Depravación.
Lincoln no recordó nada. Simplemente apareció de repente en una oscuridad tan negra como la noche, sin ningún punto brillante que mostrará algún signo de iluminación. Era simplemente la oscuridad en su totalidad. Lo último que recordaba era a sus hermanas viéndolo con cara de preocupación mientras su alrededor se hacia pedazos, por llamarlo de un modo.
Y, en esos momentos, el pánico comenzó a invadirlo de inmediato. Estaba moviéndose, eso era seguro, pero no podía ver nada. Mientras que él no podía girar su cabeza para ver quien o qué lo estaba moviendo, su cuerpo le pesada, como si alguien estuviera sosteniendo fuertemente su cuerpo. Sentía que dl aire le estaba faltando, de un momento a otro, entró a un pasillo con luces blancas. No vio aquel pasillo hace unos segundos, era extraño, porque si todo estaba oscuro y solo había una luz, por muy pequeña que fuera, se vería a lo lejos. Pero no era así; simplemente entró en ese pasillo con luz. Era como si hubiera aparecido de repente
O al menos eso parecía. Ese lugar era un pasillo de hospital, solo que estaba descuidado, o viejo, no sabía con exactitud qué era correcto, y llenó de goteras y grietas. Algunas de las luces que veía parpadeaban y podía percibir un olor desagradable a alfombra mojada. Intentó voltear nuevamente su cabeza para ver quien era la persona que estaba llevándolo por ese pasillo. Era inútil; su cuello le pesaba demasiado.
–¡No, por favor! –escuchó a lo lejos la voz de una niña. Movió los ojos al lado izquierdo y observó a un hombre con un traje de bomberos, al menos eso le parecía a Lincoln, cargar una masa de carne –¡Ayúdenme!
La cosa que ese tipo estaba cargando ces la que estaba hablando, algo que a Lincoln le llenó de un miedo inmenso. Su respiración aumentó y sus esfuerzos por moverse regresaron. Aquel hombre colocó aquella masa en una, al menos eso parecía, una báscula. Entonces ese hombre lo volteó a ver, tenía unos de color blanco. Intentó volver a gritar, sin obtener algún sonido. Y, en ese momento, su cuerpo entró a una habitación donde estaba lleno de cabezas cortadas en una mesa. Lincoln se orinó. Le hubiera dado pena en otra circunstancia, pero cualquiera en su lugar habría echo lo mismo. La persona que lo estaba llevando era alguien que estaba dentro del mismo traje que el otro sujeto, lo miró un momento confundido por lo que hizo. Pareció no importarle y tomó un cuchillo enorme. Lincoln sintio que lo estaban ahorcando. El hombre le clavó el cuchillo en su pecho, su vista se nubló, todo comenzó a volverse negro de nuevo. Sintió una brisa de aire helado; aunque no era como si se la hubieran echado, era como si estuviera en el aire al igual que un ave que vuela por el cielo…
…
Y cayó de culo, golpeándose parte de la cabeza. Se sobó un poco adolorido y miró que estaba en su habitación. Todo había sido un sueño, una pesadilla mejor dicho. Pero se sintió bastante real, tanto que su pecho parecía estar abierto. Al abrir su camisa de dormir, no vio nada más que su falta de vello en aquella zona.
Se sentía un poco más tranquilo que no fuera real, que ese tipo de cosas son imposibles de que sucedan en la vida real. Pero no por eso le tranquilizaba. Había leído que las pesadillas, al tener un sentimiento tan fuerte como el miedo, se quedaban en sus recuerdos. Así que lo mejor era no pensar tanto en ese tipo de asuntos, menos cuando tenía que ir a la escuela. Afuera se escuchaban a varias de sus hermanas hablando entre ellas tranquilamente. Extraño, normalmente hacían un caos para que tiempo no fuera tan largo antes de tener su turno.
Tomó sus cosas del baño y salió de su habitación. En la fila solo estaban Lynn, Luna, Lana y Lola, en ese orden. Lynn y Lola lo miraron de un forma extraña, como un león observando su próxima presa que va comer; pero a su vez como un niño pequeño que teme apagar la luz en la noche antes de ir a dormir.
–Hola, chicas –las saludó Lincoln –. ¿Para algo?
–Pervertido –susurró Lola.
Lincoln se extrañó por su declaración. ¿Por qué decía eso?
–¿A que te refieres con eso? –preguntó, colocándose detrás de ella. Lola pareció ponerse alerta por si intentaba hacerle algo –. Lola, ¿te sucede…?
–¿Acaso quieres tocarnos, Lincoln? –vociferó Lynn –. ¿Quieres ver que tenemos en la parte de abajo porque eres tan fracasado que la única parte privada que podrás ver es la de tus hermanas?
Nadie dijo nada. Para Lincoln esa declaración fue como si le hubieran detenido el tiempo acompañado de una bofetada de confusión.
Lynn se rió.
–Yo no en…
–¿Qué mierda quieres? –preguntó Lynn –, no me interesa una mierda tus putas explicaciones. No actúes como si fueras el inocente o la víctima, porque todas aquí ya sabemos la clase enfermo que eres.
Antes de que Lincoln pudiera decir algo más, sintió un puñetazo de su hermana acompañado de una patada debajo de su abdomen. Lo dejó en suelo y sintió como el aire le faltaba pero las ganas de llorar entraban.
–No vale la pena, Lynn –dijo Lola –. Mira como se arrastra. Seria repugnante ensuciarse las manos por una basura como él.
Luna y Lana parecieron ir con él para ayudarlo, pero no hicieron nada. Voltearon la mirada. El resto de sus hermanas, que asomaron la cabeza al oír los gritos de Lynn, también hicieron como que no pasó nada.
Lincoln no entendía un bledo. La mayoría de las peleas que tenían entre ellos, siempre habían intentado evitar golpes. Pero esta vez no parecía ser así. ¿Era por ser barón? Al ser un hombre debía ser más fuerte y soportar las palizas de sus hermanas.
Eso le hizo pegar un gruñido que nadie escuchó. Sin embargo, la furia se disipó como el humo de un cigarro en el aire cuando pensó: ¿Qué había hecho exactamente para que lo golpearan?
…
Su mentón aun le estaba punzando un poco junto con la parte debajo del abdomen. También le punzada un poco el pecho . Lynn no le había golpeado en esa parte pero le dolía. No entendía que sucedió. Lincoln se quedó más confundido que adolorido. Era extraño que sus hermanas le dijeran pervertido, degenerado, ese tipo de cosas y mucho más que Lynn lo golpeara de ese modo. Normalmente su hermana no era así; a veces lo golpeaba, pero era un golpe y no con toda su fuerza, posteriormente se disculpaba con algo de culpa. Esta vez no era así, no era como aquellas veces donde pelaban, le daba un golpe, Lynn se sentía como perra y se disculpaba. No; esta vez si parecía que esos golpes habían sido para lastimarlo, para que él se sintiera como basura.
Al cruzar la calle observó a un hombre empujando un camión llenó de pasajeros. La imagen le resultó graciosa y sorprendente, porque aquel sujeto estaba logrando empujar aquel camión sin mucho esfuerzo. Los pasajeros tenían una mirada sería y, a su vez, de furia. Tenía la sensación de que aquel camión se movía por alguna razón, le preguntaría a Lana. Pero la golpiza que le dio Lynn mientras sus hermanas lo veían con asco y pena, le hizo no hacerlo. ¿Qué había pasado par que Lynn lo golpeara?
Por un momento recordó el día de ayer. Pensó que quizás había hecho algo, o pasado algo con alguna de sus hermanas para que se comportaran de ese modo. No se sentía con ganas de preguntar. Intentó recordar algo, pero solo aparecía la imagen de la pesadilla: un pasillo blanco y el olor a alfombra mojada.
Volvió a cruzar la calle para finalmente llegar a la secundaria. Algunos de sus compañeros parecían estar peleando entre sí, otros jugando con cartas de póker, y otros mirando porno en su celular mientras sus amigos miraban su pene para ver quien de todos lo tenía más grande. Le resultó extrañó y a la vez no; si bien eran cosas que él había hecho con sus amigos algunas veces, la escuela no era un lugar adecuado. Pero no dijo nada.
Caminó por los pasillos para dirigirse a su salón, aunque las cosas subieron de nivel cuando vio a muchos de sus compañeros teniendo sexo, fumando o bebiendo alcohol. Algo extrañó estaba pasando. Hacer eso sin que un maestro no se diera cuenta era raro.
–Hola, Linc –le saludó Kai'sa. Lincoln casi le dice "¡rayos, Lucy!" mientras se sostenía el pecho –. Lo siento, no quería asustarte –se disculpó al ver su rostro un poco agitado.
–Esta bien. Es solo que… –señaló los salones –. Ah… yo…
–No vino ningún maestro y todos están haciendo lo que quieren –dijo ella dulcemente.
–¿Ni siquiera el director?
–Nop.
–Es extrañó.
Ella se encogió de hombros.
Siguió a su salón encontrando a más compañeros teniendo relaciones sexuales entre ellos. Le hubiera gustado entrar en alguna de esas orgias.
Miró a Kai'sa. Se le ocurrió la idea de quitarle la ropa, deslizando sus manos por sus piernas y haciendo la danza de enfrente y atrás. Agitó su cabeza intentando no hacer una tontería de ese tipo. Desde que entró en la pubertad las ganas de tener sexo aumentaron demasiado. Tanto que a veces tenía sueños donde iba a la habitación de una de sus hermanas y la penetraba, o alguna le bajaba los pantalones y metía su pene en su boca.
Pero… no era un pervertido. Sabía controlarse y que eso estaba mal no solo por el incesto, sino moralmente y socialmente. Tener esos pensamientos constantes se sintió como basura. Sus hermanas debían ser respetadas. Tenía ganas de que lo golpearan, que de algún modo u otro sus hermanas se enteraran como las estaba viendo y que lo pusieran en su lugar. Sin embargo, después de la paliza que le dieron hoy ya no estaba tan seguro.
Al llegar a su salón sus compañeros parecían jugar con unas piedras y hojas de cuaderno. Lincoln no comprendió el juego; lanzaban unas hojas entre ellos y al mirar atrás las piedras parecían cambiar de lugar. Para su buena suerte, Stella y Jordan estaban ahí. Platicaban cómodamente sentadas en el escritorio del maestro. Ambas siempre eran agradables con él. Le gustaba hablar con ellas y salir algún lado. Normalmente iba más con Jordan, puede que porque era alguien que siempre iba al lugar que ella quería, sin importar que tan caro llegaba a ser; Stella, por su parte, era alguien sencilla con la que podía salir a comer una hamburguesa o ir al árcade, de algún modo podía divertirse con ambas.
–Hola, chicas –las saludó cálidamente –. Ah… ¿Qué hacen aquí?
–No hay maestros, bobo –respondió Jordan.
–Lo se, pero, ¿Por qué están aquí?
–Al menos de mi parte, es porque ninguno de nuestros amigos vino a la escuela y quería ver si estabas.
–Eso es extrañó. Me hubieran avisado si no iban a venir –Lincoln buscó su celular en sus bolsillos –. Rayos, olvidé mi celular.
"¿Estas seguro de que lo olvidaste?"
Lincoln hizo una mueca por aquella voz interna. Nunca antes había escuchado algo así y el tono fue algo extraño. Era como si escuchara su voz pero a la vez no.
–No tengo mensajes –comentó Stella.
–Yo tampoco –agregó Jordan, sacando su celular.
–Pero tu no eres parte de nuestro grupo.
–Lo era.
–Pero ya no.
–Supongo que tienes razón. –Jordan se encogió de hombros. Sacó una caja de cigarros y encendió uno –. ¿Quieren uno? –Extendió la caja de cigarros. Lincoln y Stella negaron con la mano –. Como quieran.
–¿Desde cuando fumas? –preguntó Lincoln, curioso –. Nunca antes te había visto.
–Al entrar a la secundaria cuando…
Y en ese momento Chandler empujó a Lincoln contra el pizarrón. Se rió y le dio una patada en el estómago.
–¿Qué te parece, Larry? Tu hermana Lynn me enseñó ese ataque sorpresa con tal de que lo hiciera contigo.
–¿Estas bien, Lincoln? –Stella se acercó para ayudarlo.
–¡Vete a la mierda, Chandler! –Gritó Jordan.
–¿O que? –Se rió –. No me digas que te quieres comer a Larry. Déjame decirte que solo te la metería por ser igual de ruda que Ronnie…
Jordan le hizo una llave de lucha que lo tiró al suelo. Le dio algunos golpes sin que pudiera defenderse.
Nadie se acercó para ayudarlo. Todos rieron por el contrario. Y en ese momento la campana del almuerzo sonó.
Jordan lo dejó en paz. Se acercó a Lincoln.
–¿Estas bien? –preguntó.
–He recibido peores palizas de Lynn –ronroneo con humor. Cosa que no le gustó a ninguna de las dos. No les causó una pizca de risa. Jordan pareció más molesta incluso –. Solo era una broma.
–Los tres sabemos que eso no es una broma, Lincoln. –Stella lo miró seriamente mientras salían del salón para ir a la cafetería.
Lincoln no sabía que decir. Tenían razón en molestarse. Lynn no era para nada amable y lo golpeaba. No era un secreto. Posiblemente por el amor que les tenía es que aún no le preguntaban de los golpes que tenia en el rostro. Clyde lo había hecho una vez, incluso habló seriamente con Lori, aquella ocasión donde lo sacaron de la casa por la pelea del protocolo. No supo que paso. Y mentiría si no dijera que quería saber que pasó. Puede que después del almuerzo iría a su casa y hablaría con él, intentaría hablar de ese tema. No sabía porque quería saberlo en realidad. Tenía más de un año y lo había olvidado. Pero al recordarlo le entró la duda. Y la sensación de que no estaría en paz hasta saberlo. En su momento a Ronnie Anne le molestó también. Recordaba que Bobby había roto con Lori, regresaron a la semana. Pero durante ese lapso, su hermana lo miraba de un modo muy extraño, mucho peor que la mirada de furia que Lynn le lanzó mientras lo golpeaba.
Al entrar en la cafetería observó a un grupo de hombres con un traje gris. Alzó una ceja e inclinó un poco su cuello en señal de confusión. Parecían personas sin expresión alguna en su rostro. No sabía cómo explicarlo, cuando miraba a una persona se podía saber por sus expresiones si estaban enojados o felices. Y esos rostros no transmitían algo así. Eso y que parecían indiferentes que varios de ellos estuvieran desnudos o algunos continuaban teniendo sexo a pesar de que deberían detenerlos por ser adultos. A su lado había alguien que le aterró un poco: un hombre con un sombrero parado en la puerta de la cocina. El hombre lo miró fijamente, negó con la cabeza y entró a la cocina.
Comió tranquilamente con Jordan y Stella. Ambas estaban platicando cosas de chicas, él se limitaba a escuchar y dar opiniones de vez en cuando, no porque no quisiera; no sabía que decir y las opiniones que daba era por sus hermanas. El resto de sus compañeros parecían mezclar la comida. Daban gritos de presentación y se dejaban caer contra los alimentos como si fuera una piscina. Suponía que eran la clase de locuras que uno haría cuando no había nadie que les decía que hacer. Lincoln se imaginaba que, en una situación de ese modo, habría más orgias y no tanto estupideces que a él se le ocurrieron de niño.
–¡Lincoln! –Escuchó a Lynn gritar su nombre. Apretó los nudillos y sintió un escalofrío recorrer su espalda. Al voltear la observó recostada sobre una mesa totalmente desnuda. No era la primera vez que la veía de ese modo, de niños más de una vez se bañaron juntos, no solo con ella, también con Lucy, Luna y Leni. Aunque había algo diferente, como la pequeña cantidad de vello que crecía como el pasto sobre su vulva –. ¡Observa, pervertido! ¡Como se hace!
Un chico con una máscara de cuervo comenzó a penetrarla con suavidad; el sonido del golpeó entre sus caderas sonaba como el ritmo de un tambor. Lynn comenzó a gemir de excitación. A Lincoln le recordó como en sus sueños cuando le estaba haciendo lo mismo. Cosa que le molestó. ¡Debería ser él!
El pensamiento le hizo sentirse enfermo. No iba hacerle eso. Las caras se comenzaron a distorsionar de forma que no podía verlas. Parecía que no podía ver a nadie correctamente y sus ojos parecían estar llenos de agua; abrió sus parpados con violencia, las miradas adquirieron una distorsión grotesca y asquerosa que causó que tuviera ganas de vomitar. Salió corriendo de ahí.
Corrió entre varias calles hasta que no encontró a nadie. Quería estar solo. No le gustó. Le pareció aterrador. Todos se comportaban de una manera extraña. Aunque por alguna razón sentía que solo actuaban como siempre y a la vez no. Quizás si le comentaba a Clyde la situación pudiera explicarle un poco por las consultas constantes que tenia con la Doctora López.
Al ir caminando observó a varios niños haciendo cosas de adultos. Los miró por un momento, luego continuó caminando. Llegó a la esquina de la calle donde vivía Clyde. Aquel lugar parecía un poco más "podrido". No sabía cómo explicarlo, era lo que podía decir, de algún modo. Y había algo fuera de lugar, el hombre del sombrero que vio junto a los hombres de gris. Caminó tranquilamente pasando a su lado.
–No deberías estar aquí –dijo con amargura. Lincoln lo volteó a ver. Aquel hombre negó con la cabeza y caminó para el lado contrario.
–Loco –susurró Lincoln incómodo.
Tocó al acercarse a la casa de Clyde; pero nadie atendió. La puerta estaba abierta, sin embargo. Al entrar a la casa de Clyde observó todo completamente sucio y frío.
–¿Hola? ¿Clyde, estas aquí?
No se escuchaba más que el silbido del aire. Tropezó al ir caminando con un juguete de Ace que decía sus frases típicas. Lincoln recordaba que de niños habían jugado con esa cosa.
No recordaba ese juguete desde hace mucho tiempo. Caminó a su habitación. Pero en medio del pasillo había una niña de ocho años sentada comiendo un helado de una rara. veía a Lincoln a los ojos mientras daba lamidas al helado.
–No puedes entrar aquí –dijo aquella niña.
–¿Quién eres tú?
–¿Vienes a verme a mi o a Clyde?
–A Clyde.
–¿Entonces para que quieres saber quien soy? –Se metió gran parte del helado a la boca.
–Quiero preguntarle sobre… –¿por qué iba a decírselo? –. Solo quiero hablar con él. No sé quién eres tú.
La niña lo miró seriamente. Detrás de él escuchó pesados pasos y la luz comenzó desaparecer y algo lo sostuvo fuertemente mientras no podía moverse. Y otra vez hubo oscuridad total, sintiendo una ráfaga de aire frío.
…
NA: Por fin un capítulo de esta historia que su autor original no realizó. Si tiene algunos errores o sin sentidos, es parte de la historia.
También que me costó bastante hacer el primer capitulo. Bueno, espero que les haya gustado. Intentaré actualizar constantemente. Pero primero se viene el fin de "Lo que vino de un agujero".
Muchas gracias por leer. Hasta la próxima.
