la fuerza necesaria para poder afrontar una enfermedad incurable de un bebé o un chico, o que un día me llamen para decirme que uno de ellos falleció. Siempre me dijiste que era una llorona, y es verdad. Lo soy. ¿Te imaginas lo que me haría a nivel emocional enterarme de algo como eso? Que una criaturita de días, meses o pocos años que haya venido a mi consultorio hace unos días, de repente desaparezca, producto de una enfermedad a la que no haya podido ganarle y que quizás siendo tan pequeño ni siquiera comprendía lo que le estaba pasando, o que de repente su corazón dejó de latir porque así lo decidió.
Y Ran no pudo evitar rodear la taza de té con más fuerza, sintiendo un frío estremecedor en su cuerpo al pensar la situación.
- Asimismo, algún día quisiera ser madre. ¿Me crees apta para curar, tratar o diagnosticar a mi propio hijo?
- Bueno en curar o tratarlo no creo que sea el problema. Supongo que el peor escenario es enterarte del diagnóstico de algo que sabes que no se puede curar. Y no necesariamente te va a pasar, dado que también cabe la posibilidad de que puedas tener un hijo totalmente sano.
- Si lo sé. Pero prefiero ayudar a la gente de otra forma. Si bien también tienes casos complicados, como por ejemplo, casos de adicciones, enfermedades, violencia familiar o social, etc… creo que me veo un poco más apta en esta rama. Me gusta lo que estoy estudiando, la verdad que lo disfruto. Aunque hay otro motivo por el que la elegí también.
- Se nota que te gusta. Pudiste atravesar la coraza de Kaito como si nada, cuando en realidad suele cerrarse bastante.
Y Ran esperaba que Shinichi le preguntase ese otro motivo, pero solo se limitó a quedarse callado y sentado, viendo hacia la distancia mientras tomaba su té.
La otra razón por la cual siguió psicología, era porque quería entender por qué él había hecho lo que hizo hace más de 2 años atrás. El entender el por qué le ocultó las cosas, entender su perspectiva y entenderlo a él. La coraza que quería atravesar, era la de él.
En realidad, ya lo había comprendido después de pasar un año en terapia y después de la charla que tuvo con Ai-chan… de la cual, Shinichi ni nadie, sabía nada. Pero aun así, quería entenderlo todavía más… quizás para no notar tanto su ausencia.
Ran aprovechó la cercanía para prestarle atención a su figura. Seguía sin poder creer los cambios que sufrió. Se dio cuenta de la diferencia apenas lo vio por primera vez hace unos días, y no se refería al físico. Notó el cambio de personalidad al ver su serio rostro. Notó como sus ojos, que una vez deslumbraron luz, pasión y seguridad, ahora podían también mirarte duramente con una frialdad que no pensó que Shinichi podía llegar a tener dentro de él. Tenía los ojos de un luchador…pero el corazón de un fantasma. – "¿Qué es lo que te hizo así?"
- ¿Por qué me estás viendo tanto? ¿Tengo algo encima? – Dijo mientras se miraba.
- No. Sólo estaba viendo lo mucho que cambiaste en tan poco tiempo.
- ¿Me estás chequeando? – Y Ran se puso colorada por lo que miró para la derecha intentando ocultar su rostro, dejando su taza sobre el piso del deck.
- Idiota, claro que no. Y tú… ¿Qué estuviste haciendo todo este tiempo? Además de entrenar por lo que veo.
- Entonces sí me estabas chequeando – Dijo con una sonrisa sugestiva mientras le arqueaba una ceja.
- Ya deja de bromear y de desviarme el tema hacia otro lado – Exclamó golpeándole el brazo, logrando obtener una sonrisa por parte de él.
- No estuve estudiando a tu nivel. Sí hice un par de cursos de criminología, de relaciones humanas y otros de ciencia forense.
- ¿Todos estudios orientados a estudiar el comportamiento y la mente del individuo que comete un delito?
- Muy bien – Dijo con una sonrisa con cierto orgullo.
- Pero me habías dicho que no tuviste tiempo para resolver casos.
- Y no lo tuve y ni lo hice. Sólo realicé los cursos para no perder la práctica y para… hacer algo distinto. También de vez en cuando brindo en el FBI junto a Shuichi algunos cursos relacionados a organización criminal. Después de eso, no tengo mucho más para contarte.
- ¿Por qué presiento que no estás siendo 100% honesto conmigo? – Dijo con sospecha. – Igual, no tienes por qué contármelo. Lo entiendo – Terminó diciendo con una sonrisa triste.
Shinichi odiaba esa sonrisa. Esa sonrisa que intentaba tapar el dolor y la decepción que sentía. Tuvo muchas de esas en su época de Conan, y las conocía a la perfección.
No es que no quería contarle las cosas pero… no era el momento. Quería estar tranquilo y sin la presión de estar permanentemente atento a si estos tipos los estaban persiguiendo o queriendo asesinar.
Lo que pasó, no era un tema fácil de hablar. Era bastante delicado y sabía lo mal que iba a reaccionar. Así como ella lo conocía a él, a pesar de los cambios que sufrió en el transcurso de estos dos años, él la conocía mejor que nadie también. Necesitaría horas para contarle lo que pasó y el por qué se fue por tanto tiempo sin poder volver. Y no sólo iba a necesitar tiempo para ordenar su cabeza y explicarle de la mejor manera los hechos. Sino que además, debía buscar el momento ideal donde ambos estén emocionalmente dispuestos a hablar de ello… sumado a cuatro cajas xl de pañuelitos para ella.
Por otro lado, todavía no sabía qué hacer con respecto a Ran. Él tenía claro lo que quería, pero no lo que ella quería. Contarle todo significaría en cierto modo, tirarse al lance para pedirle una segunda oportunidad. Pero, ¿Valía la pena tirarle toda una historia encima, sin saber si lo que ella quiere es lo mismo que lo que él quiere? ¿Hasta qué grado se arriesgaría?¿Qué haría si dijese que no?
Que estúpidos son los miedos que te generan el corazón. Él estaba acá, en el medio de la nada, dispuesto y decidido a servir de escudo entre las balas de un grupo narcotráfico y Ran. Pero cuando debía hacer frente a sus sentimientos, dudaba como nunca sobre qué hacer. – "O sea que un no tuyo duele más que mil balas. Pero es el riesgo que debo correr o nunca sabré si queremos lo mismo. Como me has dicho en el pasado, la que tiene que tomar la decisión eres tú… no yo.".
- Entiéndeme algo. No es que quiera ocultarte las cosas o no te las quiera decir. Sí, pasaron más cosas de las que te dije. Muchísimas más cosas. Pero no es un tema que podamos hablar fácilmente en estos momentos con estos tipos atrás nuestro. Si todo esto termina bien y realmente tienes ganas de escucharme, te lo contaré cuando todo esto termine y estemos más tranquilos. Pero no ahora y acá. ¿De acuerdo?
- ¿Lo prometes?
- "Serían dos promesas en una ¿No?" – Pensaba el detective al recordar la promesa que le hizo a la de Osaka mientras manejaba. – Lo prometeré a cambio de que me cuentes qué te pasó a ti.
- Esto es extorción. – Exclamó con escándalo.
- Si vamos a sincerarnos, vamos a hacer las cosas bien esta vez. Sin secretos.
Y vio como Ran se mordía el labio inferior mientras pensaba… provocando que Shinichi quiera hincarle los dientes también. No se había olvidado de ese beso en la cocina. El calor de su boca sobre su piel, la suavidad de sus perfectos y carnosos labios, su respiración en su cuello… -"¡Ay maldición! ¡Basta hormonas! ¡Ya tuve suficiente de ustedes en estos dos años déjenme de joder!" – Pensaba el pobre chico.
- De acuerdo – Dijo la karateca finalmente.
- ¿Prometido?
- Eso suelo preguntarlo yo. Prometido.
Y Ran se puso colorada ya que cierto cerebro suyo decidió desviar el significado de la acción de hacer una promesa, a cierto estado de compromiso donde hay un anillo de por medio y… oh… bienvenido la la land. El mejor estado mental alejado de la dura realidad de la vida.
- ¿Por qué te pusiste roja? – Dijo mientras acercaba el rostro, no ayudando en lo más mínimo.
- Es por el té. Estaba caliente– Decía mientras empujaba su rostro para el otro lado.
- Hace rato que se enfrió y dejamos las dos tazas en el piso del deck. Esto es ridículo – Terminó en voz baja el detective entrecerrando los ojos.
- ¿Qué cosa?
- Esto. – Decía mientras movía una mano entre ellos – Pensé que… nada. Olvídalo.
- No, ahora dímelo. Alguien dijo que si íbamos a sincerarnos… – Dijo recitando su frase de hace 5 minutos atrás.
- Eso era para la charla de después, no para el presente. ¿Me estás extorsionando? – Dijo con divertida indignación sabiendo que ella estaba acudiendo al mismo método que él.
- Aprendo del mejor. Así que déjate de metamorfosear las situaciones para escapar de responderme.
- ¿Metamorfosear? ¿Qué clase de palabras te están enseñando en la universidad?
- Shinichi. – Dijo mientras lo miraba incitándolo a hablar.
- Sólo pensaba que nunca más podría hablar contigo de esta forma tan… ¿Normal? ¿Natural? – Pensando con confusión si realmente eran las mejores palabras para describir la situación – Por eso decía que era ridículo.
- ¿Por qué no ibas a poder hablar conmigo?
- No me estás haciendo esa pregunta.
- Ehhh, sí. No entiendo tu punto.
- Vamos Ran. Cuántas mujeres conoces que hablan con el ex novio de esta forma.
Ran meditó la pregunta mientras miraba las estrellas. Era increíble como esos pequeños astros brillaban con su propia luz.
- Si te pones a pensarlo bien… creo que jamás rompimos.
Shinichi giró la cabeza lentamente hacia su dirección. Se le quedó viendo por largo rato mientras pestañeaba.
- ¿Por qué me miras como si fueses un muñeco poseído que gira la cabeza y mueven los ojitos de forma extraña? – Preguntó al mismo tiempo que ponía los ojos en blanco.
- ¿Vos te estás escuchando?
- Si no más recuerdo, nunca dictaminamos nada. Sólo te dije que me dejes sola – Dijo mientras se ponía un dedo en el mentón. – Y alguien cumplió al pie de la letra lo que pedí porque no contestó nunca más su teléfono, de repente se esfumó de la faz de la Tierra sin que nadie supiese donde estaba, desapareció de su casa, jamás me contestó los mensajes, ni tampoco… - Dijo con mala cara mientras enumeraba con sus dedos.
- Ok ok. Me quedó claro el punto. Todo eso tiene una explicación pero aguántate hasta que todo esto termine – La interrumpió mientras levantaba una mano para frenarla. – "¡No me quedó claro un carajo el punto! ¿Qué me quiso decir entonces? ¿Qué seguimos siendo novios… somos como esas parejas casadas, separadas pero que nunca se divorciaron? ¡Oh por favor! ¿Somos cómo sus padres? ¿Por qué me la complicas Ran? Me estás mareando".
- Oye… ¿Me odias por eso? – Preguntó con incertidumbre y un aire de tristeza.
- Tonta. – Dijo con un tono de voz tan dulce que Ran se derritió. – Deberías saber que no. Tenías todo el derecho a enojarte conmigo. No fui la mejor persona, ni el mejor amigo, ni el mejor novio. Tenías razón. Debí manejar las cosas de otra manera.
- No, no tenía razón. Tardé pero entendí por qué lo hiciste. Yo no fui la mejor persona de los dos, dado que no sólo no pude comprenderte, sino que tampoco me puse a pensar cómo te sentías con todo lo que pasó. Siento haber sido egoísta.
Los dos se quedaron en silencio mientras dejaban que las palabras del otro terminen de asentarse en sus cabezas. Ran apoyó la cabeza en el hombro de Shinichi, mientras colocaba su brazo sobre la pierna de él, y la mano sobre su rodilla para estar más cómoda. Él en cambio aprovechó para rodearla con su brazo derecho, y posar su mano sobre su cadera.
- ¿Cuál fue el otro motivo por el que seguiste psicología?
- Quería meterme en tu loca cabeza para entenderte.
- Nunca intentes hacer eso. Vas a terminar mal y no me hago responsable de lo que encuentres ahí dentro – Dijo con una sonrisa, contagiándosela a ella.
Ambos se quedaron charlando largo y tendido momento. Shinichi descubrió que Ran estaba dando clases de Karate en su antiguo colegio, por lo que le contó todo sobre sus alumnos y las cosas divertidas y no tan divertidas que sufrió con ellos. Vio como sus ojos se iluminaban al hablar de los más pequeños y de las locuras que hacían para resaltar y ganarse el cariño de ella, lo cual no era muy difícil de hacer.
Se enteró de que Sonoko se puso seria para estudiar administración de empresas y continuar con el gran imperio de su familia junto a su hermana… aunque claro, se puso así porque Makoto le prometió que si se recibía con buenas calificaciones dentro de los próximos cinco años, le propondría matrimonio. Era una viva como siempre. No había forma de que Sonoko cambiase de esa forma tan exponencial sin un interés por detrás. No tendrá el título, pero ya pensaba como toda una empresaria.
Algo que le sorprendió, fue saber que Eri estaba viviendo con Ran y Kogoro hace más de un año y medio. No le extrañó verlos juntos cuando llegó de Estados Unidos porque cuando su hija estaba en aprietos, dejaban siempre de lado sus diferencias para ayudarla.
- Me imagino que estás contenta. Lograste lo que querías después de tanto tiempo.
- Estoy feliz por ellos.
- ¿Por qué sonó a que no estás tan feliz?
- No. No es eso. Es sólo que… al verlos juntos es como que a veces me siento sola, o que sobro en la casa. Sé que quieren recuperar el tiempo perdido y estando yo es como que me interpongo. Por eso empecé a trabajar también. Además de que logro estar menos en casa, quiero ver si logro mudarme al mediano plazo.
- ¿Ya tan pronto? – Exclamó sorprendido.
- No sé por qué te sorprendes si tú vives solo desde los 13 años. No vi que hayas tenido problemas.
- Es diferente. Era la casa de mis padres, no un departamento nuevo donde me tenga que hacer cargo de los gastos. Además Tokyo es una de las zonas más caras. Si quieres estar cerca de la universidad o del trabajo, te costará bastante encontrar un lugar que sea equilibrado en precio, locación y tamaño.
- Tarde o temprano tengo que dejar el nido. Quizás encuentre a alguien que quiera compartir departamento. Quién sabe.
- Mmm… – "No me gusta ni un poco la idea".
- Es un proyecto, tonto. Deja de poner esa cara de pocos amigos. Ahora que lo pienso, me extraña que con lo protectora que es Yukiko-chan, no te haya llevado a la fuerza a los trece.
- Digamos que ahí intervino papá.
- ¿Por qué no querías ir con ellos?
- No quería dejar lo poco que tenía acá.
- ¿No te sentías solo? Es una casa enorme donde sólo usabas 4 ambientes con suerte: la habitación, la biblioteca, la cocina y el baño.
- No es que estaba mucho tiempo en casa. El resto del día siempre estaba contigo o con el profesor Agasa, así que no me sentía muy solitario que digamos.
- Aunque salir de tu casa es algo que ya solíamos hacer, es algo que también me pidió tu madre.
- ¿Eh? ¿Cuándo te pidió eso?
- Antes de irse con tu papá. Me dijo con justa razón, de que ibas a ser un holgazán, que te alimentarías para el demonio y que te la pasarías encerrado en la biblioteca como un vampiro.
- …
- Me sorprende que no estés negando nada de lo que dije.
- Era verdad… excepto lo de holgazán.
- ¿Cuántas veces ordené tu habitación porque era un caos?
- Eso es porque eres una desquiciada del orden. – Dijo entrecerrando los ojos.
- Estuviste viviendo conmigo casi un año. Me imagino que sabrás la razón. – Comentó cruzándose de brazos.
- Oh sí. No puedo negar que no fue divertido vivir contigo esa experiencia.
- Me estás cargando ¿No? – Preguntó con escepticismo.
- ¿Piensas que toda mi época de Conan fue mala?
- ¿Sí?
- Pues no. Si bien hay días que quería matarme, había días que me divertía mucho. Creo que incluso pude ser el niño que nunca fui.
- ¿Por qué?
Shinichi le vio los pies para ver si tenía las zapatillas puestas. Una vez que lo confirmó, se levantó y le ofreció una mano.
- Me toca dar la vuelta. ¿Vienes?
Ran la aceptó y empezaron a caminar, con la idea de realizarle uno o varios círculos periféricos a la casa. Shinichi miró su reloj, el cual marcaba las 4.50 am. Se quedaron toda la noche despiertos y no se habían dado cuenta de lo rápido que pasó el tiempo.
- Se hizo tarde. ¿No quieres ir a descansar?
- No tengo sueño. Prefiero quedarme hablando contigo antes que volver a pelearme con el colchón.
- A ver, volviendo a tu consulta. – Decía mientras miraba todo a su alrededor – Hay días que estaba con un malhumor de mil demonios y aun así tenía que actuar como un niño tierno, dulce, inocente y sonriente de siete años. Piensa lo que significaba para mí con 17 años, volver a cursar nuevamente primario, hacerme amigos de niños y no de adolescentes, no alcanzar las cosas porque estaban muy alto y depender de que alguien me las entregue, mirar siempre para arriba porque mi altura apenas llegaba al nivel de la cadera de los adultos, no poder usar mi fuerza ni poder correr rápido, comer el menú de niños… – Y la miró con sarcasmo.
- Si me lo hubieses contado, te hubiera dado otra cosa de comer. ¡Así que deja de mirarme así!
- Otros días estaba totalmente deprimido. Cada día que pasaba sin encontrar pistas sobre la Organización, me desesperaba un poco más. Pensaba que me iba a quedar así de por vida y nunca más podría volver a ser yo. Más aún me deprimía cuando te veía preocupada o llorando por un idiota que no volvía a casa, pero que en realidad estaba a un metro tuyo de distancia sin poder decírtelo. En esos momentos me quería realmente matar. Aun así, intentaba hacer todo lo posible para animarte un poco o de alguna manera intentar estar contigo presente.
- ¿Cómo hiciste para aguantar tanto? No sólo soportabas tu situación sino que también me tenías que aguantar a mí.
- Debo confesarte que hay muchas veces donde estuve tentado de decirte la verdad. Pero siempre u ocurría algo, o había algo que me recordaba el por qué no podía. Siento mucho si fui egoísta, pero…
Shinichi se detuvo un momento no sabiendo si decirle la verdad o no. Luego de debatírselo internamente, decidió que tenía que ser sincero. Las experiencias pasadas le indicaron que ocultarle las cosas no ayudaba en nada.
- Pero eras lo único por lo que me quedé en Japón cuando tenía 13 años, y no iba a dejar que unos tipos te encuentren, te maten y te saquen de mi vida porque fui un imbécil que se metió donde no debía. Lamentablemente tenía que proteger lo que era más importante para mí aunque te enojes conmigo. Esa es la sencilla razón por la que aguanté tanto tiempo. – Y Ran abrió los ojos con sorpresa. No esperaba que le confesara algo como eso.
Se quedaron los dos en silencio. Ran procesando lo que le dijo, y él viendo todo a su alrededor con calma. Era extraño… pero no se sentía nervioso como supuso que se iba a sentir. ¿O creció o toda la mierda que pasó en el último tiempo lo hizo recapacitar y pensar en lo que realmente era importante en su vida?
- Igualmente, no todo fue negativo. Me hice amigo del grupo de detectives, que por cierto, están muy mal de la cabeza para tener la edad que tienen. Aun así, me divertía jugando con ellos y con el profesor. Es como que tuve la infancia que antes no aproveché.
- ¿Por qué lo dices? ¿La pasabas mal conmigo?
- Si la hubiera pasado mal, no hubiéramos sido mejores amigos por años.
- ¿Entonces?
- Digamos que no es fácil salir de las sombras de tus padres cuando son famosos. Cuando era niño…bah, en cierto modo, creo que inconscientemente lo sigo haciendo un poco… me presionaba para diferenciarme sobre todo de papá. Todo el mundo siempre me comparaba con él. Como era él, tenía que ser yo. Y a veces se me complicaba un poco manejar el tema. Si hacía algo bien, era porque era el hijo de Yusaku. Si hacía algo mal, era la manzana podrida que caía lejos del árbol.
- Nunca valoraban tu persona. Por eso siempre te comportabas como un adulto, incluso cuando éramos niños.
- Exacto.
- Nunca lo noté tanto. Sabía que te molestaba un poco pero…
- No es fácil de verlo a no ser de que lo sufras en carne y hueso. Y en mi caso, sabes que suelo esconder todo lo que me pasa bastante bien.
- Eso no está bien.
- Lo sé. Por eso ahora te estoy siendo sincero ¿No? – Le contestó con una sonrisa – Por otro lado, otra de las cosas positivas fue darme cuenta de que el vivir solo es muy distinto a vivir con gente. El compartir, dividir tareas… eran todas cosas que no estaba acostumbrado a hacer y aunque no me creas, disfrutaba hacerlas contigo. También conocí mejor a tu papá, cambiando totalmente la imagen que tenía de él.
- Shinichi… papá sigue siendo el de siempre.
- Quizás. Pero tenía muy mal concepto de él desde que éramos chicos. Pensé que era un viejo borracho empedernido que nunca se preocupaba por ti, y que apestaba haciendo su trabajo.
- Shinichiiiii…. – Dijo con cierto enfado y los puños cerrados.
- Pero me equivoqué – Decía mientras se alejaba de ella por si las dudas – Realmente te quiere y se preocupa siempre por ti, al punto de que llora cuando algo te pasa hasta llenar una pileta de natación olímpica. Tampoco es malo haciendo su trabajo, incluso a veces me sorprendía con planteos que realizaba o cosas que veía y yo no. Al final, le terminé tomándole cierto cariño por más que me la pasaba drogándolo con los dardos del reloj.
- Todavía no entiendo cómo estás vivo después que se enteró de eso.
- Yo tampoco y por si las dudas no se lo recuerdes. – Exclamó con los ojos en blanco - Y otra cosa positiva fue toda la gente que logré conocer todo este tiempo. Todos con una historia muy compleja por detrás, pero aun así, grandes personas con las que puedes contar siempre. Sin todos ellos, no se hubiese podido desmantelar la Organización. En conclusión… ¿Tuvo cosas malas? Sí. Muchas. Algunas de ellas todavía estoy pagando el precio. Pero también tuve buenas experiencias y obtuve cosas muy valiosas.
Ran estaba totalmente perpleja, anonadada y absolutamente asombrada. Shinichi había cambiado demasiado en poco tiempo. La madurez y la forma tan sincera con la cual se expresaba, le acaba de demostrar que ya no pensaba como un adolescente tímido de 17 años. No tartamudeó ni tampoco se puso nervioso una sola vez, mostrándole lo serio que se tomaba ahora las cosas.
- ¿Por qué me cuentas tan sinceramente todo esto? – Preguntó Ran confundida.
- ¿No es lo que me pediste?
- Sí, pero… podías negarte, o no contármelo todo.
- Dicen que de los errores se aprende. Contigo cometí el peor de los errores. No lo cometeré dos veces. – Le dijo mientras paraba la marcha para verla seriamente.
- ¿Por qué te tomas tanto trabajo por alguien como yo?
- ¿Por qué siempre hablas tan despectivamente de ti? – Le preguntó mientras cerraba un poco los ojos.
- … – Ran se mordía el labio inferior con nerviosismo. Tenía miedo que se enojara otra vez, por lo que inconscientemente con la mano derecha se agarró el brazo izquierdo mientras miraba sus zapatillas.
- ¿Acaso me tienes miedo? – Le preguntó al verle la cara y evaluar su postura.
- …
- Ran. Contéstame.
- Un poco. – Le confesó finalmente.
- ¿Por qué?
- Mmm…
- ¿Puedes intentar ser sincera conmigo por favor?
- Es que no lo sé. Tus ojos, tu postura, tu energía o tu voz… cambiaron mucho en poco tiempo. En los 13 años que te conozco, jamás, pero jamás vi la mirada que pones ahora cuando te enojas. Lo siento, pero me cohíbe un poco. Tus ojos se volvieron un poco duros, por lo que cuando sé que te estás por enojar…como ahora, prefiero quedarme callada con tal de evitarlos.
Shinichi se quedó pensando en lo que le dijo mientras meditaba en su cerebro como responderle de la mejor manera.
- Perdóname si te hago sentir así.
- ¿Qué demonios fue lo que te pasó? – Dijo con extrañeza.
- Ah ah. – Dijo negando con el dedo índice.
- Sólo respóndeme algo. ¿Hubiera sido distinto si no hubiésemos peleado?
- No. El resultado hubiera sido el mismo. – Le respondió sin dudar.
- ¿Cómo lo sabes con tanta seguridad?
- Por la sencilla razón de que con pelea o sin pelea, tenía que irme de Japón de la misma forma en que lo hice. No había posibilidad de poder quedarme por más que quisiera. Créeme. Agoté todos los medios antes de tomar esa decisión, y casi me mata en el proceso… literalmente. Así que entiéndeme también un poco. Siento que no te agrade en lo que me convertí. Pero tampoco fue fácil para mí.
Ran no pudo evitar deprimirse un poco. Tenía ganas de que todo esto termine de una vez por todas y le cuente la versión completa. ¿Por qué todo tenía que ser tan difícil? Tenía unas ganas tremendas de llorar nuevamente. ¿Cuándo dejaría de ser tan llorona?
Shinichi la tomó de la mano y la incitó a volver a caminar. Estaban cerca de terminar de dar la tercera vuelta a la casa, y ya era fácil ver el camino dado que el Sol ya empezaba a asomarse.
Cuando llegaron a las escaleras nuevamente, se sentaron nuevamente en el último escalón.
- Mira. Está amaneciendo.
Ran levantó la mirada para ver el horizonte mientras no pensaba en nada. Cuando los rayos fueron bañándolos con su calor, fue cuando ella volteó a verlo. Recién ahí se dio cuenta de las ojeras que tenía, de lo cansado que estaban sus ojos y de lo rígida que se encontraba su postura nuevamente.
- "Está agotado. Pero no solo por la situación actual. Él funciona como un ferrocarril. Va agregando vagones y más vagones a su espalda… hasta que llega un punto donde no puede empujar más por el peso. Lleva una carga encima que lo está aplastando hace tiempo".
- "Sí. Es verdad que cambió. Pero detrás de cada cambio hay una historia. Si no conozco la historia, ¿Quién soy yo para juzgarlo? Dije que me da miedo ¿Por qué? No es que Shinichi me mataría, me golpearía o me haría sufrir porque le da placer. No, no era esa clase de personas y ella lo sabía muy bien. ¿Entonces por qué me asusto de esos ojos? La respuesta es simple… tengo miedo de enterarme de la siniestra oscuridad por la que tuvo que vagar, buscando la luz que perdió".
- "Dijo que no quería irse pero tuvo que hacerlo porque era una situación de vida o muerte. O sea que pudo haber muerto. Podría no estar aquí sentado a mi lado, podría no haber vuelto a ver esos ojos y ese rostro, y nunca más escuchar su voz".
Ran cerró los ojos mientras recapacitaba sobre lo que pensaba. Sintió unos dedos sobre sus mejillas, por lo que tuvo que levantar sus párpados.
- ¿Por qué lloras? – Dijo con una voz suave pero con un deje de tristeza. – Sabes que odio verte llorar.
Ran no se había dado cuenta de sus lágrimas, pero tampoco podía evitarlas. Este hombre seguía preocupándose por ella como siempre a pesar de haber vivido un infierno. Esté como estaba ahora, o esté convertido en un niño, sabía que era capaz de incluso dar su vida por ella. Si no podía entender lo que eso representaba… entonces era una idiota.
- No me hagas caso – Le dijo con una sonrisa verdadera. – Estoy bien.
- Hay veces que no te entiendo. Pasas de un estado depresivo a la felicidad en segundos. ¿Tienes problemas de bipolaridad?
- No. A veces soy una idiota y tardo en darme cuenta de las cosas. Ya deberías saberlo.
- No eres idiota. Deja de pensar tan negativamente sobre ti – Dijo seriamente.
- Lo soy. Todos somos idiotas en algún punto. Y… gracias por estar aquí – Dijo mientras le agarraba la mano con fuerza. – Y no es que no me agradas. Siempre serás la misma persona que conocí, por más que tengas músculos nuevos y pongas esa cara de viejo gruñón.
- ¡Oye! – Le exclamó el detective con una sonrisa mientras ella reía.
Escucharon la puerta de entrada abrirse, por lo que ambos se rotaron para ver a Kaito y Kazuha con caras de dormidos.
- Estabas acá Ran-chan. Te levantaste temprano.
- Supongamos que sí – Dijo sonriéndole mientras miraba a Shinichi. – ¿Qué hora es?
- Las 8.30 de la mañana – Respondió Shinichi mientras veía su reloj.
- ¡¿Qué?! ¿Ya? ¿Pasó tanto tiempo? – Dijo mientras tomaba la mano izquierda del detective para chequear el reloj. – Iré a preparar el desayuno.
- Te ayudaré – Exclamó la de Osaka mientras la seguía.
- ¿Tanto tiempo? ¿Desde qué hora está despierta? – Preguntó Kaito una vez que las mujeres se fueron.
- Jamás se durmió.
- Ah bueno. Veo que pasaste una mala noche. ¿Algo que quieras contarme? – Preguntó con picardía.
- Kaito, cállate – Dijo entrecerrando los ojos.
Dos horas después cuando ya habían desayunado y levantado las cosas, Ran y Kazuha se fueron para ir hablar con Aoko quien no había salido de la habitación. Su comportamiento estaba siendo realmente estúpido. ¿Qué se estaba declarando en huelga de hambre o qué? Si tenían que aguantar todo esto, tenían que por lo menos estar bien alimentados o no tendrían energía.
Por otro lado, los dos chicos que estaban afuera, escucharon a lo lejos el rugir de un motor de moto. El detective suspiró cansado, al saber quién era.
- Se ve que alguien estaba ansioso por llegar, considerando la hora que es – Comentó Kaito.
Heiji vio la casa cuando pasó la zona de los pinos, y avanzaba con cierta cautela por las condiciones del terrero. El pasto o cualquier cosa viscosa, podía ocasionar que derrape con facilidad.
Luego de un par de minutos, llegó a la entrada. Bajó la pata de la moto para estacionarla y se sacó el casco, colocándolo sobre el asiento.
Kaito emitió un silbido de admiración al ver al pequeño monstruo verde y negro. A él también le gustaban las motos y solía tener una hasta que quedó hecha pedazos al tener que huir de la Organización.
- Ahora entiendo por qué llegaste rápido. – Comentó Kaito mientras dejaba de mirar la moto para ver al moreno.
El mago se dio cuenta de lo serio que se veía el del oeste. Estaba callado, lo que era un milagro, y tenía la mirada fija sobre el del este quien se encontraba a unos cuantos metros de distancia. Y el del este… no se quedaba atrás tampoco con la mirada.
- Ok. Tiempo fuera. Arreglen sus problemitas en otro momento. – Dijo poniéndose en el medio y estirando los brazos hacia ambos hombres, con la intensión de frenarlos.
- Tú no te quedas fuera, Kaito. – Le dijo el moreno seriamente mientras le dirigía la mirada.
- Recién llegas. ni siquiera dices hola...¿Y ya estás peleando?. Pues si vamos a estar así, no me queda otra que usar otros métodos más efectivos para bajarte la mala onda. – El joven mago tomo bastante aire y… – ¡Toyama-san! ¡El idiota de tu novio está acá! – Gritó lo más fuerte que pudo.
Por supuesto que Kazuha lo escuchó bien claro. Salió de la habitación corriendo, pasó por el pasillo y atravesó la puerta de entrada en segundos. La ilusión de poder verlo se hizo finalmente realidad.
Se quedó sobre el deck, mientras cruzaba miradas con Heiji por dos segundos, para luego salir disparada, no queriendo esperar más. Saltó de un tirón los últimos tres escalones que le faltaban para terminar de descender la escalera, y corrió hacia él para abrazar su torso con la mayor fuerza posible.
Heiji apenas sintió el contacto, no pudo evitar suspirar fuertemente al ver que se encontraba bien, y tampoco pudo evitar que sus brazos la rodeen mientras la estrechaba hacia él, colocando su mentón sobre el hombro de ella y cerrando los ojos en el proceso. Fue todo lo que bastó al moreno para olvidarse de la pequeña riña que estaba teniendo recién.
- ¿Estás bien? – Le preguntó con una suavidad que Shinichi no podía creer, considerando la escena de hace unos segundos. El poder que podían llegar a tener las mujeres sobre los hombres.
Kazuha solo asintió con la cabeza. Había deseado tanto este momento, le había hecho tanta falta, que no pudo contenerse y empezó a llorar. Y todos sabían lo que significaba eso…
- Oh, oh. ¡Retirada, retirada! – Gritó el mago mientras trepaba las barandas del deck sin tener que usar las escaleras, y entraba a la casa apresuradamente. Sabía lo mucho que podía llegar a gritar la de Osaka cuando empezaba a llorar.
Shinichi al no ser ningún tonto tampoco, salió huyendo de la escena para acompañar a su casi hermano. Bastante tenía con las lágrimas de Ran últimamente para aguantar más agua salada de otra gente.
Al entrar, se toparon con la karateca que estaba viendo la escena desde la ventana con ternura. Los chicos decidieron ir a su habitación dejando la puerta abierta, por lo que Ran los siguió y se quedó en el umbral de la puerta apoyándose sobre el marco, mientras veía como Shinichi se sacaba las zapatillas y el mago veía su teléfono.
- ¿Siguen los problemas en la habitación de enfrente? – Preguntó Shinichi mientras Ran encogía los hombros en señal de rendición.
- Terca como una mula. ¿Por qué vino Hattori-kun? – Preguntó extrañada cambiando de tema.
- Llega un punto en las investigaciones donde nosotros no podemos hacer más nada. – Le explicó el chico mientras se tiraba en la cama panza arriba.
- ¿Y cómo suele seguir la cosa? – Ran se había acercado, sentándose a su lado.
- Tienen que infiltrarse para conseguir pruebas, y luego desarticular la organización. Eso generalmente es trabajo de Rei en conjunto con Shuichi. En este caso en particular, tienen que tener cierto cuidado considerando la repercusión que va a ocasionar a futuro. Si todo sale bien, esa prefectura nunca más será la misma.
- Bueno, al menos ahora son tres. Van a poder dormir un poco más. ¿No les sirve para descansar un poco más, que nosotras hagamos guardia también? Tienes unas ojeras enormes.
- Estaremos bien entre los tres… después que arreglemos algunos detalles. – Dijo con los ojos entrecerrados.
- Kazuha-chan me comentó que tampoco se comunicaron con Hattori-kun durante todo este tiempo. ¿Es por eso que está así de enojado?
- Supongo.
- Es gracioso como todo el mundo nos pasa factura como si nosotros hubiéramos estado de joda todo este tiempo. – Exclamó un poco molesto el mago.
- No lo vean como algo malo. Si les pasan factura, es porque estuvieron pensando en ustedes y estuvieron preocupados.
Por otro lado, fuera de la casa…
- ¿Seguro estás bien? – Preguntaba Heiji mientras le acomodaba un mechón de pelo atrás de la oreja y le tocaba una mejilla.
- Sí. Kuroba-kun y Kudo-kun nos cuidaron bien – Dijo con una sonrisa mientras jugaba con la parte de adelante de la remera de Heiji. – Sólo estamos teniendo algunos problemas con Aoko-chan.
- ¿Qué le pasó?
- Nada. Está en modo rebelde.
- ¿Me estás cargando?
- No. No está comiendo, se peleó con Kuroba-kun, hizo enfadar a Kudo-kun, a nosotras nos considera unas traidoras…
- Yo me encargo de ella – Dijo con una sonrisa poco amigable.
- ¿Es buena idea? A veces eres un poco… directo.
- No estamos para boludeces. Estamos bastantes complicados. Lindo lugar donde se metieron ustedes. ¿No podían ir por otro lado? ¿Me puedes explicar cómo hicieron para quedar en una zona fabril alejada del centro? ¡Es un lugar de mierda!
- Nos… ¿Distrajimos? – Y Heiji se golpeó la cara.
- Kazuha… – La llamó lentamente en señal de advertencia.
- Lo siento – Dijo apenada.
- Te extrañé tonta – Le confesó mientras disminuía la distancia.
- Yo más.
- Nunca – Dijo mientras agarraba sus labios.
- Es cierto – Le respondió separándose y volviendo a juntar sus labios.
- Ya cállate.
Y kazuha no pudo evitar reírse antes de besarlo larga y tendidamente. Había extrañado estas tontas competencias entre ellos. Había extrañado sus labios, su perfume, su voz, su calor… – "¡Maldición! ¿Cómo diablos hizo Ran-chan para aguantar tanto tiempo sin Kudo-kun?".
