A la hora acordada, Stan, Kohaku, Xeno y Tatyana se encontraron en el exterior del restaurante "Hyde Park Kitchen Bar". El lugar era informal y acogedor, una gran casa remodelada, funcional, mesas rectangulares de madera, piso de cemento pulido, y enormes ventanales que permitían ver a través, iluminado con lamparones de bombillas de luz cálida. Una interesante colección de bebidas blancas, cervezas y vinos se lucía a la vista, y grandes hornos a leña empotrados en la pared, permitiendo a los comensales observar algunas de las delicias que preparaban. Tenía algunas mesas en el exterior, pero la noche estaba fresca, por lo que prefirieron comer adentro.

Stan y Kohaku se habían vestido entre casual y elegantes, él de camisa negra y pantalón color crema, y ella con un vestido bordó, con medias altas negras. Xeno sí había ido bien elegante, fiel a su estilo, enteramente de camisa y traje negro, y había llevado una corbata gris perlada que Stan se la sacó apenas se saludaron, minutos antes de que llegara la doctora. El rubio también le desabrochó los primeros dos botones de la camisa, diciendo que tenía que verse un poco más relajado, y la guardaron en la cartera de Kohaku, ignorando las protestas del científico.

Tatyana, por su parte, se robó todas las miradas: Habiendo dejado el abrigo en su coche, se acercó a ellos con pasos largos y decididos, luciendo estupendamente con su vestido violeta obispo de mangas largas, ceñido hasta los muslos y un cuello "bote" que dejaba expuestos sus delicados hombros. Esa noche llevaba el pelo rubio lacio y suelto, con un fino conjunto de aretes y collar y pulseras de plata a juego. Elegancia y sensualidad, eran dos palabras que definían a esa mujer, con apenas un poco de maquillaje muy natural, favoreciendo sus bellísimos rasgos femeninos, y para completar, un sobre de cuero platinado para llevar sus objetos personales. Sus altos tacones negros resonaban en el asfalto, y con ellos alcanzaba la altura de Xeno a la par.

La admiración silenciosa fue evidente en el rostro de los tres que la esperaban, pero luego una pequeña sonrisa maliciosa se extendió por los labios de la pareja, cuando observaron a su amigo de reojo y fue muy evidente que su nuez de Adán se movió, a causa de tragar duro. Presintiendo que Xeno no iba a iniciar un saludo relajado, Stan fue el primero en sonreír y bromear al respecto, sabiendo de las diferentes costumbres de cada país.

- Buenas noches, doctora Tatyana –inclinó la cabeza con respeto– Ahora que estamos entre "amigos" y para que hacer honor a las costumbres y se sienta como en casa, ¿cómo deberíamos saludarnos para empezar la velada? ¿Apretón de manos, abrazos, besos?

- Buenas noches –mostró una sonrisa segura y deslumbrante– Por favor, sólo Tatyana está bien para llamarme. Sé que los estadounidenses se saludan sólo con la mano, mientras que en Rusia varía bastante, en mi ciudad era muy común, si hay confianza, darse tres besos.

- Tres besos serán entonces –Aceptó Stan con un guiño de ojo. Si sonreía mucho, era porque se estaba deleitando internamente con imaginar a Xeno incómodo ante tanta cercanía.

Kohaku se adelantó primero para saludarla, y la científica le correspondió. No estaba acostumbrada a saludar así, por lo que fue un poco tímida, contrario a lo relajada que era la rusa. Stan fue más seguro y natural, como siempre, y Xeno fue igual o hasta más rígido que Kohaku, en especial cuando notó que esos inocentes besos de saludo se daban más cerca de la comisura de la boca que de la mejilla, algo que no esperaba y no estaba acostumbrado.

- ¿Entramos? –Señaló Stan con su mano, invitando a las mujeres primero, caballerosamente.

Lo hizo también a propósito, y Kohaku nuevamente tuvo la iniciativa, aunque había sido algo que con habían hablado antes de llegar al restaurante, determinados a hacer todo lo posible por servir como cupidos. Dejaron que las dos se adelanten unos pasos, y Stan le guiñó un ojo a su amigo sin dejar de mirarlo, mientras bajaba la mano en alto para provocadoramente guiar la mirada de Xeno hasta las caderas de Tatyana.

- Nada mal, ¿eh? Tenías que ver tu cara cuando ella llegó, parecías un novio en el altar.

- Cierra el pico –Replicó, molesto y un poco avergonzado, porque internamente reconocía que se había quedado anonadado con la belleza y elegancia de su colega.

Xeno había hecho una reserva por teléfono apenas había llegado a su casa, para asegurarse de no esperar. Y bien había hecho, ya que el lugar estaba abarrotado, en menos de una hora seguro ya habría una fila de espera, siendo un viernes por la noche. Se ubicaron en una mesa junto a la ventana, y le dejaron los menús a cada uno. Stan dijo que ese lugar era famoso por sus pizzas cocinadas en el horno leña, así como también tenía platos de pastas estilo italiano, y unas muy famosas albóndigas. Se animaron a la idea de compartir, por lo que eligieron dos pizzas, una de pepperoni y otra de cuatro quesos, la favorita de Stan, acompañando con la cerveza artesanal. Y para entretener el estómago hasta que llegara la comida, eligieron dos platos de entrada, también para compartir. Mientras esperaban, comenzaron a conversar y a conocerse mejor.

- ¿Hace cuánto tiempo que vives aquí, Tatyana?

- Llegué hace cuatro meses, para el proyecto que Xeno les contó, uniendo fuerzas científicas aeroespaciales una vez más, la Roscosmos con la NASA. Estoy viviendo en una pequeña casa en "El Lago", me consintieron con una bonita ubicación, y la embajada fue la que también me proveyó del coche.

- Qué generosos, está muy bien que puedas moverte cómoda y segura. ¿Tienes amigos o conocidos cerca?

- No, las únicas personas con las que me relaciono aquí, al menos personalmente, son mis compañeros de trabajo. Son todos amables y generosos conmigo, y Xeno también ha sido un atento colega, estoy agradecida de que haya aceptado de buena gana pasar tiempo conmigo en nuestros recesos.

- Me imagino. Y no lo dudes, debajo de esa cara gruñona, es un sol. Es alguien con el que siempre podrás contar, no importa la ocasión, aunque no lo parezca en una primera impresión, tanta distancia que pone.

- Sí, es cierto –Agregó Kohaku, antes de que Xeno tuviera la oportunidad de cambiar de tema, lo cual parecía predispuesto a hacer– Cuando pasé unas difíciles situaciones con Stan, él me ayudó y me contuvo mucho, y eso que al comienzo casi no me conocía. Luego nos hicimos amigos, y puedo dar fe que es muy amable, aunque no es alguien que se regodee de eso.

- Sí, me dio esa impresión –Coincidió Tatyana– Por eso estoy deseando conocerlo más.

La mujer dijo ese comentario muy casualmente, y podía interpretarse sólo como uno amistoso, pero los otros tres se quedaron unos segundos más de la cuenta en silencio, sopesando que haya sido una indirecta a "conocerlo de otra forma", y que no tuviera problemas en admitirlo.

Unos minutos después llegaron a la mesa los platos que habían pedido como entrada, dos porciones de albóndigas, y un pan de queso hecho al horno de leña. Del primero, el plato tenía una única y gran albóndiga con queso parmesano, salsa de tomate y albahaca, sobre una tostada sellada con manteca de ajo. El pan, llamado "Cheezy Weezy Bread", combinaba cuatro tipos de quesos italianos: Relleno de crescenza, gorgonzola y mozzarella, y por encima parmesano rallado, con finas hierbas frescas cortadas encima, y un chorro de vinagre balsámico. Stan y Kohaku compartieron una albóndiga, dejando la otra para Xeno y Tatyana, y luego se sirvieron el pan, que venía cortado ya en porciones. Se mantuvieron unos segundos de silencio para probar la comida, y luego se dedicaron a compartir sus opiniones y gustos al respecto. Luego volvieron a conversar, esta vez Tatyana iniciando las preguntas.

- ¿Desde cuándo se conocen entre ustedes?

- Stan y yo hace alrededor de un año y medio, hace unos días cumplimos nuestro primer aniversario de novios –le contó Kohaku mientras comía.

- Perdon, ¿escuché bien antes cuando dijeron que estaban comprometidos? –Preguntó un poco confundida.

- Sí, así es... también eso sucedió el mismo día que nuestro aniversario –Afirmó Kohaku un poco sonrojada. Aunque ellos habían pasado muchas cosas como pareja y se amaban mucho, para la mayoría de las personas debía de parecerles muy poco tiempo para un compromiso.

- ¡Qué romántico! –Contestó con una amable sonrisa sincera– Disculpa, no los estaba juzgando, sólo que me sorprendió.

- Tranquila, suele pasar, de seguro que parece algo apurado –Intercedió Stan– De mi parte, simplemente me enamoré demasiado fuerte y rápido de Kohaku, y atravesamos unas cuántas situaciones... especiales, y muy significativas para mí, luego de las cuales me di cuenta que no quería nada más que estar con ella por el resto de mi vida –le tomó la mano que llevaba el anillo a su novia y se la besó, mirándola a los ojos con dulzura.

- Oh, Stan –Todavía se abochornaba cuando él expresaba tan abiertamente su amor– Bueno, yo me siento igual, aunque no soy tan buena para expresarlo. Y además confieso que él es mi primer novio, pero es como que "lo supe", y ya, no necesito diez años de noviazgo de pruebas de amor para confirmarlo.

- Puedo ver que se aman así con sólo mirar sus ojos cuando hablan de eso. Y pienso tal como dijiste lo último, a veces simplemente sucede, y está bien. ¿Tienen fecha de boda ya?

- No... La verdad es que Stan, luego de proponérmelo, me puso la condición de que primero gane el campeonato nacional de artes marciales mixtas, me dedico a ese deporte desde chica, y es uno de mis sueños. Así que me temo que no pasará menos de un año hasta que nos casemos, porque todavía me falta mucho para eso, pero voy a dedicarme cada día apenas volvamos a Japón.

- ¡Oh! ¿Así que vas a ser luchadora profesional? Muy interesante, nunca había conocido una personalmente. ¿Y tú, Stan?

- Fui militar y me dediqué a eso unos cuatro años, luego fui instructor de tiro y en unos días lo seré oficialmente de pilotos, para la fuerza aérea de Japón.

- Ya veo, qué bueno que países con un complejo historial militar juntos hagan esos convenios. Por otro lado, oí cuando nos presentaron que tú y Xeno son mejores amigos.

- ¿No te habló de mí? –Preguntó Stan, fingiendo indignación mientras miraba acusadoramente a su amigo– Qué buen amigo.

- No, lo siento... sí me contó que estaba viviendo con un amigo temporalmente, pero nada más.

- Respondiendo a tu primera pregunta, Xeno y yo nos conocemos desde que éramos chicos, a los diez años, más o menos. Así que nos unen casi veinte años de amistad, aunque no siempre estuvimos cerca uno del otro, por motivos de estudios y trabajo, lo normal.

- Lo siento, Stan, pero no es como si hubiera salido el tema de hablar de ti –dijo Xeno sin culpa, con una media sonrisa.

- Bueno, ahora que te dejamos solito acá, parece que puedes ponerla al día con muchos detalles de tu vida –le contestó provocador– Tatyana está buscando hacer y profundizar amistades, y tú vas a perder a tu compañero de conversaciones diarias, diría que es muy oportuno.

- Sí, muy oportuno –Le contestó con una sonrisa que no les llegaba a los ojos, sabiendo lo que estaba haciendo Stan con eso.

Un rato después, mientras seguían conversando y los hombres daban más detalles de su amistad, llegaron las pizzas. El aroma levemente ahumado de la cocción a leña era delicioso, y cómo se chorreaba el queso fundido les hacía agua la boca. Las cervezas estaban muy frías y espumosas también, y los cuatro brindaron amigablemente por la velada. A pesar de no sentirse cómodo con las evidentes indirectas celestinas de Stan y Kohaku, que le estaban lanzando rosas de todo lo que lo halagaban, Xeno era afable y sereno en sus respuestas, acompañando las bromas de su amigo y demostrando un agudo e inteligente sentido del humor. Cuando la científica entró en más confianza, también demostró ser muy simpática y divertida, aunque con ese mismo estilo intelectual y elegante de Xeno.

Realmente se veían muy bien, uno al lado del otro, muy naturales y compatibles en sus opiniones e interacciones. La cerveza ayudó un poco a eso, animándolos y mostrando a los dos científicos con actitudes menos formales y acartonadas. Cada tanto, cuando Tatyana le pregunta algo a Xeno o se mostraba en acuerdo con él, le tocaba el brazo con sus finos y largos dedos, y él no se inmutaba para nada, lucía mucho más cómodo de lo que sus amigos esperaban, dadas sus fugaces miradas de advertencia anteriores a Stan y Kohaku de que serían demasiado obvios con sus intenciones si seguían insistiendo tanto. Cuando terminaron de comer, en lugar de pedir un café y postre, Tatyana sugirió tomar unas copas, ya que aquel lugar también era un bar.

- No pretendo caer en lugares comunes, pero los rusos tienen fama de ser buenos bebedores –Dijo Stan– El vodka es como la bebida nacional ¿Es así?

- Sí, en buena parte. En Rusia está el concepto de "la alegría de beber", con amigos, con famila, valoramos mucho el relajarnos y divertirnos, porque también en nuestra cultura tenemos mucha disciplina y rigurosidad. Se bebe bastante alcohol, sí, pero ya es algo que está en nuestras costumbres y se naturalizó. De hecho, un dato histórico interesante que se relaciona. En el siglo XVI, el zar de ese momento creó un sistema de tabernas y pago de tributos, en el cual, a mayor venta de alcohol a los clientes, más dinero recibían los dueños, así como la monarquía. Con lo cual se incentivaba a beber grandes cantidades de alcohol.

- Y biológicamente, tienen la ventaja para eso, y no terminar en fuertes resacas –añadió Xeno– Por cuestiones climáticas y alimenticias, los rusos desarrollaron un metabolismo más lento que el de otros pueblos y países, razón por la cual tienen una mayor tolerancia al alcohol. Al contrario de los japoneses, por ejemplo, que con un par de copas se garantizan de una mañana de jaquecas.

- Ah, es verdad –Rió Stan– Cuando fuimos a tomar unas copas con Kohaku y Tsukasa la otra semana, se notó que ya estaban mareados. Ella se tropezó al bajarse de la silla incluso, tenían que haberla visto.

- ¡Stan! –Le reprochó la rubia, avergonzada por la exposición.

- ¿Qué? Es la verdad, preciosa, no dudo que ya con esta cerveza y una copita más, ya no caminas derecho. Dos copitas más, y tendré que cargarte en brazos a casa –Eso hizo reír a todos.

- Xeno fue muy acertado en lo que dijo, y diría que el motivo más general y comprobable de nuestra tolerancia. Pero volviendo al vodka, es favorito especialmente entre los jóvenes, porque no es costoso, y de verdad es un excelente maridaje de muchas comidas rusas. Por supuesto que hay muchas otras bebidas, pero sigue siendo la favorita nacional.

- Ya veo, nada mal. ¿Pedimos una ronda de cócteles? ¿Qué quieren?

- ¿Se animan a unos shots de vodka, para poner a prueba la teoría? –Sugirió Tatyana con una sonrisa desafiante.

- I'm in, doc –Contestó Stan, aceptando el desafío– ¿Preciosa?

- Yo acepto una ronda, para probar y acompañar, pero no al juego.

- Coincido con Kohaku y haré lo mismo que ella –dijo Xeno– No quiero volver a casa a tropezones, y le prometí a Tatyana que revisaría su informe.

- No te preocupes por eso, Xeno, yo te llevo a tu casa en mi auto –Lo tranquilizó la rusa– Y tengo que manejar, y ellos también, así que sólo serán unos sorbos para terminar la noche.

Ante esas palabras de que su amigo no volvería solo a su casa, Stan sonrió y lo miró significativamente, y Xeno hizo lo posible por evitarlo y no hacer ningún gesto. Pidieron los shots de vodka para todos, y otras dos copitas más para Stan y Tatyana, y continuaron hablando. Una vez que les sirvieron lo pedido, brindaron juntos y se los bebieron de un largo trago. Kohaku frunció los ojos ante lo fuerte que era esa bebida pura, prefería definitivamente los cócteles frutales. Unos minutos después, los otros dos bebieron su segundo shot, e incluso después seguían hablando lo más normal, a ninguno siquiera se les resbalaba la lengua.

Dieron por concluida la noche, pagando la cuenta, y Stan apoyó su mano en la espalda de Kohaku, antes de despedirse.

- Los dejamos tranquilos, todavía tienen tarea científica por hacer. Muchas gracias por esta noche, un placer conocerte Tatyana.

- Igualmente Stan, Kohaku. Al contrario, muchas gracias a ustedes por invitarme, lo pasé muy bien –Contestó Tatyana– Así es, quedó trabajo pendiente. Aunque me gustaría tomarme un café para mostrarte y conversar eso, Xeno, si te parece. Tengo las cosas en el auto de todas formas.

- Claro, vamos –Asintió él.

- Xeno hace un café excelente en la cafetera espresso de su casa, nada que envidiarle a los de los bares –Stan sugirió con una sonrisa deslumbrante.

- Si no es molestia, me encantaría probarlo –Tatyana miró a Xeno con su elegante coquetería al decirle eso.

- Para nada, a mí también me gustaría tomar uno.

Xeno asintió con una amable sonrisa, y luego la mantuvo con Stan, aunque unos segundos de más, en una conversación silenciosa que ambos entendieron, y sólo hizo sonreír más ampliamente al rubio.

- ¡Ah! Esto es tuyo, Xeno, casi lo olvido –Kohaku le devolvió la corbata con una sonrisa maliciosa, y él se la puso, mirándola con los ojos entrecerrados. Se despidieron en la puerta, nuevamente con tres besos hacia Tatyana, y un corto abrazo con Xeno. Los dos científicos caminaron unos metros hasta alcanzar el auto de ella, un reluciente Renault Fluence negro.

- Qué coche tan elegante –Acotó con satisfacción él.

- Sí, es muy cómodo y elegante, pensé que dirías eso cuando lo vieras –Coincidió riendo suavemente– ¿Me indicas tu dirección?

Como estaban bastante cerca, llegaron en menos de diez minutos. Xeno le presentó brevemente la casa dándole las indicaciones de dónde estaba el baño por si quería asearse, y se fue a preparar el café. Estaba un poco nervioso, reconocía que esa noche tuvo mucha química con Tatyana, y conocerse con un trato más informal y divertido fue muy agradable. Para qué iba a mentirse, sí que encontraba en ella a una mujer muy atractiva e interesante, destacaba en su inteligencia, belleza y hasta humor, además de compartir el gusto por los detalles y la elegancia. Pero estaban en su casa en ese momento, a solas, y no se atrevía a hacer una insinuación seductora por más que reconociera la posibilidad para que no pareciera que se estaba "aprovechando", tendría que esperar que ella lo haga primero. No quería ni pensar hacía cuánto que no estaba en una situación así con una mujer, más una que parecía bastante segura y que no requería ningún tipo de cortejo, más bien sentía que era justo lo contrario. Aunque por otro lado le había parecido muy ambigua, como que las expresiones de ellas podían ser tomadas tanto de forma amistosa como de una sutil seducción, no lo tenía claro. Cuando el café de ambos estuvo listo, volvió a la sala de estar, al tiempo que la rubia salía del baño.

- ¿Prefieres sentarte en el sillón o en la mesa? –Se corrigió rápidamente– Quiero decir, en las sillas que rodean la mesa.

- Sí, se entendió –Tatyana trató de contener una sonrisa– En el sillón está bien, se ve cómodo.

- Aquí está el café. ¿Azúcar, edulcorante?

- No, gracias, lo tomo amargo.

- Igual yo –coincidió satisfecho.

Tatyana agarró el informe científico que había dejado en la mesa y se sentó en el sillón, recibiendo y agradeciendo la taza de café, y luego Xeno se sentó cerca. Comenzaron a hablar del tema, la científica resumiéndole los puntos centrales de las conclusiones de su investigación, y él aportando sus opiniones. Cuando terminó el café, Tatyana apoyó la taza en la mesada de al lado, y se sentó más cómoda, cruzando las piernas, mientras seguía hablando. Xeno no pudo evitar seguirla con la mirada, y sus ojos se rezagaron en las largas y esbeltas piernas femeninas expuestas. Tal vez sí la cerveza y aquella copita de vodka le habían atontado un poco los reflejos, ya que su cerebro dio la orden de volver a mirarla a la cara, pero sus ojos iban más lentos, así como la desconcentración hizo que la oiga en segundo plano.

- ¿Xeno? –Preguntó con voz suave

- ¿Hm? Ah, disculpa, Tatyana –murmuró con un sutil sonrojo aflorando en sus mejillas– Me perdí un poco.

- Te preguntaba si quieres hacerlo.

Los orbes oscuros de él se agrandaron un poco ante dicha frase, y la miró sorprendido, su sonrojo pronunciándose más. Oh, maldición, ¿a qué se refería? Lamentaba haberse desconcentrado tanto en unos pocos segundos. La rusa ya no tenía el informe en las manos, lo había dejado en la mesada junto a la taza vacía de café, y lo miraba con esa sonrisa confiada y serena, sentada un poco más cómoda en el sillón. ¿Le estaba proponiendo...? Tenía que resolver su duda.

- ¿Perdón, Tatyana? –Preguntó ambiguo con un tono cortés, avergonzándose de tener que hacerla repetirse. Desconcentrarse de la conversación cuando eran sólo dos, era muy desconsiderado y poco elegante también.

- Si no quieres está bien, puedo volverme a casa.

La mente de Xeno no encontró ninguna otra explicación científica para eso, y la elección de "hacerlo o volverse a casa" viéndola más relajada parecían ser la conclusión de que se trataba de una insinuación. Respondió con un dejo de nervios, un poco torpe.

- Bueno... si tú quieres también, no creo que esté mal. Es decir, eres una colega que respeto mucho, y muy elegante, pero no voy a negar que no quisiera rechazarte. Lo pasamos muy bien y eres una mujer muy bella, también... aunque no es lo único, no es por eso, no me malentiendas, ni quisiera que...

- Xeno, me refería a si querías que formulemos la hipótesis sobre la que pensaba trabajar a continuación –aclaró ella, con una sonrisa un poco incómoda, sonrojándose.

El científico quedó boquiabierto y muy tenso ante esa respuesta. Oh, definitivamente había malinterpretado todo, su inconsciente guiado por todas las indirectas de Stan, y lo bien que ella respondía a ellas, sin incomodarse. El peor escenario posible se había materializado, él evidenciando que había pensado en la presencia de ella en su casa como una gran posibilidad de que iban a tener sexo, en lugar de simplemente conversar sobre el informe, como habían coordinado. Y todo eso cuando él había sido el primero en desdeñar la idea de que pasara algo íntimo con su respetada colega de trabajo, a la cual veía todos los días, y lo seguiría haciendo por los próximos meses. Había "pisado el palito" de una forma muy burda, y ahora no sabía cómo salir de aquella situación, lo había arruinado completamente. Se quedó en silencio, sin atreverse a decir nada más, mirando el piso con evidente vergüenza. No, él lo había arruinado, tenía que hacerse cargo y arreglarlo, además se consideraba un caballero, no podía dejar que ese desliz arruine su reputación y sus verdaderos valores.

- Mis disculpas, Tatyana, malinterpreté varias cosas. No pretendía aprovecharme de la situación para seducirte, menos incomodarte, no era mi plan al invitarte. De hecho, no estoy acostumbrado al cortejo. ¿Podrías ignorar lo que dije, y que sigamos adelante con el trabajo?

- "Cortejo" –Le dijo, riendo suavemente, más relajada– Xeno, aprecio tus formas respetuosas, y te creo, pero parece que hubieras salido de una película ambientada en el siglo XVIII. Perdona, pero no puedo ignorarlo...

- Lo entiendo. Discúlpame, de verdad. –Contestó interrumpiéndola, apenado, sin mirarla. Tan rápido, tan fácil, y lo había arruinado todo. No sabía cómo podría compensar tan incómodo momento con ella, en especial en el trabajo, ambos eran los líderes de los proyectos actuales.

- Decía –Insistió ella, marcando que había sido interrumpida– que no puedo ignorarlo, pero porque ya que te sinceraste, no puedo quedarme atrás.

Xeno levantó la vista hacia ella, alzando las cejas de sorpresa. La vio arrimarse más cerca de él en el sillón, y estiró la mano para juguetear con su corbata gris. Quizás no se había equivocado tanto, aunque su apresurada disculpa había sido igual de torpe.

- No soy de mezclar el trabajo con lo personal, quiero aclararlo, pero te estabas convirtiendo en una posible excepción. Me gustan los hombres como tú, Xeno, y que te pongas tan tímido y modesto creo que me gusta más. Me pregunto si en todo serás así... –deslizó la mano hacia abajo a lo largo de la corbata, hasta comenzar a rozar con sus dedos su abdomen, y lo miró de forma sugerente, con una sonrisa seductora– Quizás sea esa la próxima hipótesis que tenga que analizar y experimentar.

El científico inspiró bruscamente, entendiendo ya sin error que ahora sí estaba siendo seducido, y su propia sonrisa provocadora adornó sus labios. Tatyana cambió de posición lentamente, de forma de pasar una de sus piernas por encima de las de él, sentándose a horcajadas. Volvió a agarrarle la corbata, y tiró de ella para obligarlo a adelantarse, hasta que sus rostros quedaron muy cerca. Se miraron de reojo, sin decir más nada, y Xeno apoyó sus manos en la fina cintura, hasta que la rubia recortó la distancia entre ellos y lo besó. No dudaba que la mujer sería como un lince como amante, el punto justo entre elegante seducción y salvaje pasión, por las dinámicas que tuvieron. Y así fue, mientras que las largas y finas manos femeninas lo recorrían casi con sigilo, rozando su torso y espalda provocadoramente, sus labios y su lengua eran otro cantar, mucho más intensa y atrevida. Pronto, Xeno se encontró abrumado y a merced de ella, que parecía tener total control sobre él, ayudada por la posición en la que estaban.

Sí, era un caballero, pero no un monje, y Tatyana ya había despertado la pasión oculta que yacía dormida en él. Además, ella lo había provocado con la pregunta de si sería tímido y modesto en la cama, y él pensaba refutar su hipótesis, sería muy aburrido ser igual en todo en la vida. Logró equiparar su ímpetu con el de ella en los besos que compartieron, jugando también con el filo de sus dientes sobre los suaves y carnosos labios, lo cual a la rusa le encantó por el sonido que emitió. Una mano de Xeno se quedó en la espalda de ella, mientras la otra bajó por su cadera, acarició su trasero, y continuó hasta agarrarle el muslo, para luego girarlos y hacerla apoyar la espalda contra la base del sillón, ahora él encima y entre sus piernas. La miró a los ojos y sonrió provocadoramente, antes de hablarle con un tono suave y bajo.

- ¿Dónde prefieres hacerlo? ¿En el sillón, o sobre la mesa?

En ese mismo momento y a unos pocos kilómetros de distancia, Stan y Kohaku estaban en la cama, luego de haber compartido su propia noche de amor. Descansaban abrazados bajo las sábanas, y Stan le acariciaba el brazo con su dedo pulgar, mientras ella estaba acurrucada contra su pecho. De pronto Kohaku se rió con picardía.

- Oye, ¿crees que habrá funcionado bien nuestra acción conjunta de cupidos? Fue muy divertido.

- Si en este mismo momento no están dejando marcas de la cama en la pared, no le hablaré más por varios es.

- Qué malo –se rió a carcajadas– Apenas pude contener la sonrisa cuando veía cómo nos miraba, no sé si nos pasamos con las indirectas.

- Se lo entregamos a Tatyana con papel de regalo y moño, y dudo que ella no lo aproveche, se veía interesada en él. Nadie juega y provoca de esa forma ambigua si no quisiera nada, y es lo suficientemente inteligente y confiada para saberlo. No lo dudes, hicimos bien.

- Sí, es cierto. ¿Crees que podrá manejarla?

- No tuve muchas charlas sobre sexo o mujeres con él, y si te soy sincero, creo que no tiene relaciones hace años, aunque no quiero suponer y subestimarlo. Si Tatyana es como tú, que es un poco lo que estimo por su actitud, me temo que Xeno será el que no podrá caminar mañana –Stan sonrió con malicia.

- Lo único que me apena es que en unos días nos volvemos, voy a extrañarlo otra vez. Perdona, yo digo eso cuando para ti será mucho más difícil.

- No te preocupes, preciosa, ya estamos acostumbrados a las distancias. Pero ya es hora de que cada uno disfrute su vida completamente, yo contigo, y ojalá que lo que pase entre ellos dure más que esta noche, quiero que Xeno sea feliz y disfrute de algo más que la ciencia. ¿Quieres que lo invitemos a cenar mañana? Para compensar que hoy no tuvimos la despedida apropiada que planeábamos.

- Sí, me encantaría. Iba a decirte algo así.

- Hecho, mañana en la tarde lo llamo. Se me cierran los ojos, perdón. Buenas noches, amor.

- Somos dos. Buenas noches –Kohaku levantó la cabeza para darle un beso en los labios y volvió a acurrucarse contra él.

A la tarde siguiente, mientras pasaban el día recorriendo el "Centro de Naturaleza Armand Bayou", donde se encontraron muy cerca de animales como armadillos, bisones y muchas especies de aves mientras caminaban libremente por el predio y alrededor del lago, Stan se acordó de hacer el llamado a Xeno. Esperó unos cuántos tonos, y estuvo a punto de cortar la llamada, cuando finalmente su amigo contestó.

- Stan –Contestó con la voz jadeante.

- Hola, Xeno –Hizo una pausa, y miró a Kohaku mientras le guiñaba el ojo con una amplia sonrisa burlona que su amigo no podía ver– ¿Interrumpí algo?

- ¿Qué necesitas?

Sí, por más que tratara de disimularlo, la voz de Xeno sonaba más esforzada que siempre. Kohaku contuvo una carcajada por poco, tapándose la boca.

- Nada mal. ¿Quieres venir a cenar esta noche a casa? Nos debemos una despedida entre amigos.

Se oyó un breve silencio, y luego el científico contestó.

- Mañana al mediodía entonces. Hasta luego –dijo en un tono de confirmación.

- Xeno, por favor... sobrevive a esto, amigo –Bromeó con un tono dramático, y Kohaku ya no pudo contener su risa, que se oyó de fondo en la llamada.

Se oyó el corte de la llamada, Stan estaba seguro de que Xeno no se había tomado tan bien la broma a costa suya, pero confiaba en que su amigo tendría el humor suficiente para superarlo.

- ¿Todavía está con Tatyana? –Preguntó Kohaku sorprendida– ¡Ja! No esperaba eso de él... Son las cuatro de la tarde.

- Así parece, no sé qué tanto interrumpí, pero seguro estaban en medio de algo. Bien por ellos, pero temo por él. Una vez que vuelve a probar las mieles de la vida con una compañera entusiasta, no puedo culparlo.

- Nosotros empezamos así también –reconoció ella.

- Todas las parejas lo hacen, supongo. Es la pasión y la novedad del principio. Aunque en nuestro caso esa intensidad nunca disminuyó, no me canso nunca de ti, preciosa.

- Lo mismo digo, y espero que así sigamos –Provocándolo, coló su mano en el bolsillo trasero del pantalón de él.

- ¿Qué hace esa mano indiscreta a la vista de todos, futura señora Snyder?

- Revisando que la calidad de la mercadería se mantenga, para ver si me conviene quedarme con ella a largo plazo –Le contestó con fingida seriedad.

- ¿Sólo soy un pedazo de carne para ti? –Alzó la ceja fingiendo sentirse herido con el comentario superficial, y luego se acercó a la oreja de ella para susurrarle– De acuerdo, entonces me encargaré de que la revises y pruebes por completo esta noche, y no te dejaré descansar hasta no tener un informe completo que me satisfaga. Te vas a empachar de tanta carne.

Si bien estaba bromeando divertida, ese comentario sonrojó mucho a Kohaku, ante la imagen muy poco inocente que le llegó a su mente. Quitó su mano del bolsillo trasero de Stan, y él sonrió con malicia, para luego ofrecerle continuar el recorrido hasta que cerrara el parque, ya que no tenían que apurarse a volver si Xeno no los visitaba esa noche. Ella no iba a quejarse, pero tampoco terminaba de aprender que nunca le ganaría a Stan en las provocaciones y bromas, él siempre iba a estar un nivel más desvergonzado.

Al día siguiente, recibieron al científico para la despedida. Stan se lució con el menú de comida, haciendo una serie de platillos de carnes rojas típicos estadounidenses en la parrilla: Costillas de cerdo con salsa barbacoa, mini hamburguesas caseras, y el tradicional "Philly Cheesesteak", un sándwich de tiras de carne con abundante queso derretido. La curiosidad por el confirmado amorío de Xeno con Tatyana no pudo evitarse, y tuvieron que sonsacarle los detalles mientras comían, ya que él no hizo mención en absoluto por su cuenta.

- Vamos, Xeno, no te pido detalles privados, sólo que nos cuentes un poco –insistió Stan ante la renuencia de su amigo– No te hagas el inocente, es obvio que ayer por la tarde estabas con ella cuando te llamé. Y no estaban trabajando... al menos no en algo científico.

- No vas a parar hasta no conseguir lo que quieres, ¿verdad?

- ¿Para qué preguntas si ya sabe la respuesta?

- Era retórica –Murmuró con una mueca.

- No quiero retórica, quiero que sueltes un poquito la lengua. "Si no puedes contra ellos, únete". ¿Somos tus amigos o no? No es por presionar, pero sabes bien que, si pasó algo con ella, fue gracias a que con Kohaku les dimos el empujón que les faltaba.

- ¿Qué es lo que quieren saber, si no son detalles? –Suspiró.

- En qué quedaron, ¿van a empezar a salir? –Contestó Kohaku

- Así parece –Los miró irritado ante la amplia sonrisa de satisfacción que ambos mostraron– No "quedamos" en nada, pero quedó implícita la idea de que continuaremos viéndonos fuera del trabajo.

- ¿Implícita? ¿Eso es lo mejor que pudiste hacer? –Cuestionó Stan con aburrimiento.

- Obviamente en la NASA nadie se enterará de lo que hagamos con nuestra vida privada, ni siquiera Senku. Una estricta relación profesional puertas para afuera.

- Nadie va a entender cómo es que tú llegas al día siguiente al trabajo más agotado luego de supuestamente descansar. Al menos tu estado físico mejorará, no hay duda de eso. Creo que de regalo de despedida voy a regalarte una gran caja de condones.

- Stan, por favor –Protestó Xeno ante la falta de delicadeza.

- ¿Qué? Es la verdad, no hay nada de qué avergonzarse. El que estaba haciendo manteca en plena tarde ayer eras tú, no te hagas el inocente ahora.

- ¿Haciendo...? –Expresó horrorizado Xeno– Suficiente, se acabó la conversación.

A pesar de estar indignado con las poco elegantes expresiones de Stan, los tres terminaron sonriendo, y cambiaron de tema. Ese era el último día de la pareja en Estados Unidos, a la madrugada tenían su vuelo a Japón, por lo que se pusieron a conversar de la compra de la casa y la eventual convivencia. Prometieron verse para las fiestas de fin de año, y Xeno dijo que era posible que él viajara a Japón para conocer el nuevo hogar. Pasaron el resto de la tarde juntos, el científico ayudándolos a armar las valijas, y hacer las últimas compras de regalos para todos, durante lo cual Stan cumplió con regalarle a su amigo la dichosa caja de condones. Luego mientras Kohaku y Xeno preparaban la cena, el rubio llevó su moto a la casa del científico para guardarla en el garaje como había estado todo ese tiempo, y volvió luego en taxi. Cenaron juntos, ya que Xeno los despediría allí, para cerrar la casa y quedarse con las llaves, que luego acordaría con el ex-jefe de Stan para entregárselas, ya que el dueño seguía de viaje. La pareja había reservado un taxi para ir al aeropuerto, y ya estaban listos en la puerta despidiéndose unos minutos antes de la hora que habían acordado.

Kohaku se había prometido no llorar, ya que de seguro en un mes se volverían a ver, pero cuando lo abrazó y se desearon mucha felicidad ambos, se le hizo un nudo en la garganta de la emoción y no pudo hablar más porque sabía que iba a llorar de verdad. Luego llegó el turno de los amigos, que se miraron a los ojos y se dieron un fuerte apretón de manos, pero luego Stan tiró de Xeno para darle un fuerte abrazo con unas sonoras palmadas en su espalda.

- Cuídate, Xeno, y pórtate un poquito mal, ya le estás volviendo a agarrar el gusto –bromeó– Más te vale que no tengas al tanto de todo, ¿oíste? No quiero extrañarte, prefiero aburrirme con tu verborragia científica y yo sólo asentir fingiendo que entiendo algo de tu "mucho texto". Sé feliz.

- Tú también, muy merecido lo que tienes por delante, permítete toda la felicidad que la vida les dé –le dijo con palabras muy sentidas, aunque lo suyo no era expresarse emocionalmente, pero de verdad le deseaba un poco de paz a su querido amigo, ya había sufrido suficiente– No te preocupes por mí que voy llevando mi vida tranquila, el que está por asentarse como todo un buen chico y que va a formar una nueva familia serás tú. Y no dudes que estaré ahí para acompañarte como siempre, al menos en los momentos cruciales.

- Xeno... maldito –A pesar de esa palabra, lo abrazó con más fuerza, y tuvo que respirar hondo para no ceder a la emoción que se removió en él, esas palabras le habían calado hondo en su corazón, y no quería ni pensar que desde ese día sólo lo vería en persona un par de veces al año– Gracias por todo, y por tanto. No es una despedida, es un hasta luego, viejo amigo.

- Exactamente. Que tengan un buen y seguro viaje, nos hablamos mañana, avisen cuando lleguen.

- Gracias, Xeno, hasta luego, y saluda a Tatyana y a Senku de parte nuestra –Dijo Kohaku, cuando vio justo al taxi llegar y detenerse.

- Lo haré.

Stan y Kohaku se subieron al taxi, y se despidieron por última vez saludando con sus manos, y Xeno les respondió de la misma forma, antes de meterse en la casa, ya que iba a dormir allí esa noche. El viaje hasta el aeropuerto fue silencioso, ambos contenían ya la emoción y la nostalgia de separarse de Xeno, sólo se tomaron las manos con fuerza, y Kohaku apoyó su cabeza en el hombro de él. Como estaban cansados y el vuelo iba a ser muy largo, casi doce horas, apenas se sentaron se pusieron las gafas de tela y durmieron buena parte del viaje, despertándose de a ratos para beber, comer e ir al baño, además de algunas breves conversaciones.

Cuando llegaron, a primeras horas de la tarde, a pesar de ser un día de semana, Kokuyo y Ruri los fueron a buscar al aeropuerto, dándoles la bienvenida con un fuerte abrazo y mucha felicidad. La hermana mayor no se aguantó para ver el anillo con sus propios ojos, y la familia felicitó personalmente a la pareja.

- ¿Pretendías competir con mi récord, Stan? –Le preguntó Kokuyo en tono de broma– Aunque compromiso todavía no implica firmar papeles, así que sigo invicto.

- Y lo hubiera hecho, de no ser porque temía el rencor de mi futuro suegro por haberle superado el récord –Contestó sonriendo Stan– Seguí su consejo y elegí la prudencia, esperar la mayoría de edad de Kohaku y dejarla que se dedique a su sueño y no a planificar una boda. Todos ganamos así.

- Así es, estoy satisfecho, aunque respeto y admiro la devoción que tienes por mi hija, sé que estará en las mejores manos. ¿Vamos a casa? No sé si almorzaron, pero preparamos con Ruri un poco de comida de media tarde.

Viajaron en el auto de Kokuyo, y Kohaku sonrió de oreja a oreja al estar de vuelta en su casa. Ayudaron a preparar el té y a presentar las delicias que había preparado el padre con esmero, y les entregaron los regalos del viaje. Se habían guardado la noticia de la casa y la mudanza, y la pareja se miró y asintió con un poco de nervios, decidiéndose a hablar.

- Hay una sorpresa más que tenemos para contarles –Dijo Stan– Bueno, todavía no está resuelto, pero ya estamos haciendo las averiguaciones. Tuve que dejar el departamento que alquilaba cuando me deportaron, y ahora tengo que buscar un nuevo hogar aquí, definitivo esta vez. Así que decidí algo pensando en el largo plazo, y voy a comprar una casa, claro que pensando en que viviremos allí con Kohaku.

- ¡Qué buena noticia, me alegro mucho por ti, y por ambos! –Exclamó Ruri con su tono dulce y feliz.

- Sí, lo mismo digo –Coincidió Kokuyo– ¿Tienes ya algo en mente? ¿Tienes asesoramiento o necesitas ayuda?

- Ambas cosas, contacté ya con un agente inmobiliario que me recomendó un amigo, y ya me comentó de un par de opciones muy interesantes, ahora toca verlas.

- ¿Y dónde te hospedarás hasta entonces? –Preguntó Ruri, dándose cuenta del detalle.

- En un hotel, espero que sea por poco tiempo, si se da todo bien.

- No, ni hablar, Stan –Rechazó Kokuyo, y los otros tres lo miraron con sorpresa– Ya eres parte de nuestra familia, te lo dije, y tenemos un cuarto de invitados libre para que te acomodes con más espacio. Tienes un lugar cómodo y gratis aquí hasta que puedas mudarte.

- Sí, pienso lo mismo –Asintió Ruri– Eres bienvenido todo el tiempo que necesites, nos pondría muy felices poder compartir también todas esas comidas que antes hicimos virtualmente, ahora en persona.

- No quería molestarlos, pero les agradezco enormemente entonces –Stan hizo una breve reverencia a ambos desde su asiento, luego miró a Kohaku– Bueno, estaríamos adelantando nuestra convivencia entonces, preciosa.

- Sí, así parece. Papá, Ruri... la verdad es que también decidimos que voy a mudarme con Stan en cuanto compremos y acomodemos la nueva casa. Ya saben, probar un poco la real convivencia antes de casarnos, por las dudas, para evitar sorpresas.

- Oh, ya veo –Murmuró sorprendido Kokuyo, pero luego sonrió con un dejo de tristeza– Sí, vamos a extrañarte aquí, hija, toda una vida juntos los tres, pero tiene mucho sentido, y tarde o temprano van a hacerlo, mejor ahora que pueden acomodarse de a poco y más "en frío".

- Gracias por entender, papá.

- Siempre tendrás el apoyo de tu familia, Kohaku...y en todo caso al que le sacarás las canas verdes será a tu novio y futuro marido, nosotros sólo disfrutaremos de ahora en más de tus visitas –bromeó Kokuyo, y todos rieron– Hablando de boda... ya sé que es muy pronto, pero quiero dejar algo en claro desde ya, en especial con esta novedad de la compra de la casa. Stan, lo digo en serio y no aceptaré un "no" como respuesta.

- Sí, señ... –se corrigió, y lo miró con cautela– sí, Kokuyo, dígame.

- Me haré cargo de la mitad de todos los gastos de la boda, y nuestro regalo personal, también de parte de Ruri, será la luna de miel. Al menos los pasajes y el alojamiento.

- Pero... –Stan comenzó a replicar.

- Papá, es demasiado –Se adelantó Kohaku, muy sorprendida.

- Sin "peros", no es algo que les esté dando a elegir, y sería una desconsideración no respetar nuestros deseos y regalos. Además, ya con comprar una casa supongo que reducirá considerablemente tus ahorros de reserva, y preferiría que los guardes para asegurar el futuro tuyo y de mi hija... –y suavizó su tono serio, a la par de sonreír un poco– y de mis nietos, algún día.

Esa última frase provocó un largo silencio, producto de la sorpresa y las inesperadas dulces palabras y promesas que encerraban las palabras de Kokuyo. Aunque luego el padre carraspeó y aclaró, aprovechando que los novios seguían en silencio.

- Bueno, digo eso, pero claro que habrá tiempo de sobra para que agranden la familia, Kohaku todavía es muy joven, aunque tú estés en una buena edad para eso, Stan. Al menos si sucede ya serán un matrimonio por amor y no será un accidente, pero tómenselo con calma y prudencia, por favor.

- Sí, claro... –Asintió Stan, aunque sus ojos brillaban. Luego bromeó, para aligerar el ambiente– ¿Así que quieres nietos?

- Por supuesto, quién no querría –murmuró un poco sonrojado, ante la tierna imagen– La ventaja de los abuelos y tíos es que les toca disfrutar lo bueno de los pequeñines, sin tener que volver a padecer las noches de insomnio y las dificultades de aprender a criar un hijo.

- Oh, qué bonito panorama, me dejas muy entusiasmada con la idea –Dijo Kohaku con una mueca, aunque le había dado ternura su padre tan blando ante la idea de un nieto.

- ¿Cuántos quieres? –Siguió bromeando Stan– Si nos das tu palabra de ayudarnos de verdad, el número podría aumentar.

- Estoy acostumbrado a dos hijas, así que me conformaría con dos, sería lindo un niño para variar, no alcancé a tener uno propio –Le contestó Kokuyo en el mismo tono.

- Oigan, estoy aquí, y Ruri también, no soy la única mujer –Protestó Kohaku, arqueando una ceja– ¿"Cuántos quieres"? ¿Podrían no hablar de mí como si fuera una gallina ponedora de huevos?

- Oh no, preciosa, no digas eso, no serán huevos, sino princesitas y principitos –Stan le guiñó un ojo, juguetón.

- Preferiría volver al tema de la boda, o mejor aún, dejar de hablar de todo esto, ya que no haremos nada al respecto al menos por un año, quizás más –Dijo abochornada– Por lo pronto será sólo la casa y la mudanza.

- Sí, señora –Cedió Stan, dejando de bromear, aunque conservaba una pequeña sonrisa que contagió también a Kohaku– Volveré a trabajar la semana que viene, así que me concentraré en el tema de la casa. Llamaré al agente en un rato, y concretaré las visitas. ¿Me podrás acompañar, amor? Acomodaré los horarios a tus horas libres antes o después de tus entrenamientos.

- Hmm, creo que estará bien si también me tomo esta semana libre de entrenar, para ayudarte con eso, aunque ya acordé con Mozu que mañana volvía al trabajo. Además, también tenemos que ver de equipar la casa con muebles y electrodomésticos mínimos para mudarnos, al menos. Lo bueno es que ni tú ni yo tenemos mucho que mudar, tú sólo con la valija que viniste y algunas cosas personales que me dejaste a cargo, y yo también, la ropa de estación y algunas cosas más.

- Sí, así es. A poner nuestras energías en eso entonces.

Continuaron hablando con la familia, contándoles de los detalles del viaje, y luego Stan llamó al agente inmobiliario, Dai Nakamura. El hombre le dio la buena noticia que tenía seis casas que cumplían los requisitos, y que había una muy especial que estaban reacondicionando, aunque la fecha de finalización estaba pautada para dentro de un mes, pero que recomendaba fuertemente considerarla. Dai lo invitó la mañana siguiente a su estudio para mostrarle los detalles y las fotos de las opciones, para ir descartando o agendando, y Stan aceptó.

Al día siguiente, Kohaku y Stan se presentaron a la hora acordada, al fin conociendo personalmente al agente. Era un hombre que rondaba los cuarenta años, y con un rostro muy amable. Se expresó con mucha sinceridad y buenos consejos sobre las casas y departamentos que había seleccionado, en cuanto a la accesibilidad de la zona, las comodidades, comercios y transportes que tenían cerca, seguridad, ruido de calle y costos de los servicios. Descartaron dos, el departamento, porque les gustó más la idea de que fuera una casa, y otra casa que tenía dos plantas. Aunque era bonita, coincidieron en que preferían que no tuviera escaleras. Por último, les mostró la que todavía estaba en refacción, aunque sí podía ser visitada y reservada. Apenas vieron las fotos, los dos jadearon de sorpresa y quedaron boquiabiertos, era una absoluta belleza con la que conectaron inmediatamente, por lo cual le pidieron más detalles.

Dai les contó que la remodelación estaba a cargo del famoso dúo entre el estudio arquitectónico Keiji Ashizawa Design y el danés Norm Architects, que ya tenían hecho un hermoso proyecto en común en el complejo de departamentos Kinuta Terrace, donde ya habían reacondicionado dos de ellos con una filosofía arquitectónica y de diseño muy sólida y especial. No sólo eso, sino los estudios se habían asociado con la firma de diseño mobiliario Karimoku Case Study, dando lugar a una colección hecha a medida para esos departamentos, e inspirados en la naturaleza y en las estructuras de los templos y jardines japoneses. Esta casa se encontraba en el área de Sendagaya, dentro de la región de Shibuya, en una ubicación que mediaba a igual distancia entre el Santuario Meiji y el Jardín Nacional Shinjuku Gyoen, teniendo mucho espacio verde y lleno de paz a poca distancia, a la vez que tenían cerca comercios, escuelas, y la estación de tren de Sendagaya, incluso había una serie de estadios deportivos, entre ellos el Olímpico de Tokyo.

Lo mágico de esa casa, era que tenía un precioso jardín interno a modo de pulmón, con ventanales del piso hasta la pared, y las habitaciones de la casa, que tenía un tamaño muy generoso, se disponían a su alrededor. Podían ver el jardín, decorado con árboles y arbustos típicos japoneses, desde la sala de estar, la cocina y el comedor que conectaban de forma abierta, lo que además los proveía de mucha luz natural. Ese era pequeño, pero además tenía un jardín exterior detrás de la sala de estar, igualmente vistoso a través de amplios ventanales. Tenía tres habitaciones, una grande pensada para el dormitorio matrimonial y otras dos más pequeñas, un amplio baño y otro de invitados más pequeño. También les contó que el diseño promovía una excelente circulación de aire y luz en toda la casa, y no le faltaban puertas y ventana para ello. El mobiliario incluido en la casa estaba diseñado en una combinación de madera de roble y piedra natural, y las paredes eran de hormigón. Incluso el jardín mantenía aquellos mismos materiales, lo cual daba una unidad y sensación de armonía muy bella y pacífica. Incluso ya estaba equipada con mesas, sillas, la base de la cama matrimonial, y un sillón familiar tapizado con una tela chenille gris en sintonía con las piedras y el hormigón, demostrando la unidad minimalista del diseño total.

Los ojos de ambos brillaban de entusiasmo, sentían en sus corazones que esa bien podía ser la casa de sus sueños, y le pidieron ir a verla cuanto antes. Dai accedió, confesándoles que esperaba esa reacción de ellos, por eso había preferido mostrarles las otras antes, para que igualmente las tuvieran en cuenta. Cuando les pasó el precio, Kohaku tragó duro, el número de seis cifras superaba el medio millón de dólares cómodamente. Stan también se había quedado en silencio mirando fijamente los papeles, pensativo. Le había dicho a Kohaku que, con la venta de su casa familiar y unos terrenos destinados a él y su hermana en un futuro, contaban con un generoso presupuesto para destinar a la compra de una buena casa, pero le faltaba todavía para cubrir ese costo, y no se animaba a utilizar los otros ahorros que quería asegurar para el futuro. El agente esperó con paciencia la respuesta, mientras Stan miraba las hojas y luego de reojo a Kohaku, antes de volver la vista a las fotos que eran un sueño.

- Sí, queremos verla –dijo finalmente Kohaku, lo que llamó la atención de Stan.

- ¿Segura? No contamos con ese monto, no quisiera pedir un préstamo, y pedirle a tu padre está fuera de discusión, más si va a gastar en la boda y la luna de miel. No dudo que ambos pensamos que la casa es perfecta, pero...

- Hablaré con mi tía, con Lillian. Tampoco considero un préstamo bancario, pero estoy segura que ella podrá ayudarnos, y yo me comprometo a devolvérselo... con tiempo. Si entreno duramente y gano campeonatos importantes, creo que es posible.

- Me gusta tu ambición, pero no quisiera que te sobre-exijas, preciosa.

- ¡Ja! Lo hago por mí también, no te creas que mi único sueño y meta final es ser campeona nacional. A su tiempo, pero si tengo la motivación de además vivir juntos en un lugar tan pacífico y hermoso donde podremos disfrutar incluso de estar cómodos siendo una familia más adelante –miró de reojo las fotos de las habitaciones pequeñas, y Stan inspiró hondo, entendiendo la indirecta– quiero apostar a toda la felicidad que podamos tener.

- Sí... tienes razón –Asintió Stan, agarrándole la mano a su novia, con la felicidad y el entusiasmo brillando en sus ojos– Por favor, Dai, permítenos visitar esa casa.

- Será un placer, señor Snyder.

Cuando salieron de la agencia, con la copia de los detalles de la casa y las fotografías en mano, la pareja soltó una carcajada nerviosa y se abrazaron con emoción y mucha fuerza.

- Estamos totalmente locos, preciosa, apuntamos a lo más alto. Sin miedo al éxito.

- Lo sé, pero dime si esta felicidad y entusiasmo no es un motor poderoso, ya me duele la cara de sonreír, de tan solo imaginarnos viviendo allí, será perfecto. Además, incluso esta medio amueblada, con lo cual hay que pensar en menos cosas que comprar. Un colchón, heladera, y unas pocas cosas más para empezar y ya podremos mudarnos incluso.

- Tranquila, que todavía tenemos que esperar un mes para eso. Pero sí...

- No aguanto para contarles a mi padre y a Ruri, va a hacerse eterno hasta que vuelvan a casa, así luego llamo a Lillian. Me encantaría contarle personalmente de todo, creo que no sabe ni que estamos comprometidos, pero está en una gira por Sudamérica.

- ¿Y si le propones una video llamada? Seguro le gustará la idea, y podremos presentarnos al menos.

- ¡Oh, es verdad, nunca coincidimos todavía para que se conozcan! Aunque tampoco la vemos tanto nosotros, entre que vive en Estados Unidos y se pasa buena parte del año viajando y cantando.

- Es muy exitosa y canta muy bien, sí. No es un género de música que oiga seguido, pero siempre pensé que es una excelente cantante, muy carismática, y escribe letras muy sentidas. Pero hablemos primero con tu familia, y luego le escribes.

Media hora más tarde llegaron a la casa, y aprovecharon que estaban solo y con mucha energía para provocarse y "divertirse" un poco. Cuando finalmente estuvieron todos reunidos por la tarde-noche, les contaron a Kokuyo y Ruri de las novedades, y les mostraron la casa. Tal como esperaban, la observaron boquiabiertos, admitiendo que era hermosa y que tenía mucho estilo, y Kohaku les contó que quería pedirle el préstamo a Lillian para lo que les faltaba de dinero. Kokuyo no dudó en que la cantante aceptaría, además de ser millonaria era muy generosa y dulce, en varias ocasiones había ayudado y apoyado a la familia desde que la mamá de las hermanas había fallecido.

Ruri revisó el calendario de conciertos de la gira de su tía, y ese día no tenía ninguno, por lo que le sugirió a Kohaku si podía contactarla en ese momento, que hasta podían hacer esa video-llamada para saludarla entre todos. Le pareció una bonita idea por lo que le envió el mensaje, aunque sabía que todavía era bastante temprano en Sudamérica, recién se estaría levantando. Una hora después le contestó, y estaba tan feliz de que la contactaran, que les dijo si querían hacer la llamada en ese momento, mientras ella desayunaba, lo cual aceptaron encantado, y acomodaron la notebook para que se vieran los cuatro. Se conectaron, y ella contestó rápidamente, desde su teléfono, su bellísimo y sonriente rostro en primer plano.

- ¡Hola a todos! –Exclamó, saludando efusivamente con la mano, y ellos le contestaron– Tanto tiempo, me puso muy feliz que me hablaran. ¡Oh! –Notó al nuevo miembro– ¿Ese es tu novio, Kohaku? ¿Stanley?

- Así es –Confirmó él con su deslumbrante sonrisa– Un gran gusto conocerte, Lillian. Stan está bien.

- ¡Igualmente! ¡Qué guapo, se ven tan bien juntos, tan hermosos! –Exclamó amistosamente, sin avergonzarse.

- ¿Dónde estás ahora, Lillian?

- En Buenos Aires, Argentina. Llegué anteayer, desde Río de Janeiro, ya saben cómo es esto, apenas una semana en cada ciudad para hacer dos o tres shows, y seguir la gira. Es una ciudad hermosa y muy animada, y la gente aquí es muy cálida y sociable, recibo mucho amor e invitaciones a todos lados, ¡pareciera que no duermen nunca en el centro de la ciudad! El tango es bellísimo y tan sensual, yo que tanto amo bailar también, y me acordé que a los japoneses les encanta también, pensaba enviarles unos videos y fotos cuando terminara mi semana aquí. Y la comida... oh, deliciosa, creo que a la par de Italia, tienen los mejores dulces que he probado en mucho tiempo, ya me compré un montón de ellos para llevar, los "alfajores de dulce de leche" se volvieron mi nueva adicción –reconoció con culpa y una sonrisa pícara– No me estoy privando de degustar nada, pero no tienen idea cuánto ejercicio tengo que sumar a mi rutina para compensar. ¡Tienen que venir aquí!

- Me alegro que lo estés pasando tan bien además de los shows, Lillian –Le dijo Kokuyo, y agregó– Bueno, quién sabe, quizás es un destino que nuestra feliz pareja pueda considerar más adelante...

- ¡Sí! Espera... Eso suena especial ¿Acaso...?

Kohaku levantó su mano izquierda frente a la cámara, mostrando el anillo.

- ¡OH POR DIOS! ¡QUÉ EMOCIÓN! –Exclamó jadeando de sorpresa– ¡¿Están comprometidos?! ¿Cuándo? ¿Cómo?

Entre risas por la bola de entusiasmo que era Lillian, Stan y Kohaku le resumieron los detalles del viaje y de la propuesta, ignorando el tema de la deportación.

- ¡Oh, querido, te luciste! –Le dijo a Stan, aplaudiendo de emoción– ¡Te pasas de romántico, y tan único! No dudo que serán muy felices, me alegro mucho por ustedes. Espero no perderme la boda, ¿cuándo será?

- Hmm, no hay fecha todavía –Aclaró Kohaku– Porque primero tengo que consagrarme como campeona nacional de artes marciales mixtas, por lo que supongo que mínimo entre un año y un año y medio, si lo logro.

- Lo lograrás, Kohaku, estoy segura –Le sonrió con confianza.

- También hay otra novedad, y que implica un favor que quiero pedirte. Vamos a comprar una casa para mudarnos Stan y yo, y si todo sale bien, mañana visitaremos una que nos pareció un sueño. El problema es que aún con el presupuesto que tenemos, no alcanzamos, pero de verdad nos gustó mucho, es hermosa. Por lo quería consultarte si podría ser posible que nos prestaras lo que nos falta, y te prometo que con un poco de tiempo te lo devolveremos.

- ¡Siguen las buenas noticias! Los felicito nuevamente. Por supuesto, Kohaku, lo que necesites. Pero tengo dos condiciones a cambio.

- Sí, claro, dime Lillian.

- La primera, que me inviten a su boda.

- Eso no debería ser una condición, era seguro que lo haríamos –Le contestó Kohaku con una sonrisa.

- Bien, y la segunda, es que acepten el dinero como mi regalo de bodas, nada de préstamo.

Ante eso, Stan y Kohaku quedaron boquiabiertos, y tardaron unos segundos en contestar. La joven fue la primera, un poco nerviosa.

- Pero es mucho dinero, Lillian, ni si quiera te dije la cifra todavía... es un número considerable.

- El dinero no es problema para mí, Kohaku, lo sabes. Y me sentiría muy feliz de saber que aporté en algo a la felicidad de mi sobrina y su futuro marido. Guarden su dinero para otras cosas que necesitarán, la boda, viajar, ahorrar, equipar la casa, lo que quieran. Acepten, por favor, o me pondrá triste que lo rechacen, cuando ya me hice la ilusión de poderlos ayudar a tener la casa de sus sueños, se lo merecen. ¡Pero quiero que me manden un video para conocer la casa, hasta que pueda visitarlos personalmente cuando vaya a Japón!

- Lillian... muchas gracias, de corazón. Me da vergüenza aceptarlo así, pero... de acuerdo, muchas gracias.

- De verdad, muchas gracias por generosidad sin medida, Lillian –Intercedió también Stan– Ten por seguro que te enviaremos ese video, y me encargaré de recibirte con un banquete de tu comida preferida cuando vengas de visita.

- Me encanta como suena eso, Stan. ¡Muchas gracias! Kohaku, ¿tienes cuenta bancaria?

- No... creo que debería abrirme una.

- No te preocupes por eso. Stan, envíame tus datos bancarios y cuánto necesitan, y hoy mismo les giro el dinero.

- Oh, muchas gracias. Pero no hay apuro realmente, todavía tenemos que esperar unos veinte días para que esté lista, tengo para reservarla.

- No, no, me quedo más tranquila si ya me ocupo. Con tanto movimiento por aquí, prefiero resolverlo cuanto antes.

Continuaron hablando un poco más, oyendo a Lillian contar más anécdotas de su gira, y luego se despidieron. Kohaku y Stan se miraron incrédulos. Kokuyo sonrió y asintió.

- Les dije que Lillian es muy generosa, ya me imaginaba algo así, pero si se los decía, no iban a animarse a pedirle. No se avergüencen, de verdad que también la hacen feliz a ella por poder ayudar, siempre lamenta que no puede vernos lo suficiente. Aunque puede que pronto cambie esa situación.

- ¿Eh? ¿A qué te refieres, papá?

- Bueno... yo hablo más seguido con ella, y me contó que está saliendo con alguien de por aquí. Aunque todavía no lo dice mucho porque la distancia no les ayuda a entablar una relación más consistente. Lo conoces, Kohaku.

- ¿De verdad? ¿Quién? –Preguntó con curiosidad, y feliz por su tía.

- Byakuya Ishigami, el profesor y astronauta que viajó con ella al espacio hace unos cuatro años.

- ¿Byakuya? –Preguntó con los ojos muy abiertos– ¿El padre de Senku?

- ¿Senku? Creo que no conozco al chico –Le dijo su padre.

- Eeh... es un amigo, ahora está en la NASA becado por Xeno, lo vimos en este último viaje –Explicó Kohaku. Nunca le había contado a su padre de Senku, y notó que Stan estaba apretando los labios conteniendo una sonrisa.

- Oh, ya veo. Bueno, sí, ese Byakuya. Parece un buen hombre, recuerdo que era pura sonrisas. Es bastante mayor que Lillian, pero para el amor no hay edad, ¿no es cierto? –Preguntó adrede, mirando a la pareja– Como la relación entre ellos viene prosperando, parece que está analizando ella misma mudarse aquí a Japón también, aunque por supuesto que sus giras y su profesión la mantendrán viajando mucho.

- Será lindo tenerla cerca, ahora entiendo cómo es que mejoró tanto su japonés los últimos años. Son dos soles, Lillian y Byakuya, no podría pensar en una pareja más buena y bonita.

- Por otro lado, me alegro que se haya solucionado lo de la casa. Si mañana la visitan, y sienten que es la indicada, no duden en reservarla.

- ¡Sí! Bueno, me tengo que ir a trabajar, no puedo llegar tarde en mi regreso.

- Preciosa, luego iré a buscar mi moto, que un colega me la estuvo guardando en mi ausencia. Te voy a buscar.

- Gracias, amor. –Le dio un casto beso y se fue a cambiar.

La mañana siguiente fueron a la visita de la casa, en la moto habían tardado unos veinte minutos desde la casa familiar. La zona era bonita, y pudieron comprobar los parques y estadios cercanos, además de que de camino encontraron varios mercados y comodidades. Estacionaron la moto, y se encontraron con Dai. Caminaron hasta la dirección de la casa, y ya se enamoraron con la fachada exterior, con ese estilo curiosamente armónico entre moderno y tradicional. Verla personalmente fue aún más impresionante, era un sueño de verdad. Amplia, muy luminosa, el verde del patio interior y exterior les llenaba los ojos, y combinaba perfectamente con los tonos grises y amarillentos de la madera y la piedra. El baño principal tenía una enorme bañera en la que cabían cómodamente los dos. Estaba prácticamente terminada, sólo se veían que faltaban las conexiones eléctricas y algunas de grifería. Quedaron enamorados totalmente, y Kohaku pidió permiso para filmar una rápida recorrida para enviársela a Lillian y a Xeno. No lo dudaron, y muy felices accedieron a reservarla, por lo que luego volvieron a la agencia para completar los papeles.

Los días no pasaban lo suficientemente rápido, aunque estaban llevando muy agradable la convivencia con Stan en la casa familiar, además de que disfrutaban de su deliciosa comida que él se dedicaba a cocinar todas las noches como agradecimiento por el hospedaje. Kohaku había reanudado sus entrenamientos con Tsukasa, además del trabajo en el restaurante, y Stan había comenzado su trabajo como instructor de pilotos exitosamente. Aprovecharon para elegir el equipamiento restante de la casa en los ratos libres que compartían, y compraron dos días antes de la fecha en que ya sería de ellos, para que les llegue el envío justo a tiempo.

Finalmente, llegó el día en que pudieron firmar la escritura y poner la casa en nombre de ambos, pagarla completamente, y tener las llaves en mano. Kokuyo y Ruri los ayudaron el fin de semana con la mudanza, cargando las cosas en el auto en un par de viajes. Quedaron fascinados y emocionados con el bellísimo nuevo hogar de la pareja, y Stan se ausentó un momento para ir a comprar una botella de champaña para brindar juntos la inauguración de la casa y la mudanza, apenas terminaron de ordenar algunas cosas. Cuando la familia regresó a su casa, se sintió un poco raro el estar solos en una casa tan nueva y grande, era mucho contraste con las últimas semanas tan familiares. Pero ya podían disfrutar de la paz y la serenidad, y convertir aquel lugar en su cálido hogar, además de al fin contar con plena privacidad.

- Oye, preciosa –Susurró Stan mientras descansaban por la noche en el sillón, cansados de haber pasado todo el día ordenando las cosas– ¿Qué te parece si "bautizamos" la casa?

- Que yo sepa, no eres una persona religiosa, Stan –Le contestó con un tono burlón.

- Tú eres mi religión, mi amor –Le dijo mientras le besaba la mano, y deslizaba una mano para moverla y acomodarla en su regazo, para luego bajar la voz casi a un ronroneo seductor– Y como tal, mi diosa, quiero adorarte en cada habitación de la casa...

- Qué adepto tan lujurioso –lo provocó, acariciando su abdomen por encima de la camisa que vestía.

- Considerando que durante un mes que tuvimos que contenernos y ser ninjas del amor, creo que nos merecemos disfrutar de nuestra verdadera naturaleza hedonista, ¿qué dices?

- Ya lo sabes, contigo es un sí a todo. –Le contestó junto a sus labios, antes de unirlos y entregarse a la pasión.

La convivencia era muy armónica entre ellos, desde los primeros días se organizaron para repartirse las tareas de la casa según mejor le quedaba a cada uno, y hasta hicieron una lista de las cosas que preferían mantener ordenadas, así como las que debían cuidar para evitar disgustos o discordia. Stan tenía un orden y disciplina innatos por su costumbre militar, y Kohaku estaba acostumbrada por su vida familiar a mantener limpios y prolijos los espacios comunes. Él cocinaba, ella se encargaba de lavar los platos y trastos, y siempre que podían iban juntos al mercado. Kohaku extrañaba un poco el ver a su familia, por lo que se hicieron muchas visitas mutuas para cenar juntos semanalmente. Y se propusieron organizar unos quince días por delante una cena tranquila con sus mejores amigos para que conocieran la casa, luego de las fiestas de fin de año.

Una noche, casi al horario de salida del trabajo de Kohaku, Stan le envió un mensaje diciéndole que no podía ir a buscarla, ya que estaba ocupado con una "inesperada sorpresa", y la tranquilizó diciéndole que todo estaba bien. Su novio no había estado en toda la tarde, por lo que ella había aprovechado para quedarse a ver el entrenamiento de Tsukasa en el gimnasio luego de su clase, antes de ir al trabajo. Cuando llegó a la casa, él la saludó con un dulce beso como siempre, pero ella sospechó que algo había sucedido cuando lo vio un poco nervioso.

- ¿Stan? ¿Qué sucede?

- Hay algo que tengo que mostrarte, preciosa. No pude avisarte antes porque sucedió demasiado rápido, y.… hmmm... –titubeó, sus ojos azules llenos de culpa, y no la miraba mucho a los ojos.

- Me dijiste que todo estaba bien. ¿Fue sólo para no preocuparme? Por favor, que no sea una mala noticia. Venía todo tan bien, por una buena vez.

- No, no es mala... o no debería serlo. Aunque... sí cambiará un poco nuestras vidas de ahora en más... Más bien bastante... Perdón, mi amor, no pude decir que no, fue por una buena causa.

- ¿Puedes decirme de una vez? Me estoy preocupando –Preguntó, poniéndose ella nerviosa. Era muy raro verlo a Stan así, y no les encontraba sentido a sus palabras.

- ¿Me prometes que no te enojarás y mantendrás la mente abierta?

- Eso no ayuda... ¿cómo puedo prometerte algo que no sé lo que es y cómo me hará sentir?

- Confía en mí.

- Sabes que lo hago, pero... –cerró los ojos y suspiró, tratando de relajarse– De acuerdo, te lo prometo...o haré lo posible. Ahora, muéstrame de una vez, Stan.

- Cierra los ojos y espera un momento aquí.

Kohaku entrecerró los ojos, sospechando, pero finalmente accedió y lo hizo. La curiosidad y los nervios peleaban mano a mano, ¿habría comprado algo grande o costoso para ayudar a "una buena causa"? Dijo que sería algo que cambiaría bastante sus vidas, pero que no era malo... Se guió por sus otros sentidos, y oyó que Stan abría y luego cerraba la puerta de una habitación... ¿una de las pequeñas? No oía nada más, él realmente estaba siendo muy sigiloso, hasta que lo sintió cerca de ella nuevamente.

- Puedes abrir los ojos –Dijo con un tono entre emocionado y nervioso.

Por un momento tuvo miedo de abrir los ojos, pero fuera lo que fuera, Stan le había dicho que no era algo malo y que confiara en él. Y ella le confiaba su vida y sabía que no iba a hacer nada muy estúpido, así que respiró hondo y los abrió. Sus ojos se abrieron mucho, cuando se encontró con que los brazos de Stan estaban sosteniendo protectoramente... un cachorro. Parecía un peluche, pero era un cachorro rubio, gordito y muy peludo de Golden Retriever, una bola esponjosa y suave de pelos casi del mismo color que del cabello de Stan, un pequeño hocico alargado, y unos ojitos marrones redondos muy brillantes. A pesar de la sorpresa, no supo si le causó más ternura el cachorro, o la cara de culpa de Stan, que parecía estar preparado para recibir un regaño como si él fuera el cachorro que se había portado mal.

- ¿Esto quiere decir que ahora tenemos un cachorro, Stan? –Lo vio asentir lentamente– ¿Y te sientes mal por no habérmelo consultado antes, pero ya está hecho y algo me dice que no es posible "reconsiderarlo"?

Stan miró hacia el piso, volviendo a asentir mínimamente, con los labios apretados. A pesar de que sí estaba sorprendida y con muchas preguntas y dudas, ya que no estaba en sus planes tener un perro, mucho menos a tan poco tiempo de mudarse, no podía mostrarse realmente molesta frente a ese cachorro adorable. Nunca había tenido una mascota, por lo que no sabía cómo iban a lidiar con las necesidades y atención que requería un cachorro.

- ¿Puedes explicarme cómo sucedió esto? –No quería hacer sentir mal a Stan, pero tenía que admitir con malicia que había algo satisfactorio en ver su expresión de culpa carcomiéndolo, en especial cuando se cruzó de brazos frente a él, en lugar de emocionarse y pedir sostener al cachorro.

- Luego del trabajo fui a la casa de un compañero de mi anterior trabajo, me invitó para ponernos al día, y porque me dijo que tenía que pedirme un favor. Y resultó ser que había comprado él al cachorro como regalo de cumpleaños sorpresa para su novia con la que conviven hace varios años, pero no sabía que ella era alérgica a los pelos de animales. No podían quedárselo, y ninguno de sus conocidos podía adoptarlo...Y me dijo que quería dejárselo a alguien confiable y que le hiciera bien la compañía, y pensó en mí. Cuando le conté que me había mudado contigo y todo... básicamente me rogó, con el cachorro en sus brazos. No pude decirle que no, y mira nomás al pequeño Sam, no sé cómo alguien podría decirle que no a esos ojitos.

- ¿"Pequeño Sam"? –Preguntó, alzando una ceja– Stan, ¿ya le pusiste nombre por tu cuenta en menos de media tarde?

- Tenía que llamarlo de alguna forma, no podía decirle "perro" o "cachorro". Podemos ponerle otro nombre si quieres... aunque Sam es lindo, le queda –añadió con una mirada dulce, asomando por encima de su culpa. Pero luego volvió a mirarla con cautela– ¿Qué piensas?

- No sé, claro que es muy bonito y tierno, los cachorros siempre lo son –admitió– Pero ¿no necesitan muchos cuidados? Es muy pequeño... Tendremos que tenerle un ojo encima todo el tiempo hasta que crezca un poco más ¿Cómo vamos a hacer con tu trabajo y mis entrenamientos, para no dejarlo solo? La casa es nueva... ¿y si orina el piso? ¿Tenemos comida para alimentarlo?

- Claro que estuve pensando todo eso. Por la comida, no te preocupes, mi compañero me dio la que le había comprado, y hasta unos juguetes y una camita para que duerma –La tranquilizó, luego se puso pensativo, mientras le acariciaba las orejas, el cachorro casi dormido en sus brazos– Más que perseguirlo, creo que los cachorros buscan cariño y compañía, así que lo tendremos cerca, y podremos limpiar lo que haga al instante si estamos atentos... o sacarlo al jardín cuando lo veamos inquieto, hasta que aprenda a hacer sus necesidades afuera, supongo que debe ser algo instintivo también. Y si no tenemos otra opción más que dejarlo solo... ¿Que se quede en el jardín hasta que volvamos?

- No creo que haya otra opción –Resopló– Supongo que tendremos que estar el mayor tiempo posible en casa, y acomodar algunos horarios para evitar dejarlo solo. Como última opción, pedirle a mi familia o algún amigo de confianza que lo cuide un rato, pero ya estaremos molestando a otros.

- ¿Quieres cargarlo? –Le ofreció Stan, con una sonrisa inocente, y se lo pasó a sus brazos con mucho cuidado, como si fuera muy frágil.

- Stan, es un cachorro, no un bebé –Rodó los ojos, pero por dentro se derretía de ternura, en especial cuando lo sintió tan peludo y calentito en sus brazos, y tenía una pancita de lo más gordita y suave, además de que sus patitas eran adorables. No podía culpar a su novio por ceder a la ternura tan fácil.

- Bueno, es como un bebé, preciosa –reconoció con picardía, y no pudo evitar acariciarle la pancita e inclinarse para besarle la cabeza– Mira lo suavecito que es, es difícil dejar de acariciarlo.

- ¿Por qué presiento que vas a ser demasiado blando y que tu disciplina no funciona con cachorros? Stan, tú lo trajiste, más te vale que te ocupes de él, y no lo malcríes. Lo digo en serio.

- Te prometo que me haré responsable y me ocuparé de él todo lo necesario, salvo cuando esté afuera por trabajo. Entonces... ¿te gusta Sam?

- Ya le pusiste ese, y pareciera que me estás rogando porque lo acepte, está bien.

- Gracias, mi amor –Le dio un largo beso en los labios y sus ojos brillaban con infantil entusiasmo– Te doy mi palabra de que tú elegirás el nombre de nuestro propio cachorrito –le guiñó un ojo.

- Sí que te hiciste cargo de asegurarnos la práctica con mucha anticipación. Contigo es como subir los escalones de dos en dos –bromeó, para sonreír finalmente, lo cual alivió enormemente a su novio.

Mientras Kohaku dejaba al cachorro en el piso y lo observaba caminar por la sala de estar moviendo el rabo, Stan fue a calentar la cena y servirla. Pusieron la camita de Sam en el piso, junto a la mesa, pero el cachorro los miraba desde el piso y no tenía pensado dormir, hasta que empezó a emitir lastimeros sonidos rogando por atención, sus humanos demasiado lejos para él. Como temía, Kohaku vio a Stan apiadarse y subir al cachorro a su regazo, para acariciarlo desde allí mientras comía. Lo miró con evidente reproche, y él sonrió con culpa.

- Stan... –advirtió.

- Preciosa, acaba de llegar. Sé que habrá que educarlo a que se comporte y no sea invasivo, pero piensa que todavía no nos conoce, necesita amor y confianza, de seguro extrañará a sus hermanitos, y somos su nueva familia.

- Y así empiezan las excusas para malcriarlo –murmuró ella mirando al plato, pero asegurándose de que él la oyera.

Cuando se fueron al dormitorio, colocaron la camita cerca de la cama, y acariciaron y mimaron a Sam hasta que se quedó dormido, para luego acostarse ellos en la cama. Stan se acercó a su novia, y comenzó a besarle el hombro, para subir por su cuello, mientras cruzaba un brazo por encima de ella para acariciarle la cintura por encima del camisón, tentándola.

- Stan, ¿esta es tu forma de compensar conmigo por lo que hiciste?

- Sí, ¿funciona? –preguntó sonriendo, mientras le besaba la piel con más intensidad, la mano recorriendo el muslo de ella, levantándole el camisón.

- Tendrás que hacer mucho mérito para que funcione.

- Sí, señora.

Atrapó sus labios y la besó profundamente, mientras se colocaba encima de ella, entre sus piernas, empujando suavemente para provocarla hasta hacerla gemir de gusto. Eventualmente, Kohaku dejó de hacerse la difícil y se entregó a las caricias de él, disfrutando de cómo la tocaba y besaba, el maldito era demasiado bueno en lo que hacía como para resistirse por mucho tiempo, en especial si no estaba verdaderamente enojada. Cuando fue ella la que le susurró junto al oído que quería más y él se acomodó mejor, un lastimero y agudo gemido aullido comenzó a oírse.

- Oh, mierda, no ahora –Gruñó Stan, frustrado.

Se asomó al borde de la cama, para intentar calmar al cachorro, que intentaba treparse a la cama en cuanto lo vio, aunque no alcanzaba a subirse. Lo acarició un poco, hasta que logró callarlo.

- Bien, volviendo –suspiró, volviendo a acomodarse sobre Kohaku, que lucía evidentemente irritada por la interrupción– ¿A dónde habíamos quedado...?

Pero apenas había terminado de decir la frase, cuando nuevamente oyó llorar a Sam, e insultó mentalmente, más cuando Kohaku lo empujó para quitárselo de encima, ya perdiendo la paciencia y resignándose a la abandonar el momento íntimo por esa noche.

- Sí, tal como un bebé el "pequeño Sam", ¿no? –Refunfuñó ella– Crianza a tiempo completo, adiós vida sexual.

Stan se rió, pero de pura frustración, y se recostó boca abajo para dejar una mano colgando y así poder acariciar al cachorro, mientras rodeaba con su otro brazo la cintura de Kohaku para mantenerla cerca, quién se dejó y apoyó su mano sobre la de él, pero no cedió más que eso. Sí, había intuido bien, sus vidas iban a cambiar bastantes desde esa noche.

Buenaaaas! Porque no podía ser todo amor, paz y tranquilidad jeje. Pero una vez que se acomoden, van a disfrutar del amor peludo, ninguno va a poder resistirse (ya sabemos quién será el más débil ahí). Aviso que el "año de espera" va a pasar rápido eh, tengo demasiada ansiedad por empezar el verdadero futuro feliz Stankoha, merecido.

Por otro lado, he de consultarles... ya que dejé picando el delicioso de los científicos... ¿queda así en la imaginación de ustedes, o quieren one-shot spin-off de ese momento hot? Queda en sus manos... o sus palabras. Ya saben que no me cuesta ni me apena escribir lemons xD.

Como siempre, gracias por leer y apoyar, en especial a los que todavía dejan su minutito o de amor para comentar o dejar reviews, se agradecen mucho, siempre. Hasta el próximo capítulo!