Mil gracias a Zulaypao22, Karakemi y Althea san por sus comentarios. ¡Les comento al final!
Los personajes del universo de Detective Conan no me pertenecen. Es obra de Gosho Aoyama.
Casa de los maizales – Miércoles 21.15 pm.
- Esto es lo peor que pudimos elegir para movernos. – Exclamó Kaito al percatarse del ruido que hacían al correr entre los altos tallos.
- Estaba pensando exactamente lo mismo.
- Ya que estamos, empieza a elegir qué maíz quieres como arreglo floral.
- Gracias amigo. Siempre en las buenas y en las malas. – Le respondió con sarcasmo.
- Nee-chan te matará… tenlo por seguro. – Shinichi se quejó con la garganta y arrugó el rostro en disgusto al saber que estaba en lo cierto.
Cuando vieron que estaban por llegar al campo abierto donde se encontraba la casa, pararon la carrera para moverse lentamente, y así intentar disminuir el crujido de las plantas lo máximo posible. La distancia que habían recorrido en diez minutos, era casi de 2 kilómetros… pero ninguno estaba jadeando.
- Espero que todo sea una falsa alarma y estos dos solo estén teniendo una sesión de sexo desenfrenado. – Dijo Kaito, que se encontraba cuerpo a tierra viendo el escenario que rodeaba la casa.
- Si ese es el caso, espero que no la estén realizando donde todos dormimos ahora. – Expresó arqueando una ceja en señal de fastidio.
- Ugh, eso me hace acordar al hotel donde estaban hospedadas. Algo… definitivamente no anda bien acá.
- No. Mira. – Le indicó con el dedo. – Los autos que estaban en el supermercado se encuentran allá. No se bajaron por lo que veo. ¿Qué clase de estúpido deja las luces encendidas?
- ¿Alguien que no ve en la oscuridad? No todos tienen el entrenamiento que tuvimos nosotros con Steve. – Le contestó entrecerrando los ojos.
- Es usar la cabeza.
- No esperes que la droga no haga estragos a sus neuronas. Lo que no entiendo es por qué están tan alejados de la casa.
- Porque no es necesario. Lo que significa…
- Que Heiji está bien acompañado. Veamos el lado positivo… al menos calentamos bien al correr hasta acá. – Comentó mientras movía sus muñecas y hacía sonar sus nudillos.
- Cerquemos la propiedad y entremos por la ventana de la habitación que era nuestra. Tus cosas estaban ahí, ¿No?
- Las tengo en el auto. No las bajé dado que acá no van a servirme. Pero no te preocupes, que tengo mis trucos bajo la manga como siempre. – Dijo con su característica sonrisa.
- Eso lo sé muy bien.
Avanzaron entre la oscuridad de la noche, y se fueron moviendo a la parte del medio de la casa para entrar por las ventanas de lo que antes era su habitación. Cada paso que daban, les permitía escuchar las voces de varias personas que no conocían… y los alaridos de cierta muchacha de ojos verdes.
- ¡Heiji! – Gritó Kazuha con terror.
- ¡Habla de una vez! ¡¿Dónde están las otras dos?! – Exclamó uno con violencia mientras le volvía a pegar en la cara al detective.
El moreno ya había recibido varios golpes, provocando que su rostro quede ensangrentado por la apertura del tejido de su ceja y de la mejilla. Su labio estaba inflamado y abierto, y su nariz probablemente estaba rota, considerando que no paraba de sangrar.
Por ahora sus costillas no parecían estar fracturadas. Aunque si seguían pateándolo como lo estaban haciendo, no iba a tardar mucho más en adquirir dicho resultado.
- Si no quieres hablar por las buenas… – Lo amenazó mientras le pegaba un puñetazo a Kazuha en la mejilla, provocando que un quejido de dolor salga de su garganta y un par de lágrimas salieran por sus ojos. – Lo haremos por las malas. ¿O acaso quieres que violemos a tu novia enfrente de ti? Los colchones por lo que veo están listos para usarse.
- ¡Eres un hijo de… ufgh! – Una exclamación de dolor salió de sus labios al recibir otro golpe en el estómago.
- ¡Ya dejen de golpearlo! – Rogó la de ojos verdes con lágrimas en los ojos.
- ¡Entonces díganme dónde carajo están de una buena vez! – Dijo mientras la tomaba del pelo y la abofeteaba reiteradas veces.
La única razón por la cual Heiji no se había desmayado por el momento, era porque ardía de cólera. Intentaba esconder a Kazuha atrás suyo y contra la pared, para que la tocaran lo menos posible. Pero con una sola esposa, los habían encadenado a ambos, con lo cual, la mano derecha del detective estaba unida a la izquierda de ella. Y no solo eso, sino que sus tobillos también estaban individualmente atados, por lo que ninguno de los dos podía moverse con facilidad.
- Me parece que ambos quieren eso dado que no los escucho confesar. – Exclamó otro hombre que se encontraba sobre el pasillo, a espaldas de las habitaciones.
- Los chicos de hoy en día son tan abiertos en sus relaciones. Quizás deberíamos divertirnos un poco entre todos y llamar a los tres que están afuera.
- Mmm es una preciosura. No vendrá mal para el negocio, por lo que podríamos empezar el entrenamiento ahora. Apostemos, ¿Cuánto tiempo creen que durará con todos nosotros al mismo tiempo? – Mencionó otro que estaba sentado sobre la mesa de la cocina con ojos lascivos.
Heiji internamente estaba realmente aterrado. No por él, sino por Kazuha. Miles de escenarios se presentaban en su mente y ninguno terminaba bien. Había 5 hombres en la habitación y 3 afuera… ¡Y la matemática no le cerraba por ningún lado! Si se acercaban a ella… iba a ser la peor tortura de su vida para ambos.
Un claro sonido que provenía del suelo hizo que sus pensamientos se frenen. Una pequeña pelota con un cascabel dentro empezó a girar y girar por el piso hasta frenarse atrás del talón del patotero golpeador. Todas las miradas atónitas fueron hacia el pequeño juguete, no comprendiendo ni lo que era, ni cómo había llegado ahí.
- ¿Qué demonios es esto? ¿Un juguete para gato? – Preguntó uno de los que estaba en la cocina observando mientras se acercaba al mismo.
Se agachó para tomar el extraño objeto con su mano, examinándolo desde todos los ángulos. Cuatro segundos después, explotó en una aparente bomba de humo, provocándole un ataque de asfixia al que la sostenía.
Shinichi salió corriendo de la habitación para noquear al que se encontraba en el pasillo y agacharse. Kaito en el mientras tanto, aprovechó la agilidad que adquirió en el último tiempo para saltar por encima de Shinichi y su nuevo amigo, rodar por el suelo hacia adelante y pegarle fuertemente en la entrepierna al que estaba golpeando a los chicos. Por el fuerte dolor, el hombre se cayó de rodillas instantáneamente, llorando y gritando por la aflicción recibida.
Kazuha no desaprovechó el tiempo y la oportunidad, y con la poca movilidad que tenía, posicionó los muslos de las piernas entre la cabeza de él, para estrangularlo. A pesar del padecimiento que esta sufriendo, el hombre intentaba deshacerse de la fuerte llave, golpeándole las piernas con fuerza… hasta que no resistió más y se desmayó.
Al mismo tiempo, el mago se paró rápidamente con un kip de nuca, para aplicarle un golpe con la mano estirada sobre el costado del cuello al que se estaba asfixiando y así dejarlo inconsciente.
Ahora quedaban dos, y cero efecto de humo.
- ¡Heiji, al piso! – Gritó Kaito con urgencia.
El moreno con una fuerza inconsciente, tiró a Kazuha hacia la izquierda y abajo de él, al mismo tiempo que uno de los hombres salía corriendo de la cocina disparando una Uzi. El mago corrió hacia el pasillo por el cual había venido para protegerse de las balas.
Cuando el hombre salió a buscarlo, Shinichi le bloqueó el brazo con el arma para después con la pierna, hacerlo caer al piso junto a él. Entre los dos empezaron a rodar y forcejear con el arma mientras ésta se disparaba contra el techo del living. Cuando se le acabó el cartucho, el detective aprovechó para darle un golpe como el que le aplicó Kaito al que se asfixiaba, y luego golpear su arma para sacársela y arrojarla lo más lejos posible.
El problema, es que el hombre era más duro de lo que aparentaba ser, y un solo golpe no lo iba a vencer. Éste agarró del cuello a Shinichi para ahorcarlo mientras lo levantaba, por lo que el del este le aplicó un codazo en el estómago para que lo suelte y luego le propinó un puñetazo en el medio de la nariz para hacerlo retroceder. Fue en ese momento que vio sus ojos rojos, totalmente dilatados y llenos de violencia.
Kaito por otro lado, salió a por el último hombre que quedaba en la casa, el cual se encontraba armado al agarrar una cuchilla de la cocina. El hombre lo atacó varias veces intentando clavárselo, y el mago lograba esquivarlo mientras estudiaba la velocidad y sus movimientos.
La gran navaja pasó de forma circular hacia la cabeza de él, por lo que se agachó para eludirla y tomarle la muñeca con una mano. Con la otra mano libre le golpeó el arma blanca, la cual salió volando hacia el piso. Pero lamentablemente, las artes marciales era un tema nuevo para él, por lo que al bajar su defensa para sacarle el arma, recibió un fuerte golpe en la mejilla donde Heiji le había pegado la noche anterior, haciendo que retroceda por el impacto.
El que peleaba contra Kaito logró golpearlo rápidamente un par de veces más en la cara, hasta que el mago se cubrió con ambas manos en forma de "X", dedicándole un rodillazo de costado a las costillas de su agresor. Cuando el hombre se desequilibró, aprovechó para devolverle los golpes y hacerlo retroceder a la cocina nuevamente con una patada en el torso, como si fuese a tirar una puerta abajo.
Shinichi se encontraba ahora esquivando con sus manos, los golpes que le dedicaba su oponente con los puños y rodillas. Muchos, pudo hacerlo gracias a que esquivó toda su vida los ataques de Ran… y luego los de Shuichi... y los de Rei… y los de Steve. Otros, empezó a sentirlos en su rostro y en su torso. Uno sobre su estómago fue potencialmente fuerte, provocando que se encorve un poco. El atacante al ver la oportunidad, lo ahorcó nuevamente por detrás.
El morocho intentó liberarse con el codo pero dicen que los trucos no funcionan dos veces y así fue, dado que el hombre bloqueaba cualquier capacidad para que lo golpee. Así que optó por ir a la fuerza bruta. Se empujó con fuerza contra las paredes del estrecho pasillo haciendo que su atacante lo insulte al sentir como su columna se incrustaba contra el cemento. Aun así… su agarre no cedía y ya le estaba faltando el aire. Entonces, acudió a la última opción: le pisó un pie con toda la fuerza posible, quebrándole algunas falanges. El hombre bajó la guardia al mismo tiempo que emitía un grito de dolor, y Shinichi tiró la cabeza para atrás rompiéndole la nariz. Luego se apresuró para tomar distancia mientras tomaba un par de bocanadas de aire.
El hombre que se encontraba ahora furioso y adolorido, tomó carrera para abalanzarse sobre él. El detective aprovechó para absorber esa energía para tomarle la muñeca, doblarla y rompérsela en el proceso, y hacer que caiga al suelo con otro aullido de dolor. Midiendo la fuerza, le dirigió una patada hacia su cabeza para desmayarlo inmediatamente.
-¡Sácalos de acá!. – Gritó Kaito al ver que el del este quedó libre.
Shinichi lo obedeció mientras observaba como el mago se sumergía en la pelea una vez más. Vio en el suelo el cuchillo que el atacante actual de Kaito perdió, por lo que lo tomó para cortar la cinta adhesiva de los pies de los chicos.
Un rápido chequeo sobre los del oeste es lo que necesitó el detective para saber que se encontraban relativamente bien. No necesitó mucha deducción para saber que su amigo intentó proteger a su novia a toda costa con su cuerpo. A diferencia de ella, su ropa estaba con manchas de sangre, desarreglada y rasgada, y su rostro estaba cubierto con múltiples heridas y magulladuras.
- Ustedes y las esposas tienen un problema, ¿No? – Preguntó el de ojos azules con ironía mientras desataba sus tobillos y veía sus muñecas conectadas.
- ¿Te parece que este es el momento y el lugar para hacer bromas? – Le reclamó el moreno con dolor.
- Se las sacaremos después. ¿Están bien para moverse?
- Sí. – Aunque lo intentase, no podía quitar la expresión de dolor de su cara.
- Sé que duele. Pero concéntrate en sacar a Toyama-san de acá. Vayan hacia el maizal saliendo por la ventana de lo que era nuestra habitación.
Mientras los de Osaka caminaban por el pasillo, Kaito se dio cuenta de que su contrincante estaba demasiado agitado, por lo que con una fuerte patada en el torso y una serie de golpes en el cuello, logró ponerlo a dormir finalmente.
- Al fin veo un beneficio de haber recibido tantos golpes por parte del desquiciado milico. – Admitió el mago mientras se tocaba el dorso de su torso con una mano.
- ¿Estás bien?
- Sí. Creo que sí. – Dijo cansado. – ¡Maldición que estaban duros!
- ¿Viste sus ojos? Sus pupilas estaban dilatadas.
- ¿Significando…?
- Que alguna droga debieron tomar. Por eso estaban tan violentos.
- Genial, es lo único que nos faltaba. No perdamos más tiempo y vayámonos de acá.
Heiji se encontraba afuera, ayudando a que Kazuha pase por la ventana. La chica estaba psicológicamente alterada y sus pasos no estaban muy estables. Kaito pasó después que ellos, y Shinichi se quedó en la habitación buscando algo.
- ¿Qué haces? – Preguntó el mago con urgencia.
- Adelántate y sácalos de acá. Ya salgo. – Dijo en la oscuridad de la habitación.
El detective después de dos minutos literales, salió y corrió rápidamente hacia el cultivo. Vio como al resto le faltaba todavía unos 125 metros para llegar. Por suerte, él era mucho más rápido, por lo que en cuestión de segundos los alcanzaría.
- "Algo no está bien en este escenario. Me estoy olvidando de algo. Algo fundamental. Piensa... ¿Qué puede ser?" – Razonaba el del este.
En segundos procesó uno a uno los acontecimientos que acababan de ocurrir, y encontró la pieza del rompecabezas que le faltaba. Dos oraciones que dijo uno de los tipos que se encontraba dentro de la casa… y una imagen que vio antes de entrar por la ventana.
- "Los chicos de hoy en día son tan abiertos en sus relaciones. Quizás deberíamos divertirnos un poco entre todos y llamar a los tres que están afuera.".
- "¡Los autos! Es imposible que no hayan escuchado los disparos del arma.".
La alarma del detective se encendió inmediatamente y empezó a ver hacia todos lados buscando su presencia. No tardó en encontrarlos, corriendo paralelamente por el lado derecho de ellos y armados. Uno de ellos estaba sacando una pistola.
- "Menos de 50 metros de distancia entre ellos y nosotros. Probabilidades de llegar a escondernos en el maizal antes que disparen: nula. Probabilidades de abalanzarse sobre ellos antes que disparen: doblemente nula. Cantidad de posibles bajas: dos. Conclusión…Esto sí va a doler y Ran terminará de matarme si no lo hago ahora". – Fue lo último que atinó a pensar el detective antes de que los tres disparos sonaran en la oscuridad.
Kazuha que corría del lado derecho de Heiji por la posición de sus esposas, vio de reojo como alguien saltaba a su costado, dejando que las balas se introdujeran en su cuerpo de forma violenta.
Todo parecía ocurrir en cámara lenta en el cerebro de los tres que escapaban. Detuvieron la marcha… en el mismo momento que el cuerpo de Shinichi contactaba estrepitosamente contra el suelo.
- ¡Shinichi! – Gritó Heiji en desesperación.
Kaito analizó la situación: Tres hombres armados. Ellos golpeados y sin armas. Una chica en estado de shock y esposada junto a Heiji. Heiji incapacitado de hacer algo por estar esposado y por lo que acababa de ocurrir. Shinichi en el piso con una remera distinta a la que traía con tres disparos en el torso.
- ¡Muévete imbécil! - Gritó el mago empujando a Heiji para que siguiera corriendo.
- ¡¿Estás loco?! No podemos dejarlo...
- ¡Heiji! ¡Muévete ahora! ¡Hazme caso! – Lo interrumpió mientras lo empujaba para adelante junto con la chica.
Corrieron entre más disparos hasta que llegaron a los maizales, donde rápidamente empezaron a trazar la ruta que habían estado practicando estos días. Jamás pensaron que iban a tener que usarla, o al menos tan pronto.
Luego de un par de eternos minutos, Kazuha no quería correr más. Su cerebro se apagó. Vio todo… absolutamente todo. Cada detalle por cada milésima de segundo que pasó. Cada centímetro del detective del este enfrente suyo. ¿Cómo le explicaría esto a Ran? ¿Cómo reaccionaría? ¿Qué haría ahora? ¿Por qué pasó esto? ¡¿Por qué?!
- No puedo más. – Dijo angustiosamente mientras se tropezaba y un torrente de lágrimas salía de sus ojos.
- ¡Levántate y sigue corriendo o harás que nos maten a todos! – Le recriminó el mago.
- Kaito, no podemos irnos. – Heiji se agachó para sostenerla, no sabiendo qué hacer. Se sentía desesperado y si no fuese porque estaba esposado a Kazuha, no estaría acá con ellos ahora.
- Él está bien. Solo le dieron en el torso. – Comentó de forma despreocupada.
- ¿Cómo puedes decir que está bien entonces? ¿Eres estúpido o te golpearon fuertemente la cabeza en la pelea?
- ¡Sólo sigan corriendo! – Les gritó ayudando a levantarlos para que continúen la marcha.
Por más que intentaban correr a la máxima velocidad, había varios factores que los hicieron retroceder en su marcha: la oscuridad del camino, el dolor de Heiji por los golpes que recibió, los pasos de Kazuha que cada vez eran más inestables haciendo que Heiji tenga que cargar con casi todo el cuerpo de ella, y las emociones conflictivas de los del oeste.
Kaito seguía calculando y contando mentalmente, hasta que ocurrió lo que tanto temía. Uno de los persecutores, con escopeta en mano, los había alcanzado.
- "Demonios. Las chances de que los tres salgamos de esta es muy baja. Heiji no está en condiciones de moverse libremente, y si hago algo y este tipo dispara… un escopetazo a la distancia en la que nos encontramos es letal para cualquiera que lo reciba." – Pensaba el de ojos azules.
- ¿Creían que se iban a escapar malditos pendejos? – Escupió el hombre armado.
- Tenía una leve esperanza de poder hacerlo aunque solo hayamos recorrido la mitad del cultivo. – Le respondió Kaito lentamente para perder más tiempo y enviar su ubicación.
- Veo que quieres ser el primero. Levanta las manos. ¿Quieres expresar tus últimas palabras antes que te haga un agujero en el cuerpo? – Dijo mientras le apuntaba al pecho. Los otros dos perseguidores que estaban dispersos por el cultivo, también los alcanzaron, posicionándose a los costados del otro, ambos con pistolas en mano.
- Mmm ahora que lo dices… en realidad tengo una pregunta. ¿Puedo hacérselas? Quiero saber algo si así es cómo moriré. Y ya que son tres, tengo más posibilidades de conseguir una respuesta. – Dijo levantando las manos mientras aumentaba la percepción de su audición hacia sus alrededores. Según su experiencia y cálculo, no debería pasar mucho más tiempo.
- Adelante. – Dijo con una sonrisa engreída y con el dedo en el gatillo.
- De casualidad… – Empezó a decir mientras escuchaba el sonido que tanto quería… – ¿Saben cómo y dónde cazaban los velocirráptor en la película el mundo perdido?
- ¿Qué? – Preguntó desconcertado.
De la nada se escuchó como los cultivos de sus alrededores se movían a gran velocidad y cómo Shinichi salía de ellos haciendo una plancha por el suelo para barrerlos y levantarlos a los tres por el aire. Kaito saltó sobre ellos para sacarles las armas, y Shinichi se levantó rápidamente para ayudarlo.
El primero, quien recibió el planchazo de forma directa, se encontraba en el suelo gritando de dolor, dado que Shinichi le rompió la tibia y el peroné. Noquearon rápidamente al del medio que tenía la escopeta, y a los dos restantes, le aplicaron una especie de llave para estrangularlos hasta que perdieron el conocimiento por la falta de oxígeno.
- Creo que la respuesta sería en manada. Dulces sueños y la próxima vez, háganle caso a las películas cuando alguien grita que no se metan en los altos pastos. – Dijo el mago mientras le palmeaba el hombro al desmayado y se levantaba.
- ¿Por qué van tan lento? ¡Ya deberían haber llegado al auto! – Gritó el detective con cara de pocos amigos mientras empezaba a trotar para ir hacia los vehículos.
Los del oeste se pusieron blancos de la impresión y se quedaron estáticos al verlo. Sus caras mostraban lo confundidos que se encontraban.
- Les dije que todo iba a estar bien. Toma mi auricular Heiji, y apresúrense ahora porque nos va a dejar atrás en un abrir y cerrar de ojos. – Sugirió el mago mientras empezaba a trotar nuevamente.
Dentro del auto, Aoko se había puesto al volante sólo por si las dudas. Había bajado las ventanas para poder escuchar cualquier movimiento entre las altas plantas.
Sin necesidad del audio de los auriculares, habían oído los disparos de la casa, y luego, el terrible e insoportable aullido de alguien en las cercanías.
Aoko tomó eso como una señal de que estaban cerca y que no iban a tardar mucho más, por lo que encendió el auto.
Ran había salido para dejarle la moto a Heiji en dirección a la salida, y posicionarle la llave y los cascos para que no pierdan tiempo. Una vez que terminó, se puso de rodillas sobre los asientos de atrás del auto, intentando ver algo por la luneta trasera. Sin embargo, al estar rodeadas de vegetación en el medio de la noche, las oportunidades de visualizar algo se desvanecían rápidamente.
- Creo que ahí vienen. Prepárate por si las dudas. – Susurró seriamente la karateca mientras escuchaba el roce y pisada de los duros tallos a su alrededor.
Ambas se alarmaron por un instante pensando lo peor. Sin embargo, se tranquilizaron al reconocer las figuras de todos cuando se acercaron… en pésimas condiciones.
Aoko abrió ambas puertas de adelante y se fue al asiento de atrás del acompañante, pasando entre los asientos. Shinichi ocupó el lugar del conductor mientras que Kaito saltaba y se deslizaba sobre el capó del auto para entrar rápidamente al asiento del acompañante.
- ¿Estás bien para manejar? – Preguntó el mago al ver la cara estoica de Shinichi.
- Sí. – Le respondió mientras salía a toda velocidad a la ruta, prendiendo las luces.
- No atravesaron ¿No?
- No. – Dijo apretando los dientes por el dolor al ponerse el cinturón. – ¿Qué están haciendo estos dos?
Heiji contaba con un problema. Un grave problema. ¿Cómo hacía para manejar con Kazuha esposada a él? Ponerse el auricular que le entregó Kaito y el casco, por más que al de Osaka le dolió como el infierno, fue sencillo. Sentarse también, dado que Kazuha se puso de costado… pero cada vez que Heiji movía apenas un poco su mano para tomar mejor el manillar derecho, la chica se resbalaba.
- ¡Heiji! – Exclamó casi a punto de caerse.
Shinichi que los estaba siguiendo de atrás, estaba sufriendo y transpirando junto con el mago.
- ¡Ay mamá! Van a matarse. – Dijo mientras se tapaba los ojos.
- Que no lo hagan bajo mi auto.
- ¿Qué demonios pasó? – Preguntó finalmente Aoko.
- Larga historia. Ahora tenemos que salir de acá de alguna forma. – Le respondió Kaito.
A Heiji se le ocurrió una idea. Levantó su brazo derecho para posarlo sobre su hombro izquierdo, haciendo que el cuerpo de Kazuha al menos esté sobre el de él. Ahora iban como siempre, uno atrás del otro.
- Kazuha, toma el lado derecho con tu mano derecha.
- ¿Estás loco? No se manejar.
- Intentémoslo igualmente.
Al menos el detective pudo acelerar un poco más en línea recta, pero…
- Dobla más a la derecha. – Le gritó Heiji.
- No, a la izquierda. ¡Nos caeremos!
- Que no. A la derecha. ¿Quién es el que sabe manejar? ¡Mierda! Esto tampoco está funcionando.
Heiji vio por los espejos como Shinichi le hacía juego de luces altas. Al fijarse bien, se dio cuenta que tres autos estaban persiguiéndolos a gran velocidad.
- Genial. Ahora sí moriremos definitivamente. – Comentó el moreno.
- Espera. Si lo que necesitas es que nuestras manos vayan en la misma dirección estando al revés… Se me ocurrió una idea. Solo quédate erguido, quieto y ve derecho.
- ¿Qué quieres hacer?
- Solo haz lo que te dije.
Kazuha rodeó el cuello de Heiji con su brazo izquierdo y puso su rodilla izquierda sobre el asiento. Con su otra pierna lanzó una especie de patada circular hacia adelante para rodearle el torso al detective por el lado derecho. El moreno no pudo evitar emitir un leve quejido ante el roce.
- Perdón, sé que estás golpeado. Sopórtalo por unos segundos nada más.
Luego, la de ojos verdes se impulsó con la rodilla que estaba sobre el asiento para pasar al frente de Heiji por completo y así envolver sus piernas a la cintura de él, dejando sus pies entrelazados contra su lumbar.
Su mano derecha se dirigió a aferrarse lo más fuerte que podía a su espalda y así acomodarse hasta que su espalda quedó entre el depósito de gasolina y el parabrisas. Si Heiji tenía que bajar el torso por algún motivo, la cabeza de ella no chocaría tanto contra la cúpula de la moto.
- Listo, tienes la mano libre. Toma el lado derecho de la moto ahora… ¿Qué estás esperando tonto? ¡Préstame atención a lo que estoy diciéndote!
¿Cómo esperaba que le preste atención? La tenía apretada contra él en zonas donde no debería estar apoyada, salvo en… ¡Otro tipo de situaciones! Esta se podría transformar en una nueva fantasía a cumplir. ¡Si señor! ¡A la mierda los dolores de los golpes! ¡Esto era el mejor analgésico de su vida!
- ¡No tienes vergüenza! – Exclamó saliendo de la sorpresa con los cachetes colorados a más no poder mientras tomaba el control del lado derecho de la moto.
- Pedazo de estúpido, ¿Quieres morir? Yo no estoy del todo cómoda tampoco. Sabes el esfuerzo que estoy haciendo con mi abdomen para estar en esta posición y no provocarte peso muerto.
- ¡Kazuha! ¡Deja de echarle leña al fuego, idiota!
- ¿A quién le dices idiota? ¡Idiota!
- ¡A ti! Menos mal que tu padre no está presente o sería él que me mate personalmente y no estos tipos.
- Ya cállate que hemos hecho cosas peores. – Gritó sonrojada al ser consciente de la pose en la que estaban. Realmente lo había hecho inconscientemente con tal de ayudar.
- ¡Kazuha! ¡Eres una depravada!
Kaito estaba estirando el cinturón lo más que podía, con el cuerpo fuera de la ventana y con los ojos abiertos como plato mientras los veía discutir. Todos habían escuchado bien claro el intercambio dado que Shinichi, desde el inicio, tenía sincronizado el auricular con el audio del vehículo.
- ¡Ah bueno! – Dijo Kaito con diversión mientras Shinichi quedaba en paralelo a la moto.
- Lo único que me faltaba eran los comentarios de ustedes. – Se quejó el moreno con ojos entrecerrados y las mejillas ardiendo. Menos mal que tenía el casco que las ocultaba o podía aparentar ser un semáforo en rojo.
- ¡Heiji, más adelante el camino se llena con algunas curvas y empieza a elevarse! ¡Luego desciende en forma de serpiente! ¡Ten en cuenta que en éste último nos pueden disparar porque sería como ir y venir, pero descendiendo! – Le gritó Shinichi al ver el mapa en el tablero.
- ¡Deja de gritar que tengo el auricular puesto, imbécil!
- Ups, me olvidé. Adelántate que irás más rápido que yo.
Heiji ahora con mayor control sobre la moto, empezó a acelerar a fondo, haciendo el ruido que tanto le gustaba a Kaito. Tardó meros segundos para alcanzar los 120 km por hora como si nada.
- ¡Qué hdp! – Exclamó Kaito emocionado. – ¡Quiero una!
- ¡Pídesela a Papá Noel a fin de año si sobrevives! – Le gritó con ironía su amigo al volante.
Shinichi empezó a aumentar la velocidad también, dado que los estaban alcanzando. No pasó mucho tiempo más para que empiecen a dispararles.
- Quédense con las cabezas agachadas – Le sugirió el mago a las chicas.
- La ruta está totalmente oscura y es peligroso ir a la velocidad que estamos yendo. Disparos, posible tráfico de frente, camino con curvas… – Pensaba Shinichi en voz alta intentando prever los posibles obstáculos.
- ¿Cuánto falta para alcanzar la máxima altura?
- Menos de 5 minutos. ¿Por qué?
- Aoko, muévete al asiento del medio. – Le ordenó el mago no dándose cuenta como la llamó.
- ¿Por qué?
- ¡Hazlo! – Le gritó, provocando que la castaña abra los ojos y se sintiese compungida.
La chica se movió rápidamente para dejar el espacio vacío. Kaito se sacó el cinturón para quedar libre y lo conecto de vuelta para que la alarma no sonara. Movió la palanca de costado del asiento para bajar el respaldo a la mayor inclinación posible, y se fue hacia atrás gateando.
El mago había dejado su bolso sobre la mercadería del supermercado a propósito, por si necesitaba usarlo. Sólo le bastó sacar el apoya cabezas, y estirarse un poco para alcanzarlo.
Una vez que lo tomó, lo abrió y empezó a sacar algunas herramientas que se las colocó en los antebrazos. También tomó el cinturón de herramientas con su vieja pistola.
- ¿Qué vas a hacer? – Preguntó alarmado Shinichi al mirarlo por el espejo retrovisor mientras hacía zigzag con el auto para esquivar los proyectiles.
- Darte una mano.
- ¿Estás loco?
- ¿Tienes otra mejor idea para evitar que nos conviertan en queso gruyere? Estaré bien. Relájate.
- ¡¿Cómo mierda quieres que me relaje?! – Preguntó ya gritando.
- ¡Shinichi! Concéntrate en manejar que ya bastante hecho pelota estás.
- ¡Olvídalo! ¡No!
- ¡Confía en mí! ¿Ok? Estoy bien. – El detective resopló. No era que no confiaba él… pero no estaba tranquilo para nada con lo que iba a hacer.
- Tú no te quedas atrás con tu aspecto. – Refunfuñó mientras apretaba con fuerza el volante. – Tienes menos de un minuto. Así que te bajaré la velocidad en los últimos diez segundos y te acercaré al borde lo más que pueda para que te impulses mejor.
Las chicas veían con confusión el intercambio entre los hombres. ¿No se supone que Kaito hacía esto todo el tiempo? ¿Por qué Shinichi estaba tan tenso?
El del este vio que el mago había regresado a su asiento. Examinó su figura de reojo… y sabía que estaba nervioso. Estaba tocando la pulsera roja que se encontraba oculta bajo su reloj.
- ¿Estás realmente seguro de esto?
- ¿Vas a preguntármelo más de una vez?
- Por lo menos unas cien.
- Si te digo que tengo taquicardia y me sudan los dedos, ¿Te ayuda en algo? – Comentó seriamente.
- ¡Sí, imbécil! No lo hagas si no estás confiado.
- Tengo que hacerlo. Alguien me repite todo el tiempo que se empieza con ambos pies en el momento cero ¿No? – Le dijo con una sonrisa, mientras realizaba una rápida mirada hacia atrás y veía a una sorprendida Aoko.
El mago abrió la ventana del techo del auto con un botón, dado que era corrediza. Sacó la cabeza por el pequeño orificio por unos segundos para evaluar la velocidad, el viento y la altura.
- Ok, quédate recto. Te hablaré por el auricular. – Le dijo el mago antes de salir.
- No te rompas la cabeza.
- No sería la primera vez.
- ¡Kaito! ¡Mira que me detengo y te rompo el culo a patadas! ¡Ya sabes lo fuerte que puedo llegar a patear cuando estoy caliente! – Gritó el detective con furia.
- Oye cálmate que mis perfectos glúteos no tienen nada que ver en esto. – Dijo alarmado al recordar dónde habían terminado él y Steve, la última vez que lo presenciaron patear algo con furia.
Salió al techo del auto posicionándose en cuclillas sobre el lado derecho, mientras se agarraba con ambas manos de la ventana. Cálculo la distancia de caída del precipicio, dándose cuenta de lo alto que se encontraban. Demasiado alto… sin casco… sin cuerda… sin arnés… y sólo. Como aquella vez.
Su cerebro le decía que vuelva al auto. Que no lo repita. Que esto era una locura y que ya estas situaciones no eran para él.
Se agitó y tragó bastante rápido por más que sentía la boca seca. Su respiración se tornó errática y sus dedos se sentían mojados.
- "Mira si el viento te empuja. O si calculas mal el tiempo de caída. ¿Era cuatro o nueve segundos? ¿Estás seguro? Sabes que puedes errarle al salto, ¿No? Quizás la transpiración en tus dedos te hagan resbalar.
- Kaito… respira. – Escuchó a Shinichi por el auricular con voz suave. – Haz el ejercicio de siempre.
Que estupidez tan simple. Agradeció internamente que siempre tenía el apoyo de su amigo al lado… o abajo en este caso. Sabía que estaba nervioso y que el monstruito interno iba a salir a hablarle para llenarle la cabeza de dudas.
Respiró en tiempo de tres, exhaló en tiempo de tres. Respiró en tiempo de tres… y realizó dos pasos sobre el techo. El último de ellos, lo aprovechó para impulsarse hacia adelante y saltar, dando un giro en el aire para caer de cabeza y aprovechar la alineación vertical para tomar velocidad.
Sintió su corazón a punto de estallar al ver que el fondo se acercaba cada vez más. Sus pulmones dejaron de funcionar correctamente. Tenía miedo…pero también se sentía extrañamente bien. Hacía tanto tiempo que no sentía esa adrenalina y emoción de caer libremente al vacío…aunque durase menos de 6 segundos. Estiró sus brazos a los costados y abrió su viejo planeador para deslizarse por el cielo como un águila.
Los dos detectives vieron cómo se elevó satisfactoriamente antes de que empiecen las curvas, por lo cual, podían concentrarse mejor al saber que estaba bien.
Shinichi exhaló de forma silenciosa por un largo tiempo, para eliminar el estrés y el nerviosismo del momento. Ahora era él el que realizaba el ejercicio de respirar.
- Kazu, agárrate fuertemente de mí sin ponerte muy tiesa, o no podré maniobrar bien.
- ¿Qué demonios vas a hacer?
- Algo que no va a gustarte en lo absoluto.
Kazuha intentó respirar profundamente para calmarse y Heiji aumentó la velocidad en el camino recto. Cuando estaba a punto de llegar a las curvas, disminuía la velocidad mientras se inclinaba con la moto casi paralelamente de costado al asfalto. Luego aumentaba a fondo la velocidad para tomar carrera en el camino recto nuevamente, y repetir la operación en la próxima curva.
Hacer lo que hacía, era una tortura para él. Necesitaba aplicar mucha fuerza y estabilidad con el cuerpo para lograr realizar las maniobras y mantener a Kazuha en lugar, y su cuerpo estaba totalmente resentido por la golpiza. Pero aún en ese estado… debía seguir adelante. Era mejor sentir ese dolor, que ver como un par de tipos se abalanzaban como bestias salvajes sobre su novia.
Shinichi tenías otras desventajas. Al ser un auto, la posibilidad de recibir los disparos era superior, ya que el cuerpo físico era mayor al de una moto. Disminuir la velocidad para después aumentarla, por más que esté en el modo sport, iba a demorarlo en la marcha… por ende, la única forma que tenía para sacar una mejor ventaja, era derrapando en las curvas. Algo peligroso de hacer siendo oscuro y una ruta de doble mano.
Las ventajas que poseía: su auto era pesado y automático, por lo que tenía buena estabilidad y no debía lidiar con el cambio de velocidades y el embrague, permitiéndole una mayor concentración para coordinar su cerebro, piernas y brazos.
Sacó el modelo sport y aceleró a casi a 90km por hora. Cuando estaba por llegar a la curva, balanceaba el auto con el manubrio. Cuando empezaba a girar y la cola del auto se aventaba, aplicaba el freno de mano con decisión, para derrapar con la parte de atrás del auto. Una vez que se encontraba en el camino recto, sacaba el freno de mano y aceleraba a fondo hasta la próxima curva para reiterar la operación.
- ¡No me termino de decidir si eres buen conductor o si realmente estás demente! – Exclamó Aoko mientras se agarraba de los asientos delanteros al irse de lado a lado.
- ¡Ya te dije que no tienes derecho a quejarte hasta que viajes con Rei!
El del oeste terminó las curvas e iba en línea recta esperando que Shinichi se le acercara, quien tardó meros segundos en alcanzarlo. Por suerte y gracias a las maniobras evasivas que realizaron, sus perseguidores iban bastante más atrás.
Kaito al ver la situación, desactivó su planeador y empezó el descenso mientras usaba las mangas especiales que le había dado su padre para levitar. Cuando estaba en Estados Unidos, a través de las cientos de video llamadas que tenían, le comentó sobre las actualizaciones de las herramientas que él utilizaba. Se ve que estaba aburrido y se puso a idear junto con el profesor Agasa nuevos inventos. Pero esta vez, tenía que admitir que era una muy buena invención. Las alas de murciélago servían para ganar una mayor velocidad y realizar destrezas más rápidas y precisas.
- Heiji, ponte entre los dos focos delanteros del auto, y no te muevas de ahí.
- ¿Qué demonios piensas hacer? – Preguntó el moreno.
- Solo haz lo que te digo. Vayan recto o seré insecto aplastado contra el parabrisas.
Terminó de calcular la trayectoria que iba a necesitar para abrir su planeador nuevamente antes de que se estrellara contra el asfalto, y se dirigió hacia ellos con su pistola en mano. Iba tan rápido que ni Heiji o Shinichi pudieron pestañear cuando lo vieron pasar por al lado.
El mago apuntó a las ruedas del primer auto, provocando que por la velocidad, perdiera totalmente la dirección y empiece a zigzaguear en el camino. El segundo auto al no esperarse eso, no pudo evitar colisionar con el primero, haciendo que también pierda el control.
Kaito abrió inmediatamente su planeador para empezar a elevarse otra vez. Los cálculos le fueron justos dado que estaba por chocar contra el montículo de tierra que tenía enfrente.
- Queda uno. – Exclamó el mago por los auriculares.
- Veremos que inventamos para detenerlo – Le respondió el del este.
- Yo me encargo. – Dijo Ran con furia y decisión mientras se desataba el cinturón y buscaba algo en el baúl.
- ¿Qué estás haciendo? – Preguntó Shinichi mientras veía el trasero de Ran por el espejo retrovisor. Si no estaría tan estresado y adolorido, estaría disfrutando del espectáculo.
Ran se encontraba tirando latas a los asientos traseros y algunos paquetes. Aoko entendió lo que quería hacer, por lo que se movió hacia el otro extremo para bajar el vidrio.
Ambas chicas empezaron a tirar las latas contra el parabrisas del auto de atrás hasta lograr que algunas astillaran el duro y grueso vidrio. Otras se rompieron en el proceso provocando que el perseguidor tenga que disminuir la marcha y prender el limpiaparabrisas, el cual no ayudaba mucho, ya que los pedazos de tomate y de duraznos en almíbar quedaban enganchados en las varillas.
Cuando vieron que estaba lo suficientemente desastroso y mojado, tiraron paquetes de harina y de polenta semi abiertos. Ahora sí. Ese mejunje era asqueroso.
Los persecutores intentaban limpiar el vidrio tirándole agua con los eyectores, pero empeoraban más la situación. Sin darse cuenta formaron una masa totalmente pegajosa que al querer sacarla, terminaron por esparcirla y pegarla aún más. El conductor terminó perdiendo la visualización del camino y terminó chocando contra una roca que se encontraba a un costado, ocasionando que el auto volcara por la velocidad a la que iba.
Kaito al ver la escena y no detectar más señales que indiquen peligro, se quedó levitando en el aire por un tiempo. Si pudo hacer lo que acababa de hacer, entonces estaba mucho mejor de lo que pensaba.
Aprovechó a disfrutar el poco paisaje que podía apreciar por la falta de iluminación de la Luna. Sentía la suave y fresca brisa contra su cuerpo. Escuchaba como el silencio se adueñaba del escenario sin que nada lo interrumpa. Debería estar contento y sentirse en paz como lo había hecho siempre… pero no era el caso. En tan poco tiempo, ¿Cuánto había cambiado su vida y su forma de ver las cosas?
- ¿Kaito? – Preguntó Shinichi.
- "Y tú eres uno de los responsables de eso." – El mago sonrió.
- Oye, ¿Estás bien?
- Sí.
- La próxima vez respóndeme a la primera, idiota. – Se quejó mientras suspiraba. – ¿Cómo está todo ahí arriba?
- Un poco vacío y… solitario.
- Entonces baja. Te disminuiré la velocidad.
Sin perder más tiempo, fue acercándose al auto de Shinichi.
Los tres pasajeros escucharon un ruido sobre el techo y vieron como las piernas de Kaito entraban por la ventana del techo. Se quedó sentado un par de segundos, mientras doblaba su ala delta e ingresaba con cuidado, poniendo los pies sobre su asiento y quedándose de costado. Cerró el techo y aprovechó para sacarse el resto de las cosas.
- ¡Estás loco! – Exclamó Aoko.
- Vuelvo a repetir… ¿Alguien tenía otra mejor idea? – Le respondió mientras se sacaba las mangas de sus brazos y la veía a los ojos.
- Te podrías haber matado.
- ¿Ahora te preocupas por mí? – Interrogó alzando una ceja.
Sabía que el comentario iba a ocasionar que Aoko explote y lo mande a volar nuevamente para que muriese. Sin embargo para su sorpresa, no ocurrió. Solo vio a una chica apenada y enojada a la misma vez. Se quedó callado mirándola por unos segundos sin saber cómo reaccionar.
- Pásate al medio por favor, así levanto el asiento.
Una vez que lo hizo y se sacó el auricular, dirigió una mirada hacia atrás para asegurarse que ambas estaban bien. Pero algo le llamó la atención: la actitud fría y las facciones del rostro de Ran.
Al ver dónde estaba focalizada su atención, fue que se dio cuenta del estado en que se encontraba Shinichi. Estaba respirando profundamente y con la expresión totalmente seria y rígida. Se encontraba transpirado y en modo piloto automático.
- ¡Estaciónate ya! – Exigió el mago, sacando al de ojos azules de su concentración.
- No nos alejamos lo suficiente.
- Hazlo ya o te juro que pongo el freno de mano y salimos todos volando.
Heiji al escuchar los gritos de Kaito por el pequeño transductor electroacústico que se encontraba en su oído, puso las balizas y se estacionó a un costado de la ruta, obligando a Shinichi a detenerse atrás de él.
- Aoko, ayúdame con Toyama-san. Nee-chan saca un par de botellas de agua del baúl. – Dijo Kaito mientras se bajaba rápidamente del auto y se dirigía a la moto.
Heiji estaba ayudando a Kazuha a poner los pies sobre el suelo. Apenas hizo contacto, la muchacha no pudo mantenerse firme por cómo temblaba, y terminó cayendo al césped.
- Kazuha, ¿Estás bien? – Preguntó preocupado al verla pálida.
- Yo me encargo de ella. – Afirmó Aoko mientras se acercaba a la pareja.
El mago con una especie de varilla de metal, abrió la esposa de Heiji, haciendo que éste saliera corriendo hacia el otro detective, sacándose y revoleando el casco en el proceso. Al abrir la puerta del conductor del auto y ver a Shinichi con los ojos hecho una fiera, se asustó y se alarmó. Sin pensarlo, le desabrochó el cinturón de seguridad y le levantó la remera inmediatamente para examinarlo, encontrándose con una sorpresa alentadora.
- ¿Tenías puesto un chaleco? – Preguntó al ver las letras del FBI escrito en el medio del mismo.
Heiji igualmente no estaba tranquilo, por lo que metió la mano en el pequeño hueco del cuello hasta llegar a dónde estaban los cartuchos. Quería constatar que las balas hayan quedado donde debían quedarse y no hayan atravesado la poderosa placa. Por suerte, así había sido. El del oeste no pudo evitar dar un suspiro de alivio y caerse por el nerviosismo en el pasto.
- Heiji, relájate. Es el de Shuichi y ya conoces lo estricto que es con el tema de los elementos de seguridad. Es uno de clase cuatro y uno de los mejores en el mercado en cuanto a resistencia de proyectiles. Menos mal que se te ocurrió ponértelo antes de salir de la casa. La sacaste exponencialmente barata. – Dijo Kaito quien se había acercado.
- ¡¿Y tú cómo demonios sabes tantas cosas técnicas?! – Gritó el de Osaka.
- Estuvimos casi dos años en el FBI. Algo aprendimos. – Explicó colocando una mano sobre su cadera. – ¿Algo roto? – Le preguntó al de ojos azules.
- No.
- ¿Algo relacionado a lo otro?
- No. Solo son los golpes de la fuerza de los proyectiles. – Le respondió Shinichi mientras se tocaba la frente por el fuerte dolor de cabeza que estaba sintiendo.
- Más tu locura craneal, más la responsabilidad que te pones en la cabeza de cuidarnos a todos, más el estrés, más las pocas horas que estuviste durmiendo estos días, más… – Enumeró el mago.
- Ya cállate. – Le pidió en un susurro, cerrando los ojos y apoyándose en el cabezal del asiento. Inmediatamente levantó la cabeza al hacerlo.
- Sabes los hematomas que vas a tener en el torso ¿No?
- Prefiero eso antes que dos bajas.
Heiji se quedó mudo ante la implicancia de sus palabras. Si no fuera por él, probablemente Kazuha y él estarían muertos ahora. Pero aun así… tirarse así delante de ellos para protegerlos… ¿Qué clase de amigo hace eso sin dudarlo un segundo por más que tenga la protección puesta?
El del oeste no pudo evitar que le ardiesen un poco los ojos. Lo que sufrió en menos de 30 minutos estaba haciendo acto de presencia en su cerebro a medida que la adrenalina de su cuerpo disminuía. Sin quererlo, le temblaban las piernas y las manos.
- No hagas eso de vuelta, idiota. ¡Creí que habías muerto! – Dijo indignado.
- Me parece que Toyama-san te suavizó demasiado en estos dos años. – Le respondió con una leve sonrisa al escuchar cómo le temblaba la voz.
- ¡Cállate! Y tú, ¿Cómo sabías que lo tenía puesto? – Le preguntó al mago.
- La remera que tenía puesta cuando ingresamos y salimos de la casa no era la misma, y de repente lucía como si hubiera comido 50 kilos de carne asada. – Explicó el mago haciendo referencia a lo abultado que se encontraba su torso por vestir el chaleco.
- ¡No nos podrías haber dicho eso desde un comienzo cuando estábamos corriendo, imbécil!
-Para ser detective, no eres muy observador.
-¡¿Me estás jodiendo?! ¡Estoy psicológicamente alterado estúpido! ¡¿Cómo crees que voy a poder notar algo como eso?!
Shinichi intentaba bajarse del auto. Entre los golpes que había recibido, las manchas violetas y rojas que se estaban formando en su pecho, y el estrés que estaba recién empezando a liberar, se le estaba complicando un poco moverse con facilidad. Intentó concentrarse como hacía siempre que…
- Deja de querer desviar el dolor de tu cerebro como haces siempre, imbécil. ¿Qué estás queriendo hacer? – Le reprendió el mago mientras veía como Ran se acercaba para darles un par de botellas de agua.
- Hay que sacarle el cobertor al auto y cambiarle las patentes.
- ¿Qué cobertor? – Preguntó el del oeste.
- Ah, sí. Lo sentí cuando estaba en el techo. Interesante también. Se ve que el profesor estaba sin actividades para hacer o estaba muy creativo.
- Ok. Te ayudaré a sacarlo. Tú quédate en el auto. – Le indicó el de Osaka al otro detective mientras hacía un esfuerzo descomunal para levantarse y cerrarle la puerta para evitar que bajara.
- Hattori-kun, tú tampoco estás para moverte demasiado. – Dijo la karateca al visualizar las heridas que tenía en la cara y los lentos movimientos. – Kaito-kun y yo podemos hacerlo. Tú y Aoko-chan encárguense de ayudar a Kazuha-chan a entrar al auto. Creo que ninguno de los dos está para continuar el viaje en moto después de todo lo que les pasó.
- ¿Y a ti que bicho te…? – Pero el moreno calló de repente al ver la cara de furia de ella.
- Por experiencia te digo que la obedezcas o vas a sufrir las consecuencias de no hacerlo. La pena de muerte es menos dolorosa y un poco más rápida. – Le Sugirió Shinichi por la ventana mientras ponía cara como si hubiera comido un limón.
- Tú mejor cierra la boca que ya me encargaré de ti después. – Lo amenazó mientras se ponía en marcha para hacer su tarea.
El del este se puso más rígido al escuchar dicha promesa. Eso era sinónimo de una futura discusión, y de una grande. Oh, sí. Sufriría… y suponía que iba a ser peor que cuando le contó lo de Conan.
- "Veníamos tan bien. Definitivamente, todo lo bueno en algún momento se acaba." – Pensó con pesadumbre mientras abría el baúl.
Shinichi por otro lado, se fastidió un poco de que Kaito y Heiji lo trataran de esa forma. ¡Ni que estuviese lisiado! Pero también comprendía que eran sus amigos y se preocupaban por él. Sabía que estaban intentando ayudarlo… aunque sus condiciones físicas eran igual de paupérrimas que la de él.
Decidió aprovechar el tiempo para llamar a Saguru.
- Shinichi. ¿Qué pasó? – Se escuchó su voz extenuada por el audio del auto.
- Tenemos problemas. Nos encontraron. – Explicó mientras le daba un sorbo a la botella.
- ¿Cómo que los encontraron? Dime que me estás jugando una broma. – Dijo alarmado el castaño poniendo el altavoz.
- Era solo cuestión de tiempo con todo lo que fue pasando.
- ¿Están todos bien?
- Estamos vivos.
- No me estás respondiendo.
- Solo un par de golpes. – Contestó al mismo tiempo que desabrochaba las tiras de velcro del chaleco para disminuir un poco la presión de la tela contra su piel. Se sentía un matambre.
- ¡Sí! ¡Y algunos moretones producto de los balazos que recibiste, pedazo de idiota! – Gritó Heiji desde afuera de la ventana del acompañante mientras pasaba con Kazuha hacia los asientos traseros.
- ¡¿Te dispararon?! ¿Estás bien? – Gritaron Shuichi, Jodie, Yusaku, Saguru y Rei al mismo tiempo con preocupación.
- Gracias Heiji. – Le recriminó con los ojos entrecerrados. El dolor de cabeza lo estaba matando, y los gritos y las múltiples preguntas no ayudaban. – Estoy bien. Tenía puesto el chaleco de Shuichi. Cambiando de tema, ¿Qué hacemos ahora? Si seguimos así en cualquier momento voy a Tokio manejando.
- ¡No me cambies de tema, pedazo de idiota! – Le gritó Shuichi. – ¡Dime ya en qué estado te encuentras!
- Shuichi… inhala en tres… – Le dijo con calma.
- Shinichi… te voy a romper el orto a patadas.
- Que agresividad. Te dije que estoy bien, solo me duele la zona del impacto. Preocúpate más por Kaito que se tiró de un acantilado de casi mil metros sin ningún tipo de arnés.
- ¡¿Qué hizo qué?! – Gritó Toichi.
- ¡Cállate estómago resfriado! No teníamos muchas opciones que digamos. Por cierto, muy buenas las mangas papá. – Se excusó el mago por la ventana del lado del detective.
- Ustedes dos y yo, vamos a tener una seria y larga charla cuando nos veamos. – Sentenció el del FBI.
- ¿Dónde vamos entonces? – Cuestionó el detective del este mientras abría su puerta sin salir del auto para echarse agua en la cara y lavársela un poco.
- Vayan para Osaka. – Opinó Shuichi.
- Eso equivale a mediodía de viaje. Tienen que cruzar como cuatro prefecturas para llegar. – Exclamó el de Seguridad.
- No podemos tenerlos dando vueltas por todo Japón. Ya vimos que atravesaron la jurisdicción de Hamatia con facilidad. La red es más grande de lo que creíamos.
- Tiene razón. – Opinó Saguru. – Por lo menos estarán en terreno conocido y protegido.
- Ok. Tengan en cuenta que nos van a identificar enseguida a todos, y sobre todo a ellas. Nuestras huellas están por toda la casa, así que solo les tomará unas horas saber quiénes somos.
- Genial. – Dijo el del FBI.
- No solo eso. Heiji… ¿Qué pasó con tu teléfono?
- Quedó en la casa.
- ¿Por qué no atendías?
- Logré revolearlo por la ventana antes de que entren.
- O sea que es probable que lo encuentren. Ok, daremos de baja la línea y les avisaremos al resto. También lo eliminaremos del grupo que creamos. – Dijo Rei.
- Por otro lado, si van a ir a Osaka, son muchas horas de manejo, así que quédense en algún hotel por esta noche e intenten viajar mañana. – Recomendó el del FBI.
- ¿Es conveniente hacer eso? – Preguntó no gustándole mucho la idea al del este.
- Dormir en el auto no es una opción y manejar más de 8 horas en plena oscuridad tampoco. Menos si recibiste impactos.
- De acuerdo.
- ¿Seguro están bien?
- Sí. No te preocupes. – Dijo quitándole importancia al asunto.
- ¿Las chicas? – Preguntó Mouri preocupado.
- Tu hija está en modo asesino conmigo y estaba oculta con Nakamori-san.
- ¡Tengo más que razones para estar así, idiota! – Le gritó mientras terminaba de sacarle el cobertor al auto con Kaito.
- ¡Uff, mamita querida! Suerte Shinichi. Encenderemos una vela y haremos una plegaria por tu alma. – Le contestó el de pequeños ojos negros con tranquilidad al notar que su hija estaba en perfectas condiciones.
- Gracias…creo. La única que recibió algunos golpes fue Toyama-san. Todavía está un poco en shock, pero fuera de eso, no pasó nada grave. – Describió mientras miraba a través del espejo retrovisor.
- ¿Kaito? – Consultó Toichi.
- Solo un par de golpes. Luego vivito y coleando. – Respondió el aludido.
- Ugh. Pensé que los chicos del FBI iban a finalmente descansar de tus bromas y pegajosos trucos por la mañana. – Exclamó Jodie.
- ¡Hey! Doble de peso para cuando entrenes con nosotros.
- ¡Tú no te encargas de los entrenamientos!
- Son todos unos payasos. Seriedad en este grupo por favor. – Exclamó Toichi.
- Segunda vez que digo esto… ¿Justo tú te haces el serio? – Le dijo el del FBI.
- Coincido papá.
- ¡Hijo! ¡Se supone que tienes que apoyarme!
- No se entretengan más y nos hablamos luego. Tengan cuidado. Y Shinichi… – Dijo Shuichi.
- Sí, lo sé. – Respondió suspirando.
- No te sobrepases que veníamos bien.
- "Ya lo estoy haciendo" – Pensaba mientras cortaba.
Mientras el mago sacaba las patentes, la karateca agarró algunos productos farmacéuticos que habían comprado en el supermercado para dejarlas en los asientos de atrás. Luego, con la ayuda de Kaito, terminaron de doblar el cobertor para ponerlo en el baúl y cerrarlo.
En cuanto a Kazuha, la pobre chica estaba con el rostro inundado en lágrimas, las cuales no iban a cesar en ningún momento cercano. Estaba teniendo el peor ataque de llanto de su vida, el cual estuvo aguantando hasta que la llamada se cortó. Era de esperarse que entrara en crisis por todo lo que fue testigo, y por más que Heiji y Aoko estaban intentando apaciguarla, no parecía calmarla en lo absoluto.
Shinichi necesitaba salir del maldito cubículo. Hacía demasiado calor, estaba transpirado y sentía la ropa ajustadísima. Además, necesitaba respirar un poco para calmar el intolerable dolor de cabeza que tenía, y si bien no la culpaba para nada, no podía soportar los sollozos de la de Osaka.
Se apoyó de espaldas al auto, cerró los ojos y exhaló largamente hasta quedarse sin aire.
- Pon las manos en las rodillas. – Le dijo de repente Ran.
Shinichi abrió los ojos para encontrarla a su lado, preguntándose silenciosamente para qué.
- ¡Hazme caso en una maldita cosa! – Le contestó abruptamente.
Sin ánimos de llevarle la contra o indagar las razones, cedió a su orden. Dos segundos después, inhaló de forma repentina y su corazón se detuvo... y se lo agradeció eternamente. Pequeñas y finas tandas de agua fresca caían sobre su cuello y cabeza, quitándole el calor y la presión que sentía.
- ¿Te golpeaste la parte de atrás de la cabeza?
- ¿Cómo lo sabes?
- Cuando te apoyaste en el cabezal te saliste rápidamente, así que imagino que tienes un gran chichón.
- Eso me pasa por ir rompiéndole las narices a la gente que me abraza sin permiso.
- Tonto. – Le retó mientras que con la palma de la mano hacía una pequeña pileta de agua para que hunda la frente en ella. – Baja los decibeles y oxigénate bien. Estás demasiado tenso por lo que pasó y por estar chequeando a todos.
Cuando la botella finalmente se acabó, fue que se irguió de nuevo con los ojos cerrados. Los restos de agua chorreaban por su pelo, provocando que gran parte de su remera se moje. Lejos de importarle, siguió respirando tranquilamente, mientras escuchaba el suave sonido que emitía la brisa.
- ¿Mejor? – Preguntó un poco embelesada.
Shinichi sonrió, abriendo los ojos. Se sentía cien veces mejor que hace cinco minutos atrás. Sacudió un poco la cabeza para sacar el exceso de agua del pelo.
- ¿Qué eres? ¿Un perro? Compórtate – Dijo indignada Ran mientras se alejaba de él y se cubría con un brazo.
Sabía que estaba enojada con él, pero aun así, se acercó para tomarle la mejilla con una mano, y depositarle un suave y cálido beso en la otra.
- Gracias. Necesitaba eso. – Fue lo único que le susurró al oído antes de alejarse para meterse nuevamente en el auto.
El cuerpo de Ran se quedó estático por unos segundos, no sabiendo qué hacer. Sus mejillas se tornaron rojas y la cara de sorpresa no podía desaparecer de su rostro.
- Heiji, Ran tiene razón. Ninguno de los dos está en condiciones para seguir sobre la moto y debemos movernos. – Indicó Shinichi.
- … – Heiji enarcó una ceja al verlo mojado. – Kaito, ¿Te animas a manejarla? – Le preguntó el moreno mientras lo miraba. Tenía que coincidir esta vez con el detective.
- Creo que no tendré problemas.
- Mira que, en comparación a la que tenías, es más pesada y de mayor cilindraje. Usa el casco de Kazu si te entra. El mío no está… en las mejores condiciones.
- No te hagas problema. Shinichi, tienes una luz de atrás rota y un par de agujeros. Nada grave igualmente.
- Ahhh ¿En serio? ¡No tiene ni cinco mil kilómetros! – Dijo suspirando.
- Al menos no te rompieron el vidrio trasero o una goma. – Dijo con sarcasmo.
- Mañana tendré que reparar esa luz o nos van a detener en algún control. Bueno, vámonos de aquí. Ran, ¿Quieres entrar al auto de una vez o quieres que… te vaya a buscar? – Terminó diciendo la frase con tono divertido.
- "¿Venirme a buscar? ¿Repetirías lo mismo? Entonces me quedo acá." – Pensaba con cara de asombro… para luego cambiarla a una totalmente opuesta. – "Ah no, no, no, no, señorito. Estoy todavía enojada contigo. No intentes encubrir el grito que me diste y las cuarenta vidas que me sacaste hace menos de una hora atrás, con un tierno, dulce y cariñoso beso. Por más que tus labios sean finos pero carnosos y haya tenido miles de fantasías con ellos, no voy a dejar te escapes de esta. Bueno, excepto quizás si me das un par de besos más… y mejor aún si bajan la ubicación. ¡Ran contrólate!"
Un minuto después, estaban en movimiento otra vez. Ran y Heiji seguían consolando a la de ojos verdes, mientras que Aoko iba adelante con el teléfono de Shinichi, guiándolo por rutas alternativas para perder cualquier rastro y así evitar problemas.
Kaito por su lado, iba atrás de ellos en su propio mundo. Extrañaba a horrores manejar una moto. Después de conducirla por un tiempo y acostumbrarse a ella, estaba pensando que las probabilidades de dejarle a Heiji una notita… eran muy altas.
Cuando agarraron una ruta que los iba a llevar derecho hacia la Ciudad, fue que Kaito decidió intervenir al no dejar de escuchar los sollozos de la del oeste por el auricular.
- "Mmm, vamos a hacer que la de ojos verdes se calme un poco". – ¡Oye Heiji! – Dijo Kaito a través del auricular.
- ¿Qué pasa?
- Me parece que… es hora de que empiece a buscar papel blanco y una birome negra.
- ¿Para qué? – Y Shinichi largó una pequeña carcajada sabiendo lo que se venía.
- Tendría que practicar una nueva caricatura de firma pero… – Decía mientras sonreía maliciosamente –… creo que por arte de magia, tu moto desaparecerá algún día del garaje de tu casa.
- ¡Llegas a afanarme la moto y te juro que eres mago muerto!
- Todo sea por el bien de la magia.
- ¡Shinichi! ¡Aplástalo con el auto!
- Oye, oye, oye. Arruinarás tu moto y no puedes aplastar a alguien que usa un divino casco color rosa.
- Te queda muy sexy Kaito. Que sepas que le envié una foto a Shuichi. – Le dijo Shinichi.
- ¡Sabes que va a pegar esa foto por toda la oficina cuando volvamos! ¿No? ¡No escucharé el fin de las burlas de los chicos! Pero… ¿Tú qué opinas Toyama-san? – Dijo mientras se ponía en paralelo a la ventana donde ella estaba. – ¿No me queda bien? – Le preguntó con voz aguda mientras levantaba una mano, aparentando ser una mujer.
- … – Kazuha había dejado de llorar para empezar a hipar, pero no era capaz de hablarle o sonreírle.
- Oh, vamos. – Dijo señalándose la cabeza. – El color me hace acordar a cierta perla relacionada a los labios de una hermosa hada. ¿Recuerdas ese caso Heiji?
- ¡Te mataré! – Gritaba Heiji intentando salir por la ventana donde se sentaba su novia.
- ¡Ok, basta, basta! – Suplicaba Shinichi riéndose a más no poder. – Si no paras voy a tener que detenerme o terminaremos estrellándonos contra algo.
- ¿Qué se supone qué pasó? – Preguntó Aoko con curiosidad al ver la reacción del moreno y del conductor.
- Había una vez… – Empezó a decir el mago.
- ¡KAITO! – El mago se estaba descostillando de la risa.
- ¿El caso de la Perla de los Labios del Hada? – Preguntó Ran. – ¿Se refieren al caso cuando Kaito-kun se disfrazó de Kazuha-chan?
- Sí. ¿Recuerdas lo que casi hace Heiji con Toyama-san… no siendo Toyama-san justamente? – Le preguntó Shinichi a la chica.
Ran miró a Heiji por un segundo con los ojos como plato y empezó a reírse con ganas. Ahora entendía todo.
- ¡Oye! – Le exigió el del oeste.
- Se llama karma. Tú me avergonzaste por el PIN y la cadena de mi teléfono, ahora aguántate esto.
- ¿Acaso soy la única que no entiende nada? – Preguntó indignada Aoko mientras veía para atrás.
- Yo tampoco entiendo. – Dijo Kazuha con voz quebrada.
- Digamos que Heiji estaba cabrón… – Empezó a decir Shinichi.
- ¿Cabrón? Yo no tenía la culpa de que te hayas estado besuqueando con cierta karateca en uno de los mejores lugares de Japón.
- ¡Hattori-kun! – Exclamó apenada Ran.
- ¡¿Qué cosa?! – Preguntó la otra del este.
- ¡Fue en la mejilla! – Le recriminó Shinichi mientras lo veía por el espejo retrovisor.
- ¡Disculpa por no tener el mejor de los ángulos para apreciar los detalles! ¡Podrían haberme avisado que iban a hacer eso! ¡Me tomó por sorpresa!
- ¡Ah, porque a mí no!
- ¡Cállate Shinichi! – Dijo Ran avergonzada.
- ¿Cuándo pasó eso? – Preguntó Aoko.
- Cuando estuvimos en Kyoto. – Comentó mientras miraba por la ventana totalmente colorada.
- ¿Y por qué estaba cabrón?
- Porque era un idiota que competía por todo innecesariamente. Entonces, quiso aventajarse de otra forma. – Le contó el detective del este.
- Sigo sin ver cuál fue el problema.
- Heiji casi besa a Toyama-san. – Respondió el mago sin dar vueltas. – En realidad, casi me besa a mí porque me había disfrazado como ella. ¡Cómo no pudiste reconocerla!
- Espera, espera, espera. – Dijo Aoko dándose vuelta para ver como Kazuha miraba a Heiji con la boca abierta.
- ¿Per...dón? ¿Qué me... perdí? – Dijo anonadada la del oeste entre respiraciones.
- Uhhh. ¿Jamás le contaste esa parte? – Le preguntó el mago con diversión a Heiji. – Me voy de aquí.
El mago se fue para atrás nuevamente, para después pasar al lado de Shinichi. Veía como la parte trasera del auto era un caos entre gritos, exclamaciones y brazos que se movían para todos lados.
- Buen trabajo. Pudiste sacarla del estado de shock. – Le dijo en voz baja sacando un puño por la ventana.
- Aprendí del mejor. – El mago se lo chocó. – Además, sabes que no me gusta ver a la gente así de mal. Ya bastante lo sufro con las desquiciadas.
- "No son tan malos entonces." – Meditó Aoko al escucharlos intercambiar palabras y ver el cambio positivo en la de Osaka. – "¿Quienes son las desquiciadas."
- Me voy para atrás de vuelta.
Cuando finalmente Kazuha y Heiji se calmaron, Ran se puso a curar las heridas de Heiji en el rostro, con las cosas que habían comprado en el supermercado.
El de Osaka se sentía relativamente incómodo por la situación. Ella intentaba ser lo más suave y bondadosa posible con el tratamiento de sus heridas, y él seguía sin poder verla a la cara. Se sentía realmente culpable de no haberla visitado por tanto tiempo. Quería decirle algo, pero las palabras quedaban atragantadas en su garganta. Realmente le falló a Shinichi como hermano, y a ella como amigo.
- Me parece que tienes la nariz fracturada. – Le comentó al presionar suavemente la parte exterior de la nariz y alrededor de ella.
- Lo supuse pero esperará. – Dijo con mueca de dolor.
- Al menos no se ve torcida o deformada. Aun así, un médico debería revisártela antes de que pasen dos semanas.
- ¿Dos semanas? – Dijo alzando una ceja.
- Tengo alumnos que se la pasan golpeándose entre ellos, así que sé de esto. Cuando lleguemos a…donde sea que estemos yendo, ponte hielo. ¿Cómo estás de nafta? – Le preguntó al de ojos azules.
- Yo bien. ¿Kaito?
- No sé qué tan lejos estamos.
- Unos 150 km aproximadamente. – Le respondió Aoko.
- Vamos a tener que parar entonces. ¿Qué hace falta?
- Analgésicos para ustedes. – Indico Ran.
- ¿Y quién va a salir? Si están todos rotos. – Analizó Aoko.
- Yo iré. Me pongo una gorra o algo, y listo. Y tú, te callas. – Le echó una mirada a Shinichi cuando vio que éste abrió la boca para intentar decir algo.
Después de haber cargado nafta, comprar las cosas y dos horas de viaje, llegaron a la ciudad. Por suerte no era un pueblo pequeño, por lo que el riesgo de que corrieran los rumores sobre que unos extranjeros estaban en la ciudad era nulo.
Cuando llegaron al motel que Aoko eligió, Shinichi no pudo evitar preguntar.
- ¿Por qué un motel y no un hotel?
- Porque son más baratos y puedes acceder a las habitaciones desde el aparcamiento, sin tener que pasar por la inspección ocular de la gente de recepción o de la que se encuentra yendo hacia las habitaciones. Otra ventaja es que por estar cerca de la época de vacaciones, se suelen frecuentar y llenar bastante de gente debido a los viajes en ruta… y ahora se acerca el carnaval. Con tu teléfono me fijé cual era el más barato con las mejores reseñas en internet, y aquí estamos. Por lo que veo, no me equivoqué al suponer que iba a estar bastante lleno, así que eso nos permitirá camuflarnos mejor.
- "¿Qué demonios le pasó a esta mujer?" – Pensaba Shinichi mientras estacionaba en el área de recepción, percatándose de que el estacionamiento estaba realmente a tope.
- Yo iré. – Indicó el mago quien se había acercado al auto.
- No puedes usar tu tarjeta, así que usa la mía. – Le dijo mientras le alcanzaba la billetera.
- ¿Por?
- Pagaste el supermercado por lo que no conviene usar el mismo método de pago y además… todavía eres menor de edad querido Kaito.
- Sólo por un mes más. – Le contestó irónicamente. – Aparte, ya no nos parecemos tanto como antes, mi gemelo confabulador.
- No se darán cuenta. La foto no está actualizada.
- ¡Ok! – Dijo dándose la vuelta.
- ¡Espera! No puedes ir con el rosto así. – Le indicó Aoko.
Ante la euforia, adrenalina y la continua necesidad de estar en alerta, no se dio cuenta de que estaba hecho un desastre y muy lejos de estar presentable. Tenía rastros de sangre, rasguños, golpes y comienzos de moretones por todo el cuerpo. Si se exponía públicamente así… seguro lo iban a deportar a la policía.
- Yo me las arreglo. Ventaja de haber sido Kid. Shinichi, ábreme el baúl que necesito mi otro bolso. – Dijo mientras iba hacia atrás.
- "Tenías que recordármelo." – Pensó con una cara agria la del este.
- Déjame el asiento un segundo, Aoko.
- ¿Ahora la llamas por el nombre? – Preguntó con curiosidad el del este al haberlo escuchado por tercera vez.
- Eh… – Dijo con cara de atrapado. Se había olvidado completamente de su apellido una vez que empezó a llamarla por el nombre.
- No me importa. – Admitió Aoko. – Mi apellido es muy largo y es molesto a veces.
- …Claro… – Dijo Shinichi no creyendo la excusa.
Una vez que cambió lugares con Aoko y bajó el espejo del acompañante, se aplicó un poco de maquillaje para tapar los pequeños y no tan pequeños desastres de su cara.
- ¿No era más fácil que te disfraces? – Preguntó la castaña nuevamente al verlo por la ventana baja.
- Seguro me piden identificación para el pago de la habitación. Así que no es una opción viable.
- Te maquillas mejor que nosotras. – Dijo arqueando una ceja.
- Es verdad. Ya sé a quién pedirle que me maquille para alguna ocasión especial. – Comentó Ran al verlo.
- Tomaré eso como un cumplido.
- O porque eres un payaso. – Ironizó Shinichi.
- ¿Estás celoso?
- Dudo que esté celoso de no saber cómo ponerme base, corrector y polvos.
- Para no usarlo te sabes bien los nombres.
- Se llama tener madre, y que no se te olvide que encima fue actriz. La cual aprendió varias cosas de tu padre. – Kaito se rio por el comentario.
Una vez que terminó de arreglarse y se puso la gorra, se fue a la entrada del motel. Atravesó las puertas y… bienvenido aire acondicionado. Era refrescante sentir la ola de frío contra el rostro. Los productos que se puso en la cara le estaban ardiendo a raíz del contacto con las heridas abiertas.
Avanzó por los postes delimitadores de cinta extensible retráctil para hacer la cola, y esperó su turno. No podía creer que siendo más de las doce de la noche, había gente esperando para hacer el check-in. Debió esperar unos quince minutos cuando una chica de unos 27 años lo atendió con una amplia sonrisa.
- Buenas noches. Mi nombre es Mai y le doy la bienvenida al Motel Loopy ¿Tenía alguna reserva realizada?
- Buenas noches. Estamos de pasada por una noche nada más, por lo cual, no hicimos reserva.
- Ay, ay. ¿Estamos? ¿Cuántas habitaciones estaría necesitando?
- Somos 6 en total.
- Como estamos próximos al fin de semana largo por el carnaval y estamos en vísperas de vacaciones, hemos tenido casi la ocupación completa de las habitaciones grandes del motel. Déjeme ver que le puedo ofrecer.
- "Demonios, demonios, di que tienes algo por favor. Me encantó el viaje en moto pero no quiero volver a manejar con ese casco tan pequeño que estaba estrangulándome los sesos. Necesito tirarme como un saco de papas en una cama." – Pensaba internamente el pobre mago mientras se apoyaba en el mostrador por el cansancio.
- Lamentablemente no tengo habitaciones grandes...
- "¡Nooooo!" – Gritaba internamente el mago.
- … y no quiero parecer entrometida…
- "Entrométete todo lo que quieras pero dame una habitación".
- … pero si al grupo no le molesta dividirse en parejas y dormir juntos, puedo ofrecerle tres habitaciones dobles.
- Admiro que puedas tener esa sonrisa a esta hora de la noche y te pido disculpas que el procesador de mi cabeza no esté del todo apto considerando las horas de viaje que hicimos hoy. Pero… cuando hablas de dormir juntos te refieres a que…
La chica se rio coquetamente. No sabía por qué, pero le resultaba muy simpático ver los ojos de Kaito con pura confusión.
- Son habitaciones con camas matrimoniales.
- Ah… – Dijo dándose cuenta del primer problema. – Consulta número dos, ¿Las habitaciones están cerca entre ellas?
- No exactamente. – Le respondió mientras sacaba un mapa. – Tienes una en el ala derecha. – Dijo mientras le marcaba la unidad – Otra está en la mitad, y la otra está en la punta de aquí en el piso de arriba. Lo bueno que todas vienen con una cocina pequeña. Sabemos que la mayoría de la gente trae sus alimentos en el viaje, por lo cual, se encuentran equipadas para que puedan disponer de lo que necesiten.
- ¿Me das un minuto que hago una llamada rápida para consultarles? – Preguntó mientras levantaba un dedo y sacaba su teléfono del bolsillo del pantalón. – Tenemos parejas desparejas. – Y la chica volvió a reírse.
Pasaron dos pitidos para que Shinichi atendiera en altavoz.
- ¿Qué pasó ahora?
- Supongo que los del oeste no tienen problema. Pero… solo hay habitaciones dobles o sea, sin camas individuales. Con lo cual, el problema radica en las del este. Las habitaciones no están cerca una de la otra. ¿Qué quieren hacer?
- Tómalas. – Dijo Aoko sin dudar mientras veía a Ran asentir con la cabeza.
- Pensé que serías la primera en negarte. – Admitió alzando una ceja.
- Ustedes no están en condiciones de estar buscando comodidad para nosotras. Así que hazlo. Es una sola noche y necesitan descansar.
- Okeeeey. – Respondió el mago con duda y sorpresa.
Kaito colgó y Shinichi se quedó sorprendido con la respuesta de la chica.
- ¿Por qué me estás mirando así?
- Hiciste un cambio drástico.
- Alguien me dijo que al final del camino, terminaré ganando más de lo que perdí en el pasado.
- Que persona sabia. – Dijo con ironía al recordar la charla que tuvieron a la madrugada.
- Además, tuve un profesor que me decía que puedes tropezarte una o dos veces con la misma piedra. Si ya lo haces más de tres… es porque eres estúpido.
- ¿Qué materia daba? – Dijo con interés.
- Ética y Ciudadanía. – Ambos detectives se rieron por la ironía.
- Toyama-san, ¿Estás bien? – Dijo Shinichi con el ceño fruncido al verla.
Kazuha lo miró por unos segundos para bajar la cabeza nuevamente. Todavía no terminaba de procesar lo que había pasado hace unas horas. Pero aun así le respondió con voz cansada.
- Sí. Pero tú…
- Oye, estoy entero. Así que déjate de preocupar por lo que pasó. Estamos todos vivos y eso es lo que importa, ¿No? – Le dijo con una sonrisa para apaciguarla.
- Siempre odié esa forma que tienes de ver las cosas. Hasta yo estoy traumado todavía. – Protestó Heiji mientras se refregaba los ojos con los dedos.
- Ni que fuera la primera vez. – Dijo rodando los ojos.
- ¡Fue la primera vez delante de mi, estúpido! Mouri-san… dile algo. Estás muy callada.
- No despiertes a la fiera que está contenida. – Le reclamó en voz baja y con terror al otro detective.
- Sabes que puedo escucharte bien, ¿No? Señor mayor de edad… te juro que estoy esperando esa habitación con ansias para ajustar cuentas contigo. – Dijo con enojo.
Era la primera vez que Heiji vio como el autocontrol se fue de la cara de Shinichi tan rápidamente. Desde que llegó lo vio seguro y serio… a excepción de la broma que hizo con Ran. Pero esta vez, podía observar como el detective tragaba con fuerza, preso del pánico al saber el significado del análisis del sonido que emitieron las cuerdas vocales de la karateca.
Pasaron quince minutos desde que cortaron la llamada, y Kaito apareció en la periferia de los detectives. Se subió a la moto para que lo siguieran y les indicó donde tenían que estacionar, mientras él dejaba la moto un poco más lejos.
Todos bajaron del auto al no haber nadie alrededor, mientras esperaban que el mago se acercara caminando.
- Tuve que falsificarte la firma dos veces. – Le avisó a Shinichi.
- Una para la tarjeta y la otra…
- Cuando leyó el nombre se cayó de trasero y empezó a hablarme rápidamente sin parar. ¿Te soy sincero? No sé qué demonios dijo porque a la tercera palabra apagué el oído.
- ¿Y la otra firma…? – Repitió para incitarlo a que termine la oración original.
- Me pidió tu autógrafo. Ok, tengo las tarjetas y el mapa. ¿Cómo quieren que nos…?
Aoko tomó las cosas de su mano y vio los números de las habitaciones y la localización.
- Hattori-kun y Kazuha-chan les toca la habitación 225 del ala derecha. – Les indicó mientras les daba la llave al moreno y señalaba el mapa. – Kudo-kun y Ran-chan al medio en la 265. – Dijo mientras le daba la llave a la karateca. – Nosotros vamos a la del primer piso, a la 280.
Todos se quedaron mudos. ¿Acaso un alien había tomado el cuerpo de Aoko en el campo y no se dieron cuenta?
- ¿Alguna objeción? – Preguntó en voz alta al ver las caras de extrañeza.
- … – Kaito levantó la mano.
- Tu opinión aquí no cuenta. Así que denegada.
- ¿Cómo que denegada? ¿Estas apurada por ir al baño? – Preguntó el mago con los ojos abiertos no creyendo lo que escuchaba. ¿No se supone que él pago las habitaciones?... Bueno… técnicamente fue Shinichi.
- ¡Kaito! ¡Ya deja de fastidiarme! – Dijo con la cara roja de vergüenza mientras le pegaba suavemente en el brazo. – Kazuha-chan está todavía en shock, por lo que Hattori-kun tiene trabajo psicológico que realizar. Kudo-kun tiene una muerte lenta por cómo está reaccionando Ran-chan, así que no seré partícipe de ningún homicidio. Además, no creo que ellos dos estén en las mejores condiciones para subir las escaleras con esas heridas. Y en cuanto a ti… – Dijo apuntando al mago. –… haz algo esta noche y te corto las manos. ¿Todo quedó claro o necesitas más explicaciones? – Terminó con una sonrisa diabólica.
- Quedó clarísimo. – Kaito se quedó pasmado… ¿Cómo lo llamó?
- ¿A qué hora tenemos que hacer el check-out? – Consultó Ran.
- Eh... a las diez de la mañana. – Respondió el mago.
- ¿A las nueve en la habitación de ustedes? – Preguntó Heiji a Shinichi.
- Ok.
Agarraron unas bolsas de supermercado donde dividieron equitativamente algo de comida, bebida y algunos productos de curación. También abrieron los bolsos y tomaron algo de ropa para cambiarse.
Los del oeste iniciaron la caminata de forma tranquila hacia el extremo derecho. Mientras que Shinichi y Kaito que tenían sus mochilas encima… veían con preocupación el camino hacia sus habitaciones. Inmediatamente pensaron en aquel libro tan odioso que tuvieron que leer cuando iban al secundario: "Crónica de una muerte anunciada".
Respuestas a reviews:
Karakemi: ¡Perdón por haberlo terminado ahí!. No mueras de la intriga por favor que subí este capitulo bastante rápido. Te dije que ibas a querer que tenga más de una mano para escribir
Althea san: Gracias por las ideas. ¡Veremos si siguen el mismo rumbo que dices! Otra lectora más que se suma al pedido de Ferchus 12356 sobre mordisquear a la gente (¡Mira lo que provocaste Ferchus! Responsabilizate por favor.)
Zulaypao22: ¡Adoré tu comentario xxxxxxxxxxxxxxxxxl! Debo decirte que a mi también me dio mucha tristeza ver el capítulo donde el padre de Aoko se olvida del cumpleaños de ella. Es lo que me permitió tener ideas sobre cómo desarrollar negativamente su actitud y a futuro tenía pensando usarlo.
Después de leer este capítulo... ¿Ran se equivocó con su presentimiento o no? . ¿!Qué pasará ahora que están solos!?
Con respecto a los momentos románticos, en mi caso, sí necesito fanfics. Porque en el anime y manga... ¡Me faltan y van demasiado lentoooo! ¡Más de 1000 episodios y solo quiero ver como terminan juntos!
¡Se viene un tri-capítulo. Así que ténganme paciencia por favor!
