N/A: Hola a todos, antes que nada, mil disculpas por esta demora que, para que negarlo, fue extremadamente grande. Los motivos? Un poco de esto y aquello, Estuve enfermo por poco menos de una semana, lo que no me dejo escribir (o para el caso, hacer nada XD ) por al menos una semana. Luego tuvimos una ola de calor infernal, me gustaría verlos intentar escribir algo así xD (es criminal, aún así hay gente que puede hacerlo xD). Y en este ultimo tiempo tuve bloqueo de escritor n.ñU

Como fuere, dejo de aburrirles, ojalá puedan llegar a disfrutar este nuevo capítulo, que va dedicado a Mari y Blind Target, que me regañan ahora mismo por no haber subido esto todavía XD

Muchos Saludos, lo próximo que se supone debería publicar sería un nuevo capítulo de Propiedad Privada (Nunca más trabajaré en dos series en simultaneo xD)

El show debe continuar XD

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Moonlight Sonata

Capítulo quinto: Procyon McClaws

Podía sentir las hojas resecas bajo sus pies, como una gigantesca alfombra de amarillos, naranjas y marrones que se extendía por todo el claro, y hasta las linderas del bosque.

Mami le había pedido que no se alejara mucho, los abuelos vendrían a celebrar el cumpleaños de Papi y la cena estaría lista en poco más de quince minutos...pero realmente no era su culpa, no mientras el porche fuese un lugar tan aburrido y el bosque lo llamase con sus misteriosos sonidos nocturnos...solo sería una pequeña aventura, y, mientras aún pudiese ver el brillo de las luces de la cocina, no habría problemas.

Corrió solo un poco más, lanzándose sobre un gran montículo de hojas, sonriéndole abiertamente a la noche otoñal y a la luna, que brillaba distante entre un coro de estrellas resplandecientes.

Levantando solo un poco la cabeza, pudo comprobar que aún podía ver su casa, el cálido fulgor amarillento de la hoguera resaltando ante el oscuro y frío aire nocturno, conforme con esto, volvió a reposar su cabeza de manera un tanto perezosa sobre la almohada de hojarasca.

Si se lo preguntaran en ese preciso momento, Remus John Lupin podría afirmar, sin temor alguno a equivocarse, que era el niño más feliz en toda Gran Bretaña, Papá parecía extremadamente feliz, y no dejaba de hablar sobre su nuevo asenso o de lo brillante que su pequeño era a cualquiera que mostrara un átomo de buena voluntad para escucharlo, privilegio usualmente reservado a mamá.

Y no solo era eso, sino que dentro de solo cuatro meses cumpliría cinco años! ("No tres, ni cuatro...cinco!" – Le decía siempre a su abuela sacando pecho con orgullo). Lo que significaba que Papá le dejaría montar junto a él en su escoba...no era algo tan bueno como poder volar solo...pero sin duda alguna era un buen comienzo.

La vida perfecta...

Fue entonces que la escucho, correteando entre las hojas, castaño, diminuto y de pequeños ojos negros: Una liebre de aspecto inocente, que se detuvo para mirarlo, ladeando un tanto su cabeza de piel afelpada, sus orbes brillando como negras canicas ante la luz de la luna.

Moviendo sus bigotes y su pequeña nariz en un ritmo acompasado, casi hipnótico, pareciendo invitarlo a jugar

Diligente como lo era, Remus se puso lentamente de pie, poniendo especial cuidado en limpiar cualquier rastro de hojas secas, disponiéndose a caminar, de manera sigilosa, procurando no asustar a la delicada criatura que parecía mirarlo de manera amistosa, reduciendo finalmente la distancia a poco menos de un palmo de distancia, descansó el peso de su cuerpo en sus rodillas, extendiendo una mano lenta, tentativamente, acariciando con suavidad el pelaje detrás de las orejas, las orbes negras cerrándose complacidas.

Tomó, con cuidado infinito, a la liebre entre sus brazos, acariciando su lomo, sin poder dejar de notar que una de las patas traseras parecía herida..."posiblemente mamá sabría curarla" – razonó. Papá le había contado que ella solía ser una excelente enfermera.

Intento ponerse de pie, pero en ese mismo momento algo en las cercanías del bosque paralizó por completo a la indefensa criatura, la cual alzaba sus orejas con una rigidez fría, expectante, bastó el crujido de una rama en la distancia para que el animal corriese a refugiarse entre los arbustos.

Corrió en un vano intento por encontrarla, inconsciente de cuan lejos estaba del calor de la cabaña, inconsciente de cuanto tiempo había pasado desde que había salido...inconsciente de aquellos ojos amarillos que lo observaban con codicia predadora...solo era conciente del vaho que salía de sus labios partidos y del frío que entumecía sus pies y sus manos sin guantes, pero no importaba, debía encontrar a la pequeña, estaba herida, si se iba solo era posible que no sobreviviese...Debía encontrarla!

Se hallaba en cuatro patas, agitando el arbusto en un nuevo, pero poco fructífero, intento por encontrar la liebre, completamente ajeno a los ojos amarillos, aquellas orbes de crisoberilo que se acercaban con sigilo, produciendo un sonido silbante, parecido a un olfateo que se veía opacado por el movimiento de los arbustos.

No estaba lejos...solo uno, tal vez dos metros, acechando donde nacían los primeros árboles del bosque, la luz de la cabaña una mota resplandeciente en la distancia, como una estrella caída en la tierra.

Fue entonces que el lobo lo atacó

Derribándolo como si fuera un muñeco de trapo, pero aún así, con extremo cuidado, regodeándose con la expresión de pánico en sus ojos color miel, cien libras de muerte aprisionándolo contra la hierba reseca, respirando juntos el mismo aliento, inocencia mezclada con un aliento hediondo, putrefacto y dientes amarillentos que resplandecían bajo la luna llena.

Las orbes de miel cruzándose solo por un segundo con ojos de un amarillo casi perfecto, hipnótico.

Luego de ese instante, de ese fatídico segundo...solo dolor

Fin Flash Back

Se levantó de manera abrupta, su rostro pálido cubierto en sudor frío, jadeaba sin aliento, sus ojos miel llenos de terror, abiertos de manera desorbitada.

No era poco común que soñase con aquella noche...pero no por eso se hacía algo fácil de llevar...trató de respirar hondo, calmar su respiración extremadamente agitada, se frotó un poco los ojos, tratando de reconocer el lugar en donde se encontraba...todavía era muy temprano...no podían ser más de las seis.

Luego de unos segundos, y tras ver los doseles de su cama recordó todo: El banquete, los pasillos, las escaleras que cambiaban de lugar, la sala común y su dormitorio circular.

Corrió con cuidado la cortina de terciopelo, en una delicadeza que resultaba fútil ante los sonoros ronquidos de una de las camas que, si recordaba bien, pertenecía a Peter.

La habitación era sencilla, acogedora pero espaciosa a la vez, cuatro camas de dosel exactamente iguales que se encontraban enfrentadas en grupos de dos, en un extremo se encontraba la puerta, vieja pero lustrosa, en un elegante color roble, tomándola como referencia la cama más cercana a la entrada, desde el extremo izquierdo, pertenecía a Sirius, quien parecía dormitar en silencio, con sus cortinas abiertas, la segunda cama de la izquierda le pertenecía a él, Remus, quien se ponía de pie, estirándose con la gracia de un felino y tomaba rumbo al baño particular, que se hallaba en el extremo opuesto a la entrada.

La cama más cercana al baño, desde la derecha, era la de James, quien se agitaba entre sueños, estirando la mano para alcanzar algo y riendo con vos queda, la cama junto a la del chico de anteojos era la de Peter, quien también tenía sus cortinas cerradas...a Remus no le habría asombrado ver que el genero aterciopelado se moviese como consecuencia de la fuerza de los ronquidos...definitivamente tendrían que buscar una solución para eso...

Podía sentir pequeñas descargas mientras sus pies descalzos tocaban el piso de piedra helada, que, tras cruzar la puerta del baño, se veía reemplazado por elegantes cerámicos de un agradable color celeste oscuro, de aspecto marmolado.

Se detuvo frente al lavamanos, abriendo de manera ausente el flujo del agua fría, extendió sus manos, atrapando entre sus dedos una cantidad aceptable del sagrado liquido para, tras inclinarse un poco, llevarlo a su cara sin mayor ceremonia.

Su rostro, pudo comprobar tras mirarse en el espejo, se hallaba tremendamente pálido, se sentía un poco mareado... lo hacía sentir un poco mejor el poder atribuir su malestar a las cantidades obscenas de comida que había engullido la noche anterior.

Tras mirar su reflejo con fijeza por al menos cinco minutos, suspiró de manera resignada y caminó hasta llegar a la única ducha del cuarto, abriendo sin mucho entusiasmo el flujo del agua caliente, que caía desde la lustrosa regadera de un color acero reluciente.

- No tiene caso volver a dormir – Razonó abatido mientras miraba su viejo reloj de pulsera que marcaba las 6:09am

-CDE-

A todos llamó la atención la velocidad con la que azotó la tormenta, las velas del gran comedor tuvieron que ser encendidas para hacer frente a la oscuridad del cielo encantado, que solo se veía cortada por los relámpagos que se dibujaban como látigos de luz en esa inmensidad de nubarrones púrpura.

Los truenos resonaban con voracidad, provocando espasmos entre algunos de los estudiantes más jóvenes, los estudiantes de los cursos superiores, más acostumbrados a los dudosos encantos del clima británico, desayunaban con normalidad, charlando de temas varios, como bien podían serlo pociones o las crecientes chances que tenía el Pluddemer United de ganar un nuevo título de la Liga. ( "Digan lo que digan, Appleb Arrows se quedará con el campeonato" – Protestaban algunos de manera ferviente)

Por su parte, Sirius Black se limitaba a jugar de manera ausente con su plato de cereal, miró a su derecha, donde James parecía haber dejado la mejor parte de si en el dormitorio, recostado sobre sus brazos y a medio camino de volver a dormirse, el puente de sus lentes casi en la punta de su nariz.

Frente a James, el pequeño pero rollizo Peter untaba cantidades generosas de manteca y mermelada de arandanos sobre una rebanada de pan fresco de proporciones importantes, para luego devorarlo con avidez.

Por último, junto a Peter se encontraba Remus quien se encontraba algo pálido y lucía tan atribulado como él mismo se sentía.

Y es que, tras la euforia del primer momento, cuando supo que no sería parte de Slytherin, realmente no pudo evitar sentirse un poco preocupado...No era ningún tonto, sabía que, en presencia de tantas antiguas familias de sangre pura, la noticia de que él, el actual heredero de la muy noble y antigua casa de los Black había negado su destino transformándose en miembro de la casa Gryffindor se habría esparcido con rapidez abismal.

Lo más probable es que sus padres ya lo supieran...la sonrisa satisfecha que pudo ver en el rostro de Lucius Malfoy le permitía estar seguro de ello.

Cualquier expectativa o pequeña esperanza de que su familia hubiera sencillamente olvidado su existencia se desvaneció segundos después, cuando las lechuzas ingresaron al recinto como una nube de plumas empapadas, arrancando nuevos gritos de asombro de los inocentes del primer año.

No pudo evitar palidecer un poco al ver como Tenebrus, el imponente búho real de la familia Black, se posó con elegancia sobre sus hojuelas de maíz, una carta de color rojo escarlata firmemente agarrada en su pico.

James se incorporó, un poco más despabilado, también lo hizo Remus.

- Sirius...no es eso una...- Comenzó James con su voz ronca por el desuso

- Una vociferadora...si – Lo cortó con un hilo de voz, mientras que, con una mano temblorosa, tomaba el sobre del pico de Tenebrus, quien al haber completado su misión desplegó sus alas y partió sin mirar atrás.

- Deberías abrirla...-Sugirió Peter tras tragar una gran cantidad de pan con mermelada – Recuerdo la vez que rompí la urna funeraria de mi abuela...mi papá me mandó una desde su trabajo y no la quise abrir...no fue algo agradable...

- Es probable que Peter tenga razón – Opinó Remus con el ceño fruncido, mientras la carta en las manos del chico de pelo negro comenzaba a escupir humo por las esquinas

A estas alturas Sirius ya había tomado el color de la leche agria, miro a sus compañeros en busca de algo de apoyo moral, Remus y James lo miraban y asintieron una vez, Peter se ocupaba de reducir la población mundial de tostadas con mermelada de arandano.

Tomó una gran cantidad de aire y, con un rápido movimiento de muñeca, rasgó la carta.

¿CÓMO TE ATREVES? – Exclamó la voz mágicamente ampliada de la Señora Black, haciendo temblar la cristalería y llamando la atención de todos los presentes que, entre risas, buscaban al dueño de la carta vociferadora. Sirius agachó su cabeza, los ojos ocultos tras mechones de cabello color tinta.

JAMÁS IMAGINÉ HUMILLACIÓN SEMEJANTE!

TU! VERGÜENZA DE MI CARNE!

¿CÓMO TE HAS ATREVIDO A DESHONRAR A NUESTRA FAMILIA?

ESCUCHAME BIEN SIRIUS, NUNCA, OYEME BIEN, NUNCA TE LO PERDONARÉ

Y sin decir más, el pergamino se prendió fuego, viéndose reducido a un montón de cenizas.

El silencio entre el alumnado era sepulcral, todos los ojos se hallaban posados en él. Peter se había quedado con la boca abierta, la mermelada de su tostada, que se hallaba a mitad de camino rumbo a su boca, goteaba sobre la mesa. Remus miraba inexpresivo el montó de cenizas, sus labios fruncidos con indignación. James se limitó a palmearle con suavidad el hombro.

- Bien...-Exclamó con la voz un poco más alta que lo infinitamente necesario, sus tormentosos ojos grises todavía ocultos con aristocrática elegancia – Bien...

- Sirius... – Susurró Remus posando sus ojos dorados en el joven Black, la expresión en sus orbes divididas entre la empatía y la compasión.

- Te encuentras bien? – Preguntó James con gesto preocupado

- Perfectamente! – Exclamó usando el mismo tono de peligrosa, inestable euforia.

Había alzado su rostro, en él se dibujaba una sonrisa plástica, sin dudas bastante creíble para la mayoría del alumnado, pero un tanto irreal a los ojos de gente como James o Remus, siempre atentos a los pequeños detalles.

- Será mejor que vayamos a la primer clase – Dijo con voz animada en exceso, haciendo un esfuerzo considerable por ignorar el nudo en su garganta – Odiaría tener que ganarme el rencor de alguien más en menos de una hora - Rió de su propio comentario de manera fría, mecánica, poniéndose de pie y tomando su mochila con dedos temblorosos, sus ojos grises extremadamente brillantes

- Si...tienes razón – Concedió Remus con voz muy suave, mientras tomaba sus cosas y se ponía de pie, James y Peter lo imitaron, el último con una tostada a medio comer en su boca.

Si fue coincidencia o no, jamás lo sabrían, pero tras su salida del Gran Comedor, el bullicio normalmente producido por los cubiertos y las múltiples conversaciones regresó a la normalidad.

-CDE-

Para cuando Sirius regresó a un estado de, relativa, normalidad, ya habían tenido dos horas completas de su primer clase: Historia de la Magia, que era, según les habían contado, la única impartida por un fantasma.

El Profesor Bins ya era un hombre muy viejo el día que se durmió frente a la chimenea y tras levantarse para regresar a clases dejó atrás su cuerpo, independientemente de eso, su vida, si es que se la podía llamar así, no había sufrido mayores tribulaciones.

Podía pasarse toda su clase leyendo sus extensas notas y anotaciones, en un tono lento, sistemático, confundiendo fechas y algún que otro nombre aquí y allí.

Si el haber muerto dormido era el karma del Profesor Bins, realmente nadie podía saberlo, como fuese, parecía estar condenado por su peculiar don: La capacidad de sumir a una clase de vivaces jovencitos en una masa durmiente y atontada con tan solo cinco minutos de exposición a su soporífera verborrea.

Solo parecía haber dos personas inmunes al hechizante don del espectro, Lily Evans y Remus Lupin tomaban notas de manera ferviente, sus acalorados deseos de conocimiento resultando como una bocanada de aire fresco en ese cuarto donde la haraganería y la pereza se pavoneaban a sus anchas.

Por su parte, James Potter, quien en esta oportunidad era compañero de banco del muchacho de cabellos castaños, roncaba sin mayor disimulo, algo que el resto del curso podría haber encontrado cómico, de no hallarse en condiciones tan penosamente similares.

En el pupitre inmediatamente posterior, Peter miraba a un punto en la distancia, asentía de vez en cuando, sus ojos vidriosos, ausentes. Sirius mantenía enfocados sus estoicos ojos grises en la hoja de inmaculado pergamino nuevo, la pluma cargada con tinta apoyada en el comienzo de la página, donde el pequeño punto color azabache ganaba tamaño con cada minuto que se iba, suspiró con aire derrotado, perfectamente conciente de que tendría que pedir prestados los apuntes de Remus.

Por lo cual prefirió aprovechar la media hora que quedaba para realizar algo productivo: Caricaturas de una bruja de brillante pelo negro rodeada de centenares de bombas de olor.

-CDE-

- No me lo puedo creer! – Exclamó James con cara de alucinado mientras caminaba con sus nuevos amigos y compañeros de curso, el horario de clases enrollado en su mano izquierda.

- Qué sucede? – Preguntó Peter de manera curiosa mientras hacía buena cuenta de una de las varitas de regaliz que su mamá le había mandado con el correo matutino

- No puedo creer que el sea nuestro profesor! – Continuó hablando un poco para si mismo, la excitación cada vez más notoria en sus angulosas facciones

-James...- Lo llamó en vano Remus, el muchacho de anteojos demasiado ido en sus propias ideas

- Esto es genial! Genial! – Gritó alegre y alzando un puño en el aire de manera triunfal, un grupo de chicas de Hufflepuff apuró el paso en dirección contraria, definitivamente preocupadas por la salud mental de "ese loco Gryffindor con el animal muerto en la cabeza"

- Ya deja de hacerte el misterioso – Bufó Sirius dándole un zape en la nuca y arrebatando de sus manos el horario – Qué tiene de emocionante tener Defensa Contra las Artes Oscuras? – Preguntó arqueando con elegancia una ceja mientras que por, su parte, el muchacho de ojos avellana se frotaba de manera exagerada el lugar del golpe

- Cómo que " qué tiene de emocionante"? – Preguntó James con la estupefacción dibujada en el rostro – No has visto quien es el Profesor que imparte la asignatura?

- Profesor Procyon McClaws – Leyó Sirius, haciendo una mueca extraña, como si intentase recordar de donde le sonaba ese nombre – Acaso no es él...

- El famoso cazador de bestias peligrosas, si – Respondió Remus antes de que pudiese terminar de formular su pregunta, su rostro un tanto pálido, a diferencia de James, no parecía del todo entusiasmado.

- Ho si! – Exclamó Peter con aires de entendido – Es bastante conocido, no?

- Cómo que "Ho si"? – Protestó James indignado – El tipo es un héroe, ha peleado contra banshees, vampiros, gigantes e incluso hombres lobo!

- Asombroso – Dijo Sirius mientras se detenían ante la puerta del salón, haciendo fila detrás de un grupo de animados Ravenclaw con los que compartían clase, en contraste con ellos, Remus lucía un tanto abatido.

- Eso cuando menos – Opinó James gesticulando de manera ferviente con sus manos – Sabías que el solo pudo acabar con un clan de vampiros en Yorkshire?

Si Sirius sabía o no acerca de la dichosa masacre de vampiros en Yorkshire, James no pudo confirmarlo, pues en ese mismo instante la puerta del salón se abrió, un hombre alto de penetrantes ojos azules movió con cortesía su mano, invitándolos a pasar.

Su cabello negro era muy espeso, formaba una melena que se veía coronada por insipientes canas. La piel de su rostro tenía un poco saludable aspecto grisáceo, que posiblemente indicaba escaso contacto con la luz solar.

- Para hacer honor a la verdad – Exclamó con voz potente mientras los alumnos tomaban sus lugares y el mismo se sentaba en su escritorio – Era una pequeña familia de tres vampiros de rango medio, El Profeta, me temo, tiende a exagerar las cosas...

Si el Clan de vampiros estuvo compuesto por tres o por cien integrantes, a nadie parecía importarle demasiado, después de todo, la mayoría de ellos había crecido oyendo de sus aventuras y los que no, le miraban con creciente respeto. James estaba sentado casi en el borde de su silla, mientras que Remus miraba un punto cerca del hombro del catedrático.

- Bien...- Comenzó el hombre con la misma voz intensa una vez que se sentó el último de sus estudiantes, Remus tubo la paranoica sensación de que los ojos azul marino se enfocaban en él más que en cualquier otro alumno – Como la mayoría de ustedes sabrá, mi nombre es Procyon McClaws, antiguamente cazador y exterminador de bestias peligrosas – El muchacho de pelo castaño prefirió atribuir el énfasis de la declaración a un esfuerzo del Profesor para que los alumnos de las filas traseras pudiesen escuchar a la perfección.

En mi vida no solo he visto, sino que también me he enfrentado a seres que representan la mayoría de nuestros miedos más primarios. Experimenté en carne propia su sed de caos, destrucción y muerte. Y aún así estoy aquí, intacto como me ven – Exclamó con un tono bastante resignado, los ojos dorados se cruzaron nuevamente con el par de profundos zafiros, ambos envueltos en expresiones indescifrables.

Mientras me encuentre con ustedes – Prosiguió en su soliloquio- mi misión será ayudarlos a desentrañar sus más profundos e intensos miedos, buscaremos la respuesta a cada una de sus dudas, transformándolas en certezas, les brindaré los conocimientos para enfrentarse a lo desconocido.

Con algo de suerte, cuando sean tan viejos como yo, se darán cuenta de que su preparación mágica será, tarde o temprano, el factor determinante entre la vida y la muerte, den su mejor esfuerzo, y los recompensaré con la llave que los hará dueños de su destino.

La clase en pleno se encontraba inmersa en un silencio reverencial, quebrado solo por los leves murmullos de ansiedad, Sirius y James intercambiaron caras de completa excitación, Remus se limitó a morderse el labio.

- Naturalmente, todos ustedes deben ser completos neófitos en la disciplina de los encantamientos defensivos, de hecho, en este mismo momento dudo que la mitad de ustedes sea capaz de transfigurar un fosforo en una aguja...Supongo que será mejor que le demos algo de tiempo a los Profesores McGonagall y Flitwick para que cultiven un poco esas cabezas suyas...- Concluyó con displicencia – Así que, de momento, quiero que tomen sus libros de texto y me preparen una redacción acerca de las diferencias que existen entre los encantamientos, las transfiguraciones, los maleficios y las maldiciones, quien no me lo entregue para el final de la clase se hará acreedor de la primer detención del año – acotó con sequedad – trabajarán de manera individual, y en silencio.

James y Sirius lo miraban con la boca abierta, indignados. Posiblemente, si no hubiesen estado tan shockeados, se hubieran hecho acreedores de su primer detención incluso antes del final de esa clase.

-CDE-

Todo cuanto se escuchaba en el aula era el sonido de las plumas rasgando el pergamino, y del voltear de las páginas de los libros de texto, para verificar algún dato.

No podían quedar más de quince minutos para que sonara el timbre del almuerzo, la mayoría del curso se encontraba bastante desorientado, confundiendo nombres, modalidades y fines de los diferentes tipos de invocaciones, cayendo en algo que Sirius no tardo en bautizar "el síndrome de Bins"

Para cuando quedaban solo cinco minutos, solamente Remus, Sirius, James, Lily y Aristóbulus Lovegood habían terminado sus ensayos por completo, Peter, por su parte, daba pataditas nerviosas y estiraba el cuello con poco o nada de disimulo tratando de dar un vistazo al trabajo del chico de ojos miel, una mirada suplicante en sus regordetas facciones. Remus se limitó a rodar los ojos y tras hacer uso infinito de su paciencia, trató de acomodar un poco su trabajo para facilitar la misión del rubio regordete.

RING!

Sonó finalmente el timbre, el Profesor McClaws se había vuelto a sentar, colocándose unos lentes de lectura con marcos dorados y firmando unos cuantos registros, mientras los alumnos acomodaban sus cosas sin pararse de sus asientos.

- Lupin! – Llamó sin levantar la mirada, su tono sereno, neutral

- Si Profesor? – Preguntó con cortesía

- Se un buen chico y junta los trabajos – El aludido asintió y comenzó con su labor, cuando finalmente le entregó los pergaminos y volvió a tomar asiento, McClaws agregó – Ho, y por cierto, ya que tanto disfruta de mostrar y compartir su trabajo con el Señor Pettigrew, él se quedará con su calificación y usted lo hará con la de él.

- Pero señor...– Protestó Remus...no era justo, había trabajado mucho para detallar cada uno de los puntos de su trabajo, incluso había incluido algunas citas de renombradas eminencias como Miranda Goshawk para poder avalar cada una de sus posiciones y teorías acerca del tema.

- No se preocupe – Lo cortó con frialdad, una mueca de regocijo dibujada en su rostro – Estoy seguro de que su trabajo es tan sorprendente que, con una vulgar copia sin duda le alcanzará cuando menos para un "Supera las Expectativas"

- Aunque claro – Agregó sarcástico mientras daba una ojeada al pobre trabajo que Peter había llegado a redactar – Incluso yo tiendo a equivocarme...

'No era justo! Sencillamente no era justo!' – Pensaba Remus lleno de indignación, sin embargo se limitó a agachar la cabeza y asentir...no sabía cuan influyente podía ser su licantropía en el juicio de McClaws...pero lo mejor sería no ponerle a prueba. No supo si sentirse agradecido o aterrado, cuando otras personas se tomaron esa molestia por el.

- Eso no es justo! – Vociferó Sirius, sus ojos grises brillando desafiantes, se había puesto de pie aunque el profesor no había dado la orden, la clase se llenó de murmullos.

- Tiene razón! – Corroboró James, poniéndose también de pie – Remus trabajó mucho en ese informe!

- Silencio! Cinco puntos menos para Gryffindor! –Rugió el Profesor con la mandíbula rígida, para luego agregar con un susurro envenenado que no resultaba mucho más agradable – Potter, Black, Lupin, acérquense a mi escritorio, el resto puede retirarse.

El alumnado se puso de pie, marchando raudo al comedor, Peter les lanzó una ultima mirada avergonzada antes de salir corriendo con el mayor impulso que le podían dar sus cortas y regordetas piernas.

Los tres jóvenes Gryffindor se hallaban de pie, enfrentando el escritorio, James se colocó a la derecha de Lupin, Black lo hizo a su izquierda, en sus adentros Remus encontró casi irrisoria la escena, los dos muchachos de cabello tinta daban aires de ser sus guarda espaldas.

- Ahora... – Dijo con un tono suave, apoyando los codos en los brazos de su vieja silla de madera, su mejilla reposando en su puño izquierdo con gesto aburrido – los felicito, sin duda, una actitud muy gryffindor de su parte...unidos en las buenas y en las malas, no es así?

Los tres jóvenes se limitaron a mirarlo en silencio. Como el Profesor comprobó que no tenían nada que acotar, prosiguió.

- Ya que tanto disfrutan de hacer alardes de espíritu solidario, ustedes tres se encargarán de ayudar a Hagrid y Madame Hooch, realizando el mantenimiento de todas las escobas de entrenamiento. La próxima vez que se atrevan a cuestionar mis decisiones, haré que se arrepientan de levantarse de sus camas, han entendido? – Preguntó en un tono que no admitía replicas.

El muchacho de ojos grises se disponía a protestar, el de cabello castaño procuró silenciarlo con un sutil pisotón, ganándose a cambio una mirada de enojo y un suspiro resignado.

- Excelente, en ese caso, Black, Potter, los invito a retirarse- Dijo en tono calmo, se había acercado al escritorio y entrelazado sus dedos, sus codos apoyados en la mesa de roble – Necesito intercambiar unas cuantas palabras con el Señor Lupin

Los aludidos lo miraron de manera reticente, echando discretos vistazos de reojo al joven de cabello castaño, quien tenía sus orbes doradas posadas en un punto indefinido del escritorio de roble, llenas de una expresión extraña...algo dividido entre el miedo y la resignación.

- Por favor...- Les pidió Remus con la voz muy suave luego de notar que sus amigos le miraban con ceños fruncidos, sin demostrar deseo alguno de moverse de donde estaban – No quiero que se metan en más problemas por mi culpa...

- No es así! – Protestó Sirius indignado – Esto no es tu culpa!

- Por favor...- Volvió a pedir en el mismo tono bajo, casi suplicante, sus ojos aún fijos en un punto incierto

- De acuerdo – Concluyó James asintiendo, el ceño fruncido, hizo una señal a Sirius, quien se mostraba reluctante, y caminaron a paso firme hasta la salida – Te esperaremos afuera Remus – Agregó sin voltear para luego cerrar la puerta con un pequeño "click".

Una vez solos, Procyon McClaws sacó su varita, Remus se encogió un poco asustado, llevando su mano a su túnica, en busca de su propia defensa.

- Tranquilo muchacho! – Dijo con tono calmo, conciliador, luego hizo una pequeña floritura con su muñeca, haciendo aparecer de la nada una rígida silla de madera – Por favor, siéntate.

El jovencito de cabello castaño no sentía el más mínimo deseo de sentarse, pero, sin deseo alguno de acarrearse más problemas, optó por obedecer. Los intensos ojos azules estaban fijos en él, midiéndolo, calculándolo, analizando cada reacción.

- Te seré sincero Lupin – Dijo con firmeza - no me entusiasma en lo más mínimo la idea de impartirle clases a alguien de tu...naturaleza...

- Lo...lo entiendo perfectamente... – Respondió con algo dificultad, ignorando el nudo en su garganta, o la humedad creciente en sus ojos – pero le prometo que trabajará más duro... daré todo mi esfuerzo para que me considere digno de aprender.

- No pretendo engañarte niño – Retrucó con arrolladora sinceridad, no daba aspecto de sentirse demasiado conmovido por el aspecto aterrado pero decidido de su pupilo – En circunstancias diferentes lo más probable es que ya te hubiese clavado una arpón de plata en el corazón.

Un escalofrío circuló por su cuerpo...es decir, sabía que en el mundo exterior, la gente...como él...no tenía buena fama, eran seres temidos, en su mayoría, perseguidos y exterminados. Era conciente de que había mucha gente en el mundo que odiaba todo cuanto él era, estando en su casa, rodeado de ese pequeño universo que eran sus padres y su gran biblioteca, era mucho más fácil ignorarlo.

Pero ya no podía hacer eso, no ante esta persona que le profesaba, sin tapujo alguno, un desprecio y un rencor tan grandes...esos fantasmas, criaturas sin rostro que le acosaban, que lo atormentaban en pesadillas en las que su secreto se hacía publico finalmente tenían un rostro, y también un nombre: Procyon McClaws

Se esforzó por escuchar sus palabras, aunque su mente se hubiese llenado de una neblina blanca, absorbente y gélida, que se transmitía a todos los recovecos de su cuerpo, llenando su pecho de un dolor intenso.

-...aún así, el Profesor Dumbledore te tiene en su más alta estima – Dijo, una mueca de rencor dibujándose en sus pétreas facciones, apoyó sus palmas en el escritorio, incorporándose, acercando su enorme melena negra entrecana hasta dejarla a solo un palmo de distancia del pálido rostro del joven Lupin, agregó entonces con un siseo peligroso, parecido a la advertencia de una serpiente de cascabel – Escúchame bien, pequeña bestia, dame una excusa, y te juro que yo mismo me encargaré de terminar con tu patética existencia. Ahora lárgate de mi presencia.

-CDE-

No supo como fue que consiguió ponerse de pie, pero caminaba hasta la puerta de salida, había algo que lo aterraba, la realización de que todos sus miedos, todas sus preocupaciones eran, de hecho, una realidad y no simple atribulaciones de su mente.

La simple idea de que le temiesen, de que lo odiasen...lo hacía sentirse sucio, repulsivo...como una criatura que sencillamente no merecía la indulgencia nadie, mucho menos la de alguien como Albus Dumbledore...no pudo evitar ponderar la idea de ser alcanzado por ese arpón de plata...después de todo, el único hombre lobo que es bueno, es aquel que esta muerto...así razonaban todos...lamentablemente él no era la excepción

Tomó el picaporte con dedos temblorosos, la puerta se le antojó increíblemente pesada...hacía mucho tiempo que no se sentía tan débil, bajo de defensas...era una suerte que el día de hoy ya no hubiese más clases...el lunes era el día más liviano de la semana.

Era posible que se viera tan mal como se sentía, por que James y Sirius, quienes lo esperaban apoyados en el muro, lo miraron con caras de profunda preocupación.

- Te encuentras bien Rem? – Preguntó con suavidad Sirius, incorporándose por completo, sus ojos grises mirándolo de manera intensa.

- Luces fatal compañero...- Acotó James con los labios fruncidos – Que te dijo ese? – La idea de que el chico de anteojos hubiese cambiado de manera tan radical su concepto acerca del Profesor McClaws obligo al joven licántropo a sonreír.

Bueno...- Razonó en sus adentros – teniendo en cuenta que así era como se sentía, no le parecía algo del todo sorprendente. Por algún extraño motivo, ver a estas dos personas que parecían tan preocupadas por el tras conocerlo por poco más de un día lo llenaba de un dolor más intenso.

No tanto por las palabras de McClaws...sino por la realización de lo que ellas implicaban, lo obligaban a imaginar un escenario terrible: Si sentía este dolor en su pecho, por las palabras de un perfecto extraño...como sentiría en su alma el rechazo, el desprecio de sus...amigos?

Trató de ignorar ese pensamiento, arrinconarlo y sellarlo en los recovecos más oscuros de su atribulada mente...era un pensamiento apocalíptico, masoquista y que posiblemente jamás se cumpliría...debía mostrarse sereno, relajarse...sería inútil hacer que se preocuparan...eso solo los pondría en alerta...no debía permitir que supieran...no podía perderlos

Así que, juntando toda su fuerza de voluntad y, tras tomar aire numerosas veces, sonrió, de una manera floja, su rostro aún bastante paliducho, un tanto lejos de lograr el efecto deseado, los pelinegros le miraron un tanto inseguros.

- Me siento bien – Respondió con lo que debía de ser un tono optimista. Acomodó un poco su mochila y, viendo que los chicos ya tenían las suyas, comenzaron a caminar rumbo al comedor – Solo me dijo que esperaba que me comportase mejor...nada que un poco de ese suflé de chocolate no pueda curar... – James asintió con una sonrisa

Sirius no acotó nada al respecto, pero no pudo dejar de notar que aquella sonrisa no era mucho más sincera que la que él tenía durante el desayuno.

Continuará

N/A: Hooo, otro capi que se va xD

Por cierto, el crisoberilo (mencionado como metáfora de los ojos del lobo) es una piedra preciosa que va desde el amarillo intenso hasta a algunas gamas de los verdes.

Espero les haya gustado, ante cualquier comentario siéntanse libres ( y también, por que no, obligados xD) a dejar sus opiniones en forma de adorable review...ellos me hacen feliz XD

Muchos saludos cordiales

Se despide atentamente

Viosil Uab