Parecía más un sueño que la realidad, la dedicada, romántica y única propuesta de casamiento de Stan. Kohaku no podía terminar de creerlo, ni cómo había sucedido, ni que estaba comprometida. Aunque el "estado" de compromiso iba a ser demasiado largo, por lo menos de un año, ya que consagrarse como campeona nacional iba a llevarle mucho tiempo y entrenamiento. Una parte de ella fugazmente se preguntó qué sucedería con la boda si llegaba a perder o por algún motivo no podía asistir, pero dudaba que Stan pospusiera otra vez la felicidad de ambos en ese caso. Lo que no dudaba, era lo mucho que lo amaba, y que quería pasar el resto de sus vidas juntos, tenía una inexplicable certeza de que así sería.
Luego del emocionante momento, se despidieron de los compañeros de trabajo de Stan, él le hizo una recorrida por el predio, mostrándole y explicándole todo. Kohaku estaba fascinada con los distintos aviones civiles y de combate que había, era de esperar que un país con tanto desarrollo militar y tecnológico como Estados Unidos no escatimara en ese tipo de inversión. Cuando terminaron la recorrida, volvieron adonde habían aparcado la moto.
- ¿Qué te gustaría hacer a continuación, preciosa? Tenemos medio día por delante para celebrar nuestro aniversario. Lo que quieras, pídelo.
- Hmmm... me gustaría comer algo más. Ya que hicimos un almuerzo muy ligero, no estaría mal comer algo más, pero para picotear antes de la cena.
- ¿Dulce o salado?
- Preferiría salado. Para dulce estás tú, y ya excediste el porcentaje recomendado del día –bromeó.
- Oh, ya veo –rió– Entonces vamos a equilibrar un poco tu paladar. Tengo una idea, un sitio al que fui una vez con unos amigos, es tranquilo y con excelente calidad de comida, se especializa en un plato en particular.
- ¿En qué?
- ¿Puedo dejártelo como sorpresa? Te prometo que te gustará, sé que lo hará. Y nos servirá perfecto de picada, no es algo que tengamos que sentarnos a comer con cubiertos siquiera.
- De acuerdo, confío en ti.
Stan le dio un corto beso en los labios como agradecimiento, y se subieron a la moto, poniéndose los cascos antes de partir. Salieron por la "Aerospace Avenue" y luego por la "Dixie Farm Road", para poder finalmente entrar en la autopista interstatal 45 dirección norte y continuarla con la insterestatal 10 en dirección noroeste, lo cual tomó unos veinticinco minutos de viaje. Finalmente tomaron una salida para ir derecho por la calle Antoine Drive, y Stan detuvo la moto frente a un negocio de comida. Tenía el tamaño de una casa pequeña, con un techo rojo y columnas y rejas amarillas, y unos graciosos dibujos de comida en los ventanales y en el techo. Kohaku no se esperaba un sitio así comparado con los últimos lugares que su novio la había llevado, era relajado y sencillo, eso le gustó mucho, un lugar para ir a comer con familia y amigos.
"House of fries", se llamaba, y aunque el nombre evidenciaba el menú estrella, también tenía hamburguesas y otras comidas sencillas. El interior era todo de económicas mesas y sillas de madera, las paredes eran una combinación de una franja de madera superior, debajo una de baldosa de porcelana blancas, y debajo una pared pintada de beige.
- ¿Vinimos a comer papas fritas? Sí que me sorprendiste, me gusta la idea.
- No son sólo papas fritas comunes, aunque no estaría mal, me podría comer más de un plato y disfrutando el sabor y la crocantez de cada una sin cansarme.
- Anotado. Marquise de chocolate como postre favorito, y papas fritas como entrada o guarnición. Sólo me falta saber tu plato principal favorito.
- Ya lo sabes, preciosa.
- No.… no lo recuerdo, perdón. ¿Cuál es?
- Tú.
- ¡Ah! –Lo empujó en broma, y rodó los ojos, mientras él sonreía con picardía– ¡Maldito, me hiciste sentir muy culpable por no recordarlo! Ahora, en serio, ¿cuál es?
- Hmmm... diría que una buena pizza con una base crocante y mucho queso, si son varios tipos de queso mejor, y acompañado con una helada y espumosa cerveza artesanal con mucho cuerpo.
- Bien, eso fue bastante específico, estás perdonado.
- Gracias por eso. Ahora volviendo a las papas, ¿quieres que hagamos una degustación de varias? Créeme que hay de todo, con salsas, carnes, picantes, con cheddar, y demás.
- Ooh, ya veo. Sí, estaría genial, nunca probé algo así.
Pidieron tres medias porciones para degustar. Una era de papas fritas comunes, sin salsas ni aderezos, otra era una muy picante, llamada "Chili cheese fries", con un topping de salsa de chili casera, queso cheddar derretido, cebolla picada y jalapeños; y la última era una versión horneada llamada "Baked potato fries", con queso cheddar derretido y también rayado, tocino, cebollín y salsa agria. Pidieron para beber una cerveza y una soda, y se sentaron a comer en una de las mesas individuales. Estaban realmente deliciosas, bien crocantes por fuera, suaves por dentro, y la combinación con los agregados era perfecta también. Kohaku entendió perfectamente por qué Stan había dicho que podía comerse un plato entero sólo de eso, sin cansarse.
Mientras comían, pensaron cómo podían pasar el resto del día, y decidieron hacerlo tranquilos en la casa, simplemente viendo una película en el sillón, tapados bajo una manta calentita. Aunque lo de "tranquilos", no iba a durar demasiado, siendo su aniversario, al fin quedando solos, y luego de comprometerse. Pero los planes no salieron como pensaban, ya que cuando emprendieron la vuelta y llegaron a la casa, listos para relajarse y elegir una película, el teléfono de Stan sonó. El rubio abrió mucho los ojos de la sorpresa y luego frunció el ceño, lo que llamó la atención de su novia.
- ¿Por qué esa cara?, ¿quién es?
- Mi superior... el Teniente Segundo, o mejor dicho, el de todo el cuerpo de oficiales de los marines. No puedo ignorar esta llamada, perdón.
- No, claro que no.
Kohaku no pudo con la curiosidad, y se quedó cerca para ver qué sucedía. Que el oficial de mayor rango lo llamara personalmente un sábado por la tarde no podía ser bueno, en especial luego de que usaran la pista y un avión con motivos privados, esperaba que no le trajera problemas. Oyó a Stan contestar brevemente, todo respetuoso y firme, protocolar: "Sí, señor", "entiendo, señor", y luego hizo una pausa más prolongada, en la que miró de reojo a Kohaku apretando los labios, antes de respirar hondo y decir "sí, señor, estaré ahí en cuanto pueda", y luego se despidió y colgó la llamada. Cerró los ojos y se pasó la mano por el pelo.
- Stan... ¿Qué sucedió? ¿Estás en problemas por lo que hicimos?
- No lo creo, tuve su permiso para todo lo de esta tarde. Es muy estricto, pero es un buen hombre, padre de familia y todo, más bien me había deseado que todo saliera bien. Pero me ordenó que fuera a su oficina ahora mismo, que tenía algo muy importante que notificarme, nuevas órdenes, y no podía esperar. Así que tengo que vestirme e ir.
- No te preocupes, es una prioridad. Además, tampoco teníamos un plan elaborado, lo continuaremos cuando vuelvas.
- Claro que sí. Gracias por entender, preciosa, pero no se le puede cuestionar ni negar nada a un superior como él, más bien estoy en deuda porque me hayan aceptado y dado un trabajo y un rango tan alto a pesar de todo.
Stan se fue al dormitorio a buscar su valija, que todavía seguía llena, y sacó de allí su uniforme. En unos minutos ya estaba vestido, incluso llevando el sombrero y los guantes en la mano. Los puso en un bolso de cuero, y se despidió de Kohaku con un rápido beso, antes de salir de la casa y subirse a la moto. Ella quedó sola en la casa, y dudó si contarle a su familia y amigas sobre el compromiso, o guardárselo como sorpresa para la vuelta. Le hubiera gustado más la segunda, pero era bastante seguro que iban a sacarse fotos allí, por lo que prefería que no se enteren solamente por curiosear las redes sociales, era algo muy importante. Se sacó una foto a la mano con el anillo, y se animó a mandárselo por privado a su padre y hermana, y por otro lado al menos a sus mejores amigas, Kirisame y Nikki, además de también a Tsukasa.
Los mensajes no tardaron en llegar, y como era de esperar tuvo que contarles brevemente cómo fue, lo que la entretuvo por un buen rato. No se olvidó de aclarar la condición de Stan sobre cuándo sería la boda, para calmarlos de que todavía faltaba mucho tiempo, solamente quería compartirles la noticia de que estaba comprometida. Una hora y media después, oyó en la silenciosa calle el sonido de un motor acercándose, y luego las llaves en la puerta, anunciando el regreso de Stan. Soltó el bolso de cuero, y se detuvo unos pasos más adelante, sin demorarse en contar las novedades.
- Kohaku, hubo unos cambios repentinos con respecto a mi trabajo aquí, cambio de planes... Grandes.
- ¿Está todo bien?
- Podría decirse. No te preocupes, pero escúchame hasta el final, ¿sí?
- Sí, está bien –Escuchar esa "advertencia" la puso un poco nerviosa, pero procuró no expresarlo y dejar que Stan hablara.
- Mi superior tomó algunas decisiones, y son irrevocables. Por lo pronto, no tendré libres los días de la próxima semana, que había pedido para estar contigo. Me gustaría que te quedes aquí un poco más, aunque signifique que tengas que pasar sola las mañanas hasta la media tarde, que es cuando vuelvo.
- Por supuesto Stan, no lo dudes, no supone ningún problema –lo interrumpió Kohaku, con una sonrisa, para alentarlo.
- Es lo que pensaba, pero me alegra escucharlo de todas formas. Ahora... Cuando termine esta semana, no tendré más trabajo aquí.
- ¿Eh? –soltó sorprendida, y se tapó la boca porque había dicho que no iba a interrumpirlo.
- Te dije, cambio de planes –sonrió de costado– Me está desvinculando de este trabajo aquí en las fuerzas aéreas, dice que no soporta ver a un militar de mi calibre y con toda mi experiencia y rendimiento óptimo, desperdiciado en lo que él considera un "oficinista con uniforme militar", ya que yo me negué a volver a las misiones del campo de batalla, no necesariamente guerras. Claro que sabe de mis desempeños como instructor no sólo de tiro, sino el que terminé haciendo aquí como piloto, de forma no oficial. Y ya sabes cómo son los militares con el protocolo, en particular la élite, quieren todo en su lugar y con su cajita correspondiente.
Bromeó con eso último, pero Kohaku parecía mortificada con el criterio de "inutilidad" que le había adjudicado su superior, y con que eso hubiera provocado la desvinculación de su única fuente de trabajo. Por lo que se apresuró a continuar con la otra parte que tenía por contar, y no dudaba que iba a aliviarla más de lo que podía llegar a pensar.
- Su segunda decisión, que yo me permito considerar como una humorada y como un disimulado regalo de compromiso, ya que sabía que mi estadía en mi país iba a ser más bien temporal por mis propias declaraciones, fue otorgarme una transferencia como instructor en las fuerzas aéreas... de Japón. Precisamente, en las "Fuerzas de Autodefensa de Japón", o JASDF, dentro del "Comando del entrenamiento del aire" –Hizo una pausa, conteniendo una sonrisa al ver la expresión de Kohaku al empezar a entender lo que podía significar eso– En resumen, esto significa que podemos volver juntos a tu país dentro de una semana, preciosa, y no tengo que preocuparme por buscar trabajo con mi antecedente penal y con mi situación de no ser un ciudadano "legal".
Kohaku se quedó quieta y silenciosa varios segundos después de que Stan terminó de hablar, procesando todo lo que había oído. Eran más que buenas noticias, pero lo primero en lo que pensó, fue la duda que hacía mucho tiempo había tenido, en especial desde que había oído que él había vuelto a tener una más que exitosa y reconocida carrera profesional en su país.
- Stan, ¿estás seguro que quieres volver a Japón? –Preguntó en voz baja, mirándolo a los ojos.
- ¿A qué te refieres? Mi vida ya es "nuestra" vida, y quiero que estemos juntos, por supuesto.
- Sí, pero... ¿por qué en Japón? ¿No consideraste que también podríamos vivir aquí? Es decir, allá no vas a tener nunca una carrera con un rango tan alto y respetado como aquí, no sé si podrás "crecer" en ese aspecto. Y Xeno... es tu mejor amigo, y él se quedará a vivir acá.
- Kohaku... esta era una conversación que nos debíamos, pero no pensaba tenerla justo ahora y así –Suspiró y la miró serio– Es verdad lo que dices, y también que es inevitable que uno de los dos tenga que dejar atrás su país. Pero te olvidas de algunas cosas importantes. Yo no estaba buscando ser capitán militar nuevamente, y ya ves que lo que terminé haciendo aquí también, más allá de que no era acorde a mi rango, era justamente del lado de la instrucción aérea. Me gusta, y se me da bien, no estoy haciéndolo porque no me queda otra opción. Y Xeno... no es la primera vez que vamos a estar distanciados, y aunque es como un hermano para mí, ya tuve esta conversación con él hace no mucho. Y me dijo que estaba bien que yo me permitiera entregarme a mi propio futuro, a un nuevo camino.
- Stan...
Se acercó unos pasos hasta estar justo frente a ella, y la rodeó con un brazo, mientras le acariciaba la mejilla con la otra mano.
- Hay algo más valioso para mí que una profesión exitosa y rangos altos, que volví a encontrar a Japón, y no tendría nunca aquí. Una familia –le sonrió con dulzura– No sólo tú, con quién empezaremos una propia, sino que tu propia familia me aceptó y me dio la bienvenida hace tiempo, mucho antes de que nos comprometiéramos. ¿Sabes cuánto atesoré el apoyo que me dio tu padre, o esos "almuerzos familiares virtuales" que compartimos con él, Ruri y tú? Tu padre me trató como a un hijo desde que me aceptó, no sólo como "el novio de su hija".
- Sí, creo que incluso te tomó un poco como el hijo varón que nunca tuvo –admitió sonriendo.
- Llevarse bien con el suegro, y con uno tan protector, es todo un logro, bien por mí –rieron juntos– Y también hice algunos amigos allí, incluso más que los que tengo aquí. Mozu, Tsukasa, Ryusui...y seguro habrá más. No te olvides que Xeno igualmente tiene proyectos con JAXA en Japón, y seguramente los tendrá con Senku, no dudo en que nos seguiremos viendo ocasionalmente. Quiero eso para esta nueva vida que al fin acepté que quiero tener. Tú tienes toda una carrera por delante, al fin pudiste tener por maestro a alguien a quién admirabas y en el que confías mucho, quiero apoyarte en eso también –respiró hondo antes de continuar– Y más adelante... si me permito soñar, quiero todo contigo, el paquete completo, toda la felicidad que la vida pueda darme, si me entiendes.
Kohaku soltó un suave jadeo al entender perfectamente a lo que se refería con aquella indirecta, y rodeó la cintura de él con ambos brazos, asintiendo, con un hormigueo de emoción en el estómago. Stan continuó hablando.
- Claro que para eso falta bastante más que para nuestra boda, y será una vez que estés satisfecha con tus logros profesionales. Pero cuando suceda, quisiera que ese pequeñín pueda disfrutar de una linda familia completa también, un abuelo que lo malcríe, una tía que lo aconseje, tal vez primos con los que jugar –y agregó con una sonrisa pícara– o hermanos, si Ruri viene lenta con encontrar novio– Si está la posibilidad de que todo eso suceda, no le encuentro el sentido a quedarnos "solos" aquí, sólo para que yo pueda tener una estrella condecorada en el uniforme, y a mi mejor amigo cerca. No tengo nada más aquí, e incluso tengo mucho más en tu país, ni que hablar que tú ya tienes todo allí. Así que, ¿qué dices? ¿Te gustaría que nos asentemos y hagamos nuestra vida juntos en Japón, como venimos haciendo desde que nos conocimos?
- Sí, de verdad que me gustaría. Sólo que no quería ser egoísta y decir "tú te vienes conmigo".
- Lo quieras o no, ya lo hiciste, preciosa –le dijo en un susurro, para luego decirle en un tono juguetón– Así que te toca hacerte cargo y pagar las consecuencias.
- Creo que ya lo hice –contestó ella, mostrándole el dorso de la mano que tenía el anillo.
- Se ve demasiado bien en ti, tanto que te quitaría todo lo que llevas puesto, menos eso. Esa es una imagen que necesito grabar en mi retina.
- Quién eres tú para hablar, que en ese uniforme respetable me vienes haciendo imaginar desde ayer cosas bastante poco decentes.
- Me gusta cómo suena eso, preciosa. Ahora, si no recuerdo mal, ayer me hiciste prometer algo, y me parece muy oportuno poder cumplirlo ahora.
Sin decir más, Stan la levantó y cargó en sus brazos estilo novia, y la llevó hacia el dormitorio, donde la planeaba recostar en la cama. Kohaku recordó inmediatamente dicha promesa: Le había dicho que él la cargara hacia la cama así vestido, donde ella iba a quitarle ese uniforme que le quedaba tan sexy. Antes de que la suelte, la rubia colgó sus brazos en el cuello de él, para luego soltar el agarre de sus piernas, y rodearlo rápidamente por la cintura. Stan no se esperaba ese movimiento ágil y titubeó, lo que Kohaku aprovechó para usar más fuerza y hacerlo caer en la cama, con ella arriba. La joven no esperó ni un segundo más, y enredó los dedos de una mano en el suave cabello de la parte trasera de la cabeza de su novio, para atraerlo y besarlo apasionadamente. Con la otra mano comenzó a desabotonar la chaqueta del uniforme, exponiendo su camisa blanca. Interrumpió el beso, pero se quedó muy cerca de él, susurrándole contra los labios en un tono entre duro y sensual.
- Ahora me ocuparé de ti como quería, y no tienes permitido interrumpirme ni tocarme. ¿De acuerdo, Capitán Snyder?
- Sí –susurró encantado.
- "Sí", ¿qué? –dijo con un tono amenazante, llevando una mano a la entrepierna de él, y se la apretó con poca delicadeza, robándole una inspiración brusca.
- …Sí, señora –luchó por ponerse serio, pero no podía aguantar la sonrisa, le fascinaba cuando Kohaku se mostraba dominante, le quedaba muy bien.
- ¿Señora...? –entrecerró los ojos, y lo volvió a apretar más, robándole otro jadeo.
- Perdón, señorita –se corrigió.
- No, Capitán Snyder. ¿No se olvida de algo? Si va a usar el "señora", le corresponde un apellido también, el que voy a tener cuando sea una señora.
- Oh... –finalmente se dio cuenta lo que quería que él dijera, y una ola de calidez le llenó el pecho– Sí, señora Snyder. Pero... te estás adelantando, todavía no llevas ese apellido, precio...
- ¿Osa usted corregirme, capitán? –Kohaku volvió aún más amenazante su tono de voz, imitando lo que creía que era un militar muy estricto, y diciéndoselo muy de cerca, además de clavar las uñas en el bulto de su novio.
- Discúlpeme, no se volverá a repetir. Recibiré el castigo que usted considere por mi impertinencia, señora Snyder.
- Así es. Pero luego, como dije, tengo algo que hacer antes.
Kohaku le quitó la chaqueta del uniforme bajándosela por los hombros, y la revoleó a un costado sin cuidado alguno. La abrió los botones de la camisa rápidamente, pero no se la quitó, solamente lo hizo para poder tocar un poco la firme y cálida piel de él, y en un sensual movimiento serpenteante, lo recorrió con su lengua desde el borde del pantalón hasta el cuello, sin detenerse. Stan gimió roncamente con el repentino sentir de la caliente y húmeda sensación sobre su piel, y tuvo que contenerse mucho para no tocarla. Sin esperar a desvestirlo por completo, la rubia se acomodó sentándose encima de los muslos de él, abriéndole el cinto del pantalón casi con desesperación, y luego de desabrochar el botón y abrirle el cierre, le bajó la prenda lo justo y necesario para revelar su ropa interior, que seguidamente se la bajó también.
Se ocupó de provocarlo y estimularlo hábilmente con sus manos hasta lograr pronto una buena erección, y manteniendo el ímpetu como si estuviera hambrienta, se inclinó sobre él para comenzar a devorarlo. El sonoro gemido de Stan resonó en toda la habitación, Kohaku solía ser bastante más delicada cuando lo complacía, pero parecía estar tomándose muy en serio la rudeza y la pasión contenida de sus pensamientos indecentes. El placer que sentía estaba al límite de considerarse dolor, su novia incluso estaba usando ligeramente el filo de sus dientes por momentos, y no le daba respiro en complacerlo en los mejores y más sensibles lugares de su intimidad, era arrolladora. Dejándose llevar y sin poder controlarlo, le acarició el pelo con una mano, quería sentirla de alguna forma y su cabeza era a lo único que llegaba. Pero Kohaku le agarró con rapidez la muñeca, y lo miró con los ojos entrecerrados.
- Le dije que no tenía permitido tocarme, capitán. Y me dio su palabra, entonces... ¿qué cree que está haciendo?
- Oh –Stan parpadeó sorprendido, más bien porque seguía sin poder creer lo bien que le quedaba a su novia esa actitud mandona, y lo estaba excitando mucho– Yo...
- No, no quiero oír sus excusas. La insubordinación se paga, soldado.
Kohaku lo agarró de ambas muñecas y se las subió por encima de la cabeza, contra el colchón, dejándolo así, viéndolo respirar aceleradamente en anticipación. Como "castigo", le besó y mordió el cuello, y repitió la casi salvaje acción a lo largo de su pecho, marcándolo en sus pectorales, haciéndolo gemir de forma lujuriosa cuando atacó sus pequeños pezones. Sin darle tregua, continuó por su abdomen, y dedicó unos húmedos y apasionados besos a ese triángulo muscular que precedía su entrepierna, antes de volver la atención a su sexo. Stan apenas podía contenerse, sentía un calor infernal en todo el cuerpo, y maldecía toda la ropa que seguía teniendo puesta, no podía esperar a que Kohaku decida sacársela de una vez, pero parecía tener otras prioridades. Estaba amando cada segundo de eso, y si bien ella solía ser bastante apasionada, este nuevo nivel de salvajismo era demasiado excitante y lo estaba desarmando por completo. Solían dedicarse tanto más a hacer el amor con dulzura y profundidad, que había olvidado en parte lo bien que se sentía simplemente ser lascivos y carnales.
Kohaku no se detuvo ni siquiera cuando él comenzó a temblar de placer y ponerse un poco rígido, en evidente anticipación de que estaba por acabar, y continuó con igual intensidad hasta recibir la descarga de su novio. Lo que terminó por estremecer a Stan de pies a cabeza, completándole la imagen perfecta de su diosa y futura esposa, fue conectar sus miradas y verla luego relamerse los labios con una expresión de satisfacción que no debía ser permitida en ese mundo. Finalmente, la rubia se apiadó y le quitó la ropa mientras lo dejaba recuperarse unos segundos, sacándole los zapatos y tirando de sus pantalones, claro que mientras le sacaba la ropa se ocupaba de depositar más besos y caricias en la piel que exponía. Kohaku adoraba las musculosas piernas de su novio, además de todo su divino cuerpo, por lo que era un verdadero placer para ella misma poder disfrutarlo así.
Mientras él seguía tratando de normalizar su respiración y su cuerpo no dejaba de cosquillear de gusto, ella le terminó de quitar la chaqueta y la camisa, al fin pudiéndolo observar completamente desnudo y expuesto. Era una imagen divina, además que verlo con las mejillas sonrojadas y los ojos azules tan oscuros que parecían la noche misma era más que cautivante. Había cumplido con su palabra, ya no quedaba rastro del uniforme de él, y hasta se había divertido mucho poniéndose en personaje de una mujer militar muy dominante, no se había sentido ni un poco incómoda o avergonzada, más bien lo contrario, súper poderosa.
Aprovechando su actitud tan confiada, y asegurándose de estar a la vista de su novio, comenzó a desabrocharse el jean, poniéndose de espaldas y bajándoselos de una forma muy sensual, pavoneándose con sus curvas. Por costumbre no llevaba calzado puesto dentro de la casa, así que pudo sacarse el pantalón sin interrumpir su actitud. La blusa que llevaba puesta también era como una camisa, por lo que pudo desabrochar toda la hilera de pequeños botones, y una vez que dejó sus hombros al descubierto, la dejó caer al piso.
- ¿Tienes idea lo sensual y provocadora que estás siendo, preciosa? –Le preguntó Stan con voz ronca.
- Puede ser. ¿Te gusta lo que ves? –Le contestó, devolviendo esa frase que él tanto usaba, y volviendo un poco a la forma de hablar de siempre, pero manteniendo su actitud sensual y dominante, mientras se quitaba también el sostén y lo arrojaba a un costado.
- "Me gusta" es quedarse corto, no le hace justicia a lo que estoy pensando ahora mismo.
- ¿Y qué es lo que estás pensando ahora mismo?
- Que espero que estés lista, porque planeo hacerte el amor como si no hubiera mañana, hasta que los dos perdamos completamente la razón.
- Hmm, ya veo –Trató de lucir casual ante esas calientes palabras que la hicieron temblar por dentro, Stan sí que sabía qué decir para aflojarle hasta las rodillas sólo con palabras– Qué casualidad, yo tenía una idea similar. Demasiada dulzura de tu parte por hoy, hay que compensar.
Rodeó la cama, subiéndose a gatas hasta quedar justo detrás de Stan, que se giró para quedar boca abajo, apoyándose en sus codos para poder mirarla. Antes de que pudiera moverse, Kohaku estiró una mano para acariciarle la mejilla, y luego la llevó al pelo de él cerca de la coronilla. El rubio respiró hondo ante eso, imaginando que el trato poco gentil hacia él no había terminado, pero estaba más que atraído con la idea.
- Entonces es hora de que empieces a cumplir el "castigo" por tu impertinencia, no te creas que me olvidé de eso.
- Estoy a tu servicio, espero poder satisfacer tus exigencias para redimirme.
Con una sonrisa felina, y acomodándose más cerca de él, Kohaku tiró de la parte trasera de la cabeza de él para hundirla en su entrepierna. Stan jadeó encantado con el atrevimiento, otra actitud nueva, ya que ella nunca se había animado a pedirle explícitamente sexo oral, aunque él tampoco le había dejado la opción porque rara vez no se lo hacía por cuenta propia. Ahora le tocaba a él la posibilidad de devorarla, ya que ella tampoco se mostraba en plan delicado, tenía que aprovechar. Para adelantar sus intenciones, en lugar de quitarle las bragas bajándoselas por las piernas, se la rompió con sus dedos, y no la dejó terminar de jadear de sorpresa cuando plantó sus labios y su lengua en su intimidad. Kohaku gimió de placer, al fin encontrando un poco de alivio en su propia excitación, y con nada menos que las celestiales habilidades de su novio. Enterró los dedos de ambas manos en la cabellera de él, manteniéndolo pegado a ella, quien a su vez se acomodó para sentarse, y la agarró del trasero con fuerza para separar buena parte de su cuerpo del colchón y mantenerla en una posición en la cual ella no tenía más opción que dejarse sostener por las manos de él.
Stan colocó luego los muslos de su novia sobre sus hombros, para así tener las manos libres y poder acariciar el resto de su cuerpo mientras su boca se dedicaba a saborear cada rincón de su intimidad, incluso internamente. Ya estaba más que recuperado y excitado nuevamente, y cuando la sintió empezar a respirar erráticamente y sus músculos tensarse y temblar fuera de control, la dejó "caer" al colchón, pero manteniéndole los tobillos apoyados sobre sus hombros, en un movimiento calculado y alineado para entrar en ella completamente, de tan preparada y húmeda que estaba, calzando como un guante de seda. Kohaku soltó un grito, mezcla de sorpresa y placer de sentir cómo la llenaba de pronto tan deliciosamente, no se lo esperaba, y sin embargo creyó que era justo lo que necesitaba.
Implacable e intenso, Stan comenzó a embestir contra ella, sus cuerpos chocando sonoramente de lo profundo que llegaba. A pesar de que la sentía contraerse debido a que antes ya la había dejado al límite, se concentró en mantener el ritmo casi frenético, sin detenerse incluso cuando el cuerpo de ella se convulsionaba por el brutal orgasmo que la atravesaba, de verdad haciéndola perder la razón. Deteniéndose, pero sin salir de ella, la abrazó y la llevó con él, recostándose en la cama con ella sentada encima. No la dejó descansar, cuando volvió a empujarse contra Kohaku, para luego decirle en un tono sensualmente amenazante:
- Vamos, móntame... o me encargaré nuevamente de ti hasta que no puedas sostenerte ni con tus rodillas. Me dijiste que también estabas pensando en hacerme el amor hasta que perdamos la razón, es hora de que cumplas. O el "castigo" será para ti esta vez, preciosa.
Kohaku no estaba cansada ya que sólo se había entregado a las manos y movimientos de su novio, pero todavía sentía la mente etérea con los ecos de placer recorriéndola. Antes de comenzar a moverse, se inclinó hacia adelante para besarlo, se habían dedicado tan salvajemente al placer, que los dulces besos habían quedado atrás. Stan le correspondió sin dudarlo, también extrañando los labios y la calidez de su amada, no estaba mal tomarse un momento para compartir ese tierno intercambio. Como no había nada mejor que estar completamente unidos, sincronizó el empuje de sus lenguas con el de sus intimidades con toda delicadeza, era una declaración de amor expresada con sus cuerpos.
Cuando Kohaku estuvo satisfecha, volvió a echarse para atrás, entrelazando sus dedos con los de Stan, y comenzando a mecerse sobre él. Poco a poco fue ganando ritmo, y los círculos que dibujaba con su cintura se convirtieron en otros más lineales y directos, aumentando la velocidad cada vez más para reducirlos a rápidos vaivenes con su cadera. Los dos gimieron sonoramente, era muy profundo y placentero para ambos, y sus miradas conectaban sin interrupción. En el momento en que la joven ralentizó sus movimientos, Stan habló entre jadeos.
- Date vuelta... hacia el lado de mis pies, no mirando mi cara, me refiero.
- Oh, entiendo. Pero me gusta ver tu cara.
- También te gustará lo que tengo en mente. Vamos, gira, y quédate entre mis piernas.
Kohaku hizo lo que le pidió, y de por sí un estremecimiento de placer la recorrió cuando lo sintió un poco distinto, ese giro hacía que su interior sea estimulado en otra dirección, muy placentera también. Comenzó a moverse nuevamente, y Stan le apretó sus nalgas con sus manos, guiando sus movimientos con más ímpetu, él todavía recostado contra la cama, pero también acompañando con sus empujes, siempre enérgico y apasionado. Ella tuvo que apoyar sus manos en la cama para asegurar algo de sostén, por momentos su cerebro parecía entrar en cortocircuito y apenas podía moverse cuando se sentía demasiado bien. Fue incluso más intenso cuando apoyó sus codos también, y tuvo que pedirle a Stan que continuara.
- Me pareció haber dicho que, si te rendías en el medio, me iba a encargar de que no pudieras ni sostenerte en tus rodillas. ¿o no lo dije?
- Sí... pero...
- "Pero" nada –la interrumpió– Ahora soy yo el que no va a atender tus excusas, es lo justo. Tú te lo buscaste, mi amor.
Stan se apoyó con sus manos, manteniendo los brazos estirados, y en sus talones, para tener más amplitud de movimiento e impulso al penetrarla, lo cual hizo con renovado ímpetu apasionado. Kohaku jadeaba muy fuerte, su novio parecía decidido a no tener piedad, y le estaba encantando, realmente necesitaba eso para contrastar con los románticos y dulces encuentros íntimos desde que se habían re-encontrado. Pero de pronto Stan "abrazó" sus piernas separadas con las de él, abandonando el apoyo de sus pies y cargando parte de ese peso en ella, reteniéndola más cerca de él, y a la vez embistiéndola con mucha más intensidad. Eso fue la gota que rebalsó el vaso, y los jadeos se convirtieron casi en gritos de placer, estaba llenándola demasiado profundo y rozando un punto excesivamente sensible dentro de ella, pocas veces se había sentido así, a pesar de haber hecho el amor infinitas veces con él.
Tal como Stan le había anticipado, su cuerpo cedió y pareció perder toda fuerza, y se dejó caer apoyando el vientre y las piernas enteras contra el colchón. En lugar de finalmente apiadarse, el rubio aprovechó la oportunidad para cambiar de posición, y empujando una vez más para no salirse, su torso cubrió la espalda de ella, y continuó moviéndose inclemente. El calor entre sus cuerpos pegados era insoportable, y Stan se apoyó en un solo codo, mientras con la mano de ese mismo brazo rodeaba y acariciaba los pechos de su novia, y bajó la otra para acariciarle el clítoris. La presión del cuerpo musculoso de él resultaba un poco agobiante, pero al mismo tiempo Kohaku lo sentía delicioso y hasta la excitaba incomprensiblemente, estaba completamente aprisionada, colmada por él, y estaba en sus manos, ambas.
Esa sobre-estimulación la llevó al clímax poco tiempo después, y resultó tan intenso que su cuerpo se sacudió fuerte, como pocas veces. Luego sintió las palpitaciones del miembro de él dentro de ella, y oírlo gemir extasiado contra su oído fue lo último que necesitaba para alcanzar el goce absoluto. Stan rodó boca arriba para recuperarse tranquilo y no aplastarla, y Kohaku no pudo mover ni un músculo por un buen rato, seguía aferrada a las sábanas de la cama.
- Feliz aniversario y compromiso, mi amor –le dijo Stan, sonriendo, mientras le acariciaba la curva de la columna.
- Igualmente –susurró ella, y luego rió tontamente– Stan, ¿cómo es que puedes superarte siempre?
- Bueno, si pronto vamos a pasar el resto de nuestra vida juntos, y con sólo un año de noviazgo ya soy repetitivo en la cama... podría hacerlo mucho mejor. Pero no me des los créditos a mí esta vez, fuiste tú la estrella.
- ¿Yo?
- Oh, vamos preciosa, estabas endemoniada, fuiste una diosa sexual dominante, tu actitud fue la que me contagió lo salvaje. Lo disfruté mucho, por cierto. Nada mal.
- Te dije que ese uniforme me generaba pensamientos indecentes.
- Veo... tal vez deba volver a casa vestido así siempre y no cambiarme antes.
- No sé si podríamos resistirlo.
Kohaku finalmente pudo arrastrarse hacia Stan, para besarlo largamente, y él se giró de costado para abrazarla.
- ¿Qué hora es? –Preguntó la joven, viendo que todavía se filtraba luz solar por la ventana.
- Hmm, las siete de la tarde –miró su reloj.
- ¿Todavía quieres ver esa película?
- Sí, claro. ¿Con palomitas de maíz caseras y acarameladas?
- Perfecto. Tenemos que recuperar energías.
- Para volverlas a gastar –Le dio un suave apretón en el trasero– Mi plan de que hagamos el amor como si no hubiera mañana, implica que, hasta las 23:59hs de hoy, tenemos tiempo de seguir cumpliéndolo.
- ¿De dónde sacas tanta energía?
- Preciosa, fueron casi nueve meses de no poder estar juntos, y hoy es además un día muy especial por dos motivos que ya sabemos. No salir de esta cama hasta mañana estaba en mis planes.
Kohaku se escurrió de entre los bazos de su novio, y se vistió con la camisa blanca que él llevaba puesta antes, sin nada más debajo. Aparentemente las actividades amorosas del día no habían terminado, por lo cual no tenía sentido volverse a vestir completamente. Stan se vistió con un pantalón holgado que sacó de la valija, dejando su torso expuesto. Fueron a la cocina, donde ella usó el microondas para hacer las palomitas, mientras que él preparaba el caramelo. Stan era tan previsor, que le mostró que había hecho algunas compras generales de almacén para toda la semana apenas le habían dado las llaves de la casa. En cuestión de minutos ya tenían un humeante montículo de deliciosas palomitas dulces, y se sentaron en el sillón de la sala de estar, frente a un televisor grande y moderno.
Eligieron una película de comedia, "Loco y estúpido amor" que ya habían visto alguna vez, pero como habían coincidido en que los había hecho reír mucho, decidieron volver a verla. Stan fue a buscar una manta grande para cubrirlos a ambos, la forma favorita de su novia de mirar una película en casa, y fue la combinación perfecta junto con las palomitas que estaban todavía tibias. Para Kohaku fue mucho más graciosa esa vez, al darse cuenta de que Stan se parecía bastante en actitud al co-protagonista encarnado por el actor Ryan Gosling, el joven seductor con mucho estilo e innegable atractivo. Expresó sus comentarios comparativos y burlones en voz alta, y el rubio no pudo hacer más que morderse la lengua y dejarla divertirse a costa suya, ya que tenía que reconocer que había tenido actitudes similares en su vida de soltero, así como cuando había comenzado a seducirla. Kohaku rió fuerte al sentirse exactamente como la joven cuyo papel actuaba magníficamente Emma Watson, al coincidir en que el cuerpo de Stan era tan perfecto que parecía retocado con "photoshop" y al principio le había resultado un tanto intimidante estar con alguien como él, ni que hablar de su increíble y confiada destreza sexual.
La película los dejó muy divertidos y animados, y como no tenían mucho apetito por haberse llenado de las palomitas, decidieron ver otra. Stan sugirió una que tenía sus años, "Suavemente me mata", guardándose el motivo de dicha recomendación. Como Kohaku no la conocía, aceptó verla. Se recostaron en el sillón, él detrás de ella, abrazándola por la cintura mientras su otro brazo le servía de almohada. A poco de empezar, intuyó el motivo detrás de ver esa película en ese momento, ya que se dio una escena bastante larga y explícita escena sexual. Sonrió para sí misma, pero no hizo comentario alguno, tratando de mantenerse lo más imperturbable posible, aunque tenía que reconocer que la pasión de la escena la había excitado un poco. Unos minutos más tarde volvió a darse otra escena similar, solo que mucho más breve y sutil, pero la película también tenía su cuota de drama y tensión que no se esperaba, y comprendió la importancia de esas escenas calientes dentro de la trama.
Poco menos de media hora más tarde, otra particularmente intensa escena de pasión se vio, aunque para ese entonces era claro que Stan la estaba esperando. Minutos antes comenzó a acariciarle el abdomen con el pulgar, un pequeño movimiento delicado y distraído. Cuando se mostró el principio de la escena que anticipaba lo que vendría, las yemas de los dedos de él ya le rozaban el bajo vientre, pero siempre de esa forma casual. Pronto los gemidos de los protagonistas eran tan cautivantes como las imágenes que se mostraban, y Stan abandonó su fachada de disimulo, para deslizar su mano más abajo hasta alcanzar la intimidad de su novia, y los suaves jadeos de ella se combinaron con los que se emitían desde la pantalla.
Comenzó a besarle el cuello con pasión, a la par de abrirle los botones de la camisa lentamente con su mano libre, luego acariciándole y masajeándole los pechos deliciosamente, como él bien sabía. El incremento de intensidad de la escena sexual de la película lo imitaba y sincronizaba con la profundidad y velocidad de sus dedos ya dentro de ella, continuando con sus toques aún después de terminada la escena. Ya estaban en su propio mundo, y Kohaku se encontró queriendo más. Por más disfrutable que ese momento estaba siendo, no aguantó seguir de espaldas, y se giró para quedar frente a frente. Atrapó los carnosos labios de Stan entre los suyos, y no tardó en profundizar el beso. Empujó hacia abajo los pantalones de él con sus pies, bajándoselos lo justo y necesario para liberar su miembro y pegarse a él, comenzando a frotarse apasionadamente contra él, deseando sentirlo más, extrañando sus diestros dedos en su interior.
Rodeó el cuello de él con una mano, mientras acariciaba con la otra sus pectorales, para luego rasguñar suavemente su delineado abdomen. Siguió deslizando esa mano hasta alcanzar su firme trasero, y lo apretó y empujó hacia ella, rogándole con voz ronca entre jadeos que lo necesitaba. Antes de contentarla con su exigencia, Stan bajó su cabeza para alcanzar a besarle con desenfreno los pechos. Pero Kohaku no quería esperar un segundo más, y enredó sus piernas entre las de él, y buscó alinearse ella misma para empujarse contra el excitado miembro de su novio. Stan gimió de tal forma, que una corriente eléctrica la estremeció de pies a cabeza, a la par de su placer sexual. Se miraron a los ojos, y los labios de él gesticularon repetidas veces "te amo", acompasándolo con sus profundos movimientos. Kohaku asintió y lo imitó, extática con la sensación imposiblemente cálida de amor que brotaba de su corazón, sin encontrar la forma de poder fundirse aún más con él.
Se abrazaron mutuamente con fuerza, sólo interrumpiendo la conexión de sus miradas para besarse, ambos empujando sus caderas contra el otro para buscar más de esa unión, y buscar también acercar la cúspide de placer de su amor. Ambos empezaban a sentir esa dulce tensión creciente en sus cuerpos, y Stan se giró boca arriba llevándola con él, colocándola encima suyo, pero manteniéndola abrazada. Descansó sus talones contra el sillón, de forma de tener más apoyo e impulso, y la agarró de cada muslo para obligarla a subir y mantener las piernas abiertas lo más posible, de forma de sentirlo a él lo máximo y más profundo que podía, mientras la embestía con todas sus fuerzas. Kohaku gimió agudamente, y fue tan glorioso el placer que la atravesó que su cuerpo tembló y se estremeció por adelantado. Ella también buscó empujarse contra él, potenciando las sensaciones de ambos, y continuaron con esa desenfrenada pasión hasta que los cuerpos de ambos comenzaron a impulsarse erráticamente, aunque sin atreverse a detenerse, y unieron sus labios al tiempo que se abrazaron con fuerza, para recibir la ola de placer que primero arrasó con Kohaku, y medio minuto después con Stan.
Las piernas de la rubia temblaban como una hoja, todavía reaccionando a los ecos del placer que la recorría, y Stan prácticamente resollaba, sin poder quitar la mirada de encima de la expresión de su novia. Cuando ella "volvió a la realidad", le devolvió la mirada y le acarició el rostro, acercando sus labios luego a un oído, susurrándole su amor. Stan cerró los ojos y sonrió, para luego tomarle la mano izquierda y darle varios largos besos en el anillo de compromiso.
- Amor, trata de no intentar quebrar mi resolución de esperar a que te consagres como campeona para casarnos, por favor.
- Tú también me lo estás poniendo difícil y me estoy arrepintiendo de haberte dado mi palabra.
- Entonces tendremos que dar lo mejor de nosotros para cumplir lo mejor y antes posible. ¿Cómo te sientes ahora?
- Sin cuerpo y sin mente. Ahora sí que no me voy a poder levantar.
- Bueno... no sería necesario. Podemos dormitar aquí, hasta que volvamos a despertarnos, no te creas que estoy mucho mejor que tú. ¿Qué dices?
- Que sí. Contigo todo es "sí"
- Tomaré nota, preciosa –Contestó con una sonrisa pícara.
Le dio un último beso en los labios, y cerró los ojos, sin preocuparse por moverse ni acomodarse, y Kohaku hizo lo mismo, luego de tantear en el sillón en busca del control remoto, y apagar la tele antes de quedarse dormida encima del pecho de él. Quedaron tan exhaustos de la doble sesión de amor de aquella tarde y de todo lo sucedido, que el sueño les duró un par de horas en esa posición. Stan fue el primero en despertarse más adelante, y sólo cuando la sintió removerse encima de él fue que se animó a moverse un poco más, abrazándola para girarla y dejarla apoyada en el lugar que ocupaba él antes. Se acomodó bien los pantalones que todavía tenía bajos, y sigilosamente se puso de pie, para cargarla en sus brazos y llevarla a la cama, todavía bastante dormida. La metió debajo de las sábanas lo mejor que pudo, recostándose él también a su lado, y los tapó a ambos con una pesada y calentita frazada, antes de darle un beso en la frente y continuar durmiendo abrazándola.
Al día siguiente, ninguno de los dos pudo hallar las fuerzas para levantarse, y remolonearon en la cama juntos hasta casi el mediodía. Cuando decidieron salir de la cama de una buena vez, sus estómagos rogaban por una sustanciosa comida, pero Stan no había comprado vegetales ni carnes frescas, con lo cual estuvieron de acuerdo en saltarse el supuesto desayuno, y hacer un pedido de comida por teléfono. Necesitaban una buena dosis de proteína y carbohidratos para recuperarse, por lo que eligieron el menú juntos desde el teléfono móvil, chequeando los lugares de comida cercanos.
Por la tarde, continuaron disfrutando de descansar juntos, y como la tarde estaba preciosa, fueron al enorme jardín que lindaba con el lago, recostándose directamente sobre el tierno y verde pasto crecido. Luego de hablar y dormitar bajo la cálida luz del sol primaveral, Stan se había pasado también un largo rato mirando su teléfono, lo cual había terminado por llamar la atención de Kohaku, que no era buena reprimiendo su curiosidad.
- ¿Estás con algo del trabajo? Se te ve pensativo.
- No, no esta vez. Estaba siendo un poco ansioso, y comprobando algo.
- ¿Algo como qué?
Stan la miró y respiró hondo antes de contestar, como si estuviera mentalizándose para hablar del tema.
- Desde que mi jefe adelantó el fin del contrato de trabajo aquí, vengo pensando que necesitaría nuevamente un lugar donde vivir cuando vuelva a Japón.
- ¿No puedes volver al departamento de tu amigo en el que estabas antes? ¿O al de Xeno?
- No. No quiero volver a molestarlo, menos aún después de todo lo que sucedió al final, no quiero que ese lugar quede "marcado" con malos ojos por las dudas. Y Xeno alquilaba también, entregó la casa poco antes de venir hacia aquí.
- Bueno, sabes que hasta que encuentres un lugar, no habría problema en que te quedes con mi familia. Tenemos un cuarto de invitados, más allá de mi dormitorio.
- Gracias por el ofrecimiento, preciosa, lo tendré en cuenta. Pero estoy pensando en algo más definitivo. Quiero comprar una casa... específicamente, nuestro futuro hogar.
- Oh...
- En vez de tirar mi dinero en un alquiler temporal, preferiría destinarlo a la compra de la casa definitiva –le dijo con una sonrisa.
- ¿Pero comprar? Es muy costosa una casa...
- Tengo el dinero, o la mayoría, al menos. Ahorros, pensiones militares...y no te lo dije, pero ya hace unos meses decidí poner en venta la casa de mis padres, en Elk Grove. Ya hay interesados, vecinos y conocidos del barrio, pero les dije que no podía venderla hasta no esperar cierta respuesta de mi pareja.
- Pero... ¿vender la casa en la que te criaste?
- Ya no queda nada para mí allí, y sinceramente es un lugar que alberga demasiado dolor e imágenes difíciles –Apretó los labios, y luego sonrió ligeramente– Soy el único Snyder vivo, y el único responsable y heredero de esa propiedad. Sinceramente, prefiero que sea una ayuda para construir mi futuro, más que seguir atándome al pasado. Y si vamos a casarnos y formar una familia, eventualmente vamos a necesitar dónde establecernos juntos.
- Ya veo, tienes razón. Pero yo... no tengo ahorros todavía, no quiero echarte encima la responsabilidad de que gastes todos los tuyos, y más, y que yo no haga nada.
- Pero quiero hacerlo, es una inversión deseada y que puedo hacerla. Ya verás, con tu título de campeona nacional seguro que tendrás tus ahorros, y ahí podrás usar el dinero para arreglar, decorar, o equipar la casa. No te lo estoy poniendo como condición, olvídate de eso ahora.
- Si es lo que quieres y estás seguro, está bien, es una buena idea.
- ¿Sólo una buena idea?
- No... pero no veo correcto saltar en la cama de alegría por algo que me va a beneficiar, pero no voy a poder aportar nada por el momento.
- Lo que vas a aportar, si estás de acuerdo, es elegirla conmigo. Y dedicar parte de tu tiempo en visitarlas juntos cuando volvamos a Japón.
- ¿Eh? Pero...
- ¿Acaso pensabas que yo iba a comprar una casa sin consultarte si te gustaba o no? –Preguntó sorprendido de la ingenuidad de ella– Kohaku, la elección va a ser de los dos en partes iguales, el dinero no tiene nada que ver con esto. Te tiene que gustar tanto como a mí, va a ser nuestra casa, no mía solamente. No vas a estar de visita, vas a vivir ahí.
- Sí, lo entiendo... pero me sigue resultando difícil, por lo que dije antes.
- No te preocupes por eso, ya te lo dije. Pensaba decírtelo en cuanto viera un par más de opciones Me gustaría encontrar una linda casa amplia y con espacios verdes, pero que te quede cómodo y medianamente cerca de tu trabajo, entrenamiento, y de tu familia. Yo tengo la moto, puedo moverme con más facilidad, más allá de alcanzarte siempre que pueda –se calló un momento y la miró fijo– Bueno, también es algo que me gustaría que pienses. Si prefieres mudarte luego de casarnos, o si quieres convivir antes y ver cómo nos llevamos... por las dudas.
- ¿Por las dudas? –Repitió con una sonrisa burlona.
- La convivencia no es siempre color de rosas, preciosa. Al principio puede parecer como estar de vacaciones, pero luego de unas semanas es cuando salen a la luz las costumbres y mañas de las personas, o discusiones por quién se ocupa de qué, y demás. Albergo buenas esperanzas para nosotros si somos sinceros y organizados desde el principio, pero conozco más de una pareja que se separó, o matrimonios que terminaron en divorcio, por no poder equilibrar o superar esas cosas.
- Bueno, puedo imaginarlo... pero creo que eso sucede cuando se falta a la palabra, o se es egoísta.
- Tal vez, pero somos humanos, y si esas cosas suceden cuando uno, o los dos, está de mal humor, o tiene una mala racha... puede no ser bonito. Es parte de la vida, un aprendizaje, pero más allá de que no puedo esperar para despertar junto a ti todos los días, realmente me parecería prudente que probemos y tengamos tiempo y experiencia de lidiar con esas cosas antes de casarnos. Como te dije una vez, que firmar los papeles y ponernos ese anillo definitivo sea la culminación de nuestro amor y la seguridad de querer pasar el resto de nuestra vida juntos, y no sólo por lo romántico y que lleves mi apellido.
- Sí, entiendo. Claro que quiero vivir contigo, si no quisiera no te hubiera dado el "sí", y coincido con lo que dices. Tengo una buena convivencia con mi padre y Ruri, pero reconozco que me emociona la idea de tener un lugar propio, independiente.
- Pero ahora no quiero que te llenes la cabeza con eso, lo vas a decidir tranquila, cuando sientas que quieras mudarte. Sí me gustaría que durante la semana revisemos anuncios virtuales inmobiliarios de Tokio, para ver lo que hay. Si estás de acuerdo, puedo pedirle a Ryusui que me recomiende algún agente inmobiliario para que nos oriente y facilite la búsqueda, seguro él o su familia conocen alguno.
- Sí, sería lo mejor, en especial porque el tipo de casa que buscas no es el más común en Tokyo. Envíale un mensaje hoy o mañana, y sobre eso empezaremos a mirar para hacernos una idea de lo que hay.
- Perfecto, gracias –Le acarició la cara, y la miró largamente– No puedo terminar de creerlo, que haremos una vida juntos. De verdad que no conozco mayor felicidad, es como un sueño, sólo que ya dejó de serlo, y está comenzando a ser realidad. Lo volvimos real.
Kohaku se enterneció con sus palabras, y se abrazó a él. Lo que más le fascinaba de Stan, era cómo combinaba perfectamente su madurez serena con una personalidad juguetona y apasionada, así como también tenía expresiones tan sensibles y románticas que a derretían tanto o más que el sol. Por supuesto que había tenido sus momentos de posesión o actitudes que parecían más las de un niño, pero a su vez era lo suficientemente maduro para reconocerlas a tiempo y revisarlas, motivo por el cual nunca se habían peleado duramente o de forma prolongada. Su intuición le decía que Stan estaba sediento y necesitado de mucho amor a causa de todo el tiempo que había pasado dolido y solo, incluso rechazado por sus "problemas", y por eso se desvivía por complacerla y hacerla feliz. Pero lo hacía de una forma medida, sana, y porque él hallaba allí también su felicidad, al ver que podía permitirse y "merecer", como solía decir, una vida normal. Él también lo había dicho, había sido muy sincero con reconocer el motivo de sus actitudes tan entregadas y apasionadas, y a Kohaku le comprimía el corazón saber lo vulnerable que se reconocía a sí mismo, y la forma en que le entregaba su corazón de cristal, apostando toda su confianza a que ella lo iba a aceptar y cuidar, era tan dulce como agónico.
Sólo bastaba observar detenidamente los bellísimos ojos zafiros unos segundos, para sentir el ardiente amor que emitían, y la entrega y esperanza que transmitían era tan cristalino como esos mares en los que podía verse todo debajo de la superficie, tan transparentes que eran. Realmente podían sólo mirarse a los ojos varios minutos, sin necesitar hacer ni decir nada más, y estar en completa paz y armonía, además de sentir un hormigueante y dulce calor que brotaba de sus corazones. Y no se cansaría jamás de eso, en especial cuando intimaban.
Kohaku levantó la cabeza y miró alrededor, observando qué tan a la vista estaban de sus vecinos, pero se encontró con que las persianas estaban mayormente cerradas, y unas rejas abarrotadas de enredaderas impedían ver el jardín vecino. Stan notó el escrutinio, y miró igual que ella, tratando de buscar la fuente del repentino interés, pero no encontró nada. Cuando iba a preguntarle, la joven se arrastró en el pasto hasta quedar a la altura de la cara de él, y lo besó. Oh, con que eso era. Encantado, y mucho más tranquilo ya que se había sacado el peso de encima de esa conversación que lo carcomía un poco, le correspondió el beso, dejándola llevar el control, sólo abrazándola suavemente.
Luego de unos incontables y largos besos, siempre serenos y hasta tiernos, Kohaku se acomodó para sentarse encima de él. Stan la miró con una amplia sonrisa, adorando lo insaciable que era, aunque la notaba medianamente seria, no parecía querer jugar como el día anterior.
- ¿Qué quieres hacer? –Le preguntó, sabiendo que, si seguían por ese camino, no iban a detenerse, y estaban medianamente expuestos allí.
- Sólo quiero mirarte a los ojos mientras hacemos el amor.
Stan inspiró hondo y dejó los labios entreabiertos de la sorpresa, no sólo por la pasión que ocultaba esa romántica frase, sino porque era poco habitual que Kohaku la dijera, y menos con tanta serenidad. No dudaba de los profundos sentimientos de amor de su novia, pero no era de las que les salía fácil expresarlo con palabras, y hasta ese día todavía se sonrojaba un poco y se cohibía al decir "hacer el amor", solía solamente decir "hacerlo". Pero en ese momento no estaba dudando, no tenía una pizca de sonrojo, y lo había dicho con mucho peso y seguridad, esos grandes y preciosos ojos aguamarina buscaban los suyos y los atraparon completamente. Con el "sólo" que ella dijo, entendió que no necesitaban juegos ni palabras, por lo que sólo asintió, y la acompañó.
Esa vez pareció todo suceder en cámara lenta, completamente ajenos de lo que los rodeaba, solamente en el mundo que encontraban en los ojos del otro, y en las sensaciones de sus besos y cuerpos, a medida que se iban despojando mutuamente de las ropas, entre caricias. Era de esas pocas veces en que no tenían idea de por qué, quizás el desborde de felicidad, amor y plenitud, pero se encontraban con que sus ojos ardían y brillaban con emoción, y nada más existía, salvo el presente.
El fin de semana terminó y con ello Stan tuvo que volver al trabajo como había acordado con su superior. Kohaku se despertaba muy temprano con él, desayunaban juntos, y luego solía volver a la cama a retozar un poco más. Aprovechaba su tiempo a solas para salir a conocer el barrio, así como ejercitar trotando a lo largo de lago y de los parques cercanos, manteniéndose disciplinada con el entrenamiento, aunque estuviera sola. Tenía que hacerse el almuerzo, lo cual no le divirtió mucho porque tuvo que lidiar con su insípida comida, pero Stan se apiadó de ella y destinó la tarde-noche de ese primer día semanal para enseñarle algunas recetas fáciles y sabrosas. La comida estadounidense era rica, pero distaba mucho de lo que estaba acostumbrada a consumir en su dieta diaria, aunque fue una buena oportunidad para adaptarse y aprender.
Para las tardes de esa semana, luego de relajar un rato en cuanto Stan volvía del trabajo, salían a recorrer o a hacer algo entretenido. Ryusui les había pasado el contacto de un agente inmobiliario, que se puso inmediatamente a buscar opciones para ofrecerles en los próximos días, y anticipándole que podían reservar las visitas para cuando estuvieran de regreso en Japón. Como el joven se había enterado con eso también del compromiso y de la no tan lejana convivencia, además de felicitarlos le dijo que iba a organizar un fiestón para celebrarlo a su regreso. Por otro lado, se adelantaron a comprar los tickets de avión, dejando el fin de semana para disfrutar sus últimos días allí, y pasarlos también con Xeno, a quién no verían al menos hasta las fiestas de fin de año, y sólo si él se decidía a hacer un vuelo exprés a Japón.
Ya que el cambio de trabajo de Stan les había cambiado los planes de hacer una visita más extensa a la NASA para saludar a Xeno y a Senku, le preguntaron al científico si podía llegar a recibirlos en las últimas horas de la jornada, lo cual él aceptó sin problemas. Agendaron la visita para el viernes, que iban a encontrar un ánimo más relajado en todo el personal, anticipando el fin de semana de descanso.
El día llegó, coincidiendo con la despedida del trabajo de Stan por parte de sus compañeros, que le desearon muchas felicidades y éxitos, por lo cual no fue una jornada cansadora para él, más bien lo contrario, ya que no tuvo muchas tareas ni obligaciones por ser el último día. Pasó por la casa para buscar a Kohaku, y se dirigieron al "Centro Espacial Lyndon B. Johnson". Se presentaron en la entrada, informando la invitación extendida por el Dr. Xeno Houston Wingfield, y los hicieron pasar inmediatamente, guiándolos hasta donde se encontraba. En cuanto se vieron, el científico se acercó a ellos con una pequeña sonrisa, y luego de saludarlos, los felicitó por el compromiso personalmente.
- Cuánto recato, doctor –se burló Stan– No deja de entretenerme cómo te comportas puertas para adentro, puedes permitirte un abrazo a tu amigo de la infancia para que esas felicitaciones sean más sentidas, ¿no?
Sin esperar respuesta, atrajo a Xeno hacia él y le dio un abrazo, palmeándolo fuertemente en la espalda, lo cual no terminó de agradar a su amigo.
- ¿Ves? Algo así, pero tendrías que haberlo hecho tú.
- No era necesario reacomodarme los pulmones en el proceso, Stan –le contestó, acomodándose la bata de laboratorio– Lamento que no pueda alcanzar a mostrarles la totalidad del complejo por falta de tiempo, pero de todas formas creo que la parte técnica y científica no es del interés de ninguno de los dos. Kohaku, Senku está en el Centro de Control de Misión, será nuestra siguiente parada.
- ¡Qué bueno! ¿Sabe que estamos aquí?
- Sí, en realidad su jornada ya terminó, pero decidió quedarse aquí asistiendo a una colega para hacer tiempo hasta que llegaran.
- Oh, no lo sabía. No lo hagamos esperar tanto, entonces.
Xeno los guió por las instalaciones, explicando brevemente las funciones de cada sala. El Centro Espacial Johnson estaba destinado al entrenamiento y actividades de las tripulaciones espaciales, además de albergar el Centro de Control de Misión y el Centro de Control de la NASA. El primero se encargaba de dirigir las misiones y actividades de la lanzadera, así como supervisar la estación espacial internacional, mientras que el segundo coordinaba y supervisaba todos los vuelos tripulados de Estados Unidos. En alrededor de media hora les explicó lo más interesante y relevante de aquel lugar, y caminaron de un lado a otro por el extenso predio. Luego llegaron a la ubicación donde se encontraría el joven, que les ganó de mano con la sorpresa, apareciendo por detrás de ellos.
- Si apostaba mi beca que algún día vería a cierta leona en un lugar científico como éste, diez billones por ciento seguro que la hubiera perdido.
- ¡Senku!
Kohaku se dio vuelta al escuchar la voz, contenta por volver a ver al peliverde en su sitio soñado de estudio y trabajo, e ignorando el particular apodo y la broma con que la saludó. Lucía como siempre, y al mismo tiempo parecía más maduro y profesional, con su bata de laboratorio similar a la de Xeno.
- ¿Cómo va todo? Hola, Stanley –Lo saludó también, inclinando la cabeza con una media sonrisa.
- Hola, Senku. Gracias por esperarnos... o a Kohaku, más bien, pero se entiende.
- Me dijo Xeno que era la única oportunidad que tendríamos de vernos ya que están por regresar a Japón, y no estaba apurado, no hay problema.
Conversaron un rato, Senku resumiendo lo más que pudo el avance de su beca y aprendizajes científicos allí. Cuando le preguntó a Kohaku por sus novedades, ella le contó que estaba en el país porque había acompañado a Tsukasa como su asistente, y que había aplazado su vuelta para volver a reencontrarse con Stan y pasar su aniversario juntos. Senku estaba al tanto de todo lo sucedido con la deportación, y había visto al rubio un par de veces en sus visitas a Xeno, pero no había oído las últimas novedades, por lo que se quedó un tanto sorprendido cuando ella le contó que también se habían comprometido.
- Ah... felicitaciones. Cada vez que te veo, "subes de nivel" la relación en forma de anillos. Así que creo que para cuando vuelva Japón al final de mi beca, ya tendrás el nivel dorado.
Kohaku trató de interpretar el humor de Senku detrás de sus peculiares palabras, y porque en parte era cierto que la última vez que se vieron, ella ya llevaba el anillo de noviazgo, por lo que sonrió y aceptó la broma, aunque lo corrigió.
- Gracias, pero no es tan así, ya que no hay fecha de boda... es decir, más bien será cuando cumpla mi objetivo de ganar un campeonato nacional importante en Japón.
- Entiendo. Como sea, ustedes sabrán mejor, espero que sean felices.
- ¿Quieren continuar un poco más el recorrido, o prefieren ponerse al día? –Preguntó Xeno, cambiando de tema.
- Podemos hacer un poco de ambas, ¿no? –Contestó Kohaku, mirando a Senku para ver si se les unía.
- Claro, está bien por mí.
Los tres siguieron a Xeno, conversando un poco más entre cada lugar nuevo que el científico les presentaba, y Kohaku estaba tan fascinada como perdida con los cientos de detalles científicos que oía, todos sonaban muy interesantes y prometedores. A poco más de andar, una voz femenina y con acento extranjero resonó en el pasillo, saliendo de una puerta contigua.
- Doctor Xeno, estaba por ir a buscarlo.
La voz pertenecía a una mujer alta y esbelta, rubia de cabellera lacia y larga, atada en una alta coleta, y sus ojos verde grisáceos y labios voluptuosos destacaban en su bellísimo rostro sonriente. Lucía joven, parecía tener alrededor de veinticinco años. Aunque también vestía una bata blanca abierta, sus largas piernas estaban expuestas bajo un vestido gris con cuello tortuga y falda tipo tubo, resaltando sus finas curvas de una forma elegante. Llamativamente llevaba unos altos tacones negros, que hacían eco en el pasillo con cada paso de ella acercándose al grupo.
- Doctora Kondakova, ¿qué necesita de mí? –Respondió respetuosamente Xeno.
- Quería entregarle el informe del que estuvimos hablando, ya lo terminé.
- Excelente, muchas gracias doctora –Asintió, recibiendo el informe– Disculpe que no pueda dedicarle mi atención ahora, estoy mostrándole las instalaciones a unos amigos. Le presento a mi mejor amigo Stanley, y a su novia y recientemente prometida, Kohaku, que a su vez es amiga de Senku, residen en Japón –señaló a los mencionados– Les presento a la doctora Tatyana Kondakova, una reconocida científica rusa que está participando de una prolífica colaboración entre la Roscosmos y la NASA. Es sobrina de la famosa cosmonauta Yelena Kondakova, la primera mujer que hizo un vuelo espacial de larga duración, y no dudo que la doctora con su currículum alcanzará grandes logros en el marco de sus investigaciones también.
Stan y Kohaku quedaron sorprendidos no sólo con la imponente y bella científica, sino con la extensa presentación de Xeno, aunque no era tan extraño oírlo hablar largamente de cualquier tema que fuera del plano científico.
- Qué presentación tan detallada, Xeno, me halaga –Le respondió con una sonrisa coqueta– No lo interrumpiré entonces, pero me gustaría que pudiera leerlo y ofrecerme sus comentarios al respecto antes del fin de semana. ¿Podríamos tomar un café cuando termine su visita, más tranquilos?
- No quisiera demorarla, doctora, seguro está cansada luego de tanto trabajo, lo hizo en poco tiempo, ciertamente muy eficiente.
- No se preocupe, "doctor" –recalcó, como si no fuese usual que se hablen con esa formalidad, ya que ella lo había llamado antes por el nombre solamente– estoy acostumbrada a la exigencia, y los proyectos interesantes me mantienen energizada. ¿Tal vez, en todo caso, podemos conversarlo durante una cena? Es viernes después de todo, nadie madruga mañana.
Los visitantes se miraron de reojo, conteniendo una sonrisa. Si con la invitación al café habían pensado que la científica era sociable y ya tenía una buena relación con Xeno, la de la cena y la indirecta de la posibilidad de extender la duración de aquella velada, les hizo pensar que, "tal vez", la doctora tenía una seguridad arrolladora y un interés posiblemente extra-científico hacia él. Eso, o la dedicación a la causa intelectual de la mujer era encomiable. Xeno, por su parte, también pareció sorprendido con la propuesta, aunque su respuesta fue o demasiado respetuosa, o demasiado inocente.
- Su dedicación al proyecto es admirable, Dra. Tatyana, pero en todo caso podríamos hablarlo mañana por teléf...
- Xeno –Interrumpió Stan, con una sonrisa deslumbrante y actuando casual– Íbamos a ir a cenar juntos hoy de todas formas, como despedida antes de volver con Kohaku. No tenemos problema en extender la invitación a la doctora, que parece que más bien tiene ganas de relajarse un poco luego de tanto trabajo, más allá de compartir aquellos... comentarios –Miró a Kohaku– Será un honor contar con la presencia de una profesional tan destacada. ¿No es así, amor?
- Claro que sí, podríamos cenar temprano, y luego dejarlos para que sigan... conversando –Acompañó Kohaku con interna picardía, acompañando la intención de Stan– Si no es incómodo para ella y tiene ganas la doctora, por supuesto.
La pareja miró a la científica, ignorando por completo a Xeno, que lucía evidentemente confundido y fruncía el ceño ante aquella mentira. Ella pareció encantada con la propuesta, y la sonrisa deslumbrante que mostró competía en brillo y encanto con la de Stan.
- Sería una cena más que interesante, muchas gracias por incluirme –Aceptó– No se preocupen por la distancia, tengo auto.
- Hay un restaurante y bar muy recomendable a unos cuatro kilómetros de aquí, "Hyde Park" se llama –Dijo Stan, continuando con llevar las riendas del plan– Cocina a leña, pizzas, pastas, sándwiches, hay una interesante variedad culinaria y una excelente calidad de comida, si te parece bien.
- Suena muy bien, gracias Stanley. ¿Estás bien con el plan, Xeno?
- Sí, no hay problema –contestó con una amable sonrisa, aunque la mirada que le dedicó luego a su amigo no era tan cálida– ¿A las ocho allí?
- Sí, perfecto. Los dejo entonces, no quiero interrumpirlos más en su recorrida. Hasta luego.
La científica dio la vuelta y siguió con su camino, hasta caminando acompañaba elegantemente el movimiento sinuoso de sus caderas con largos pasos que resonaban en el piso. En cuanto estuvo fuera de vista, Xeno fulminó con la mirada a su amigo.
- ¿Se puede saber qué pretendes con eso, Stan? Que yo sepa, nuestro plan no era esta noche, sino mañana.
- ¿Eres ciego, torpe, o inocente, Xeno? O las tres, no me decido.
- ¿Perdón? –Preguntó, molesto.
- La doctora Tatyana, a quién presentaste como si estuviera caminando por la alfombra roja, parece que está buscando un poco de sociabilidad y entretenimiento un viernes por la noche...y trasnoche, además de tu respetable opinión. Por dios, te invitó a cenar delante de nosotros diciendo que no tenían que madrugar mañana, y le ibas a decir que lo conversaban por teléfono si yo no interrumpía. ¿Qué tienes, quince años?
- Es una respetable colega, Stan, no es elegante ni apropiado lo que sugieres.
- Más bien lo que ella sugirió, es obvio que no es de las tímidas y que dan vueltas esperando cortejo. Espera, ¿me estás diciendo que rechazarías salir con semejante mujer inteligente, bella y hasta elegante, sólo porque es una colega temporal?
Xeno se quedó callado varios segundos, mirando fijamente a Stan, sin afirmar ni negar nada.
- No es la primera vez –intercedió Senku, con una mueca burlona– Sí que Tatyana le haga una invitación tan directa fuera del trabajo, pero lo hizo porque ya vienen compartiendo algunos almuerzos por aquí, aunque yo también fui parte en ocasiones. Y más de una vez la vi alcanzándole un espresso a Xeno a media mañana, es observadora y atenta con los gustos del doctor.
- Nada mal –Rió Stan– Me quedaría más tranquilo si te dejo aquí bien acompañado. Al menos a ella no la cansarías nunca con tu verborragia científica, es la horma de tu zapato.
- Stan... –Le advirtió Xeno con un gruñido.
- Sólo digo que puedes permitirte un poco de relajo y diversión, y nunca conocí una mujer que pueda coincidir tanto con tus exigentes gustos como ella. Dale una oportunidad, si ella no tiene problema en separar el trabajo de la vida privada, y es la "invitada" aquí, no debería preocuparte, no es que te estás aprovechando tú.
- Además, estaremos acompañándolos –agregó Kohaku, para convencerlo– Si algo no te convence, puedes usarnos de excusa para poner fin a la noche, y nadie sale herido.
- ¿Tú también? –Protestó Xeno– Te contagiaste de meter las narices como Stan.
- ¡Oye! Coincido en que me dio una muy buena impresión, y es muy bonita e inteligente. Stan tiene un punto ahí, parece el tipo de mujer perfecta para ti, y no creo que haya muchas como ellas. Si encima ya está demostrando que está interesada en ti, no tienes ni que preocuparte por ser rechazado, no veo el daño ahí, como mínimo se divertirán y conversarán un rato.
- Parece que los tortolitos quieren hacer de cupido –Suspiró el científico, irritado.
- Senku, ¿quieres venir también? –Lo invitó Kohaku, sintiendo que era descortés dejarlo de lado.
- No, gracias leona, ya tengo planes.
La rubia se mostró sorprendida, aunque conociéndolo, sus "planes" bien podrían ser una cita con los libros o con un documental científico. Pero tampoco iba a subestimarlo, Senku ya tenía veinte años como ella, y también era posible que estando solo allí hubiera hecho amigos o conocido a alguna chica.
- En fin –Llamó la atención Xeno, para volver a lo que estaban antes de la interrupción– Si ya terminaron de tomar decisiones por mí, ¿podemos continuar? No queda más de media hora antes de que se vayan todos, y gracias a ustedes tengo que andar a las corridas para prepararme.
- Y ya nos lo vas a agradecer, recuerda estas palabras, aunque nunca lo vayas a querer admitir –Dijo por último Stan, antes de señalar el camino hacia adelante– Vamos, te seguimos.
Xeno respiró hondo, antes de darles la espalda y continuar caminando, aunque ya no estaba tan motivado con hacer el tour. Stan y Kohaku se sonrieron cómplices, guiñándose un ojo, muy emocionados y divertidos en anticipación por lo que depararía esa noche, sin dudas sería más que interesante y prometedor para todos.
Buenaaaas! Sep, Xeno también merece amor xD, y ya algunos de ustedes se deben acordar de Tatyana por la historia que fue la semilla de ésta ("No es ciencia, es amor"). Como ven, vengo a compensar aquí con mucho amor y sonrisas, para mimarlos un poco y que sirva de consuelo frente a los difíciles momentos que atraviesa el fic "Cautivos".
Gracias a los que siguen dejando su amor y apoyo a esta historia. A pesar de estar más ocupada, adoro escribirla, Stan, Xeno y Kohaku son mi pasión total, me pican los dedos por escribir sobre ellos y todos los días los pienso, y más ya teniendo pensados los próximos capítulos (hay para unos cuántos más, no se preocupen). Hasta el próximo capítulo!
