Alexa.
Alexa caminaba del brazo de Alistair hacia la finca de Arl Eamon con cara de pocos amigos, ella nunca había necesitado a un hombre para que la protegiera su padre se habia asegurado de eso.
-Perdona ¿puedo hacerte una pregunta? – dijo Alistair rompiendo el silencio entre los dos.
-Eso ya es una pregunta – respondió ella sacándola de sus pensamientos.
-¿He hecho algo para que estés enfadada? – pregunto con recelo, si ella y Robert tenían en el mismo temperamento Alistair estaba en un buen aprieto.
-Lo siento, tú no tienes la culpa de mi enfado, en realidad estoy enfadada conmigo misma – dijo ella bajando la cara.
-Alexandra estas herida – Alistair le hubiera gustado llamarla por su diminutivo pero no creía que fuera apropiado al fin y al cabo se acababan de conocer – se que puede que me meta donde no me llaman pero no creo que sea nada malo aceptar algo de ayuda, dadas las circunstancias.
-Por favor Alistair llámame Alex – dijo ella levantando la mirada hacia el, por primera vez des de que salieron de la finca de Howe Alexa pudo admirar a su acompañante. Alistair se parecía mucho a Maric, su mentón fuerte, su mirada dulce, su sonrisa sincera pero esos ojos eran mas cálidos con el color de la miel – se que no es malo pedir ayuda pero me siento frustada…Ai…
Alexa se retorció de dolor, las palizas de los hombres de Howe intentándole sonsacar alguna información habían hecho mella en su cuerpo. Alistair la cogió antes de que topara con el suelo y la levanto en volandas.
-Gra…gracias – dijo ella ruborizándose, no esperaba que Alistair la cogiera de esa manera, no es que Alexa no supiera lo que es el contacto de un hombre, pero ella siempre había tenido el control cosa que no gozaba en este momento.
No tardaron mucho en llegar a la casa de Arl Eamon.
-Lady Cousland – dijo sorprendido Arl Eamon al verla entrar con Alistair.
-Arl Eamon me alegro tanto de veros – dijo ella.
-¿Que os ha pasado? – pregunto el hombre.
-Howe la tenia prisionera, la encontramos cuando buscábamos una manera de liberar a la Reina – respondió Alistair.
-Venid jovencita, necesitáis cuidados médicos- le dijo Arl Eamon tendiéndole la mano a Alexa.
Alexa se apoyo en brazo de Arl Eamon y este la condujo hacia una de las habitaciones de invitados mientras Alistair avisaba a Wynne para que pudiera sanarla.
Robert.
La rabia corría por las venas de Robert, ver a su hermana en esa situación por culpa de la Reina hizo que tomara una decisión que hubiera querido evitar pero ya no había marcha atrás. Confiaba en que Alistair y Alexa hubieran llegado a casa de Arl Eamon sin ningún contratiempo.
Vagaron un tiempo más por esas malditas mazmorras hasta que por fin llegaron a las dependencias donde se encontraba el mago que había encarcelado a la Reina, pero este no estaba solo Arl Howe estaba con el esperándolo.
-Has tardado más de lo que pensaba – dijo Howe.
-Es que me entretenido liberando a mi hermana – dijo Robert sarcásticamente.
-Esa maldita zorra casi consigue escapar tuvimos que hacer algo con sus piernas para que no lo consiguiera-
-Espero que el Hacedor os perdone Howe porque yo no voy a tener misericordia contigo- dijo Robert desenvainado.
-Me sorprende que sepas usar una espada, tu hermana siempre ha sido mejor en todo que tu. Lo que más pena me da es que no pudimos doblar su voluntad – le respondió Howe.
-¿Doblar su voluntad? – pregunto Robert.
-Si hubiera accedió a casarse con Tomas cuando tubo oportunidad no hubiera sufrido tanto, yo quería matarla como todos a todos los demás pero mi hijo estaba encaprichado con ella y me hizo ver el beneficio de conservar la sangre Cousland – le explico Howe – la lastima es que no suplico igual que tus padres.
-¡Maldito Carbón! – dijo Robert atacándolo.
La lucha fue encarnizada y a duras penas consigueron vencer a todos sus adversarios, solo cuando Howe yacía sobre un charco de sangre Robert se sintió satisfecho. Lo que ese hombre había hecho a su familia no tenia nombre.
-Robert ¿ estás bien? – pregunto Leiliana.
-No, quiero salir de este maldito lugar – respondió el.
Robert, Leiliana y Zevran llegaron hasta donde la Reina estaba retenida y consiguieron liberarla. Pero nada sale como esta previsto, tan punto intentaron huir de esa casa de los horrores se encontraron con Ser Cauthrien. Esta les acuso del rapto de la Reina, Robert intento explicarle que estaba confundida y le pido a Anora que interviniera en el asunto pero esa maldita víbora había desaparecido entre todo el ajetreo. Robert no tubo más remedio que dejar otro rastro de cadáveres a su paso en su intento de huida.
