El Secreto de Khug Morna
Habían pasado varias semanas tras el incidente con los lethrblakas, y tanto como Vlad como Vulcan ya estaban perfectamente recuperados. Por alguna razón, no les habían regañado por meterse en aquel lío, aunque suponían que Balerion había intercedido por ellos, y como era uno de los fundadores de la Orden del Dragón, tenía derecho a veto.
Sobre el aliento de fuego blanco de Vlad, había pocas respuestas, quedaba claro que ese aliento no tenía ni pizca de oscuridad, así que uno de los relatos de Galbatorix, quedaban totalmente refutados, pero presentaba otras preguntas. ¿Ese aliento, podía usarlo a su antojo, o sólo en momentos de necesidad?, ¿podría llegar a controlarlo?, Vlad era el único dragón con fuego blanco, y los alientos eran hereditarios por la raza, así que… ¿Cuál era su origen? No se conocía a ninguna otra raza de entre los dracónidos, cuyo aliento fuese fuego blanco. Aunque había cosas demostradas. Vlad había lanzado ese aliento anteriormente, contra Shruikan, y ahora era objeto de estudio por parte de Gandalf, Paarthunax y Balerion, para saber en qué circunstancias podía exhalarlo y cuál era su potencial; la autopsia realizada al lethrblaka, reveló que la muerte fue provocada por la fuerza generada por los alientos combinados de Vlad, Vulcan y Hrom, aunque sospechaban que el aliento de Vlad había anulado de algún modo la protección de magia oscura que tenían en su piel, así que aquellos tres dracónidos se habían unido a un pequeño grupo de "polluelos" que habían conseguido derribar a un lethrblaka adulto (y que habían sobrevivido al intento), Areagon sólo tenía constancia de unos pocos en la historia reciente, además de ellos, se encontraban Dargurth (Muerte Roja), el dragón de color rojo sangre de Morzan, el hijo menor de Galbatorix, el propio Shruikan, y Fafnir, el dragón blanco de Arathorn, su abuelo.
Aquella tarde, Areagon estaba enfrascado en una lectura en la biblioteca real, rodeado de libros sobre criaturas tenebrosas, mientras tomaba apuntes para finalizar el trabajo que le habían pedido Halbarad, Khug y Brom.
-Alteza… -dijo un guardia, poniéndose firme ante él.
Areagon, o no lo oyó por estar concentrado, o directamente le ignoró, no le agradaba que le molestaran y menos cuando sospechaba que eran cosas de protocolo. El guardia carraspeó impaciente, haciendo que Areagon levantara la vista con odio.
-Mi señor, el Rey y la Reina me han solicitado que le acompañe hasta el Salón del Trono -se movió nervioso.
Areagon bufó, marcó la página del libro que estaba leyendo con un pergamino, se ciñó la espada al cinto, se colgó el arco y el carcaj a la espalda y siguió al guardia por los pasillos de la ciudadela, hasta que finalmente llegaron a ella, los guardias abrieron las puertas y le permitieron el paso.
A Areagon le extrañó llegar allí y no encontrar a nadie, inconscientemente, llevó la mano a la empuñadura de su espada, cuando oyó cómo se abría una de las puertas laterales, y en la sala entraron sus padres, Brom, Eragon, Tauriel, Herendil y el profesor Dumbledore.
-Areagon, ven… -le llamó su padre, aquello le tomó por sorpresa.
Areagon se acercó a ellos.
-¿Está bien Harry?
-Tranquilo muchacho, tus amigos están bien -le calmó Dumbledore- pero hay algo que debemos discutir… Hace tres días, dos miembros de la Orden del Fénix regresaron de Albania, estaban buscando el rastro de Lord Voldemort, pero fueron emboscados, y uno de ellos fue herido por esto… -puso en una mesa un paquete y lo desenvolvió, en su interior había una flecha negra, maltrecha y oxidada, cubierta de sangre reciente.
-¿Sabes qué tipo de flecha es, Areagon? -preguntó Brom como si estuvieran en clase.
Areagon la examinó por unos segundos, observó cómo estaba fabricada, su longitud, el tipo de punta… Cuando se sorprendió al reconocer su origen.
-¡Trasgos de montaña! ¿Qué demonios hacen trasgos de montaña en Albania? -preguntó Areagon sorprendido.
-Eso es algo que intentamos averiguar -dijo Arya- acabamos de enviar exploradores de la Orden del Dragón para que reconozcan la costa, y otro grupo irá a Albania, aunque seguramente ya se habrán marchado de la zona…
-Eso nos deja con otro asunto -dijo Dumbledore- puede que Lord Voldemort no pueda atacar a Harry en el mundo mágico o muggle por la protección que le dió su madre al morir, pero si ha formado alianzas con los trasgos, Harry y muy posiblemente Hogwarts, corren serio peligro…
-Me temo Albus, que tenemos otro problema grave -dijo una voz conocida, que resonó en la estancia y una figura embozada en una capa verde surgió de entre las sombras, en el lado izquierdo de su cadera colgaba Anguirel, una espada larga hecha por los elfos, mientras que en su mano derecha, llevaba una varita.
-¿Quién eres? -le preguntó Dumbledore a la figura encapuchada, mientras entrecerraba los ojos, para intentar descubrir su la identidad del desconocido.
-¡Oh! ¿Tan rápido olvidas a alguien a quien permitiste que mandaran a Azkaban sin juicio previo? -escupió el encapuchado, entonces, sin soltar su varita, dejó caer su capa, revelando su identidad.
Era Khug Morna.
-¿¡SIRIUS!? -exclamó Dumbledore, al tiempo que levantaba su varita, apenas había logrado apuntar al pecho de su antiguo alumno, cuando sintió el frío acero rozando su piel.
Areagon y Eragon, los más próximos a él, y con los reflejos característicos de su raza, habían desenvainado sus espadas, Areagon había colocado la hoja rozando su cuello, mientras que Eragon hacía presión en un costado. Mientras que Tauriel había colocado una flecha en su arco y lo había tensado, lista para soltar.
-Yo que usted soltaría la varita… -le amenazó Areagon.
-Areagon… No tienes idea de quién es este hombre -dijo Dumbledore, Areagon fue a protestar lo conozco mejor que usted, pero fue interrumpido por su padre.
-Tiene razón -dijo Aragorn- nuestro hijo no sabe quién es exactamente el hombre que le ha criado como si fuera lo más cercano a un tío, pero usted tampoco sabe quién es Sirius Black en realidad, profesor -desenvainó a Aranruth y con sutileza, la situó cerca de la de su hijo- Suelte su varita… -ordenó- Y le daremos todas las explicaciones que nos pida, le juro que nadie le atacará.
Dumbledore pareció estudiar sus opciones, y al ver que sus posibilidades de sobrevivir a un enfrentamiento eran escasas, no tuvo otra que ceder.
-Está bien -dijo con voz ronca, y le entregó su varita a Eragon, que en cuanto la tuvo a recaudo, envainó su espada.
Aragorn y Areagon, envainaron las suyas propias, aunque Areagon, desconfiado, mantuvo la mano en la empuñadura de la suya. Sirius fue el último en guardar su varita, y se acercó a ellos con semblante serio.
-Sirius, no sé qué noticias traes -dijo Brom con toda naturalidad- pero creo que Areagon, Eragon y Tauriel merecen una explicación… Y creo que el profesor Dumbledore también debería oirla.
-Imagino, Albus, que me seguirás teniendo por un traidor -dijo Sirius con tranquilidad, entonces se volvió a Areagon, Eragon y Tauriel- en cuanto a vosotros tres, espero que cuando acabe de explicaros todo, me perdonéis y que sigáis confiando en mí como habéis hecho hasta ahora… Albus, ¿quieres empezar tú? -preguntó con amabilidad, aunque con un deje de frialdad.
Albus asintió, y tras ordenar sus pensamientos, empezó su relato.
-Como habréis podido comprender, Sirius y yo nos conocemos desde hace años, no solo fue mi alumno, sino que también fue miembro de la Orden del Fénix, una orden de magos y brujas creada para combatir a Lord Volde… Tom Riddle -corrigió, al ver las expresiones de la Orden del Dragón que tenía delante- pero hay algo más que debéis saber… Sirius Black pertenecía a un grupo de amigos, compuesto por Remus Lupin, Peter Pettigrew, a quien asesinó a sangre fría junto a un grupo de muggles -Areagon volvió su vista a Sirius, y de Sirius a sus padres y a Brom, ¿por qué no ordenaban que le prendieran, o, incluso, por qué no lo ejecutaban ahí mismo?- y su mejor amigo, James Potter, al que vendió a su oscuro amo… Les vendiste, Sirius, vendiste a James, a Lily y a Harry a Lord Voldemort… ¿Por qué? De un valeroso y caballeroso Gryffindor, ¿¡cómo fuiste capaz de postrarte ante esa serpiente!? ¿Cómo pudiste traicionar a tu mejor amigo? Y lo peor… ¿¡Cómo fuiste capaz de vender a Harry a ese monstruo, a tu propio ahijado!?
Areagon estaba en shock, no sabía qué hacer ni qué pensar.
Khug Morna, ahora Sirius Black, una de las personas que habían sido un pilar para él, no solo en su educación y formación como Jinete de Dragón. Sino que además, pertenecía a su círculo más cercano… Aunque no compartieran la misma sangre, eran familia. ¿Era realmente un traidor como había dicho Dumbledore?
Areagon recibió un codazo por parte de Eragon, estaba tan perdido en sus pensamientos, que no había escuchado cómo sus padres y Brom le llamaban.
-Perdón -se disculpó- por favor, continuad…
-Bueno, Dumbledore ha dado una descripción bastante acertada de los hechos ocurridos antes de que yo ingresara en la Orden del Dragón, -dijo Sirius- pero con una diferencia… -Miró a Areagon a los ojos- Yo nunca traicioné a James, a Lily o a Harry… Pero me siento como si los hubiera traicionado yo -suspiró y miró con tristeza a Dumbledore- debimos haberte hecho caso, Albus… -Sirius calló de rodillas y empezó a llorar- Nunca… Nunca debimos confiar en esa rata apestosa…
El anciano profesor dió unos pasos hacia su antiguo alumno.
-Sirius. ¿Qué quieres decir? -preguntó Dumbledore extrañado.
Pero Sirius no podía continuar hablando, había roto en llanto, y sus murmullos eran prácticamente ininteligibles, Aragorn conmovido por el estado emocional de quien se había convertido en casi su hermano pequeño, se arrodilló ante él y le apretó el hombro para confortarlo.
-Sirius… ¿Quieres que siga yo? -le preguntó Aragorn.
-Dadme un minuto -suspiró e intentó recobrar el aliento para continuar, cuando escucharon un canto, el canto de un fénix.
Hubo un chisporroteo, y en la sala apareció un fénix, voló hasta Sirius y lo envolvió con sus alas, confortándolo.
-¿Fawkes? -preguntó Dumbledore al fénix, que lo reconoció como al suyo propio, parecía sorprendido, los fénix nunca ayudaban a los impuros de corazón.
Sirius tosió para aclararse la garganta y continuó su relato.
-Debimos haberte hecho caso, Albus, debimos haberte nombrado a tí Guardián Secreto… Pero decidimos hacer caso a la idea que tuvo Peter… No fui yo el Guardián Secreto de James y Lily, fue Peter, tuvimos la genial -lo dijo como si quisiera escupir- idea de que yo haría creer a Voldemort que sabía dónde estaban para que fuera tras de mí, y así poder alejarlo lo máximo posible de ellos… ¡Pero esa maldita rata traidora fue derechito a contárselo! Tuve un mal presentimiento, fui directo al escondite de Peter, pero no estaba, así que me aparecí en el Valle de Godric, pero llegué tarde, James y Lily ya estaban… Cuando Hagrid recogió a Harry y lo llevó a Privet Drive, decidí ir tras Peter para capturarlo, y conseguí dar con él…
-Y lo mataste… -siguió Dumbledore por él.
Sirius negó con la cabeza, y con una expresión similar a como si hubiese comido algo muy amargo, continuó.
-Me hubiese gustado matarlo, pero prefería ver como los dementores le daban un beso, así que fui tras él para capturarlo y llevarlo ante el Ministerio de Magia, pero Peter me venció… Me acusó de haber traicionado a James y a Lily, y abrió la calle a sus espaldas con un hechizo explosivo… Y luego desapareció.
-Lo único que encontraron de Peter fue… -dijo Dumbledore.
-Un dedo -dijo Sirius- el maldito desgraciado se lo cortó, y luego se fue por una alcantarilla, transformado en una rata -los ojos de Dumbledore brillaron, pero no dijo nada- perdí la cabeza, Peter me había superado, y había perdido a toda la familia que me quedaba… Me arrestaron los del GOME, y por órden de Crouch, me llevaron directo a Azkaban, pero a mitad de camino, aparecieron dos Jinetes de Dragón, me "liberaron" -hizo las comillas con los dedos- y me trajeron a Minas Tirith, donde me juzgaron y me absolvieron, y entonces, en cuanto Alwaid me aceptó como compañero, ingresé en la Orden del Dragón -Areagon fue a interrumpir, pero fue detenido por una mirada de su madre- y me destinaron a Osgiliath, cuando Areagon empezó a dar signos de magia, el primer numenoreano en ser mago desde tiempos muy antiguos, Aragorn y Arya fueron a verme… Yo no sabía que James y Lily habían pertenecido a la Orden hasta que ellos me lo contaron, entonces fui nombrado como uno de los tutores directos de Areagon, bajo la supervisión de Brom, cuando Dumbledore pidió ayuda a la Orden del Dragón…
-Fuiste tú quien convenció a Aragorn y Arya sobre mandar a Areagon a Hogwarts -concluyó Dumbledore- él recibiría una buena formación mágica, a la vez que tu pupilo, a quien tú habías adiestrado, vigilaría a tu ahijado.
Sirius asintió, y se hizo un silencio prolongado, entonces sacó su varita, la puso en la sien y se concentró, y al separarla de su piel, pareció que un hilo de plata se había adherido, tomó un pequeño frasco y se lo entregó a Dumbledore.
-Deberías ver esto en tu pensadero, y luego volver -le sugirió Sirius al anciano director- luego hablaremos de algo preocupante.
Dumbledore se desapareció por un fogonazo de Fawkes.
-Sirius, ¿qué es eso tan preocupante que te ha hecho exponerte a Dumbledore? -preguntó Brom.
-En cuanto vuelva Albus lo comentamos, esto requiere una respuesta conjunta de la Orden del Dragón y de la Orden del Fénix…
-¿Tan grave es? -preguntó Herendil.
Sirius guardó silencio y miró a Areagon, Eragon y Tauriel.
-Gracias por haberme defendido sin saber toda la verdad -les dijo agradecido- aún con las acusaciones tan graves que formuló Dumbledore contra mí, me defendisteis…
-¿Por qué no nos dijiste que eras el padrino de Harry? -preguntó Areagon con tono acusador.
-Creo que es obvio, Areagon -dijo Eragon- si hubieses escuchado que Sirius Black era el padrino de Harry y hubieses escuchado que era un traidor asesino, y luego hubieses visto una foto suya o hubieses vuelto a Endor a impartir una falsa justicia, o lo hubieses defendido y eso te hubiese colocado en una posición comprometida…
-En realidad no contártelo desde un inicio fue un error de cálculo, y no habíamos vuelto a pensar en ello -admitió Aragorn- ninguno de nosotros, no fue solo culpa de Sirius, ahora podemos organizarlo mejor…
Hubo otro fogonazo, y volvió a aparecer Dumbledore.
-¿Animagos? -preguntó Dumbledore- James, Peter y tú, ¿erais animagos?
-¿Anima-qué? -preguntó Eragon.
-Animagos -respondió Areagon- magos que pueden transformarse en un animal y volver a su forma humana a su antojo .
Sirius asintió a la pregunta de Dumbledore, y sus ojos brillaron.
-Minerva estaría orgullosa de vosotros…
Sirius volvió a mirar a Dumbledore y recordó por qué había decidido volver a mostrarse.
-Lo que nos lleva al punto de que tenemos un problema grave…
-¿Qué quieres decir?
Sirius sacó un ejemplar de "El Profeta" y lo dejó caer sobre la mesa, en ella había una foto de Ron y su familia…
-Scabbers -dijo Areagon- la rata de Ron…
-Podría reconocer en cualquier parte a esa rata asquerosa -dijo Sirius con odio, y luego miró a Dumbledore- si se entera de que Voldemort está recuperando fuerzas, está en la mejor posición para atacar a Harry.
-Yo ya os dije que olía fatal -dijo Jock, que había salido de la capa de Areagon- ¿qué vamos a hacer, Capitán Black?
-¿Vamos? -preguntó Sirius.
Areagon lo miró con el ceño fruncido.
-Que esté algo molesto con usted, Capitán -dijo Areagon, utilizando adrede su cargo para que notara que estaba realmente molesto- no quiere decir que vaya a permitir que haga esto usted solo… Sea lo que sea -sonrió- cuenta conmigo.
-Areagon, eres demasiado jóven… -dijo Sirius.
Brom, Aragorn, Arya y Herendil se miraron.
-Demasiado jóven, y, sin embargo, sigue siendo la mejor baza que tenemos para proteger a Harry -dijo Dumbledore- me temo que este año vamos a tener que abusar de tus habilidades, Areagon.
-¿Qué tiene en mente, profesor? -preguntó Areagon.
-Hay que limpiar el nombre de Sirius, hay que capturar a Peter, y hay que proteger a Harry… -dijo el anciano director- me temo que es pedirte demasiado…
-No irás solo a Hogwarts este año -dijo Aragorn- no, no es que no me fie de mi propio hijo -añadió al ver la cara de Areagon- pero te irá bien tener más manos y ojos.
-Aragorn, qué… -iba a preguntar Dumbledore.
-Hace dos años, cuando viniste pidiendo ayuda para proteger a Harry Potter, te dije que la Orden del Dragón iba a poner recursos para ayudarte a protegerlo -dijo Aragorn- la situación está en escalada y no podemos permitirnos ningún error… Herendil… Convoca a la Guardia de la Noche, ahora.
-Majestad -Herendil hizo una pequeña reverencia y salió con paso enérgico de la sala.
-Sirius, Brom… -dijo Arya- es la hora… Areagon, ve a tu habitación y espera a que te llamemos.
-Pero… -fue a protestar.
-No hay discusiones, Areagon, ve a tu habitación -dijo Aragorn- en cuanto a vosotros dos, salid fuera, Alwaid, ¿puedes quedarte con ellos un rato?
Eragon y Tauriel fueron los primeros en salir, seguidos Alwaid; en cambio, Areagon se fue con Jock a regañadientes, escoltados por varios guardias, algo que no le sentó nada bien. Mientras en la Sala del Trono, hubo unos breves instantes de tenso silencio.
Dumbledore, que seguía quieto cerca del períodico, no entendía nada, al igual que los jóvenes antes de que les hicieran salir.
-¿De verdad está preparado? -preguntó Aragorn a nadie en particular.
-Está lo mejor preparado que puede estar -dijo Sirius- les saca ventaja a todos, excepto a Eragon y a Tauriel, y yo diría que se complementan bastante bien.
-Opino igual -dijo Brom- me recuerda a una combinación de vosotros dos cuando teníais su edad…
Unas puertas laterales se abrieron, y por ellas aparecieron Herendil, Erunion, Eowyn, Halbarad, y varios oficiales de la guardia.
-¿Qué ocurre? -preguntó Halbarad en cuanto vio a Sirius y a Dumbledore en la misma sala.
-De eso ahora os enteraréis, pero el tiempo apremia… -dijo Aragorn- ¿en cuánto tiempo podéis estar en Hogwarts?
-¿Hogwarts? -preguntó Eowyn, pero fue interrumpida.
-Si es una salida urgente, podemos estar de camino en apenas una hora, tal vez dos -respondió Erunion- ¿por qué?
-Porque vais a proteger a Harry Potter de un sirviente de Tom Riddle, -dijo Arya- y porque Areagon no va a ir como un estudiante más…
-¿En qué piensas, Arya? -preguntó Dumbledore, seguía sin entender nada de todo aquello, pero fue interrumpido por Aragorn.
-Halbarad, ve a buscar la espada de Areagon…
-Pero si Areagon ya llevaba una espada… -dijo Dumbledore.
-La espada que lleva Areagon en el cinto la forjaron para mí cuando estuve en la escuela de jinetes -explicó Halbarad- y luego se la cedí a él… Pero por su linaje, no es esa la espada que debe portar, y si Sirius y Brom dicen que está listo… -se volvió a Aragorn- voy a buscarla -y se marchó acompañado de Erunion.
Unas horas más tarde, el Salón del Trono estaba prácticamente irreconocible.
La gran mesa donde habitualmente se sentaban como una gran familia, había sido retirada por completo; y en los balcones interiores, colgaban multitud de banderas negras del Reino Unificado; la Guardia Real había dejado su habitual uniforme de brigantinas, y los habían sustituido por corazas de placas, pulcramente pulidas; y desde la puerta principal hasta el trono, habían colocado una alfombra roja.
Areagon estaba tumbado en su cama, preguntándose qué estaría pasando, pues hasta su dormitorio llegaba el murmullo y el trasiego de la gente del palacio, cuando unos golpes llamaron a su puerta.
-¿Sí? -dijo con hastío y sin levantarse de la cama.
La puerta se abrió, y por ella entró el profesor Dumbledore, que llevaba unas ropas entre sus brazos, y parecía tan desconcertado como él.
-Tus padres me han pedido que te pongas esto -dijo el director, dejándolas sobre su cama- y me han pedido que te diga, que solo tomes a Angrist y tu varita, y que bajemos al salón cuando estés listo.
-Profesor… ¿Sabe que está pasando?
-Esperaba que me lo dijeras tú… Hablo muchos idiomas, pero los vuestros son realmente complicados, y desde que te hicieron volver a tu habitación, solo han usado las lenguas de aquí.
Areagon se extrañó, se levantó y fue a vestirse sin decir palabra, cuando terminó, Dumbledore no pudo decir palabra.
Llevaba unas botas de montar de piel de dragón, unos pantalones negros y un gambesón del mismo color, y por encima, una coraza de placas, pulida como el espejo y adornada con el escudo del Reino Unificado; en su cadera derecha, se encontraba Angrist, y en su antebrazo izquierdo, su varita mágica.
No tardaron en bajar al Salón del Trono, escoltados por los mismos guardias que le habían acompañado hasta su habitación. Al llegar al Salón del Trono, abrieron las puertas y entraron solos Areagon y Dumbledore, ambos se quedaron mudos. Allí estaban todas las casas nobles, no sólo del Reino Unificado, sino también de Rohan, Rivendell, Lothlórien, el Bosque Verde, el Reino de Valle, Rhun, el Principado de Ithilien y los reinos enanos, encabezados por Hrothgar, Thorin, Fili y Kili.
Areagon prefirió no mirar a los lados, mientras notaba las miradas clavadas en él, y apretó el paso para llegar cuanto antes hasta sus padres y su abuelo, que fue el primero en hablar.
-Queridos amigos, hermanos en tiempos felices y en tiempos de guerra, se os ha convocado hoy, en Minas Tirith, por varios asuntos importantes… -se apartó y permitió que Aragorn prosiguiera.
-Hace unas horas, nos hemos enterado de que un servidor de Tom Riddle está en la posición perfecta para acabar con la vida de Harry James Potter, es por ello, que he decidido enviar una vez más a mi hijo a Hogwarts para protegerle, pero no solo como alumno, sinó como Príncipe de Annúminas -hubo un silencio prolongado, apenas roto por algún murmullo- Areagon, arrodíllate…
Areagon se arrodilló, casi a regañadientes, sabía que Eragon les habría contado que le dió una órden como príncipe, y no como amigo, así que sabía que no podía protestar. Mientras su padre desenvainaba a Aranrúth.
-Yo, Aragorn Telcontar, rey del Reino Unificado, y Comandante de las huestes de Arnor y Gondor, te nombro a tí, mi hijo, Areagon Elessar Telcontar, Príncipe de Annúminas y Montaraz del Norte -la hoja de la espada hizo un tintineo metálico al tocar la coraza de placas, y finalmente, tocó su nuca- en pié, hijo mio -y se hizo a un lado con la espada.
Arathorn tomó la mano de su nieto, y le puso el anillo de Barahir en el dedo índice de la mano izquierda, y de un cojín, tomó la corona de príncipe, y se la ciñó con cuidado.
-En pié, Príncipe Areagon -dijo con una sonrisa.
Areagon se levantó, y se encontró con la mirada orgullosa de su madre.
-Creo que te falta algo muy importante -y se volvió a Halbarad, que asintió con una sonrisa en la cara, y le entregó un objeto alargado, cubierto por una tela. Entonces, Arya descubrió la empuñadura de una sencilla espada bastarda, y se la tendió a su hijo, que al tomarla, tal y como mandaba la tradición, la desenvainó. En su hoja, relucieron unas runas élficas "Taminned imi Imladris. Lercuvanten i móli Mordórëo", que en la lengua común significaba "Forjada en Rivendel. Que los esbirros de Mordor huyan de mí".
-Formengil -dijo Gandalf con una sonrisa- la Espada del Norte, Elrond ordenó forjarla cuando el Rey Elessar cumplió la mayoría de edad, mucho antes de que reforjaran a Andúril para la Guerra del Anillo.
-¡LARGA VIDA A AREAGON TELCONTAR! -bramó Halbarad de pronto- ¡PRÍNCIPE DE ANNÚMINAS!
-¡LARGO Y PRÓSPERO SEA SU FUTURO REINADO! -contestó mucha gente de la sala.
Notas del autor:
1)
"Khug", es diminutivo de "Khugan", que significa "Sabueso" en quenya.
"Morna", significa "Negro", también en quenya y en sindarín (morn).
Como Sirius es la estrella del perro de Orión… Me pareció divertido traducirlo al quenya como "Sabueso Negro"... Lo sé, se me va la olla. Y alguien que conozco me va a matar al descubrir que llevo sacando a Sirius Black (su personaje favorito) desde casi el inicio de la historia.
2)
En un inicio, este iba a ser el tercer/cuarto capítulo del fanfic, pero ese mismo alguien (megafan de Sirius Black), me pidió que desarrollara más la historia. De hecho, este capítulo llevaba escrito desde hacía más de 3 años, y evidentemente, he tenido que editarlo lo mejor posible, tanto para que no haya "agujeros de guión", que seguro que me he dejado algo y los habrá, y tampoco de hacer spoilers (que en este capítulo, se iban a producir por lo menos dos, y que he decidido que ocurran más adelante para no sobrecargar).
