N/A: Pues aquí estoy nuevamente...realmente me siento muy avergonzado por lo groseramente largo que fue el lapso para este capítulo...solo les pido comprensión y mil disculpas, el semestre de abogacía es extremadamente pesado y, realmente no dejaba mucho para mi vida personal...lo bueno es que ahora tengo un mes de vacaciones y he aprobado con notas bastante decentes todas mis materias del semestres xD

Sin mucho más que agregar, salvo reiterar mi profunda gratitud para aquellos que me han mandado reviews incluso meses después de la publicación del último capítulo, y para aquellos que tienen esta humilde historia y a su tonto autor entre sus favoritos y listas de alerta...realmente es mucho para mi, se los agradezco sinceramente xD

Y como ya me estoy poniendo sensible (es el stress, el STRESS CARAJO! XD) mejor avanzamos con esto, por que, después de todo, el Show debe continuar.

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Moonlight Sonata

Capítulo séptimo: Whomping Willow

La noche del domingo se antojaba fría, oscura y repleta de aquella densa neblina, tan común en la remota región escocesa. El viento soplaba en un murmullo constante, difundiendo a fuerza de escalofríos la noticia de la prematura llegada de la estación de hojas secas.

Tanto la hora como el clima invitaban a tomar lugar junto al fuego, cobijarse y, solo tal vez, comer un pequeño refrigerio acompañado de una buena taza de chocolate caliente.

Los chicos del primer año de la noble casa Gryffindor no eran ajenos a tal razonamiento, por lo cual se habían agrupado alrededor de la vieja estufa a leña de su cuarto, la cual, según Peter, se alimentaba por arte de magia.

Colocaron se en un semicírculo que tenía como centro a la desvencijada salamandra, el piso de piedra lindante al viejo artefacto se encontraba tibio por la presencia del mismo, por lo cual, resultaba bastante cómodo el sentarse allí, arropados con gruesos cobertores que descansaban sobre sus hombros.

- Pe...pero...de verdad creen que sea buena idea? – Preguntó el rubio de estomago prominente con un tono que indicaba hasta que punto parecía estar en desacuerdo con todo el asunto. Su cuerpo rechoncho temblaba casi tanto como lo hacía su voz, por lo cual procuró calmar sus nervios con una de las galletas de chocolate que la madre de Remus había enviado por correo en la mañana.

- No seas llorón Peter! – Reclamó Sirius con tono ofuscado haciendo que el pobre Pettigrew se encogiese en su cobertor – ya te dije que lo tenemos todo fríamente calculado.

- Hasta el mas mínimo detalle – Corroboró James con voz cantarina mientras agitaba el manojo de pergaminos lleno de anotaciones como prueba irrefutable ante los ojos claros que ya habían tomado el tamaño de sendos platos.

- Pe...Pero...- Dudó, sus ojos de una gama del celeste acuoso llenos de confusión.

- Nada de peros – Refutó por, cuando menos, decimotercera vez Sirius con el mayor de los desdenes – mira, realmente no tienes que hacer nada importante, solamente distraer a Madame Hooch...del resto nos encargaremos nosotros!

- Esta bien...- Aceptó en tono alicaído – Aunque todavía no entiendo como se supone que vamos a hacer todo esto... – Concluyó inseguro, provocando que el joven Black soltara un grito de exasperación mientras que el joven Lupin hacía lo posible para no desternillarse de risa tras su copia de " Mil hierbas y hongos mágicos",por su parte, James se limitó a suspirar resignado para luego volver a explicar el plan a su obtuso amigo.

- Mira Peter...no es tan complicado...estamos de acuerdo en que Snape se comportó como un perfecto idiota con la pobre de Lily el otro día...no? – Espero unos segundos para obtener un asentimiento como recompensa, satisfecho con el resultado, prosiguió con su explicación – Entonces, lo justo sería que alguien le enseñara una lección y, siendo nosotros los caballeros de tamaña porte y elegancia que sin duda alguna somos, ese honor sin duda alguna nos corresponde – Concluyó con dramatismo, Peter lo miró como si le hubiera crecido una segunda cabeza, consiguiendo que tanto el heredero de los Black como el muchacho de ojos miel pusieran los ojos en blanco de manera un tanto resignada. Viendo que no estuvo siquiera cerca de cumplir el objetivo deseado, el chico de ojos avellana procuró suspirar resignado y seguir explicando – Como sea... durante nuestro último castigo me – Sirius gruñó – nos encargamos de hacer algún ajustecillo especial a una de las escobas...ahora ves por donde va la cosa Peter?

- Cosa? No habías dicho que era una escoba? – Preguntó con profundo desconcierto el joven Pettigrew, el muchacho de lentes tuvo que hacer un esfuerzo considerable para no golpearse la frente

- Se refiere a que, como tendremos la lección de vuelo el próximo viernes, sería bastante fácil que alguien...como por ejemplo Severus, se topara con esa escoba por accidente– Dijo Remus con voz serena, con lo cual consiguió que el muchacho regordete produjese un sonoro "Haaa" de entendimiento, Sirius creyó que podría haber abrazado al muchacho de ojos miel.

- Pero...si será un accidente...que tiene que ver con nosotros?

- ...Sospecho que no será tan fácil como creíamos... – Sentenció Sirius tras al menos un minuto de silencio, sus labios torcidos en una mueca pensativa, James y Remus no pudieron más que asentir.

-CDE-

Ya había leído y releído la carta cuando menos unas diez veces, y aún así no dejaba de sentirse inseguro...no es que desconfiase de la buena fe del director...era sencillamente que el aceptar todos los requisitos que se le presentarían en aquella reunión... no solo implicaría confiar su secreto y, en consecuencia, dejar su destino en manos de la buena voluntad de aquel extraño de barba plateada y sus colegas...sino que implicaría el comienzo de las mentiras. Una larga y complicada maraña de historias con las que debía de, por que negarlo, engañar a las personas que sin duda alguna eran lo más parecido a verdaderos amigos que hubiese tenido a lo largo de su vida...y todo solamente para protegerse a si mismo...

Suspiró un tanto resignado para luego buscar a sus compañeros con la mirada, Sirius, quien se había sentado frente a él y, de algún modo, se las había ingeniado para derramar por completo un frasco de mermelada de naranja sobre el enmarañado pelo negro de un claramente indignado James Potter, reía a carcajadas, como también lo hacía Peter, cuyo rostro comenzaba a tomar un peculiar color magenta como consecuencia de la falta de aire.

Por su parte, James soltaba una cantidad de improperios inimaginables para alguien de tan corta edad, la sustancia anaranjada resbalaba, sin prisa pero sin pausa, por su cuello para luego terminar introduciéndose bajo los confines de su camisa, lo cual parecía, si es que eso era posible, lograr irritarlo aún más y, en consecuencia, arrancar carcajadas cada vez más estruendosas al joven Black.

Haciendo un esfuerzo considerable para no poner sus ojos en blanco, aprovechó aquel ambiente de tan fácil distracción que resultaba ser el desayuno en el castillo, para releer por una ultima vez la carta.

Estimado Remus:

Espero no serte inoportuno, sencillamente deseaba confirmar nuestra entrevista, en todo caso, te recomiendo que este lunes a las seis de la tarde visites la gárgola del segundo piso (no se si la conoces, es aquella tan particularmente poco agraciada, ubicada en el corredor donde existe un busto de Merwyn, el malicioso).

Espero podamos concretar nuestro encuentro, de no serte posible, te pido amablemente que me lo hagas saber por medio de esta misma lechuza.

Sin mas que agregar, se despide cordialmente

Albus Dumbledore

Pd¿No te gustan las ranas de chocolate? A mi me encantan!

Suspiró un tanto resignado y guardó la nota en el bolsillo de su túnica.

Realmente no tenía caso el que se torturara más con todo el asunto...sabía que debía de estar más que agradecido con esta oportunidad que se le ofrecía, por más que la idea de mentirle a los demás (particularmente a sus nuevos compañeros) no lo entusiasmaba en lo más mínimo, debía admitir que sin la ayuda de Dumbledore no habría tenido derecho a conocerlos en primer lugar.

- Te encuentras bien Rem? – Preguntó una voz un tanto preocupada, sacándolo por completo de su estado de obnubilación, los ojos dorados se enfocaron en un inusualmente serio Black, junto a él, el chico de ojos avellana, que tras un movimiento de varita se había librado de la pegajosa sustancia, lo miraba con niveles de preocupación semejante - Estas un poco pálido...deberías comer algo

- Hum...no es nada – Aseguró cerrando sus ojos y mostrando una mueca sonriente en claro gesto pacificador que, si bien no convenció del todo a los muchachos de cabellos azabache, bien basto para que quedase zanjada la cuestión – Es solo que no dormí del todo bien...no deberían preocuparse demasiado

- Estas seguro? – Preguntó James acomodando un poco sus lentes mientras tomaba su mochila y se la acomodaba en el hombro. Frente a él, Peter comía de su cuenco de avena, un tanto ido de la realidad. – Tal vez deberías ir a la enfermería...si no has podido dormir bien...

- En absoluto, me siento perfectamente bien – Dijo el muchacho de cabellos castaños con tono seguro, luego agregó pragmático – Será mejor que vayamos a clase ahora, lo último que necesitamos ganarnos un nuevo castigo en tan poco tiempo.

Sin mas que acotar, tomo su mochila y se dispuso a partir a las aulas con paso ligero, los jóvenes leones procuraron seguirlo, Peter comiendo tranquilamente una ultima tostada, Sirius y James intercambiando miradas preocupadas

-CDE-

Todo cuanto podía oírse en el aula de Historia de la magia era el desganado escribir de la tiza, tan blanca como el mismo Profesor Binns. Numerosas fechas y épicas batallas se veían plasmadas en el pizarrón de un devenido color negro esmerilado como consecuencia del polvo de tiza.

Los tenues rayos del sol se filtraban por los ventanales, llenando el ambiente de una tibieza amodorrante que, combinada con el particular estilo del único profesor fantasma de Hogwarts, tenía por cruel resultado un atentado en contra de toda actividad cerebral, prueba fehaciente de tal afirmación era el joven Peter Pettigrew, quien se hallaba cómodamente despatarrado sobre su escritorio, la boca semi abierta y apunto de babear, su brazo derecho listo para volcar el tintero ante la primer provocación.

El heredero de los Black, quien se sentaba junto al anteriormente mencionado gryffindor, mostraba niveles de lucidez semejantes, claro, no había llegado al extremo de babear, por que sencillamente "alguien de la talla de Sirius Orion Black no babea", sus intentos por prestar atención se habían limitado a anotar cinco fechas, de la cuales estaba completamente seguro había anotado cuando menos mal una, luego de eso, su pergamino estaba repleto de garabatos, entre los cuales destacaba un caricatura de Severus Snape, que, con una nariz abismalmente grande rezaba "Soy un narizón idiota con mal aliento"

Por su parte, y como bien había sucedido durante la clase anterior, tanto Remus como Lily copiaban con la mayor avidez, el muchacho de pelo castaño claro sonreía con calma mientras anotaba el nombre de un General duende quien fue participe de, lo que el consideraba, una de las más fascinantes batallas de la sublevación de Rouen de 1329.

Para la pelirroja, a quien el simple hecho de recibir lecciones de alguien que estaba...bueno, muerto, ya le resultaba excitante, no podía perder detalle, incluso había copiado una pequeña ilustración del General Urken (el majestuoso) de su libro de texto.

James Potter no pudo dejar de notar cuan poco le importaba todo eso.

Ciertamente estaba y se sentía mucho más despierto que la mayoría de sus compañeros de clase, pero sencillamente no podía concentrarse en el monótono discurso de Binns, sus ojos se perdían en el cielo azul poblado de numerosas nubes mientras su pluma se balanceaba entre sus dedos de manera desdeñosa.

Era en momentos como este en los cuales más ansiaba el poder tomar su escoba y volar nuevamente, poder volar y ser libre de pensamientos solo por un rato.

Extrañaba perderse entre las nubes y sentir el vértigo al caer en picada...Hogwarts era genial, tenía que admitirlo. Y sin duda alguna, pasar el tiempo con Sirius, Remus y Peter era mucho más interesante que estar solo en la mansión Potter...pero aún así

Extrañaba sentirse libre, como el viento, como el sol, como lo era el cabello de Lily al caer de manera casual sobre sus hombros...

- Bueno – Apuntó para si mismo en su cabeza, sintiendo algo de color en sus mejillas - Como había dicho antes, Hogwarts no esta mal tampoco...

Procuró toser para enseriar un poco sus pensamientos, cada vez faltaba menos para que se llevara acabo "el plan", como tan articuladamente habían optado por nombrarlo, todos los detalles estaban listos...curiosamente, y aunque realmente había intentado evitarlo, eso también nos conducía a no otra que la señorita Evans.

Porque, si bien era real que la broma les proporcionaría una muy buena cuota de diversión, no había mentido cuando le dijo a Peter cual era el motivo de todo esto. No solo enseñarle una lección a Snape y el resto de los Slytherin, sino mostrarle a todos que, si alguien se atrevía a meterse con Lily Evans el mismo se encargaría de transformar su vida en un infierno.

- Pst...James! – Susurró Remus con picardía, captando la atención del muchacho de anteojos – Me parece que ese General no se llamaba así – Señaló con una sonrisa cómplice, sus ojos miel brillando con risa contenida.

James lo miró como si le hubiera crecido otra cabeza, no muy seguro de que estaba hablando, optó por seguir el camino descrito por la pluma de Lupin, se enfocó entonces en su propio pergamino y se sonrojó profusamente para luego tachonear con vehemencia el "Lily" que con puntilloso cuidado había escrito.

-CDE-

Le había costado horrores el llegar ahí... y no es que se hubiera perdido.

Al contrario... no es que le gustara presumir... pero con tan solo una semana tanto Peter como James, Sirius y el mismo se las habían ingeniado para descifrar buena parte de la estructura del castillo, incluso habían encontrado un buen numero de pasadizos, la mayoría gracias a James. El más útil, por su parte, consistía en un tobogán de piedra oculto tras un tapiz que representaba a Helga Hufflepuff que conectaba el sexto piso con el primero, su hallazgo fue consecuencia directa de un viraje equivocado de Peter en una precipitada maratón del viernes, cuando estaban llegando tarde a cenar.

El problema había sido el que los demás accedieran a dejarlo venir solo, claro, ellos no sabían a donde es que tenía que ir, ni sus motivos para hacerlo, pero, después de todo, eran un equipo. De hecho, recién ahora era conciente de que esta era la primera vez que estaba completamente solo en una situación más allá de las que eran estrictamente necesarias (léase dormir e ir al baño) desde su llegada al colegio.

El pasillo se encontraba desierto, solo podían verse al jovencito de primer año y, frente a él, la pétrea gárgola que parecía pavonearse con una mueca de superioridad dibujada en sus feas facciones.

De haber habido ventanas, el lugar se hubiera llenado con el brillo pálido del vespertino sol otoñal, sin embargo, aquella tarea recaía en el cálido brillo de las antorchas, el único sonido que se podía percibir era el crepitar de las llamas, o cuando menos así fue hasta que la suave vos del jovencito de ojos miel susurró para nadie en particular – "Ranas de Chocolate"

La mueca de superioridad en la estatua se vio reemplazada por una carcajada muda mientras el portentoso adefesio procuraba hacerse a un lado, dejando a la vista una escalera de caracol hecha de piedra, Remus no pudo evitar mirar a ambos lados del corredor: Seguía estando vacío, lanzó una ultima mirada tentativa y avanzó. Ni bien puso un primer pie en los escalones, la estructura comenzó a desplazarse, como aquellas escaleras mecánicas de las que tanto solía hablar su madre, el portal que se había abierto momentos antes cerrándose a su espalda.

Cuanto tiempo estuvo girando, no sabría decirlo, como fuere, su viaje encontró fin cuando se halló frente a frente con una lustrosa puerta de roble con una aldaba en forma de grifo, la cual, inseguro de que hacer, procuró hacer sonar.

- Adelante – Fue la única respuesta que recibió y, siendo la persona predispuesta que era, procuró obedecer.

Se encontró con lo que, sin lugar a duda alguna, era una bonita y espaciosa habitación circular, llena de pequeños y peculiares ruidos. Había unos cuantos instrumentos plateados sobre una mesa de una sola pata, emitiendo discretos soplidos de humo. Las paredes estaban cubiertas por retratos de antiguos directores y directoras, los cuales dormían gentilmente en sus marcos. También había un enorme escritorio de patas como garras, y colocado en un estante tras él, estaba un desgastado y andrajoso sombrero de mago... El Sombrero Seleccionador

Posado sobre lo que parecía ser un perchero de oro, reposaba de manera majestuosa un ave del tamaño de un cisne, su elegante plumaje en oro y escarlata despidiendo un aura de cálidos tonos anaranjados, el fénix pareció saludarlo con un suave canturreo, para luego cerrar sus ojos de ópalo y retomar su sueño.

- Una criatura fascinante, no lo crees así, Remus? – Preguntó con serenidad una voz a su espalda, no pudo evitar sobresaltarse un poco al voltearse y notar que, quien le hablaba era, nada más ni nada menos que el Profesor Albus Dumbledore, cómodamente sentado en su silla de respaldo particularmente alto. Sus ojos azules brillaban con alegría casi infantil mientras que, con una de sus ancianas pero vigorosas manos, lo invitaba a tomar asiento en una butaca que, según pudo corroborar, era bastante confortable – Dime, cómo te has sentido esta semana? – Preguntó con tono cordial mientras agitaba su varita con presteza, para luego servirle una taza de té.

- Hum...bastante bien...supongo – Contestó un tanto incomodo mientras se removía un tanto en el asiento acojinado.

- Teniendo en cuenta que en tan poco tiempo has podido entablar una relación tal con los señores Potter, Black y Pettigrew llegando a un punto en el cual pueden arrastrarse entre ustedes hacia los problemas...Si, definitivamente te quitas mucho más merito del que mereces – Sentenció con una sonrisa divertida mientras el rostro del muchacho de cabellos castaños se sonrojaba un tanto, como fuere, se pudo ahorrar la respuesta pues tras el director se produjo una pequeña tos de censura.

- Señor Director...- Exclamó con tono severo una voz femenina desde la zona más oculta del cuarto, obligando al anciano profesor a sonreír mansamente en modo de disculpa, la bruja en cuestión, quien para Remus había pasado completamente inadvertida, vestía un mandil extremadamente blanco por sobre una túnica color bordo.

- Creo que será mejor ir al grano... – Dijo el hombre de larga barba en lo que el muchacho de ojos miel interpreto como un intento de recuperar la compostura – Remus, te presento a nuestra enfermera residente: Madame Pomfrey

- Es un...placer – Sin embargo, Remus tuvo la sensación de que, el que hubiera sido o no un placer conocerla debió de ser completamente irrelevante para la enfermera, pues ni bien el director la presentó, procedió a analizarlo desde todos los ángulos posibles con una velocidad abismal.

En menos de cinco minutos ya se las había ingeniado para averiguar su peso, su altura, su tipo de sangre, que su abuelo materno había muerto de una enfermedad en el colon, cuales habían sido los huesos que se había roto a lo largo de sus terribles transformaciones y, como es lógico, que él, Remus Lupin era, de hecho, un hombre lobo.

- Pobrecillo...y tan joven – Se lamentó chasqueando su lengua con pesar mientras revisaba los dientes de un Remus que parecía estar a punto de sufrir una dislocación de mandíbula.

Momentos después, tras los cuales el desventurado Lupin había comenzado a sentir arcadas, la mujer de cabello rubio entrecano le autorizó a cerrar la boca.

- Tu diagnostico, Poppy? – Preguntó el Director, quien sonreía con simpatía mientras veía como el joven gryffindor tomaba un gran sorbo de su taza de té para luego suspirar un tanto más relajado.

- Bueno...si omitimos su condición...es un chico completamente saludable – Sentenció con calma mientras tomaba algunas notas en lo que parecía ser un historial medico – Dime querido...quien trataba tus heridas después de las transformaciones? – preguntó mirándolo con una sonrisa cálida, un tanto incongruente con su anterior despliegue de indiferencia.

- Hum...bueno...mi madre suele preparar los primeros auxilios con vendajes y antisépticos... luego mi papá usa solución de murtlap para que las heridas puedan sanar dejando la menor cantidad de cicatrices posibles...claro, eso es muy difícil pero...

- Ya veo...puedes decirles que han hecho un muy buen trabajo – Aprobó conforme para luego anotar algunos datos más en su informe y ponerle punto final, el joven de cabello castaño asintió con una mueca sonriente que no parecía verse reflejada en la tristeza de sus ojos.

- Dime Remus... – Enunció tras algunos silenciosos segundos el hombre de largo cabello plateado, poniéndose de pie y caminando hasta un pequeño ventanal de la habitación – alguna vez oíste hablar del Sauce Boxeador?

- Hum...si, es un árbol que tiene la capacidad de mover violentamente sus ramas para defenderse de quien intente acercarse a su tronco – Exclamó, un tanto desconcertado por semejante pregunta.

- Exactamente – Aprobó Dumbledore con una sonrisa de dientes perlados – Pues, casualmente, poco antes del comienzo de clases nuestra estimada Profesora Sprout recibió un espécimen desde China, y como lamentablemente no puede conservarlo dentro de los invernaderos (- Por Merlín, Albus, sácalo de aquí, esa cosa arruinará mis begonias!) nos hemos visto en la necesidad de dejarlo en los terrenos del colegio.

Como sea, no se si te lo puedas imaginar, pero accidentalmente Hagrid transplantó el árbol exactamente sobre un túnel que yo mismo diseñé y construí ( -El como lo hice es, me temo, un truco que me reservo, pero puedo garantizarte que fue un despliegue de magia digno de mi! – acotó con un guiño) que conecta los jardines del castillo con la Casa de los Gritos...por lo cual me temo que ya nadie podrá acercarse, sea desde adentro o desde afuera...una verdadera pena¿no lo cree así Madame Pomfrey?

- Una gran perdida para la humanidad – Aseguró ella con desdén mientras volvía a tomar la temperatura del joven Lupin – Tal es el dolor que nos acoge, que no podremos dejar de ir allí todas las tardes antes de que usted se marche a visitar a su madre, para lamentarnos unos momentos, como es lógico. Ni bien salga el primer rayo del sol, nos volveremos a encontrar allí...lo comprende bien, no es así, señor Lupin?

- Quiere decir que...todas esas molestias...- Susurró con voz queda, sintiéndose estúpido mientras un nudo gigantesco se formaba en su garganta y sus ojos se llenaban de una humedad vergonzosa.

- Sabes Remus – Dijo el viejo director con una mirada de cálidos ojos azules – las políticas del Ministerio son increíblemente confusas, sin mencionar que también son obscenamente burocráticas, por lo que, siempre y cuando yo no diga expresamente y ante testigos que tu eres lo que tu-ya-sabes, no se viola ninguna norma. Las leyes establecen que ningún hombre lobo puede transformarse en los terrenos de Hogwarts, pero técnicamente eso sucederá fuera del límite, por lo cual todo esta en regla...es un maravilloso vacío legal que no tiene caso que intente explicarte...solo quiero que sepas que no hay un solo detalle que no haya sido revisado, te garantizo que tus padres te han dejado en buenas manos.

- Algún problema señor Lupin? – Cuestionó la enfermera con tono preocupado, pues el alumno parecía particularmente silencioso, sus facciones ensombrecidas y su cabeza gacha.

- Ustedes...no... no me conocen... no saben si los decepcionaré... no saben lo que puedo llegar a hacer...y aún así...aún así... – pronunció con vos entrecortada, sus ojos se humedecían cada vez más mientras se enfocaban en los nudillos apretados que descasaban sobre su regazo.

No sabía cuanto tiempo más podría presentarle batalla a aquel dichoso nudo en su garganta.

- Lo hacemos no solo por que lo deseamos – Aclaró Dumbledore con serenidad, sus ojos volviendo a perderse en el ventanal que daba a los jardines, Remus no pudo evitar que la calidez lo embargase cuando la enfermera pasó un brazo de manera reconfortante por sobre su hombro – Lo hacemos por que ese es nuestro deber... en el momento que elegimos dedicar nuestra vida a esta escuela, y a los jóvenes que a ella acuden...en buscas de refugio, en busca de esperanzas y con fe en un mañana un tanto menos oscuro...en el momento que elegimos servirles, nos comprometimos a dar incluso nuestras vidas para cumplir con esa misión...y yo no pienso dar menos que eso.

Remus lo miró a los ojos nuevamente esa tarde, en un contacto que duró solo unos segundos, pero que guardo una intensidad inimaginable, el sol bañando con sus últimos rayos los terrenos del castillo.

Continuará

N/A: Bien, un nuevo cap que se va...se que no fue un cap "Fuck! Que emocionante!" pero es de transición inevitable, en teoría, con dos capítulos más termina la "Saga de primer año", tengan en cuenta que hay años más largos que otros en proporción de capítulos, así, por ejemplo, segundo año es el más corto en esta historia, y desde al quinto al séptimo serían particularmente largos.

Por si a alguien despistó el título, Whomping Willow es el nombre original del Sauce Boxeador : )

Los reviews del cap anterior procuraré responderlos mañana, al igual que los de los one shot, ficlets, drabbles y demás etcéteras que fui publicando durante mi relativa ausencia xD.

Sin más que acotar (salvo rogar con descaro por reviews y felicitaciones por este primer exitoso semestre xD).

Saluda atentamente

Viosil Uab