Cuánto extrañaba despertar así un nuevo día, en los brazos de Stan, bajo su lluvia de besos, luego de una dulce y a la vez revitalizante sesión de amor matutino. Demasiados meses, demasiadas noches, habían pasado para poder volver a verse y sentirse apropiadamente. No alcanzaban las caricias, los besos, las sonrisas, ni perderse en los ojos del otro como si fuese el más hermoso laberinto. Lo compensarían, desde ese día en adelante, no les cabía duda de ello, y sólo les restaba unas semanas más de separación cuando Kohaku volviera a Japón, para que nada volviera a distanciarlos injustamente.
Cerró los ojos, apoyándose contra el pecho de él y abrazándolo con fuerza, y parte de ella no lo quería volver a soltar. ¿Cómo se había enamorado tanto de ese hombre? A pesar de todas las dificultades que habían pasado, no podía imaginarse ya su vida sin él, ni creía poder sentirse más amada. Lo único que desearía cambiar de él, sería que él no hubiese sufrido tanto, que esos traumas e inseguridades que cada tanto exponía, se esfumaran para dejar de torturarlo. Pero ella lo apoyaría y lo contendría todas las veces que fuera necesario, no le cabía duda de eso, y lo hacía con amor, aunque fuera duro por momentos. El dejar de fumar había sido difícil para él, no lo había realmente abandonado del todo, pero al menos decía que podía aguantar de fumar uno cada tres días, y eso sería una gran mejora para detener la contaminación de sus pulmones tan maltratados durante años.
- No quiero interrumpir el momento, preciosa, pero tenemos que levantarnos –le dijo Stan dándole un último beso en la frente– Sacrificamos el desayunar juntos para pasar un rato más en la cama, pero tengo que cumplir con llevarte hasta San Antonio antes de las ocho de la mañana, y tenemos un par de horas de viaje por delante.
- Lo sé –resopló, inflando las mejillas– Pero quisiera estar así todo el día.
- Yo también, pero bastante generoso fue Tsukasa con todo, como para ser impuntuales. Además, sólo dos días nos van a separar antes de poder disfrutar de toda una semana juntos. Ayer llegaron aquí, hoy ya es 7 de noviembre, mañana a la noche es la pelea con lo que termina tu "trabajo", y unas horas después empezaremos el día de nuestro aniversario juntos. Pasará volando el tiempo, ya verás. Vamos, arriba.
- No tengo tu disciplina férrea, ni siquiera salió el sol todavía –murmuró con los ojos entrecerrados, mientras lo veía levantarse de la cama inmediatamente.
- Pero bien que para lo otro no te importó que no haya amanecido –le contestó con picardía.
- Con despertadores así, quién puede negarse.
- ¿Entonces necesitas también un "levantador", preciosa?
Stan rodeó la cama para ponerse del lado de Kohaku, y la sostuvo de la espalda y de las piernas para alzarla y cargarla, efectivamente levantándola de la cama sin que se esfuerce. Ella rió muy divertida, y lo abrazó por el cuello, agradeciéndole con un beso en la mejilla.
- Pero qué buen servicio. Podría acostumbrarme a esto, no me consientas tanto.
- Lo hago con gusto, si con esto puedo tenerte un poco más entre mis brazos.
- Debería ser ilegal lo galante que eres.
Con una sonrisa deslumbrante y un guiño de ojos, Stan no la soltó con cuidado, hasta que apoyó los pies en el piso. Se vistieron y alistaron, Stan ya preparado con su elegante y sexy uniforme militar conocido como "Gala Azul", como capitán del cuerpo de marines de aviación, que dejó boquiabierta a Kohaku de lo bien que se veía, ahora podía apreciarlo en persona: La chaqueta color azul medianoche y entallada, larga hasta los muslos, con unos elegantes filetes rojos en los bordes, una hilera de botones dorados al frente, y dos insignias de los marines en ambas partes del cuello de la chaqueta. Un cinto negro con broche dorado remarcaba la confección entallada, sus pantalones eran del mismo azul medianoche con una franja escarlata ancha al costado, y por último unos zapatos negros perfectamente lustrados. También solía llevar guantes blancos y un sombrero del mismo color, pero esos los tenía guardado en el bolso hasta que realmente necesitara usarlos. Stan notó la expresión ligeramente boquiabierta de su novia y rió.
- ¿Te gusta lo que ves?
- Siempre. Oh por dios, Stan… te ves… magnífico. Debería ser ilegal lo guapo que eres, y más vestido así.
- ¿Cuántas faltas de ilegalidad he cometido ya en una sola mañana, sin proponérmelo? Ten piedad, amor, acabo de librarme de una condena –bromeó.
- Sólo te lo perdonaré si en otra ocasión prometes cargarme a la cama vestido así, con el uniforme completo. No te preocupes, yo te lo sacaré a tiempo para que no cometas otra falta.
- Extrañaba ese fuego. Si esa es tu fantasía, encantado de cumplírtela. Pero no podrá ser mientras estemos en esta casa, por la salud mental de Xeno… creo que en tu semana libre podremos alojarnos en una de las residencias que tenemos los Marines.
- Sí, sería lo ideal… Oh, espera… ¿y vas a verte así, manejando tu moto? –Stan asintió con una breve sonrisa– Tengo que tomar una foto de eso… aunque creo que la salud mental que peligre va a ser la mía. Cuando pienso que ya te ves imposiblemente sexy, siempre puedes superarte.
- Si eso te complace tanto, será mi misión personal, mi señora –Agregó, haciendo un veloz saludo militar, sin abandonar su sonrisa juguetona.
- …Vámonos de aquí antes de que me arrepienta y le falte mi palabra a Tsukasa de llegar a tiempo.
- Yes, Miss.
Abandonando su fingida postura militar, la abrazó por detrás en cuanto ella comenzó a alejarse, para darle un sonoro beso en la mejilla, seguido de otro en los labios, cuando los tuvo al alcance. Luego la soltó, y se fueron en silencio y procurando no hacer ruido en el pasillo para no despertar a Xeno. Tal como pensaba Kohaku, Stan vestido así y además subido a esa bella moto tan americana, era un festín para los ojos, y le sacó una foto, maldiciendo que la falta de buena luz natural no la ayudaba a tomar una de calidad.
El rubio encendió la moto, y se pusieron los cascos. Kohaku llevaba puesta una chaqueta muy abrigada de Stan, por supuesto que le quedaba enorme, pero iba a ser para que no sufriera el frío de la ruta, ya que la moto los exponía demasiado al viento. El viaje fue silencioso y bonito a su modo, a pesar que las tres horas se hicieron largas, el amanecer se iba abriendo paso poco a poco, y los colores más vibrantes del día se reflejaban alrededor. Cuando llegaron y se sacaron ambos el casco, fue inevitable que varios transeúntes los observaran curiosos, aunque era inevitable: Que un capitán militar tan atractivo y sonriente estuviera vestido con su uniforme, manejando esa moto, y despidiéndose con un largo beso de una joven japonesa-americana rubia y muy bella también, no era algo que vieran todos los días.
- ¿No quieres saludar a Tsukasa, ya que estás? Debe estar despierto.
- Sinceramente, estoy llegando un poco tarde a mi trabajo… avisé anoche que lo haría, pero tampoco quiero pasarme mucho. Apenas mi superior se enteró de que tú llegaste, y creo que se imaginarán que voy a pedir de tomarme al menos unos días libres mientras estés aquí.
-Está bien, nos vemos mañana entonces. Le preguntaré a Tsukasa si hay un ticket de entrada extra para ti, o alguna forma de que puedas estar dentro.
- Sí, gracias, me interesa de verdad ver esa pelea. Es el campeón mundial y no tiene ni veinticinco años cumplidos, seguro va a ser digno de ver. Hasta mañana en la noche, preciosa.
- Hasta mañana, Stan. Agradécele a Xeno de mi parte también, por recibirme y su hospitalidad.
Con un último beso corto se despidieron, Kohaku esperó hasta que Stan se puso el casco y aceleró la moto, y ella entró al hotel. Mostró sus credenciales para que le dieran la llave de su habitación y pudiera acomodarse. Faltaba media hora para las ocho de la mañana, por lo que decidió darse una ducha para así despertarse y estar más enérgica. Le envió un mensaje a Tsukasa diciéndole que ya estaba lista para desayunar y empezar el día, y unos minutos después él apareció en su puerta.
- ¡Buen día, Tsukasa!
- Buen día, Kohaku. ¿Qué tal fue todo?
- Muy bien, muchas gracias por todo, de verdad. Stan te manda saludos, llegaba tarde al trabajo y por eso no pudo pasar a hacerlo personalmente.
- No hay problema, es entendible. ¿Vamos a desayunar, y te cuento el itinerario del día?
- Sí, cuando quieras.
En el trayecto, Tsukasa amablemente le preguntó del día anterior, y ella le contó brevemente del reencuentro, de la "barbacoa texana" que prepararon en conjunto Stan y Xeno, y de algunas novedades más. También le dijo que su novio quería ver la pelea si quedaban lugares, y Tsukasa le dijo que él tenía varios tickets "VIP" que le dieron para sus invitados, pero no iba a usar, por lo que luego le regalaba uno para Stan.
- Hmm, Tsukasa, ¿no vas a invitar a Senku?
- Lo hice, pero parece que mañana tiene un día muy intenso en la NASA con todo el asunto de su beca, y se disculpó diciendo que no podía viajar, lo mirará por la televisión.
- Ya veo. Bueno, entonces seremos sólo nosotros de los conocidos.
- Es una pelea amistosa, no se está disputando el título mundial esta vez. Y ahora, a lo que a ti respecta. Durante la pelea suelen estar cerca tres asistentes, curan las heridas, me dan agua, ofrecen estrategias/consejos. No tengo entrenador personal ni equipo, nunca lo tuve, así que lo último me acostumbré a hacerlo por mí mismo. Puedes ayudarlos a ellos, pero tu tarea de "asistente" es solamente ahora, ayudarme con los preparativos, lo que yo te diga que necesite, o quiera.
- ¿Traerte café, alcanzarte la toalla, y acercarte el cambio de ropa?
- Algo así –sonrió Tsukasa– Sólo procura que los auspiciantes te vean atenta y ocupada, y estará bien.
- Es lo menos que puedo hacer para agradecerte la oportunidad de venir.
Tal como el castaño dijo, las tareas de Kohaku eran bastante sencillas y relajadas, por lo que aprovechó para mirar de cerca cómo entrenaba y se preparaba para la pelea. Tsukasa era considerado un talento natural, en especial por lograr el título de campeón internacional sin haber tenido un entrenador personal, por lo que siempre había curiosos y fotógrafos tratando de colarse y observarlo, dado que el gimnasio era público y abierto. Él solía simplemente ignorarlos a todos, pero era amable y accedía a los que se acercaban a pedirle una foto o un autógrafo. Y sin dudas la fama, amabilidad, juventud y belleza de Tsukasa les acercaba también a admiradores, en particular mujeres, que no necesariamente estaban interiorizados en el deporte. Kohaku no podía entender cómo él era tan paciente, cuando ella misma comenzaba a ponerse molesta con tantos curiosos superficiales, y no los miraba con tanta amabilidad. Sin proponérselo, terminó luciendo un poco como si fuera encargada de la seguridad de Tsukasa, y sólo se relajaba y volvía a sonreír cuando estaban tranquilos y solos en el hotel que los alojaba, donde compartían las comidas juntos.
Sin embargo, su buena intención tuvo un efecto contraproducente muy problemático: La tarde siguiente, a pocas horas de la pelea, mientras salía del gimnasio con Tsukasa, notó que las miradas de curiosidad y murmullos también se dirigían a ella, y no tenía idea de por qué. Hasta que, en un momento, logró oír una frase en inglés que la confundió "¡Mira, es ella! La chica de la revista, la que juega a dos puntas. Pobre de su prometido, lo hace en su cara y sin vergüenza". Kohaku miró en dirección a las voces, y notó a dos chicas jóvenes que se asustaron al darse cuenta que las había oído. ¿Revista? ¿A dos puntas? ¿Prometido?... ¿De qué demonios hablaban? Una idea comenzó a formarse en su cabeza, y se estaba preocupando de las posibilidades. Necesitaba saber de qué iba eso. Se acercó a las chicas, que estuvieron a punto de huir, pero Kohaku les hizo un gesto con la mirada más pacífica que pudo, dándoles a entender que sólo quería hablar. Su inglés no era el mejor, pero se las arregló para ser lo más clara posible.
- Perdón, pero no pude evitar escuchar, y creo que hay un malentendido. ¿De qué revista hablan? ¿Por qué dicen eso de mí?
Las jóvenes se miraron, y una sacó su teléfono celular del bolsillo. Luego de unos minutos, le mostró la página web de una revista de "periodismo amarillista", de esas que eran todo chismerío y escándalo. Efectivamente, la noticia decía algo de que ella "jugaba a dos puntas", y había algunas fotos de ella con Tsukasa, como asistente, otra comiendo con él y sonriéndose mutuamente en clara confianza, y dos fotos más de Stan. No sabía cómo se habían enterado de su noviazgo, pero rápidamente se dio cuenta que el trabajo de modelaje de Stan y las fotos que había subido a las redes con ella, de seguro habían llegado a alguno de esos "periodistas" sensacionalistas. De hecho, una de las fotos que ella estaba con Stan era la misma del anterior viaje a Estados Unidos, en el que lucían muy felices y enamorados, y se notaba el anillo de promesa de ambos.
Kohaku quedó boquiabierta y horrorizada, por supuesto que era una mentira estúpida lo que sugería esa noticia, que ella estaba seduciendo a su compatriota japonés, "acercándose con la excusa de servirle de asistente", a espaldas de su novio, pero descaradamente sin ocultarlo.
- ¡No! ¡¿Qué es esto?! Es una asquerosa mentira… Malditos… –murmuró con la una bola de nervios en el estómago– No es así, no crean nada de esta basura.
Se grabó en la memoria los datos de esa revista para buscarlo en su propio teléfono, y les agradeció a las chicas, que la vieron tan mortificada y sinceramente asustada que no hicieron más comentarios al respecto, y se fueron rápidamente, excusándose. Tsukasa se acercó a ella, cuando la vio que se había quedado allí parada, nerviosa.
- ¿Qué sucede, Kohaku? ¿Algo anda mal?
El corazón le latía fuertemente, y sentía tanta vergüenza y nervios por la situación injusta que, sin decir nada, buscó en su teléfono la misma noticia. Cuando la encontró, se la mostró a Tsukasa, que frunció el ceño y su expresión se oscureció, pero luego respiró profundamente.
- Lo lamento, Kohaku… aquí son bastante comunes ese tipo de prensa amarilla, y dado que soy conocido y soy la "novedad" de estos días… perdona, no te avisé que esto podía pasar. Es increíble cómo hacen humo con cualquier cosa, y no les importa quién pueda salir lastimado.
- ¿Cómo pueden hacer algo así? No me conocen, no tienen pruebas… y ya me tildan de interesada y de buscar la atención de hombres famosos. ¡Si supieran…!
- No le des importancia, y no hay mucho que se pueda hacer, son rumores sin fundamentos que sólo leen y creen unos pocos, ya ves que en nuestras fotos no hay nada comprometedor. No te das una idea todas las historias que tuve que soportar e ignorar, en especial cuando se enteraron de lo de mi hermana.
- Qué horror... Pero ahora, Stan…
- Él debe estar acostumbrado también, y más si tenía una vida "social" más activa. Cuéntale para que lo sepa, pero no le dará entidad.
- Lo haré. Me preocupa que lo afecte en su trabajo, el desprestigio que podría tener.
- Bueno, no es usual que un militar tenga carrera de modelaje también, pero no dudo que sabrá manejarlo... O silenciarlo.
- No mencionan nada de él y su carrera militar –comprobó, leyendo la noticia rápidamente.
- No, porque seguro solamente buscaron en su perfil de las redes. Ya ves lo superficial que es esa noticia estúpida. No dudo que, si utiliza su influencia militar, desaparece de internet en pocas horas.
- Ah, es cierto... No saben dónde se metieron –Kohaku sonrió con malicia, tranquilizándose con eso– Lo llamaré entonces.
Realmente esperaba, y confiaba, en que Stan no se tomara mal lo de esa noticia, en especial porque al fin había logrado llevarse bien con Tsukasa y calmar sus inseguridades. En cuanto llegaron al hotel, Kohaku no se demoró en llamarlo por teléfono, sabiendo que ya debía de estar pronto a partir hacia San Antonio.
- Hola, preciosa. ¿Todo bien? Estaba vistiéndome para salir.
- Hola, Stan. Sí… no, más o menos, vi algo muy desagradable que quería avisarte cuanto antes.
- ¿Qué pasó? –Preguntó preocupado
- Una maldita revista digital "amarilla", escribió una noticia horrenda y falsa sobre mí y Tsukasa, insinuando que somos amantes en secreto, y que te estoy siendo infiel. No sé cómo se acordaron de mí y de que soy tu novia, y hasta pusieron una foto de nuestras vacaciones juntos cuando ya teníamos los anillos puestos.
- Oh, ya veo –Hizo un pronunciado silencio– Diría "que se jodan", nadie medianamente serio se cree esas idioteces, no le des más vueltas. Pero se metieron contigo y te hicieron sentir mal, eso no se los voy a dejar pasar, infelices.
- Stan… –Sintió una ola de alivio, aunque se lo oía enojado, no lo estaba con ella.
- Sé que debes estar furiosa e indignada, pero olvídate de eso por ahora, no tiene caso. Mientras viajo pensaré cómo lidiar con eso, tú tranquila y a lo tuyo, y sigue haciendo tu trabajo de asistente impecable y correcto como hasta ahora. Gracias por hacérmelo saber, pero no te preocupes.
- Está bien, gracias.
- Nos vemos después de la pelea, no puedo esperar. Esa estupidez no arruinará nuestro reencuentro y aniversario, no te preocupes.
- ¡Sí, yo tampoco puedo esperar! Tsukasa dejó el ticket de tu asiento VIP en la recepción, pídelo a nombre de él.
- Qué privilegio, agradécele una vez más de mi parte. Nos vemos en un rato, amor.
Kohaku cortó la llamada, y se quedó un poco sorprendida de lo "liviano" que se lo había tomado Stan, de verdad no parecía nada sorprendido ni iracundo más allá de estar molesto porque le hubiera afectado a ella. Confiando en lo que le dijeron ambos hombres, trató de olvidar por el momento esa desagradable novedad, y se preparó ella también para el evento de las próximas horas. Se dio un largo y delicioso baño de agua caliente en la amplia bañera que tenía en su habitación, y se intentó relajar completamente. Luego se vistió con un conjunto deportivo para acompañar a Tsukasa como asistente, aunque tenía ropa más presentable y acorde al evento, no quería dar pie a más tipos de rumores. De sólo pensarlo le bullía la sangre, pero trataba de serenarse inmediatamente. Quería llamar a su hermana o a una amiga, pero todavía era muy temprano en Japón, y debían estar todos dormidos.
Una hora más tarde, ya estaba lista, y fueron llevados en auto junto con Tsukasa al enorme estadio "Alamodome", donde sería la pelea. Kohaku no lo conocía ni siquiera de nombre, por lo que no sólo quedó impactada con la fachada exterior del gigantesco lugar, sino aún más con su interior, ya que en Japón no había nada como eso. El estadio era techado, y allí se habían organizado peleas de boxeo, partidos de baloncesto, de fútbol americano, y más. Esa noche estaba preparado con una enorme "jaula" en el centro, que era como se le llamaba al cuadrilátero de las artes marciales mixtas, y la cantidad de asientos para el público a su alrededor era abrumadora: Tenía una capacidad para sesenta y cinco mil personas, si bien cambiaba y disminuía el número según el deporte. Rara vez había llegado a colmarse completamente, y los eventos favoritos de los estadounidenses solían llenar hasta la mitad como mucho, pero era igualmente imponente.
Como esa noche era una pelea amistosa del famoso, joven y apuesto campeón mundial japonés, tenía la información de que se habían vendido unas treinta mil entradas. El desorbitante número intimidó a Kohaku, que no podía creer que todas esas personas estarían allí para ver la pelea de su amigo y entrenador Tsukasa Shishio. Pocas veces tomaba dimensión de lo verdaderamente famoso y reconocido que era su compatriota, y esa noche fue una de esas. Él, por otro lado, estaba muy relajado y sereno, como si no le preocupase en lo más mínimo ni el lugar, ni la cantidad de público, ni su oponente. Era como si, o no le importaba el resultado de la pelea, o estaba totalmente confiado en que la ganaría.
En la hora que pasó, el estadio se fue llenando poco a poco, y solamente cuando faltaban quince minutos para empezar la pelea, fue que Stan le mandó un mensaje y una foto a Kohaku para avisarle que estaba ahí. La rubia tenía ganas de correr y verla junto a él, pero tenía que contenerse y cumplir su función hasta el final.
Cuando la hora de la pelea llegó, se apagó la iluminación general, y un juego de destellos y luces se hizo ver, llenando de emoción y expectativas a todos. El réferi anunció espectacularmente a ambos luchadores, primero al contrincante de Tsukasa, un estadounidense rubio casi rapado, muy alto y fornido, con una mirada bastante intimidante, Owen Johann Smith. Luego presentó al campeón mundial, y aunque se lo veía serio, Tsukasa no tenía una expresión oscura. Luego de la presentación oficial, los luchadores se tocaron los puños con los guantes, a modo de saludo, y se alejaron un poco. Kohaku tenía un nudo de emoción y expectativa en el estómago, nunca había visto a su maestro pelear en persona, y el rugido de apoyo y ensordecedores aplausos del público duplicaba esa sensación.
En cuanto sonó la campana, los contrincantes se pusieron en posición y comenzaron a moverse. Tsukasa era bien conocido porque solía salir "entero" de sus peleas, rara vez lograban conectarle un golpe en su rostro o cuerpo, o al menos ninguno que lo lastime seriamente, su cabellera larga y suelta era signo de su imperturbabilidad. No le gustaba hacer un show de su habilidad, y aunque los auspiciantes le rogaban que "estire" la pelea, solía desestimarlo y vencer a sus oponentes en el primer round, y el público lo adoraba frenéticamente. Todos los presenten compraban el boleto e iban a verlo, aunque sabían que la pelea nunca duraba más de dos minutos y medio, y eso sólo si él no iba en serio con sus ataques. Y su golpe insignia era una brutal patada con la pierna derecha apuntado al rostro del contrincante, luego de un rápido y potente giro en el cual descargaba toda su fuerza. Su puño era igual de devastador y había ganado varios knock-outs así, pero la destreza y habilidad casi danzante de la patada era más impresionante.
El estadounidense comenzó a asestar sus ataques, eficientemente bloqueados por Tsukasa sin mucho esfuerzo, y el primer derechazo del castaño como contrataque en su cabeza ya lo hizo retroceder y trastabillar. El público gritó de emoción ante eso, apoyando al japonés, aunque el contrincante era "local". El golpe pareció aturdirlo, ya que se tardó un poco en volver a atacar, y mantenía las distancias, hasta que el público comenzó a abuchearlo. No había pasado un minuto, y ya el resultado se veía evidente. Tsukasa fue veloz en asestarle una patada al riñón que lo lanzó contra la red de la jaula, y sin dejarlo recuperarse, le dio un fuerte golpe en la cabeza con su puño derecho, que Owen apenas alcanzó a intentar bloquear, con poco éxito. Los espectadores gritaban salvajemente, gritando al unísono "KICK! KICK! KICK!", anticipando el golpe de gracia que le daría la victoria a Tsukasa. El estadounidense se sacudió la cabeza y cuadró los hombros, enfurecido con el apoyo al joven campeón.
Pero si cuando estaba en su mejor forma no pudo lastimar a Tsukasa, menos aún lo haría al perder velocidad y reflejos por el dolor y el leve mareo de los impactos. De verdad que el japonés era un contrincante monstruoso e implacable, y su fama estaba bien merecida, y sus oponentes lo aprendían muy duro y muy rápido. Ya sea para contentar al público, o porque el castaño se había cansado de ver al otro luchador lanzar golpes poco precisos, dio un salto para pegarle con la rodilla en el estómago, y apenas sus pies tocaron el piso, hizo el famoso giro para cargar todo el impulso posible, y le asestó una brutal patada en la mandíbula. El estadounidense perdió todo equilibrio, y cayó al suelo inconsciente laxo como un muñeco. El réferi se interpuso en el medio, aunque Tsukasa no hizo amague de volver a atacar, e inmediatamente todo el público se puso de pie y vitoreó al invicto campeón.
Kohaku gritaba a más no poder también, impresionada con el impresionante desenlace, y de que no le hubiera llevado a su amigo y maestro más de dos minutos para dejar inconsciente a su imponente contrincante. Stan, por su parte, también se había puesto de pie, pero aplaudía fuerte y lentamente, sin gritar, aunque bastante impresionado. Lo único que alcanzó a pensar con una sonrisa, era que tuvo la prudencia e nunca enojarse y buscar enfrentarse a Tsukasa seriamente, o bien podía ser él quien terminara en el piso luego de un par de intercambio de golpes, por más que se considerara bastante hábil y fuerte. Luego de que el réferi le levantara el brazo a Tsukasa en símbolo de victoria, el pelilargo simplemente sonrió y ofreció un breve saludo y agradecimiento al público, recibió la bata de parte de Kohaku, y se bajó del cuadrilátero para volver a los vestuarios.
- ¡OOOH POR DIOOOOS! ¡ESO FUE INCREÍBLE, TSUKASA! –La rubia chilló emocionada– ¡Apenas alcancé a ver los golpes, y con menos de cinco impactos lo dejaste inconsciente! ¡No puedo creerlo!
- Hay veces que son más duros los combates, en especial en los que se juega el título mundial, pero parece que este hombre estaba demasiado confiado y no me había estudiado mucho.
- ¿A qué te refieres con "estudiado"?
- Es clave obtener información de la técnica del rival, cuáles son sus fortalezas, debilidades, sus golpes característicos. En especial cuando son muy desafiantes y habilidosos, muchos luchadores observan algunos videos de peleas pasadas. Owen evidentemente no lo hizo, o hubiera evitado o detenido con mayor eficacia mis golpes más fuertes.
- Pero si yo apenas los alcancé a ver… eres muy rápido –murmuró Kohaku, sorprendida.
- Se supone que alguien que reta al campeón mundial, tiene un nivel similar. A veces me gustaría que alguien me ponga en un aprieto, para que sea más emocionante. Lo bueno es que así de todas formas puedo terminar la pelea y continuar mi vida, sin ir a hospitales ni tener el cuerpo o la cara hinchada por los golpes.
- Sí, ya veo –sonrió con picardía– Ni siquiera sudaste.
- Espérame un momento, voy a cambiarme y volvemos al hotel, es parte del protocolo. Dile a Stan si quiere venir con nosotros, no habrá problema.
- Debe de haber venido en su moto, pero puede seguirnos de cerca. Le diré que nos espere afuera, junto a los coches.
- El saludo quedará para cuando lleguemos al hotel, mejor salir rápido para evitar el mar de seguidores y fotógrafos.
Como ella sólo tenía que buscar su cartera, aprovechó mientras esperaba a Tsukasa para mandarle un mensaje a Stan. Acordaron un punto de encuentro, del lado de la salida trasera que estaba reservada para los luchadores, evitando la multitud. Unos minutos después, alcanzaron a verse y saludarse con la mano a lo lejos, pero Stan ya estaba avisado de que podía seguir al coche. Como el estadio estaba cerca del hotel, no demoraron mucho en llegar, y luego de saludarse con apretones de mano con los auspiciantes y organizadores del evento presentes, quedaron al fin solos y tranquilos en la recepción del hotel. Finalmente, Stan pudo acercarse a ellos, y compartió un beso y un abrazo con Kohaku, antes de saludar a Tsukasa. El castaño le tendió la mano mostrándole una amable sonrisa, pero Stan luego de retribuirle el saludo, tiró de él para darle un abrazo amigable con unas fuertes palmadas en su espalda.
- Me dije que iba a tener que darte más que un apretón de manos como saludo, para agradecerte por todo. Tengo que cumplir.
- Hmmm, está bien –dijo sorprendido Tsukasa, e imitó las palmadas en la espalda del rubio.
Kohaku estaba más que feliz, no pensaba en su vida que iba a poder presenciar un acto amistoso entre ellos dos, menos aun viniendo de su novio, que era el más reticente.
- De verdad, muchas gracias, Tsukasa –insistió Stan– No sólo la cuidaste en mi ausencia, sino que hiciste posible que pudiera estar aquí en esta fecha tan importante para nosotros. Es invaluable tu generosidad.
- De nada. Me alegro de poder ayudarlos, y como le dije a Kohaku, también era una buena idea para que se fuera acostumbrando al mundillo profesional, ya que apunta a ello.
- Dos pájaros de un tiro, eres de los míos. No te ves muy cansado… ¿quieres venir a comer algo con nosotros?
- No quisiera interrumpirlos, está bien. Además, va a hacer su aniversario pronto…
- Todavía faltan unas horas, y tenemos todo el día de mañana para pasarlo a solas, no hay problema.
- Está bien, acepto. No tengo motivos para negarme, más que ese. Y nos servirá de despedida, ya que mañana por la tarde ya vuelvo a Japón. Sólo espérenme que voy a darme una ducha y ponerme algo más apropiado, y vamos.
- Excelente.
Se fueron a sus respectivas habitaciones, que estaban contiguas. En cuanto quedaron en privacidad, la pareja compartió un saludo más largo y dulce. Kohaku luego le mostró toda la lujosa habitación, cuidando de mantener en secreto el lugar donde tenía guardado y listo el artesanal regalo de aniversario que le tenía preparado, y había terminado a tiempo en sus ratos libres de esos dos últimos días. Mientras esperaban a que Tsukasa les avise que estaba listo para salir, ellos también aprovecharon para cambiarse. Stan le dijo a Kohaku que le habían recomendado un buen restaurante, así como un bar con deliciosos tragos, y cervezas artesanales, y allí quería llevarlos, por lo que le sugirió vestirse en un estilo elegante-casual. Él optó por ponerse una camisa y pantalones negros con un cinto blanco-grisáceo, combinación que siempre le quedaba fantástica, y ella rebuscó en el armario –donde había colgado la ropa de su valija– y eligió un vestido azul oscuro y largo, con un profundo tajo en el costado. La joven se colocó una suave capa de maquillaje solamente en los ojos, y ya estaba lista.
Como todavía tenían tiempo, se recostaron en la cama para charlar de cómo había estado el día para ambos, y Stan le preguntó cómo se sentía con respecto a lo de la revista sensacionalista, y Kohaku le contestó que con toda la emoción de la noche se había olvidado, además de que, si él y Tsukasa no le daban tanta importancia, ella confiaba en que tampoco tenía que hacerlo, aunque le doliera la injusticia de que dijeran eso de ella, y que se diera por hecho una infidelidad. Él la "tranquilizó" contándole de sus experiencias, y que varias veces había sido la comidilla de ese tipo de periodismo barato, en su caso insinuando que tenía un estilo de vida alocado y desenfrenado, promiscuo y posiblemente en las drogas, y otra vez que habían dado por hecho que estaba en una relación con una colega modelo, por las fotos que tuvieron que tomarse para un trabajo, aunque ella estaba en pareja hacía ocho años con su novio.
El tema quedó interrumpido por Tsukasa, que les tocó la puerta para avisarles que ya estaba listo. Kohaku abrió la puerta, y no pudo evitar quedarse un poco boquiabierta –en espejo con su amigo que también lucía sorprendido– por la apariencia que él tenía: Una llamativa y elegante camisa bordó, junto a un pantalón beige más bien ajustado, y su característica brillante y sedosa melena cayendo como cascada sobre su cuerpo y ropa. Salvo por una fiesta organizada por Mozu, que habían ido hacía casi un año y medio, pero apenas si se conocían, nunca se habían visto entre ellos tan bien vestidos. Cuando salieron de la sorpresa, se halagaron mutuamente, y salieron juntos del hotel.
Stan les dijo que quería llevarlos a un famoso restaurante de la zona, que estaba a no más de ocho minutos de allí, yendo a pie, "Morton's The Steakhouse", famoso por la altísima calidad de los cortes de carne de allí, de los mejores de San Antonio. Stan y Kohaku caminaron tomados de la mano, y ella miraba encantada cada calle, desde que había llegado que no había caminado de noche, y la ciudad tenía un estilo completamente distinto al de San Francisco. Llegaron al restaurante, que por suerte tenía mesas libres, y les ofrecieron una mesa para los tres.
La decoración del ambiente era elegante y armónica, el piso enteramente cubierto por una alfombra con un diseño abstracto de círculos blancos, grises y beige, con una textura de finas líneas doradas. Las paredes tenían un empapelado gris con trazos negros como arabescos concéntricos, y enormes cuadros en blanco y negro que ilustraban el Río San Antonio, con sus puentes, luces, árboles y edificios que lo rodeaban en ambos lados. Las mesas eran cuadradas y con un sencillo mantel blanco, mientras que las sillas eran de cuerina color crema, con un ribeteado del mismo material en forma de finas tablas. La iluminación del techo la daban unos plafones colgantes con forma circular enormes, con una abrumadora cantidad de pequeños caireles brillantes.
Siguieron admirando la decoración luego de sentarse, en especial los dos japoneses que estaban acostumbrados a otro tipo de ambientación menos ostentosa. Cuando les entregaron los menúes, los tres tenían una amplia sonrisa y una expresión de admiración, cada plato conquistaba solamente con el nombre. Siguiendo las sugerencias de Stan, que estaba mucho más acostumbrado al paladar y combinaciones occidentales, pidieron deliciosos platos: Kohaku comería una chuleta de cerdo con salsa de mantequilla de trufa negra, con un salteado de champiñones y cebollas salteados. Tsukasa un filet mignon con una salsa bearnesa "exclusiva de Morton's", acompañado de un puré de papas con crema agria. Y Stan había elegido un ojo de bife con salsa de coñac a la pimienta, con unas papas gratinadas con tocino y queso gouda ahumado. Hablaron animadamente mientras esperaban la comida, compartiendo sus vivencias y anécdotas, poniéndose al día.
- Stan, Kohaku me dijo que en Japón trabajabas como instructor de tiro. ¿Conseguiste un puesto similar aquí?
- No, parece que el gobierno recordó parte de mi anterior servicio, y por medio de recomendaciones, me terminaron ofreciendo un puesto de capitán en el cuerpo de marines dentro de la fuerza aérea. Es más bien estratégico, no implica estar al frente de la línea de fuego, ni levantar un arma contra otras personas.
- Me dijiste que pilotaste los aviones un par de veces –dijo Kohaku.
- Sí, lo hice. Y terminó gustándome más, por lo cual terminé ofreciéndome para instruir a mis subordinados en el combate aéreo. Parece que le tomé el gusto a enseñar, más de lo que pensaba. Incluso lo prefería antes que estar en una mesa con otros militares, discutiendo estrategias y protocolos.
- Entiendo –asintió Tsukasa– Nunca le tuve aprecio a las armas de fuego ni a los que alardean del poder, pero entiendo que, en la civilización actual y en especial con las potencias mundiales, es inevitable.
La comida finalmente llegó, interrumpiendo momentáneamente la charla, y a los tres se les hizo agua la boca sólo de ver las deliciosas y jugosas piezas de carne de primera. Habían elegido acompañar la carne con un vino tinto Malbec del año 2018, de Bodega Noemia, ya que era el más equilibrado para los distintos sabores e intensidades de las carnes que habían elegido. Esa cena estaba en otro nivel, en especial para Kohaku y Tsukasa, y no podían borrar las expresiones de puro gusto del rostro, cada bocado era sublime y complejo. Se compartieron algunos bocados entre sí de sus platos, y no podían elegir uno, los tres eran deliciosos por igual. Terminaron repletos, pero Kohaku dijo con picardía que "había un segundo estómago para los postres", por lo que decidieron terminar la cena con un café y un postre cada uno. Ella se pidió el "Pastel de chocolate caliente legendario de Morton", que era un volcán de chocolate con frambuesas y hojas de menta por encima. Stan una mousse de doble chocolate, y Tsukasa una crème brûlée. La mesa dulce estuvo a la altura de lo anterior, y luego de pagar la cuenta entre los tres, ya que Kohaku y Tsukasa se negaron rotundamente a dejar el pago sólo en manos de Stan, agradecieron y se retiraron.
Luego decidieron digerir la comida mientras caminaban tranquilamente, y Stan les dio la idea de hacerlo a lo largo del Río San Antonio, que cruzaba la ciudad. Había una caminata especial, una pasarela a cada lado del río, rodeada de enormes y hermosos árboles y edificios, tal como en los cuadros del restaurante, sólo que los árboles estaban decorados con montones de pequeñas luces de colores, y los bares y restaurantes de alrededor complementaban la preciosa iluminación y decoración con sombrillas coloridas e infinitas lamparitas de luces cálidas. Era una vista soñada y tan romántica como animada, con las luces reflejadas en el río. De pronto, Stan soltó una exclamación, y se detuvo.
- ¿Qué pasa, Stan?
- Acabo de caer en cuenta que estamos cerca de un bar que me recomendaron mucho también, "The Esquire Tavern". ¿Quieren tomar unas copas antes de dar por terminada la velada?
- Por mí está bien, sí –aceptó Tsukasa.
- También yo, aunque hace mucho que no tomo cócteles...
- Ninguno tiene que manejar en las próximas horas, y vamos a descansar. Miren, allí está, antes del puente. Entremos por aquí, está más cerca de la entrada que da a la otra calle, y tenemos mejor vista aquí.
Subieron por una pequeña escalera exterior, y cuando entraron al bar, parecía un mundo completamente diferente, antiguo. No estaba muy iluminado, al menos no artificialmente, dado que había muchos velones encendidos, así como lámparas de apariencia antigua, y predominaban los tonos amarronados por todos lados: El empapelado con un mismo pequeño arabesco de fondo marrón casi borgoña con el dibujo contrastante en un tono beige, que se repetía infinitamente; la barra, y todas las mesas y sillas de madera oscura, incluso el cuero acolchado en los respaldos. Las baldosas del piso también, aunque curiosamente combinadas con largos tablones de madera. Detrás de las barras de madera, contrastaba una abrumadora cantidad de botellas, lo único colorido en ese lugar. Y algo curioso que se repetía tanto en la barra como en las decoraciones de la pared, y muebles, eran lo que parecían animales de caza embalsamados, o tal vez estatuas muy bien hechas.
- ¿Viajamos en el tiempo? –Preguntó Kohaku, sorprendida con la ambientación.
- Más o menos –Contestó Stan con una sonrisa– Este lugar abrió sus puertas en el año 1933, para celebrar el fin de la "ley seca", en la que se impidió la venta de alcohol durante trece años. Y tengo entendido que la decoración y todo lo que hay aquí, se mantiene bastante fiel a como era entonces.
- Ooooh, interesante.
- Lo que sí, oí que tiene los mejores tragos de la ciudad, y a pesar de eso los precios más económicos de la zona. Puedes tomar una cerveza o un daiquiri, así como cócteles "de autor". Así que... ¿qué les parece si degustamos un poco?
- Por mí está bien –Aceptó Tsukasa.
- Sí, también yo, hace mucho que no pruebo algo así.
Eligieron sentarse en la barra, Kohaku en medio. Stan se pidió una cerveza llamada "Untitled art imperial stout", que tenía notas a chocolate y frambuesas, Kohaku un "Fancy pineapple daiquiri" de piña, ron de piña y mascabo. Tsukasa se pidió un cocktail llamado "Cradle of life", con gin, pepino, licor de pino, pimienta de Jamaica, y limón, on the rocks. Estaban todos deliciosos, y hasta la presentación era cuidada y con mucho estilo, entraba primero por los ojos, y luego por la boca. Como estaban muy animados y quedaron con curiosidad de probar más, decidieron pedirse una segunda ronda de otros tragos, "a ciegas", señalando con el dedo en la carta. El alcohol comenzaba a hacer efecto cuando comenzaron a reírse con más facilidad, y si Kohaku era muy chispeante cuando estaba sobria, se había vuelto aún más con la desinhibición del alcohol. Pero luego de un buen rato, su vejiga le reclamaba un poco de alivio, y se levantó para ir al baño.
Como el taburete era alto y Kohaku no hacía pie, había dado un pequeño saltito, pero como se sentía muy liviana de mente por el alcohol, se apoyó en el brazo de Tsukasa para mayor estabilidad. El castaño sonrió al verla un poco torpe, pero el ligero rebote que ella dio hizo que sus ojos inconscientemente se dirigieran a su pronunciado escote, y se detuvieran ahí más de la cuenta, pero porque sus reflejos estaban más lentos que de costumbre. Kohaku también se rió de su torpeza, disculpándose, y tanto Stan como Tsukasa la siguieron con la mirada, divertidos con que era evidente que el alcohol la había afectado un poco. Pero una vez más, el cerebro del pelilargo estaba más aletargado, y tardó más tiempo del correcto en volver su mirada adelante, lo cual Stan había notado en todo ese rato.
- ¿Te gusta lo que ves? –Preguntó provocadoramente a Tsukasa, y el aludido corrió la mirada inmediatamente, al fin percatándose– Está bien, sé que Kohaku es una belleza digna de mirar, no eres el único.
- Perdona, no pretendí…
- Echémosle la culpa al alcohol –Sonrió, y entrecerró los ojos al pensar en algo, aunque estaba seguro que como mínimo incomodaría al castaño– Hmm, hipotéticamente hablando, supón que Kohaku tuviese un "permitido"...
- ¿Permitido? –Preguntó Tsukasa sin terminar de entender.
- Ya sabes, como cuando bromeas "estoy en pareja, pero no contaría como infidelidad si pudiera pasar la noche con tal o cual famoso".
- Kohaku es tu novia –se atajó rápidamente, entendiendo el punto.
- Sí, ya lo sé. Por eso hablé de "permitido", y no de "si yo no existiera".
- Es mi alumna, está fuera de cuestión –insistió.
- Sí que eres aburrido, ¿ni con el alcohol te sueltas y sinceras un poco? Vamos, quizás fue inconsciente, pero vi cómo la miraste, podrá ser mi novia y tu alumna, pero también es una preciosa mujer. No te estoy juzgando ni poniendo a prueba, porque ahora conozco mejor el tipo de hombre que eres, tranquilo –sonrió con malicia, notando que efectivamente Tsukasa se había removido con incomodidad en su asiento, ligeramente sonrojado– Como decía... imagina que no es tu alumna, tiene un permitido, y resultas ser tú.
- ¿No era "tal o cual famoso"? –Intentó escaparse de la inminente pregunta una última vez.
- Eres bastante famoso –acotó Stan, y luego pronunció aún más su sonrisa maliciosa– Ah, y nunca dije que yo no estaba en la ecuación también. Deja al alcohol hablar por ti, y esto no saldrá de aquí, lo prometo. Pero, ¿Qué dirías...?
Tsukasa abrió mucho los ojos, sin poder creer que Stan se hubiera atrevido a plantear esa posibilidad. Se sonrojó un poco más notoriamente, ante la imagen que su ligeramente embotado cerebro le ofrecía. Por un lado, sentía que decir que sí, era como hacerse un corte y sangrar en medio de un océano repleto de tiburones, Stan le daba un poco esa sensación cuando recordaba que antes no se llevaba nada bien con la idea de que otro hombre se acercara con esas intenciones a Kohaku. Por el otro, se lo veía relajado y hasta tomándose con humor la propuesta y la mirada indiscreta, y eso de exigirle más sinceridad dejaba entrever que no se creía que le diera un no rotundo. Y él... no veía así a Kohaku, era una amiga además de su alumna, pero no iba a negar que sí era una joven muy atractiva e interesante, hasta diría que bastante compatible con él, no sería tan alocado visualizarse con ella por una sola vez.
Y si no entendía mal, Stan estaba sugiriendo que él también podía ser parte de eso, situación que Tsukasa nunca había experimentado ni se había planteado antes. Había salido y estado con unas pocas mujeres, pero tampoco era el más experimentado, dada su dedicada vida a su vida deportiva y a su hermana. Se estaba tomando su tiempo para pensar, sin terminar de atreverse a responder nada, mientras sentía la intensa y fija mirada de Stan sobre él, era evidente que estaba esperando la respuesta. No sabía si era solamente una broma del hombre, si de verdad estaba considerando algo así, o si era a modo de castigo "amistoso" porque sus ojos se habían detenido más de lo normal en Kohaku, teniendo en cuenta la publicación falsa que los sugería como amantes.
Sus ojos cobrizos finalmente se encontraron con los zafiros de Stan, compartiendo varios segundos más ese intenso silencio. Cuando se decidió a abrir la boca, respiró hondo, y justo en ese momento entró Kohaku nuevamente en su campo de visión, sentándose como antes en medio de ambos. Stan le dedicó una última sonrisa misteriosa, antes de volver la atención a su novia.
- Eso fue rápido, ¿de verdad fuiste al baño?
- No, estaba ocupado y había un par de mujeres haciendo fila, no tenía ganas de esperar, voy después –al mirar al castaño brevemente, notó que estaba sonrojado, y le preguntó con curiosidad– ¿Qué pasó, Tsukasa? ¿Por qué estás tan sonrojado? Creo que nunca te vi así.
- No, no es nada. Hmm...
- Stan, ¿qué le dijiste? –preguntó sin duda, con una mirada de reproche a su novio.
- ¿Perdón, preciosa?
- Es obvio que fue culpa tuya... y justo en mi ausencia.
- Qué mala eres, pensando eso de mí. Le estaba preguntando a Tsukasa si quería hacer una cosa, nada más.
- ¿Qué "cosa"? –Insistió, cuando vio que su amigo dirigió una rápida mirada a Stan, alarmado.
- Le pregunté si estaba de acuerdo en dar un pequeño show... para esos idiotas que se meten con quién no deben, publicando mentiras.
- Oh, lo de la revista. "Show"... Stan, ¿qué tienes en mente?
- Bueno, si están por aquí seguro están viéndonos, aunque no dudo que sorprendidos de que nos llevemos bien los tres, no les estamos dando mucho material para alimentar sus estupideces. Pero estaba pensando alguna forma de saldar el daño hecho, y se me ocurrió algo. ¿Quieren fotos? Van a tenerlas... públicamente.
Stan sacó su teléfono del bolsillo, y luego de apretar unos botones, se lo dio a Tsukasa, que lo miraba sorprendido, evidentemente sufriendo pensando que él iba a decirle a Kohaku lo que de verdad estaban hablando.
- Tsukasa, ¿puedes sacarla tú? Eres el más alto, será más cómodo así. Pero pongámonos de pie, mejor.
- Hmm, sí, claro.
Tratando de relajarse nuevamente, y convencido de que a Stan le gustaba jugar con fuego en más de un sentido, en especial con unas copas encima, tomó el teléfono en su mano, y los tres se levantaron de sus asientos. Kohaku pensaba que era una buena idea sacarse una amigable foto, los tres sonriendo, que seguro Stan pensaba publicar, y con eso desmentir los horribles rumores. Cuando él la puso delante y la abrazó por la cintura con su mano derecha, ella apoyó la suya encima. Tsukasa levantó el brazo para enfocarlos a los tres, y fue entonces cuando Stan se movió, abrazando con su mano libre la espalda de Tsukasa, y acercándolo más, apretando a Kohaku entre ambos, que abrió mucho los ojos de la sorpresa.
- Te sobra una mano, Tsukasa, úsala sabiamente –dijo Stan, con una suave risa.
Kohaku entendió con eso a qué se refería Stan con lo de "hacer un show". Sí, una simple foto de los tres sonriendo amigablemente no era suficiente show para él, y ahora ella podía ver que debía de estar molesto y queriendo cobrarse la venganza de que alguien usara su perfil personal en las redes para usar esas fotos para causar perjuicio. Lo que no terminaba de entender, era por qué Tsukasa lucía ligeramente incómodo, más allá de la cercanía de los tres en ese momento. Decidió acompañar el humor provocador de su novio, y también rodeó por el otro lado el cuerpo del pelilargo. Finalmente, Tsukasa se relajó viendo que hasta Kohaku se lo estaba tomando con gracia, y con su mano, "sabiamente", rodeó los hombros de Stan. Los tres sonrieron ampliamente, y luego de un par de fotos, el teléfono le fue devuelto a su dueño.
Inmediatamente, Stan la buscó y se las mostró, y como era realmente una foto muy fotogénica y divertida de los tres, la subió a las redes, procurando etiquetar a los otros dos. Con eso se sintió satisfecho, y que bastaría para silenciar a los idiotas que habían causado el problema. Le guiñó un ojo a Tsukasa, y luego le dio un no tan casto beso a Kohaku, antes de que se volvieran a sentar y a terminar de disfrutar sus bebidas y de la noche. Perdieron la noción de la hora, y cuando Stan volvió a mirar su teléfono, se sorprendió de que eran casi las dos de la mañana. Los otros dos también se sorprendieron de eso, habían pasado "festejando" entre cena y cócteles al menos unas unas cuatro horas sin percatarse, de tanto que se habían entretenido. Kohaku se percató en ese momento de que, si ya era "el día siguiente", el comienzo del día de su aniversario de noviazgo con Stan había pasado desapercibido, al menos en puntualidad. No quería poner incómodo a Tsukasa, como tampoco dar la idea de que se había olvidado, así que se limitó a tomarle la mano a su novio, y darle un dulce beso en los labios.
- Feliz aniversario Stan, te amo –susurró, mirándolo a los ojos con una sonrisa.
- Gracias, y feliz aniversario, mi amor. Te amo mucho –Le dio un beso un poco más largo, pero igual de suave, y repitió el gesto en su mano, mirándola a los ojos.
Tsukasa sugirió atinadamente si querían ir volviendo, y luego de aceptar, lo hicieron juntos. Cuando llegaron al hotel, acordaron desayunar juntos a modo de despedida, y se desearon las buenas noches mutuamente. Al quedar a solas, la pareja se abrazó largo rato, repitiendo las palabras y sí permitiéndose besos y caricias de forma más dedicada y amorosa.
- Un año... pasó muy rápido, y pasaron demasiadas cosas –murmuró Kohaku con una sonrisa.
- No se podría decir que fue un año muy normal, siendo que casi tres cuartas partes lo pasamos separados –bromeó Stan– Pero, por otro lado, creo que es más meritorio que sigamos juntos y más unidos que nunca. Creo que ya tuvimos drama para compensar los próximos años...
- Sí, es cierto. Prueba suficiente de que somos justo lo que necesitamos, aunque no me quejo si nos depara un año más amable y tranquilo.
Entre el cansancio y que todavía estaba un poco atontada por el alcohol, Kohaku se abrazó a Stan y se quedó allí con los ojos cerrados largamente, hasta que soltó un enorme bostezo que no pudo evitar, y los hizo reír.
- ¿Vamos a dormir, preciosa?
- ¿Puedo darte mi regalo ahora? –Los ojos de Kohaku brillaron de entusiasmo.
- Claro, si quieres... pero el mío estará listo mañana en la tarde. Espero que no te moleste, ya hice un plan. Tendremos que volver a Hudson, y ya ahí podremos quedarnos luego en una de las casas de las residencias de marines que te conté el otro día.
- No me molesta, es tu sorpresa, la espero con ansias. Pero sí quiero darte el mío ahora, no voy a aguantarme.
Feliz y ansiosa como una niña, Kohaku tiró de la mano de él y le dijo que se siente en la cama, mientras iba a buscarlo. Al rato volvió con una caja negra cuadrada en la mano, envuelta en una fina cinta de raso roja. Era de un cartón resistente, y entraba en una de las manos de Stan. Él procedió a abrirla, y en cuanto levantó la tapa, pareció "explotar" y abrirse como los pétalos de una rosa, en cuatro partes. En cada "pétalo" estaban pegadas fotografías de ellos, o pequeñas cartas o imágenes que recordaban a todas las experiencias que habían vivido no sólo de su año de noviazgo, sino también desde que se habían conocido. Los ojos de Stan brillaron de felicidad y emoción al ver que ella había anotado y recordado cada momento, incluso los que no habían podido inmortalizar con una fotografía de recuerdo: Una nota con un breve diálogo en japonés del tipo profesor-alumno, una foto del mar donde él la había llevado una tarde para levantarle el ánimo, una foto del avión en el que habían volado en su primera "cita", en otra nota decía "Summertime", la canción con la que habían bailado por primera vez, y otras pequeñas salidas que les siguieron.
En la otra seguidilla de pétalos estaba la foto de la propuesta de noviazgo de Kohaku con la salsa de chocolate, y más notas y recuerdos con bonitas palabras, también de cuando había sido su primera cena familiar como pareja. En la siguiente, todas fotos de su viaje a Estados Unidos, entre paisajes, los anillos, la lujosa cabaña, y fotos amorosas de ellos juntos, más felices y sonrientes que nunca, además de un recuerdo atrevido de cuando se habían vestido de Mr. y Mrs. Santa. Y la última seguidilla, recordaba las vivencias de los meses que estuvieron separados. Stan se había perdido en el tiempo, contemplando cada imagen, cada palabra, cada recuerdo. Le llenaba el corazón darse cuenta de que esa preciosa cajita era un hermoso resumen de todo lo que habían vivido juntos, y de cómo había crecido y madurado su joven amor.
En el centro, otra pequeña cajita quedaba sin abrir, una de joyería. Se la quedó mirando un buen rato, su corazón palpitaba con inocente expectativa, ahora podía entender cuando Kohaku se había sentido así con la cajita que en su momento contenía la llave de su departamento. Pero no pudo evitar respirar muy profundo, como preparándose, ante la divertida y ligeramente maliciosa sonrisa de su novia. Cuando tomó la cajita en sus manos y levantó un poco la tapa, vio un destello dorado brillante, e inspiró bruscamente. Miró a Kohaku a los ojos, y podía ver que los de ella brillaban también, cálidos y con emoción contenida. Era casi ridículo cómo sentía un hormigueo en el estómago, inusual en él, y cuadró los hombros hacia atrás como animándose a sí mismo. Finalmente destapó por completo la cajita, y su boca quedó ligeramente abierta en un jadeo ahogado.
La cajita tenía incrustadas dos piezas doradas, delicadas, un exquisito trabajo de orfebrería: Era un juego de gemelos, con las iniciales de los nombres de los dos entrelazadas entre sí, y en la unión de las letras había un mínimo corazón de rubí incrustado. Stan parpadeó un par de veces, en silencio, evidentemente confundido. Luego una enorme sonrisa asomó a su rostro, y acarició la mejilla de ella, acercándose para darle un largo y amoroso beso.
- Muchas gracias, amor. Todo... es más que hermoso y perfecto, tan dedicado. Lo recordaste todo.
- No podría olvidar nada, si desde que te conocí pasamos momentos inolvidables.
- Estamos ignorando las partes oscuras, ¿verdad?
- Un poco –reconoció con picardía– Pero todo nos ha llevado a donde estamos ahora, así que está bien.
- Creo que esto va a ser un nuevo decorado donde sea que esté, poder recordar todo esto contigo, sólo puedo agradecerte por querer compartir tu vida conmigo, cuánto me apoyas, y todo lo que aprendo.
- Siempre –Lo abrazó fuerza, y él le devolvió el abrazo, dándole un beso en la cabeza. Luego ella se separó un poco, para mirarlo, con una renovada sonrisa pícara– Ahora... ¿me parece a mí, o estabas esperando otra cosa? La cara que pusiste valió oro.
- Oro es lo que creí ver –reconoció Stan, riendo– Bueno, lo es en realidad, pero en otra... "forma". ¿Acaso esto es una venganza por lo del año pasado?
- No, sólo es un regalo de aniversario. Lo que haya pasado equivocadamente por tu mente, es por tus propias expectativas –le contestó con inocencia.
- Oh, ya veo. Conque con esas estamos.
Stan apoyó con cuidado el dedicado regalo en la cama, y se lanzó rápidamente hacia Kohaku como un felino cazando, apoyando sus manos en la cabeza de la rubia y atrapando sus labios en un apasionado beso, cayendo ambos contra el colchón, entre risas. Pero luego entrelazó sus dedos con los de ella, y fue disminuyendo la intensidad, hasta detener su "ataque" y mirarla largamente, con los ojos entrecerrados.
- De verdad que no tienes idea lo preciosa que eres para mí, en todos los sentidos. No puedo más que amarte. Gracias por tanto.
- No necesito más que eso, y también me siento igual –Le dio un tierno beso en la punta de la nariz, y él sonrió y la frotó contra la de ella. Luego lo miró un poco culpable– Aah... ya sé que estamos comenzando nuestro aniversario, pero... ¿podemos solo dormir ahora?
- ¿"Solo"? –Repitió Stan, inclinando la cabeza.
- Ya sabes... sin "hacerlo". Es que tengo sueño, y todavía me siento demasiado liviana por todo el alcohol que tomé.
- Ah, eso –rió suavemente y le colocó un mechón de pelo detrás de la oreja– Claro que sí, además no eres la única. Pero ya te lo dije una vez, compartir nuestro amor no se reduce a eso, es sólo una forma más de expresarlo. Kohaku... como yo lo veo, siento que nos amamos tanto, que yo verdaderamente creo que hacemos el amor solamente con mirarnos, con besos, con caricias. Nuestras palabras sentidas, cada "buen día" y "buenas noches" que nos deseamos, abrazarnos, unir nuestras manos. Cada vez que estamos juntos, sólo estando juntos, puedo sentirlo. No hace falta desnudar nuestros cuerpos, porque al menos tú ya desnudaste mi alma. Eso es lo que significa para mí lo nuestro, y este primer aniversario. Te amo, preciosa.
- Oh, Stan... yo también, y pienso igual. Y decías que todavía no tenías listo mi regalo, tú y esto que dices es suficiente para mí.
Se abrazaron fuertemente un buen rato, disfrutando de ese cálido y profundo contacto, acariciándose con suavidad. Al separarse, Kohaku interrumpió el dulce clima diciendo que la realidad de sus "necesidades físicas" ya no podía contenerlas mucho más, y con una risita se levantó y se dirigió al baño. Stan aprovechó su ausencia para sacar unas fotos, y luego se desvistió, quedando en ropa interior. Cuando ella volvió, fue el turno de él de ir también, y Kohaku se preparó para meterse en la cómoda y calentita cama. Stan se acostó después junto a ella, y la abrazó, sintiendo el confortante peso de la mano y la cabeza de su novia en su pecho.
La mañana siguiente, se levantaron temprano para desayunar con Tsukasa, tal como habían planeado. Los tres se sentían mejor ya, la resaca había sido leve, y disfrutaron de un generoso desayuno revitalizante. Kohaku le contó que se luego de despedirse se irían a Hudson, y les sorprendió que él también iba a hacerlo, para una visita rápida a Senku.
- Voy a ir en avión al mediodía, y cambié mi pasaje para volver a Japón desde allí, mi vuelo es a la madrugada.
- Al menos tendrán tiempo para ponerse al día. Estoy segura que Senku se alegrará de ver una cara conocida aquí, teniendo que estar un año solo.
- No creo que le moleste la soledad, seguro está enfrascado en su ciencia –dijo Tsukasa con una sonrisa– Además debe ser realmente exigente, está en una beca de estudio y a la par colaborando con la construcción de un cohete espacial.
- Sí, es verdad. Aunque lo disimule, no me cabe duda de que le va a gustar verte al menos una tarde, se despejará un poco.
- Como Xeno y él están juntos allí, iba a preguntarte si querías que vayamos a visitarlos un día de la semana que viene, así también tienes un "tour" por el edificio de la NASA –le dijo Stan a Kohaku.
- ¡Claro, me encantaría! También lo había pensado, además estando tan cerca. ¿No molestaremos?
- La NASA tiene un programa de visitas, pero al ser amigos personales de Xeno, podemos pasar fácilmente. Al menos yo lo hice, aunque aproveché la excusa de estar vestido con uniforme militar, cuestionan mucho menos cuando ven a alguien de alto rango caminando por allí. Pero insisto en que Xeno es el que manda allí, nos autorizará el pase libre, estoy seguro.
- Yo no sé si tenga esa excusa.
- Pero irás conmigo, es suficiente para que no hagan preguntas.
Luego de seguir hablando hasta terminar de desayunar, volvieron a la habitación, ya que los tres tenían que preparar sus cosas para dejar el hotel. Se despidieron con un amigable abrazo, y Kohaku y Tsukasa acordaron continuar el entrenamiento en cuanto ella volviera a Japón, una semana después. Stan había ido solamente con un pequeño bolso, por lo que sólo tuvo que guardar su regalo de aniversario y el cambio de ropa, por lo que ayudó a Kohaku a guardar todo el resto en su valija. Una hora más tarde, entregaron las llaves del hotel y se subieron a la moto que estaba aparcada en el estacionamiento del mismo, y así partir hacia Hudson.
Tres horas más tarde, llegaron a un tranquilo barrio residencial en Seabrook, y Stan bajó la velocidad cuando llegaron a la calle que lindaba con el Lago Taylor, Cedar Lane. Kohaku estaba encantada con la vista de los lagos que rodeaban la zona. Se sorprendió cuando se detuvieron frente a una enorme casa gris de un solo piso, con un tejado de varios picos a dos aguas. Un elegante pasillo de baldosas de piedra y césped bien cuidado a ambos lados, donde se lucían espaciadas dos grandes palmeras, guiaban el camino hacia la entrada principal soportada por dos columnas, y una doble puerta de madera labrada.
- Bienvenida a nuestro alojamiento para la semana, preciosa.
- ¡¿QUÉ?! –exclamó incrédula, admirando la lujosa casa– ¿No íbamos a ir a una residencia militar?
- Sí... pero al final cuando consulté a mis superiores sobre ese alojamiento, me pasaron el teléfono de un colega que buscaba que le cuiden la casa ya que se fue por trabajo una temporada a otra ciudad. Ya sabes, que le paguen las cuentas de los servicios, le rieguen las plantas y demás. Nada mal, ¿no crees?
- No... nada mal. Me esperaba un lugar mucho más recatado, pero parece que tienes imán para los lujos.
- Pero esta vez no implica un gasto de presupuesto, más allá de pagarle con gusto esas pequeñas cuentas, es más que justo.
- Es hermoso, y se respira un aire totalmente sano y pacífico.
- Y no viste lo mejor.
Stan acercó la moto al garaje, donde la guardó dentro. Entraron a la casa, que les hizo acordar a la de Xeno por la modernidad elegante, pero ésta tenía a la vez una calidez hogareña y mucha más madera, que lo volvía aún más acogedor. Stan extendió la mano hacia Kohaku, que la tomó, y la guió hacia el fondo de la casa, donde había una puerta que daba al patio trasero. Lo que no se esperaba la rubia, que quedó boquiabierta, era una preciosa vista que daba directamente al vasto lago. Incluso había unos bancos de hierro para sentarse en ellos y admirar la vista, debajo de un árbol frondoso que hacía una sombra perfecta. Recorrieron el resto de la casa, preservando la privacidad de las habitaciones que estaban cerradas, era toda muy hermosa y acogedora, muy bien cuidada.
Stan le dijo que necesitaba unos minutos en su computadora portátil para terminar un breve trabajo, que no le tomaría más de una hora. Kohaku aprovechó para quedarse en el patio trasero, recostándose en el pasto y admirando el lago, y llamó a su familia para mostrarle por video-llamada el increíble lugar donde estaban y contarles de la pelea de Tsukasa y la bonita noche que habían pasado los tres a modo de despedida. Media hora después, Stan apareció y le dijo que ya estaba listo, como no tenían comida para cocinar e iba a hacerse tarde, le sugirió de comer afuera. Se subieron nuevamente a la moto, y volvieron por parte de la ruta por la que habían llegado, pasando por delante del enorme predio de la NASA, y tomando luego la autopista Gulf. Por más que Kohaku intentó sonsacarle dónde iban, él insistió que era parte de la sorpresa que tenía preparada, lo único que dejó entrever era que llegarían en unos veinte minutos, y que les convenía almorzar algo liviano, aprovechando que al menos habían comido un desayuno muy abundante.
Se detuvieron a mitad de camino, en un bonito restaurante llamado "Maggiano's Little Italy", donde se pidieron una ensalada estilo mediterráneo, y luego compartieron una deliciosa lasaña. Luego de digerir un poco la comida, volvieron a continuar su camino, y Kohaku estaba cada vez más intrigada, lo único que podía pensar era en un paisaje o sitio turístico más especial, ya que era por la tarde. Diez minutos más tarde, la incógnita se resolvió rápidamente, cuando ella vio un enorme predio desde el que se podía ver una impresionante cantidad de aviones que parecían de combate. Se detuvieron frente a una entrada, junto a una pequeña y aislada pared a modo de cartel de bienvenida, que tenía pegadas las letras y distintas insignias militares, y decía "Ellington Field Joint Reserve Base".
- ¿Aquí es donde trabajas, Stan?
- Así es. Este lugar era utilizado como entrenamiento de pilotos para la fuerza aérea, la guardia nacional, la reserva naval aérea, y la reserva aérea del cuerpo de marines, que es puntualmente en la que me desempeño. Actualmente no está activo, pero sigue teniendo presencia militar y mantiene en parte sus funciones, así como también la ciudad de Houston compró este lugar para usarlo como un aeropuerto civil.
- ¿La sorpresa era que vamos a volar?
- Sí, ¿te gusta la idea?
- ¡SÍ! –Exclamó, contenta– Me fascinó ese vuelo, mucha adrenalina... y cómo olvidar que casi me desbocaste el corazón, al darme el mando para que yo pilote, cuando nunca antes me había subido a un avión ni para viajar.
- Nuestra primera "cita" fue algo como esto... una sorpresa para ti. También fue donde nos besamos por primera vez, así que yo lo tomo como el comienzo de nuestra relación. Me pareció apropiado repetir la experiencia, además de que hay algo que quiero mostrarte especialmente.
- No puedo esperar.
Stan levantó la mano, saludando informalmente a los militares que custodiaban la entrada, quienes le devolvieron un saludo mucho más protocolar, reconociéndolo como capitán. Avanzaron con la moto unos metros más, hasta aparcarla cerca de uno de los tantos hangares. El rubio le ofreció su mano, y ella lo siguió, dando unos pasos al borde del trote, de tan entusiasmada que estaba por la idea.
- ¿Te acuerdas de esta belleza? –preguntó él, señalando el avión que tenían delante.
- ¡¿Es el mismo que pilotamos?!
- Sí, el Cessna 172 Skyhawk. Como es uno de los mejores del mundo para entrenamiento tanto civil como militar, tienen varios de esos aquí.
- No me acuerdo mucho cómo pilotar, pero me gusta la idea de que sea algo ya conocido, me trae los mejores recuerdos.
- Era la idea –Admitió con una sonrisa radiante.
Tres militares se acercaron a ellos, sonriendo ampliamente, aunque haciendo el serio saludo protocolar.
- ¡Capitán Snyder, un gusto recibirlo! Y felicitaciones, señor. Ya está todo listo, cuando quieran abordar al avión.
- Buenas tardes, coronel Adam, generales –Stan los saludó en inglés, imitando la formalidad esa vez– Les presento a mi novia, Kohaku.
- Un verdadero gusto, señorita –El coronel se inclinó respetuosamente, gesto que Kohaku imitó– Espero que disfrute el vuelo, y mis felicitaciones por su aniversario.
- Muchas gracias, un gusto, igualmente.
- ¿Estás lista, preciosa? –Le preguntó Stan– Cuando quieras.
- ¡Sí, vamos!
Uno de los generales abrió la puerta de la avioneta, y Stan ayudó a Kohaku a subir. Luego dio la vuelta, para entrar por la otra puerta. Le colocó el cinto de seguridad a su novia, luego el suyo, y preparó todo para el despegue. Le dijo que esa vez iba a pilotarlo él para que ella se mantuviera relajada, pero si quería manejarlo cuando estuviesen en el aire, por supuesto que le daría el gusto. Comenzaron la carrera de despegue por la larga pista, y Kohaku agradeció el haber almorzado ligero, porque la emoción le había producido unas cosquillas en el estómago, aunque agradables. Ya tenía la sonrisa pegada en el rostro, y no estaba nada nerviosa, además de que confiaba plenamente en Stan. El cielo estaba completamente despejado, por lo que la bóveda celeste se presentaba ante ellos sin interrupción, y pronto ya estaban muy alto, viendo cómo los árboles y edificios parecían más y más chicos.
La vista no se caracterizaba por ser paisajística, se entendía que era un predio militar, y estaban rodeados de una ciudad, pero la sola imagen de verlo todo desde allí arriba, y la sensación de estar volando, era suficiente para emocionar a cualquiera. Confiando en sí misma, le pidió a Stan que le recuerde cómo se manejaba al menos lo básico, para planear un poco por su cuenta, y él todo feliz accedió y comenzó a explicarle. Le dejó el mando a su cargo, solamente manteniendo el control de sus pies en los pedales. El rubio decidió ayudarla un poco, pero porque quería hacer un gran círculo en el cielo, para así cambiar de rumbo y mostrarle lo hermoso que se veían desde allí arriba los numerosos lagos de la zona, además de una enorme zona boscosa que correspondía con el "Centro de Naturaleza Armand Bayou". De verdad que era una vista impresionante, y Kohaku entendió que esa era la increíble sorpresa, nunca había visto algo como eso, en especial cuando Stan descendió un poco, manteniéndolo de todas formas dentro de los límites permitidos.
Estuvieron volando cerca de veinte minutos, y la rubia soltó un gemido de emoción cuando planearon por encima de dos lagos contiguos, el "Mud Lake" y el "Clear Lake", por algún motivo le generaba mucha emoción el volar sobre el agua. Stan le avisó que iban a emprender la vuelta, y le señaló por el vidrio del frente del avión que estaban por pasar por encima del predio de la NASA. El paisaje bajo ellos volvió a ser cada vez más residencial, y pronto alcanzaron a ver también el predio aéreo desde el que habían partido. En ese momento, Stan volvió a hablar.
- Preciosa, mantén el avión derecho un minuto, quiero mostrarte algo más.
- De acuerdo –Aunque era "fácil" la tarea, porque sólo tenía que seguir derecho y el avión estaba perfectamente alineado, el cosquilleo en su estómago se pronunció.
De reojo vio cómo Stan sacaba su teléfono celular, y se dejó sacar una foto, sonriendo mientras no se atrevía a quitar la mirada del frente. Él siguió tocando la pantalla, como buscando algo, y luego sonrió y volvió a apoyar una mano en el mando del avión, mientras le daba el teléfono a ella.
- ¿Te saco una foto?
- No, quiero que veas ese video.
- ¿Eh? ¿Ahora? –Preguntó confundida, sintiendo que sería un "desperdicio" perderse la vista del vuelo.
- Sí, es parte de la sorpresa, confía en mí.
- Está bien.
Muy curiosa y entusiasmada, inició el video que estaba preparado. La pantalla estaba en negro, hasta que un texto apareció en el centro: 25 de febrero. Se dio cuenta rápidamente que esa era la fecha en que se habían separado cuando lo deportaron, por lo que se sorprendió de pensar que al menos parte de esa sorpresa la hubiera preparado desde entonces. En la parte inferior de la pantalla apareció un número, "257", y como no era significativo para ella en nada, siguió mirando concentrada, a la vez que ya podía ver en el video a Stan sonriendo misteriosamente a la cámara, filmándose a él mismo. Su mano libre apareció en la pantalla, y los ojos de Kohaku se abrieron de par en par y ahogó un jadeo, cuando vio que mostraba algo que sostenía: Una cajita roja, abierta... con un precioso anillo de diamante dentro, un anillo de compromiso.
La joven se tapó la boca con una mano, dándose cuenta de lo que significaba eso, y al instante tuvo sentido el número anterior. Una cuenta regresiva de días. Poco a poco, el número iba disminuyendo de uno en uno, y en cada "escena" podía verse a Stan en un lugar o momento distinto del día, en su casa, en el trabajo, en un parque, comiendo, en la cama... y cada escena mostraba algo en común. A él mostrando a la pantalla la cajita con el anillo, con una deslumbrante sonrisa y una dulce mirada con sus hermosos ojos como zafiros brillantes. Fueron casi nueve minutos, en los que Kohaku estaba completamente ajena a la realidad que la rodeaba, sin poder quitar sus ojos de la pantalla, y tratando de contener la emoción que se le había agolpado en la garganta. Y para su mayor sorpresa, se vio a ella misma en la pantalla, ignorante de que estaba siendo filmada, hablando con Xeno mientras cocinaba en el día de su sorpresiva visita, la madrugada siguiente mientras dormía plácidamente sobre él, la noche en el estadio durante la pelea de Tsukasa, y esa misma mañana mientras preparaba la valija. En ningún momento se había percatado de que Stan estaba filmándola, mostrando sin disimulo delante de ella el anillo, y una sonrisa nerviosa de incredulidad se asomó a sus labios. Una última escena se vio, en el que él en el video al fin hablaba, y le decía "mira hacia adelante, preciosa", guiñándole un ojo.
Haciéndole más caso al Stan del video que al de carne y hueso junto a ella, miró hacia adelante, y soltó un grito de sorpresa. En la pista de aterrizaje, había dos enormes pancartas de tela sobre el piso, sostenidas en el lugar por unos militares: Una roja con forma de corazón que tenía un enorme "YES" escrito en el centro, y al lado una negra más pequeña, que decía "TRY AGAIN LATER". Kohaku no podía cerrar la boca de la sorpresa, aunque ya no había podido contener más las lágrimas de emoción ante tal despliegue. Miró a Stan, que tenía una enorme sonrisa en el rostro, y sus ojos reflejaban parte de la emoción de ella.
- Mi amor, ¿quisieras guiar el avión hacia tu respuesta? Lo dejo en tus manos.
Como las palabras todavía no salían de la boca de Kohaku, asintió entre lágrimas, y tomó el mando del avión para inclinarlo suave y controladamente hacia el lado de la pancarta roja, que aceptaba la original propuesta. Pasaron por encima del mensaje, y Stan aterrizó poco a poco el avión, hasta que sus ruedas apoyaron seguramente en la pista, y luego de la carrera se detuvo. La rubia sollozaba entre risas y emoción tratando de quitarse el cinto de seguridad con nervios torpes, pero Stan se sacó rápidamente el suyo y salió del avión, rodeándolo por delante. Finalmente, Kohaku pudo desabrocharlo, y en cuanto él abrió la puerta del lado de ella, la rubia saltó y se lanzó hacia él para abrazarlo y besarlo, enredándole sus piernas en la cintura. Las lágrimas de emoción se habían detenido momentáneamente, pero volvieron a resurgir cuando Stan la bajó para apoyarla en el piso, e inmediatamente se arrodilló frente a ella, sacando esa misma cajita roja del bolsillo interior de su chaqueta. Él también tenía ahora los ojos brillantes con emoción apenas contenida, dado que ya había recibido su respuesta, pero quería hacer la propuesta apropiadamente.
- Kohaku, mi amor, mi vida... desde que me volviste a poner mi anillo de promesa en el dedo, supe que esa vez sería para siempre. Creo que hace tiempo siento en mi corazón que eres la mujer de mi vida, la única con la que quiero despertar y vivir cada día, compartir nuestras felicidades y tristezas, y convertirnos en una hermosa familia. Me salvaste la vida, me devolviste las ganas de vivir y de desear el día de mañana, de querer e imaginar un feliz futuro. Quiero amarte y vivir contigo el resto de nuestras vidas, y nada me haría más feliz que tú también lo quieras, así que, ¿quieres casarte conmigo, preciosa?
- Oh, Stan... –Su voz salió junto a un sollozo, y se limpió rápidamente los ojos para poder mirar con claridad a los de su amor– Sí, sí... ¡Sí!
La sonrisa feliz de él no cabía en su cara casi, y sacó el anillo de la cajita, para tomarle la mano izquierda, y colocárselo en su dedo anular. Alcanzó a besarle el anillo, cuando Kohaku se volvió a lanzar hacia él los dos arrodillados en el piso en ese momento. Se abrazaron con fuerza, compartiendo un largo beso, y como no podían soltarse, continuaron con otros más, uno tras otro, mientras oían los aplausos y festejos de los colegas de trabajo de Stan, que lo habían ayudado a preparar la hermosa propuesta.
- Me faltó decirte algo, preciosa –Susurró junto a los labios de ella, mirando esos ojos aguamarina que tanto amaba– Si te parece bien, tengo una sola condición para la fecha de la boda.
- ¿Cuál?
- Que nos casemos luego de que hayas cumplido tu sueño de conseguir el título de campeona nacional de artes marciales, en Japón.
- Pero... eso puede tomar bastante tiempo... si es que sucede.
- Confío en que lo lograrás, si es lo que quieres. Y no hay apuro, de hecho, preferiría que nos casemos luego de que hayas cumplido veintiún años, sólo que no quería esperar ni un día más para proponértelo. Tenemos toda una vida juntos por delante, así que tómate el tiempo que necesites para cumplir tu sueño, así luego cumplimos el nuestro juntos. ¿Te parece bien?
- Estás loco –Rió– Pero sí, está bien, acepto. Ahora tengo una motivación extra para seguir dándolo todo de mí y conseguirlo cuanto antes. Te amo Stan, oh, te amo tanto.
- Siempre tan entusiasta, me encanta eso de ti, preciosa. Te lo dije mil veces, y te lo vuelvo a repetir, te amo demasiado. Ahora, ¿qué te parece si volvemos, y celebramos doble, mi futura Sra. Snyder?
- Me parece muy bien, "me encanta cómo suena eso", mi futuro Sr. Snyder.
Buenaaaaaaaaas! Sí, sí, SÍ! xD. Qué hombre loquillo este Stan aquí, tan hermoso, loco, amoroso, y original ¿Se tragaron como Stan el troleo de Kohaku con los gemelos? Jajajaja. Pero bueno, ella no se esperaba la versión real y superadora de él jaja. Les dejo este capítulo amoroso y picante (ejem, Tsukasa... Tsukasa...) como regalo para ustedes y para mí, que quise empezar mi cumpleaños dejando esta huellita de amor y llenarnos el corazón.
Hoy descanso, pero "ya" me pongo con Cautivos, que se viene bomba el capítulo. Como siempre, muchas gracias a todos por su apoyo, amo sus palabras preciosas hacia esta historia! Hasta el próximo capítulo!
