- ¡ERES UN CRETINO! ¡¿CÓMO PUEDES DECIR ESO, MALDITO?

Kohaku se levantó, entre furiosa y con lágrimas asomándole en los ojos, tomó sus cosas rápidamente y se fue, dando un fuerte portazo. Siguió caminando a paso rápido, con los ojos escociéndole por las lágrimas que se estaba aguantando. ¿Relmente Senku se había atrevido a decirle algo como eso? Era el colmo, no podía haber sido más imbécil y grosero, por no hablar de que evidentemente no confiaba en ella, y eso era lo que la enojaba, pero aun más le dolía. Estaban saliendo hace no más de un mes, conociéndose de a poco, pero todavía no había verdadero amor entre ellos, o al menos ella no tenía ese tipo de sentimientos por él, y era evidente que él no los tenía por ella. Se gustaban mucho, sí, y ella hubiera querido más, estaba lista para dar el siguiente paso en su relación.

Pero con lo que venía pasando últimamente de que Senku sólo la consideraba una "amiga" delante de todos, había comenzado a resentirse y tener sus dudas, y ahora esto…no, no podían construir nada verdadero sobre esas débiles bases. La confianza era lo primero en una relación, y esa confianza era lo que daba lugar al amor sano, el que perdura, así lo entendía ella, y en eso creía. Pero insinuar que ella era una chica fácil que se entregaría por dinero, eso era caer muy bajo, y ciertas cosas no tenían marcha atrás. Dolía, y sabía que iba a sentirse mal por un tiempo, la desilusión era demasiado fuerte, y la sensación de pérdida también. Pero cortar con él lo que sean que fueran, más allá de la amistad que podría llegar a perdurar, quizás, era la mejor decisión, y no necesitaba pensarlo mucho más, sabía que algo se había roto, tal vez fuera su corazón.

¿Era posible querer gritar, llorar, y romper algo, todo al mismo tiempo? Porque así se sentía. Echó a correr, porque era lo único que pensaba que podía calmar la energía que bullía dentro de ella, y llegó hasta un parque cerca del centro. Allí había un árbol enorme y fuerte, de esos que no se sacudían ni un poco por una patada humana, al contrario, el atacante era el que salía herido por la rasposa corteza que tenía. Llevaba puesta una pollera, era seguro que le iban a salir moretones y cortes si descargaba su ira contra el árbol, pero no le importaba ni un poco. Comenzó a dar patadas como si el árbol fuera su oponente, varios minutos sin parar, y unas lágrimas cayeron de su rostro, aunque no sabía si eran de dolor físico o emocional. Pero siguió así hasta que escuchó una voz a sus espaldas.

- Lo que sea que te haya hecho ese árbol, debe haber sido grave para que le pegues así.

Kohaku se volteó rápidamente, porque dicha voz le sonaba conocida, y vio que era Stan el que la miraba con una sonrisa burlona, cargaba en sus manos unas bolsas de compras. Chasqueó la lengua, molesta, y abandonó su ataque.

- Fue un buen sustituto para mi descarga.

- ¿Y se puede saber a qué viene tanto enojo y ganas de auto-infligirte daño? –señaló con su cabeza la pierna raspada y colorada, y su expresión se volvió entre seria y preocupada.

- Me peleé con Senku. Fui a visitarlo y terminé diciéndole lo de que anoche me quedé en tu casa por la lluvia. Pero el tonto malinterpretó todo, no confió en mí y encima me insultó de una forma que no voy a perdonar. Así que vine a descargar aquí toda la bronca que siento, aunque el árbol no se lo merecía.

- Hmm, entiendo –Se acercó más a ella, y entrecerró los ojos para mirar la lastimadura– ¿Me cuidas esto unos minutos? Ya vuelvo.

- ¿Qué? ¿A dónde vas? –Pero él ya se había dado vuelta y caminaba a paso rápido, vaya saber a dónde. Kohaku se sentó en el pasto a esperar, intrigada.

Unos pocos minutos después, lo vio volver con una pequeña bolsita en su mano. Antes de que pudiera preguntarle a dónde había ido, él se arrodilló junto a ella, y sacó una botellita de desinfectante, gasa y unas vendas.

- Podrías infectarte esa herida, y estoy seguro de que lo que menos te va a importar va a ser curarte, con lo alterada que estás. Permíteme.

Stan adelantó su mano, en un gesto para que ella estire su pierna hacia él. Se sentía avergonzada de que hiciera eso por ella. Apretó los dientes con fuerza cuando el desinfectante le ardió en la herida, pero se lo aguantó. A pesar de que la sostenía con firmeza, su tacto era gentil y cuidadoso, y rápidamente le hizo la curación y se la cubrió con las gasas y vendas. Le sorprendió lo prolijo que había quedado, y a la velocidad que lo hizo, pero recordó que él le había dicho que tenía entrenamiento militar, así que no debía ser la primera vez que hacía eso.

- Listo, ya está. Por las dudas límpialo dos veces por día, para evitar una infección.

- Gracias, no tenías por qué hacerlo.

- ¿Quieres hablar de lo que pasó?

- No, gracias. Creo que mejor me voy a mi casa, no quiero seguir molestándote.

- No lo haces. Te dejo tranquila si así lo prefieres, pero si necesitas algo avísame, voy a estar en mi departamento. Si quieres cancelar la clase del lunes…

- No, está bien. Me siento mal por lo que pasó, pero no es el fin del mundo, lo superaré.

- Bueno. Hasta el lunes entonces, Kohaku.

- Hasta el lunes, gracias Stan.

El hombre levantó sus bolsas y se fue, y Kohaku se puso de pie y se dirigió a su casa. Ni su hermana ni su padre estaban en casa ese fin de semana, así que estaría sola para reflexionar y procesar todo lo que pasó. No lo iba a tener fácil, pero así eran las cosas.

Senku no le dirigió palabra en todo el fin de semana, ni siquiera para disculparse por la forma en que la insultó, y con eso ella confirmó que ya no quedaba más que ponerle punto final a lo que tenían. Inevitablemente lo iba a ver a él y a su padre en el restaurante, así que algún día tendrían que tener una charla para quedar en buenos términos, o sería muy incómodo para los dos. Aunque ya estaba mejor, era demasiado pronto para pensar que ya estaba bien, y la desconcentración le pasó factura tanto en la escuela como en su trabajo de darle las clases de japonés a Stan. El rubio lo notó, por supuesto, pero no quería traer el tema a colación. Cuando terminaron la clase, Kohaku le preguntó algo que le seguía dando curiosidad sobre su pasado.

- Sabes, ayer me quedé viendo una película, "La caída del halcón negro", y me acordé un poco de ti. Me dijiste que tenías entrenamiento militar, ¿no?

- Sí, fui soldado y piloto por unos años, en mi país.

- Oh… ¿y tuviste que ir al frente de batalla alguna vez?

- Sí, un par de veces. Pero me ascendieron rápidamente por mi desempeño general, y llegué a ser oficial así que desde entonces me dediqué a supervisar y dirigir operaciones. Pero eso sólo duró dos años, luego me retiré del frente, y como no quisieron perder mi experiencia, me derivaron a lo que hago ahora, instrucción de tiro.

- Pero eras muy joven entonces…

- La mayoría de los soldados son jóvenes, tal vez demasiado.

- ¿Y por qué decidiste ser soldado?

- Para ayudar a mi familia. No estábamos en una buena situación económica, y la paga de un soldado era muy superior a cualquier otro trabajo, pude ayudar a mantenernos un tiempo.

Stan hablaba con una voz cada vez más queda, y sus ojos perdieron su luz por un momento. Kohaku creyó ver que la mano de él tembló ligeramente, pero cuando miró bien, estaba firme. Tal vez había sido su imaginación.

- Disculpa, voy a fumar afuera.

- Sí, claro.

Tal vez lo había incomodado al preguntarle eso, de seguro que tenía recuerdos muy difíciles de eso. Lo vio salir y apoyarse en la baranda del balcón, mientras fumaba. Decidió salir a acompañarlo, y ahí fue cuando vio un cenicero con una importante montaña de colas de cigarrillos. Había más de treinta, de seguro.

- ¿Te gusta mucho fumar? –Stan no la miró, pero sonrió muy ligeramente.

- No realmente, creo que es más un hábito.

- ¿Y por qué no lo dejas? No debe hacerte bien fumar tanto.

- No es una linda historia.

- ¿Eh? – Presentía que otra vez estaba tocando un tema delicado, aunque no se lo esperaba. Pero quería conocerlo mejor, y tal vez podía ayudarlo en algo. Últimamente tenía la impresión de que Stan era un hombre solitario– Puedes contarme, si quieres. Me gustaría entenderte.

- En esa batalla de la que hablé…tuve una misión de infiltración con mi mejor amigo de la milicia. Teníamos que llevar un mensaje de un batallón a otro, yo era su apoyo. Pero el enemigo nos sorprendió y lo capturó. –Paró de hablar un momento, sus cejas se fruncieron un segundo– Tuve que matar a mi amigo, él me lo pidió, mientras lo tenían de rehén.

El corazón de Kohaku se frunció, no esperaba algo tan terrible. Pero eso no explicaba lo del cigarrillo. Stan siguió hablando.

- Pero fue la primera vez que fallé un tiro, de los nervios, y no lo maté a primeras. A pesar del dolor, mi amigo logró matar a su captor con un cuchillo, y yo alcancé a matar al otro. Pero le había dado en el pulmón, y estábamos en el medio de la nada, no pude salvarlo. Y antes de morir, él encendió un cigarrillo, como si nada. Y me lo pasó para que fume con él, diciéndome que tenía que sobrevivir, que tenía que prometerle que iba a volver a casa, cosa que él no podría ya hacer. Desde ese día fumo, para no olvidar lo que pasó.

Kohaku no sabía qué decir… una sensación de náuseas y tristeza la invadió. Pero no pudo evitar notar la ironía que las palabras y las acciones de él encerraban.

- Pero…si fumas tanto, eso te hace mal. Perdona que te diga esto pero… ¿no estás acortando tu vida de esta forma?

- Sí, puede ser una contradicción –sonrió ligeramente, pero la sonrisa no llegó a sus ojos– Tal vez sea lo que estoy buscando, inconscientemente.

Eso fue demasiado. La rubia sintió su garganta cerrarse, de pura angustia. Y lo peor era que él se mantenía estoico, ninguna emoción se filtraba por sus ojos, como si de verdad lo hubiera aceptado. Se sentía horrible, y lo único que pudo hacer fue acercarse a él y darle un abrazo, aunque sabía que eso no alcanzaría para consolarlo.

- Perdóname Stan…por hacerte recordar esto. No era mi intención, pensé…

- No te preocupes, no lo sabías– Le apoyó la mano en la cabeza de ella, en una única y suave caricia, como si él la estuviese consolando a ella– Y ya aprendí a vivir con eso, no es como si hablarlo una vez más me afectara especialmente.

¿Cuántas cosas terribles había vivido Stan en su pasado? Y ella pensaba que era un hombre más superficial, pero no tenía ni idea. Como siempre veía su faceta seductora y atenta, aunque también ordenado y disciplinado, no se imaginó que podía tener un trasfondo tan oscuro, y tenía la impresión que eso rayaba la superficie. Estaba segura que él se ponía una máscara, una gruesa, para aparentar esa seguridad que siempre tenía. Le dio un escalofrío de sólo pensarlo. Aflojó su abrazo, sin saber qué decir, pero él lo solucionó por ella.

- Vamos, te llevo a tu casa.

- Hmm, sí, gracias.

Esa noche, el desempeño en el trabajo de Kohaku había sido bastante pobre, y tampoco pudo dormir mucho cuando llegó, no paraban de venírsele imágenes terribles a su cabeza sobre lo que habría vivido Stan, y para colmo su maldito cerebro le recordaba sus propias angustias con respecto a Senku, con quién tampoco había podido hablar todavía, para cerrar el tema de una vez y seguir adelante.

Pero el día siguiente vino con sorpresas, buenas, para variar. Stan la fue a buscar a la salida de la escuela, como todos los días, pero a mitad de camino Kohaku se dio cuenta que habían tomado otro camino, y cuando vio que ese era el recorrido para salir de la ciudad, le preguntó.

- Stan, ¿Por qué cambiaste de recorrido?

- No vamos a mi casa esta vez.

- ¡¿Eh?! ¿Y a dónde vamos?

- A pasear.

- ¿A pasear? Pero…la clase. Y después tengo que ir a trabajar.

- Olvídate de la clase. Y espero que no te moleste, pero le pedí a Mozu si te podía dar el día.

- ¡¿EH?! ¿Cuándo? ¿Por qué…?

- Me pareció que estabas desanimada ayer, y Mozu me contó que también estabas ida en el trabajo. Así que pensé en algo que podría animarte.

Como era difícil escuchar a través del casco, decidió confiar en él, estaba realmente intrigada, y le pareció un lindo detalle. Cuando salieron del centro de la ciudad, tomaron una ruta que aestaba llamativamente vacía. Stan la miró de reojo, y ella alcanzó a ver una sonrisa maliciosa en su rostro.

- Agárrate bien, Kohaku.

- ¿Por qué…?

Pero con un sonido fuerte, Stan aceleró la moto, y la rubia se despegó de él por un segundo, hasta que se abrazó fuerte de la cintura de él. El viento sonaba como un estruendo contra su casco, y sintió la adrenalina correr por todo su cuerpo cuando percibió lo rápido que iban, los árboles al costado de la ruta eran prácticamente sombras fantasmas. Para colmo ese camino tenía una inclinación ligeramente hacia abajo, porque la ruta estaba construida sobre una pequeña montaña, con lo cual aumentaron aún más la velocidad. Kohaku estaba tan emocionada como aterrada, y no supo por qué, pero le entraron ganas de gritar fuerte para expresar esa excitación, y escuchó a Stan reír encantado delante de ella. La "carrera" duró un minuto más, pero en cuanto avistaron unos autos a lo lejos, el rubio bajó poco a poco la velocidad, hasta volver una normal y segura.

- ¿Te gustó eso, Kohaku?

- ¡SIIIIIII! ¡Me moría de miedo, pero fue alucinante, y fue divertido!

- Me encantaría ver su sonrisa, pero me conformo con tus palabras.

Media hora después, llegaron a la prefectura de Kanagawa según Kohaku vio en un cartel, y luego otro donde decía que a pocos metros se encontraba la famosa playa Isshiki. Stan frenó en un estacionamiento, donde se metieron para dejar la moto. Lo vio sacar un bolso del pequeño baúl que llevaba en la parte trasera de la moto, y él le hizo un gesto con la mano para que lo siguiera. El día era precioso, estaban en otoño ya, pero a esa hora de la tarde se encontraba bastante cálido. Si bien Stan la estaba llevando claramente a esa playa, tampoco era un día para andar en malla, aunque la tuviera. La vista era mágica, el mar azul y cristalino por un lado, y las enormes montañas llenas de vegetación por el otro. No podía creer que una hora atrás estaba saliendo de la escuela, y ahora disfrutaba de tremenda vista. Su rostro se iluminó de felicidad, y corrió como una niña hacia la arena, dejando atrás a Stan. No había gente en la playa, aunque era de esperarse ya que no era verano, y salvo por un par de personas a lo lejos, tenían todo el lugar para ellos. Respiró profundamente la brisa fresca y salina, y luego cerró los ojos un momento.

- ¿Y? ¿Qué te pareció la sorpresa?

- Hermosa, ¡muchas gracias Stan!

- Me alegro, espero que sirva para relajarte.

- Lo hará, no lo dudes. ¿Qué traes en el bolso?

- Una manta, para que podamos sentarnos, y algo de comida y bebida.

- ¿Con que ya lo tenías todo planeado? Es muy genial. Nunca se me hubiera ocurrido hacer algo así por mi cuenta.

- Think out of the box – Le dijo, y le guiñó el ojo.

Stan estiró una manta, y se sentaron encima de ella, sacándose los zapatos que ya se les habían llenado de arena. Luego sacó un termo con jugo, y una caja de galletas, y le dijo que se sirviera cuando quisiera. Kohaku no tardó en tirarse y abrir las piernas y brazos cual estrella de mar, y cerró los ojos para relajarse y escuchar el sonido del mar. Un rato después, se levantó, y quiso probar de mojarse los pies en el agua. Como pensaba, estaba fría, pero seguía siendo agradable. Miró hacia atrás, y vio a Stan fumando, y él le guiñó un ojo mientras soltaba la pitada de humo. ¿Era él muy atractivo, o había algo sexy en ver a alguien fumar? Apartó esa idea de su mente. Por otro lado, ya no podía verlo fumar y no pensar en lo que habían hablado el día anterior, en esa trágica experiencia, y en su comentario de que tal vez estaba deseando acortar su vida, de una forma lenta, como una dosis de veneno diario. Tenía ganas de sacarle ese cigarrillo de la boca, pero tuvo que contenerse porque no podía meterse de esa forma en la vida de él. Para sacar esos oscuros pensamientos de su cabeza, lo invitó a acercarse a disfrutar la vista con ella, y él así lo hizo.

- Si no tienes frío y quieres mojarte un poco más, traje una toalla. Puedes aprovechar que llevas pollera por el uniforme. Yo me quedo acá.

- Qué previsor –rió– Hmm, no estaría mal. Hasta las rodillas me puedo meter, y no me afectará el frío.

Era una sensación deliciosa e indescriptible que la abundante agua de mar, y su espuma, pasaran a través de ella, y tenía una sonrisa de punta a punta en su cara, la felicidad se expandía por su cuerpo. Cuando comenzó a salir, vio que Stan miraba el horizonte y parecía muy concentrado en sí mismo. No podía percibir su humor, aunque parecía relajado, así que quiso bromearle un poco. Pateó el agua en su dirección, salpicándolo bastante, y él se estremeció, totalmente sorprendido.

- Pero qué chica mala. ¿Qué crees que haces? –Había entrecerrado los ojos, y su sonrisa se había vuelto felina, juguetona…peligrosamente juguetona.

- ¿Yo? Nada…

- Con que nada… –Comenzó a acercarse un poco a ella, sin importarle que se le mojara el pantalón, y Kohaku retrocedió un poco, sonriendo nerviosa– ¿Por qué intentas huir? Yo tampoco estoy haciendo nada.

De pronto hizo un movimiento rápido, simulando que iba a correr hacia ella, y la rubia chilló de la emoción y de susto, anticipándose, aunque él no se movió más. La sonrisa de Stan se ensanchó más, era positivamente maligna ahora.

- Nooooo…no te me acerques –Quiso hacer una advertencia, pero no podía parar de sonreír, era un juego de niños.

- ¿Oh? No te escucho, si no me acerco no podré oírte –Se movió lentamente, era la viva imagen de un tigre acercándose sigilosamente a su presa.

- Nooo…te dije que no…no te atrevas –Empezaba a reírse a carcajadas, cuando lo vio "agazaparse", él lo estaba disfrutando tanto como ella– ¡NOOOOOOOOOOOOOOOO!

Kohaku gritó fuerte, cuando lo vio que realmente echó a correr tras ella. Con toda la fuerza y velocidad que pudo, corrió para salir del agua. En un principio le sacó ventaja, y comenzó a correr por la arena, pero fue evidente que él estaba jugando a dejarle ganar, porque en pocos segundos ya le estaba pisando los talones. Ella era muy ágil y rápida, pero nada podía hacer contra un hombre con tanto entrenamiento como él, además de que era bastante alto y sus piernas acortaban la distancia sin mucho esfuerzo. Como ya presentía su derrota, Kohaku decidió cambiar de estrategia y sorprenderlo, y en lugar de huir pensó en enfrentarlo, pegó un salto y se lanzó sobre él, y vio sus magnéticos ojos azules abrirse de sorpresa y diversión, y cayeron juntos sobre la arena. Pero su plan no era ser atrapada ahí, así que aprovechó la confusión para volverse a levantar y salir corriendo nuevamente. Cuando se dio vuelta, no lo vio atrás, ni en ningún lado de hecho, y se frenó, intrigada. Volvió sobre sus pasos, preguntándose dónde se había metido, y cómo había desaparecido tan rápido, cuando de pronto ya no sintió sus pies en la arena, y más bien el mundo se puso cabeza abajo.

No se enteró cómo sucedió, pero Stan la había cargado sobre sus hombros, cual bolsa de harina, abrazándole las piernas con mucha fuerza, con lo cual le era imposible escapar. Intentó zafarse cuando vio que él se dirigía nuevamente al agua, y ella empezó a gritar para que la soltara.

- Ah, ¿quieres que te suelte? Tus deseos son órdenes.

Oh oh. Mala elección de palabras. Stan hizo lo que ella le pidió, pero al hacerlo, se vengó de ella y la soltó directamente en el mar. La respiración se le cortó a Kohaku cuando sintió la fría agua contra su espalda. Se levantó lo más rápido que pudo, insultándolo de varias formas muy pintorescas.

- Pero qué boquita sucia tienes, preciosa. Si quieres te puedo ayudar a lavártela.

- ¡NO! ¡VETE! –No era más que un chiste, lo sabía, pero ya no podía de la risa al verlo acercarse a ella otra vez, menos aún escapar de sus garras.

Pero Stan la cargó en sus brazos de una forma más galante en vez de llevarla como a un saco de harina, y no la soltó hasta que llegaron a la manta. Kohaku tembló un poco de frío, y él unos segundos después la cubrió con una toalla grande.

- Ten, ponte esto –Le dio una camisa suya que sacó del bolso– No hay nadie, y no voy a mirar, pero cámbiate rápido así no te enfrías.

- ¿Y por culpa de quién sería eso? –Lo miró con puro reproche en sus ojos, pero él le devolvió una expresión irresistiblemente pícara, que la hizo sonreír nuevamente.

Kohaku se sacó el uniforme, se secó con la toalla, y se puso la camisa de él, que por supuesto le quedaba enorme. Le avisó que estaba lista, y él en vez de sentarse a su lado, se sentó detrás de ella, y la abrazó. La rubia se sobresaltó por la inesperada cercanía.

- Hablando de espacio personal, ¿no estás demasiado cerca?

- Sí, pero de esta forma entrarás en calor más rápido. Es mi forma de disculparme.

- No tendrías que disculparte si no me hubieras mojado primero.

- Es verdad. Pero parecías divertirte mucho.

- Sí, lo hice.

Se relajó un poco, confiando en él, y era verdad que a los pocos minutos ya se sentía mejor. Stan la había rodeado en un abrazo de oso, y su cuerpo grande y cálido la relajó al instante. Con el sol dándole de frente, y con él en su espalda, el frío la abandonó rápidamente. Se sentía un poco nerviosa, también, le parecía raro hacer algo tan cercano con alguien con el que no tenía ese tipo de relación, aunque no lo hacía de forma afectiva, sino para ayudarla a que entre en calor. Bueno, en algún punto sí era afecto, esa consideración, pero no lo hacía romántico, o al menos se esforzaba por disimularlo.

En cuanto Kohaku entró en calor, se corrió y se sentó al lado de él, y aprovechó para servir el jugo y las galletas. Toda esa adrenalina y diversión le habían dado un poco de hambre. Se quedaron en silencio contemplando el mar, y para cuando el sol comenzaba a bajar se volvieron, o Kohaku se congelaría en la moto con las piernas descubiertas y parte de la pollera aún mojada. Stan la dejó en la casa, y se despidieron en la puerta.

- ¿Cómo te sientes, mejor?

- Sí, mucho mejor. Gracias por esta tarde Stan, fue inesperado…pero me hizo bien. Creo que voy a ir a trabajar, el descanso de hoy fue suficiente.

- Mejor si te sientes así. Yo también lo pasé bien, no suelo hacer estas cosas solo, sólo me quedo en el departamento, así que fue refrescante. ¿Nos vemos mañana?

- Claro. Gracias, que descanses.

Lo vio partir y entró a su casa. Una ducha calentita, y a trabajar, incluso tenía ganas, y eso era un gran cambio en su ánimo.

Ya estaban comenzando la última semana de las clases pactadas, y era curioso cómo había pasado tan rápido y tan lento al mismo tiempo. Verse todos los días ya se le había hecho costumbre, y se preguntaba cómo sería cuando terminaran el "contrato", como lo llamaba él. Pero al día siguiente a esa relajante tarde de playa, no pensó que conocería un lado mucho más oscuro de él, uno que no coincidía con sus brillantes y seductoras sonrisas.

Habían terminado la clase, pero Stan le pidió que se quede un rato más, que quería compensarla por su improvisado plan del día anterior. La estaba consintiendo demasiado, ¿"compensarla" luego de haberle hecho pasar la tarde más relajante de las últimas semanas?. Si ese hombre tenía hijos algún día, iban a ser terriblemente malcriados, aunque quizás compensaría con su disciplinado lado militar, pensó sonriendo. El rubio fue a la cocina, y trajo una tetera, junto con una cajita en lo que había algo que parecía de tamaño individual. Cuando Kohaku la abrió, curiosa, se encontró con una tartaleta decorada con brillantes y coloridas frutas, daba pena comerla de lo linda que era.

- Esta vez no la hice yo, pero es de una excelente pastelería de la ciudad. Espero que te guste.

- Oh, no tenías que hacerlo. Me estás malcriando... Menos mal que entreno y tengo una buena genética, porque me estoy abusando de los dulces contigo.

- Suena bien de todas formas, así habría más de ti.

- Tsk –chasqueó, un poco sonrojada– ¿Cómo haces para convertir en una frase de ligue cada cosa que sucede?

- Es divertido provocarte, y porque sé que te vas a molestar, y te ves adorable cuando te sonrojas de vergüenza.

- Ja ja, qué maduro –Pero lo dejó estar, y volvió su atención al pastel. Tenía que sacarle una foto antes de probarla, moría por mostrarle a su hermana, que era fanática de los dulces.

Stan descansó la cabeza sobre una mano, y miró a Kohaku mientras ella estaba concentrada en sacarle una foto a la tartaleta. Su atención se enfocó en esa coleta que siempre llevaba, le daba curiosidad ver cómo le quedaba el pelo suelto. Notó que lo tenía atado con una cinta gruesa, pero era un simple moño que de un tirón se soltaría…sonriendo para sí mismo, aprovechó que ella estaba muy concentrada, y sigilosamente acercó la mano para tirar de un extremo de la cinta, y así soltarle el pelo.

- ¿Qué…? ¡Oye! –Protestó Kohaku, sorprendida cuando se dio cuenta lo que él había hecho. Su pelo le quedó medio parado, y escuchó una risa burlona de parte de Stan.

- Perdón, perdón. Pero era demasiado tentador. Qué pelo revoltoso tienes –dijo todavía riéndose.

- Muy gracioso, por eso es que odio llevarlo suelto. Pero como encima lo tuve atado todo el día, es obvio que iba a quedarme así.

- Espera, no te lo ates. Déjame peinarte –se levantó y se colocó detrás de ella.

- ¿Peinarme? No soy una muñeca para que te diviertas.

- Bueno, sí que eres una muñeca, pero en otro sentido –le guiñó un ojo, y Kohaku rodó los suyos, aunque sonrió–. Quédate quieta un momento, no me tardaré.

Con un movimiento diestro de sus dedos, la peinó ligeramente hacia un costado, y luego comenzó a hacerle lo que Kohaku pensó que era una trenza, por los movimientos. Cuando terminó, se puso en frente de ella y entrecerró los ojos, para luego sonreír con satisfacción.

- Te queda muy bien, y me sorprende que me haya quedado tan prolija.

- ¿Y cómo es que sabes hacer trenzas?

- Solía hacérselas a mi hermana pequeña, Chloe.

- Aaaaaawww. Ah, perdona, pero es que me dio mucha ternura imaginarte así. Me encantaría conocerla, seguro es bellísima.

- Seguro lo sería. Falleció hace unos años.

- Oh...lo lamento.

- Vengo con el paquete completo, ¿eh? Debería venir con un letrero que diga "peligro al acercarse".

- No...no digas eso Stan, pero te entiendo. Yo perdí a mi mamá cuando era chica, murió de una afección pulmonar, y mi hermana Ruri parece que heredó la sensibilidad a esa enfermedad, aunque por suerte está controlada. Hay que seguir adelante. Seguramente fue muy difícil para tus padres también, pero entre ustedes se acompañan y lo llevan lo mejor que pueden.

- No tengo familia. Ellos también murieron junto con mi hermana.

- Qué terrible... ¿Un accidente de coche?

- No, los asesinaron. Entraron a nuestra casa a robarnos. Yo ya era militar, pero estábamos cenando, y entraron por el patio. Vinieron por dinero y joyas, pero mi padre les dijo que no teníamos nada, y era cierto. Cuando les iba a dar la plata de su billetera, pensaron que iba a sacar un arma, y lo mataron. Mi mamá cubrió a mi hermana para protegerla, no lo pensó y salió corriendo con ella, y le dispararon varias veces por detrás. Los ladrones se asustaron de que viniera la policía, y escaparon. Yo no los detuve, porque fui por mi hermana...pensé que se había salvado, pero una de las balas le había dado a ella. Traté de parar la hemorragia, pero no pude, le habían dado en la aorta abdominal, y murió en mis brazos. Yo salí ileso...pero estuve un tiempo internado por estrés post-traumático, y con mi antecedente militar fue más difícil. Cuando me recuperé, vinieron las sesiones de terapia, y me sacaron de mis funciones de oficial, lógicamente. Ahí fue cuando me derivaron a mi trabajo actual, y estaba la oportunidad de hacerlo en distintos países, y como ya no tenía un hogar y estaba solo, lo tomé, y así llegué aquí. Lo del modelaje fue aparte, pero me gusta porque me distrae de toda la cuestión militar. Bueno, esa es mi historia. Espero no haberte asustado, aunque estás en todo tu derecho de salir corriendo, no me ofenderé.

Kohaku estaba en shock. ¿Cómo podía una persona soportar tanto dolor y seguir adelante con todo eso? Stan era sin duda un hombre muy fuerte, no podía siquiera imaginar cómo estaría ella mentalmente si hubiera vivido lo mismo que él. Y aun así era calmo, atento, caballero, y tenía siempre ese humor provocador y seductor que resultaba atractivo.

- Stan…no tengo palabras, es demasiado duro. Pero te agradezco la confianza, que me lo hayas contado, con lo difícil que debe ser para ti recordarlo.

- Ya pasó, y lo procesé, no es como me fuera a derrumbar por contarlo. Algunas veces he tenido algunos retrocesos o ataques de pánico, pero pasaron cuando veía accidentes o situaciones así. Yo solo puedo controlarme. Seguro que piensas que esta cara bonita viene con un equipaje muy pesado atrás…pero quise contártelo. Si tengo esperanzas, y tú estás lo suficientemente loca y valiente como para enamorarte de mí algún día, quisiera que ya supieras de antemano con lo que te vas a encontrar. Y sino, ya tienes la excusa con la que puedes alejarte.

- No me voy a alejar, ¿qué tipo de persona haría eso?

- Te sorprenderías –sonrió con tristeza.

- Bueno, puedes quedarte tranquilo que yo no soy así. Y si necesitas hablar o quieres compañía, puedes contar conmigo.

Stan levantó una mano, y la apoyó en la mejilla de ella, y con el dedo pulgar la acarició. Fue un toque de lo más dulce, parecía que él la estaba confortando a ella, y no al revés.

- Me gusta tu compañía. Bueno, me gustas tú, pero eso ya lo sabes. Hay algo reconfortante en volver a verte, en lo directa y sincera que eres. Y hacía tiempo que no me pasaba algo como esto, de simplemente disfrutar de pasar el rato y conocer más a alguien, fuera de las horas de trabajo. Es curioso…He estado con varias mujeres en mi vida, pero con muy pocas me pasaba de sentir esta mezcla de paz y emoción que tengo cuando te veo, y eso que no tenemos más que algo que puede ser entre una amistad y una relación de trabajo.

Los ojos de Stan tenían un brillo cálido que Kohaku no le había visto antes, acompañando una suave sonrisa, e instantáneamente se sintió atraída por él. Percibió que lo decía sinceramente, y quizás fue eso lo que la hizo sentirse así. Le sonrió de vuelta, y lentamente subió una mano para ponerla sobre la que él apoyaba en su cara. Al hacer eso se sintió rara, y notó que su corazón se aceleró un poco, pero luego de unos segundos de mirarse a los ojos, Stan sacó la de él. Eso la confundió. Si él gustaba de ella, y se lo acababa de decir directamente, ¿por qué tuvo la sensación de que él se había corrido en cuanto ella le comenzó a corresponder? No se iba a quedar con la duda, quería saberlo.

- Stan… ¿acabas de evitarme o fue mi imaginación?

- Sí, lo hice –respondió tan sincero que eso la sorprendió más.

- ¿Puedo saber por qué? Si me dices que te gusto, y después haces eso, me confundes.

- Porque no quiero que lo hagas por lástima.

- No fue así…no reaccioné por lástima.

- No estoy tan seguro. Y además todavía te sientes mal por lo del otro chico. Si algún día te decides a besarme o sientes algo por mí, no quiero que sea por rebote o como consuelo, sino porque realmente lo quieres. No pretendo dudar de tus intenciones, sólo que prefiero esperar hasta que estés segura.

Kohaku no le contestó, pero asintió con la cabeza. Tampoco es que iba a besarlo, no se sentía de esa forma todavía, aunque no iba a negar que por un breve instante lo consideró. Lo que sí se dio cuenta, fue que tenía que hablar de una vez con Senku para ponerle un fin claro a las cosas, y así seguir adelante con su vida, y si él no pensaba hablarle, entonces lo haría ella.

Antes de salir para el trabajo, le mandó un mensaje de texto para preguntarle si podían hablar en persona, cuando ella volviera del restaurante podía pasar por su casa. Era raro porque no habían cruzado palabra en tres o cuatro días, pero no podían postergarlo más. Por suerte, Senku le contestó a los pocos minutos que sí, que la esperaba.

Cuando llegó a su casa, él la recibió y la invitó a pasar al living. La saludó con cautela, pero se lo veía tranquilo y no había enojo o tristeza en sus ojos, lo cual pensó que era algo bueno.

- Senku, voy a ser sincera y no dar vueltas… estuvimos saliendo un mes, y creo que los dos lo disfrutamos mucho, realmente lo pasé bien contigo, pero lo que pasó el otro día, cuando no me creíste y me insultaste, fue cruzar un límite que yo no dejo pasar, a nadie. Entiendo que te hayas puesto celoso, pero no como para desconfiar de mí ni tratarme de esa forma, porque tampoco es que estábamos en una relación formal y exclusiva. Aunque diga eso, te repito que no había pasado absolutamente nada con Stan. Pero estos días que no hablamos, en los que tampoco intentaste contactarme y por lo menos pedirme perdón por tu insulto, me hicieron decidir que quiero que terminemos lo que sea que tenemos acá. Te aprecio, y tal vez podemos ser sólo amigos si quieres, tal como me considerabas delante de todos los que preguntaban por nuestra relación, pero no más de salir.

- Estoy de acuerdo, si así lo quieres. Ya pensaba que las relaciones románticas eran complicadas, pero ahora lo confirmo. Tal vez nos apuramos demasiado, no lo sé, pero tampoco me arrepiento de nada de lo que hicimos, lo pasé bien contigo. Te pido disculpas por tratarte mal, pero si te soy sincero, sigo pensando lo mismo con respecto a él, y no puedo impedir que lo sigas viendo, así que será más sano dejarlo acá. Y también lo digo porque tomé la decisión de ir a Estados Unidos con el Dr. Xeno a tomar esa beca en la NASA que me ofreció, y estaré afuera por lo menos un año. No tiene sentido estirar esto, cuando no vamos a vernos por tanto tiempo. Así que yo seguiré con mi ciencia, y tú, con lo que quieras hacer. Y no estoy resentido contigo, coincido que podemos llevarnos bien, lo único que no funcionó entre nosotros fue el intento de romance.

- Bueno…quedamos así entonces. Me alivia ver que no estás mal. A mí me dolió los primeros días, pero hay que seguir adelante. Me voy a casa entonces, felicitaciones por tu viaje, estoy segura que será un éxito total. Nos veremos en el restaurante, cuando vayas con Byakuya. Buenas noches, Senku.

- Buenas noches, leona –sonrió ligeramente al volver a decirle su apodo, y cerró la puerta.

Bien, eso salió mejor de lo que esperaba. Aunque no le sorprendía tanto, Senku solía ser muy racional, no iba a hacerle otra escena. Se sintió que ya se había liberado de ese peso que tenía en sus hombros. Para ser sincera, el haber considerado corresponder a Stan la había dejado pensando. No podía negarlo, era demasiado atractivo, y encima atento y maduro, no es como si tuviera motivos para rechazarlo. Y se sentía a gusto con él, ya sea en las clases o pasando el rato, y ya tenían la confianza como para hablar de temas tan difíciles como los que tocaron esa tarde. Terminaría con ese "contrato" de trabajo, y luego consideraría qué pasaría con él.

La clase del viernes, el último día, resultó muy interesante para Kohaku. En el entrenamiento militar de Stan también practicaban las llamadas "MMA", cuyas siglas significaban "Mixed Marcial Arts", o artes marciales mixtas. Él sólo conocía los nombres de los movimientos en inglés, que era como se solían referir en todo el mundo, pero pensó que era buena idea conocer sus equivalentes japoneses. Cuando llegaron a la parte de llaves de brazos y piernas, Kohaku estaba muy entusiasmada por aprender, conocía algunas básicas, pero le intrigaban las más complejas. Así que le pidió a Stan que cuando terminaran, si podía hacerle una demostración de sus favoritas, y de las que consideraba que nadie podía escapar.

Si bien él trató de ser cuidadoso y no lastimarla, Kohaku aprendió rápidamente lo que era el dolor de una de esas llaves, las de ella parecían juego de niños, mientras que con las de él no aguantaba más de unos pocos segundos. Además, con eso pudo comprobar la solidez del cuerpo de Stan, sus piernas eran como tenazas, estaba segura que ese hombre podría partir una sandía si la apretaba con todas sus fuerzas, y sus brazos parecían hechos de acero, no tenía la más mínima oportunidad. Pero el último movimiento, llamado "Twister lock", era uno que podía llegar a ser letal, porque implicaba una torsión del cuello.

Stan la había puesto en una posición de bolita, pero de cara al piso, y se trepó a ella de forma perpendicular, para luego trabarle la pierna y hacerla rodar hacia él. Rápido como un rayo, le hizo una llave en su otra pierna, y al mismo tiempo en el brazo más cercano a él. Con eso la había dejado completamente inmóvil, y Kohaku no sabía si reír o llorar de lo contorsionada y limitada que se sentía, pero luego él pasó su mano por debajo del cuello de ella, y la enlazó con la otra mano. No lo hizo con mucha fuerza para no lastimarla, pero la rubia se dio cuenta enseguida por qué ese movimiento podía ser tan peligroso. Stan le dijo que no tenía escapatoria, no había forma de ganarle a ese movimiento, pero decirle algo como eso a Kohaku era buscar que ella intente justo demostrar lo opuesto.

Sabía que era jugar sucio, pero a ella se le ocurrió algo que le daría una oportunidad. Cuando él giró el cuello, estaban muy cerca uno del otro, y la mirada aguamarina de Kohaku destelló con victoria, lo cual lo hizo fruncir el ceño a Stan, que no tenía idea lo que cruzaba por la mente de ella. Y lo que no vio venir, fue que Kohaku se estiró un poco, aprovechando que él no la tenía tan fuerte, y le dio un beso en los labios. Fue corto, lo suficiente para que él se sorprenda e involuntariamente afloje su agarre, y funcionó perfectamente. Kohaku se liberó con mucha velocidad y agilidad, y soltó una exclamación de victoria, muy orgullosa.

- ¡JA! ¿Así que no había escapatoria? Mira, soy libre, yo gané.

Pero Stan la miraba todavía sorprendido, con la boca ligeramente entreabierta, sus preciosos ojos azules con pestañas imposiblemente largas parpadearon seguidamente, denotando su confusión. Unos segundos después pareció volver en sí, y una sonrisa peligrosa comenzó a expandirse por su rostro, y finalmente habló.

- Oooh. Eso fue jugar sucio, preciosa, jamás pensé que harías algo como eso. Lo reconozco, me ganaste totalmente, me hiciste bajar la guardia. Pero yo también gané. Te gané a ti.

Buenaaaas! Uuuuuufff, lo que estamos disfrutando escribir esto con Cherry jaja. Como se habrán dado cuenta, esta historia va a ser un romance-drama, y el drama va a ser duro por momentos, ya lo pueden imaginar creo, los traumas no vienen solos. Pero también vamos a darle amor a este papu, que se lo merece, y Kohaku lo va a gozar, y si se ponen en el lado de ella, ustedes también xD. Aunque el corazón de los lectores esté en otra ship (Senhaku, ejem), espero que lo hayan disfrutado, y nos encantaría saber sus opiniones de este primer capítulo, amamos que ya tuvo mucho apoyo la idea, ¡GRACIAS! Y va dedicado a mis hermosos "generales" y amigos, ya saben quiénes son, los amo! Hasta el próximo capítulooo