Los personajes del universo de Detective Conan no me pertenecen. Es obra de Gosho Aoyama.
Habitación 225 del ala derecha – Jueves 00.40 am.
Después de lo que aparentaron ser siglos, Kazuha entró en la habitación como si fuera un robot programado. Heiji la guiaba con un brazo alrededor suyo, y ella sabía que lo único que tenía que hacer, era mover el pie derecho y luego el izquierdo.
Se había recuperado un poco gracias a la intervención de Kaito en el auto. Pero una vez que pasó el tiempo, por más que quería interactuar con ellos, sus voces se escuchaban cada vez más lejos en sus oídos. Su mirada se volvió inexpresiva y ausente, y no sentía que tenía control ni de su cuerpo o de su mente.
Con mucha dificultad pudo responderle algo coherente al detective del este cuando estaban aparcados. No podía comprender la naturalidad con la que él hablaba después de lo que pasó, como si fuera algo de lo más… normal del universo. ¿Acaso tenía noción de que estuvo a punto de morir esta noche?
Sí, tendría que estar aliviada de que no pasó nada… Pero no podían esperar que todo lo que pasó en solamente una hora, no haga estragos en su cabeza.
- ¿Cómo estás? – Escuchó decir a su pareja.
- Estoy bien. Solo… agotada.
- Kazuha…
- Estoy bien. En serio. – Le sonrió.
- Kazu, no lo estás. No soy un extraño al cual puedes engañar. Soy tu novio y el mejor amigo que tuviste desde antes que empezáramos la escuela elemental. Así que mejor deja esas sonrisas de muñeca de porcelana poseída, porque no alcanzan a verse en tus ojos.
Y no tenía defensa alguna para combatir su reprensión.
Prácticamente, pasaron toda su vida juntos. Conocían cada expresión del otro, cada movimiento de sus cuerpos, cada actitud y hasta el significado de los distintos tonos de voz que emitían sus cuerdas vocales. ¿Cómo esperaba poder engañarlo con una falsa sonrisa cuando sus ojos demostraban la consternación que estaba sufriendo? ¿Cómo creyó que podía aparentar ser fuerte frente a la persona que sabía más cosas de ella que sus propios padres?
La del oeste entreabrió su boca, y simplemente puso una mano sobre su labio superior y bajo su nariz.
- ¿Qué quieres que haga entonces? – Preguntó con fragilidad.
- Simplemente que dejes de aparentar algo que no sientes. – Le dijo mientras la abrazaba.
- No puedo dejar de recordar las mismas escenas como si estuviera en un bucle. Sé que no fue la primera vez que vi cómo te golpeaban, pero esta vez…
- Fue mucho. Lo sé.
- No puedes saberlo.
- Claro que puedo. ¿Acaso crees que yo no estaba asustado? Estaba aterrado por lo que podría pasarte ahí dentro, tonta.
La de ojos verdes suspiró rendida, y se limitó a quedarse por un largo tiempo en ese sagrado hueco de su pecho. No quería abrazarlo con mucha fuerza, sabiendo que le debían doler hasta los poros. Pero aunque el abrazo era delicado, era uno de sus favoritos.
Sí. Aprendió a reconocer los distintos tipos cuando empezó a salir con Heiji. Estaban los abrazos cariñosos al cuello y cintura, los típicos de amigo que duran dos segundos, los sexys con besos de por medio, los de hombro con hombro, los que iban por la espalda, los "te estrangulo con brazos y piernas" que generalmente conllevaban a otras… acciones…, y estaban los proteccionistas frotadores de espaldas como el que estaban teniendo ahora. Aquel que significaba que todo iba a estar bien, y que siempre en lo posible, él iba a estar con ella para protegerla de cualquier cosa. Aquel donde sus corazones se unían para acompasar sus ritmos y sus respiraciones se tranquilizaban.
El mágico momento se vio interrumpido cuando alguien tocó a la puerta. Heiji se apartó un momento para intentar ver quién era, pero la del oeste se aferró a su brazo con extremo miedo.
- Tranquila. Si fueran ellos, no habrían avisado y hubieran directamente tirado la puerta abajo como hicieron en la casa. Debe ser alguna de las chicas.
- ¿No es mejor que agarre una cuchilla de la cocina? Mejor dos, por si las dudas. – Preguntó con los ojos abiertos.
- "¿Qué carajo…?"
- …
- Mejor quédate dentro. Lo único que me falta es ser testigo de un crimen donde mi novia fue la asesina. Eso se supone que le toca a Shinichi esta noche, no a nosotros.
- Cierra la boca, tonto. Iré contigo igualmente.
- Sin cuchillas. – Dijo señalándola.
- De acuerdo.
El del oeste caminaba con una pesa de 600 kilos a su lado. Le estaba estrujando el brazo de tal forma que estaba viendo una constelación entera después de los golpes que recibió.
- ¿Aoko-chan? – Preguntó Kazuha al verla. Al instante se relajó y Heiji ascendió al cielo.
- Toma. – Dijo alcanzándole la bolsa al moreno con expresión de dolor. – Por las marcas en el brazo creo que lo vas a necesitar con un poco más de urgencia que antes.
- Ah, el paraíso. – Dijo con una cara de felicidad cuando agarró la bolsa y se la colocó sobre el costado del brazo.
- Ten cuidado que chorrea un poco.
- Te juro que es lo que menos me importa.
- Heiji Hattori. – Le regaño la de ojos verdes.
- Mejor regreso antes de que cierto mago se desquicie. ¿Están bien? – Consultó.
- Sí. Ve tranquila que te vigilaremos hasta que llegues.
- ¡Gracias! Que descansen. – Dijo alejándose mientras saludaba con una mano.
Heiji la siguió con la mirada hasta que entró a la habitación. Se alarmó por un segundo cuando vio una silueta bajar del techo. Pero al descubrir que era Kaito, se calmó.
- Estúpido. – Exclamó en voz baja mientras cerraba la puerta con una sonrisa.
- ¿Cómo supiste que era una chica la que tocó la puerta?
- ¿La fuerza y suavidad de los nudillos contra la superficie?
- Sabes que Ran-chan puede tirar la puerta abajo si quiere, ¿No?
- … – Heiji suspiró. Su novia tenía un punto a favor.
- Me iré a bañar.
- Ok. Te hará bien.
La castaña entró al baño y cerró la puerta. Una vez más, se estaba moviendo automáticamente. Abrió la ducha y mientras esperaba que el agua se temple, observó su reflejo en el espejo. Además de lo pálida que se encontraba, tenía los rastros de las lágrimas que derramó, los ojos irritados, la nariz rosada… y las marcas violáceas de los golpes que le dieron en la mejilla.
Pasó sus dedos por las nuevas manchas en su cara, notando el dolor que le provocaba hacerlo. El vidrio empezó a empañarse con el vapor, y poco a poco, su rostro empezó a desaparecer de él… Y hubiera deseado que sus recuerdos hagan lo mismo.
Tenía algo en el pecho que no la dejaba respirar correctamente. Una presión oscura que le pesaba y quería absorber todo lo que había dentro de su cuerpo, como si fuera un agujero negro.
Sintió mucho frío, y sin pensarlo mucho más, se metió bajo la ducha pensando que de esa forma iba a sentirse mejor.
No sucedió.
- Kazu, ¿Quieres que te traiga la ropa?
Heiji se extrañó cuando pasó un tiempo considerable y la castaña no hacía acto de presencia. Preocupado, se acercó a la puerta para ver si necesitaba algo, como la ropa que notó que no se llevó. La llamó reiteradas veces sin obtener respuesta alguna, por lo que terminó entrando al baño.
Al ingresar, la ubicó sentada en el piso de la ducha, con las rodillas al pecho y los brazos a su alrededor. Se encontraba con el cuerpo y la ropa empapada, dado que no se había desvestido. Se le quedó viendo por un momento sin saber cómo reaccionar, ya que nunca la había visto de esta manera.
Lentamente fue acercándose hasta ella, deslizando su espalda por la pared de la bañera y agachándose con dificultad hasta sentarse a su lado. Sintió un fuerte dolor al realizar la acción, por lo que se quedó por un momento respirando despacio y profundamente, hasta que los pinchazos cedieron un poco.
- ¿Qué pasa? – Preguntó con un tono de voz suave mientras dejaba sus brazos sobre sus rodillas.
La de ojos verdes se abrazó al brazo de él mientras tiritaba.
- Kazu.
- No quiero hablar de ello. Pero… tampoco tengo control sobre lo que pasa por mi cabeza y quiero que automáticamente deje de llevarme a revivir toda la escena una y otra vez.
- Ok… ¿Quieres un vaso de jugo?
- …
- …
- ¿Cuántos golpes te dieron en la cabeza? – Preguntó mirándolo.
- Unos cuantos. Repito… ¿Quieres un vaso de jugo?
- Yo te estoy contando algo serio… ¿Y me sales con esto? ¿Eres tonto o qué? – Preguntó con angustia.
- Me parece que sí tienes sed. – Dijo ignorándola por completo.
- ¡No! No quiero un maldito vaso de jugo.
- Ahh, ¿Entonces no estás sedienta?
- No. – Le contestó con enfado al no entenderla.
- ¿Ni un poquito? – Preguntó con asombro en la cara.
- ¿A qué demonios estás jugando?
- Nada en particular, ¿Estás segura que no quieres uno?
- Voy a matarte.
- Luego me extrañarás. ¿Quién te dará abrazos?
- Heiji…
- ¿No me digas que nunca más vas a querer mis labios sobre los tuyos?
- …
- ¿O quién va a…?
- ¡Ya cállate! – Le exigió, al sentir un poco de vergüenza por cómo podía llegar a terminar esa frase.
- Volviste a ser la de antes. ¿Dejaste de pensar por un par de minutos en lo que pasó?
Kazuha se le quedó viendo por un segundo, mientras la lluvia de la ducha caía sobre ellos.
- Si te hago preguntas directas y te hago rememorar el evento, lo único que conseguiré será que te cierres cada vez más. En cambio, si te consulto sobre cualquier otra cosa que te saque de esa burbuja, dejarás de pensar en ello continuamente.
- …
- ¿Sabías que cualquier evento traumático hace que nuestro cerebro se ponga en alerta máxima porque la amígdala que está situado en la parte interna del lóbulo temporal medial, se activa de forma exponencial? – Le consultó mientras que con el dedo índice le daba golpecitos suaves en la corteza de la cabeza. – El cerebro de cada persona reacciona de una forma distinta a ello, pero dentro de los mismos y famosos parámetros de las 3 F: fly, fight or freeze, o huye, pelea o congélate. En nuestro caso, múltiples situaciones provocaron que sucedieran las tres cosas, reiteradas veces, en distintos momentos. Así que, es normal que estés… saturada.
- ¿Pero por qué yo estoy así, y tú estás como si nada?
- Quizás porque no estás acostumbrada.
- Heiji... tú no estás viviendo diariamente situaciones como la que acabamos de vivir.
- Punto tuyo a favor, pero sí tengo algo más de experiencia que tú en esto. Igualmente, no creas que estoy muy tranquilo tampoco. – Dijo apoyando la cabeza sobre la pared. – Cuando nos estacionamos y vi que estabas relativamente bien y que Shinichi no estaba agujereado, casi me descompongo. Por eso Mouri-san me advirtió sobre no manejar. Probablemente me hubiera caído en algún punto de la ruta si lo hubiera hecho.
- Acabas de mencionar a las dos personas por las cuales no puedo asimilar todo esto.
- Entiendo lo de Shinichi… pero, ¿Qué tiene que ver Mouri-san acá?
- ¿Me estás cargando? Une los cabos. Es mi mejor amiga.
- ¿Y?
- ¿Cómo y? ¿Cómo crees que podría mirarla a los ojos cuando este detective maníaco y desaparecido por dos años con gran espalda se tiró enfrente de mí de esa forma? ¡Pensé que había muerto! ¿Cómo podría vivir con ese peso encima? ¿Tienes idea la cantidad de incógnitas que tenía en mi cabeza cuando eso sucedió? ¿Cómo le contaría lo que pasó a Ran? ¿Cómo podría llegar a perdonarme algo como eso? ¿Cómo…?
- ¡Alto, alto, alto! Tranquilízate un poco. Respira profundo. Nada de eso pasó, ¿De acuerdo?
- Aun así…
- ¿Quieres que llame a la habitación de ellos y le diga a Mouri-san que venga a hablar contigo?
- Es… un poco tarde. ¿No crees? – Dijo con duda.
- ¿Te sentirás mejor si lo hago?
- … – Y asintió con la cabeza.
- Ok. Primero que nada, sacaremos esta cinta que quedó en tus tobillos. Espero que estés bien depilada.
- ¡Idiota! – Exclamó sin gritar, y es el momento donde el detective tiró de los restos de la ancha cinta gris de su piel. – ¡Ouch! – Se quejó mientras frotaba la zona adolorida.
- Y segundo… me parece que vamos a tener que sacarnos estas ropas. – Dijo con desgano mientras veía y separaba la remera empapada de su piel.
- No creo que pueda pararme. No siento las piernas.
- Porque estás helada de estar en el piso, tonta. Además, el agua ya no está tan caliente. – Le recriminó mientras abría la canilla para aumentar la temperatura del agua. – Vamos. Arriba. – Le dijo mientras le extendía ambas manos.
Kazuha las tomó, y por más que Heiji quería ayudarla, sus piernas estaban entumecidas y no estaban colaborando como ella pretendía. Con un gran esfuerzo pudo pararse, y sus manos pasaron a soportarse contra la pared para no causarle más estrés físico al pobre detective de Osaka.
- Ahora entiendo cómo es que la mayoría de los accidentes caseros ocurren en el baño. Uff, la ropa me está pesando una tonelada. – Se quejó.
Heiji intentó sacarse la remera, pero al tenerla tan pegada al cuerpo, era inútil. Incluso el exceso de fuerza que estaba ejerciendo para lograrlo, le estaba provocando que una vez más, vea al conjunto de estrellas agrupadas en una región.
- Ouch, ouch, ouch.
- Espera pequeño animalito de mi vida. Vas a empeorar más tus heridas de esa forma. – Le sermoneó su novia mientras agarraba la parte baja de su remera y la iba subiendo para sacársela por la cabeza.
Kazuha se quedó petrificada y automáticamente una expresión de dolor apareció en su rostro al ver como algunas zonas de la superficie de su torso se destacaban por tener un color rojo y violeta. Colores que contrastaban mucho con su típico color de piel moreno.
- Que bestias. – Exclamó mientras tocaba su piel. – ¿Te pusiste hielo? El agua caliente no va a ayudarte con la inflamación. Y debes desinfectarte esos rasguños y heridas que tienes.
La de ojos verdes dejó la remera de Heiji en el extremo de la ducha donde no caía el agua y giró la canilla del agua fría para abrirla y descender la temperatura del agua.
- No seas tonta. Vuélvela a dejar como estaba antes. Vas a tomar frío.
- Ah, cállate. – Se quejó mientras se sacaba la musculosa negra que vestía junto con su corpiño y los revoleaba donde estaba la ropa del detective. – ¿Qué? – Preguntó al verle la cara mientras se sacaba el short y luego lo que quedaba de su ropa interior. – ¿Alguna queja? – Consultó con las mejillas coloradas.
- Para nada. Solo estoy disfrutando del espectáculo. – Le contestó mientras que recorría su cuerpo lentamente con la mirada.
- ¡Heiji!
- ¡Shh! Que vas a despertar a nuestros vecinos que están durmiendo, gritona.
- Tú tienes la culpa, idiota.
- ¡Hey! No tengo la culpa que tengas un buen cuerpo… ¿Y esos moretones? – Señaló a la parte delantera de sus piernas.
- Son… los golpes que me dio el que te estaba atacando cuando le realicé la llave y quería liberarse.
- Que vengadora resultaste ser. A partir de ahora te llamaré anaconda verde. – Le dijo con diversión y un tinte de orgullo en su voz mientras se deshacía de la ropa que tenía puesta y la dejaba sobre la pila en el suelo.
- ¿Me estás diciendo que soy una serpiente? – Le retrucó con ofensa mientras lo veía sonreír. – Ten cuidado. Hay algunas que se comen a los machos.
La sonrisa del moreno desapareció al segundo, y Kazuha lo abrazó suavemente con una sonrisa, intentando buscar una fuente de calor entre sus brazos.
- Definitivamente necesito esas vacaciones solamente contigo cuando terminemos el año. – Confesó el moreno.
- No sabemos si vamos a salir de esto… ¿Y ya estás pensando en las vacaciones que hablamos cuando estábamos comiendo en el restaurante de Akiyama-kun?
- Soy una persona con metas.
- Ya me di cuenta. – Exclamó con sarcasmo.
- Además, si no me hubieran molido a palos… te juro que estaría aprovechando la habitación al máximo.
- ¡Heiji, contrólate! – La del oeste se separó con una sonrisa y agarró el shampoo para lavarle la cabeza a su novio.
- ¿Qué? Encima la pagó Shinichi. Obvio que iba a aprovecharla aún más. Me lo debe por haber desaparecido como lo hizo. – Exclamó mientras se enjuagaba el pelo y veía como ella pasaba a lavarse el suyo.
- Pensé que esa deuda había quedado saldada cuando no fuiste a visitar a Ran-chan como te lo pidió.
- ¿Cómo supiste de eso? – Dijo cambiando de posición con ella para agarrar la crema enjuague y dejar que ella se meta bajo la lluvia.
- Pura deducción y se lo pregunté durante el viaje hasta la casa de campo, cuando éramos los únicos que estaban despiertos. No era muy difícil tampoco. – Le explicó mientras dejaba pasar a Heiji, y se escurría el agua del pelo para tomar la crema enjuague y colocársela. – Por lo poco que lo conozco, me atrevo a decir que es incluso más sobreprotector que tú.
- Probablemente… tengas razón. – Admitió con un suspiro mientras sentía como Kazuha le enjabonaba la espalda.
- Me extraña que confirmes que es superior que tú en algún aspecto. – Dijo mientras lo daba vuelta para con extrema suavidad y cuidado, pasarle las manos enjabonadas sobre su pecho e inspeccionar a mayor detalle las heridas que tenía.
- Es que este desquiciado tiene la manía de cargar con todo el peso del planeta. Por eso Kaito lo retó cuando estacionamos. Él mismo se establece la responsabilidad y la obligación de cuidarnos a todos como si fuéramos… no sé… los pollitos desplumados del gallinero. Si sigue así, algún día va a terminar explotando en serio.
- Los cuida porque los quiere, tonto. Por ende, no tienes derecho a reclamarle absolutamente nada después de que haya desaparecido… ¿Me enteraré algún día de por qué lo hizo? – Preguntó con curiosidad mientras pasaba abajo del grifo y Heiji aprovechaba para hacer lo mismo que hizo ella.
- Pregúntaselo a Mouri-san.
- La cual no sabe nada por el momento. Heiji… creo que estás abusándote un poco con tu forma de enjabonarme, ¿No crees? – Lo retó al ver que sus manos se habían quedado girando sobre sus pechos.
- Me estás distrayendo con la conversación y no podía recordar si ya había pasado por la zona.
- Claro. – Lo miró con los ojos en blanco mientras se daba la vuelta con una sonrisa irónica para que termine con su espalda.
- Volviendo al tema... no creo que sea una historia que quieras escuchar en estos momentos cuando estás en el medio de un trauma… shock… llámalo como quieras. – Explicó mientras dejaba el jabón y cambiaba lugares con Kazuha para que no tome más frío.
- ¿Es por el problema que me habías contado en el restaurante? – Le consultó abrazándolo nuevamente.
- Sí.
- Ah.
- Pero resultó ser mucho peor de lo que me contó en esa época.
- ¿Qué tan peor?
Lo único que escuchó la castaña fue un largo bufido con sus labios.
- ¿Me estás cargando? – Preguntó mientras lo veía a los ojos sin dejar de abrazarlo. – ¿Qué hace acá entonces?
- ¿Mouri-san?
- ¿Pero está bien?
- Creo que ni él lo sabe con exactitud.
- … – Kazuha lo miró con descreimiento. – ¿Se va a morir?
- Creo… que no.
- ¿Cómo que creo? ¿Me estas jodiendo?
- Es una muy larga historia, Kazu. No te preocupes por ello.
- ¿Qué no me preocupe?
- Confía en él. – Dijo colocándole una mano en la mejilla, tocando suavemente con su pulgar los moretones que tenía sobre ella. – ¿Te duele esto?
- Apenas un poco.
- Lamento no haber podido hacer nada.
- Heiji, nos superaban en número y además… no entiendo. Se levantaban como si no les hubiéramos hecho daño.
- Probablemente, hayan tomado alguna droga que les inhibía el dolor. Sus pupilas estaban considerablemente dilatadas, el movimiento de sus ojos era veloz… me olvidé de decirle eso a Shinichi. Ahora cuando venga hablaré con él de eso. No te preocupes, ¿Sí? – Le comentó mientras le daba un beso en la frente.
Ambos quedaron viéndose por un momento y ella no pudo evitar automáticamente acercarse a él con los labios entreabiertos. Por supuesto que el de Osaka aceptó la invitación mientras movía sus labios lentamente contra los de ella, dándose cuenta de lo suave que eran sus labios a raíz de la continua cortina de agua que caía sobre ellos.
Kazuha debía admitir que era una muy buena terapia. Se había olvidado por un buen rato de lo que pasó, y lo único que hacía era disfrutar de la calidez y dulzura del beso, que hacía contraste con el agua fría sobre sus pieles. Le encantaba sentir ese golpeteo fuerte en su pecho y como el oxígeno se le iba de a poco de sus pulmones.
- Mmhh, ¿El agua está cada vez más fría o soy yo? – Reclamó la de ojos verdes repentinamente, separándose con rapidez de él y con piel de gallina.
- Si no desciendo la temperatura… en cualquier momento voy a agregar otro dolor a mi cuerpo. – Le admitió con sus pupilas agrandadas y oscuras.
- ¡Tonto! ¡Controla tus hormonas! Vamos a agarrar una pulmonía con el aire acondicionado de la habitación.
- No exageres que haces un calor de mil demonios afuera. Es como abrir la puerta y encontrarse al infierno en persona.
- Ahora eres tú el exagerado. No hace tanto calor.
- Mejor salgamos, así llamamos a la karateca de una vez. Espero que Shinichi siga vivo.
Una vez que estrujaron la ropa y la colgaron del barral de la ducha para que se seque, tomaron las toallas para quitarse la humedad de sus cuerpos. Salieron del baño, y Kazuha fue a buscar la ropa que quedó en el living, en tanto que el moreno, marcaba el 265 con el teléfono que se encontraba en la habitación, para comunicarse con el otro detective.
Terminaron de vestirse, y fue en ese momento que escucharon un par de nudillos en la puerta. Esta vez, el del oeste no pudo identificar si el golpe pertenecía a Shinichi o a Ran.
- Yo voy. ¿Seguro estarás bien?
- Sí.
- Cualquier cosa me avisas. Iremos afuera así les dejamos más… privacidad. ¿Ok?
- Gracias amor. – Dijo dándole un último beso corto en los labios.
Kazuha se metió bajo las sábanas mientras esperaba que su amiga pase la puerta. Escuchó dos simples palabras:
- ¿Dónde está?
Y sabía por su tono de voz, que algo muy malo pasó entre los del este. Su deducción no fue incorrecta, al verla pasar al cuarto y cerrar la puerta tras ella. Vio como cerró los ojos y suspiró lentamente.
- ¿Qué pasó Ran-chan?
- Nada. – Dijo con una falsa sonrisa.
- No hagas eso. Recuerda que soy una de las pocas que se quedó contigo cuando adoptaste ese sistema de sonrisas falsas. No pretendas querer engañarme con ellas. – Y notó como el semblante de su amiga volvió a deprimirse.
- Es largo de explicar y por ahora no quiero hablar de ello... o al menos hasta que me calme y deje de estar tan frustrada. Cuéntame tú qué te está pasando. – Dijo mientras se trepaba a la cama y se metía bajo las cobijas para sentarse a su lado.
- Creo que estoy traumada.
- No me sorprende.
- Cada vez que dejo de hacer algo o me quedo sola, las imágenes vuelven una a una a mi cabeza. Heiji me dijo que es porque sufrí las "3 F"… o algo así. ¿Cómo hago para sacarlas?
- ¿Sabe sobre eso? – Le preguntó alzando una ceja. – ¿Quieres contarme qué pasó hasta que llegaron los chicos?
- Con Heiji, estábamos tranquilos en la cocina, hablando sobre todo lo que venía pasando y decidiendo qué hacer de comer para cuando ustedes volvieran. Fue cuando él escuchó un ruido fuerte que provenía de afuera. Yo le dije que quizás eran ustedes, y que probablemente fue el sonido de la chapa del auto contra la bajada de la entrada. Ya la habíamos sufrido con Kudo-kun el primer día que llegamos.
- Ahora entiendo por qué cuando fuimos al supermercado, hizo una maniobra un tanto extraña para salir. ¿Qué pasó después?
- Heiji se alarmó y buscó su celular inmediatamente sabiendo que algo no andaba bien. Dijo algo relacionado con la velocidad y el peso de las pisadas, y que no reconocía ninguna femenina entre ellas. Rápidamente lo tomó y lo tiró por la ventana del costado de la cocina que se hallaba abierta… y fue ahí cuando entraron, y pasó lo que pasó.
- Continúa.
- Se abalanzaron contra Heiji cuando lo vieron, y él empezó a gritarme que corriera a la habitación… – Terminó la oración apretando los dientes y haciendo una mueca de disgusto.
- Claramente no le hiciste caso. Primera "F" de supervivencia ancestral que se presenta: Fight.
- Ahhh ahora entiendo lo que son. Pero sí, lo ayudé a golpear y a revolear gente por la habitación, pero no entendíamos algo. Se levantaban como si no les hubiéramos hecho nada. Finalmente, pudieron contra nosotros. A Heiji lo inmovilizaron tres de ellos, mientras que a mí dos. Nos esposaron, y por más que intentamos patalear, nos cubrieron los tobillos con cinta. Empezaron a preguntarnos donde estaban tú y Aoko-chan. Al no responderles… fue ahí que empezaron a golpear salvajemente a Heiji.
- ¿Qué sentiste en ese momento?
- ¿Mil cosas? – Dijo mientras levantaba sus hombros. Sus ojos nuevamente empezaron a nublarse y a derramar lágrimas.
- Espera que voy por papel. – Dijo corriendo mientras iba al baño.
Ran no tardó más de un par de segundos en encontrar el rollo y salir disparada a la habitación, notando dos cosas en el proceso: los chicos no estaban, y el… tendedero del baño.
- Aquí tienes.
- Gracias. – Dijo mientras se sonaba la nariz y sentía como Ran volvía a su sitio para abrazarla. – Ya nos había pasado esto antes. No debería afectarme tanto.
- Pero era otra la situación. Ahora es tu novio y el amor de tu vida, no un amigo de quien estabas enamorada.
- No deberían cambiar las cosas.
- Pero sí cambian… y mucho. ¿Qué emociones prevalecieron?
- Por sobre todas las cosas… miedo y angustia.
- Ok. ¿Sientes ahora que estás segura?
- Sí.
- ¿En serio? Piénsalo bien. Si yo me voy ahora, ¿Te sentirás segura si te quedas sola?
- …No. – Le admitió después de un tiempo en silencio.
- ¿Por qué no?
- Porque pueden volver a entrar como lo hicieron antes. ¿Y si la historia se repite? No creo poder soportar ver cómo lastiman a Heiji otra vez. ¿Y si termina muerto esta vez?
- No te pregunté si ibas a estar segura en el futuro, porque eso nadie lo sabe Kazuha-chan. La pregunta es… ahora, en estos mismos momentos, ¿Sientes que no estás a salvo?
- No.
- Debes recordar eso cada vez que se enciendan innecesariamente las alarmas de peligro.
- ¿Pero cómo hago para eliminar esas imágenes de mi cabeza?
- Hay algo más que te está afectando y no me estás contando. Algo que detona la situación de forma seguida.
La de ojos verdes bajo la mirada mientras se mordía las uñas en señal de nerviosismo.
- Kazuha-chan… ¿Te hicieron algo? – Le preguntó con tono serio.
La castaña no entendía a qué se refería por lo que la vio con una mirada de interrogación. No fue hasta que vio la cara de preocupación de Ran que se dio cuenta a lo que se refería.
- No, no, no. – Respondió sacudiendo las manos enfrente suyo a gran velocidad. – Lo único que recibí fue… – Le indicó mientras señalaba su mejilla. –… este golpe. Y otros en las piernas. Nada más.
- ¿Entonces?
- ¿Có… cómo está Kudo-kun?
- ¿Te refieres a los disparos?
- Sí.
- Tiene unos moretones importantes. Pero según él, está bien.
- ¿Te contó cómo… los obtuvo?
- Me dijo que calculó las probabilidades y que era la única forma de que ustedes tres salieran con vida.
- Estaba enfrente mío cuando sucedió. Literalmente, estaba a metros de mí, cuando vi como las balas lo alcanzaron. Vi cada secuencia hasta que cayó al piso. – Admitió mientras se cubría la cara con las manos.
- Kazuha-chan, está bien. – Le dijo mientras colocaba una mano sobre su espalda y hacía pequeños círculos.
- ¡No! No lo está. ¿Es que acaso está demente? ¡Pensé que estaba muerto! ¿Cómo demonios me podrías ver después de eso? Me ibas a odiar, y yo iba a tener que cargar con el peso de todo lo que pasó por el resto de mi vida, y…
- Oooookey. Cálmate.
- ¿Qué me calme?
- Sí. Hazlo. Detente. – Le exigió mientras levantaba una mano. – Ahora respira y focalízate en como el aire recorre internamente por tu cuerpo. Date cuenta del daño que te estás haciendo al estresarte por situaciones que no pasaron. Por ende, dedícate a respirar hasta que evalúes que tu cuerpo no está tensionado.
Nuevamente salió de la cama para ir por un vaso de agua fría. Cuando volvió, notó que su respiración volvió a normalizarse y que su cara dejó de mostrar esa expresión de pánico. La musculatura de su mandíbula dejó de estar apretada y sus nudillos dejaron de apretar con fuerza la frazada.
- ¿Un poco mejor? – Consultó mientras se sentaba enfrente de ella y le alcanzaba el vaso.
- No puedo creer que estés tan tranquila Ran-chan. Se pudo haber muerto, maldición. ¿Eso no te afecta ni un poco? – La indagó mientras tomaba pequeños sorbos.
- Claro que lo hizo. Pero… no puedo hacer nada con ello. Su decisión en ese momento fue protegerlos a ustedes, sabiendo que él tenía más chances de sobrevivir por el chaleco.
- ¿Por más que el plan no podía resultar como él quería?
- Deja de pensar en lo que hubiera pasado, kazuha-chan. No pasó, y es lo importante.
- Pero…
- Si hubiera pasado, no podría enojarme contigo tampoco. Tú no tienes la culpa de todo lo que pasó, y cada persona es responsable de sus propias acciones. Tampoco podemos saber qué es lo que pasa por la cabeza de la otra persona y manipularlo para que haga lo que queremos que haga. Si yo estaría en el lugar de él… ¿Quién sabe? Probablemente hubiera hecho lo mismo.
- Estoy un 99,99% segura de que le falta más de un tornillo en la cabeza, Ran-chan. Te sugiero que cuando esto se acabe, lo incites a que le practiquen una lobotomía.
- ¡Ay, ay! ¡No! ¡Que dolor! ¿Tienes idea de cómo es el procedimiento de eso? Te introducen una aguja en el ojo hasta que te llega al cerebro y…
- Ok, ok. Desisto del tema. No quiero saber nada que se parezca a experimentos de extraterrestres como los que muestran en las películas. – Dijo mientras alzaba una mano para frenarla.
Un pequeño silencio quedó flotando en el aire.
- ¿Por qué peleaste con él? – Preguntó la de Osaka.
- Tenemos… diferencia de opiniones.
Ran le contó lo que había pasado en el auto antes de que los rescataran, y la gran discusión que tuvo con él en la habitación. Y la del oeste entendió por qué su amiga estaba irritada, frustrada y hasta en cierto modo ofendida.
- A ver, me parece tierno que quiera protegerte y que se preocupe por tu felicidad. Pero también tiene que dejar de pensar en lo que tú harías o cuál sería la mejor decisión que deberías tomar respecto de algunas decisiones. Sobre todo en estos momentos. Eso, que comprenda que lo haces tú y sólo tú. Si tú quieres esperarlo, que respete tu decisión.
- Lo sé. Pero no hubo modo de que lo entienda. – Dijo mientras agarraba una almohada y la abrazaba.
- Hazlo a los golpes entonces.
- ¿No crees que ya tuvieron demasiados? – Le reprochó con una sonrisa.
- Nunca son demasiados para estos desquiciados detectives. No aprenden nunca. ¿Quieres quedarte conmigo esta noche?
- No, no. Hattori-kun necesita descansar bien y no lo hará si está lejos de ti. ¿Tiene algún golpe preocupante?
- A simple vista, diría que no. Lo ideal sería sacarle una radiografía de tórax. Pero considerando lo que está pasando, al menos hasta que no lleguemos a Osaka, no es una buena idea.
- ¿Cómo estuvo el baño compartido?
- ¡Ah, Ran-chan! ¿Cómo supiste eso?
- ¿La ropa colgada en el baño? – Explicó con diversión. – Tengo una pregunta que quiero hacerte hace tiempo… ¿Qué se siente… tener ese tipo de… intimidad? – Preguntó con curiosidad y un poco de vergüenza mientras aplicaba fuerza sobre la bolsa rectangular de tela suave y fina que sostenía.
- Es otra de las razones por las cuales no lograba asimilar todo lo que pasó.
- ¿A qué te refieres?
- A veces me impresiona un poco, el nivel de confianza, de seguridad y de desenvoltura que tengo ahora con Heiji. Siempre recuerdo a lujo de detalles las emociones que sentí la primera vez que dimos el gran paso. Me sentía absolutamente avergonzada al encontrarme totalmente expuesta ante él, y además de tímida y nerviosa por no saber qué demonios hacer.
- ¿Es como todo el mundo dice?
- Ehhh no lo creo, es… ¿Raro al principio? Estás pendiente de lo que vas sintiendo, analizas todo y te haces las preguntas más estúpidas, como por ejemplo, ¿Dónde pongo mis manos? ¿Qué hago? ¿Le gustará que haga tal acción? ¿Estaré haciendo bien las cosas? Con el tiempo empecé a sentirse más cómoda al estar con él y por sobre todas las cosas, a confiar ciegamente en él. Sabía que nunca me iba a obligar a hacer algo que no quiera, y que siempre iba a hacer todo lo que estaba a su alcance para protegerme. Y es lo que me asustó esta noche.
- ¿En qué sentido?
- Todo eso se puedo ir a la borda en cuestión de segundos. Habían amenazado a Heiji con… violarme en frente de él.
- …
- Desde el primer momento entendí dónde nos habíamos metido. Sabía que esto nos iba a causar serios problemas. Me imaginaba que nos podían lastimar, balear, acuchillar, secuestrar… incluso sé que podemos llegar a terminar muertas. Pero jamás pensé que algo así podría llegar a suceder, Ran-chan. Que… cinco tipos desconocidos puedan jugar con... tu cuerpo porque les plazca, arrebatarte violentamente todo lo que viviste con el amor de tu vida, y encima aguantar que tu novio esté viendo eso… Fue en ese momento que realmente me di cuenta de la verdadera gravedad del asunto. Ahora puedo comprender por qué Kudo-kun te gritó para que te quedaras en el auto junto con Aoko-chan.
- "Maldición, punto para el rompedor de corazones. Fue el mismo argumento que me dijo Shinichi cuando discutimos". – Siento que hayas tenido que pasar por eso.
- Pudo ser peor. Gracias a Kudo-kun y Kuroba-kun, no sucedió.
- …
- Por cierto. ¿No sabía que Kudo-kun sabía artes marciales?
- Nunca practicó de adolescente. – Confesó elevando una ceja.
- Pues… de alguna forma aprendió. Realizó algunas técnicas de Aikido, otras de Karate y algún que otro movimiento o técnica que no reconocí. Kuroba-kun también. Es impresionante la rapidez con la que se mueve.
- Ahora que lo recuerdo, cuando revoleó a Heiji en el campo, su postura y técnica estaban muy bien definidas. Alguien definitivamente le estuvo enseñando. Quizás fue Akai-kun o Jodie-san.
- Y cuando estábamos escapando por el maizal, hizo una plancha típica de fútbol.
- Eso sí que no me extraña.
- Barrió a los maizales y a los tres hombres. A uno me parece que le rompió la pierna.
- Con que ese fue el grito que escuchamos sin la necesidad de los auriculares.
- Efectivamente. ¿Cuánta fuerza necesitas para hacer eso?
- Cuándo Shinichi hizo la plancha, ¿Fue en dirección recta o en redondo?
- Estaba media estúpida en ese momento. Pero creo que fue corriendo derecho, y después es como que se tiró al piso, e hizo una especie de látigo semicircular con la pierna.
- Entonces sí. Es altamente posible que le haya roto los huesos de la pierna.
- Ay, qué dolor... aunque se lo merecía. ¿Tú podrías haber hecho lo mismo que él?
- No.
- Pero tú tienes más fuerza que él.
- Eso no es del todo cierto. Mis patadas son fuertes y puedo hacer bastante daño. Pero no se comparan con la patada circular de él.
- ¿Me estás hablando en serio? Cuando esto termine haremos una prueba para validar lo que dices.
- ¡Olvídalo! Desde que éramos unos críos que admiraba eso de él. Y si a eso le sumas la musculatura que adquirió en las piernas durante este último tiempo, haciendo quien sabe qué cosa, obtienes la perfecta y peligrosa combinación.
- ¿No te contó nada todavía?
- No. Me dijo que íbamos a hablar de eso cuando todo esto termine. Después de lo que pasó, creo que ni llegaremos a ese punto. – Dijo con una sonrisa triste.
- Hey, no digas esas cosas. – Dijo tomándola de las manos.
- Sinceramente, no sé qué hacer.
- Tenle paciencia. No sabes qué le pasó en estos dos años, y por lo que me dijo Heiji fue muy grave.
- ¿Por qué siempre te enteras de esto antes que yo?
- No me dijo nada en particular. Solo me contó eso y que había venido solamente por ti.
- Pues demuestra su cariño de una forma un tanto peculiar al tirarme prácticamente un cubo de agua helada en la cara. Siento que… nunca seré lo suficientemente adecuada para estar con él.
- No seas tonta y deja de pensar como si fueran los requisitos para un puesto laboral. Le importas más de lo que crees.
- Quizás solamente le importo como una amiga de la infancia.
- No. Es más que eso.
- ¿Cómo lo sabes?
- Por cómo te mira. No te saca un segundo la vista de encima. ¿No lo notaste en la casa de campo?
- … – Le alzó una ceja esperando que continúe la explicación.
- Es la misma mirada que tiene Heiji cuando me mira. Además, te dijo que se muere por estar contigo, solo que algo se lo impide. Más directo que eso Ran-chan, imposible.
- Pero no me quiere decir lo que es. – Dijo quejándose mientras hacía trompa con sus labios. – ¿Por qué todo con este hombre debe involucrar paciencia?
- Dicen que esperar vale la pena. – Le respondió, encogiéndose de hombros.
- ¡Pues mejor que me recompense muy bien o te juro que lo mato!
- Apa. Ojo con lo que pides Ran-chan. – Dijo la del oeste, cubriéndose con la sábana hasta la nariz.
- ¿En serio? – Le recriminó sintiendo calor en la cara.
- ¿Qué te vienes a hacer la santa? Seguro que quieres sacarle toda la ropa y tatuarte su formado cuerpo en tus retinas.
- ¡Kazuha-chan! – Exclamó no creyendo lo que le decía.
- Sí, sí… hazte la inocente. Sigues siendo mi amiga y quieras o no, te conozco. – Comentó mientras se reía.
- Veo que te sientes mejor. – Le respondió sarcásticamente.
- Sí. Gracias a una adorable karateca a la cual quiero mucho.
- Tonta. Si ya estás bien, le diré a Hattori-kun que venga, así descansan un poco. ¿Te parece?
- Está bien. Gracias Ran-chan. – Le dijo mientras la abrazaba.
- De nada. Que descanses y nos vemos en un par de horas. Cualquier cosa me vuelves a llamar, ¿Ok?
- No te preocupes que estaremos bien. Me voy a quedar dormida en minutos.
La de ojos verdes empezó a bostezar mientras esperaba a Heiji, por lo que aprovechó el tiempo para quitarse el short y el corpiño. Quería dormir cómoda, y la única forma de hacerlo, era vistiendo su vedetina blanca y la musculosa azul oscura.
Solo pasaron unos minutos más, hasta que escuchó el bip de la puerta y su posterior cierre. Oía unos pasos suaves y casi insonoros, y se alegró como nunca al ver al moreno pasar por el umbral de la habitación.
- Te encuentras mejor. – Afirmó el moreno con una sonrisa, al ver su silueta.
- Sí. ¿Tú estás bien?
- Sí. Tuve una larga, seria e interesante conversación con Shinichi. – Le confesó mientras encendía su velador y se sacaba el pantalón para quedar con su bóxer.
- ¿Lo ayudaste a que abra un poco la cabeza? – Indagó mientras apagaba su luz.
- Veo que también estuvieron hablando de ello. Me costó un poco. Pero estimo que se arreglarán. ¿Mouri-san estaba bien? – Preguntó mientras se metía bajo las sábanas a su lado.
- Un poco cabizbaja. – Le dijo mientras se daba vuelta hacia él para dormir de costado.
- A veces no los entiendo.
- Tienen asuntos pendientes que hablar. Hasta que no lo hagan, no van a entenderse.
- …
- ¿Por qué callaste?
- Te tengo una pregunta… pero no sé si vas a contestármela.
- ¿Y sería…? – Consultó mientras se apoyaba en la almohada para buscar el lugar ideal de apoyo.
- Shinichi me dijo algo en la casa de campo que nunca te pregunté.
- ¿Qué?
- ¿Mouri-san estuvo tomando Paroxetina?
- …Sí. – Finalmente contestó, al dudar largo rato sobre si responderle o no.
- Hasta donde sé, solo te dan eso cuando generalmente tienes ataques de pánico o estás en una grave depresión. ¿Cuál de las dos fue?
- La segunda.
- ¿Por cuánto tiempo?
- Unos nueve meses más o menos.
- ¿Por qué no me avisaste, Kazuha? – Le preguntó con incredulidad.
- No se estaban llevando bien, Heiji. ¿De qué iba a servir?
- Hubiera…
- No. Hubieras empeorado las cosas si hubieses ido a verla. – Lo interrumpió. – No necesitaba más estrés en su vida sino todo lo contrario. ¿Cómo pretendías ayudar en algo cuando estaba en su peor momento y tú la considerabas un enemigo?
- Oye, que eso no es cierto. – Le retrucó.
- Sé que no lo es. Pero es lo que ella apreció en esa época… y lo sigue apreciando. ¿Te diste cuenta de cómo la tratas ahora? Estuvieron tres días juntos y ni siquiera sabes cómo acercarte a ella. Vi la interacción entre ustedes cuando ella te estaba limpiando las heridas de la cara en el auto, y ni siquiera pudiste decirle una palabra por lo incómodo que te sentías. Si ahora te sientes así, estando ella bien… imagínate entonces el caos que hubiera representado que te aparezcas delante de ella en los peores días de su vida.
- ¿Tan malo fue?
- Malo es poco decir.
- ¿Por eso viajabas seguido y te quedabas tantos fin de semana?
- Sí. Pero no me pidas que te cuente sus problemas personales. Si quieres saberlo, vas a tener que preguntárselo a ella.
- … – Heiji suspiró. – Shinichi me va a cagar a palos cuando se entere. – Se quejó mientras se pasaba una mano por la frente en señal de nerviosismo.
- No hará eso.
- ¿Cómo estás tan segura?
- Si Ran-chan le cuenta lo que sucedió, entenderá que lo que pasó, era inevitable.
- Estos dos tienen que escribir la novela de sus vidas cuando esto termine.
- Déjale ese trabajo al padre de Kudo-kun.
Ambos se rieron de la tontería que estaban hablando. Claramente el sueño ya los estaba afectando.
- ¿Estás bien para dormir un rato? – Preguntó el de Osaka.
- Me estoy quedando dormida. – Le respondió con voz ronca. – Se me cierran los ojos por más que no quiera.
- Excelente. Que descanses amor. – Dijo mientras se acercaba para darle un beso de buenas noches.
- Que descanses, Heiji.
El detective apagó su velador y tomó una de las manos de su novia. Se quedó viendo hacia el techo, dado que era la única posición en la que podía estar, sin resentir su cuerpo. Escuchó la respiración acompasada de Kazuha, y poco a poco sus párpados fueron cerrándose hasta dormirlo por completo.
