Hola, hace mucho que no me pasó. Lo sé ¡Perdón! Pero es que en unos meses me mudo y estaba buscando casa. Ya resuelto eso me pude poner con el fanfic.
Tengo una mala noticia: se me borró el documento donde escribía los capitulos snif snif. Pude recuperar una versión anterior pero tendré volver a escribir lo perdido u.u.
Así que algunas veces tardaré más en publicar
Española: Republica Domicana y en esa época incluía el territorio de Haití.
—Sé puede saber que os pasa —susurró Cuba al arribar al lado de La Española, quien paseaba con una expresión de amargura en su cara.
—¿De verdad os lo preguntáis? —Por el celeste de sus pupilas centelló una luz de rabia y ahogó un grito al percatarse de la confusión de su hermano— ¿Cómo lo podéis soportar? Me refiero a compartir espacio con ellos —Gruñó volviéndose a los virreinatos, las colonias más ricas del imperio y, específicamente, a Panamá*.
—¿Que sucede? —preguntó Puerto Rico curiosa por la conversación y la actitud tan reservada que las otras islas mantenían.
—Española está celosa de nuestros hermanos —explicó fastidiado.
—¿No sentís vergüenza de estar celosa de unos niños?
—¡No estoy celosa! Más bien, gracias a ellos descubrí que padre ha cambiado de prioridades—agregó con una mueca agria y poniendo las manos en las caderas con enfurecida sensualidad.
Cuba rodó los ojos.
—¡No estoy celosa! Padre me tiene abandonada. Bua, bua —La otra chica imitó la voz de su hermana ante la mirada atónita de esta—. Estáis con ese discurso desde antes de subirnos al galeón.
—¡Mas es verdad! —bramó sintiéndose insegura por el giro de los acontecimientos.
—Que nos está visitando menos eso os lo concedo. Mas conocéis su ambición y su carácter. No comprendo por qué os afecta tanto. La única preocupación de nuestro padre es aumentar el reino y para ello debe construir distintas ciudades a las que arribar a descansar. Y tiene dedicarles tiempo —explicó segura mientras el cubano asentía silenciosamente.
—¿Y eso justifica que sus ropajes y sus moradas sean mejores que las nuestras? —murmuró grave señalando con una cabezada a los niños.
Tanto Puerto Rico como Cuba perdieron el aliento por un momento: la revelación cegó sus cerebros, no obstante, ellos decidieron ignorar el dolor con la esperanza.
—Solo es momentáneo, es obvio que necesita dejarlas bien establecidas para el futuro. Por eso les dedica tanto tiempo y recursos. Sus hijos representan su poder, por ello las nuevas colonias deben ataviarse correctamente, sino las otras potencias pensarían que resulta empresa fácil atacarnos —dijo el muchacho con rapidez para no perder la convicción.
—¿Entonces, por qué no dedicó tantos recursos a Nueva Extremadura? O mejor, ¿a Venezuela, si es la entrada al continente?
—Infantes que tienen y mantienen un comportamiento errático no deben ser agasajados de tal manera. Solamente alimentaras su beligerancia.
—Por supuesto ¿Y nos qué? —escupió con una sonrisa victoriosa al percatarse de que sus hermanos trastabillaban buscando las palabras.
—Ya se nos ha dado muchos ropajes en el pasado. Movernos es una empresa cara y no alcanza para todos. Estoy seguro que para el crudo invierno padre tiene preparado unas telas exquisitas para todos —respondió con aire triunfante.
La puertorriqueña sonrío y agradeció subconscientemente a su hermano por darle una razón para sentir alivio.
Española suspiró y les dirigió una mirada inescrutable: Cuba siempre había sido el tipo de persona que necesitaba que alguien le ordenara la vida. No importaba cuánto sufriera, el miedo a pensar por sí mismo lograba subyugarlo hasta en las situaciones más simples.
En cuanto a Puerto Rico… Sencillamente detestaba meterse en problemas. Vivir una vida libre de preocupaciones era su objetivo. Ella sí podía reflexionar y llegar conclusiones, pero su aversión a cualquier tipo de posible dolor la obligaba a permanecer en la superficie, con la consecuencia que difícilmente captaba la realidad en su totalidad y terminaba viviendo su propia mentira.
Todo esto ya lo intuía. Sin embargo, percatarse de ello la hizo sentir todavía más afligida y sola.
«Nadie me puede entender»
Se dio la vuelta, quedando de cara al océano. Entonces oyó susurros en francés, cerró los ojos y apretó los dientes con fuerza intentando acallarlos. De repente, la voz de Cuba se coló en sus sentidos y la calmó.
—Para impresionar al rey con el poderío de padre, para eso se nos solicita —dijo el chico feliz.
—Pues debe ser un verdadero flojo para que necesiten a todos —murmuró y rió por lo bajo Puerto Rico, arrancándole una pequeña sonrisa a Española.
—Yo creo que lo que padre va lograr es deprimirlo con su poderío.
—Oye, que el rey tampoco es tan vago. Tiene 7 hijos.
—Bah, eso no es nada comparado con padre y encima quiere seguir aumentando el reino.
—¡¿Más?! Si sigue así va a hundir el barco. Y adiós imperio—bromeó y fue secundada por las risas de quienes la rodeaban, para después el silencio aposentarse unos segundos antes de que la conversación retomara un rumbo más tenso— Parece que somos los únicos que conocemos los ulteriores motivos de padre.
—Todos piensan que es una vacación, lucen muy emocionados —murmuró Cuba.
—No todos —intervino por fin Española con tono oscuro.
—Vale, contando unos pocos y nos, todos están ansiosos por arribar.
—No lo entiendo —suspiró cruzando los brazos.
—No lo comprenden: los consentidos no ven más allá de sí mismos y el resto son muy pequeños para comprender la magnitud. Así de alterados en la metrópolis estarán que nos mandan a llamar. Menudo rey de pacotilla debe ser ¡¿Cómo le pueden dejar tamaña empresa?!
—Solamente presentarnos al rey quieren para que entienda la relevancia de su figura en el mundo y se haga cargo del reino, sino ¿por qué se tomarían tantas molestias? —conjeturó Puerto Rico
—Pienso lo mismo. Arriesgada en demasía es esta empresa. Algo sutil no nos hubiera movido de nuestras moradas y nos hubiera obligado a viajar al otro lado del mundo ¿No sentís curiosidad por cómo será? —cuestionó Cuba.
Española se abstrajo de la conversación, aburrida por el curso que había tomado y decidió concentrarse en el paisaje que tenía en frente hasta que unas voces gritaron en su oreja derecha. La chica chilló y se volvió enojada— ¿Qué os pasa? ¿Estáis locos?
—¡Llevamos un rato llamándote! —replicó el preadolescente
— ¡¿Y qué queréis?!
—Imbécil —esta vez habló Puerto Rico y aunque se encontraba enojada, también había un deje de preocupación en su voz—. Nos quería saber cómo había transcurrido el traslado**
La susodicha abrió los ojos, abandonando su gruñona expresión y remplazándola por una asombrada y, después, dubitativa y desanimada ¿Podrían ellos entenderla? No deseaba decepcionarse otra vez, empero el fuerte afecto que sentía por sus hermanos y las ganas de pertenecer a «algo» la vencieron—. Se podría decir que bien. Sin contratiempos —suspiró—. Pero no creo que haya servido de nada.
—¡¿Cómo que no?! Gracias ello ya no tenéis cerca los piratas ¿Os imagináis si hubiera pasado más tiempo?
La interpelada tembló del asco y del miedo—. Lo sé, lo sé. Mas, siento que… me estoy empequeñeciendo…—Los muchachos la miraron confusos y desconcertados—…Volviendo más torpe, perdiendo el control
—No os entiendo.
Española apretó los puños mientras maldecía mentalmente en francés. Entonces abrió sus ojos al máximo y en el reflejo del agua pudo ver las pequeñas cicatrices que circundaban su rostro.
—¿Española qué pasa? —dijo Cuba a la vez que se acercaban a la caribeña.
—Aún no han desaparecido —dijo entre dientes angustiada.
—¿Quiénes?
—L-los esclavos que hablan en francés. Sé que siguen arribando y estableciéndose en las costas sin problemas. Nos trasladaron para evitar mezclarnos, pero el problema no se ha resuelto. —Gruñó sintiendo como un calor violento volvía a extenderse por su cuerpo y escapaba por su boca— ¡Y padre no me quiere escuchar!
—¿Se lo has dicho y te ha dispensado? —preguntó Cuba sumamente preocupado
—No exactamente.
—¿Se lo has dicho varias veces y no hace nada? —inquirió Puerto Rico
—No.
—¿Se lo has dicho aunque sea una vez? —dijo de nuevo el muchacho cruzándose de brazos.
—Lo intenté hace un par de días, mas Filipinas parecía enferma y padre se encontraba muy preocupado y…No pude.
—¡Pobre Filipinas! —dijo ahogada la puertorriqueña mientras el cubano se tensaba.
—Los ancianos y los bebes son los más débiles de la sociedad —murmuró el muchacho con voz grave.
—Por eso no ha comido con nos últimamente: padre no quiere ni que ella se debilite más ni que nos enfermemos.
En medio de la conversación, Española comenzó a albergar emociones contrapuestas: por un lado disgusto porque su progenitor no consideraba la situación harto relevante y, por otro lado, culpa por haber deseado la atención que Filipinas necesitaba y por haberse encolerizado cuando debió ayudar a cuidar a su hermana.
—…Rodeados solo por agua, Filipinas debe luchar por sobrevivir…—continuó Cuba
—Y padre solo puede esperar y rezar a nuestro señor por una pronta recuperación. Rezaré por ella —aseguró Puerto Rico.
—Yo también.
—Y yo. —Los chicos viraron sus rostros asombrados, ya que habían olvidado por completo que Española se hallaba con ellos— Y creo que también voy a esperar a que nuestra hermana mejore.
—Sería lo mejor —dijo la puertorriqueña seria—. Española, padre os quiere. Es un hombre autoritario, no muy dado a demostraciones y algo egocéntrico, pero estoy segura que pensó en vos cuando se dio el visto bueno para el traslado ¿Qué se equivocó? Él no es perfecto. No obstante, si no manifestáis vuestra disconformidad nada hará.
La interpelada calló creando con ella un silencio incomodo—. Mañana iré a ver cómo sigue Filipinas.
—Perfecto y mejor todavía sería que fuéramos yendo al comedor, la campana nos llama.
El Sol mañanero ascendía por el cielo y desvelaba las incipientes curvas de mujer que tanta aversión y desespero causaban a Española. Allí, frente a la puerta del capitán, la preadolescente dudó un momento si dar a su presencia a conocer, consciente de su hipócrita preocupación por Filipinas.
Finalmente sus nudillos hicieron contacto con la madera y el cura abrió la puerta. La muchacha palideció «¿Habrá venido a dar la extremaunción?» Vio al hombre mover los labios, pero a sus oídos nada arribó «Señor, pido mil disculpas por mi errado comportamiento, jamás desearé la atención cuando otros…»
—!Española, pasad! —dijo su padre con inusitada alegría—. Monseñor, luego hablamos —lo despidió y el cura cerró la puerta sus espaldas.
La susodicha tardó un rato en responder, todavía en tensión y asustada— ¿Có-cómo está Filipinas?
—Mucho mejor. Acercaos.
La chica caminó hasta ponerse al lado del adulto para contemplar a la asiática acostada en su cuna y bien atenta a lo que sucedía a su alrededor. Unos fuertes brazos la sujetaron y la atrajeron al masculino pecho a la vez que unos ojos y una sonrisa aliviada la observaban— ¿Queréis cogerla?
En silencio, Española contestó alzando los brazos e inmediatamente sus músculos se contrajeron bajo el peso del pequeño ser. La mayor observó a la menor: aunque tenía mejor color, las ojeras delataban el trance por el que había pasado. Iris turquesa estudiaron otros celestes y la preadolescente deseó que la bebe tirara de su cabello y riera desvergonzadamente.
—Española.
La voz de su padre la trajo a la realidad, parpadeó y dirigió su mirada hacia él.
—¿Qué era lo que queríais decirme?
La chica ponderó sus opciones: aun cuando consideraba que su problema necesitaba una acción urgente, la convalecencia de Filipinas lo empequeñecía y podía lograr que quedara como una egoísta y quejica. Y ahí residía su máximo temor: sabía que su padre detestaba ese tipo de mujeres y le preocupaba enormemente convertirse en una de ellas ante sus ojos. Una cosa era decir que su progenitor no la quería y otra era creérselo y actuar en consecuencia.
«Al final resulte ser tan cobarde como Cuba», una mueca sardónica cruzó su rostro con la misma velocidad que un rayo, elevó el rostro a la vez que adoptaba la sonrisa falsa que su padre daría por sincera y con tono despreocupado dijo— No resulta relevante. Se puede tratar después.
*Al principio de la época colonial el mayor puerto de las Américas era La Española. Con las exploraciones y la construcción de nuevas ciudades, este papel lo tomó Panamá porque además servía como base de la que partían los conquistadores dada la cercanía con el resto del territorio americano. Eso hizo que las islas del Caribe fueran poco a poco abandonadas a su suerte.
**A medida que se conquistaban nuevas regiones en el continente, el interés en La Española disminuía. A principios del siglo XVII, la isla y sus vecinas más pequeñas (en particular la isla de la Tortuga) se convirtieron en un bastión para los piratas que surcaban el mar Caribe. Las devastaciones produjeron una parálisis económica tal, debido al abandono de la agricultura y ganadería, que a partir de 1604 fue necesario el Situado, dinero que la Corona española otorgó a partir del Tesoro de la Nueva España, y que era destinado a pagar los sueldos de los colonizadores en La Española y en Puerto Rico. En 1606, el rey Felipe III de España ordenó que todos los habitantes de La Española se trasladaran a Santo Domingo, para evitar la interacción con los piratas. Sin embargo, esto contribuyó a que los piratas franceses, ingleses y neerlandeses sentaran bases en el norte y oeste de la isla abandonada. Y entonces, se creó Haití.
A La Española le esperan unos años difíciles.
