¿Ir o no ir? Esa era la cuestión, no se esperaba la invitación a pasar las fiestas de Navidad y fin de año en Estados Unidos con Stan y Xeno. Kohaku se despertó el sábado por la mañana, y como estaba todavía siendo abrazada desde atrás por Stan y él estaba profundamente dormido, se puso a pensar en los últimos eventos de la noche anterior. Entendía y apreciaba lo de la llave del departamento de él, y aun así le parecía un importante gesto y un paso grande en la relación, mucho más que el título de novios, que no eran más que palabras y un acuerdo mutuo. Aunque entendía que no la estaba invitando a vivir con él allí, sino simplemente que "por las dudas" tuviera acceso a su departamento. Pero también Stan le había dicho que no tenía que avisarle cuando fuera, y que la considere libre como su casa… agradecía el gesto, pero no pensaba tomarse ese atrevimiento.
La llave. Qué embarazoso momento, por todos los cielos. Esa era la prueba fehaciente de que actuaba sin pensar, y todavía se ponía colorada de vergüenza de sólo pensarlo. Stan era un diablillo, estaba segura que en algún punto él también se había dado cuenta de ese detalle, era demasiado simbólico como para ignorar, y más en alguien como él, que escondía un alma romántica detrás de esa fachada disciplinada que solía tener. Aunque lo más curioso fue que ella no consideró huir despavorida en cuanto vio lo que podía ser un anillo... también consideraba que era demasiado pronto para algo así, hubiera sido una locura de parte de Stan. Pero que en el fondo no le hubiera asustado la idea de ese tipo de compromiso le sacó una sonrisa, definitivamente estaba enamorada también.
Y luego, el viaje. Una parte de ella siempre había querido viajar por el mundo, y le daba pena no haber podido salir de Japón todavía, por lo que la perspectiva de conocer otro país, otro continente y otra cultura tan distinta la emocionaba. Claro que tenía el gran problema de que ella no entendía mucho inglés, pero mientras no se separara mucho de Stan o de Xeno estaría bien. No quería ser una carga para ellos, de todas formas, así que tendría que ver la forma de estudiar un poco más.
Pero la duda más grande venía de su familia… ¿cómo iba a tomar su padre que se iría a pasar Navidad y año nuevo a Estados Unidos con su nuevo novio? Ni siquiera lo conocían personalmente, y el primer encuentro de su padre con Stan había sido catastrófico. Sin embargo, pareció que después del ataque que ella sufrió, Kokuyo había reconsiderado su hostilidad, habría hecho las paces con el hecho de que Stan le había salvado la vida a su hija de varias formas. Pero de mirarlo con buenos ojos a saber del viaje… de todas formas, Kohaku era mayor y podía hacer lo que quería, pero también prefería que las relaciones de su padre con su actual "yerno" mejoraran, no empeoraran.
Si la pregunta era ir o no ir, era evidente que todo lo que estaba pensando era porque su mente le gritaba ¡SÍ!, y ella estaba de acuerdo. Nunca le diría que no a una aventura, y si era con Stan, estaba segura de que iba a salir bien, y no tendría que preocuparse por perderse o por el idioma, mucho mejor. Le daba un poco de pena que él quisiera pagar todo, podía proponerle repartir algunos gastos, aunque ya imaginaba su respuesta, así que en todo caso podría compensar con comprar cosas o pagar más rápido que él algunas comidas o compras. Tenía los dólares que había ganado con darle esas clases de japonés antes de que empezaran a salir, podía usarlos de allí.
La sonrisa en su rostro se estaba ampliando, y podía sentir el calor de la emoción recorrerla. Tenía que contenerse de que su cuerpo expresara su entusiasmo, o despertaría a Stan. Pero quedarse viendo la pared del dormitorio mientras pensaba cosas para matar el tiempo no era lo que quería, para eso prefería hacerlo mirándolo a él. Con mucho cuidado y lentitud se fue girando para quedar boca arriba. Un brazo de Stan se estiraba por debajo del cuello de Kohaku y el otro rodeaba su cintura firmemente. Él se removió ligeramente, y soltó un adorable gruñido en sueños, y con eso terminó abrazándola con más fuerza que antes. Stanley "pulpo" Snyder, definitivamente tenía que hacerle un chiste o un regalo sobre eso alguna vez. Todavía estaban desnudos, y a Kohaku le encantaba el calor que emanaba del torso de él, por lo que terminó de darse vuelta para acurrucarse también. Lo sintió respirar muy profundamente, por lo cual sospechó que lo había despertado, aunque siguieran remoloneando juntos, y era que en ese momento no había nada mejor que eso.
Pero unos minutos después, como ella no podía quedarse quieta mucho tiempo quieta de lo activa que era, y no tenía sueño ya como para intentar volverse a dormir, comenzó a deslizar una mano por la espalda y la cintura de él, a modo de caricia. Notó una pequeña sonrisa en el rostro de Stan, por lo cual confirmó que sí estaba medianamente despierto ya. Más allá de la caricia, le encantaba sentir los detalles del firme cuerpo de él bajo sus dedos, las curvas de cada músculo. Aunque la inocencia y la ternura no le duró mucho, porque con una maliciosa sonrisa dibujada en los labios, fue bajando la mano hasta posarla en el precioso trasero de él. No era algo que hiciera seguido, lo cual ahora veía como un desperdicio, así que aprovechó para jugar y continuar sus provocadoras caricias a la par que volvía a subir por su espalda. Estaba disfrutando eso, y riendo por dentro pensando cuánto iba a aguantar Stan antes de dejar de hacerse el dormido.
Para su sorpresa, o él estaba disfrutando silenciosamente los "masajes" de ella, o quería ver con curiosidad hasta dónde llegaba su jugueteo mañanero, así que la dejó hacer sin moverse. Casi siempre era Stan el que la provocaba sensualmente apenas abría los ojos, llenándola de besos y caricias, ese hombre era pura energía y deseo, además de un madrugador nato, así que tenía que aprovechar las ocasiones en que podía ser ella quien iniciara la diversión. Estuvo un buen rato pasando sus manos por el divino cuerpo de él, pero cuando vio que el rubio no se desesperaba por más, decidió subir la intensidad, lo iba a hacer "cantar como un pajarito", como él solía decir, y cuanto más él fingiera control, más le generaba a ella querer quebrar esa fachada. Podía ir al grano y sorprenderlo, o podía hacerlo "sufrir" …mucho. Considerando su jugarreta con la cajita de la llave y su lindo discurso, estaba convencida que tenía que hacerle pagar, aunque claro, sería el castigo más delicioso del mundo ese, nada de lo que ofenderse.
Acercó sus labios al cuello de él, pero sólo para exhalar su respiración, provocándolo, pero sin tocarlo. Sintió que él se estremeció muy ligeramente, y sonrió con malicia. Siguió con ese roce fantasma recorriendo el cuerpo de él bajo la sábana, serpenteando en la cama lo más suave que podía para mantener la intención disimulada y sensual, y luego volvió a subir hasta el cuello de él. Tenía todo el tiempo del mundo, y pensaba provocarlo hasta volverlo insoportable, sólo que él no lo sabía todavía. Luego repitió el recorrido, pero con suavísimos besos como plumas, atendiendo otras partes de su piel. Podía hacer eso todo el día, no se cansaría nunca, y tenía que agradecer que no se le notaba su propia excitación, cosa que Stan no podía decir de igual forma, ya se estaba "despertando". Pero la tortura que tenía planeada consistía en alternar despliegues de pasión con caricias mínimas, ese contraste ponía ansioso a cualquiera.
Así que, sin previo aviso, transformó esos angelicales besos en otros mucho más salvajes, incluso usando juguetonamente sus dientes. "A ver si se queda callado y quieto ahora", pensó, y no tuvo piedad con él. Cuando salió de debajo de la sábana, miró de reojo su cara, y aunque todavía le veía los ojos cerrados, pero notó que estaba apretando la mandíbula con fuerza, conteniendo una sonrisa. Se apretó contra el cuerpo de él, que no podía disimular que había subido unos grados de temperatura, y lo traicionaba ya demostrando totalmente su deseo, aunque siguiera tercamente tratando de disimularlo. Pero volvió otra vez a bajar de intensidad sus ataques sensuales, aunque sumó el jugueteo de su mano ahora, deslizándola hasta donde alcanzaban sus brazos por el cuerpo de él, acariciando sus muslos, pero evitando de forma adrede el "premio mayor". Hasta que él no soltara un sonoro gemido al menos, no pensaba consentirlo con más.
Entonces fue su lengua la que comenzó con las demoledoras provocaciones, y se dejó llevar con más intensidad y salvajismo porque él no podía verla, en especial cuando se ocultaba debajo de la sábana. De verdad que no sabía cómo era que Stan no estaba dejando salir su voz, él nunca se contenía, y si ella estuviera en su lugar ya estaría cantando una ópera entera. Jugando al límite, siguió bajando por su cuerpo y concentró sus caricias de todo tipo en sus muslos internos y rodeando todo su pubis, a ver cómo reaccionaba. Lo peor de todo era que la que estaba perdiendo la paciencia y quería hacer más era ella misma, lo cual era irónico. Podía sentir los ligeros temblores de los músculos de él, era obvio que estaba gozando, pero seguía sin soltar palabra o sonido, y no la estaba tocando, de hecho, no sabía dónde o qué estaban haciendo las manos de él, tampoco podía verlas debajo de la sábana.
Finalmente, su propia paciencia llegó al límite, si él quería guerra, la tendría, y pensaba torturarlo de una forma que ya no podría ignorar, pagaría por su fingida indiferencia con creces. Así que se acomodó mejor, empujándole la cadera para dejarlo boca arriba, y lo "atacó" con todo lo que tenía. Siempre era entusiasta y disfrutaba de darle placer, más aún desde que compartían sentimientos más profundos, pero ahora tenía un objetivo mucho más diabólicamente divertido. Eventualmente Stan no pudo disimular más cuánto lo estaba gozando, y entonces fue cuando Kohaku procedió a la segunda parte de su plan: Hacerlo desear, y llevarlo al límite repetidas veces, pero sin dejarlo abandonarse al placer. Cada vez que lo sentía tensarse o empujar su cadera hacia delante, ella se alejaba o dedicaba su atención a otra parte de su cuerpo, ignorando la necesidad de liberación de él cruelmente. Así lo hizo al menos cuatro veces, y sabía que estaba poniendo a prueba la paciencia de Stan, que ya no contenía su voz tampoco.
Kohaku quería guardarse el final para que disfruten juntos, estaba segura que con todo lo que lo estaba provocando, él no sería nada piadoso con ella tampoco, pero eso sólo significaba que sería una mañana inolvidable y que no podría moverse de la cama por varias horas. Todavía tenía que cuidar su ímpetu por la cicatriz, pero si lo hacían como la noche anterior, no habría ningún problema. Así que volvió a serpentear por el cuerpo de él mientras subía, dejando un sendero de besos, y terminó sentada encima suyo. Uuuufff, sentirlo tan duro y cálido era demasiada tentación, pero tenía que contenerse hasta que usaran protección. Eso no quitaba que se podía divertir un poco, sintiendo el roce de sus pieles directamente, pero tenía que tener cuidado y no entusiasmarse demasiado.
Stan echó la cabeza hacia atrás y entreabrió los labios en un gemido silencioso, eso era casi más de lo que podía soportar. Le había parecido entretenido contenerse, sabía que Kohaku era muy ansiosa y fogosa, y que se volvería loca si él demostraba su casi infinito control y paciencia, y no cedía a sus provocaciones. Aunque claro, su cuerpo no tenía tanta determinación como su mente, era mucho más sincero e instintivo, pero no le molestó "perder la batalla". Cuando ella se sentó encima de él y comenzó a frotarse un poco, y encima podía apreciar su precioso cuerpo desnudo, creyó que iba a mandar todo al demonio y quería amarla en ese mismo momento, pero una parte de su mente, siempre responsable, lo detuvo. Y la detuvo, sentándose en la cama y corriéndola a un costado. Colocó una mano detrás de la cabeza de ella, para atraerla y besarla profundamente. Y solamente interrumpió ese apasionado beso cuando tuvieron que separarse para respirar debidamente. Aprovechó para rebuscar en la mesita de luz un condón, y cuando su mano encontró la caja que los contenía, frunció el ceño.
- Oh, shit. No…
- ¿Qué pasa, Stan? –preguntó preocupada Kohaku, cuando lo vio lanzar la caja al piso con frustración.
- No hay más. Me quedé sin condones. Mierda.
- Ah… –Eso era un problema, en especial porque estaban los dos al límite de su necesidad. Y como había salido de su casa, ella se había descuidado y no había comprado tampoco.
- Es que anoche no contaba con que fuéramos a hacerlo, ya sabes, por tu recuperación. Por lo cual no me molesté en comprar una caja nueva, y sabía que tenía alguno todavía. El problema es que ese "alguno", era uno solo.
- Bueno, fue bien aprovechado –sonrió con resignación Kohaku– Fue la noche más hermosa que compartimos.
- Sí, lo fue –Stan le devolvió la sonrisa, junto con un tierno y largo beso. Le vio la cara de decepción que trataba de disimular, lo cual lo hizo reír– ¿Qué pasa, preciosa? ¿Por qué esa cara?
- Es que… no quería que nos quedemos con las ganas.
- ¿Y quién dijo que nos quedaríamos con las ganas?
- ¿Eh? Pero no podemos… o sí, pero estaríamos jugando con fuego.
- Creo que a esta altura sabes que tenemos un repertorio de otras opciones para complacernos. Claro que disfruto lo otro, pero hacer el amor no se limita a la penetración, ¿no? –se encogió de hombros, quitándole importancia– Sabes que puedo hacértelo de otras formas también.
- Hmmm, sí, tienes razón –Admitió Kohaku un poco avergonzada de su mente simple. Dios, cómo amaba a ese hombre, había nacido para ser un excelente amante, y no cabía duda lo maduro que era. Quizás otro se hubiera enojado o hubiera insistido en hacerlo igual, arriesgándose.
- Como debes estar un poco cansada de dedicarte tanto a mí –le susurró al oído, mientras pasaba su pulgar por el labio inferior de ella– permíteme que cambiemos de lugar. Y después, si te parece, puedes terminar el trabajo que tan bien estabas haciendo.
La recostó para acomodarla mejor y así poder devolverle su merecido placer, aunque por qué no, podría devolverle la gentileza de llevarla al límite varias veces, antes de terminar de contentarla.
Unas horas después, habiendo quedado dormidos luego de compartir la sesión de amor, Kohaku volvió a despertarse primero, y como un déjà vu, nuevamente entre los brazos de Stan. Al final el diablillo sí se había percatado de sus intenciones, y le había devuelto con la misma moneda de la postergación, pero sí que valió la pena al final. Dejó escapar una risita llena de picardía
- Te seguiré hasta el cielo y el infierno, si me lo pides –le susurró, acariciándole la cara a su bello durmiente, y lo abrazó.
- ¿Es eso una contrapropuesta? Porque la acepto
Kohaku se sobresaltó, no se esperaba que estuviera despierto, y menos que la haya escuchado.
- ¿Te estabas haciendo el dormido?
- No, estaba con los ojos cerrados, medio dormido de verdad, pero escuché tu risa y me terminé de despertar.
- Hmmm, de acuerdo, te creo. Oye, Stan…
- ¿Sí?
- Ya lo pensé, y estoy segura. Quiero ir contigo a tu país para las fiestas.
- ¿De verdad, Kohaku? ¿Lo dices en serio? –Sus ojos se agrandaron un poco, y su expresión era tan pura como la de un niño feliz al que le dieron el regalo que quería.
- Claro que sí, no voy a jugar ni mentir con eso. Quiero estar ahí contigo, será lindo y divertido.
- No sabes lo feliz que me hace esa respuesta, mi amor.
- Gracias por pensar en mí de esa forma para ofrecérmelo –Entrelazó sus dedos con los de él– Voy a tener que aprender un poco más de inglés, no quiero molestarte o sólo depender de ti para poder entender. Una cosa es leer un libro o un menú, otra es entender a personas locales hablar, y poder responderles.
- No me molestas para nada, pero si quieres podemos usar un poco del tiempo de cuando nos vemos para que te enseñe el vocabulario que más vas a necesitar. No hace falta que sepas de todo, y ya tienes una base.
- ¡Claro! Es buena idea, gracias Stan. Además, voy a estar ocupada estudiando, antes de las fiestas nos llenan de exámenes, y con mi entrenamiento, así que tampoco tendría tiempo de algo más intensivo.
- Pero tranquila, no pienso dejarte sola mucho tiempo. Y al menos una parte del viaje, estaremos con Xeno, puedes contar con él.
- Seguro me verá como una molestia…él sí.
- Xeno es un perro que ladra, pero no muerde. Y ya le caes bien, no te trata de niña o chiquilla. Créeme que eso es un gran paso con él.
- Espera… dijiste "una parte del viaje". ¿No era que ibas para estar con él allí?
- Sí, claro, pero si ahora vienes tú, estoy pensando que podemos tomarnos unos días solos. Festejar navidad solos, y año nuevo con él, o al revés.
- Ooh, entiendo. ¿Pero él no estará con su familia?
- Xeno no está en buenos términos con su familia… digamos que en su juventud fue un poco chico malo, y no se lo perdonaron, no le hablan desde entonces. Pero sigue teniendo amigos.
- ¿Xeno, chico malo? ¿Es en serio? –La boca de Kohaku quedó graciosamente abierta de la sorpresa
- No debería contarte esas cosas suyas, pero sí, ni él ni yo somos angelitos. Por eso es que nos entendemos tan bien y estuvimos siempre juntos desde chicos.
- ¡Ja! Ahora me cae mucho mejor. Pensé que era un poco un snob súper inteligente y soberbio. Bueno, es verdad que últimamente me mostró un lado mucho más amable suyo, pero su primera impresión no ayuda, menos aún que lo tuve de "profesor", creo que me odiaba.
- Los que no lo conocen ven un poco eso, es cierto que suele ser muy estricto y serio, pero una vez que entra en confianza contigo, es mucho más agradable. Te aseguro que es hasta más atento y blando que yo, todo un corazoncito.
- No me lo creo –Negó con una sonrisa incrédula.
- Sí, créelo. El problema es que sólo les muestra ese lado a unos pocos, también sufrió unos rechazos y decepciones en la vida, entonces aprendió a encerrarse en sí mismo. No vayas a enamorarte de él cuando lo conozcas bien –Le hizo un adorable mohín.
- Oh no, créeme que no tienes de qué preocuparte. Además, todavía tengo mucho por conocer de ti.
- Así me gusta, dedicada a la causa.
- Entonces… lo único que queda es que se lo cuente a mi familia. Espero que se lo tome bien mi padre.
- Me parece que no soy la persona favorita de él. No desde que grabamos esa imagen indecorosa en su cabeza y después por poco nos fuimos de manos.
- Sí, eso es cierto, pero luego de que me salvaste de ese asalto, disminuyó las hostilidades contigo, admitió que eres un buen hombre en el fondo. Pero bueno, de eso a recibir la noticia de que su hija se puso de novia con ese hombre, y encima se va a ir a otro país de vacaciones con él en tan poco tiempo… me da pena por él –sonrió con picardía y culpa.
- Tendré que hacer buena letra para ganarme el favor de mi suegro.
- Llámalo "suegro" y lo que te vas a ganar será un mal de ojo, y que él sufra un ataque cardíaco.
- Iré de a poco entonces. Cambiando de tema, ¿qué planes tienes para hoy?
- Hmmm, si tienes el mediodía libre podemos almorzar juntos, pero luego debería ir a casa a estudiar. Pero si quieres puedo volver a la noche.
- Suena bien. De hecho, te iba a decir que yo tengo trabajo pendiente, así que me viene genial. Es un lindo día hoy, ¿quieres que salgamos a pasear y comer afuera? No me quejo de estar encerrado aquí contigo, pero para variar un poco.
- ¡Claro! Me gusta el plan.
Por la tarde, cuando Kohaku volvía a su casa, estuvo pensando todo el camino cómo le diría a su padre las novedades. Kokuyo se había acostumbrado a que ella casi no estuviera en casa los fines de semana, así que debía sospechar de lo serio que su hija se estaba tomando su relación, pero nadie podía ver venir lo que ella pensaba decirle. Un viaje a otra ciudad japonesa un fin de semana, era esperable, al menos una semana entera en otro país y encima para las fiestas, ya eran palabras mayores.
Cuando llegó, encontró a su padre tomando un té en la sala de estar mientras leía un diario, y como él la saludó con bastante alegría, decidió que mejor se lo decía en ese momento y ya, sin darle vueltas, como arrancar una curita. Un escalofrío la recorrió igualmente, era la primera vez que hablaba seriamente de relaciones con su padre.
- Hola papá, ¿qué tal?
- Bienvenida hija. Bien, relajando un poco. ¿Tú?
- Bien. Eeeh… tengo que hablarte de algo, papá –Vio la preocupación reflejada en su rostro, y se apuró a calmarlo– No te asustes, estoy bien – Y agregó una broma– Y no estoy embarazada.
Dio en el clavo con eso, porque Kokuyo suspiró y se relajó visiblemente. Kohaku levantó una ceja, no sabía si indignarse o reírse de lo primero que había pasado por la cabeza de su padre.
- Entonces creo que no tengo de qué preocuparme –Palmeó el tatami, para invitarla a sentarse a su lado.
- ¿En serio es lo primero que pensaste de mí?
- Bueno, lo dijiste tan seria, y creo que vienes de ver al hombre con el que sales… perdona, son reflejos de padre.
- Mi novio.
- ¿Qué? –Preguntó Kokuyo, abriendo los ojos.
- Que Stan es mi novio, ya no es solo "el hombre con el que salgo".
- Entiendo –Le sonrió ligeramente, y asintió– Mejor así, prefiero que sea algo serio, ya que sales con un hombre tan… particular. ¿Qué tienes que contarme?
- Es obvio que te diste cuenta que es extranjero, es estadounidense –Podía ponerlo un poco en contexto, lo cual suavizaría lo que le diría después– Es el mejor amigo del Dr. Xeno, desde su infancia.
- ¿Dr. Xeno? Me suena conocido ese nombre.
- Sí, es… el coordinador temporal del área de ciencias de mi escuela, y es un científico muy importante en la NASA –Vio a su padre tratar de contener su sorpresa.
- Ya veo… ¿lo conociste a Stan por él?
- No exactamente –"En una fiesta", y luego "le di clases de japonés durante un mes" era algo que no era necesario decirle en ese momento– Pero te lo cuento porque tiene que ver con lo que pensaba decirte. Bueno, para no dar vueltas, ayer me invitó a ir de vacaciones con él a su país, bueno con él y Xeno, porque ellos iban a ir juntos, y luego me invitó a mí… durante toda la semana de navidad y año nuevo.
- Oh, qué…rápido, e inesperado.
- Sí, lo sé… pero quiero ir. Voy a ir –afirmó con seguridad, pero con el estómago revuelto de nervios por la respuesta de su padre.
Kokuyo se quedó unos segundos mirando fijamente a su hija, terminando de procesar todo lo que ella le había dicho. Kohaku, por su parte, trataba descifrar su estoica expresión, que no dejaba entrever nada. Esperó pacientemente su respuesta, Y luego, de pronto, lo escuchó estallar en una sonora carcajada. No se esperaba eso, y frunció el ceño profundamente. ¿Qué era lo divertido? Bueno, mejor eso a que se enojara o le diera un sermón y pelearan, porque ella no iba a cambiar de opinión… pero no se esperaba una risa sincera de su parte.
- ¿Qué es lo gracioso? Lo dije en serio, papá.
- Lo sé, hija, lo sé –Kokuyo seguía riendo, mientras negaba con la cabeza, y le apoyó su fuerte mano en la cabeza de Kohaku mientras le revolvía un poco el pelo– Claro que te creo que vas en serio.
- ¿Entonces de qué te ríes? Honestamente, pensé que te enojarías un poco.
- ¿Enojarme? Creo que ya me curaste de espanto, Kohaku, teniendo en cuenta lo sincera y determinada que eres, además que jamás aceptas una negativa como respuesta, y sé que tampoco cambiaría tu decisión si te dijera que no estoy de acuerdo. Pero dejando eso de lado –suspiró profundamente, luego de la última carcajada– No podría enojarme realmente de ver a mi hija feliz.
- Oh… –el corazón de Kohaku se comprimió de emoción, al escuchar la confianza de su padre– ¿Es en serio?
- Sí, sí. No te voy a negar que Stan no es quien me imaginaba como novio tuyo, ya sabes, por la edad y su actitud cuando lo conocí…imagen que prefiero olvidar. Pero puedo ver que realmente le importas, y tú también estás bastante prendida de él, ninguno está jugando ya. Y si tu felicidad está con él en este momento, y consideras que ese viaje es realmente lo que quieres hacer, no veo motivos por los cuales debería tratar de hacerte cambiar de idea. Y si te equivocas, es mejor que lo veas por ti misma y aprendas de eso, la vida hay que vivirla.
- Papá…vaya, gracias, no esperaba eso. Pero me tranquiliza mucho que lo tomes así. Bueno, entonces le avisaré a Stan, para que compre los pasajes, y me diga las cosas que necesito preparar para viajar.
- ¿Y cuándo viene?
- ¿Qué?
- Stan, ¿cuándo viene aquí? Me imagino que pensabas presentárnoslo oficialmente ahora que es tu novio, y más siendo que irás con él a ese tipo de viaje. Empezamos con el pie izquierdo, pero tu hermana y yo quisiéramos conocerlo apropiadamente, si es que van en serio.
- Eeeh…sí –Maldición, no había pensado en que su padre le dijera eso– Tengo que preguntarle cuándo puede.
- Invítalo mañana a la noche. Si puede, claro, pero podemos hacer una cena familiar y así conocerlo. Mejor mañana que en el medio de la semana, que tú trabajas de noche, y los demás también vamos a estar más ocupados.
- Hmm, de acuerdo, ahora lo llamo.
Kohaku se dio vuelta y se fue a su cuarto, un poco rígida de la sorpresa, aunque en el fondo estaba aliviada. No se podía imaginar lo incómoda que sería esa cena, pero su padre tenía razón, era obvio que estaban esperando a que ella se los presentara oficialmente. Estaba segura que Stan se lo tomaría con mucho más humor que ella, él siempre sabía reflotar cualquier situación, aunque la peor parte la llevaba él. Tomó el teléfono de su cartera, y lo llamó.
- Tanto tiempo, preciosa. ¿Ya me extrañas?
- No…–ups– quiero decir, sí, supongo, pero no te llamo por eso. Agh, espera… no me confundas. Hablé con mi padre.
- … ¿Y?
- ¿Haces algo mañana a la noche?
- No, estoy libre para ti.
- Genial, porque mi padre te invita a cenar aquí a casa para conocerte.
- Oh –Se escuchó un prolongado silencio– Supongo que es lógico, sí. Bueno, no hay problema, algún día iba a suceder.
- ¡Ja! ¿Tienes miedo? –Se burló ella, sonriendo.
- Digamos que preocupa, porque no tuvimos la mejor impresión uno del otro. Pero por cómo te escucho, creo que aceptó con buena predisposición lo del viaje.
- Sí, sorprendentemente sí, al parecer confía en mí más de lo que yo misma me imaginaba, no puso ni un pero. Excepto el de conocerte, me parece bien.
- De acuerdo. Nos vemos mañana, luego confírmame la hora. ¿Llevo el postre y un vino?
- ¡Sí, perfecto! Gracias Stan. Creo que, si vienes mañana, podemos dejar pasar lo de hoy a la noche, ¿no?
- Está bien, sí. Sabes que nunca me canso de verte, pero aprovechemos para descansar. Hasta mañana entonces, te amo.
- Yo también, hasta mañana, y gracias.
Que el "hasta luego" se transformara en "te amo" como saludo de despedida le llenaba el corazón, pero siempre era Stan el que lo decía primero. Aunque él también tenía ese apodo para ella al decirle "preciosa" desde que se conocieron, en cambio ella lo llamaba por el nombre solamente. Lo pensaba más como costumbres de sus culturas, pero era cierto que Stan tenía más facilidad para hacer y decir cosas dulces, y lo admiraba por eso, hablaba de su seguridad y sin duda de sus sentimientos.
Volvió con su padre para decirle que Stan había confirmado que podía ir a la cena, y arreglaron lo demás. Ruri había salido, pero Kohaku dijo que le avisaría por mensaje. Nuevamente fue a su cuarto, esa vez para ponerse a estudiar, pero no podía evitar la sonrisa nerviosa que tenía en su rostro. Por primera vez llevaría un novio a casa, iba a presentarle nada menos que a Stan a su familia, con todo lo que eso significaba. Solamente esperaba que se lleven bien los dos hombres, aunque presentía que su padre se estaba esforzando por ser abierto y aceptarlo.
Stan, por otro lado, tuvo problemas para concentrarse en el trabajo después de la llamada. Tenía que admitir que estaba un poco nervioso, y empezó a repiquetear la lapicera contra la mesa, así como estaba inquieto y hacía "temblar" una de sus piernas inconscientemente. Decidió que tenía que hacer algo con eso, o no podría seguir con lo que estaba haciendo, así que tomó el teléfono para llamar a su único amigo de confianza.
- Hola Xeno. ¿Qué tal?
- Hola Stan. Bien, leyendo unas investigaciones. ¿Todo bien?
- Sí, creo… pero necesito tu ayuda, consejo, lo que sea.
- ¿Quieres que vaya para allá? ¿O quieres venir?
- No, está bien, estoy trabajando y tú también. No es grave, no te preocupes, sólo… no sé qué hacer.
- Si me dices cuál es el problema, podría ayudarte. No es propio de ti dar rodeos.
- Lo sé, es gracioso casi, estoy un poco nervioso. Para ponerte en contexto, ya somos novios oficialmente con Kohaku… ella me lo propuso –podía sentir la sonrisa de Xeno del otro lado, aún sin verle la cara– Y aceptó viajar con nosotros a Estados Unidos.
- Muy bien, son buenas noticias ambas, ¿verdad?
- Sí, sí… pero le dijo a su padre, y me invitaron a cenar mañana a la casa.
- Oh, la presentación oficial del novio, ya veo –rió suavemente.
- No te rías, pero no sé bien qué hacer –suspiró, admitiendo su preocupación.
- ¿A qué te refieres, Stan? No tienes mucho que hacer, sé tú mismo y ya. No creo que te ayude con el padre de tu novia a que hagas cosas que sean artificiales.
- Lo sé, pero… no tuvimos el mejor de los comienzos. Te conté que nos encontró en la calle una noche, mientras le estaba metiendo un poco de mano a Kohaku, y encima le hice una llave para retenerlo cuando se acercó furioso a nosotros.
- Ahórrame la imagen mental de Kohaku, ¿quieres? Sí, me acuerdo, pero eso ya quedó en el pasado, fue hace como un mes. Creo que, si te invitó de buena fe, no estará cargando con resentimiento hacia ti. No sirve de nada que te preocupes antes de que suceda.
- Nunca pasé por una estas cenas de presentar al novio, mierda. Siempre hay una primera vez para todo.
- Ya era hora, eres escurridizo. Ella estará igual de nerviosa que tú, no te olvides que es "la nena de papá, profanada por el hombre grande" –rió con burla– por cómo debe verlo tu futuro suegro.
- Gracias por recordármelo, Xeno –Bufó, pero luego suspiró, resignado– En fin, gracias. Supongo que no hay otra opción más que dejarlo fluir y ver lo que acontece.
- Esa es una respuesta elegante, muy bien. ¿Algo más?
- No, era eso. Gracias, Xeno. Luego hablamos por lo de los pasajes y la estadía entonces, adiós.
Stan cortó la llamada, y se echó para atrás en la silla. ¿Hace cuánto que no se sentía así de nervioso e inocente? Quería caerle bien al padre de Kohaku, no había nada peor que una tensa relación entre "suegro y yerno", aunque todavía no podían adjudicarse esos títulos, más allá de la broma y la simplificación. Podía preguntarle a Kohaku por el postre favorito de su padre o su hermana, pero sentía que iba a ser visto como que quería ganárselos… así que mejor lo dejaba a su propio criterio, o llevaba uno más japonés y otro más occidental. Y el vino, no sabía qué iban a hacer de comer, si llevaba blanco o tinto, o qué cepa, pero lo que importaba era la intención, ¿no? No sabía qué tan importante era para la cultura japonesa ese tipo de presentaciones, ni qué grado de formalidad tenía que llevar él o cómo dirigirse a su "suegro".
Suspiró, derrotado, y lleno de preguntas, aunque le gustaba un poco esa incertidumbre, era algo totalmente nuevo para él. Nunca se había molestado por caerle bien a alguien, no era muy expresivo ni hablador, toda su vida le había dado lo mismo lo que opinaran de él, y sus conquistas nunca habían sido desafiantes, o al menos así era hasta que conoció a Kohaku. Por ella sí se esforzó en ser más atento, en contentarla y seducirla, abandonó su indiferencia, y el aburrimiento que le provocaba que sólo se acercaran a él por su atractivo. Más de una vez se preguntó si él estaba "usando" a esas mujeres para entretenerse, o si era al revés, y la conquista fácil era él, porque no era quisquilloso en aceptarlas, aunque no le provocaran el más mínimo interés luego. No se sentía orgulloso de eso, pero había sido la única forma medianamente aceptable de sobrellevar el vacío que sentía.
Pero ya no más. Al menos, no por el momento, y esperaba que por mucho tiempo más, en lo posible el resto de su vida, si tenía suerte. El vacío había sido llenado con amor, la oscuridad con luz, la desolación con esperanza, la indiferencia con sueños. Ya no estaba solo, más allá de Xeno, su amigo fiel. Que las almas que lo esperaban en el infierno lo perdonen y lo esperen mucho más tiempo, pero ahora quería vivir, quería despertarse cada día con la incertidumbre de lo que le esperaría el mañana, quería soñar despierto, imaginándose escenarios que nunca pensó que merecería vivir, y que ahora podían ser una probabilidad real. Se merecía el infierno, y sin embargo estaba más cerca del cielo ahora. Pero la variable constante de esa ecuación era su amada Kohaku, y tenía que cuidarla como si fuera lo más preciado y delicado que existiera. Curiosamente, ese pensamiento lo tranquilizó y le volvió a dar seguridad, si tenía esas cosas en mente al día siguiente, no tenía de qué preocuparse.
Cuando llegó la tarde-noche del domingo, Kohaku estaba un poco nerviosa porque faltaba poco para que llegue Stan. Estaba ayudando a su padre y a su hermana a preparar la cena, habían hecho una variedad de platillos tanto orientales como occidentales, y todo hecho por las manos de Kokuyo. Era evidente que el padre de familia quería impresionar al estadounidense, en especial porque Kohaku le había contado que el nivel gastronómico de su novio podía compararse con el de un chef. Su padre se lo tomó como un reto personal, pero estaba valiendo la pena porque ya el estómago les rugía a las hermanas de los deliciosos aromas que se percibían en el aire: Alitas de pollo, costillitas a la barbacoa, salchichas asadas, arrolladitos de carne y verdura, okonomiyaki, tonkatsu, gyozas y yokitori.
- Papá… ¿no es un poco mucho? –Preguntó Kohaku notando la abundante cantidad de comida, que parecía para ocho personas en vez de para cuatro.
- No hay que escatimar, es una noche especial. Y como no conozco el paladar de tu novio, mejor que haya variedad.
- Sí, pero… bueno, no importa –Lo que verdaderamente quería decirle a su padre, era que parecía un despliegue que gritaba "a ver si puedes superar esto, chico" – Se ve delicioso, estoy segura que a Stan le encantará todo. Gracias papá.
Él le mostró su sonrisa más orgullosa, confirmando lo que Kohaku pensaba, incluso pareció renovar su ímpetu para dar las últimas terminaciones. Cuando Stan le mandó un mensaje a la rubia, avisándole que estaba en camino, Kokuyo fue a asearse y cambiarse de ropa. Se había vestido elegante y casual, con una de sus mejores camisas y lo mismo para el pantalón, parecía que estaba listo para cerrar un negocio de su trabajo, más que para cenar con su familia. Para no desentonar, Kohaku y Ruri también se vistieron con un estilo femenino pero casual. La hermana mayor tenía los ojos brillantes de entusiasmo y curiosidad, estaba muy feliz de al fin poder conocer al enamorado de su querida hermanita, y le agarró la mano para apretársela con confianza y complicidad cuando la notó un poco nerviosa.
Unos minutos después el timbre de la casa sonó, y Kohaku se apuró a la puerta para recibir a Stan. Obviamente él deslumbraba con su estilo y belleza, y aunque no estaba exageradamente elegante, parecía como siempre salido de una revista de modas, pero podía verse en sus ojos un brillo de expectativa adorable. Se saludaron con un casto beso en los labios, del que Kohaku se alejó demasiado rápido, un poco cohibida por saber que los estaban mirando. La rubia se giró hacia su familia, notando el aire digno que había adoptado su padre, y la disimulada sonrisa de entusiasmo de Ruri. Kohaku tomó de las manos de él las dos bolsas que llevaba, en una se notaban varias botellas de vino, y en la otra había una caja, que debía contener el postre.
Stan se acercó primero a Ruri por caballerosidad, y la saludó con una respetuosa inclinación de cabeza, pero acompañada de su mejor sonrisa. Luego se dirigió a Kokuyo, y por un momento dudó en cómo saludarlo, cuando se iba a inclinar una vez más, el hombre mayor le ofreció su mano para que Stan haga lo mismo y las estrechen, lo cual era el saludo típico estadounidense.
- Bienvenido a nuestra casa, Stanley. Soy Kokuyo, el padre de Kohaku.
- Un gusto, señor Kokuyo. Puede llamarme Stan, está bien así –Miró a Ruri– Y tú debes ser Ruri, la hermana mayor, Kohaku me ha hablado mucho y muy bien de ti.
- Oh, ¿en serio? Gracias, un gusto, Stan.
Kohaku miró a su novio alzando una ceja, pero sin cuestionarlo. No le había hablado tanto de Ruri, así que debía haberlo dicho para quedar mejor en la presentación. O tal vez tenía una memoria prodigio, y recordaba cada detalle que le había hablado de su hermana cada vez que la había mencionado.
- Traje varias botellas de vino, tinto, blanco y rosado, ya que no sabía el estilo de la cena. Están a temperatura para beber perfectamente. Y el postre, que podría ir a la heladera
- Ya lo llevo –Dijo Kohaku, y se apuró.
- Habrá una buena variedad de platillos, así que gracias a tu generosidad y buen gusto cada uno puede elegir la de su preferencia, si te parece.
- Claro que sí.
Kohaku escuchaba con atención, y se estaba muriendo de risa por dentro de lo correcto que actuaba su padre, era evidente que quería causar la mejor impresión posible. Pero en el fondo, quería que ambos se relajen, aunque Stan no estaba sobreactuando, sólo siendo un poco precavido.
- Bien, si me disculpan, voy a terminar de preparar la cena, para servirla. Ruri, ¿me ayudas, por favor?
- Sí, padre.
Kohaku y Stan quedaron solos, y se miraron con una pequeña sonrisa cómplice en el rostro.
- Tu padre se está portando como el rey león, ¿cierto?
- Sí, lo siento… me resulta casi adorable, que intente impresionarte.
- Yo también lo llamo marcar territorio a eso, pero está bien, fue una buena presentación.
- Te lo ganaste con las botellas de vino.
- Mejor así. Parece haber hecho borrón y cuenta nueva conmigo.
- Esperemos que así sea, será mejor para todos. ¿Vamos?
Cuando se sentaron a comer, Stan lucía genuinamente impresionado por el despliegue de deliciosa comida, y agradeció haberse decidido por llevar las mejores botellas de vino que encontró en el mercado, definitivamente había acertado con su instinto, y había quedado a la altura del increíble menú. Empezaron a servirse y a comer, todos en silencio en un principio, aunque seguramente preguntándose al unísono quién rompería el hielo y sobre qué tema podrían hablar.
- Así que, Stan –Kokuyo lo hizo, como buen anfitrión– He oído que eres, o eras, militar. ¿A qué te dedicas?
- Lo fui, pero estoy casi retirado del campo. Llegué a ser capitán de las fuerzas especiales, pero sólo por un par de años, luego me retiré a un trabajo más pacífico. Ahora soy instructor de tiro.
Kohaku notó cómo Stan evitó hablar de los motivos que lo hicieron cambiar del "campo" de su profesión, pero le pareció bien, no pensaba que convenía abrir la conversación con un tema tan dramático que les cerraría el estómago a todos.
- Ya veo. Debes haber sido muy bueno, pero me parece bien que hayas optado por un trabajo menos… bélico.
- Sí, coincido, a mí también me hizo mejor. Por supuesto que yo elegí mi profesión, pero mi motivación nunca estuvo realmente en perjudicar vidas ajenas, así que fue más bien un alivio cuando pude alejarme de eso.
- ¿Y cuáles son tus planes para el futuro? –Preguntó Kokuyo, un poco más serio.
Oh oh. Kohaku miró a su padre de reojo, y frunció ligeramente los labios. Eso era terreno pantanoso, porque en el fondo escondía la pregunta de dónde pensaba ejercer Stan su trabajo, es decir, la probabilidad de alejar a Kohaku de su familia, o de radicarse él allí, si seguían juntos para entonces. Habían empezado bien, pero ahora tenía miedo de que se convierta en un cuestionario para Stan, a eso era a lo que le tenía miedo con el plan "cena para conocer al novio".
- Bueno, nunca sabemos lo que pasará el día de mañana, y ciertamente son decisiones que pueden cambiar según las oportunidades que nos presente la vida –Respondió, esquivando la pregunta poéticamente. Podía escuchar en su cabeza a su amigo Xeno diciendo "eso ha sido una respuesta elegante" – Mientras pueda dedicarme a aquello en lo que soy bueno y vaya con mis principios, no tengo un plan específico de cuándo, dónde y cómo lo haré. Es decir, nunca pensé que estaría trabajando en Japón hace casi un año, pero aquí estoy, y me está gustando mucho. Ni que hablar que gracias a eso conocí a Kohaku.
- Claro, entiendo –Dijo el padre, mirándolo fijamente. Era obvio que esperaba otra respuesta.
- Pero si lo que está preguntándome, señor Kokuyo, es más bien dónde quiero ejercer mi trabajo y cuánto afectará eso mi relación con Kohaku, y la de ella con ustedes, –añadió, ya siendo muy directo– puedo decirle que no pretendo ser egoísta, y que elegiré mi camino para adaptarlo también a los proyectos y necesidades de Kohaku, mientras estemos juntos.
Kohaku no sabía si contener su sonrisa, o si mirar a Stan y darle a entender que apoyaba su respuesta. Notó la mirada de Ruri sobre ella y se la devolvió. Su hermana mayor estaba pensando lo mismo que ella, y compartía el sufrimiento del "cuestionario".
- Me parece bien –Cambió de tema abruptamente– ¿Cómo encuentras el sabor de la comida, Stan? ¿Es de tu agrado? Kohaku me dijo que eres un entendido de la cocina.
- Está todo delicioso, sí. No sabría si definirme como "entendido", sé cocinar y disfruto mucho hacerlo, por lo que adquirí más experiencia y gusto que otros con menos práctica. Pero veo que usted también posee un paladar fino y exigente, es todo excelente lo que preparó, muchas gracias. En especial por los platillos que me hacen recordar a mi patria, eso ha sido un agradable detalle.
Stan no se quedaba atrás en sus formas correctas y elegantes de expresarse. Estaba siendo lo más natural posible, pero tenía que cuidar sus palabras porque sabía que su "suegro" lo estaba midiendo y analizando con cada respuesta. Y no podía dar ni un paso en falso si quería repuntar la pésima primera impresión que le había dado.
Continuaron comiendo, por suerte cambiaron a temas más livianos, como los estudios universitarios de Ruri, a lo que se dedicaba Kokuyo, y otros también más inocentes. Pero se podía percibir en el padre que había algo que no quería dejar en el tintero, y presumiblemente era algo bastante incómodo, aunque por suerte esperó a que todos terminaran de comer para sacarlo a la luz.
- Stan, quiero dejarte en claro que decidí darte una segunda oportunidad para conocerte mejor, ya que la primera no fue muy agradable para ninguno de nosotros. Pero me parece sincero decírtelo, para quitarnos ese peso del medio.
- Coincido, señor Kokuyo. Espero poder demostrarle que mis intenciones con Kohaku son mucho más serias, profundas y… decentes, que lo que sucedió cuando nos conocimos.
Ruri miró confundida a su padre, luego a Stan, y finalmente a Kohaku. No se había enterado de los detalles, pero sí sabía que, por algún motivo, su padre tenía entre ceja y ceja al actual novio de su hermana.
- Bien. Quiero aclarar, también, que entiendo perfectamente que Kohaku es una joven mayor de edad y totalmente responsable de lo que hace, y eso lo respeto. No voy a fingir inocencia, ustedes son una pareja, con lo que eso conlleva. Pero permíteme ejemplificarte lo que yo sentí cuando te conocí, para que disculpes mi reacción exagerada, pero como padre.
- Por supuesto –Stan asintió, mirándolo a los ojos. Prefería eso a seguir ignorando el tema.
- Imagínate por un momento en un futuro unos… al menos cinco años por delante de este día. Tienes una hija, una princesita hermosa y radiante, la luz de tus ojos, tu bebé. Toda rubiecita, ojos grandes y claros, tierna e inocente, a la cual crías con mucho amor, junto a tu esposa –Sonrió internamente cuando vio que los ojos de Stan brillaron, visualizando ya, aunque se mantenía serio en su expresión– Luego imagina que esa pequeña crece, lógicamente, llega a su adolescencia y un poco más. Fuerte, segura, curiosa, hermosa, pero muy rebelde, como todos los adolescentes. Cada tanto discutes o te peleas un poco con ella, pero es parte de la educación y el crecer. Naturalmente, en algún punto ella siente interés por los hombres y las relaciones, y comienza a salir con uno. Y accidentalmente, un día lo ves con tus propios ojos…
A Kohaku se le había fruncido hasta el alma, sabiendo la imagen que su padre quería meter en la cabeza de Stan, su "pobre e inocente princesa" profanada por un hombre. Notó que Ruri miraba con atención a Kokuyo, pero se le notaba en la cara la compasión que sentía por Stan, que también se había percatado de lo que venía.
- Ves a ese hombre, tocando a tu hija de una manera muy íntima, y piensas "si está haciendo algo así a la vista y con naturalidad, las cosas que le habrá hecho antes a mi hija" Es algo natural, se entiende, de alguna forma nacen los hijos más adelante, no es nada que un adulto no haya hecho o no entienda, pero de todas formas, nunca vas a estar preparado para ver cómo tu niña, porque los hijos nunca dejarán de ser nuestros "niños" a los ojos, aunque tengan treinta años; está haciendo eso con un hombre más grande y que tú no conoces, del cual ni sabías su existencia. Es tu instinto protegerla, sacarla de ahí, además porque no es una imagen mental que un padre quiere tener en la cabeza, aunque sabes que es injusto y te va a odiar. Y también es el momento en que te das cuenta que es toda una mujer ya, que no es una niña a la cual puedes proteger como antes, que ya está haciendo su camino, así como tú hiciste el tuyo. Quieres lo mejor para ella, y no sabes si ese hombre puede dárselo, y amarla como se merece, o si sólo quiere aprovecharse de ella para satisfacer sus impulsos sexuales, y después la dejará de lado para hacer lo mismo con otras. No todos los hombres son así, claro, pero tú no lo sabes. Bueno, eso es lo que quería decirte, Stan, espero que lo hayas entendido, y que te sirva para tu futuro, seguramente te pasará y te acordarás de esto si algún día tienes una hija.
- Sí…entiendo.
La expresión de Stan reflejaba a todas luces la turbación, evidentemente le había llegado el mensaje, y a imagen mental. A pesar de que Kohaku estaba preocupada por lo que su padre estaba diciendo, terminó siendo algo bastante tierno a su forma, que simplemente estaba preocupado porque no la lastimen. Claro que eso no fue todo lo que pasó, ya que también se descargó con ella esa noche que los encontró manoseándose en plena calle, pero ahora podía entender lo que pasó por su cabeza para reaccionar así, y tenía sentido que había bajado su hostilidad en cuando vio que Stan iba en serio con ella. La anécdota también le provocó una emoción nueva en su pecho, fue inevitable, y seguro que para Stan también, el pensamiento de tener un hijo juntos en un futuro, cosa que nunca había imaginado sinceramente. Aunque claro, esa tierna imagen se perturbó luego, pero le generó un sentimiento de protección de la nada, que no sabía que tenía. Definitivamente la vida tenía mucho por ofrecer, tiempo al tiempo.
- Dicho eso, también tengo que admitir otra cosa. El verdadero motivo por el cual, pese a lo que dije antes, no interferiré con su relación, ni si hacen cosas que parecen ir demasiado rápido para una pareja promedio, como este viaje –dudó, mostrando una sonrisa misteriosa.
- ¿Qué? –Lo instó a seguir Kohaku, con curiosidad.
- Me haces acordar mucho a mí, hija. Yo fui igual de ansioso y seguro con tu madre cuando nos conocimos, así que no soy quién para decirles que vayan más lento.
- No sabía –Una gran sonrisa se dibujó en su rostro, pocas veces había escuchado a su padre hablar de su madre– No puedo imaginarte así.
- La juventud, la pasión y el amor nos vuelven irreconocibles por momentos –Su mirada brilló de amor y emoción, recordando– Tu madre fue la mujer más bella y fuerte que conocí en mi vida, era a la vez tan delicada y elegante como espontánea y apasionada. Ahora que lo pienso, es como si parte de su espíritu se hubiera dividido y transferido a ti y a Ruri cuando ustedes nacieron. Sólo que tú, Kohaku, heredaste mi carácter combativo e impetuoso, y que no te guste acatar las órdenes de nadie. Pero está bien, aunque seas intensa, puedo quedarme tranquilo que te haces respetar y nunca nadie se aprovechará de ti, y eso me pone muy orgulloso.
- Oh, papá –Kohaku le sonrió con cariño, ante el inesperado halago de su padre.
- Stan, no lo tendrás fácil con ella...deberás hacer el ejercicio de paciencia más grande de tu vida, pero conociéndola, puedes confiarle tu vida, no te decepcionará.
- Pienso lo mismo, y aunque todavía no puso a prueba mi paciencia, entiendo a lo que se refiere –sonrió de costado, y ante una mirada tan curiosa como ligeramente ofendida de ella, le agarró la mano y le dio un corto beso, a modo de disculpa– Lo siento, preciosa, pero "intensa" es la mejor palabra que te describe. Pero me encanta, y sé que nunca dejarás de entretenerme con tus reacciones y tu buen ánimo.
Kohaku sonrió ante eso, pero se sonrojó un poco cuando Stan hizo ese gesto delante de su familia. Ella se sentía cohibida con las demostraciones de afecto públicas, o más bien que las vieran justamente su padre y hermana, con amigos sería menos vergonzoso.
- Volviendo lo que decía, –retomó Kokuyo la charla– cuando conocí a la madre de Kohaku, supe en ese momento que era una mujer única y especial. Nos hicimos amigos por unos meses, y entonces me animé y la invité a salir. No fue fácil, su belleza era intimidante, cuando la conocí ella era muy parecida a Lillian con unos años menos para que se hagan a la idea, pero le llevaba unos ocho años de diferencia.
- ¿Cómo? –Preguntó Stan sorprendido de que mencionen a la cantante estadounidense.
- ¿No te lo dijo Kohaku? Lillian era la prima hermana de mi esposa. Para simplificar el parentesco, decimos que es la tía de Kohaku y Ruri. A pesar de la diferencia de generación y de padres, eran muy parecidas, así como mis dos hijas. El gen de los Weinberg es bastante fuerte, por suerte, porque son bellísimas.
- No, no lo sabía –Miró a su novia, incrédulo, pero dándose cuenta del parecido, a pesar de los rasgos japoneses de ella que marcaban la diferencia obvia.
- Así que tuve que armarme de valor para invitarla a salir. Pero ella era un encanto, y aceptó sin dudarlo. Nos llevamos tan bien, que apenas había pasado poco más de un mes cuando le pedí que sea mi novia.
- Oh, parece que la propuesta de noviazgo viene de familia –Dijo por lo bajo Stan, y Kohaku lo pateó amistosamente debajo de la mesa.
- Y… no se rían, pero tan sólo un año después, le propuse casamiento.
Tanto Stan como Kohaku y Ruri quedaron boquiabiertos, sin poder creerlo, en especial las hermanas, que nunca habían oído eso de sus padres antes, era toda una revelación. ¿Un año?
- Interesante…nada mal –Dijo con una apreciativa sonrisa Stan, mirando significativamente a Kohaku.
- No le des ideas, papá –Le contestó Kohaku, devolviéndole la mirada a su novio, con los ojos entrecerrados, pero divertida– Stan de seguro acepta el reto de pelearte el trono.
- No podría culparlo, hija, pero preferiría que esperen un poco más, para que ustedes estén seguros. Siendo sincero… también lo hice porque a tu madre le habían diagnosticado su enfermedad pulmonar –dijo son el semblante más serio, y todos dejaron de sonreír– y como al parecer lo venía incubando hace tiempo sin saberlo, quizás un rasgo genético, al poco tiempo se enteró de que posiblemente sería irreversible. No me arrepiento de nada ni lo hice por lástima, quisimos vivir nuestra vida juntos al máximo, la idea de casarnos fue sólo para hacerlo más memorable y romántico. Y un año después nació Ruri, y dos años después Kohaku, y fuimos una hermosa familia por un tiempo, el más feliz de mi vida, como hombre no podía pedir nada más.
- Sí –Coincidió Stan con brevedad, mirando a Kokuyo– Yo perdí a mis padres y mi hermana hace unos años en un violento asalto, mi profesión hasta ese momento era de militar, y como saben mi país se caracteriza por un importante historial bélico, con lo cual mi vida siempre fue al límite, sé lo efímera que puede ser. No pretendo apurar mi relación con Kohaku de forma ilógica ni quemar etapas, pero creo que entiendo lo que dice con respecto a vivir la vida al máximo con quien uno ama, mientras tengamos la oportunidad, nunca se sabe. Es la primera vez que soy tan… apasionado, o que voy tan rápido con alguien, y confieso que, pese a mi edad y relaciones pasadas, es la primera vez que conozco a la familia de una novia. Pero no puedo evitarlo, es más fuerte que yo, realmente amo mucho a su hija, señor –Le dijo mirándolo a los ojos– y todo lo que quiero es hacerla feliz, y yo serlo junto a ella, porque Kohaku es como el sol que ilumina todos mis días. Me dio motivos por los que vivir, cuando estaba más bien resignado a que la vida transcurra por mis dedos y que la felicidad me esquive. Así que no tenga duda que lo más importante para mí es cuidarla, amarla y proteger su sonrisa.
Kohaku se quedó muda por varios segundos, así como su familia también, ya que las palabras de Stan habían sido tan tristes como hermosas. Una ola de emoción la recorrió, y tuvo que controlar con todas sus fuerzas unas lágrimas que podrían amenazar con escaparse de sus ojos. Sabía de los profundos sentimientos y las intenciones de Stan con ella, él no se cansaba nunca de recordárselos, pero que lo reafirmara así, y delante de su padre y su hermana, era como ponerle el sello y asegurarlo con todo el corazón. Entrelazó los dedos de su mano con la de él y le sonrió dulcemente, en un agradecimiento silencioso, y luego miró a su padre, para sorprenderse mucho viendo cómo los ojos café de él sí estaban vidriosos con lágrimas, aunque tampoco llegaban a desbordar por su rostro todavía.
- Papá…
- Ah, perdonen a este viejo sensible–Kokuyo inspiró y agitó la cabeza con una ligera sonrisa– pero me emocioné. Lamento mucho lo que pasó con tu familia, Stan, ninguna persona se merece eso… y ahora entiendo un poco más esa mirada que vi en ti cuando te fuiste del hospital, el día que le salvaste la vida a Kohaku. Y te agradezco mucho por los profundos y sinceros sentimientos hacia mi hija, ningún padre podría pedir más que eso, no dudo que la harás muy feliz en lo que sea que la vida los lleve a hacer y compartir. Aunque no te conozco, se ve que eres un hombre muy fuerte de corazón, y que tienes mucho amor para dar, te veo y recuerdo a mi joven yo, aunque no pasé por tan terribles experiencias. En honor a que somos dos hombres locamente enamorados, porque, aunque mi mujer ya no esté más en este mundo yo la sigo amando igual, quiero darte sinceramente la bienvenida a esta familia, no importa que sean sólo novios hace poco. El corazón no entiende de tiempos, ni lugares, créeme, y nada me hace más feliz como padre que saber que otro hombre puede amar tanto a su hija. No tendrás a tu familia de sangre ya a tu lado, pero cuenta con nosotros como tu segunda familia.
- Gracias señor… Kokuyo –Stan inclinó su cabeza y su cuerpo en una profunda reverencia, estando sentado, con la emoción apretando su garganta por las palabras de su "suegro"– De verdad, no esperaba que me aceptara así, le agradezco de corazón. En lo que a mí respecta, no dude jamás que haré todo lo que está a mi alcance para asegurar la felicidad de su hija, y mi amor.
- Oh, Stan… –Sin poder contenerse, se inclinó para abrazarlo con fuerza. Tampoco se esperaba que su padre y Stan cruzaran ese tipo de emotivas palabras de aceptación y calidez, era más de lo que podía haber soñado, tan preocupada que estaba antes.
Stan le devolvió el abrazo, sonriendo, y luego le apoyó con delicadeza la mano bajo el mentón de ella para alzarle la cara y darle un casto y dulce beso en los labios, que ella le devolvió ya sin sentirse cohibida de que su familia estuviese ahí mirando, de tan emocionada y agradecida que estaba. Era un gesto de amor puro, no tenían de qué avergonzarse ya, y menos con tal aprobación de Kokuyo de su relación, que ayudaba a que se sintieran más cómodos a partir de ahora.
Dicho eso, y para levantar el espíritu de la noche, les pareció un buen cierre del tema más álgido que tocarían, y se pusieron a levantar los platos de la mesa y preparar la mesa dulce. Siguieron hablando de temas más amenos y alegres, mientras comían las delicias que Stan había preparado, muy apreciadas por todos que tenían el paladar dulce, y brindaron juntos, para luego dar por terminada la velada.
- Puedes quedarte si quieres, Stan, siéntete como en tu casa.
- Gracias señor Kokuyo, pero por esta vez paso, no vine preparado para quedarme.
- No más de "señor", te dije que nos trates como familia, puedes relajarte conmigo. Me retiro a descansar entonces, gracias por venir, y un gusto, Stan. Buenas noches.
Se despidieron con un apretón de manos, y Ruri luego también se despidió, aunque se animó a darle un abrazo a Stan, agradeciéndole al oído por querer y cuidar tanto a su hermana. Quedaron solos Stan y Kohaku, y ella tenía una ligera expresión de desilusión de que él no se quedaría a dormir, era muy transparente.
- ¿Pasé la prueba de fuego? –Bromeó él, abrazándola.
- Vaya que sí, no me esperaba que resultara tan bien. Aunque me disculpo por lo anterior, creo que mi padre te traumó un poco con esa anécdota de profanación de princesas.
- Lo admito, aunque pudiera quedarme esta noche, no me siento capaz de hacerlo, perdona. Es que de sólo imaginar que un hombre quiera aprovecharse de mi pequeña…
- Eres consciente que TÚ no tienes ninguna pequeña, ¿cierto?
- Todavía –Le guiñó un ojo, sonriendo con picardía– Sí, lo sé, y definitivamente creo que preferiría un niño si algún día lo tengo, no sé si podría soportar la situación que tu padre me hizo imaginar.
- Bueno, en todo caso tu niño cuando crezca, estaría profanando a la princesa de otro padre, así que viene a ser lo mismo, si tienes empatía –rió ella– Es así, es la vida. Deja de pensar en eso ahora, en serio.
- Tienes una familia hermosa, de verdad. Y que me hagan parte de esta forma… gracias –Se inclinó para besarla con mucho amor– Pero por hoy ya mi corazón tuvo suficiente, me voy a descansar. Avísame en la semana para vernos, podemos hacer alguna de esas clases de inglés por la tarde, y te llevo al trabajo luego. Como para recordar viejos tiempos. Buenas noches, preciosa.
- Sí, buena idea. Buenas noches, Stan.
Se despidieron con más besos en la puerta, y Kohaku lo vio partir en la moto antes de entrar a la casa e irse a dormir también, mucho más relajada y contenta.
Unos días después, Kohaku acomodó sus horarios para hacerse al menos dos tardes para practicar inglés con Stan, y quedaron en que podían mantener ese plan hasta que fuera el viaje. Unas semanas después, ya tenían los pasajes y los papeles de Kohaku listos para viajar, como la visa y el pasaporte. Normalmente demorarían más tiempo, pero era cierto que los dos amigos estadounidenses tenían buenos contactos que aceleraron el proceso. Una de esas tardes, en lugar de empezar con la clase, Stan le entregó un sobre que tenía varios panfletos, y le explicó ante la mirada de curiosidad de ella.
- Kohaku, me gustaría que hablemos de algo que vengo pensando, y que creo que puede ser bueno para los dos.
- Dime, parece que te tomaste el trabajo de buscar información y todo, sea lo que sea.
- Sí. Ahora que somos pareja estable, me gustaría que consideremos otro método anticonceptivo, más seguro y que no sufra de interrupciones –agregó, recordando la vez que se quedaron sin stock.
- Oh, de acuerdo. Está bien.
- Si te soy sincero, los condones son un poco molestos, ya que limitan las sensaciones y el contacto, pero son la mejor prevención contra el embarazo y las ETS al principio. Pero si los dos estamos sanos, que creo que así es, nuestra única preocupación debería ser evitar un embarazo. Por supuesto que voy a hacerme un análisis de sangre para estar seguros. Además, tendríamos el plus de no tener que preocuparnos si nos quedamos sin condones, o no tenemos uno a mano si nos inspiramos repentinamente –la miró de una forma positivamente felina– Aunque obviamente, lo que más me encantaría sería sentirte sin una barrera, es algo que vengo deseando hace rato, y creo que tú también. Así que me pasé la última semana buscando información, y estos panfletos, para que analicemos las opciones juntos, ¿te parece?
- Sí, claro. Creo que conozco bastante de las opciones, pero nunca viene mal tener la información completa. Y me gusta la idea, además que nos dejaría más tranquilos por varios motivos. También he oído de algunas amigas que se les rompió el condón o algo así.
- Puede pasar, lo he pensado también. A decir verdad, a excepción de los condones y de un procedimiento quirúrgico reversible llamado vasectomía, la mayoría de los métodos anticonceptivos están hechos para mujeres. No es del todo justo… y no quiero ser egoísta, pero no sé si estoy seguro de someterme a ese tipo de operación. Aunque claro, el combo de hormonas y sustancias tampoco viene gratis para tu cuerpo.
- Lo sé. Pero está bien, también preferiría evitar operaciones. Si no me equivoco, las opciones son las pastillas, parches, inyecciones, y el DIU.
- Sí, así es. Hay otro más, que me parece muy interesante también, un pequeño implante subdérmico, es relativamente nuevo.
- Ah, me pareció haberlo oído. ¿Los leemos juntos?
Unos minutos pasaron, mientras leían cada panfleto, y comparaban la información.
- Bien, hagamos un resumen –Dijo Kohaku, pensativa– Yendo a lo negativo de cada uno, para descartar… el problema de las pastillas es que debería acordarme todos los días a la misma hora, tendría que cuidar de no olvidarme o de poner un horario que casi siempre pueda tomarla.
- Puedo poner una alarma y mensajearte el recordatorio todos los días, preciosa.
- Oh, qué detalle –Sonrió enternecida por su compromiso– Gracias, Stan… pero sí, a veces soy un poco despistada, preferiría no estar pendiente de una alarma. Los parches están bien, son prácticos… pero siempre van a ser visibles, y me preocupa que me irrite la piel o se despeguen, con mi entrenamiento no estoy libre de roces y golpes.
- Entiendo, tiene sentido. Hmm, el DIU es prometedor, pero una vez oí de una colega que se le "movió" y quedó embarazada, se enteró demasiado tarde. No suele pasar, pero es una probabilidad. Aun así, es uno de los más duraderos, su efecto dura mínimo tres años, y según leí, hasta diez. No es visible, no molesta, es una buena opción. Sino también está la inyección.
- Sí, pero que su efectividad también depende de que me la aplique a tiempo, que no me olvide, y demás. Sería cada tres meses, pero si pienso a futuro, podría tocarme la renovación en medio de un torneo o quizás un viaje, no sé si sería complicado, ya que tiene que ponérmela un médico. Para eso prefiero el DIU. Y también…
- El implante subdérmico. Este pequeño chip es prometedor, ¿no te parece? También es de larga duración, entre tres y siete años, y su eficacia no depende de que se mueva o no, me parece el más seguro.
- Exacto. Creo que tendría que hablarlo con una doctora, pero también me parece la mejor opción, me gusta.
- Muy bien, avísame entonces cuando tengas el turno. Voy contigo.
- ¿Eh? No es necesario, está bien.
- Sí que es necesario. Es algo de los dos, y ya que estoy echándote el fardo de que afecte tu cuerpo y no el mío, lo mínimo que puedo hacer es estar ahí contigo. Ni que hablar que voy a pagarlo yo, o por lo menos compartiremos el gasto, como prefieras, el precio es algo que todavía no conseguí información certera. Pero no te preocupes por eso.
- Stan, ¿eres real? –Preguntó con los ojos muy abiertos.
- ¿Qué? –La miró confundido, sonriendo ligeramente.
- Nada, era una broma… Me sorprende, eres muy compañero y maduro al respecto. No por experiencia mía, que sabes que no tuve mucha, pero sé por amigas mías que sus novios no son tan "solidarios" con ese tema, más bien le dejan a su cargo que se compren los anticonceptivos y que se preocupen ellas solas, a lo sumo comparten el gasto, algunos, si es costoso. Tú hasta me ofreciste ponerte una alarma y avisarme todos los días, eres de otro mundo.
- No debería ser tan especial, me parece lo lógico. Insisto, es tu cuerpo el que sufre las consecuencias, este tipo de protección siempre tiene efectos secundarios en el cuerpo, y muchos no son agradables, aunque sean temporales. Pero no hay muchas opciones para los hombres, así que es lo que hay.
- Si reencarnaras en un animal, serías un caballito de mar, lo apuesto.
- ¿Perdón? –Soltó una carcajada
- Ah, es que vi en un documental que los hipocampos son la única especie en la que los machos son los embarazados que cargan con las crías. Con tu visión y tu compromiso, serías un excelente caballito de mar. De pulpo a caballito de mar, ahora no puedo decidirme, aunque los dos sean marinos.
- ¿Pulpo? Preciosa, ¿te mareó tanta información?
- No, tonto. Lo que pasa es que cuando duermes profundo, te enroscas a mí con mucha fuerza, pareces un pulpo. No me quejo, me gusta tenerte cerca y que me abraces, pero a veces no te das cuenta y me estrujas.
- Oh… lo siento, no sabía –Murmuró un poco avergonzado.
- Pulpocampo, Hipopulpo… octocampus, hippoctopus –Se tentó y estalló en fuertes carcajadas con su propio chiste sin sentido.
- Ok... Me parece que voy a tener que curar tu locura, antes de que se vuelva peligrosa, prepárate para una terapia de shock.
Riéndose también, Stan se lanzó sobre ella, haciéndolos caer en el sillón, y atacándola con cosquillas, sin piedad, hasta que ella comenzó a patalear, llorar y gritar al mismo tiempo.
- ¡Nooooo, basta! ¡Que me voy a hacer encima! –Chillaba, tratando de escapar de sus garras.
- Entonces elige, ¿castigo delicioso, o te retractas? –Le decía, mientras no dejaba de atormentarla con cosquillas– Hippoctopus, es creativo y tiene su elegancia, pero no sé si me gusta ese apodo, los que yo te pongo son más lindos.
- ¡De acuerdo, ME RINDO! ¿Castigo delicioso? Demonios, eso suena bien para haber hecho algo que no te gustó. ¿Siempre voy a salir ganando con tus "castigos"?
- Depende cómo lo veas, si te llevo al punto en que vas a llorar y rogar, no sé si es tan divertido.
- Pero siempre vale la pena después –Enredó sus piernas alrededor de la cintura de él, al tiempo que se colgaba de su cuello, como un koala– Tú lo ofreciste, ahora cumple.
- Siempre tan predispuesta y positiva, deja de ser tan perfecta, preciosa.
Se besaron apasionadamente en el sillón, y mientras Stan comenzaba a sacarle parte de la ropa, le susurró entre besos:
- Oh, no tienes idea cómo voy a disfrutar el no tener que interrumpirnos para ir a buscar esos malditos condones. No puedo esperar.
Las semanas restantes pasaron, el viaje estaba sólo a unos pocos días. Kohaku se las había arreglado para estudiar y aprobar todos sus exámenes, al tiempo que entrenaba, trabajaba, y aprendía inglés con Stan. Y él también había estado bastante ocupado, además de su trabajo habitual, había tenido un par de trabajos de modelaje, típico de las fechas festivas. Tal como habían hablado, fueron a la ginecóloga de ella y confirmaron lo del implante subdérmico, la doctora les dio un nuevo turno para colocárselo, les dijo que tenían que seguir usando protección durante una semana más para estar seguros. Eso era una excelente noticia, significaba que para los primeros días del viaje ya estarían seguros.
El día anterior al vuelo, Kokuyo invitó a Stan y propuso hacer otra cena de despedida, adelantando el festejo de las fiestas. Compartieron juntos otra bella velada, y Kokuyo y Ruri les hicieron algunos regalos en conjunto, lo cual los sorprendió y los hizo sentir culpables a la pareja porque no habían pensado en eso.
- No se preocupen, la idea estaba en que fuera una sorpresa. Kohaku, esto es para ti, de parte de ambos.
La rubia tomó las dos cajas que le dieron, atadas con un fino moño de raso. Dentro de una había un precioso vestido azul oscuro de seda, entallado, que terminaba por encima de las rodillas, pero continuaba con una pollera de encaje muy femenina y sensual y abierta, tanto que Stan silbó en aprobación. En la otra caja, había unos stilettos muy finos y altos, negros, que parecían quedar muy bien con el vestido.
- Kohaku –Dijo Ruri con su dulce sonrisa– Espero que te gusten, los elegí yo. Sé que no usas este tipo de ropa seguido, en especial los tacones, pero nos pareció que, si allá festejan de forma elegante las celebraciones, podías lucir muy hermosa. Y bueno… –agregó con una risita– notamos que Stan es bastante alto, así que estarán más parejos.
- Oh, gracias por eso, hermana –dijo mirándola con los ojos entrecerrados, pero luego sonrió– Es muy hermoso, de verdad. Gracias Ruri, y papá.
- Yo también tengo que agradecerles, si ya Kohaku era una diosa en tierra, con esto… le hace honor al apodo de "preciosa", y le queda corto.
- También hay algo para ti, Stan –Le dijo Kokuyo, pasándole una caja más pequeña y maciza– También de parte de los dos.
- Gracias –Aceptó, tomando la cajita.
Cuando la abrió, se encontró con un precioso reloj, pero que un ojo entrenado como el de él reconoció al instante lo particular que era. Kohaku lo miró con curiosidad, y frunció el ceño ante la cantidad de agujas y detalles que tenía.
- Wow… muchas gracias, Kokuyo, Ruri ¿Cómo sabían…?
- Kohaku nos contó que también eras piloto, y que la llevaste una vez a volar. Es un "Tutima Military Chronograph Lemania", espero que lo disfrutes.
- Seguro que sí, es un regalo muy generoso y útil, muchísimas gracias –Se dio cuenta que Kohaku no entendía nada– Es un reloj con cronógrafo, ideal para aviadores, es una joya.
- No lo reserves para ocasiones especiales, nos gustaría que lo uses seguido, si es que te gusta, claro.
- Lo haré, muchísimas gracias. Les prometo que vamos a traerles nuestros regalos a la vuelta del viaje.
Al día siguiente, a la tarde, Stan, Kohaku y Xeno ya estaban juntos y listos para salir al aeropuerto. Kohaku estaba un poco nerviosa, nunca había volado en un avión tan grande, y menos aún por tantas horas, pero los dos hombres le dijeron que no tenía de qué preocuparse, y le dieron algunos consejos para que se sienta más cómoda. Luego de despachar las valijas, fueron a tomar un café mientras esperaban el anuncio para abordar, y aprovecharon para contarle a Xeno las novedades y anécdotas de las cenas familiares, y luego Kohaku les preguntó de ansiosa de los lugares a donde iban a ir, los favoritos de ellos, y demás, aunque Stan no cedió a contarle algunas de las sorpresas que tenía planeadas, quería deleitarse con su cara de conocer algo totalmente nuevo. Un rato después, escucharon por altavoz el anuncio de su vuelo, y se levantaron.
- ¿Lista para el viaje?
- Contigo, siempre.
Buenaaas! Creo que es directamente proporcional cuánto me entusiasmo a escribir (de largo) con el tiempo que me tardo en actualizar. Por suerte ya terminé los exámenes (¡aprobé todo!), así que las próximas actualizaciones vendrán más pronto, a la par de mis otras historias, extrañaba muchísimo escribir, con tantas ideas en la cabeza, tenía que tomar nota a cada rato, pero no podía redactar mucho.
Ahora me pongo con "Cautivos", yeeeeiii! Cómo nos tienen estos gringos, eh… los amo. Se viene un bello capítulo, palpitando el mes de nuestras fiestas favoritas en todo el mundo también en la vida real jaja. Un abrazo, y gracias como siempre por su apoyo y bellos comentarios, son muy atesorados! Hasta el próximo capítulo!
