El mes de noviembre comenzó con sorpresas. Stan llegó del trabajo, y como siempre, lo primero que hacía era dar un largo y amoroso beso a su esposa, y otro más tierno para su hija, además de acariciar a Sam, que siempre lo recibía con mucha energía.

- Bienvenido, Stan.

- Estoy de vuelta, hogar dulce hogar –Recibió en sus manos a Saori y la levantó a la altura de sus ojos, sonriéndole con dulzura– Volver a ver a esta princesita es la mejor parte de la tarde... Y a ti, por supuesto. Preciosa, tengo algo importante que contarte. Está relacionado a mi trabajo.

- ¿Está todo bien?

- Sí, quédate tranquila. Y van a estar mucho mejores para mí, y para nuestra familia.

Le hizo un gesto con la cabeza para que lo acompañara, y se sentaron en el sillón, dejando pasar uno minutos en que él le dedicó toda su atención a hacerle mimos a su hija, entre besos y palabras dulces, a los cuales la bebé de seis meses respondía con una sonrisa y sus ojos también como zafiros brillantes, iguales a los de su padre, mientras se llevaba las manitos a la boca. Aki también apareció entonces, soltando un adorable maullido y olfateándolo ante de frotarse contra él, ronroneando.

- Ahora sí, la gran noticia. Kohaku, tengo una posibilidad de ascenso, a jefe de piloto dentro del entrenamiento aéreo de las "Fuerzas de Autodefensa" de este país.

- ¡OOH! ¡Felicitaciones, Stan! –Exclamó, radiante– Hmm... Si mal no recuerdo, esa es la misma área en la que ya trabajas desde que volviste a Japón.

- Así es. Pero sólo era un instructor más, porque mi superior en Estados Unidos, el teniente segundo, me había otorgado la transferencia aquí para que pudiera trabajar sin problemas por mis antecedentes penales. Si hago esto bien, pasaré a ser el jefe del área.

- ¡Eso es increíble! Cinco años llevas allí, al fin te dan la oportunidad, me siento muy feliz y orgullosa por ti.

- Bueno, no es fácil que le den un puesto tan importante a un extranjero en una de las principales fuerzas militares de Japón, menos aún con un historial penal.

- Stan, desde que te casaste conmigo que ya no eres un "extranjero", tienes la ciudadanía legal.

- Igual, es un tanto delicado si tienes en cuenta el historial de nuestros países, es un gran voto de confianza el que me están dando, además de reconocer mi calidad de trabajo –Miró a Saori y sonrió– Estoy seguro que esta pequeña fue el factor decisivo para que lo consideraran.

- ¿Saori? ¿Qué tiene ella que ver?

- No es lo mismo simplemente casarme con una japonesa y yo ser un ciudadano más, que haber formado una familia, tener nuestra casa propia y demás. Supongo que lo ven como que "vine para quedarme". Es mucha casualidad sino, que mi calidad de trabajo no cambió, y sin embargo recién ahora hayan considerado darme un ascenso.

- Claro, es verdad...

- Modestia aparte, he oído que ya me consideraban el mejor piloto y entrenador allí. Y hoy me dijeron que admiraban mi liderazgo y la forma en la que instruyo a los soldados pilotos, y que tienen estadísticas concretas de cuánto mejoró el desempeño de mis subordinados, con respecto a los otros instructores. Éxito total, nada mal.

- ¡Sí, nada mal! –Aplaudió Kohaku, muy contenta– ¡Te felicito mucho, amor!

- Gracias, estoy muy satisfecho. Con esto pasaría a enseñar sólo a los mejores pilotos, y ni que hablar que tendría más privilegios y flexibilidad horaria, además de mucho mejor paga, prácticamente el doble, lo cual ayudará mucho al futuro para nuestra familia. Pero guárdate esas felicitaciones para cuando se confirme el ascenso, tengo mucho trabajo por delante.

- ¿Eh? ¿Por qué?

- Tengo que escribir un proyecto completo de mi propuesta e implementación, así como hacer una demostración de vuelo digna de mi puesto. Si lo aprueban, tengo el ascenso.

- ¡Ja! Seguro que lo harás bien, eres brillante y no por nada dijeron que eres el mejor de ahí, sólo quieren ponerte a prueba.

- Lo sé, pero de eso te quería hablar también, y disculparme por adelantado... Me dieron tres meses de plazo para entregarlo. Voy a estar muy ocupado este mes, y las fiestas de fin de año serán mi único respiro. Voy a ver cómo me organizo para ocuparme de Saori y de ayudarte a ti.

- Stan, no te preocupes. Yo te apoyo completamente, haz lo que tengas que hacer, son sólo un par de meses. Ya me acostumbré a estar sola con nuestra hija cuando tú trabajas, y puedo manejarme bien, ya no es tan pequeña y frágil.

- Gracias, mi amor –Sonrió el rubio ampliamente, y se inclinó hacia adelante para besarla– Pero de todas formas tengo que ver cómo hacer para darte un respiro en cuanto llegue a casa, y no quiero descuidar mi tiempo contigo y con ella. No quiero vivir para trabajar.

- Lo pensaremos juntos, tú tranquilo. Al fin puedo apoyarte yo a ti en tu desarrollo profesional, hasta ahora fue al revés.

- Eso será reconfortante.

- ¿Ese proyecto implica que estés más horas fuera de casa, o solo más ocupado?

- Por ahora creo que lo segundo, a menos que necesite material de investigación, pero será ocasional.

- ¡Ah! Entonces no será un problema, estaremos juntos aquí en casa.

- Sí, pero no podré hacer los paseos largos con Sam, y pasaré la tarde concentrado en lo mío. Por supuesto que voy a ocuparme de nuestra hija, pero no estaré tan relajado como antes.

- Podemos volver a ofrecerle a Chrome el trabajo de pasear a Sam. Haremos las compras del mercado pidiéndolas a domicilio, y por otro lado ya contamos algunos días con la ayuda de Turquoise para las tareas domésticas. Estaremos bien.

Stan asintió, y le dedicó una mirada tan sorprendida como orgullosa, que llamó la atención de Kohaku.

- ¿Por qué me miras así?

- Porque dijiste todo eso muy tranquila y organizada, antes no eras tan práctica.

- Algo aprendí de mi eficiente y siempre controlado esposo en estos años –Dijo la rubia satisfecha.

- Ya lo veo, nada mal.

Stan suspiró, mucho más animado y tranquilo luego de esa conversación. Iba a ser un buen desafío el que tenía por delante, el de bajar a palabras toda su visión, experiencia y muchos detalles que estaba acostumbrado a hacerlos por intuición y práctica, además que se había desacostumbrado del "modo universitario" de presentar un trabajo escrito tan detallado y profesional.

Volvió la atención a su bebé, no podía evitar cierta culpa y pena de que tendría menos tiempo para pasar con ella, iba a extrañar recostarse a su lado y mirarla o jugarle, así como las breves siestas que disfrutaban los tres juntos, cuando él volvía del trabajo. Tendría que pensar seriamente cómo distribuir su tiempo para compartir un buen rato de vínculo afectivo y juego, su pequeña crecía demasiado rápido, le fascinaba ver cómo semana tras semana aprendía cosas nuevas, y en uno o dos meses empezaría a decir sus primeras sílabas, no quería perderse nada de eso, y quería contribuir con toda la estimulación temprana que podía darle de su parte, y mucho amor y apoyo, para que ella se fuera desarrollando en una niña confiada, inteligente, sana y feliz.

- Stan, me voy a bañar, ¿necesitas algo para Saori antes de eso?

- Te la dejo un minuto, mientras voy a lavarme bien las manos y el rostro, que no lo hice cuando llegué.

- Sí, hazlo.

Cuando regresó, el rubio extendió una manta acolchada sobre el piso, sobre la cual arrojó un puñado de juguetes y peluches de su hija. Kohaku la recostó allí boca arriba y se fue a dar su merecido baño para refrescarse, mientras Stan se sentaba en el piso junto a Saori. Ni bien sacudió un juguete sonajero a su lado, la pequeña se mostró interesada en curiosearlo, se giró boca abajo y extendió su brazo para poder alcanzarlo.

- Muy bien, princesita, qué precisión. Ahora un poco más lejos, a ver si te animas a buscarlo.

Stan tomó el juguete nuevamente cuando ella soltó su agarre, y lo colocó diez centímetros más lejos, lo suficiente para que su bebé tuviera que arrastrarse un poco para alcanzarlo. Apenas pudo contener una risa ante la expresión de seriedad y concentración de la pequeña, no muy feliz cuando entendió que no lo podría agarrar por más que estirara sus bracitos. Saori estuvo a punto de ceder a la frustración, hasta que su padre volvió a hacer sonar su juguete, y le empujó suavemente los pies hacia adelante, indicándole así que eso podría ayudar. Tomó un par de intentos, hasta que finalmente la niña se arrastró hacia adelante y alcanzó el juguete.

- ¡Esa es mi hija! ¡Muy bien, mi vida!

La dejó entretenerse un rato, animada con su logro y reflejando una sonrisa. Cuando la vio ya perder su interés por el juguete, la sentó, para ese entonces Saori podía mantenerse en esa posición por su cuenta. Se acostó frente a ella, con la precaución de rodearla con sus grandes manos para poder atajarla si se caía para atrás o hacía algún movimiento brusco. Agarró uno de los peluches favoritos de su hija, el sol con flecos, manos y patas que le habían regalado Xeno y Tatyana, ese seguía siendo uno de sus favoritos, y lo puso al lado de su rostro. Empezó a canturrear una canción animada y juguetona, rozando el peluche contra el rostro de la niña, sus manos y pies, lo cual siempre la hacía sonreír y reír a carcajadas.

Kohaku regresó unos minutos después, oyendo las adorables risitas y la canción infantil, y se sentó junto a ellos. También, sin querer quedarse afuera de tanta diversión, Sam se acercó agitando su cola peluda y buscando algo de atención, que Kohaku le dio recostándolo sobre ella y rascándole el lomo con energía.

- Ya me duele el rostro de tanto que sonrío cuando juego con ella –Dijo Stan, masajeándose las mejillas.

- ¿Verdad que sí? Es tan linda. No supero lo adorable que se ve cuando se mete los piecitos en la boca.

- Admiro esa flexibilidad también, yo la perdí –Rió el rubio.

- Yo no –Aseguró Kohaku orgullosa, y se agarró la pantorrilla para alcanzar a tocarse la punta de la nariz con el pie con mucha facilidad.

- Nada mal –Le guiñó el ojo Stan, dedicándole adrede una mirada sugerente y pícara– Pero no te olvides mencionar que tú te dedicabas a entrenar y elongar tu cuerpo diariamente. Preciosa, ¿me acercas la pelota? Podemos jugar juntos, le divierte mucho.

- ¡Claro!

Kohaku se puso de pie para ir a buscarla, y regresó con una pelota blanda de goma, un tanto desinflada, la tenían así para que Saori probara de agarrarla y sentirla, y a veces la empujaba de un manotazo entusiasta. Stan se arrodilló y agarró de los costados del torso a su hija, alzándola a uno centímetros del piso y poniéndola de frente a Kohaku. La rubia lanzó la pelota hacia ellos, y él hizo que la bebé la empujara de vuelta a su madre con sus piernitas. El que rió primero fue Stan, tenía una imagen muy nostálgica en su mente.

- Me hace gracia que parece un "metegol" versión humana.

- ¡Sí es! –Coincidió con una risotada Kohaku, cuando asoció el movimiento de balanceo que le provocaba Stan a la niña, ya que ella casi no movía sus piernas para el juego.

- Ah, qué lástima que no tengamos a nadie cercano con otro bebé o niño pequeño, podíamos hacer equipo así.

Se divirtieron un rato más, Stan se había puesto de pie cuando Kohaku hizo lanzamientos más lejos de su alcance, y se los devolvía haciendo que su hija pateara unos pelotazos más enérgicos cada tanto, que hacían reír de forma muy fuerte y estridente. Luego la dejaron descansar, y Stan la recostó sobre sus piernas, volviendo a hablarle de forma más dulce y calma, regándola de besos y caricias. La miró amorosamente un momento, y sonrió.

- Decidido.

- ¿Lo qué?

- A pesar de ese nuevo proyecto, no voy a resignar de pasar al menos una hora con Saori apenas regrese del trabajo. Después de eso sí la dejaré contigo, y antes de cenar pasaré otra hora con ella.

- Eso le gustará mucho, me encanta ver cómo juegas con ella.

- Es mi cable a tierra esta princesita, me conecta con las mejores cosas, las más dulces e inocentes que de otra forma no reviviría. También me ocuparé de ella antes de dormir, y me levantaré media hora más temprano.

- Suena efectivo y muy organizado –Se acercó para abrazarlo por detrás– Relájate, Stan, te estás preocupando antes de empezar. No tienes nada que demostrar, y ni Saori, ni yo, ni nadie te va a echar en cara que estés más ocupado por unos meses.

- Ya lo sé, pero igual me tiene intranquilo.

- Lo harás bien, como todo lo que te propones. Puedes hacerlo, ¿verdad? –Lo animó.

- Sí, puedo –Afirmó con más seguridad.

- Bien, eso es suficiente.

- ¡Aaaaaah! –Exclamó la bebé, mirando a los ojos a su padre, mientras sacudía sus bracitos.

- ¿Coincides con mamá? –Preguntó Stan enternecido– ¿Aah? ¿Dices que papá se relaje?

- ¡Aaaah! Ba-ba...ba...

- "Baba" es lo que me estás sacando, pequeña mía. Cada día más cerca de llamarnos...

- Dile otra vez "dada", Saori, así llora de nuevo –Intercedió Kohaku con diablura.

- Eres mala –Dijo Stan, entrecerrando los ojos– Fue la emoción del momento, porque suena como "papá" en inglés. Y fue demasiado adorable, me estaba mirando a los ojos, sonrió y lo dijo.

- Sólo digo que estás con la lágrima fácil en todo lo que tiene que ver con ella –Le dio un sonoro beso en la mejilla– No es una crítica, es mi placer culposo verte así de blando y tierno.

Stan se sonrojó con timidez, aunque no podía negar que él lagrimeaba de emoción incluso más seguido que Kohaku, que se suponía que con todo el proceso hormonal de su cuerpo maternal era la que tenía más predisposición a estar extra sensible. No se avergonzaba de ello, era puro amor por su hija, y una profunda emoción y agradecimiento que sentía por la vida que estaba disfrutando, cuando sus anteriores esperanzas de felicidad eran ínfimas.

Sin embargo, no iba a dejar pasar esa oportunidad, siempre aprovechaba cuando Saori empezaba a balbucear sílabas para animarla a repetirlas e incentivarle a decir otras más. Exageró la pronunciación de "da-da" varias veces, con mucha paciencia mientras la bebé le miraba la boca con mucha atención, y la veía entreabrir sus labios como si estuviera pensando en la forma de imitarlo.

- Aaah...aggg... aaaah... dadada –Balbuceó en respuesta.

- ¡Oooh, ahí está! ¡Nada mal, princesita! –Festejó Stan, radiante– ¿Qué dijiste? ¿"Daa-daa"?

- Aaaah... baa-baa... ¡aagggggg! –Sacudió sus pies, y volvió a escuchar con atención a su padre, para luego mover sus labios y volverlo a intentar– Aaah...Daaaa... ¡da-da-da-daaaaaa!

- Me encanta cuando empieza a repetirlo sin parar, sabe que lo logró –Rió Kohaku, enternecida.

- Es una pequeña maestra de la práctica, bebota inteligente.

Continuaron hablándole entre los dos, disfrutando de oír sus adorables balbuceos, les encantaba verla tan animada y predispuesta. Cuando unos minutos después la niña finalmente pareció cansarse y bostezó, la llevaron a su cuna para recostarla allí. Stan se fue a bañar con una sonrisa pegada en el rostro, listo para empezar a organizarse en cómo llevaría a cabo su trabajo en las próximas semanas para que fuera armonioso y llevadero con su vida familiar.

Un par de días después, luego de la cena, la pareja compartía su hora de tranquilidad y relajo juntos, acurrucados en el sillón y hablaban en tono suave mientras Saori tomaba del pecho de su madre.

- Preciosa, ¿cómo quieres festejar este año nuestro aniversario?

- ¿De novios, dices? –Preguntó Kohaku– ¡Ja! Me gusta cómo siempre quieres celebrar esa fecha, cuando ya estamos casados.

- Una cosa no quita la otra, y no hay daño en festejar los momentos más felices de nuestras vidas. Fue nuestro primer gran paso, que tú lo diste en ese entonces, es algo que siempre voy a recordar.

- Es verdad. Pero no sé... Saori es todavía pequeña, no podemos salir en plan de cita sin ella, y no me animo a ir a un restaurante, sería incómodo si tengo que alimentarla, o si llora o hay que cambiarle el pañal. ¿Y si lo festejamos tranquilos, aquí, este año?

- Puede ser, aunque hay opciones intermedias. Si te soy sincero, yo sí quiero hacer algo especial, y también llevar a nuestra hija a la salida. Es nuestro sexto año juntos, y teniendo en cuenta que se redujeron bastante nuestros momentos de disfrutar como pareja y que pasamos muchas horas aquí dentro, sería bonito hacer algo fuera de casa, para variar.

- Sí, en eso tienes razón. Lo que no se me ocurre, es dónde podemos ir. El nueve de noviembre va a ser día laboral, por lo que sólo tenemos la opción de cenar.

- Ya lo estuve considerando, aunque quería preguntarte a ti qué te gustaría hacer. Le pregunté a Ryusui también, ya sabes que él es quién tiene la mejor información sobre eventos especiales y personalizados.

- Me lo imaginaba –Asintió Kohaku sonriendo.

- Me dio una gran idea, de reservar en un "restaurante privado". Suelen ser casas o lugares exclusivos en que los chefs cocinan a puertas cerradas, para un número limitado de comensales.

- Y ese "número limitado", ¿podría ser para sólo nosotros dos?

- Exactamente. Y como te imaginas, nuestro generoso amigo me ofreció hacerlo en una casa familiar que tienen, casualmente para ese fin.

- Qué nivel... ¿Los Nanami tienen una casa solamente para cenas privadas y eventos?

- Amor, no debería extrañarte, si Ryusui tiene un helicóptero personal a su disposición hasta para hacer las compras.

- Es verdad, vida de millonarios –Sonrió incrédula– Hmm, si Ryusui ya te lo ofreció, y podemos hacerlo en esa fecha, suena bien. ¿No será muy costoso?

- No, tranquila, no te olvides que Ryusui nos hace "precio de amigos", no costará mucho más que una cena en un buen restaurante.

- ¡Genial!

- ¿Le confirmo y hago la reserva, entonces?

- Sí, hazlo –Sonrió coqueta– Ahora que lo pienso, me gustaría volver a vestirme más linda, ya van demasiados meses de vestirme de entrecasa. Recuperé en parte mi figura anterior al embarazo, algún vestido no tan ajustado debe de quedarme todavía.

- Y sino, lo compramos. Quiero que te sientas como una reina.

- Gracias, mi amor –Le dio un beso en los labios, y lo miró seductora– Tú ponte bien guapo también, me encanta verte formal.

- Por supuesto, sólo lo mejor para ti, señora Snyder.

Una vez confirmado con Ryusui, los dos estaban ansiosos porque el día llegara, tres días después. Afortunadamente para Kohaku, tenía todavía un vestido rosado muy femenino y bonito que le quedó cuando se lo probó, halagada además por su esposo, que silbó en aprobación al verla, diciendo que con sus "mejoradas curvas" gracias a la maternidad le quedaba aún mejor que antes.

El día del aniversario de novios comenzó de lo más bonito, Stan se levantó primero, aprovechando de cumplir su palabra de ocuparse de su hija ni bien los despertara con sus gimoteos, lo cual solía suceder antes que la alarma del despertador de él. Le cambió los pañales, aunque Saori seguía mostrándose intranquila, seguramente también tenía hambre. El estadounidense la cargó con él siendo lo más sigiloso que pudo, yendo a buscar algo, volviendo justo cuando Kohaku estaba abandonando su remoloneo, sabiendo que tendría que atender a su bebé.

En cuanto abrió los ojos, su esposa se encontró su vista inundada de rojo, blanco y verde, y jadeó en sorpresa y emoción. Le había comprado un enorme ramo de rosas rojas y unas florecillas blancas, que había ocultado en el garaje.

- Feliz sexto aniversario de novios, preciosa. Te amo mucho –Le dijo, dándole un profundo y amoroso beso en los labios, rodeándole la cintura con un solo brazo ya que el otro lo tenía ocupado con la bebé.

- ¡Oh, Stan, son bellísimas! ¡Gracias! Yo también tengo algo para ti.

Kohaku se arrastró al borde de la cama y estiró el brazo para buscar algo debajo de la misma, alcanzando una caja envuelta en papel de regalo. La dejó sobre el colchón, mientras le pedía que le pasara a Saori a sus brazos para que así pudiera abrirlo con comodidad. Una vez que se acomodaron, y aprovechó para alimentar a su hija que al instante se prendió a su pecho, le entregó la caja, a la cual le rasgó el papel y levantó la tapa para descubrir su regalo.

- ¡Oooooh, qué detalle, preciosa! ¡Nada mal! ¡Nada, nada mal! –Exclamó, sorprendido y emocionado.

- ¡Feliz aniversario, y es un regalo motivador también! Te amo, mi precioso novio y esposo.

El regalo era una figura de buen tamaño hecha de chocolate, de un avión "Thunderbird" modelo F-16, "Fighting Falcon", como se le llamaba a un tipo de avión que usaba la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, destinado al vuelo acrobático. Kohaku había recordado que Stan le había contado que había pilotado uno de esos una vez, el cual era su favorito. Y ya que también tendría que hacer una demostración de vuelo con algunas acrobacias y maniobras exigentes para el evento final que le daría su ascenso, sabía que sería un lindo detalle regalárselo algún día.

- No sólo el diseño está muy bien logrado, sino que el chocolate es de verdad riquísimo –Dijo la rubia, muy satisfecha.

- Creo que me dará mucha pena comerlo, tendré que conformarme con sacarle muchas fotos para recordarlo. Oye, de verdad está muy bien logrado, es un trabajo muy profesional –Admiró Stan, mirando de cerca cada detalle– Muchísimas gracias, mi amor, de verdad es un gran detalle.

- Me encantaría algún día verte pilotando uno de esos. Por lo pronto, estaré esperando con muchas ganas tu demostración de vuelo, desde ya que iremos con Saori para apoyarte.

- Qué emoción, ahora soy yo el que no puede esperar, me hará muy feliz saber que ustedes estarán ahí acompañándome.

Stan apoyó con cuidado la caja con el delicado contenido en la mesita de luz, y se subió a la cama para compartir unos besos mucho más largos y profundos con su amada. Se quedaron luego un momento juntos y en silencio, apoyando sus frentes juntas y sonriendo felices.

- Por muchos, muchos años más juntos, mi amor –Susurró él, acariciándole la mejilla con cariño.

- Lo mismo digo.

Con el ánimo más feliz posible, Stan le dio un último beso y se fue a alistar para ir a trabajar, además de preparar el desayuno para ambos. Antes de salir le tomó varias fotos al avión de chocolate, y durante el día se dedicó a enviar la foto por mensaje a sus mejores amigos y colegas, no podía estar más feliz y satisfecho con su increíble regalo.

Esa tarde cuando regresó a casa se la tomó libre de su dedicación al proyecto de su trabajo, y salieron con Kohaku, Sam y Saori en su cochecito a dar un paseo por el parque cercano, era un día de buena temperatura y cielo despejado como para no aprovecharlo, pronto llegaría el frío del invierno y no podrían hacerlo tan a gusto tan seguido.

Al regresar, esperaron a que la bebé se durmiera una siesta y la dejaron en una cuna móvil a la vista mientras se dieron un baño juntos, como tantas veces habían disfrutado de hacer, permitiéndose jugar con atrevimiento en el agua, algo que sí hacía mucho tiempo no podían hacer. Tan refrescados como acalorados a la vez, salieron del baño y se alistaron para ir a cenar. Kohaku se puso el delicado vestido, animándose a ir también en tacones, maquillada y con unos finos aretes, mientras que Stan lucía fantástico, como siempre parecía salido de una revista de moda, con una camisa gris platinada, y un chaleco negro que marcaba su figura masculina y fuerte, así como sus ajustados pantalones que tan bien llenaba. También le pusieron a Saori un bonito vestido con volados, y una hebilla con flores al costado de su corto cabello rubio.

Listos para salir, cargaron en el coche un bolso extra con pañales y cosas de la bebé, despidieron cariñosamente a Aki y a Sam, asegurándose de que tuvieran comida y bebida, y salieron. La casa que haría de restaurante privado esa noche se encontraba en el lujoso barrio Denenchofu, el mismo donde el año anterior Ryusui había celebrado una mega fiesta en una de las mansiones familiares. Al parecer, no era la única residencia de la familia en esa ubicación, aunque el heredero Nanami les había asegurado que era una casa más discreta.

En cuanto llegaron, ambos supieron que diferían bastante en el criterio de discreción que tenían con su amigo. Si bien la casa no era una mansión, evidentemente era una residencia muy elegante y al menos tan grande como una casa y media comparada con la de ellos. Ni bien tocaron el timbre de la entrada, el servicio que los recibió estaba impecablemente vestido de traje y corbata, tanto hombres como mujeres, y el chef se presentó amablemente y con mucho respeto ante ellos. Entraron, Kohaku cargando a Saori en brazos y Stan un cochecito plegable, un poco intimidados con tanto lujo.

Ni bien acomodaron sus cosas, a su hija en el cochecito, y se sentaron, les entregaron unos cuencos con unas servilletas de tela en una elegante bandeja, para que se pudieran lavar las manos. Se sonrieron con un poco de nervios y de entusiasmo a la par. Ya habían elegido algunos detalles del menú con anterioridad, por lo que sabían qué tipo de comida iban a esperar. El ingrediente estrella de esa noche iba a ser la carne wagyū, un tipo de carne de res japonesa muy especial y selecta, famosa por su alto marmoleado de grasa de alta calidad, con el resultado de una carne muy tierna, suave y jugosa con un sabor único.

En cuanto la moza volvió a la mesa, les retiró los platillos con la toallita húmeda, y les sirvió un aperitivo de una refrescante bebida de lima, menta y miel, para acompañar con unos pocos bocaditos de petit fours. Conversaron livianamente admirando la elegancia del lugar y del servicio, mientras empezaban a saborear el inicio de la cena. Unos minutos después de terminar aquello, la moza les preguntó qué deseaban beber, y Stan optó por vino tinto, mientras que Kohaku eligió simplemente agua ya que todavía no podía beber alcohol mientras amamantara a su hija, aunque pidió una pequeña copa de vino solamente para brindar con su esposo.

Junto con la bebida, llegó la entrada, y una amplia sonrisa se dibujó en los rostros de ellos: Tenían dos platillos en la mesa, uno eran unos pequeños nikuman, o bollos de carne al vapor, y en el otro había unos mini burritos, con carne de wagyū ahumada, verduritas fileteadas, jalapeños y salsa agria.

- Me encanta que hayan hecho dos platos mucho más cotidianos para empezar, aunque el relleno tenga el toque lujoso –Observó Kohaku, aliviada.

- Sí, y no pensé que iban a hacer "burritos" de verdad, cuando Ryusui me preguntó cuál era mi comida favorita con carne.

- ¡Ja! Siempre astuto él para sacar información y usarla a favor... Aunque como siempre, con las mejores intenciones. ¿Brindamos, antes de empezar?

- Claro –Alzó su copa– Feliz aniversario, mi siempre hermosa novia, te amo infinitamente.

- Lo mismo digo, feliz aniversario al novio más guapo y compañero del mundo, de mi mundo, te amo, Stan.

Chocaron sus copas con un alegre tintineo cristalino, y probaron un sorbo de la bebida, que estaba riquísima. Luego empezaron a comer, sirviéndose una porción de cada platillo. Stan miró su mini-burrito con una sonrisa juguetona.

- Perdón por la falta de elegancia, pero el burrito se come con la mano, permiso.

Agarrándolo entre sus dedos, lo levantó y le dio un buen mordisco, su sonrisa ampliándose y mostrando una evidente satisfacción.

- Oh my god, esto acaba de convertirse en el burrito más delicioso que probé en mi vida, no podré olvidarlo nunca, es perfecto –Murmuró todavía con la boca un poco llena.

- Yo lo probaré después del bollo al vapor, pero tomo nota, ya sé qué cocinarte para tu próximo cumpleaños.

Continuaron degustando los dos platillos, Kohaku prefirió los bollos ya que no era muy amante del picante que tenían los jalapeños del burrito, aunque le encantaba ver la expresión de puro gusto que mostraba su esposo con cada bocado. Al terminar, la moza volvió a acercarse.

- ¿Estuvo de su agrado la entrada? –Preguntó.

- Demasiado, dejé el plato limpio, y me comería una montaña más –Contestó Stan, mostrando su sonrisa radiante– Muchas gracias, y mis felicitaciones al chef.

- Se lo diré, gracias.

- Sí, y los bollos también estaban muy buenos, de los más ricos que he probado en mi vida –Añadió Kohaku– Es la primera vez que como la carne wagyū, es tan buena como dicen.

- Me alegro, señora. Mientras se prepara el primer plato, tenemos listo también algo para su hija, si quieren ofrecerle.

- Oh, ¿en serio? ¿Qué es?

- Una papilla de calabaza caramelizada, y otra de pollo, calabacín y zanahorias.

- Suena bien, muchas gracias.

La moza asintió y se llevó los platos vacíos, volviendo unos minutos con dos pequeños cuencos. Stan los olió, sonriendo.

- Esto huele muy bien, nuestra princesita también disfruta la noche gourmet de los papis, nada mal.

- Fueron muy considerados.

Kohaku le dio una probadita a cada una, relamiéndose con gusto, estaban tibias y bien sabrosas. Bromeando, Stan abrió su boca y se inclinó hacia ella, pidiéndole así para probar. Riendo, la rubia llenó la cucharita y le dio de ambas.

- Las dos están muy buenas, creo que las querrá comer. Déjame dársela yo, tú ya le das el pecho, al menos yo me puedo seguir ocupando de la comida sólida.

Sacaron a la bebé de su cochecito, sentándola sobre un muslo de Stan. Kohaku sacó el babero del bolso, para que no se manchara, y se lo puso. Empezando por la de calabaza, el padre llenó la cucharita y se la acercó a la boca, apoyándosela en los pequeños labios. Cuando Saori los entreabrió, hizo un gesto de succión y asomó su lengüita, empezando a saborear el contenido, abriendo mucho los ojos y luego frunciendo el ceño, y Stan rió.

- ¿Es un nuevo sabor para ti, Saori? ¿Te gusta?

Volvió a acercársela, y para su sorpresa su hija abrió la boca de buena gana, inclinándose hacia la cucharita.

- Tomaré eso como un sí, buena niña.

- Oooh, nunca me cansaré de ver lo adorable que se ve cuando come así –Dijo Kohaku con ternura– Cómo saborea con su lengua pequeñita.

Le dio un par de cucharaditas más, antes de probar con la otra papilla. Con una reacción similar a la primera, entrecerró sus ojos con confusión y apretó los labios, por lo que pensaron que no le había gustado tanto. Pero al siguiente intento, lo recibió sin rechazarlo.

- ¡Muy bien, princesita mía! –La felicitó Stan, dándole un beso en la mejilla.

Entendiendo que había hecho algo bien, la bebé sonrió de una forma muy tierna, y miró a los ojos a su padre, que le devolvió la sonrisa y le dedicó dulces palabras.

- Me encanta que empiece a comer sólidos, así yo también puedo disfrutar de alimentarla. ¿Ves, Saori? Papá puede hacer más cosas para ti ahora.

Cuando unas cucharadas después la bebé se mostró satisfecha y rechazó la comida, le limpiaron la carita y la moza se llevó los cuencos, de los que había comido bastante.

- Tendremos que pedirles la receta, a mi bebé le encantó –Dijo Kohaku con complicidad, agradecida.

- Por supuesto, se la dejaremos por escrito.

Unos minutos después, llegó la hora del plato principal para ellos. A Stan le sirvieron un abundante tataki de wagyū marinado en salsa de soja dulce y una costra de hierbas finas, con una guarnición de arroz basmati, rúcula y mermelada de tomate especiada. El plato de Kohaku era un risotto de lomo de wagyū con hongos, almendras fileteadas, y crema de castañas. A ambos se les hizo agua la boca con la comida al instante, y mostraron su deleite con cada bocado, además de probar la del otro, mientras conversaban temas ligeros y animados, y Stan le relataba la experiencia que había tenido al volar el avión acrobático años atrás. Era evidente cuánto él disfrutaba pilotar, sus ojos zafiro brillaban y se expresaba con mucho entusiasmo, describiendo cada detalle, pocas veces hablaba tanto sobre algo.

Al terminar el plato principal y mientras esperaban el postre, para no monopolizar la conversación, el rubio miró a su esposa y dedicó su atención a ella.

- Dime, preciosa. ¿Cuál es tu próximo paso? Tu nueva meta, o tu sueño a cumplir. ¿El campeonato mundial que quedó en camino?

- Hmm... No realmente –Contestó pensativa– Lo estuve pensando últimamente, después de que me contaste de tu proyecto, y llegué a la conclusión de que hay otras cosas que también me gustaría hacer. No lo descarto, sólo que también se despertó otro propósito en mí en los últimos años, y sería mucho más sano para mí, me ahorraría unos cuantos golpes en el cuerpo, ahora que soy madre y tengo que cuidarme más.

- ¿Oh? ¿Y qué sería eso? Creo que sé lo que podría ser.

- Claro que lo sabes, si tú me animaste a eso cuando me accidenté. Quiero enseñar artes marciales a otros. Lo disfruté mucho cuando empecé a hacerlo, y algún día cuando me retire de la competencia, también será lo que pueda hacer para continuar en lo mío.

- Sí, también lo veo así. Tanto deportistas como militares tienen ese dilema, que llega un momento en que el cuerpo y la sociedad ponen una "fecha de caducidad", y hay que ponerse creativos para continuar en una rama distinta y más funcional. Es bueno que te guste enseñar, que lo disfrutes y no sea sólo el último recurso, esos son los peores instructores o profesores.

- Además de la técnica de combate, descubrí cuando estaba embarazada dando esas clases livianas a las otras mujeres, que me gusta enseñar todo lo que sea para promover el bienestar del cuerpo.

- Y si te gusta eso, podrías considerar también dar algunas clases de auto-defensa. Investiga un poco más específico sobre el tema, y estoy seguro que podrás adaptarlo a tu estilo y dar ese tipo de curso a tus alumnas.

- ¡Ja! ¡Es verdad! –Exclamó entusiasmada Kohaku, sorprendida– No lo había pensado antes, pero es muy buena idea, y muy recomendable hoy en día. Gracias, amor, siempre amplías mi mundo profesional con tus propuestas.

- Es un placer –Le guiñó un ojo con carisma a su esposa.

- Todo eso coincide con otro sueño que tengo, de algún día tener un lugar propio para entrenar y enseñar. Es decir, ya puedo ofrecerlo en un club o gimnasio, pero pensando en Saori, todavía tengo dudas con el nivel de ruido, la dependencia, y la higiene del lugar, tengo que llevarla conmigo para amamantarla y cambiarle los pañales.

- También podrías llenar unos biberones con la leche que te sacas, y que alguien más la cuide esas horas.

- Lo sé, pero sinceramente no me siento cómoda dejándola a cuidado de otro que no seas tú o mi familia ocasionalmente, y por varias horas lejos de mí, quiero estar con ella lo más posible al menos durante sus dos primeros años de vida.

- ¿Así que te gustaría tener una sala como la que alquilabas antes, sólo para ti? –Preguntó Stan con interés.

- Sí, así es. Puedo alquilar mientras, pero me gustaría tener un lugar propio, no depender de los demás. Hmm, no sé cómo haré con el dinero, quizás sí tenga que ganar primero un par de competencias nacionales grandes. Ah, hablando del tema... –Miró a Stan con un poco de nervios– También tomé otra decisión, aunque quiero saber qué piensas.

- ¿Cuál?

- Empezar a entrenar con Tsukasa otra vez desde este mes, y contratar una niñera para que me acompañe y me ayude a cuidar de Saori. Tengo que ponerme en forma otra vez, ya va un año que no entreno en serio, sin contar el tiempo que estuve inactiva por lo del brazo. Al menos tengo que volver al ruedo con eso, luego veré si me inscribo a competencias, o si me dedico a enseñar.

- Amor, por supuesto que te apoyo en lo que quieras hacer, siempre –Asintió Stan con confianza, tomándole la mano por encima de la mesa– No estaría nada mal el ir contactando a una niñera, que Saori se vaya acostumbrando.

- ¡Bien! Entonces le diré mañana a Tsukasa, y cuando tenga confirmado los días y horarios, podemos pedir recomendaciones de niñera.

- Suena perfecto, va a funcionar bien, ya lo verás.

Sonriendo ampliamente, aliviada con que Stan lo hubiera entendido, continuó comiendo muy animada. Sabía que su esposo iba a apoyarla, pero había estado preocupada pensando que quizás él había cambiado de idea y que podría a mostrarse reacio a que fuera pronto para que volviera a su vida en las artes marciales. Que Stan no fuera egoísta, mantuviera su palabra y que empatizara y comprendiera sus necesidades profesionales a la par de su maternidad, le daba mucho ánimo.

El postre llegó unos minutos después, un brownie con crema de café y ganache de chocolate para Stan, y un volcán de chocolate con salsa de frutos rojos para Kohaku. Lo acompañaron con una copa de champaña para brindar nuevamente y dar cierre a su aniversario allí, de la cual la joven sólo probó un sorbo, y luego se dedicó a beber un té que le habían servido también. Como no podía ser de otra forma, el postre también estuvo delicioso, y cuando terminaron, pagaron el menú tan especial y saludaron personalmente al chef, agradeciendo y muy satisfechos con lo que habían degustado, y por permitirles la experiencia de tener una cena privada.

Se despidieron y volvieron al auto con su hija en el cochecito, la pequeña se había quedado dormida después de comer su papilla, Kohaku la dejó seguir durmiendo sobre su pecho cuando entraron al coche. Le mandaron un mensaje de voz a Ryusui, agradeciendo por su generosidad y por el excelente servicio y comida, enviándole una foto de los tres. Mientras viajaban de vuelta a casa, Stan miró de reojo a su esposa e hija, y sonrió contento.

- Saori se portó como toda una princesita al final, fue perfecta como primera salida de noche juntos.

- Sí, aunque también creo que es porque quedó cansada del paseo de la tarde, y llenamos su estómago a tiempo –Reconoció Kohaku, acariciándole la espalda a la bebé– Fue una suerte que no tuviéramos que cambiarle el pañal en medio de la cena.

Al rato llegaron a la casa, y luego de acostar a su hija en su cuna, se ocuparon de mimar a Sam y Aki, que les estaban reclamando su ausencia y los seguían de un lado a otro de la casa, hasta que al fin recibieron su merecida atención. Después de higienizarse debidamente, se acomodaron en el sofá, compartiendo en silencio un largo abrazo, y suaves besos. Al menos duró la ternura hasta que Stan coló la mano por debajo de la falda del vestido de su esposa, acariciando sus muslos hasta llegar a apretar su trasero, ante lo cual ella le correspondió recostándose sobre él y sonriendo.

- ¿Estás pensando lo mismo que yo? –Preguntó coqueta, batiendo sus pestañas.

- Si te refieres a continuar lo que dejamos interrumpido en el baño de la tarde, para ponerle la cereza al postre a nuestro aniversario, y hacerlo aquí en el sofá... Entonces sí, es exactamente lo que estoy pensando.

- Me gusta que nos entendamos tan bien. Rememoremos un poco cómo lo hacíamos cuando éramos conejos... digo, novios.

- Oh, nada mal. Espero que nuestra inocente hija no nos escuche y siga bien dormida.

Sonriéndose con complicidad, ambos recortaron su distancia para besarse apasionadamente sin demora. Entre las picantes tentaciones con las que se habían provocado en el baño de inmersión juntos, y el acuerdo presente de dejarse llevar por la pasión esa noche, no se hicieron esperar. Desde que habían vuelto a intimar un par de meses atrás, ya más descansados y tranquilos para permitirse ese goce de pareja, también se habían acostumbrado a ser más "eficaces", habían aprendido por las malas que no había nada peor que su hija los interrumpiera estallando en llanto en medio del mejor momento del sexo. Por lo tanto, se aseguraban de no postergar la satisfacción y complacerse ambos lo antes posible, y luego, si tenían energías y ganas, seguir un poco más.

Esperaban que su bebé fuese piadosa con ellos esa noche y los dejara disfrutar sin interrupción, seguramente no estar en la misma habitación que ella ayudaría. Kohaku empezó a desabrocharle el chaleco y la camisa, quitándole ambas prendas en cuanto él se sentó para facilitarle la tarea. Mientras tanto, ronroneaba de gusto al sentir que Stan aprovechaba la comodidad del vestido para tocarla por debajo con sus grandes manos, y tentarla con suaves empujes de su entrepierna. La rubia se inclinó sobre él para besarle el cuello y mordisquearle el lóbulo de la oreja, bajando poco a poco hasta llegar al musculoso torso de su esposo. Nunca se cansaría de recorrer con sus manos y sus labios ese fibroso y cálido cuerpo, Stan era sin dudas uno de los hombres más guapos y sensuales del mundo, además de uno hermoso por dentro también.

Sentada a horcajadas sobre él, le desabrochó el cinto y el cierre del pantalón, colando ansiosa la mano por dentro de sus calzones, robándole un fuerte jadeo.

- Qué ansiosa. ¿Así tan pronto?

- Sí, ¿alguna queja, señor Snyder?

- Oh, no... No cuando me llamas así, es cuando mi tigresa despierta, y sé que se viene lo bueno.

Stan estiró el brazo para apoyar su mano en la nuca de su esposa, y la atrajo para darle un muy apasionado y demandante beso, que los volvió fuego a ambos. Gimió en la boca de ella cuando sintió cómo lo empezaba a tocar con decisión y energía, desconectándolo brevemente de ser quién guiara el beso, por lo cual Kohaku aprovechó para tomar completo control del momento. En cuando las primeras maravillosas sensaciones le dejaron algo de margen para usar el cerebro, Stan logró sentarse sin interrumpirla e hizo a un lado las bragas de su mujer sin quitárselas, para devolverle la caliente gentileza de compartir el placer del tacto. Los dos jadearon a la par con sus respiraciones mezclándose de lo cerca que estaban, hasta que el rubio no se aguantó las ganas de ver y tocar más de ella, y con ímpetu le quitó el vestido por encima de la cabeza.

Kohaku se derretía de calor al ver la mirada tan ardiente y cargada de deseo que su esposo le dedicaba, y la acción de sus manos se detuvo momentáneamente en un fuerte apriete del miembro de él cuando Stan acercó su boca a uno de sus pechos y se lo mordisqueó de forma poco delicada por encima de la tela del sostén, aunque compensó casi al instante con un trato más sensual y gentil, mirándola a los ojos mientras lo hacía. Ella seguía muy sensible en los pechos por su maternidad, más grandes e hinchados, por lo que cada toque la hacía estremecerse. Tanta excitación sintió de pronto, que soltó el miembro para acomodarse encima y empezar a mecerse sobre él, buscando así el contacto y el placer superficial para ambos.

Stan gruñó de gusto, y apenas se aguantó poco más de un minuto así para luego susurrar con voz ronca a la vez que le dedicaba su mirada más apasionada y oscura por el deseo.

- Adentro, adentro.

Kohaku asintió con fervor, queriendo lo mismo, y sólo se levantó un poco para lograr completar la unión, haciéndolos gemir a la par y con fuerza, a la vez que se sonrieron mutuamente. Queriendo más, ella se fue empujando hacia abajo hasta que se sentó por completo, estremeciéndose entera. Stan lo sintió y entreabrió los ojos, abrazándola con fuerza.

- Oooh, preciosa, hasta el fondo, tú sí puedes. Quédate así un momento.

- Te amo tanto que siento que esto aún no me alcanza para fundirme contigo –Dijo Kohaku con necesidad.

- Por eso quiero que te quedes así, para sentir eso mismo. Te amo, te amo, te amo...

La quietud no le duró mucho a Kohaku, le resultó muy difícil hacerlo luego de derretirse con la pasión tan dulce que Stan le transmitía, por lo que empezó a moverse con ímpetu. El corazón ya les latía a cien para ese momento, y se besaron profundamente para mantener su conexión mientras continuaban su entrega. La rubia siguió con toda su energía y potencia, sintiendo el familiar cosquilleo tenso que empezaba a formarse en su interior luego de unos pocos minutos así. Siempre pasaba que cuando estaba tan excitada, entregada al placer, además de disfrutar las celestiales sensaciones de tener al amor de su vida llenándola maravillosamente y frotando sus puntos más sensibles por fuera, no tardaba más de cinco minutos en alcanzar el clímax, y lo recibía con todo gusto.

Stan intuyó también que eso estaba sucediendo por cómo se movía Kohaku sobre él, completamente desatada y moviéndose con un vigor que encontraba fascinante, por lo que la mantuvo abrazada con una mano, mientras con la otra acunaba uno de sus senos y acercaba su boca para saborear la tersa piel y darle todo el placer posible.

- Aah, Stan...

Kohaku gimió de gusto, aferrándose a un puñado de los rubios cabellos de él con su mano, mientras le rodeaba el cuello con la otra para sostenerse así a medida que sus movimientos se iban volviendo más erráticos.

Finalmente se deshizo de placer un momento después, tratando involuntariamente de alejarse ante tanta estimulación, pero Stan la agarró del trasero y la jaló con fuerza hacia él, gruñendo ante cómo el interior de ella lo apretaba y exprimía, estaba tan cerca también que esperó lo mínimo para que ella atravesara su orgasmo para tomar el control, y sin cambiar de posición solamente apoyó sus pies en el sofá para darse más impulso y continuar así, hasta que él también se sintió estallar y lo hizo dentro de ella, gimiendo sonoramente.

Kohaku apenas podía elaborar un pensamiento, ya se había relajado al máximo y seguía perdida en su placer, cuando apenas un minuto después sintió que Stan volvía a moverse dentro de ella. Ni bien lo miró, él le sonrió seductor y le susurró con voz acaramelada.

- Como conejos, dijiste... Es una noche especial, ¿quieres recordar nuestra faceta animal? Yo también la extraño un poco.

- ¡Ja! –Lo abrazó por el cuello y le dio un largo beso, terminándolo con un mordisqueo en el carnoso labio inferior de su esposo– Claro que sí.

Exhibiendo una sonrisa deslumbrante, Stan la agarró fuerte contra él y los volteó rápidamente, quedando encima de ella y entre sus piernas, empujándose una vez con decisión y mucha profundidad, haciéndola jadear fuerte.

- Esa es mi señora Snyder, nada mal. Por más buena jinete que seas, o, mejor dicho, amazonas, déjame a mí llevar las riendas esta vez.

- Con todo gusto.

Al día siguiente, sin poder contener más su entusiasmo, Kohaku llamó a Tsukasa por teléfono, contándole la novedad de que quería volver a entrenar, consultándole si él seguía disponible y con ganas de continuar siendo su entrenador. Su amigo la apoyó y aceptó sin dudarlo, aunque en ese momento estaba de viaje por un combate en un torneo grande, volvería a Tokio la semana siguiente. El luchador dijo que armaría su cronograma semanal y le pasaría los horarios disponibles, de forma tal que ella pudiera organizarse con su hija y encontrar una niñera.

Como no tenía amigas con hijos, le preguntó a su padre si también conocía una niñera, ya que él le había recomendado a Turquoise, pero Kokuyo no pudo ayudarla con eso, quedaron en que averiguaría. Consultó en el grupo cercano de amigos, y Chrome dijo que él tenía a la persona indicada. Quedaron en hablar la tarde siguiente, ya que él iba a su casa para pasear a Sam.

El castaño llegó a eso de las cinco de la tarde, cuando Stan también estaba ya en la casa, aunque inmerso en la escritura de su proyecto de trabajo.

- ¡Hola, Chrome! –Saludó animada Kohaku– Pasa.

- Hola, Kohaku –Apenas le devolvió el saludo, fue asaltado cariñosamente por el perro, que estaba muy feliz de verlo–Y hola a ti también, Sam. Espera unos minutos y salimos a pasear.

Entraron en la casa, donde Stan se acercó a saludar a su cuñado, llevaba puesto el portabebés con Saori durmiendo segura contra su pecho mientras estudiaba, y hablaron un poco sobre las ocupaciones de los tres antes de ir al tema principal.

- Para cuidar de Saori puedo recomendar a mi prima, Suika.

- ¿Tu prima? Recuerdo que la mencionaste alguna vez, pero todavía no la conocimos personalmente. ¿Tiene experiencia con niños?

- Sí, aunque es una prima segunda en realidad, somos cercanos y hemos vivido juntos, así que la considero como una hermana. Ha cuidado de varios, es muy amigable y responsable, y a veces tiene ese trabajo a medio tiempo para poder pagar sus clases de ciencia, a la par de la universidad. Tiene... creo que dieciocho años ahora.

- Oh, es joven –Comentó Kohaku.

- Sí, pero no lo parece, y a ella le gusta ayudar y hacer bien las cosas, además de que es una de las chicas más alegres que conozco. Fue a la secundaria con Mirai, la hermana de Tsukasa.

- ¡No me digas! ¿De verdad? –Preguntó muy sorprendida, sonriendo ampliamente.

- Sí, son amigas cercanas. ¿Quieres que te pase su contacto, así la llamas?

- Por favor. Si la recomiendas tanto, y además seguro que Tsukasa la conoce, será perfecto. La idea es que me acompañe a entrenar a donde está él, no pretendo dejarla sola aquí mientras yo me voy.

- Seguro le encantará la propuesta, le pregunté si estaba disponible y me dijo que sí, aunque por las mañanas y alguna tarde.

- ¡Genial! A esa hora solía entrenar, que es cuando Stan está fuera de casa, así que será perfecto. Muchas gracias, Chrome.

- De nada, ahora me llevo a Sam –Revisó su teléfono y tocó la pantalla un par de veces– Listo, ya te envié el contacto de Suika, puedes mandarle un mensaje ahora, debe de estar en su casa.

Como el joven ya tenía una copia de las llaves de la casa, dado que Ruri se las había prestado, le puso la correa al perro y salieron. Kohaku dio unos saltitos de alegría, abrazando a su esposo con su hija en medio.

- ¡Qué coincidencia, me encanta! Estoy segura que Suika me va a caer muy bien, ya quiero conocerla.

- Y que tanto ella como Chrome se dediquen a la ciencia, de seguro son primos cercanos y que se pasan el día hablando de eso.

- Conociendo a Chrome, de seguro que sí –Le dio un besito en la cabeza a su hija– Ya presiento que tendrás una buena niñera, Saori, y mamá podrá volver a entrenar, al fin. Oh, mírala, duerme tan profundo.

- ¿Verdad que fue una buena idea tenerla así? –Preguntó Stan contento– No está nada mal, yo hago mi trabajo y a la vez puedo estar con ella, al menos mientras duerme o está tranquila.

- Sí, se la ve a gusto –Y agregó, mirándolo con dulzura– Quién no lo estaría con tu cariño y protección.

- Si quieren se turnan así las dos tienen un ratito conmigo –Contestó, guiñándole un ojo.

Kohaku asintió y le devolvió el guiño juguetón, antes de ponerse de lleno a escribir el mensaje para Suika. No pasaron ni diez minutos cuando le llegó la respuesta, y siguieron mensajeándose al instante para coordinar una entrevista, y que la joven estudiante pudiera conocerlos. Acordaron para la tarde siguiente a las cuatro de la tarde, para esa hora Stan ya regresaba del trabajo.

Tan ansiosa y contenta que estaba, Kohaku le contó esa novedad a Tsukasa, que confirmó que conocía a Suika y que eran muy amigas con su hermana menor, aseguró que esa joven sería una muy buena niñera para Saori, era una chica muy dulce e inteligente. El día no pasó lo suficientemente rápido para Kohaku, de tanta emoción, y cuando llegó la tarde siguiente, mientras jugaba con su hija en el "gimnasio de bebés", dio un salto apenas escuchó el timbre. Stan cuidó de tener a Sam junto a él para que no invadiera con su entusiasmo a la visitante.

En cuanto abrió la puerta, Kohaku sonrió al conocer a Suika: La chica era una bonita joven esbelta, un poco más baja que ella, también rubia y de unos ojos color miel muy cálidos y animados. Lejos de ser tímida, Suika saludó con respeto, aunque al instante mostró una amplia sonrisa y se presentó con confianza.

- Bienvenida, Suika, gracias por venir tan pronto. Puedes llamarme Kohaku, no seas formal conmigo. Pasa, así conoces a mi esposo e hija.

Ni bien entró, la joven jadeó de sorpresa y expresó un gemido de ternura al ver a Sam, extendiendo los brazos hacia él para saludarlo. Stan lo soltó, sonriendo aliviado de que ella fuera amigable con los perros.

- ¡Hola lindo! ¡Qué peludo eres, amigo! ¡¿Cómo se llama?! –Preguntó, riendo.

- Se llama Sam, tiene cuatro años. Y en cualquier momento vas a ver a Aki, nuestra gata, es muy mimosa también. ¿Te gustan los perros?

- ¡Me encantan! –Asintió, riéndose mientras recibía los lametazos del perro– Tengo uno un poco más chico y todo blanco, llamado Chalk. ¡Ay, perdón! Buenas tardes, señor Snyder.

- No te preocupes, y llámame Stan, por favor –Levantó a su bebé del suelo, cargándola en brazos– Y aquí te presento a la pequeña Saori, espero que se lleven bien.

- ¡Oooh, es una bebé muy bonita! ¡Qué lindos ojos tiene, parece una muñeca!

- Es nuestra princesita –Afirmó Stan, todo orgulloso.

- Sí que lo parece. ¿Cuál es su juguete favorito?

- Estos dos de aquí –Kohaku levantó del gimnasio el peluche del sol con flecos, y el de la luna con la textura estilo agujeros por los cráteres– Puede pasarse varios minutos tocándolos y riéndose sola con ellos, le encantan.

- ¡Qué linda! Entonces los tendré y me presentaré con ellos, así ya me asocia a algo que le gusta mucho.

- Nada mal, qué buen detalle –Observó Stan con interés– ¿Cuidaste de varios niños?

- Sí, durante unos años me criaron unos amigos de mi familia, que siguieron teniendo unos cuatro hijos pequeños después de mí, así que ayudé a cuidarlos y así aprendí naturalmente.

- ¡Excelente! ¡Ja! Entonces tienes más experiencia que yo. ¿Tus padres estaban de viaje? –Preguntó Kohaku con curiosidad.

- Hmm... No, soy huérfana, fallecieron cuando era chica.

- Oh, perdona, no sabía –Se apresuró a contestar, apenada.

- No te preocupes, pasó hace mucho. Al principio viví con la familia de Chrome, pero luego los padres de él enfermaron y la familia de mi mejor amiga se ofreció a cuidarme hasta que tuviera la mayoría de edad y pudiera vivir sola, lo cual estoy pronto a hacer, cumplí los dieciocho el nueve de septiembre. Los quiero mucho y fueron muy buenos conmigo, por eso les retribuí mi agradecimiento ayudándolos a cuidar a sus hijos menores.

- Ya veo, qué gentil eres, Suika. Ven, siéntate con nosotros. ¿Quieres tomar té? Lo tenemos preparado.

- Si no es molestia, sí, lo acepto, muchas gracias.

- Yo voy a buscarlo –Dijo Stan, pasando su hija a brazos de la madre.

El rubio se había contenido de reaccionar al oír que Suika era huérfana, como él. Y por lo que había oído alguna vez, pero no había querido husmear, los padres de Chrome habían sucumbido a su enfermedad unos años después, aunque al parecer ambos habían perdido a sus padres a una edad más joven que él mismo, debió de haber sido duro. Empatizó inmediatamente con Suika, y la admiró por lo alegre y dedicada que parecía ser.

Volvió a los minutos con una bandeja con tres tés servidos, además de unos platos con galletas y budines, sonriendo al ver cómo lo habían esperado para continuar la charla, y ya la joven estaba jugando con Saori, sonriéndole dulcemente y usando al peluche de sol como títere para ganar la confianza de la bebé. Repartió la merienda en la mesa baja que a la vez era un abrigado kotatsu, donde se sentaron los tres, alrededor de esta, para conversar cómodamente.

- Chrome nos contó que estudias ciencia en la universidad. ¿Qué especialidad?

- ¡Sí! Ciencia aeroespacial, como él. Como crecimos juntos, me inspiró y me fui interesando en la materia, hasta que decidí dedicarme a esos estudios. No elegí todavía qué área más específica, quiero conocer un poco más.

- Qué interesante –Comentó Stan– Sabes, mi mejor amigo Xeno, y su novia Tatyana, son científicos aeroespaciales también. De seguro se conocen un día, o te invitamos cuando vengan a cenar, tendrán mucho para hablar.

- ¿Xeno? –Preguntó sorprendida Suika, y luego abrió mucho sus ojos– ¡No me digas! ¡¿Xeno...?! ¡¿El doctor Xeno Wingfield es tu amigo?!

- El mismo, veo que lo conoces –Asintió Stan, sonriendo.

- ¡Claro que lo conozco, es una eminencia! Hace varios años Chrome me contó que él vivió aquí, fue el profesor de ciencias de su escuela. ¡¿Cómo que invitarlo a cenar aquí?!

- ¡Ja! ¡Qué recuerdos! –Rió Kohaku– Y también el mío, si fuimos al mismo colegio él y yo, ahí lo conocí. Sí, aunque en ese momento era un coordinador que yo no apreciaba mucho, era muy serio y estricto. Pero luego lo conocí de otra forma gracias a Stan, y lo quiero mucho, es muy cercano a nosotros, y va a ser el padrino de Saori. Volvió a Japón hace unos meses, van a quedarse por un año con su novia, Tatyana Kondakova, una científica rusa también renombrada. Están haciendo un proyecto conjunto de la NASA con JAXA, por eso están aquí.

- ¡Oh, no puedo creerlo! ¡Sería un honor conocerlo! A la doctora Kondakova no la conozco, pero su apellido me es familiar... Una astronauta famosa, Yelena Kondakova.

- Es su sobrina –Afirmó Stan.

- ¡AAH! –Suika jadeó y se llevó la mano al corazón, con los ojos muy brillantes– ¡¿De verdad?! Ay, es demasiada emoción, tantas personas que admiro...

- Entonces ten por seguro que te invitaremos a comer un día que ellos vengan, así puedes conocerlos personalmente. No te preocupes, no depende de si quieres cuidar a Saori, ya me caes bien y me encantaría que puedas conocerlos.

- Eres tan amable –Murmuró Suika emocionada casi hasta las lágrimas– Era el destino conocerlos a ustedes, el mundo es un pañuelo. Y claro que quiero cuidar a Saori, no sólo por esto último. Si ustedes me aceptan, claro.

- Suika, coincido en que ya me caes muy bien también, estoy segura de que mi hija va a adorarte, y que nos llevaremos como buenas amigas –Dijo Kohaku con una amplia sonrisa.

- ¡Muchas gracias! ¡Daré lo mejor de mí!

- Te pagaremos muy bien, y te confiamos con tranquilidad el cuidado de nuestra bebé –Añadió Stan– Nos alegrará poder ayudarte también con tus estudios.

- Muchas gracias, de verdad... Ahora sí estoy tranquila de que podré seguir mis clases particulares con Sai.

- ¿Sai? –Preguntó Kohaku, de pronto atenta– Sólo conozco a un Sai aquí en Tokio, es el hermano de un gran amigo nuestro, pero es profesor de matemática y es programador, no sé si será él...

- ¡Sí, Sai Nanami! –Asintió Suika, radiante– ¡¿También lo conocen?!

- No, no personalmente, conocemos a Ryusui, su hermano menor. Sólo oímos de él alguna vez.

- Ah, entiendo. Lo conocí porque la familia Nanami tiene un sistema de becas que ayudan a estudiantes universitarios, y yo pude recibir una de ellas, por eso puedo estudiar en la universidad, que de otra forma no podría pagar por mi cuenta.

- Ooh, no sabía de eso –Dijo Kohaku, sorprendida– ¿Y cómo llegaste a tomar clases con Sai personalmente?

- Bueno, tomé unas clases de apoyo con él para asegurarme un buen puntaje de ingreso, las matemáticas avanzadas no eran mi fuerte. Como Chrome también conoce a Ryusui, así me recomendaron a su hermano mayor, que es muy gentil y aceptó darme clases. Tuve que dejar porque no podía seguir pagándolas, pero siempre quise volver, ahora para conectar con la parte de programación aeroespacial.

- Ya veo, qué bueno –Dijo Stan sonriendo– Entonces estaremos más que contentos de poder ayudarte a tus estudios. Ryusui es una de las personas más generosas que conocemos, así que no dudo que su hermano debe serlo también.

- Sí, así es. No es nada soberbio, no te enterarías que viene de una familia tan famosa y adinerada, aunque en parte es porque él se alejó un poco de todo eso.

- Qué genial, cómo hay más coincidencias que nos acercan –Intercedió Kohaku, tomándose la confianza de tocarle el brazo con cariño a Suika– ¿Cuándo puedes empezar? Además de mi entrenamiento que empieza la próxima semana, nos gustaría que puedas empezar a familiarizarte con ella estos días, para que Saori ya esté tranquila y cómoda contigo.

- Tengo todas las mañanas libres, así que puedo venir cuando quieran esta semana, en el horario que suela estar despierta la bebé. Las tardes suelo ir a la universidad o estudiar en casa, pero podría acomodarme si quieren que venga alguna tarde...

- ¡Perfecto! Tranquila, cuando a ti te quede cómodo, no queremos alterar tus horarios ya ocupados. ¿Mañana de diez a doce del mediodía, te parece?

- Sí, puedo.

- Muy bien, muchas gracias, Suika.

Continuaron conversando animadamente, Kohaku y Stan contando más de ellos para que la joven los conociera un poco más. Con un último buen gesto por ese día, Stan llamó a Xeno por video-llamada y le presentó a Suika, contándole de sus estudios.

- Qué elegante coincidencia, doctora Suika, es un honor ser una referencia para usted.

- ¿Doc... doctora Suika? ¡Ay, no, por favor, me apena mucho que me llame así si soy una estudiante que apenas empieza!

- Ah, no te preocupes por eso, Suika, Xeno tiene ese trato formal –La calmó Kohaku, cuando vio furiosamente sonrojada y apenada a la joven.

- De seguro podemos organizar un día para que visites las instalaciones de JAXA, si gustas.

- ¡M-Me encantaría! ¡Muchas gracias, doctor Wingfield!

- Doctor Xeno está bien –Corrigió con una pequeña sonrisa el científico.

- No dejó al lado el "doctor", cómo le gusta, eh... –Susurró Stan a Kohaku por lo bajo, riéndose ambos.

- Un gusto conocerlo, doctor Xeno, gracias, ¡gracias!

- Si tienes algún proyecto o idea que estés desarrollando o te interese revisar, llévala contigo ese día, estaré encantado de leerlo y conversarlo contigo.

Al rato cortaron la conversación, y Suika estaba tan conmocionada por haber conocido a alguien que admiraba tanto y que estuviera tan dispuesto a ayudarla, además de las otras coincidencias y tanta generosidad de la familia Snyder, que en broma dijo que tenía que irse a su casa, o no resistiría más sorpresas y emociones de ese estilo. La despidieron con amabilidad y confianza, quedando para el día siguiente. En cuanto quedaron solos, Kohaku saltó para colgarse a su esposo, soltando un gritito de felicidad.

- ¡Qué maravilla! ¡Me encantó! ¡Ja! Stan, Suika de verdad parece perfecta para nosotros, lo sé, ¡lo sé!

- Sí, así parece, también me alegraron tantas coincidencias. Si es tan responsable y tiene buena relación con varias personas cercanas nuestras, sin dudas que será un gran acierto poder contar con ella para cuidar bien de nuestra hija, estará en buenas manos.

La mañana siguiente, el primer día de trabajo de Suika, fue tan bueno como Kohaku esperaba. Veía a la joven manejarse muy segura al cargar y mover a la bebé, era puras sonrisas al jugar con ella, y había resuelto bien el momento en que Saori había empezado a llorar, necesitando un cambio de pañal, el cual también hizo con facilidad. Era evidente la soltura y experiencia que tenía, un verdadero alivio para la madre, además que hacia el fin de la breve jornada la bebé había empezado a sonreírle de vuelta a su cuidadora. Por la tarde Kohaku le contó con todo detalle a Stan, feliz con esa primera experiencia, y con eso se decidió a contarle a su familia y a Tsukasa. Los tres compartieron la alegría de que la prima de Chrome fuera también la nueva niñera definitiva de Saori, y que "quedara en familia".

La siguiente gran noticia, digna de la bondad y siempre generosa predisposición de Tsukasa, fue que él le ofreció hacer hasta fin de año los entrenamientos en la casa de ella, para así no tener que lidiar con el problema del gimnasio y de que la bebé no estuviera cómoda allí. Kohaku le agradeció profusamente, además de afirmar que sin dudas le pagaría más por las molestias, aunque él se negara en un principio.

Luego del fin de semana, el castaño volvió a Tokio, y el mismo lunes por la mañana hizo presencia en la casa de la pareja, donde ya estaba Suika hacía media hora.

- ¡Tsukasa! ¡Qué bueno volver a verte! ¡Te extrañé mucho! –Exclamó Kohaku, dándole un fuerte abrazo a su amigo y maestro.

- Lo mismo digo, Kohaku –Contestó él, sonriendo ampliamente y devolviéndole el abrazo– Y no sólo de vernos, sino de entrenar, también extrañé a mi mejor alumna.

- ¿Cómo está Saori?

- Entra a casa y mírala por ti mismo, no te imaginas cuánto creció.

Lo tomó de la mano con entusiasmo, y pasaron dentro. Allí estaba Suika cargando a la bebé, por lo que la estudiante le dio un abrazo afectuoso con un solo brazo, intercambiando cálidas palabras ya que se conocían hacía muchos años. Tsukasa agarró a Saori y la alzó, poniéndola a la altura de su rostro. La niña lo reconoció, y sonrió al instante, llevándose las manitos a la boca.

- Hola, Saori. Qué grande y fuerte estás.

- Aaaaa... ¡Pppp! ¡Da daa daaa! –Exclamó la bebé, balbuceando.

- ¿Ya podemos conversar? ¡Muy bien! –Felicitó con sus ojos muy abiertos de la sorpresa– ¿De cuánto me perdí en un mes?

- Es que crece y aprende demasiado rápido, ni yo puedo creerlo. Lo que más dice es "da-da" últimamente, y porque Stan insiste y se lo festeja mucho, está convencido de que ella lo está llamando como "papá" en inglés.

- Hmm, es muy conveniente –Sonrió Tsukasa.

- ¡Da-da! –Dijo Saori, mirándolo con sus ojitos zafiro tan brillantes, delineados por sus largas pestañas tal como el padre.

- Que el verdadero "dada" no te escuche, o se va a poner celoso, hija –Murmuró Kohaku en broma.

Los tres rieron con picardía, y Saori soltó una carcajada para imitarlos, que siempre era bien festejada por lo adorable que era. Tsukasa devolvió a la bebé a brazos de Suika, y se arrodilló para dar unas palmadas y rascadas a Sam, que también estaba aguantándose las ganas de recibirlo con mucho entusiasmo, meneando su cola con energía.

- Qué bueno es volver aquí, esta casa es siempre tan animada. De verdad lo disfruto más que el gimnasio, se respira un aire más limpio y puro, me gusta.

- Muchas gracias por venir, de verdad.

- ¿Empezamos?

- ¡Sí!

A pesar de que Kohaku se consideraba "oxidada", Tsukasa le reconoció que seguía muy bien con sus finos reflejos y fuerza de ataque, aunque en lo que se había vuelto mucho más cauta instintivamente era en la defensa, lo cual era entendible, había algo de instinto maternal allí. Eso la frustró un poco, porque limitaba sus contrataques, pero el luchador la tranquilizó con que era el primer entrenamiento que tenían en mucho tiempo, pronto lo irían mejorando y usando a su favor. La clase duró dos horas, con un par de pausas para que la rubia tomase aire y descansara unos momentos, además de que en una ocasión no hubo forma de consolar el llanto de su hija porque simplemente quería estar en brazos de su madre, había rechazado todo lo demás de parte de Suika, que la atendía muy bien.

Con un buen balance y ambos satisfechos, acordaron mantener el entrenamiento tres días a la semana. Ya que Tsukasa tenía algo de tiempo, luego de la clase se quedó tomando un té con ellas, contando su experiencia en el torneo y conversando amenamente. Al mediodía hicieron una video-llamada a Stan para saludarlo juntos y tranquilizarlo con que había resultado todo muy bien con Saori, la prueba definitiva superada, aunque eso más bien era una tranquilidad para Kohaku misma.

Dos semanas después, para inicios de diciembre, todo estaba mucho más acomodado y fluía armónicamente. Por momentos el que se mostraba más ansioso era Stan, ya que a veces se le hacía pesado tener que dedicar todas sus tardes al proyecto de aviación, cuando también quería hacer otras cosas o pasar más tiempo con su familia. Sabía que no tenía otra opción ya que tenía que terminarlo a tiempo, y tenía ya anotado el nivel de avance mínimo que tendría que alcanzar para cuando llegaran las fiestas de fin de año. No le era particularmente difícil su tarea, sin embargo, como él era tan detallista y profesional, tenía que ser cuidadoso con no hacer en su presentación propuestas que tenían un nivel demasiado alto de exigencia, aunque para él no le parecieran tanto por su destreza y costumbre.

Una tarde, cuando su gruñido de frustración resonó en la sala de estar, Kohaku se acercó y le puso frente a su rostro a Saori. Él suspiró, y su hija dejó salir unos balbuceos, mientras extendía sus manitos para tocar las mejillas de su padre. Stan sonrió ante eso con relajo, y acarició los pequeños dedos de su bebé.

- Tu consuelo es lo más lindo del mundo, princesita. Gracias por calmar a papá de su mal humor.

La niña lo miró con mucha atención, y entreabrió sus labios, abriéndolos y cerrándolos como si estuviera masticando algo.

- Aaah... Baaa –Contestó, extendiendo la "b" largamente.

- Sí, mi vida. ¿Qué fue eso? ¿Quieres decir "pa-pá"? ¿Paa-páa?

- B... Bbbbbbb. Ba-ba-baaa.

- Muy bien, estás cerca. Tú puedes, di "pa-pá". "Pppppp" –Imitó una larga pedorreta, sabiendo que había captado toda la atención de su hija.

- Saori, papá está cansado. Sé buena niña y alégrale la tarde –La animó Kohaku, dándole un beso en la sien a su esposo.

- ¿La tarde nada más? Si lo dice, me alegra el día, el mes, lo que queda del año –Dijo Stan, sonriendo ampliamente.

- Di "pa-pá", Saori, "pa-pá".

- Eso, escucha a tu madre. Di "pa-pá", mi amor.

La bebé le miró los labios, sin soltarle el rostro, e imitó en silencio un movimiento similar, pareciendo un pececito fuera del agua.

- Voy a filmar esto, es demasiado linda –Dijo Kohaku con una risita feliz, apresurándose a grabar con su teléfono.

Stan repitió con paciencia una y otra vez, sonriendo cuando la oía mínimamente empezar a probarlo en su boca, entre otros balbuceos.

- Pa... ¡Aaaaaappppaa!

- ¡Así! ¡Nada mal, Saori, nada mal! –La animó el rubio, entusiasmado, abriendo mucho los ojos al oír el acertado intento– ¡Papá! Paa-paa.

- Pa... Pa...

- ¡Ooooooh! ¡Lo dijo! –Exclamó Stan, boquiabierto, y miró a Kohaku con una sonrisa incrédula– ¡Amor, lo dijo! ¡Dijo "papá"!

- ¡Sí, la oí! ¡Quedó grabado!

- Pa-pa-pa-pa –Repitió Saori varias veces, algunas sílabas oyéndose más que otras.

- Eso mismo, mi princesa. Oh, qué regalo de la vida eres, me vas a matar de emoción.

- ¡Paaa! Ppppppppp... ¡Ahahahaha! –La bebé sonrió y soltó una carcajada junto con su pedorreta, encontrando divertido la cosquilla en sus labios, y palmeando sus manitos sobre las mejillas de su padre.

- Papá te ama... Papá te ama mucho –Susurró Stan, parpadeando con rapidez al sentir el ardor en sus ojos, por la tierna emoción y el orgullo, y le besó con cariño repetidas veces la regordeta mejilla– Haces muy feliz a papá, mi amor.

- Pa-pa.

- ¿Usted quiere explotar mi corazón de ternura, señorita Snyder?

- Apa pa-paaaa.

- ¿Quieres probar de decir "ma-má" también, Saori? –Dijo Kohaku, sonriendo.

La bebé la miró con atención, pensando, y volvió a abrir y cerrar sus labios repetidamente, probando.

- Pa-pa-paaa. ¡Pa-pa!

- ¡Ay! –Rió Kohaku, y finalizó el video– Bueno, de a poco, ya sabemos que "mamá" es más difícil de decir.

- Por ahora será "papá" solamente, su regalo para consolarme y motivarme a seguir con mi tarea.

- Hombre suertudo... Aunque no puedo quejarme, tiene razón, mi esposo es todo un "papucho", dan ganas de decírselo –Susurró juguetona, besándole el cuello.

- Y tú eres mi "milf", preciosa.

- ¡Oh, Stan! –Rió sonrojada, empujándolo en broma, y le quitó a la bebé de sus manos– Ya estás más animado, así que puedes volver a lo tuyo, esta niña cumplió su misión.

- La soldadita más efectiva que conocí. Me revitalizó completamente, gracias –Le acarició la cintura a su esposa– Y gracias a ti, mi amor.

- Cuando quieras, tus chicas Snyder estamos al servicio para apoyarte y hacerte feliz todos los días.

- Nada mal, se agradece.

Como no podía ser de otra forma, la novedad y el video se difundió a toda la familia y amigos cercanos. Con tantas felicitaciones y sonrisas de por medio, Saori, como todo bebé, empezó a repetirlo incansablemente cada vez que alguien le hablaba, así como también seguía practicando sus otras sílabas. Suika se tomó con entusiasmo el desafío personal de enseñarle junto a Kohaku a que la bebé dijera "mamá", aunque ambas sabían que podía tomarle casi otro mes lograrlo.

Cuando llegó la semana de las fiestas, acordaron hacerla en la casa de ellos, ya que además de Kokuyo, Ruri y Chrome, querían invitar a Xeno y a Tatyana. Supieron que Lillian había regresado a Japón para estar con su pareja Byakuya, por lo que los invitaron, pero la cantante rechazó amablemente la invitación ya que ese año lo pasaría también con Senku y su novia, aunque aseguró que harían algo juntos para fin de año, turnándose. Invitaron también a Tsukasa y su hermana Mirai, quienes esa vez aceptaron, ya que no tenían otra familia ni planes más que estar ellos solos. Suika lo pasaría con la familia con la que vivía, lamentándose de no poder ver a su amiga Mirai y a sus admirados científicos en esa ocasión.

Stan y Kohaku estaban emocionados de que esa iba a ser la primera Navidad de Saori, y le compraron un lindo vestido blanco con ribetes rojos. Habían comprado un árbol por primera vez, grande y bonito, y disfrutaron mucho armarlo con ella, la niña había jugado con todos los adornos, mirándolos con ojos muy abiertos y sonriendo con las lucecitas y los brillantes colores. Como estaban tan ocupados con la bebé y Stan con su proyecto, los demás ofrecieron llevar un plato de comida cada uno, aliviando así el ajetreo para los anfitriones, que prepararon una cantidad más habitual de algunos platillos favoritos.

El día de Nochebuena fueron llegando los invitados, todos animados y bien vestidos. Ya se imaginaban que la más consentida de esa noche sería Saori, a la cual no sólo dedicaron muchos mimos y palabras dulces, sino que todos habían llegado con un pequeño regalo para ella, fuera juguetes o ropita. Lo que más divertía y enternecía a Kohaku era ver a su padre babeando de amor por la bebé, hablándole con un tono aniñado y dulce, paseándola de un lado a otro de la casa y jugando con ella a alzarla a lo alto y bajarla rápido hasta su rostro, donde la "atacaba" a besos y cosquillas con su barba. La pequeña reía a carcajadas, gritando de alegría, y todos disfrutaban de verlos.

- ¿Te gusta divertirte con el abuelo, mi niña?

- ¡Ba-ba! ¡Baaaaaaaaaaaa! –Contestó Saori sonriendo.

- Ya veo, me alegro. ¿Me muestras cómo dices "papá"?

La bebé se quedó en un silencio atento, mirando a su abuelo, que repetía una y otra vez las sílabas para animarla.

- Pa-pa-pa.

- ¡Oooh! ¡Tan linda! –Exclamó enternecido, y la abrazó, mirando a los padres– Saori me trae tantos recuerdos, esa inocencia y las primeras palabras de mis hijas. Disfrútenlo, porque crecen demasiado rápido los bebés. Y cuando les diga "papá" y "mamá" con intención, sabiendo que los está llamando a ustedes, es uno de los días más felices de la vida.

- Aunque lo diga sólo por imitar, yo ya me sentí así –Dijo Stan.

- ¿Y dice "mamá"?

- Está cerca. Pone los labios para pronunciar la "m", pero le sale más como "ba" después.

- Ya lo hará.

Luego de brindar a medianoche, Kohaku y Stan entregaron varios regalos que habían preparado para todos, también como agradecimiento por toda la paciencia y ayuda que habían recibido con su hija esos meses. Hubo una risa general cuando vieron que Tsukasa había recibido un peluche de un león con unos guantes de boxeo, era demasiado adorable y una graciosa broma entre el significado de su nombre y su profesión. Al terminar de repartirlos, se hizo un silencio expectante que llamó la atención de Kohaku, ya que la mayoría tenía una mínima sonrisa y se miraron entre ellos, como esperando algo. En ese momento, Stan le entregó una cajita a Kohaku.

- Ábrelo, mi amor. Este es un regalo especial, en el que todos aportaron.

- ¿Eh? ¿Todos? ¿Sólo para mí?

Intrigada, abrió la cajita, para encontrar una llave. Levantó la vista, para encontrar una sonrisa más amplia en los demás.

- ¿Qué abre esta llave?

- ¿Vamos a dar una vuelta, así lo ves?

- ¿Ahora? Estamos en medio del festejo de Navidad...

- No te preocupes, seguramente los demás también quieran verlo, no vamos a ir solos.

La expresión de complicidad que tenían todos a la par era de lo más intrigante para Kohaku, sentía un cosquilleo de emoción anticipado. Buscaron los abrigos para salir, Ruri se ofreció a cargar a Saori, y se repartieron en dos coches para así entrar los nueve. El viaje no duró mucho, menos de diez minutos, mientras veían los alegres festejos de los vecinos del barrio, las animadas luces destellando en la ciudad, y algunos fuegos artificiales todavía coloreando el cielo. Frenaron en una calle en la que encontraron lugar para estacionar, y Stan tomó la mano de su esposa para guiarla, sin decir palabra, los demás siguiéndolos detrás. Doblaron en una calle interna peatonal, y se detuvieron frente a una edificación que parecía una casa de dos pisos de varios años de antigüedad, la entrada tenía un pasillo con canteros llenos de arbustos y un árbol mediano a los lados, que daban a un portón gris.

- Aquí va la llave.

Kohaku la introdujo en la cerradura, y apenas entró, Stan le tapó los ojos, guiándola a dar unos pasos más. Estaba oscuro, pero oyó que él tocaba una tecla cerca de la pared, y la luz aumentó. Cuando oyó que todos habían entrado y la puerta detrás de ella se cerró, su esposo le susurró al oído con voz dulce, y quitó su mano de los ojos.

- Feliz navidad, preciosa.

Ya sin poder aguantar más la intriga, la rubia miró alrededor, viendo una gran habitación vacía, era bastante más grande y larga de lo que aparentaba por fuera, debía tener uno cien metros cuadrados como mínimo. La pintura de las paredes necesitaba renovarse, así como algunos detalles que evidenciaban su antigüedad, y los pisos eran de madera, en buen estado. Al fondo había una escalera de hierro, que daba a un piso superior. Antes de que Kohaku pudiera caer en cuenta de lo que era esa sala, Tsukasa se adelantó y le apoyó una mano en el hombro, sonriendo.

- Espero que te guste el lugar, y que podamos compartirlo para trabajar juntos, Kohaku, si tú quieres.

- ¿Qué...? –Empezó a preguntar, abriendo mucho los ojos, luego jadeó al percatarse de lo que era, y exclamó con emoción apenas contenida– ¡AAAH! ¡NO...! ¡NO ME DIGAN QUE ES...!

- Un paso adelante para cumplir tus sueños, mi amor –Completó Stan, guiñándole un ojo, devolviéndole la mirada llena de felicidad.

Kohaku se tapó la boca con las manos y dio unos pasos atrás, sin poder creerlo. Sentía el corazón latir con mucha intensidad, y la emoción empezaba a llegar a su garganta, y a subir por sus ojos, llenándolos de lágrimas. Los demás sonrieron al verla, se esperaban una reacción así y estaban muy felices por ella. La rubia al fin avanzó unos pasos, mientras empezaba a sollozar, girando en un círculo completo para mirar toda la sala. Volvió a encontrarse con Stan y Tsukasa frente a ella, y sin poder contenerse corrió hacia ellos y extendió sus brazos para abrazarlos a la vez, con todas sus fuerzas, llorando sin control al dejar salir toda su emoción y felicidad.

- ¡Gracias, gracias! ¿Cómo...? Oh por dios, Stan... Tsukasa... ¿Qué hicieron?

- Cuando me dijiste que tu sueño era tener un lugar propio para poder entrenar y enseñar, pensé que era algo que podía ser más accesible de lo que pensabas. Le comenté a Tsukasa, para pedirle su opinión y demás, ya que él conoce más de salas de entrenamiento, y ahí fue cuando pensamos que podía ser mucho más fácil si comprábamos un lugar así entre los dos, para que compartan ustedes, al menos como un comienzo –Explicó Stan.

- Pero el dinero... ¿Cómo hiciste, Stan? Por más que sea mitad y mitad, ¡es como comprar una casa!

- Tengo mis ahorros, y usé un poco de nuestra cuenta conjunta, en la que tú depositaste también parte de lo que ganaste con tus competencias, espero que no te moleste que no te lo consulté. Y además... Cuando se lo conté a tu familia y a Xeno, ellos quisieron también hacer un aporte. Ah, y se corrió la voz y Ryusui y Lillian también se enteraron, por supuesto, ya los conoces.

- Oh no, no lo hicieron... Es mucho... Todos...

- Lo hicimos con todo gusto y por iniciativa propia, no te preocupes, Kohaku –Aclaró Xeno, sonriendo amablemente.

- ¿Cómo no íbamos a querer contribuir para ayudarte a cumplir un sueño, hija? –Añadió Kokuyo– Y cuando Stan nos contó que también habías pensado en eso para que fuera más fácil y agradable para Saori, no hacía falta pensarlo dos veces.

- Papá... Xeno... Todos, gracias… –Dijo Kohaku con los ojos rebalsando de lágrimas.

- Como ves, hay que hacer algunos arreglos de mantenimiento aquí, eso también lo hizo más accesible en el precio. Pero no está nada mal, ¿verdad? Y arriba hay otras dos habitaciones, que pueden usarla como estudios o descanso, hay un baño en cada piso, y una cocina pequeña. Se compran algunos equipos o materiales de entrenamiento, unos pocos muebles funcionales y listo. Tiene habilitación para apto profesional, está pensado para ser una sala de danza o de entrenamiento deportivo.

- Es perfecta, Stan. No sé cómo agradecerles. ¡Aaaaaaah!

Estallando de felicidad y entusiasmo, dio un salto para treparse al cuerpo de su esposo, que la atrapó y compartieron unos cortos besos. Cuando bajó al piso, volvió a abrazar a Tsukasa, soltando un gritito de emoción y de risa.

- ¡Ja! ¡Entrenar y trabajar contigo, no puedo esperar!

- Me alegra mucho también, y será muy cómodo y tranquilo poder entrenar aquí. Nos queda cerca a los dos, y poco a poco podemos ir preparándolo para abrirlo como una sala de entrenamiento de artes marciales mixtas y otras clases que quieras dar, Stan me contó muy buenas ideas que tienes.

- ¡Sí! ¡Por favor! ¡Oh, no puedo creerlo! ¡Es un regalo verdaderamente soñado, demasiada felicidad! No me alcanzan las palabras para agradecerles.

Radiante de felicidad, Kohaku fue acercándose a cada uno para darle un fuerte abrazo y muchas palabras de agradecimiento. Recorrieron juntos la casa de dos pisos, y cuando terminaron, salieron y cerraron bien, para volver a la casa y continuar el festejo de Navidad. La rubia seguía muy enérgica por la emoción, y aprovechó el breve viaje para mandarle un mensaje de voz de agradecimiento también a Ryusui y a su tía Lillian.

Al llegar a la casa, estaba todavía tan emocionada que no podía estarse quieta, en su mente ya imaginaba las posibilidades que ofrecería el año siguiente, sin dudas iba a empezarlo renovada y con mucha esperanza y prosperidad para su familia, además de un impulsado y emocionante desarrollo profesional tanto para Stan como para ella, se sentía muy afortunada de poder empezar a equilibrar la maternidad que tanto estaba disfrutando con su vocación profesional, de una forma armoniosa y segura, con todo el apoyo de su gente más querida. Con eso en mente, propuso un segundo brindis, en el cual volvió a agradecer a todos, además de expresar sus mejores deseos de abundancia, amor y salud para todos, concluyendo al alzar su copa con la expresión en la que confiaba y que que dirigía su vida.

- ¡Avancemos paso a paso, sin detenernos, hacia lo que queremos y creemos, juntos! ¡Salud!

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Buenaas! Aquí estoy de vuelta, al fin, tuve mucho trabajo y estudio estas semanas. Pero logré terminar el capítulo para continuar esta bonita historia que está llegando a su fin, a todo lo alto como merece. Sí, le quedan dos capítulos según estimo, así que quiero darle un lindo y feliz cierre que corone con éxito la vida de los personajes. ¡Por supuesto que se vienen más historias (cortas y más largas) de Stan y Kohaku! Algo concluye, para dar lugar a otra cosa, así es la vida.

Detalle especial que hoy/mañana, según el país y la hora, (1 de Septiembre) es el cumpleaños de Stan, así que este capítulo casualmente es mi regalo para él y su merecida felicidad jeje.

Gracias por seguir acompañando, leyendo, dejando amor y disfrutando juntos. Hasta el próximo capítulo, y que disfruten su semana!