Advertencia:
🔺Los personajes no me pertenecen, son de Haruichi Furudate. No apto para menores ni cardíacos, presencia de lenguaje vulgar y actividad sexual explícita.(+18)
🔺No existe relación entre los acontecimientos de esta historia y el desarrollo del manga o el anime.
🔺Cambio de personalidad de los personajes.
Espero que lo disfruten.
Summary: Yachi es considerada la más tierna e inocente del grupo, inconsciente de los placeres de estar entre las sábanas con un hombre. Lo que sus amigas no sabían era que la ex manager del equipo de Voleibol del Karasuno era más que experimentada en la materia, tanto que a veces la cama ni siquiera era necesaria.
INOCENTE YACHI
La tierna Hitoka Yachi, como suelen llamarla sus amigas de la universidad, no dijo nada cuando las risas explotaron en el lugar. Sus amigas, chicas que había conocido en su facultad, estaban ebrias y se reían felices por las anécdotas y los buenos recuerdos que estaban surgiendo en la conversación.
Habían hablado desde cortes de pelo hasta moda, llegando de manera inesperada, aunque no sorprendente, a hablar sobre la primera experiencia sexual de cada una.
Y por eso estaban en ese momento riendo, porque una de ellas le había preguntado a Yachi sobre su primera vez y otra había respondido que ella seguro seguía siendo pura e integra, demasiado tierna para hacer algo como el sexo.
Yachi no tenía planeado sacarlas de su error, no pretendía hablar de su primera experiencia con ninguna de ellas. Pero no había podido evitar recordarlo.
Apenas tenía 15 años, sus pechos ni siquiera se había desarrollado bien, cuando tuvo su primera vez con un chico tres años mayor. No es algo de lo que se sintiera orgullosa, por supuesto.
Su primera vez había sido todo nervios y deseo, con la excitación y el miedo haciendo acelerar su corazón. Había sido increíblemente incómodo y sí dolió, pero después había llegado incluso a sentirse bien; aunque no había llegado al orgasmo con él dentro ella, sus dedos la habían hecho llegar en segundos poco después.
Tuvo que carraspear para apartar su mente del recuerdo de esa vez, (y de todas las que vinieron después), observando por un segundo a sus compañeras que había llegado a considerar amigas.
Sabía que ninguna de ellas la conocía lo suficiente como saber cosas privadas sobre ella, todas tenían el estereotipo de la Yachi inocente ya asimilado. Seguro sería una locura contarles.
Tomo otro sorbo de su bebida e ignoró el ligero mareo que sintió, también estaba empezando a pasarse de copas. Se concentró en su bebida mientras las demás seguían conversando de primeras veces y sexo mañanero. Definitivamente no podían negar estar en una despedida de soltera, todas centradas en lo que la novia estaría disfrutando para el día siguiente en la noche.
Dejo de prestar atención a su entorno hasta que sintió una mano en su hombro, los dedos tocando su clavícula de una forma muy personal para su gusto.
Miro a su costado dispuesta a insultar a alguien cuando se encontró con los ojos oscuros y el pelo negro despeinado de su prometido. Sus ojos no brillaban pícaros como lo hacían usualmente alrededor de ella. Supuso que había escuchado la conversación.
- Vámonos. - Fue lo único que dijo y ella aceptó de buena gana. Dejó su bebida sobre la mesa y se dirigió a sus amigas para despedirse al tomar su bolso.
Todas saludaron al pelinegro con entusiasmo, dándole miradas para nada discretas de deseo, una de ellas atreviéndose a insinuar que sí Yachi no podía, ella sí cuidaría bien de él en la cama. Tuvo que apretar los puños para evitar el impulso de golpearla cuando las demás rieron como si hubiera sido el mejor chiste del mundo. Arpías; suponía que ya no serían tan amigas como esperaba ser algún día, no le importaba que en ese momento estuvieran borrachas como una cuba.
Hitoka apenas noto la mano en su cintura guiándola por el bar y entró como una autómata dentro del auto. Estaban lejos del lugar cuando al fin pudo hablar.
- ¿Escuchaste la conversación? - Pregunto, aún estaba disgustada por toda la escena en el bar.
- Sólo un poco. ¿Por qué no respondiste? - Él también sonaba algo molesto, pero sabía que no era con ella. Sus amigas nunca habían sido de su agrado.
- No tengo por qué darles explicaciones ni hablarles de mi vida privada. - Si su ceño fruncido no había dado evidencia de su enojo, su tono furioso mientras seguía murmurando insultos sí lo hizo. - Mucho menos ahora. Son unas arpías...
Su carcajada detuvo su diatriba y volvió su mirada enojada hacia él.
- ¿Se puede saber de qué te ríes? - Él le dedicó una de esas sonrisas descaradas capaces de mojar las bragas de cualquier mujer.
- Solo es gracioso que piensen que eres un tierno conejito cuando en realidad eres una gatita salvaje. - Su tono bajo y voz ronca la hicieron sonrojar, aún más cuando le lanzó un guiño. Solo la llamaba así cuando estaban juntos en la cama.
- ¿Gatita salvaje? ¡No seas vulgar! - Le reprendió desviando la mirada por la ventana, su rostro ardía completamente rojo.
- ¿Qué? ¿Acaso no es cierto? Eres agresiva y demandante en el sexo. - Su voz era casi un ronroneo, seductora, y ella frunció el ceño frustrada consigo misma por estar excitada en lugar de enojada. La mano en su pierna la sobresaltó y sus dedos alcanzaron su sexo por encima de sus bragas antes de que pudiera cerrarlas en protesta. - Peleas conmigo pero te gusta que te acaricie, eso te excita y te deja suave y dispuesta para mí. Como una dulce gatita.
Sus palabras la hicieron morder su labio inferior, negándose a mirarlo cuando sus largos dedos echaron sus braguitas a un lado, tanteando su piel suavemente, sin presionar. Estando en estado de ebriedad y tomando en cuenta el tema que habían estado hablando, no era sorprendente que la encontrara húmeda bajo sus dedos.
- ¡Deja de ser un pervertido! Estamos en plena autopista. - Protestó con la cara ardiendo, mirando tozudamente por la ventana. Él se rio por lo bajo, tan sensual, sabía que llevaba la sonrisita de suficiencia que era tan caliente que lograba hacerla excitar todo el tiempo.
- Te encanta esto. Admítelo. - Su dedo recorrió suavemente los labios mayores de su sexo, haciendo círculos sobre su entrada y subiendo a su clítoris de nuevo, esparciendo su humedad. Ella se llevo una mano a los labios para contener el gemido que quería soltar, sus piernas abriéndose más casi de manera involuntaria.
- C-cállate. - Tartamudeo cuando quiso hablar, pero no quería que pensara que no le gustaba aunque no lo fuera a admitir ni bajo tortura, por lo que llevo su mano sobre la suya para obligarlo a presionar más fuerte sus dedos. Un jadeo violento escapó de sus labios cuando así lo hizo, sus dedos frotando fuerte pero con lentitud desquiciante.
Pronto se vio a sí misma jadeando y gimiendo bajo sobre el asiento, los expertos dedos de su prometido frotando sin tregua su clítoris y sus piernas temblorosas abiertas los más que podía en el pequeño espacio. Podía sentir el calor acumularse en su vientre, sus paredes pulsando, el vacío en su interior antojándose a necesidad.
Sus dedos pellizcaron y frotaron el botoncito de placer ignorando a propósito su entrada. Sus manos más pequeñas presionaron la suya buscando llevar sus dedos a su entrada, sus caderas levantándose y frotándose contra él, necesitada de más, pero no desvió su atención de su clítoris y ella gimió cuando se corrió inesperadamente.
Yachi se estremeció y apretó la mano contra su boca para evitar gritar, placenteros escalofríos viajando por su cuerpo, sus piernas se cerradas con fuerza presionaron su mano contra su sexo mientras sus caderas convulsionaban.
Su cuerpo cayo laxo sobre el asiento cuando al fin se calmó. Un suave ronroneo en su garganta cuando la mano del pelinegro abarcó su sexo por completo y frotó suavemente su extensión, con la clara intensión de calmarla y estimularla al mismo tiempo, dando un tirón juguetón a sus rubios vellos antes de apartar su mano.
- Eres una gatita muy sucia, Yachi. - Ambos echaron un vistazo hacia la mancha que ahora había en el asiento, y por si no fuera ya suficiente vergüenza, lo vio llevar sus dedos a su boca para chuparlos hasta dejarlos limpios. No supo qué la mataría primero, si el deseo o la vergüenza.
- No hagas eso. - Tapo sus ojos con sus dedos, intentando aún regular su respiración.
Sabía que su comportamiento en ese momento muchos no lo encontrarían sexy o atractivo, pero así era ella, descaradamente excitada un momento y vergonzosa al siguiente. No se mostraría de otra manera, agradecida por un momento de poder ser ella misma con él.
- Pero aún tenemos asuntos de los que encargarnos, gatita. - Él tomó una de sus manos y la puso sobre su erección, sus pantalones apretando el bulto ansioso. Ella se mordió el labio y lo acarició, queriendo darle una liberación rápida a él también. Estaba a punto de desabrochar su cinturón cuando la detuvo. - No pequeña, no quiero tu mano ni tu boca. Necesito estar dentro de ese pequeño coño pronto.
Ella gimió, todo su cuerpo tensándose de placer aunque su ceño se frunció en frustración, odiaba y amaba cuando le hablaba de esa manera. Estaba decidida a llevarlo al límite como él lo había hecho con ella, así que siguió acariciando y apretando su miembro sobre el pantalón hasta que el auto se detuvo de pronto.
Apenas pudo dar un vistazo a su alrededor antes de que el pelinegro saliera del auto; estaban en un mirador, oscuro en medio de la noche y una sola farola iluminando toda el área.
Él estuvo rápidamente de su lado, abriendo su puerta y cargándola en sus brazos, metiéndolos a ambos en el asiento trasero. Hitoka lo besó profundamente, sus bocas calentándose una a la otra mientras sus manos desvestían ansiosas sus cuerpos.
Le quitó los pantalones y el bóxer con dedos expertos, acomodándose en el asiento de espaldas, suspirando cuando lo tuvo sobre ella, su peso resultándole más allá de agradable, sus pieles erizándose bajo las atrevidas caricias.
Un gemido se le escapó cuando él le arrancó el vestido, seguido rápidamente por su sostén, dejándola desnuda y sintiendo el frío cuero del asiento contra su espalda, las bragas no sabía en qué momento se las había quitado y aprovechó para quitarle también su camisa.
Ella siguió besándolo mientras sus pequeñas manos bajaban por su pecho. Jugueteo y pellizco sus pezones, pasando por su abdomen marcado hasta envolver sus manos en su miembro duro. Siempre le fascinaba su textura, dureza recubierta de suave y sensible piel. Su dedo esparció la humedad del líquido en la punta, dando un jadeo ahogado cuando movió sus caderas, follando sus dedos.
Abrió su boca y chupo su lengua mientras sus dedos seguían tocándolo, presionando en los lugares conocidos que le harían estremecerse y gemir sobre ella. De pronto recordó lo que una de sus compañeras había dicho en el bar y sonrió, ella sí sabía cuidar bien de su hombre en la cama, de eso no tenía dudas.
Lo guio hasta su entrada cuando estuvo imposiblemente duro y gritó cuando él se introdujo en su interior de una embestida, completo hasta la empuñadura. Él se quedó quieto, dejándola adaptarse a la intromisión porque a pesar de lo placentero que era sentirlo por completo, también era acompañado por una punzada de dolor al tener que tomarlo todo de una vez. Kuroo repartió besos por su cuello y sus pechos mientras la dejaba adaptarse.
Por fin Hitoka agitó sus caderas para incitarlo a moverse y arqueó su espalda en éxtasis cuando lo sintió salir casi completamente antes de volver a entrar, duro. Él envolvió un brazo alrededor de sus hombros, sosteniéndola con firmeza, empezando a embestir fuerte y rápido en su interior. Pronto el auto se lleno de los sonidos de piel golpeando contra piel y sus propios sonidos de placer. No se contuvo, al igual que él, gimiendo cada vez más alto mientras el placer se incrementaba.
Sus pieles sudaron y el calor se volvió asfixiante, la sensación de estar llena y la urgencia por liberarse volviéndola frenética. Sus uñas se enterraron en la piel de su trasero cuando lo agarró, pegándolo más a ella, levantando sus caderas para encontrarlo en cada envite.
- Tetsuro, ¡sí!, más. - Gimió en su oído, el calor en su vientre haciéndose insoportable, sus paredes apretando su miembro en su interior. - Sí mi amor, más, más fuerte. - Su sonrisa engreída cuando la escuchó demandarle no hizo nada en comparación a lo que sintió cuando él ralentizó su paso, volviéndolo lento y desesperante. - ¡No, cariño! Por favor. - Gimoteo derrotada, necesitaba correrse.
- Cualquier cosa por ti, gatita. - Kuroo mordió sus labios juguetón, dándole un beso profundo y duro. Aún no se había separado de su boca cuando volvió a embestir rápido dentro de ella, estaban tan húmeda que se deslizó sin problemas, una y otra vez.
Sus caderas volvieron a levantarse, jadeando con cada movimiento, envolviendo sus piernas al rededor de sus caderas y abrazándolo con fuerza, dejándose ir con un gemido fuerte.
- T-tetsuro-kun. - Gimió quedo en su oído, sentía todo su cuerpo temblar y su consciencia esfumarse por un momento, no siendo capaz de registrar otra cosa que no fuera el placer, su sexo más húmedo después de su liberación, haciéndola sentir que llegaba más profundo con sus envites.
Él gruño contra su cuello y también se corrió. Ella abrazo su cuerpo tembloroso mientras se corría en su interior, sus pechos presionados contra el suyo, disfrutando de sus jadeos en su oído y la calidez en su sexo. Se sentía agotada y satisfecha, arqueándose hacia él para recibir sus caricias perezosas por su cuello y sus senos, dejando un pequeño beso sobre cada pezón. Juró que casi ronronea como gato satisfecho en ese momento.
- ¿Lo ves? - La voz de Kuroo fue ronca al hablar, señalando la forma en que su cuerpo reaccionaba a sus caricias, levantando su espalda del asiento para intensificarlas. - Como una dulce gatita satisfecha. - Dijo leyendo su pensamiento y ambos rompieron en carcajadas, riéndose casi hasta las lágrimas.
- Te amo, tonto. - Le dio un dulce beso en los labios cuando sus risas pararon, y él susurro las mismas palabras contra los suyos.
Hitoka Yachi se consideraba afortunada, su primera experiencia sexual terminó siendo con el mismo hombre con el que se casaría en tan solo unas horas, para ella Tetsuro Kuroo era definitivamente el gran premio.
Lo sé, lo sé, seguro sus reacciones en este momento es "¿Qué onda con este ship? Ni siquiera tienen interacciones, no que asco". Bueno, la respuesta es sencilla, no necesito de una interacción para shippear, solo lo imaginas y dejas que pase. Por alguna razón amo a estos dos juntos, punto, además de que hacen falta más fics sobre ellos. Espero que disfrutaran la lectura, me salió más largo de lo que pretendía.
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