Kohaku se despertó, pero sus ojos pesaban toneladas. ¿Dónde estaba? Sentía una presión en su brazo, y cuando intentó levantarlo, con sorprendente dificultad, notó que tenía inyectada una aguja, y que esta estaba conectada a un largo tubo que desembocaba en un suero médico. Estaba confundida, su mente iba más lenta que sus ojos, y sentía un dolor sordo en su estómago. Pero apenas logró removerse, incómoda, cuando escuchó una voz masculina conocida y desesperada a su lado.
- ¡Kohaku! Gracias al cielo…
Esa voz…
- ¿Papá? –El hombre asintió, mientras se acercaba más a ella– ¿Qué…pasó?
- Shhh, tranquila hija, no te muevas.
- ¡Hermana! ¿Estás bien?
- ¿Ruri?
Entre tanta confusión, fue un alivio saber que su familia estaba con ella. ¿Por qué su cabeza funcionaba tan lento? ¿Estaba en un hospital? Eso parecía. Trató de moverse, pero su padre la detuvo.
- ¿Qué sucede? No entiendo bien…
- Quédate quieta, Kohaku, por favor. Te acaban de operar, debes estar confundida por la anestesia, pero ya estás fuera de peligro. Sufriste un ataque… te dispararon, y perdiste mucha sangre. ¿Recuerdas ahora? No te esfuerces sino.
Recibió un disparo, sangre, sí. Unas imágenes comenzaban a formarse en su mente ahora. Y una figura, otra figura conocida que la defendió…
- ¿Stan? –Abrió un poco más los ojos, y miró a su alrededor, pero él no estaba ahí– ¿Dónde está Stan?
Vio a su padre apretar los labios, y bajar la mirada al piso. ¿Por qué tenía esa expresión?
- Papá, ¿dónde está Stan? Dile que venga, por favor.
- Él… no se encuentra aquí, hija.
- ¿A dónde fue? Él me protegió, lo recuerdo.
- Sí, lo hizo –Kokuyo tenía una expresión triste en sus ojos café– Te salvó la vida, gracias a él es que estás bien.
- ¿Cuándo vuelve? Quiero verlo.
- Más tarde, Kohaku –mintió, apretando sus manos en puños– Descansa, tranquila… tienes que esperar a que se te pase el efecto de la anestesia, luego estará todo más claro.
Los ojos le pesaban todavía, y los terminó cerrando, confiando en las palabras de su padre.
Unas horas pasaron, y ella volvió a despertar. Miró a su lado, y allí estaban su padre y su hermana, sí. ¿Y Stan?
- Kohaku, ¿cómo te sientes? –Preguntó Ruri
- Rara. Pero creo que está todo más claro.
- Qué alivio –le tomó la mano– Parece que ya se te pasó la anestesia. ¿Te duele el estómago?
- Un poco, sí –Se miró el abdomen, y vio unas vendas que la rodeaban por delante y por detrás– ¿Volvió Stan?
- Oh… –Ruri bajó la mirada.
- ¿Qué sucede? ¿Está bien? Él…él no fue atacado
- Kohaku… creo que no vas a poder verlo. Se fue.
- ¿Qué? –No, eso no era propio de Stan, él nunca la dejaba sola, y menos después de algo así, cuando él la defendió– ¿A dónde se fue?
- No lo sabemos. Cuando llegamos con Ruri, apenas después de la operación que todavía estabas inconsciente, él se estaba despidiendo.
- ¿Despidiendo? ¿En qué sentido? –Una horrible presión se sintió en su pecho.
- No sé. Sonaba a una despedida, y luego me dijo que te cuide, y se fue. No volvió aquí desde anoche.
- Tal vez…tenía trabajo, o estaba cansado, y vuelve más tarde.
- No lo creo. Al final, era un buen hombre, ahora lo puedo ver. Te salvó la vida al detener al atacante, controlar la hemorragia, te donó sangre, y te cuidó hasta que yo llegué. Eso es todo lo que sé, luego de eso, se fue.
- Mi teléfono, ¿dónde está? –Era tan fácil como llamarlo, y ahí sabría dónde estaba.
- Aquí, pero… –agarró la mochila de Kohaku.
- Por favor, dame mi teléfono papá.
Sin poder negarse al pedido firme de su hija, Kokuyo sacó el teléfono y se lo pasó. Ella lo sostuvo con la mano que tenía libre sin agujas ni tubos, y encontró el nombre de Stan en la agenda. Lo llamó… pero extrañamente dio el contestador. Frente al silencio de su padre, esperó unos minutos y volvió a llamarlo, pero seguía sin dar tono.
- No contesta. Dijiste que lo viste, ¿cierto? ¿Qué fue lo último que te dijo?
- Le pregunté si él te había salvado, y dijo que sí, "en cierta forma" … pero que en realidad tú fuiste la que lo salvó a él.
- ¿Eh? Eso no tiene sentido.
- No sé, hija, es lo que me dijo, lo escuché perfectamente. Se lo veía mal, anímicamente. Y apenas nos cruzamos, me dijo eso, se quedó un minuto más contigo, y se fue. No sé nada más de él, sabes que no lo conozco.
- ¿Y las enfermeras? Tuvieron que haberlo visto, si salió, si…
- Kohaku –le dijo con seriedad– No tenemos forma de contactarlo ahora, y tú no tienes que exigirte ni ponerte mal. Si vuelve, lo hará por sí solo, y si no lo hace, por el motivo que fuere, podrás buscar la forma de encontrarlo después. Perdóname hija, pero esa es la situación, y tienes que aceptarla ahora como es, lo lamento mucho.
La angustia se alojó en la garganta de Kohaku, tenía un mal presentimiento. Stan nunca la había dejado sola, sabía que no lo haría en una situación como esa, cuando él mismo le había salvado la vida. ¿Pero entonces por qué no estaba ahí? Ignorando lo que le dijo su padre, le preguntó a las enfermeras que llegaban a la habitación para chequear como estaba, pero no obtuvo respuesta. La peor noticia fue que le dijeron que iba a estar internada una semana entera ahí, necesitaban observarla hasta garantizar que no tendría ninguna infección y que no se le abrieran las heridas tan delicadas. Le dijeron que se había salvado por muy poco, y que incluso luego de que le dieran el alta, iba a tener casi dos semanas más de reposo, o al menos de no hacer absolutamente nada exigente que pudiera comprometer su abdomen.
Cada día que pasaba era cada vez más tortuoso para Kohaku, no tenía novedades del paradero de Stan. El único amigo en común que tenían ambos era Mozu, pero ni él sabía dónde se había metido, y cuando lo llamó por teléfono tampoco pudo contactarlo, dijo que la línea estaba fuera de servicio, lo cual era muy extraño. Kohaku le pidió el favor de que pase por su departamento, pero el castaño la llamó horas más tarde por teléfono y le dijo que no había podido encontrarlo tampoco. La única otra persona en la ciudad que lo conocía, y mejor que nadie, era Xeno, el coordinador de ciencias temporal de la preparatoria a la que asistía Kohaku, pero hasta que volviera a la escuela tampoco podría preguntarle, y eso si se animaba, Xeno podía ser intimidante con sus alumnos.
No entendía por qué había desaparecido, y lo único que rogaba era que estuviera bien, que no le hubiera pasado algún accidente. Sabía que Stan podía tener episodios causados por los traumas de su difícil pasado militar y su pérdida familiar, y si encima el ataque a Kohaku había sido tan al límite, era una probabilidad preocupante. No saber era lo peor, las suposiciones y las dudas la carcomían, e intentaba no pensar demasiado en eso, pero era imposible. No podía negar su tristeza, lo extrañaba, lo necesitaba a su lado. No recordaba mucho de lo que había pasado después de que la atacaron, más que algunas imágenes en su cabeza, y los médicos le dijeron que era normal, había sufrido un shock importante.
Para colmo estar ahí sin hacer nada era más angustiante, porque no podía distraerse con nada. Sentía un vacío en su pecho, y varias veces no pudo más que llorar desconsoladamente, lo extrañaba tanto… se había acostumbrado a verlo seguido, a disfrutar de estar juntos y a compartir tanto dulces como excitantes momentos con él, que ahora era demasiada notoria su ausencia. Se dio cuenta lo mucho que lo quería y lo que significaba para ella, en poco tiempo se había convertido en alguien muy importante en su vida.
Cuando la semana finalmente terminó, el sábado por la tarde le dieron el alta, pero le pidieron que se haga un chequeo semanal hasta que su cicatrización fuera completa, y que ante cualquier molestia o dolor extraño, acudiera urgentemente al hospital. Kohaku se pasó el resto del fin de semana en la casa, y Kirisame, Mozu y algunos otros amigos fueron a visitarla para animarla. No hubo día que no llamara al teléfono de Stan, en distintos momentos del día, pero nunca tuvo éxito. El lunes volvió a la escuela, y todos sus compañeros se aliviaron de verla bien, y le prepararon una tierna bienvenida, aunque evitaron preguntarle los detalles del traumático evento.
Pero para lo único que Kohaku había querido asistir, era para dirigirse en el horario del almuerzo al departamento de ciencias, donde estaba el único hombre que podía ayudarla. Tocó la puerta de la oficina del Dr. Xeno, con quien no tenía confianza alguna, aunque sabía que el científico estaba al tanto de su relación romántica con Stan. Cuando le permitió pasar, los ojos oscuros del hombre se abrieron mucho de la sorpresa, pero a la vez Kohaku notó una mezcla de emociones en sus ojos, mezcla de enojo con cautela.
- Buen día, Dr. Xeno. Creo que sabe por qué estoy aquí, así que no daré vueltas, necesito su ayuda. ¿Dónde está Stan?
- ¿Te olvidas que soy tu profesor en esta institución? Esas no son formas de dirigirte a mí –Xeno, y su autoridad intimidante, eran bien conocidos en la escuela.
- No vengo aquí como su alumna, estoy acudiendo a usted como amigo de Stan, no como mi profesor.
- Ya hiciste suficiente, como amigo de él prefiero que te mantengas alejada, y parece que él llegó a una conclusión similar.
- ¿"Hice suficiente"? No sé a qué se refiere, pero da igual, quiero hablar con él.
- Fueron tus palabras las que lo llevaron a esas conclusiones, así que entenderás que lo que me preocupa es justamente eso. Él te salvó la vida, hubieras muerto de no ser por él, y así se lo devolviste.
- ¿Qué…? Me atacaron por sorpresa y me dispararon, no dije nad...
- Lo llamaste "monstruo" –La fulminó con la mirada, con esos ojos profundos y oscuros– Él te defendió, te protegió y te evitó una muerte segura, y tú lo llamaste así. ¿Tienes idea lo que fue para él escuchar eso de ti?
- No… yo…
Kohaku estaba confundida, todo había sucedido demasiado rápido, pero un recuerdo se disparó, y le vino a la mente una imagen de ella asustada cuando vio el pedazo de dedo del atacante aterrizar a su lado, y gritándole algo a Stan cuando se acercaba a ella, que lo congeló por un momento. ¿Realmente le había dicho eso? Se tapó la boca, horrorizada. Con todo lo malo que ya él pensaba de sí mismo, y lo que le había pasado en la vida, y ella le dijo algo como eso. Ahora entendía por qué había tomado distancia, y por qué Xeno había dicho que la conclusión de Stan fue alejarla de ÉL… porque era un monstruo. Lo había dicho en estado de shock, no lo pensaba realmente, aunque sí era verdad que él no había dudado en disparar con precisión quirúrgica tres veces, y de que estaba listo para darle el tiro de gracia, aunque al final no lo hubiera hecho.
- No pienso que sea un monstruo, no lo dije de forma consciente.
- Pero lo dijiste, y no hay vuelta atrás de eso. Consciente o no, no puedes borrar lo que hiciste.
- Por eso con más razón quiero verlo, y hablar con él, necesito arreglar esto –apretó las manos en forma de puños– Lastimarlo es lo último que pretendía… yo… quería salvarlo.
- ¿Salvarlo? –Bufó Xeno con una media sonrisa– Qué inocente eres, niña. Stan está más allá de la salvación.
- ¿Cómo puede decir eso? –Le contestó, tan sorprendida como indignada, eso fue como una cachetada– ¿Es su mejor amigo, y piensa así de él?
- Justamente porque lo conozco como la palma de mi mano, es que lo digo. Stan es más que un amigo, es como un hermano –La miró muy serio, desde arriba– ¿Quién te crees que es el que junta los pedazos de él cuando cosas como estas pasan en su vida? ¿Piensas que fuiste la única persona y mujer que lo terminó rechazando de una u otra forma por esas acciones, o por sus traumas?
- ¡No lo rechacé! –Le gritó, apoyando las manos en su escritorio y acercándose a él– No puedo compararme con usted y con toda la vida que compartieron juntos, pero no salí corriendo cuando me contó de las tragedias de su vida, sus secuelas, cuando tuvo un ataque de pánico, o cuando por poco me viola luego de tener una horrible pesadilla. Al contrario, él quiso alejarme, y yo le demostré que quería seguir estando a su lado.
- "A su lado", qué poético y fácil lo haces sonar. Romántico e inocente, cuando no tienes idea de lo que verdaderamente implica. ¿Hace cuánto que lo conoces y que estás saliendo con él para decir eso? Apenas unos meses, con suerte. ¿Siquiera lo amas?
Kohaku sintió esas palabras como un baldazo de agua fría. Xeno tenía un punto ahí, en eso había acertado completamente. Ni siquiera eran novios todavía… pero no, al mismo tiempo ella sabía que nunca se había sentido así antes, esos pocos meses se sentían como mucho más tiempo, y estaba segura que para Stan era así también, incluso él gustaba de ella desde antes. Su corazón se había comprimido horriblemente cuando la posibilidad de no verlo más cruzó por su cabeza, había llorado frente al sentimiento de pérdida. Y ella nunca había llorado de esa forma por nadie, desde que su madre había fallecido que no se había sentido así de triste y desolada. Cuando terminó con Senku se había angustiado, y creía haber conocido el dolor de una ruptura, pero no era ni mínimamente comparable a como se sentía ahora. Y ni siquiera se había planteado recomponer las cosas, había sido un punto final definitivo y sin dudas. Pero amar… ¿amaba a Stan? No tenía una respuesta sincera para eso todavía.
- No lo sé –reconoció.
- Genial, tal como pensaba. Ni siquiera estás segura si lo amas de verdad, y vienes con el bonito discurso de querer estar a su lado y luchar por él. Se cae como un castillo de naipes frente a una brisa, cuando a lo que se enfrenta es a un huracán. Y él, él sí… –no, no podía confesar los sentimientos de su amigo, no le correspondía– Hablar es fácil, llevarlo adelante…
- No sé si lo amo porque nunca me enamoré antes, no porque no sienta nada por él–Kohaku lo interrumpió, sus ojos aguamarina sinceros y muy serios– No hay una definición ni una medida universal para el amor, hasta donde sé. Y es como dice, lo conozco hace poco, y nuestra relación apenas está comenzando, ya sé que no es una referencia seria a sus ojos. No sería creíble si le aseguro que lo amo y siento que es el hombre mi vida, ni para usted ni para mí –Hizo una pausa, pero decidió contarle sus intenciones– Pero lo que sí puedo decir sin duda alguna, es que estoy dispuesta a intentarlo, que hoy en día sólo quiero estar con él, y que sentí el vacío más grande de mi vida cuando pensé que no lo volvería a ver… fue como si hubieran arrancado parte de mi corazón. Y haré lo que sea necesario para encontrarme con él una vez más y hablar todo esto cara a cara. LO QUE SEA, no me importa el tiempo ni el lugar. Y si él me acepta, prometo entregarle mi corazón sin reservas, y ser todo lo fuerte que sea necesario para que él pueda apoyarse en mí. ¿Es eso amor para usted?
Ahora fue el turno de Xeno de quedarse callado, absorbiendo las palabras de la joven. Podía ver la determinación y sinceridad en su brillante mirada, y que lo que había dicho era bastante lógico y maduro. A pesar de que seguía molesto con ella luego de ver lo destrozado y deprimido que había quedado Stan, tenía que reconocer que veía una gran fuerza en el corazón de ella, y eso en parte era lo que había cautivado a su amigo. No quería verlo así de triste nunca más, pero al mismo tiempo sabía que hacía AÑOS que Stan no se había involucrado sentimentalmente tanto con una mujer, y mucho menos que ella soportara y siguiera a su lado después de varios episodios complejos. Esa chica sí que era fuerte y especial, y no podía culparla del todo por haberse asustado luego de ver tanta sangre, y de ella misma estar al borde de la muerte.
Si le decía el paradero de Stan, no tenía idea lo que podría pasar con él. Estaba seguro que su amigo se sentía igual por ella luego de lo ocurrido, de verdad que la adoraba y la amaba, y por eso había decidido alejarse, para no "mancharla con su oscuridad", como él mismo había dicho. ¿Pero y si lograban arreglarse, solo para profundizar su relación y que luego vuelva a pasar algún episodio incluso más complicado? No podía saberlo, nadie podría preverlo, pero ya no quedarían pedacitos de Stan que recoger del piso en ese caso. Era arriesgarse a todo o nada, que esa joven realmente diera todo de sí para sacarlo de las sombras, o condenar a su casi hermano a una vida llena de recuerdos amargos y de desesperanza. Él no podía hacer más, ya lo había intentado, lo único que procuraba era sostenerlo, evitar que se ahogue.
- De acuerdo, confiaré en ti, Kohaku –La llamó por su nombre, símbolo del respeto que volvió a sentir por ella– Pero no puedo garantizar que él quiera verte. Stan se está por volver a nuestro país, a Estados Unidos.
- … ¿Eh? –La boca de Kohaku cayó abierta, y su corazón se saltó varios latidos, no esperaba oír eso.
- Estuvo esperando a que te dieran el alta en el hospital para irse. Renunció a su trabajo hace unos días, y no piensa volver a Japón por lo que sé. Yo me iré también cuando termine el año escolar y termine el contrato de mi investigación aquí, creo que oíste de tu amigo Senku Ishigami que tengo una beca pendiente con él en la NASA, que es mi lugar de trabajo hace años, así que acompañaré a Stan desde allí.
- ¿Pero… a dónde está ahora? ¿En el aeropuerto? ¿Llegaré a alcanzarlo?
- ¿Qué? –Xeno hizo una mueca de burla y desagrado– Esto no es una película barata. Dije que se va a ir, no que ya está en camino. Todavía está en su departamento, mañana por la noche es el vuelo.
- ¿Por qué se va? Así como si nada…
- ¿Así como si nada? Creo que tiene suficientes motivos, y Japón no es su patria como para tener que atarse aquí. Sólo está por motivos laborales, eventualmente iba a suceder que se volviera, a Estados Unidos o viajar a otros países. Y dado lo que pasó contigo, necesita alejarse lo más posible para seguir adelante con su vida.
- No puede irse… y sin despedirse. No creo que quiera en el fondo, y por eso pretende irse sin decir nada… y él mismo me dijo que no tiene a otras personas en su país ni en otro lado, sólo va a estar solo.
- Tal vez es lo que necesita
- Creo que lo que necesita es más bien lo contrario, ya estuvo solo demasiado tiempo –Lo dijo en un tono muy duro, pero se arrepintió enseguida porque no era del todo así, Xeno sí había sido su mejor compañía todo ese tiempo, nunca lo había dejado solo– Eso no fue justo, no hablo por usted, lo siento.
- Está bien, sé a lo que te refieres– suspiró– Honestamente, tampoco creo que tiene que estar solo, pero acorralarlo es peor. El "no" ya lo tienes, así que, si quieres hacer un último intento, es todo tuyo. Sólo procura pensar antes de hablar, y no lastimarlo más, ya sufrió bastante.
- Lo sé. Gracias…Dr. Xeno –se inclinó en una educada y breve reverencia.
- Espera –Tomó un papel y una lapicera, y escribió algo– Este es mi teléfono, por cualquier cosa. Como te dije, puede que no te quiera recibir, pero está ahí, hablé hace unas horas y no tenía pensado salir.
Kohaku asintió, y se fue de la sala, dejando a Xeno con una pequeña sonrisa en el rostro. El científico soltó una breve y suave risa para sí mismo, pensando que definitivamente esa chica no era elegante, pero no podía negar que tenía mucho potencial, quizás podría tener una chance todavía. Esperaba que así fuera, sinceramente, Stan se merecía ser feliz.
Apenas salió de la escuela, Kohaku se dirigió al departamento de Stan. El día estaba nublado, unas nubes oscuras amenazaban desde el cielo, por lo que aceleró el paso. Cuando llegó al departamento, el encargado del edificio la vio, pero en vez de sonreírle cordialmente como siempre, tenía una expresión de incomodidad en el rostro.
- Buen día señorita. Lamento informarle que el señor Snyder no se encuentra en el edificio en este momento.
- Buen día. Oh… no es problema, lo esperaré dentro –El encargado lucía sinceramente incómodo, y ella sospechó que estaba mintiendo, de seguro Stan le había dicho que la rechace si venía, pero prefirió no comprometerlo.
- Disculpe –ahora se veía muy apenado– Pero no puedo dejarla pasar, política del edificio. La conozco y confío en usted, señorita, pero si el inquilino no está presente, no puedo hacerla pasar.
- Entiendo. Lo esperaré afuera entonces a que vuelva.
La cara de contrariedad que mostró el hombre confirmó las sospechas de Kohaku, de seguro estaba pensando en que ella iba a esperar inútilmente, por el hecho de que en realidad Stan nunca iba a volver de la calle. Pero su deber era más fuerte, y sólo asintió mirando al piso. Ella salió y se quedó esperando a un costado del edificio, sentándose en el suelo lejos de la entrada para no molestar.
Como era de esperar, al rato comenzó a llover, aunque más bien fue un diluvio, y Kohaku sólo pudo acurrucarse contra la pared, pero de todas formas se empapó. Ya estaban a fines de otoño, y ese día estaba particularmente fresco y ventoso, por lo cual estaba lamentando mentalmente no haber traído un paraguas o más abrigo. Aunque evitaba mirar al interior del edificio, pudo notar que el encargado se asomaba cada cierto tiempo para comprobar si ella seguía ahí, debía de estar sintiéndose culpable por verla empaparse. Determinada a no moverse hasta ver a Stan, aunque tuviera que hacer vigilia hasta el día siguiente, ella no se movió de ahí, incluso cuando se hizo de noche. Le estaba dando hambre, tampoco se le había ocurrido comprar nada, y ahora no podía irse. Por suerte había parado de llover, pero estaba fría y con las ropas húmedas, tenía que aguantar, y de seguro se iba a resfriar, aunque eso no se comparaba con perder la oportunidad de ver y hablar con Stan, y menos si el plan de él era desaparecer de su vida. Notó que alguien que venía de la calle se acercaba, y su corazón comenzó a martillar alarmado, pero cuando levantó la vista se encontró con la cara sorprendida de Xeno.
- Ah, es usted…qué alivio.
- ¿Qué haces aquí?
- El encargado dijo que Stan "no está" y no puede dejarme pasar, así que estoy esperando que salga.
- ¿Acaso pensabas esperar hasta mañana cuando esté por salir para tomar su vuelo? ¿Estás loca?
- Su teléfono está apagado, y ya usted me dijo que no quiere verme y parece ser cierto, así que no tengo otra opción. No me iré hasta hablar con él.
- Estás mojada –Resopló, pero la miró preocupado– ¿Comiste algo?
- No, estoy aquí desde la tarde, pero no me atreví a moverme por si Stan llegaba a salir a comprar o algo así. ¿Qué hace usted aquí?
- Pensaba hacer una última visita de sorpresa, y chequear qué había pasado. Si llamaba por teléfono podía ser sospechoso, y no quería que huyera por la puerta de atrás –Suspiró, y se quitó el saco largo que lo cubría, para ponerlo encima de Kohaku– Espérame un momento, ya vuelvo.
- No pensaba moverme –le respondió con una media sonrisa– Gracias por esto, Xeno –Decidió tratarlo un poco más casualmente, no era su profesor ahí.
- Te vas a enfermar, y otra vez Stan tendrá que cuidar de ti… si logras convencerlo, claro.
El científico se alejó, asegurándose de ir para el lado opuesto de la entrada del edificio, y así evitar que el encargado lo viera pasar por delante. Varios minutos después, volvió con una bolsa, que le entregó a Kohaku.
- Ten, come algo caliente, y aquí tienes para beber también. Son unos bollos de carne de una tienda de por aquí, nunca los probé así que no sé si estarán buenos, pero al menos te alimentará y dará energías.
- Muchas gracias.
Le sonrió, verdaderamente agradecida, este era un nuevo lado de su profesor. Siempre la había tratado con distancia, y esa misma mañana seguramente había sentido hasta odio por ella, pero ahora podía ver a un hombre comprensivo y cálido, y podía darse cuenta de lo mucho que quería y cuidaba a su amigo. Kohaku recordó cuando Stan le había dicho que ella y Xeno eran las dos personas más importantes que tenía en ese momento en su vida, y no pudo evitar que sus ojos se llenen de lágrimas una vez más, cosa que el científico notó.
- ¿Qué te sucede? –Preguntó incómodo.
- Nada –negó con una tensa sonrisa, mientras se secaba los ojos– Sólo pensaba la suerte que tiene Stan de tener un amigo tan fiel como tú, y me tranquiliza saber que estará en buenas manos y que nunca estará solo.
Xeno se sonrojó un poco y se removió, no esperaba ese sincero halago de la joven, y ahora se sentía apenado por la situación de ella. Estaba tentado de cancelar el viaje de su amigo, si pudiera hacerlo, con tal de que se lo piense dos veces antes de dejar atrás a esa chica. Le estaba demostrando cada vez más que ella sí era madura y fuerte, y que pese a lo joven que era, no recordaba haber conocido otra mujer que pudiera ser justo lo que Stan necesitaba para salir adelante y volver a confiar en que podía tener un futuro feliz. Se reprendió mentalmente por el pensamiento, ahora era él el que se estaba adelantando demasiado en el tiempo y ya estaba considerando un "futuro", cuando ni siquiera eran una pareja de verdad. Pero había algo en esa muchacha que lo hacía sentir así.
Stan ya podía estar en edad de "sentar cabeza" y dejarse de jugar a las conquistas pasajeras, las cuales Xeno sabía que buscaba sólo para llenar el vacío en su interior. Y el científico en algún punto sospechaba que su amigo también lo había considerado cuando comenzó a interesarse mucho en Kohaku, ni que hablar cuando le confesó apenas hacía unos días entre lágrimas que reconocía haberse enamorado de la joven. Pero ella era otro cantar, tenía apenas dieciocho años, y ni siquiera había vivido su primer amor, como le había confesado esa mañana. No tenía otras experiencias románticas serias, y eso tenía sus ventajas y desventajas… pero, al fin y al cabo, estaba demostrando llevarlo bastante bien para ser tan inexperta.
- Kohaku –la llamó con suavidad, y ella lo miró– será mejor que me vaya… prefiero no visitarlo ahora.
- ¿No te despedirás de él?
- No creo que sea necesario –Le sonrió con sinceridad, y le dedicó una mirada mucho más cálida que al mediodía– Quédate el saco, y déjaselo a Stan cuando lo veas, luego pasaré a buscarlo. Éxitos, hasta luego.
- Gracias, Xeno. Por confiar en mí, y por todo esto.
El científico asintió con una breve sonrisa, y se fue, dejándola sola nuevamente, pero ahora disfrutando de la calidez del saco, y de la esperanza que había brotado en su corazón con las últimas palabras de Xeno. Unas horas después, ya de madrugada, finalmente el encargado se apiadó de ella, y la dejó pasar. Miró con curiosidad el saco que ella llevaba puesto ahora, era evidentemente de un hombre, pero no le preguntó.
- Señorita…le ruego que me disculpe. Le he mentido, el señor Snyder sí está en el edificio, yo…
- Sí, ya lo sé –lo interrumpió, con una sonrisa, frente a la cara incrédula del hombre– No se disculpe, es su trabajo y tenía indicaciones que respetar, lo entiendo perfectamente. No sé si sabe lo que sucedió, pero sólo estoy aquí para hablar con Stan. Hubo un…malentendido, y quiero arreglarlo, y disculparme.
- Espero que todo salga bien, señorita. Disculpe mi atrevimiento, pero… debo confesarle, aunque no conozca personalmente al señor Snyder, pude notar que desde que usted viene por aquí él tiene una expresión más amable y contenta en su rostro, la cual perdió hace unos días. Me gustaría volver a verlo sonreír, parece ser un buen hombre.
- Lo es –sonrió, cariño y seguridad desbordando por sus ojos.
- Estoy cometiendo una falta en mi trabajo, pero me haré responsable. Puede pasar y quedarse dentro del edificio, incluso subir a su piso, aunque a estas horas el señor Snyder estará descansando, no cuenta con visitas. Hay un baño de servicio, si quiere utilizarlo.
- Sí, esperaré hasta la mañana. Gracias por dejarme pasar.
El encargado sonrió amablemente y se inclinó cortésmente ante ella, y con su mano le hizo un gesto para invitarla a adentrarse en el edificio. Kohaku aprovechó para pasar al baño, lo cual agradeció infinitamente porque no sabía cómo iba a aguantarse tanto tiempo de otra forma. Subió por el ascensor, y se sentó con cuidado contra la puerta del departamento de Stan. La verdad era que tenía sueño, y al fin estar más calentita y segura la relajó bastante, y decidió dormitar unas horas, no tenía nada más que hacer, y él no iba a escabullirse si ella custodiaba la puerta. Le mandó un mensaje de texto a Xeno diciendo que estaba esperando dentro, y a su hermana Ruri para tranquilizar a su familia de que estaba bien, pero que no iba a volver hasta por lo menos la tarde o noche siguiente. Se acurrucó nuevamente en una posición más cómoda y cerró los ojos.
Cuando se despertó ya era de día, pero estaba en la misma posición, por lo cual Stan también estaba dentro. Iba a faltar al colegio una vez más, pero no le importaba en lo más mínimo. No quería hacer ningún movimiento, y tampoco escuchaba nada dentro, se preguntaba qué estaría haciendo Stan a pocas horas de partir. Seguramente estaba ocupado armando la valija, y el departamento seguiría más o menos igual, ya que una vez le había contado que se lo había alquilado a un conocido, y que todos los muebles y el equipamiento venían ya con el lugar, con lo cual no tenía que preocuparse por llevarse nada más que sus cosas. Podía simplemente tocar la puerta y ahorrarse la espera, pero también había una buena posibilidad de que Stan decidiera ignorarlo, así que decidió esperar a que él salga.
Pero las horas pasaron, y cuando Kohaku miró su teléfono ya eran las cuatro de la tarde. Su estómago rugía prácticamente, lo cual no ayudaba a la molestia que de por sí sentía en su abdomen por la herida que poco a poco comenzaba a cicatrizarse, y los puntos que tenía de la operación. Sólo porque estaba aburrida, le mandó otro mensaje a Xeno diciendo que seguía esperando en la puerta, y él la tranquilizó diciéndole que había hablado con Stan por teléfono y estaba pronto a salir. Aunque al mismo tiempo le hizo latir el corazón con mucha rapidez, no sabía qué iba a suceder, pero faltaba poco para descubrirlo. Se armó de fuerza mental, y cuando estaba por guardar el teléfono en su bolso, la puerta se abrió y ella no llegó a acomodarse, por lo que cayó de espaldas al piso.
Lo primero que vio fue los ojos desmesuradamente abiertos de Stan, y le pareció oír una inspiración brusca. Tantos pensamientos pasaron por su cabeza en ese instante, y parecía lo mismo para él, que no movía un músculo. No podía quedarse así mucho más, así que se giró de costado y se levantó, para evitar sentir el dolor de presionar su abdomen al sentarse directamente. Se puso de pie, y vio a Stan en la misma posición congelada, sólo que sus ojos estaban fijos en lo de ella. Su expresión era indescifrable, pero a la vez podía verse una tormenta en aquellos profundos ojos azules. Kohaku, sin pensarlo, dio unos pasos hacia él, su cuerpo impulsándose solo hacia adelante para darle un abrazo. Pero le sorprendió que el rubio dio unos pasos para atrás, evitando su contacto. Nunca, nunca antes él la había rechazado, y ahora la estaba mirando y retrocedía como si ella fuera un fantasma. Con tristeza, Kohaku dejó sus brazos caer a sus costados, y sus ojos no tardaron en sentirse húmedos.
- Perdóname, Stan –le dijo con la voz queda, tratando de no desarmarse.
- ¿Qué haces aquí? –él le contestó con el mismo tono, parecía como si cada palabra que pronunciaba le doliera.
- Quiero que hablemos. No te vayas.
- ¿Cómo…? –Iba a preguntarle cómo lo sabía, pero se percató de que ella llevaba puesto el saco negro de Xeno, esa ropa era inconfundible. Y era obvio que el encargado la había dejado pasar, pese a sus órdenes– Ya son dos que no saben guardar la lengua
- ¿Por qué te vas? Y tampoco entiendo por qué me estás dejando, y más sin decir nada… sin despedirte. No puedo ni pensar que si no me hubiera animado a preguntarle a Xeno dónde estabas, quizás hubiera sido demasiado tarde –todavía podía controlar su voz, pero no evitar que algunas lágrimas silenciosas resbalaran por sus mejillas– ¿Cómo puedes apartarme de tu vida así de fácil? ¿Tan poco signifiqué realmente para ti, como para no merecer un adiós cara a cara?
Kohaku sabía que no era así, que de seguro no había sido fácil para él, y posiblemente había sido el acto menos egoísta que había conocido, todo por protegerla…de él. Pero necesitaba sacudirlo, necesitaba hacerlo sincerarse. Le pidió perdón mentalmente, porque sabía que de alguna forma lo estaba lastimando, pero no encontraba otra forma en ese momento, y no sobraba el tiempo. Le estrujó el corazón ver que Stan cerraba los ojos con fuerza, y apretaba su mandíbula, mientras miraba al piso. Seguramente estaba negando interiormente las últimas dos preguntas, pero pasaron varios segundos y no contestó nada, así que ella continuó.
- Te ruego que me disculpes, Stan… recordé que te dije algo muy injusto en mi estado de shock. No pienso que eres un monstruo. Salvaste mi vida, me protegiste, y yo te dije algo así sin pensarlo. No eres así, no eres eso que dije.
- Sí lo soy –Finalmente contestó, con una sonrisa triste– Si no hubiera escuchado tu grito, seguramente le hubiera disparado en la cabeza a ese hombre, sin remordimiento alguno. La posibilidad de quitar esa vida no me generó ninguna emoción o conflicto. Más bien lo contrario, lo deseé por un momento. Ni yo puedo negar que eso no fue muy humano.
- Pero lo hiciste para protegerme. No pretendo justificarte, y tendrás que vivir con eso el resto de tu vida, lo sabes mejor que yo. Pero no lo consideraste por gusto o perversión, fue un acto de defensa, ahora lo sé. Nunca había visto a alguien disparar a una persona, y tenías una mirada tan fría… el miedo habló por mí, fue una respuesta inconsciente. Ya está, ya pasó… Yo estoy bien, y viva, gracias a ti. Y tú no le quitaste la vida a nadie, aunque lo hayas pensado, y fue una decisión tuya no matarlo, lo hubieras hecho igual si realmente lo querías, escuchando o no mi grito. Eres…no, fuiste militar, es inevitable que esas cosas pasen por tu cabeza.
- Te lastimé Kohaku, y podría volverlo a hacer. No quiero arriesgarte a eso de nuevo, no lo vale.
- ¡¿En qué momento me lastimaste?! –levantó la voz, exasperada– Ese día me protegiste, y si estás hablando de lo que pasó la noche anterior, ya te dije lo que pensaba. Más bien yo te lastimé a ti, y por eso te estoy pidiendo disculpas.
- ¡¿Y si vuelvo a hacerlo?! –Ahora él abandonó su serenidad, exponiendo el miedo que lo carcomía– O si me vuelvo loco, o tengo algún otro episodio peligroso o inestable mentalmente, ¿qué?
- Si eso ocurre, ya veremos cómo afrontarlo, Stan. No puedes vivir alejándote de las personas sólo porque te preocupa la posibilidad de que algo malo ocurra. Eso no es vida, ni te lo mereces…
- Apenas estamos saliendo hace no más de dos meses, y ya te hice vivir al menos tres situaciones así difíciles, los números no son muy tranquilizantes para ti, Kohaku.
- Y aquí estoy, ¿no? –Le dijo con seguridad, dando un paso adelante– Como ves, no fue suficiente para rechazarte, y no lo será tampoco. ¿Por qué piensas que eres el único que puede decidir lo que quiero o no para mi vida? No puedo obligarte a estar conmigo, así como tú no puedes elegir por mí si quiero soportar esas cosas o no. Cada uno toma sus decisiones. Y no sé tú, pero yo sigo queriendo estar a tu lado, incluso después de todo esto.
Dio unos pasos más hacia él, se sentía demasiado lejos de él, real y metafóricamente. Pero Stan volvió a retroceder, sin mirarla a los ojos. Eso la terminó por quebrar, la entristecía mucho ver la inseguridad de él, y que aun después de decirle eso ni siquiera considerara aflojar un poco. ¿Qué tan hermético se había vuelto? ¿Qué tanto pensaba rechazar su propia felicidad, y negarle la de ella, sólo por miedos? Esta vez no se molestó en callar el sollozo que salió de su boca, ni secar sus lágrimas. Sólo pudo decir, con todo el dolor y la impotencia que sentía:
- ¿Por qué me alejas?
Stan la miró, y su garganta se cerró cuando escuchó la voz quebrada de la joven que no supo en qué momento se había enamorado tanto. Sus propios ojos se llenaron de lágrimas, mitad empatía y mitad lucha con sus propios sentimientos. Lo único que quería en su vida, si podía ser egoísta y feliz, era volver a tenerla en sus brazos y nunca soltarla, ella le había devuelto las ganas de vivir el día a día, y de pensar en un futuro. Pero no quería eso, si implicaba condenarla a una vida de cautela y accidentes, ella no se lo merecía por más que estuviera dispuesta.
No sabía cómo iba a hacer desde ese día en adelante, esa semana que ella estuvo en el hospital fue una tortura para él. No sólo estar pendiente de su estado de salud y rezando por su recuperación, sino saber que de todas formas había decidido no volver a verla nunca más, ni su preciosa sonrisa y esos ojos brillantes del color del más precioso mar, ni escuchar su dulce voz llamar su nombre de una forma que su corazón latía tan fuerte. Si podía pedir un último deseo, sería el de abrazarla y besarla una vez más, pero que ese momento dure para toda la eternidad. No necesitaba que ella le diga que lo amaba, él ya lo hacía lo suficiente por los dos, y estaba bien con eso. Kohaku era su luz, era la única que podía rescatarlo del infierno que tenía asegurado. Ella tampoco se merecía esa responsabilidad, y él no iba a pedírselo jamás, pero así se sentía. Nunca nada le había costado tanto como ese momento, motivo por el cual había preferido irse sin verla, era demasiado para él recordar lo que ya no podía tener, lo que había perdido. Así que resumió su respuesta lo más que pudo, a lo más esencial.
- Porque no sé cómo podría vivir sin ti, pero no puedo soportar perderte otra vez.
- Nunca me perdiste, Stan
Escucharlo decir eso fue demasiado, prácticamente una confesión de amor implícita en esas dolorosas palabras, y a la vez sintió por primera vez que tenía esperanzas de hacerlo cambiar de opinión. Ella sabía que él no quería dejarla, lo sabía… pero ahora necesitaba que él mismo lo aceptara, tenía que derribar sus duras defensas, exponer su corazón blindado. Sin importarle que otra vez retrocediera, en dos grandes pasos cubrió la distancia que los separaba y se abrazó a él. Stan se quedó muy quieto, y muy tenso, con las manos en el aire, como si tuviera miedo de tocarla.
- Suéltame Kohaku –le dijo con voz débil.
- No lo haré –se abrazó con más fuerza a su cintura.
- Suéltame, por favor.
- No, no te soltaré. No lo hice, y no lo haré.
- Te lo ruego, no puedo… suéltame.
Esas últimas palabras fueron casi inaudibles, pero Kohaku sintió la desesperación de Stan en ellas.
- Si quieres que te suelte, vas a tener que obligarme –miró hacia arriba, para encontrarse con sus angustiados ojos azules– Mírame a los ojos y dímelo… dime sinceramente desde tu corazón que no quieres verme nunca más, que no me quieres a tu lado, y que apenas cruces esa puerta no volverás a pensar en mí. Si haces eso, entonces te soltaré, y desapareceré de tu vida completamente, te doy mi palabra.
En los eternos segundos que Kohaku esperó su respuesta, sin correrle la mirada, sintió cómo respiraba entrecortadamente, cómo su cuerpo se estremecía. Esa había sido su última carta, si él le negaba eso ya no había vuelta atrás, definitivamente había tomado su decisión, y ella lo respetaría, aunque le rompiera el corazón. Nunca había visto a Stan llorar, pero podía ver con claridad cómo los ojos turbios de él dejaban caer lágrimas silenciosas, una tras otra. Para que eso sucediera, era porque de verdad lo había llevado al límite, para bien o para mal. Podía sentir como el corazón de él martillaba contra su pecho, y el de ella también lo hacía. Perdió la cuenta de cuántos segundos o minutos pasaron, el tiempo se había congelado a su alrededor. Pero en lugar de responder, Stan la abrazó, tan fuerte que rozaba el dolor, como esa noche en que se despertó de la pesadilla, aliviado de ver que no la había perdido, que había sido sólo un mal sueño.
- ¿Cómo esperas que te diga eso? ¿Cómo esperas que te olvide, cuando te convertiste en alguien imprescindible para mí? –A medida que dejaba salir esas palabras, se volvían casi ininteligibles cuando se combinaban con sus sollozos, sin poder contenerlos– ¿Cómo esperas que te diga que no te quiero a mi lado, cuando no puedo hacer otra cosa que amarte?
El corazón de Kohaku se saltó varios latidos al escuchar eso, no sólo al confirmar que él no quería dejarla, sino que…la amaba, y tanto. Ella sabía que todo lo que él la consentía y mimaba, era porque la quería y le gustaba mucho, pero que admitiera que era amor… Eso la hizo recordar fugazmente la conversación que tuvo con Xeno la mañana anterior. Estaba cada vez más segura que también lo amaba, no llegaría a tales extremos por él si sólo fuese una fascinación, una mera atracción pasajera. Le devolvió el abrazo con toda la fuerza que pudo, y sintió tanto alivio por escuchar sus sinceros sentimientos que también rompió en llanto, pero esta vez no era de angustia o tristeza, sino de felicidad. Cuando pensó que ya podía hablar sin ser interrumpida por sollozos, le respondió.
- Entonces no te vayas, por favor. No tomes ese vuelo –sin romper el abrazo, se alejó un poco para poder mirarlo a los ojos otra vez– No sé si lo que siento es amor, creo que sí, pero nunca me había enamorado antes ni me sentido así en tan poco tiempo… lo que sí sé, es que no quiero estar sin ti, y que todo el tiempo que pensé en la posibilidad de que no podríamos estar más juntos me hizo sentir triste como nunca, un vacío horrible. No te puedo prometer mi vida, pero sé que no quiero estar con nadie más, y que haría lo imposible por seguir a tu lado. Eso es lo que puedo asegurarte, lo que siento honestamente. No sé si es suficiente para ti, o para hacerte cambiar de opinión.
- ¿Suficiente? –sonrió un poco, mientras soltaba una mano de su firme abrazo para acariciarle la mejilla– Estaba dispuesto a estar contigo todo el tiempo que me lo permitieras, incluso si no llegabas a amarme nunca. Quizás es lamentable, y sientas pena por mí por pensar de esa forma… pero desde que entraste a mi vida y luego comenzamos a salir juntos, pude ver una luz brillante en mi vida que hace años no me alcanzaba. No sé cómo iba a ser para olvidarte o vivir sin ti, pero también estaba dispuesto a hacerlo con tal de proteger tu luz. Pero si insistes y me aceptas… –respiró muy profundamente– y si algún día me amas también, no creo llegar a conocer otra felicidad y paz así en mi vida. Lo único que me apena es que tengas que lidiar con todas mis mochilas y mi oscuridad.
- Si somos dos, entonces el peso se hará más liviano, ¿no crees? –Le sonrió, mientras apoyaba su mano encima de la de él.
- Eres realmente preciosa, mi amor.
Kohaku se sonrojó profundamente, y abrió mucho los ojos al escuchar eso. Estaba acostumbrada a que la llamara "preciosa", más que su propio nombre, pero ahora sí Stan acababa de confesar bastante directamente su amor por ella, y le llegó directo al corazón.
- ¿Por qué pones esa cara tan adorable?
- Es… es la primera vez que alguien me llama así…y que tú lo haces. No digo el apodo, sino… ya sabes –le costaba hasta decirlo, inesperadamente la puso tímida.
- ¿Que te llame "mi amor"? –La vio sonrojarse más si eso era posible– Es que eso eres, ahora que no me lo niego a mí mismo. Sabes…en cierta forma es como una primera vez para mí también. No es la primera vez que lo digo, lo reconozco… pero es la primera vez que lo siento con todo mi corazón, y ya no tengo miedo de admitirlo. Te amo, Kohaku.
- Oh… –Su corazón latió más fuerte y rápido que nunca, al escuchar nuevamente esas palabras. Y entonces se dio cuenta, que escuchar esas dulces palabras correspondía perfectamente con lo que sentía cuando pensaba en cuánto lo quería y en lo que él significaba para ella. Entonces, ¿sí era amor? – Stan, gracias. No sólo por tus sentimientos, sino porque… porque me hiciste darme cuenta… estoy bastante segura que me siento igual hacia ti –Guió la mano que tenía apoyaba en su mejilla hasta su corazón, para que él sienta cuán fuerte latía por él– Creo que estoy siendo sincera, si te digo que también te amo.
Stan sintió un calor casi abrasivo en su pecho, pero era reconfortante, lo estaba abriendo y purificando. ¿Podía ser posible, tanta felicidad? Comenzó a arrodillarse, llevando a Kohaku con él, hasta que terminaron sentados en el piso, todavía abrazados a medias. Apoyó su frente contra la de ella, e inhaló profundamente, absorbiendo el eco de esas últimas palabras y grabándolas en su corazón. Pero un segundo después de cerrar sus ojos y sentir cómo una renovada paz y esperanza lo envolvían, disfrutando la calidez del cuerpo de Kohaku contra el suyo, de sentirla entre sus brazos sabiendo que iba a seguir allí por un tiempo más, y para colmo de su dicha saber que su amor era completamente correspondido, los labios de ella se apoyaron en los de él. Se habían besado incontables veces, pero esta vez era el primero en que lo hacían reconociendo los profundos sentimientos que compartían. No sabía de dónde venía tanta sensibilidad, quizás se la estaba permitiendo y liberando por primera vez en tantos años, pero esa realización le hizo soltar unas lágrimas más, que humedecieron ligeramente el rostro de ella.
Dejó de sentir los labios de Kohaku contra los de él, no… demasiado pronto, pero un instante después volvió a sentirlos… en su rostro. Ella se había percatado de esas últimas lágrimas, y ahora se las estaba secando con sus besos. Sentía que su corazón iba a explotar de tanto amor, y no sabía si quedarse quieto y dejarla consolarlo, si abrazarla con todas sus fuerzas, o si besarla hasta que la sensación del tiempo dejara de existir. Bueno, podía hacer todas, en ese orden. Pero también en ese momento, cuando comenzaba a serenarse y "bajar a tierra", aunque se sintiera en el cielo, fue cuando notó que la ropa de Kohaku se sentía ligeramente fría y húmeda. Eso no correspondía con la calidez de su cuerpo debajo de la tela… ¿y por qué estaría mojada? La tarde anterior había llovido… ¿acaso ella había estado esperándolo desde ese momento?
- Kohaku, espera un momento. ¿Cuánto hace que estabas por aquí? Estás un poco mojada, ahora me doy cuenta.
- Hmmm... desde ayer a la tarde, cuando salí de la escuela. No atendías el teléfono, y el encargado no me dejó entrar en un principio porque dijo que no estabas, así que esperé hasta que salieras, lo cual no sucedió. Y me mojé con la lluvia, no tenía paraguas y no quería irme de aquí por si salías.
- ¿Es en serio? –la vio asentir, bajando la mirada– ¿Hace un día entero que estabas acá? ¿Comiste siquiera?
- Sí, anoche. De casualidad Xeno venía a visitarte, y ahí me vio esperando. Me dio su saco para abrigarme, y me compró comida. Y a la madrugada el encargado me dejó entrar finalmente, pero estuve esperando en tu puerta hasta que salías. Tenía miedo que no me abrieras si sabías que estaba acá, así que esperé...
- ¿Anoche? ¿O sea que no comiste nada desde entonces? ¿Y estás mojada desde ayer? –Preguntó incrédulo, y ella asintió un poco avergonzada, lo que lo hizo sentir frío a él ahora. No quería interrumpir el hermoso momento que estaban disfrutando minutos antes, pero no podía ignorar cómo ella debía sentirse, y todo por él– Necesitas comer y darte un baño caliente, o te enfermarás.
- Lo sé, pero… –Sabía que Stan tenía razón, pero a la vez odiaba abandonar tan abruptamente ese momento inolvidable.
- Sin "peros". No puedo seguir con lo que estábamos haciendo sabiendo eso ahora. Hmm, como estaba por irme no hay casi comida, creo que unas galletas quizás. ¿Qué prefieres primero, comer o darte un baño? Puedo ir a comprar algo mientras te bañas.
- No, no te vayas. Me conformo con esas galletas por ahora, de verdad. Y ahora que lo pienso, no vendría mal usar el baño un momento, pero me había olvidado de todas esas cosas desde que entré. Y quizás que voy a sonar como una niña caprichosa, pero quiero estar un poco más como estábamos antes.
- Yo también, pero… –se le ocurrió algo, y sonrió– ¿Y qué dices si te acompaño en un relajante baño, mientras comes esas galletas?
- Suena perfecto, ese es mi Stan de siempre–le devolvió la sonrisa, aliviada de volvérsela a ver en su bello rostro, y se le acercó para darle un corto beso.
A decir verdad, ahora que se había calmado, su cuerpo parecía haber despertado sus necesidades básicas que venía conteniendo y postergando, así que en cuanto se puso de pie fue rápidamente al baño antes de que Stan se le uniera. Unos minutos después, mientras la bañera se llenaba, él le alcanzó un cepillo de dientes y la pasta dental, lo cual ella aprovechó para bromear al respecto.
- ¿Esto es una indirecta para decirme que tengo mal aliento? –Rió avergonzada– Bueno, no te culpo, no me lavo los dientes desde hace casi un día.
- Puede ser –sonrió con picardía– Aunque no tengo problema en seguir besándote todo el día así como estás, sabes.
- Gracias, pero no gracias, prefiero que sea más agradable para ambos.
- Voy a buscar unas toallas y lo demás, ya vuelvo.
Ahora sí que se sentía más cómoda y relajada. Se miró en el espejo, y comprobó que se veía demacrada, aunque eso mejoraría con un poco de descanso y alimentación. Lo importante era que Stan iba a quedarse, que seguirían estando juntos. Poco a poco, iba a ayudarlo a superar sus problemas, a vaciar al menos una parte de la pesada mochila que llevaba en su espalda, estaba segura de eso. Cuando la bañera se llenó lo suficiente, se desvistió y se metió dentro. Suspiró de puro gusto al sentir el agua caliente reconfortar su cuerpo frío, y un momento después Stan volvió a entrar, con unas toallas en una mano, y una banqueta en la otra, e hizo un último viaje para traer una bandeja con un plato de galletas y un té. Se desvistió, mientras Kohaku se corría hacia adelante para dejarle lugar, y en cuanto se acomodó dentro de la espaciosa bañera, ella se recostó contra él.
Kohaku comprobó una vez más que definitivamente no había mejor lugar que entre los brazos de él, y se permitió relajarse y cerrar los ojos disfrutando de la sensación que tanto había extrañado y que tanto temía no volver a sentir. Pero unos segundos después sintió algo sólido tratando de hacer lugar entre sus labios, y cuando abrió sus ojos vio que era una galleta que Stan le estaba dando. Ella rió divertida por la insistencia y mordió un trozo, y como él parecía decidido a alimentarla, se dejó consentir. También le quiso dar de beber el té, pero resultó ser más torpe e incómodo, así que lo terminó haciendo ella para evitar derramarlo dentro del agua. Cuando se sintió satisfecha, se recostó más sobre el amplio y cálido pecho de Stan, y él la abrazó, mientras le daba tiernos besos en su cabeza.
- ¿Cómo es que no hicimos algo como esto antes? –Preguntó Kohaku, con una sonrisa tonta de pura felicidad.
- No sé, pero podemos implementarlo a partir de ahora, se siente bien. Aunque la próxima vez creo que mejoraría el menú, y podríamos tomar unas copas de vino. ¿Cómo te suena?
- De lo mejor. Pero, aunque no quisieras mimarnos con tantos gustos, también estaría bien, sólo con estar así contigo me alcanza.
- Lo mismo digo, preciosa –Apoyó su cabeza contra la de ella, pensando que estuvo a punto de perderse algo así por el resto de su vida– De tener la valija y el pasaje listo a algo como esto en menos de una hora… sólo tú puedes cambiar tanto mi vida en un abrir y cerrar de ojos.
- Comparto el sentimiento. Gracias Stan, por todo.
- No, yo debería agradecerte una vez más. Pero para no cansarte con palabras, te lo demostraré todos los días, tenlo por seguro.
- No eres de muchas palabras, y nunca me cansarás en ningún aspecto. Contigo tengo entretenimiento para tres vidas –rió divertida.
- Trataré de hacerle honor a eso, aunque prefiero que sea del tipo que te haga reír así, tu felicidad es uno de los mejores sonidos de la vida.
Se quedaron disfrutando del baño hasta que el agua comenzó a enfriarse, y recién entonces se decidieron a salir. Kohaku se levantó primero, y ahí fue cuando Stan vio por primera vez los puntos de la herida de bala, y su sonrisa se borró. Ella lo notó cuando se estaba cubriendo con la toalla, y suspiró mientras le tomaba la mano.
- No te preocupes, casi no molesta ya –mintió un poco, la verdad era que todavía le dolía, pero no quería preocuparlo ni deprimirlo– Quedará una pequeña cicatriz y nada más, todo estará bien, será solamente un mal recuerdo.
- Sí.
- Tengo un poco de sueño, el baño me relajó mucho. ¿Puedo quedarme a dormir?
- No tienes que preguntarlo ya.
Quería devolverle el buen ánimo, pero para eso tenía que cambiar de tema o distraerlo. Stan había sacado una de sus camisas de la valija para que ella se cambie, la que ella más solía usar. Después de que él también saliera de la bañera y se vistiera, se recostaron juntos en la cama. Kohaku se abrazó al cuerpo de él, y enredaron sus piernas. Ese hubiera sido un hermoso momento para disfrutar de unirse en cuerpo y alma, los sentimientos cálidos y amorosos de ambos desbordaban como nunca, pero lamentablemente no podían hacer nada de eso hasta que pasaran al menos una o dos semanas, que le quitaran los puntos y que ella tuviera el permiso de hacer su vida "normal". Aunque podían ser cuidadosos, sabía que Stan no accedería tampoco, porque incluso la tensión del inexplicable placer que él solía darle podía ser dolorosa para ella, así que tendrían que conformarse con abrazos y besos por un tiempo, era casi injusto.
Kohaku levantó su cabeza para mirarlo, y acercó su mano a la mejilla de él. Cuando finalmente lo vio volverá sonreír un poco, cerró los ojos y se adelantó para darle un beso. Stan la rodeó con una delicada firmeza de sus fuertes brazos, y compartieron muchos besos más, uno tras otro, disfrutando de la suavidad y calidez de sus labios y de largas caricias y tiernos abrazos por un buen rato. Eso era todo lo que necesitaban, allí se hallaba su felicidad y la esperanza de un buen mañana.
Buenaaas! Uuuups, parece que los dejé rotos y en vilo el capítulo pasado, por los comentarios (sí, dolió) …con este espero haber sanado un poquito su corazón… al final nomás jajaja. ¡Gracias por el apoyo y los reviews/comentarios, siempre, son muy muy bien recibidos! Y este ship no tiene mucho fandom (todavía jaja), en español es lo único de Stan hetero creo xD, pero si les gusta la historia, aunque no shipeen a los personajes en sí, sean libres de recomendarla :) Nos encanta que se animen a cosas nuevas, el apoyo se siente genial jaja. Hasta el próximo capítulo!
