A pesar de las ganas de festejar con sus amigos y familia el haber ganado el campeonato nacional, la realidad era que Kohaku se sentía molida luego de la pelea, y creía que podría llegar a dormir dos días seguidos de tan cansada y aliviada que se sentía. Luego de darse una rápida ducha en el baño del vestuario para limpiarse el sudor y la sangre, fue a la sala médica del estadio para una revisación general, donde el doctor le daría su veredicto de cuánto y qué tipo de descanso necesitaba para recuperarse. Por suerte, no se había roto nada, pero sí tendría un par de semanas de varios hematomas bien feos, además del corte en la ceja. El doctor le sugirió dos días de reposo, además de una dieta para reponer vitaminas y minerales.
Eso no quitó que cuando salió del estadio, de la mano de Stan y acompañados de Tsukasa, su familia y amigos los seguían esperando.
- ¡Campeona! ¡Campeona! –Gritó Nikki emocionada, tomándole la mano ya que no se animaba a darle un abrazo para no estrujarla– ¡Eres la campeona más joven de Japón, Kohaku!
- ¡Hija! ¿Cómo estás? –Preguntó preocupado Kokuyo, a quién le habían dolido como propios cada uno de los golpes que ella había recibido– Estoy tan orgulloso de ti, mi pequeña.
- Papá... –Asintió conmovida, y miró luego a Nikki para agradecerle, pero se encontró repentinamente en brazos de su hermana.
- ¡Kohaku, me preocupaste tanto! –Las lágrimas colmaban los ojos de Ruri, mitad inquietud, mitad emoción– Pero estás bien, estás bien.
- Sí, lo estoy, Ruri.
Continuó recibiendo las felicitaciones de todos, agradeciendo el apoyo y presencia uno por uno, hasta que Stan le habló al oído con discreción.
- ¿Quieres descansar, o te gustaría que los invitemos a todos a casa?
- ¡Ah! No había pensado en esa posibilidad. De verdad que tengo ganas de descansar el cuerpo, pero bien podría hacerlo en casa, y que vengan los demás.
- Yo me ocupo de comprar algo rico para cenar y festejar y después los alcanzo, ¿te parece?
- ¡Sí! Gracias, amor –le dio un casto beso en los labios, y miró al grupo– ¿Qué les parece si continuamos en casa? Además, sería la primera vez que puedo invitarlos a nuestro hogar a todos juntos, y Senku y Chrome todavía no la conocen, ni a Sam.
- ¿Iríamos todos? –Preguntó Chrome, deteniendo su mirada unos segundos más de la cuenta en Ruri.
- Sí, todos. Me encantaría que vinieran todos al menos un rato, pero preferiría que sea en casa para relajarme un poco más.
- Yo no sé si pueda, leona –dijo Senku con una mueca de disculpa, y se explicó– Hay alguien esperándome, que vino de visita. No vino conmigo porque llegó hoy a la mañana de un largo vuelo, y estaba cansada y desorientada con el jet lag.
- ¿"Cansada"? –Preguntó Ryusui, sorprendido– Espera, espera...
- ¿Y que llegó de un largo vuelo para verte? Senku-chan, me parece que hay algo que no nos has contado de tu viaje –dijo Gen con su voz cantarina.
- Y eso que somos sus amigos más cercanos –chasqueó el rubio, cruzándose de brazos– Pero si tomó un vuelo para verlo, es algo grande. ¿Acaso es tu novia?
- Sí –Respondió Senku casualmente, rascándose la oreja con un dedo.
- ¡Oooh! El año pasado cuando nos vimos en la NASA, ya me parecía –dijo Kohaku recordando con una sonrisa– ¿Es ella?
- No éramos novios entonces, sólo empezábamos a salir, pero sí. Luna Wright, es estudiante de medicina, pero por contactos de su padre acabó haciendo prácticas para el servicio médico de la NASA.
- Me alegro por ti, Senku –le dijo Kohaku con una amplia sonrisa– ¿Hasta cuándo se queda?
- Una semana solamente, pero luego se vendrá más tiempo, hasta que empiece el próximo semestre de estudios. Así que perdón, pero será para la próxima.
- Sí, no hay problema, gracias por venir, fue una linda sorpresa. Aunque si quieres venir con ella la próxima vez, estaremos encantados de conocerla.
- Sí, gracias leona, y felicitaciones por el título, diez billones por ciento seguro que lo conseguirías. Hasta luego.
Senku se despidió de todos con la mano, y los demás emprendieron juntos el viaje de vuelta, repartiéndose en los coches en los que habían llegado, siendo Ryusui, Gen y Kokuyo los que manejaban, y entraron justo ya que eran once en total. Cuando llegaron, Sam los recibió entre lloriqueos, saltos de emoción y moviendo la cola, viendo tantas personas conocidas y en especial a sus dueños. Kokuyo se ofreció a acompañar a Stan con el auto para ayudarlo a comprar la comida y bebida para todos, y volvieron al rato con una buena variedad de sándwiches, cervezas y gaseosas. La reunión fue animada, aunque tranquila, Kohaku parecía haber olvidado su fatiga gracias a su energía casi infinita, además de la emoción y felicidad de poder compartirlo con quienes más quería, perfecto para coronar la noche. Sam fue el mimado total, teniéndolos enamorados a todos con lo lindo e inteligente que era, y se oía un coro de sonidos adorables cada vez que él, ya no tan cachorro en tamaño, pero sí en energía, les llevaba sus juguetes para que se los arrojaran y fuera a buscarlos.
Lo hermoso de ese grupo era que todos se llevaban genial y conversaban y reían juntos. Ruri estaba más bien callada, escuchando atentamente a todos con una dulce sonrisa en el rostro, ya que no era tan cercana de los amigos de su hermana. Excepto por Chrome, que se conocían más ya que había ido a la misma escuela que Kohaku y ella, y buscó sentarse al lado de él para preguntarle cómo estaba con sus estudios. La repentina timidez y el leve sonrojo en la cara del castaño pasó completamente desapercibida para la hermana mayor, no así para Kohaku, que los observaba con una pícara sonrisa. Siempre había sospechado que Chrome gustaba mucho de Ruri, aunque ella fuera dos años mayor, pero el joven era muy torpe y lento para las cuestiones románticas, y nunca se animaba a avanzar y mucho menos pedirle una cita. Y Ruri también tenía su lado inocente y delicado, por lo cual Kohaku no sabía si era simplemente paciente y modesta, o si de verdad no se había dado cuenta que Chrome sólo tenía ojos para ella.
Casi a medianoche, cuando ya habían terminado de comer y beber, el timbre de la casa sonó, y Stan y Kohaku se miraron extrañados ya que no esperaban a nadie, y tampoco estaban haciendo tanto ruido como para que los vecinos se quejen. El rubio fue a atender, y cuando abrió se encontró con una mujer de traje, que se inclinó ante él y le entregó un pequeño baúl con ruedas, diciendo que era de parte del "maestro Ryusui". Intrigado, Stan lo aceptó, la mujer se volvió a inclinar respetuosamente y se retiró. Era abultado aunque no pesado, por lo que las pequeñas ruedas ayudaban a transportarlo fácilmente.
- ¡Excelente, a la hora perfecta! Siempre tan eficiente François –dijo Ryusui satisfecho, chasqueando los dedos– No podíamos terminar de celebrar la noche sin esto.
El baúl portátil tenía dos compartimentos, Uno era una pequeña heladera donde había varias botellas de una excelente champaña, por supuesto a perfecta temperatura. El otro, tenía una docena de copas de cristal cuidadosamente dispuestas y protegidas. Como siempre, el lujo y el detalle eran típicos de su amigo, que generosamente compartía.
- Ryusui, no tenías que tomarte la molestia, muchas gracias –le dijo Kohaku.
- ¡Claro que sí! Sólo hay una oportunidad para celebrar tu primer título, hay que festejarlo con todo.
- De verdad, gracias.
- Además, hay más por lo que brindar esta noche –añadió con un guiño, y se dispuso a ayudar a abrir las botellas y servir las copas.
Cuando todos tuvieron ya su copa llena en la mano, Ryusui alzó la suya, extendiéndola hacia los anfitriones.
- Propongo un brindis por nuestra amiga Kohaku, la más joven campeona nacional de artes marciales mixtas de la década, y su merecida victoria invicta.
- ¡Espera! –Lo detuvo Kohaku con una sonrisa, cuando todos alzaron las copas a la par– También por Tsukasa, que sin sus enseñanzas y arduos entrenamientos no lo hubiera logrado tan pronto, fue un trabajo de equipo. Quiero agradecerles a todos por el apoyo, siempre creyeron en mí, y hoy se tomaron el tiempo de estar presentes todos, de verdad lo valoro con todo mi corazón. Y también agradecerle y dedicárselo a al compañero y amor de mi vida, Stan.
- ¡Vivan los novios! ¡Salud! –Exclamó fuerte Mozu, sonriendo ampliamente, y todos rieron y repitieron la frase a la par del brindis.
Luego de disfrutar la exquisita bebida espumante, Nikki no contuvo su emoción.
- ¡Ahora sí, pronto habrá boda! ¿Pensaron en algo ya?
- Eeeh... no realmente –admitió Kohaku en voz baja– Estamos empezando el invierno, pero me gustaría que fuera con un clima más cálido y agradable, así que sería en primavera. Además, tengo que asegurarme que mi tía Lillian pueda estar aquí.
- ¡Oh dios, oh dios! –Gritó de emoción Nikki, tapándose la boca– ¡Conoceré a Lillian Weinberg en persona, mi sueño! Ah... perdón, es su boda, y yo aquí emocionada por eso, qué egoísta.
- Me aseguraré de que puedas estar en la misma mesa que ella –Le dijo Kohaku con complicidad.
- ¡AAAAAH, TE AMO KOHAKU! –Exclamó muy agudo, totalmente feliz, sus ojos llenándose de lágrimas– Oh, detente, me vas a matar de la emoción y no llegaré a la boda. Pero más allá de eso, quería pedirte algo...
- Sí, lo que sea Nikki.
- ¿Puedo ayudarte a organizar la boda? Ser tu wedding planner, ayudarte con todo. No seré profesional, pero te prometo que daré lo mejor de mí.
- ¡Me encantaría, y me ayudarías mucho! No sé por dónde empezar, así que realmente te agradezco, y qué mejor que sea una amiga que me conoce bien.
- ¡Gracias, Kohaku! Kirisame, ¿quieres ayudarme? –Le preguntó la rubia con entusiasmo.
- ¡¿Eh, yo?! –Contestó de pronto tímida y sonrojada– ¡No sé nada de eso! ¡No soy romántica!
- ¿Qué tiene que ver eso? Es ayudar a nuestra amiga a elegir los detalles, la temática, colores, flores, decorados, el vestido, el ramo, la comida, los músicos, organizar a los invitados y las mesas...
Ante la lista de detalles que Nikki seguía describiendo como si ya lo tuviera todo pensado y organizado, Kohaku quedó boquiabierta, no se había percatado que tendría que ponerle atención a tantos ínfimos detalles de los cuales tampoco sabía mucho. Se puso ansiosa de sólo pensarlo, definitivamente iba a necesitar mucho la ayuda de sus amigas. Miró de reojo a Stan, que al contrario que ella tenía una amplia sonrisa y los ojos brillantes, seguramente disfrutando la imagen mental de todo eso. No lo habían hablado, pero intuía que él iba a proponer una boda a todo lo grande, con todos los detalles y lujos que pudiera permitirse.
Terminadas las copas de bebida y el entusiasmo enérgico general, el cansancio comenzó a hacer mella en Kohaku, que fue volviéndose más silenciosa. Stan se percató de eso, y le dio un beso en la frente, antes de hablar en voz alta con decisión.
- Amigos, muchas gracias por venir y acompañarnos, pero Kohaku necesita descansar ahora. Pueden quedarse un rato más si quieren, pero procuren no hablar muy fuerte.
- Es cierto, merecido descanso, y bastante que Kohaku-chan resistió hasta ahora, hay que agradecerle el esfuerzo –Acompañó Gen– Hora de retirarnos.
Todos se levantaron y agradecieron a los anfitriones, además de volver a felicitar a Kohaku por su título. Uno a uno se fueron despidiendo, hasta que la casa quedó solamente con sus dueños. La rubia se dejó caer en el sillón, y Sam apoyó su cabeza sobre el abdomen de ella, mirándola con sus dulces ojos como si se preguntara si estaba bien. Stan sonrió ante la imagen, y se arrodilló a su lado, tomándole la mano.
- Preciosa, ¿quieres que te prepare un baño caliente antes de dormir? Para que te relajes y aflojes los músculos, te hará bien.
- Oh, sería agradable... ¿y tú?
- No por esta vez, quiero que disfrutes tranquila.
- Estoy más relajada y tranquila cuando estás conmigo –murmuró ella, batiendo las pestañas de forma inocente para convencerlo– Además será más seguro, creo que podría quedarme dormida de lo cansada que estoy.
- Si insistes... seré tu colchón protector entonces.
- No te merezco, gracias –le susurró con una sonrisita, acariciándole la cara.
El baño estuvo maravilloso, el agua tan caliente como un baño termal le aflojó todos los músculos y tensiones a Kohaku, además de disfrutar de los dedicados masajes que le hizo su novio, con el cuidado especial al rozar las partes golpeadas del cuerpo de ella. Tal como creía, se quedó dormida en cuando el calor y la relajación hicieron efecto, pero tuvo que despertarse luego cuando el agua comenzaba a enfriarse. Stan le dijo que siga con los ojos cerrados para no despabilarse, mientras se ocupaba de secarla y cargarla hasta la cama. Sam los siguió al dormitorio, se había quedado acostado frente a la puerta del baño esperando pacientemente a que salieran, y se acostó en su cama en el piso. Había sido tan previsor como para dejar preparada la cama, lo cual sirvió de maravillas para acostarla directamente y luego taparla, como a una niña.
- Bien hecho, mi amor. Buenas noches –le susurró Stan, y le dio un dulce beso en la frente, ella apenas contestando con un pequeño sonido sin abrir los ojos ni moverse, ya no le quedaban fuerzas para nada.
Kohaku se despertó al día siguiente con la sensación de que su cuerpo había sido aplastado con una aplanadora. Y era entendible, ya que nunca la habían golpeado tanto en su vida deportiva. Si bien daba por sentado que iba a pasar los próximos dos días reposando por la recomendación médica, lo mejor de todo fue que como ya era fin de semana, contaría con la compañía 24/7 de Stan. El día comenzó con un abundante y nutritivo desayuno en la cama, cuando también le llegó un bonito mensaje de parte de Xeno, felicitándola por la victoria, ya que Stan le había contado mientras ella dormía.
No tenía mucho que hacer, y cuando se recuperara solo le quedaba trabajar como siempre, además de volver entrenar con Tsukasa con tranquilidad hasta el mes de marzo, cuando comenzarían nuevamente los campeonatos y peleas amistosas. Ganar el primer premio no sólo le dio el título nacional, sino el premio en dinero, una generosa suma que tenía pensado repartir entre ahorros, la boda y la luna de miel. La posibilidad de dejar de trabajar en el restaurante también fue considerada, no quería abandonar tan rápido una fuente fija y segura de ingresos, pero a la vez tampoco la convencía ya el tener que trabajar a la tarde-noche y volver tan tarde a la casa. Agradecía mucho la oportunidad y la paciencia de Mozu y su padre, siempre considerados y flexibles con ella, pero era hora de confiar y animarse a dedicarse enteramente a su vocación, que por suerte ya comenzaba a tener sus retribuciones económicas.
Aunque no había urgencia de comenzar a organizar la boda, todo lo que había mencionado Nikki la noche anterior le hizo pensar que tenían que comenzar a hablarlo con Stan, como poner una fecha aproximada y algunas decisiones elementales. Más allá de si seguía trabajando en el restaurante, él sí tenía un trabajo fijo y protocolar, necesitaba pedir con anticipación las fechas para la luna de miel y tal vez unos días más antes y después de la boda. Y tenían también que asegurarse de que Lillian y Xeno pudieran viajar a Japón para esa fecha.
- Un centavo por tus pensamientos –dijo Stan, abrazándola por la cintura– ¿Qué te tiene de pronto tan concentrada?
- Ah... estaba pensando que podríamos ir decidiendo algunas cosas de la boda. Ya sabes, por tu trabajo, que los invitados puedan estar, en especial Lillian y Xeno. ¡Oh!, ¿y Tatyana?
- Sí, tendríamos que extender la invitación a ella, aunque sea por educación, más allá de que quiera o no venir, no somos sus amigos cercanos, aunque podría tomárselo como unas vacaciones y acompañar a Xeno. Dijiste que querías que sea en primavera... me va a costar seguir esperando, pero coincido que todo será más agradable con un tiempo más templado.
- Imagínate que alguno de los dos se resfríe justo esa semana –Bromeó Kohaku.
- Moqueando y no por la emoción –Rió Stan– No, ni hablar... y quiero verte toda hermosa vestida de novia, y no con tres capas de abrigo o que andes titiritando sufriendo el frío.
- ¿Hay alguna fecha que sea de tu preferencia?
- Hmmm, no lo pensé, creo que no. No dependerá solamente de nosotros, no te olvides que eso también hay que organizarlo con el oficial del registro civil, y con el salón o el lugar donde nos casemos. Creo que lo mejor será elegir un rango de una semana, para que los invitados puedan confirmar su asistencia y todo eso.
- Me parece bien. ¿Finales de marzo? ¿Principios de abril?
- Sí, podemos ir preguntando si pueden estar para esa fecha. Preciosa... yo quiero darnos lo mejor, todo lo que podamos permitirnos para que sea hermosa y perfecta, ¿pero qué tipo de boda quieres tú?
- Bueno... si te soy sincera, no veo algo tan grande. No dudo que será bonita, pero me gustaría algo más íntimo. Además, si somos sinceros, ninguno de los dos tiene tantos amigos o personas que invitar... creo que juntos no llegamos a cincuenta personas.
- ¿Tan poco? –Preguntó Stan sorprendido– Reconozco que por mi parte es así... no tengo familia propia que invitar, ni amigos excepto por Xeno y los que tenemos en común, como Mozu, Ryusui, Tsukasa. Tampoco tengo compañeros de trabajo cercanos aquí, quizás por compromiso invitar al que nos regaló a Sam. Vaya, soy un lobo solitario, de verdad que no socializo con más de diez personas por mi propia cuenta.
- No te preocupes, en eso somos iguales –Lo consoló Kohaku–Los únicos amigos que me importan son los que vinieron anoche, no me interesa invitar a compañeros de la preparatoria con los cuales no hablo hace un año. Veamos... serían Ruri, mi papá, Lillian, Xeno, Tatyana, Tsukasa, Nikki, Kirisame, Mozu, Ryusui, Gen, Chrome, Senku creo que vendría también. ¡Ah! Y su padre Byakuya, porque está en pareja con Lillian, recuerda... y tal vez la novia de Senku, si coincide con que esté aquí.
- De verdad que con esos creo que ya dijiste a todos, tal vez habría que preguntarles si quieren venir acompañados. Quince personas hasta ahí... y pensaba que cincuenta era poco.
- Son los importantes. No tengo otros parientes cercanos, y tampoco quiero invitar gente sólo para "rellenar", y que luego ni aparezcan en nuestras vidas.
- Sí, coincido. Pero, aunque no sea multitudinario, sí quiero que sea bonita. Ayer escuchaba a Nikki hablar de todos esos detalles, y me gustó... pude imaginarlo. Todo elegante, hermoso, soñado, a ti bella como una diosa.
- Lo vi en tu rostro, sí –admitió ella– Hasta pensé que a ti se te daría mejor elegir todos esos detalles. Claro que lo haremos juntos, pero tengo la impresión de que de verdad lo disfrutarías.
- Es que será el día en que nos convertiremos en esposos y en familia frente al mundo, y será una ceremonia única. Aniversarios, vacaciones, fiestas... de eso tendremos muchos, pero nuestra boda será única y especial. Parece una tontería cursi, pero no me da lo mismo que sea de cualquier forma, aunque claro que lo más importante es que sea contigo.
- Y si fuera cursi, me encanta que te importe tanto, es un poco la gracia de las bodas, todo lo más romántico y soñado, un cuento de princesas y príncipes –le dijo con una sonrisita, dándole un tierno beso en los labios– Y no me cabe duda que lucirás como un príncipe, ya lo haces siempre.
- Eso lo dices porque no tienes mi imagen mental de ti en tu vestido de novia, serás una princesa, no, una reina.
- Ay, basta –le contestó abochornada ante tanto halago, los ojos de Stan de verdad se habían iluminado– Bueno, con eso tenemos para empezar, ¿no? Ya que tenemos tiempo, podemos tomarlo con calma e ir averiguando y eligiendo de a poco.
Habiendo decidido eso, esa tarde la pareja se comunicó primero con Lillian y con Xeno, que por suerte les confirmaron que no tenían compromisos o viajes para la fecha estimada. Stan le propuso a su amigo invitar a Tatyana, el científico agradeció el gesto y dijo que le iba a comentar a su ahora novia, pero no dudaba que ella iba a tener buena predisposición para ir, además de que era una buena oportunidad para conocer Japón y visitar personalmente la sede de JAXA. Por su parte, Kohaku se animó a preguntarle a su tía si quería ir acompañada de Byakuya, a lo que la cantante se sorprendió, pero también agradeció el ofrecimiento, encantada de que además también estuviera invitado Senku, juntando a las dos familias "completas".
Nikki se había tomado muy en serio y con mucha dedicación su función de wedding planner, ya que le preguntó a la futura novia si podía ir a visitarla la semana entrante con otras dos amigas –además de arrastrar a Kirisame con ella– que podrían ser de mucha ayuda también. Sorprendida ante tanto entusiasmo, aceptó con curiosidad contenida. Unos días después, la joven apareció en su casa con una carpeta gruesa y su computadora portátil, y las dos chicas, que resultaron ser jóvenes de la misma edad: Yuzuriha y Amaryllis. Kohaku se sorprendió doblemente al enterarse de que Yuzuriha era íntima amiga de Senku, y novia de uno de sus mejores amigos, Taiju, y que estaba estudiando para ser modista profesional de alta costura. Amaryllis era conocida de Kirisame, la preciosa castaña era una excelente estilista, y hasta sabía hacer bouquet de flores tanto para el ramo de la novia, como para los arreglos florales del decorado.
Eso simplificaba mucho las cosas, ya que con eso tendría resuelto el tema de su vestido y del traje de Stan, además del vestuario a juego de la madrina y padrino de bodas, testigos y damas de honor, según le informó Nikki. También gracias a Amaryllis tendría resuelto el maquillaje y peinado de la novia, y hasta recomendaciones florales y de diseño para el decorado del ambiente. Nikki incluso había hecho una lista de los mejores servicios de catering –recomendados por Ryusui, cuya familia los contrataba frecuentemente para sus lujosos eventos– y salones para alquilar, y hasta ya tenía varias hojas con temáticas de estilos y paletas de colores para que Kohaku eligiera con Stan. Como la rubia estaba abrumada con tanta información, detalles y consejos, Kirisame se percató de aquello e intercedió para sugerir que le dejaran la carpeta a la pareja, y así podrían revisar y elegir las opciones con tranquilidad.
Yuzuriha dejó boquiabiertas a todas, cuando en menos de una hora y en base a mirar a Kohaku detenidamente, hizo no menos de diez bocetos de vestidos de novia, uno más bello que el otro. Había de todos los estilos, sencillos, vintage, elegantes, sensuales, y hasta con diseños originales dignos de una pasarela de alta costura. Con o sin velo, con distintos largos de colas y texturas, incluso en sus dibujos podía percibirse el tipo y grosor de la tela. Kohaku no sabía cómo agradecer tanto detalle y dedicación, pero Yuzuriha era una joven de lo más dulce, más bien ella era la agradecida por poder diseñar y confeccionar enteramente y por primera vez un vestido de novia. Ante tanto halago, aclaró humildemente que esos diseños preliminares no eran enteramente suyos, sino en base a otros vestidos que había estudiado y que servían de molde para elegir el estilo general, luego ella añadiría sus detalles propios.
Cuando Stan llegó un rato después, sorprendido con la visita y la mesa llena de papeles y fotos, las dos jóvenes quedaron encantadas con la belleza del hombre, y con saber que también había sido modelo ocasionalmente. Con la misma habilidad y velocidad, Yuzuriha le pidió al rubio que se quede quieto y ella lo observó atentamente de arriba abajo, para ponerse a hacer bocetos para el traje de él. Mientras eso sucedía, Nikki y Amaryllis le resumieron con mucho entusiasmo todo lo que habían pensado para la boda, y Stan pacientemente las escuchó con auténtico interés, incluso comentando sus propias opiniones y sugerencias de excelente gusto. Eso sorprendió y encantó a las tres jóvenes organizadoras, por poco dejando a Kohaku a un lado, acompañada silenciosamente por Kirisame, que estaba tan perdida como ella. A la par de lo que conversaban, Nikki y Amaryllis buscaban en la computadora imágenes de sus ideas, e iban armando un archivo cuidadosamente organizado para cada temática.
Un buen rato después las amigas terminaron la reunión, dejando la carpeta todavía más gruesa y llena con nuevas opciones y combinaciones, y dejándole en un pendrive a la pareja la información en formato digital. Kohaku y Stan les agradecieron enormemente por la dedicación y por facilitarles tanto la organización y las opciones, y quedaron en comunicarse lo más pronto posible con Yuzuriha para definir los diseños del vestuario, ya que ella sería la que necesitaría más tiempo para confeccionarlos todos.
- Vaya, sí que se te da bien todo –bufó Kohaku cuando quedaron solos, habiéndose dejado caer exhausta en el sillón.
- ¿Estás bien, amor? –Le preguntó Stan, extrañado con el comentario.
- Sí, sólo que me sentí totalmente lenta e inútil, me perdí en la mitad de los detalles, y lo único que hacía era asentir. ¿Te soy sincera? Me frustré más de lo que me emocioné.
- Oye, tranquila...
Con la intención de consolar a su novia, se sentó junto a ella y la hizo apoyar la cabeza en su regazo, para deslizar sus dedos por el cabello que soltó de la coleta y así relajarla. Como ni con eso abandonaba su ceño fruncido, Stan llamó a Sam y lo hizo subir al sillón, y el perro se recostó sobre Kohaku, lamiéndole las manos y tratando de alcanzar su rostro. Con eso al menos la rubia sonrió, su cachorro mimoso nunca fallaba con lo adorable que era.
- Preciosa, no eres ni lenta ni inútil, y si yo parecía más cómodo con eso es porque estoy más acostumbrado a esas cosas por mis trabajos de modelo, algo aprendí de estética y detalles. Entiendo que tantas opciones te confundan y mareen, es normal.
- No era broma el comentario de que organizar las bodas pueden estresar más de lo pensado, y que no es tan bonito ni todo color de rosas como el resultado final... y eso que esto recién empieza –continuó descargándose ella.
- Bueno, no cabe duda de que así es, pero porque para que sea todo tan bonito y perfecto, hay muchas decisiones que tomar. Pero no te sobre-exijas ni estreses, todavía tenemos un par de meses por delante para ir organizando poco a poco. Entiende la emoción que tienen ellas, en especial Nikki que es tu mejor amiga, aunque bien puedes decirles que se lo tomen con más calma ellas también, ahora que ya tenemos prácticamente todas las opciones planteadas.
- Sí, tienes razón –reconoció, resoplando–Porque de verdad que no es lo mío todos estos detalles delicados, me parece que le pediré ayuda a Ruri también.
- Seguro estará encantada, y no te olvides que yo también te ayudaré, es nuestra boda, de los dos. Y mi amor... –dijo con voz suave, entrelazando sus dedos.
- ¿Qué?
- Nos vamos a casar, piensa en eso y disfrutemos el proceso juntos. Te amo mucho.
- Yo también te amo mucho. Perdón, tienes razón. Gracias por siempre ser mi cable a tierra.
- Recibiré todas tus descargas con gusto –bromeó, y le besó la mano– ¡Sam, ataque de amor!
De pronto, señalándole la cara de Kohaku con energía y usando el mismo tono que cuando jugaban, Stan hizo que Sam se lanzara encima de ella, y ante la fuerte carcajada, el cachorro de buen tamaño buscó lamerle con desenfreno toda la cara, lo que la hizo reír más fuerte. El rubio también bromeó con tirársele encima a su novia, incentivando y poniendo celoso al perro, y terminaron respirando los dos agitadamente de lo que les dolía el estómago de tanto reír. Finalmente, Stan calmó a Sam, y los dos lo llenaron de mimos.
Con mucha más tranquilidad y mejor humor, la pareja retomó luego de un par de horas la tarea de mirar los diseños de los vestidos y trajes. Stan le dijo que no quería verla con el vestido hasta que se casaran, pero que sí podía ayudarla a elegir un diseño. Dedicaron un buen rato a admirar los increíbles bocetos de Yuzuriha, hasta que uno en particular captó la mirada de ambos a la vez, y no dudaron en que sería el elegido. Al pie del dibujo, la joven modista había anotado el diseño original en el que se había basado "Jade, Maggie Sottero". Luego se decidieron por el traje de Stan, una elección más rápida, y a Kohaku se le hizo agua la boca de imaginar lo guapo que se vería su futuro esposo así vestido. Aunque no tendrían ceremonia religiosa, sí tenían que definir quiénes serían los que los acompañarían al altar, y con ello los vestidos y trajes a juego. Él sin dudarlo eligió a Xeno como testigo, y coincidieron en que Kokuyo sería el padrino, que entregaría a la novia. Ella eligió a Ruri como madrina, ya que ninguno de los dos tenía a su madre viva, y a Nikki como testigo, al menos para concederle un lugar especial en la boda que se estaba dedicando tanto a organizar. Hicieron esa última elección, y terminaron por el día con el tema boda, llamando a Yuzuriha para confirmarle y enviarle las fotos de los diseños elegidos. La modista se mostró encantada, y dijo que en unos días haría el diseño final y pasaría a tomar las medidas y mostrarles las telas y colores.
Las siguientes semanas fueron eligiendo y definiendo los demás detalles de a poco, reuniéndose una vez más con Nikki y Amaryllis para definir la estética del ambiente y decoraciones, y luego la pareja se comunicó con los servicios de catering recomendados por Ryusui para hacer las pruebas y elecciones del menú. La familia de Kohaku ayudó enormemente con las planificaciones y reservas, Ruri tenía un excelente y fino gusto para las recomendaciones, y los ojos de Kokuyo brillaban secretamente emocionados. El padre había decidido costear el alquiler del salón, la comida y la ropa de los testigos y padrinos por su cuenta, dejando lo demás para los novios.
Contactándose con el registro civil, acordaron la presencia del juez oficiante para la noche del veintisiete de marzo, allí mismo en el salón primero celebrarían la boda, para luego dedicar el resto de la velada a la comida y el baile. Con ello y la reserva del lugar, ya podían dedicarse a enviar las invitaciones y a terminar de elegir los detalles del decorado, además de distribuir a los invitados en las cuatro grandes mesas redondas. Por suerte todos habían confirmado su presencia, incluso las parejas de algunos de los invitados, entre ellos Tatyana, Luna y Byakuya.
Ya que Xeno y su novia viajarían a Japón en unos pocos meses, en Navidad y Año Nuevo no hubo viajes entre ellos para compartir las fiestas. A mediados del mes de enero, Yuzuriha los visitó para hacer la prueba de los moldes y hacer las correcciones necesarias. Acordaron que ninguno de los novios podía ver la vestimenta del otro para hacerlo más sorpresivo y emocionante, por lo que se aseguraron de no cruzarse en la casa cada vez que hubiera prueba de ropa. Kohaku quedó boquiabierta y emocionada cuando Yuzuriha le mostró los especiales detalles que iba a agregar al vestido, era exquisito en elegancia y un aire lujoso, no dudaba que Stan iba a bromear con que parecería una princesa, aunque él no se quedaría atrás.
La otra decisión que tomaron fue el destino de la luna de miel, abiertos a las sugerencias que les dieron sobre los destinos. Querían ir a un lugar que combinara ciudad con hermosos paisajes, o hacer pequeñas paradas para cumplir esa intención.
- ¿Europa? ¿América? ¿Algún país que te interese en particular? –preguntó Stan.
- Sólo viajé a Estados Unidos contigo, así que todos me suenan interesante. Y de uno u otro lado del Ecuador, estaremos en primavera o en otoño, será un tiempo agradable en ambos.
- Muchas parejas toman Europa como destino... Francia tiene la fama del país con el aire más romántico, aunque Italia también. O también podríamos hacer un par de días en cada ciudad o país. Sino, tenemos Centroamérica o Sudamérica, no faltan playas paradisíacas y de agua templada, así como hay muchos destinos recomendados en Brasil, Argentina...
- ¡Lillian nos recomendó Buenos Aires! –Recordó Kohaku– ¿Fuiste alguna vez?
- No, nunca, pero me interesa, tengo conocidos que fueron y estuvieron encantados. Aunque también fueron al sur del país, a una ciudad llamada Bariloche y también al Calafate, donde están los "hielos eternos" de los glaciares. Montañas, lagos, nieve, bosques, es un lugar turístico muy conocido y hermoso. Buenos Aires es una linda ciudad también he oído, tiene una mezcla entre aire latino y europeo por los orígenes de sus habitantes, hay mucha vida nocturna, buena comida... y siempre me intrigó ver el tango, se ve muy sensual, pero también tiene un trasfondo de dramas y tragedias amorosas.
- Sí, es verdad. Lillian mencionó todo eso, y aquí en Japón también es conocido y apreciado el tango, creo que es la música y el baile latino que más reconozco. Me gusta la idea, Stan. ¿Buscamos fotografías? También podemos repartir nuestra luna de miel entre dos o tres ciudades, primero la ciudad, luego los paisajes.
Quedaron enamorados de los paisajes con las primeras fotografías que encontraron, y terminaron pasando casi una hora entera solamente mirando cientos de ellas. Cada segundo les emocionaba más la idea de que ese país fuese su destino, y Kohaku dijo que iba a pedirle más recomendaciones y anécdotas a Lillian. Llamaron luego a la cantante, que en ese momento se encontraba en su casa en Estados Unidos, y se mostró muy contenta con que quisieran ir allí, y se explayó largamente sobre todas las experiencias y visitas que había tenido en los días de descanso en su gira, que aprovechó para recorrer la ciudad. Eso los terminó de decidir por querer ir allí, y le contaron a Kokuyo y Ruri, que también se mostraron entusiasmados con la idea, para luego ponerse a buscar pasajes, alojamiento y paquetes turísticos recomendados para pasar esa semana.
Para mediados de marzo ya estaba todo listo, y gracias a la previsión, calma y mucha ayuda que tuvieron de su familia y amigos, la planificación completa de la boda resultó ser bastante agradable y llevadera, cada vez estaban más cerca del gran día y se notaba en la emoción y leve ansiedad de sus rostros. Las alianzas matrimoniales las habían hecho con un orfebre amigo de Kokuyo, un viejito muy simpático y muy habilidoso para también otros tipos de artesanías, llamado Kaseki. Las habían elegido de platino, con la inscripción en el interior del anillo de sus nombres, y tenían un diminuto corazón tallado en el centro de la cara externa, en el de Stan tenía engarzada una aguamarina, y en el de Kohaku un zafiro, imitando e intercambiando el de sus ojos.
Xeno llegó con Tatyana dos semanas antes de la boda, rechazando educadamente el ofrecimiento de quedarse en la casa de la pareja, ya que tomaron esos días como unas vacaciones para también recorrer Tokio y otras ciudades cercanas. Se juntaron a cenar los cuatro en varias ocasiones también, tratando de verse lo más posible, para compensar lo poco que veían desde que los amigos vivían separados. Los dos científicos se veían muy bien y felices juntos, y a Kohaku le enterneció no sólo lo relajado y contento que se veía Xeno, sino que frecuentemente le tomaba la mano a la rusa, ya sea que estuvieran caminando, sentados en el sillón o alrededor de la mesa. Era un toque sutil, pero representaba un gran cambio en él, demostrando su tierna naturaleza y calidez que tanto se negaba a exponer por su personalidad reservada. También estaba siempre atento a las necesidades y comodidades de Tatyana, lo que le recordaba mucho a cómo era Stan, sin dudas ambos compartían ese corazón generoso y amoroso, ambas eran mujeres con mucha suerte de tener compañeros de vida así a su lado.
Unos días después, se dio una situación muy inesperada. Estando los cuatro en la casa luego de cenar, Kohaku recibió un mensaje de Mozu, diciéndole que tenían que hablar seriamente, si podía pasar un rato por su casa en cuanto cerrara el restaurante. Esa noche ella la tenía libre, y era raro que el castaño se contactara con ella a esa hora y de esa forma, por lo que se preocupó. Le dijo que sí, y unas horas después sonó el timbre de la casa. Cuando atendió, la rubia se sorprendió mucho más al ver no sólo a Mozu, sino también a un inesperado acompañante que no estaba previsto.
- ¿Ryusui? ¿Qué hacen aquí juntos?... ¿Pasó algo? –Preguntó muy inquieta.
- Sí, vaya que sí. Tenemos que hablar contigo y con el futuro novio de algo inadmisible.
- ¡¿Qué?! Eh... sí, pasen, estamos con visitas, Xeno y Tatyana.
- Ah, cuánto mejor –dijo Mozu con una sonrisa.
Kohaku no entendía nada, y más le extrañó cuando Stan al verlos rodó los ojos y suspiró, como imaginándose a qué habían venido.
- ¿En serio, muchachos? –Les preguntó, irritado.
- Sí, muy en serio. Si tú no entras en razón, Kohaku tendrá que ayudarnos –Respondió Mozu, cruzándose de brazos.
- ¿¡Pueden explicarme lo que sucede?! –Exigió ella.
- Que tu querido novio de pronto se quiere hacer el monje, y se hace el difícil con su despedida de soltero –Explicó Ryusui– Hola, Xeno. ¿Tenemos razón o no?
- Puede ser –reconoció el científico con una pequeña sonrisa.
- ¿A qué se refieren? –Inquirió Kohaku, suspirando aliviada que se tratara de una tontería así y no algo más grave.
- Lo que oyes, Kohaku-chan –Le contestó Mozu– El señor se niega a disfrutar de la noche de fiesta que todo novio debe pasar antes de casarse. Es tradición, es ley.
- Oh, no, el problema es el concepto de "fiesta" que ustedes quieren –Protestó Stan– No me interesa eso.
- ¡Es una despedida de soltero! ¡Es la gracia! Una buena noche de diversión y jolgorio para decirle adiós a tu soltería. Una noche para admirar por última vez y sin culpa traseros que no sean el de tu futura esposa. Perdón, Kohaku, pero entiendes el punto.
- Sí, no es personal –Contestó ella con una mueca burlona.
- Sólo tienes que estar ahí y mirar, nadie te pedirá que hagas cosas indecentes, Stan –Insistió Ryusui.
- No me interesa tener mujeres semidesnudas bailándome encima, y punto. ¿Qué no lo entienden? No necesito ver otros culos.
- Kohaku, hazlo entrar en razón. ¿A ti te molestaría que lo hiciera, teniendo en cuenta el contexto? –Le dijo Mozu, irritado.
- No realmente, confío en él, y por algo es una despedida de soltero –coincidió Kohaku, encogiéndose de hombros– Mientras sea inocente diversión, por más que sea en un lugar así y que sea cuidado...
- ¿En serio, preciosa? –Le espetó Stan, frunciendo el ceño– Pensé que estarías de mi lado en eso.
- Sólo me preguntaron si me molesta o no, pero es decisión de ustedes lo que hagan para divertirse, yo no estaré ahí... tengo mi propia despedida de soltera –añadió con voz juguetona.
- Ooooooh... –Provocaron Mozu y Ryusui al unísono, y Stan los fulminó con la mirada. Mozu sonrió con malicia– ¿Así que las chicas tienen planes sucios también?
- No tanto, por ahora será sólo una noche de copas. Tampoco tengo tantas amigas ni somos del tipo que aman las fiestas.
- Bueno, eso es lo que yo quiero hacer, pero estos dos arman todo el escándalo. Es MI despedida de soltero, no la de ellos, tengo derecho a decidir, ¿no? –Se defendió Stan– Tampoco seríamos tantos, sólo ellos, Xeno, Tsukasa y yo.
- Aunque ya con Mozu y Ryusui creo que harían parecer cualquier reunión una fiesta de discoteca –Murmuró Kohaku, a lo que los susodichos sonrieron satisfechos– Tsukasa es bastante tranquilo... creo. Xeno también, no lo veo colgándose la corbata en la cabeza.
- Eso no sería elegante –coincidió el científico con una pequeña sonrisa.
- Así que no hay mucho que temer, yo estoy bien tranquila y confío en que me devolverán a Stan en un estado digno y en una pieza.
- Siento que me estás entregando como chancho al matadero, preciosa –Dijo Stan, alzando una ceja.
- De verdad, amor, hagan lo que quieran y con lo que se sientan cómodos, tienen mi "bendición" para portarse un poco mal por una noche. Así que no te preocupes por mí, ni te sientas culpable por divertirte. Ya sé que me amas y sólo tienes ojos para mí, y confío en ti.
- ¡Excelente! Tenemos la aprobación de la jefa, suficiente –dijo Ryusui satisfecho, chasqueando los dedos.
- Si hacen eso, no voy a ir, y no podrán arrastrarme –amenazó Stan.
- Yo no estaría tan seguro de eso, teniendo a Tsukasa de nuestro lado –rebatió Mozu burlón– Pero tranquilo, hagamos una cosa... Vamos por unas copas en un bonito y sociable bar, todo decente, y luego si te aflojas un poco, seguimos la diversión. ¿Tenemos un trato?
- De acuerdo –Aceptó Stan con cautela, y les dio la mano a los tres hombres, como si fuera el sello de la promesa.
- De hecho, ¿qué les parece si hacemos cada uno su despedida de solteros en la misma noche, en distintos lugares? Digo, para que no se extrañen tanto ni tengan tiempo de pensar qué hace el otro.
- Me parece bien, me gusta la idea –aceptó ella.
- Eso es todo por hoy, gracias Kohaku. Disfruta tu noche y pórtate como una mala chica.
- Puede que lo haga, quién sabe –Le contestó confiada, guiñándoles un ojo, lo que hizo que Stan entrecerrara los ojos– Los acompaño a la puerta entonces.
Con eso quedó zanjado el tema por el día, y Kohaku ignoró completamente las miradas de reproche de su novio. Aprovechó para invitar a Tatyana a su noche de copas, y la rusa aceptó encantada, con lo que los cuatro acordaron que les venía bien el viernes a la noche para hacer el doble festejo, y Kohaku dijo que no quería oír ni una palabra más del tema, sería el secreto de cada grupo.
La noche acordada llegó, Kohaku y Tatyana salieron guapísimas de la casa con sus vestidos de cócteles, mientras que Stan y Xeno vestían camisas y pantalones casuales y con estilo, también muy atractivos.
- Pórtate bien –Le susurró Stan con una sonrisa juguetona junto a los labios de ella, luego de un tentador beso que compartieron.
- Ya lo veremos –Le retrucó desafiante– Hasta la vuelta.
- Cuida de Stan, querido –Le dijo Tatyana a Xeno.
- No prometo nada, conociendo la compañía –Bromeó Xeno– Cuídense, nos vemos luego.
Se separaron, cada cual yendo al encuentro con el resto del grupo para disfrutar de sus despedidas de solteros. Para su festejo, Kohaku había elegido un bar que quedaba en el centro de Roppongi, "Sheyda Bar", un animado club nocturno, donde había invitado a Nikki, Kirisame y Ruri. Como se había llevado tan bien con Amaryllis y Yuzuriha y ya eran amigas de parte del grupo, además de que ambas jóvenes la habían ayudado tanto, también las invitó. Por su parte, los hombres habían elegido un bar irlandés que realmente estaba ambientado como si estuvieran en el país homenajeado, "The Dubliner's Irish Pub", en Shinjuku, relativamente cerca de la casa de los novios. Ese bar era enorme y estaba exquisitamente diseñado, casi todo completamente en madera, además de la excelente calidad de bebida y comida, Xeno se deleitó en la elegancia y estilo que tenía. Esa noche todos se dedicaron a reír y beber, aunque Stan estaba mucho más satisfecho y relajado con que sus insistentes amigos hubieran desistido de llevarlo a un club más atrevido.
Entrada la noche, con varias copas de cerveza y de whisky irlandés en la sangre, Stan sintió su teléfono vibrar con insistencia en el bolsillo, y se sorprendió que la llamada proviniera de Kohaku. Atendió, pero nadie habló del otro lado.
- ¿Amor? –Preguntó extrañado, sólo oía mucho ruido de fondo y risas, pero ninguna voz cerca del micrófono– ¿Hola?
Insistió un par de veces más, hablando más fuerte, él tampoco oía muy bien con su propio ruido alrededor. Se preocupó un poco cuando no obtuvo respuesta, esperaba que no se le hubiera extraviado el teléfono, aunque parecía más bien que era una llamada accidental, algún botón que se hubiera apretado solo, a veces sucedía. Estuvo a punto de colgar, con intranquilidad en el pecho, aunque no se animaba a quitar el oído del teléfono hasta que oyera algo que lo dejara más tranquilo, cuando oyó una voz familiar del otro lado del teléfono, riendo fuerte, y otras risas alrededor estallando en carcajadas y gritos agudos de emoción.
- ¡Ja! Lo único que diré es que, si fuera una cuestión de tamaño, en proporción con la posibilidad de quedar embarazada de no tener el implante... ya hubiera tenido trillizos.
Stan quedó sonriendo boquiabierto, sin poder creer lo que había oído. Evidentemente el alcohol le había soltado la lengua a Kohaku para que contara esas intimidades y vaya a saber cuáles más, pero la perdonaba, al menos era un halago y una sana diversión, y se quedó tranquilo de que ella estuviera bien.
- ¡Oye, Stan! –Mozu llamó su atención– Suelta el teléfono, estás con nosotros ahora. Nada de controlar a tu mujer, ¿eh?
- Ella me llamó por error, parece.
- ¿Lo están pasando bien? ¿Peligra tu futuro matrimonio? –Lo provocó el castaño, acompañado de burlonas risas a su lado.
- Parece que sí, aunque me parece que después de esta noche, nos habrán profanado mentalmente a todos, no quedarán secretos entre ellas.
- ¡JAJA! ¡Me encanta! –Exclamó Ryusui, halagado– ¿Qué decían? Vamos, suelta el chisme.
- Hmm... al parecer están hablando de cuánto nos dotó la naturaleza debajo de los calzones.
- Oh... chicas malas –Dijo Mozu, también encantado, mientras Tsukasa y Xeno más bien se sonrojaban– Bueno, podemos hacerlo también... primera confesión de la noche de mi parte, le entraría a Nikki. Aunque la hermana de Kohaku no está mal, eh.
- Olvídate de Ruri, Kohaku me contó que Chrome está interesado en ella desde hace años, déjale un hueso al chico, por más que sea lento –Contestó Stan en confidencia.
- ¡Todas las mujeres son hermosas! –Dijo Ryusui– Pero considerando que no son muchas en nuestro grupo, y que dos son las novias de nuestros amigos aquí presentes, mejor llevemos la conversación a otro rumbo, caballeros.
El tiempo pasó rápido, para cuando Stan chequeó su reloj ya era pasada la medianoche, siendo que habían llegado ahí al menos entre tres y cuatro horas antes. Les dijo a sus amigos que ya estaba bien por esa noche, adelantándose a que le pidieran ir a otro lado más atrevido. Llamativamente aceptaron, pero le dijeron si podían ir a su casa a beber algo más y jugar unas partidas de póker, en plan relajado, pero para no terminar tan temprano la noche. Stan aceptó, era una buena idea, y aunque Kohaku y Tatyana hubieran vuelto, podía ser divertido compartir el resto de la noche todos juntos. Volvieron en el coche de Ryusui, que manejaba su mayordomo personal, François, que les avisó que ya tenía listo el pedido de varias botellas de vino. Como siempre, el joven estaba un par de pasos por delante de los demás, y tenía todo lo que quería al alcance, lo cual generosamente compartía con todo gusto.
Para sorpresa de Stan, la casa estaba vacía, su novia no había llegado todavía. Le mandó un mensaje de texto para hacerle saber que ya había vuelto, con la esperanza que ella le conteste algo y se quede tranquilo de que seguía divirtiéndose con sus amigas y estaban bien. Mientras el dueño de la casa iba a buscar un mazo de cartas, los demás se sonrieron cómplices e hicieron un rápido llamado, actuando totalmente casuales cuando Stan volvió. Cuando todo estaba listo para comenzar a jugar y seguir bebiendo, de pronto Tsukasa se movió rápido detrás del rubio, y lo agarró fuerte de ambas muñecas, trabándoselas detrás del cuerpo.
- ¡HEY! ¡¿Qué demonios, Tsukasa?! –Exclamó Stan, tan sorprendido como enojado con el inesperado ataque.
Pero eso no fue lo único. En pocos segundos, el rubio fue forzado por los demás a sentarse en una silla, superado en fuerza y número, mientras Xeno le ataba las manos al respaldo de la silla, y luego le amarró cada pierna a una pata de la misma.
- ¡Xeno! ¡¿Qué mierda traman?! No se les ocurra...
La amenaza de Stan quedó en el aire, cuando el timbre de la casa sonó, y Mozu corrió a la entrada con una sonrisa diabólica a abrir la puerta. La figura de una mujer curvilínea apareció, caminando lentamente hacia ellos. Estaba vestida de policía, pero era más bien un disfraz sexy, con un profundo escote, falda muy corta y ajustada, así como unas altas botas negras que le llegaban casi a las rodillas. Tenía el cabello negro y lacio suelto, a la altura de los hombros, y unos grandes anteojos Ray Ban negros ocultaban sus ojos. Sus labios estaban pintados de un brillante e intenso tono rojo.
- No, no... ¡No! Malditos, les dije que no –Protestó Stan, imaginando para qué estaba esa mujer ahí– Suéltenme ahora mismo, o lo pagarán muy caro. Olvídense de venir a la boda si me traicionan así.
- Shhhhh –Espetó la mujer, apuntándole el bastón policial a la boca.
Stan sudaba frío, en especial cuando increíblemente todos sus amigos se despidieron y se fueron, dejándolo a solas con aquella mujer desconocida, además de atado y sin poder escapar, a menos que rompiera la silla. No quería ni pensar lo que sucedería si Kohaku llegaba en ese momento, no había explicación posible, y ciertamente que los demás no estuvieran no lo ayudaba.
- No sé qué te pidieron o cuánto te pagaron mis amigos, pero por favor, desátame y retírate. No quiero... tus servicios, o lo que sea, disculpa las molestias.
- Shhh. Shhh. Shhh –repitió la mujer, subiéndose a su regazo, mirándolo a través de sus gafas.
- No, por favor, es en serio –rogó nervioso, cuando ella le rozó el abdomen con sus dedos– Te pagaré el doble, pero déjame en paz. Amo a mi novia, y no quiero esto, no me excita ni un poco, de verdad...
- ¿Así que no te excito ni un poco? Qué desilusión, con lo que me esforcé en prepararme.
Stan se quedó muy rígido de pronto, ante la juguetona voz de la mujer, pero en especial porque le resultó familiar. Los ojos de él se abrieron mucho, y la miró boquiabierto, mientras ella se quitaba las gafas. Conocía esos ojos aguamarina demasiado bien.
- ¿Kohaku? ¿Qué...?
- No sé de quién hablas, Stanley, me llamo Scarlett –Negó la mujer, en un tono acaramelado– Dime, ¿dónde puedo poner un poco de música? Me gusta bailar, sabes...
Todavía sin poder creerlo, Stan tardó unos segundos más en reaccionar, hasta que señaló con la cabeza el equipo de música que estaba cerca. La joven, que indudablemente era Kohaku bajo esa peluca que le quedaba endemoniadamente sexy, se acercó al aparato moviendo sensualmente las caderas, y conectó su teléfono con el equipo. Una canción muy sexy y con profundos bajos comenzó a sonar, "Pony", de Ginuwine. Stan conocía esa canción, y ya se imaginaba lo que venía, estaba seguro que se excitaría, y mucho, en especial estando atado y a merced de ella. "Scarlett" comenzó a mover las caderas sensualmente, a medida que se acercaba a él, quedando cerca, pero sin tocarlo. Acompasaba sus movimientos perfectamente a la canción, provocadora y muy sexy, incluso sincronizando la base rítmica de los bajos con su cuerpo de una forma caliente, como si fueran embestidas sexuales.
Stan soltó un jadeo de puro gusto de verla así, sentía mucho calor por dentro, y sin dudas su propia excitación ya era notable, presionando sus pantalones. Endiabladamente sexy, la mujer se sentó en su regazo de espaldas, moviendo y frotando su trasero contra el cuerpo de él de una forma indecente.
- Me vas a sacar lustre si sigues así... Scarlett –ronroneó con voz grave y rasposa, deseando poder tocarla, luchando un poco con sus amarres.
Ella sonrió, pero no le contestó, y en su lugar se levantó, para girar de frente a él y apoyar con decisión su pie en el hueco entre las piernas de Stan, que jadeó de sorpresa y expectativa. Provocándola él, trató de adelantar su cadera para que su entrepierna roce el calzado de ella, y le guiñó un ojo. Desafiante, la pelinegra le apoyó el bastón policial en el cuello, en una sutil amenaza para que se quede quieto. Volvió a colocarse a horcajadas de él, continuando con esos sensuales y atrevidos movimientos, mientras se bajaba un poco más el cierre de su vestido, revelando su piel hasta el abdomen, dejando ver un precioso sostén negro de encaje semitransparente. Stan gimió encantado, era una vista divina que lo estremeció de excitación. De pronto, ella agarró un manojo del cabello de él y lo tiró con brusquedad, haciéndolo mirarla a los ojos. Repitiendo esas embestidas al aire acompañando la canción, fue bajando su cuerpo hasta sentarse sobre él, y le soltó el pelo. El rubio no podía tocarla, pero ella sí podía jugar a su antojo, por lo que comenzó a desabotonarle la camisa hasta abrirla, acariciándole el musculoso abdomen.
- Mi novia se enojará mucho conmigo si se entera de esto –le susurró juguetón– No podré contenerme mucho si me sigues tocando.
- Te veo bastante bien amarrado, Stanley, y te quedarás así, es una orden de un oficial policial, o será desacato. No te preocupes, será nuestro secreto.
- ¿No puedo tocarte? No tienes idea cuánto te deseo en este momento...
- No. Así te sentirás menos culpable por engañar a tu linda prometida. Tus amigos me dijeron que no querías algo como esto, curioso que estés tan entusiasta.
- Lo pensé mejor –Le respondió con una sonrisa maliciosa– Verás, es mi despedida de soltero, así que es cierto que será mi última oportunidad de tocar a otra mujer por el resto de mi vida, creo que será mejor aprovecharla.
- "Por el resto de tu vida" ... Qué fiel. ¿Tanto la amas? –Preguntó mirándolo con una sonrisa, mientras colgaba sus brazos en el cuello de él.
- Con toda mi alma y corazón, no hay ni nunca habrá otra en mi vida –Le respondió con sentimiento, conectando con sus ojos.
Ante eso ella inspiró bruscamente, sintiendo no sólo la ardiente actitud de él, sino el profundo amor que reflejaban sus palabras. La canción estaba por terminar, junto con su actuación, por lo que se contuvo hasta el final y continuó bailando sensualmente, pero parte de su interior ya había cedido a la emoción. Cuando finalmente terminó, otra canción sensual pero más cadenciosa comenzó a sonar "Crazy in Love".
- Sí, loco de amor por ti, sólo por ti, Kohaku, mi vida –Susurró él con pasión ardiente contenida, refiriendo a la canción, y ya sin duda usando el nombre real de su novia, cuando vio que ella lo miró con más dulzura y dejó de provocarlo.
- Stan... entonces hazme el amor con locura, en cuanto te desate.
- Será un placer, preciosa.
Luego del efectivamente apasionado encuentro, los dos quedaron exhaustos y más allá de la satisfacción. Cuando Kohaku pudo moverse, y se abrazó a él, soltó una risilla.
- Fue divertido hacer la actuación, me dio pena verte tan nervioso, pero valió la pena.
- No lo esperaba, de verdad que me hicieron sudar frío, malditos... todos lo sabían, además. ¿De quién de esos bastardos fue la idea?
- Mía –Reconoció, riendo con picardía ante el insulto.
- Oh... perdona, pero hubiera apostado por Mozu.
- No, después de que se fueron ese día, se me ocurrió hacerlo, y les conté la idea. Al menos tuviste la experiencia de un baile sexy con otra mujer, sin sentirte mal.
- Sí, nada mal, gracias por la inolvidable experiencia –Recordó lo que había escuchado y decidió jugarle él una broma– Así que... ¿Tendremos trillizos?
- ¡¿Eh?!
- Me llamaste por error... y tal parece que tus amigas saben ahora que te lleno tan bien que podríamos tener trillizos de un solo intento.
- Ah... maldición –Kohaku se sonrojó furiosamente– Pe-perdón...
- No te preocupes, de seguro era el alcohol hablando por ti. Al menos me alegro de tener la fama de satisfacer mucho a mi mujer, nada mal.
- Pero hoy dormiremos y mañana no recordaremos nada de esto –Le dijo ella como si lo estuviera hipnotizando, lo que les hizo reír a ambos.
- Nuestros pequeños secretos pre-maritales, muy bien. Pasado mañana a esta hora, ya estaremos casados, no puedo creerlo, ni esperar.
- Ni yo, que pasen rápido.
Y finalmente, el día esperado llegó. El domingo por la mañana, Kohaku y Stan se despertaron con un hormigueo en el estómago, todo ese día iba a resultar demasiado largo hasta que se hiciera de noche. Hasta el mediodía trataron de hacer su rutina como siempre, sacando juntos a pasear en una larga y enérgica caminata a Sam alrededor del parque, luego bañarse y preparar el almuerzo. Todos los detalles de la boda estaban resueltos, por lo que sólo les quedaba esperar. A media tarde, Kohaku estaba inquieta, pero al mismo tiempo no hacía nada particular, por lo que Stan interrumpió sus cavilaciones.
- ¿Estás nerviosa?
- Un poco –confesó– Son buenos nervios, de que todo salga bien...
- Sí, te entiendo. Todo está listo y preparado, así que de ahí no tendremos sorpresas ni faltarán cosas. Todavía tenemos un par de horas hasta tener que ir a prepararnos, ¿qué te gustaría hacer mientras para relajarnos?
- ¿Quieres disfrutar de una última cita como novios? –Le preguntó Kohaku, a lo que Stan asintió con una sonrisa brillante– Hay un lugar que me gustaría ir, es una época especial del año, y no sé si tú la viste apropiadamente antes.
- ¿Época especial? –Preguntó curioso.
- Sí, estamos en Hanami en esta semana. Y es muy significativo que nuestra boda sea hoy, justo en estos días.
- ¿Qué es "hanami"? Creo que me suena conocido, pero no logro recordar.
- ¿Te lo puedo mostrar, en vez de decir? Que sea una sorpresa...
- De acuerdo, me gusta. Tus sorpresas siempre son buenas.
- Nos arreglamos un poco y vamos, podemos llevar a Sam. Es al aire libre, bastante cerca de aquí, por suerte... hasta ahí puedo decirte, para que te prepares y te pongas guapo, no te olvides que será una cita.
- Sí. Ah, pero antes de eso... Espérame un segundo, tengo algo que darte.
Stan fue al dormitorio, y volvió al minuto con una pequeña bolsa de regalo. Se la entregó, y Kohaku la abrió, descubriendo una caja rígida y fina, de joyería, además de otra cajita. Dentro se encontró un hermoso conjunto de pendientes y collar muy delicados, los pendientes colgantes eran una fina hilera de hojas, con una bolita azul ultramar al final, mientras que el collar tenía un dije que era también como algunas hojas, sosteniendo en el centro otra de esas bolitas.
- Stan, es precioso... muchas gracias.
- Para que lo uses hoy, en la boda, si te gusta. Las piedras son lapislázuli.
- ¡Oh! Como el nombre de mi hermana.
- Sí, así es. Y también porque es mi regalo personal para cumplir parte de la tradición de boda, al menos en mi país era conocida. Que la novia debía llevar "algo nuevo, algo viejo, algo prestado y algo azul"
- Me suena conocido.
- Bueno... esto sería algo nuevo y algo azul al mismo tiempo. Y hay algo más que quiero darte, también está en la bolsa.
Kohaku recordó la otra cajita, y la quitó. Dentro había un hermoso broche de pelo, dorado, y de aspecto usado, con una piedra brillante de un rosa pálido, un poco traslúcida.
- La piedra es un cuarzo rosa, se dice que representa y potencia el amor, el corazón, y la armonía. Era de mi madre –Tragó duro, y la miró con emoción en sus ojos– Recuerdo que lo usaba siempre, había sido un regalo de mi padre para un aniversario. Lo encontré cuando vacié la casa antes de venderla. No sabía si dártelo para que no se sienta como si te estuviera atando a un recuerdo. Pero es algo viejo y algo prestado, y creo que a mi madre le gustaría que lo tuvieras tú ahora, te lo hubiera prestado ella misma de poder estar aquí hoy.
- Oh, amor –Lo abrazó fuerte, cuando vio sus ojos turbulentos ante el difícil recuerdo, los de ella también por empatía– Tal vez tu familia no esté aquí con nosotros hoy, al menos no físicamente... pero estoy segura que nos acompañan, Stan. Me lo pondré hoy, y lo atesoraré y llevaré conmigo. Es importante para ti, es de tu familia, nunca lo vería como un recuerdo pesado. Muchas gracias, es muy hermoso.
- Gracias. ¿Te lo puedo poner?
- Sí, me encantaría.
Kohaku se lo devolvió y se puso de espaldas, mientras se soltaba la coleta. Stan la peinó con los dedos y luego tomó los largos mechones de los costados para atarlos en un peinado medio recogido con el broche. Ese era un estilo nuevo para ella, pero le quedaba muy bonito, lo amó desde que se vio en el espejo.
- Estás preciosa –le dijo Stan en voz baja, abrazándola por detrás– Toda una señora Snyder.
- Y me llena de felicidad y de orgullo serlo –le contestó en el mismo tono, volteando la cabeza para compartir un dulce beso.
Luego de cambiarse, le pusieron la correa a Sam y salieron. La caminata no duró mucho, apenas unos quinientos metros, cuando se acercaron a la entrada del "Jardín Nacional Shinjuku Gyoen". Se debían comprar los boletos de entrada una máquina automática de tickets, a quinientos yenes cada uno y mientras Stan los pagaba, Kohaku se acercó a uno de los guardias del jardín a decirle algo, a lo que el hombre asintió y sonrió.
- ¿Qué le dijiste? –Preguntó Stan curioso
- Permiso especial para entrar con Sam... en realidad no permiten perros, salvo que sean de asistencia o así.
- ¿Y lo quisiste traer sabiendo eso? Sabes que podemos dejarlo en casa sin problemas. ¿Qué le dijiste al guardia para que lo dejen entrar?
- Aaah, secreto de buena vecina –Contestó misteriosa, y avanzó para entrar al jardín.
El jardín nacional era gigante, unos tres kilómetros y medio de circunferencia, y se decía que tenía alrededor de diez mil árboles plantados, entre las diferentes especies. Caminaron unos pocos minutos por el sendero de la derecha, hasta que algo captó la atención de Stan, y la sonrisa de Kohaku: Frente a sus ojos se extendía un manto rosado, pero flotante. Eran los árboles de cerezo, en plena floración. Aunque lo maravilloso de aquello no era solamente los árboles repletos de aquellas delicadas flores en distintas tonalidades de rosado y blanco, sino que también el suelo era del mismo color, a causa de las flores caídas. En esa zona del jardín había tres especies distintas de cerezos: Ohshima-zakura, Somei-yoshino y Kanzan, de las cuales la última todavía no estaba en su etapa máxima de floración, pero era un paisaje bellísimo en su totalidad.
- Wow... Es hermoso –murmuró Stan ligeramente boquiabierto, apretándole ligeramente la mano, conmovido.
- Lo es. De esto se trata el hanami, de observar las flores –le explicó Kohaku– No sólo de admirar su belleza, sino porque estos árboles sólo florecen un par de semanas seguidas en todo el año, como ahora. Y para nosotros los japoneses tiene un profundo significado, ya que por un lado es el aviso de la naturaleza de que comienza la primavera, y con ello el renacimiento de muchas flores. Por el otro, nos recuerda lo efímera que es la vida, nuestro paso por ella también es breve a su forma, muy hermosa, aunque también frágil. Saber apreciarlas en el pasajero esplendor de la vida, y lo curioso de estas flores es que caen antes de marchitarse, en su máxima expresión, en su mejor momento.
- Ya veo –dijo Stan luego de un suave suspiro, cuando Kohaku terminó de hablar. Y tienes razón, nuestra vida es igual a estas delicadas flores... y por eso es que hay que vivirla al máximo cada día, no sabemos lo que depara el mañana, y no se puede hacer nada por el pasado, por lo que todo lo que queda y existe realmente es el presente, el hoy... como nosotros estamos haciendo.
- Sí, así es.
Luego de aquella reflexión que surgió de la tranquilidad y la contemplación de sus corazones, compartieron un dulce y largo beso, y luego Kohaku le dijo que podían seguir caminando hasta quedar cubiertos bajo el manto de flores de los árboles, y la delicada lluvia de pétalos que se veía casi constantemente. Maravillado con la conmovedora vista, Stan no podía despegar sus ojos de aquel digno paisaje, hasta que le llamó la atención a Kohaku por algo muy especial.
- ¿Habrá un evento pronto? –Preguntó curioso, al ver que la gente rodeaba y se asomaba sonriente ante algo que no alcanzaban a ver.
- Bueno, es zona de fotografías, con el debido permiso se pueden hacer algunas cosas especiales.
- Oh... mira, parece que no somos la única pareja feliz hoy –señaló Stan, al notar un arco nupcial de madera labrada y adornado con flores y una fina tela blanca, y una carpa de tela al lado opuesto, todo debajo de las copiosas flores de cerezo que inundaban la mirada con su abundante belleza– ¿Será una sesión de fotos?
- Sí, y también será una boda luego, mira –le señaló un montículo de sillas plegables de bambú.
- Es original, y diría íntimo, si no hubiera tantos curiosos. Nada mal... ¿Quién se casará?
- Nosotros.
- ¿Qué...?
Ante eso, Stan la miró abriendo mucho los ojos, esperando que ella estalle a reír por la broma... sólo que no lo hizo.
- ¿Qué dices, Kohaku? Nosotros nos vamos a casar, pero a la noche, si ya está todo arreglado en el salón, fui parte de eso...
- Lo haremos, al menos lo del festejo allí. Pero quería darte una sorpresa, tú que siempre haces locuras románticas por mí, y organicé una sesión de fotos para que tengamos de recuerdo. Y que oficien nuestra boda en este lugar y momento especial.
- Ciertamente es una sorpresa, y una de las mejores de mi vida –Le dijo, abrazándola y mirándola a los ojos– ¿Pero y tu vestido? De verdad quería ver a mi preciosa novia como una reina, y yo verme guapo para ti, y no sólo para la fiesta.
- Tranquilo, todo está aquí, no fui la única que lo planeó –le guiñó el ojo con picardía– Tu traje, mi vestido, todo, en aquella carpa dividida que viste. Amaryllis y Yuzuriha ya están allí, me peinarán, maquillarán y ayudarán a vestirme, no faltará nada, será incluso más hermoso con la luz natural y los cerezos rodeándonos. Primero la boda, luego la sesión de fotos, de traje y vestido. Es al revés de lo normal, pero funciona. ¿Te gusta la idea? –preguntó con un dejo de nerviosismo.
- Sí, es perfecto, me encanta. Es más que perfecto ahora, es soñado, mejor de lo que pude haber imaginado –Le contestó con dulzura, acariciándole la mejilla– Pero, ¿cómo lo hiciste? No es un parque común, si hasta hay entrada y horarios de apertura y cierre.
- Ventaja de tener un Nanami de amigo –reconoció con una risilla– Se permiten hacer sesiones de fotos para bodas y otros eventos, pero pudimos pedir un permiso especial de una hora para garantizar un pequeño perímetro de exclusividad para nosotros, en cuanto estemos listos.
- Oh, ya veo... nada mal. Con razón insististe en traer a Sam y el guardia te reconoció y dejó pasar, ya estaba en la lista de invitados.
- Sí, así es. Así que, si me disculpas, tengo que ir a prepararme, lo mío tomará un poco más de tiempo.
Radiante y aliviada de que a Stan le hubiera gustado el abrupto cambio de planes, entró en la carpa de tela, que estaba separada interiormente por un biombo plegable, de forma que los novios no pudieran verse. Todo lo que sucedería de allí en más era en parte un misterio para el rubio, además de cuándo y cómo aparecerían los demás, pero le encantó. Pensaba que iba a tener que hacer tiempo por su cuenta, ya que él sólo tenía que vestirse con el traje completo y no mucho más, hasta que una voz lo sorprendió por detrás.
- No eres el único que sabe dar buenas sorpresas planeadas con anticipación sin que el otro lo sepa.
Stan se volteó, y se encontró con Xeno y con Tatyana, sonrientes. Xeno ya estaba listo y elegantemente vestido, con su traje gris claro, con chaleco de mismo color, y una camisa blanca de fondo. Él y Kokuyo se vestirían a juego, como testigo y padrino respectivamente. Tatyana estaba muy hermosa con un vestido ceñido hasta las rodillas y con un hombro descubierto, color verde esmeralda. Como sabían que iba a ser en el jardín, todas las mujeres invitadas acordaron usar zapatos sin tacón fino, para caminar cómodamente en terreno blando.
- Hola, Xeno, Tatyana, se ven muy bien. Sí, lo hizo excelente, ni lo sospeché. Qué bueno que llegaron temprano.
- Los demás ya están aquí, paseando por otra área, hasta que nos diera Kohaku el aviso de que podíamos venir. Somos un grupo de muñequitos de torta andando por este elegante lugar –añadió con una pequeña sonrisa– ¿Cómo te sientes?
- Muy bien. Preparado para el día más importante de mi vida –Contestó Stan sonriendo, mientras respiraba profundamente.
- Ni un poco nervioso, me gusta –Observó Tatyana con aprobación.
- Por supuesto, es mi mejor sueño, y al fin sucederá.
- Serán muy felices juntos, mis felicitaciones nuevamente –Contestó ella con una sonrisa dulce.
- Muchas gracias, Tatyana.
- Stan, ¿quieres que cuidemos a Sam mientras te cambias? Tú no eres el que tiene que tienes que ocultarse hasta que empiece la boda.
- Sí, gracias. Así también les dejo más espacio a las chicas.
Les dejó a Sam y fue hacia la carpa, dando un aviso de que iba a estar del otro lado para no asustar a las jóvenes. Toda su ropa estaba ya dispuesta, su traje ya colgando en un perchero, los zapatos en una caja, y los accesorios en otra. Tenía una mesa plegable y dos sillas a su lado, además de un espejo de pie. Se vistió sin que la sonrisa abandone sus labios, Yuzuriha había hecho un trabajo magnífico, la tela, los colores, las terminaciones, todo era exquisito en su confección, y era más que elegante. Su traje semi-chaqué de lana fría era de un color blanco crudo, perfectamente ceñido a su cintura y su escultural figura. La chaqueta de un solo botón la llevaba abierta, dejando ver por debajo un chaleco cruzado de tres botones con solapa del mismo color que la chaqueta, la camisa de cuello rígido de un tono blanco más claro, y una corbata y pañuelo a juego de color ámbar. Llevaba un pantalón corte slim fit, y por último unos zapatos tipo oxford de cordón cerrado, de cuero beige claro. Se chequeó en el espejo antes de salir, y se retocó un poco el peinado para darle más prolijidad. Cuando salió, ya estaban todos allí, también elegantemente vestidos.
- ¡Ooooh, pero qué guapo está el novio!
Stan no reconoció esa voz enseguida, hasta que sus ojos se encontraron con una mujer que parecía la versión más adulta y alta de Kohaku, o más bien de Ruri, por el pelo largo suelto. Llevaba un precioso vestido largo color celeste cielo, realzando su magnífica figura.
- ¡Hasta que al fin te conozco personalmente, Stan! ¡Es todo un gusto!
- El gusto es mío, Lillian, muchas gracias por venir –Le respondió, mientras recibía un amistoso abrazo de ella.
- Te presento a Byakuya, mi pareja –le dijo, atrayendo luego del brazo al sonriente hombre maduro, padre de Senku.
- Nos hemos conocido una vez, Lillian, es amigo de Xeno –confesó el peliblanco, y le tendió la mano– Pero es un gusto verte nuevamente, Stan, y en un día tan feliz para ti y Kohaku-chan. Les deseo toda la felicidad, y gracias por la invitación.
- Encantado nuevamente, Byakuya, y gracias.
Stan continuó saludando a todos los invitados, amigos y familia, hermosos, sonrientes, y llenos de buenos deseos. Incluso conoció a Luna, la novia de Senku, que había resultado ser una joven estadounidense, muy bonita y femenina, parecía estar muy feliz con la boda que iba a presenciar, aunque no conociera a nadie allí. Le confesó a Stan que era porque encantaban las cosas románticas, y le parecía un sueño que celebraran la boda en un lugar así. Senku era más reservado, pero lo felicitó honestamente.
Ruri salió de la carpa para decirle a Stan que Kohaku ya estaba casi lista, y le pidió que le avise a Ryusui. El joven Nanami recibió el mensaje e hizo un par de llamados, luego de lo cual aparecieron tres amables guardias para señalar educadamente a los otros visitantes del jardín que pasaran a una distancia prudente, para mantener el silencio y el ambiente durante la boda. Y al rato, se acercaron y se presentaron un grupo de cuatro músicos, era el quinteto de cuerdas que habían contratado para la noche, y así ambientar delicadamente la ceremonia con las dulces melodías de los violines, viola, violoncelo y contrabajo.
Dispusieron las sillas plegables en dos columnas dejando un pasillo de tierra al medio, donde desenrollaron una gruesa y larga alfombra desde la carpa hasta el altar, para que le fuese más cómodo para Kohaku, que sí caminaría en finos tacones. El juez oficiante llegó, era un hombre alto y delgado de pelo blanco hasta el hombro, con una barba candado negra y amables ojos verdes, muy sereno y agradable, llamado Jasper. Saludó respetuosamente a Stan y pidió a los invitados que tomen asiento para comenzar. Para amenizar el momento en que todo se preparaban, los músicos comenzaron a tocar el "Andante", del divertimento K. 136, de Mozart. Xeno había elegido las piezas que aquel quinteto iba a tocar, Stan le confió esa tarea dado el conocimiento y el elegante gusto musical de su amigo, que servía perfectamente para la ocasión.
Unos minutos después, Kokuyo caminó hasta la carpa, para ir a buscar a su hija y llevarla al altar. Jadeó de sorpresa al verla tan hermosa, recordándole también a la madre, y se quedó unos segundos admirándola, sin poder evitar que los ojos se le llenen de lágrimas de emoción.
- Papá... –Kohaku se acercó a consolarlo, entrelazando sus dedos con los de él.
- Perdona hija, es que estás muy hermosa, la novia más bella que he visto en mi vida... excepto por tu madre, estarían a la par –no quería llorar después si podía evitarlo, así que le dijo sus sentidas palabras en ese momento– Y saber que vas a estar en buenas manos y ser muy feliz... no podría estar más orgulloso y aliviado, ni aceptaría a nadie que no fuera digno de ti. Pero sé que Stan lo es, y te cuidará, respetará y amará mucho. Te amo hija, sé feliz.
- Gracias papá, yo también te amo, y sé que siempre me cuidaste y quisiste lo mejor para mí, gracias por eso, y por aceptar y querer tanto a Stan también –le contestó con emoción, conteniéndose las lágrimas– ¿Me llevas al altar para "entregarme" a Stan?
- Con todo gusto, Kohaku, con todo gusto.
Asomando la cabeza por fuera de la carpa, Kokuyo dio a entender que estaban listos para salir. Los invitados se pusieron de pie, y los músicos comenzaron a tocar una interpretación levemente más lenta de "Salut d'amour" de Edward Elgar. Ruri tomó el brazo a Stan, y caminó a su lado hasta el altar, hasta llegar a su lugar junto a Nikki y Xeno que ya estaban allí parados como los testigos de boda. La rubia también estaba preciosa, con su largo vestido strapless al sesgo, gris-plateado. Le dio un beso en la mejilla al novio cuando llegaron, susurrándole dulcemente sus deseos de felicidad para él y su hermana, y se paró junto a Nikki, que estaba también preciosa con su vestido a juego. Stan respiró hondo con ansiedad y vibrante emoción, al ver abrirse a un lado la tela de la carpa. Y su corazón por poco se detuvo, quedando ligeramente boquiabierto cuando vio al fin a su novia en todo su esplendor.
Kohaku era una visión de belleza, no había palabras para hacerle justicia a lo hermosa que se veía. El vestido blanco era divino, adornado enteramente con un exquisito encaje bordado blanco perlado de delicadas flores, con un escote corazón con pedrería de cristal Swarovski. La falda estilo cola de sirena se ampliaba naturalmente a la altura de las rodillas, dando lugar a una cola de medio metro que se deslizaba ligera por el piso. La espalda estaba casi totalmente descubierta hasta la base la columna, exceptuando por un doble ojo de cerradura semitransparente, todo adornado de aquella fina pedrería entrelazado con el encaje bordado, muy sensual. Una pequeña cremallera a la altura de las caderas aseguraba que el vestido se amoldara perfectamente a las curvas de la joven, potenciando su bella figura. Llevaba el pelo recogido en un rodete con una corona trenzada y adornada con flores de sakura naturales, y un velo blanco que se sostenía al peinado por detrás, con el broche de la madre de Stan. Estaba maquillada con mucha sutileza, lo justo para realzar su belleza y darle un aire más femenino e inocente, y por accesorios llevaba el conjunto de aretes y collar que Stan le había regalado. Llevaba en una mano un delicado ramo en cascada de orquídeas blancas y rosadas.
Lentamente la novia y su padre caminaron hasta llegar junto a Stan, que no salía de su asombro. Hubo varios segundos de silencio luego de que Kokuyo besara la mejilla de su hija y se parara junto a Xeno, luchando por contener nuevamente sus lágrimas, en los que Kohaku admiró amorosamente a su novio, pero Stan no reaccionaba, más allá de sus ojos que brillaban vidriosos, contemplándola maravillado. Jasper esperó pacientemente con una sonrisa a que el novio "reviviera", pero fue Kohaku la que le tomó la mano y entrelazó sus dedos. Con eso el rubio inspiró profundamente, y por fin volvió a la realidad, aunque todavía no lograba emitir palabra. La novia miró a Jasper, y asintió con una sonrisita, dándole a entender que empezara, mientras ella misma contenía una risa tierna por la reacción de Stan.
El juez civil dio inicio a la ceremonia, comenzando con el discurso protocolar para celebrar el matrimonio, para proceder luego a la firma del acta de matrimonio, por los novios y los testigos. Para ese entonces Stan había vuelto en sí y estaba más relajado, sus ojos brillantes como dos soles. Luego de que Jasper preguntara si se aceptaban mutuamente como esposos y ellos aceptaran, dijo que procederían al intercambio de alianzas y los votos matrimoniales. En ese momento, para sorpresa e intriga de la mayoría, Xeno se hizo a un lado y dio la vuelta, un guardándose la sonrisa ante el ceño fruncido de Stan y la sonrisa cómplice de Kohaku. Unos segundos después, un murmullo de adorable sorpresa se oyó desde atrás, cuando vieron a alguien inesperado para acercar los anillos: Sam. El entrenado gran cachorro, llevaba una pequeña canasta en su boca, que contenía los dos anillos, caminando obedientemente junto a Xeno, sin su correa. Las voces llenas de ternura resonaron en el ambiente junto con las risas, cuando el adorable perro se sentó obedientemente frente a la pareja y esperó a que le quiten la canasta de la boca, mientras no dejaba de mover la cola contento.
- Oh, Sam –Rió Stan, y se arrodilló levemente para darle un beso y unas caricias en la cabeza, mientras agarraba la canasta.
- Yo le enseñé eso –Confesó Kohaku orgullosa y divertida– Él también tenía que estar con nosotros.
- Totalmente, qué lindo detalle.
Xeno, que había vuelto a ubicarse junto a Kokuyo, llamó a Sam, que se acercó y graciosamente se sentó a su lado, quedando los tres alineados.
- Bien, estamos listos. Stanley, ¿quieres comenzar con tus votos matrimoniales? –Ofreció Jasper.
Stan asintió, y se paró de frente a su novia, quién le entregó su ramo a Ruri antes de que él le tomara las manos, mirándola con mucha dulzura y emoción.
- Kohaku, mi amor, mi vida. Contigo aprendí que encontrar al amor de tu vida no es buscar a alguien que te complete, sino encontrar a alguien que te acepte con los pedazos que te faltan, lo que tú hiciste y me enseñaste desde el principio. Creo que las situaciones que he vivido durante mi vida, buenas y malas, me han estado conduciendo hacia ti, es una certeza inexplicable, pero siento que atravesé océanos y tierras para encontrarnos y amarnos. Cada día desde que te conocí hubo algo especial, tantos pequeños detalles inolvidables hasta en las cosas más comunes y cotidianas, con las que aprendí, maduré y sané. Gracias a ti perdí el miedo a amar, por lo que no me cabe duda que siempre fuiste, eres y serás mi alma gemela, el amor de mi vida, y desde hoy oficialmente mi familia. Y yo lo supe, lo supe la primera vez que te besé, se sintió como llegar a casa, solo que en ese entonces todavía no sabía que tus labios y tus brazos ya eran mi hogar, sólo me faltaba conocerlos. Así como nuestros corazones ya laten como uno solo, quiero que por siempre estemos juntos, no solo físicamente, también que nuestras almas sean inseparables. Nuestro amor es como un árbol, sé que las fuertes raíces que fuimos entrelazando en nuestros corazones crecerán más con cada día que vivamos juntos, y algún día nos darán preciosos frutos que serán la continuación de nuestro amor y de nuestra existencia, en esta y en las que vengan. Te amo, hoy y siempre.
Mientras Stan decía esas últimas palabras con la voz a punto de quebrarse, al mismo tiempo que con mucha decisión y pasión, Kohaku se tuvo que tomar varios segundos para calmar las lágrimas que colmaban sus ojos, tan hermosas, poéticas y sentidas las palabras de Stan. Su novio le colocó el anillo de platino, y le besó la mano con ternura, mirándola a los ojos. Cuando se sintió lista, aunque con la voz un poco temblorosa, respiró profundo y comenzó sus votos.
- Stan, mi amor. Encontrar a alguien que ames, y te ame de vuelta, es un sentimiento único y maravilloso. Pero reconocer a alguien como tu alma gemela, y poder pasar el resto de la vida juntos, amándonos cada día, es un lujo que afortunadamente podemos darnos. No necesitamos grandes cosas, sólo con que estemos juntos sabemos que siempre vamos a ser felices y estar bien. Amor es lo que siento cuando te miro a los ojos. Amor es mantener las promesas, pase lo que pase. Así como pasamos inolvidables dulces y felices momentos juntos, hemos pasado por muchos otros difíciles, y la prueba de que los hemos superados todos y cada uno, haciéndonos una pareja más fuerte, es lo que nos demuestra que jamás hemos perdido la esencia de nuestro amor, que es auténtico. Quiero compartir el resto de mi vida con un hombre tan maravilloso como tú, y quiero darte todos los días lo mejor de mí. Me amas, me consientes, me cuidas, me respetas y me llevas a todo lo alto, y prometo darte lo mismo cada día del resto de nuestras vidas. En mí tendrás todos los días un oído, un hombro, una amiga, una amante, una esposa, una compañera de vida que siempre te apoyará y amará incondicionalmente. Mi hogar eres tú y todo lo que tengamos juntos, y lo llenaremos de vida y amor, así como ya lo venimos haciendo, lo quiero todo contigo. Te amo, por siempre.
Stan no pudo aguantar ante tales palabras llenas de amor y emoción, más con lo hermosa que ella se veía, y aunque contuvo su sollozo de emoción, unas lágrimas sí escaparon de sus ojos cuando ella terminó de colocarle el anillo, imitando el gesto de besárselo mientras lo miraba. Una vez hecho eso,
- Por el poder que me confiere la ley, desde este momento los declaro unidos en matrimonio –anunció Jasper, y por romántica tradición agregó con voz más suave– Puede besar a la novia.
- ¿A mi flamante señora Snyder? Con todo gusto.
Susurrando eso sólo para los oídos de su ahora esposa, Stan la abrazó por la cintura y recortó la distancia entre ambos para besarla largamente, entre el ruidoso vitoreo y aplausos de los invitados. Kohaku, a su vez, luego de ser besada, fue ella la que apoyó las manos en las mejillas de él, para atraerlo a otro beso más fogoso. Eso hizo gritar entusiasmados aún más a todos, la mayoría amigos más cercanos de ella, y conocían bien su carácter desafiante y apasionado. La pareja continuó susurrándose dulces palabras de amor y compartiendo más suaves y tiernos besos, mientras los demás comenzaban a levantarse y a despejar el espacio para que los visitantes del jardín pudieran disfrutar del espacio.
Xeno se acercó a la pareja para volver a felicitarlos y darles un cálido abrazo a cada uno, para luego decirles que fueran a hacer la sesión de fotos mientras todavía hubiera buena luz, ya que pronto comenzaría a atardecer, y el jardín tenía horario de cierre.
- No se vayan muy lejos, nos vemos en un rato en el salón para terminar de celebrarlo –Les dijo Kohaku.
- Papá y yo nos llevaremos a Sam a casa, para que estén tranquilos hoy –Le dijo Ruri.
- Oh... bueno, gracias –Contestó Kohaku un poco sonrojada, intuyendo a lo que se refería. Su hermana le devolvió el ramo de novia, y se despidió con un fuerte abrazo.
- ¡Esperen! Para que vayan luego al salón, y vuelvan a la noche cómodos –Les dijo Ryusui, y le arrojó a Stan las llaves de un coche– Está en el estacionamiento de aquí, es un Toyota Corolla plateado, tiene un moño encima.
- Gracias, Ryusui, mañana te lo devolvemos –Agradeció Stan.
- No, si es de ustedes –Le contestó con una amplia sonrisa.
- ¡¿EH?! –Exclamó Kohaku boquiabierta– Oh, no, Ryusui, dime que no lo hiciste.
- ¡JAJA! Claro que sí, es mi regalo de bodas, y el primero que reciben –respondió muy satisfecho, chasqueando los dedos– Los papeles están adentro, disfrútenlo.
- ¿No es un poco mucho? –Preguntó Stan incómodo– No tenías que hacerlo...
- No es tanto para mí, y no tenían coche propio hasta ahora, ¿no? No podían viajar con Sam, y si Kohaku aprende a manejar, ya no tendrá que depender de ti y de tu moto. Considérenlo un regalo que le vendrá bien más adelante también a la familia Snyder –les guiñó un ojo y se fue, dejándolos incrédulos y sin chance de retrucarle nada.
- Mi dios... este chico se pasa de generoso –Murmuró Stan incrédulo– Entre Lillian, tu padre, y Ryusui...
- Sí, ni lo digas, que no me va a dar la cara para mirarlos. ¿Vamos a sacarnos esas fotos? No tenemos mucho tiempo, menos mal que mi esposo es modelo y sabrá lo que hace.
- Qué recuerdos –Susurró Stan contra el oído de ella, seductoramente– Oye, que tenemos que aguantar hasta tarde en la noche para consumar nuestro matrimonio, no me tientes desde temprano, señora Snyder.
- No puedo prometerte nada, señor Snyder, no cuando ya eres todo mío y te ves tan guapo.
Entre provocadores murmullos, fueron tomados de la mano a buscar al fotógrafo, y decirles que estaban listos. La sesión fue muy romántica y agradable, entre fotos de miradas, abrazos y besos, bajo los hermosos árboles de cerezo. Incluso tuvieron la suerte de que sopló una corriente de aire, que provocó una lluvia de pétalos, momento que el fotógrafo hábilmente aprovechó para sacar un par de fotos bellísimas e inolvidables. Terminada la sesión, le agradecieron al profesional, y lo invitaron a llevarlo en el auto hasta el salón, ya que tendría que continuar con su trabajo allí, e iban a ir directo.
Media hora más tarde llegaron al lugar, todos sus amigos y familiares ya allí, listos para comenzar la parte divertida del festejo. Nikki y Amaryllis habían hecho un gran trabajo con todos los preparativos, se veía muy romántico y elegante. Otro conjunto musical llenaba el ambiente con sus melodías en vivo, por elección de Stan era una Jazz Band instrumental. Cuando estuvieron todos, se repartieron en las mesas para disfrutar de la deliciosa comida, siguiendo el curso de menú de cuatro pasos. En la mesa de los novios también estaban sentados Kokuyo, Ruri, Lillian, Byakuya, Nikki, Xeno y Tatyana. Kohaku cumplió con sentar a Nikki junto a Lillian, y la joven estaba radiante y muy sonrojada de la felicidad contenida, de cumplírsele el sueño de estar al lado de su cantante favorita y poder charlar con ella, incluso animándose a pedirle un autógrafo.
Luego de comer, Kohaku y Stan se pasearon por todas las mesas para conversar con cada amigo, renovando el intercambio de buenos deseos, halagos y bromas, mientras digerían la comida antes de comenzar el baile. Volvieron un buen rato después a la mesa principal, cuando fue el momento de cortar la torta nupcial entre los dos, y brindar con champaña. Cuando los platos y copas estaban casi vacíos, fue que Lillian se levantó de la mesa, y caminó hasta donde estaban los demás músicos, haciéndose de un micrófono.
- ¡Hola a todos! Sería un honor para mí poder darles un regalo más a los novios, e invitarlos a la pista para que disfruten su primer baile juntos como marido y mujer. Kohaku, Stan, ¿vendrían, por favor?
La pareja se levantó sonriendo ampliamente, emocionados con la sorpresa de que Lillian cantaría para ellos. Se ubicaron en el centro de la pista y se abrazaron, preparados para bailar, aunque no sabían qué estilo sería.
- Me dijo un pajarito de ojos azules que hay una canción muy especial para ellos –Continuó con un tono juguetón– Y que es su canción, una que oyeron y bailaron en su primera cita, y que también lo hicieron en su primera navidad juntos, a poco de ser novios. Así que será un placer para mí volverla más significativa, y cantarla para que ahora la disfruten como esposos, la tercera etapa de su vida de pareja. También es especial para mí, ya que esta es una canción que tenía de pequeña en un disco de la maravillosa Doris Day, la amé desde que la oí –y añadió con voz suave y dulce, mirando a los novios– Espero que les guste, les deseo toda el amor y la felicidad del mundo.
Asintiendo hacia los músicos, los primeros acordes de "I see your face before me" de Johnny Hartman comenzaron a sonar, envolviendo con calidez el ambiente. Kohaku y Stan empezaron a moverse lentamente, mirándose a los ojos amorosamente y con mucha emoción, recordando lo hermosa que era esa canción, y cuan bien definía su amor. Cuando la maravillosa voz de Lillian se sumó fue incluso más conmovedora, poniéndoles la piel de gallina a todos de la emoción. Fue un momento mágico, en el que nada más que ellos dos existía. La interpretación de Lillian fue exquisita, realmente llevándolos al borde de las lágrimas de tan sentida y dulce la estaba cantando. Al terminar, la pareja compartió un tierno beso, disfrutando unos últimos segundo de íntima paz y felicidad, y luego aplaudieron sonoramente a la cantante y los músicos, a lo que se sumó la ovación de todos los demás.
- Esto sí que es perfecto –le susurró Stan, sonriendo cálidamente– No podemos pedir nada más.
- Lo es, y gracias por decirle de esa canción, fue hermoso. Te amo mucho, Stan.
- Y yo a ti, preciosa, y yo a ti.
Luego del romántico momento, invitaron a los demás a la pista a disfrutar de otras lentas y cautivadoras melodías, y al menos los que ya tenían pareja no dudaron en animarse. Fue un bello momento, Byakuya y Lillian, Xeno y Tatyana, Luna que sacó a bailar a Senku, e incluso Mozu invitó a Nikki. A poco de comenzar, Ruri, que estaba sentada observando a las parejas, sintió un ligero toque en el hombro. Cuando se dio vuelta, se encontró con un titubeante y tímido Chrome, un poco sonrojado, que extendió una mano hacia ella invitándola a bailar, aunque mirando más al piso que a los ojos aguamarina de la joven. Secretamente encantada y también sonrojándose un poco, ella aceptó, y se dirigieron a la pista.
Un par de piezas después, hicieron una pausa de la música para hacer el famoso lanzamiento del ramo de novia. Todas las mujeres se reunieron en el centro de la pista, bromeando con empujarse y preparando sus posiciones para atraparlo. Poniéndose de espaldas y contando hasta tres, Kohaku lo lanzó con mucha energía y bien alto. Pese a lo determinada que estaba Nikki a atraparlo, y confiando en su habilidad física, la sorpresa llegó de parte de un habilidoso salto de Tatyana, que además de ser bastante alta, apuntó su mano perfectamente y atrapó el ramo con seguridad, dejando a todas boquiabiertas. La rusa soltó una carcajada de emoción y diversión, y señaló con juguetona picardía a Xeno, atrayéndolo con un gesto de su dedo índice. El científico negó con la cabeza, aunque sonriendo tímido, y ella lo fue a buscar y le plantó un largo beso en los labios, colocándole luego una flor detrás de la oreja, con esa actuación confiada y divertida típica suya.
En ese momento el ambiente cambió a uno más animado, cuando los músicos se despidieron, y en su lugar comenzó a sonar una divertida música de discoteca, con lo cual también los más tímidos y los solteros se animaron a bailar, Kohaku yendo a buscar personalmente a cada uno para que nadie se quedara sentado, ni siquiera su padre. Todos bailaron hasta el cansancio durante varias horas, tomándose pequeños descansos para beber cócteles. Cuando ya estaban al límite de sus energías, sabiendo que su noche no terminaría ahí, Kohaku y Stan agradecieron a todos y se despidieron, invitándolos a continuar la fiesta todo el tiempo que quisieran.
Volvieron en el auto nuevo a la casa, dejándolo en el garaje. Luego de abrir la puerta principal, Stan la levantó y la cargó en sus brazos, para "atravesar el umbral como esposos". Cerró la puerta con el empuje de su pie para no soltarla, ambos entre risas, y la llevó hasta el dormitorio, donde se sentó en la cama con ella en su regazo. La abrazó por la cintura, y ella se colgó de su cuello.
- Confieso que estoy un poco cansado, pero no concibo terminar nuestra boda sin que hagamos el amor.
- Ni yo, y las ganas que tengo hace horas de quitarte el traje, estás demasiado guapo para tu propio bien.
- Lo mismo digo, haré de esto un ritual divino, porque de verdad luces como una diosa, mi amor.
Comenzaron con suaves y castos besos, mirándose con los ojos entrecerrados, hasta que poco a poco los fueron alargando y profundizando. Stan se puso de pie, bajándola al piso, y deslizó sus dedos por el deslumbrante vestido, admirándolo por última vez en cada elaborado detalle, las piedras como diamantes haciéndola lucir realmente como de la nobleza. Como él tenía muchas más capas de ropa, fue Kohaku la que empezó a desvestirlo, primero quitándole la chaqueta, luego el chaleco, la corbata, y desprendiéndose una a una de cada prenda, entre caricias y tiernos besos a cada pedacito de piel que descubría. Cuando lo dejó finalmente en ropa interior, fue que el rubio la giró de espaldas a él, para depositar en su tersa piel decenas de besos, mientras le abría los dos botones que mantenían su espalda mínimamente cubierta, uno en la base del cuello, el otro en la cintura, para luego bajar la pequeña cremallera en su cadera. Con eso ya pudo desnudarla lentamente, dejando caer el vestido al suelo con un murmullo, mientras la besaba con dedicación.
Terminaron de desnudarse mutuamente, todo con ese ritmo tan sereno y controlado, las caricias tiernas, amorosas, una declaración de amor incondicional y profundo con cada toque. Se recostaron entre besos ininterrumpidos, abrazándose fuerte, recordándose cuánto se amaban con tiernas palabras, mirándose largamente a los ojos. Se amaron enteramente, sin guardarse nada, y en todo momento con delicadeza y ese ritmo cadencioso e íntimo, conectando no sólo sus cuerpos y corazones, sino también sus almas. Desde ese día, tenían la certeza de que nada los volvería a separar, ni siquiera el fin de su vida terrenal. Amor, era todo lo que tenían, todo lo que profesaban, todo lo que necesitaban.
Buenaaas! AL FIN! Tanto tiempo Stan esperó por este momento, y nosotros también xD. Estoy haciendo un dibujo de los novios, espero hacerles justicia y publicarlo en mis perfiles :)
Dedico este capítulo especialmente a cuatro bellas mujeres: Celia, Maru, Miss Isa y Sarai, que siempre me dejan su hermoso apoyo y sus palabras de amor para esta historia, la ship y para mí, gracias bellas!
Gracias a todos los que siguen leyendo y apoyando también, los tengo presentes a todos y todas los que me dejan sus comentarios o estrellitas, me encantaría mencionarles sin falta, mi corazón para ustedes. Ahora sí, me tomo una merecida semana de descanso de escritura, para repartir mi tiempo entre estudiar, y dibujar un poco. Hasta el próximo capítulo!
