Queridos lectores – información importante: Cambié la categoría del fic a "M". Estuve analizando un poco la historia, y algunos temas quizás son un poco fuertes. Es más, a futuro, se pondrá un poco más seria y abarcará temáticas complicadas. Teniendo en cuenta estos puntos, considero que es una historia orientada más a adultos, y por eso decidí realizarle el cambio. Cualquier consulta, me la pueden realizar por inbox.

Les pido perdón por el retraso en subir el capítulo. Les prometo que el próximo va a salir pronto y será más largo.

Mil gracias por sus comentarios, Ferchus 12356, Zulaypao22, Arual17 y Althea san. Les comento al final. 😊

Los personajes del universo de Detective Conan no me pertenecen. Es obra de Gosho Aoyama.


Equipo policial – Miércoles 01.30 am.

Desde el momento en que Chikage informó que le había colocado un rastreador al gobernador, Heizo, Ginshiro y Ginzo se dedicaron a seguirlo hasta cuando iba al baño.

Por el momento, no realizaba actividades fuera de lo normal. Sólo un día común y corriente, y una absoluta pérdida de tiempo. Lamentablemente, esto era el día a día, y podían pasar días o semanas hasta que puedan visualizar o escuchar algo. Oh sí… leyeron bien.

Heizo llamó a las seis de la mañana del día de ayer, a uno de sus equipos especiales en Osaka. El grupo compuesto por tres hombres y dos mujeres, se encargaron de instalar micrófonos y cámaras espías en su casa, oficina y auto. Además por supuesto, de colocarle rastreadores a todas las suelas de sus zapatos. ¿Invasión a la propiedad sin una orden? Claramente que no.

El jefe de Rei obtuvo pruebas contundentes a través de un video para iniciar una investigación por una sospecha de narcotráfico, por lo que firmó una orden confidencial para ejecutar la tarea de espionaje. Y de casualidad… existía una abogada en Tokio que se estaba encargando de documentar todos los procesos y procedimientos a través de jueces confiables para que no haya ninguna posibilidad de que alguien pueda imponer un "pero" en el caso.

- ¿Todavía no se fue a dormir? – Preguntó Ginzo mientras se sentaba en una de las sillas del pequeño departamento que habían alquilado. – ¿Qué tanto tiene que hacer a esta hora de la noche?

- El drug flow del día, organizar las rutas, programar las coimas, inventariar a las mujeres… – Enumeró Ginshiro con ironía mientras tomaba un vaso de agua y lo dejaba con desgano sobre la mesa. – Agua… lo que hace mi hija para que no tome cerveza a la noche.

- Que futura nuera me espera. – Se quejó Heizo.

- No te quejes que tu hijo está a años luces delante de ella. Acumuló peligro por más de veinte vidas. – Le respondió su amigo.

- Hijos. – Dijo riéndose.

- Por cierto Nakamori-kun, no quiero parecer entrometido. Pero… entre tú y tu hija, ¿Está todo bien? No los vi hablar mucho por teléfono. – Consultó el padre de Kazuha con curiosidad.

- Las cosas entre nosotros están un poco complicadas desde hace más de un año.

Los del oeste se sorprendieron ante tal confesión, y se miraron entre ellos al no saber qué decirle.

- Sabes cómo es la adolescencia. – Dijo el padre de Heiji. – A cada uno le toca distinto.

- Tiene casi 20 años, ya está grande para tener problemas de pubertad. Igualmente, no creo que ese sea el problema. Pero simplemente… hay situaciones en las que no sé qué cómo lidiar con ella. No sé cómo haces para arreglártelas Toyama-kun.

- Mi querida esposa es la que me ayuda a mediar los cortocircuitos con mi hija. Ahora que lo pienso, las mujeres controlan mi vida. – Dijo riéndose. – Igualmente, no me puedo quejar para nada. Kazuha nunca ha causado problemas. Tenemos que estar muy rayados los dos ese día para que nos enojemos el uno con el otro. Además, está prácticamente siempre con Heiji o en la facultad, y yo me la paso trabajando. Por lo que el tiempo en el que nos vemos cada vez es menor, y por eso intentamos atesorarlo cuando lo tenemos.

- Que distintos que son a nosotros. Cuando estamos juntos y tenemos esa clase de tiempo valioso, en vez de atesorarlo… lo intentamos pasar lo más lejos posible del otro. Ya prácticamente ni cenamos juntos.

- ¿Estando en la misma casa?

- Sí. Así de mal están las cosas entre nosotros. Me replanteé todas las situaciones, conversaciones y hechos que vivimos, y sigo sin encontrar donde o cuál fue el punto de quiebre.

- ¿Pero le pasó algo en algún momento? – Consultó Heizo.

- No lo sé. Es… raro que hablemos. Cuando intenté acercarme, siempre se terminó alejando. No sé si está enfadada conmigo porque formé pareja, si odia a todos los hombres por lo que sucedió con Kaito-kun o si simplemente se le desaliñaron los patos de la cabeza.

- Quizás tiene miedo a decírtelo porque no sabe cómo vas a reaccionar.

- Lo pensé y se lo pregunté. Pero lo único que recibí fue un escueto no.

- ¿Le ofreciste que hable con alguien? – Consultó Ginshiro.

- Sí.

- ¿Y?

- Básicamente me mandó al diablo por pensar que estaba loca, y que además, para qué iba a pagarle a un desconocido cuando tenía a sus amigas para hablar.

- Ok, se me acabaron las ideas. – Admitió el del oeste.

- Sí, lo sé. Por mucho tiempo me auto flagelé pensando que era un pésimo padre y que había hecho las cosas incorrectas, hasta que Kairi me ayudó a ver que no era yo el del problema. Hice todo lo que pude, intenté acercarme, intenté hablarle y darle alternativas… pero si ella no cede para comunicarse conmigo, yo no puedo hacer más nada.

- Supongo que necesita tiempo para replantearse algunas cosas.

- Ya hace más de un año que está así. ¿Cuánto tiempo más necesita? ¿Una vida entera? A mí me queda menos tiempo de vida que a ella, así que mejor que empiece a apresurarse.

- En una de esas, estar con sus amigas y los chicos, la ayuden a ver las cosas de otra manera. – Sugirió Ginshiro.

- Lo único que espero es que nunca aparezca una noticia con un título que diga: campo en llamas por un dragón que se creía extinto.

- Si eso pasa, el maíz se volvería pochoclo. – Se rio el del oeste.

- ¿Te imaginas? ¡Último momento! Nueva plaga azota al agro: el pochoclo saltante – Exclamó Ginzo estallando de la risa junto con el del oeste.

- Qué nivel de locura que hemos alcanzado. Este grupo cada día que pasa está más mal de la cabeza.

- Tú eres demasiado serio Heizo. Siempre te lo digo. ¿Qué harás cuando te dejen a cargo de nuestros nietos? ¿Les leerás el Código de Conducta de la Prefectura en vez de los tres chanchitos? – Le retó su amigo.

- ¿Nuestros…? ¿Acaso tengo que enterarme de algo? – Dijo con los ojos desorbitados. – ¡Te juro que me senté con Heiji en una época a explicarle como funciona todo el proceso!

- ¡Mi hija no está embarazada!

- ¡Tú me lo diste a entender!

- ¡No me refería a ahora mismo! ¿O acaso hay algo que tengo que saber?

- ¡No que yo sepa!

- Menos mal que se ven todos los días. ¿Qué harías Toyama-kun si te caen con la noticia?

- Tarde o temprano va a pasar ¿No? Kazuha siempre quiso tener hijos, la gran incógnita es cuando. Si lo planean, todo está bien, y si no lo planean, también estará bien. Los dos son lo suficientemente maduros como para hacerse cargo de sus acciones.

- ¡Es tu nena, cómo puedes hablar así tan… libremente y feliz! – Dijo un ofuscado Hattori.

- Mi nena tiene casi 20 años y ya es toda una mujer. – Dijo orgulloso. – ¡Vamos! Que ninguno de los dos nos chupamos el dedo viejo amigo. ¿Crees que no tuvieron relaciones después de dos años de noviazgo? ¿Cuánto tiempo duraste cuando salías con Shizuka-chan? Así que, no te vengas a hacer el santo que los tres pasamos por esa etapa.

- No me imagino a Heiji siendo padre por el momento. – Dijo un estresado encargado de la prefectura.

- Y si lo tiene que ser, lo será. Aprenderá como hicimos todos nosotros.

- ¿Cómo puedes aceptarlo tan fácilmente? Yo creo que me muero el día que me entere que Aoko… bueno. Ya saben. – Dijo un avergonzado Ginzo. – Creo que prefiero no enterarme.

- A mí no es que me lo dijo, lo doy por sabido. Y estoy tranquilo porque es Heiji-kun. Lo conozco desde que era un bebé, así que, confío lo suficiente en él para dejarlo a cargo de ella. Por algo él está allá… y yo estoy acá viendo como este pez gordo duerme y ronca. Por cierto… se fue a dormir en serio.

- Era hora. – Exclamó Nakamori.

- En realidad, despertémoslo de alguna manera. Cuando está despierto no tenemos estas charlas tan... controvertidas. – Se quejó un rígido Heizo.

- Creo que esta noche no podrá dormir. Lograste traumarlo. – Dijo Ginzo riéndose.

- Madura amigo mío. Nuestros hijos crecieron. – Le exclamó Ginshiro con diversión.

- Creo que me quedaré haciendo guardia. – Resopló finalmente el de mayor rango.


Casa de los maizales – Miércoles 02.30 am.

Aoko se encontraba sobre el segundo colchón, mirando el techo. Estaba entre Kaito, el cual ocupaba el que estaba más cerca de la puerta, y Ran, que eligió el tercero. Kazuha por otro lado, compartía el último con Heiji.

Giró la cabeza hacia el lado izquierdo, y vio a la pareja abrazada bajo las sábanas, y a Ran totalmente tapada. En cambio, cuando giró hacia el lado derecho, se encontró al mago de espaldas a ella, tapado hasta la cintura. Todavía podía escuchar las palabras que le dijo hace unas horas, haciendo eco en su interior… y seguía sintiéndolas como estacas por todo su cuerpo.

No quería estar más tiempo en la misma habitación torturándose. Así que, suavemente fue doblando las sábanas hacia el final de su cama, para levantarse e ir afuera.

Cuando salió, vio a Shinichi en el escalón de abajo de todo de la escalera del deck. Cuando éste se dio vuelta para ver quién era, su mirada se tornó inquisidora. Sabía que ella no era su persona favorita, pero no le importó… ¿O sí? ¿Por qué se llevaba tan mal con él si no lo conocía?

- ¿Te molesto si me quedo en el escalón de arriba? – Le preguntó con cansancio y rendición.

- No. – Le respondió después de unos segundos.

- Gracias por el gesto. Aunque sé que lo hago. – Dijo sentándose.

La noche estaba relativamente fresca hoy y es lo que ella necesitaba. Apoyó su cabeza sobre el costado de la baranda de las escaleras, y aprovechó a congelar el dolor de cabeza que empezó a tener desde que derramó la primera gota de agua salada. Cerró los ojos por un momento y se abrazó a sí misma, disfrutando de la agradable sensación.

Hasta ese momento, nunca se había percatado del tiempo que llevaba sin llorar. Se había prometido a nunca bajar la guardia para que eso no pasara, pero… no es que lo hizo. La armadura que vestía desde hace días, meses o incluso años, no estaba tan fuerte como el día que decidió ponérsela, y las cuchilladas que le dio el mago, atravesaron el tejido fácilmente. La pregunta que tanto la estaba molestando al no poder responderla era… ¿Por qué?

Algo liviano pero cálido se posó sobre su torso y rodillas. Al abrir los ojos, vio que tenía una campera negra encima. Con extrañeza, dirigió su mirada hacia el único que se encontraba despierto con ella, viendo que ahora vestía una simple remera gris.

- Vas a enfermarte con tan poca ropa puesta. No es bueno que estés descalza tampoco. – Le aconsejó el de ojos azules con voz suave mientras volvía a su lugar. Una voz muy distinta a la que usó esa noche en la que pelearon.

- "¿Por qué te preocupas? Se supone que eres el malo de historia. Se supone que estuviste involucrado con esa Organización. Se supone que eres igual de culpable que Kuroba-kun. Le había mentido a Ran-chan. Le mintió a su amiga, y la destrozó. Debería odiarlo. Se supone que era una mala persona… ¿Entonces por qué Ran-chan le hablaba, se acercaba y le sonreía como si no hubiera pasado nada? ¿Por qué él acaba de hacer lo que hizo? ¿Para engañarla? Alguien que te da su campera para que no sientas frío… ¿Es realmente una persona embustera?" – Pensaba la del este.

- …

- Gracias – Susurró.

- ¿Te pasó algo? – Dijo mientras se ubicaba en su escalón original, pero esta vez de costado para verla.

- Un mal sueño. – Mintió.

- Creo que a veces la realidad puede golpear más fuerte que cualquier pesadilla que hayas podido tener.

- … – Arrugó el entrecejo con desconfianza. – "Entonces hablaste con él.".

- No hablé con Kaito si estás pensando en eso.

- ¿Cómo…?

- Y ahora acabas de confirmarme que el problema fue él. Solo observo y deduzco. El resto es unir los hilos. Hace unas horas volviste sola, con los ojos rojos y llorosos. Considerando el carácter que tiene Kaito por lo que le pasó a la madre, se le debe haber saltado la térmica con algo. El tema es que, si te afectó tanto como parecería ser, es porque algo de razón tenía.

- Ay por favor. Nunca en otra vida, quiero cometer un crimen y que seas tú el que me descubra.

- Intenta enseñarle a tus otras vidas que no lo hagan entonces. – Dijo con una leve sonrisa divertida.

- Como si pudiera hacer eso.

Otra vez el silencio. Hay veces que no era su aliado más querido. Le hacía recordar lo vacía y sola que se encontraba.

- ¿Realmente soy tan mala persona? – Preguntó apenas de forma audible.

Shinichi exhaló suavemente mientras pensaba qué decirle. No se sentía el adecuado para responder estos temas, dado que se caracterizaba por ser directo y sincero, y no es una virtud que a todo el mundo le gustaba.

- La verdad… es que no te conozco. Por lo que darte una respuesta a tu pregunta, no es posible. No conozco tu historia, y no conozco los hechos por los cuales actúas y piensas como lo haces. A mi modo de ver, cometiste algunas equivocaciones en algunas situaciones. Pero es como analizo yo las cosas. Es un punto de vista totalmente subjetivo en vez de objetivo. Por ende, mi respuesta no va a ayudarte para nada. Eso es algo que solo tú puedes responderte.

- Qué manera de marearme para evadir responderme.

- ¿Quién soy yo para opinar sobre ti?

- Un tercero… que observa y deduce demasiado. A veces los puntos de vista externos nos ayudan a considerar criterios que no teníamos en cuenta.

- Ah, pero para eso tienes que estar predispuesto a querer escuchar.

- Voy a aprovechar estos cinco minutos donde estoy intentando no apuntar a nadie con los cañones. Respóndeme sincero. ¿Aparento ser dulce?

- "¿Por qué me toca a mí a responder este tipo de preguntas? ¡¿Qué hice en mis otras vidas con las mujeres?! Si te lo digo sinceramente me vas a mandar al diablo y veinte cuadras más lejos. ¿No podías preguntarle esto a Heiji ayer? ¿Qué demonios le dijiste Kaito? Mañana te tocaba a vos hacer guardia, ¿No podías esperar hasta ese momento para mandarla a freír churros?".

- No me enojaré, te lo prometo. Si le hago estas preguntas a las chicas, obviamente que van a responder de la mejor forma para que no me sienta mal, y no necesito eso en estos momentos.

- Entonces debo decir que no.

- "Otra puñalada". – ¿Te parezco tierna?

- No en estos momentos.

- "Otra más al inventario". – ¿Soy amargada y egoísta?

- No considero que amargada sea el mejor adjetivo... pero en algunas ocasiones sí sentí que eras un poco egoísta.

- Entonces tiene razón en lo que me dijo. – Susurró angustiosamente mientras cerraba los ojos para mantener el agua salada contenida. – Soy una desilusión y una mierda de persona como dijo.

- "¡Kaito, te fuiste al carajo con la sinceridad!" – Pensaba el detective con los ojos como platos. – Para que te haya dicho eso, tiene que tener una causa. ¿Le dijiste algo que lo hizo enfadarse?

- Sí, es mi culpa también. Estábamos hablando tranquilamente hasta que no quise responderle un hipotético escenario. Me empezó a decir algo que me lo tomé como un ataque, y… yo le respondí peor al intentar protegerme. Tendría que haberme callado.

- Ahhh, eso no es tan fácil de hacer.

- Igualmente, eso no quita que no tenga razón.

- La cuestión es, si piensas que tiene razón en lo que te dijo, ¿Qué vas a hacer al respecto? ¿Sigues de la misma forma porque te gusta ser así, o empiezas a cambiar? A veces no es lo que queremos escuchar, pero las críticas pueden ser constructivas si se las analiza con calma.

- En este caso fue más destructiva que constructiva.

- Ehhh, no te lo voy a negar. Se le fue un poco la mano. Cuando Kaito está con exceso de alguna emoción fuerte, suele ser un poco… complicado de tratar. Si se encuentra de esa manera, es mejor darle su espacio o intentar no responderle, porque vas a ir al choque seguro.

- No era así en el pasado. Rara vez se lo veía furioso o irritado. No me lo vi venir y me agarró totalmente desprevenida.

- "Eso es lo que tú crees. Se guardaba todo para no preocupar o causarle problemas a nadie… y así terminó explotando."

- Sabes… a veces quiero retroceder el tiempo. – Le confesó mientras miraba la pequeña Luna creciente sobre los pinos que rodeaban la propiedad.

- ¿Para qué? ¿Para modificarlo?

- No quiero cambiarlo, porque sé que no podré. Pero al menos… puedo volver a revivir esa época donde… me sentía un poco más feliz.

- Dicen que la ignorancia es la madre de la felicidad.

- …

- No te estoy criticando o diciendo que eres una ignorante. A decir verdad, yo también quise hacer ese viaje varias veces en mi vida. Más de las que podría recordar.

- ¿O sea que es normal sentirse así?

- Sí, supongo que sí. Pero también conlleva a reconocer que tienes un problema que no has podido resolver. La pregunta es… ¿Cuánto más vas a esconderte de él?

- ¿A qué te refieres?

- Si siempre quieres revivir el pasado, terminarás estancado en él y nunca podrás alcanzar nuevamente la felicidad. Es como si estuvieras viendo una película, y a la mitad la detienes porque tienes miedo de saber qué es lo que pasará después. Cuando la retomas, tienes que empezarla de nuevo, porque ya te olvidaste la trama… hasta que llegas a la mitad de nuevo y tu cerebro te dice: ¡Vuelve al comienzo donde todo era paz y amor! ¡Ponle stop cuando va a caer la bomba atómica porque sabes que tu mente no puede soportar lo que viene! – Le dijo con voz graciosa. – ¿Y luego que haces?

- La rebobino otra vez. Así nunca sabré si la bomba cae o la desactivan antes de que explote.

- Exacto. Y nunca sabrás si los personajes terminan todos muertos o tienen el final más feliz de la vida. Es un círculo vicioso que lentamente te va consumiendo. Lo peor de todo, es que la cantidad de tiempo que pierdes normalmente en rebobinar, no lo recuperarás nunca más en el futuro. Entonces una película que dura una hora y media, durará por lo menos cuatrocientas horas o hasta que te decidas a terminarla.

- ¿Quién estudió psicología? ¿Ran-chan o tú? – Shinichi sonrió.

- No me compares con ella. Ran es mucho más optimista y fuerte en todo. – Dijo con un tinte de orgullo en su voz. – Me imagino que te diría algo como: no puedes cambiar las cuatrocientas horas que pasaron, pero sí puedes modificar la forma en la que construyes tu futuro. Y al final del camino, terminarás ganando más de lo que perdiste en el pasado.

- … – Aoko sonrió un poco. – Tienes razón. Es una respuesta típica de Ran-chan.

- O te dice algo como eso, o te dice que tienes el síndrome de Peter Pan, aunque ahora que lo pienso, creo que es más frecuente en los hombres que en las mujeres. – Dijo con una expresión de duda mientras se tomaba el mentón.

- ¿Eso existe o me estás jugando una broma?

- Es cuando una persona se niega a querer crecer porque no quiere tomar las responsabilidades de la vida adulta. Entonces, se comporta como un chico por más que tenga… 50 años.

- No creo que tenga eso.

- Yo tampoco.

- ¿Qué crees que tengo?

Shinichi le vio el rostro. Se encontraba algo expuesta, insegura y con la autoestima más baja que otras veces. Las murallas que vio el primer día que la conoció, estaban todavía altas… pero de un menor grosor.

- Creo que algo te tuvo que haber pasado, que hizo que te replantearas muchas cosas a nivel emocional. El problema, y repito, no soy un experto en el tema, es que dejaste que las emociones negativas ganen la batalla. Entraste en un mundo de duda e incertidumbre que hizo que construyas una muralla china alrededor tuyo, con tal de que nada ni nadie pueda traspasarla y llevarte a sentir lo que sufriste esa vez. Yo creo que, atrás de ese muro, sigues siendo esa persona tierna y dulce. Pero tienes miedo de mostrarlo, porque estas aterrada de salir lastimada de nuevo. Por esa razón, actúas de forma violenta o agresiva hacia el otro cuando quiere acercarse, porque sabes que es un peligro para tu protección. Sin que te ofendas con lo que te voy a decir, quiero pensar que eres como un adorable y pequeño cachorro que se ve al espejo y se siente un lobo.

- "¿Cómo pudo verlo tan fácil? ¿Soy tan simple de leer?"

- Te diré algo que le dije a Kaito muchas veces. Es más… sigo repitiéndoselo. Toda caminata empieza con un paso. Pero depende de vos posicionarte con los dos pies en el momento cero, y depende de vos dar el primer paso. No esperes que otra persona lo haga por ti.

Aoko se quedó analizando las palabras por un momento mientras miraba y jugaba con los dedos gordos de sus pies.

- Gracias por la charla. Creo que volveré a intentar dormir. – Dijo con una leve sonrisa mientras le devolvía la campera. – No resultaste ser tan malo cómo pensaba. Perdón por haber peleado ese día.

- Olvídalo. Entiendo por qué lo hiciste. Sólo intenta no repetirlo. Ya bastante me cuesta controlar a Kaito para tener otro torpedo nuclear en el grupo. – Dijo con sorna.

La castaña se rio y entró lo más silenciosamente posible a la casa. Sentía los pies helados, por lo que se apresuró a sentarse en su cama y taparse.

Antes de acostarse y apoyar la cabeza en la almohada, sabía que podía hacer algo más, pero lo pensó una… dos… tres veces…

- "Depende de vos dar el primer paso".

Finalmente se decidió, y agarró con cuidado las sábanas del mago para subirlas hasta sus hombros. Pensando que hizo algo indebido, se apresuró a taparse y a meterse dentro del sobre mientras se frotaba los pies… sin saber que el de ojos azules estaba con los ojos abiertos y había escuchado todo.


Equipo: ¡Hola que tal! – Miércoles 13.00 pm.

¡Sí! Hora del almuerzo. Toda persona en el mundo espera que sean la una de la tarde para poder parar a la mitad de la eterna y tediosa jornada laboral. La hora donde ya tu estómago ruge exclamando que lo alimentes, que les des algo consistente… y no una simple manzana o un yogurt de media mañana.

Espera devorar esos sándwiches exquisitos que te haces antes de salir de casa. O calentar esos restos de comida que sobraron de la noche anterior… ¡y que nada se desperdicia, y amamos al que creó el contenedor de plástico más conocido como tupper! O simplemente, ir a comprar comida en los lugares cercanos al trabajo.

Esa era la situación actual que se vivía en el puerto de Tokio. Un día soleado, caluroso, donde esperas distenderte al aire libre o quejarte de tu jefe con tus colegas, o encontrarte afuera de la oficina con un arsenal de gente externa a la empresa con documentos e identificaciones de la policía metropolitana, mezclados con algunos agentes de la Agencia de Seguridad de forma encubierta. Ah no, esperen, tachen eso último de la lista de actividades deseadas.

Un grupo de unas 25 personas llegó a las oficinas de la aduana de Tokio, con una solicitud de inspección sorpresa. ¿El motivo? Consolidación de la información de los sistemas, pago correcto de los impuestos y verificación de los controles realizados sobre la mercadería. ¡Qué mentira!

Varios oficiales se encargaron de traumar a la gente de Administración, pidiéndoles todos los registros del sistema de los últimos seis meses. Analizaron y agruparon los registros de los contenedores de importación según el origen, y el destino donde iban a entregarse, concentrándose en los que iban hacia el oeste… más específicamente, a la Prefectura de Hamatia.

El resto, se dedicó a actuar un poco revisando contenedores al azar, hasta que dieron con los que ellos querían.

- Kazami-san, en estos momentos hay cuatro contenedores con origen en Sudamérica y con destino al oeste. – Dijo un oficial por el auricular.

- ¿Dónde se supone que están?

- Tres de ellos están en la terminal número tres, y el otro en la cuatro.

- ¿El contenido?

- Los de la tercera terminal vienen de varios proveedores, y por lo que dice acá, contienen aguacates congelados.

- ¿Palta? – Dijo enarcando una ceja – ¿Me estás tomando el pelo?

- No señor.

- Y están en la terminal más hostil. Qué casualidad. – Dijo rodando los ojos. – Iremos por esos.

Cuando el agente pidió de ver los contenedores y brindó el número de identificación de los mismos, se sorprendió que lo acompañaran más oficiales de aduana de lo común. Distraídamente hizo que estaba validando la documentación pertinente mientras buscaban los trajes especiales para entrar en las cámaras de frío, encontrando que todo estaba perfecto.

- Hemos realizado todos los procedimientos indicados, y como verá en el informe, no aparece ninguna observación al respecto. – Señaló uno de los oficiales.

- ¿Qué controles efectuaron específicamente?

- Documental más que nada. En el expediente va a encontrar la copia del certificado fitosanitario de exportación del órgano sanitario del país, la validación de que el proveedor utiliza el sistema HACCP para evitar enfermedades de transmisión alimenticia, la copia del certificado JAS y que toda la información referente al producto está bien especificada. Faltaría el último control, el cual se llevará a cabo cuando los camiones la transporten y pasen por los escáneres,

- "Sí, pero los escáner no van a detectar estupefacientes dentro".

- Aquí está el traje. – Informó uno de los inspectores de aduana, de mala gana.

- ¿Uno solo?

- Solo lo acompañará uno de los operarios para abrirles las compuertas. Cuando se realizan inspecciones sobre alimentos, intentamos tener el menor…contacto posible con ellos.

- "Gracias por resaltarme las últimas palabras de esa manera." – Pensaba mientras terminaba de ponerse el traje para entrar en la cámara frigorífica.

Varios agentes estaban alertas ante cualquier movimiento sospechoso, y a Kazami se le cayeron los ojos al ver el contenido cuando abrieron la compuerta. Eran paltas definitivamente… pero eran toneladas de ellas cortadas en gajos o pedazos, distribuidas en infinitas bolsas y en cajas.

- "¡Ah, me quiero pegar literalmente un tiro! Es imposible inventariar esto. Furuya-san, como siempre, me das cosas de lo más complicadas para resolver."

Kazami analizaba las cajas, no encontrando la forma de poder colocarle los rastreadores. Aparte, eran miles de cajas con cientos de bolsas adentro. ¡Era imposible descubrir cuáles de ellas irían hacia Hamatia!

- "Ok Kazami, piensa. Son tres contenedores enormes. La única opción es a través de un muestreo. Si fuese un cartel y haría esto, tendría en cuenta que una inspección podría ocurrir. Entonces… si transportaría droga… ¿Dónde la pondría?" – Pensaba mientras veía las cajas apiladas una sobre la otra.

- "En el centro del contenedor y en el medio, rodeado de cientos de cajas. Abajo se podrían llegar a aplastar y arriba las verían con facilidad." – Dedujo. – "Ahora viene el problema número dos. ¿Dónde pongo los malditos rastreadores? Es imposible que llegue al centro si está todo comprimido. Además, debo colocarlos en algún lado donde pasen desapercibidos. Y no solo eso, el frío que hace acá adentro hará que la batería de los dispositivos no duren mucho tiempo."

- ¿Todo está bien? – Consultó uno de los trabajadores para apurarlo.

- Sí, sólo estaba calculando la cantidad de palta que hay en cada caja para sacar un estimado. ¿Tiene alguna idea? – Preguntó para ganar tiempo.

- ¿No dice la caja? Generalmente viene medido en kilos.

- Sí, eso parece. – Comentó mientras iluminaba con la linterna y volvía a ver la documentación. – "¡Se me acaban los minutos y me estoy muriendo de frío!"

El agente sabía que era en vano romperse la cabeza. Así que pensó en otra manera de poder obtener la evidencia. Salió del último recipiente metálico, confirmó a los inspectores la validación de la documentación y de los procesos, y por dos horas más, se dedicaron a ver otros contenedores.

- Al final, no encontramos nada. – Comentó con fastidio uno de los agentes al salir del recinto con el auto.

- No creas, tenemos más trabajo por delante. Ahora empieza lo peor. – Dijo mientras llamaba a Rei.

- Dime que tienes buenas noticias.

- Buenas tardes para ti también. – Dijo con sorpresa mientras enarcaba una ceja. – Veo que no están durmiendo mucho con todo esto, ¿No?

- No. Perdona lo tajante que estoy.

- Relájate. Realizamos la inspección…

- ¿Y…?

- Parecería que están transportando los estupefacientes a través de millones de bolsas de aguacates trozados y congelados.

- ¿Palta? ¿Me estás jodiendo?

- No. Yo tuve tu misma impresión cuando me dijeron lo mismo.

- Pero algo no me cierra. Tengo entendido que la mayoría de la importación de ese fruto proviene de México. ¿Cuántos contenedores eran?

- Se ve que están buscando nuevos mercados para evaluar competitividad de precios y calidad. Eran tres en total.

- ¡Es imposible de encontrar algo a través de un inventario! Si metieron la droga adentro de los pedazos estamos condenadísimos para descubrir eso.

- Exacto. Así que cambiaré la forma de proceder.

- Te escucho. – Agregó con tono interesado.

- Tengo identificado los camiones que transportarán dicha mercadería, el día y el horario. La idea que tengo es, distribuir a un par de equipos a lo largo de la ruta para que lleven a cabo inspecciones y ponerles los rastreadores al camión cuando los detengan. Al menos de esa forma podremos seguirlos sin tener que preocuparnos de que se acaben las baterías de los rastreadores o que sean detectados.

- Bien pensado. También podrás saber la empresa de transporte y el conductor. Si encontramos alguna relación habitual ahí, podremos ir formando la triangulación.

- Luego será cuestión de ir siguiéndolos para saber dónde los van dejando. Ahora iré para las oficinas para organizar eso. Supuestamente se los llevan mañana a la madrugada, así que debo apresurarme siendo que son pasadas las seis de la tarde.

- Buen trabajo Kazami y gracias por toda la ayuda. Sé que tienes varios incendios, así que intenta comer y descansar, que no sueles hacer ninguna de las dos cuando estas atareado.

- Mira quien habla.

- Hey, hey.

- Nos vemos Furuya-san.


Casa de los maizales – Miércoles 20.30 pm.

- Sigo sin entender por qué no me despertaste, Kaito. – Se quejó Shinichi mientras agregaba algunos productos al carrito de él.

- Necesitabas dormir y se te veía tranquilo. ¿Para qué iba a hacerlo? Además… parece que tuviste visitas ayer a la madrugada.

- ¿Estabas despierto?

- Sí, y no sabía que podía llegar a ser difícil de tratar en algunas… circunstancias. – Dijo con tono molesto.

- A esta altura del partido, ya deberías saber que eres bastante complicado cuando estás alterado por algo. – Le recriminó rodando los ojos. – ¿Por qué no saliste?

- ¿Para qué? Quería hablar contigo, no conmigo.

- Después de lo que le dijiste ayer, obviamente que iba a querer evitarte a toda costa.

- Sencillamente le dije la verdad.

- Sí, y de qué forma. Para la próxima saca un arma y dispárale.

- Ella hace lo mismo conmigo, ¿No?

- ¿Y por eso tienes que imitarla? Eso te convierte en lo mismo que ella.

- … – El mago le dedicó una mirada de muy pocos amigos.

- Ok. Es tu problema, no el mío. Resuélvelo a tu modo. – Dijo elevando las manos.

Ambos se encontraban en un pequeño supermercado a unos 20 kilómetros de distancia de la casa donde estaban hospedados. Ran y Aoko los habían acompañado y se estaban encargando de ubicar otros productos mientras que Heiji y Kazuha decidieron quedarse, dado que no entraban todos en el auto y alguien debía quedarse a vigilar la casa.

Shinichi por algún extraño motivo, se había quedado dormido por tres horas. El grupo se había sentado en una ronda bajo los árboles a la tarde, y el detective se había acostado de espaldas al suelo con un brazo atrás de la cabeza. A los pocos minutos, Ran le empezó a enrular el pelo y después de ahí… no se acordaba más nada. Lo próximo que vio, fue un Sol naranja a punto de esconderse en el horizonte.

No era habitual que él durmiera a la tarde por más que haya realizado guardia y no haya dormido por casi dos días. Es más… era algo totalmente descomunal en él. Desde que llegó a Japón, las cosas se revirtieron a pasos agigantados, y algunos cambios estaban empezando a hacer cortocircuito en su cerebro.

- ¿Y tú por qué estás tan fastidioso? – Le consultó Kaito.

- ¿Por estar haciendo las compras a las ocho de la noche? No quiero exponerlas tanto.

- Cálmate un poco. Me parece que estás más ofuscado por los sentimientos que te provoca cierta castaña que se encuentra viendo qué tomate es el más adecuado comprar. – Se jugó a decirle mientras veía a ambas chicas a unos metros de ellos en el sector de la verdulería.

Por primera vez en años, Kaito pudo notar el desconcierto del detective. Como si hubieran retrocedido el tiempo a los 17 años. Aquella época donde todavía eran unos inocentes y alegres adolescentes, y no dos adultos semi amargados y serios que transitaron de rodillas el mismísimo infierno.

- Y veo que no me equivoco en lo que digo. ¿Qué te pasa?

- Nada. – Respondió automáticamente mientras arrojaba una bolsa de cereal al carrito de compras.

- Shinichi, quieras o no, te conozco bastante bien. Así que empieza a hablar.

- Desde que llegamos acá… siento que todo cambió. ¿Sigues teniendo las pesadillas que solías tener?

- No tengo pesadillas porque las vivo diariamente con cierta mujer. – Le contestó entrecerrando los ojos. – ¿A dónde quieres llegar?

- Todo esto es ilógico y poco oportuno. Esta no es… nuestra vida habitual. Es demasiado bueno para serlo.

- Quizás te equivocas de perspectiva. Quizás… este estilo de vida es el que debería ser el correcto, y no el que estuvimos viviendo nosotros. Déjame adivinar tu inquietud. Estuviste dos años encerrando tus sentimientos y pensamientos en una caja fuerte impenetrable de hierro y focalizarte en convertirte en una máquina para terminar de solucionar tus problemas, para descubrir en menos de una semana, que todo lo que hiciste te importa realmente un carajo con tal de estar por lo menos un minuto al lado de Nee-chan. ¿Me equivoco? Y ahora tienes un conflicto interno porque piensas que no tienes el más mínimo derecho de poder darte el lujo de sentirte bien y de abrir esa caja fuerte por dos motivos: uno porque sabes que tienes que volver y deberás abandonar todo de vuelta, y otro porque tienes miedo de que al acercarte mucho a ella te limite a estar concentrado en toda esta operación.

El detective se le quedó viendo de forma estática por quince segundos mientras pestañeaba.

- ¿Quién se supone que es el detective acá?

- Estuve viviendo contigo por 19 meses y ambos nos hemos visto en nuestros peores momentos. No necesito ser uno para saber qué es lo que pasa por tu cabeza.

- …

- Creo que tenemos todo – Dijo Aoko mientras dejaba junto a Ran, unas cuantas bolsas con frutas dentro de ambos carritos. – ¿Y a ustedes que les pasa? – Preguntó enarcando una ceja al ver la expresión en blanco de Shinichi y la cara neutra de Kaito.

- Sólo estábamos intercambiando puntos de vista sobre qué cereal es mejor. – Respondió el mago mientras se encogía los hombros.

- Que tema interesante. – Comentó Aoko no creyéndole ni una palabra.

- Llévate ahora a Nakamori-san. – Advirtió Shinichi con voz grave mientras su rostro se enseriaba de repente.

- ¿Qué…?

Aoko sintió cómo una de las callosas manos de Kaito tomaba la suya para llevarla a otro sector del supermercado junto con uno de los carritos. Al mirar sus manos y antebrazos bien formados, fue que se dio cuenta de tres cosas: la fuerza bestial inconsciente que tenía en sus falanges, la cantidad de rasguños y heridas casi imperceptibles sobre el dorso de su mano y antebrazo, y la llamativa pulsera de color rojo debajo de su reloj que hasta ahora no había visto.

El mago dio la vuelta a la góndola donde estaban, y se acercó al sector de congelados para aparentar que estaban viendo algunos productos.

- ¿Susuki-san no te dijo nada sobre si Kyogoku-kun iba a venir al cumpleaños? –Preguntó en voz alta mientras soltaba su mano y agarraba un pote de helado para examinarlo. – Sabes que no podemos calcular bien el helado si no sabemos si esa bestia estará presente o no. Come azúcar como barril sin fondo.

- Todavía no me confirmaron. – Le respondió Aoko, siguiéndole el juego. No era tonta, sabía que algo no andaba bien.

Un hombre estaba evaluando los pasillos y se notaba que no era de la zona. Kaito periféricamente lo podía ver a través del reflejo de los vidrios de las heladeras donde se encontraban refrigerados los productos. Vio que se había posicionado cerca de ellos para escuchar a propósito la conversación y estaba viendo el contenido del carrito que llevaban. Ahora entendía por qué Shinichi dividió equitativamente los dos changuitos como si fuesen dos compras separadas.

- ¿Qué es mejor? ¿Helados individuales o postre entero?

- Individuales.

- ¿Por qué no me esperaba otra respuesta? – Dijo en voz baja con sarcasmo.

- ¿Algún problema con mi preferencia? – Le recriminó con cara de pocos amigos. – A veces es la mejor opción cuando comes algo… frío. Te facilita la vida al ser más práctico y no tener que pensar en un todo, ocupa menos espacio en el… corazón del congelador y ensucias menos platos por lo que el riesgo de salir herido con vajilla es menor.

- ¿Seguimos hablando del postre? – Consultó confundido.

- Por supuesto. – Le respondió con una sonrisa irónica.

- ¿Qué tal este? – Preguntó levantando uno.

- ¿Con cuánto presupuesto contamos? Este me parece que es un poco más barato que el que estás viendo.

El dedo de Aoko que le señalaba el precio estaba temblando un poco, y su voz no era la normal. Esto le dio a entender al mago que estaba alarmada y nerviosa. Tendría que modificar el plan para que sea más creíble.

- Pero Harukoooo. – Rogó haciendo puchero con sus cachetes y sus labios. – Sabes que es mi helado preferido, no seas mala.

- "¿Qué demonios…?" – Pensaba mientras se ponía colorada y abría los ojos con sorpresa.

La cara le parecía muy tierna… demasiado tierna, y le hacía recordar a un niño pequeño de cinco años que quería un dulce. Todo nerviosismo desapareció con esa expresión.

- "¡Otra vez me agarras de improvisto, ¿Quién se supone que es esta persona?!"

- Di que sí.

- Sabes que debemos acotarnos al presupuesto. ¡Somos como quince personas!

- Podemos hacer una excepción. – Dijo mientras le guiñaba un ojo y la abrazaba de costado para esconder su rostro de la visión del otro hombre, quien se acercaba cada vez más.

- ¡Aggh Yamato! – Exclamó mientras se reía nerviosa al sentir la dura contextura de su torso contra su pequeño cuerpo. – Deja de hacer una escena que estamos en un lugar público.

- Pero si no hay nadie.

El hombre que los veía abrió y cerró una de las heladeras haciendo ruido a propósito, y se fue caminando sin llevarse nada.

- Ves que había alguien idiota. Estoy avergonzada ahora. – Dijo Aoko con la voz un poco más alta mientras le golpeaba un hombro a Kaito.

Ambos se rieron para aparentar nerviosismo, el cual no era mentira, mientras esperaban que se aleje el hombre.

- ¿Yamato? ¿Quién es Yamato? – Le preguntó sin separarse un centímetro.

- Tú idiota. ¿Quién más?

- Claro. Es el primer nombre que se te ocurrió de la nada, ¿No? – Contestó no creyéndole mientas un tinte de celos se escuchaba en su voz.

- Con justa causa entonces me puedes explicar de dónde salió Haruko.

- Siempre me gustó el nombre. Me gusta la primavera y su significado está relacionado.

- No sabía que eras de la clase de hombre que se toma en serio el significado de los nombres – Le contestó con ironía, no sabiendo si era verdad lo que le decía.

- Claro que sí… niña con ojos azules.

- No quiero interrumpir una charla tan dulce ¿No? – Dijo Ran que se había acercado en silencio, provocando que ambos se exaltaran. – Pero debemos volver. Había otra persona más con él y Shinichi salió a ver las patentes antes que se alejen mucho.

Dejaron todos los alimentos que necesitaban frío para conservarse y pagaron por el resto de las cosas. Se acercaron al auto, y Kaito sacó los bolsos que tenían para emergencias en el baúl para junto con las chicas, empezar a guardar rápidamente las cosas que compraron. Una vez que terminaron, volvió a colocar los bolsos encima de la mercadería para tenerlos a mano.

Shinichi mientras tanto, se encontraba llamando a Heiji en el asiento del conductor.

- ¿Heiji no contesta? – Consultó el de ojos azules con preocupación mientras se subía a su lado.

- No. Ya es la tercera vez que lo intento.

- ¿Son ellos? – Preguntó Ran alarmada.

- No lo sé. Le saqué foto a sus patentes y ahora tomaremos algunas medidas de prevención antes de entrar a la casa para estar seguros. – Respondió Shinichi mientras encendía el auto y se ponía el cinturón.

Shinichi se incorporó a la oscura ruta con el auto. No estaban muy lejos de la casa y casi no había ningún auto en el camino.

- Sigue de largo por dos minutos una vez que me baje. Veré los alrededores y te abriré la compuerta si veo que no hay peligro. Si tú no ves nada fuera de lo habitual, entra. – Le sugirió Kaito.

- ¿Alguna de ustedes dos sabe manejar? – Preguntó Shinichi mientras veía por el espejo retrovisor a las chicas.

- No. – Dijeron ambas.

- Lección de 5 minutos entonces. Presten atención ambas. Luces: perilla derecha con dibujos de faroles. Contra el volante se prenden, contra la puerta se apagan.

Cuando se estaban acercando, apagó la luz del auto y en vez de descender por donde lo habían hecho la primera vez, siguió de largo por dos kilómetros más, disminuyendo la velocidad.

- ¿Listo Kaito?

- Como siempre.

El mago se desabrochó el cinturón, bajó la ventana al máximo, posó las manos sobre el borde de la ventana y se paró con las zapatillas sobre el asiento del acompañante.

Shinichi disminuyó más la velocidad y Kaito se empujó contra el asiento como si fuese un felino para saltar por la ventana. Cayó sobre el césped al costado de la ruta, y apenas hizo el contacto con sus manos, rodó para adelante por encima de su hombro para amortiguar la caída. Se quedó agachado por unos segundos, viendo hacia ambos lados, buscando la existencia de algo sospechoso. Al no encontrar nada, empezó a moverse.

- Segunda lección: nunca hagan eso. Tercero… pedal derecho acelerador, pedal izquierdo freno. – Continuó diciendo el detective.

Shinichi manejó como le ordenó el mago, cerciorándose de que no había nada atrás o delante de ellos, y dio la vuelta en U para volver por el lado derecho de la ruta.

- Cuarta lección, eso es ilegal. – Exclamó Aoko mientras se quejaba por la velocidad en la que dio la vuelta. Increíblemente el auto no hizo ningún chirrido.

- Bien. Al menos sabes lo teórico.

- ¿Por qué nos estás diciendo esto? – Preguntó Ran con inseguridad.

- Por si acaso. Última lección… palanca de cambio, la cual tiene un botón en la parte interna que deben tocar cada vez que la muevan. Se los explicaré de forma simple. Sólo necesitan acordarse de 3 letras. Letras "D/S" como está ahora, vas para adelante y el auto se mueve solo. Con la "R" vas para atrás. Y con la "P", estacionas. Fin de la lección. Ahora vean como muevo la palanca para mover el auto.

Shinichi llegó al punto donde había dejado a Kaito, y vio que la compuerta alambrada que cercaba la propiedad, se encontraba abierta. Se cruzó de mano y salió del camino principal para descender por el césped. Se pasó de la entrada un poco a propósito, para después apretar el botón de la palanca y deslizarla hacia la letra "R". Las chicas vieron como la pantalla que se encontraba en el medio del auto, mostraba la vista trasera.

El detective retrocedió hasta adentrarse entre el maizal, y así poder camuflarlo. Posicionó la palanca en la letra "P", puso el freno de mano y apagó el motor.

- Quédense dentro del auto por ahora. Iré con Kaito a ver qué pasa. Les dejaré el auricular de Heiji conectado al audio del auto para que sepan qué está pasando. Si las cosas se ponen feas, y ninguno de nosotros vuelve, se van. ¿Entendieron? Aprietan el freno y giran la llave para encenderlo.

- Ni por broma nos iremos. – Exclamó indignada la karateca.

- No te lo estoy preguntando. Lo haces. – Le respondió con una mirada llena de seriedad.

- ¡No! ¡Podemos ayudarlos! – Dijo exaltada pero intentando no levantar mucho el tono de voz para que no los escuchen.

- ¡Ran, basta! ¡Esto no es un juego! – Le dijo entre dientes. – Nakamori-san está contigo, ¿Qué vas a hacer? ¿Dejarla acá y ver cómo la torturan para después matarla? ¿O verás cómo esos tipos deciden si la reclutan para el tráfico ilegal de mujeres? Lo mismo harán contigo, idiota. Así que si no volvemos en un tiempo prudencial, se van de acá y no miran atrás. Fin de la discusión. ¿Entendiste?

Shinichi se bajó del auto antes de que pueda retrucarle algo. Tuvo que luchar contra todo su ser para no ir al asiento de atrás y quedarse con la castaña, cuyos ojos tenían una mezcla de ira, dolor, frustración y angustia.

Vio a Kaito y se acercó a él para darle su auricular, sabiendo que había escuchado el intercambio de opiniones. Los cuasi gemelos sabían que Ran no estaba de acuerdo y que estaba hecha una furia por no dejar que los ayuden. Pero no veían otro camino si querían mantenerlas a salvo, y ella debía entender, que tenía una vida al lado suyo que cuidar también.

Las dos chicas vieron como desaparecieron en segundos entre la oscuridad… y Ran nuevamente sintió ese maldito sexto sentido. Esa sensación horrenda de vacío que sintió en el parque de diversiones aquella vez.

- No otra vez. Por favor, vuelve esta vez. – Rogó totalmente asustada recordando lo que pasó la última vez.


Respuestas a reviews:

Ferchus 12356: No sé por qué te imagino revoleando puños e insultos por todos lados cuando lees los capítulos (lo cual me resulta divertido). Todo se irá desarrollando en sus justas dosis y tendrás todo lo que pides… ¡Los mordiscos tipo vampiros los tendré en cuenta!

Zulaypao22: ¡Me hiciste reír mucho con tus comentarios! ¡Deja de adherirte a Ferchus 12356 sobre comerse a los personajes!

No desapareceré salvo razones de fuerza mayor (el universo contra mi persona jajajaja), y adoro los comentarios largos porque significa que la historia te está interesando. Si tus emociones están a flor de piel ahora… ¡Pues prepárate para lo que viene!

Arual17: Ah, a mí también me dan gracias los tres puntos (…). Les pone una suspensión y un silencio a las conversaciones que a veces te ayuda a imaginarte mejor la escena.

Althea san: ¡Holis! Gracias por pasarte y dejar tu huella en esta historia. Me alegra que te esté gustando. Debo decirte que me resulta increíble la cantidad de personas que quieren que haga sufrir a Aoko por su actitud. ¡Cuánto sentimiento de venganza que hay en esos lectores!