Gracias a Ferchus 12356, Zulaypao22, Arual17, y Karakemi por sus comentarios. Les escribo al final 😊
Los personajes del universo de Detective Conan no me pertenecen. Es obra de Gosho Aoyama.
Casa de los maizales – Martes 5.15 am.
Otro día más donde el Sol se encontraba iluminando todo a su paso de forma suave y pausada, provocando que algunos pájaros empiecen a cantar a horas no deseadas.
Cinco personas se encontraban dormidas pacíficamente en la sala, omitiendo cualquier ruido o presencia. El único que se encontraba despierto, dado que le tocaba el turno de realizar guardia, era Heiji.
Para la suerte del moreno, Shinichi lo había acompañado hasta la una de la mañana. Se habían quedado hablando de cómo habían cambiado las cosas en Osaka, los casos que Heiji estuvo resolviendo y los problemas en los que estaba sumergido actualmente Tokio. Cuando se dieron cuenta de lo tarde que se había hecho, el del este se trasladó al colchón que había quedado libre cerca de la puerta de entrada, quedándose dormido al poco tiempo.
Todo se encontraba tranquilo… hasta que un celular entre la mediana oscuridad del ambiente, empezó a sonar a las cinco de la mañana.
Shinichi abrió los ojos a los dos segundos y se levantó rápidamente al reconocer la melodía de su dispositivo. Sin pensarlo o preguntarse por un momento el por qué estaba sonando, atendió, recibiendo ahora las miradas dormidas de casi todos los presentes… Excepto la de Kaito, el cual se encontraba con la almohada sobre la cabeza.
- ¿Papá? – Preguntó con voz dormida y confundida al ver el ID en la pantalla.
- ¿Estabas durmiendo?
- Sí, pero no importa. ¿Qué pasó? – Preguntó mientras se pasaba una mano en la cara para despabilarse.
Yusaku del otro lado de la línea había arqueado una ceja. Conocía muy bien las rutinas de su hijo… y estar dormido a las cinco de la mañana no era una de ellas. Y era la segunda vez que se enteraba que hacía lo mismo, por lo que deducía que la cantidad de días que esta misma situación se repitió, fue aún mayor.
Dudó sobre si dejarlo dormir o no. Pero después de meditarlo un momento, sabía que no iba a volver a hacerlo.
- ¿Estás solo?
- No exactamente.
- Sal un momento entonces, por favor.
- Dame un minuto.
- ¿Qué pasó? – Preguntó Ran al ver la mirada seria de Shinichi. Sabía que algo andaba mal.
- No tengo idea. Vuélvanse a dormir.
- Como si vamos a poder hacerlo. – Exclamó Kazuha.
Cuando se terminó de poner las zapatillas y de agarrar una campera, se giró y vio a Heiji de pie, esperándolo en la puerta de entrada. Ambos salieron y se alejaron unos metros, para poder poner el altavoz.
- Estoy con Heiji. ¿Qué pasó?
- Kaito-kun no está ¿No?
- No – Dijo rodando los ojos mientras pensaba. – "¿Acaso te dije que se encontraba con nosotros? Hubiera dicho Heiji y Kaito. No solo Heiji."
- Voy al grano entonces. Chikage-san y Kogoro-kun están heridos.
- … – Ambos presentes se vieron entre ellos de forma desconcertada.
- Están bien, que es lo más importante. Shuichi-kun y Toichi-kun no sabían si contárselo a Kaito-kun, así que, eso queda bajo tu decisión y responsabilidad.
- ¿Qué pasó?
Clínica del este – Osaka – Martes 3.15 am. – 2 horas atrás.
El área de internaciones en el hospital a las tres de la mañana, era como estar dentro de una heladera mal cerrada.
Todo se encontraba extremadamente limpio y desinfectado, que, junto con la simpleza en la decoración, los aires acondicionados funcionando y la baja iluminación, provocaban que sientas una temperatura inferior a la ordinaria del ambiente.
Reinaba un imperioso silencio, donde la única excepción eran algunas risas y conversaciones que se oían de vez en cuando entre las enfermeras, médicos de turno y la gente de recepción cuando se encontraban por los pasillos.
En una de las tantas habitaciones, Toichi se encontraba sentado al lado de su mujer, la cual yacía dormida. No había despertado ni abierto los ojos desde que llegaron.
La mano derecha de ella se encontraba enyesada, y su pie derecho, vendado con una bolsa de hielo encima, la cual Yukiko mantenía en su lugar con sus manos.
Su brazo izquierdo tenía una intravenosa puesta, y un oxímetro de pulso se encontraba alrededor de su pequeño y delicado dedo índice.
Su cuello tenía marcas de hematomas, al igual que todo el lado derecho de su cuerpo. Por suerte, no había tenido lesiones que puedan llegar a provocar coágulos o hemorragias internas.
Yukiko se encontraba un poco nerviosa e incómoda al ver a Chikage en ese estado tan tranquilo, sosegado, y plácido. Veía como su pecho subía y bajaba lentamente junto con los apósitos y cables que tenía conectados. Escuchaba el ruido del bendito aparato que media sus signos vitales… y lo odiaba. Lo odiaba en serio con toda su alma. Permanecer tantos días y noches en el hospital en el pasado, le dieron el derecho a detestar a ese pequeño, blanco, simple y maldito dispositivo que te informaba en una simple línea, si la persona que te importaba estaba viva o no.
Jodie entró por la puerta que se encontraba casi abierta, haciendo malabares con los vasos de café. Dos de ellos se encontraban uno encima del otro, en su mano izquierda. El vaso faltante viajaba en su mano derecha.
- Gracias Jodie-san. – Dijo el único hombre de la habitación al aceptarlo y sacarle la tapa para que se enfríe más rápido.
- Veo que no hubo mucho cambio desde que me fui. – Comentó al entregarle el café a Yukiko.
- No.
- Si no tiene nada, salvo algunos golpes importantes y dos costillas rotas, es raro que no se haya despertado todavía. – Comentó Yukiko con cierta incertidumbre sobre su estado.
- Lo raro es que se haya caído. Nunca le había pasado. Tiene que haber algo más que la hizo perder el equilibrio. – Opinó Toichi.
- Ca…fé… – Escucharon susurrar de forma espantosa a la de pelos violáceos.
- ¿Amor? – Preguntó con cierta preocupación su marido al ver como intentaba con dificultad abrir los ojos.
Toichi dejó el café sobre la mesa mientras que Jodie salía hacia el mostrador de recepción para pedir que venga directamente el médico.
- ¿Q… ? – Intentó preguntar la mujer mientras arrugaba la cara, claramente en señal de dolor.
- No hables. Esperemos que llegue el médico. – Le dijo mientras le acariciaba la parte superior de la cabeza. – Ay, querida joyita de mi corazón. Te dejo sola un día y decides irte de fiesta a los bares equivocados.
Se quedaron esperando unos minutos hasta que el médico que la estaba atendiendo ingresó junto con la del FBI. Encendió las luces de la habitación, provocando que todos cerraran los ojos por unos segundos.
- Lo siento. Sé que me vas a odiar por dejarte ciega por un momento pero necesito verte para terminar de revisarte. Soy el doctor Kurogane. ¿Puedes hablar? – Preguntó mientras que con una linterna veía sus ojos.
- … – Chikage lo volvió a intentar pero su voz no salía con facilidad... además de que le dolía como el demonio.
- ¿Te duele al hablar? Asiente o niega suavemente con la cabeza.
- … – Asintió.
- ¿Tu apellido es Kurega?
- … – Negó.
- ¿Es Kuroba?
- … – Asintió.
- Bien. Perdiste el conocimiento hace unas horas, y cambiamos de día. ¿Qué día es hoy? – Le preguntó mientras levantaba siete dedos.
- … – Chikage quiso mover su mano derecha, pero sintió que estaba inmovilizada. Al verla entendió el por qué.
- Será mejor que uses tu mano izquierda por el momento, e intenta no mover mucho el torso. Ahora te explico qué te pasó.
- … – Con cierta lentitud señaló el segundo dedo, indicándole que sabía que era martes.
- Apriétame el dedo con la mayor fuerza que puedas.
- … – Y si bien lo hizo, el médico apenas sintió su agarre, notando que sus repuestas y reflejos estaban lentos también.
- Abre la boca y saca la lengua. – Pidió mientras examinaba su garganta. – Puede que te moleste que pregunte esto, pero… ¿Qué tan alto te caíste?
- … – Chikage intentó recordar dónde se había quedado antes de caer. Tardó un poco, pero con la única mano que podía mover, levantó dos dedos. Luego, hizo un movimiento en diagonal, y levantó un dedo más.
- Bien, entre el segundo y tercer piso. Últimas preguntas y te dejo tranquila. ¿Te sentiste por algún momento muy enérgica?
- … – Chikage asintió.
- Y luego… ¿Te mareaste o sentiste un muy fuerte dolor de cabeza?
- … – Levantó un dedo, y el doctor entendió que era la primera opción.
- ¿Tomaste alcohol unos 30 o 60 minutos antes de que esto pasara?
- … – Asintió, pero hizo señas con la palma de su mano para abajo.
- ¿Te estoy aturdiendo? ¿Escuchas muy fuerte?
- … – Y Chikage negó.
- ¿El tiempo en que consumiste alcohol fue menor al que dijo el médico? – Intentó adivinar Jodie al calcular los minutos que pasaron desde que ellas se fueron hasta que pasó todo esto.
- … – Y nuevamente asintió, mostrando dos dedos primero y tres dedos después. Posteriormente puso su dedo índice y pulgar en paralelos.
- Ok, te entiendo. Fue apenas un sorbo y los efectos tardaron en aparecer entre 20 y 30 minutos.
- … – Y movió para arriba y abajo la cabeza con una sonrisa.
- ¿Vigilaste la bebida?
- … – Chikage cerró los ojos y negó. Ya cuando estaba colgada, sospechaba el por qué se sentía tan rara.
- ¿Me estás diciendo que la drogaron? – Le preguntó Toichi al médico con incredulidad.
- Sí. No hay duda de eso. – Dijo mientras se alejaba de la mujer y miraba a su alrededor. – Quizás quiera hablar afuera de esto conmigo.
- No se preocupe por ellas, puede hablar tranquilo.
- Bien. Si quieren que les arme la historia para que la entiendan, sería algo como esto. Alguien le dio una bebida preparada con alcohol, y sospecho que le agregaron GHB a la misma.
- ¿GHB? ¿La famosa droga de las violaciones? – Preguntó Yukiko con sorpresa.
- Exactamente esa.
- ¡Mi mujer tiene casi 40! ¿No la usan para adolescentes?
- … – Chikage le puso una cara de indignación y se encontraba sacudiendo un puño cerrado a pesar del dolor en sus costillas.
- Eres tan joven y hermosa como cuando te conocí, querida. Lo sé. Pero… ¿Está seguro que es la que usan para abusar a las generalmente menores de edad? – Preguntó susurrando esta vez para que su mujer no se ofenda.
- Hemos atendido múltiples casos y el problema es que es indetectable en el organismo hasta 8 o 12 hs posterior a la ingestión, y aun así, es muy difícil detectarla. Es un depresor del sistema nervioso, y generalmente viene en forma de líquido incoloro que puede tener un gusto relativamente salado. Y menos mal que tomaste solo un sorbo del vaso, porque mezclarlo con grandes cantidades de alcohol puede ser fatal. Estimo que tu bebida era frutal, o de algún sabor dulce que hizo que no sintieras la diferencia en la bebida. – Dijo dirigiéndose a Chikage, mientras esta asentía.
- ¿Pero si solo fue un sorbo cómo fue que le afectó tanto? – Consultó Toichi.
- Las drogas de diseño tienen esa particularidad. Nadie tiene la fórmula, salvo el laboratorio casero que la crea. En este caso, me sorprende a mí también que habiendo tomado tan poco, la haya alterado de esa forma tan rápidamente. Lo único que puedo deducir, es que estaba concentrada o potenciada.
- ¿Y qué le puede traer como consecuencia?
- Ahora nada porque estamos limpiando su organismo a través de la intravenosa. Sus análisis salieron bien, por lo que no se evidencian riesgos por el momento. Para que entiendan como funciona, esta droga al principio, te pone en un estado de felicidad hasta avanzar a un grado de euforia. En algunos pacientes incluso, se ha observado la existencia de alucinaciones. Cuando la toxina es absorbida por el organismo a los 30 o 60 minutos de la ingesta, es cuando se alcanza el nivel óptimo de efectividad. Puede provocarte desde sueño en exceso, mareos y náuseas, hasta cambios en la vista, desmayos, pérdida del control muscular no pudiendo mantenerse en pie, etc. Esos efectos perduran entre una y cuatro horas, dependiendo de la persona y la cantidad que haya ingerido. Por eso todavía no tiene fuerza en sus manos, y por el momento, te recomiendo que no te levantes.
- ¿Y cómo debe seguir ahora?
- La mantendremos en observación por unas 48hs. Lo que me preocupa no es la ingesta de la sustancia, sino la caída y el posible golpe en la cabeza. Si bien le realizamos una tomografía y resultó limpia, algunas lesiones o hematomas pueden aparecer posteriormente, por lo que estaremos atentos a eso.
- … – Vió como Chikage señaló su garganta y torso.
- Por las marcas en el cuello, asumo que alguien quiso estrangularte. Pasaste buena noche ¿No?
- … – Y Chikage sonrió un poco por la ironía.
- No te preocupes por ello. Tu garganta se encuentra roja e inflamada, producto de la agresión. Para curarla, solo necesitas reposo, analgésico y no hablar por un par de días.
- Eso sería un milagro. – Agregó el mago para pincharla un poco.
- … – Chikage le dirigió la peor mirada que podía poner en ese momento, y lo golpeó con la mano izquierda, con la poca fuerza que tenía.
- Deberás ponerte hielo y te recomiendo ingerir alimentos blandos o una dieta líquida si tienes mucho dolor o dificultad para tragar.
- Helado y flan, como cuando te sacan una muela. – Dijo Yukiko con ánimo de madre, a lo que la de pelos violáceos sonrió ampliamente al gustarle la idea.
- Exacto, aunque no es de las alimentaciones más nutritivas. En cuanto a tu torso, tienes dos costillas rotas sobre el lado derecho. Nada grave, calcula que entre cinco y seis semanas se reconstruirán solas. Solo necesitas reposar y en lo posible no realizar ninguna actividad. Lo mismo pasa con tu mano. Salió en la radiografía que se encuentra fracturada, y por eso la tienes enyesada. En lo posible, mantenla por encima del nivel del corazón para reducir la hinchazón y el dolor. Si todo va bien y en dos días te vas a casa, y notas que te duele mucho, puedes tomar cada 12 hs un analgésico.
- Me imagino que el pie es lo más simple. – Dijo Yukiko.
- Sí, pero no por eso debe dejar de tener cuidado. Debe tenerlo vendado por el momento para reducir la inflamación e inmovilizar la articulación. No te apoyes sobre él y reposa lo más que puedas con un par de almohadas debajo de él para reducir el edema. Ni se te ocurra aplicarte calor los primeros días, sobre todo si te bañas. El hielo acá es santo remedio. Te aplicas 15 minutos, descansas 15 minutos, y repites. Eres joven, activa, y esto apesta. Lo sé. Pero mientras menos te esfuerces, más rápido te recuperaras – Le recomendó al verle la cara de gustarle poco la idea.
- Gracias doctor. – Agradeció su marido.
- No, por favor. Cualquier problema llaman con el timbre. Les diré a las enfermeras que le traigan agua fría para que tome.
Una vez que el médico se fue, Chikage tiró de la remera de su marido para que le preste atención.
- … – Lo señaló y le levantó un pulgar.
- Estoy bien. El único que resultó herido fue Mouri-kun. No te preocupes por nosotros.
- … – Chikage se señalaba la mano enyesada a la altura de la muñeca, para luego abrirla y cerrarla.
- ¿Te duele la mano?
- … – Y negó con la cabeza.
- No te entiendo cariño. – Y el hombre vio a las mujeres para ver si alguna podía comprenderla, encontrando una negativa general.
Intentaba con señas decirles algo, pero no lograba que la entiendan. Además, tenía una sola mano que le funcionaba, por lo cual, la tarea le resultaba más difícil.
- Espera. Prueba con esto. – Le consultó Yukiko dándole su teléfono con la aplicación de notas abierta.
- … – Chikage sonrió y se puso a escribir.
Casa de los maizales – Martes 5.50 am.
- ¿¡VOS ME ESTÁS JODIENDO!? – Gritaba el mago a todo pulmón dentro de la casa.
- ¿Te parece que bromearía con algo como esto? – Le respondió Shinichi.
- Creo que no fue buena idea contárselo. – Agrego Heiji de la forma más baja que pudo atrás de él.
- Lo importante es que está bien. Tu padre y Jodie-san están con ella por el momento, y mi madre se quedará a cuidarla.
- Mi mamá y la de Kazu van a viajar a Osaka junto con el profesor. De paso, se quedan todas ahí. Nadie las tocará estando allá dado que tenemos a toda la policía de la prefectura bajo la orden de mi padre. – El moreno intentó de alguna forma agregar algo para calmarlo y darle un poco más de seguridad.
- ¿Tienen idea de dónde está este tipo? – Preguntó Kaito con un tono frío.
- Tu madre escribió que mientras la estaba… sujetando… – Trataba de explicar el detective del este, suavizando las palabras del algún modo para bajarle la gravedad a la situación.
- Ahorcando querrás decir. – Lo corrigió el mago mientras cerraba sus puños con mayor fuerza.
- … aprovechó para ponerle un rastreador dentro del saco. Están trabajando en ello.
- Bien. Espero que lo encuentren – Dijo con una sonrisa al estilo guasón que duró por tres segundos. – Porque si no lo hacen… – Y su mirada se enserió repentinamente, provocando que los vellos de los brazos de las chicas lleguen hasta el techo. – Te juro que encontraré a ese maldito hijo de puta y le romperé lentamente hasta el último de sus huesos.
El mago salió por la puerta de entrada hecha una furia.
- ¡Mejor que te prepares para ir a entrenar! – Gritó desde afuera.
- Pero si ni siquiera desayunamos. – Dijo susurrando de la forma más desganada posible, sabiendo que iba a sufrir una tortura en los próximos minutos.
- Bueno… no salió tan mal como esperaba. – Comentó Heiji mientras frotaba sus brazos para sacar el frío de ellos.
- Para ti. ¿Por qué tengo que cobrar yo y mi estómago? ¿Sabes lo que va a tardar en que se calme? !Horas!
- ¿Puedes ejercitarte… de esta manera?
- Sí, no te preocupes. Conocemos nuestros límites.
- Ok. Intenta no desmayarte por una hipoglucemia entonces. – Le dijo mientras le golpeaba un hombro en señal de soporte.
- ¿De qué límites hablan? – Preguntó Ran con extrañeza al escuchar la conversación.
- Resistencia. – Dijo simplemente Shinichi sin ahondar en el tema.
- ¿Kuroba-kun estará bien? – Preguntó Kazuha con preocupación.
- Sí, cuando se enfrié. Ya conoces la regla de los hombres. – Le respondió Shinichi simplemente.
- ¿Regla? ¿Tienen una regla? – Preguntó Aoko alzando una ceja.
- ¡Ahh, es una norma suprema! – Le explicó exageradamente el del oeste. – Nunca te metas con la novia de un hombre. Y mucho menos con su madre.
- Heiji, ve con él por un momento hasta que lo busque.
El moreno lo obedeció, sabiendo que todavía le quedaba una noticia más que dar.
- Ran… llama a tu papá un momento. – Dijo mientras le alcanzaba su teléfono.
- ¿Por qué? ¿Qué le pasó?
- No es nada grave, pero lo hirieron en un brazo.
- ¿De qué forma? – Preguntó alarmada mientras las chicas se le acercaban para apoyarla.
- Herida de bala.
La karateca no perdió un segundo más en tocar las opciones de la pantalla del dispositivo para comunicarse con él.
Casa de seguridad – Martes 12.13 pm.
Los únicos que habían quedado en la casa, eran los que habían vuelto de Hamatia, Akako y Ai. Jodie y Toichi llegaron antes del mediodía cuando se aseguraron de que Chikage estaba estable y sin ningún riesgo.
- Entonces... gasolina, ácido sulfúrico y carbonato sódico. – Dijo Rei mientras veía el video que el mago había grabado con su teléfono al quedarse en el campamento.
- No hay duda de ello: cocaína. – Dedujo Kogoro.
- Veo que están bien armados también. – Indicaba Akako al ver explosivos y armas de importante calibre.
- ¿No podías buscar otro método que no sea volarnos en pedazos? – Pregunto el viejo detective al viejo mago. – Todavía me duele la espalda.
- No te quejes. Al menos sirvió la táctica dado que están con vida. – Le respondió el aludido.
- Dime que grabaste eso con tu celular también. – Comentó Shuichi al mago.
- Por supuesto. Está guardado hasta en la nube. Me falta ponerle música de fondo.
- ¡Tienes prohibido usar eso en mi contra! – Le reprochó el agente a su rival.
- Entonces, ya tenemos los materiales y el laboratorio. Nos falta descubrir tres cosas: el origen, ver de qué modo podemos involucrar a la familia Ken y terminar de definir cómo la distribuyen. – Decía Jodie mientras anotaba en un papel, pegándolo sobre la pared.
- Es imposible rastrear la cadena de personas involucradas en el proceso desde el país de origen. Por ende, como mucho podemos llegar a investigar a los involucrados desde que llega al puerto hasta la venta. – Agregó Rei.
- ¿Cómo sabes que llega vía marítima? – Preguntó Akako.
- Somos una isla por lo que vía terrestre, no es una opción. Transportarla a través de vía aérea es mucho más complicada al tener un ambiente de control más estricto. Por eso generalmente recurren a los grandes barcos de transporte porque es imposible de encontrarla entre los miles y miles de contenedores que llegan por día. No hay forma de revisar el contenido de todos los contenedores.
- No creo que sean las únicas drogas que hacen. – Interfirió Toichi en el razonamiento. – Si el gobernador, al cual tengo a la cabeza en mi lista negra, drogó a mi mujer con algo tan potente, es porque también son los encargados de diseñarlas.
- Pero por lo que nos contaste, esas drogas de diseño tienen un efecto potenciado. Si así fuera, deberían tener a hombrecitos jugando a ser científicos y probándolas para llegar a la fórmula que desean. El campamento que encontramos ayer no era tan grande como para poder desarrollar todo eso. – Comentó el de Seguridad.
- Hay más de un laboratorio. – Opinó Ai con seguridad. – Son lo suficientemente listos para no tener ambas actividades en el mismo lugar. Si cierras una, tienes la otra, y no pierdes la economicidad de la operatoria. Si están diseñando GHB, no me extrañaría que estén creando metanfetaminas, cuyo consumo ha alcanzado niveles exorbitantes en los últimos años. Es lógico también, considerando que Japón tiene una economía en constante crecimiento y muy competitiva.
- Sabes mucho del tema. – Dijo Kogoro sorprendido.
- Era científica, recuerda donde trabajé por tantos años y además… ¿Quién piensas que creó la APTX que encogió a tu futuro yerno? – Le contestó.
- ¿Futuro qué cosa? – Preguntó con un poco de contrariedad el hombre. No estaba listo todavía para esos lazos tan... familiares.
- Si tienen más laboratorios, ¿Dónde pueden estar? – Preguntó Rei sacudiéndose el pelo en señal de fastidio.
- Deben estar donde estuvieron ayer.
- ... – Shuichi resopló con frustración.
- Por cómo describieron la zona, es perfecta para montar todos los laboratorios que quieras. Tienes un camuflaje natural espectacular, que son los árboles, y no necesitas plantar absolutamente nada. Sólo necesitas los químicos adecuados. Así que pueden estar bajo tierra si quieren.
- Que tenemos que buscar esta vez… ¿Comunidades de conejos y ratas con síndrome de la vida loca? Si la están fabricando, tienen que probarla sobre algo ¿No? – Preguntó Shuichi.
- Esto es distinto. No están buscando de mejorar la salud de algo que está enfermo. No están evaluando los efectos secundarios que la droga causa en el organismo. Por ende, no necesitan de seres vivientes que tengan morfología y anotomía parecidas a la del ser humano. Sólo están buscando el modo de conseguir la producción 3B sin tener en cuenta las consecuencias que pueden acarrear, porque no les importa.
- ¿3B? – Preguntó Jodie.
- Bueno, bonito y barato. Y para conseguir eso sólo necesitas las experiencias verbales de la gente. No un análisis infinito de sangre y de eternos exámenes médicos para conservar y evaluar la evolución de la salud de las personas.
- Espera, espera… ¿Nos estás diciendo que experimentan sobre gente directamente?
- Es el único modo que tienen de llegar a la fórmula ideal. Sin algo que les hable el mismo idioma y que le cuenten lo que vivieron, no pueden realizar una evaluación del tóxico.
- ¿Quién es tan desquiciado de ofrecerse a esas pruebas?
- Muy sencillo: alguien que no tiene otra opción o alguien que las prueba en contra de su voluntad.
- ¿Raptan gen…? – Y Kogoro se quedó mudo mientras su cabeza terminaba de cerrar el ciclo de producción. – ¿Me estás diciendo que las prueban sobre las mujeres que el oficial Yoshida decía que secuestraban?
- Es una opción y no es de extrañarse. Sé que es una locura lo que voy a plantear, pero ellos las imaginan como si fueran autos. Si tienen que vender un cero kilómetro y un usado, ¿Qué estrategia usan? Al nuevo por supuesto, le van a adjudicar un valor irrisorio porque saben que visualmente es más llamativo y que la gente enloquece por tener algo que nunca nadie tocó o usó. Ahora, ¿Qué hacen con el usado? ¿Lo conducen, lo alquilan para que cualquiera lo maneje a cambio de unos billetes o lo utilizan como auto a prueba de choques?
El silencio que se hizo en la sala era sepulcral. Los que volvieron de Hamatia se encontraban fusilados al no haber parado un segundo desde que inició la hecatombe. En esas condiciones, pensar que, las tres mujeres que ellos conocían y que eran las amigas, novias o hijas de los integrantes del grupo, podían terminar en el mismo sendero que… un auto… les daba escalofríos.
- ¿Có…cómo seguimos entonces? – Preguntó amargadamente Kogoro. Más que nunca quería tener a su hija a su lado.
- Mencionaste contenedores… ¿Saben desde qué puerto puede salir la mercadería? – Consultó Akako intentando concentrarse.
- Tenemos 5 puertos principales en el país: Tokio, Yokohama, Nagoya, Kobe y Osaka. – Indicó Rei.
- Todas las prefecturas, quedan casi a la misma distancia. – Dijo Shuichi.
- Sí. Pero… no todas están tan caóticas como Tokio. Y el puerto de Tokio está clasificado como el vigésimo noveno puerto más grande del mundo.
- Entonces, tenemos todos los factores para que pase cualquier cosa por la aduana. Rei… ¿Qué estuviste haciendo todo este tiempo? – Lo retó Shuichi con sarcasmo.
- Voy a matarte algún día de estos. – Respondió rodando los ojos. – Llamaré a mi jefe para ver si puede infiltrar un par de agentes e iniciar una inspección sorpresa. El problema es que me va a costar conseguir fiscales en caso de tener que verificar la evidencia. Hoy en día no hay muchos que quieran poner sus datos y número de matrícula en los informes.
- Llama a Eri con tiempo para eso. Siempre tiene algún colega kamikaze que está dispuesto a colaborar. – Le aconsejó el detective.
(1 detective + 1 escritor de novelas) * semi extranjero = Desastre asegurado . – Martes 16.45 pm.
Yusaku y Saguru eran los únicos que quedaban indemnes de ser reconocidos para pisar nuevamente el suelo de Hamatia. Se encontraban en el auto con un objetivo claro: seguir a Yuki Tanaka, compañero de colegio de Okero Giro e introductor de chicos en situación de desesperación al mundo de la venta de drogas. ¡Qué gran muchacho!
Durante todo el día estuvieron persiguiendo al adolescente que iba en el último año de colegio. Ubicarlo no fue nada difícil, dado que tenían la dirección del instituto. Luego, fue una mera cuestión de seguirlo de forma prudencial.
Yuki era una persona flaca pero a la vez musculosa. Vestía zapatillas fucsias, jeans, una remera negra… y una gorra de color naranja que podía verse a diez cuadras de distancia.
Por cómo se movía y hablaba, se creía superior al resto de los mortales del mundo. Presumía sobre su posición social y económica, y decía lo que quería sin ningún tipo de filtro. Evidentemente, el tener a la gente de los Ken de respaldo, parecía brindarle cierta seguridad y libertad de expresión y exhibición.
- No recuerdo ser así en mi época colegial. – Comentó Yusaku al ver la actitud del chico.
- Las épocas cambian Kudo-kun.
- ¿Me estás diciendo viejo?
- No, claro que no. – Dijo con una sonrisa mientras negaba con sus manos.
- Tú pareces un viejo encarnado en un cuerpo de joven.
- Gracias. – Dijo con sarcasmo – Que no se te olvide que no soy muy distinto a tu hijo o a Kaito.
- Agrega a Hattori-kun a la fórmula y son el cuarteto mental de la tercera edad rejuvenecida. Mmm, podría usar ese material en mi próximo libro.
- Voy a recitar la tan famosa frase pero al revés, en este caso: tal astilla a tal palo. Shinichi y usted son iguales. Se me ocurrió una idea para acercarnos a él si queremos recolectar evidencia.
- Hakuba-kun, ten cuidado que ya tenemos varios heridos, y encima, no sabemos si alguien lo está vigilando.
- Lo sé. Sólo necesito comprar unas cosas en la farmacia y… pasar desesperado al teléfono con mi jefe, o sea…tú. – Le comentó mientras se acomodaba el pelo hacia el costado como siempre.
Se bajó del auto, se dirigió al negocio… y llamó a Akako.
- ¿Saguru?
- "Al diablo los honoríficos eh." – Pensaba con diversión. – Hola mi querida novia ficticia por el momento. Necesito tu ayuda con algo. ¿Qué maquillaje comprarías para aparentar ojeras y ojos rojos?
- ¿Quieres lucir cansado o enfermo?
- Más cansado que enfermo.
- Me imagino que ya estás en la sección de maquillaje.
- Dame un minuto... ahora sí.
- Compra un lápiz labial rojo de cualquier tonalidad oscura.
- Ehhhhhhhh…
- ¿Qué pasa?
- ¿Por qué tiene que haber tantas tonalidades? Rojo carmín, rojo ladrillo… ¿Rojo neón? ¿Qué quedas como un cartel después de aplicártelo?... ¿Existe un rojo pimienta caliente? ¿Le das un beso a alguien y le terminas irritando los labios como el ají picante mexicano? Va a ser el beso más quenchi de tu vida. ¡No pienso comprar ese!
- ¿Acaso tienes pensado darle un beso a alguien? – Le preguntó con diversión.
- Tengo alguien en mente, pero será más divertido sin maquillaje de por medio. Que sepas que estoy muy confundido y la gente que me está escuchando se está riendo. – Le comentó mientras veía a las personas a su alrededor.
- Ay por favor. – Dijo riéndose – Ponme en video para ver. Elige el oscuro de la punta derecha… no ese no. – Le decía mientras veía su dedo sobre el labial. – El cuarto a la izquierda de ese.
- ¿Qué más?
- Compra también unas toallitas desmaquillantes. Generalmente están cerca de ahí y suele ser un paquete blanco.
- Las encontré.
- Bien. Ahora necesitas… crema hidratante. Si viene con factor solar alto mejor porque es más espesa y blanca.
- ¿Me estás hablando en serio?
- Sí, tonto. ¡Ve a buscarla!
- Ok. – Decía mientras caminaba por los concurridos pasillos.
- ¡Espera! Toma esos hisopos que los veo al lado del algodón.
- Ok. Crema…crema… ¿Ésta está bien? – Le preguntaba mientras apuntaba con la cámara.
- Perfecta.
- ¿Algo más?
- Sí. Ve a la parte donde están los suplementos dietarios, deportivos y todas esas pastillas raras… y busca aceite de menta, mentol, eucalipto o lo que sea.
- ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra?
- No lo sé. Generalmente es la góndola donde no saben cómo clasificar las cosas y las meten todas juntas.
- Veo que pierdes tu tiempo dentro de las farmacias.
- Ahhh, siempre me gusta mirar todos los pasillos.
- Hay de menta.
- Excelente. A pagar. No te olvides de comprarte chicles de menta.
- ¿Para qué?
- Hazme caso si me vas a pedir consejos.
- Sí, querida. – Dijo mientras ponía todo en la caja para pagar.
- Pero qué buen novio eres. Comprarle las cosas a tu pareja. Es una suertuda. – Le comentó la cajera que aparentaba tener unos 25 años y que había escuchado las últimas líneas de la conversación. – Ojalá tuviera un novio así. – Dijo con cara de ensoñación mientras pasaba los productos por el lector.
- Ah, ¿Escuchaste? – Dijo con diversión Saguru.
- Eres el mejor cariño. Prometo no envenenar tu comida cuando regreses a casa.
- Que chistosa que es. – Le dijo a la cajera con una sonrisa fingida. En realidad… estaba preocupado.
Una vez que la chica le cobró y le dio las gracias, salió del local para meterse en el auto.
- Bien... ¿Qué hago con todo esto ahora? – Preguntó mientras colocaba el teléfono en el soporte.
- Saguru… no tienes ni la más mínima idea de cómo maquillarte, ¿No?
- ¿Acaso aparento ser el tipo de hombre que se pinta los labios?
- Genial. ¿Kudo-kun?
- Eso es trabajo de Yukiko.
- Pensé que ustedes, manga de detectives fanáticos de los misterios, más un mago desquiciado…
- ¿Qué hice ahora?
- Usted no Kuroba-kun. Me refiero a su hijo… sabían hacer de todo.
- Me halaga que nos creas super hombres, pero hay materias donde es mejor que no nos involucren. – Le respondió Yusaku.
- Pues, tendrás que ayudarlo.
- ¿Yo?
- Vamos que es fácil. Primero… despéinalo.
- ¿Qué? ¡No! – Se negó el castaño.
- No puedes aparentar estar mal en la vida e ir con el pelo perfectamente bonito y peinado. Así que Kudo-kun, hazme el favor de grabar el proceso.
- Dalo por hecho. – Le respondió mientras ponía su celular en funcionamiento.
- ¡Oigan! – Se quejó el joven detective.
- Ah, ah. No te muevas Hakuba-kun. – Dijo con una sonrisa mostrando sus dientes mientras le revolvía un poco el pelo. – ¡Listo!
- Que sepan que no estoy ni un poco feliz.
- Ahora aparentarás estar un poco peor. Ponle la crema hidratante. Si la piel parece brillosa, le dará un look como de fiebre o calor.
- Bueno, eso puedo hacerlo yo. – Dijo mientras buscaba el pomo y se la colocaba rápidamente.
- Excelente. Comencemos con el maquillaje. Kudo-kun, con cuidado, no le saques un ojo, pásale suavemente el lápiz labial por debajo de los ojos y sobre las esquinas. – Le explicaba Aoko mientras se señalaba su rostro para que entienda.
- Ok… probemos con un ojo… ¿Así? – Dijo corriéndose de la cámara.
Akako se tapó los ojos al verlo y empezó a descostillarse de la risa, al punto que no podía hablar.
- ¿Por qué te estás riendo tanto? – Preguntó el castaño con preocupación mientras bajaba el espejo del acompañante para verse. – Kudo-kun, ¿Qué hizo?
- ¡Hice lo que me dijo! Menos mal que probé en uno solo.
- Dije suavemente, no de forma que parezca un payaso. Es mucho maquillaje, así que vas a tener que sacárselo con las toallas desmaquillantes.
Una vez que sacaron todo rastro, empezaron de nuevo. Esta vez, Saguru sacó el teléfono del soporte del auto y se apuntó a la cara para que vea.
- Vas bien, vas bien. Pon un poco más en ambas esquinas. ¡Listo! Saguru, cierra los ojos, y ahora Kudo-kun, con los dedos, difumina por todo el párpado y por la parte de abajo del ojo. Tiene que lucir natural, sino se darán cuenta. En las esquinas hazlo de forma redondeada para que siga la forma del ojo.
- Creo que está bien. Al menos luce drogado. – Comentó mientras analizaba su obra de arte.
- Gracias.
- Ahora la nariz. Hazle una línea medio fuerte en el medio de la parte redondita, y sobre los alrededores de los agujeros. Haz una línea más suave en la parte de arriba del labio y debajo de la nariz. Ahora con los dedos, difumínalo de la misma forma que los ojos, pero en movimientos redondos. Tiene que parecer como que está resfriado.
- No está bien que lo diga yo, pero no estás quedando nada mal.
- ¡Vas re bien! ¡Está quedando horrible! – Dijo Akako alentandolo.
- Akako… me las vas a pagar.
- Tú pediste verte de esta manera.
- Me encantaría saber por qué sabes cómo maquillarte así.
- ¿Nunca quisiste faltar a un evento?
- Excelente idea. Lo empezaré a aplicar. – Dijo el mayor del auto.
- Te falta una última cosa pero puedes hacerlo vos Saguru. Ponte dos chicles en la boca y moja uno de los hisopos con el aceite que compraste. Luego con cuidado, pasa el hisopo en la parte interna del párpado ¡Pero apenas! Te va a arder.
- ¿Qué logro con eso? ¿Ceguera permanente?
- No tonto. Se te pondrán los ojos rojos y llorosos. Y el chicle es para que no noten el olor del aceite.
Saguru al hacerlo, le empezaron a lagrimear inconscientemente los ojos.
- Awww, no llores cariño. Todos te queremos.
- Las cosas que tengo que soportar. Ahora me arden como el demonio.
- Ahora en un rato se te pasa. Luces cansado, irritado y enfermo. ¿No querías eso?
- Sí. Gracias.
- ¡No se metan en problemas!
- Intentaremos. – Dijeron los dos al mismo tiempo.
- ¿Cariño? – Preguntó Yusaku con una sonrisa pícara, una vez que cortaron.
- No preguntes.
- Te esperaré en este punto… – Le indicó mientras veía su teléfono. – Y te llamaré en cinco minutos.
- Bien. – Dijo bajándose del auto.
Saguru sacó su celular mientras se desarreglaba un poco la ropa, y empezó a caminar arrastrando los pies hacia donde estaba el grupo de Yuki. Había más de uno seguro.
Vio su reflejo en el vidrio de uno de los comercios mientras daba pasos lentos. Si bien estaba actuando… ¡Parecía hecho percha! Como si nada en el mundo le importase. Como si la vida se le hubiera ido por el desagüe. Y por un momento se preguntó, si Kaito había sufrido este mismo escenario en el pasado.
Hacía calor y estaba transpirando. Pero un escalofrío le heló el cuerpo. Ahora sí se sentía un poco enfermo.
- Ya estoy. – Escuchó a través del teléfono una vez que lo atendió. Sin darse cuenta, ya se encontraba más cerca del grupo de lo que imaginó.
- Jefe… sí… ya sé. ¡No! Usted sabe que necesito ese trabajo… Sí, este mes llegué dos veces tarde, pero… lo compensaré. De alguna forma rendiré mejor. ¡No! ¡No! Por favor. – Intentaba transmitir cierta desesperación mientras se revolvía más el pelo.
El grupo de Yuki le empezó a prestar atención, sabiendo que podían tener un próximo cliente a la vista. Claramente se escuchaba la conversación en ambos lados del teléfono, por lo que descartó la posibilidad de que sea una trampa.
- Usted sabe que necesito el trabajo. Le propongo algo. Póngame a prueba este mes. Si no rindo lo que debo o mejor, entonces renuncio y le quito la carga de tener que hacerlo. De acuerdo, gracias jefe.
Saguru colgó la llamada y se puso el celular en el bolsillo delantero del pantalón. Al ser grande, la cámara sobresalía del mismo, por lo que podía grabar lo que pasara... Solo esperaba no grabar la sentencia de su muerte.
Suspiró mientras se alborotaba aún más el pelo. Pasó a presionarse los ojos, que le ardían en serio.
- Oye… ¿Problemas? – Le preguntó el adolescente.
Saguru solamente asintió con la cabeza y siguió caminando, arrastrando los pies. Tenía que aparentar ser un zombi sin sentimientos. Ah, como diría su amigo… cara de póker.
- Si quieres, puedo ayudarte con eso.
- Dudo que un adolescente pueda comprenderme.
- Pero tengo algo que tú no. Algo que vendo.
- No estoy interesado en comprar ningún tipo de servicio.
- No es un servicio… es… materia prima. Con un poco de proceso.
- ¿Vendes sándwiches?
- ¿Eres estúpido o qué? Con razón te quieren rajar del trabajo.
- Tengo dos trabajos y no he dormido en 54 horas, así que perdóname si comprendo poco.
- Te lo simplifico. – Dijo mientras lo alejaba de la calle y lo metía en un callejón – Dame cien mil yenes, y te daré unas pastillitas que parecen caramelos, para una semana. Una por día te alcanzará a ser la persona más eficiente de la compañía. ¿Qué te parece?
- Pero… eso equivale a casi todo mi sueldo.
- Corrección… a casi un sueldo. ¿Cobras por trabajo realizado?
- Sí.
- Y tienes dos trabajos ¿No? Además, seguro tienes algún ahorro por ahí. Míralo como una inversión amigo. Si ves que te rinde, ganarás mucha más plata al corto plazo. ¿Qué dices? ¿Te animas?
- No lo sé. No puedo pensar bien.
- Pensarías mejor si lo tomaras. Con tres o seis horas por día, en una semana, puedes llegar a hacer el trabajo de un mes. Imagínate lo que ganarás.
- Si me sirve para rendir, lo quiero. Pero tengo que sacar plata para eso. Lo que gané hoy no me alcanza.
- Tienes un cajero a mitad de cuadra.
- Pero… si veo que funciona y… no sé. Necesito más, ¿Te encuentro acá?
- Nunca estamos en un mismo lugar, pero siempre estamos en un radio de 25 cuadras. Empieza a dar vueltas hasta que nos veas. Los mejores llevamos una gorra naranja.
- Mmm de acuerdo.
Saguru salió del callejón arrastrando los pies mientras seguía pensando en encasillarse en su papel. Caminó los pocos metros a mitad de cuadra y sacó la plata que necesitaba. ¡Ni en sus sueños pensó que iba a usar su dinero para compra droga!
- "¡Me siento un criminal! Me imagino a papá… el muy feliz Jefe General de la Policía, preguntándome cómo me había ido en mi día. Y yo muy animado le contestaría: ¡Genial papá! ¿Sabes que hice hoy? Tuve mi primer experiencia de compra de droga."
El castaño regresó al punto de encuentro e hizo el intercambio.
- Hiciste bien muchacho. – Dijo mientras le entregaba la pequeña bolsita con unas mini pastillas color marrón. – Ya verás cómo volverás la semana que viene. Te esperaremos.
El grupo se fue, y él se quedó en el mismo lugar por un rato, haciéndose el distraído. Emprendió el viaje hacia el norte, asegurándose que nadie lo seguía. Dobló un par de cuadras, realizando un padrón de zigzagueo mientras terminaba de verificar que estaba solo.
Vio el auto de Yusaku y no sabía por qué, pero entró y se quedó agachado para que nadie lo viera por la ventana.
Yusaku dedujo que quería ser precavido, por lo que inició la marcha hacia la casa de seguridad. Con suerte, llegarían a las nueve de la noche.
- Ya estamos en la ruta. Puedes salir de ahí.
- Me siento de lo más ilegal. – Dijo todavía con sorpresa.
- ¿Por eso te quedaste ahí? Pensé que era por seguridad.
- Compré droga. El primer delito oficial de mi vida.
- ¡Vamos a celebrarlo esta noche entonces!
Saguru se le quedó viendo como si le estuviese faltando un tornillo. Pero también notó como se enserió de repente.
- Hay que ponerle un poco de diversión a la vida Hakuba-kun. A vece es más corta de lo que imaginas.
- Shinichi y Kaito… nos contaron.
- Lo supuse. Todo este tiempo se sintió culpable de desaparecer y de no haberles podido explicar a sus amigos lo que pasaba.
- Lo sé... Entonces, ¿Con qué brindaremos? – Terminó con una sonrisa.
Casa de los maizales – Martes 21.30 pm.
- ¿Seguro estás bien papá? ¿No me estas mintiendo? – Preguntaba Ran por vigésima vez desde que inició la conversación.
Eri se había ido a Tokio hace unos días atrás para discutir con sus colegas las posibles formas de generar un caso enjuiciable, que no tenga posibilidad alguna de un gris y que sea lo suficientemente consistente en cuanto a evidencia. Por esta misma razón era que la castaña llamaba por tercera vez en el día a su padre para ver cómo estaba. Se sentía un poco intranquila al saber que su madre no se encontraba con él.
- Ok, no hagas ninguna otra locura e intenta cuidarte por favor. ¡Dile al padre de Kaito-kun que deje de tirarte granadas!
- ¿Recuérdenme quién es el padre y quién es el hijo acá? – Comentó Heiji al grupo mientras la veía caminar de un lado al otro sobre el césped.
- Ran-chan es Ran-chan. Nunca va a cambiar. Siempre se preocupa por todos antes que por ella misma. – Agregó su novia que se encontraba sentada a su lado sobre el deck.
- ¿Eres de las que cree que la gente no cambia? – Preguntó un curioso Kaito que se encontraba sentado, apoyando su espalda sobre la pared de entrada de la casa.
- Supongo que sí. La gente en esencia, es siempre la misma. – Y Aoko la miró con curiosidad por el tema abarcado. – Podrás cambiar tu aspecto, algunas costumbres o modificar la forma en que realizas las cosas. Pero aun así, dentro tuyo seguirás creyendo en lo mismo y pensarás exactamente lo mismo que siempre. Ustedes por ejemplo, no cambiaron en nada.
- … – Y Heiji la miró con cara contradictoria.
- Dejemos de lado el físico. – Le contestó con obviedad al verlo. – Aunque quizás deberías ponerte a hacer las rutinas con ellos. No te vendrían mal. – Terminó con una sonrisa irónica.
- ¿Acaso me estás diciendo que estoy rechonchito?
- Yo no dije nada. Solo te lo sugerí.
- O sea que lo estás confirmando.
- No te estoy afirmando nada.
- Tampoco me lo estás negando, por lo que al no hacerlo, indirectamente me lo estás confirmando.
- Agghh. ¿Por qué tienes que analizar absolutamente todo lo que digo?
- ¡Porque te conozco desde que éramos unos críos, malvada!
- ¡¿A quién le dices malvada, tonto?!
- ¡Tonta eres tú!
- Definitivamente ustedes no cambiaron en nada. – Agregó el mago riéndose de la pareja.
- No puedes decir que no cambiaron. Este parece un viejo de ochenta años. – Y el de Osaka señaló a Shinichi quien estaba tranquilo viendo como la karateca hablaba.
- ¿Y yo que hice? ¿Puedo preguntar por qué siempre me meten en el medio? Ni siquiera dije una palabra. – Dijo saliendo de su ensimismamiento.
- Él es un claro ejemplo que va en contra de tu teoría: se puso serio… – Siguió diciendo mientras ignoraba a su par.
- Siempre fui serio, ¿Qué te pasa? – Dijo a la defensiva.
- Extremadamente serio. Vives en las sombras cuando antes querías llamar la atención de 3/4 de Japón…
- Bueno, tú no puedes hablar mucho al respecto. – Le recriminó Kazuha.
- Shhh, que lo estamos criticándolo a él. – Con lo cual el del este rodo los ojos.
- Y llegó la que va a terminar de confirmar o negar el tema. – Dijo el mago al ver a la del este acercarse al terminar de hablar por teléfono.
- ¿Qué pasó ahora? – Preguntó ajena a la discusión mientras todos la miraban.
- ¿Cuánto piensas que cambió Shinichi? Quitando de lado el físico obviamente. – Preguntó Heiji con curiosidad.
- ¿Por qué se supone que te están analizando? – Le consultó a su amigo de toda la vida.
- No me preguntes. Yo estaba bien callado y de repente me apuntaron con un láser en el medio de los ojos.
- ¡Me hiciste acordar! – Exclamó de la nada Kazuha. – Heiji… ¿Qué significa el PIN de Kudo-kun?
Shinichi se alarmó ante eso y el del oeste lo notó enseguida. Es verdad… en algunas cosas no había cambiado en nada.
- ¿Cuál es? – Consultó con interés y una sonrisa maliciosa.
- 7266. – Indicó Kazuha.
- ¿Tiene un significado? – Preguntó con confusión el mago al del este.
- Es lo que me dijo en el auto al venir acá. – Comentó la de Osaka.
- Es solamente un número. No es necesario tanto análisis. – Manifestó Shinichi.
Heiji tenía una sospecha, por lo que sacó su teléfono para ver las letras que lo componían... mientras que el detective contrario empezaba a transpirar. Sabía que no iba a tardar más de un par de segundos en descubrirlo.
- ¿En serio? Repito la pregunta… ¿En serio? Kazu tiene razón. En algunas cosas la gente no cambia. Pero que tierno eres amigo mío. En estos temas sigues siendo tan adolescente, ingenuo y transparente como papel film. – Terminó de decir mientras se reía.
Shinichi no pudo evitar ponerse colorado ante el comentario.
- ¿Te sonrojaste? – Preguntaron Kaito y Ran con duda al verlo.
Como si fuera poco, ambos fueron gateando para ver mejor su rostro, provocando que el rubor en sus mejillas se intensifique.
- ¡Sí, estás sonrojado! – Exclamó Kaito con sorpresa. – Hace años que no veía ese tinte en tus mejillas.
- ¡Me dejan en paz! – Espetó Shinichi mientras intentaba ver para cualquier lado.
- Ahora estoy curiosa. ¿Qué significa? – Preguntó Kazuha.
- ¡Te mato! – Le advirtió el del este.
- ¿Asesinarías a tu amigo? – Le preguntó Heiji.
- Sí, lo haría. – Le respondió el mago sin dudar. Se estaba divirtiendo con la escena.
- Quieres dejar de acercarte tanto para verme. – Dijo ofuscado el del este al ver los ojos de fascinación de Ran.
- Pero es que… esto sí es nuevo.
- Bueno… tú no puedes hablar mucho Mouri-san. Recuerda que pudimos ver el video que grabaste, por lo que sabemos cómo desbloquear tu teléfono. – Manifestó el moreno.
- Ahora eres tú la que está sonrojada. Espera… ¿Cuál es el de ella? – Consultó Shinichi con curiosidad al verla.
- Si yo tardé dos segundos en descubrir el tuyo, tú tardas un nano segundo si te lo digo y encima te caes de trasero. – Exclamó Heiji.
- ¡Hattori-kun! – Le recriminó Ran.
- Es tu culpa por decirlo públicamente a la cámara.
- ¡No había otra forma para que nos encontraran!
- Por cierto... muy lindo el bicho raro de la cadena. – Comentó con los ojos divertidos y con una sonrisa que mostraba todos sus dientes. No lo había visto, pero le bastó la explicación de Akako para fastidiarla.
- ¿Bicho raro? – Preguntó Shinichi alzando una ceja.
- Sí, sí. Está en la guantera de Rei, así que cuando quieras, puedes…evidenciarlo. – Dijo con una mueca de satisfacción.
- ¡¿Qué hace ahí?! – Exclamó la karateca.
Ran se sentía a punto de explotar de la vergüenza. Que las chicas lo supiesen estaba bien. Pero que Heiji tenga conocimiento de estos temas tan privados, cuando no se hablaban hace más de un año… era totalmente bochornoso.
- Heiji, ya déjalos o ambos van a querer enterrarse. – Se apiadó Kazuka al ver el estado de su amiga.
- Solo por esta vez te haré caso. Creo que me voy a ir a dormir. – Dijo bostezando.
- Shinichi, ¿Encendiste el auto estos días? – Preguntó Kaito.
- No. Y ya pasaron un par de días.
- ¿Quieres que lo haga? Todavía no tengo sueño.
- Si tienes ganas. Ya sabes dónde están las llaves.
- Intenta no encontrar un llavero con una foto especial, o algo por el estilo. – Dijo Heiji.
- Vas a irte a dormir con un chichón si sigues insistiendo. – Dijo Shinichi con los ojos entrecerrados, mientras el moreno se reía.
- Kaito, ¿Puedes hacer lo mismo con la moto? – Consultó Heiji mientras entraba con Kazuha a la casa.
- Con mucho gusto. – Dijo con una gran sonrisa.
- ¿Puedo ir contigo? – Consultó Aoko.
Kaito se extrañó ante la petición y su sonrisa se desvaneció. Generalmente Aoko intentaba delimitar una distancia de 5 metros entre ellos, solo por si las dudas. ¿Por qué ahora tenía deseos de querer estar cerca de él? Todavía no se había calmado con respecto a lo que le pasó a su madre, y si llegaban a discutir por cualquier tontería, estaba un cien por ciento seguro que no iba a callarse esta vez.
- No tengo problema. Solo te advierto que no estoy muy paciente para ningún tipo de intercambio de… opiniones.
Aoko entendió a lo que se refería y afirmó con la cabeza. Ella tampoco tenía ganas de discutir después de todo lo que pasó.
Una vez que el joven mago recolectó las llaves, emprendió el camino en silencio con su ex mejor amiga a su lado.
Shinichi se quedó con los brazos apoyados sobre la baranda, mirando de forma concentrada y analítica a la pareja… hasta donde la oscuridad se lo permitió.
- Aoko-chan no te agrada, ¿No? – Afirmó Ran mientras se apoyaba de espaldas al barandal a su lado.
- No la conozco, así que no le tengo confianza. Y menos con lo que pasó el sábado.
- Con razón la miras como si fuera tu próxima comida.
- "¡Ja! No es a ella a la que mordería" – Pensó mientras la veía con interés.
- ¿Crees que… las personas no merecen una segunda oportunidad?
- Sí, no, depende… no lo sé.
- Cuantas opciones. –Dijo con diversión – Por cierto… ¿Vas a decirme qué significa tú PIN?
- Eeeeemm, agrégalo al cuestionario para cuando hablemos.
- La lista se está tornando interminable. – Le contestó sonriendo mientras apoyaba su cabeza en el hombro de él.
- Espero entonces que tengamos el tiempo suficiente para contestarlas todas. – Dijo con la comisura de sus labios levantados.
- ¡Ya, déjense de coquetear! Que estemos dentro de la casa no significa que no los escuchemos. – Exclamó gritando el moreno.
- ¡Heiji! Shhhh, no seas idiota.
- Tú solo quieres chusmear lo que hacen.
- Claro que no.
- Claro que sí.
Tanto Shinichi como Ran se vieron a los ojos para negar con las cabezas al mismo tiempo. Esta pareja… nunca cambiaría.
Por otro lado, entre los cultivos…
- ¿Hablaste con tu mamá? – Preguntó la chica mientras movía los maizales que apuntaban a su rostro cada vez que daba un paso hacia adelante.
- No puede hablar por el dolor de garganta. Así que fue más una video llamada con señas y gestos que otra cosa.
- ¿Estaba bien?
- Sí, considerando las lesiones que tenía.
- No debieron involucrarse en esto. Ahora tu madre y el padre de Ran-chan están heridos por eso. – Dijo con cierto cargo de conciencia al saber que la última vez no habló ni tres palabras con Chikage.
- Todos sabemos a lo que nos exponemos. Si tu padre estaría en la misma situación que tú en estos momentos, ¿No te involucrarías para ayudarlo?
- …
Kaito se detuvo entre los maizales al no escucharla. No era una gran pregunta que necesitaba una gran respuesta.
Se dio la vuelta para intentar ver su rostro entre la tenue luz de la Luna, pero se encontraba viendo hacia el suelo.
- ¿Por qué no me estás respondiendo algo tan simple?
- Cambiemos de tema. No quiero hablar de esto.
- ¿Camb…? ¡Wuau! – Dijo sorprendido mientras movía una mano en diagonal desde su cuello hasta el hueso de la cadera.
Kaito no entendía a esta persona en lo absoluto. Esta… entidad que estaba enfrente de él… no era lo que en algún momento fue su amiga.
El joven mago se dio la vuelta y empezó a caminar.
- Toyama-san se equivocó en su teoría. La gente sí cambia.
- Se llama crecer.
- Claro. Sigue convenciéndote de lo mismo. Una cosa es crecer y otra cosa muy distinta es madurar.
- ¿Acaso no me dijiste que no estabas en condiciones de discutir? No empieces algo que sabes que no quieres hacer.
- No tengo problema en discutir, si es lo que quieres. La única diferencia es que esta vez no me siento capaz de cerrar la boca como lo vengo haciendo, por lo que si te respondo algo que no te agrada, hazte cargo de las consecuencias. El que avisa no traiciona.
- Ah cierto. Me olvidé que eras un especialista en dejar notas.
El mago se paró en seco y suspiró, antes de enfrentarla nuevamente.
- ¿Qué demonios te pasó en estos dos años para que te hayas vuelto tan mierda de persona?
- ¿Perdona? – Dijo anonadada al escuchar como la calificó.
- Te avisé que te hagas cargo de las consecuencias, y aun así, sigues tirando de la cuerda. La verdad que no puedo creer que lo que veo enfrente mío en estos momentos, fue mi amiga durante la mitad de mi vida.
- Lamento que sea una desilusión en tu vida.
- La verdad que yo también lo lamento. Me da mucha pena que esa fantástica, dulce e incluso tierna persona que conocí al pie del reloj se haya transformado en una persona tan amargada y egoísta.
- No tienes idea de lo que pasó en mi vida todo este tiempo. Así que no puedes recriminarme absolutamente nada.
- No todo gira alrededor tuyo Aoko. – ¡Al diablo los apellidos! –La vida de todos cambió, y aun así, ninguno de nosotros le da la espalda a su familia como lo estás haciendo vos. ¿Cuántas veces llamaste a tu padre desde que estás acá?
- Justo tú me vienes a decir eso, que hace más de un año y medio que no veías a tus propios padres.
- No te lo voy a negar, es verdad. No los vi por mucho tiempo. Pero jamás corté la comunicación con ellos. Jamás dejé de preguntarles cómo estaban, o de escribirles por teléfono, o de por lo menos mandarles un maldito audio por mensaje. Tú por otro lado, es como si quisieras eliminarlo de la faz de la tierra. ¡Es tu padre maldición, y es la única familia que te queda! Está arriesgándolo todo por ti, y ni siquiera eres capaz de ser un poco humilde y hablar un minuto con él. Así como eres con tu padre, eres con el resto de las personas. Antes de empezar a criticarme a mí, empieza por verte un poco al espejo. Continúa por el mismo camino y terminarás alejando a todos los que te quieren.
Él se dio vuelta para terminar el último trecho que faltaba antes de llegar a los vehículos. Ella… se quedó estática entre los verdes y fríos cultivos, mientras sentía como su corazón, de una forma muy dolorosa, se estrujaba al punto de ocasionar lágrimas en sus ojos.
Respuestas a reviews:
Ferchus 12356: ¡Acertaste sobre Chikage otra vez! Y es verdad que kogoro hubiera gritado más... es un personaje ese hombre.
Zulaypao22: ¡Acertaste también! Kaito se enojó. Veremos que pasa a futuro con eso. 🙈 Habrá momentos Ran y Kazu, ¡Pero falta bastante! A no desesperar. Y con respecto a Aoko, la estoy dejando en pausa a propósito. Ya saldrá a la luz su historia/protagonismo.
Arual17: Oh si. Me gustó la "maldición de los Kuroba". Me falta una pata pero no está tan lejos de desarrollarse. Me alegra que te esté gustando la historia. ¡Se viene más de todo en grande!
Karakemi: ¡Quedarás mas intrigada ahora! ¡Y quedaras peor con los capis que se vienen! Vas a odiarme por no tener cuatro manos para escribir, en vez de dos.
¡Divino el nombre de tu hija 😊 y gracias por tus comentarios por la otra historia!
