El extenso período de tiempo que tendrían que estar separados Kohaku y Stan no iba a ser fácil, lo sabían, pero ambos estaban dispuestos a superarlo. Cuando estaban cerca solían hablar casi todos los días, por lo que Kohaku le aseguró que iba a hacerse lugar para que hicieran una video llamada todos los días, al menos una vez. La diferencia horaria era un poco compleja, el horario de Japón estaba catorce horas adelantado del de Texas, en Estados Unidos, por lo que cuando uno estaba desayunando, el otro ya estaba entre cenando y yéndose a dormir.
La embajada de Estados Unidos había hecho los arreglos para asegurar un puesto de trabajo para Stan en su área de experiencia militar, y él solicitó su transferencia a Houston, Texas, ya que en dos meses Xeno volvería a la NASA a trabajar, acompañado de Senku, a quién becaría durante un año allí. Afortunadamente se lo otorgaron, en especial cuando fue el científico el que apoyó inmediatamente el pedido, y como era uno de los científicos más respetados y renombrados del país, no encontraron objeciones para negarse. Eso fue un enorme alivio para Kohaku, saber que no estaría solo y podría estar con su mejor amigo todos los días, aunque también le daba tristeza que tampoco podría ver a Xeno, que se había convertido sorprendentemente en un buen amigo para ella también.
Kokuyo sorprendió a Kohaku con una hermosa propuesta, que era la de compartir virtualmente durante los fines de semana las comidas principales, haciendo lo más parecido a una reunión familiar. Los sábados, se conectaban por video en la notebook para compartir el almuerzo de Kohaku, Kokuyo y Ruri, que era la cena tardía de Stan. Y los domingos coincidía la cena de la familia japonesa, con el desayuno a primera hora de Stan el lunes, antes de que fuera a trabajar. Además de la hermosa compañía familiar, la pareja trataba de hacer coincidir otras comidas durante la semana de la misma forma, acomodando los horarios para que resultara lo más cómodo posible para ambos. O cuando Kohaku trabajaba en el restaurante, cada tanto hacían unas pequeñas reuniones luego del cierre con Mozu para saludarlo también.
De esa forma llevaron todo el primer mes, volviendo lo más natural posible aquella nueva realidad. Stan se estaba alojando en la casa de Xeno, ya que quedaba allí en Texas, cerca del "Centro Espacial Johnson". El científico le había ofrecido incluso la convivencia cuando estuvieran los dos juntos en el país, la casa era cómoda para ambos, y sería la mejor compañía que podían hacerse. Lo gracioso era que nunca habían vivido juntos, a pesar de ser tan cercanos, por lo que ya hacían bromas al respecto.
Por su parte, Kohaku había comenzado a entrenar con Tsukasa, y estaba resultando todo lo que había esperado de él. Por más amable que fuera, se notaba que no en vano era el campeón mundial de artes marciales mixtas, y la exigencia de sus entrenamientos dejaba a la rubia floja como gelatina, a pesar de ser tan fuerte y estar tan bien entrenada. Por más que ella insistió en que quería tomar varias clases semanales, Tsukasa se negó, al menos hasta que ella terminara la preparatoria. Incluso, algo que Kohaku no podía creer, fue que puso como condición que sólo le daría las tres clases semanales que ella pedía, si lograba un buen promedio de egreso. Estuvo al borde de protestar, no era mala alumna, pero nunca había destacado en sus notas, y esto le ponía ahora una presión que no se esperaba. Y lo peor fue que cuando se lo contó a Stan, él solamente estalló en risas, le dijo que le parecía perfecto, y que entonces tendría que aprovechar las clases de apoyo que Xeno le había ofrecido.
Kohaku le contaba a su novio los detalles del exigente entrenamiento, y lo radiante de felicidad que estaba se le salía por los poros. Tsukasa incluso le había recomendado una cita médica con su nutricionista deportivo, para que le aconsejara la dieta nutricional justa y sana. Por último, también le había prestado varios libros de anatomía y biomecánica especializados en artes marciales, y hasta un libro de psicología orientada a la "actitud mental" de los luchadores, ya que él decía que las debilidades mentales del oponente también eran parte de la estrategia del deporte, que no se reducía solamente a saber golpear. Por lo tanto, Kohaku dedicaba todos los días de la semana a alternar entre el duro entrenamiento, la lectura especializada, el estudio de la escuela, y el trabajo por las noches. Agradecía por un lado estar tan ocupada, eso le hacía doler menos el vacío por la ausencia de Stan y la preocupación por cómo llevaba solo sus días, pero por otro lado sentía que estaba más agotada que nunca y no podía esperar para al menos terminar con la escuela.
Y para coronar sus ocupaciones, finalmente le había pedido a Xeno empezar con las tutorías para las asignaturas científicas de la preparatoria, aunque terminó ayudándola no sólo en física y química, sino también en álgebra, por añadidura. El científico había sido sincero al decir que era muy exigente, la cabeza de Kohaku iba a estallar de toda la información que recibía y los ejercicios que él le daba, pero también demostró una inesperada paciencia y le esclareció mucho el temario.
Stan solía despertarse a las 6am todas las mañanas de la semana, que coincidía con el horario laboral de la rubia, por lo que sólo una vez en los días de semana –por coincidencia con el franco de ella– tenían la oportunidad de compartir una de sus "comidas virtuales", como le llamaban. Una de esas veces, Kohaku se adelantó unos minutos a la alarma de Stan, y lo llamó, siempre por video. Él tardó unos cuántos tonos en atender, pero cuando lo hizo, ella se rió con la adorable imagen de él apenas saliendo de su sueño, con los ojos entrecerrados y el pelo desordenado. O hubiera sido más adorable, si no se encontrara con el torso descubierto, definitivamente Stan era increíblemente atractivo aun en su despertar. Kohaku extrañaba demasiado empezar un nuevo día disfrutando del abrazo y del calor del cuerpo de él, bajo la lluvia de besos que la tenía acostumbrada, y generalmente seguido de eso también no se hacía esperar un delicioso "mañanero".
- Buen día, bombón –lo saludó Kohaku con tono dulce, sonriendo.
- Hmmm, buen día preciosa –contestó Stan con voz ronca y adormilada, con la mejor sonrisa de felicidad que podía manejar a esa hora, en la que apenas había salido el sol allí.
- Me siento mal por despertarte antes de tiempo, pero quería aprovechar para ver esa fea carita tuya con la guardia baja.
- ¿Satisfecha?
- Ni un poco, es injusto que no te pueda atrapar nunca ni con un hilo de baba.
- Si me muestras un poquito más de ti como otras veces, tal vez veas el hilo de baba, aunque por otro motivo del que esperabas.
Kohaku se sonrojó un poco, pero sonrió con picardía. Stan no se había resignado del todo a los "encuentros íntimos", aunque con la distancia no les quedaba otra opción que tenerlos en forma de sexo virtual. Él siempre era mucho más osado y confiado que ella, el sinvergüenza, pero poco a poco la había contagiado con su picardía. Lo difícil era que, como los horarios del día eran opuestos en sus países, a veces se hacía un poco extraño hallar el momento justo para conectar con ese clima. Stan se había divertido mucho enviándole fotos íntimas suyas a cualquier hora del día, escandalizándola cuando eran especialmente calientes, y coincidía con que estaba en la escuela, entrenando, o en el trabajo, por lo cual ella tenía que tener mucho cuidado de quién la rodeaba cuando se decidía a mirar su teléfono. Hasta que se decidió a devolverle con la misma moneda, y lo sorprendió varias veces en su jornada laboral enviándole algunas fotos bastante indecentes, y otras más "inocentes" y sensuales, en ropa interior o vestida con el camisón sexy que se había comprado para San Valentín.
- No estoy en mi cuarto, tendrás que aguantarte otra vez.
- Oooh qué lástima. Pero mira, sólo de pensarlo… –rápidamente se quitó las sábanas que cubrían parte de su cuerpo, evidenciando su "entusiasmo".
- Oh por… No se come delante de los pobres.
- La que podría estar comiendo serías tú, preciosa.
- ¡Shhh! –Lo silenció, sonriendo sonrojada– Cambiemos de tema, por el bien de ambos.
- Tenía algo que pedirte, ahora que lo recuerdo.
- Lo que necesites, Stan.
- El número de teléfono de Tsukasa.
- ¿Eh? –Kohaku alzó las cejas, luciendo también boquiabierta, no se esperaba eso. Luego frunció el ceño– ¿Para qué?
- Porque quiero hablar con él, mi amor –suspiró– No tienes nada de qué preocuparte, voy en son de paz. Es el hombre que te está entrenando y ayudando a que cumplas tu sueño ahora, y puedo ver que lo hace de una forma muy completa y profesional.
- No pensabas así de él antes.
- Tenía mis problemas de inseguridad y de desconfianza, lo reconozco. Pero ya me demostraste más que suficiente que eran todas idioteces que sólo estaban en mi cabeza. Ya lo aprendí de verdad, definitivamente. Es más, te juro por mi vida, que no volveré a dudar de ti ni volveré a hacerte una escena de celos, en toda la vida que tengamos juntos por delante. Te lo juro, preciosa.
- No tienes que jurarme nada, Stan, creo en ti. Me da mucha intriga saber qué tienes para decirle, pero me aguantaré. Además, yo misma te dije que me gustaría que se hagan amigos, estoy segura que se llevarían muy bien, se parecen en muchas cosas. Tsukasa es muy maduro, bastante más que otros hombres de su edad, tuvo una vida difícil. Así que creo que podrían empatizar y entenderse más de lo que piensas.
- ¿Dos apaleados por la vida juntos, dices? –Stan bromeó.
- Bueno, no lo diría así… él ya está bien ahora, y tú también.
- Dos rehabilitados de la vida, entonces.
- Eso puede ser –retrucó Kohaku con picardía.
- Pero dejemos de hablar de él y cuéntame cómo fue el día, mientras me visto y arreglo. Tengo que levantarme de la cama de una vez.
Kohaku lo entretuvo con esa plática cotidiana y relajada, hasta que él pudo dedicarle más atención mientras desayunaban. Cuando cortaron la llamada, Stan agendó el teléfono de Tsukasa, y le envió un mensaje para preguntarle cuándo disponía de unos minutos para conversar con él, aclarando que era para pedirle un favor. Le sorprendió que el joven le contestó un par de minutos después, y le dijo que tenía tiempo en ese mismo momento, si quería. Stan miró el reloj, todavía tenía media hora antes de salir a trabajar. Lo llamó normalmente, no tenía la necesidad de que hubiera video, y apenas dos tonos después fue atendido.
- Hola, Stanley.
- Hola, Tsukasa. Gracias por contestar tan pronto, y acceder.
- No hay problema, ¿qué necesitas? Mencionaste un favor, y supongo que tiene que ver con Kohaku.
- Sí, así es. Como sabes, estoy lejos de allí por una temporada… pero necesito que hagas algo por mí. Ya que es tu discípula, y parece que le pusiste un par de interesantes y respetables condiciones para entrenarla. No la dejes venir aquí.
- ¿A qué te refieres? –Preguntó Tsukasa sorprendido.
- Sé que tiene la idea de que cuando termine la preparatoria, pueda venir a . a visitarme y hacerme compañía. La amo y la extraño mucho, y eso que apenas pasó menos de un mes, pero quiero que piense en ella y se dedique al entrenamiento. No quiero que se convierta en ese tipo de chica, que acompañe al novio a donde sea, sin tener en cuenta sus propios objetivos, y más si es por sentir culpa. Quiero que valore y respete sus sueños y los ponga en primer lugar, y luego que decida compartir su tiempo, sus sueños y su vida conmigo. Esa es la Kohaku que me cautivó desde que la primera charla que tuvimos, y de la que me enamoré luego, y con la que ya todos saben que no tengo dudas en pasar el resto de mi vida.
- Entiendo –Sonrió.
- Así que, si es necesario, si ella insiste en tomarse unas semanas para venir aquí, no accedas. Dile que vas a dejar de ser su maestro, no sé, pero no le des la oportunidad. Sé que no es tu responsabilidad cuidarla, ni ponerte en el rol de "malo", pero te lo pido por favor, por ella, no por mí.
- Claro. Entiendo tu punto, y estoy de acuerdo en lo que dices. Cuenta conmigo. Kohaku tiene mucho potencial, pero la cabeza demasiado caliente. Voy a hacer lo posible por guiarla bien, hacia el mejor futuro posible para ella.
- Te la confío entonces. Te agradezco, Tsukasa.
- De nada, Stanley.
- Stan está bien –sonrió ligeramente a través del teléfono, recordando lo áspero que había sido con ese joven, y que estaba resultando ser bastante afable– Y un favor más, cuida de que no me la buitreen en mi ausencia.
- No creo que sea necesario, pero lo haré.
- Tengo que confesarte algo, para empezar en limpio. Te tenía un poco de recelo antes, pero parece que Kohaku tiene razón en que eres un buen tipo y podríamos llevarnos bien. Sinceramente no tengo muchos amigos, menos aún en Japón, puedo contarlos con los dedos de las manos… de una sola mano incluso. Por lo que puedo ser un poco tosco, no estoy acostumbrado a poder confiar.
- Te entiendo. La mayor parte de mi vida no tuve amigos de verdad, hasta que conocí a Senku, y luego a los otros amigos del grupo. Me rodeaban hasta el hartazgo los fanáticos y admiradores, pero nunca significaron nada, porque sólo me adoraban por la imagen que daba con mi fama y mi fuerza, no por quién era. Así que confiar tampoco fue lo mío.
- Ya veo, así que somos dos lobos solitarios en el fondo, y me reconozco con lo del acercamiento superficial. Lo bueno es que siempre tuviste claro a lo que querías dedicarte, como Kohaku, y por eso lo otro quedaba en segundo plano, ¿no?
- No exactamente –Reconoció Tsukasa– No elegí pelear porque me gustara, sino porque era lo que podía darme mucha plata muy rápido, y además era una buena descarga. Aunque no fue por motivos de avaricia o interés material.
- No sabía. Podría decir algo similar de mis años militares. Bueno, bastante bien ser campeón mundial sin proponérselo realmente como vocación. Tuviste que tener una buena motivación.
- Eres uno de los pocos que no lo sabe –sonrió Tsukasa– Sí, así es, salvar la vida de mi hermana pequeña, pagar para que sobreviviera en su estado de coma, hasta que al fin un día pudo despertar, hace unos pocos años.
Stan jadeó al escuchar eso, recordando las palabras de Kohaku de que Tsukasa había tenido una vida dura de joven, y también porque lo diera todo por su hermana pequeña, lo que él sí había perdido, junto con su familia.
- Lo siento, no sabía. Pero ahora parece que está bien.
- Sí, Mirai ya puede vivir una vida normal, como se merece. Nuestros padres fueron problemáticos, así que yo me ocupé de ella mientras "dormía". Y una vez que despertó, seguí luchando para darle los medios para que ella pudiera hacer todo lo que quisiera por los próximos diez años. Estudiar en la universidad, hobbies, deportes, todo, le daría el mundo si pudiera.
- Al menos tú sí puedes –murmuró Stan, con la garganta cerrada– Me parece muy bien, muy noble de tu parte. Nunca me diste la impresión de ser un hombre frívolo, pero ahora tiene todo más sentido. Y yo que te tenía como una amenaza porque podías ser todo un galán y conquistar a Kohaku.
- No, tranquilo, no es mi estilo. Sinceramente nunca me hice el tiempo de tener novias, siempre prioricé mi entrenamiento y a mi hermana. Como me acostumbré a no tener ese tipo de vínculo, tampoco es como si lo necesitara.
- Eso me decía yo los últimos años, hasta que cierta personita entró a mi vida y la dio vuelta de pies a cabeza –sonrió con calidez– Hoy por hoy, mi amigo Xeno y Kohaku son lo más importante que tengo en mi vida. No tengo familia, perdí a mi hermana pequeña junto a mis padres hace unos años. Así que puedo entenderte en cierta forma, cuando la vida nos da unos buenos golpes, sólo queremos quedarnos con aquellos que confiamos en que no nos van a fallar…o eso esperamos.
- Así es. Lamento escuchar lo de tu familia, pero me alegro que estés bien acompañado ahora –Tsukasa se dio cuenta tarde de que parecía un mal chiste, ya que Stan estaba alejado de todos en el otro país– Ah, disculpa, quiero decir…
- Está bien, entendí el punto, y así es. Bueno, no quiero ocuparte más tiempo, y tengo que ir a trabajar. Al final se volvió una conversación bastante personal… qué curioso. Pero está bien, ahora estoy más tranquilo, parece que eres una buena persona además de ser profesional. Hasta luego, Tsukasa.
- Sí, hasta luego Stan.
Stan cortó la llamada, y se quedó mirando el teléfono un momento. Cuán equivocado había estado en mirar mal a Tsukasa tanto tiempo, y al final había resultado ser un tipo más que decente. Pero sin conocerlo personalmente, y con la apariencia que tenía, era una "competencia" interesante. No tenía pensado entablar más conversaciones con él, tampoco eran amigos, pero al menos estaba tranquilo de que Kohaku estaba en muy buenas manos en su ausencia, Tsukasa la guiaría bien en más de un aspecto.
A finales de marzo, finalmente llegó el día en que Kohaku se egresó de la preparatoria. Contando con la ayuda de Xeno y el soporte de las clases, sí logró sacar finalmente un buen promedio, en especial en aquellas asignaturas que solían ser el punto débil que se lo bajaban todos los años. La ceremonia tradicional japonesa implicaba que las mujeres fueran vestidas con un "hakama", la parte superior era similar a un kimono, y desde la cintura hacia abajo era un pantalón amplio como una falda, con siete pliegues. También iban peinadas y maquilladas elegantemente, Kohaku destacaba en su belleza natural, potenciada por esos detalles. Kokuyo y Ruri la acompañaron, y Ruri se ofreció a hacer una video-llamada con Stan para que al menos pudiera ver parte de la ceremonia, ya que no podía estar allí personalmente. Como iban a la misma escuela, también fue el egreso de Nikki, Kirisame y de Chrome, por lo que los varios amigos en común de los cuatro fueron invitados a la salida del evento para festejar, Tsukasa incluido. Para completar su día de felicidad y logro, el pelilargo le dijo que con las calificaciones que obtuvo estaba más que asegurado que continuaría entrenándola, y ella no pudo contenerse y le saltó encima radiante de felicidad, ignorando el protocolo y la delicadeza de su vestuario, recibiendo la broma de Chrome de que sí se estaba comportando como una gorila hasta el último día de escuela, con lo que se ganó una mirada muy amenazante.
El grupo de amigos se sorprendió mucho cuando Xeno se acercó también a saludarla y felicitarla, demostrando una confianza y calidez que no se imaginaba que tenían, y ahí Kohaku les explicó que él era el mejor amigo de su novio, y también les confesó que era su amigo, habían ido de vacaciones juntos los tres a Estados Unidos, y además él la había ayudado con sus estudios últimamente. Todo tuvo sentido en ese momento para ellos, aunque habían quedado completamente boquiabiertos. El "profesor" se había sonrojado un poco al quedar tan expuesto, pero había aceptado que ya no era más docente para ellos a partir de ese momento, y Kohaku parecía aliviada de dejar de fingir que no lo conocía, cuando su vínculo se había mejorado y vuelto más cercano los últimos meses.
A partir de ese día, Kohaku al fin pudo relajarse más, o al menos ya no tenía tantas cosas en la cabeza, sino que ya podía centrarse en su entrenamiento y en leer los libros especializados que le había prestado Tsukasa, además de su trabajo en el restaurante. Una semana más tarde llegó el día de despedirse de Xeno, que se iba a Estados Unidos con Senku, pero al menos estaba aliviada de que al fin Stan tendría la mejor compañía, y que seguro la iban a entretener con anécdotas de la convivencia.
Tal como le había anticipado Stan a Tsukasa, Kohaku le dijo a su "maestro" –como ahora le llamaba– que estaba pensando que en el verano podía tomarse unas semanas de descanso para ir a visitar a Stan, y le sorprendió que él le dijera que no de forma cortante.
- ¿Qué? ¿Por qué no?
- No hace mucho que empezamos tu entrenamiento de forma profesional. Si vas en serio con esto, todavía te falta bastante para considerar tomarte vacaciones, que por lo que me contaste, te fuiste de viaje a fin de año.
- Ya lo sé, pero quiero ir a visitar a Stan. Si tú te vas de vacaciones, podemos coincidir en tiempos, y entonces yo…
- No, no voy a irme de viaje, tengo que entrenar para una importante pelea internacional
- ¡Ooh qué emocionante! Pero entonces yo…
- No, Kohaku, no tienes mi visto bueno. Si insistes, hazlo, es tu vida, pero entonces no te entrenaré más, no puedo tomarte en serio como discípula en ese caso, lo siento.
Kohaku se sorprendió mucho de que Tsukasa sea tan serio y tajante, había algo que no cuadraba allí. Lo miró fijo, varios segundos, sin quitarle los ojos de encima. Él le devolvió la mirada a la par, pero eventualmente hubo algo en sus ojos cobrizos que a Kohaku le dio la certeza de que le faltaba sincera determinación. Y en seguida en su mente se formó una idea, recordando algo.
- Stan te lo pidió, ¿cierto? Que no accedas a dejarme ir, bajo esa amenaza.
Tsukasa levantó las cejas, ahora él sorprendido de que ella pudiera leer con tanta claridad a través de él, había acertado completamente.
- ¿Por qué piensas eso? –Preguntó, sin afirmar ni negar nada.
- Porque tú no me dirías algo así, no eres tan desconsiderado como para ponerme a elegir entre Stan y mi entrenamiento, conociendo las circunstancias… Y porque me pidió tu teléfono, así que tenía un motivo del que no quería hablarme.
- Sí, así es… –Admitió, con una sonrisa– Se conocen muy bien los dos. Entendí el punto de Stan, y me pareció muy compañero su argumento para "detenerte", no es nada egoísta.
- No, no lo es. Sólo espero que estos meses no se hagan largos entonces, realmente quiero verlo.
Los meses pasaron con ese ritmo constante en cuanto a las dinámicas de cada uno, Kohaku dedicándose al entrenamiento, Stan a su trabajo y su vida ya en compañía de Xeno, y la pareja manteniendo su vínculo con las conversaciones diarias y las "reuniones" familiares y con amigos. Se extrañaban horrores, la falta de contacto físico era desoladora por momentos, pero se consolaban pensando que faltaba cada vez menos.
El ocho de Agosto, el cumpleaños de Kohaku, no faltaron sorpresas y amor. Como había vuelto del trabajo la noche anterior media hora antes de que sea el día, sólo esperaba que su familia la salude, y contaba con esperar el llamado de Stan antes de irse a dormir. La comunicación no se hizo esperar, ni bien había dado la medianoche, el teléfono de ella sonó, mientras ella estaba sentada en el sillón de la sala de estar, descansando. Ya se había acostumbrado a que la luz ambiental era la opuesta a la de ella, pero lo curioso de ese día era que Stan estaba "un día atrás". Como él se encontraba en el trabajo, no pudo preparar nada especial como saludo, aunque ya la vista de él en uniforme era algo digno de ver como regalo a los ojos.
- Feliz cumpleaños, mi amor –La sonrisa cálida y deslumbrante de Stan competía con el brillo de la luz de su entorno.
- ¡Gracias, Stan! –Le contestó ella, también radiante.
- Me encantaría estar ahí para llenarte de besos, abrazos y regalos, pero tendrás que conformarte con esto por ahora. Ah, y con esto, mira –Estiró la mano fuera del plano de la cámara, y volvió con un hermoso ramo de rosas roja de tallo largo– Para ti.
- ¡Qué hermoso! Eres un ángel romántico, gracias. Ponlo en un jarrón con agua por mí.
- Vamos, agárralo, es tuyo.
- ¿Eh? –Preguntó confundida, riéndose– ¿Y cómo esperas que se materialice a través de una pantalla? Ni tú puedes hacer eso.
- Eso está por verse –Respondió con una sonrisa juguetona– Mira, yo te lo voy a acercar a la pantalla, y tú vas a agarrarlo. Te lo prometo que lo tendrás en tus manos, confía en mí. ¿Lista?
- De acuerdo –Le siguió la broma, encontrándolo adorable.
Stan fue acercando el ramo lentamente a la pantalla, y cuando esta se puso negra de lo cerca que estaba de la cámara, Kohaku estiró la mano también, sintiéndose una niña jugando. Pero en ese mismo segundo, algo enorme y rojo realmente entró en su campo de visión cerca de su cara, y se sobresaltó. Cuando miró bien, quedó boquiabierta al ver que efectivamente había un ramo de rosas delante de ella, sólo que era uno mucho más grande, debían ser no menos de cincuenta rosas rojas grandes y hermosas, en un ramo en forma de un enorme corazón. Le costó mucho procesar que eso era real, y cómo había llegado allí, hasta que mirando a un costado se encontró con la sonrisa deslumbrante de Ruri, que se había escondido detrás de ella en el sillón y era quién la había sorprendido con el verdadero.
- ¡WOW! ¡¿QUÉ…?!
- Te dije, preciosa, que iba a hacerlo real –dijo Stan con satisfacción, guiñándole un ojo.
- Oooh… es hermoso… Oh, Stan….
Kohaku estaba fascinada, y notando que su hermana y Stan habían preparado esa sorpresa con anticipación, sin que ella se diera cuenta. El ramo era gigante, cada rosa perfecta y delicado, y emanaba un delicioso aroma a rosas frescas, dulce y floral, además del detalle de la forma de corazón. La emoción se abrió paso en ella, que al instante se le llenaron los ojos de lágrima, mezcla de felicidad con un poco de angustia por extrañar tanto a Stan, que sin embargo había preparado algo tan hermoso para compensar no estar allí para dárselo personalmente. Ruri le dio un beso en la frente, la saludó también por el cumpleaños, y le secó las lágrimas con ternura.
- Gracias, Stan, Ruri. Es perfecto, precioso.
- Pero no más que tú, mi vida. Te amo mucho, disfrútalo.
- Esa debería ser mi línea, no puedes ser tan hermoso y dulce, y también te amo mucho. Gracias, gracias. Oh, cuánto te extraño.
Unas lágrimas agridulces y silenciosas cayeron por su rostro, y su hermana se las volvió a secar.
- Veinte años ya, estás a un añito de la mayoría completa e independiente de edad. Te prometo que el próximo lo compensaré y estaremos juntos… pero por ahora, espero que te guste esto, cuando nos veamos te daré más regalos.
- ¿Más? ¿Hay más?
- Te daría el mundo, pero como no se puede, nos tenemos que conformar con regalos materiales, además de una buena cuota de amor y besos. Aunque podría darte una buena noticia como regalo extra.
- ¡Dime! Ya puedo imaginarlo, que sea lo que estoy pensando, por favor…
- Mi deportación "termina" el dieciséis de noviembre. Desde ese día soy completamente un hombre libre que puede recorrer el mundo y volver a Japón si quisiera.
- ¡OH DIOS, STAN, SÍ! –Exclamó Kohaku, tapándose la boca con la mano, un torrente de emoción atravesándola– ¡Y volveremos a vernos!
- Sí, preciosa, así es, ocho meses separados llegarán a su fin. Aunque, en realidad, me convendría respetar y terminar el mes laboral, para quedar en buenos términos e incluso lograr un apoyo nacional para que me vuelvan a ofrecer un trabajo allí en Japón, como el que tenía antes.
- Entiendo… sí, claro. Ya esperamos tanto, dos semanas más no harán a la diferencia, y para ti son importantes.
- Sólo lamento que nuestro primer aniversario de noviazgo sea antes de que yo vuelva. Pero no te preocupes, luego festejaremos como corresponde.
- Oh… es cierto. Stan, yo puedo viajar. Ya sé que no falta mucho para que vuelvas, pero…
- Luego lo veremos amor, ahora concéntrate en disfrutar de tu cumpleaños, los regalos, y la noticia. Paso a paso, día a día, como venimos haciendo.
- Sí…
Kohaku no quería insistir, pero realmente iba a buscar la forma de hacer un "viaje exprés" para verlo. Suficiente distancia y momentos juntos habían perdido, este sería su primer aniversario como pareja, y el primero de la vida de ella ya que nunca había estado de novia antes, no iban a quedar en un saludo virtual, por cálido y amoroso que fuera en intención.
Aunque Stan había dicho que los regalos materiales quedarían para el reencuentro, Kohaku se encontró por la mañana en su dormitorio con una fina caja de joyería, que contenía un precioso conjunto de pendientes, collar, y pulsera, de zafiros y diamantes. Y al lado de eso, apareció un gran peluche con forma de un adorable pulpo. Junto a los regalos, había dos cartas y una nota. La última era una de su padre, diciendo que era un paquete de Stan que había ido a buscar al correo, los había enviado desde Estados Unidos la semana anterior.
Una de las cartas era por supuesto de su novio, escrita a mano, donde le deseaba un feliz cumpleaños con unas palabras dulces y llenas de amor, y le decía que el pulpo, aunque llegara tarde, era un reemplazo de él para que pueda dormir por las noches. Lo gracioso era que le había echado al pulpo su perfume favorito, con lo cual realmente tenía un aroma que a Kohaku le hizo acordar a él. La otra carta, era la invitación a una cena, pero virtual, donde decía que tenía una "etiqueta de vestimenta formal", y que se comunicara al teléfono que estaba anotado más abajo, para que le lleven a la casa el menú que ambos compartirían, ya que él iba a comer lo mismo en su cena en la casa de Xeno. La rubia frunció el ceño, el día era miércoles y Stan debía de estar trabajando para cuando hicieran la "cena", por lo que asumió que se había pedido el día de trabajo o cambiado de turno.
En una nota aparte le pedía que se ponga un lindo vestido, el conjunto de accesorios que le había regalado, que encienda unas bonitas velas y ponga una suave música. Y que se preparara porque después de la cena "venía lo rico", que se asegurara de estar sola y tranquila en su habitación. Kohaku sonreía tontamente, Stan siempre había tenido lindos detalles, pero eso era de lo más romántico y adorable, la estaba consintiendo como siempre, a pesar de la distancia. Que organizara y pensara todo eso con anticipación, era una prueba irrefutable de cuánto la amaba. Y a pesar de que la intimidad de ellos ahora se reducía a encuentros calientes por video-llamada, Stan era incluso un increíblemente buen amante guiando el momento, y su voz sensual y cálida como caramelo no hacía más que estremecer a Kohaku de gozo, y excitándola casi tanto como si estuviera ahí con ella, siendo él el que la tocara.
Por supuesto que el festejo juntos fue luego tan hermoso y perfecto como sonaba, y Stan había cerrado las persianas y cortinas de la casa para que pareciera lo más de noche posible de su lado de la cámara, y así poder también luego encender las velas y preparar el ambiente como si estuvieran cenando juntos. Él lucía impecable y guapísimo con una elegante camisa blanca entallada, mientras que Kohaku había pedido a su hermana un precioso vestido gris platinado con escote corazón, y lucía maravillosamente el regalo de las joyas de Stan. La comida había constado de unas "pastas frescas con frutos de mar", el plato que Kohaku había elegido como favorito en su viaje a San Francisco, y Stan le contó que Mozu le pasó el contacto de un excelente cocinero italiano que vivía en Japón, y estuvo encantado de hacer el menú para esa celebración tan especial, que fue de lo más dulce y hermosa posible, dadas las circunstancias.
Dos días después, en la mañana que tenía su entrenamiento con Tsukasa, él le vino con una más que feliz noticia.
- Kohaku, tengo que avisarte que la pelea internacional que te conté es en ocho días, el 6 de noviembre. Por lo que la semana que viene tengo que centrarme y dedicarme a eso, no podré darte clases.
- No hay problema, de hecho, me encantaría ver tu entrenamiento, si es posible.
- Sí, claro. Y también tengo otro favor que pedirte, que creo que te va a gustar y convenir especialmente.
- ¿Qué es? –le preguntó Kohaku con curiosidad y entusiasmo.
- Que me acompañes en el viaje como asistente, sólo hasta que finalice con la pelea, claro. Y no te preocupes, el costo del vuelo y todos los gastos están cubiertos.
- ¿Eh? –No se esperaba eso– ¿Tu asistente?
- Así es. No te preocupes, no es nada complejo, cualquier persona podría hacerlo. Pero estaría bien que seas parte "desde dentro" de algún torneo o pelea internacional, ya que todavía no participaste de ninguno.
- Sí, es verdad.
De pronto se dio cuenta de algo, y se le cayó el mundo… la próxima semana iba a ser la fecha de su aniversario con Stan. Todavía no tenía la plata para el vuelo, pero iba a pedirle prestado a su padre, asegurando su devolución en cuanto pudiera. Era una oportunidad única de estar tan cerca de su maestro, y no tenía que preocuparse del dinero, pero no había posibilidad de elegirlo antes que su primer aniversario. Se inclinó en una profunda reverencia, uniendo las manos a modo de disculpa.
- Tsukasa, lo siento mucho, pero ahora me doy cuenta que no puedo ir. Tengo otro compromiso, y ya decidí que será mi prioridad, no importan las consecuencias. Tengo que viajar, y no me importa si voy y vuelvo casi en el mismo día, pero ya lo decidí.
- Puedes hacer las dos cosas, primero me asistes a mí, y luego haces tu viaje. La pelea es el 8 de noviembre a la noche. Ya que cancelo tu entrenamiento por una semana, tienes a tu favor toda una semana libre si así lo deseas.
- ¿8 de noviembre a la noche? No puede ser menos conveniente, el día siguiente es el importante para mí. No alcanzaré a viajar.
- Sí que lo harás, ya lo revisé. Es en San Antonio.
- ¿En dónde?
- San Antonio, Texas.
- ¿Texas? –Repitió, pero un segundo después cayó en cuenta– Espera… ¿TEXAS? ¿EN ESTADOS UNIDOS?
- Sí. Está a unas tres o cuatro horas de Houston.
- Oh dios… demasiado justo –El corazón le martillaba de emoción.
- Un poco atrasado, pero feliz cumpleaños –Le dijo Tsukasa, con una sonrisa amable.
- ¿Eh…? Oooh, espera, espera… ¿Me ofreciste ser tu asistente para poder viajar a Estados Unidos a ver a Stan? ¿Y gratis?
- Sí, así es. Por eso dije que te convendría especialmente, al principio de nuestra conversación. Cualquier asistente que eligiera tenía cubiertos todos los gastos de vuelo y estadía, pero pensé que tú eras la más indicada ya que aprenderías con eso, además de que sería una buena excusa para aprovechar el viaje y extenderlo un poco más para poder visitar a tu novio, tanto como querías.
- Oh sí… ¡SÍ, SÍ SÍ! –Los ojos de Kohaku se llenaron de lágrimas de felicidad, era más de lo que podía pedir. Sin poder controlar su emoción, se lanzó a abrazar a Tsukasa, llena de gratitud.
Tsukasa le dio unas palmaditas afectuosas en la cabeza, y luego le dijo que tenían que viajar al menos tres días antes. Por más que estaba acostumbrado a volar, tenía que librarse de los efectos del jet lag, por lo cual el primer día sería libre para ambos, y tener al menos un día completo de entrenamiento allí, como era su costumbre. Kohaku le preguntó si podía usar ese primer día libre para hacer una rápida visita a Houston y volver el mismo día, se le ocurrió que podía darle una buena sorpresa a Stan al aparecen allí. Tsukasa aceptó, diciendo que ya se esperaba que se lo pida. Una vez que terminaron de hablar de la organización y demás, Kohaku estaba completamente energizada para entrenar, y le pidió a su maestro que fuera más exigente que nunca, más teniendo en cuenta que no iban a entrenar la semana siguiente.
Cuando llegó a su casa, Kohaku compartió la feliz noticia con su familia, que se alegraron mucho por ella por los dos motivos del viaje, y luego le mandó un mensaje a Xeno, pidiéndole la dirección de su casa en Houston, y los horarios en que Stan solía estar allí, y le contó que era una visita sorpresa, que no le dijera nada. Él le dio sus datos, pero bromeó diciendo que ese día le pondría algunas gotas tranquilizantes en el café matutino de Stan. Hasta el día del vuelo, ella tenía toda una semana libre, que igualmente la dedicó a entrenar por su cuenta, y a preparar el regalo de aniversario. No tenía idea de qué se solía regalar, pero no quiso preguntarles a sus amigas, sino simplemente ser creativa con algo realmente significativo, tampoco pensaba regalarle algo únicamente material. Era un aniversario, y quería que simbolice todo ese "trayecto".
Unos días después, dio con una idea bastante linda, y buscó un anotador donde ir plasmando los recuerdos e ideas que surgían. Tuvo que comprar varias cosas para armarlo, y tendría que darle la forma definitiva en Estados Unidos, ya que le preocupaba que se arruine en la valija. Finalmente consiguió todo, un día antes del vuelo, y ya estaba con la sonrisa plasmada en la cara de lo emocionada que estaba por ver la reacción de Stan a su presencia sorpresa y al regalo. Ella nunca había hecho un regalo así para él, siempre los anillos, fotos y regalos especiales y románticos habían sido de parte de él, y se sintió un poco mal cuando se dio cuenta, pero estaba segura que a Stan le iba a encantar el detalle.
Al día siguiente, su padre y su hermana los llevaron en auto a Tsukasa y a ella al aeropuerto, y le desearon suerte y un buen viaje. El pasaje de Kohaku era ida y vuelta, pero el castaño le había dicho que, pagando una pequeña diferencia, podía aplazar la fecha de vuelta, ya que seguramente pensaba quedarse unos días más allá con Stan. El vuelo iba a tener una escala de dos horas, y duraría unas buenas quince horas en total, con lo cual Kohaku entendió por qué Tsukasa le había dicho que se tomarían todo un día libre, era agotador estar tantas horas arriba de un avión.
Aterrizaron en el aeropuerto internacional de San Antonio a las seis de la mañana, donde un auto los estaba esperando para llevarlos al hotel donde se alojarían, el lujoso "Hyatt Regency San Antonio Riverwalk", en el condado de Bexar. Como Tsukasa era el campeón mundial, los recibieron a los dos con todos los honores y lujos, a pesar de que él parecía totalmente indiferente a aquello, aunque siempre muy educado y agradecido hacia sus auspiciantes. La pelea iba a ser en el famoso estadio "Alamodome", que estaba a unos diez minutos en coche, o unos veinte minutos a pie, cruzando la ruta 37. Kohaku calculó que podía dormir y descansar bien hasta casi el mediodía, almorzar temprano en el hotel, y salir un poco antes de la una de la tarde, donde había reservado un viaje en taxi para que la lleve a la ciudad de "Nassau Bay", donde quedaba la casa de Xeno, bastante cerca de la NASA. Tenía que estar a las cuatro de la tarde allí, ya que el científico le había dicho que Stan solía llegar a eso de las cuatro y media, y el viaje tomaba unas tres horas y cuarto.
El hotel era moderno y lujoso, con enormes ventanales, piscina climatizada en el interior, y otra enorme fuera, y tanto la entrada como las habitaciones tenían impolutas paredes blancas y beige con decoraciones y accesorios en tonos amarronados. El impresionante hall tenía un piso marmolado muy elegante, y las columnas rectangulares de madera con largos paneles de luz incrustados daban un efecto más que interesante y agradable a la vista. La decoración era bastante minimalista y en armonía, la simpleza de pocos tonos de colores cálidos y algunos toques de azul muy agradables. Las habitaciones repetían esa gama de colores y esa simpleza elegante, y el tamaño era más que generoso en ambas, la de Tsukasa y la de Kohaku, que eran contiguas. La cama era de lo más esponjosa y suave, una total delicia, y Kohaku cayó rendida, durmiéndose casi al instante. El descanso le vino más que bien, no había podido dormir todo lo que quería en el avión ya que no estaba acostumbrada a los vuelos, y cuando se despertó unas cuatro horas después, estaba un poco mareada y le costó levantarse, pero de sólo pensar que en unas horas volvería a ver a Stan luego de ocho meses, se revitalizó al instante.
Almorzó junto a Tsukasa en un restaurante cercano, ya que el hotel ofrecía desayuno, cena y bar nocturno. A diferencia de Japón, en Estados Unidos se consumía mucha más carne de vaca y pollo, y la comida estrella del país eran las hamburguesas, por lo que fueron a un restaurante recomendado llamado "Bunz Handcrafted Burgers", y realmente comieron delicioso y hasta quedar repletos. Mientras comían, Kohaku le compartía anécdotas de su viaje a San Francisco, y Tsukasa de todas las ciudades de Estados Unidos que conocía, por las distintas competiciones internacionales a lo largo de su vida deportiva. Aunque ella lo respetaba mucho, ya se habían convertido también en muy buenos amigos, por lo que podían hablar con total confianza, más allá de su vínculo como maestro-discípula.
Volvieron al hotel, donde un rato después, le avisaron a Kohaku al teléfono de servicio de la habitación que el taxi había llegado, por lo que ella tomó su mochila y salió de allí. Tsukasa le había dicho que podía volver al día siguiente bien temprano si quería, pero tenía que estar a más tardar a las ocho de la mañana allí para desayunar y luego ir al club de entrenamiento con él. Como no tenía mucho que hacer durante el viaje, aprovechó para dormitar un poco más, además de que el suntuoso almuerzo le había dado un poco de sueño también. Se había puesto los auriculares disimuladamente, para programar una alarma, que la despertó media hora antes de llegar a su destino. Alcanzó a ver el "Centro Espacial Hudson", así como el enorme predio de la NASA en el camino, y quedó boquiabierta. Recordó que Senku también debía de estar ahí, y tenía ganas de pedirle a Stan de hacer una visita para conocer las instalaciones y de paso saludar al joven y a Xeno allí.
El coche se detuvo en la calle Davon, y Kohaku quedó boquiabierta al mirar el mapa y ver que estaba a pocos metros de la bahía, era un barrio residencial muy hermoso y sereno, rodeado de agua y parques, mucho verde. Las casas con largos patios frontales con un pasillo de concreto eran tal como en las películas, la mayoría de ladrillo y con tejados a dos aguas, sin dudas un paisaje estadounidense. Dio con la casa de Xeno, y se sorprendió porque era una casa más grande que la de ella y su familia, y eso que vivía solo. Entendió por qué decía que estaba perfectamente cómodo para convivir con Stan, bien podía ser una casa familiar para cuatro o cinco persona. Kohaku sonrió, pensando que sin dudas era la casa más elegante, los ladrillos estaban pintados de blanco con el tejado marrón claro, y tenía muchas ventanas. En la vereda crecía un árbol grande, y cerca de la entrada había varios otros arbustos y árboles pequeños muy bonitos. Se respiraba una hermosa paz allí, nada que ver con la vorágine de gente e intensas luces de Tokio, aunque ella vivía en una zona un poco más tranquila y apartada de las calles principales.
Se sentó en el porche de la casa, cada minuto más y más ansiosa, tenía que respirar profundo para calmarse. Y unos veinte minutos después, lo vio: Tan hermoso y relajado como siempre, caminando con una mano en el bolsillo y la otra sosteniendo un bolso, vestido con un jean y una chaqueta de cuero que tan bien le quedaban. Como Kohaku no estaba muy a la vista, no se percató de su presencia hasta que estuvo prácticamente en la vereda frente a la casa. Temblando un poco con emoción y felicidad, con el corazón martillándole el pecho, se puso de pie y se adelantó unos pasos, llamando la atención de su novio por el movimiento. Y fue entonces que sus ojos se encontraron, y Stan se paró en seco, abriendo mucho los ojos y ahogando un jadeo, quedando con la boca abierta. Por un momento sólo se miraron, y él parpadeó varias veces, posiblemente confundido pensando que era una ilusión.
- ¿Kohaku? –murmuró, todavía dudando de sus ojos. No cabía duda que era ella, conocía cada detalle de su rostro y de su figura, pero no entendía cómo y por qué estaba allí de repente.
Escuchar la voz de Stan en persona después de tanto tiempo liberó las emociones contenidas de la rubia, que desbordó inmediatamente en lágrimas y soltó un gemido lastimoso, murmurando el nombre de él, antes de echar a correr a su lado. Con eso Stan terminó de convencerse de que su novia estaba allí en carne y hueso, y dejó caer el bolso de su mano, tan temblorosa como las de ella, y también corrió a su encuentro. Se abrazaron tan fuerte como pudieron, sin ninguno poder contener las lágrimas de emoción al poder volver a sentir la calidez y el cuerpo del otro, y las rodillas de Stan flaquearon y terminaron abrazados sobre el césped. En espejo, los subieron las manos hasta las mejillas del otro, mirándose a los ojos turbios y húmedos, al fin terminando de forma inesperada con la eterna distancia que los había separado. Se besaron con tanta necesidad que sus labios chocaron bruscamente, desesperados, como si estuvieran sedientos y el agua que consumían no les alcanzara. Las manos temblorosas de ambos recorrían en su abrazo el cuerpo del otro, indecisas de qué de todo tocar.
Los minutos pasaron en silencio, sólo se escuchaba el roce de sus manos en la ropa del otro, y los labios separándose entre beso y beso, sin separarse del todo en ningún momento. Finalmente, cuando quedaron medianamente satisfechos, volvieron a abrazarse con todas sus fuerzas, buscando calmar sus corazones desbocados, hasta la respiración se les había acelerado considerablemente. Stan fue el primero que habló, levantando la barbilla de Kohaku hacia él, para mirar esos ojos aguamarina que tanto amaba.
- ¿Qué haces aquí, mi amor? ¿Cómo llegaste? ¿Por qué…?
- ¡Sorpresa! –Contestó ella con una enorme sonrisa, mientras parpadeaba para aclarar su visión de las últimas lágrimas– Llegué esta mañana a San Antonio, y luego vine en taxi hasta aquí. Tsukasa tiene una pelea internacional, y era en este país, de entre todas las posibilidades… Así que me invitó como su asistente, con lo cual incluso me dejó todo el viaje pago gracias a sus auspiciantes, y me dejó venir sola hoy para poder volver a verte. Bueno… Xeno lo sabía también, por eso es que estoy aquí, llegué hace un rato.
- Casi me da un ataque… no estaba preparado psicológicamente para verte, preciosa. Creo que voy a dejar mi orgullo a un lado y darle más que un apretón de manos a ese hombre –sonrió burlón– Qué increíble y buena idea. ¿Hasta cuándo te quedas?
- Aquí en Houston, por hoy solamente, o mañana a la madrugada, ya que tengo que estar antes de las ocho de la mañana en el hotel. En San Antonio tengo que quedarme unos días más, hasta el ocho por la noche, que es el día de la pelea. Y desde ahí, Tsukasa me dijo que soy libre y que puedo cambiar la fecha del pasaje de vuelta para cuando quiera volverme. Así que voy a estar aquí para que festejemos nuestro aniversario juntos y en persona, como se merece.
- Oh, es demasiado bueno, demasiado perfecto –respiró profundamente– Gracias, gracias, gracias. No sabes lo feliz que me hace esa noticia también. Si es así, iré allá para ver la pelea de Tsukasa, o si no quedan entradas, te esperaré a la salida, y podemos ya compartir las primeras horas de nuestro día juntos.
- Tsukasa es tan previsor, que seguramente habrá guardado un boleto para ti, o tendrá una invitación VIP, vas a ver –soltó una risilla– Estaba contento de poder ayudar para que nos veamos. Y tengo mi habitación en el hotel, así que podemos ir allí, que está bien cerca del estadio, no tenemos que viajar ni alquilar nada a última hora.
- Nada mal –sonrió aliviado– Quédate aquí esta noche entonces, y mañana te llevo. Xeno no tendrá problema de seguro, y tengo la habitación de la casa para mí, así que dormiremos juntos. Y el día de nuestro aniversario podemos volver aquí, ya que no vas a tener donde quedarte.
- ¡Sí, suena perfecto! ¿Pero cómo me vas a llevar?
- Tengo mi moto, la original, aquí –Le dijo orgulloso.
- ¿La original?
- La que tenía antes de irme a Japón, se la había dejado a Xeno para que me la cuide. Mira, te quiero presentar a mi bebé.
- ¿"Bebé"? –Preguntó Kohaku, alzando una ceja, pero divertida de cómo llamaba a su moto.
Se pusieron de pie, Stan agarró su bolso, y se dirigieron al garaje. Xeno no tenía coche, lo único que había dentro era una reluciente moto negra, una insignia estadounidense.
- Te presento a la más famosa Harley-Davidson, la "Fat Boy".
- ¿Esa es tu "bebé"?
- Tú eres mi preciosa, ella es mi bebé –le dijo con picardía.
- Es muy bonita –admitió entre risas, viendo cómo brillaban los ojos de él con orgullo.
- Y estará más que honrada de llevarte por primera vez.
- Ya veo, pero deja de hablar sobre la moto en tercera persona, como si fuera… nada, olvídalo –se resignó, rodando los ojos.
- Vamos adentro de una vez, te quiero presentar el hogar de Xeno, y el mío desde que llegué aquí. Y si me acompañas, luego vamos al mercado, quiero hacer una buena cena en honor a tu visita.
- No quiero darte trabajo, pero extraño tanto tus platillos que no podría negarme tampoco.
- Déjame consentirte, yo estoy bien, y tú llegas de un viaje extenuante.
- Gracias, te amo –se puso en puntillas de pie para darle un beso en la mejilla, pero él se giró para conectar sus labios una vez más.
La casa de Xeno era tan grande como parecía, y Stan le explicó que todas las casas del barrio eran así, además que era bien sabido que, con el prestigio y el puesto de trabajo de su amigo, no tenía problemas de presupuesto para costear una casa como esa. Era sencilla y moderna, por supuesto que la decoración cabía perfectamente en la descripción de "elegante". Las paredes eran blancas, salvo una que era gris, a juego con los cómodos sillones de la sala de estar, y largas y pesadas cortinas color crema en los ventanales principales. Los muebles eran de un color madera claro, y las luces dicroicas daban el toque de lujo, pero sin llegar a ser ostentoso. Vista desde afuera, no parecía ser una casa tan refinada, pero pensándolo bien encajaba perfectamente con Xeno. Incluso la habitación en que dormía Stan ahora estaba perfectamente decorada y cómoda, con una enorme cama y un sillón individual, incluso un buen televisor de pared y una chimenea empotrada.
Luego del "tour", Stan tomó las llaves de la moto del llavero que colgaba junto a la puerta, y fueron juntos al mercado. Kohaku se maravilló de lo espacioso y abundante que era, y tenía infinitas góndolas abarrotadas de todo tipo de alimentos y presentaciones, muchos de los cuales no conocía, tan distinta era la cocina occidental a la japonesa. Stan le ofreció hacerle una buena y típica barbacoa, y ella aceptó encantada, ya se le caía la baba de sólo imaginarlo, todo lo que cocinaba su novio era una delicia. Mientras elegían los ingredientes y esperaban para pagar, se pusieron al día, Kohaku contándole todos los detalles de ese viaje.
Cuando volvieron a la casa, Xeno ya había llegado, y la rubia lo saludó también con un abrazo afectuoso, aunque más medido. Se pusieron al día también, y para sorpresa de Kohaku, el científico se ofreció a ayudar con la cocina. Aunque Stan sería el "chef principal", admitió que su amigo también era un excelente cocinero, al menos tenía el gusto finamente desarrollado. Xeno aceptó el halago, pero contestó que, si bien sabía cocinar y disfrutaba de los buenos sabores, no soportaba perder tantas horas en cocinar, salvo ocasiones especiales o los fines de semana, por lo que estaba más oxidado con su talento. Y como Stan estaba agradecido de que le haya dejado vivir allí, él era el que cocinaba diariamente para ambos, aliviándole ese peso a su amigo.
Stan había comprado unas deliciosas costillas de ternera y salchichas, y dijo que iba a preparar la "barbacoa estilo Texas". Prepararon el aliño de especias en seco para ir adobando la carne, que dejaron absorber los sabores mientras preparaban las dos salsas características de la cocción, la "salsa mop" y la "salsa sopping". No alcanzaba el tiempo a ahumar la carne como era tradición, así como el aliño solía dejarse toda la noche anterior actuando, pero Stan aseguró que iban a obtener un resultado decente. Xeno podía ser bueno cocinando, pero era exageradamente lento y cuidadoso para cortar los ingredientes de la preparación, a un punto que alcanzó a desesperar a Kohaku, pero el científico la ignoró y no la dejó ni tocar un cuchillo. Ella pensó que era su forma de anfitrión de agasajarla como invitado, pero luego le dijo que era para evitar que "arruine" con su torpeza y desprolijidad el resultado. "Si quieres resultados elegantes, tienes que preocuparte por las formas", dijo, y Kohaku y Stan rodaron los ojos a la par, con una sonrisa burlona.
Unas horas después, finalmente la cena estaba lista, y fue más que deliciosa. El complejo sabor inundaba la boca, y la ternura y la jugosidad de las costillas era adictiva. No quedaron sobras, ni siquiera de la ensalada que Xeno también cortó con suma prolijidad. Hicieron un poco de sobremesa hablando de cómo estaban las cosas, y el científico también le contó cómo le estaba yendo a Senku en la beca. Y luego, como él se tenía que acostar temprano, se despidió y les deseó un buen descanso, aunque con una clara mirada de advertencia, que la pareja interpretó perfectamente como "si llega a mis oídos algo que me ponga incómodo, se quedan de patitas en la calle a mitad de la noche". Su casa, sus reglas, era lo justo, y más porque después de tantos meses de no verse, la pareja seguramente necesitaría un buen espacio y momento a solas para compensar sus necesidades físicas amorosas.
En el fondo, Xeno sabía que sería casi imposible y hasta injusto privarles de eso, pero al menos se garantizó la advertencia de que fueran lo más silenciosos posibles, y más teniendo en cuenta que la casa tenía paredes bastante finas. Como los dos hombres habían cocinado, ella se había ofrecido a lavar los platos, pero una vez que Xeno se fue a dormir, Stan dijo que era la agasajada del día, y fue más rápido en ocuparse de la tarea. Kohaku no iba a rendirse, y para molestarlo, lo mordisqueó y le hizo cosquillas, haciéndolo reír y removerse tan incómodo como divertido. Su punto débil y más sensible siempre había sido el cuello, por lo cual subió los hombros para tratar de defenderse del "ataque", protestando de que, si llegaba a romper un plato por estar jugando así, Xeno se iba a enojar cuando se enterara. Pero eso no volvió más piadosa a Kohaku, que sin embargo dejó de hacerle sufrir con las cosquillas, para pasar a colar su mano por debajo de la camisa de él, y acariciarle el firme abdomen y jugar con esa sensual "V" muscular. Eso estaba mucho mejor para él, pero era igualmente tortuoso dada la abstinencia a la que ambos habían estado obligados, esa noche sería la primera vez en ocho meses que podían sentirse de verdad, y no sólo auto-consolarse a través de la pantalla. Kohaku se abrazó al cuerpo de Stan, aceptando que esa no era noche de "juegos", tampoco quería aprovecharse de la hospitalidad de Xeno e incomodarlo en su propia casa.
- ¿Vamos a dormir? –le preguntó Stan, cuando terminó de limpiar la cocina.
- Sí, la verdad estoy con un poco de sueño ya.
- Yo también, pero quisiera darme una ducha primero. ¿Quieres bañarte tú también?
- ¿Puedo? Lo agradecería.
- Claro que sí. Voy a buscar unas toallas entonces.
Kohaku lo siguió al dormitorio, donde de un armario Stan sacó dos toallas grandes. Ella se sentó en la cama, para esperar, pero él la miró y sonrió de costado.
- ¿Qué estás haciendo? Vamos.
- ¿Pero no te vas a…? Ooh, claro… –Con la mirada que le dedicó él, se dio cuenta que pretendía que tomasen esa ducha juntos.
Kohaku aceptó con una sonrisa coqueta, extrañaba mucho los juegos seductores de su novio, y al fin podía disfrutarlos en persona nuevamente. Se desvistieron y se metieron en la ducha, casi ronroneando de placer de sentir el agua caliente y confortante limpiando y relajando sus cuerpos. Se enjabonaron mutuamente, y Stan tuvo que arrodillarse para que ella pudiera lavarle el pelo. Mientras luego ella le aclaraba con agua los restos del shampoo, él se abrazó en esa misma posición al cuerpo de su novia, descansando su cabeza ente los pechos de ella, y cerró los ojos, disfrutando del contacto que tanto extrañaba, mientras disfrutaba de ser "atendido"
Kohaku le acarició el pelo mojado, y se quedaron unos minutos más así bajo el agua. Luego, como ya estaban limpios, cerraron la ducha y se cubrieron con las suaves y grandes toallas, secándose completamente. Cuando terminaron, se dirigieron así al dormitorio, donde Stan colgó las toallas extendidas para que se sequen, y se acostaron en la cama. Kohaku se abrazó a su novio, y apoyó la cabeza en su pecho, pero luego Stan se giró de costado y también le devolvió el abrazo. Sólo eso ya estaba más que bien, tenían mucha necesidad de sentirse en todas las formas posibles, compensar todo ese casi eterno sufrimiento de no poder disfrutar de las caricias y los besos del otro, de esa cálida y confortante sensación de la suave piel que tanto habían extrañado. Se quedaron así un buen rato, entre ese abrazo mutuo y delicadas y lentas caricias, y luego Kohaku se acomodó un poco más arriba en la cama para estar a la altura del rostro de Stan, y así poder compartir unos besos.
Los primeros fueron cortos y dulces, repitiéndose incontables veces. Luego, Stan fue alargándolos más y más antes de separarse cada vez, como si le costara interrumpir el cálido contacto de los labios. Fue Kohaku la que a continuación comenzó a profundizarlos más, jugando con su lengua y rozándola delicadamente contra la de él, hasta que ninguno pudo controlarse y los besos se volvieron más intensos, aunque siempre lentos. No podían dar rienda suelta a la pasión, pero eso no era ningún problema esa noche, tenían mucho amor para darse, y era perfecto que mantuvieran ese ritmo tan dulce y sin embargo tan intenso.
Seguían firmemente abrazados, sintiendo el calor de sus cuerpos desnudos y juntos, y poco a poco la necesidad se fue abriendo camino en ambos. Stan se giró lentamente para ubicarse encima de ella, y para sostenerse mejor cambió el abrazo por apoyarse en sus codos y rodear los hombros de Kohaku, mientras que ella abrazaba la espalda de él. Se comenzó a empujar suavemente contra ella para estimularla, ninguno quería romper ese dulce y añorado abrazo por nada, así como tampoco dejaron de besarse ni un segundo. Los suaves gemidos se ahogaban en sus bocas, y cuando Kohaku separó más las piernas para rodear la cintura de su novio, él se acomodó y se empujó con más decisión para finalmente poder entrar en ella. El que no dejaran de besarse ayudaba a que ningún sonido se filtre, y se movían de una forma tan lenta y cadenciosa, profunda e intensa, que no tenían que preocuparse por incomodar a Xeno.
De hecho, esa forma en que parecían fundirse y conectarse completamente era ideal para aquel momento, mientras las cálidas y vibrantes emociones de finalmente poder volver a hacer el amor los inundaban. La última vez que lo habían hecho también habían compartido esa infinita lentitud, pero con el amargo resabio de saber que lo próximo que venía en cuanto terminara ese momento y ese día, era una cruda y brutal separación forzosa. En cambio, esta vez simbolizaba la esperanza del reencuentro, de saber que a partir de ese día volverían a estar juntos, más allá de unos días o semanas más, luego nada más los separaría. No habría lágrimas esa noche, porque ambos confiaban en que lo único que les esperaba desde ese día, sería la felicidad de volver a compartir sus vidas de cerca, mucho más cerca.
A pesar de la lentitud que no pensaba abandonar, Stan conocía tan bien el cuerpo y el placer de su novia, que sabía perfectamente qué hacer para llevarla al clímax más intenso y delicioso, y esa misma lentitud y profundidad hacía que absorbieran mutuamente cada mínima sensación, hasta volverla gozosamente insoportable, hasta que la necesidad de liberación era una tortuosa tensión. Apenas acelerando el ritmo, abandonándose al amor que se tenían, que les hacía estremecer y vibrar en sintonía el cuerpo entero, alcanzaron la cima del placer, ahogando sus largos gemidos en la boca del otro, primero Kohaku, luego Stan.
Mientras respiraban fuertemente tratando de recomponerse, apoyaron sus frentes juntas, y entrelazaron los dedos de sus manos. Luego, imitando el gesto que tantos meses atrás había simbolizado la despedida, y ahora le daban el significado del reencuentro, giraron un poco sus manos unidas para uno besar el dedo rodeado por el anillo de promesa del otro. Kohaku sonrió con dulzura luego, y murmuró mirándolo a los ojos.
- Aquí estamos… juntos, en las buenas y en las malas. Sí que hicimos honor y realidad a la promesa de estos anillos.
- Así es, ninguno dejó ir al otro. Gracias por no soltarme, preciosa.
- Jamás lo haría, te amo demasiado.
- Me asusta un poco cuánto te amo yo también, pero es uno de esos sustos que dan gustos, al final. Terapia de shock es lo nuestro, para ambos.
Con eso, ambos rieron suavemente, y volvieron a enroscarse y abrazarse como si fueran uno solo, hundiéndose en el sueño más hermoso, el sueño, y la realidad, del reencuentro.
Buenaaas! Así que han elegido el camino del time skip… me parece muy bien xD. Voy a darles el amor que el manga nos está quitando (de la vida jaja), y según los cálculos, creo que hay para unos ocho capítulos más de esta historia, espero que la acompañen hasta el final, aunque ya se imaginan por dónde va a ir ***El camino de la felicidad*** xD. Se lo merecen, tanto drama hubo. La fecha de cumpleaños de Kohaku es canon, oficial.
Al final actualicé "Dominios de placer", pero aviso que la tercera parte va a quedar para después, porque me dieron mucho amor y pedidos de actualización de los otros fics, y como estoy corta de tiempo para escribir… hay que poner prioridades jeje. Gracias por su continuo amor, apoyo y comentarios, se agradecen de corazón y motivan mucho, en especial cuando se complican otras cosas en la vida. Hasta el próximo capítulo, bellos!
