En cuanto Kohaku logró calmarse, se llevó a su dormitorio todo lo que le había enviado el acosador, y le sacó fotos para tener la evidencia a mano. El siguiente paso fue el de contactarse con Gen. Le envió un mensaje de que necesitaba su ayuda con urgencia, pero que tenía que contárselo por llamada telefónica, no podían verse. Mientras esperaba la respuesta, trató de ordenar sus pensamientos, para decidir cómo continuar. No podía quedarse a vivir encerrada en su casa, no sólo llamaría la atención de todos sus conocidos, sino que el acosador podía llegar a forzarla a salir con alguna otra amenaza. Por suerte, el teléfono de ella sonó al minuto, y era su amigo.
- Hola Gen, gracias por llamar tan pronto.
- Hola Kohaku-chan. Me preocupaste, no me sueles hablar, y menos con un mensaje así. ¿Qué sucedió, estás bien?
- No, la verdad que no. Creo que eres el único que puede ayudarme… con tus conocimientos de la mente de las personas.
- No soy un psicólogo profesional, pero te ayudaré en lo que pueda.
- Hay alguien que me está acosando. Hoy cuando llegué a mi casa, había una carta en mi casa. Tenía fotos, Gen, fotos mías con mi familia, amigos, novio, mías… y me escribió una carta.
- Eso es terrible –El mentalista se horrorizó– ¿Tuviste algún encuentro con él? ¿Sabes quién o de dónde puede ser?
- No tengo idea… sólo sé que es hombre. Hoy volvía de la escuela, y escuché una voz masculina decir mi nombre, pero no vi a nadie. Y podría jurarte que en otra ocasión sentí que alguien me tocaba el hombro a propósito en el tren, y apenas volví de mis vacaciones, también recibí un mensaje de texto sospechoso. Todo es anónimo, y parece que no quiere mostrar su cara… no sé si por suerte o no.
- Entiendo, alguien te viene siguiendo de cerca hace semanas ya, y seguramente te conocía de antes. El problema es que sabe la información más delicada, dónde vives, tu número de teléfono. ¿La carta, está escrita? Podría hacer un análisis rápido de grafología si me das unas horas.
- No, por lo menos parece que es alguien precavido, porque está impresa. No tiene firma, ni sello, ni nada. Me da a entender de que es alguien "tímido" que me admira, y hasta gusta de mí.
- De una forma retorcida, sin duda.
- Y que, si yo hablo o le muestro la carta o fotos a alguien, se puede enojar y lastimar a alguien cercano… no dudo que tiene a Ruri en la mira también. Me da náuseas de sólo pensarlo, Gen.
- Sí, te entiendo Kohaku-chan, y me da mucha pena que estés en esta situación. No puedes ir a la policía, y tampoco puedes contarle a nadie que esté en contacto frecuente contigo, porque si él siquiera sospecha que algo cambió, los demás lo pagan.
- Así es. ¿Qué puedo hacer? Y no sé, si supiera algo de las motivaciones de esa persona, quizás ayudaría a evitar que se vuelva más complicada la situación. Prefiero lidiar con esto sola, y no que se meta con la gente que quiero, no podría soportar que de verdad lastime a alguien.
- ¿Puedes enviarme una foto de la carta, y de las fotografías que él te envió? Eso me ayudará a analizar su perfil.
- Sí, ya tenía todo preparado para mandarte.
Kohaku le envió todo el material, y esperó pacientemente en silencio mientras Gen miraba todo en detalle. Y luego volvió a escuchar la seria voz de su amigo.
- Hay varios perfiles de los acosadores o "stalkers", según la fuente de sus sentimientos… pueden ser celos, hostilidad, obsesión, culpa, malicia. Este hombre no parece ser el tipo "depredador", que es el que lo hace por motivos sexuales. Las fotos que te sacó no demuestran ser lascivos, así que no es ese su motor. Sí, por otra parte, podría considerarlo como que tiene un deseo por una relación amorosa, pero me parece que eso deviene más de un tipo de idealización. De hecho, lo dice, que te admira… y posiblemente se identifique contigo. Como él mismo confiesa ser del tipo introvertido, suele darse que las personas con pocas habilidades comunicativas y de relaciones sociales, lleguen a obsesionarse con quien admiran tanto, buscan conocer hasta el más mínimo detalle de sus vidas, se llenan con eso. Y eso los lleva a creer falsamente que tienen una relación "cercana", íntima… aunque sea unilateral, y sólo de vista.
- Sí, siento que es tal como dices. No tuve muchas relaciones amorosas, ni rechazos de confesiones o esas cosas, por lo cual me inclino a pensar más que es alguien que me admira por la lucha… aunque eso me preocupa más, ya que sólo he peleado en el club de mi escuela, y algunas pocas competiciones nacionales. ¿Qué tanto me puede admirar, si no soy tan conocida?
- Te estás olvidando de dos factores, Kohaku-chan. Uno, es que también eres una mujer muy atractiva, y pudiste también fascinarlo desde ese lado físico. Súmale lo hábil y excelente que eres en las artes marciales, y ya bien podrías ser la mujer ideal y perfecta para él. Por otro lado… quizás lo que detonó esta repentina amenaza y obsesión no fuiste tú precisamente.
- ¿A qué te refieres?
- Como dijo Ryusui el otro día, tienes por novio a un hombre bastante habilidoso y llamativo.
- Stan no es mi novio por esos motivos, Gen.
- Lo sé, la gente puede verlo de otra forma si no los conoce. Es probable que, si vio las felices fotos de ustedes en las redes, sintió que esta era su última oportunidad de llamar tu atención. Su mensaje dice algo de que encontraste la felicidad, pero que al verte con otro… que creo que se refiere a tu reunión en el café con Tsukasa, él considera tiene una oportunidad.
- Qué enfermo… ¿y qué puedo esperar de él?
- Lo más probable es que te siga vigilando y persiguiendo, ocasionalmente buscará una forma disimulada de entrar en contacto contigo, como me dijiste que hizo. Podría llamarte, enviarte mensajes de texto, cartas…hacerte regalos. Te recomendaría que cambies las contraseñas de tus cuentas de internet, y del teléfono, sólo por precaución.
- Dios mío. ¿Y cómo lo detengo?
- Si pudiera darse algo como una doble persecución… es decir, que te vigile por tu propia seguridad, de forma tal de tener la identidad del acosador y pruebas de lo que está haciendo contigo, eso sería lo ideal. Lo único que te recomiendo es que no tomes justicia por mano propia, o puedes ser tú la que termine en un problema.
- Es verdad, aunque ganas no me faltan. Pero no puedo decirle a nadie que conozco, Gen… primero, porque ese hombre podría reconocerlos. Y aunque fuera un tipo de policía o custodio privado, si el acosador se da cuenta, y nosotros no sabemos quién es, lo mismo podría pasar algo malo.
- ¿Stan no era un militar profesional? ¿Por qué no le cuentas? Estoy seguro que sabrá cómo reaccionar y actuar mejor que cualquiera de nosotros.
- Lo sé, pero no quiero decirle todavía… Stan vivió situaciones muy difíciles en su pasado, y me preocupa que tenga otro "ataque", más si está atravesando momentos con un humor de perros por dejar de fumar. Confío en él, pero no dudo en que puede llegar a hacer algo que no debe, si sabe que estoy en peligro.
- ¿Algo como salir armado? –Preguntó Gen, dudando.
- No quiero ni pensarlo, pero es una posibilidad.
- Igualmente creo que deberías decirle, Kohaku-chan, no sólo porque es tu pareja, sino porque realmente debe saber cómo manejar la situación mejor que nosotros, desde un lado defensivo o estratégico me refiero. O consúltalo con su mejor amigo, Xeno, él lo conoce mejor que nadie, y es muy inteligente también.
- Voy a pensarlo… si la situación se convierte en algo que no puedo manejar, lo consideraré. Gracias por esto, Gen, de verdad necesitaba hablarlo con alguien, y sé que a ti no te pongo en peligro, porque no nos vemos con frecuencia personalmente.
- Cuando quieras, mantenme al tanto. Estas situaciones estresantes de acoso generan ansiedad, inseguridad y miedo, y aunque eres una mujer fuerte, podría superarte igual. Llámame siempre que necesites, Kohaku-chan.
- Sí, te agradezco mucho Gen, sabía que podía contar contigo. Hasta luego.
Kohaku cortó la llamada, y una ola de alivio la recorrió. La situación real no había cambiado, no se había solucionado nada, pero al menos no estaba tan sola, y quién mejor que Gen para ayudarla a saber qué esperar de ese maldito enfermo, ahora se sentía más preparada. Decidió dejar pasar unos días, comprobar la insistencia y obsesión del hombre.
Pero una cosa era decirlo, y otra hacerlo. La sensación de tener el estómago retorcido no la abandonó no mermó en ningún momento, y por más que intentara concentrarse en otras cosas, la preocupación seguía ahí. Vaya a saber qué tanto la estaba observando el acosador, si sabía todos sus horarios, si había entrado en contacto físico "inocentemente" con las personas que aparecían en las fotos. Era horrible, y tenía la necesidad de preguntarles a todos si estaban bien, si habían tenido algún encuentro extraño últimamente, pero no podía.
Por la noche, intentó disimular su preocupación en el trabajo, no mirar de reojo por demás a los clientes o a la puerta. Stan le había dicho que tenía trabajo pendiente acumulado, y dudaba si podía hacerse el tiempo para ir a buscarla sólo para llevarla a la casa, todo esto antes de enterarse del acosador, por lo que Kohaku le había dicho que no se molestara. Eso quería decir que, lamentablemente, tenía que volverse a su casa sola por la noche, lo cual en otras circunstancias sería completamente normal y no le molestaba. Cuando salió del trabajo, mirando sutilmente a todos lados para asegurarse de que no había nadie sospechoso, emprendió la caminata de vuelta, aunque nunca había acelerado tanto el paso como entonces, y su corazón no dejó de latir acelerado hasta que entró por la puerta de su casa, a salvo.
"A salvo, por esta vez", pensó… ¿acaso sería así desde ese día, hasta que pudiera encontrar la forma de ponerle fin a la situación? Ese pensamiento la angustió de sobremanera, era horrible la sensación de saber que alguien la seguía como una sombra, y que algún día podía llegar a lastimarla, a ella o a sus seres queridos. Sintió náuseas, y se fue a intentar dormir, así como estaba, no había podido ni cenar de lo cerrado que tenía el estómago.
El día siguiente sería igual de angustiante, y como era de esperar, no había logrado conciliar el sueño apropiadamente. Logró desayunar algo antes de ir para la escuela, compartiendo el momento con su padre y su hermana, que le hablaban y le sonreían como siempre, sin preocupaciones. Ella trató de corresponderles con naturalidad, aunque le costaba horrores mostrarles una sonrisa relajada y sincera. Ruri lo notó, y le preguntó si todo estaba bien, pero ella alegó que la estaba abrumando la cantidad de estudio para los últimos exámenes. Su hermana mayor sonrió con comprensión, y le dijo que podía ayudarla a estudiar si necesitaba. Kohaku le agradeció, pero sabía que Ruri tenía suficiente con sus propios estudios universitarios, y le dijo que ya se había organizado con sus amigas para hacer sesiones de estudio.
Por más que estuvo muy vigilante, no percibió que alguien la estuviese observando, o por lo menos no desde una distancia cercana, así como no recibió mensajes ni nada extraño, y eso la relajó un poco… quizás ese acosador no estaba constantemente pendiente de ella, o al ver que hacía su vida normal después de ese tétrico mensaje, se dio cuenta que no podría intimidarla fácilmente. Cuando llegó a su casa, Ruri la recibió con una enorme sonrisa.
- ¡Bienvenida, Kohaku!
- Ya estoy de vuelta, Ruri. ¿Qué sucede? Estás radiante.
- Oh, sí… pero no por mí, sino por ti.
- ¿Eh? ¿A qué te refieres?
- Stan es un sueño de romántico, ¿no? –sonrió con dulzura– Me dio mucha ternura la sorpresa que te envió, de seguro sabe lo de tu agotador estudio, y te regaló esto para animarte.
En lugar de sonreír intrigada y emocionada, nuevamente el estómago de Kohaku se cerró, mientras seguía con la mirada a su hermana, que iba a buscar algo a otra sala. Volvió unos segundos después, con un gigante ramo de rosas rojas.
- ¡Mira lo bellas que son, Kohaku! Y su aroma es delicioso… algo así levanta el humor de cualquiera, con sólo tenerlas cerca.
- Sí, es verdad –trató de sonreír, aunque la garganta se le había cerrado, tenía la certeza de que ese regalo no era de Stan– Gracias Ruri, las voy a poner en agua y llamar a Stan para agradecerle. ¿Quién recibió esto?
- Yo, de casualidad había llegado a casa unos minutos antes.
- Oh… ya veo. ¿Viste cómo era el que te lo entregó?
- No, no le presté atención, era un repartidor como cualquiera. ¿Por qué lo preguntas?
- No, por nada, no te preocupes. Hmm, una compañera de la escuela trabaja en la florería de su familia, me preguntaba si justo podría de allí, nada más.
- Puedes preguntarle a Stan, sería una linda coincidencia en ese caso.
- Sí, cierto. Me voy a mi cuarto a estudiar, Ruri, gracias por recibir el regalo.
- De nada, suerte con tus estudios, ¡esfuérzate!
Kohaku sonrió como pudo, y continuó su camino con aparente normalidad, aunque ya sentía flojas las piernas. Apenas entró a su cuarto, soltó el ramo de flores como si quemara, y se sentó en su cama, apoyando sus manos ligeramente temblorosas en su cara. Era muy posible que el que había entregado esas rosas había sido el acosador, por lo que había estado demasiado cerca de Ruri… quizás no había sido casualidad que le había dado el ramo justo cuando ella había llegado a su casa. Cuando reunió fuerzas para comprobar el regalo, buscó si tenía una tarjeta de dedicatoria o algo anotado, pero no lo encontró. De pronto, su teléfono sonó, y ella se sobresaltó. Tenía un horrible presentimiento, y cuando miró la pantalla, comprobó con horror que era un número desconocido. ¿Qué hacía, atendía o no? No quería aceptar esa llamada, pero a la vez no estaba segura de poder rechazarla. La angustia le cerró la garganta, y su corazón se le aceleró tanto que lo sentía latir hasta en los oídos. Decidió atender, pero no iba a hablar.
Al principio no se oyó nada del otro lado de la línea… uno, dos, tres segundos. Afinó el oído, y captó lo que le pareció una respiración, como un soplo por la nariz. Otros segundos pasaron, ambos en silencio, sólo se oía esa respiración, mientras que Kohaku se había tapado la boca y la nariz para no emitir el más mínimo sonido. Hasta que se escuchó que del otro lado habían cortado la comunicación. Kohaku dejó caer el teléfono en la cama, ahora su mano temblaba visiblemente. Eso había sido muy perturbador, pero no sabía qué pensar de aquel largo silencio. ¿Habría hecho ese llamado para intimidarla? ¿O quizás estaba esperando que ella hable primero? La rubia se hizo una bola en la cama, y los ojos le ardieron con lágrimas contenidas, de impotencia y de miedo.
El corazón se le comprimió al instante, cuando volvió a oír el tono de llamada. No… no… basta, no quería más de eso. Pero una vez más, no podía dejar la llamada sin atender, por las dudas, y levantó el teléfono una vez más. Para su alivio, esa vez el nombre de Stan aparecía en la pantalla. Respiró hondo, tratando de contener su angustia, y atendió.
- Hola Stan.
- Hola, preciosa. ¿Cómo estás?
- Bien. ¿Y tú?
- También. Estaba haciendo una pausa de descanso, y quería escuchar tu voz y saber de ti.
- Estoy estudiando –mintió. Cada palabra le costaba sacarla de su garganta.
- Me imagino –hizo una pausa– Kohaku, ¿estás bien? Me está faltando tu sonrisa a través de tu voz, siempre puedo sentirla.
- Sí, perdona. Es que estoy un poco frustrada con algunos temas de estudio.
- Ya veo. Si estás muy ocupada no quiero molestarte, pero me preguntaba si mañana quieres que vayamos al cine. Creo recordar que era tu día libre rotativo del trabajo.
- Ah… tienes razón –Se había olvidado, y parte de ella se alivió de no tener que salir de su casa.
- ¿No lo recordabas? Debes estar muy concentrada entonces… Si quieres, puede ser sólo eso, vamos al cine, te relajas un poco, y te llevo de vuelta a tu casa así descansas o sigues estudiando. Pero te ayudará a refrescarte, ¿qué dices?
- Sí, es una buena idea.
- ¿Qué tipo de película te gustaría ver?
- No tengo una preferencia, no sé qué hay en cartelera. Elige tú, está bien.
- ¿Que sea una sorpresa? De acuerdo, revisaré qué hay de interesante –seguía sintiendo un poco de indiferencia, así que pensó en hacerle un comentario que quizás la animara– Y tengo otra excusa, te extraño. También estoy con mucho trabajo todavía, pero tengo ganas de verte.
- Sí, yo también quiero verte –y era cierto, necesitaba verlo, sentirse segura en sus brazos al menos.
- ¿Quieres que pase a buscarte un poco antes, así cenamos afuera algo rápido y de ahí vamos al cine? O al revés, primero la película y después cenar.
- Como prefieras, Stan, estoy bien con las dos ideas.
- Bueno… –el rubio titubeó ante la ya evidente e irremontable falta de entusiasmo en la voz de su novia– Entonces organizo yo y luego te aviso. Te dejo estudiar entonces, pero no te exijas demasiado. O date un buen baño relajante antes de ir al trabajo, algo que te levante el humor.
- Es buena idea, sí –sonrió a medias.
- Estamos al habla, te amo.
- Yo también, hasta luego.
Kohaku se quedó tirada en la cama, y finalmente dejó que su angustia contenida la atraviese y se permitió llorar, tapándose la boca para no sollozar fuerte y que su hermana la oiga. Esa llamada realmente le había dado miedo, porque todavía no sabía a quién se estaba enfrentando, o qué era lo que realmente quería con ella. Sólo rogaba que ese hombre desapareciera pronto de su vida, o se volvería loca.
El día siguiente no recibió amenazas, aunque ya no podía evitar pensar en que todo el tiempo podía estar siendo observada, así como una sensación de náuseas no la abandonaba nunca, lo cual le cerraba el apetito a todas horas. Al volver de la escuela, el alivio la recorría cuando visualizaba la puerta de su casa, al menos dentro de esas cuatro paredes estaba a salvo. Se dio un baño para relajarse un poco, y luego consideró verdaderamente ponerse a estudiar, aunque no estaba tan exigida como le había dicho a los demás.
Cuando el sol se estaba poniendo, escuchó el inconfundible motor de la moto de Stan desde su ventana, y se asomó para saludarlo. Se había vestido de forma casual con una fina camisa y un jean, sin aplicarse maquillaje ni nada, no quería llamar la atención, y tenía que agradecer que estaban en invierno, el abrigo la cubriría mucho más. Stan se había tomado en serio lo de la sorpresa de la película, y no le quiso decir cuál iban a ver, hasta que llegaron al cine y entregaron sus boletos. Ah, lo último que le faltaba… la culpa había sido de ella por no tener preferencias del género de la película, pero no se esperaba que su novio eligiera justo una película de drama y misterio, llamada "La invitación". Le dijo que tenía excelentes críticas y por eso la había elegido, que seguro iba a ser emocionante. "Emoción" es lo que más le sobraba a sus días últimamente.
Como no solían ir al cine, Stan le ofreció comprar las palomitas de maíz y unas bebidas, y Kohaku accedió, aunque no tenía nada de hambre. Luego de entrar a la sala y encontrar sus asientos, se pusieron a hablar, y Stan en un momento se acercó al oído de ella, para decirle juguetonamente "si veo que te aburres, podemos jugar con disimulo, preciosa", pero cuando ella le devolvió la sonrisa, las luces se apagaron. Kohaku hizo todo lo posible por relajarse y concentrarse en la película, a pesar de saber que no era una que la fuera a alegrar precisamente. Y vaya que no le faltó ni suspenso, ni drama. En otra ocasión realmente le hubiera resultado emocionante la expectativa de lo que iba a suceder, pero en ese momento no podía más que identificarse con las preocupaciones de los protagonistas. Había empezado bien, se sentía que algo "oscuro" iba a suceder, pero nunca se podría imaginar que se convirtiera casi en una película de horror.
En cuando se pudo sentir la tensión de las escenas de que algo malo iba a pasar, Kohaku se pegó a Stan, y se abrazó a él. Escuchó de parte de él una risa burlona, ignorante de como ella se sentía internamente, y agradeció cuando él la envolvió con uno de sus brazos y le dio un beso en la cabeza. Como ninguno seguía comiendo ni bebiendo, y Stan se percató de que el cuerpo de su novia estaba más tenso de lo normal, ya que no era ninguna miedosa para las películas, entrelazó los dedos de su otra mano con la de ella. A pesar de la oscuridad, el brillo de la pantalla se reflejaba en los grandes ojos de ella, y le extrañó también ver una sombra de angustia en sus ojos. Sí, era una película atrapante y con un suspenso ejemplar, ¿pero para tanto?
En el momento crítico de la aparición repentina de un personaje, digno de que todos los espectadores salten involuntariamente de sus asientos del susto por la tensión que se venía acumulando, Kohaku soltó un sonoro jadeo mezclado con un grito, y se tapó la boca cuando se dio cuenta de su exagerada reacción. Stan la miró sorprendido, sin saber si reírse o preocuparse, pero cuando sintió que la mano de ella que lo abrazaba era prácticamente una garra, se le acercó para susurrarle.
- Kohaku… ¿estás bien? Si no te gusta o te puso mal, podemos irnos.
- No, estoy bien, perdona –respondió, tratando de lucir una sonrisa avergonzada. No quería arruinar así la salida con Stan, y además él podría sospechar con eso– Es que realmente me sorprendió… y se puso inesperadamente violenta y fuerte.
- Sí, tampoco lo esperaba, no decía que fuera casi de terror. ¿Segura que quieres seguir viéndola?
- Sí, no te preocupes.
- Ok…
Stan no estaba convencido, pero no iba a insistir, por lo que la abrazó con más fuerza. Pero como no tenían gente en los asientos contiguos casualmente, apoyó sus manos en la cintura de ella, y la jaló para hacerla levantarse de su asiento, y colocarla encima de él. Si alguien le decía algo, iba a dedicarle una mirada muy fea, no le importaba en lo más mínimo. Kohaku lo miró con sorpresa, pero él le guiñó un ojo y le dio un beso en la frente. Eso la llenó de ternura y alivio, que tuviera una actitud tan preocupada y dulce, aunque no sabía si estaba bien lo que estaban haciendo, o si molestaría a alguien. Apoyó la cabeza contra el cuello de él, y miró la pantalla, pero se permitió cerrar los ojos y hacerse una bola en el regazo de Stan cuando volvían a verse escenas turbias. A pesar de que verdaderamente la había angustiado con el suspenso de la película, ya que se había identificado demasiado con esa sensación de incertidumbre y persecución, estar en el firme y cálido abrazo de su novio la calmó bastante, y se replanteó brevemente si estaba bien en todavía no contarle de su real acosador.
Al final la película resultó ser bastante macabra, por lo que salieron de allí medianamente silenciosos. El estómago de Kohaku estaba más cerrado que nunca, pero no rechazó la propuesta de Stan de comer algo ligero, ya que él argumentó que podían hablar de cosas más animadas. Y fue así, aunque la rubia, no terminó ni la mitad de su plato. Disimuló diciendo que se había medio llenado con las palomitas, pero Stan no le creyó del todo porque había notado que ella no había comido mucho precisamente, sólo había agarrado un par de puñados pequeños.
- Kohaku, ¿tanto te estás exigiendo con esos exámenes? Estás demasiado sombría para tu ser habitual. La forma en que te asustaste en la película, y ahora apenas probaste bocado, no pareces tú misma.
- Ah, sí. Es que… ya sabes, con esto terminaría la preparatoria y eso, por lo que son más duros que de costumbre.
- Sí, entiendo, pero… cuida tu salud. Si te estresas demasiado, vives preocupada y te alimentas mal, te vas a terminar enfermando. Yo no tengo problema en cuidarte, pero sería mejor que no llegues a eso. Además, tampoco vas a poder concentrarte mucho así.
- Tienes razón, gracias Stan –le sonrió brevemente– Sé que exageré con mi reacción, pero… gracias por invitarme, me despejó.
- Creo que la próxima te voy a llevar directamente a mi casa, y te despejaré de otra forma mucho más positiva y placentera –le susurró seductoramente.
- Eso también estaría bien –rió por lo bajo, al menos ese comentario la había animado– Cenamos, y tú de postre.
- Eso suena más como tú, preciosa. Ahora me antojaste, es una pena que no alcance el tiempo. Pero hagamos así, cuando necesites otra "refrescada", me avisas y paso a buscarte. O… jugamos a ser silenciosos en tu casa, y luego te dejo estudiando.
- No sé si podría concentrarme mucho después de eso –reconoció sonrojada, y sonrió ampliamente.
- Ahora sí, eso es una sonrisa estilo Kohaku. Me estaba preocupando de llevarte a tu casa y que te quedaras con un peor humor que con el que ya venías.
- Es imposible no sonreír contigo y tus juegos atrevidos, Stan.
- Estoy para servir –le guiñó un ojo y compartieron finalmente unos largos y dulces besos, mostrándole luego una de sus deslumbrantes sonrisas llenas de picardía.
Esa noche, luego de volver a su casa, Kohaku pudo dormir mucho más tranquila. Hubiera preferido incluso dormir con Stan, pero su excusa de estudio no iba a sostenerse.
En los días que siguieron, no hubo visitas ni mensajes extraños. Gen la había llamado para ver cómo estaba, pero ella le contó que solamente había sucedido lo del regalo del ramo y la turbia llamada, pero nada más desde entonces. A pesar de eso, le dijo que no bajara la guardia ni se confiara, no quería asustarla, pero que también podía ser una estrategia. Que su acosador no la estuviera constantemente hostigando era una buena noticia, eso le hacía pensar al mentalista que tampoco iba a hacer algo drástico. Ciertamente era molesto no saber qué esperar o cuándo se iba a terminar todo aquello, aunque al menos no le ponía la vida en riesgo, no era ese tipo de atacante enfermo.
Pero la tranquilidad no estaba destinada a durar. Cuando Kohaku volvió del trabajo una noche, ya su familia descansando, encontró otro sobre en el piso. Su corazón se aceleró horriblemente, tenía la intuición de que los sobres involucraban fotografías. Y lamentablemente, acertó, así como también había otro papel escrito a máquina, y la leyó primero. Tenía unas pocas líneas esa vez, pero unas que la estremecieron de pies a cabeza.
"Gracias por la comida, estuvo delicioso.
Me encanta la amabilidad con la que me atiendes.
¿Me vas a sonreír como a él la próxima vez?
Me pone mal verlos tan cercarnos,
no me gusta ese hombre para ti"
Una ola de nervios la recorrió. ¿El acosador había ido al restaurante, y se había sentado cómodamente en una mesa? Trató de hacer memoria, pero era imposible recordar a todos los clientes, y era normal que muchos no fuesen habitués. Lo que era peor, quizás él sí era frecuente, sólo que ahora había salido esa faceta desagradable de acosador, no tenía forma de saberlo, y no se había sentido incómoda con ninguno en particular. Pero eso significaba que ese cretino sí seguía demasiado cerca de ella, y no tenía preocupación en entrar en contacto directo, incluso debería estar gozando hacer eso sin que ella se percatara.
Y lo segundo que le dio náuseas… "¿Sonreír como a él?" Sin duda se refería a Stan esta vez. Con las manos temblando, revisó las fotos, y soltó un jadeo angustioso cuando las vio: Eran varias fotos de ellos la noche que habían ido al cine, en el restaurante. ¿Cómo había sabido que estaban allí? ¿Los había seguido? No había ninguna del cine, pero sí de lo siguiente. Y lo peor, es que una estaba sacada con mucho zoom al parecer, y se reflejaba la sonrisa sonrojada de ella, a la vez que se podía ver la cara de Stan también, pero estaba fuertemente tachada con una lapicera, de una forma casi maniática. Oh, no…si eso significaba que ese hombre podía molestarlo o lastimarlo de alguna forma, tenía que pensar cómo alejarlo por su bien. No dudaba que su novio sabía cómo protegerse, pero el problema era justamente ese… qué podría llegar a hacer para protegerlos a ambos.
Le envió a Gen la nueva evidencia, y su amigo le dijo que, o bien los había seguido, o podía tener acceso de alguna forma mediante el GPS de su teléfono o de sus cuentas, por lo que insistió en que desactivara todas las opciones de localización, y podría considerar cambiar temporalmente de teléfono, tanto del aparato como de su número. Al mentalista le preocupó un poco más ese resentimiento hacia Stan, pero que, si el acosador sabía de su profesión, sería muy estúpido para meterse con alguien militar y fuerte como él, y eso la tranquilizó. Sí, seguro Stan estaría mucho más seguro que ella.
A pesar de que su intención era tratar de alejar a Stan un poco para no darle tantas chances al acosador de que hiciera más cosas desagradables, había ignorado inocentemente el hecho de que él, en su ignorancia de la cuestión, buscara exactamente lo opuesto. El rubio se había sentido culpable de haberla llevado a ver una película un tanto mortificante, y como la notaba más desanimada y cansada, buscaba la forma de animarla, y eso solía significar más bien acercarse a ella, yéndola a buscar a la escuela, al trabajo, y esta vez sí él era el quien le le regalaba alguna flor o dulces. El problema que aconteció desde entonces fue que, en los nervios que por momentos la cegaban cuando estaban en la calle juntos, no se dio cuenta que sus pequeños alejamientos podían ser interpretados por Stan de otra forma.
Algunos fueron detalles sutiles, como que Kohaku deshacía el entrelazamiento de sus dedos como excusa para acomodarse algo, pero luego no volvía a darle la mano por su cuenta. Otras veces, rechazaba salir con él a lugares públicos, aunque a cambio le sugería ir a su departamento, o que él la visitara en la casa de la familia de ella. Además, trataba de evitar situaciones que pudieran provocar que Stan buscara besarla públicamente. Por supuesto que dichos rechazos no pasaron desapercibidos por él, que no tenía idea por qué de pronto Kohaku estaba tan esquiva y fría, y sentía una mezcla de tristeza y enojo, porque por más que le preguntara si ella estaba bien o si algo la molestaba, no hacía más que mostrarle una débil sonrisa y decirle que no. Eso había llevado a que Stan también se resienta, y dado que sus humores por la falta de nicotina estaban más que sensibles, abandonó poco a poco la idea de consolarla, además de perder la motivación de invitarla a pasar la noche con él o de jugar a provocarla sensualmente, se sentía rechazado como pareja, y como hombre.
Por su parte, Kohaku seguía con ese humor nervioso y preocupado, siempre alerta. Como estaba comiendo menos y a la vez seguía entrenando, llegó a adelgazar un par de kilos. El acosador no le había enviado más fotos o cartas desagradables, pero a veces le parecía sentir que la estaban observando, y ya ni siquiera sabía si ese hombre seguía visitándola secretamente en el restaurante. La situación ya se estaba volviendo insostenible para ella, era demasiado estrés que nunca la abandonaba.
Una tarde, cuando salía de la escuela, sintió una evidente presencia tras ella siguiéndola, y se puso nerviosa, aunque atenta, lista para defenderse. De pronto, sintió que le tocaron el hombro, y agarró sin mirar la mano de la persona y se giró rápidamente para poder reducirlo, su cara desencajada ya de miedo y furia, de tantas ganas de vengarse que tenía de aquel enfermo obsesivo de una vez por todas, al diablo con que no tenía que tomar justicia por mano propia. Pero todo su ímpetu de pelea aflojó cuando vio que el que la miraba sorprendido y alarmado era Xeno, a la par de una expresión de molestia por el trato brusco.
- ¿Se puede saber en qué diablos estabas pensando para atacar...? –protestó el científico.
Pero no terminó su ofendida pregunta, cuando lo que lo silenció fue la expresión de Kohaku: Estaba asustada, y rápidamente registró que la mano de ella que todavía tenía agarrada firmemente la de él, temblaba.
- ¿Qué sucede, Kohaku?
Su pregunta desencadenó otra reacción de ella que no esperaba. Los grandes ojos aguamarina se tornaron vidriosos, pero era difícil definirlos, una mezcla de angustia y alivio. Y unos segundos después, la joven se lanzó contra él para abrazarlo con fuerza, y estallar en un repentino llanto de desahogo.
- ¿Kohaku? –No sabía qué hacer, más que corresponder el abrazo ligeramente, incómodo. Miró alrededor, rezando porque no hubiera otros alumnos cerca, o esa escena generaría un rumor problemático para ambos.
- No puedo más con esto… ¡No puedo más!... ¡Basta, que se detenga de una vez!... Por favor… –decía entre sollozos apenas entendibles.
- ¿Qué pasó? ¿Te hicieron algo? Tranquilízate, Kohaku… –Xeno no sabía qué hacer para calmarla, y ella se estaba aferrando a él en un casi doloroso abrazo– Ven conmigo.
No se le ocurrió otra cosa que volver a la escuela, por suerte la gran mayoría de los alumnos se habían ido a sus casas. La llevó con él a su oficina, y si alguien los veía, pensó en mentir con que la habían asaltado o algo por el estilo, aunque por suerte tampoco se cruzó a otro profesor o directivo. Cuando Kohaku se calmó y dejó de llorar tanto, Xeno se sentó frente a ella, preocupado. Tomó el teléfono para llamar a Stan, pero ella se lo quitó rápidamente, con cara de susto, y luego se explicó.
- No… no llames a nadie. No le digas a Stan, por favor.
- Si no me explicas qué te sucedió, no sé cómo ayudarte, Kohaku. Nunca te vi así, por lo que debe ser algo grave. Puedes contarme, confía en mí. ¿Qué sucede?
- Hace varios días ya… no sé por qué, pero hay un hombre que me está siguiendo y acosando. Nunca logré verlo, no me hizo nada físicamente, pero me tiene acorralada. Sabe dónde vivo, dónde trabajo, que vengo a esta escuela… quiénes son mis amigos, mi familia, sabe de Stan, todo. Y me ha mandado cartas y fotografías que sacó de mí en la calle, en distintos lados, sola y acompañada. Maldición, incluso tuvo el descaro de ir a comer a donde trabajo, y al parecer lo atendí y todo, sin saberlo.
- ¿Por qué no lo dijiste a alguien?
- Lo hablé con un amigo, un mentalista. En la primera carta hubo una amenaza, de que si yo hablaba iba a lastimar a alguien cercano a mí, me dio a entender que sería mi hermana. Y no pensé que iba a ser tan obsesivo, que escalaría tanto la situación. Sigue todos mis movimientos, incluso me ha llamado y mandado mensajes, aunque en ninguno evidenció su voz ni nada. No sé quién es, qué quiere o cuándo va a detenerse, pero me está volviendo loca.
- Me parecía verte cabizbaja, pero jamás imaginé algo así –le dijo Xeno, entre horrorizado y preocupado– Podrías haberme dicho antes, o a Stan. Él sabría cómo manejarlo, no te olvides que fue militar, sabe…
- ¡Sí, ya sé! –Le gritó nerviosa, aunque se arrepintió y bajó la voz luego– Lo sé… lo pensé… pero es que también me preocupaba cómo podía reaccionar, si se descontrolaba, o si tenía algún tipo de ataque… no quería que volviese a suceder algo como cuando me dispararon, que se "transforme" e hiciera algo que después no pudiera perdonarse.
- Sí, te entiendo –y no podía culparla por pensar de esa forma, lo estaba cuidando en cierta forma.
- Quiero protegerlo, porque en una de las fotos, su cara estaba tachada, ese loco está celoso de Stan, porque me "quiere" a mí… y no podía permitir que lo lastime, o que le pase algo por mi culpa. No sé si hice bien o mal en no contarle antes a Stan, pero ya está hecho, hasta ahora sólo yo soy la única que sufre con esta situación. Pero ya no puedo más, y no sé qué hacer, cómo detener a ese maldito acosador.
- Kohaku... es una situación muy compleja, te entiendo, y lo lamento mucho –Xeno apoyó su mano el brazo de ella– Pero llegado a este punto, ya no puedes manejarlo sola, ni con tu amigo. Gracias por contarme… hay que hacer algo. Vuelve a tu casa hoy, no vayas a trabajar hoy, ni mañana a la escuela, mientras tanto pensaré qué se puede hacer. Aunque creo que lo mejor será que le cuentes a tu familia, o a Stan. No hoy, necesitas calmarte o un poco, o colapsarás del todo, y podrías terminar con una crisis nerviosa.
- Puede que tengas razón. Ya no sé qué es lo mejor, o lo peor. Creo que llegué a mi límite, o me volveré loca de verdad.
- Quédate aquí, te pediré un taxi. ¿Voy contigo?
- No, si ese hombre está ahí afuera, no quiero que nos vea juntos, no quiero pegarte más a esto.
- Olvídate de eso, deja de pensar en los demás por un momento. No soy tan débil, créeme que tengo mis recursos, nadie se mete conmigo –Agregó con un tono de voz más bajo– No te olvides que soy el mejor amigo de Stan, con todo lo que eso implica.
- No sé cómo tomar eso, pero de acuerdo –Asintió ella, suspirando. Y apoyó su mano encima de la de Xeno, y se la apretó– Gracias, Xeno.
- No tienes nada que agradecer. Sé que no somos tan cercanos, lo mío no son las relaciones sociales, pero… puedes confiar totalmente en mí. Eres muy importante para Stan, por lo cual también lo eres para mí. Ahora trata de calmarte un poco más, mientras llamo para que te lleven a tu casa.
Xeno llamó desde el teléfono de la escuela a un servicio de taxis de confianza, y pidió el viaje para Kohaku. Un rato después, la dejó salir sola en el instante en que vio al vehículo estacionar en la calle de la escuela. La joven lo abrazó con fuerza, agradeciéndole una vez más, y se fue a su casa. Le hizo caso al científico, y se quedó allí. Llamó a Mozu, y le dijo que estaba descompuesta y que no podía ir a trabajar. Por un lado, daba lo que fuera por escuchar la voz de Stan, pero por otro no sabía si volvería a quebrarse si hablaba con él. Los últimos días habían estado un poco distanciados, tal como ella había buscado para protegerlo, pero tenía la sensación que quizás había exagerado demasiado. Decidió que al día siguiente iría a su departamento y le contaría todo, confiaría en él de una vez. Y si se complicaba la situación, Xeno podría ayudar ahora que también sabía.
Por su parte, Stan no sabía cómo reaccionar ante la inexplicable distancia que le estaba poniendo su novia últimamente. Por más que lo pensaba, no encontraba motivos lógicos para eso, lo único que se le ocurría era que ella estaba tan estresada y saturada con todas sus ocupaciones, que quizás le parecía que él estaba siendo muy insistente con buscarla a cada rato. Kohaku era una chica independiente y segura, y podía ser le estuviera poniendo esa distancia para darle a entender que necesitaba un poco más de espacio. Como no podía más que darle vueltas al asunto, le preguntó a Xeno si podían verse al día siguiente para hablar, y su amigo accedió, diciéndole que se podía pasar por su departamento por la tarde. Stan trató de enfocar su atención en otra cosa, aunque no le funcionó del todo, era inevitable que la preocupación por Kohaku lo asaltara cada tanto.
La tarde siguiente llegó, y el científico cumplió puntualmente con su presencia. Stan preparó un par de cafés, y se sentaron en el sillón. Por educación, le preguntó a su amigo cómo le estaba yendo con sus cosas, pero el peliblanco fue el que sacó luego el tema que lo había convocado allí.
- ¿Y bien? ¿Qué está pasando por tu cabeza ahora, Stan?
- Xeno... ¿Crees que estoy presionando demasiado a Kohaku? –dijo con preocupación, y confiando en la honestidad y el criterio centrado de su mejor amigo.
- ¿Qué te hace pensar en eso? –Sí, Xeno sabía que Stan era muy observador e inteligente, no podía no haberse dado cuenta de que a ella le pasaba algo. Pero decidió disimular, Kohaku le había dicho por mensaje que se había decidido a decirle todo finalmente.
- Después de la última discusión hace poco más de una semana quedamos relativamente bien, pero... Últimamente, Kohaku está rara. Puedo sentir que me está poniendo distancia, y que está siempre tensa alrededor mío. Siempre tuvo esa sonrisa cálida y luminosa, y ella es pura energía y fuerza. Y desde hace unos días es todo lo contrario, me esquiva, me rechaza, y no entiendo qué pudo pasar, más allá de que se haya vuelto muy nerviosa e irritable por sus exigentes estudios. Le pregunté muchas veces, y siempre me dijo que no pasaba nada. Y para colmo, sé que estuve muy pendiente, y en vez de darle su espacio, insistí en buscarla y acercarme a ella para levantarle el ánimo, pero resultó lo opuesto.
- Bueno, quizás no es personal, sólo que realmente está muy ocupada. Debe saber que tú lo haces por su bien, para animarla. Y lo de la discusión quedó atrás, realmente no creo que sea un resentimiento, ella no es así.
- No, pero es acumulativo. Creo que lo arruiné, Xeno. Me dejé llevar, me entusiasmé, y la ahogué con mi desconfianza y con estar tan encima suyo –Suspiró con fuerza– Y ahora que lo pienso, la cagué desde que le di el anillo. Creo que le puse demasiada presión, soy su primer novio y ni siquiera medio año después le regalé un anillo de promesa, dime si no estoy mal de la cabeza.
- ¿No te parece que estás exagerando, y relacionando cosas que no tienen nada que ver ya? Ese anillo es de noviazgo, no de compromiso, ya lo sabe.
- Sí, pero es un puto anillo, el símbolo le gana al concepto. A las mujeres les suele gustar esas cosas, pero su cara cuando vio el anillo, no puedo olvidarla... "Oh, es muy pronto", se leía perfectamente, tuve que bromear con que se diera cuenta que no era de compromiso.
- Yo la veo bastante contenta con el regalo, creo que fue más su sorpresa, y no te olvides el gesto que tuvo con las lápidas de tu familia, cuando les contó del anillo y demás. Si no estuviera convencida, no habría hecho eso.
- O se convenció a sí misma –murmuró Stan con un dejo triste.
- Stan, creo que ahora estás buscando motivos de cualquier parte para convencerte de que ella se quiere alejar de ti, estás viendo sólo lo malo, y te vas a meter en una espiral de negatividad. Puede ser que estés un poco más emocionado de lo normal, lo reconozco, pero tampoco estás haciendo locuras, y en todo caso Kohaku está alineada con tu entusiasmo, porque la veo genuinamente feliz contigo, no como si fuera falsa sólo para contentarte.
- Entonces, como dices, debería preguntárselo. Y quizás... Prepararme para ofrecerle si quiere tomarse un tiempo o algo así, para aligerar las cosas, y que vea que tampoco estoy desesperado. Puedo hacerlo.
- No, eso es lo peor que puedes hacer justo ahora –soltó Xeno alarmado, considerando el mal momento que Kohaku estaba pasando ya.
- ¿Justo… ahora? – A Stan no se le escaparon esas palabras– Dijiste "justo ahora", Xeno. ¿Acaso… sabes algo que yo no?
"Oh, no de nuevo", pensó Xeno, dándose cuenta de su error. Su expresión de consternación al darse cuenta que había hablado de más le dio la razón a Stan, que lo miró con los ojos muy abiertos, seguramente pensando lo mismo que él. Maldita sea, su amigo era demasiado perceptivo para su propio bien, nada se le escapaba.
- Xeno, habla ahora mismo –Le dijo con un tono de voz muy grave, aunque se le estaba haciendo un nudo en la garganta de angustia y desilusión– No puedo creerlo… ¿otra vez? ¿A tan pocos días de que discutiéramos por esa falta de confianza hacia mí? No, esto es mucho peor, porque TÚ sí lo sabes, y yo no. Confió en ti, y no en mí –sintió sus ojos arder, y su corazón romperse un poco– Eso lo dice todo, es suficientemente claro para mí.
- No, Stan, no es lo que piensas…espera, cálmate –Xeno podía ver a su amigo desmoronándose por dentro.
- No puedo… no puedo más con esto –Stan apoyó sus manos en su cabeza, y se tiró el pelo hacia atrás– La amo con todo mi corazón, podría ser la mujer de mi vida, pero si esto va a ser así de forma recurrente, si ahora soy yo el que tampoco puede confiar en ella… creo que se acabó. Sin confianza, no hay amor verdadero, no se puede construir una relación sana y durable.
- No vayas para ese lado, no es así para nada, créeme. No tomes decisiones precipitadas, Stan.
- ¿Precipitado? ¿Cuántos días crees que estuve intentando hablar con ella, buscando que se abra conmigo, buscando su confianza? No tendría que estar rogándole porque me diga si algo está fallando entre nosotros, o en su vida. Quizás esa distancia es la forma en que ella me está dejando en claro que…
- ¡No, Stan! ¡No es así! –lo interrumpió Xeno levantando el tono de voz, tenía que calmarlo, antes de que hiciera algo realmente malo. Y Kohaku no estaba mentalmente lista para también sufrir por eso, no cuando encima se había decidido a confiarle todo, que sólo había tomado distancia para protegerlo.
- ¡¿Y CÓMO MIERDA ES, ENTONCES?! –Rugió Stan de pronto, furioso, agarrándolo del cuello de la camisa. Ahora también era su mejor amigo quién era cómplice de aquello. Las dos personas más importantes de su vida, en cierta forma lo estaban traicionando, ocultándole cosas.
- ¡LA ESTÁN ACOSANDO!
Un silencio llenó la habitación, mientras Stan respiraba agitadamente de pura rabia contenida, y empezando a procesar las palabras de Xeno. Lo miró confuso, sin entender.
- ¿Qué…? ¿Qué estás diciendo? –No le soltó la ropa.
- Ayer me enteré, no te lo estoy ocultando hace tiempo. También había notado que Kohaku estaba rara, y me acerqué a ella en la calle para preguntarle… y tuvo una reacción de miedo y defensa desmedida conmigo, y luego estalló en llanto, colapsada. La hice hablar, y me contó resumidamente todo.
- ¿Qué es todo? ¿Hace cuánto? –Stan estaba aturdido.
- Creo que una semana. Un hombre la está siguiendo y acosando, sacándole fotos de todo lo que hace en la calle, sola y con amigos, contigo, y hasta con su familia. El bastardo sabe todo de ella, todo. Y parece que también le hizo una amenaza de que no hable, por lo que se lo guardó de verdad, sólo un amigo de ella lo sabe, porque sabe de psicología humana.
- ¿Por qué… por qué no me lo dijo antes?
Stan hizo los cálculos rápidamente, y sí… coincidía con los tiempos en que Kohaku había cambiado repentinamente de actitud. Mierda… ¿ella estaba viviendo algo así, sola, cada uno de esos días?
- Porque quería protegerte…me dijo que el acosador estaba celoso de ti. Kohaku tenía miedo de que te descontroles, de que quisieras cazar a ese hombre y luego hicieras algo que podrías arrepentirte, como lo que pasó cuando la atacaron.
- ¿Y decidió cargar con eso ella sola? ¿Y simular que todo estaba bien, mientras vivía perseguida, y con riesgo de que ese maldito enfermo la ataque? –Preguntó sin poder creerlo– Entiendo que no lo haya dicho abiertamente para proteger a la mayoría de sus conocidos, ¿pero a mí? Fui militar de primera categoría, he lidiado con cosas mucho peores que eso, tengo más cerebro para manejar la situación que un puto policía.
- Stan… la situación la sobrepasó, hizo lo que creyó mejor para protegerlos a todos, a ti especialmente. Vi el miedo en sus ojos, no era exagerado, con lo que me contó. No voy a decirte nada más, en todo caso te pido perdón porque te hayas enterado por mí, ya veré cómo me disculpo con ella luego. Sólo… no hagas nada extremo, no la alejes, no te lo cobres con ella, y bajo ningún punto de vista le pidas tomar distancia o cortar.
- No sé si lo veo de la misma forma que tú, Xeno –dijo con la mandíbula apretada– No tienes idea cómo se siente, básicamente ella me piensa como alguien inestable, como una bomba de tiempo, que puedo estallar como un desquiciado en cualquier momento. No confía en mí lo suficiente, ni siquiera teniendo en cuenta mi experiencia… porque me tiene más miedo y dudas, eso pesa más en la balanza que lo que podría ayudarla.
Xeno no le respondió nada a eso, no sabía qué decirle, porque en parte tenía admitir que su amigo tenía razón. No iba a mentirle, ni a negar cosas que eran lógicas o posibles, no podía tampoco afirmar o negar nada en lugar de Kohaku. Y ese silencio fue suficiente para Stan, para confirmar su hipótesis.
- Xeno, déjame solo. Vete, por favor, tengo mucho que pensar.
El científico lo miró largamente, quería contestarle, pero conocía demasiado a Stan como para saber que contrariarlo sólo lo pondría mucho peor. Parecía haber entrado en razón, aunque seguramente se sentía muy dolido. Las emociones cuerdas del rubio pendían de un hilo, y Xeno ya había hecho suficiente con haber soltado la lengua sin querer. Así que respiró hondo, y decidió respetar el pedido de Stan, e irse del departamento. Se sentía fatal, estaba seguro que se lo había puesto mucho más difícil a Kohaku, pero al menos esperaba que su advertencia de que no la lastimara poniendo un punto a la relación fuera aceptada. No sabía si decirle o no a la joven que ahora Stan sabía, pero tenía que hacerse cargo de su error, y anticiparle para que ella se prepare. Mientras caminaba de regreso a su casa, la llamó.
- ¿Hola, Xeno?
- Sí, Kohaku, soy yo. Te ruego que me perdones, no fue intencional, pero… Stan sabe.
- …. ¿sabe? –La escuchó susurrar con preocupación.
- Te había notado rara estos días, y me pidió consejo, dudando de su actitud en la relación contigo. Y cuando saltó a conclusiones muy equivocadas, se me escapó una simple palabra, pero él se dio cuenta que yo sabía algo que él no. Y se puso furioso, y no me quedó más opción que contarle un poco, para calmarlo.
- Oh, no.
- Perdóname, había tratado de disimular, no pretendía faltar a tu confianza. Stan es demasiado inteligente para su propio bien, ni yo mismo me di cuenta que había hablado de más, hasta que fue demasiado tarde.
- Entiendo. Pero es culpa mía también, esto me pasa por ocultárselo desde que empezó. Estaba saliendo para allá.
- No le avises que estás de camino, por las dudas.
- De acuerdo. Luego… te cuento, ojalá no sea demasiado tarde, no lo haya arruinado del todo.
- No lo creo, pero sinceramente no sé cómo lo tomará Stan una vez que lo pueda pensar en frío. Perdón, Kohaku… y suerte.
- Está bien. Gracias por avisarme, no pudiste evitarlo, te creo. Hasta luego.
Cuando Kohaku cortó, un estremecimiento la sacudió entera. No dudaba que lo había arruinado, y que tenía por delante una larga y dolorosa discusión con Stan, pero no se acobardó. Todo lo que hizo, fue pensando en protegerlo a él, y a ella misma, se había hecho cargo de la situación, por más que le doliera. Ahora tenía que pagar las consecuencias por sus acciones, pero sorprendentemente se sentía fuerte, pese a todo. Amaba mucho a Stan, y se apoyaría en esa fuerza de corazón para remontar aquella compleja situación.
Llegó al departamento de él una media hora después, y usó la llave que tenía. Ni bien entró, no pudo evitar ponerse nerviosa, sin saber qué esperar, pero respiró hondo y cerró la puerta tras ella.
- ¿Stan? Soy yo, Kohaku
Era obvio, pero no se le ocurrió otra forma de anunciarse, y sentía que tenía que hacerlo. No escuchó ninguna respuesta, a pesar de que las luces prendidas indicaban que él estaba allí. Dudando, dio unos lentos pasos dentro de la habitación, y ahí lo vio, sentado en el sillón. Estaba inclinado hacia adelante, con los codos apoyados en sus muslos, y con los dedos de una mano estaba tocando algo en su mano derecha… el anillo. Por algún motivo sintió un nudo en el estómago al ver eso. Se colocó delante de él, siendo ignorada todavía.
- Stan –Lo llamó con suavidad– Necesito hablarte de algo.
Recién en ese momento fue que el rubio levantó la vista hacia ella, pero sólo mirándola, no toda la cabeza, por lo cual ofreció una vista de lo más intimidante y fría. Y luego la volvió a dirigir a su mano, sin decir una sola palabra. Kohaku se arrodilló delante de él, para estar a su mismo nivel, y estiró una mano para tocarlo, pero Stan se alejó.
- Stan, por favor.
Buscó sus ojos azules, pero no logró conectar con ellos. Aun así, alcanzó a ver que él no estaba controlando su enojo, sino que su mirada era un poco ausente, triste. Eso iba a ser mucho más difícil de lo que pensaba. Para su sorpresa, Stan fue el primero en hablar, con un tono calmo y suave.
- ¿Qué significa esto para ti, Kohaku?
Aunque no lo había nombrado directamente, era evidente que se refería al anillo, ella lo entendió inmediatamente. Se sentó derecha, y le contestó.
- Es una promesa de que vamos a estar juntos mientras nos amemos, en las buenas y en las malas –Vio cómo una expresión cercana al sarcasmo cruzó el rostro de él.
- ¿Y cómo piensas que podemos hacer eso, si no hay confianza?
Esa pregunta fue como un puñal para Kohaku. Una vez más, la palabra "confianza" volvía a ser el quid de la cuestión para Stan, lo entendía, la última discusión que habían tenido había sido porque él le había reclamado que ella no confiaba en él.
- Sí hay confianza, Stan. Yo confío en ti, y quiero, y espero, que confíes en mí.
- ¿Segura? Porque parece más bien que yo confío en ti, pero tú no confías en mí.
- No, no es así. Tú lo ves como confianza, yo lo veo como protección. Ya sabes un poco de lo sucedido, aunque prefiero contártelo todo personalmente.
- ¿No fuiste tú la que dijo hace un tiempo que entre los dos la "mochila" se haría más liviana? –continuó– Tanto de mis problemas como los tuyos. Porque no entiendo entonces cómo es que ahora decidiste cargar con tu mochila tú sola.
- Sí, lo dije –ahora que escuchaba eso, parecía una contradicción cómo había actuado– Y decidí no contarte, porque no quería que tú ni nadie más salieran lastimados.
- Y pensaste que un ex-capitán de las fuerzas especiales de una potencia mundial y militar, no tendría recursos para salir ileso, ni para protegerte a ti y a los demás.
- No lo vi de esa forma Stan, sino que sólo te pensé como un hombre que amo, y que como viviste situaciones difíciles, solo y conmigo, no quería que sufrieras más.
- No estaba tan lejos –dijo con amargura– Crees que algo como esto podría hacerme perder el control, como cuando te atacaron. Piensas que es cuestión de tiempo, hasta que vuelva a pasar algo así.
- Sí, pero sólo en una situación límite –admitió, mirando al piso.
- Así que se resume a que me consideras inestable, y por eso no puedes confiar en mí.
- ¡No, no es así tampoco! Me preocupaba que hicieras algo de lo que tú luego te podrías arrepentir. La otra vez, te consideraste a ti mismo un monstruo, aceptaste esa palabra que yo no dije del todo consciente, y te quisiste alejar de mí por eso mismo. No quería que volviera a suceder eso, Stan.
- Pero lo hablamos, y seguimos adelante. Tu apoyo, que me dijeras que igual querías estar conmigo... Todo eso me hizo verlo de otra forma. La idea era continuar desde ahí, no esperaba que fueran palabras bonitas solamente.
- No lo fueron...
- Quizás no, pero ni siquiera me diste la chance de ponerlo a prueba. Te quedaste con que soy inestable mentalmente, y que no querías arriesgarte, aun cuando tu vida o la de los demás podía correr peligro de alguna forma. Y no es muy agradable saber que la persona que tanto amas, en el fondo piensa así de ti.
- Perdóname, Stan –le agarró la mano, y esta vez él no la rechazó– Fue una semana muy difícil para mí, no lo manejé bien, pero porque lo único que pensé fue en que no quería que te hicieran daño de ninguna forma, y si eso hubiese sucedido, hubiera sido más de lo que podía soportar. Y si por pensar equivocadamente, ahora te pierdo también...
- No me vas a perder –suspiró– Estoy muy decepcionado y con muchas preguntas, pero no voy a dejarte sola ahora. Voy a ayudarte a salir de esta situación, y después veremos cómo seguimos.
- ¿Cómo... seguimos? ¿A qué te refieres?
- A mí, a ti, a nosotros.
- Vamos a seguir juntos, superar esto ¿no? –preguntó, preocupada.
- Quiero creerlo. Pero quizás fui demasiado rápido contigo, y tenemos que volver un par de pasos para atrás.
- ¿A qué te refieres con eso?
Stan miró sus dedos de las manos, que seguían tocando el anillo plateado debajo de la mano de Kohaku. Y frunciendo el ceño con una expresión casi de dolor, se lo quitó.
- Te amo, y nadie quiere que funcione esto más que yo, pero puede que sea demasiado pronto para esto.
- No… Espera… –susurró, con el corazón comprimido.
- ¿Realmente quieres llevar puesto ese anillo, Kohaku? Con todo su significado, no sólo como un regalo bonito –Stan le preguntó, mirándola fija e intensamente.
- Por supuesto que sí. No pienso sacármelo, mantengo nuestra promesa –contestó ella, "protegiendo" el anillo con su otra mano.
- Entiendo. Pero yo necesito estar seguro, y llevarlo solamente si creo que ambos estamos siendo honestos con esa promesa. Así que voy a sacarme el anillo, y tú me lo vas a poner cuando creas sinceramente que estás lista y segura de poder darme tu palabra que vas a confiar plenamente en mí, y que yo pueda confiar de la misma forma en ti, algo que no podemos afirmar ahora.
Stan le tomó una mano a Kohaku, apoyó el anillo en su palma, y cerró los dedos para cubrirlo. Le dolía mucho hacer eso, y apenas podía soportar la mirada angustiada y al borde de las lágrimas de Kohaku, pero era lo mejor.
- De acuerdo –dijo la rubia con voz trémula, pero respiró hondo e irguió su cuerpo– Entonces comenzaré a demostrártelo, haciéndote saber todo lo de este acosador.
Kohaku se sentó a su lado, y comenzó a contarle todas las situaciones que vivió, mostrándole las fotos y las cartas, que había llevado en su mochila. Stan se mantuvo en silencio, pero ella pudo notar cómo apretaba los dientes y cómo respiraba más rápido por momentos, sus ojos azules muy expresivos con ira contenida, sin poder creer todo lo que había vivido y soportado su novia. Cuando ella terminó de contarle, él se quedó pensativo, y luego la miró.
- Gracias por contarme, apenas puedo imaginar lo duro que fue para ti. Y ahora entiendo por qué estabas tan sensible durante la película, y por qué me rechazabas tanto. Kohaku, preferiría que te quedes aquí unos días, hasta que se termine esto. Ve a trabajar y a la escuela, pero me quedaría más tranquilo, y tú también creo, si puedo protegerte de cerca.
- Sí, me parece bien. Me siento más segura contigo. Y aquí no podrá amenazarme ni enviarme nada.
- Así es. Parece ser un cobarde. Y no te preocupes por tu familia, tengo unos contactos que podrían hacerse pasar por empleados de servicio, e instalar cámaras de seguridad ocultas cerca de tu casa, de forma tal de protegerlos a ellos también y quizás averiguar su identidad si se acerca demasiado.
- Oooh… ya veo. Ahora de verdad lamento no haberte dicho antes.
- No hablemos más de eso, no sirve de nada ahora. Y tengo algo más en mente, pero me va a llevar algo de tiempo elaborarlo, necesito observar unas cosas primero.
Kohaku asintió, y se sintió inmediatamente más aliviada y fuerte. Stan se veía muy serio y centrado, de seguro su mente estratégica estaba pensando formas de protegerla, sin que su acosador sospechara.
- Vuelve a tu casa ahora, llena tu mochila con algunos cambios de ropa compactos y lo que necesites, procura que no se note que vas cargada, y ve a trabajar. Te paso a buscar luego. Nada más por ahora.
- Bien, muchas gracias, Stan. Me voy entonces.
Kohaku le dejó los sobres con las cartas y fotos, y se despidió. Lo abrazó con fuerza, pero se dio cuenta que Stan titubeó, un poco tenso, y no le devolvió el abrazo de la misma forma. Se fue, e hizo todo lo que él le indicó, y tal como habían quedado, la pasó a buscar por la noche. Él ya tenía lista la cena, y ella había recuperado un poco el apetito, más aliviada. Sin embargo, Stan se mantuvo bastante callado y serio, y luego de terminar de comer y dejar todo limpio, le entregó un papel que parecía un mapa.
- A partir de mañana, seguirás las calles que te indiqué ahí para volver desde la escuela y desde el trabajo, apréndetelas de memoria. Esta será tu zona segura, por iluminación y cámaras de seguridad, entre otras cosas. ¿De acuerdo?
- ¿Hiciste todo ese trabajo? –Preguntó sorprendida, y él asintió– Vaya… gracias, Stan.
- Bien, me voy a dormir.
Ni bien dijo eso, se fue al baño y luego al dormitorio. Kohaku lo había notado más distante y frío, no le había dado ni un beso ni un abrazo desde la tarde, pero entendía que todavía debía de estar malhumorado y dolido. Ahora ella llevaba el anillo de él en una cadenita que colgaba de su cuello. En la cama, Stan se había recostado de lado, dándole la espalda. Kohaku no se esperaba eso, aunque tampoco contaba con que él hiciera nada cariñoso. Dudó, pero finalmente se acercó a él, y se abrazó a su espalda. Pero el rubio, sin girarse, le sacó la mano.
- No, Kohaku.
Sólo eso dijo, pero con un tono que se escuchaba claramente como un "no me toques", y para colmo se movió un poco alejándose de ella, casi en el extremo de la cama. Eso la angustió mucho, Stan nunca la había rechazado así, y no decía sólo de intimar, sino de un simple abrazo. Se hizo un ovillo, buscando el calor en ella misma, y contuvo con todas sus fuerzas las lágrimas que se agolparon en sus ojos.
Pensó que sería sólo esa noche, pero la actitud de él no cambió tampoco al día siguiente. No la evitaba, y le preparó el desayuno como siempre, pero seguía taciturno y le hablaba y la miraba lo justo y necesario, y por la noche mantuvo esa distante actitud, solamente fingía unas sonrisas más abiertas cuando la iba a buscar al trabajo, seguramente como excusa de simular normalidad por si el acosador los estaba vigilando.
La tercera noche, mientras ella estaba en el trabajo, Stan le mandó un mensaje diciéndole que lo disculpe, pero que no podía pasar a buscarla, que se volviera sola siguiendo el camino que le había enseñado. Cuando salió, se puso un poco nerviosa, rememorando esa sensación insegura de tener que caminar rápido, ansiosa por llegar "a salvo". Comenzó a relajarse solamente cuando sabía que estaba a unos cuatrocientos metros del departamento, y suspiró con un poco de alivio cuando reconoció la torre del edificio.
No había mucho tránsito dado que era una calle interna, pero le daba seguridad cuando algún coche pasaba cerca. Pero de pronto, uno color gris oscuro disminuyó la velocidad luego de pasarle por al lado, y Kohaku sintió un escalofrío. No supo si fue por instinto o qué, pero ella se detuvo abruptamente, sintiendo una ola de nervios recorrerla. El coche siguió unos metros y dobló en la calle siguiente, pero ella no se confió, y se quedó allí. Miró de reojo hacia atrás, y no vio a nadie, por lo que concentró su atención adelante, sin estar segura si moverse o no. ¿Y si llamaba por teléfono a Stan? Lo había puesto en llamado rápido, por recomendación de él, para no tener que sacar el teléfono mucho tiempo. Estuvo a punto de agarrarlo, cuando vio caminar por la vereda de enfrente de esa misma calle en la que había doblado el auto a un joven.
A pesar de lo nerviosa que estaba, reconoció que no había nada extraño con él, tenía el pelo negro, la cara visible, y caminaba relajadamente mirando hacia adelante, llevando una bolsa en las manos. Kohaku dudó, no sabía si era ya la paranoia la que la hacía sentirse así. Cuando el joven cruzó la calle y siguió de largo sin mirarla, ella se permitió respirar finalmente. Pero apenas comenzó a dar unos lentos pasos hacia adelante, cuando sintió el mundo detenerse un instante, o más bien lo hicieron sus pies y su corazón: Ese mismo joven apareció otra vez, ahora corriendo hacia ella, con una perversa sonrisa en el rostro. Y luego todo sucedió demasiado rápido: Ella alcanzó a ponerse en posición de defensa, ya que no supo que no debía escapar corriendo ni darle la espalda, y cuando la mano del joven se estiró hacia adelante hacia ella, pareció tropezarse y su hombro se movió de una forma extraña, y cayó al piso. Y poco menos de un segundo después, oyó un corto estruendo que la sobresaltó.
Al principio fue todo muy confuso, hasta que luego escuchó apenas ahogar un grito al joven mientras se tocaba el hombro…con una mano agujereada en el centro. Y ahí fue cuando se dio cuenta que el sonido que oyó era el de un disparo, y su mente instantáneamente pensó en Stan. Miró alrededor, detrás y delante de ella, pero no lo vio por ningún lado, así como tampoco había otras personas en la calle, ni policías. Por el rabillo del ojo sus ojos captaron un movimiento repentino, y se percató que el joven, que ahora podía reconocer como su acosador sin dudas, se había levantado y comenzaba a correr para escapar. Pese a la confusión y al susto, la adrenalina se apoderó de Kohaku, junto con toda su ira acumulada. Ese hombre, ese maldito, la había hecho sufrir toda la semana, y no pensaba dejarlo escapar.
Corrió tras él, segura de que podía alcanzarlo, pero de pronto él se metió en el coche gris que ella había visto antes, y trabó las puertas, encendiendo el motor unos segundos después. Furiosa, ella le golpeó la ventanilla del costado, pero sabía que no tenía chances de perseguir un coche, así que enfocó su afilada mirada la patente del coche, para recordarla. Cuando estuvo ya fuera de su alcance, gritó de impotencia y de bronca, y cayó de rodillas al piso, las piernas le temblaban. Maldición, lo había perdido por tan poco. Pudo haberlo atrapado, verle bien la cara o algo, pero no lo alcanzó. No pudo ni levantarse por unos pocos minutos. De pronto escuchó una voz gritando su nombre, una que conocía muy bien.
- ¡KOHAKU!
La rubia se dio vuelta hacia la fuente sonora, y vio a Stan corriendo hacia ella a toda velocidad, con los ojos muy abiertos. ¿Cómo…? ¿Qué hacía ahí? Se había asegurado antes al buscarlo, y no lo había visto, no tenía sentido que apareciera ahí, si ella no lo había llamado. Lo vio mirar alrededor, y la levantó en sus brazos rápidamente en cuanto la alcanzó.
- ¡Stan! ¿Qué haces aquí?
- ¿Estás bien, Kohaku? ¿Te lastimó?
- No, estoy bien. Espera, ¿cómo…?
Él ignoró su confusión, y corrió con ella a cuestas, hasta que en un momento decidió bajarla al piso, y agarrarla de la mano para seguir caminando a paso rápido. Kohaku estaba tratando de procesar todo lo que había ocurrido, y aunque no lo entendía del todo, no le cabía duda que Stan había tenido que ver con eso. Entraron al edificio en el que vivía Stan, y pasaron por delante del encargado, que los miró con sorpresa y cautela, lo que a ella le puso la piel de gallina. Y en cuanto entraron al departamento, Kohaku notó la ventana abierta, algo raro en pleno invierno, y tuvo que ahogar un grito tapándose la boca: Había un rifle de francotirador montado en el balcón.
De pronto todo tuvo sentido…por eso no había visto a Stan, y sin embargo él sabía que ella había sido casi atacada por el acosador repentinamente, y en efecto el disparo había tenido que ver con él. Y otra realización acudió a ella en ese momento: No había sido casualidad que en su "ruta segura", alcanzaba a ver el edificio donde vivía él. Aquel camino que él le había indicado recorrer, era porque seguramente estaba en la mira de su rifle.
- Dios mío, Stan… tú le disparaste, desde aquí.
- Sí, lo hice –Le respondió con seriedad, totalmente calmo.
- ¿Cómo supiste que aparecería? Justo hoy que no pudiste venir a… –Su frase quedó a medias, suspendida en el aire, cuando se dio cuenta que eso tampoco había sido casualidad seguramente.
- Lo hice salir. Perdóname, Kohaku, en cierta forma te usé de carnada. Pero era la única forma de exponerlo y detenerlo de una vez.
- Pero no lo detuvimos… Se escapó. Creo que recuerdo la patente de su auto, pero nada más.
- No, están las cámaras de vigilancia, todo quedó registrado. Si tú pudiste verle la cara, las cámaras también. Así como que te siguió con el auto, y corrió finalmente hacia ti con clara intención de ataque. Eso bastará para detenerlo, si le sumas tus evidencias de que te estaban acosando.
- ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué no llamaste a un policía o algo así, si estabas seguro de que iba a aparecer?
- Porque nadie más que yo podía hacerlo sin que él sospechara o huyera, y si hubieran llegado un minuto tarde, tu vida podía haber corrido peligro, no pensaba permitir que eso sucediese. Tenía que salvarte la vida, y ponerle fin a toda esta situación, acabar con tu miseria. Y sólo lo incapacité, no va a morir, te lo puedo asegurar.
- Pero, Stan… le disparaste… y si dices que hay cámaras… también eso quedó registrado.
- Sí. Y es por eso que no queda mucho tiempo, perdóname.
Antes de que pudiera reaccionar, Stan recortó la distancia entre ambos, y la besó en los labios, al mismo tiempo que la abrazaba con fuerza. Kohaku no le correspondió por toda la mezcla de confusión y sentimientos contradictorios que tenía, pero ese tampoco era un beso de amor o pasión, era más bien uno urgente y necesitado. Además, era la primera vez que volvía a besarla y abrazarla luego de varios días de poner tanta frialdad y distancia entre ellos. Un rincón del cerebro de Kohaku se reactivó para registrar la última frase de él.
- ¿No queda mucho tiempo? –Murmuró, mirándolo a los ojos unos segundos después de que él hubiera finalizado el beso.
- No. Más allá de que lo atrapen o que vaya a un hospital por tratamiento médico, es inevitable que el potente disparo se oyó, y que provino de este edificio. Luego de disparar, corrí para ir a buscarte, y ya viste la mirada del encargado del edificio. No hay que ser muy inteligente para atar cabos.
- ¿Él te va a delatar?
- Kohaku… sé que cometí un delito, en pleno uso de mis facultades mentales y físicas, aunque fue para defenderte. Sólo le pedí un poco de tiempo para traerte a salvo.
- ¡NO! –Exclamó, cayendo en cuenta de lo que significaba eso, y se aferró a la camisa de él. Eso era justamente lo que no quería que suceda.
- Ya está, se terminó tu sufrimiento, eso es lo importante, y ese malnacido no saldrá impune, acabará tras las rejas, y tienes testigos que te apoyarán, todo estará bien –La abrazó con fuerza una vez más, y le dio un beso en la cabeza– Todo estará bien, preciosa.
- No…no, no, no, no… Stan, no –Su visión se tornó borrosa por las lágrimas, y su corazón martillaba contra el pecho.
- Te amo mucho, perdona lo de estos últimos días, yo tampoco lo manejé bien.
Stan le tomó la cara a Kohaku con las dos manos, y le secó las lágrimas con los pulgares, antes de darle otro largo beso en la boca, esa vez sí con mucho más amor y cuidado, y ella se lo correspondió, desesperada. Aunque estaba totalmente seguro de lo que había hecho y no se arrepentía ni un poco, la angustia de su novia lo alcanzó a él también, y apenas si pudo controlar el nudo en su garganta y reprimir sus lágrimas. Prolongó ese último beso todo lo que pudo, quería volverlo eterno.
Y entonces se oyeron pasos en el pasillo, y la puerta de su departamento se abrió con la fuerte patada de un policía, seguido de otros detrás. Sin delicadeza alguna, agarraron a Stan de ambos brazos y se los doblaron hacia atrás mientras lo ponían de rodillas, separándolo de Kohaku, que contemplaba la escena boquiabierta todavía con más lágrimas en los ojos, mientras otro policía le ponía las esposas al rubio, y uno más se adentraba a la casa y encontraba el rifle de francotirador en el balcón, advirtiendo a sus compañeros.
- ¡Stanley Snyder, queda detenido por intento de homicidio, agravado por el empleo de arma de fuego!
Buenaaas! Sep, un dramón este capítulo… y ahora uuf lo que se viene! Creo que este fic es más como una novela jaja, lo amo. Gracias a los que siguen leyendo y apoyando la historia, y en especial a los que se toman unos minutitos más para dejar su reviews/comentarios. Yo escribo con mucha dedicación y amor, y leer sus palabras es como un tesoro, ya sean de apoyo o sugerencias, es lo bello de escribir y poder tener feedback (y saber que alguien sigue leyendo jaja)! Hasta el próximo capítulo, me voy a escribir "Cautivos"!
