—¡No, no, y no!— exclamó cierta castaña mientras arrojaba los papeles que sostenía, con molestia. —Nada de esto sirve para regresar…

Había pasado ya un mes, diez días, seiscientos minutos con doscientos cuarenta segundos, desde su llegada al reino humano, y aún no podían encontrar un modo de regresar a su hogar. Es por eso que, cierta joven humana, llevaba casi dos semanas encerrada en el sótano de su casa, mismo que acondicionó comooficina improvisada para tener en orden cada avance, sin embargo, las cosas no estaban saliendo como esperaba y, en su obsesión, comenzó a alejarse de sus amigos, quienes tenían prohibida la entrada al lugar, claro, haciendo algunas excepciones, entre ellas Vee y su novia, las cuales se encargaban de llevarle comida, pues solía olvidar alimentarse correctamente, siendo así como acordaron que ellas dos serían las únicas en poner un pie ahí, mientras los demás se encargaban de ayudar a la veterinaria con las tareas domésticas y se centraban en sus respectivos empleos.

Aunque lo que a ellos más les preocupaba era que Luz enfermara debido al estrés. Se estaba presionando demasiado y eso definitivamente no era nada bueno.

—Perdona que te moleste, se que prometí estar callada, pero no puedo evitar notar que luces muy cansada.— habló cautelosa la basilisco, quien se hallaba sentada a espaldas de su hermana, viendo desde hace mucho los ataques de frustración que invadían a la menor. —Deberías tomar un descanso al menos para comer, desde que te traje la comida no has probado bocado, te vas a enfermar, Luz.

La mencionada se alzó de hombros mientras escribía en un pequeño cuaderno.

—Agradezco tu preocupación, pero estoy bien, sólo terminó esto y comienzo a comer, tranquila.

—Dices eso siempre que Amity o yo te dejamos la comida, y cuando regresamos por tu plato sigue lleno, ni siquiera porque nos sentamos a vigilarte haces un esfuerzo para comer.— le regañó. —¿Quieres que le hable a mamá? ¿O prefieres que vaya por Amity?

Un suspiro brotó de sus labios al escuchar aquella reprimenda, y sin más remedio hizo a un lado su libreta para luego jalar el plato de sopa y comenzar a comer, provocando que la joven a sus espaldas sonriera.

—¿Ves? No era tan difícil.— murmuró para luego ir y sentarse en una silla frente a ella, haciéndole compañía en lo que comía. —También deberías salir un poco, sólo vas de la casa a la escuela y viceversa, no te encierres más.— le aconsejó.

Luz bufó.

—No hay tiempo, cada minuto que pasa podría ser mortal para los brujos de las Islas, ya me distraje demasiado con la escuela y la dichosa obra, no puedo perder más tiempo.

Vee hizo una mueca al escucharla. No podía creer que quisiera ayudar a todas las personas que le dieron la espalda a ella y su familia adoptiva. Aquella joven vaya que era bondadosa. La admiraba.

—Al menos descansa un día, si te enfermas tardarás aún más en encontrar una solución.— suspiró. —Mira, para que tomes un respiro, ¿qué te parece si salimos con mis amigos? Ellos mueren por conocerte luego de todo lo que les conté de ti, te admiran demasiado, así que sería un honor para ellos verte en persona.— sugirió. —¿Qué dices?

La morena seguía dudosa. No quería salir, no cuando ya estaba avanzando en su investigación (o eso quería creer). Lo que menos podía hacer era perder el tiempo saliendo de paseo, haciendo tareas, actuando en obras, incluso comer lo consideraba innecesario. No sabía cómo rechazar la oferta de su hermana sin sonar maleducada.

—Te lo agradezco, enserio, pero…

Unos toquidos en la puerta interrumpieron aquella conversación, y tras recibir la aprobación de la joven castaña, cierta pelimorada entró.

—Lamento interrumpir, sólo venía a ver si Luz está comiendo.

Vee asintió.

—Me costó un poquito, pero al final la convencí, creeme, te iba a buscar si seguía de necia.

Luz no pudo evitar sonrojarse al percibir la sonrisa divertida de su novia. Odiaba que la trataran como a una niña pequeña, aunque debía admitir que ella tenía parte de la culpa por negarse a comer y comportarse como tal.

—Menos mal, de lo contrario me hubiera visto obligada a usar la fuerza.— bromeó. —Pero bueno, sólo venía a eso, y para decirte que te apures batatita, porque vas a salir.

Ante sus palabras, la joven le miró extrañada. Ella no recordaba tener algún compromiso ese día, pues era fin de semana y no tenía que ir a laborar al comedor donde había conseguido trabajo como mesera, tampoco debía asistir a ensayos en la escuela, así que no sabía a dónde iba a salir.

—Lo siento hermosa, pero no sé a qué te refieres, hoy no tengo compromisos, por eso aproveche este fin de semana y mis demás días libres para seguir con la investigación.

La pelimorada sonrió.

—Vas a salir conmigo, necesito que me acompañes a la biblioteca, me llamaron para recibir un monto de libros nuevos que llega en una hora. Tengo que ir para dejar todo en orden antes de irnos a nuestra cita.

Luz comenzó a toser en cuanto la escuchó.

—¿E-Eh?

—Sí, vamos a tener una cita hoy, y no aceptó un no por respuesta.

Un pequeño suspiro brotó de los labios de la morena. Esa sin duda había sido una forma peculiar de pedirle salir juntas.

Pero no podía aceptar, al menos no de momento.

—Amity, tengo mucho por hacer, el tiempo se nos está terminando, ya pasó un mes y aún no hay nada que nos guíe a una fuente de magia, necesito seguir buscando, no puedo salir, yo…

La menor se acercó a su pareja, haciéndola callar al instante.

—No te pregunté, vamos a salir.— ordenó. —Llevas semanas encerrada, no has salido para nada, vives estresada y eso no está bien.— suspiró. —Por favor, sólo dedícate un día, toma un respiro y luego continuas, incluso yo te ayudaré si me lo permites.— sonrió. —Además, alguien me prometió que luego de acabar con Belos tendríamos una cita, sin monstruos, secretos o problemas, la cita más real del mundo. Así que vengo a reclamar que cumplas tú promesa.

—Linda, claro que cumpliré lo que prometí, pero justo le decía a Vee…

—Por mí no te detengas.— alentó la basilisco. —Nosotras saldremos la siguiente semana o cuando puedas, hoy ve con tu novia, sirve que acomodo un poco este lugar, lo tienes completamente destrozado.— bromeó. —Diviértete Luz, olvídate de todo al menos por un día, ¿si?

Al escucharla no pudo evitar sonreír. Realmente los estaba preocupando a todos con su necedad y obsesión; lo mínimo que podía hacer era seguir el consejo de su hermana para tranquilizarlos.

No quería que siguieran preocupados por ella.

—Esta bien, vamos, sólo deja termino de comer y lavo los platos antes.

Amity asintió emocionada, y tras besar la mejilla de su pareja subió para así poder arreglarse.

Mientras, la castaña le veía con una sonrisa. Jamás se arrepentiría de dejarlo todo por estar con ella. Aunque había un pequeño inconveniente.

Nunca había tenido una cita.

Sólo esperaba que ella no lo notará, de lo contrario quedaría como una tonta. Después de todo no podría salir tan mal, ¿cierto?


Por otro lado, las cosas parecían ir mejor para el resto de jóvenes brujos, pues cada vez se adaptaban mejor a su nueva vida; la escuela ya no resultaba un problema, y sus respectivos trabajos eran de mucha ayuda, pues desde que comenzaron a laborar aquella presión respecto a lo económico había desaparecido casi por completo, ya que, en su ingenio, hacían creer a su tutora que el dinero aportado era suyo, de ese modo no sospecharía, y para su sorpresa funcionó.

Es por eso que siendo ese fin de semana aprovechaban para seguir ayudando con las labores domésticas antes de retirarse al ensayo de suplentes, repartiéndose labores para terminar pronto, quedando la joven azabache como encargada de lavar los platos (ya que con tal de que su amiga castaña saliera decidió hacer lo que le correspondía), Gus limpiaba el patio mientras Hunter se encargaba de regar las plantas, y Vee ordenaba el lugar donde Luz hacia sus investigaciones, de ese modo todos hacían algo para apoyar a la mujer que tan amablemente los estaba ayudando a ellos.

Sentían que era lo mínimo que podían hacer.

Mientras seguía con su tarea, Willow observaba alegre, desde la ventana de la cocina, como el rubio y el moreno convivían tan amenamente entre risas y juegos, realmente le daba gusto ver que sus dos mejores amigos finalmente habían arreglado sus diferencias, sin embargo, aún le preocupaba el hecho de que Vee parecía siempre huir del ex-guardia, y cuando Hunter le pedía hablar simplemente se alejaba sin decir nada. Ese comportamiento no era normal, pero también estaba consciente de todo lo que tuvo que pasar la basilisco a manos del tío de su amigo, por lo que en parte la entendía. Además, no veía prudente entrometerse en sus asuntos, así como con Gus, estaba segura de que pronto llegarían a un acuerdo.

Sólo tenía que darles tiempo.

—Es lindo, ¿no?

La menor, sin percatarse de quien le hablaba, asintió.

—Lo es…

—También es muy buen muchacho, que afortunada será la jovencita que esté con él.

—Sí…— suspiró, y al darse cuenta de lo que estaba diciendo se sonrojó. —Q-Quiero decir, ¿de qué habla?

Camila no pudo evitar reír ante el desliz de la azabache, quien continuaba lavando los platos sin animarse a verla.

—Lo siento pequeña, no quería asustarte, es sólo que me pareció curioso.

Willow levantó la vista, observándola confundida.

—¿Qué cosa?

—La forma en que miras a Hunter.— respondió. —Es la misma en la que Amity mira a mi Luz.— sonrió.

Un fuerte sonrojo cubrió el rostro de la joven, quien negó rápidamente.

—N-No sé a qué se refiere, yo lo miro como a todos, no hay nada de raro.— murmuró mientras reanudaba su labor.

Mija, reconozco un rostro enamorado cuando lo veo, yo también fui joven y me enamoré.— habló, mientras la menor bajaba la vista. —Disculpa, no es mi intención incomodarte, es sólo que me pareció tierno. No tienes que confirmar o negar nada si no lo deseas.

Ante esas palabras la de lentes no pudo evitar mirar nuevamente a Hunter, quien reía animado mientras salpicaba a su mejor amigo con agua, iniciando así una pequeña guerra entre ellos, provocando que la azabache sonriera.

Fue ahí cuando lo notó.

Había algo en el ex-guardia que le llamaba la atención. Si, era lindo, pero lo que más le gustaba de él no tenía que ver con su físico, más bien su forma de ser era la que le encantaba; su valentía, su honestidad, su ternura (la cual siempre negaba poseer), sus ganas de cambiar para bien, eso le fascinaba. Pero no estaba segura de sí eso era amor.

No quería lastimarse y lastimarlo a él.

Un pequeño suspiro brotó de sus labios mientras terminaba de acomodar los platos limpios en su antes de secarse las manos, volviendo a mirar al rubio, haciendo sonreír enternecida a la mayor.

—No voy a negarlo, pero tampoco a confirmarlo.— respondió luego de un rato. —La verdad es que no sé lo que siento, jamás me había enamorado, se lo que es gustar, pero amar… Son palabras mayores para alguien de mi edad, y tengo miedo de que sólo sea una confusión, algo que nos lastime, por eso procuró evitar hablar del tema, ya que él podría salir herido si resulta ser una equivocación.

Camila asintió, sabía perfectamente como se sentía, era normal tener miedo, más cuando la persona de quien te estás enamorando es tu mejor amigo. Ella estaba aterrada de elegir mal y dañarlo.

—Bueno, no sé lo que tu sientas, pero en base a mi experiencia, supe que estaba enamorada cuando el sólo verlo alegraba mis días, su sonrisa, su mirada, su toque, oírlo hablar, me ponía nerviosa, no podía decirle una sola frase coherente, eso era vergonzoso, ya que mi comportamiento con él cambió gracias a mis sentimientos, pues antes de eso todo era relativamente normal, nos llevábamos como normalmente lo harían dos mejores amigos.— explicó. —Pero después de un tiempo me di cuenta de que no quería ser sólo su amiga, así que simplemente decidí arriesgarme a perder su amistad al confesarle lo que sentía, lo cual salió maravillosamente bien, pues nos dimos cuenta de que no teníamos que cambiar casi nada, seguimos siendo amigos, ya que continuamos confiandonos nuestros secretos, nos aconsejabamos, bromeabamos; pero con la diferencia de que podíamos tomarnos de la mano, besarnos, decirnos abiertamente lo que sentíamos por el otro, un pequeño cambio para bien, que siguió de esa manera hasta el final.— sonrió. —Así que me di cuenta de mis sentimientos cuando noté que lo quería tanto como a mi misma.— concluyó. —Es cuestión de pensar en cómo te sientes a su lado, sólo así sabrás si es el mismo sentimiento que tienes cuando estás cerca de Luz, Amity, Gus o Vee.

Willow suspiró. Realmente no sabía cómo explicar lo que sentía, su mente estaba hecha un caos, necesitaba un consejo, no sabía cómo solucionar su dilema sola.

Estaba asustada.

—Con ellos me siento en paz, querida, comprendida, soy feliz compartiendo nuevas experiencias a su lado, son mi lugar seguro.— respondió. —Pero específicamente con Hunter siento algo diferente, es extraño, con él puedo hablar un poco más sobre diversos temas, por ejemplo, compartimos el mismo gusto deportivo, aprendemos cosas nuevas, y tenemos varias cosas en común, pero últimamente todo ha sido un poco raro, desde que fuimos seleccionados como el reemplazo de Luz y Amity en la obra, me siento triste estando con él, es una sensación de impotencia ante una amenaza desconocida.— murmuró. —Por un lado no quisiera separarme de él en ningún momento, pero por otro siento que debo alejarme, que estando conmigo corre peligro. A veces me siento egoísta, ya que prefiero estar con él en lugar de obedecer la voz en mi cabeza que me ruega hacerle caso.— confesó. —Se que lo quiero, pero no comprendo si sólo como un amigo o si me gusta en un sentido romántico. Soy un desastre.

La de lentes acarició con ternura la cabellera azabache de la menor, quien, con un sonrojo, veía como el rubio posaba su rojiza mirada en ella para luego dedicarle una sonrisa y saludarla con un leve movimiento de su mano, gesto que ella correspondió al instante.

—No florecilla, lo que tu tienes es miedo, sólo es cuestión de darte tiempo para pensar en lo que sientes, sin presiones, pero para eso tendrás que hablar con él más seguido.— aconsejó. —Y ahora que lo recuerdo, compré algunos tulipanes que necesitan ser traspasados al jardín, lo haría yo, pero tengo que hacer la comida, y como Amity no está tendré que apurarme desde ya, así que agradecería tu apoyo en eso.— le guiñó un ojo para luego marcharse, dejando a la menor con el rostro aún más sonrojado.

Camila le estaba dando una oportunidad y tenía que tomarla, de ese modo lograría comprender aquel extraño sentimiento.

Tras soltar un pequeño suspiro se dirigió al jardín para cumplir con su nueva tarea; después de todo nada podría salir mal, ya que no estarían completamente solos.

—Oh, Gus, cariño, ¿podrías ayudarme a limpiar el ático?— pidió la mayor al moreno, quien asintió con una sonrisa antes de adentrarse nuevamente en la casa.

Estaba pérdida.


Su cita ni siquiera había comenzado y ya iba mal.

Todo empezó desde que salieron de su hogar, pues aquel era un día extrañamente caluroso para ser otoño, por lo que, al no estar acostumbrada, la pelimorada no aguantó ir a pie hasta la biblioteca debido a la intensidad del sol, así que Luz decidió tomar un taxi para que ella no sufriera algún tipo de insolación y pudieran llegar a tiempo, sin embargo, olvidó que su novia aún no podía acostumbrarse al movimiento de los automóviles, mismo que le provocaba fuertes mareos y náuseas, obligándola a estar con una bolsa de papel durante el viaje para prevenir que vomitara sobre el asiento.

Debido a eso, la joven bruja no dejaba de disculparse luego de llegar a su destino, se sentía realmente apenada por no aguantar un viaje tan corto caminando y hacer gastar a su pareja en transporte, además, la hizo pasar vergüenza al casi vomitar gracias al mareo.

Pero claro estaba que eso a Luz no le importaba, por el contrario, la entendía, ella había pasado por eso sus primeros días en las Islas Hirvientes; de igual forma nunca se atrevería a culparla. Después de todo la única culpable era ella.

—Tranquila hermosa, no pasa nada, a cualquiera le puede pasar, hasta yo a veces me mareo yendo en transporte, y debería ya haberme acostumbrado.— sonrió. —Así que no te sientas avergonzada, mientras estés conmigo me aseguraré de que no estés tan incómoda en este nuevo entorno.

La menor correspondió aquella sonrisa para luego acercarse y besar la mejilla de su pareja.

—Gracias batatita, no sé qué haría sin ti.— murmuró. —Bueno, iré a recibir los libros, espérame en el parque, yo te alcanzaré en un momento.

Luz asintió, y al verla adentrarse en la biblioteca se retiró a su próximo punto de encuentro, donde podía darse el tiempo de pensar en un plan para que aquella salida no saliera del todo mal. Sabía, gracias a Hooty, que a su novia le gustaba lo romántico, ese era un punto a su favor, pues ella también podía llegar a ser bastante romántica si se lo proponía.

Aunque no tenía idea de cómo hacer que su salida fuera memorable si no había tenido tiempo de armar un buen plan. Para ella Amity merecía la mejor cita del mundo, tal como se lo prometió meses atrás, pero no sabía cómo hacer de aquella una buena primera cita sin una planeación de por medio.

Estaba pérdida.

—Vaya, pero miren a quien tenemos aquí.

Al escuchar esa conocida (e irritante) voz, salió de sus pensamientos para luego levantar la vista, topándose así con cierta rubia.

No estaba de humor para aguantarla, aún así tenía que ser cortés. Con suerte y la dejaba en paz si sólo le saludaba.

—Ah, hola Amb…

—¿Qué haces aquí tú sola?— la interrumpió. —¿Te dejaron plantada esos chicos del campamento de verano?— ante esa pregunta Luz enarcó una ceja. —¿Y qué onda con tu ropa? Pensé que estabas en tu fase de niña nerd.— se burló. —Necesitas trabajar en tu sentido de la moda.

Por su parte, la castaña se cruzó de brazos, antes de hablar quería escuchar lo que tuviera que decirle. Aunque realmente su opinión hace mucho ya no le importaba.

—¿Sabían que esta nerd solía estar enamorada de mi? ¿Pueden creerlo?— le comentó a sus acompañantes, quienes rieron ante esa confesión. —Y no me malentiendan, definitivamente saldría con una chica, sólo que… No con una rara.

Las jóvenes volvieron a reír.

—Oh Am, eres tan mala.

Luz simplemente suspiró, sus palabras como tal no le afectaban, únicamente le incomodaba el hecho de que hiciera mención sobre aquel fugaz enamoramiento. Un error que no quería recordar.

—Escucha Amber, tú ya no me…

—¡Luz!

La mencionada se giró para poder ver a quien le llamaba, sonriendo al centrar su atención en cierta pelimorada que se acercaba rápidamente a ella.

—Disculpa la tardanza, tenía que verificar que el pedido estuviera completo y acomodarlo.

Un pequeño sonrojo cubrió las mejillas de la morena, quien seguía pérdida en la mirada de su amada.

Había estado tan preocupada antes que no se percató de lo hermosa que se veía.

—D-Descuida, no hay problema.

Amity sonrió y, sin importarle la presencia de sus compañeras, tomó la mano de su novia para jalarla hacia ella, acortando así la distancia que las separaba para poder darle un pequeño beso en los labios, dejando boquiabiertas a las presentes.

Eso nunca lo esperaron.

Tras unos segundos ambas se separaron; la de ojos dorados miró de reojo a su némesis, quien estaba con el ceño fruncido ante esa escena.

—Nos vemos el lunes, Amber.— guiñó un ojo en su dirección para luego marcharse junto a la de mirada café, la cual seguía atontada luego de aquella inesperada muestra de afecto.

«Vuelve a decir que mi Luz sigue enamorada de ti y juro por el Titán que hago explotar tu cabeza.»

Tras ese pensamiento Amity soltó un pequeño gruñido. Estaba muy molesta, aunque no sabía porqué, pues era consciente de que todo aquello había ocurrido cuando Luz y ella aún no se conocían, por lo que sus celos no tenían sentido. O eso esperaba.

La morena detuvo su andar, llamando así su atención, mirándola aún con la cara enrojecida por lo ocurrido segundos atrás.

Fue ahí cuando cayó en cuenta de lo que había hecho.

—¡L-Lo siento!— exclamó comenzando a sonrojarse también. —¡F-Fue un impulso! ¡Pero no porque no quisiera besarte! ¡Quería! ¡Siempre quiero! ¡No! ¡B-Bueno si!— se cubrió el rostro cuando sintió que su balbuceo definitivamente no la estaba ayudando. —Perdóname, no sé qué me…

—Ella no me gusta.— interrumpió. —Quizá cuando tenía doce sí, pero ahora definitivamente no es mi tipo.— aclaró mientras tomaba las manos de la avergonzada joven, quien seguía roja gracias a la pena que sus acciones le causaban.

—¿Entonces…?

—Digamos que mi tipo son más las chicas inteligentes, geniales, elegantes, fanáticas de los libros de Azura, cabello morado, ojos dorados, hermosa sonrisa, y si sabe hacer magia mucho mejor, definitivamente se habrá ganado mi corazón.

La menor no pudo evitar reír ante sus palabras, para después envolverla en un cálido abrazo.

—Por si no quedó claro, sólo tú eres mi tipo.— murmuró mientras correspondía aquel gesto.

Amity sonrió.

—Lo sé, y tú también eres mi tipo, así que siéntete afortunada, humana.— bromeó, riendo a la par de su novia.

Ya no dejarían que nada ni nadie arruinará su cita, aquel día era su día y lo disfrutarían al máximo. Sin duda esa sería una cita memorable.

Después de todo, ¿qué más podría pasar?


Habían pasado alrededor de diez minutos desde que comenzó a trabajar en su nueva tarea y no se animaba a entablar una conversación con cierto rubio, quien se encontraba cortando el césped sin atreverse a mirarla siquiera; parecía realmente concentrado en lo que hacía. Estaba nerviosa.

No era la primera vez que estaban solos y hablaban, pero luego de haber conversado con Camila sus dudas fueron incrementando, ahora no sabía qué hacer para hablar con él sin pensar en todo momento que lo hacía para definir sus sentimientos y averiguar si estaba enamorada o sólo era una confusión. Necesitaba aclarar aquello antes de que fuera tarde y alguien saliera herido.

Especialmente él.

—¿Necesitas ayuda?

Al escuchar la voz de su acompañante no pudo evitar asustarse. No esperaba que el ex-guardia fuese quien hablará primero.

—No te preocupes, ya casi termino.— sonrió. —Sólo necesito traspasar las rosas y acomodar los girasoles, también los tulipanes…

Un suspiro brotó de sus labios al mencionar las tareas que aún le faltaban; ella había pensado que no sería mucho, pero con tal de mantenerla ahí le fueron agregando más. Una estrategia inteligente.

—Eso suena a que te falta mucho.— murmuró mientras tomaba asiento junto a ella. —Puedo ayudarte, ya terminé con lo que me tocaba, así que estoy libre, sólo dime lo que debo hacer, no soy tan bueno en la jardinería.— confesó realmente apenado.

—Agradezco la intención, pero no quiero molestarte, deberías descansar un rato antes de irnos.

Hunter negó.

—¿Cómo podría irme a descansar mientras dejo a una dama trabajar bajo el sol?— cuestionó. —Te ayudaré, sirve que también aprendo a tratar con flores, y no hay nada mejor que aprender directamente de una experta.— sonrió.

Por su parte, Willow no pudo evitar sonrojarse al verlo sonreír de esa manera. Le gustaba verlo feliz, emocionado y con ánimos de aprender algo nuevo. Era inspirador.

—Está bien, pero si llegas a tener alguna duda sólo dime, ¿de acuerdo?— al verlo asentir, continuó. —Bueno, primero que nada hay que entender a la flor que vamos a plantar, en este caso las rosas, ellas son las protagonistas de los jardines. Además la rosa es una planta muy agradecida; florece desde comienzos de primavera hasta finales del verano, y sus flores pueden continuar luciendo hasta mediados de otoño si el clima es suave. Son muy fáciles de cuidar.— explicó. —Desde octubre y hasta finales de marzo es buen momento para plantar rosales a raíz desnuda o en cepellón. Para los rosales en maceta cualquier momento del año es adecuado, excepto en época de plena floración o heladas, así que puedo decir que tenemos suerte, ya que es octubre y podemos traspasarlas al jardín sin problema.— sonrió mientras jalaba algunas macetas con rosas en ellas.

—Entonces, ¿basta con que sea octubre para poder plantar en el jardín?

Willow negó a la vez que reía levemente.

—Recuerda que también puede ser en finales de marzo.— corrigió. —Pero no basta con eso; para plantar rosales debemos elegir el lugar más soleado del jardín, y lo ideal es una orientación sur o, si no puede ser, debemos escoger una orientación este u oeste. En cualquier caso, hay que evitar la exposición norte, ya que esta puede ser bastante nociva para nuestra planta y provocar problemas de fúngicos.— comentó mientras comenzaba a hacer espacio para plantar las rosas.

En tanto, Hunter la miraba totalmente fascinado.

—Comprendo, así que antes de plantar hay que darle una buena ubicación a la rosa para que se nutra, ¿cierto?— al ver cómo su amiga asentía, siguió preguntando. —Ahora mi duda es: ¿cómo se planta un rosal entonces?

—Excelente pregunta Caleb.— felicitó mientras tomaba una maceta para empezar a sacar la rosa con cuidado. —A la hora de plantar el rosal es muy importante que respetemos el injerto de la planta, que debe estar siempre al aire libre, nunca por debajo de la tierra.— señaló. —Una vez elegido el emplazamiento, debemos fijarnos en qué tipo de tierra tenemos.— explicó mostrándole un poco de la tierra del sitio que había elegido. —Si plantamos los rosales en maceta no hay ningún problema, simplemente deberíamos buscar un sustrato rico, que se airee y que tenga bastante materia orgánica para hacer la plantación, pero si vamos a plantar en el jardín es importante conocer el tipo de tierra que vamos a encontrar. Por eso, a la hora de plantar, debemos tratar la tierra, es decir, podemos mezclarla con un sustrato que contenga fibra de coco o perlita para mejorar su calidad y, por supuesto, aportar nutrientes para nuestra planta.— continuó a la vez que sostenía, con ayuda del rubio, aquella rosa para traspasarla al jardín. —Claramente yo ya me aseguré de todo eso antes de sacar la planta de la maceta, así que, con todo hecho, ya estamos preparados para introducir el rosal en la tierra.— sonrió mientras plantaban la rosa. —Una vez que hayamos sembrado debemos apisonar el terreno para evitar que queden bolsas de aire, así ayudaremos a un mejor anclaje de la mata.— concluyó mientras terminaban de sembrar la primera. —Sólo una cosa, como tú eres quien riega las plantas, necesitas saber que estas primeras semanas es recomendable mantener una buena pauta de riego, así mantendremos sano nuestro rosal.

El de mirada escarlata asintió ante cada instrucción dada por la menor, quien seguía cerciorándose de que todo estuviera en orden para seguir traspasando las demás rosas.

—Si que sabes mucho, capitana, no sabía que supieras tanto sobre jardinería humana.— halagó.—Aunque realmente no me sorprende, siempre has sido muy inteligente.

La azabache se sonrojó.

—N-No es para tanto, sólo leí un poco del tema en los libros que tiene la dueña del negocio donde trabajo.— explicó. —Necesitaba estudiar sobre el cuidado de las flores humanas, ya que son muy diferentes a las que tenemos en las Islas, y como siempre digo, hay que aprender a tratar con la naturaleza, después de todo también son seres vivos.— sonrió.

Por su parte, el joven correspondió aquella sonrisa, sin poder evitar perderse en las esmeraldas de su amiga. No podía expresarlo con palabras, pero en verdad admiraba a la menor, pues, además de ser una bruja poderosa para su edad, era alguien de buen corazón, trataba a todos con paciencia y amabilidad, incluso, por lo que ella le contó, fue capaz de darle otra oportunidad a la menor de los Blight luego del mal trato que le dio.

A veces deseaba seguir su ejemplo y ser capaz de perdonar todo lo que sufrió en el pasado. Pero no podía. Simplemente el sólo recordar lo llenaba de ira.

Willow, al notar aquel brillo triste en su mirada, decidió continuar con su tarea, esta vez seguida del mayor, quien seguía al pie de la letra cada instrucción que la de lentes le daba, ganando halagos y felicitaciones cuando hacía el procedimiento de manera correcta, sorprendiendo a la florista por lo rápido que logró aprender con haberle explicado una sola vez.

Fue así como lograron traspasar cada rosa y conformar un perfecto rosal donde, literalmente, el color rosa pastel dominaba, dejando a ambos jóvenes satisfechos con el resultado de su trabajo.

—Eran bastantes, terminamos rápido.— murmuró el alegre rubio.

—Si, pero sólo eran las rosas, aún tenemos que pasar los tulipanes en otro sector, luego los girasoles.— suspiró. —Igual si quieres ir a descansar no hay problema, yo puedo encargarme de lo que falta.

Hunter negó para luego levantarse e ir por el resto de las macetas.

—Supongo que hay un procedimiento diferente para cada una, así que ni loco pienso perderme la explicación.

La de lentes le agradeció mientras le indicaba el sitio donde traspasarían lo siguiente.

—Antes debes saber que los tulipanes son plantas de otoño, estos florecen en primavera y, para que así sea, se deben plantar durante esa estación. Si se siembran antes de que la tierra se ponga fría y dura, se podrá lograr un buen crecimiento y una gran floración.— comenzó. —Además necesitan una buena cantidad de luz solar diariamente; si vives en lugares de climas muy cálidos y secos, debes tenerlos en lugares con sombras, pero donde puedan recibir los rayos del sol; siendo otro el caso y te encuentras en algún país de clima templado o frío, entonces debes asegurarte de que los rayos del sol lleguen directamente a ellos.

Continuaron hablando sobre el cuidado de dicha planta, como debía traspasarse, y, para poder entenderla, le contó la manera correcta de sembrar bulbos de tulipanes. También le explicó que debía saber el tipo de tulipán que plantaría, pues no saberlo podría repercutir en su crecimiento adecuado, el espacio que debe reservarse para la planta, su época de floración, y la forma de trasplantar y proteger los bulbos.

Hunter permanecía atento a cada instrucción que la menor le daba, siguiendo cada paso mientras procedían a traspasar las plantas en el lugar que ella indicaba, habiendo escogido un sitio donde los rayos del sol pudieran caer directamente sobre los tulipanes, pues la zona donde vivían era una de las regiones más frías, especialmente en la época otoñal previa al invierno, así que debía asegurarse de que recibieran los nutrientes necesarios que el sol podía ofrecerles.

—El agua es el requisito fundamental para mantener viva a cualquier planta, pero hay que saber cuándo y cómo suministrarla; los tulipanes deben mantenerse un poco húmedos, pero nunca encharcados o secos, ambas situaciones son desfavorables.

—¿Por qué, capitana?

—Bueno, eso es porque el exceso de agua, los marchita, y la sequedad evita que los nutrientes de la tierra alimenten los bulbos.— respondió. —Si están dentro de alguna maceta, en espacios interiores, debes verificar si la tierra está seca o medianamente húmeda; en el último caso, deberás agregar agua hasta que quede completamente humedecida, pero sin exceso o estancamiento.— explicó. —Si los tulipanes están en algún jardín, por ejemplo, nosotros que los traspasamos en el patio de la casa, no debemos permitir que el agua quede estancada al momento del riego; si eso pasa podemos trasladar los tulipanes a otro lugar o abrir algunos agujeros en la jardinera para que el agua pueda drenar, y también hay que considerar que durante la época de verano necesitarán más agua que durante el invierno.

El ex-guardia asintió mientras terminaban de pasar los últimos tulipanes al jardín. Había comenzado a interesarse más en el tema de la jardinería, especialmente gracias a las explicaciones de su joven maestra.

—Yo pensé que cada flor se regaba igual.

Willow sonrió a la vez que negaba.

—Hasta el pasto tiene una forma de regarse, pero eso te lo explicaré luego de pasar los girasoles, es lo último que falta.

—Supongo que hay que seguir otro tipo de pasos para su cuidado, ¿o me equivoco?

—No, de hecho, en su caso, tan pronto como las plántulas de girasol han crecido hasta aproximadamente cinco pulgadas, en términos de altura, podemos comenzar a trasplantarlas.— continuó. —Eso sí, asegurate de elegir un día en el que el clima exterior sea favorable para el trasplante, ya que es importante tener en cuenta que los girasoles no deben trasplantarse al aire libre a menos de que las heladas nocturnas ya hayan pasado para la temporada.— habló mientras tomaba las macetas. —Debes tener en cuenta que nunca es buena idea permitir que los girasoles crezcan más de unos pocos centímetros antes de decidir trasplantarlos, pues hacerlo sólo hará que la estructura de la planta se debilite. Por esta razón no se puede comenzar la siembra de girasoles hasta finales de la primavera, que es cuando sus girasoles han alcanzado la altura correcta.

Él asintió.

—Entiendo, pero entonces eso quiere decir que no podemos traspasarlos, ya que el invierno está cerca, y por la noche hace demasiado frío, no es común que haga calor como hoy.

—Eso es correcto, por lo mismo vamos a llevarlos adentro, ahí les daremos el cuidado mientras esperamos a que llegue la primavera para pasarlos al jardín.— sonrió. —Ahora hay que buscarles un buen lugar donde pueda recibir luz directa, ya que mínimo debe recibir seis horas de luz.— habló para luego agradecerle que abriera la puerta del hogar. —Y debemos mantener unos riegos frecuentes, pero de cantidad moderada, de forma que se tenga cierto nivel de humedad sobre el suelo, pero siempre sin encharcar nuestro girasol.— comentó. —Si se hacen riegos más distanciados y abundantes podríamos provocar la pudrición de las raíces o el ataque de hongos.

Luego de aquella gran explicación, colocaron las macetas en puntos donde la luz podría llegar directamente a la planta, tales como la ventana de la cocina, el cuarto de su amiga humana, y la entrada de su hogar, terminando así con los deberes que se les había encomendado.

—Bueno, sería todo, ya no hay necesidad de regar las plantas hoy, pues el jardín sigue húmedo desde que lo regaste, y las macetas yo misma las he regado, así que ¡oficialmente hemos acabado con las tareas de hoy!— exclamó. —Muchas gracias Hunter, sin tu ayuda seguramente seguiría pasando las rosas.— bromeó. —En verdad te debo una, hiciste un excelente trabajo.

El mencionado sintió sus mejillas arder ante ese cumplido. Aún le costaba acostumbrarse a que sus esfuerzos finalmente fueran reconocidos.

—Lo haría de nuevo sin dudarlo capitana…— negó. —Willow.— sonrió.

—Igual me gustaría recompensarte, no sé, quizá podríamos ir por un helado de camino al ensayo.— sugirió. —¿Qué hora es?

—Recién son las dos.— respondió luego de mirar el reloj de la sala.

—¡Perfecto! Tenemos dos horas antes de irnos, así que te propongo algo.— murmuró. —Una partida de Flyer Derby, si yo gano pagarás el helado y además me invitarás a comer, pero si tú ganas haré lo que me pidas.— propuso mientras extendía una mano en dirección al mayor.

Por su parte él no pudo evitar reír para luego estrechar su mano y cerrar aquella apuesta.

—Muy bien capitana, espero que estés libre el siguiente sábado, porque irás conmigo a algo llamado parque de diversiones.

Ella sonrió divertida.

—Necesitarás mucha suerte para ganarte esa cita, Hunter, recuerda que compites contra la mejor.— le guiñó un ojo para luego dirigirse corriendo a la puerta. —¡El último que llegue al bosque saca la basura mañana!— gritó mientras salía de la casa.

—¡Oye, eso es trampa!— reclamó el de mirada escarlata a la vez que iba tras ella.

Ambos habían estado tan centrados en su propio juego que ignoraban la presencia de cierta veterinaria, quien los observaba con una sonrisa desde las escaleras.

«Lo suponía, otro poco más y ese arroz terminará de cocerse.»

Y con ese último pensamiento se dirigió a la cocina para terminar de hacer la comida.


—Entonces… ¿Hay un emperador en el reino humano?

Cierta morena, quien se encontraba tomando la mano de aquella joven bruja, negó.

—En realidad nosotros los llamamos presidentes, hay en varios países; incluso sí existe la realeza, pero no es muy común en todos lados, por ejemplo, Londres es gobernado por un Rey.

Ambas, luego de haber aclarado las cosas respecto a sus sentimientos, habían optado por dar un pequeño paseo en el parque, conversando sobre las curiosidades de ese reino, comparando las diferencias que tenía con el de los demonios, encontrando que los dos mundos realmente no eran tan diferentes entre sí.

—¿Eso quiere decir que hay Reyes y Reinas?— cuestionó, y al ver a su novia asentir suspiró. —Espero que ellos sí sean justos, ya sabes, no quiero tener que volver a enfrentar una monarquía opresora.— bromeó.

—Descuida, no creo que haya necesidad de eso, ya tuvimos suficiente con la realeza en las Islas, aquí no hay magia, así que dudo vuelva a suceder algo como eso.— sonrió.

Por su parte, Amity pudo notar un ligero toque de tristeza en su tono de voz. Tocar el tema de la magia y lo ocurrido meses atrás la había hecho pensar en cosas que no quería recordar.

No era su intención que eso pasara, así que, tras darle un pequeño apretón a su mano, le devolvió la sonrisa una vez la miró.

—Y cuéntame, ¿cómo funciona exactamente la economía?— preguntó, cambiando de tema. —En las Islas usábamos caracoles, y tenían un valor diferente al de aquí; apenas puedo comprar un café sin pagar de menos o dar más de lo que debo.

—Bueno, como sabes, nosotros manejamos dólares, técnicamente son como los caracoles, pero obviamente con un valor diferente.— respondió. —Déjame explicarte….

Las dos jóvenes tomaron asiento en el césped, justo debajo de un árbol, donde conversaron sobre el método de gasto correcto en ese mundo, incluyendo los tipos de monedas existentes en otros países y su valor, maravillado a la de ojos dorados con cada explicación que le daba. A ojos de Amity, aquella morena era realmente inteligente; desde la conoció no había dejado de sorprenderse con su ingenio, su valentía, su optimismo; cualidades que sin duda admiraba de su persona.

Después de todo era de admirar que ella, alguien ajena a su mundo, le hubiera tenido fe al confiar en que cambiaría para bien.

Por eso la amaba.

—¡Pero no es lo mejor de todo!— habló con emoción. —La comida lo es, créeme, en especial los postres, son mágicos, comer algo dulce te levanta el ánimo cuando estás pasando por un mal momento.— sonrió. —En mi caso, los panqueques son aquello que me dan fuerza cuando las cosas se ponen difíciles, y es que, ¿cómo resistirse a esas delicias esponjosas con miel o crema de avellanas? Realmente es el paraíso.

Una pequeña risa brotó de los labios de la menor al ver a su novia hablar con tanto entusiasmo. Ahora ya sabía que pedirle a su suegra que le enseñara en su próxima clase de cocina, pues la primera vez que le ayudó a prepararlos solamente mezcló, pero no se animó a cocinar.

—Tienes razón, son deliciosos, aunque yo los prefiero con mermelada.— respondió. —Podría intentar hacerte algunos para el desayuno, claro, con ayuda de tu mamá, aún no soy muy buena en eso de la cocina humana.

Luz negó ante lo último.

—Eres una excelente cocinera batatita, has mejorado muchísimo, y eso que ya sabías cocinar bastante bien, en especial los pasteles de hadas.

Un pequeño sonrojo cubrió las mejillas de la pelimorada, quien no pudo evitar sentirse avergonzada.

—Lamentó haberte dado algo así, es sólo que te extrañé tanto y no sabía que darte como bienvenida, Willow me había comentado que regresarías a la escuela un día antes, por lo que no me dio tiempo de preparar algo más, ni siquiera sabía si lo podías digerir, yo sólo…

—Lo sé, y me encantó, era la primera vez que recibía un regalo de una amiga, o mejor dicho, de la persona que me gusta.— sonrió. —Ese día no paré de mirar ese pastel, y fue lo que me motivó a reemplazarte en la demostración de tus padres; además de querer ayudar a mis amigos con el tema de la escuela, quería quitarte a ti una responsabilidad, al menos por un día.— confesó. —Pero supongo que sólo acabe dándote problemas.

Amity no se esperaba aquella confesión, por lo que, sin pensarlo, depositó un pequeño beso en su mejilla, provocando que el rostro de la castaña se tiñera de un leve carmesí.

—Ese día lo único que me diste fue valor, gracias a eso pude liberarme del control que mi madre tenía sobre mí.— murmuró. —Además, aquel día me di cuenta de que te quería mucho, demasiado para mi gusto, por eso no dudé dos veces en ir a salvarte de ese abomatón, ya que realmente no sé lo que hubiera hecho si algo te pasaba.

—Vaya, definitivamente te estás volviendo amable conmigo, Blight.

La mencionada no pudo evitar reír.

—En tus sueños.

Cafés y dorados se perdieron uno en el otro, maravillandose con la vista frente suyo, misma de la cual jamás se cansarían.

Podrían contemplarse todo el día.

—Quiero besarte.— susurró la morena. —¿Puedo besarte?

—Literalmente yo te besé sin permiso hace una hora.— respondió mientras sonreía. —Entonces sí, puedes.

Antes de que sus rostros pudieran acercarse, pequeñas gotas de agua comenzaron a caer de entre las hojas del árbol donde se encontraban, obligándose a mirar en esa dirección para ver lo que ocurría.

Estaba lloviendo.

Al darse cuenta de eso, la pelimorada realizó un escudo para protegerlas de aquella lluvia, pues no podía arriesgarse a que alguna de las dos saliera herida.

Por su parte, Luz tomó su mano.

—Hermosa, aquí la lluvia no es hirviente, estamos a salvo.— aseguró mientras esa misma mano la sacaba del escudo para que pudiera sentir las finas gotas de agua caer sobre su palma. —¿Ves? No quema.

Amity, más confiada, deshizo su hechizo, animándose a extender ambos brazos para sentir aquella lluvia empaparla. Realmente se sentía bien.

La morena no pudo evitar sonreír al ver cómo su novia parecía maravillada con aquel nuevo descubrimiento, pues aunque habían llegado a ese mundo una noche lluviosa, tenían mejores cosas en las cuales pensar, por lo que quizá no logró darse cuenta de las condiciones en las que caminaron hacia su hogar esa vez.

Sin pensarlo dos veces se levantó y, tras colocarse frente a ella, le extendió la mano, ganándose una confundida mirada por parte de la menor.

—¿Me concedería esta pieza, bella dama?— preguntó con elegancia, provocando que la pelimorada riera.

—Con gran placer se la concedo.— respondió, para luego tomar su mano y salir de aquel improvisado refugio, empapandose aún más gracias a la lluvia.

Aunque eso realmente poco les importaba.

Luz colocó una mano en la cintura de su pareja, quien, sin soltarla, colocó la que tenía libre sobre su hombro. La gente que corría por los alrededores seguro pensaban que estaban locas por arriesgarse así a pescar un resfriado, pero ese era su momento y definitivamente lo valía; simplemente querían experimentar el cliché del baile bajo la lluvia que habían leído en el quinto libro de su saga favorita, donde Hécate y Azura, tras una plática profunda, se unieron más luego de un baile en el bosque encantado, a la luz de la luna, bajo la lluvia, un momento realmente romántico, mismo que soñaron experimentar un día con su ser amado.

Y finalmente ese día había llegado.

Comenzaron a moverse lentamente, siguiendo el mismo ritmo de la melodía en sus cabezas, que tal parecía era la misma, pues ambas iban en sincronía, danzando un hermoso vals entre risas.

Para la castaña, estar a su lado era irreal, igual como atrapar a un rayo; seguía sin creer que aquella joven la hubiera elegido, pues la probabilidad de encontrar a alguien como ella era una en un millón. Jamás pensó que aquel viaje accidental la llevaría a conocer al amor de su vida, porque sí, se había enamorado perdidamente de la pelimorada aún cuando las posibilidades de sentir aquello y ser correspondida eran nulas. Pero ahora agradecía estar ahí, bailando bajo la lluvia con la joven bruja, quien le sonreía mientras guiaba cada uno de sus pasos.

Luz sonrió.

Ya no importaba la lluvia, mucho menos los truenos, en ese lugar no había nada más que ellas, y la suave melodía en sus mentes.

Estaba segura de lo que haría, se esforzaría para encontrar una salida, ir de regresó a las Islas y pelear por su relación. Buscaría soluciones para permanecer a su lado, porque por ella iría a donde fuera.

Esa era su decisión y no estaba a discusión, pues ella sabía que debían estar juntas sin importar qué.

Luz detuvo su baile, y antes de que la pelimorada pudiese preguntar el motivo, acercó su rostro al de la joven, juntando sus labios en un pequeño y tímido beso, sintiéndose en el cielo gracias a aquel contacto. Era su tercer beso, pero aún no se acostumbraba a lo bien que le hacía el sentir tan cerca a su pareja.

Una sensación única. Mágica.

Tras separarse, ambas jóvenes sonrieron, y con un leve movimiento de su índice, Amity apareció una esfera de luz justo frente a ellas, posteriormente tomó la mano de la morena, alzandola junto a la suya para así elevarla, enviando aquella esfera al cielo.

—Con o sin magia eres la humana más especial que he conocido, no necesitas de poder mágico para ayudar a los demás, ya haces demasiado con buscar soluciones tú sola, por eso te pido que me permitas ayudarte de ahora en adelante, no te sientas en deuda o culpable por algo que claramente no fue tu intensión, no te castigues de ese modo, odiaría ver cómo te consumes en esa burbuja de culpa.— murmuró para luego acariciar con ternura su mejilla. —No quiero perderte de esa manera, porque te amo, Luz, y no soportaría estar en un mundo donde no estés.

La mencionada no pudo evitar sorprenderse ante sus palabras, y sin darse cuenta había comenzado a llorar.

—Yo también te amo, Amity…

Estaba asustada. Tenía miedo de que aquel pequeño momento de felicidad no durará para siempre.

—Quiero que me prometas una cosa.— murmuró la pelimorada mientras pegaba su frente a la de ella. —Que seguiremos bailando a donde quiera que vayamos, sin importar lo que suceda.

Luz asintió.

—Es una promesa, hermosa.

Una pequeña sonrisa surcó los labios de la joven bruja, quien se sentía más tranquila luego de aquella respuesta.

—Bueno, ahora más te vale que corras si no quieres acabar llena de lodo.

Y, sin darle tiempo a preguntar, se agachó para juntar un poco de lodo formado gracias a la lluvia, lanzándoselo, iniciando así una guerra.

Se mantuvieron de ese modo hasta que la lluvia cesó, entre risas y barro, terminando completamente empapadas, sucias, todo gracias a aquel juego que la de ojos dorados inició.

Igual Luz lo agradecía, definitivamente la había hecho olvidar todo, por un día al menos.

—Creo que deberíamos irnos, tu mamá debe estar preocupada, ya casi anochece.— murmuró la menor, quien se encontraba recostada en el pasto, justo al lado de su novia. —Aunque dudo que le guste vernos llegar así…

La castaña sonrió.

—Descuida, mientras lleguemos a tiempo, y bien, no creo que le moleste tanto.— respondió. —Además llovió, por hoy tenemos una buena excusa.— le tranquilizó.

—Tienes razón.— suspiró. —Entonces vamos.— habló con pesar a la vez que se sentaba.

—Antes de irnos hay un lugar al que quisiera ir contigo.— murmuró la morena para luego ponerse de pie y extenderle una mano a su pareja. —¿Me acompañarías, hermosa?

Amity asintió mientras sonreía.

—Hasta el fin del mundo.— respondió aceptando su ayuda.

De este modo ambas iniciaron una nueva caminata, esta vez guiada por la morena, quien parecía más animada luego de haber pasado un día entero con la joven bruja, haciéndole sentir satisfecha por el éxito obtenido en su misión: traer felicidad a Luz otra vez.

Fue así como pasaron esos últimos quince minutos que les tomó llegar a su destino, entre risas y buenas anécdotas, hasta que la pelimorada vio el sitio al que su pareja la había llevado.

El cementerio de Gravesfield.

La menor prefirió no preguntar para no incomodarla, así que simplemente se dejó llevar por ella hasta una lápida ubicada no muy lejos de la entrada.

—Aquí estamos.— murmuró la morena sin mirar a su acompañante. —Perdona que te traiga a este lugar antes de irnos a casa, es sólo que, como ya conociste oficialmente a mi mamá, quería presentarte a mi papá.— habló.

—Luz…

Un suspiró brotó de los labios de la mencionada, quien se aferraba temblorosa a la mano de su amada.

Quería llorar.

—Hola papá, me gustaría que conocieras a alguien.— murmuró mientras se arrodillaba frente a la lápida. —Ella es Amity Blight, la bruja más hermosa, inteligente, elegante y genial que he conocido.— contó, dedicándole una sonrisa a la sonrojada joven. —Nos conocimos durante mi viaje al reino de los demonios, y aunque nuestra relación comenzó con el pie izquierdosupimos sobrellevar las cosas; antes no podía verla ni en pintura, pero ahora no quiero estar ni un minuto lejos de ella.— confesó. —Realmente la amo, es por eso que quiero presentartela de manera oficial como mi novia.— habló, y sin poder evitarlo comenzó a llorar.

Realmente deseaba que su padre estuviera ahí, con ella.

Por su parte, la de ojos dorados realizó un círculo de hechizos, con el que hizo aparecer un hermoso ramo de flores, idénticas a las que Luz había hecho el día del aniversario luctuoso al que no pudo asistir.

—Mucho gusto señor.— murmuró la menor mientras depositaba aquel ramo sobre la tumba. —Le juro que haré muy feliz a su hija y la protegeré con mi vida de ser necesario.— prometió, girándose para tomar las manos de su pareja y sonreírle. —En verdad la amo, por eso, en nombre de ese mismo amor, prometo amarla, respetarla, y cuidarla en su representación.

La castaña susurró un pequeño gracias antes de lanzarse a los brazos de la joven, quien le recibió gustosa, sin evitar llorar junto a ella.

Admiraba demasiado la valentía de su pareja, pues, a pesar de la pena que cargaba por el fallecimiento de su padre, casi nunca la había visto llorar, al contrario, siempre sonreía animadamente a pesar de todo. Gracias a ella pudo entender que la vida no sólo se trata de esperar a que pase la tormenta. Se trata de aprender a bailar bajo la lluvia.

Luz era la prueba de ello.

Es por ese motivo que estaba decidida a devolverle la sonrisa y hacerle entender que nada de lo ocurrido semanas atrás había sido su culpa. Le demostraría que seguía contando con el apoyo de todos.

Aquella sería su nueva misión.


El camino de regreso a su hogar había sido rápido pues, al ya haber anochecido, ambas habían decidido regresar volando en el taliamigo de la pelimorada; ya era tarde y no querían preocupar a la madre de la morena si se atrasaban más.

Las dos permanecieron en un cómodo silencio todo el trayecto, siendo lo único que escuchaban el sonido del viento y de algunos automóviles que aún transitaban por las calles. De esa manera su viaje había sido muy rápido para su gusto.

—Bueno, supongo que nuestra cita terminó…

Amity asintió con pesar.

—Me hubiese gustado que este día no terminara nunca.— murmuró.

—Bueno, quizá el día acabó, pero podemos tener otra cita después, claro, si quieres.

—¡Me encantaría!

Al recibir aquella respuesta la morena se acercó a la joven para tomar su mano.

—Entonces terminemos la cita de hoy como marca la tradición.— sonrió. —¿Puedo besarte?

La pelimorada sintió su rostro arder cuando la escuchó.

—Y-Ya te dije que no necesitas pedirme permiso, sólo hazlo.

Ambas comenzaron a acercarse para acortar la poca distancia que las separaba, sin embargo, antes de siquiera rozar sus labios, escucharon un carraspeo proveniente de la entrada, provocando así que se separaran al instante.

—Lamento interrumpir, pero realmente me gustaría saber el motivo por el cual tardaron tanto y… ¿Eso es lodo?

Un pequeño sonrojo cubrió sus mejillas, y con vergüenza asintieron.

—Podemos explicarlo, fue porque llovió, no encontramos refugio así que…

—Mejor en un rato me dicen, entren de una vez a bañarse, pueden enfermar si siguen con la ropa húmeda.— ordenó la mayor mientras se hacía a un lado para dejarlas pasar. —Después hablamos, iré a hacer un poco de chocolate caliente para la cena.— avisó antes de irse a la cocina.

—Puedes ir tú primero batatita, yo espero aquí.

—Pero Amy, te resfriarás si no entras.

—Mejor eso a que tú te enfermes.— sonrió. —Anda, ve.

Sin insistir más, para no iniciar una discusión, la morena se marchó, dejando a la pelimorada en la sala.

—¡Hola Amity!— saludó cierta azabache mientras bajaba las escaleras. —Si que se tardaron, y por lo que veo no les fue del todo bien.

La menor no pudo evitar reír a la vez que negaba.

—De hecho fue el mejor día de mi vida.— suspiró. —Y podría decir que el tuyo también.— sonrió. —Te ves radiante, ¿me perdí de algo?— cuestionó para luego enarcar una ceja. —¿Un cumpleaños, quizá?

Willow negó mientras reía.

—Nada de eso, sólo fue un día normal.— se alzó de hombros.

—Si, claro, ya puedes ir contándome, tenemos tiempo.

Antes de seguir aquella conversación, la de lentes se cercioró de que nadie pudiera escucharlas, y al estar segura continuó.

—Pero después me contarás como te fue a ti.

En cuanto la vió asentir comenzó a relatarle lo que le había sucedido; habló del cómo había pasado toda la tarde con el rubio, su pequeña clase de jardinería, la improvisada competencia de Flyer Derby donde él resultó ganador, su ensayo, y su regreso al hogar.

Por su parte, la de ojos dorados no pudo evitar notar que su mejor amiga le contaba todo con una sonrisa, y como sabía que aquel día no estaría sólo con el ex-guardia, le pareció curioso que únicamente hablará de él.

—Veo que tú y el insoportable son muy buenos amigos.— murmuró con diversión.

La joven asintió.

—Nos conocimos en circunstancias un tanto raras, pero desde entonces hemos mantenido una muy buena relación, me es agradable estar con él.

—Se nota, tanto que me atrevería a decir que hacen una linda pareja.

Un tenue carmesí cubrió las mejillas de la azabache.

—¿P-Pareja? ¡Pero si sólo somos amigos!

—Ya sé, de hecho me refería a una linda pareja de amigos, así como tú y Gus.— aclaró mientras reía. —Aunque, ahora que lo pienso, ¿no te parece atractivo? ¿Ni un poquito?

La de lentes carraspeó.

—No voy a negarlo, es lindo, sus ojos son muy bellos, su cabello, su sonrisa, su forma de ser, todo en él es atractivo.

Amity sonrió, sin embargo, aquella sonrisa desapareció al darse cuenta de algo muy peculiar en el cabello de su mejor amiga. Llevaba años sin ver que algo así le pasará.

—Willow…

—Pero eso no quiere decir que me gusta, él sólo es mi amigo, lo admiro tanto como a ti y…

—Willow…

—No sé porque piensan que hay algo más entre nosotros, no estaría mal, pero es imposible, ya que…

—¡Willow!— gritó, finalmente llamando su atención. —Flores.— susurró.

—¿Eh? ¿Podrías ser un poco más especí…?— al ver cómo señalaba su cabello se alarmó. —¡Oh no! ¡No, no, no, no! ¡Esto no puede estar pasando! ¡No de nuevo!

La pelimorada se acercó para así tomarla de los hombros.

—Tranquilizate, las flores están aumentando de tamaño, así que debes relajarte si no quieres parecerte a la líder del aquelarre de plantas.

—¡¿Cómo que están aumentando de tamaño?!— exclamó mientras se sacudía el cabello. —¡Por favor, quítamelas!— suplicó. —¡Oh Titán, espero que esto no me haya pasado cuando estaba con él!

Amity, quien estaba retirando cada flor de su cabellera, la miró divertida.

—Espera, ¿qué?

Willow, al sentir que ya no tenía nada, se alejó mientras reía nerviosa y un pequeño sonrojo cubría sus mejillas.

—R-Rayos, tengo que irme, casi olvido que bajé porque la señora Noceda me pidió que la ayudara con la cena.

—Pero pensé que querías hablar sobre…

—¡Mañana hablamos!— interrumpió para luego caminar en dirección a la cocina. —Ahora sube a asearte, iré por ustedes cuando todo esté listo.

Y sin permitirle hablar se retiró, provocando que la menor riera ante ese repentino cambio de actitud. Le recordaba a ella cuando recién comenzaba a definir lo que sentía por la humana que ahora era su novia.

—Si que fue un buen día.

Una pequeña sonrisa surcó sus labios al murmurar aquello y, sin más que decir, se marchó escaleras arriba para ponerse cómoda.

Al final todo parecía indicar que las cosas podían mejorar, pues sólo era cuestión de darle tiempo al tiempo.

Definitivamente ya nada podría salir mal, ¿verdad?


¡Hey!

¿Qué onda?

Aquí LupitaHaibara con el séptimo capítulo de este proyecto :'3 cabe mencionar que nuevamente me base en uno de los cómics de moringmark y también en uno de CynDavilaChase, lo aclaro para que no hayan malos entendidos.

Les recuerdo que los días de actualización están sujetos a cambios, y si me demore pido perdón, no me he sentido bien en varios aspectos, por eso lo dejé, quería subir hasta el capítulo 10 hoy pero no creo acabar de editar a tiempo, así que mientras les dejo este, que es el más largo que he escrito qwq

Por cierto, como aclaración, Willow le dice Caleb a Hunter porque no sabe la verdad tras ese nombre, y él no lo aclara por miedo, así que por eso qwq

Antes de irme me gustaría decir lo que podemos aprender en base a este capítulo: Y es el hecho de que la compañia de nuestros seres queridos suele amortiguar cualquier pena. No nos encerremos en una burbuja de miedo y soledad, pues podríamos consumirnos estando solos. Siempre necesitaremos el apoyo de alguien, pero hay que saber elegir bien a ese alguien, pues no todos estarán dispuestos a aceptarnos, apoyarnos, por eso debemos saber elegir en que familiar o amigo confiar. Tratemos de soltar aquella carga que nos causa presión, sólo así lograremos sentirnos más livianos.

Si alguno de ustedes necesita apoyo no dude en mandarme mensaje, estaré ahí sí me necesitan :3

Ahora sí, sin más que decirles, yo me retiro, ya saben que cualquier cosita pueden dejarla en los comentarios, yo encantada de leerlos :3

Nos leemos en otra realidad virtual

Bais~