FIC

Amor a Quemarropa
capitulo 2
Amarte es hermoso
Por Mayra Exitosa

En otro lugar en la media cima, varios hombres se refugiaban en la cabaña que se encontraba vacía. Charles uno de ellos comentaba,

- Debieron esconderse, Jacob. Él nos avisó y dijo que hubo disparos, no están esos hombres, no esta el tampoco y su compañero. Otro le respondía

- Mañana que baje la tormenta, los buscaremos, llamaremos al helicóptero en cuanto haya permiso de vuelo. La señal de radio esta perdida, debe estar en una cueva, en una sección de la montaña donde no llegue la señal. Tom agregaba,

- Dejen dormir, me levantare más temprano. Charles se incomodaba,

- Iba a comer algo, no se si deseen café, es lo único que hay aquí. Jacob lo amonestaba

- ¿Dejaste las provisiones? Tom para que se detuvieran se sentaba y con tono muy molesto les decía

- ¿No quieres también, que cargue con tu cobijita de franela? Salimos todos sin tanto cargamento, era algo urgente. Jacob se arrepentía y agregaba,

- Lo siento, creo que estamos mal, en cuanto se enteren, nos ira peor. Como entraron esos tipos con armas, esa sería la cuestión principal.

La obscuridad no importaba, ya la nieve afuera cubría y el aire no se filtraba. Fueron ardientes sus manos expertas, fueron jadeos y detalles que no esperaba vivir, sus miradas no podían verse, pero sentir todo lo que le estaba proporcionando, no podía negarse. Así sin decir mucho, ella tomaba libertad de acariciar su pecho bajo su camisa, besar sus labios escondidos en su barba, sentir el placer de sus manos y después de sus labios al bajar a sus pechos. Era liberar todo lo que ella nunca había mostrado a nadie.

Cuando por fin toco llegar a tierra firme, después de volar con alas invisibles, él la acomodaba con expertos movimientos en ese pequeño espacio donde ambos se amaban desesperadamente. Fue así como ya lista para recibirlo, notaba su pequeñez y su ajuste al introducirse, fue entonces que imagino que tal vez fuera virgen, y ella al encajar sus uñas en sus hombros, aguardando en el silencio sin decirle. Ya en movimientos sin retorno, ella le besaba agitada, acariciando su nuca y sus hombros, mientras el la poseía desesperado, sintiendo tanto afán por culminar con ese anhelo. Ambos se unieron en un gemido apagado por sus labios, con espasmos agitados que por fin se suscitaron.

- ¿Estas bien?

- Si. Avergonzada besaba su pecho escondiéndose y el no tenía derecho a decirle nada. Se habían provocado, ambos se brindaron la satisfacción de ese instante maravilloso, no podía dejar de apreciarla y de ajustarla a su cuerpo, afuera la pendiente estaba cubierta de nieve y ellos sepultados en esa dulce agonía que nunca imaginaron. Apenas sentían el frío y las caricias mitigaban cada detalle en un solo sleeping abrazados, las prendas yacían en sus pies, sus pieles calidad y suaves, con ese bello en su pecho, donde ella se refugiaba como si de un cobertor se tratara, mover sus piernas sintiéndolo, y el agonizando por iniciar de nuevo. No se dieron cuenta cuanto tiempo paso, solo el día fue el que ambos les sorprendieron, la nieve que los cubría ahora resbalaba y la tela protectora de la tienda improvisada se agitaba con el viento constante que impulsaba a la nieve a irse de nuevo.

- Hay que vestirnos, no queremos que nos encuentren así.

- Un poco más, estas tan cálido.

- Tu lo quisiste, ahora ven. Besos robados, se tornaron delicados y apasionados, besar su cuerpo y acariciarla de nuevo, tal vez seria la ultima vez, fue acoplarse y notar que ambos se apasionaban con esa unión inesperada. Sepultarse en su cuerpo de nuevo fue la mejor agonía que hubiera pasado, estrecha lo provocaba a querer no dejarla jamás, pero ya que salieran, se la llevaría a su lado, una mujer con tanta pasión, con tanta entrega, con ese placer de amarse y de entregarse como ella lo hacía.

Un giro se cambiaba y era ella quien ahora se encontraba encima, lo cabalgaba como si lo conociera de mucho tiempo atrás, pero torpemente, se notaba que no lo hacía seguido. Le dio ternura, su manera de refugiar su frío al esconder su rostro en su cuello y agitar su cadera sin remedio. Fue cubrirla y protegerla de nuevo y esta vez ya no pudo ser sutil, pues la pasión se crecía de tal manera, que la agitación subía a cotas que no se imaginaba, ella lo seguía con un deseo anhelante colmado de desesperación. No podía evitar besarla y morderla, con tanta pasión y ella por fin se dejaba llevar, al llegar a la cúspide donde la deseaba aún más. Encajaba sus dientes en su hombro y sus uñas en su espalda, sus espasmos rebelaban que elle a lo estaba gozando y era tiempo de alcanzarla, con una persecución agitada, sus caderas se movieron con tal violencia, y ella bajo sus manos a su cintura ayudándolo a seguir, fue entonces que ella volvía a resurgir apasionada, deseosa y muy mujer, sus caderas se levantaban para chocar con las de él. Así ambos volvieron a esa cima. La que deseaban conquistar juntos por mucho tiempo más.

- Eres increíblemente apasionada, jamás había pasado esto en mi vida. Apenada y ayudándole a colocarle sus ropas, al haberlas encontrado primero. Ella respondía temblorosa.

- Tampoco lo había pasado jamás… es mi primera vez.

- ¿Tu primera vez? ¿Me estas diciendo que… no habías sentido esto antes?

- No había tenido relaciones jamás. Nunca pensé que… ¡Dios! ¡No me apenes!

- ¡Espera! ¿Eras virgen?

- ¡Ya! Terminemos de cambiarnos. Necesito despejar mi mente, a tu lado me quedo en blanco, ni siquiera puedo coordinarme, me siento tonta. Yo…

- Tranquila, déjame ayudarte. Y como si fuera más, fue vistiéndola con besos en cada prenda, como cuando se las retiraba, meditando lo que descubría, ella nunca lo había hecho y eso fue lo que sintió, y escondido entre las prendas, también lo pudo constatar. Debía estar dolida, pero ambos no podían imaginar que esa pasión se saldría de sus manos.

Ella le cerraba la chaqueta y el le hacía lo mismo, la protegía como si fuera un niño, mientras ella, lo hacía escondiéndole la mirada, viendo que ambos ya estaban listos y habían podido comer antes de intentar moverse.

Un helicóptero se escuchaba, el la escondía por el fuerte viento y hacia señas para que los vieran, estaban en un pico muy hondo, las prendas de el se denotaban. Los vieron y en círculos volaba bajando una escalera tratando de no moverse, volvía a encajar el arnés enlazado y ella lo abrazaba escondiendo su rostro, subieron lentamente hasta llegar, era un helicóptero de servicio particular, se presentaban con él, ella lo notaba. Deseaba que la tragara la tierra, se sentía rara.

Llegaron hasta el lugar donde un auto esperaba, era el pequeño auto de ella estacionado en la base de ingreso, el era cuestionado por todo lo sucedido, ella no hablaba, simplemente en cuanto pudo, se había ido.

Una nota, fue todo lo que dejo, y en su mochila la encontraba días después. "Albert, al parecer estas muy custodiado, te pido perdón por haberte metido en mi problema, prometo ser mas cautelosa y cuidadosa. Fue lo más hermoso que he pasado en mi vida, haberte encontrado en la cima, que me salvaras y me cuidaras, aun siendo una desconocida. Gracias, nunca te olvidare. Candy".

La investigación y los hombres no iban tras de ella, fueron tras él. Por eso es que lo custodiaron sin tomarla en cuenta. Los hombres armados si eran alpinistas, habían ingresado de manera muy profesional tal como había desaparecido. Ella dejaba el auto a renta y subía a un avión, para dirigirse a Chicago.

El celular sonaba, era su amigo. Ella le comentaba que la habían encontrado de nuevo y que estaba escapando para que no dieran con ella, lo mejor era colgar, pues ya estaba en vuelo. Esta vez, se fue a un lugar totalmente distinto, nadie la reconocería ahí, solo estuvo de niña y hacia mucho que no había regresado, tenía una casa y no estaba a su nombre, sino al de sus padres adoptivos que se habían divorciado.

Entrar fue recordar el amor que se daba esa pareja y luego los gritos que se prodigaban por celos infundados.

Fue a surtir despensa, el gobierno les había dicho a los McQuillan que debían quedarse con su hija, aun siendo adoptiva, pero fue una pelota para ellos. Por suerte se fue a estudiar y abrazándolos les aseguraba que no se preocuparan que se había ganado una beca y que ya tendría todo pagado. Les mintió, realmente se fue a trabajar y así lograba pagar sus estudios. Pero les llamaba muy de vez en cuando y sabía que esa casa a ambos les recordaba sus malos tiempos, le aseguraron que cuando deseara podían volver ahí, pero ellos ya no estaban, se habían hecho mucho sufrimiento, lo que si era muy cierto es que ambos se amaban de verdad. Pero por su salud, era mucho mejor que estuvieran distanciados.

- ¿Es usted de aquí, señorita? ¿No la habíamos visto?

- Soy la hija de los McQuillan. Vine a ver la casa.

- ¡Los McQuillan! Cierto, hace tiempo se fueron, eres la pequeña rubia.

- Creo que no crecía mucho.

- Pero te ves muy bonita. Esos McQuillan, son inolvidables. Eran la diversión de todo el condado, ¿Continúan juntos?

- Si, mis padres son la pareja más amorosa que he conocido. Mintió con tanta facilidad. No tenía que decir nada, después de su divorcio, ambos sufrieron mucho y asistieron a terapias.

En otro lugar muy lejos de ella, Terrance investigaba lo sucedido en Monte Hood, y confirmaba con el investigador que su amiga había sido atacada de nuevo, pero estos al asegurarse, le confirmaban, que eso era imposible, el único atentado fue contra un empresario y había huido sus atacantes, su guardia de seguridad lo habían encontrado y rescatado, en el pico desgajado de la media cima.

- Ella me llamó me dijo que se escondería para no acercarse a mí porque teme que me incluyan perjudicándome, pero no la encuentro. Ustedes aseguraron protección para ella.

- Y se la dimos. El juez ya dictamino la culpabilidad de Reyes y Fernández. Ella fue trasladada tal vez con cambio de nombre o tal vez le dieron instrucciones para protegerla.


Continuando con mucho más... en esta historia, una disculpa, fallas técnicas y trabajo (si trabajo) es el que me hizo subir mas lento.

Un abrazo a la distancia,

Mayra Exitosa