Sí… me tardé esta vez. ¡No me tiren tomates por favor! El próximo no creo que tarde en salir. Tuve que parar y pensar un poco en como unir la historia.

Gracias a Arual17, Zulaypao22, Ferchus 12356 y a aquellos lectores que dejan sus comentarios. Me agrada que les esté gustando la historia. Les dejo unos comentarios al final.

Notas sobre este capítulo: Algunas referencias de Rei las saqué de la película "Zero the enforcer", y de la pequeña historia de "Wild police story" (Las conozco en inglés, así que perdón la no traducción). Ésta última para el que no la leyó, consta de 13 capítulos, y narra la época en la que Rei se estaba formando para ser policía en la Academia.

Los personajes del universo de Detective Conan no me pertenecen. Es obra de Gosho Aoyama.


Casa de seguridad – Lunes 09.15 am.

- ¿Están listos? – Preguntó Shuichi, escuchando un sí desganado general en la sala.

Luego de terminar la conversación con Kaito, el del FBI junto con Rei, Kogoro y Toichi, salieron de la casa para subirse al auto que habían alquilado. No querían usar sus propios vehículos dado que las patentes podían delatarlos. Por ende, cada día que pasaba, una persona distinta se encargaba de alquilar un auto diferente al del día anterior para evitar ese problema.

El grupo de hombres se encontraba nuevamente en la ruta, dirigiéndose al lugar donde el oficial Yoshida iba a realizar su búsqueda antes de desaparecer: el camino ascendente del Río Kesha.

- Tendríamos que haber encontrado algún lugar en Hamatia para quedarnos. Esto de viajar dos horas de ida y dos horas de vuelta todos los días, es un parto y una pérdida de tiempo. – Se quejó el de ojos verdes.

- Coincido, aunque sería riesgoso hacerlo. Tanto yo, como Mouri-kun, ya hemos estado en Hamatia y podrían reconocernos. Solo espero encontrar algo hoy. Estamos bastantes cansados para seguir con este ritmo nosotros solos. – Opinó Rei.

- Siento haberlos involucrado a todos en esto. – Exclamó Kogoro sintiéndose culpable.

- No lo hagas. Nos hubiéramos involucrado igual si tu hija no estaba, después de todo, Aoko-chan y la novia de Heiji están enredadas en esto. Estaríamos en la misma situación que ahora. – Explicó el mago.

- En realidad estaríamos peor, dado que la que dejó todas las pistas para encontrarlas fue Ran-san. – Agregó Rei. – Por cierto, tengo curiosidad y no puedo evitar preguntar... ¿Tú le enseñaste a reaccionar de esa forma Kogoro? Mira que he estado junto a ella en múltiples episodios y nunca la vi actuar con la cabeza tan fría como lo hizo esta vez.

El hombre con pequeños ojos negros se quedó meditando la respuesta por un tiempo. Al día de hoy, todavía estaba impresionado al analizar la forma en que Ran se manejó por su propia cuenta, a un año de estabilizarse. Y él pensaba que todavía era su pequeña niña que necesitaba ayuda.

- No. No fui yo.

- ¿Entonces fue Kisaki-san? – Preguntó dubitativamente.

- No, tampoco. Estimo que eso es obra de Shinichi. Es a la conclusión que llegué.

- ¿Por la cantidad de casos que resolvieron cuando él era Conan?

- Puede ser que eso haya influido un poco al haber sido partícipe de varias situaciones peligrosas. Pero me parece que el factor clave acá es el tiempo que pasó con él desde el inicio de los tiempos.

- ¿A qué te refieres? – Preguntó Shuichi aprovechando la ocasión para sacar información.

- ¿Es que no hablabas con Shinichi de su… relación?

- No. Era un tema catalogado como "no discutible" en Estados Unidos. – Dijo haciendo las comas con los dedos.

- ¿Por qué?

- Porque no podíamos permitir que recuerde nada de Japón.

- ¿Qué iban a hacer si lo hacía? ¿Darle con un látigo? Es medio tonto por no decir mega estúpido intentar evitar que haga eso. – Dijo enarcando una ceja. – No espero que me cuenten qué demonios pasó con él durante todo este tiempo. Pero hablemos en serio. El mocoso y Ran se conocen desde que tienen 4 años. ¿Ustedes creen que ambos no pensaron en el otro durante el tiempo que estuvieron separados? Es imposible. Sé que Ran no dejó de hacerlo, y sé lo mucho que él quería, o mejor dicho, quiere a mi hija. – Comentó corrigiéndose.

- Es lo que nos aconsejaron los médicos en su momento. Pero… ¿Te soy sincero? – Preguntó Akai, recibiendo una afirmación de Kogoro con la cabeza. – Como vos decís, dudo que Shinichi no haya pensado en ella todo este tiempo. Es más, me atrevo a decir que tu hija fue y es el pilar mental que lo ayuda a levantarse y seguir peleándola día a día. El no tenerla, el no poder alcanzarla, es lo que lo obligó a ponerse de pie y soportar cada golpe por más que le haya dolido como el demonio.

- Ahh el gran poder del amor. – Dijo Rei sonriendo divertidamente.

- Bue... – Exclamó Kogoro con los ojos entrecerrados – O sea que no la pasó muy bien que digamos, ¿No?

- Oh, no. Te puedo asegurar que ir al infierno hubiese sido un viaje a las termas en comparación. Pero por lo poco que escuché de Rei, tu hija tampoco estuvo muy bien.

- No. Tuvimos varias complicaciones también.

Kogoro empezó a recordar nuevamente todo lo que pasó con su hija hace dos años atrás. Parecía que hubiese pasado hace siglos y que hubiese durado una eternidad. Sin embargo, hace solo un año que se habían terminado finalmente las pesadillas, los gritos a mitad de la noche y su mirada perdida y opaca, producto de la fuerte medicación que tomaba y del estado depresivo en que se encontraba.

El viejo detective cerró los ojos y los puños con fuerza. Nunca había sentido tanta impotencia como en ese momento.

Ningún padre desea ver a su hijo en ese estado y ver que no puedes hacer nada al respecto. Deseas que haya un método mágico para poder tomar su lugar y sufrir lo que le estaba pasando con tal de aligerarle la angustia y el dolor… pero lo único que puedes hacer estar ahí y acompañarlo.

- Entonces… lo que terminó influenciando su modo de actuar, ¿Fueron los años que estuvo con él? – Preguntó Toichi para volver al tema al ver el estado de Kogoro. Reconocía esa mirada de desesperación. Era la misma que tuvo él por mucho tiempo.

- Eri me comentó que Ran muchas veces le decía que, cuando se encontraba con algún enigma que no podía resolver, o en alguna situación donde no sabía cómo actuar, pensaba en como accionaría Shinichi si estuviera en su lugar. Todos sabemos la capacidad que tiene el chico, y mi hija desde pequeña, tuvo que adaptarse a su nivel intelectual de alguna manera para poder seguirle el ritmo y poder estar con él. Eso es lo que la hizo crecer formidablemente. Lamentablemente, Eri y yo no estuvimos muy presentes durante la mayor parte de su vida con nuestra separación de por medio. Ran… aprendió a independizarse desde muy chica por esta razón. Aprendió a arreglárselas solas, y cuando no podía, no acudía a nosotros en primera instancia, sino a él. Estaban juntos todo el tiempo.

- Ahora entiendo. Aprendió a ver desde el punto de vista de Shinichi. – Razonó Rei.

- Exacto. A pensar y a moverse como él. En esta situación en particular, ante la ausencia de Shinichi, ya sea en su versión normal o estando como Conan, Ran tuvo que pensar calculadoramente como él para poder proteger a sus amigas. A lo que me lleva a preguntarte Toichi… ¿Tú crees que tu hijo hubiera venido si no fuese por el mocoso?

- Pregunta difícil la que me haces. La verdad que no sé qué responderte. Claramente Shinichi tenía más resolución que mi hijo en involucrarse sin ninguna duda.

- ¿Por más que la hija de Ginzo esté en riesgo?

- La relación que tenía con Aoko-chan quedó muy deteriorada y extremadamente frágil después de que pelearon. Es más, muchas veces me pregunté si realmente sigue existiendo una relación, aunque sea solamente de viejos amigos.

- Pero en ese caso, quedó igual que la de Shinichi y Ran-san. – Opinó Rei.

- No lo creo. – Le negó Shuichi. – Cuando vi cómo se interrelacionaban entre ellos en la casa, noté fácilmente que la relación de Shinichi y Ran-san era mucho más madura y tranquila. Incluso se llamaban por los nombres, mientras que Kaito y Nakamori-san lo hacían a través de los apellidos.

- Mmm quizás se debe a que ellos llegaron a la etapa de noviazgo, y Kaito y Nakamori-san no. – Dijo Rei.

- Puede ser. Aunque creo que la gran diferencia radica en que Ran-san escuchó la historia de Shinichi. Tengo entendido que Nakamori-san no dejó que Kaito le explique los motivos de su accionar. – Comentó el del FBI.

- Qué mujeres jodidas que tenemos en este grupo. – Exclamó Kogoro suspirando para alivianar el ambiente mientras se cruzaba de brazos.

- Ni lo menciones. – Dijeron todos al mismo tiempo.

Los cuatro empezaron a pensar y a hablar de su pareja, llegando a la conclusión de que todas tenían un carácter de doble filo: podían amar y entregarte toda su alma y cuerpo, como así también, cortarte la cabeza (por no mencionar otras partes susceptibles del género masculino), ante cualquier falta que les cometas.

El viaje de ida por lo menos se les hizo ameno al entablar distintos temas de conversación y recordar algún que otro episodio gracioso de sus vidas. Después de un par de horas, habían llegado al Río Kesha por tercer día consecutivo. Lugar donde estaban realizando la búsqueda sin haber encontrar ninguna pista hasta el momento.

- No creo que esté pasando. Pero ante la falta de evidencia que se nos está presentando, ¿No hay posibilidad de que estén desarrollando la actividad bajo el agua? – Consultó Kogoro mientras ajustaba las tiras de su mochila.

- No creo que la corriente lo permita. – Opinó Shuichi.

- Bueno, nuevamente iré a escalar para tomar altura y ver si logro visualizar algo. – Indicó Toichi mientras caminaba por un sendero.

- ¿Te pusiste el auricular? – Le consultó Rei.

- Obviamente. – Dijo sacándoselo de la oreja para volver a ponérselo sin darse la vuelta.

- Ya me venía preguntando esto pero… ¿Por qué me eligieron a mí para acompañarlos? No soy Yusaku, y ustedes claramente son mentalmente más rápidos que yo.

- No es un tema de rapidez mental lo que necesitamos, sino gente de accionar rápido. – Le respondió Shuichi mientras chequeaba su arma antes de guardarla.

- Todavía recuerdo cuando me estaba formando como policía. La primera prueba de tiro que hice pegué los 5 tiros bastante cerca del centro y estaba orgulloso de eso. El instructor Onizuka-kun al verlo se acercó y me comentó que, existía alguien que en su primera prueba, pego los 20 tiros en el centro del tablero sin fallar o moverse un milímetro de él. Que sorpresa la nuestra al enterarnos que esa persona en vez de trabajar en Homicidios, decidió abrir una agencia de detectives en Beika. – Contó Rei con una sonrisa irónica. – Por eso estás aquí.

- Que vieja épocas. – Dijo con una sonrisa, recordando sus primeros pasos hace más de 20 años atrás.

De repente vieron una sombra sobre ellos. Toichi ya se encontraba en el aire con su planeador, camuflado con un traje celeste y blanco para mezclarse con los colores del cielo y las nubes, por lo que ellos, empezaron a caminar alejándose de la orilla para no ser descubiertos.

El sendero del río era… interminable. Si bien tenían como punto de referencia el pequeño pueblo que el oficial Yoshida dijo en el audio, el río se extendía por más de 200 kilómetros y cruzaba varias prefecturas. Además, se encontraba rodeado de una frondosa arboleda sobre ambas orillas, puentes casi inexistentes que conectaban un lado con el otro, y construcciones urbanas alejadas. Circular en auto y seguir el recorrido del río con esas condiciones geográficas era imposible, y por eso lo debían realizar a pie.

Y ellos eran solamente cuatro personas. Era una locura por no decir que estaban dementes.

Por otro lado, la única ventaja que tenían, era que Toichi iba más rápido por el cielo… pero a su vez, era una desventaja. El mago solo podía observar superficialmente el terreno, dado que si bajaba mucho corría el riesgo de que lo descubran, y si volaba muy alto, las copas de los árboles no lo dejaban ver con claridad si algo se ocultaba bajo ellos.

Por todas estas razones, el equipo estaba ya en el tercer día desde que iniciaron la búsqueda, y ya se encontraban agotados con la tarea. Se la pasaban estresados por el nivel de alerta que requería hacer la actividad sin ser vistos. Caminaban sin parar bajo el calor y humedad por horas. Y los condenados mosquitos se estaban haciendo un festín con ellos.

- No lo comprendo – Dijo un irritado Rei mientras se golpeaba el brazo para aplastar al desgraciado chupasangre. – ¿Cómo puede ser que el oficial vio la pesca del niño, salió a los días a investigar el mismo recorrido que estamos haciendo nosotros, y lo encontraron? Claramente algo vio. ¿Por qué carajo entonces nosotros no vemos nada desde hace tres días?

- Me estaba haciendo la misma pregunta. – Exclamó Kogoro mientras se pasaba el brazo por la frente para sacarse el sudor.

- Yo solo sé que si sigo tomando Sol de esta manera, voy a adquirir un color tostado parecido al de Rei. – Se quejó el de ojos verdes.

- Al menos te tostarás ya que tu tez es relativamente oscura. Yo en cambio seré un maldito langostino asado. – Replicó Kogoro.

- Eso te pasa por ser muy blanco y estar encerrado dentro de tu oficina. – Se rio Rei. – Deberías hacer más deporte al aire libre.

- Aunque no lo creas salimos con Eri y Ran a correr. – Dijo ofendido.

- Sí, me imagino que a las siete de la mañana o a las ocho de la noche. – Respondió Rei con sorna.

- ¡No es mi culpa que seamos vampiros por nacimiento y queramos cuidarnos del cáncer de piel!

- ¡No se quejen! Yo con el reflejo del agua quedaré ciego al corto plazo a pesar que tengo los anteojos puestos. – Maldijo Toichi en voz alta.

- Al menos te corre aire al deslizarte. Acá no corre una maldita brisa. – Le respondió Kogoro no soportando más la transpiración.

- Y no te pican estos mosquitos de mierda. ¡Me tienen harto! Me van a dejar sin sangre malditos insectos del infierno con alas. – Se quejó el rubio mientras aplastaba uno sobre su cuello.

- No tendré mosquitos pero tengo que esquivar los pájaros. ¿Por qué aletean tan lento? ¡Muévanse! Falta que uno me cague encima o me tire un huevo.

- Ok. Creo que estamos llegando al límite de nuestra cordura. – Dijo el del FBI mientras miraba su reloj. Marcaba ya las 3:30 de la tarde. – No podemos seguir de esta manera.

Rei se sentó entre la maleza, bajo la sombra de un árbol. Significaba acercarse un poco a la orilla, pero no debería representar un problema, ya que estaban camuflados con su vestimenta, la cual constaba de colores verdosos, marrones y negros.

- No pensé que esto sería tan complicado. – Suspiró el rubio mientras se sacaba la mochila y sentía como las gotas de transpiración descendían por su espalda, dentro de su ya empapada remera y chaleco.

- Creo que ninguno de nosotros. Toichi, baja. Intentemos comer algo y así descansamos un poco. – Le indicó Shuichi. – Necesitamos pensar un momento y cambiar la estrategia.


Casa de seguridad – Lunes 15.45 pm.

Saguru se encontraba un momento a solas en su habitación. Hoy le estaba costando focalizarse y se estaba fastidiando un poco por eso. No había dormido bien, por no decir que no durmió nada. Sus ojos le ardían, y su cabeza en cualquier momento iba a explotar en millones de pedazos.

Pudo escuchar las suaves pisadas sobre la madera de la casa y sentir como la puerta era golpeada dos veces.

- Pasa Akako-san.

- ¿Estás bien? – Preguntó con el ceño fruncido.

- Sí, no te preocupes.

- ¿Cómo sabías que era yo?

- Hay solo tres mujeres en esta casa y ya reconozco el ruido de tus pisadas.

Akako vio que Saguru estaba sentado sobre la cama, con sus pies apoyados en el suelo, y sus codos sobre sus rodillas. Sus ojos que la estaban viendo en esos momentos, se encontraban bastante vidriosos y rojos.

- No dormiste bien anoche – Dijo de forma afirmativa.

- No.

- ¿Cuánto dormiste? – Preguntó mientras colocaba una mano sobre su frente para chequear su temperatura.

- Casi nada.

- Pensé que podías tener fiebre por cómo están tus ojos, pero no es el caso. Sólo estás terriblemente cansado.

- Y con un dolor tremendo de cabeza que en cualquier momento siento que se me va a partir.

- Mmm, espérame aquí un minuto.

Akako dejó la puerta abierta, bajó las escaleras y se dirigió a la cocina. Buscó en la heladera el agua fría y la volcó en uno de los vasos limpios que se encontraban en la mesada. Guardó el agua y retiró una cubitera del refrigerador para descargarla en el interior de un bowl limpio que yacía en la pileta de la cocina.

Luego caminó hacia la sala con ambas cosas, donde sólo se encontraban las madres del oeste.

- ¿Alguna tiene una aspirina o algo por el estilo?

- ¿Te sientes mal? – Preguntó Shizuka con preocupación.

- Yo no. Es para Saguru-kun.

- Con razón estaba raro. Creo que tengo en mi cartera. – Dijo la mamá de Kazuha mientras se levantaba de la mesa para ir a buscarlo.

Después de hurgar por unos segundos en su bolso, finalmente encontró el blíster. Así que Akako lo tomó, agradeciéndoselo en el proceso, y se fue nuevamente escaleras arriba para entrar a la habitación del chico.

- Vi que comiste algo al mediodía, así que no tendrás problema. Tómate esto. – Dijo mientras le alcanzaba el vaso y las pastillas. – Es aspirina. No eres alérgico, ¿No?

- No por suerte. Gracias. – Dijo con una leve sonrisa que apenas se notaba.

Akako salió nuevamente y se dirigió al baño para tomar dos toallas que había en el armario. Luego llenó con agua fría el bowl que contenía los cubitos, y volvió a la habitación.

Cuando entró, Saguru estaba terminando el vaso de agua, por lo que depositó sobre la mesita de luz que se encontraba al lado de la cama, el contenedor de agua con los cubitos y una de las toallas. La otra toalla la usó para cubrir la almohada.

- ¿Por qué no dormiste? ¿Te preocupan los chicos?

- Algo así.

- ¿Cómo que algo así? ¿Qué clase de respuesta es esa?. – Preguntó con los ojos entrecerrados.

- ¿Tú sabes por qué Kaito desapareció? – Le preguntó yendo al grano mientras dejaba el vaso en la mesita.

Dicha pregunta la descolocó por un momento, y lo único que pudo hacer es negar con la cabeza.

Lamentablemente, no podía explicarle que intentó buscarlo todo este tiempo usando su magia. Kaito y ella eran amigos después de todo. Sabía que no lo estaba pasando bien después de que se descubrió todo lo de la Organización, y supuso que las cosas empeoraron aún mucho más, cuando Aoko le contó la pelea que había tenido con él. El chico se alejó de todos al punto de convertirse en un zombie. Y un día… se desvaneció. Literalmente había desaparecido sin que nadie supiese donde estaba.

- "Ahora... si Saguru estaba así… entonces le contó finalmente lo que pasó. Debió ser esa larga llamada que tuvo ayer. Y por lo que veo no fue muy buena". – Pensaba la de ojos rubíes.

- Shuichi tenía razón al final.

- ¿Sobre qué?

- Fue peor de lo que yo podía llegar a pensar.

- Acuéstate un rato y cierra los ojos.

- … – Saguru la vio con ojos cansados, no entendiendo lo que quería hacer.

- Sólo hazme caso. – Le dijo mientras lo empujaba de los hombros y lo obligaba a acostarse con la cabeza apoyada en la almohada.

Hundió la toalla que había traído del baño en el contenedor de vidrio, notando lo fría que se había puesto el agua. La escurrió para sacarle la mayor cantidad de agua posible, y la colocó sobre la frente y ojos del detective. Luego aprovechó para sentarse sobre la cama a su lado.

Saguru sintió un poco de alivio al sentir el frío en su cabeza. Poco a poco sentía como las pulsaciones en su cerebro disminuían. También se debía a que los efectos de la aspirina debían estar empezando a hacer algo de efecto.

- No quiero que me cuentes lo que pasó, aunque para serte sincera, me muero por saber lo que hizo este idiota.

- Te puedo asegurar que vas a arrepentirte después de saberlo. Todavía no puedo creer que haya actuado de esa forma tan inconsciente.

- Lo importante ahora es… ¿Está bien?

- Supongo que sí.

- Entonces concéntrate en eso y deja de darle vueltas a lo que haya pasado. – Le recomendó mientras le sacaba la toalla y la volvía a mojar.

- ¿Así como si nada?

- Así como si nada. – Le respondió suavemente mientras le colocaba la toalla nuevamente – ¿Sabes que sueles buscarle el pelo al huevo? Deja de hacerlo. En este caso no te llevará a ningún lado la cantidad de hipótesis que pienses o el listado de millón de preguntas que mentalmente te haces ante un acertijo. Nada de eso te ayudará para comprender los motivos por los cuales Kaito actuó de la forma en que lo hizo.

- Pero…

- Pero nada. – Lo interrumpió. – Tú mejor que nadie sabe que la mente humana es el dilema más grande de nuestra existencia. En cada persona funciona de una manera distinta, dependiendo de los factores con los que lidia y el ambiente en el que esa persona se desarrolla. Todos tenemos una capacidad y un modo de resolver las cosas que quizás, a los ojos de un tercero, no sean los indicados. Pero a veces, necesitamos quebrarnos para entender lo que significa ser fuerte. Por eso no debes preocuparte por lo que pasó, porque ya pasó. Si Kaito está bien ahora, es lo que importa. Y como amigo debes estar para apoyarlo a partir de ahora y comprenderlo. No creo que necesite que lo sigan regañando después de todo lo que padeció. Además, seguro que Hattori-kun se encargó personalmente de ello.

- Probablemente sea cierto. – Dijo con apenas la comisura de sus labios levantada.

- Bien. Ahora deja de estrujar tu cerebro en teorías, hipótesis, suposiciones y hechos, o vas a terminar reventando.

- Odio que me conozcas bien a pesar del poco tiempo que pasamos juntos.

- Dicen que no importa la cantidad, sino la calidad. No recuerdo que hayamos desaprovechado el tiempo.

Y ahora sí, el castaño no pudo evitar sonreír ante el comentario. Era totalmente cierto. Desde que todo esto comenzó, estaban prácticamente juntos todo el tiempo. Después de todo, son los más jóvenes que quedaron en la casa… exceptuando a Ai por supuesto, y a Heiji que se había ido ayer. De alguna forma sentían que ellos dos se complementaban, se entendían, y se sentían cómodos estando cerca uno del otro.

- Quizás debamos hacerle otra visita a la mamá del gobernador. Fue divertido. – Comentó Saguru.

- Oye, no estarás queriendo aprovecharte de las circunstancias ¿No?

- No, para nada. – Dijo con sorna.

Pasaron unos momentos en cómodo silencio, y el agua ya dejaba de estar a baja temperatura para pasar a temperatura ambiente. Akako dejó la toalla dentro del bowl, y pasó sus piernas entre las de él, para quedarse sentada y poder igualar su altura.

- Levántate despacio y quédate sentado un momento.

Saguru se tensó un momento al encontrarla en la posición que estaba. Aun así, trago fuerte y le hizo caso.

Akako le acomodó un poco los flecos que quedaron mojados por la toalla, notando en el proceso, lo suave que era su cabello. La situación se le tornó un poco extraña por unos segundos, pero dejó de lado el pensamiento y empezó a realizar pequeños movimientos rotatorios sobre su frente con sus pulgares.

- ¿Te molesta que haga esto?

Sólo atinó a responderle con un ruido negativo en su garganta, y la bruja no pudo evitar sonreír al verlo más relajado y con los ojos cerrados.

Pasó a masajear en forma circular la zona de las sienes para aliviar la tensión craneal. Luego fue deslizando sus dedos por el costado de su rostro, para ir ejerciendo presión desde delante de las orejas hasta la mandíbula.

La bruja fue acercándose de a poco a su rostro, y contempló las pequeñas pero casi invisibles imperfecciones de su piel. Subió sus dedos realizando los mismos movimientos hasta su nariz, la cual le pareció muy linda, y llegó al pozo de sus ojos para ejercer un poco de presión y distender la zona.

El chico notó que le empujó un poco su cabeza hacia el frente para apoyarla sobre el hombro de ella, atrayendo su atención por un momento. ¿Cómo llegaron a estar tan cerca? No se acordaba sinceramente. Y cualquier hipótesis que empezaba a crearse en su mente, se fue por el drenaje al sentir sus delicados dedos sobre su cuero cabelludo.

De forma suave pero decidida, realizaba pequeños círculos por toda su cabeza. Sus dedos hacían fricción en su pelo, logrando el armado de algunos pequeños rulos que se deshacían al poco tiempo.

Cuando llegó a su cuello, el castaño no pudo evitar realizar algún que otro gemido de placer al sentir como deshacía algunos nudos que no supo que existían.

Akako estuvo trabajando la zona un par de minutos más hasta que notó el resultado de relajación que quería, parando la administración de sus dedos.

- ¿Se te pasó el dolor de cabeza? – Le consultó casi en un susurro.

- ¿Mmm? ¿Qué dolor de cabeza? – Dijo con voz ronca. Todavía no podía terminar de abrir los ojos y su cabeza seguía sobre su hombro.

- ¿Te estabas quedando dormido? Creo que ahora vas a necesitar un café, aunque es un poco contraproducente con respecto a los efectos causados por la aspirina y el masaje. – Dijo con algo de diversión.

El chico no lograba despertarse, pero uno a uno fue retomando el control de sus sentidos. Se separó un poco de su hombro y abrió lentamente los ojos.

La bruja prontamente se encontró con unos ojos que la veían con un poco de confusión, dejándola congelada en el lugar. Eran más hermosos de lo que había notado antes. Siempre pensó que eran de un color marrón oscuro, pero con los rayos del Sol que atravesaban por la ventana, podía observar pequeños destellos de color ámbar en los mismos. Estaba tan fascinada con su descubrimiento, que no se dio cuenta que para admirarlo, fue acercando más su rostro al de él de forma inconsciente.

De repente, pudo ver su imagen reflejada en los ojos del detective, los cuales al parpadear, se tornaron oscuros y negros al aumentar el grosor de sus pupilas.

Saguru se terminó de despertar al encontrar su rostro tan cerca del suyo. Sus ojos rojizos como las hojas del arce en otoño, siempre tan llamativos y únicos, lo veían ahora con cierta curiosidad y fascinación. Los finos labios de ella estaban levemente entreabiertos y su respiración se encontraba relativamente errática. No pudo evitar que una mano vaya a su mejilla para sostener su rostro y notar lo suave que era su piel.

Mayor fue su sorpresa al ver que no se oponía a ello y un pequeño sonrojo que la hacía ver encantadora se asomaba por sus mejillas. Sólo necesitaba terminar esa pequeña distancia entre sus labios para que finalmente se unieran. Por lo que giró un poco la cabeza mientras veía como ella iba cerrando lentamente los ojos…

- ¡Ahh! – Gritó la del este provocando que se caiga de la cama mientras Saguru insultaba internamente a los ocho planetas del sistema solar y a los cinco planetas enanos.

El teléfono de él empezó a sonar, interrumpiendo lo que tanto quiso hacer desde que puso los pies en territorio japonés. El timing… el maldito timing. Desde ayer que empezó a odiar el tiempo con todo su alma.

- Rei, ¿Qué pasó? – Preguntó con un tono de fastidio mientras ayudaba a Akako a levantarse del suelo.

- Apa que tono. ¿Interrumpí algo?

- "Si tú supieras" – Quiso contestarle pero se contuvo. – No, nada. ¿Qué pasa?

- Te llamó para decirte que vamos a quedarnos hasta que anochezca. Por ende volveremos bastante tarde.

- ¿No encontraron nada? – Preguntó mientras veía de reojo a la morocha que se había dirigido a la ventana para ver lo que pasaba afuera.

- No. Estuvimos caminando todo el día y seguimos sin ver nada. Por ende, estuvimos meditándolo y si queremos obtener resultados distintos, tenemos que dejar de hacer siempre lo mismo.

- Ok. Aviso al resto para que no se preocupen.

- Si nos llaman y no atendemos es porque tenemos en silencio los teléfonos o… estamos ocupados escapando.

- Intenten que lo último no suceda. Igualmente manténganos informados y vayan con cuidado. No se hagan los héroes. – Y escuchó la risa del Agente.

- Intentaremos pero no te prometo nada. Las compradoras compulsivas no llamaron ¿No?

- No. Todavía no tengo novedades de ellas.

- Ok, nos hablamos entonces.

Subaru cortó la llamada y…

- ¡Maldito Edward Murphy Jr. que inventó esa ley de mierda! Siendo ingeniero aeroespacial, ¿Tan aburrido estabas que tuviste que crear esa bendita declaración para cagarles la vida a todos los seres humanos del maldito planeta? ¡Te juro que te odio! ¡A ti, a tu maldita Ley de Murphy y al tiempo! – Terminó de decir el castaño con el mayor de los desprecios a su teléfono, para finalmente guardarlo con violencia en el bolsillo de atrás de su pantalón.

Akako se le quedó viéndolo sorprendida por unos segundos hasta que empezó a reírse sin poder parar. No podía creer que se haya ofuscado de esa manera.

- No le encuentro la gracia. – Dijo seriamente con los ojos entrecerrados y un poco de tinte en sus mejillas al recordar su rostro tan cerca del suyo.

- Perdón. Pero… te ves muy tierno haciendo ese mohín.

A lo que Saguru suspiró con fastidio y se puso una mano en la cadera, expresando cierto enfado y descontento.

Akako se acercó nuevamente a él y le dio un beso en la mejilla, dejando posados sus labios por unos segundos. La mujer sentía que su corazón en cualquier momento iba a salir saltando por su garganta para huir. Jamás imaginó sentirse tan atraída por este hombre.

- Señor detective que le gusta jugar al novio ficticio. Recuperemos a nuestros amigos primero y luego vemos si lo dejo que me invite a tomar un café. – Dijo mientras le guiñaba un ojo en complicidad.

- Querida novia ficticia que le gusta verme el trasero en un geriátrico y echarle la culpa a las enfermeras. Primero, no vas a pensar si aceptas mi invitación. Lo vas a hacer. Y segundo… ¿Un café? Si te rapto será por el día entero. Así que vete mentalizando sobre qué hacer ese día. – Le dijo con una sonrisa socarrona. Si ella declaraba la guerra, con mucho gusto la iba a pelear.

- Interesante. – Y Saguru pudo notar como sus ojos rubíes brillaban con espíritu combativo – Entonces… – Y se acercó a su oído. – Rescata a mis amigas de esto y veremos si no te mereces que te bese como recompensa.

- Mmm, nice reward. (Que buena recompensa) – Dijo dedicándole una mirada llena de juego que hizo que la chica pierda de repente el oxígeno de sus pulmones. – I just hope is only for me, or otherwise, I might do something reckless. (Sólo espero que sea solo para mí, o de lo contrario, puedo llegar a ser capaz de hacer algo imprudente).

- Then move your cute ass and do what you have to do to gain it. (Entonces mueve ese lindo trasero y haz lo que tengas que hacer para obtenerlo) – Le dedicó una mirada sensual antes de salir de la habitación para descender las escaleras.

Saguru se quedó estático por un segundo con la boca abierta.

- "Ok. Que sepa hablar el idioma donde resido la mayor parte del tiempo, me terminó de hacer explotar como el pájaro de Shrek en la primera película. Esta mujer definitivamente me va a volver loco. Podía ser muy tranquila y seria. Pero tenía su faceta de diversión y de sensualidad que parece prometer mucho. Interesante. Realmente… interesante.". – Pensaba con una gran sonrisa y ojos prometedores.

- Ahora sí estoy despierto… Así que… sí que me estabas mirando el trasero. Chica traviesa. – Dijo divertido mientras salía de la habitación para ponerse a trabajar nuevamente.


Equipo de madres cuyo hobbie principal es molestar a sus hijos +1 extranjera que los castiga sumándole peso para entrenar cuando le toman el pelo. – Lunes 20.30 pm.

Yukiko, Chikage y Jodie se encontraban sobre unas blancas y mullidas reposeras al costado de la piscina de un hotel spa de cinco estrellas en Hamatia. No estaban descansando, estaban investigando (¡No sean lectores con malos pensamientos por favor!).

A través del análisis de las redes sociales y de alguna que otra noticia, se dieron cuenta de que la mayoría de las mujeres que salieron con el gobernador y su hijo, tenían fotos publicadas con distintos escenarios de este hotel. Por esta razón, luego de haberles presentado una larga lista de excusas, evidencias y opiniones pertinentes a los hombres, y de soportar sus quejas de tener que pagar las tarjetas de crédito por el Shopping que tenían que realizar antes de salir de la prefectura donde residían, es que las tres se encontraban ahora sacrificándose de esta manera para llevar a cabo la misión.

- Yukiko, no sé cómo haces para mezclarte en estos ambientes. – Dijo refunfuñando Chikage al ver la gran cantidad de mujeres que había. Todas vestidas con bikinis de diseñador, tres kilos de maquillaje, perfumes caros y sonrisas falsas.

- Te terminas acostumbrando. ¿Sabes lo que es acompañar a Yusaku a todas esas reuniones donde la billetera termina pesando más que tu capacidad creativa de escribir o de actuar?

- Pero es aburridísimo y hace horas que estamos acá. ¿Dónde está la acción? En otra época me hubiese hecho un festín con las joyas que llevan puestas. ¿Tienes idea de lo que valen las cosas que llevan? Se acabaría la pobreza en esta prefectura con ellas.

- No te olvides cuál es mi actividad profesional Chikage. – Le recordó Jodie.

- Oye, hablé en pasado, ¿No?

- Gracias a tu acento Jodie, al menos podemos pasar por amigas de una extranjera de lujo – Dijo divertida Yukiko mientras revolvía con su sorbete el vaso de jugo de pomelo.

- ¡Ni por broma pagaría para estar acá! Esto es carísimo, y para serte sincera, con Shu preferimos otro tipo de actividades antes que estar tirados en un hotel de esta forma. Odiamos los all inclusive y más aún odiamos los spa.

- Ah, sí. Nos imaginamos el tipo de actividades que les gusta practicar. ¿No, Yukiko? – Dijo sugestivamente alzando las cejas.

- Pero chicas… por favor – Dijo con una indignación sobre exagerada. – Aunque no tienen ni idea. – Terminó respondiendo mientras les guiñaba un ojo.

- Si seguimos hablando de este tema, voy a necesitar tomar algo más fuerte. Algo como un Satanás, el cual acaba de entrar. – Resaltó Yukiko con énfasis mientras se acomodaba los anteojos de sol y veía a un par de hombres en el bar.

- Por favor, basta de pseudónimos referidos al alcohol. – Expresó Jodie sintiendo un calvario mientras las otras dos se reían.

- Mi turno de volver a las viejas épocas. ¿Me pregunto si habré perdido mi toque mágico? – Dijo Chikage susurrando con diversión.

- ¿Estarás bien? – Preguntó Jodie.

- Sé cómo escaparme ágilmente en caso de necesitarlo. Recuerda quienes son mi hijo y mi marido. – Dijo sonriendo.

Chikage se levantó de la reposera que se encontraba de espaldas al bar, y estiró los brazos por encima de su cabeza a propósito para estilizar su cuerpo y mostrar sus curvas bien definidas. A pesar de estar cerca de cumplir los 40 años, no dejaba de ser una mujer con un cuerpo esbelto y atractivo, producto de nunca haber dejado de entrenar y llevar una sana alimentación.

Desde que Toichi volvió a la vida (entre comillas), empezaron a ejercitarse juntos en distintas actividades para mantener sus estados físicos, y para sencillamente hacer algo en pareja. Más aun… con todo lo que pasó con Kaito.

Estuvieron meses encerrados en su casa, entre lamentos y remordimientos, siempre golpeándose y culpándose por lo que había pasado con su hijo. Chikage recordaba las múltiples conversaciones a larga distancia con Jodie, y gracias a ésta última, fue que se dio cuenta de que poco a poco estaban llegando al límite de caer a un precipicio sin fondo, y que si no hacían algo para desahogarse, iban a terminar no solo empeorando el estado de Kaito, sino que iban a llegar a un punto sin retorno.

Cuando se lo planteó a Toichi, decidieron visitar a distintos médicos, los cuales les habían recomendado ir al gimnasio y hacer terapia. Pero ninguno quería encerrarse en una diminuta sala a hablar sus problemas con un extraño que no tenía forma de entender lo que vivieron, o en un lugar lleno de gente y máquinas sudorosas. Por eso, empezaron a realizar múltiples actividades y disciplinas, entre las cuales se encontraban correr al aire libre y realizar caminatas entre la naturaleza fuera de la ciudad.

- Yukiko, tú vete por si las dudas. Eres nuestra piloto de emergencias. – Comentó Chikage.

- ¡Me haces sonar a conductora de ambulancia!

- No está muy errado. Kaito me comentó que él y Shinichi-kun aprendieron más maniobras de evasión contigo que con Camel-kun.

- ¡Esos dos… ya los agarraré cuando regresen! – Amenazó la actriz en señal de protesta.

- ¿Llevas tus aros puestos? – Preguntó Jodie con una sonrisa al ver el divertido intercambio de palabras de ambas.

- Por supuesto. – Respondió la de pelo violeta, que en esos momentos tenía una peluca morocha y lentes de contacto azules.

- Ten cuidado. – Dijo Yukiko en voz baja con un poco de preocupación mientras tomaba su bolso.

Chikage asintió y se puso un corto y entallado vestido blanco sobre la malla de dos piezas de color negro que vestía. Se agarró el falso cabello para sacarlo de adentro de la prenda e hizo movimientos suaves con su cuello al mismo tiempo que se peinaba lentamente.

Mientras veía las figuras de sus amigas moverse, fue observando la estructura del edificio otra vez por más que ya la recordaba de memoria.

La piscina se encontraba al aire libre en la mitad del edificio, es decir, en el piso 12. Por la hora, ya se encontraba con las luces internas prendidas, iluminando la cristalina y fría agua. No había mucha gente sumergida en ella considerando que en treinta minutos se cerraba el sector.

Además de las cómodas reposeras donde ellas estuvieron hasta hace unos momentos, había algunas camas balinesas adornadas con flores y velas, dando una suave y relajada atmósfera. Estas sí estaban repletas de gente que se encontraba hablando y tomando alguna que otra bebida espirituosa.

Sólo había una única entrada y salida: el sector del bar. Su objetivo. Aquel amplio ambiente con mesas y sillas que se encontraba dentro del edificio y que estaba a unos metros de ella.

Empezó a caminar de forma segura con sus sandalias de taco medio, provocando un leve pero marcado eco en sus pisadas. Las sandalias se ataban mediante cordones, los cuales se encontraban enrollados un poco más arriba de sus tobillos.

Al acercarse, pudo rápidamente reconocer a Eiji Ken, quien no tenía tan mal estado físico para estar en los 60 años. Vestía un saco con pantalón negro a juego, con una camisa blanca sin corbata y con los últimos dos botones abiertos.

Su hijo no parecía estar con él… pero eso no significaba que no tenga compañía. Contó por lo menos, ocho guardaespaldas distribuidos por todo el bar.

- "Bueno… aquí vamos".

Cuando quiso ingresar por el umbral que dividía el sector de la pileta y el bar, un hombre vestido de negro que parecía una mole y que estaba escondido al costado de la entrada, le detuvo el paso. Obviamente sabía la razón pero se hizo la ignorante.

- Oh, ¿Hola? Solamente iba al bar. – Le explicó imitando el acento de Jodie, mientras le mostraba el vaso vacío.

- ¿Es extranjera? – Escuchó Chikage decir a Eiji con sorpresa. – Déjala pasar Yun. Apenas puede ocultar algo con esa… vestimenta.

Chikage notó el tono lascivo de sus últimas palabras y su mirada en su cuerpo. Lo miró a él y a cada uno de los guardaespaldas, como dudando sobre si entrar al recinto… aunque en realidad, estaba actuando mientras los evaluaba y les tomaba una radiografía a cada uno.

- "Fuertemente armados, probablemente con pistolas, y con cuerpos bien entrenados. Llevan puestos auriculares, por lo que además de comunicarse entre ellos, deben de estar comunicándose con alguien de afuera. Ok, Eiji Ken… Veamos qué clase de tipo eres. ¿Eres el típico hombre que le gustan las tímidas o las de fuerte personalidad? Con lo que te gusta el control, apostaría que prefieres a las calladas y sumisas".

- No se preocupe por ellos, discúlpelos. No están acostumbrados a veces a tratar con extranjeras. Y mucho menos con mujeres tan hermosas. – Dijo acercándose a ella.

- Ah, no se preocupe. Estoy bien. Solamente me asustaron un poco. Pensé que había hecho algo malo. – Dijo mientras bajaba la mirada de forma tímida y se ponía una mano en el pecho para apretárselo.

Claramente que el gobernador no disimuló su admiración por la zona donde la mujer apretaba su mano.

- "Encima de adulador… pervertido. Aahh, no sólo no perdí mi magia, sino que eres muy fácil de tentar. Eres el típico viejo verde, ¿No? Esto quizás no sea tan complicado entonces". – Pensaba con optimismo sin cambiar su faceta de timidez.

- ¿Por qué no me dejas invitarte un trago para reparar el mal momento?

- No se preocupe por favor.

- Insisto.

- Ah, no lo sé. Estoy con mis amigas en la pileta, y usted está con sus amigos.

- No, no. Ellos no son amigos. Trabajan para mí.

- Oh, entonces es un… Eh, ¿Cómo se dice? Mmm… ¿Un gerente? ¿Se dice así? – Decía con ojos llenos de duda.

- Algo así. Pero no soy un gerente raso. Soy más como un… CEO. Uno… muy importante. – Y le sonrió con soberbia.

- "Ah bueno. Perdone señor CEO petulante cuya empresa se dedica a destrucción de vidas familiares. ¿Por qué no te tomas el buque y te vas bien a la isla de los paje…? Ups Chikage. Se te fue la mano con los pensamientos malignos. Pensamiento de póker…pensamiento de póker."

- ¿Qué quieres tomar? – Dijo mientras le colocaba una mano sobre la media espalda para caminar y acercarla a la barra.

- Ah, no lo sé. No conozco mucho de alcohol, pero… me gusta probar cosas nuevas y típicas de los países que visito. – Dijo mirándolo a los ojos, notando cierta diversión en ellos.

- Me agrada tu respuesta. Nakashima… prepárale algo especial y a mí dame lo de siempre ¿Y de dónde vienes? – Preguntó después de ordenarle al barman.

- Soy de Estados Unidos y vivo en Las Vegas.

- ¿Y por qué estás aquí, en este hotel?

- "¿Intentado recabar información? Vas a tener que intentarlo mejor". – Pensaba ella. – Estoy con una amiga mía que tiene parientes acá.

- ¿Se hospedan en un hotel en vez de en la casa de sus familiares?

- Oh, no. No nos estamos hospedando acá, sino con su familia. Pero su casa no es tan grande y yo no quería molestar mucho a sus familiares con nuestra permanente presencia. Por eso nos tomamos el día y vinimos a relajarnos un poco... Gracias. – Le dijo al barman al recibir su bebida. – ¿Y usted está brindando alguna conferencia, señor…?

- Oh discúlpeme. Me llamo Eiji Ken.

- "¿No me digas?"

- Y no estoy realizando ninguna conferencia. Vengo a relajarme, cómo usted señora…

- Me llamo Mai Shimizu. ¿Cómo sabía que estaba casada?

- Su anillo. – Dijo señalando la mano izquierda de ella.

- Oh, que observador que es. – Dijo fingiendo sorpresa.

- Está en mi persona. Sería buen detective.

- "Puf, me imagino. Ni con Mouri-kun podrías competir". – Pensó sonriendo.

- Debo decir que sus rasgos no parecen muy acordes al lugar que reside.

- Es que mis padres se mudaron antes de que yo nazca. Ellos son japoneses, así que, estoy en cierto modo descubriendo las raíces de mi país de origen. Es la primera vez que vengo acá.

- ¿Sus padres vivían en Hamatia?

- No. Son originarios de Tokio.

- Qué casualidad. Yo también.

- ¡Vaya! ¿En serio? ¿O sea que está por negocios aquí nada más?

- No. Vivo aquí. Me mudé desde niño. ¿No ha probado este delicioso coctel todavía? ¿O no le gusta? – Dijo señalando la copa de ella.

- Ah, es que me entretuve charlando con usted.

- Pruébelo antes que el hielo se derrita que quiero su opinión. Para mi gusto es un poco dulce.

Chikage bebió apenas un poco del líquido rosado que se encontraba en la copa. Estaba decorado con unas hojas de menta, un gran sorbete verde y una rodaja de naranja en su costado. No degustó nada fuera de lo normal aunque internamente dudaba un poco sobre si hacerlo.

- Tiene razón. Es un poco dulce. ¿Qué se supone que tiene?

- Nakashima, te doy los honores.

- ¡Ah, pero eso secreto de barman! Tiene una mezcla de alcoholes finos, sandía y miel. Una combinación extraña pero exquisita.

- Muchas gracias. Está delicioso.

- ¿Y su esposo dónde está? – Preguntó Eiji de forma curiosa.

- "Vas al punto en cuestión, ¿No?" – Él se encuentra en Las Vegas cerrando negocios nuevos.

- ¿Es empresario también?

- No es un CEO como usted. Tiene un pequeño… ¿Estudio se dice? Es contador y hace cosas con números y presenta impuestos.

- Veo que no le interesa a lo que se dedica.

- No mucho. Es un trabajo que requiere estar muchas horas sentado en un escritorio. No es para mí. – Dijo con una sonrisa mientras tomaba de su bebida y miraba su reloj. Eran las 20:45 de la tarde.

- ¿Y… a qué se dedica usted?

- Soy asistente en eventos.

- Ah claro. Me imaginé que algo relacionado a los casinos tenía que tener. ¿Shows de magia, espectáculos y esas cosas?

- Sí. Permiten conocer a muchas figuras. Es divertido… el estrés, la acción, el estar siempre corriendo…

- Me pareció que era muy tímida al principio para estar involucrándose con gente importante.

- "¡Shit!" – Ah es que no me ocupo de las grandes estrellas. Sólo las veo de lejos. No me atrevo a acercarme.

- ¿Por qué no?

- Me pongo nerviosa y me bloqueo. No soy buena relacionándome con gente que no conozco, y mucho menos si es famosa.

- Lo estás haciendo bien conmigo.

- Pero usted no es famoso como una de esas estrellas de rock o de pop que hay ahora, ¿No? – Comentó riéndose. – Y si lo es… no me lo diga por favor o me sentiré incómoda.

- No, por favor querida. No lo soy en esa magnitud. Pero usted es toda una joya oculta.

- Me han dicho eso anteriormente. – Respondió mientras se acordaba de cómo se enamoró de Toichi. – "Lamentablemente para ti… soy joya que pertenece a una sola caja".

- Y dígame… ¿Qué le pareció la prefectura hasta ahora?

- "Está llena de familias hundidas en la droga y con policías y jueces corruptos. Y encima su hijo quiso matar a lo que en algún momento era mi ex nuera, haciendo que mi hijo se involucre en toda este desastre… ¿Qué me parece?" – ¡Que es grandiosa! Lo que visité es hermoso.

- ¿Y qué visitó?

- "Maldito pez astuto". – No mucho lamentablemente. Suelo ser distraída y me pierdo fácilmente en las calles. Ni hablemos de recordar los nombres. Pero estuvimos por un parque lleno de flores. – Comentó mientras se acordaba de algunas fotos que le mostró Akako con su teléfono.

- Ah. Una de nuestras grandes atracciones turísticas. ¿Caminó por el sendero de los cedros japoneses que rodean el lago? ¡Es un espectáculo!

- Claro que sí. Hemos sacado un montón de fotos.

- Me imagino. – Dijo con ironía.

En ese momento, Eiji terminó su trago y bajó su vaso lentamente sin dejar de sonreír. Chikage lo miró con curiosidad… para después pasar a verlo con terror al sentir como la agarraba del cuello y la tiraba sobre la barra.

- Solo que no son cedros japoneses sino árboles de cerezo. Y no creo que una organizadora de eventos que tiene como marido a un contador de un pequeño estudio, gane tanto para vestir unos aros tan caros como los que llevas puestos. Ahora, vas a decirme quién eres y para quién trabajas.

Continuará...


Respuestas a reviews:

Arual17: ¡No te vas a enterar por mucho tiempo qué les pasó! Te haré sufrir por un tiempo más (risas maquiavélicas de fondo). Me hiciste reír con lo de Kogoro, pero tienes toda la razón.

Ferchus que no tiene 4 y sigo sin saber por qué: Kazumi quiere decir "hermosa paz" (me parece que es más tailandés que japonés. El japonés lleva "s" y creo que significa neblina). Y Kai significa "mar/océano". Me imaginé a Kazuha y a Heiji sentados y abrazados en una playa, mirando la Luna llena y hablando sobre el tema. La nena haciendo referencia a la paz del lugar, con la suave iluminación de la Luna sobre el mar. Y el niño lo relacioné al tranquilo ruido de las olas contra la orilla. Mucha imaginación. Lo sé.

Zulaypao22: Coincido con tu amor hacia la pareja de Shinichi y Ran. Es mi favorita también y debo decir que me decepciona últimamente (o sea, hace años), no encontrar más historias sobre ellos. Por eso también decidí escribir la mía para divertirme un poco con ellos. Con respecto a Aoko, no puedo prometerte nada (risas maquiavélicas para ti también).

Guest: ¡Gracias por pasarte y dejar tu huellita! Quédate tranquila/o que no pienso abandonar la historia. Lo que pasa es que al haber tantos personajes, me cuesta pensar como involucrarlos a todos y que ninguno quede fuera. Te aseguro que está lejos de que termine esta historia. Está siendo más larga de lo que pensé.