Escuchó como alguien tocaba la puerta de su oficina. El ruido hizo que levantase la mirada del pergamino y suspirando dijo "Adelante".
Harry Potter abrió la puerta adentrándose en la oficina, tenía un semblante serio. La verdad, es que no se habían visto desde la noche en la cena de bienvenida, ya que el auror no asistió al Gran Comedor para cenar esa noche.
—Potter.—Saludó,—¿A qué debo tú visita?—Cuestionó, observando como el hombre se sentaba en una silla que estaba frente a su escritorio.
—Debemos hablar.—Comenzó a decir el moreno, mientras detallaba la oficina de Draco.
Esta era un poco pequeña y era iluminada por una luz verde tenue debido al reflejo del lago a través de las pequeñas ventanas y el ruido que este emitía contra el vidrio era relajante, similar a la sala común de Slytherin, según vagamente recordaba Harry. Había una gran estantería con libros. Era una oficina común, pero lucía muy limpia a pesar de la humedad de las mazmorras. Notó otra puerta, que supuso era la habitación en dónde dormía Draco.
—Es sobre Scorpius.—Aquello logró captar la atención de Draco, quién dejó el pergamino de lado.—Hoy tuve clases con él, el tema era sobre los Boggarts.—Debido a la mirada que le dio el rubio, dedujo que ya suponía lo que trataba de explicar el moreno.—Vio a Astoria y a ti al borde de la muerte.
Draco suspiró profundamente, sabía muy bien lo difícil que era el tema para su hijo. También era muy difícil para él.
—Entiendo tú preocupación Potter.—Comenzó a decir el rubio,—Yo también me preocupo por él, a veces no me lo dice, pero yo sé que está pasando por momentos difíciles.—Y mordió su labio con un poco de fuerza, desviando la mirada.—¿Hablaste con él?
—Lo consolé junto con Albus.—Y sintió la necesidad de comentarle sobre aquella sensación que le produjo ver al único hijo de Draco Malfoy llorar, aún así, no se atrevió a comentarlo.—Pero aún así me preocupa, Draco.
—Hablaré con él al respecto.—Respondió, mirando fijamente al contrario.
Draco, quién parecía conmovido por la preocupación de Harry, se preguntó sí Potter pensaría y sentiría lo mismo sí supiera que era en realidad su hijo. "Probablemente no" pensó, con amargura. "No me creería ni siquiera, pensaría que estar en Azkaban después de la guerra me habría afectado un poco la cabeza"
Harry se preguntó que tanto pensaba el rubio. Y se descubrió a sí mismo —otra vez—, admirando el cabello perfectamente peinado del contrario, sus pestañas, que eran tan blancas como la nieve y la forma en como estas se movían suavemente cuando pestañeaba, y la forma en como movía ligeramente sus labios rosados sin darse cuenta y como sus lunares hacían un camino de su mejilla izquierda hasta su clavícula como sí de una constelación se tratase. Harry tragó saliva inconscientemente, acomodándose en la silla.
—También quería hablar sobre otra cosa.—Dijo de repente, rompiendo el profundo silencio que había en la oficina.
Draco, quién parecía reponerse de un conflicto mental, lo observó atentamente, pero no dijo nada, esperando que Potter continuará.
—Es sobre Bellatrix Lestrange.—Y el hecho de que nombrase a su tía hizo que Draco abriese los ojos de par en par.
—Ya dije todo lo que tenía que decir durante mi juicio ante el Wizengamot, lo sabes muy bien Potter, estuviste ahí ese día.—Dijo Draco,—Hablaste a mí favor y el de mi familia a pesar de todo lo que había hecho.
« Luego de la batalla de Hogwarts, su familia fue aprisionada por sus crímenes y colaboración con el que no debe ser nombrado. Lucius, Narcissa y Draco Malfoy fueron llevados a Azkaban, en dónde se mantuvieron encerrados durante casi un año. Draco lo recuerda con claridad, era igual o tal vez incluso peor que la compañía del Señor Tenebroso y Nagini en Malfoy Manor, en ambos casos, no tenía fuerzas y lo único que podía sentir era una profunda desesperación. Los dementores succionaba sus pocos recuerdos felices y sus ganas de seguir con vida se hacían cada vez más inexistentes, sentía que en cualquier momento enloquecería por completo por los gritos y cosas que escuchaba que decían los demás reclusos a través de las paredes. Un día, incluso llegó a intentar acabar con su vida, de no ser por su madre, quién rogó e incluso llegó a humillarse a sí misma para que un medimago atendiese a su hijo, él no se encontraría ahí sentado en esos momentos. Aquel recuerdo lo llenaba de vergüenza y las profundas cicatrices que habían quedado sobre la marca tenebrosa era una prueba más de su cobardía.
Y luego de casi un año, por fin pudo realizarse su juicio ante la comunidad mágica. Recuerda como lo arrastraron fuera de su celda, como sí de un costal de papas se tratase, su ropa estaba mugrienta, su mejilla y párpado derecho tenían un horrendo hematoma de color morado y verde, y la comisura de su labio estaba ensangrentada por cortesía de los aurores que lo escoltaron desde Azkaban. Se sentía mareado ante la cantidad de luz, ya acostumbrado a la oscuridad de su confinamiento. El bullicio hacía que sus oídos dolieran, escuchaba gritos e impropicios a su nombre y al de toda su familia, mientras reporteros de los diarios más populares le gritaban preguntas y tomaban fotos de él. Pero eso definitivamente, no era tan terrible ni humillante como lo fue Azkaban. Lo sentaron en medio de la sala, siendo incapaz de mover sus piernas y brazos debido a un encantamiento y el juicio dió inicio.
Justo después de que el Wizengamot diera la sentencia una voz ahogada solicitó hablar. Todos observaban al salvador del mundo mágico asombrados, quién jadeaba un poco tratando de recuperar la respiración, Harry lucía cómo sí hubiese corrido hasta la sala y Draco, muy en el fondo, se sintió feliz de poder verlo antes de volver a su confinamiento y pudrirse ahí adentro.
—Me gustaría hablar a favor de Draco Malfoy y su familia.—Ese momento quedó grabado en su cerebro. La forma en que Harry lo miraba lo hacía sentir náuseas, le tenía lástima. Harry Potter sentía lástima por él. Y era definitivamente peor que Voldemort, Nagini, y Azkaban juntos, porque él nunca quiso que lo mirase de esa forma, él sólo quería que lo mirará como a un igual.
Así como Harry miraba a Hermione, a Ron, a Ginny Weasley, diablos, exclusivamente ella. Qué no daría para que lo mirase cómo a ella.
Una vez que el héroe del mundo mágico había terminado de defenderlo, sus cargos de cadena perpetua en Azkaban fueron revocados y se le otorgó libertad bajo vigilancia del ministerio. Pero ¿Realmente se le podía llamar a eso libertad? ¿Algún día podría conseguir el perdón de la comunidad mágica y de él mismo? ¿Era realmente merecedor de la piedad de Harry? »
—Lo sé, pero quiero escuchar tu versión nuevamente.—Dijo Harry, pensativo.—Aquella vez, no estabas en la mejor condición posible, por lo que pudiste omitir algún detalle.—Hizo una pausa breve, antes de agregar.—¿Notaste algún comportamiento extraño en Bellatrix?
—Bueno, ella tenía un afán extraño con tú sabes quién, era casi obsesivo. Ella estaba dispuesta a hacer cualquier cosa con tal de complacerlo, pero luego de un tiempo, dejé de verla en Malfoy Manor. Mí tía seguía en la mansión, pero simplemente no tenía permitido verla, el Señor Tenebroso lo prohibió.—Harry lo escuchaba con atención,—Nadie a excepción de un medimago podía verla. Luego de un tiempo, antes de la batalla de Hogwarts, vi a mi tía nuevamente y ella asesinó al medimago.
Eso llamó la atención del auror, quién rebobinaba la información en su mente. Delphini... Delphini ¿De dónde había sacado Rodolphus a la niña? ¿Por qué pagar tanto dinero para asegurar su protección? ¿Por qué su equipo todavía no la había encontrado? ¿Medimago, por qué necesitaría un medimago?
—Bellatrix... ¿Estaba embarazada de Rodolphus?—Pensó en voz alta.
—¿Qué es lo que tratas de sugerir Potter?—Cuestionó Draco, levantando una ceja mientras veía a Harry.
—Es posible.—Dijo el moreno para sí mismo, ignorando al rubio. Este se levantó de la silla y comenzó a dar vueltas por la oficina de Draco, mientras pensaba.
Bellatrix Lestrange, Rodolphus Lestrange, Delphini Rowle ¿Qué relación tenían estas tres personas con Voldemort?
Se detuvo de repente, como sí hubiese tenido una especie de premonición, abrió los ojos como canicas mientras Draco lo observaba como sí de repente estuviera totalmente convencido de que Harry estaba un poco zafado de la cabeza.
—¿Estaba embarazada... De Voldemort?
En definitiva, Harry Potter estaba loco. Tal vez debía llevarlo a San Mungo para una consulta o que lo internaran. Tal vez trabajar persiguiendo a magos tenebrosos lo había afectado de alguna manera.
—Enloqueciste, cara rajada.—Dijo arrugando la nariz, como sí de un mal chiste se tratase.—No digas idioteces.
—¡No! Escucha, Draco,—Se acercó rápidamente hasta el escritorio, apoyando ambas manos en este inclinándose hacía adelante, el rubio por la cercanía, se encogió un poco en su silla, como sí eso de alguna manera lo salvase del moreno.—Rodolphus Lestrange después de la guerra entregó una gran cantidad de oro a los Rowle para que cuidarán de una niña llamada Delphini,—Comenzó a explicarle, mientras Draco se preguntaba sí de verdad era necesario que esté estuviste tan cerca.—Bellatrix necesitó de un medimago durante un tiempo, y cuando ya no le era útil se deshizo de él.—Potter lo observaba fijamente, como sí le pidiese con la mirada que le creyera.—Y Voldemort prohibió que la vieran hasta nuevo aviso, ¿No te parece todo extraño?
—Bueno, sí ¿Pero cómo llegaste a esa conclusión tan descabellada?—Respondió el rubio, tratando de comprender.
—"La Heredera" ¿Heredera de qué, Draco? ¡De Salazar Slytherin, de Tom Riddle, de Voldemort!—Exclamó este,—En un caso de los ataques a magos mestizos, un testigo escuchó a alguien hablar en parsel, ese alguien era una mujer.—Y ahora lo que Harry trataba de explicarle parecía menos disparatado.—Destruimos todos los Horrocruxes, por lo tanto Voldemort no está vivo, pero ¿Y sí dejó un legado con otra vida humana por sí no ganaba la guerra?
—Sí lo dices así, tiene sentido.—Dijo Draco, asintiendo ligeramente, mientras Harry dejaba de inclinarse y apoyarse de su escritorio, crusándose de brazos.
—Delphini Rowle, es la hija de Voldemort.
Concluyó el auror, y el silencio reinó en la oficina.
El hecho de que si no hacían algo para evitarlo el Señor Tenebroso podría volver le daba escalofríos y ganas de vomitar. Llevó una mano a su boca, perturbado, sintiendo que la habitación de repente daba vueltas, y por el temor y psicosis podía jurar que la marca tenebrosa le ardía contra la tela de su ropa.
—Draco.—Escuchó como lo llamó Harry, pero su voz sonaba tan lejana a pesar de estar frente a él.—Te juro que no dejaré que regresen a tú vida, ni a la de los que fueron arrastrados injustamente y en contra de su voluntad a esta locura.—Apartó su mano de su boca, mirando al moreno con una intensidad impresionante.
—No dejaré que lastimen a más personas.—Y creyó plenamente en él, creyó ciega e incondicionalmente en Harry Potter.
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—¡Albus!—Exclamó una voz femenina. El nombrado se dió la vuelta, reconociendo aquella voz de inmediato. Su hermana menor, que llevaba el uniforme de Hufflepuff le regaló una sonrisa alegre.—¡Uff, al fin te encuentro!—Lily frunció el entrecejo al darse cuenta de que Scorpius no estaba junto a él.—¿Y Scorpius?
—No sé dónde está.—Confesó Albus, suspirando.—En la mañana se fue casi corriendo de la sala común y no lo vi en el Gran Comedor.
—Qué extraño.—Lily pareció pensativa durante unos segundos,—En fin, te estaba buscando porque necesito tú ayuda Al.—Y lo tomó del brazo, casi arrastrándolo por el pasillo, el mayor se quejó, pero aún así no apartó a su hermana, dejándose llevar.
—Ni creas que haré tus asignaciones Lily.—Dijo, poniendo los ojos en blanco al darse cuenta que se dirigían a la biblioteca.
—No es eso,—Respondió ella, rodando los ojos.—Quiero impresionar al profesor Malfoy en la siguiente clase, y cómo a ti te va bien en la asignatura... Pensé que podrías ayudarme un poco.—Escuchó como el mayor suspiraba.
—Para eso le hubieses preguntado a Scorp, no a mí.
—Lo sé, pero yo tampoco lo encuentro por ningún lado.—Hizo una pausa.—Y no pienso seguir buscando, ya he tenido suficiente perdiéndome en las escaleras para encontrar las clases y que Peeves tiré a mis compañeros y a mi un cubo de agua cada vez que nos ve.
Ah, Peeves, recordaba su primer año, cuando se topó por primera vez con el poltergeist. Este había puesto canicas en las escaleras que dirigían hacía las mazmorras, haciendo que los estudiantes y el prefecto de Slytherin se tropezarán, llevándose un buen golpe.
Pasó un rato ayudando a Lily, explicándole con ayuda del libro. Esta pareció apreciar su ayuda, y de vez en cuando anotaba en un pergamino los consejos de su hermano. Pasado más o menos una hora, unos compañeros de casa de Lily la saludaron y ella se despidió de él, agradeciéndole, para luego irse junto a sus compañeros. Quedó nuevamente sólo, y se preguntó dónde estaba Scorpius mientras acomodaba los libros que había tomado. Sus ojos observaron a los demás estudiantes que estaban en la biblioteca y se detuvieron en un muchacho que había visto antes, este leía un libro, mientras realizaba movimientos con su varita, practicando un encantamiento.
Era el golpeador del equipo de Quidditch de Ravenclaw, su nombre era Matthew Jenkins. Era un muchacho de cabello negro, y ojos de un color azul intenso, bastante atractivo sí Albus era honesto. Ante ese pensamiento, desvío la mirada, sintiendo sus orejas calentarse, y se cuestionó nuevamente dónde estaba su mejor amigo.
Afuera de la biblioteca se escuchó un alboroto, y algunos estudiantes, entre ellos Albus, salieron de esta para ver de qué se trataba. Uno de los amigos de Oliver Davies, quiénes fastidiaban a casi todo el mundo que les caía mal, pero sobre todo a Scorpius y Albus, había empujado a Scorpius Malfoy y lucía muy molesto.
—¿Te crees muy listo, niño maldito?—Gritó este, mientras los estudiantes los rodeaban.
—Bueno, hipotéticamente hablando, lo soy.—Dijo, con la voz temblorosa,—N-no estoy diciendo que seas menos inteligente que yo—Habló rápidamente cuando vio que el contrario apretaba su puño.—Pero sí dejarás de juntarte con Davies tal vez podrías recuperar una neurona o dos.—Albus se dió una palmada facial mental, cuando Scorpius estaba nervioso a veces se le iba la lengua y hablaba de más.
—¡Maldito mortífago!—Gritó el chico de Gryffindor, apretando la mandíbula, rabioso y levantó su puño dispuesto a golpear a Scorpius, pero una mano lo detuvo a medio camino.
—¿Qué cree que hace, señor Müller?—El joven Gryffindor palideció, al ver al profesor Malfoy sosteniendo la muñeca de su mano, con un poco de fuerza pero sin llegar a lastimarle.
Los estudiantes que estaban observando la escena jadearon en sorpresa, y terminaron de palidecer cuando Harry Potter apareció detrás del profesor Malfoy. Ambos profesores tenían una mirada seria. El auror y el profesor habían estado hablando mientras caminaban por los pasillos, y se toparon por casualidad con el alboroto.
—P-profesor Malfoy, yo...—Dijo Müller, balbuceando incoherencias.—Sólo estaba hablando con Scorpius ¿Verdad?—Y miró fijamente al rubio, quién sacudía su túnica y miraba a su padre.
—Sí, sólo hablábamos.—Habló Scorpius después de un rato, evitando la mirada de su padre, quién no le creyó ni un poco y lucía un poco triste y decepcionado.—Hablábamos de como le faltan valores y modales.—Ese día se sentía lo suficientemente valiente como para decirlo en voz alta, sus latidos estaban acelerados por la adrenalina y el nerviosismo.
La verdad es que aquella mañana de sábado, luego de una semana y media del inicio de clases, se había levantado temprano con la intención de buscar a Oliver Davies y su grupo para confrontarlos. Quería pedirles una tregua pacífica para que dejasen a Albus y a él en paz, pero honestamente, ellos no colaboraron, incluso lo encerraron en un armario y emplearon un hechizo para que no pudiese ser abierta la puerta desde adentro, en dónde estuvo la mayor parte del día hasta que Mei Ruan lo encontró sentado hecho un ovillo en el suelo junto a las escobas. Estaba muy molesto y cansado.
—¡Serás cabrón!—Gritó el muchacho, rojo de la rabia.
—¡Müller, a mi oficina! Ahora.—Exclamó Harry, molesto. Los estudiantes que todavía estaban ahí chismoseando, soltaron un "Uyy" en unísono. Draco le dirigió una mirada rápida a Harry, quiénes parecían de alguna extraña manera comprender lo que quería decir el otro sin decir palabra alguna.
Müller siguió a Potter, de repente muy pálido y sudando frío, luciendo un poco enfermo y como sí hubiese visto un dementor, ambos se perdieron por los pasillos.
—¡Vayan a sus clases!—Dijo Draco a los estudiantes que todavía estaban ahí, y estos de inmediato se alejaron del lugar, temiendo ser castigados o que les quitarán puntos de sus respectivas casas.—Scorpius,—Dijo, con la voz un poco más suave pero de igual forma severa—Sígueme.
Y Scorpius supo, que probablemente, su padre lo iba a regañar. Pero cuando entró a su oficina y este lo abrazó, las posibilidades de un regaño fueron reducidas a cero.
—Lo siento hijo,—Draco sabía que era su culpa el trato que recibía su hijo, era por su historial y reputación manchada,—De verdad lo siento.
Scorpius no comprendía por qué su padre se disculpaba con él. Tal vez los demás no lo sabían, cegados por los prejuicios, pero él sabía que detrás de esa fachada fría y seria de su padre, había una persona sensible.
—No tienes que disculparte papá.—Le aseguró el menor.
Y le explicó sobre Davies y sus amigos, quiénes no lo acosaban sólo a él, sino a Albus y varios estudiantes más. Su padre le aseguró que tomaría las medidas necesarias con ellos, y que sí de alguna manera se sentía amenazado le dijera de inmediato.
—No más secretos ¿Sí?—Dijo su padre, y Scorpius sintió la necesidad de quejarse, pensando en el misterio que rodeaba a su abuelo paterno y lo injusto que era que no conociera ni siquiera como lucía.
—No más secretos.—Respondió suavemente, pensando en el giratiempo que tenía guardado en su bolsillo. Tal vez, debía guardar sólo un secreto.
Draco habló con él durante un rato, hasta que lo dejó irse, alegando que el más joven debía estudiar y descansar un poco. Se retiró de su oficina sintiendo la mirada de su padre sobre él, y temió que este supiera que no había sido honesto.
Apretó el giratiempo dentro de su bolsillo, jugueteando con el y sintiendo una profunda curiosidad siguió caminando hasta la sala común de Slytherin. Aquel día, tampoco lo utilizo, pensando en las consecuencias.
