Incompleto.
Un alboroto afuera le despertó, se encontraba en la más absoluta oscuridad, afuera la voz de Gaara sonaba alterada, alguien más gritaba, sin embargo las voces le llegaban como una especie de cacofonía estruendosa. Ino se irguío intentando ubicarse, en sus manos tenía un objeto pequeño, esta era su planta que moría lentamente por la falta de agua, intento volver a escupir en ella pero ya tenía la boca demasíado reseca para eso, la dejó con cuidado a su lado y caminó hacía la salida.
Afuera se sorprendió de que Gaara hubiera dejado morir el fuego, sería dificil encontrar las cerillas en medio de la oscuridad, su pie pisó accidentalmente la pequeña lámpara de aceite, se sentía cada vez más disgustada, pero entonces miró arriba en la dirección a donde Gaara gritaba y gesticulaba, vio un hombre completamente desconocido, al que su compañero advertía de no entrar al pozo.
―¡No bajes! ¡Perderás tu chakra si lo haces! ¡Usa la polea! ―gritaba Gaara.
Ino no comprendia nada "¿chakra? ¿qué cosa es chakra?" le parecía que Gaara había perdido completamente la cabeza, el hombre de arriba entonces desapareció de la vista y Gaara, loco de la alegría se acercó a ella, abrazandola. Ino se quedó inmovil, muy pensativa, "chakra", claro que sabía que era chakra, estaba allí porque no podía usar chakra, entonces antes podía usarlo, lo había perdido, algo se lo había quitado, sus pensamientos eran confusos...
Entonces vieron la polea balancearse sobre sus cabezas, aún muy arriba, su silueta, antes aterradora se recortaba dramaticamente sobre el cielo nocturno, tenuemente iluminado por la luna llena, podían escuchar el esfuerzo de Kankuro que empujaba la maquina solo, un hombre haciendo en la soledad del desierto el trabajo de tres, sus gemidos de esfuerzo y sus resoplidos les llegaban tan claramente como si estuvieran a su lado.
Faltaba muy poco, solo un par de esfuerzos más y podría sacar a su hermano de aquel asqueroso pozo. El pensamiento de Kankuro estaba tan concentrado en esta tarea que no escuchó los pasos, la respiración agitada de los caballos, ni el rumor de la arena, solo reaccionó cuando sintió el silbido del aire cerca de su cabeza, de inmediato saltó a lo alto de la grúa. Desde arriba, se apresuró a dejar caer la cuerda dentro del agujero para liberar a Gaara. Le había atacado un hombre alto y robusto, que se mantenía agazapado con un grotesco cuchillo curvo en la mano, listo para volver a saltar sobre él, más allá otro hombre delgado, les miraba inmovil, desde varios metros más atras. Estos erán los secuestradores. Detras de ellos había una buena cantidad de animales, recios ponies cargados con bultos y tinajas diversas. Era muy posible que vinieran más hombres. Kankuro pensó que lo mejor sería reducir a los presentes antes de que recibieran refuerzos, el hombre delgado no parecia un problema, pero el hombre del cuchillo era otra historia, babeaba por la emoción del combate.
Kankuro cayó desde la altura como un rayo en medio de la noche, su taijutsu era excelente, le ofreció a su oponente una veloz sucesión de combinados de patadas y puñetazos, en por los menos tres ocasiones sintió el dolor que producían los impactos de la carne de su oponente contra su pie o sus puños, en otros solo percibió el aire acelerado por su golpes en falso, sin apenas pausas vió un puño a escasos centimetros de sus ojos, una masa enorme de dedos y piel que esquivó en el ultimo instante, de inmediato sintió una detonación de dolor contra su flanco, el ataque a su rostro era una finta, resolló debilmente y descendió todo su cuerpo a ras del suelo, derrapó con su pierna como un bailarín de break dance derribando a su oponente, con un par de movimientos estuvo sobre él esforzándose en librarse del peligro de aquel cuchillo tan parecido a una hoz, se irguió seguro sobre su oponente y realizó un sello de manos, entonces lo notó, despues de ejecutar el sello no se activó el jutsu, en lugar de ello su oponente maniobró el arma de manera que le hizó volar las puntas del flequillo, Kankuro repitió el sello de manos y acto seguido el puño de su enemigo se estrelló dolorosamente en su quijada haciéndole tronar los dientes, escuchó tras suyo algo así como una carcajada y antes de recibir otro puñetazo se impulsó con sus poderosos muslos lo más lejos posible de su oponente. Algo extraño pasaba, su chakra se había estancado momentaneamente al acorralar al tipo del cuchillo, y ahora que estaba lejos de él volvía a fluir.
Se quedó de pie a una distancia prudencial de ambos sujetos, el hombre del cuchillo sonreía confiado, estaba algo sucio de arena, ciertamente más despeinado que antes, su baba ahora era un tanto sanguinolenta pero no parecía muy preocupado; el otro hombre se reía todavía, se había sentado en un fardo y lo miraba con una expresión falsamente amable, ladeó la cabeza y le dirigió la palabra conciliador:
―No podrás ganarle. ―sonaba seguro.
Kankuro guardó silencio, su atención estaba casí completamente dirigida al tipo del cuchillo, no tenía ganas de hablar con nadie que se hubiera atrevido a privar de libertad a su querido hermano. Esto era algo que ni siquiera le había perdonado a su padre.
Todavía no comprendía que pasaba con su chakra, recordaba haber extendido un hilo de chakra hasta la grúa para evitar caer al pozo pero este hilo se había desvanecido misteriosamente, Gaara había dicho algo sobre perder el chakra y el pozo, todo aquello debía estar relacionado, la pregunta era ¿Cómo?
No hubo demasiado tiempo para pensar, su oponente se dirigia hacia el en una carrera desforada riendo como un loco, Kankuro se preparó para recibirlo, no comprendía muy bien lo que pasaba pero tenía claro que no era seguro confiar en su ninjutsu, en lugar de ello recibió la embestida sólido como una pared, en la postura del caballo se aseguró de apresar la mano armada de su enemigo, lo logró y con un par de movimientos duros y precisos giro el brazo y lo dislocó desde el hombro, la mano temblorosa del hombre dejo caer al suelo el cuchillo casi al mismo tiempo que escucho una especie de fuerte bufido, en otra ocasión habría soltado a su oponente pero este era un día especial, un certero golpe en la nuca acabó por derribar al hombre.
Más allá, el hombre sonriente de pronto había dejado de reír, lo miraba con la boca abierta, completamente incredulo. Kankuro no estaba saciado, dejó a su hombre insconciente sobre la arena y se encaminó seguro hacia el hombre delgado, este le dirigió una sonrisa extraña mientras se ponía de pie, acto seguido corrió miserablemente hacía uno de los caballos, ahora que se alejaba del cuchillo y de pozo Kankuro volvió a sentir el flujo de su chakra, dió un salto prodigioso que lo puso frente a frente con el hombre que huía y sintiendose completamente harto de la situación propinó un solo golpe demoledor entre lo ojos de su oponente, evidentemente este hombre no era capaz de luchar. Sacó cuerdas de lo bultos y ató con ellas a lo caravaneros, debía apresurarse así que hizo bajar lo más rapidamente la polea al fondo del pozo.
No esperaba lo que pasaría a continuación.
Gaara e Ino habían vuelto a encender la lampara de aceite y estaban de pie, muy juntos, parecía que llevaban algo pequeño en las manos, ignoraban la polea y no hacían ningun esfuerzo para subir.
Esforzándose mucho Kankuro pudo descubrir una planta en las manos de Ino.
‒¡Hermano, suban!
‒No podemos... ‒la respuesta de Gaara era completamente insensata, inexplicable.
