La noche del 3 de enero del nuevo año, Kohaku, Stan y Xeno arribaron al aeropuerto de Tokio al volver de sus vacaciones. Para sorpresa de todos, Kokuyo y Ruri los estaban esperando allí, con un adorable cartel de bienvenida que sostenía la hermana mayor. Kohaku le dejó su valija a Stan, y corrió para abrazarla, feliz de volver a verla. Su padre también se acercó a unirse al abrazo familiar, y luego saludó a los dos hombres, diciéndoles que los iba a llevar a sus casas en su auto, ya que seguro estaban cansados de un viaje tan largo.
Durante el trayecto compartieron algunas breves anécdotas, en especial de cómo habían pasado cada uno el festejo de año nuevo. Dejaron a Xeno primero en su departamento, y luego a Stan. Para cuando llegaron a la casa familiar, Ruri no pudo aguantar más las ganas, y le pidió a su hermana menor de ver ese hermoso anillo.
- Ruri, es sólo un regalo de noviazgo.
- Lo sé, Kohaku, pero es muy romántico. Aunque confieso que pensamos que era más que eso, más cuando vimos que Stan también llevaba uno.
- Sí, yo también me confundí, no me hagas recordarlo.
- Si hubiera apostado mis ahorros a que Ruri se casaba primero, hubiera quedado en bancarrota, contra toda probabilidad.
- ¿Tú también, papá?
- Hija, es innegable. No digo que pronto, pero se puede ver que Stan va en esa dirección contigo. Aunque preferiría que te cases después de ser mayor de edad. Mientras el compromiso esté, pueden postergarlo hasta entonces, conocerse más…
- ¡Pero no estamos comprometidos! No hay nada que postergar, ni vamos a pensar en eso por un buen tiempo, al menos no yo. Y creo que le dejé en claro a Stan, sin querer, que no me convencía la idea de que fuera ese otro tipo de anillo. Me dijo "antes de que me rompas el corazón…"
- Eres tan directa, Kohaku, ya me puedo imaginar que se lo dijiste… Puedo entender a Stan, con la dura vida que tuvo, al fin conocer un poco de felicidad después de tanto tiempo lo debe emocionar mucho, pero está bien que le pongas un freno sutil, tienen toda la vida por delante para disfrutar juntos, sin apuro.
- Sí, aunque de verdad esta vez fue mi culpa la ansiedad… y la otra vez… es que no pude evitarlo.
- Y dicen que uno no tropieza dos veces con la misma piedra –bromeó Kokuyo a costa de su hija.
- ¡Ya, basta! Me voy a arrepentir de darles los regalos que traje para ustedes. Pero los que les debemos de navidad se los vamos a dar la próxima vez que cenemos juntos con Stan, es lo justo.
Kohaku les entregó varios pequeños regalos, decoraciones pequeñas de algunos de los lugares que visitaron, y luego les mostró todas las fotos que había sacado, contándoles las anécdotas de cada lugar. A Ruri le interesaba mucho la historia, por lo que su hermana menor había hecho el esfuerzo de recordar todos los detalles que había aprendido, muchos de ellos explicados por Xeno.
Al día siguiente, Kohaku retomaba su jornada laboral en el restaurante de ramen, y aunque estaba entusiasmada con volver a su vida normal, ya estaba sufriendo internamente al pensar en las infinitas bromas que Mozu le iba a hacer por el anillo. Siempre bromeaba con que era el "padrino" de esa relación, ya que él era el amigo en común y el que los había presentado en aquella vieja fiesta suya, por lo que estaba encantado con ver que iban tan en serio, y en especial ver a Stan más feliz de lo que lo había visto nunca.
Una alarma del teléfono de la rubia sonó, y cuando lo miró, se sorprendió: 4 de enero… el cumpleaños de Senku. Sólo lo veía ocasionalmente en el restaurante, ya que él y su padre Byakuya seguían siendo comensales habituales del lugar, y tenían un trato cordial y amistoso, pero no como para seguir hablando fuera de sus ocasionales encuentros allí. Al parecer, se había agendado su cumpleaños cuando estaban saliendo tiempo atrás, para no olvidarse… pero ahora no tenía mucho sentido.
Esa noche estaba tranquila en su trabajo, ya que muchos clientes estaban fuera de vacaciones, por lo que aprovechó para contarle a Mozu todos los detalles que le pedía. El teléfono sonó, y el castaño tomó nota de un pedido, y luego le preguntó a Kohaku si podía entregarlo, que él se ocupaba de atender y ayudar a su padre en la cocina. Quince minutos después, le dio a la rubia un papel con la dirección, y le entregó varias bolsas con comida, eso era al menos para seis personas. Cuando chequeó a dónde tenía que ir, sus ojos se abrieron mucho.
- ¿Esta no es...?
Sí, era la casa donde vivía Senku, todavía se acordaba de esas tutorías de ciencia en las cuales todo había empezado con él, además de la amistad. Claro, era el cumpleaños, seguramente ese pedido era por un festejo con sus amigos. Mozu no tenía ni idea, y al parecer no había reconocido su voz, o quizás el pedido lo había hecho otra persona. Se sintió un poco incómoda, pero ya había pasado un buen tiempo, y ambos habían seguido adelante, especialmente ella con Stan. Una cosa era atenderlos como clientes públicamente, otra cosa era tocarle el timbre y hablar con él, el día de su cumpleaños, que todavía no lo había saludado. Bueno, era trabajo, no podía ser caprichosa y decir que no, además no tenía problemas con Senku realmente, incluso siempre había pensado que estaba bien que quedaran como amigos.
Puso el pedido en la caja trasera que llevaba la bicicleta, y se dirigió hacia la casa del peliverde. Cuando tocó el timbre y él le abrió la puerta, lo vio parpadear con sorpresa, evidentemente no se esperaba que ella fuera quién lo entregara. Pero luego le ofreció su fina y típica sonrisa.
- Hola leona, tanto tiempo. Pensé que estabas de viaje todavía.
- Hola Senku. No, volví ayer, y ya estoy retomando mi rutina.
- ¿Qué tal estuvo Estados Unidos? Me sorprendió verte en una foto de Xeno, pero todo tuvo sentido cuando vi también a Stanley.
- Muy lindo, e interesante. Sí… fuimos juntos los tres. Al principio fue un poco raro, es como un profesor para mí, y también lo fue tuyo hace tiempo. Pero me sorprendió lo llevadero que es como amigo, aunque no fue fácil que se abra conmigo.
- Me imagino que no. En unos meses me tocará a mí viajar con él, aunque es una beca de estudios, no en plan relajado.
- Éxitos con eso.
Levantó su dedo pulgar de la mano derecha mientras le sonreía, con lo cual el anillo que llevaba relució. Eso captó instantáneamente la atención de Senku, que alzó las cejas y se quedó callado un momento, hasta que al final soltó una suave risa.
- Diez billones por ciento seguro de que Stanley iba en serio contigo –dijo, señalando el anillo– No era un farol de su parte, no perdieron el tiempo.
- Oh… –se sonrojó, incómoda– Pasaron muchas cosas en el medio, pero sí. No es lo que crees, este anillo es sólo de noviazgo, fue un regalo de navidad.
- No tienes nada que explicarme, leona. Es tu vida y tu felicidad, por lo menos me alegro de que la hayas hallado con alguien que está en sintonía contigo –se encogió de hombros.
- Sí… gracias Senku. Por cierto, feliz cumpleaños.
- Ah, gracias. Diez billones de puntos que te acordaste.
- Senku, ¿necesitas ayuda?
Una voz masculina sonó detrás del científico, que Kohaku reconoció perfectamente, y unos segundos después vio la alta y fuerte figura del luchador de pelo largo, Tsukasa, asomándose.
- ¡Hola Tsukasa!
- Hola Kohaku, ¿cómo estás?
- Muy bien, ¿y tú?
- También… Perdona, recién ahora que te vuelvo a ver, me acuerdo de tu propuesta de la última vez que nos vimos. Quiero que sepas que la consideré, pero esperaba a que nos volvamos a ver para seguir hablándolo.
- ¡¿En serio?! –Los ojos de Kohaku brillaron de emoción– ¿Hay posibilidades de que aceptes?
- ¿De qué hablan? –Preguntó Senku curioso.
- Kohaku me pidió si podía ser su maestro de artes marciales, luego de que egrese de la preparatoria.
- Ooh, ya veo. Eso será emocionante para ella, eres su ídolo número uno.
- ¡No hacía falta que lo digas así, Senku! –replicó la rubia, avergonzada por la exposición.
- No te preocupes, Kohaku, sé que no es del lado de una admiradora más, sino por mis habilidades de lucha –la calmó el castaño.
- Sí… es así, pero también eres una buena persona, no soy tan utilitaria –murmuró ella.
- Las habilidades son lo primero, ¿no?
- Kohaku, si quieres podemos hablarlo con más tiempo en la semana. La escuela a la que vas me queda de paso cuando voy a entrenar, quizás podamos coordinar un café por la zona si coincidimos en horarios.
- ¡Me encantaría! La semana que viene empiezan las clases, y ya es mi último trimestre, podemos hacerlo entonces.
- Oigan, ¿a qué viene tanta charla en la puerta? ¡Oh, pero si es la gorila!
Chrome, quién había dicho eso, se encogió en cuanto Kohaku le dedicó una fea mirada por el apodo.
- No cambias, ¿eh, Chrome? –Le dijo alzando el puño amenazadoramente.
- Perdona, Kohaku, fue la sorpresa… y la costumbre. Me había olvidado que trabajas donde pedimos la comida.
- Sí, Mozu me pidió que entregue este pedido por él.
- Lo que yo me pregunto –dijo otra voz masculina desde detrás de la puerta– es por qué están hablando aquí, y no invitan a pasar a la bella señorita que todos conocemos para seguir esta charla.
- Hola Ryusui –Kohaku le sonrió– No, está bien, estoy en horario de trabajo, no puedo…
- Pero puedes quedarte unos minutos más y ponernos al día brevemente, hace mucho que no te vemos. Puedo decirle a Mozu que te perdone una pequeña demora, yo lo compensaré después con él –dijo el joven, chasqueando sus dedos.
- La resistencia es inútil contra él, leona, ya debes saberlo –Le dijo Senku con una media sonrisa.
- Pero es tu festejo de cumpleaños, no quiero entrometerme.
- No lo haces, no me molesta ni un milímetro. Y hay alguien más adentro que seguro querrá saludarte.
- Hmmm, de acuerdo, ¡pero sólo diez minutos! Hoy volví a trabajar, no quiero aprovecharme tampoco.
Todos los que se habían asomado a la puerta entraron a la casa, Tsukasa tomó las bolsas de las manos de Kohaku y se ofreció a adelantarse a calentar la comida. Alrededor de la mesa había dos personas más, uno que conocía bastante, y otro que no había visto nunca entre los amigos de Senku.
- Ooh, pero si es Kohaku-chan, tanto tiempo sin vernos –saludó Gen con su tono cantarín.
- ¡Hola Gen! Sí, varios meses, parece que estás bien.
- Sí, muy. Muy bonitas fotos de tu viaje, felicitaciones –el mentalista le guiñó un ojo.
- Eeh… sí, gracias –se sorprendió de que lo supiera, pero luego se acordó que seguramente la seguía en las redes.
- Leona, te presento a Ukyo. Ukyo, ella es Kohaku, una amiga.
- Hola, un gusto conocerte–le sonrió el peliblanco, que tenía unos amables y preciosos ojos esmeralda.
- Hola, igualmente –le devolvió la sonrisa.
- "The gang is back!" –exclamó Ryusui radiante, haciendo reír a todos– Tengo que tomar una foto de esto.
Luego de que todos posaran improvisadamente para la fotografía de recuerdo, Ryusui se dirigió a Kohaku con una mirada pícara.
- ¿Así que atrapaste completamente al soltero más codiciado del mundo?
- Yo no lo pondría así, Ryusui, lo haces sonar mal –protestó ella.
- Es una broma, tranquila. Me sorprendió ver la foto de ustedes en el Golden Gate, me trajo muchos recuerdos de las veces que he ido a navegar allí. ¿Te gustó la ciudad?
- Sí, es muy animada y hermosa, fue un gran viaje.
- Seguro que lo fue. Mándale un saludo a Stan de mi parte, espero cruzármelo algún día.
Siguieron poniéndose al día unos minutos más, hasta que Senku dijo que ya habían calentado la comida. Aunque no la había echado, Kohaku tomó eso como pie para irse, y se despidió de todos, bajo la promesa de aceptar la invitación de juntarse con ellos otra vez. Se fue muy animada de allí, terminó siendo mucho más cómodo de lo que esperaba, en especial la relajó que también lo fuera con Senku. Volvió al trabajo, y Mozu la recibió con una broma de que el próximo pedido a Ryusui se lo cobraría el doble, y le mostró el mensaje en que el marinero le decía que se hacía cargo de demorarla unos minutos más.
Cuando terminó la jornada laboral, luego de cambiarse y de agarrar sus pertenencias para volver a su casa, se encontró con Stan sentado en la barra, hablando con Mozu mientras la esperaba.
- ¡Stan! No sabía que venías.
- Buenas, preciosa. Estaba libre en casa, y pensé revivir el hábito de venir a buscarte. Y tenía que traerle su merecido regalo a Mozu, que gracias a él pudimos extender nuestro viaje. ¿Estás lista?
- Sí, vamos.
- ¿Todo bien en tu vuelta al trabajo? –Le preguntó Stan mientras caminaban hacia la moto aparcada en la esquina.
- ¡Sí, lo disfruté! Los clientes también fueron muy amables, diciendo que me extrañaron y saludándome por las fiestas.
- Qué bueno. ¿Alguna novedad?
- No, todo bien –Dudó si decirle lo de que había visto a Senku, pero no cambiaba nada las cosas, solamente había compartido unos minutos con los chicos, por lo que optó por no decírselo.
Stan la llevó a su casa, pero le dijo que se sentía un poco cansado como para entrar a saludar a su familia, porque de seguro le iban a ofrecer quedarse un rato, y no quería declinar la oferta. Pero más allá de eso que ambas cosas eran ciertas, Stan se sentía un poco picado: Cuando estaba aburrido en su casa, se puso a mirar el teléfono para pasar el rato, y ahí fue cuando le llegó la notificación de una foto de Ryusui. No pudo ser más grande su sorpresa, cuando vio que Kohaku estaba allí también, en lo que parecía ser la casa de su ex… no llegó a ser novio, pero sí había salido unos meses con Senku. No le molestaba que ella se llevara bien con él y los demás amigos del peliverde, de hecho, le parecía bastante maduro que pudieran hablarse con normalidad y no dejar que una pseudo-relación fallida los afecte, pero con lo que no pudo evitar sentirse molesto, fue que Kohaku no le quisiera contar.
¿Por qué había decidido ocultárselo? ¿Acaso no confiaba en él o creía que iba a reaccionar exageradamente? Ya había aprendido su lección de que las escenas de celos no eran admisibles para su novia, por lo que, aunque sintiera celos alguna otra vez, se mordería la lengua antes de decir nada, en especial si su molestia estaba injustificada. Pero le había preguntado directamente, y fue tan directa a su parecer, que pensó que ella captaría la indirecta. Lo primero que pensó fue en calmar su ansiedad e incipiente mal humor con un cigarrillo, pero luego recordó que le había dado a Kohaku su palabra de que empezaría a dejar de fumar. Se había permitido un solo cigarrillo al día, que podía dosificar o fumar entero, aunque el problema era que ya se lo había fumado.
¿Rompía su palabra excepcionalmente, o se aguantaba y buscaba otra forma de descargarse? No lo hacía sólo por ella, dejar de fumar se había convertido en su propia motivación, por lo que él era el mayor perjudicado si fallaba, a tan pocos días de empezar. Optó por buscar otra forma de aliviarse, y se vistió con ropa deportiva en cuanto llegó a su departamento, para volver a salir y correr varias vueltas alrededor del parque que tenía más cerca. Sí, el ejercicio iba a refrescarlo, aunque estuviera cansado, luego podría darse una ducha y dormir, y olvidarse de todo. Era posible que su mal humor estuviera potenciado por la falta de nicotina, y eso que sólo habían pasado un par de días desde que había decidido bajar drásticamente su consumo. Por lo tanto, dormir sería la mejor opción, o eso creía, era cuestión de probar, nunca antes había tenido que resistirse a un impulso tan fuerte y adictivo.
Tal como había esperado, unas horas después cuando ya estaba en la cama, se sentía más relajado. Lo único que lamentaba, era volver a tener que dormir solo en su cama grande. Se había acostumbrado mucho a disfrutar de la compañía de Kohaku, esos quince días de dormir juntos, hacer el amor y despertar abrazados al día siguiente, habían sido los mejores de su vida. La extrañaba… pero tenía que hacerse a la idea de que ahora volvía a su vida "normal", en la cual sólo compartiría eso un par de veces a la semana a lo sumo.
Stan despertó sobresaltado la mañana siguiente, muy temprano, porque no fue la alarma lo que lo había hecho, sino el timbre de llamada de su teléfono. Aturdido y adormilado, enfocó sus ojos en la pantalla, e inmediatamente se tensó y se puso nervioso cuando vio el nombre "Kohaku" en la pantalla. ¿Tan temprano? ¿Le habría pasado algo? Atendió la llamada, con el corazón acelerado.
- ¡Kohaku! ¿Qué pasó? –exclamó.
- ¡¿Stan?! ¿Estás bien? –respondió ella, alarmada
- Sí, yo sí, ¡¿qué sucedió?!
- ¿Qué…? Nada… ¿por qué estás tan alterado?
- ¿Por qué llamas tan temprano? –le repreguntó, dudando, y todavía con la preocupación recorriéndolo entero.
- Ya que no estamos durmiendo juntos y extraño despertar a tu lado, pensé en darte los buenos días de esta forma, antes de que te vayas a trabajar. ¿No… no te gustó?
El alivio que sintió al darse cuenta que había exagerado, y que ella se había despertado temprano con el sólo propósito de saludarlo, se tradujo en un largo suspiro y una risa suave.
- Claro que sí, mi amor, no hay mejor forma de despertar. Perdona, me preocupé en vano... Pero nunca habías hecho eso antes, pensé que te había pasado algo.
- Quería que fuera una sorpresa... Pero quizás debería haberte avisado, perdona por asustarte. Bueno, está asegurado de que te despertaste del todo ya, nada de "cinco minutos más".
- Sí, así es –rió– Gracias, anoche extrañé dormir contigo, así que al menos despertarme con tu voz es una buena forma de empezar el día.
- Un placer, mi misión está cumplida, señor. Y también extrañé a mi pulpo humano –bromeó– Y ahora, me voy a seguir durmiendo. Hasta luego, te amo.
- Me lo parecía. Hasta luego, preciosa, te amo más.
Stan cortó, y se quedó mirando el teléfono con una sonrisa. Ahora sí podía decir que empezaba bien el día, y decidió dejar atrás el hecho de que Kohaku no le había contado de su visita a Senku. Era obvio que había sido por trabajo, y si no le había dicho, era porque debía estar dudando de que afectara el humor de él innecesariamente, siendo que apenas habían vuelto felices del viaje juntos. Apostó por ese pensamiento. Se levantó, se preparó un buen desayuno, y se fue a trabajar. Por la tarde, cuando terminó su jornada laboral, y mientras cruzaba la puerta para ir al exterior, se puso a pensar a qué podía dedicar el resto del día, siempre los primeros después de un viaje eran los peores, porque no dejaba de recordar la tranquilidad y la belleza de aquellos paisajes, y de los momentos que tanto había disfrutado con su novia y su mejor amigo, habían sido perfectos. Pero no encontró nada particular que hacer, o no estaba muy inspirado, por lo cual decidió descansar un poco, y luego entrenar.
De pronto, un escalofrío lo recorrió, sin explicación alguna, como si alguien lo estuviese observando. Pero miró alrededor, y no encontró a nadie, la calle estaba bastante tranquila. Como su trabajo estaba a un kilómetro y medio de su departamento, siempre iba y volvía caminando, y disfrutaba estar al aire libre después de estar buena parte del día dentro de cuatro paredes. Empezó a caminar, pero una voz llamó su atención detrás de él.
- Oye, camina por la sombra. El sol derrite los bombones.
Stan alzó las cejas, primeramente, porque reconoció la voz que había pronunciado esas palabras, y además porque encontró muy divertido y repentino el halago.
- ¿Oooh? ¿Le parece correcto seducirme en la calle y a plena luz del día, señorita? –respondió juguetón.
- ¡Ja! Por supuesto. ¿O es demasiado para ti?
- Solamente tú eres demasiado, para mí, preciosa –le tomó la mano a su novia, y le dio un galante beso– ¿Qué haces aquí? Es la segunda buena sorpresa del día de tu parte.
- Siempre eres tú el que pasa a buscarme por el trabajo… hasta ahora nunca pude devolver el gesto porque coincide con mi horario escolar. Pero hasta la semana que viene estoy libre, así que podría pasar a buscarte todos los días.
- Suena bien, me gusta la idea. Gracias por la compañía –se inclinó para darle un beso en los labios, y entrelazó sus dedos con los de ella mientras empezaban a caminar.
- ¿Cómo llevas el día, Stan?
- Bien, tranquilo. Mejor ahora que te veo. Pero no me preguntaste cómo estoy, sino cómo llevo el día… ¿hay algo más que quieras saber?
- Hmmm bueno, sí –nada se le escapaba a Stan, ya tenía que saberlo– Cómo llevas el casi dejar de fumar, si te viene afectando más o menos de lo que esperabas.
- Sinceramente, ayer me fue más difícil, hoy ni siquiera pensé en fumar todavía. El problema es cuando siento una necesidad muy fuerte, pero no puedo consentirla. Eso me saca los colmillos, lo reconozco.
- ¿Puedo hacer algo para ayudarte?
- Soportarme y acompañarme –le guiñó un ojo, pero luego se puso más serio, y le apretó ligeramente la mano– Y confiar en mí.
- Eso lo tienes asegurado.
Siguieron caminando y hablando, hasta llegar al departamento de Stan. Kohaku aceptó pasar a tomar algo caliente y relajar con él en el sillón. Un par de horas después, se lamentó por tener que irse, tenía que pasar primero por su casa antes de ir a trabajar. Stan la alcanzó en la moto, pero ella le dijo que iba a su trabajo caminando, así que se despidieron ahí por el día. Cuando Kohaku estaba luego llegando al restaurante, oyó un mensaje que le llegó al teléfono, y lo miró. Frunció el ceño cuando vio que era un remitente desconocido, y casi no lo leyó pensando que era una de esas molestas publicidades constantes, hasta que le llamaron la atención las primeras palabras, y lo abrió. "Tanto tiempo sin verte, ya estás cerca otra vez" decía… qué raro. No sabía si contestarlo preguntando quién era, o si era un error, un mensaje destinado a otra persona. Un escalofrío la recorrió al instante, y se puso un poco nerviosa. ¿Quién podría ser? ¿Sería para ella? No recordaba haberle pasado su teléfono a nadie últimamente. Incómoda, decidió ignorarlo, si era alguien que conocía, seguramente volvería a contactarla, pero la sensación desagradable la acompañó por un buen rato.
Terminó decantándose porque había sido un error o un mensaje falso, ya que en los próximos días no volvió a recibir ningún otro. Cada tanto volvía a su memoria la imagen de aquellas palabras, pero no quería ser paranoica, no cuando no notaba nada raro a su alrededor. Y era fuerte, sabía defenderse, en el peor de los casos, siempre que no involucrara armas, claro.
Las clases de la preparatoria reanudaron, al fin el último trimestre y egresaría. Hablaba frecuentemente con sus amigas Kirisame y Nikki, ambas a las cuales veía también en el club de artes marciales, aunque también se entusiasmó de volver a encontrarse con todos sus compañeros. Varios notaron su anillo, en especial las chicas, por lo cual se cansó de repetir una y otra vez que era un regalo de noviazgo de navidad, y las que la habían visto con Stan no dejaban de curiosear de si realmente ese hombre era su novio, generándole un poco de indignación por la incredulidad de ellas. A veces el rubio iba a buscarla, con lo cual el cotilleo incrementaba, pero Kohaku había aprendido a ignorarlas, muchas ni siquiera eran amigas suyas.
Pero una tarde, dos hombres se habían detenido a la salida de la escuela, a esperarla. Uno de ellos era Stan, que había pensado en sorprenderla ya que no le había dicho que iría a buscarla. El otro era un hombre muy alto y musculoso, de pelo castaño, que se robaba las miradas de varios estudiantes que pasaban cerca, evidentemente siendo reconocido por más de uno. Stan también lo había reconocido, jamás se olvidaría de aquel hombre… la pregunta era qué hacía allí, y a quién venía a buscar. ¿A una amiga o novia?
- Tsukasa Shishio, volvemos a vernos –lo saludó el rubio, mientras hacía tiempo a que Kohaku saliera.
- Hola… te recuerdo, hicimos unas fotos juntos una vez. Hum, disculpa, no recuerdo tu nombre.
- Stanley Snyder. No hay problema, mi nombre no es conocido como el tuyo aquí –le dijo con una media sonrisa, aunque no precisamente por diversión.
- Un gusto verte nuevamente –Tsukasa inclinó la cabeza respetuosamente, y le sonrió.
- Igualmente –respondió por cortesía– ¿Esperas a alguien también?
- Sí, a una chica. ¿Tú?
- También, a mi novia.
- Ah –Tsukasa se sorprendió ligeramente, le había dado la impresión de que Stanley estaba cerca de los treinta años, pero no iba a juzgar una relación con una notoria diferencia de edad, al menos las estudiantes de preparatoria eran todas mayores de edad.
Stan notó la sorpresa del luchador, y entrecerró los ojos. Pudo leer claramente en su rostro lo que estaba pensando, por la rápida mirada arriba abajo con que lo miró, pero no le dijo nada, así que él tampoco continuó la conversación. Unos minutos después, la misma joven que ambos esperaban, sin saberlo todavía, se estaba acercando a ellos. Stan miró fugazmente a Tsukasa, pero el castaño se había mantenido impasible, relajándolo un poco. Pero cada fibra de su cuerpo se tensó cuando lo oyó decir, con toda confianza y relajación, a la chica que le iba a pasar por delante.
- Hola, Kohaku.
- ¡Hola, Tsukasa! –le contestó sorprendida, mirándolo. No esperaba verlo ahí, no habían hablado desde el cumpleaños de Senku.
- ¿Vamos por ese café? Me hice un rato para venir a verte, ya sabes.
- Oh… –titubeó por lo repentino de la invitación, pero no tenía nada que hacer, y Tsukasa se había tomado la molestia de esperarla, además de acordarse por sí solo de lo que habían hablado– ¡Claro, sí!
La boca de Stan cayó abierta, y se puso muy tenso, sin poder creer lo que veía, y lo que sus oídos habían escuchado. ¿Un café? ¿Estaba allí para encontrarse con ella a solas?... ¿y Kohaku lo sabía y había aceptado? No sabía qué pensar, pero ningún pensamiento bueno y tranquilizador acudía a su mente. Una mezcla de duda, inseguridad, e ira comenzaron a brotar dentro de él, pero seguía sin poder creer lo que había presenciado, por lo que no se había movido ni un milímetro, parecía una estatua. Recién en ese momento, cuando Tsukasa lo saludó con la mano a modo de despedida casual, fue que Kohaku miró en su dirección. Y se quedó tan paralizada y boquiabierta como él.
- ¿Stan? –Murmuró, inspirando bruscamente. Mierda, eso no iba a ser bueno, estaba segura que su novio iba a pensar algo que no era, si había oído, lo cual no dudaba por la mirada helada que vio en los ojos.
- ¿Kohaku? –Preguntó Tsukasa, notando que ella se había detenido. Un vago recuerdo de que conocía a Stan le vino a la mente, se había encontrado con ella también en la sesión de fotos. ¿Acaso ella sería la novia que había mencionado?
- ¿Qué haces, Kohaku?
La pregunta de Stan, una vez que halló su voz, fue dicha con un tono perceptiblemente frío, que estremeció a la rubia. Y esas palabras tenían un dejo acusador. Kohaku no tenía por qué ponerse nerviosa, pero en ese momento recordó que no le había dicho nada a Stan de que se había vuelto a encontrar con Tsukasa, ni que habían quedado en que algún día tomarían un café cuando ella saliera de la escuela, para charlar los detalles de la posible futura relación como maestro y alumna de artes marciales, aunque ella no tenía la menor idea de que aparecería justo esa tarde. Y el tono de voz de él, además del recuerdo de que la primera escena de celos que le hizo fue precisamente con ese mismo hombre, no ayudaron a que titubeara y tardara en contestarle. Tsukasa, con sus finos sentidos, también notó el tono frío de Stan, y percibió que su energía se había vuelto ligeramente amenazante.
Otra persona más había visto esa escena a cierta distancia, y también había presentido que nada bueno iba a salir de allí, por lo cual se acercó apresurado, pero tratando de lucir casual.
- Stan, aquí estás. Gracias por venir –Xeno apoyó su mano en el hombro de su amigo, y sólo recibió una mirada de reojo de él, podía sentirlo muy rígido– ¿Vamos? –Saludó a los jóvenes con un breve asentimiento, pero sus ojos se detuvieron preocupados una fracción de segundo más en Kohaku.
- Sí, vamos –Murmuró con un tono muy grave, sin quitar la mirada afilada de encima de Kohaku, mientras se daba vuelta y seguía a Xeno, dejando la moto aparcada allí.
Tsukasa frunció el ceño, un poco confundido. ¿No venía a verla a Kohaku? Estaba seguro de que había dicho "a su novia", pero ahora, luego de ese tenso encuentro, se estaba yendo con otro hombre. No entendía bien lo que había pasado, o la casualidad de la sucesión de encuentros, pero luego podría preguntarle a la joven, y sólo esperaba no causar un malentendido, pero no consideró aclarar nada en ese momento, o quedaría como una excusa y quizás la comprometería más.
El corazón de Kohaku se aceleró mucho, de nervios. Eso no era bueno, no era nada bueno… Tenía que agradecer a Xeno porque casualmente apareciera y evitara una pelea, pero se le frunció el estómago al pensar con lo que tendría que lidiar después, un completo e inocente malentendido. No pudo quitarse de la cabeza la imagen de la gélida mirada de Stan, y lo que podía estar pasando por su cabeza.
- Kohaku, ¿está todo bien? Perdona que me entrometa, pero me encontré a Stanley minutos antes que a ti, y me dijo que estaba esperando a su novia… ¿eres tú?
- Sí, así es –tragó duro.
- Si estoy causando algún problema, no es mi intención, puedo pasar otro día.
- No, está bien. Stan… también es amigo de Xeno, que es un profesor temporal en mi escuela, para ponerlo simple –y decidió mentir un poco– No sabía que venía, así que quizás había arreglado también con Xeno, y aprovechaba para saludarme a mí. No te preocupes, vamos a hablar, ya que viniste hasta aquí.
Los dos jóvenes fueron a una cafetería cercana a hablar del tema que tenían pendiente, mientras que Xeno y Stan fueron para el lado opuesto. El científico miraba a su amigo con cautela, podía notar visiblemente lo apretada que tenía la mandíbula, estaba ciertamente furioso, aunque tratara de contenerse.
- Stan…
- No estoy de humor para hablar, Xeno.
- Te conozco, y sé lo que debes estar pensando en este momento. No sé quién es ese joven, ni cómo conoce a Kohaku, pero dudo que sea eso que crees.
- ¿Qué Kohaku me está ocultando que iba a encontrarse con otro hombre? –dijo, conteniendo su ira– Viste su cara, no se esperaba verme ahí.
- "Encontrarse con un hombre" encierra muchas posibilidades, Stan. Y podría apostar que no es con el motivo que tú estás pensando, precisamente. Kohaku nunca te haría algo así, lo sabes.
- Es la segunda vez que me oculta algo, desde que volvimos –murmuró, venenoso.
- ¿A qué te refieres?
- La semana pasada, me enteré por una foto en las redes que ella estuvo de visita en la casa de su "ex", Senku. Sí, tu alumno favorito. No estaban solos, y ahora que recuerdo, este hombre Tsukasa también estaba allí.
- No sabía que habían sido pareja esos dos –admitió sorprendido.
- Salieron juntos, no llegaron al noviazgo. Digamos que yo fui uno de los factores que los separó, aunque no fue intencional, ese mocoso no pudo manejar los celos y le dijo cosas que no debía.
Xeno optó por guardarse el comentario de que parecía que Stan tampoco parecía estar manejando bien los celos.
- Pero dijiste que no estuvo a solas con él.
- No, creo que fue el día del cumpleaños de Senku, y seguramente Kohaku fue para entregar un pedido de ramen de su trabajo. Me sorprendió, pero no voy a molestarme por eso, es su trabajo. Aunque no me gustó que le pregunté si tenía novedades, habiendo visto esa foto, y ella me dijo que no, y no volvió a salir el tema. Me pregunté por qué me lo había ocultado, pero lo dejé pasar, y estuvo bien. Pero ahora…
- ¿Quién es el joven de hoy, lo conoces? Parece un poco mayor, y no lo vi nunca en la escuela.
- No, es Tsukasa Shishio, es un luchador famoso, campeón mundial de artes marciales mixtas, a pesar de lo joven que es, y obviamente Kohaku lo admira mucho. Lo conocí porque compartimos una sesión de fotos para una publicidad de ropa, Kohaku me acompañó, y ahí me enteré que se conocían. Tengo que admitir que le hice una escena de celos… y aprendí que a ella no le gustan ni un poco, me lo hizo entender muy eficazmente –mostró una sonrisa que más bien parecía una mueca.
- Dijiste que es luchador, como ella. Quizás ese fue el motivo de su encuentro hoy.
- Puede ser, pero ese no es el problema. Lo que me arde, mucho, es que Kohaku no me haya dicho nada. Tsukasa le habló demasiado casual, como si ella supiera que iban a "tomar un café", y la estaba esperando voluntariamente, no se la encontró de casualidad. ¿Por qué me lo ocultó? ¿Acaso no confía en mí? Ya es la segunda vez que me hace sentir así.
- No voy a justificarla… pero si intercedí, es porque tu cara daba un poco de miedo, Stan. No sé si es tanto una cuestión de confianza, como que quizás…
- ¿Me tiene miedo? –Se adelantó, con un tono amargo– ¿Mi novia, con la cual hicimos ese viaje juntos, y que ahora compartimos un anillo de promesa, me tiene miedo?
- No creo que Kohaku te tenga miedo, sinceramente. No sé si podría estar contigo y haber pasado tantas cosas difíciles si así fuera.
- Ya sabes lo que quiero decir, Xeno, no me jodas. No se atreve a decirme que volvió a verse casualmente con su ex y al menos un conocido mío estaba ahí, ni que acordó de tomar un café con Tsukasa. ¿Dónde está la confianza ahí? ¿Cuántas más cosas me puede estar ocultando? –preguntó frustrado, apretando los puños
- Puedes preguntárselo a ella, ya sabes que es la única forma en que obtendrás tu respuesta. Aunque, por favor, no se lo preguntes así, o me temo que vas a quedarte con su anillo en tu mano.
- Sí, lo sé… y de verdad no quiero hacerle una escena de celos, pero me desilusiona mucho que tenga que sacarle los "secretos" con cucharita.
- Ahora intenta relajarte, Stan.
- Sí, y tengo la primera solución aquí –sacó el paquete de cigarrillos de su bolsillo, y se anticipó a la mirada cuestionadora de Xeno– ¿Qué? Uno al día fue el trato, y todavía no fumé.
- ¿No tienes otro método de descarga más sano?
- Me compré un saco de boxeo hace unos días –dijo con una sonrisa– Quizás cuando llegue a casa, me dedique a darle unos buenos golpes para desahogarme.
- ¿Le pondrás la cara de Tsukasa? –preguntó en tono burlón.
- Suena genial, ganas no me faltan. Oye, gracias Xeno… las cosas se pudieron haber ido de las manos si no me sacabas de ahí.
- Para eso están los amigos, ¿no?
Una hora más tarde, Kohaku había terminado su charla con Tsukasa. Finalmente se había relajado, concentrándose en la propuesta que definiría su futuro, con nada menos que su mayor ídolo. Se despidieron amigablemente, quedando en contacto, y Kohaku apenas quedó sola volvió a pensar en Stan. No quería que él se hiciera una imagen errónea, quería aclararlo antes de que fuera demasiado tarde. Le mandó un mensaje, preguntándole si estaba en su departamento, que quería hablar con él de lo sucedido. Tardó varios minutos, pero al fin le contestó que sí estaba, y ella le dijo que estaba yendo para allí. Fue lo más rápido que pudo, prácticamente trotando todo el camino.
El encargado del edificio le abrió la puerta de entrada, y cuando Kohaku llegó al séptimo piso, estuvo a punto de tocar el timbre, hasta que se acordó que tenía la llave. Dudó si usarla, pero se dijo que, si lo hacía, le estaría demostrando a Stan que todo estaba bien, si hubiera hecho algo malo, no se animaría a abrir ella sola, por la culpa. Encontró a Stan en la sala de estar, con el torso descubierto y su cuerpo reluciente de transpiración, golpeando ferozmente el nuevo y enorme saco de boxeo. Ocupaba un buen espacio en la habitación, pero sabía que el rubio lo usaba como descarga para compensar la ansiedad que le provocaba dejar de fumar. Sin embargo, esos golpes que daba tenían una violencia que pocas veces le había visto. Se detuvo unos minutos después, y una parte de Kohaku se preguntó si Stan quería que ella viera eso.
Esperó pacientemente a que él se acomodara, pero cuando estaba a punto de empezar a hablar, él se adelantó, y dijo que tenía que darse una ducha. Kohaku asintió, sin quejarse porque la hiciera esperar, y se sentó en el cómodo sillón. Diez minutos después, volvió, completamente vestido, de entrecasa.
- Stan, ven, por favor –le dijo con voz suave, levantando una mano en el aire hacia él.
Le sorprendió que él se acercara sin dudarlo ni mirarla con reticencia, le tomó la mano que ella le ofrecía, y se sentó a su lado. Lucía cansado, pero no sólo físicamente, sino su mirada estaba menos brillante. Por lo menos ya no tenía los ojos fríos y acusadores, pero igual se preocupó.
- Sabes que yo nunca te traicionaría –no era una pregunta– Nunca, jamás consideres que podría hacerlo. Me tomo muy en serio mi palabra, y la de los demás, y el tipo de relación o compromiso que tengo con cada persona, este anillo que me regalaste no es sólo un bonito recuerdo y un accesorio, es una promesa. Si alguna vez dudo de nuestra relación, o de mis sentimientos, el primero que lo sabrá serás tú. Pero ese no fue el caso hoy, Tsukasa apareció sin avisarme, porque estaba por la zona, y sí es cierto que teníamos algo pendiente que hablar, pero era sobre mi entrenamiento futuro, no era una salida de amigos o algo más.
- Si bien me molestó la idea de que fueras a tomar algo con él, que no es tu amigo, no fue eso lo principal. ¿Por qué no confías en mí? –Le preguntó en un tono decaído, mirándola a los ojos.
- Sí que confío en ti, Stan. ¿Por qué dices eso?
- Porque no me dijiste nada que te pusiste en contacto con él, y que asumo que tienes la intención de pedirle que te entrene personalmente, o alguien cercano a él. No me importa que haya aparecido de improvisto hoy, es evidente que ya habían hablado antes. Nosotros hablamos casi todos los días, siempre te pregunto por tus novedades, y no te interesó decirme algo tan importante para ti como eso. Es tu futuro, y no quisiste compartirlo conmigo. No me refiero a que me pidas opinión, es tu vida y son tus elecciones, yo te apoyaré siempre que sean para tu bien. Pero me duele que me apartes de eso, y que pienses que no puedes decirme de tus "amigos" tampoco.
- Creí que lo que te había molestado fue pensar que yo iba a estar a solas con Tsukasa, que había aceptado a "salir con él" –le contestó Kohaku.
- Sí, eso fue en un principio. Imagina mi sorpresa cuando él estaba esperando junto a mí en la puerta, cruzamos unas palabras, y me dice "estoy esperando a una chica", y esa chica eras tú. Eso me quemó por dentro, no lo voy a negar, me sentí traicionado. Pero luego lo que más me molestó y dolió fue pensar en estas otras cosas. No es la primera vez que lo haces.
- No recuerdo otra ocasión en que haya sucedido esto –Kohaku frunció el ceño.
- Lo pensé dos veces antes de molestarte con eso, pero vi que estuviste en la casa de Senku apenas volvimos –la vio abrir mucho los ojos, y estaba lista para replicarle– Ya sé que debió ser por trabajo, pero estuviste un rato con él y sus amigos, me enteré por la foto que publicó Ryusui en las redes esa misma noche. Y hoy me volví a fijar, para quitarme la duda, y también estaba Tsukasa ahí. Te pregunté si había alguna novedad, y dijiste que no, que todo normal.
- No te dije porque fue sólo eso, les dejé un pedido, me invitaron a pasar diez minutos, y Ryusui tomó esa foto porque lo consideró un reencuentro, no nos habíamos vuelto a ver desde que yo terminé con Senku. Cada uno siguió con su vida, incluso vio el anillo y se alegró por mí.
- No te pedí explicaciones de eso, Kohaku –le contestó con un tono más duro– Son tus amigos, aunque alguno me caiga mejor o peor que otro, no me meteré ahí. Mi pregunta es por qué esquivaste el tema, por qué me ocultaste deliberadamente que lo viste… y seguramente esa noche fue cuando te pusiste en contacto con Tsukasa. Sí, Senku fue tu primera relación, tu primera vez, y Tsukasa no llega a ser tu amigo, eres su admiradora, y sé bien que te hice una escena de celos en su momento. Pero eso ya pasó, no me diste ni siquiera la chance de demostrarte que soy un adulto que sigue adelante.
- No lo pensé de esa forma –insistió ella, apretándole la mano con más fuerza– Sí es cierto que no sabía cómo ibas a tomar lo de Senku, que fue pura casualidad que yo le hubiera entregado ese pedido de comida, y ni siquiera fue él quien me invitó a pasar, fue Ryusui. Pero no te lo dije porque recién habíamos vuelto del viaje, y no quería lidiar con tantas explicaciones de algo que no tenía importancia, además de que estás empezando a dejar de fumar y eso seguro te iba a irritar…
- ¿Qué, entonces porque estoy dejando de fumar, tienes que ocultarme cosas selectivamente para que no me ponga de mal humor? –le chasqueó, molesto– No es un buen negocio eso, no lo vale.
- ¡No! De acuerdo, me equivoqué, pero fue porque no afectaba en nada mi vida, ni nuestra relación, ni nada. Y lo de Tsukasa, fue porque habíamos quedado en coordinar a partir de esta semana, él pasa por delante de mi escuela para ir a entrenar, ahí fue cuando me dijo de tomar un café para hablar del tema del entrenamiento. Así que me olvidé en ese entonces, pero sí pensaba contarte de eso. Stan…sí confío en ti, te confío mi vida, lo sabes –levantó la mano de su anillo, reforzando sus palabras.
- Eso el tiempo lo dirá –le respondió con amargura– No es personal, pero las palabras dulces fueron lo que más escuché en mi vida, y siempre me desilusionaron. Una cosa es decirlo y otra hacerlo. Quiero confiar realmente en las tuyas, pero es evidente que necesitamos más tiempo para poder comprobarlo, es lo normal, al fin y al cabo, no podemos pretender tanto con un par de meses de noviazgo, me dejé llevar demasiado.
El corazón de Kohaku se estrujó con eso último, no sabía si era un retroceso en su relación, y que Stan había perdido parte de su confianza en ella, o si siempre lo había pensado así, pero no se había sincerado tanto.
- Entiendo… te lo demostraré, entonces. Y… ¿Quieres saber lo que acordamos con Tsukasa? –Lo vio asentir, todavía serio– Aceptó entrenarme personalmente, ser mi maestro de artes marciales. No tiene otros alumnos, y no está particularmente interesado en la enseñanza, así que será una excepción porque dice que vio mucho potencial en mí. Pero esto será a partir de abril, luego de que yo egrese de la preparatoria. Intensivo, un par de horas varias veces a la semana. Bueno, me dijo que, si quería, ahora podíamos hacer un día a la semana de prueba, para ver si me gusta cómo enseña y lo que tiene para ofrecerme en la técnica de lucha, que no quiere cobrarme esto. Y acepté, pero luego sí le pagaré como a un profesor… usaré el dinero que tú me diste por nuestras clases de japonés, tengo para un buen tiempo con eso.
- Ya veo. Como te dije, cuenta con mi apoyo, y si es un campeón mundial, seguro que será un gran aprendizaje para ti.
- Sí, pienso lo mismo, además de que es una muy buena persona, es realmente amable, me gustaría que le des una oportunidad de conocerlo. Gracias, Stan, y te tendré al tanto, lo prometo.
- De acuerdo, gracias.
Kohaku podía notar que no estaba del todo relajado, no sonreía mucho, y no la había llamado ni una vez por su apodo, "preciosa". Ella también había aprendido a captar su humor con eso. No se esperaba que sea todo siempre risitas y seductor, pero quería buscar la forma de animarlo, ya que ella había causado en parte ese ánimo. El problema era que tenía que ir a trabajar, en cuanto miró el reloj se dio cuenta que era más tarde de lo que pensaba, así que tendría que quedar para después.
- Stan, me tengo que ir al trabajo, pero después estoy libre. ¿Qué te parece si traigo unas porciones de ramen de allí, y cenamos juntos?
- Me parece bien, hace tiempo que no lo pruebo –sonrió lo más que pudo.
- Genial, espérame para cenar entonces.
- Te paso a buscar, además así no se enfriará la comida.
- Ah, es cierto… bien, te espero entonces –le dio un largo beso en los labios– Te amo.
- Yo también.
Kohaku se fue del departamento, y se dirigió al trabajo. Se tomó el tren para llegar más rápido, eran sólo un par de estaciones, pero no estaba con la energía alta como para ir a paso acelerado. En el breve trayecto se quedó pensando en lo que había hablado con Stan, pero que por suerte no había tenido mayores consecuencias. Sólo salió de sus profundos pensamientos cuando sintió que le apoyaron una mano en el hombro, pero cuando se giró, los demás pasajeros estaban ocupados en lo suyo, ninguno le había pedido que hiciera lugar o algo así. Qué raro, podía asegurar que no había sido su imaginación, pero quizás la habían rozado accidentalmente.
Por la noche, cuando ya había terminado su turno en el restaurante, alcanzó a ver a Stan esperando en la puerta, y le hizo un gesto para que entre. Ya que estaba, podía hacerle elegir su variedad de ramen favorita, y luego les encargó a los cocineros dos porciones para llevar. Le dijo a Mozu que se lo restara de las propinas semanales, y cuando tuvo la comida en sus manos, se despidieron del castaño y volvieron en moto al departamento de Stan.
La cena fue más silenciosa de lo que Kohaku se esperaba, y no podía dejar de pensar en qué podía hacer para levantarle un poco el espíritu a Stan. Quizás esa sería una noche tranquila, de simplemente acompañarse y dormir juntos… Pero una parte de ella no quería dejarlo así, quería volver a verlo sonreír con los ojos brillantes, y sus jugueteos sensuales, porque siempre él le decía que era la mejor forma de terminar el día, y luego dormir contentos y relajados. Por lo que cuando Stan se acostó en la cama, ella saltó y rebotó en el colchón, al lado de él. Al menos recibió una ceja alzada con una pequeña sonrisa de parte de él, era algo. Pasó una pierna por encima de su cuerpo, y se le sentó a horcajadas, moviendo las caderas como si fuera un perro contento, provocándolo, y el rubio respondió con apoyar sus manos en los muslos de ella, en una suave y larga caricia.
Kohaku tomó eso como una señal de que estaba de humor para que continuara, y se inclinó sobre él para besarlo, primero unos suaves "picoteos" en todo el rostro de él, terminando por delinear los labios de esa forma, y luego lo besó con más intensidad. Cuando él comenzó a corresponderle, lo desvistió prenda por prenda, intercalando con quitarse las suyas también. Se dedicó a besarlo y acariciarlo como siempre, demostrándole cuánto lo amaba y lo deseaba, sólo quería hacerlo sentir bien, sacarlo de ese humor huraño. Él le había dicho que, con la abstinencia de nicotina, era probable que estuviese más irritable y malhumorado, pero que "había algo que mejoraba cualquier estado de ánimo", y eso era compartir la intimidad con ella. Era la primera vez que tenía que poner a prueba si de verdad funcionaría, pero tenía que intentarlo. Ella llevó la iniciativa, aumentando la intensidad de sus caricias hasta que ambos no podían esperar por unir sus cuerpos.
Pero Stan fue más brusco que de costumbre esa noche, no de una forma sensual, sino que lo sintió más como una descarga de su parte. No la había privado de su clímax, pero podía notar que la mente de su novio estaba en otro lado, no fue como otras veces que se deshacían en besos y abrazos mutuamente, y se conectaban con dulces y profundas miradas de amor. Había sido todo más apresurado, como si estuviera "cumpliendo", más que hacerlo con dedicación como siempre. Y cuando terminaron, fue ella la que lo abrazó tiernamente, apoyando su rostro en el pecho cálido de él, mientras que Stan tardó en corresponderle el gesto, y cuando lo hizo, se sintió como si estuviese descansando su brazo en un objeto, y no abrazándola de verdad con cariño.
No quiso insistir más, le daba un poco de tristeza la situación, pero no era cuestión de forzarlo, sino de buscar la forma de animarlo. Le bastaba que él entendiera sus intenciones, y que supiera que después de ese desencuentro, ella no iba a alejarse o a dudar, sino todo lo contrario. Suspiró, y se dejó caer en el sueño, al menos parecía que Stan se había dormido enseguida, en cierta forma era un alivio y había cumplido en darle un sueño más relajado.
La mañana siguiente Stan se levantó de mejor humor, no estaba radiante, pero al menos volvía un poco a su usual forma de ser. Kohaku le preparó el desayuno, haciéndole unos huevos fritos, tocino y tostadas de pan con manteca derretida, además de un vaso de jugo de naranja y una generosa y humeante taza de café, ese era el desayuno favorito de él. Sólo le faltaban las salchichas que había visto que consumían mucho en el buffet del hotel de San Francisco, pero tenía que arreglarse con lo que había. Lo consintió llevándole el desayuno a la cama, y también se hizo uno para ella, más ligero. No había nada más inocente y divertido como desayunar calentitos bajo las mantas, y efectivamente eso mejoró mucho el ánimo de Stan, que cuando terminaron, apartó las bandejas a un lado y la abrazó y besó con muchas más ganas, lamentando que no tuvieran tiempo de hacer nada más.
Eso le bastó a Kohaku para volver a levantar su propio ánimo al máximo, y luego salieron juntos del departamento, primero Stan la alcanzó a la escuela antes de ir a su trabajo. Ahora que las cosas volvían a acomodarse, la rubia no podía dejar de sonreír al pensar en el futuro que ya tenía al alcance de la mano: Iba a empezar a entrenar con el mayor ídolo de su vida, el luchador más joven y fuerte de Japón, y posiblemente del mundo, la semana siguiente. Después sólo tenía que esforzarse en pasar los últimos exámenes de la preparatoria, y sería una mujer libre para dedicarse a la pasión de su vida. Entrenar, entrenar y entrenar… y claro, disfrutar aún más su noviazgo con Stan, ya que no estaría tan ocupada con las horas escolares, el club y las actividades extra-curriculares. Mantendría el trabajo en el restaurante, le venía bien el horario nocturno, y así poder dedicar el día a su entrenamiento.
Cada minuto que lo pensaba se ponía más feliz. Les contó a sus mejores amigas, y ellas la felicitaron profusamente, haciendo chistes sobre la envidia sana que sentían de que pudiera ser discípula de nada menos que de Tsukasa Shishio. Salió de la escuela por la tarde, con energías renovadas para ponerse a estudiar para los próximos exámenes, y se dirigió a su casa, también quería contarle a su familia las buenas noticias.
- Kohaku.
Al oír su nombre, se dio vuelta, pero no pudo encontrar la procedencia de la voz masculina. Frunció el ceño, y se puso un poco nerviosa, pero por más que se quedó mirando alrededor, nadie apareció. Bueno, estaba saliendo de una concurrida escuela, quizás no era la única Kohaku de los alrededores. No podía evitar sentir un malestar instintivo, pero no podía hacer nada realmente. Se mantuvo alerta todo el camino, pero no sintió nada extraño, ninguna otra "casualidad" que la preocupara. Cuando llegó a su casa, no había nadie, pero ya lo sabía, porque su padre trabajaba y Ruri estaba en la universidad. Encontró varios sobres en el piso, la mayoría eran de servicios a pagar.
Pero uno le llamó la atención, porque era un sobre sin ninguna empresa ni sello, un poco más grueso, y tenía el destinatario escrito a máquina, sin remitente. Y el nombre del destinatario era el de ella. Sintió una presión en el pecho, no esperaba ningún tipo de carta, y que no fuera algo "oficial" le daba mala espina. Dejó las cartas en la mesa, y abrió el que tenía su nombre. Había una hoja doblada, y alcanzó a ver unas palabras impresas. Pero lo que le paró el corazón, sólo para hacérselo martillar fuerte contra su pecho, incluso sintiendo los latidos en sus oídos… fue encontrarse con fotos. Había varias, al menos seis… fotos reveladas, no impresas. En todas estaba ella, ignorante de que estaba siendo fotografiada. En la escuela, en el restaurante, en un café estudiando con Kirisame y Nikki, la puerta de su casa… y había un par con Stan también, en la moto y caminando de la mano, esa última había sido sacada cerca del trabajo de él, reconocía los edificios… incluso una con Tsukasa, en ese único encuentro en que habían ido a tomar un café, ubicados una mesa cerca de la ventana.
Las manos de Kohaku temblaron, y el pánico se apoderó de ella… ¿La estaban siguiendo? ¿Había alguien escondido, que la vigilaba de cerca y seguía todos sus pasos de las últimas semanas? ¿Quién era… y por qué? No era famosa, no era nadie especial. Solamente era conocida en la escuela como la luchadora mujer más fuerte e invicta, pero nada más. Le daba asco el pensamiento de que alguien estuviese persiguiéndola sin saberlo, y lo peor era que eso involucraba a sus personas más queridas. Su casa… esa persona sabía dónde vivía, aunque no le extrañaba después de ver las otras fotografías, pero también era un peligro para su padre y para Ruri.
De pronto le vinieron a la mente esas situaciones extrañas… el mensaje anónimo a su teléfono, el tren en que sintió que le tocaban el hombre, esa misma tarde que había escuchado su nombre. Mierda… era un hombre, estaba segura ahora de eso, por la voz. Un enfermo psicópata, un acosador, le pisaba los talones. Sus piernas le fallaron de los nervios, y tuvo que sentarse. Minutos antes, ese hombre había pasado al lado de ella. ¿Qué podía hacer? ¿Ir a la policía con las fotos? ¿Contarles a todos para prevenirlos? No… no sería tan fácil, y ese maldito no sería tan descuidado y obvio, seguro tenía un as en la manga. Eso le hizo volver su atención al sobre, y al papel que no había leído. Sintió náuseas sólo de verlo… y como era escritura mecánica, no había forma de identificar la letra de la persona. La carta decía, en líneas separadas:
"Siempre te admiré, hermosa Kohaku.
Puedo decir que conozco todo de ti.
¿No es bueno eso, que alguien te conozca tanto?
Sé que encontraste el amor, me puso triste.
Pero puedo tener esperanzas, también le dedicaste tu tiempo a otro hombre.
Me gustaría presentarme, pero soy un poco tímido.
Por favor, que este sea nuestro secreto hasta que me anime, espérame.
No le digas a nadie, porque podría enojarme.
Alguien cercano a ti saldría perdiendo, no queremos eso.
También los conozco, porque son importantes para ti.
Muy cercano. Cuestión de sangre
Y yo quiero saber todo de ti, porque te admiro."
Kohaku soltó la carta como si le hubiese quemado, y se dejó caer al piso. ¿Qué clase de enfermo…? Como temía, no podía recurrir a la policía, todavía no. Tenía que ser fuerte, encontrar a ese infeliz, no iba a dejarse amedrentar. "Cuestión de sangre" … No… Ruri. No podía decirle a nadie, o tendría que elegir muy bien a su confidente. Stan… no, él era el menos indicado para enterarse, si había alguien amenazando la vida de ella, y con todo lo que había pasado con el asaltante que le había disparado, le aterraba saber lo que podía llegar a hacer para protegerla. No quería más sangre en las manos de él, y menos ahora que estaba más inestable y ansioso con el proceso de dejar de fumar. Que la perdone, pero no podía decirle todavía, además que ese psicópata también lo tenía en la mira por ser su novio, si llegaba a ver un cambio de expresión en el rostro de él, más vigilante y amenazante, sería demasiado obvio que ella había hablado.
Las náuseas y el miedo la recorrían sin poder evitarlo, pero tenía que recomponerse. Alguien que pudiera ayudarla, pero no estuviera en las fotos…Tenía que contárselo al menos a una persona, por si le pasaba algo. Alguien que entendiera la cabeza de las personas, alguien que… Oh… Gen. Asagiri Gen, sí. No era un amigo cercano, más bien un conocido en común por Senku, pero tenía su teléfono, y sabía que además del título de "mentalista", tenía mucho conocimiento de la psicología humana. No se sentía cómoda con hablarle de la nada, y para pedirle su ayuda en un tema tan turbio, pero no tenía otra opción, necesitaba algo de ayuda discreta, para saber cómo actuar, y qué esperar, al menos esa sería una forma de defenderse y cuidar a los demás. Tenía que saber más de ese acosador, aunque la idea le resultara repulsiva, pero no podía demostrarle debilidad o miedo, por más que estuviera aterrada por dentro. Respiró hondo, tratando de calmarse, aunque los ojos le ardían de impotencia. Lo atraparía, sin duda que lo haría, y ese maldito no le tocaría un pelo ni a ella, ni a Ruri, ni a nadie. Sólo esperaba que pudiera hacerlo con el menor daño colateral posible, para todos.
Buenaas! Ay que se puso turbio…venía todo demasiado idílico. Romance y drama, va y vuelve xD. Siempre pienso que, cuando empiezo una historia, me digo "serán cinco, seis capítulos… ocho como máximo" jajaja uuups, y me emociono, y tantas posibilidades y situaciones, y aquí estamos todavía, con varios más por delante, aaaaah!
Gracias por el apoyo y por seguir leyendo, me encanta "interactuar" con ustedes y leer sus reviews, o sus comentarios en otros lados, y si puedo responderles mejor xD. Esos segunditos que se toman en dejar amor, me llenan el alma. Hasta el próximo capítulo!
Mensajito para Shirabe: Venía pensando en incluir a los demás personajes, pero el problema era que los generales y los demás no eran amigos exclusivamente de Kohaku, sino de Senku… y al cortar con Senku, chau a los demás, era difícil. Y lo de Senku x Luna, también lo tenía pensado… pero ella vive en Estados Unidos, así que habrá que esperar un poquiito más a que Senku viaje con Xeno para su beca, y ahí la conocerá. Tampoco voy a ahondar mucho en ellos aquí, pero sí, tendrá su lugarcito esa ship.
