Stan no pudo dormir por varias horas esa noche, tanta era su emoción por la noticia. Cuando parecía haberse calmado, le bastaba otra mirada al regalo con la prueba de embarazo para conmoverse nuevamente, así estuvo un buen rato. Seguía recibiendo mensajes de felicitaciones por su cumpleaños de parte de sus conocidos, que querían ser de los primeros en saludarlo. Para él era una lucha interna no poder decirles todavía la novedad, decidieron que la sorpresa la revelarían primero a los invitados del día siguiente al final del almuerzo, y luego sí podría hacerla darla a conocer a todos los que quisiera.

Apenas podía agradecer y contestar con cortesía, cuando lo que quería era contarles a sus mejores amigos y colegas que era el cumpleaños más feliz de su vida, y que era el hombre más afortunado al que se le había cumplido el sueño pendiente que tenía: Tener una familia hermosa y completa llena de amor, algo que en parte la vida le había privado, pero que tenía una segunda posibilidad al vivirlo con su mujer, la bonita familia de ella, sus compañeros peludos y desde ese momento, su hijo por nacer.

Cuanto los mensajes dejaron de llegar fue el momento de ir a la cama a descansar. El problema fue que Stan estaba totalmente despabilado, no había forma de que conciliara el sueño de la emoción y la sonrisa que todavía tenía pegada en la cara. Sus ojos brillaban como dos soles, y cuando se acostaron, él se acomodó para quedar a la altura del abdomen de Kohaku y apoyar su cabeza allí, con una sonrisa feliz. Ella sonreía también, enternecida mientras le acariciaba el cabello, la reacción de él estaba siendo adorable, no hacía más que reafirmarle que Stan sería un padre muy amoroso para su futuro hijo.

- ¿Se puede ser tan feliz? –Preguntó él, suspirando contento, mientras le apoyaba su mano plana en el abdomen y la acariciaba cariñosamente con el dedo pulgar.

- Esta es la prueba de que sí. Pero no te gastes todas tus municiones de amor ahora, que esto es sólo el principio.

- Lo mismo digo, esto es sólo el principio. No te preocupes, para ustedes tendré infinitas.

- Lo que no sé es si podré resistir toda tu ternura. Si tengo antojos de dulce más adelante, sólo te necesitaré a ti.

- Entonces entrenaremos juntos de a poco, porque los dos tendremos que prepararnos para conocer a este pequeño Snyder. Al menos ya tenemos un poco de práctica con Sam y Aki.

- Tú hacías el chiste de los trillizos, pero si te pones a pensarlo, va a ser como si tuviéramos tres hijos.

- Es verdad, de alguna forma se cumplió –Suspiró profundamente, y sonrió mientras negaba con la cabeza– No puedo creerlo todavía. Te ves igual, pero dentro tuyo ya está nuestro hijo.

- Lo sé, a mí también me cuesta creerlo –Se acarició el vientre– Pero ahí está.

Aunque Stan podía estar muchas horas más así, sabía que tendría cada día de los próximos ocho meses para hacerlo, mientras que su cumpleaños recién empezaba. Él ya sabía cómo quería iniciarlo desde el principio, y con toda la energía y desvelo que tenía, no vendría nada mal continuar con su plan para dormir relajado y feliz.

- Preciosa, ¿qué te parece si me das un regalito más antes de dormir, y disfrutamos juntos una vez más el proceso mediante el cual llegamos a este feliz resultado?

- ¡Ja! Ya contaba con eso, pero déjame a mí agasajar al cumpleañero como se lo merece –Contestó, juguetona y sensual, empujándolo boca arriba y subiéndose a horcajadas de él.

- Suena bien, soy todo tuyo.

Por la mañana se dedicaron a los preparativos para recibir a los invitados. Habían pensado hacer juntos la comida para todos, eran once personas en total con ellos, aunque como siempre Ryusui se había adelantado y les había dicho que él se encargaba y ya lo había organizado a modo de regalo, no concebía que el cumpleañero tuviera que pasar horas preparando tanta comida. Xeno y Tatyana fueron los primeros en llegar, tenían mucho con lo que ponerse al día después de tanto tiempo sin verse, y contarles algunos detalles más personales que los que podían compartir cuando llegaran los demás. Se saludaron afectuosamente, así como también a los siempre presentes y mimosos Sam y Aki que no perdían oportunidad para ser el centro de atención y recibir todas las caricias. Xeno cargó a la gata en sus brazos, acariciándole la barbilla mientras ella ronroneaba, mientras que Tatyana se divertía más con Sam. Cuando los animales se sintieron satisfechos, al fin les dejaron a los amigos continuar con la recepción. La pareja científica le entregó a Stan su regalo, un elegante y costoso perfume que le encantó, y Kohaku se quedó prendida oliéndolo fascinada.

- Stan, se te ve muy bien, luces más animado y enérgico que de costumbre –Observó Xeno.

- Hay que compensar, me estoy poniendo viejo –Le contestó con un guiño.

- Es verdad, tu rostro se ve más luminoso, y tus ojos pareciera que bailaran –Coincidió Tatyana.

- Es la felicidad, y empezar mi cumpleaños a tope de amor gracias a mi esposa –Respondió, mirando a Kohaku con una pequeña sonrisa.

- No des detalles innecesarios, por favor –Se atajó Xeno, imaginando a qué podía referirse con eso.

- Oye, espera, que tú solito eres el que se adelantó a pensar esas cosas, no se trataba de eso –Se defendió Stan, y luego sonrió con picardía–Pero tampoco voy a negar que fue la cereza del postre.

Rieron todos ante eso, y fueron a sentarse al sillón para seguir conversando, reservándose los temas que podrían ser interesantes para los demás, como el proyecto con JAXA y Senku, en especial porque se habían enterado que Byakuya iba a estar también en ese almuerzo. Kohaku les contó en detalle todo lo de su formación de instructora en artes marciales, que estaba a poco menos de dos semanas de terminar, además de los proyectos que tenía para el futuro cercano, mientras que la pareja de científico les contó anécdotas de la convivencia, que había sido muy armónica y agradable en esos dos años, dado lo organizados que ambos eran, aunque confesando que Xeno era un obsesivo de orden y la limpieza, y Tatyana era más relajada, poniéndole los pelos de punta a su novio con detalles como a veces dejar los platos y ollas en remojo para lavar al día siguiente.

- ¡Yo te apoyo en eso! –Rió Kohaku– Eres de las mías. Hay veces que a la noche estoy cansada, o que nos enganchamos con una película, y luego da mucha pereza hacerlo, sólo quiero ir a dormir.

- Así es, ¿por qué interrumpir un bonito momento para eso? Además, odio gastarme las manos en limpiar con esfuerzo, si lo dejas en remojo, luego es más fácil. Pero aquí Sr. Elegante refunfuña, y termina haciéndolo él.

- ¿Y tú qué haces? –Preguntó Stan con una sonrisa maliciosa, esos desencuentros eran divertidos en la pareja.

- Lo dejo hacerlo, el obsesivo es él, si nadie más los va a ver de la noche a la mañana más que nosotros. Tampoco es algo que haga todos los días, claro.

- Xee, tienes que relajarte, o te vas a quedar pelado –Bromeó Stan.

- Así se empieza, un día son unos platos, al otro mes ya es una montaña de trastos. No hay que descuidar hábitos y esos detalles, más en una convivencia.

- Exagerado –Chasqueó la rusa, cruzando las piernas y mirándolo burlona– Lo que te pasa es que tienes envidia de que no te animas a simplemente dejar las cosas fuera de tu control y orden, y a ser más improvisado.

- Eso es cierto, amigo. Lo siento, pero es así –Apoyó Stan– Vamos, que tienes al menos diez posavasos dispuestos en toda la casa, y como ese hay muchos ejemplos más.

- Un día de estos no voy a hacer nada, que reine el caos, y a ver cómo les va... –Murmuró picado Xeno.

Tatyana lo consoló con un tierno beso en la mejilla, y pasaron a otros temas más divertidos. Al rato sonó el timbre, y Stan fue a recibir. Se trataba de Lillian y Byakuya, y su sola presencia animaba todo alrededor. Kohaku los recibió con un abrazo más efusivo que Stan, ya que tenía un poco más de confianza con el alegre padre de Senku. Luego de recibir también el regalo, pasaron a la sala, donde saludaron a Xeno y Tatyana, ambos irradiando puro contento.

- ¡No los veíamos desde la boda! –Exclamó Lillian– Qué bien se ven, otra bonita pareja.

- Quién diría que nos veríamos fuera de algo laboral, Xeno –Dijo Byakuya con una enorme sonrisa– Se te ve más relajado y cómodo, hasta sonríes mucho más, me encanta.

- Y a ti siempre se te ve relajado y cómodo, todas sonrisas, fiel a tu estilo –Retrucó el científico con una media sonrisa.

- Así se disfruta más la vida –Miró alrededor– Oigan, ¿y dónde está...? ¡AAH, AHÍ ESTÁS, CACHORRO!

Aunque Sam no era el cachorro que él había conocido casi tres años atrás en la boda, sino ya un perro adulto y bien grande, Byakuya se arrodilló en el piso con los brazos abiertos, recibiendo al torrente de energía y amor que era el perro, feliz de que alguien lo incentivara jugar más fuerte. El peliblanco terminó en el piso, recibiendo las lamidas de Sam mientras lo rascaba con ímpetu, y los demás miraban divertidos.

- ¿Ves? A eso me refiero, que juegues más en el barro –Dijo Tatyana, abrazando a Xeno, y él hizo una mueca.

- Qué hermoso es este perro, siempre quise tener uno –Comentó Byakuya, dándole sus propios besos y cariños a Sam– Pero como estaba varias horas afuera en la universidad, y Senku tampoco quería "perder el tiempo" paseándolo y cuidándolo, tuve que contenerme.

- ¿Y por qué no ahora? –Lo animó Kohaku.

- Todavía no porque viajo ocasionalmente para encontrarme con Lillian, tendría que dejarlo esas semanas en una guardería de perros o encargárselo a alguien. Pero más adelante cuando estemos más asentados y pueda cuidar bien de él, sí me gustaría.

- Yo también quisiera un perro así de bueno y bonito –Coincidió Lillian, enternecida.

En ese momento sonó otra vez el timbre, y resultaron ser que habían llegado al mismo tiempo los demás, Kokuyo, Ruri, Chrome, Tsukasa y Ryusui. Repitieron el alegre y bullicioso recibimiento entre amigos, familia y mascotas, anticipando lo divertida que iba a ser esa reunión.

- La comida está llegando, Stan –Avisó Ryusui– Como va a estar lista y ya servida, quería que llegara a tiempo con todos.

- Excelente, gracias Ryusui.

- ¡Ya traigo bebidas y aperitivos para todos! –Exclamó Kohaku.

- Yo te ayudo, preciosa.

- No, tú quédate disfrutando aquí. Si pronto...

No terminó de decirlo, cuando una vez más sonó el timbre de la casa.

- Les dije que la comida estaba llegando –Dijo Ryusui sonriente, chasqueando los dedos.

Abrieron la puerta, y recibieron a cuatro personas. La mayordoma de Ryusui, François, y otros tres asistentes, que pidieron permiso para entrar y disponer varias cajas finamente empaquetadas de comida en la mesada, y una pequeña heladera portátil. El servicio no iba a terminar ahí, ya que incluso estaba servida y presentada impecablemente en platos, por lo cual los asistentes los dispusieron en la mesa siguiendo las indicaciones de François, además de las botellas de vino, agua y jugos. Había una amplia variedad de estilos y sabores en la comida, japonesa, francesa, estadounidense y mediterránea, con panes, salsas y ensaladas, la mesa estaba repleta y todo olía y se veía delicioso.

Agradecieron la generosidad y profesionalidad del servicio, y los despidieron, aunque luego volverían para recoger los platos y fuentes. Como todo estaba listo y en su temperatura perfecta, se dispusieron a comer, sirviéndose cada uno a gusto.

- Kohaku, ¿te sirvo vino blanco o rosado? –Preguntó Xeno, luego de servirse él y otras copas para los que gustaban las variedades que tenía cerca.

- No, gracias, estoy bien con el agua por ahora.

El "por ahora" iba a ser durante todo el almuerzo y por los próximos dos años seguramente, entre embarazo y luego lactancia, ya los médicos le habían advertido lo que podía y no podía comer y beber. Los únicos que la miraron de reojo con una sonrisa secreta fueron Stan y Tsukasa. El primero porque sabía de la situación actual, y el segundo porque lo que sabía era que Kohaku estaba buscando quedar embarazada, y prefería ser cuidadosa desde la concepción. Los demás no tenían idea, por lo que iban a llevarse una buena sorpresa luego. Nadie más pareció percatarse que la rubia evitaba ciertas bebidas y comidas que en otro momento hubiera consumido encantada.

A Kohaku le fue un poco difícil comentar los planes que tenía para el resto del año y parte del siguiente sin mentir, aunque al menos tenía la excusa de la recuperación del brazo y el estudio de instructora para explicar su cambio de rumbo. Iban a esperar hasta después de comer la torta para decir la feliz noticia, así podían dedicar buena parte del almuerzo a escuchar las novedades de todos, ya que era claro que en cuanto supieran del embarazo, iba a ser el único tema de conversación hasta que terminaran el festejo. Para cuando llegó el momento de la mesa dulce y la torta, la pareja no contaba con que Ryusui se había esmerado en la invitación del banquete.

- Voy a buscar las copas y la champaña para el brindis –Dijo el rubio, levantándose de la mesa.

- ¿Seguro? Estamos bien con un café o algo así para acompañar –Sugirió Stan, un poco nervioso mirando a Kohaku de reojo.

- ¡Jaja! ¡¿Qué dices, Stan?! Es tu cumpleaños, vamos a celebrarlo a lo grande. Primero la champaña, y luego también el café si quieren, una cosa no quita la otra. Traje unas botellas de una cosecha especial de Dom Pérignon para brindar, no vamos a dejar que se caliente.

El estadounidense forzó una sonrisa y agradeció el generoso regalo, aunque ya se imaginaba que más de uno podía sospechar lo que sucedía. Luego de preparar las copas, Ryusui empezó a servirlas todas, entregándole también una a Kohaku. La joven la aceptó, aunque por dentro estaba dudando si mojarse los labios y disimular, o si brindar con una copa de agua. Optó por la primera, pero la atención y preocupación de Stan lo traicionó.

- Kohaku, ¿qué haces? No puedes –Le susurró con apremio, al ver cómo ella no dudaba en agarrar la copa con la bebida alcohólica.

- No iba a beberlo, tranquilo –Respondió en voz baja, manteniendo una sonrisa fingida para disimular.

A pesar de que habían pensado que nadie se daría cuenta, Byakuya los había oído, e intuyó rápidamente el motivo. Inocente y siempre curioso, preguntó en voz alta entusiasmado.

- Ooh, Kohaku-chan, no lo sabía, ¡qué despistado! ¿De cuánto estás?

- ¿Eh?

- Embarazada, ¿de cuántos meses estás?

Ante esa afirmación, se hizo un largo silencio en la mesa, expresiones de confusión y sorpresa a la par. Xeno miró a Stan rápidamente, y sus orbes negros se abrieron más al notar el innegable brillo en sus ojos zafiro, tanto lo conocía que podía dar cuenta al instante de su expresión. Se contuvo de reaccionar a aquella revelación, por consideración a la pareja.

- ¿Qué dices, Byakuya? –Dijo Kokuyo en cuanto se repuso de la sorpresa, desestimando la afirmación del hombre– Kohaku no está embarazada todavía, o lo sabríamos, ya vez la cara de todos aquí.

- Pero no tomó una gota de alcohol en toda la comida, y recién Stan estaba como para sacarle la copa de las manos, y ella dijo que no lo iba a beber. A menos que esté con medicación o algo así, sólo por un embarazo no podría tomar alcohol, ¿no?

Byakuya había expuesto esa buena observación, y nuevamente produjo un silencio mientras consideraban esa suposición.

- ¿Kohaku? –Preguntó Ruri con un hilo de voz, mirando a su hermana con sus ojos aguamarina muy abiertos y brillantes– ¿Es así? ¿Estás embarazada?

Con todos los ojos puestos encima, expectantes de la respuesta, Kohaku no pudo seguir disimulando ni ocultando la verdad, además que no faltaba mucho para que ella misma lo revelara. Con una sonrisa tímida, sonrojada, asintió, y un jadeo ahogado se oyó al unísono entre todos los invitados, en especial la familia de ella. Stan le tomó la mano, y fue el que empezó a hablar para aclarar la situación.

- Así es, vamos a ser padres –Sintió como todos los ojos se pusieron sobre él, y también sonrió emocionado y sonrojado– Aunque también fue en parte una sorpresa para mí, anoche me enteré, como regalo de cumpleaños.

- ¡OOH, QUÉ EMOCIÓN! –Exclamó Lillian radiante, sin contenerse, aunque luego se tapó la boca con la mano por lo fuerte que había hablado.

- Hace un par de meses tomamos la decisión de que sería un buen momento, y le quitaron el implante anticonceptivo que tenía. Esperamos dos meses a que fuera más seguro para que el cuerpo de ella volviera a la normalidad, y desde entonces buscamos el embarazo.

- Estoy de seis semanas, todavía es bastante reciente y por eso no dije nada. Como queríamos que se diera de forma relajada, preferimos mantenerlo en secreto para todos, hasta confirmarlo sin dudas. Sólo Tsukasa sabía, porque es mi entrenador y esto cambiaría mucho los planes de este y el próximo año para ambos, pero le pedimos que no dijera nada, y tampoco sabía que ya estaba embarazada. Hoy íbamos a contárselo a todos ustedes, pero Byakuya nos ganó de mano.

- ¡Van a ser padres! ¡Felicitaciones! –Dijo muy alegre Ruri, abrazando a Kohaku ya que la tenía al lado.

- ¡Qué malote! ¡Felicidades! –Apoyó Chrome, levantando el pulgar y sonriendo ampliamente.

- ¿Voy a ser abuelo? –Preguntó Kokuyo sin terminar de creerlo– ¡Voy a ser abuelo!

Las felicitaciones y buenos deseos siguieron llegando, coronando el festejo de cumpleaños de Stan. El estadounidense tenía los ojos más brillantes y una sonrisa tan grande que le iba a doler el rostro luego, se lo veía más que feliz y al fin aliviado de no tener que contenerse y ya poder compartir la noticia con los demás. Como era de esperar, dedicaron el resto de la reunión a hablar del tema. El único presente que tenía experiencia con bebés o un embarazo era Kokuyo por sus dos hijas, y más que encantado se ofreció a ayudar y aconsejar con todo lo que recordaba. Entre bromas, Stan les dijo a Ryusui y Lillian que no se adelantaran a hacer regalos costosos para el bebé, algo típico de ellos, pero la sonrisa y la mirada pícara y confiada de ambos demostró que la "advertencia" no serviría de nada, ellos lo hacían generosamente y de corazón ya que el dinero no era un problema en sus vidas, y si podían regalar algo útil y de mejor calidad, estaban más que felices de poder hacerlo.

Continuaron entusiasmados conversando de ese tema y otros hasta el atardecer, tan animada y agradable estaba esa reunión para todos. Cuando finalmente la dieron por terminada y se despidieron, Xeno le dio un fuerte abrazo a su mejor amigo, felicitándolo nuevamente.

- Me alegro mucho por ti, por ustedes dos, Stan. Y sería más que oportuno si el proyecto de colaboración de las agencias aeroespaciales se aprueba, porque así podríamos estar aquí, acompañándolos, en lugar de sólo conocer al bebé por fotos, videos y viajes ocasionales.

- Nada mal, una excelente casualidad. Qué mejor que el padrino esté cerca, ¿no? Porque vas a serlo, te lo aseguro.

- Ruri será tía, y tú padrino, me parece bien –Apoyó Kohaku, asintiendo.

- Stan es como un hermano para mí, así que será un honor. Cuídense, estamos al habla.

Tsukasa también se despidió para irse, y le dio un cálido y contenedor abrazo a la rubia.

- Para lo que necesites estoy, además de tu entrenador soy el amigo de ambos, cuenten conmigo.

- Gracias, Tsukasa. También me gustaría que fueses padrino, pero Stan me ganó de mano esta vez.

- Tú lo dijiste, preciosa, "esta vez" –Acotó Stan, guiñándoles el ojo– Para el próximo, Tsukasa podrá hacer los honores si quiere.

- Hmm, sí –Sonrió el castaño– Para lo que necesiten me llaman, ya saben. Hasta luego.

Lillian, Byakuya, Ryusui y Chrome se despidieron también con sus buenos deseos para los futuros padres, y por último quedaron Kokuyo y Ruri, que abrazaron al mismo tiempo a Stan y Kohaku.

- Fue inesperado, siempre me sorprendes con algo, hija. Siempre pensé que Ruri me iba a dar nietos primero, lo admito. Ya lo sabes, pero recuerda que para lo que necesites estaré. A su hijo no le faltará nada, y será muy sano y feliz con padres como ustedes.

- Gracias, papá.

- Hermana, me pone muy feliz por ustedes –La abrazó Ruri con fuerza, y luego le tocó las mejillas con ambas manos– Cuídate y no te exijas, por favor.

- Sí, Ruri-nee.

- Que termines bonito tu cumpleaños, Stan.

Finalmente, Stan y Kohaku quedaron solos en su casa, y suspiraron contentos y aliviados, abrazándose. Luego la rubia estalló en una risa, llamando la curiosidad de su esposo por lo repentino.

- ¿Qué pasa?

- Estoy recordando cómo casi se me desbocó el corazón cuando Byakuya se dio cuenta y lo dijo así delante de todos. Y cuando mi padre lo negó, me sentí horrible de que se enterara así, él tan seguro de que no era posible.

- Ah, sí, fue un momento intenso, pero resultó bien. Qué linda te sienta esa sonrisa, y oírte reír así.

- Es que al fin me relajé, y fue tan bonito todo.

- Mantén esa sonrisa para mí, preciosa –Dijo Stan, mientras se alejaba un poco de ella y le sacaba una foto con su teléfono– Listo, hoy empieza la colección.

- ¿Qué colección?

- Una foto por día hasta que nazca el bebé, quiero registrar cómo va creciendo esa pancita poco a poco.

- Eres tan dulce –Murmuró sonrojada– Pero todavía no se me nota nada, y posiblemente siga así por dos meses más.

- No importa, igual tendré muchas bonitas fotos de mi hermosa esposa. Si me estuve filmando a mí mismo cada día durante nueve meses para pedirte que te casaras conmigo, ¿te crees que no sacaré esa cantidad de fotos de ti con nuestro primer bebé creciendo dentro tuyo?

- ¡Ja! Entonces yo haré lo mismo, pero de los dos juntos, este pequeño no lo hice sólo yo.

Kohaku se puso delante de Stan y le agarró la mano para cruzarla delante del cuerpo de ella, y estiró el otro brazo lo más que pudo para sacar una foto de ambos. Sonrieron satisfechos al verla, era una bonita idea llevar un registro del embarazo.

- ¿Y ahora cómo sigue esto? –Preguntó Stan haciéndole cosquillas en el vientre– Se vienen horas de estudio en libros y videos.

- No seas ansioso, que tenemos ocho meses por delante para eso. Dentro de dos semanas tengo cita médica, me dijeron que volviera cuando estuviera de ocho semanas de embarazo. Ahí me van a hacer algunos estudios para comprobar que todo marche bien, y podemos hacer todas las preguntas o pedir consejos para tener buena información.

- Está bien, pero mientras tanto está el tema comida, qué puedes y qué no puedes comer o beber, así como el ejercicio y demás.

- Ya tengo eso también, me dio un folleto mi doctora cuando se confirmó el embarazo. Luego lo miramos juntos, así podemos organizar el tema de las comidas. Por el entrenamiento, recién puedo hacer ejercicio moderado hasta una hora de duración después de la novena semana.

- Bien. Ah... Ahora que lo pienso, con razón hace un par de semanas que siempre te ofreces para sacar a pasear a Sam casi todas las veces.

- Sí, es mi mejor forma de hacer algo de ejercicio, y Sam está muy dispuesto a colaborar.

- Y no te olvides que conmigo siempre que quieras puedes disfrutar de un ejercicio extra, tú eliges la intensidad –Susurró con voz acaramelada, agarrándola de las caderas y jalándola suavemente para pegarla al cuerpo de él– Hablando de eso, ¿cuánto podemos hacer...?

- Cuanto queramos, como venimos haciendo antes de que te enteraras. Serían las mismas precauciones que para hacer ejercicio. No es necesario que seas particularmente delicado conmigo, como anoche.

- ¿Eso es una queja indirecta? Dame tregua, anoche fui suave porque estaba sobrepasado de emoción y de amor, apenas podía conmigo mismo.

- No, sólo digo –Batió sus pestañas con inocencia– aunque está bien que no nos entusiasmemos demasiado hasta la octava o novena semana. Tú también tendrás que tenerme paciencia, oí que, entre los cambios hormonales y todo, tendré días en que estaré con ganas, y otros que no me podrás tocar ni un pelo. O quizás no querrás hacerlo siquiera.

- Dudo que eso último suceda, no desearte es algo que no he sentido desde que te conocí, no sé por qué lo haría en el momento más feliz de mi vida, de la de los dos.

- Nunca digas nunca, eh.

Hasta la primera visita programada al médico, Kohaku no sintió muchas diferencias que le indicaran que estuviera embarazada, a excepción de alguna ocasional sensación de náuseas, menos apetito, o unos repentinos calambres y pinchazos entre el bajo vientre y las piernas. El buen ánimo, sentirse bien y relativamente normal la ayudaron a concentrarse y dar todo de sí para terminar su formación del instructorado, para el cual estudió con dedicación y logró aprobar con buena nota. A la joven le hubiera gustado celebrarlo con una pequeña fiesta de egreso bebiendo algunas cervezas, pero tuvo que conformarse con brindar con una copa de jugo y sólo con su esposo, para no tentarse de ver a otros bebiendo y divirtiéndose más. No supo si tuvo que ver con al fin terminar de estudiar y relajarse, pero los siguientes días sintió mucho más cansancio, y dormía largas siestas durante el día. No entendía por qué estaba tan agotada cuando hacía bastante poco, pero supuso que eran los efectos del embarazo.

Para el día de la cita médica, ya que habría una primera ecografía, Stan se pidió la mañana libre en el trabajo. Ya había avisado a sus jefes que iba a ser padre, por lo cual iba a necesitar algunos días de licencia cada mes para acompañar a Kohaku al médico o ausentarse si algo más sucedía, quería estar presente en todas las ecografías al menos. También avisó a sus superiores en Estados Unidos para cancelar sus próximos viajes, que lo felicitaron y le dijeron que las puertas siempre estarían abiertas para él cuando quisiera volver.

Fueron juntos al hospital, con una bola de expectativa y ansiedad a la par de una gran sonrisa. La obstetra que controlaría todo el embarazo era una doctora de mediana edad muy amable y serena llamada Hiroko, que les transmitió mucha calma desde el primer momento. Primero completó el historial clínico de Kohaku haciéndole muchas preguntas sobre su salud, antecedentes familiares y los datos del último análisis de sangre. Luego le preguntó también a Stan algunas más, que le garantizó a la doctora que tanto él como sus padres habían gozado de buena salud en general. El rubio mencionó que fue un fumador intenso durante muchos años, pero que prácticamente había dejado de fumar hacía unos cuatro años, ocasionalmente seguía fumando un solo cigarrillo por día, y siempre fuera de la casa.

Hiroko les dio varios folletos e instrucciones de cómo serían los próximos meses de embarazo, qué podían esperar, qué era normal y qué no, así como fuentes confiables de información para que leyeran. Se mostró muy contenta de ver a Stan tan atento y predispuesto a cuidar con dedicación de su esposa, y le advirtió con una compasiva sonrisa que tendría que ser más paciente que nunca, ya que los cambios hormonales de Kohaku podrían alterar el humor de ambos. Stan asintió, diciendo con humor que estaba listo para el desafío, no se esperaba que algo como un embarazo fuera sencillo, en especial para la madre.

Luego llegó el momento de la ecografía, la doctora le pidió a la rubia que se acostara en la camilla y se levantara la ropa para exponer el abdomen. Le echó un chorro de gel al aparato y lo apoyó sobre el vientre, sonriendo cuando Kohaku se sobresaltó por la fría sensación. "Siempre pasa", rió despreocupada. Stan pidió permiso para poder filmar con su teléfono y la doctora lo aceptó. En la pantalla más grande conectada al moderno ecógrafo comenzó a visualizarse una imagen en tonos azulados contra negro, en la cual se veía todo un borde como una masa, luego un círculo negro que correspondía al saco amniótico, y dentro de este algo pequeño y ovalado contrastante. La pareja miró con mucha atención, tratando de dilucidar qué era cada cosa, aunque la médica se los fue explicando.

- Señor y señora Snyder, les presento a su bebé.

Señalando con el dedo esa pequeña "masa" ovalada, Hiroko sonrió con dulzura e hizo silencio para dejar lugar a la reacción de los padres. Los dos por igual clavaron la mirada en lo señalado, y quedaron boquiabiertos mientras los ojos empezaban a brillarles con lágrimas, la emoción llegándoles gradualmente.

- ¿Ese... ese porotito? –Preguntó Stan, abrumado, apretándole la mano a Kohaku– ¿Ese porotito es nuestro hijo?

- Así es, y mide... –Revisó el programa del aparato, apretando unas teclas y haciendo marcas en la imagen– Un centímetro y ocho milímetros, pesa alrededor de dos gramos y medio.

- ¿Casi dos centímetros? –Repitió Kohaku en un murmullo, y midió a ojo acercando sus dedos, para comprobar el tamaño– ¿Así de pequeñito?

- Sí, señora Snyder. Todavía es muy pequeño, pero empieza de a poco a formarse. Voy a ampliarlo un poco, observen.

Tocando otras teclas, la imagen se agrandó haciendo foco en el bebé.

- ¿Ven aquí? –Señaló una parte más redonda y grande– Esa es la cabeza, mucho más grande en proporción que el resto del cuerpo, y aquí...

Kohaku siguió con la mirada el dedo de la doctora, y su prodigiosa vista captó rápidamente algo muy pequeño y detallado.

- ¡AAH! ¡VEO LAS MANOS Y LOS PIES! –Exclamó fuerte Kohaku, tapándose luego la boca.

- Eso mismo, qué excelente vista tiene –Asintió Hiroko.

- ¿¡Qué?! –Preguntó Stan, y sin pensarlo dio unos pasos para acercarse más a la pantalla, abriendo mucho los ojos– ¡Espera! ¿De verdad?

La doctora le señaló con la punta de una lapicera las formas tan pequeñas y finitas que sin dudas destacaban las extremidades del bebé, en especial las piernitas. Cuando al fin Stan logró verlas, soltó un jadeo ahogado y no pudo despegar la vista de la pantalla, hasta que se acordó que estaba filmando y enfocó mejor para poder grabarlo.

- De verdad es un porotito, pero ahí está tomando forma –Murmuró, luchando con sí mismo por evitar que sus ojos se empañaran de lágrimas. Volvió al lado de Kohaku– Ahí está, amor... ahí está.

- Sí, ahí está.

Kohaku estaba embelesada tanto con las primeras imágenes de su bebé dentro de ella, como de la expresión tan feliz y emocionada de Stan. De pronto sus ojos captaron una variación en la imagen, y frunció el ceño.

- Doctora Hirako, ¿Algo se está moviendo ahí debajo de la cabeza, o es por el aparato?

- Oh, también vio eso, muy bien señora Snyder. Eso es el corazón latiendo.

- ¡¿Eh?! ¡¿Tan grande?! –Exclamó sin poder creerlo.

- Sí, bombea sangre muy fuerte y rápido, hasta unos ciento ochenta latidos por segundo. Eso era lo próximo que tenía que revisar. ¿Quieren oír los latidos de su bebé? Sonarán amplificados por un doppler.

- Sí, por favor –Asintió Kohaku.

La doctora apretó otras teclas, y la pantalla se dividió entre la imagen del feto y un electrocardiograma. Un segundo después de que se empezaran a ver los picos repetidos y característicos de la medición, empezaron a oír unos sonidos fuertes y definidos como de martillazos, a razón de unos tres golpes por segundo.

- ¿Ese sonido son los latidos del corazón del bebé? –Preguntó Stan incrédulo, llevando las manos a su propio corazón que empezaba a latir más acelerado también.

- Así es, eso es lo que oyen. Lo dejaré unos segundos más para que puedan grabarlo si gustan, mientras iré imprimiendo la ecografía para que también puedan llevársela.

- Gracias, es la nueva música para mis oídos. ¿Lo oyes, preciosa? Tan pequeño y tan fuerte, me enamoré.

- Sí, Stan.

Kohaku apenas podía hablar de la emoción, estaba alojando esa diminuta y fuerte vida dentro de ella. El fruto de su amor con su esposo, el amor de su vida, y ya ese hijo sería el otro amor de su vida. Se quedaron ambos en silencio mirando la pantalla unos segundos más, y Stan hizo otro video más breve, solamente registrando de cerca la imagen y el sonido. Luego la doctora apagó el sonido de los latidos y siguió analizando la ecografía, tranquilizándolos con que todo estaba en orden y se veía bien y sin complicaciones.

- Estimando una gestación promedio de treinta y ocho semanas, el bebé estaría naciendo para mediados del mes de Mayo.

- Oooh, en primavera, ¡qué bueno! –Expresó Kohaku contenta, haría buen tiempo entonces, ni demasiado frío ni calor.

- Pidan otra cita conmigo para dentro de un mes, cuando esté en la doceava semana, señora Snyder. Para esa fecha también podrán saber si quieren el sexo del bebé.

Recibieron la ecografía impresa con toda la información del embarazo, y se despidieron de la amable doctora Hirako. En cuanto salieron del hospital y pudieron ser más efusivos, se dieron un fuerte y largo abrazo, compartiendo dulces y castos besos.

- Qué felicidad, me explota el corazón. Gracias, mi amor, gracias –Susurró Stan en tono reverencial, acariciándole el vientre.

- Yo estoy igual. Que hayamos tomado la decisión de tener un bebé ahora fue lo mejor, es un buen momento para los dos, ya lo estoy amando. ¡Envíame los videos, por favor!

- Apenas lleguemos a casa te mando todo, así podemos compartirlo con la familia y amigos.

Dedicaron el resto de la media mañana en compartir los videos y las fotos de la ecografía con los más cercanos, que se mostraron enternecidos con todo. Luego almorzaron juntos, y descansaron un rato antes de que Stan fuera a trabajar el resto de la jornada del día. Kohaku se sintió un poco ansiosa esa tarde, todavía emocionada con los recuerdos de la ecografía, y a la vez que se sentía un poco ociosa ya que no tenía más que estudiar y para colmo no podía entrenar para quemar energía. Sabía que tendría que armarse una nueva rutina, aunque ya estaba más acostumbrada a lidiar con ese estado de frustración desde que se había fracturado el brazo.

Con lo que no contaba, era que no sería simplemente eso, sino que esa vez tendría que sumar cosas fuera de control, como su propia e impredecible sensibilidad a causa de las hormonas. Lo que había empezado como cansancio días antes, se fue manifestando en las siguientes semanas de distintas formas. Se dio cuenta que sus emociones empezaban a estar fuera de control cuando viendo una película estalló en lágrimas ante una escena que era nostálgica, aunque no para tanto, así como también algo muy tierno o emocionante como la historia de algún animal rescatado la volvía un mar de lágrimas. Generalmente estaba sola cuando eso pasaba, pero algunas noches cuando veía el televisor con Stan también, y él no sabía si reír o consolarla, dándose cuenta de la exagerada reacción.

Así como podía estar muy sensible, tenía días en los que se volvía repentinamente eufórica o llena de energía, y no había forma de calmarla. El único en la casa que se adaptaba y la acompañaba todo el día y en todos sus humores era Sam, que se le apoyaba en el regazo y le lamía la cara cuando la veía llorando, o corría de un lado a otro detrás de ella y le alcanzaba sus juguetes para que se los lanzara a cada rato. Aki la acompañaba mucho más cuando la veía tranquila, haciéndose un ovillo sobre ella o a su lado. Curiosamente los dos se habían vuelto más cariñosos y compañeros con ella, como si supieran que estaba embarazada o que algo había cambiado, y en especial el perro la seguía a todas partes en la casa, era su sombra.

Otra cosa que empezó a hacerse notar de golpe fue el comienzo de los famosos antojos. Podían ser de lo más variados y en los momentos menos oportunos, aunque había algunos alimentos predilectos por la rubia. Al principio era un poco gracioso, Stan a veces se despertaba a mitad de la noche, y al notar que Kohaku no estaba en la cama, la buscaba por la casa. Una vez la encontró mirando con curiosidad la heladera, viendo qué podía comer. Otra, que lo hizo reír, fue cuando ella se estaba comiendo varios pepinillos agridulces de un frasco. A veces le llegaba hasta la habitación el aroma de algo cocinándose, y era que ella estaba antojada de huevos revueltos. Con los dulces también tenía sus momentos de debilidad, y desaparecían tabletas de chocolate con demasiada frecuencia.

Aunque no todo era simpático en cuanto a los antojos, ella no se daba cuenta y disfrutaba complacer su "necesidad", pero a Stan a veces lo sacaban de quicio, como cuando hacía la cena y estaban a punto de comer, pero se encontraba con su esposa comiendo algún postre o algo que podía traerle dolor de estómago si lo combinaba luego con la comida principal. O que se llenara antes comiendo otras cosas y él acabara comiendo solo, guardando la otra porción en la heladera. Aunque no todos eran antojos dulces, la futura madre tuvo una seguidilla de días en los que quería ponerle queso a todo lo que comía. Kohaku podía volverse muy irascible o caprichosa cuando no encontraba lo que quería, y no había nada que pudiera reemplazarlo, lo que había generado algunas discusiones entre ellos. Una de las peores, sin embargo, fue una madrugada, en que Stan se despertó cuando sintió mucho movimiento cerca, y se encontró con su esposa vistiéndose para salir. Miró el reloj junto a la cama, y frunció el ceño cuando vio la hora.

- Kohaku, son las tres de la mañana. ¿Qué haces?

- Voy a comprar algo.

- ¿"Algo"? No, espera, es demasiado tarde. ¿Qué demonios podría faltar comprar a esta hora? –Preguntó, confundido e imaginándose que debía ser otro de los antojos.

- Quiero helado, y no hay.

- Sí hay, en el congelador debe haber algún pote, siempre hay.

- No quiero ese, tengo ganas de uno de frutilla.

- Amor... –Reunió toda su paciencia en una larga inspiración– Está todo cerrado a esta hora, come lo que tenemos.

- La estación de servicio siempre está abierta.

- ¡Ni hablar, está a ocho calles de aquí! –Exclamó, preocupado.

- Iré en el coche –Chasqueó, desestimando la negativa de su esposo.

- ¡No! –Se levantó de la cama de un salto, agarrándola de la muñeca para detenerla– No vas a salir a esta hora a comprar un maldito palito helado, cómete el que tenemos o busca otra cosa de la heladera y ya, mañana compramos ese helado de frutilla que tanto quieres.

- ¡No lo quiero mañana, lo necesito ahora!

- Kohaku, no "necesitas" nada, déjate de estupideces, es un capricho lo tuyo –Le dijo muy serio, empezando a dejar salir su frustración– Elige algo que sí tengamos o vuelve a la cama, estoy a punto de perder la poca paciencia que me queda.

- Esto no tiene nada que ver contigo, yo estaba yendo a buscar lo que quiero por mi cuenta, sin molestarte. Así que tú vuelve a la cama y no te metas –Replicó, enojándose a la par.

- Me meto todo lo que quiero porque eres mi esposa, y no vas a salir de esta casa, sola y a esta hora, para comprar un helado en una estación de servicio –Discutió, alzando la voz.

- No puedes impedírmelo, ¿quién te crees que eres para decirme lo que puedo o no puedo hacer? Que sea tu esposa no significa que seas mi dueño, no soy un perro.

- ¡Te estoy cuidando, maldita sea! –Estalló, perdiendo por completo la paciencia– ¡Y sí te lo voy a impedir si sigues actuando como una niña, me pondré delante de la puerta de la casa si es necesario, de aquí no te mueves!

Los dos quedaron en silencio y acalorados de bronca después de eso, lanzándose dagas por los ojos, ninguno cedía. La respiración de Kohaku comenzó a ser irregular y Stan se preocupó de haberla alterado demasiado, hasta que se dio cuenta que ella tenía los ojos llenos de lágrimas y se sintió un poco mal de haberla llevado a ese límite, mientras que él había sacado los colmillos como pocas veces, nunca la había tratado así.

- No puedo pensar en otra cosa, no lo hago de niña caprichosa –Se explicó la rubia, secándose los ojos con la manga del vestido de dormir– Es como que lo necesito, es más fuerte que yo, sino no puedo ni dormir.

- Kohaku...

- Es horrible no tener control de mis impulsos o emociones, tú no lo entiendes –Sollozó más fuerte– No lo hago porque quiero, también prefiero dormir tranquila en mi cama y no estar desesperada por salir en plena madrugada a comprar eso, pero tampoco puedo evitarlo, perdón. Es como cuando estabas dejando de fumar, creo que se siente algo así. Te desespera no poder saciar esa necesidad, pero no hay nada que te alivie de otra forma. Y lo peor es que me sucede muchas veces a esta hora, no en pleno día, que puedo resolverlo.

- Amor, perdón –Stan se terminó de arrepentir por haberle gritado con tan poca empatía, y le soltó la muñeca que tenía aferrada– Me excedí, no sabía que te sentías tan mal con eso de los antojos.

- Eres mi compañero, y el padre de nuestro hijo, aunque sea sólo yo la que lo lleve dentro, pensé que me ibas a entender y ayudar, no a tratarme así –Soltó, liberando toda su amargura junto a más lágrimas.

- Perdóname... De verdad no lo pensé, me ganó la frustración y la preocupación de que pudiera pasarte algo, no siempre es seguro a estas horas.

- Ya sé que soy una molestia así, por eso no quería despertarte, podía hacerlo sola.

- No, Kohaku, no –Stan negó efusivamente– No estás sola, yo estoy para acompañarte y ayudarte en todo lo que necesites. A partir de ahora puedes contar conmigo, no volveré a reaccionar así de mal ni juzgarte, te lo prometo. La consigna era ser más paciente que nunca, e hice lo contrario. ¿Me perdonas?

- Sólo si me consientes un antojo más –Le contestó la rubia con una mirada entre pícara y culpable.

- Pídelo.

- Un abrazo.

- Oh, preciosa... Claro.

Stan se derritió con la repentina ternura de su mujer, y se sintió mucho más culpable por haber sido tan duro, que ella sólo quisiera un cariño de él. Se sentó en la cama más cómodo y la jaló para acomodarla en su regazo, rodeándola en un fuerte abrazo. Cuando ella hundió su rostro en el cuello de él y le devolvió el abrazo, le regó el rostro de suaves besos hasta volver a hacerla sonreír, y recién entonces se animó a acariciarle el vientre. Se quedaron un par de minutos así, hasta que él suspiró y la acomodó a un lado, levantándose de la cama y buscando su ropa.

- ¿Qué haces, Stan?

- Voy a hacer lo que tendría que haber hecho en un principio. Tú quédate tranquila, voy a volver en unos minutos con tu helado.

- ¡Aaah, no! –Negó apenada– No, no es justo que tú tengas que salir a esta hora para eso... Olvídalo, vuelve a la cama conmigo, estaré bien.

- Eso será para la próxima, ahora déjame ir –Se acercó a darle un beso en la frente– Es mi forma de disculparme por lo de recién, ¿de acuerdo?

- Hmm... ¿y si vamos juntos en el coche? –Preguntó en un murmullo, con culpa– Prefiero eso a esperarte sola aquí, sino va a saber muy feo ese helado cuando lo pruebe.

- De acuerdo, vamos –Aceptó con una sonrisa, extendiendo su mano hacia ella– Abrígate bien.

- Gracias, Stan –Se impulsó para darle un beso en la mejilla– No te merezco, te amo mucho.

- Lo mismo podría decir, así que somos justo el uno para el otro. Te amo a ti –Le dio un beso en los labios, y luego se arrodilló frente a ella, y le dio un sonoro beso en el abdomen tapado por la ropa– Y a ti, porotito. Papi hará lo que sea por ustedes, lo prometo, pero ténganme paciencia a mí también, ¿sí?

Kohaku se derritió de ternura ante tal gesto y palabras, y le acarició el rostro antes de inclinarse para darle otro beso y estar lista para salir. Al menos más adelante lo de esa noche pasaría a formar parte de anécdotas tragicómicas sobre el embarazo.

Aunque la doctora le había avisado que era probable que no se le notara mucho el vientre hasta la mitad del embarazo, un poco por ser primeriza, su fisonomía, y que era deportista; la rubia no había terminado de creerlo. Pero por más que se veía al espejo con el pasar de las semanas, además de las fotos diarias que Stan le sacaba para su colección especial, tenía que empezar a creerlo. Sí podía notar que el centro de su abdomen lucía levemente más redondo, pero no le había afectado en nada el calce de su ropa ajustada.

Aprovechó cada día para hacer largas caminatas junto con Sam, iban en coche hasta el parque Yoyogi para luego recorrerlo durante unas dos o tres horas, entre paseos ágiles y descansos. Al principio le había llevado al perro sus juguetes, pero él no se alejaba de su lado aunque estuviera sin correa, una nueva conducta que se había generado desde el embarazo, por lo que luego sólo salían a pasear. Ya podía retomar una rutina de moderada intensidad y aeróbica en el gimnasio, pero se sentía muy animada estando afuera, le despejaba más la mente, y Sam se veía más que feliz. Que su trabajo fuera independiente y exclusivamente físico era una gran desventaja, y eso la frustró sobremanera. Como siempre, Stan era el que tenía excelentes y productivas ideas, y le recomendó que adelantara la organización de las clases o los talleres que quisiera dar sobre artes marciales. Había estudiado sobre planificación en el instructorado, por lo que usó esos modelos para hacer hojas y hojas, visualizando cómo quería dar esas clases tanto para adultos como para niños, principiantes e intermedios. Era una gran forma de adelantar el trabajo y mantenerse motivada y activa en su vocación.

La semana doce llegó, marcando el inicio del segundo trimestre de embarazo. Fue como un oasis de alivio para los dos, ya que los antojos se redujeron drásticamente, así como la intensidad y los repentinos cambios de humor a causa de sus hormonas, y la ocasional sensación de nauseas para Kohaku. Otra cosa que se había disminuido considerablemente por varios motivos relacionados a esos había sido la frecuencia con la que intimaban, pasando de todos los días a un par de veces a la semana. Se habían confiado en que eso no sucedería, tan fogosos eran ambos siempre, pero la realidad bastante común de un embarazo y sus complejidades lo había alcanzado también a ellos.

Fue tiempo también de la segunda ecografía, que los puso más expectantes que la primera. En ella podrían estimar no sólo el sexo de su bebé, sino también asegurar si seguía estando sano y bien formado, Kohaku se había hecho un nuevo análisis de sangre para revisar.

La doctora Hiroko los recibió nuevamente, y la pareja le hizo un resumen de todo lo que había pasado hasta la fecha. Revisó el análisis de sangre, y confirmó que todo marchaba bien, el bebé estaba sano y Kohaku dentro de los estándares también. La hizo recostarse en la camilla y le volvió a echar el gel encima, la rubia riéndose cuando no pudo evitar el sobresalto por el frío. En cuanto la imagen del vientre se mostró con claridad, los dos padres buscaron inmediatamente al "porotito", llevándose una sorpresa al encontrarlo.

- ¡Creció al doble ya! –Exclamó Kohaku.

- El doble y un poco más, sí –Asintió la doctora, risueña– Déjenme medir bien... Sí, el triple creció, aunque suele ser lo normal y saludable. Mide seis centímetros, y pesa diez gramos.

- Es del largo de mi dedo meñique –Dijo Kohaku con una risilla, mirando su dedo con ternura.

- Ahora puedo ver hasta yo con claridad sus manos y pies –Dijo orgulloso Stan, ya al límite de su emoción de volver a ver y reencontrarse con la imagen de su bebito.

- ¡Y yo puedo verle la naricita, y hasta los ojos cerraros!

- Envidio sanamente tu vista de águila, preciosa, nada mal –Sonrió ampliamente, y afiló su mirada hacia la pantalla– La nariz sí la alcanzo a ver por la silueta, pero nada más.

La doctora Hiroko hizo otra medición del electrocardiograma, y dejó sonar amplificados los latidos del corazón, que dio una vez más esos martillazos constantes y emocionantes, que quedaron nuevamente debidamente registrados en el teléfono de Stan.

- Según las mediciones, se mantienen las fechas de parto estimadas, bien –Continuó la doctora– Los órganos se están formando, el corazón late bien, se mueve un poco... ¡Muy bien, señor y señora Snyder, siguen esperando un saludable hijo!

Los dos asintieron radiantes, y suspiraron aliviados, eso era todo lo que querían.

- Ahora, si bien no es seguro hasta la semana catorce con un análisis de sangre, o con la próxima ecografía, pero como está en una buena posición que se deja ver, podemos estimar con buena precisión el sexo del bebé. ¿Quieren saberlo?

- Sí, por favor –Aceptaron ambos al unísono, y se tomaron las manos con una sonrisa nerviosa.

- Es una niña.

La pareja quedó boquiabierta unos segundos, parpadeando un par de veces ante la rápida respuesta, no habían alcanzado a prepararse. Luego los ojos de los dos se abrieron muy brillantes, mientras su expresión pasaba a ser una amplia sonrisa. Stan miró el vientre todavía plano, luego la pantalla, y luego a su esposa, sus ojos eran como dos caramelos.

- ¿Tendremos una princesita?

- ¡Sí!

La doctora sonrió ampliamente ante el rápido y tierno apodo del padre, y les mostró los indicios físicos que sugerían que se trataba de una niña con bastante seguridad, aunque les sugirió que no lo dieran por sentado hasta dentro de dos semanas cuando hicieran el análisis de sangre.

- Luego de que yo vea el resultado del análisis, podrán comprar toda la ropita que quieran para su bebé, para que no haya confusiones luego, ¿de acuerdo? –Les dijo en broma, conociendo con mucha experiencia la ansiedad de los padres primerizos.

- Atrapados –Murmuró Stan con expresión de culpa, ya que era algo que habían conversado unos días antes, de ir a comprar una primera ropa para su bebé a modo de festejo, apenas salieran del hospital.

- Bien, entonces no queda nada más por ahora. Este trimestre será el más agradable para ambos, habrá menos altibajos emocionales para la señora Snyder, se reducirán las molestias físicas, y a causa de eso es probable que aumente significativamente su libido.

- Ooh, interesante –Dijo Stan con una sonrisa pícara, aunque luego preguntó con más timidez– Hmm, doctora, ¿cuánto se puede hacer ahora?

- ¿Cuánto de frecuencia, o de intensidad? –Bromeó Hiroko, aprovechándose con humor de la incomodidad de la pregunta– Siendo que no hay contraindicaciones porque el embarazo avanza bien, no habría límites para ninguna. Se recomienda evitar posiciones que aplasten el vientre de la madre, y las precauciones serían las mismas que con el ejercicio físico, que la intensidad sea moderada. No se preocupen, no hay peligro para el bebé. Y si surge el deseo, aprovechen, porque es el período más cómodo para tener relaciones, luego volverán los altibajos emocionales, y el tamaño de la panza podrá ser molesto para la madre, en especial si se junta con la presión de la vejiga. Pero es probable que, si ahora aumenta la libido, lo haga hasta el final del embarazo.

- Muchas gracias por la información, doctora Hiroko.

- De nada. Aquí tienen la ecografía impresa y los resultados de hoy. Hasta la próxima cita entonces, disfruten su embarazo, familia Snyder.

El matrimonio asintió y se despidió, caminaron entre acelerados y contenidos hasta salir del hospital de toda la felicidad y emoción que guardaban, querían llegar rápido a la casa para dejar salir todo eso. Se permitieron dicha exaltación apenas se acomodaron en el coche, uniéndose en un fuerte abrazo y regándose de cortos besos.

- ¡Qué felicidad! –Exclamó Kohaku– ¡Ja! Mi madre, Lillian, Ruri, yo, y ahora posiblemente otra niña a la familia.

- Una princesita para mimar, ya me veo, será todo un desafío contenerme de malcriarla.

- Estaba pensando eso mismo, será tu debilidad, ya lo veo.

- La vida me da reinas y princesa, algo me quiere decir.

- Que tu propósito es ser el caballero protector, y que tienes que aprender de eso –Le dijo la rubia, fingiendo reflexión profunda.

- Oh sí, nada mal. Dos semanas, en dos semanas lo confirmaremos del todo. Sería una tortura esperar a la próxima ecografía, menos mal que tenemos ese análisis pronto.

- ¡Ja! Tú ya quieres comprarle de todo, ¿verdad? ¡Contrólate, Stan!

- Es nuestro primer bebé y una princesita, voy a comprarle todo lo que quiera y no vas a impedírmelo –Bromeó, imitándola como cuando ella estaba insoportable con sus antojos– Por algo trabajo y viajé tanto, para darnos gustos y consentir en todo lo que queramos a nuestro hijo.

- Y por eso te amo, mi hombre apasionado y perfecto, no podría pedir un padre más dedicado, gracias –Susurró contra los labios de él, mirándole los ojos azules que se reflejaban como zafiros más que nunca.

Lo primero que hicieron cuando llegaron a la casa fue compartir las novedades, habían hecho un grupo de conversación en el teléfono con todos los que estuvieron en el cumpleaños de Stan, y así pasar las imágenes, videos y comentarios más rápido y para todos, además de lo lindo que era leer todas las felicitaciones y consejos. Si bien aclararon que falta confirmar, también les contaron que tendrían una niña, lo cual generó bromas similares a lo que había dicho Kohaku. Kokuyo se ofreció a buscar algunas ropas y pertenencias que todavía conservaba de la infancia de su hija menor, no a modo de ahorrar ya que se imaginaba que entre Stan, Ryusui y Lillian iban a querer comprar todo nuevo, moderno y adorable, sino porque sería lindo alguna vez vestir así a la niña para tomar algunas fotos y comparar con las que él tenía de Kohaku pequeña.

Por suerte los análisis de sangre que hicieron dos semanas después confirmaron que sí era una niña sin dudas, y entonces se permitieron ya hacer las primeras compras. Según los dos padres experimentados del grupo, Kokuyo y Byakuya, como los bebés crecían demasiado rápido y no sabrían con exactitud el tamaño hasta que naciera, les recomendaron comprar uno o dos talles más grandes, y en todo caso una o dos prendas más pequeñas o ajustables para los primeros días. Kohaku se acordó entonces de que Yuzuriha era costurera, y que podían comprarle algunas ropitas que sabían iban a ser cómodas, de la mejor calidad, y adaptables.

A mediados del cuarto mes se empezaron a notar algunos cambios. Si bien el vientre de la madre primeriza seguía siendo bastante pequeño a pesar de estar a mitad del embarazo, ya podía apreciarse una redondez más pronunciada y tensa. Una situación bastante adorable y graciosa se dio cuando Kohaku y Stan estaban recostados en el sillón mirando una película un sábado por la tarde, Sam durmiendo en el suelo, y Aki se acurrucó en medio de ellos. Eso no hubiera sido llamativo, de no ser porque de pronto la gata de ojos verdes olfateó el aire y giró la cabeza hacia el abdomen de Kohaku, abriendo más los ojos y bajando a un costado las orejas.

- ¿Qué pasa, Aki? ¿Qué hay ahí? –La provocó Kohaku divertida, señalándose con el dedo el abdomen luego de levantarse un poco la ropa para exponer su piel.

Los ojos de la gata se dilataron un poco, y siguió olfateando en esa dirección, apoyando la fría nariz. Como si tuviera algo que decirle, ante una nueva pregunta de su humana, Aki la miró con esa expresión indescifrable gatuna.

- Sabes que hay algo ahí, ¿verdad? Está más grande y lo sientes más. Tu hermanita está allí –Agregó la rubia con dulzura.

Olfateándola un poco más, de pronto la gata frotó el hocico y el costado de la cabeza contra la panza, y se recostó de lado, tirándose casi encima.

- Menos mal que ella es liviana, no como Sam –Dijo Stan con alivio, acariciándola.

- Liviana y muy peluda, me da mucho calor. ¡Ooh! –Ahogó un jadeo de pronto.

- ¡¿Qué pasó?! ¿El bebé?

- No, no... Shhhhh, mira –Susurró, señalando mínimamente a la felina.

Aki había empezado a amasar sus patitas contra el vientre de Kohaku, con los ojos entrecerrados de gusto. Los dos se quedaron con una sonrisa boquiabierta, no queriendo mover un músculo antes esa tierna escena. Stan se moría por grabarlo, pero tenía miedo de que se detuviera. Sin embargo, cuando Kohaku se animó a rascarle la barbilla a la gata y ella siguió amasando, Stan sacó sigilosamente el teléfono y empezó a grabar.

- No puede ser más dulce, reconoció a la bebé y ya la quiere –Murmuró derretido de ternura cuando terminó.

- Sam también está así, aunque más protector y cariñoso, pero es cuidadoso y no me salta o se me sube encima como antes, a lo sumo apoya su cabeza sobre mí.

- Me encanta que ellos también lo sepan y sean parte. Verdaderamente somos una familia, los cinco. Falta conocer a esta princesita –Acarició el abdomen por el otro lado– Todavía está jugando a las escondidas con nosotros, pero seremos pacientes, valdrá la pena.

Tanto murmullo despertó a Sam, que se levantó meneando la cola y buscando ser parte de la bola de calor y amor frente a él. Apoyó las patas delanteras en el sillón, como si estuviera inseguro de subirse por completo. Sus dulces ojos café prestaron atención también a la piel expuesta de Kohaku, además de a Aki todavía amasando y ronroneando, y giró la cabeza con curiosidad, un gesto irresistiblemente adorable.

- ¿Y tú, Sam? ¿Sabes también que tengo un bebé dentro? –Preguntó la rubia, señalándose el abdomen con un dedo.

Siguiendo el dedo, Sam olfateó más de cerca, y le dio una buena lamida a Kohaku allí, lo que la hizo reír con la cosquilla cálida que sintió. Su olfateo continuó, y luego enterró la nariz como si pretendiera atravesar las capas de piel. Ante eso, la pareja se sorprendió cuando Aki abandonó su paz para darle un zarpazo en el hocico al perro. No lo lastimó, y Sam se echó para atrás, como si hubiera hecho algo malo.

- ¿Acaso Aki hizo algo como decirle "no hagas eso, sé más delicado"? –Preguntó Stan.

- Me pareció lo mismo. Creo que intentó protegerme –Le rascó las orejas para calmarla– Tranquila, chiquita, Sam es bueno con la bebé también, tenle paciencia porque él es grandote, no es como tú, pero no lo sabe. Hay bebita para que todos le den amor, ustedes sean buenos hermanos.

Para no dejarlo afuera y a la vez evitar una pelea de los animales, Stan palmeó el sillón de su lado para invitar a Sam a subir allí, un lugar seguro. Animado, el perro se dio la vuelta y se subió, echándose encima del rubio y apoyando la cabeza en sus muslos, de forma de poder seguir mirando a Kohaku desde ahí y evitar otro ataque protector.

Esa noche, Stan estaba profundamente dormido cuando empezó a ser consciente de que se sentía muy bien, comenzaba a sentir un placer excitante, aunque no sabía por qué. Mientras duraba la confusión de saber si era parte de un sueño o si estaba despierto, se dejó llevar por la sensación, hasta que se volvió más cálida e intensa, estremeciéndolo de gusto y sorpresa, y buscó con su mirada la fuente. Abrió mucho los ojos a pesar de la oscuridad, y sonrió cuando vio el bulto demasiado grande de su esposa moviéndose bajo las sábanas

- Preciosa... ¿Qué haces?

- Tengo antojos otra vez.

- ¿Y te desquitas conmigo? Bueno, nada mal, es un mejor motivo para despertar a las cuatro de la mañana –Dijo juguetón.

- No, estoy antojada de ti.

- Ah... –Dio un respingo al sentirla nuevamente yendo al grano– Ooh...

No habían sido tantas las veces que se habían despertado en plena madrugada para ponerse calientes, y no sólo era la primera desde el embarazo, sino también la primera que Kohaku tenía la iniciativa. Ya que ella lo había "asaltado" mientras dormía, la dejó hacer, disfrutando de ser consentido de esa forma. La completa oscuridad y que su esposa no estuviese a la vista hacían que se centrara en las sensaciones, y vaya que ella estaba entusiasmada.

- Si a partir de ahora tienes este tipo de antojos, voy a consentírtelos todos con gusto, amor –Dijo el rubio con voz acaramelada, colando las manos por debajo de las sábanas para acariciarle la cabeza.

- Es uno de verdad, no puedo pensar otra cosa más que en comerte.

- Y se ve que te despertaste con mucha hambre –Trató de bromear, pero su sonrisa se borró ante la exquisita forma en que Kohaku lo hacía, y habló con voz ronca luego– Hazlo entonces, cómeme entero, tú puedes.

Envalentonada con la expresión de Stan, la rubia lo siguió al pie de la letra y fue serpenteando por el cuerpo de su esposo para llenarlo de besos apasionados y mordiscos, tenía un fuego interno y una necesidad que no podía controlar, y él bien predispuesto la recibía. Cuando volvió a bajar, Stan cantaba ya como un pajarito ronco, y ante tanta pasión no podía evitar empujar con suavidad las caderas hacia arriba para buscar más. Aunque como siempre, no era un hombre que sólo disfrutara recibir, por lo cual quitó las sábanas de encima, exponiendo a su salvaje mujer, que le dedicó una mirada tan llena de deseo que casi lo llevó al límite.

- Mis manos y mi boca están desocupados, y también me gustaría llenarlas contigo, preciosa. Ven aquí.

Mientras que Kohaku pensaba que la iba a arrastrar hacia él para besarla, la sorprendió cuando se sentó rápidamente y la agarró por la cadera, jalándola y girándola ciento ochenta grados, antes de volverse a acostar boca arriba en el colchón. Cuando la rubia quedó apoyada en sus manos y rodillas encima de él en la orientación opuesta, y entendió lo que pretendía hacer, un cosquilleo excitante la recorrió.

- Ahora los dos podremos comernos a nuestro antojo, qué delicia –Dijo Stan mordisqueándole seductoramente el trasero que tenía frente a su rostro.

- Aah, Stan...

Kohaku había estado muy concentrada y dedicada a darle placer a su bellísimo esposo, pero ese atrevido cambio de posición no se lo iba a poner fácil, ya que era difícil concentrarse cuando se empezaba a sentir ella tan bien también. Además, los más que habilidosos dedos, labios y lengua de Stan eran siempre abrumadores, y luego de todos esos seis años de pareja, la conocía como la palma de su mano, así como ella a él, por lo cual cuando hacían el amor era garantizado que los dos quedaran extasiados completamente. No supo si tenía que ver con el embarazo y cómo empezaban a acomodarse sus órganos para empezar a dar espacio al bebé, lo que resultaba en más irrigación sanguínea hacia los nervios de su intimidad, pero la agradable presión en su bajo vientre aumentó rápidamente, llevándola antes de lo esperado a la cercanía del clímax.

No quería sólo que se satisficieran de esa forma, quería sentirlo por completo y fundirse como siempre en esa plenitud de estar tan cerca y también abrazarse y besarse con amor, una necesidad más tierna y profunda que se había potenciado con el embarazo. Por ese motivo fue que le pidió a Stan que se detuviera, y se giró para quedar cara a cara con él, permitiéndose unos segundos de tomar aire.

- Estaba cerca –Dijo el rubio, intentando sonreír a pesar de la ligera frustración de la interrupción.

- Lo sé, perdón, yo también. Pero quería esto.

Recortó la distancia entre ambos para besarlo profundamente, a lo que su esposo se entregó al instante, también encantado con eso. Las palabras de amor y caricias continuaron un buen rato, ya sumando las que incluían tiernamente a la pequeña que crecía dentro de Kohaku. Eso les dio también un respiro para que bajara el nivel de sensibilidad y excitación de ambos, y así poder disfrutar un poco más de lo siguiente. Cuando estuvieron satisfechos, la joven se sentó a horcajadas de Stan, y con decisión se alineó para unir sus cuerpos, ambos gimiendo largamente al instante. Después de unos breves segundos de quedarse quieta para absorber la sensación y darle a su cuerpo el tiempo para acostumbrarse a la expansión interna, empezó a moverse de una forma muy amplia y apasionada, el fuego que sentía dentro necesitaba eso.

- Oh, ahí se despertó mi tigresa, la extrañaba.

- Y yo a ti, esto juntos –Susurró, entrelazando sus dedos de ambas manos con los de él, y agradeciendo el soporte.

En ese momento Kohaku pudo confirmar que el embarazo la estaba ayudando a aflorar más la sensibilidad de su cuerpo, y eso que todavía no se percibía tanto el cambio. Entendió por qué había oído que muchas mujeres gestantes se volvían mucho más fogosas en el segundo trimestre, debía ser no sólo por las hormonas, sino por esa sensación que potenciaba y facilitaba mucho el placer, y a medida que el bebé crecía eso suponía que iba a pronunciarse, al menos hasta el momento en que otras molestias aparecieran. Sin dudas aprovecharía el impulso, y ahí tenía otro "ejercicio" también para mantenerse activa.

- ¿Estás bien? ¿No te cansas más así? –Preguntó Stan, atento a que ella no se sobre-exigiera.

- ¡Ja! No te olvides que tengo mucha resistencia y fuerza en las piernas.

- Nada mal –Sonrió– Pero...

La detuvo con delicadeza y la llevó a acostarse boca arriba, colocándose él encima luego, cara a cara.

- No sé cuánto tiempo más podremos disfrutar de estar así tan cerca de frente hasta que la princesita se haga más grande, así que aprovechemos de esta forma, ¿quieres, amor?

- Sí, claro que sí –Contestó enternecida, le encantaba hacerlo fundidos entre abrazos, miradas y besos.

Stan no iba a perder la oportunidad de la pausa para hacer otro recorrido de besos y caricias por el cuerpo de su esposa, ya que estaba más cómodo para hacerlo. Le estaban encantando los cambios en el cuerpo de ella, todavía sutiles, pero él podía verlos y sentirlos, y que se debieran a su hija era lo que lo derretía y emocionaba más. Los pechos estaban un poco más grandes y turgentes, así como sus pezones empezaban a hincharse más, más allá de la excitación del momento. Si antes los besaba y acariciaba con gusto, en ese momento lo estaba haciendo con el doble, llenándose de ella y haciéndola gemir dulcemente hasta que lo abrazara con fuerza de lo intenso que resultaba, ya que estaba mucho más sensible. La pancita apenas abultada, tensa y redondeada le resultaba adorable, la llenó de tiernos besos también, aunque siempre que se acercaba al vientre sentía esa ola de calor y el cosquilleo de emoción, quería abrazarlo hasta que su princesita lo sintiera y supiera que él estaba ahí también. Esos eran los detalles secretos que él sentía y hacían tan especiales cuando hacían el amor desde que supo del embarazo.

- Stan, por favor –Rogó Kohaku, rodeándolo con sus piernas y elevando su pelvis para que choque contra la entrepierna de él– Estaba antojada de ti, quiero seguir sintiéndote.

- Si lo pones así, no quisiera hacerte esperar más.

Antes de continuar, Stan agarró un almohadón, y lo puso debajo de la cintura de su esposa. Ella ya sabía lo que le hacía sentir ese pequeño cambio al alzar su cuerpo, y soltó una risilla.

- No decía TANTO ¿Tienes la intención de acabar conmigo? Sabes que es eso es para dejarme débil.

- Tengo la intención de que tú acabes... estando conmigo –Respondió él con picardía, guiñándole un ojo– Y que duermas muy bien hasta la mañana, para compensar el sueño interrumpido.

- ¿Yo te desperté a ti, y soy la consentida que merece el sueño reparador? ¡Ja! Te pasas de hermoso, mi caballero. No sé cómo voy a hacer para compensarte, si siempre me lo devuelves a mí con creces, es injusto.

- Veamos... Con esta princesita y uno o dos más, cumples la cuota por el resto de nuestras vidas, ¿qué te parece?

- Eres astuto para los negocios, nada mal, señor Snyder, nada mal.

Sonriéndose mutuamente y compartiendo unos besos más, Stan se acomodó y entró en ella. Poco a poco fue bajando su cuerpo para estar más cerca y abrazados, encontrando el punto en que apenas le rozara el apenas redondeado abdomen y no la presionara con el suyo. Tal como Kohaku esperaba, ese cambio era de los que la dejaban boquiabierta de principio a fin de tanto que la abrumaba y lo gozaba, era otro nivel de intensidad en cuanto a los puntos internos que acariciaba el miembro de Stan dentro de ella, y la paralizaba por completo, se entregaba a él ya que otra cosa no podía hacer. Mirándose con intensidad a los ojos entrecerrados, primero disfrutaron un minuto bien lentos y profundos, saboreando cada centímetro de fusión. Luego naturalmente renovaron el ímpetu para dedicarse a alcanzar el sublime final que los esperaba. El rubio reunió todo su autocontrol para aguantar hasta que ella alcanzara el clímax primero, y cuando la sintió tensarse y respirar erráticamente fue que se dejó llevar, y se permitió aumentar más la velocidad y profundidad de sus antes cadenciosas embestidas, a unas que arrasaban con la cordura de ambos.

Sin piedad, ya que no había problema con que él sí fuera intenso con ella y eso le evitaba el cansancio o calambres a su amada, continuó con ese ritmo hasta que la sintió comprimirse alrededor de él, y aprovechó ese máximo apriete para dejarse ir dentro de ella. Se quedaron muy juntos un buen rato luego de que Stan se echó de lado y quedaron abrazados mientras acompasaban sus respiraciones a un ritmo más sereno. El efecto de relajación completo fue inmediato en él, y unos segundos después sus ojos empezaron a entrecerrarse. Se acurrucó más contra Kohaku, acariciándole con suavidad el cabello hasta que sintió que caía dormido y ella también se había adormilado.

- Ahora sí, dulce sueños, preciosa.

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Buenaaaas! Al fin, extrañaba tanto continuar esta historia, perdón por hacerlos esperar, pero bueno, en el medio escribí una bella historia Stanhaku feliz y toda tierna ("Más allá de la Luna", por si no la leyeron) porque estaba inspiradísima y coincidió con el el canon del fin del manga, más o menos xD. Ahora tocaría actualizar "Cautivos", otra que se hace desear... peeeeeero! Me comprometí a un RyuMina para un amigo, y tengo que escribir eso primero, luego sí vuelvo a mi querida historia.

Como siempre, gracias totales por leer, apoyar y comentar, más ahora que se acabó el manga y sólo nos queda apoyarnos entre el fandom con más contenido, así que el feedback siempre se agradece y me llena de amor también.

Hasta el próximo capítulo!