Fic a
Reto 2021 Marzo Creativo
Historias de Albert y Candy
Presenta
Amor en Piedra
Por Mayra Exitosa
Capítulo 4
La mujer de su tribu
En la tribu de los lobos, Dina enseñaba a Tom que no peleara y que ella estaba ahí solo para él, nadie se la quitaría ya que ahora solo sería suya, poco a poco le mostraba como eran sus costumbres, se iban solos al río y lo bañaba, Tom se daba cuenta que estar en la tribu de los lobos era mejor, porque nadie le decía nada, nadie le quitaba nada y no tenía que pelear por todo, la mujer estaba lista para estar con él y ella se postraba para que fuera con ella y la montara. Así lo hacía, Dina lo tenía con un lenguaje diferente. Ella le enseñaba y el aprendía que ahora no era como la lengua de su madre, ni como la de su padre, era la lengua de su mujer.
Una loba le fue entregada, la bestia se encontraba preñada y él tenía que cuidarla. Tom nunca había cuidado lobos, solo caballos y estos eran enormes, pero solo los cargaban con cosas, esas bestias se unían en manada y mataban a los caballos, ahora le daban una hembra y él la miraba mientras que, su mujer le mostraba como cuidar de su loba y protegerla, con ella podía tener muchos cachorros y cada uno cuidaría de los hijos que él le diera. Eso lo sacaba de sus pensamientos, un lobo bebe iba a cuidar a sus hijos.
Tom al montarla la primera vez, veía que Dina se dolía y él solo hacía lo que veía en su tribu, que entre más fuerte mejor para preñarla, pero ella lo enseñaba como miraba a sus padres hacerlo, ahora lo hacían varias veces de forma que ella le mostraba. Tom estaba encantado, porque él también no saldría dolido, ahora la montaba sentado, parado, como si no lo hiciera, ella lo cuidaba y le tocaba sus partes íntimas para que lo volviera hacer varias veces, le daba otras formas que su madre le hacía a su padre para tener muchos hermanos, y que sus hijos aprenderían de ellos.
La tribu de los lobos tenía muchos machos ahora, Tom les decía que podían ir a robar mujeres a otras tribus, ya que todas tenían más hembras que hombres. Las demás tribus no se quedaban con los machos, los corrían de su tribu. En las otras tribus, podías quitarles a sus mujeres y no las buscaban ni las traían de vuelta, al menos las tribus de los alrededores, las que no podías robar eran las mujeres del desierto. Los ancianos que escuchaban como es que la tribu de los caballos era tan grande, tenía de muchas tribus mujeres, por lo que así iba creciendo y podían pelear, a la larga también matar a los suyos, así que sin decir nada, comprendían lo que Tom les dio como una señal, se preparaban para traer mujeres aun teniendo en su tribu.
En la tribu de los pálidos cabellos del sol, ellos solo sabían que su hogar era la tribu del sol, no los pálidos, ni nombres que otros les mencionaban, ahí nadie robaba a sus mujeres, si algunas no volvían es porque las habían atacado algún animal, no es que fueran pacíficos, eran bastante agresivos y fuertes, pero usaban más sus habilidades y su mente, lograban crear cosas que otras tribus no hacían, podían matar a todos si se lo proponían, su fuerza intimidaba a los que los veían pelear, más su belleza era algo que creían que venía desde adentro de sí mismos, sus mujeres no querían hombres de otras tribus, pero así estaban educados los niños a lo que se les enseñaba siempre afirmándoles que si en su tribu traían personas de otras tribus, ellos vendrían por las mujeres suyas y se las llevarían dejándolos sin sus mujeres. La realidad no era tal, las mujeres también solían ser altas y corpulentas, por l que no era fácil poseer a una que no lo deseara, al menos que estuviera demasiado joven.
Una joven de la tribu de los cabellos de sol, ya estaba creciendo pero aún parecía una niña, corría por los árboles para ganarles a las demás debido a que las de su camada eran más altas y así ella les ganaba en todo, su padre le explicaba que tenía que buscar sus habilidades para sobrevivir y que un hombre fuerte de los suyos, el más fuerte de todos de preferencia, la tomara como su pareja y fuera como él, que había elegido a su madre, así que los protegía y que nadie les haría daño si él podía evitarlo.
A lo que Candy al escucharlo abrazaba a su padre, este aun como si fuera pequeña la elevaba en sus brazos, ella envolvía sus piernas en su cintura su trasero estaba descubierto como todos en su tribu, solo tapaban el frente, su pequeña hija ya estaba grande, pero se había tardado en desarrollarse como las demás mujeres de su tribu, su padre al verla pequeña la trataba como lo hacía con sus hijas menores, elevándolas, abrazándolas y protegiéndolas. Ella se dormía frente a este con su cabeza en su pecho y sus piernas en la cintura como lo hacían sus hermanos menores cuando eran pequeños, debido a sus largas piernas no era difícil, las mujeres de la camada de su hija ya estaban buscando pareja, solo que ellas tenía más estatura y atributos de mujer, nadaban veloces, cazaban y recolectaban frutos con una agilidad, entre mejor era la mujer, el hombre la elegía porque estaba seguro que con ella podía tener hijos sanos y fuertes, por lo que con su hija tan pequeña todavía, nadie la elegiría y su padre que hacía herramientas de trabajo, le enseñaba a hacerlo y a la vez que ella buscara su habilidad.
La joven Candy tenía sus pechos crecidos, sus caderas redondas, su trasero levantado, era bajita y delgada todavía. Su madre le contaba a su padre que Candy tenía la habilidad de colgarse en los árboles con mucha facilidad así ganar a las de su camada, también que nadaba muy bien en el río, mientras que las otras lo hacían solo en agua salada, ella lo hacía en ambos, pero esa confianza, una tarde, hizo que Candy no regresara, al nadar en el río este se la llevaba con el vuelo del agua, llevándola lejos de su tribu.
Ser buena nadadora te mantiene a flote y eso lo manejaba ella, pero el río iba crecido y ella buscaba ramas, troncos lo que fuera que pudiera utilizar para salir, pero no lo lograba, se subía a los troncos y viajaba en estos por todo el camino viendo animales desconocidos, aves de colores nunca vistos el río no paraba por el contrario, la fuerza la llevaba por laderas larguísimas, estaba preocupada se tomaba de maderas para flotar y tratar de salir antes de llevarse mucho más tiempo del que ya por la velocidad se había alejado demasiado de su tribu, el ruido de agua cayendo la hacía preocuparse notando que el caudal se iba haciendo todavía más ancho y grande lo escuchaba al frente sería bastante agresivo para poder salir de ahí.
Albert nuestro guerrero nacido en la tribu de los caballos se adaptaba ahora a estar solo, al ver a la distancia el comportamiento de los animales y de algunas otras tribus con ciertas reservas, notando su agresividad, así con el tiempo sabía que pronto llegaría el invierno, preparaba todo para refugiarse, mientras que haría lo que su madre le dijo, buscaría a los de su tribu, así suavizaba carne, atrapaba animales vivos los ataba y cuidaba para que duraran mucho tiempo, preparaba pieles enrolladas y buscaba una cueva vacía o sacaría lo que hubiera de ser necesario, pero tenía que protegerse si quería llegar con su tribu fuerte y sano, para tener familia y hogar, ya que el invierno al llegar por más pieles que usara, la comida iba a escasear. Así cargaba frutos, buscaba como llevar todo a la altura de la cueva que ya tenía vista.
El grito de una mujer lo sacaba de sus actividades, dejando todo en un costado, así se iba corriendo y escuchaba como luchaba contra alguien, por lo que tomaba mayor velocidad para defenderla y por fin la vio, era un pálida como él, sus cabellos rubios se lo decían todo, su mujer había aparecido frente a sus ojos, desde donde estaba se lanzaba al río y atrapaba a la mujer, está agotada se abrazaba fuerte. Albert con largo de sus piernas y brazos, la sacaba del río con mayor seguridad, par luego de revisarla, ver que era una hembra ya lista y sola, se iba caminando para volver a recoger todo cuanto tenía listo para su hibernación.
La mujer estaba desnuda, mojada y fría, la ponía con cuidado dentro en un costal de piel, realizado por él y como si fuera parte de los frutos y las cosas que llevaba para la cueva, se llevaba a la mujer pensándola suya pues era de su tribu, pálida de cabellos color sol, como todas pequeña igual que las de la tribu donde había nacido y no lo aceptaban, porque no querían hijos pálidos que luego sacarían de la tribu por no ser como los demás, con ella podía encontrar a los suyos, como le había dicho su madre, se notaba bastante agotada, lastimada pronto él la cuidaría y la curaría.
Continuará...
Gracias por sus amables comentarios, deseando se vaya hilando esta historia y les guste como vamos
Un Abrazo a la Distancia
Mayra Exitosa
